Transformación de una gran propiedad agraria en suelo ...

14
Turismo (2010) Volumen 2, 23-36 ISSN 1889-0326 Transformación de una gran propiedad agraria en suelo turístico: El ejemplo del sur de Gran Canaria José Ángel Hernández Luís Departamento de geografía de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. E-mail: [email protected] . Recibido 22-04-2010, Reenviado 23-04-2010, Aceptado 13-09-2010 Resumen: A finales de los años cincuenta del Siglo XX, la economía española y, en parti- cular la canaria, comenzó a demandar inversiones extranjeras en sectores con una tasa de beneficio más alta en comparación con la actividad agraria. Como consecuencia de ello, el Condado de la Vega Grande, propietario de un extenso territorio en la costa del sur granca- nario, convocó un Concurso internacional de ideas en 1961, con el objeto de urbanizar gran parte de este espacio. A partir de ahí, la competencia que la actividad turística va ejercer sobre la agricultura será muy fuerte, no solo consumiendo espacio, sino también fuerza de trabajo, agua, etc. Las transformaciones serán radicales, con inversiones fortísimas y un cambio muy importante en el paisaje, con una especulación sobre el suelo muy alta. Palabras clave: Maspalomas, Costa Canaria; agricultura - turismo; Condado de la Vega Grande; turismo de masas. Abstract: In the late fifties of the twentieth century, the Spanish economy and the Canary Islands, began to demand foreign investment in sectors with a higher profit rate compared to farming. As a result, the County of Vega Grande, owner of a territory large on the southern coast of Gran Canaria Island, convened an international ideas competition in 1961 to de- velop tourism. From there, the competition that tourism will have on farming will be very strong: consume land, and labor, water, etc. The changes are radical, very strong investment and a major change in the landscape, with a speculation on the high ground. Keys words: Tourism, services, internal market, Canary Islands. Introducción El trabajo que presentamos pretende hacer una aproximación al despertar turístico del sur grancanario, en concreto del espacio conocido como Maspalomas, Costa Canaria, desde comienzos de los años sesenta has- ta bien entrada la década siguiente. Este vasto espacio era propiedad, en su integridad, del Condado de la Vega Grande de Guadalupe, por lo que la Casa Condal jugó un papel fundamental en estos años para la definitiva transformación de este amplio territorio. Como es evidente, las mutaciones espaciales que ello conllevó, desde un paisaje agrario a otro tu- rístico, trajo consigo amplias connotaciones, como por ejemplo una constatada especulación sobre el suelo y una fuerte competencia entre agricultura y turismo, ya que este espacio estaba fuertemente vinculado con una agricultura de exportación. Así pues, el esquema de trabajo, lo iniciamos con un planteamiento evolutivo sobre el despertar tu- rístico de estos parajes, para continuar con un some- ro análisis del Concurso internacional de ideas del año 1961, cuyo artífice fue el Conde de la Vega Grande con objeto de impulsar el turismo en sus posesiones del sur. Posteriormente, haremos hincapié en el hecho de que la propia Casa Condal jugó un papel muy importante en la Turismo, Vol 2, pp. 23-36, 2010 ISSN 1889-0326 Escuela Universitaria de Turismo Iriarte

Transcript of Transformación de una gran propiedad agraria en suelo ...

Turismo (2010) Volumen 2, 23-36 ISSN 1889-0326

Transformación de una gran propiedad agraria en suelo turístico:El ejemplo del sur de Gran Canaria

José Ángel Hernández LuísDepartamento de geografía de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria.

E-mail: [email protected] .

Recibido 22-04-2010, Reenviado 23-04-2010, Aceptado 13-09-2010

Resumen: A finales de los años cincuenta del Siglo XX, la economía española y, en parti-cular la canaria, comenzó a demandar inversiones extranjeras en sectores con una tasa de beneficio más alta en comparación con la actividad agraria. Como consecuencia de ello, el Condado de la Vega Grande, propietario de un extenso territorio en la costa del sur granca-nario, convocó un Concurso internacional de ideas en 1961, con el objeto de urbanizar gran parte de este espacio. A partir de ahí, la competencia que la actividad turística va ejercer sobre la agricultura será muy fuerte, no solo consumiendo espacio, sino también fuerza de trabajo, agua, etc. Las transformaciones serán radicales, con inversiones fortísimas y un cambio muy importante en el paisaje, con una especulación sobre el suelo muy alta.Palabras clave: Maspalomas, Costa Canaria; agricultura - turismo; Condado de la Vega Grande; turismo de masas.

Abstract: In the late fifties of the twentieth century, the Spanish economy and the Canary Islands, began to demand foreign investment in sectors with a higher profit rate compared to farming. As a result, the County of Vega Grande, owner of a territory large on the southern coast of Gran Canaria Island, convened an international ideas competition in 1961 to de-velop tourism. From there, the competition that tourism will have on farming will be very strong: consume land, and labor, water, etc. The changes are radical, very strong investment and a major change in the landscape, with a speculation on the high ground.Keys words: Tourism, services, internal market, Canary Islands.

Introducción

El trabajo que presentamos pretende hacer una aproximación al despertar turístico del sur grancanario, en concreto del espacio conocido como Maspalomas, Costa Canaria, desde comienzos de los años sesenta has-ta bien entrada la década siguiente. Este vasto espacio era propiedad, en su integridad, del Condado de la Vega Grande de Guadalupe, por lo que la Casa Condal jugó un papel fundamental en estos años para la definitiva transformación de este amplio territorio. Como es evidente, las mutaciones espaciales que ello conllevó, desde un paisaje agrario a otro tu-

rístico, trajo consigo amplias connotaciones, como por ejemplo una constatada especulación sobre el suelo y una fuerte competencia entre agricultura y turismo, ya que este espacio estaba fuertemente vinculado con una agricultura de exportación. Así pues, el esquema de trabajo, lo iniciamos con un planteamiento evolutivo sobre el despertar tu-rístico de estos parajes, para continuar con un some-ro análisis del Concurso internacional de ideas del año 1961, cuyo artífice fue el Conde de la Vega Grande con objeto de impulsar el turismo en sus posesiones del sur. Posteriormente, haremos hincapié en el hecho de que la propia Casa Condal jugó un papel muy importante en la

Turismo, Vol 2, pp. 23-36, 2010ISSN 1889-0326

Escuela Universitaria de Turismo Iriarte

Turismo, Vol 2, pp. 23-36, 2010ISSN 1889-0326Escuela Universitaria de Turismo Iriarte

Transformación de una gran propiedad agraria en suelo turístico... 24

promoción y edificación de este espacio, al tiempo que dio pie al afianzamiento de toda una trama de empresas que giraban fundamentalmente en torno a la construc-ción.

Primeras referencias turísticas del sur grancana-rio

El sur de la isla de Gran Canaria, hasta por lo menos la llegada del turismo en los años sesenta, fue un espa-cio que casi podríamos calificar como marginal dentro del contexto insular, con una riqueza limitada y con una gran propiedad, como era el caso de las tierras del Con-de de la Vega Grande de Guadalupe, supeditadas a su explotación agraria. Estas tierras ocupaban una amplia extensión que solo, en San Bartolomé de Tirajana, repre-sentaban un 37 % de la extensión del municipio, concen-trado sobre todo en la franja costera desde el Barranco de Tirajana hasta el de Arguineguín, Nadal Perdomo y Guitian Ayneto (1983: 53). Eran sin duda, tierras muy alejadas desde la capital insular. Buen ejemplo de ello, es la salida esporádica del Conde de la Vega Grande a sus posesiones del sur, utilizando para ello un inusual carruaje, de la que tenemos un extracto para el año de 1852, al argumentarse que en estos años había un “co-che condal, antiguo armatoste que databa de la fundación del condado, de muelles duros que hacían saltar en sus asientos y dar con la cabeza en el techo del cierre a toda la aristocrática familia, cuando emprendían sus viajes a sus posesiones de Juan Grande y Maspalomas. Era un acontecimiento que se preparaba, lo menos con un mes de antelación, empleando las mesnadas de la Casa en lim-piar y habilitar el camino; operación que empezaba en las afueras de la ciudad y terminaba en aquellas hiperbólicas regiones”, Moreno (1914: 7).

Hasta que por lo menos la carretera no llegó a aque-llos parajes del sur en pleno Siglo XX, pues la vía en-tre Juan Grande y Maspalomas no se inauguraría has-ta agosto de 1938, no se tomó una mínima conciencia del alto valor turístico que este espacio representaba y que recogemos en una cita periodística con motivo de la apertura de dicha vía: “atraviesa esta carretera una de las zonas mas llanas de la Isla, ofreciendo panoramas de extraordinaria rareza e interés turístico”1.

Así pues, podemos argumentar que las primeras alusiones de auténtico calado, referidas al potencial tu-rístico del sur de la isla de Gran Canaria -concretadas sobre todo en la playa de Maspalomas-, tienen lugar en los años treinta y cuarenta del Siglo XX. No obstante, la enorme dificultad de acceso a este lugar desde el resto

de la Isla, que aunque ya disponía de carretera se en-contraba sin pavimento asfáltico, sin olvidar las difíciles conexiones de la Isla con el exterior, además de las difi-cultades económicas del período posbélico, relegaron su uso turístico hasta bien entrada la década de los sesenta. Del mismo modo, en esta etapa, existía una mayor pre-ferencia por los paisajes de interior, al tiempo que la tez morena no sería bien vista hasta los años sesenta, cuan-do se pone de moda el turismo de sol y playa.

En este contexto, reiteramos, que no se puede hablar de una definitiva apertura turística del sur de Gran Ca-naria con anterioridad a los años sesenta del Siglo XX, aunque sí que existen vagas referencias sobre su poten-cialidad futura en esta materia. En este sentido, hay que destacar en 1930 el titular denominado “El faro de Mas-palomas”2 y que ocupaba por completo la primera pági-na de la revista semanal Canarias Turista, y cuya existen-cia se debía al fomento del turismo en las Islas. En este artículo se aludía al efecto “decorativo” del faro dentro del contexto físico de las dunas, de tal manera que “no es posible reducir el panorama sin que en él quede compren-dida esta torre en algún modo. Y de la misma manera que la torre necesita los accesorios que la rodean para seguir siendo ella, el mar y el cielo y las azules lejanías y la parda llanura necesitan de la torre y no podríamos comprender-la ya sin ella.”3

Por su parte, en 1936, el pintor Néstor Martín Fer-nández de la Torre, miembro de la directiva del recién creado Sindicato de Turismo y uno de los mayores acti-vistas a favor del turismo por esta época -conjuntamen-te con su hermano y Fray Lesco-, se lamentaba del mal estado de la playa de Las Canteras y dirige su mirada hacia Maspalomas. En una conferencia pronunciada ese año argumentaba: “Hemos de tener en cuenta también la formidable playa de Maspalomas. Quizás sea prema-turo pensar desde ahora en ella, pero por lo menos evite-mos que se haga nada que pueda convertirse en obstáculo para que las generaciones que nos sucedan lleven a cabo los proyectos que en un futuro más inmediato les aconse-jen las realidades del momento. No concibamos las cosas en pequeño, sino en grande, con la vista en el porvenir”, Guerra de la Torre (1998: 14). Sin duda, en este contexto, no cabría sino argumentar que Néstor fue un auténtico agorero sobre lo que décadas después se terminaría con-virtiendo Maspalomas.

Un año después, el mismo artista hace público un Manifiesto Turístico en el que expone las ideas funda-mentales del desarrollo de esta actividad en la Isla, con especial referencia de nuevo a Maspalomas y en los si-guientes términos: “la revalorización del país; la acen-tuación de nuestra personalidad; cuidado con las costum-

Turismo, Vol 2, pp. 23-36, 2010ISSN 1889-0326

Escuela Universitaria de Turismo Iriarte

25 José Ángel Hernández Luís

bres y aspectos típicos (artesanía, trajes canarios, vinos, etc.); embellecimiento de nuestros pueblos y ciudades; plantación de árboles; cuidado en no estropear la Playa de Maspalomas, evitando lo ocurrido en Las Canteras; alber-gue en la Cruz de Tejeda; Pueblo Canario con exposición permanente de productos isleños”, Cruz Caballero (2001: 42), y otras actuaciones que no dejaban de ser utopía en la coyuntura bélica en la que estaba inmersa la sociedad española en aquélla época.

Pues bien, el gobierno español surgido de la Guerra Civil, intentó por todos los medios salir cuanto antes de las penurias sociales y económicas que habían causado los casi tres años de contienda, pues en ello iba también la estabilidad del país. La consecuencia más inmediata fue la política de reconstrucción, fomentando las obras públicas, aunque con el escollo de la carencia de mate-rias primas. De igual modo, la política turística también comenzó a desarrollarse en el país, incluso antes de que terminase la Guerra Civil española. En efecto, a pesar del conflicto, España quería abrirse al turismo en aquéllas zonas ya dominadas por los nacionales. Por ello, el uno de julio de 1938, y según comunicación del Ministerio de Interior del Gobierno Nacional, los territorios no belige-rantes del país se pusieron a disposición de las corrien-tes turísticas. Para ello, se decía que “España mostrará al viajero la batalla incomparable de sus paisajes, los lugares gloriosos en los que se desarrollaron los episodios culmi-nantes de la Nueva Reconquista.” (…) “España es uno de los países de mayor interés turístico del mundo. Por sus bellezas naturales, por su diversidad de paisajes, por sus monumentos artísticos incomparables, por el colorido de su vida, por sus recuerdos históricos… A estos alicientes añade ahora el de mostrar los vestigios, restaurados ya, de una lucha gloriosa y el prestigio de vitalidad que ha adqui-rido a través de la prueba de la guerra”, Diario de Avisos (01/07/1938: 2). Uno de los artífices de todo ello fue el ca-pitán Bolín, Jefe del Servicio Nacional del Turismo y que luego se convertiría en la Dirección General de Turismo, al frente de la cual estuvo varios años. En Canarias pro-movió varios proyectos de orden turístico, especialmen-te tras la visita que hizo a las Islas a finales de mayo de 1945, es decir, meses antes de que concluyese la II Guerra Mundial y, por tanto, en un contexto muy difícil para el fomento del turismo internacional, e incluso el nacional, dadas las grandes secuelas socioeconómicas que habían dejado tres años de intensa contienda.

Como decimos, a finales de mayo de 1945, el Director General de Turismo, D. Luis Bolín Bidwell, y entre otras visitas en las Islas, se desplazó al sur de Gran Canaria para conocer las posibilidades turísticas de la playa de Maspalomas. Previamente, había presidido en la Capital

de la Isla una importante reunión de la Junta Provin-cial de Turismo, exponiéndole el Alcalde de Las Palmas de Gran Canaria las principales aspiraciones de la Isla en materia turística. Dicho Alcalde dio lectura a un guión de asuntos, entre los que figuraba como primer punto la utilización turística de Maspalomas. De la vi-sita del señor Bolín a este último paraje cabe destacar el siguiente recorte periodístico por su valor histórico: “particular atención prestó el Sr. Bolín a Maspalomas, cuya visita hizo acompañado del señor Gobernador Civil, prodigando elogios a las excepcionales condiciones de la magnífica playa, de grandes posibilidades turísticas, y en la que habrá de estudiarse la edificación de un refugio”4. Éste es quizá uno de los primeros referentes serios de lo que luego sería el complejo turístico más importante de Canarias. De hecho, a los pocos meses, el Sindicato de Iniciativas y Turismo propuso al Cabildo Insular, entre otras cuestiones, que éste construyese un albergue bal-neario en Maspalomas, Hernández Jiménez (1994: 53).

La visita del señor Bolín a Canarias -y a Gran Cana-ria en particular-, exaltó la preocupación por el fomen-to del turismo en Maspalomas, como lo demuestra el hecho de que escasos días después de abandonar éste la Isla, se siguieron insertando artículos en la prensa dia-ria con este objetivo. De esta manera, se argumentaba que “nos parece que el estudio de la solución que aspira a hacer accesible cómodamente, y sobre todo habitable, la playa de Maspalomas, va adquiriendo una urgencia que no puede ser desconocida por nadie. Solución parcial de esta empresa ha de ser la construcción de la autopista a Gando.”5

De este modo y sobre todo a partir de comienzos de los años cincuenta, las referencias a turísticas a Maspa-lomas van a ser más concretas y, sobre todo, frecuentes. Así, en 1952, la Revista Isla, auspiciada por el entonces denominado Sindicato de Iniciativas y Turismo, destaca que “entre las realizaciones de interés turístico de carácter urgente, ha pasado a ocupar el primer plano la construc-ción de la Ciudad Turística de Maspalomas. Hemos sido siempre tenaces defensores de esta obra trascendental y asumida hoy por el Excmo. Cabildo Insular de Gran Ca-naria, tenemos plena confianza en su próxima realidad”, Revista Isla, nº 9 (1952).

En cumplimiento de este deseo y en el mes de fe-brero de 1953, el arquitecto catalán Nicolás Rubió Tu-duri, deposita en el Cabildo Insular de Gran Canaria el anteproyecto de las primeras instalaciones turísticas de Maspalomas. La intervención se concentraba en el espa-cio conocido como Meloneras, la Charca y el Palmeral, en el que estaba prevista la inclusión de un zoológico, además de un campo de golf, un hipódromo y varias

26

canchas de tenis, Naranjo Rodríguez (1999: 305). Pero el constante conflicto entre la propiedad privada por un lado -pues no hay que olvidar que todo este espacio per-tenecía a D. Alejandro del Castillo y del Castillo, Conde de la Vega Grande-, y el Cabildo Insular por otro, en ma-nos entonces de D. Matías Vega Guerra, a favor de una actuación decidida en Maspalomas, condicionarán que el proyecto final no llegase a cuajar. Igual suerte corre-ría la solicitud en el mismo año del arquitecto Miguel Martín Fernández de la Torre, con el fin de construir el Parador del Oasis de Maspalomas. Si bien en este caso el Conde fue receptivo ante esta iniciativa, la legislación de Paradores impedía la edificación de otros alojamientos en sus aledaños, con el consiguiente tropiezo para el de-sarrollo de todo este espacio.

Así pues, en este pequeño esbozo, vemos que la atracción del sur grancanario y, en especial, la playa de Maspalomas, va tomando un mayor protagonismo, has-ta que el propietario de este gran espacio, el Conde de la Vega Grande de Guadalupe, se conciencia del enorme potencial turístico de este espacio, sobre todo condicio-nado por la legislación turística favorable, las conside-rables mejoras en el transporte aéreo, así como de la red viaria a Maspalomas, sin olvidar la mejora de la renta entre los europeos y el cambio en las apetencias turís-ticas de éstos, ansiosos de regresar a sus países con la marca del sol en su piel.

Bases del cambio del uso del suelo: el Concurso internacional de ideas del sur grancanario

Además de los aspectos socioeconómicos en los paí-ses de origen comentados y que, sin duda, facilitaron cada vez más la movilidad turística a Canarias, tendría-mos que hacer hincapié en algunos factores tecnológi-cos como la generalización del motor a reacción en los años sesenta. En efecto, el incremento de la velocidad de transporte que este hecho tecnológico trajo consigo, fue crucial para Canarias, pues las Islas quedaron a cuatro o cinco horas como máximo desde el centro de Euro-pa, mientras que con la aviación a hélice, el trayecto se convertía en una odisea de hasta varios días debido a la escasa autonomía de estos aparatos, los tiempos de escala, el enorme cansancio que ello llevaba consigo y que obligaba a realizar pernoctaciones intermedias, etc. Así pues, el motor a reacción ha sido uno de los grandes baluartes para la llegada del turismo a las Islas, pues me-joró notablemente la accesibilidad en tiempo y en cos-te para los usuarios, Hernández Luis (2008: 60), dando pie a la introducción del turismo de masas en Canarias,

siendo necesaria la incorporación de nuevos espacios turísticos para así cubrir tal demanda. Es pues en este contexto donde surge la urbanización “Maspalomas, Costa Canaria”.

En medio de todo ello, tenemos la coyuntura y la legislación del Estado español de los años cincuenta y sesenta, pues determinadas políticas nacionales pro-piciaron que cada vez más Canarias -y en particular el sur de Gran Canaria-, se interesasen por desarrollar la actividad turística. Como ejemplos más destacados ten-dríamos que hacer referencia al ingreso de España en la Organización de Naciones Unidas en 1955, tres años más tarde en el Fondo Monetario Internacional y en 1959 en la Organización Europea de Cooperación Económica. Paralelamente, el Plan Nacional de Estabilización Econó-mica de Ullastres de 1959, con el objetivo, entre otros, de mejorar la balanza de pagos, obtendría sus frutos con la potenciación de la actividad turística y la permisivi-dad de las inversiones extranjeras en España dadas por el Ministerio de Información y Turismo. Entre la legis-lación que controlaba las inversiones turísticas en esta etapa cabe destacar la Ley de Centros y Zonas de Interés Turístico Nacional de 1963, que regulaba las interven-ciones urbanas en dichos espacios, y como apoyo a esta Ley había sido fundada escasos meses antes la Empresa Nacional de Turismo, con el objeto de potenciar la cons-trucción de los alojamientos y todos los servicios anejos. Por último, la Orden de 1965 por la que se regulaba el Crédito Hotelero y la Ayuda para Construcciones Turísti-cas, supuso el impulso definitivo al sector, pues facilita-ba aún más la tarea a la iniciativa privada en materia de construcción, ampliación, modernización y transforma-ción de los diversos establecimientos (de alojamiento, restaurantes, mobiliario y de “cualquier otra construc-ción que pueda considerarse necesaria o de repercusión en actividades turísticas”6).

También es importante destacar la declaración del Archipiélago como Zona de Interés Turístico Nacional en enero de 1963. Esta declaración conllevó ventajas signi-ficativas, por cuanto las Islas recibirían fondos estatales para adecuar las infraestructuras de apoyo al turismo, así como una mayor permisividad en la política del cré-dito hotelero para el inversor particular o en sociedad.

A esta política se le unirían los Planes de Desarro-llo a partir de 1964 y que sobre todo se plasmarían en las actuaciones para potenciar los planes de carreteras, puertos y aeropuertos, además de abordar los principa-les problemas para el desarrollo del turismo.

Pero quizá más destacado aún son las ligazones que mantuvo el Conde de la Vega Grande con las mayores instancias políticas en materia turística del país, pues no

Transformación de una gran propiedad agraria en suelo turístico...

Turismo, Vol 2, pp. 23-36, 2010ISSN 1889-0326Escuela Universitaria de Turismo Iriarte

27

en vano el Conde -y como ya habíamos argumentado-, asumió cargos políticos y económicos en los años cua-renta y cincuenta de gran relevancia, como la alcaldía de Las Palmas de Gran Canaria, la presidencia de la Junta de Obras del Puerto o la homónima de la Cámara de Co-mercio de Las Palmas. No es extraño pues, que tuviese re-lación directa con los diversos ministros de Información y Turismo, en particular con Fraga Iribarne, que osten-tó dicho cargo entre julio de 1962 y diciembre de 1969, precisamente la etapa en la que se pone en marcha toda la urbanización de “Maspalomas, Costa Canaria”. Tal es así, que en noviembre de 1967, con motivo de la entrega del II Guanche de Oro, premio que había sido instaurado por el Condado y entregado a la Federación Universal de Agencias de Viaje (FUAAV), fue el propio Fraga Iribarne el que hizo entrega, en uno de los restaurantes del Conde, de la estatuilla correspondiente al representante de dicha Federación. Y es que es de sobra conocido, el notable im-pulso que este Ministro le proporcionó al turismo en el Estado español, concediéndole un gran apoyo a la urba-nización turística de amplios territorios de las Islas, en especial en las franjas costeras, como era el caso de Mas-palomas. Del mismo modo, hay que reconocer, en cierto modo, que el hecho de que estas tierras del sur grancana-rio estuviesen concentradas en una sola propiedad, facili-tó su puesta en servicio y en bloque para el turismo, pues el Conde sería el gran promotor del Concurso internacio-nal de ideas, del que vamos a hablar a continuación, con el objeto de potenciar el turismo en esta franja costera del municipio de San Bartolomé de Tirajana.

Pues bien, podríamos decir que el Concurso interna-cional de ideas para urbanizar una amplia franja coste-ra del sur grancanario, tuvo sus primeros balbuceos se-rios en el año 1960, pues ya en la prensa de la época se anunciaba tal circunstancia, tras convocar el Conde a los periodistas en su casa - mansión del barrio de Vegueta. Entonces decía el Conde que cada vez existía una “ma-yor afición de la población isleña al disfrute de las playas, éstas han tomado un nuevo valor, la atención pública se ha fijado en la playa de Maspalomas, que forma parte de mi finca en este pago, y la ha señalado como lugar desti-nado por la naturaleza a servir de recreo y descanso para isleños y turistas”, Falange (09/11/1960: 3). Por todo ello, el Conde envió a Madrid a sus dos hijos, así como a su apoderado, D. Pablo Elola y al arquitecto D. Manuel de la Peña Suárez, para así tratar el asunto de la conversión de las tierras del sur de la Isla a la actividad turística. El ob-jetivo, como decíamos, era exponer la idea del Conde de urbanizar gran parte de la franja costera del municipio de San Bartolomé de Tirajana, difundiendo la idea entre las personalidades más relevantes de la época y relacionadas

con la actividad, como era el Duque de Luna, Director General de Turismo; además de su secretario, D. Enrique Silvela; D. Miguel Ángel García Lomas, Director General de Arquitectura; D. Pedro Bidagor, Director General de Urbanismo; D. Mariano Serrano Mendicute, Secretario General del Consejo Superior del Colegios de Arquitec-tos; y D. Luis Blanco Soler, representante en España en la Unión Internacional de Arquitectos (U.I.A.). El interés era claro, pues los contactos se establecieron con perso-nalidades relacionadas con el turismo y el urbanismo.

Como resultado de todo ello y basándose en un Con-curso internacional de ideas anterior celebrado en la Fin-ca de Elvira (provincia de Málaga), en el que llegaron a concursar casi quinientos proyectos de todo el mundo, el Conde de la Vega Grande, D. Alejandro del Castillo y del Castillo, anunciaba un concurso similar para el sur grancanario, denominado “Maspalomas, Costa Cana-ria”, con bastante más extensión que el proyecto homó-logo de Málaga, ya que se preveía que abarcase desde San Agustín hasta Arguineguín (unos 17 kilómetros de franja costera).

El concurso quedó perfectamente definido en un re-glamento de 204 páginas, editado en español, francés e inglés, siendo depositado en la Unión Internacional de Arquitectos (en París) y en el Consejo Superior de Cole-gios de Arquitectos de España. El plazo de presentación de los trabajos lo fue entre el 01 de junio de 1961 y el 01 de agosto del mismo año, dos meses por tanto, tiempo en el que se llegaron a recibir 142 proyectos, destacán-dose que entre éstos había varios primeros premios in-ternacionales de Urbanismo y Arquitectura.

Pues bien, el Reglamento del Concurso, nos ofrecía en sus páginas unos 12 apartados que exponemos a con-tinuación:

1.- Las bases por las que se regiría el mismo.2.- El tribunal calificador.3.- Los planos de situación.4.- La memoria descriptiva.5.- Un apartado de observaciones.6.- El movimiento turístico hasta entonces.7.- La climatología.8.- La geología.9.- La vegetación.10.- El mar y sus condicionantes para el desarrollo

del turismo en estos parajes.11.- Un apartado de impresionantes fotografías del

espacio a urbanizar.12.- Unas disposiciones legales.En el apartado de bases destacaba el carácter abier-

to a todos los estudios de arquitectura del mundo, así como su carácter anónimo. Igualmente, se dejaba bien

José Ángel Hernández Luís

Turismo, Vol 2, pp. 23-36, 2010ISSN 1889-0326

Escuela Universitaria de Turismo Iriarte

28

claro que se trataba de un Concurso con la más amplia libertad de interpretación, siempre y cuando cumplie-sen con los siguientes puntos:

1.- Cada zona del proyecto general tendría que ser un plan completo en sí mismo, con todas sus funcio-nes urbanas.

2.- Las diferentes zonas tendrían que estar de acuer-do con el uso o carácter de la edificación de cada sector.

3.- Planificar correctamente la conectividad de la ur-banización con la carretera existente.

4.- Habilitación de espacios verdes y sistemas de es-pacios libres.

5.- Disposición y ordenación de los centros cívicos, religiosos, escolares, comerciales, etc.

6.- Superficies de parcelas edificables, así como de vo-lúmenes, de cada zona.

7.- Estudio de abastecimiento de aguas, saneamiento, transporte del fluido eléctrico y el alumbrado.

8.- Aprovechamiento de las aguas residuales para su empleo en la agricultura.

Se fijaron tres premios que, sin duda, fueron un gran aliciente para que se presentase tal gran cantidad de pro-yectos, a saber:

Primero.- Unos 6.000 metros cuadrados en la zona residencial, además de 300 mil pesetas, más el viaje de ida y vuelta a Gran Canaria desde el país de origen por una estancia de 30 días.

Segundo.- Unos 4.000 metros cuadrados en la zona residencial, más 200 mil pesetas y el viaje de ida y vuelta a Gran Canaria desde el país de origen por una estancia de 20 días.

Tercero.- Unos 3.000 metros cuadrados en la zona residencial, además de 100 mil pesetas, más el viaje de ida y vuelta a Gran Canaria desde el país de origen por una estancia de 15 días.

Entre el tribunal calificador se encontraban seis ar-quitectos de reconocido prestigio, de los que tres eran extranjeros, siendo uno de ellos, D. Manuel de la Peña Suárez, uno de los que integraban dicho comité y que ostentaba desde hacía varios años en Canarias un puesto político importante. Además, este arquitecto se convir-tió en el mano derecha del Conde para gran parte de sus proyectos y que más abajo desarrollaremos.

Por su parte, en la Memoria descriptiva, además de destacar la superficie a urbanizar (unas 2.000 hectáreas a lo largo de una franja de 17 kilómetros de costa), se ha-cía constar sobre todo el gran poder de atracción de este espacio desde el punto de vista climático y que ya tanto peso tenía para el turismo en aquélla época, utilizando

para ello el siguiente argumento: “muchos turistas de di-versas partes del mundo, sobre todo del Norte de Europa, afluyen a Gran Canaria, si bien en la limitada cantidad que permite su escasez de alojamiento, que, especialmen-te, durante el invierno, son ocupados totalmente. Puede asegurarse, sin temor a error, que el número de personas que por falta de alojamiento dejan de venir a Gran Cana-ria es superior a aquellos que lo consiguen. Esta corriente turística, acentuada durante los últimos años por los in-tensos y rápidos medios de comunicación, de día en día incrementados, es una fuente de riqueza que encauzada inteligentemente puede mejorar notablemente la vida eco-nómica de la Isla”, Condado de la Vega Grande (1961: 25). Por tanto, se introducía un parámetro, como era la falta de alojamiento relacionado con el clima, vital para evaluar la importancia de este futuro enclave turístico.

Más adelante, se hacía mención al movimiento turís-tico hasta entonces de la isla de Gran Canaria, argumen-tándose que, en realidad, éste había comenzado hacia las Islas tres o cuatro años antes, si bien por ejemplo este flujo se había limitado, en el caso concreto de la isla de Gran Canaria, a unos 45 mil en el año 1960, si bien esta cifra solo se refería a los turistas registrados en los ho-teles, estimándose hasta un 30 % más si se analizase el cómputo global. Del mismo modo, es muy significativo que las estancias medias se prolongasen por espacio de 15 a 20 días, posiblemente por las dificultades del trans-porte exterior y su carestía. Igualmente, no menos signi-ficativo era la constatación, que también se argumentaba en el Reglamento del Concurso de ideas, de las ocupa-ciones medias, estimándose éstas en un 100 % entre los meses de noviembre a marzo inclusive, Condado de la Vega Grande (1961: 43-44), hecho que se convertía en un gran justificante para la construcción de más oferta de alojamiento, en este caso en el sur de la Isla. De hecho, en un artículo periodístico del mismo año, se argumen-taba que hasta hacía pocos años, los hoteles contaban en verano con un reducido número de clientes, pero en el verano de 1961, la ocupación fue prácticamente total7.

Por su parte, el apartado de la climatología era quizá uno de los epígrafes al que más importancia se le dio en este Reglamento, pues se le dedicaron unas 18 pági-nas, incluyendo la traducción al francés e inglés. No hay que olvidar tampoco que en este documento también se incluyó un apartado específico sobre el mar que, de un modo u otro, está relacionado con la climatología, en este caso ocupando una extensión de 21 páginas. En suma, ambos apartados ocupaban casi un 20 % de la extensión total del documento. En el caso de la clima-tología, sin duda se hacía hincapié en la gran cantidad de horas de sol del sur grancanario y, por supuesto, con

Transformación de una gran propiedad agraria en suelo turístico...

Turismo, Vol 2, pp. 23-36, 2010ISSN 1889-0326Escuela Universitaria de Turismo Iriarte

29

una gran ausencia de fenómenos ventosos y de lluvia, acompañado todo ello de una oscilación térmica diaria y anual muy baja. Todo ello se mostraba con un gran apa-rato gráfico, al igual que se hacía en el caso de las condi-ciones marinas, donde se destacaba una mar al abrigo de la Isla y, favorecedora por tanto, para la construcción de un puerto deportivo, además del baño.

Además de una extensa exposición geológica y bo-tánica de los parajes a urbanizar, destacaba también un impresionante aparato fotográfico, muchas de ellas vistas aéreas en oblicuo, destacando sobre todo la visión de las dunas, mucho más abundantes en arena en comparación con la actualidad. Este apartado ocupaba unas 22 páginas del documento.

Por último, dentro del epígrafe referido a las bases legales, se establecía todo un conglomerado legislativo sobre las inversiones de capital extranjero en España, sin duda para favorecer la llegada de estos capitales a la Isla, pues si bien es verdad que la Casa Condal disponía de un importante capital, la enorme extensión del ámbito a urbanizar, hacía imposible el que un solo promotor lle-vase adelante todo el proyecto. Así pues, el Reglamento reproducía un documentado folleto sobre el particular de la Organización Sindical Española y que ocupaba unas 14 páginas (42 si se incluye la traducción al inglés y al francés).

Como decíamos, al final se presentaron unos 142 proyectos de 23 países8, si bien muchos de ellos fueron rechazados por incumplir las bases o porque proyectaron construir sobre las dunas, un espacio natural que según el jurado no podía ser alterado. El ganador del Concur-so fue la Societé pour Letude Tecnique d’Amenagements Planiñes (S.E.T.A.P.), un proyecto encabezado por el ar-quitecto - urbanista francés Guy Lagneau que, según el jurado, planteaba un buen diseño del espacio, al tiempo que abordaba una buena resolución técnica de todos los problemas que planteaba9 y resultando una capacidad máxima desde Morro Besudo hasta Pasito Blanco de 52.700 personas. La diferencia con respecto a los restan-tes proyectos, llevó al jurado a declarar como desierto el segundo premio, concediéndose dos terceros premios.

La colocación de la primera piedra simbólica de la ur-banización de Maspalomas Costa Canaria, tuvo lugar el 15 de octubre de 1962, Diario de Las Palmas (16/10/1962: 4) y, desde entonces, se puede argumentar que el despe-gue de la urbanización turística de Maspalomas Costa Canaria era ya imparable. Además, el apoyo desde el Mi-nisterio de Información y Turismo al proyecto fue incon-dicional. Hay que hacer constar que al frente de dicho Ministerio ya se encontraba Fraga Iribarne desde julio

del mismo año, siendo destacable que éste visitó Maspa-lomas y entabló animada conversación con el Conde de la Vega Grande a escasos 50 días de haber sido nombra-do en su nuevo cargo.

Lo primero que se construyó fue la rotonda de San Agustín, abierta al público un año después10, además del Hotel Folias, este último en diciembre de 1965. A conti-nuación entraría en servicio el proyecto de Playa del In-glés, El Veril, y la ampliación de Playa del Inglés, hacia el oeste. Al mismo tiempo surgen dos proyectos paralelos: los planes parciales de Playa del Águila y Bahía Feliz. Posteriormente, vendrían los hoteles y apartamentos del Oasis, para luego hacerlo el Campo Internacional, Son-nenland y, en última instancia, el sector de Meloneras.

Los actores principales del proceso de cambio

Es indiscutible que el gran protagonista del proceso de cambio del uso del suelo, de agrario a turístico, del sur grancanario, fue el Condado de la Vega Grande de Gua-dalupe, si bien no habría que menoscabar las recomen-daciones que, desde algunas instancias, como el Cabildo Insular y el Ministerio de Información y Turismo, ejercie-ron sobre el Conde para favorecer este cambio. Pero en suma, las influencias políticas, económicas y sociales del Conde, así como su visión de las apetencias del turismo centroeuropeo en aquélla época, le valió para impulsar un proyecto de desarrollo turístico que, en gran medi-da asumió a través de sus empresas, pero que también compartió con otras dada la magnitud del proyecto. Del mismo modo, el Conde se rodeó de algunos expertos, principalmente urbanistas y arquitectos, de donde ex-trajo la idea de promover de forma definitiva el proyecto “Maspalomas, Costa Canaria”.

El Condado de La Vega Grande de GuadalupeLa historia del sur de la de isla de Gran Canaria está

muy ligada a la Casa del Condado de la Vega Grande, especialmente a partir de la desamortización que afectó a aquéllos parajes en el período 1865 - 1870. En estos años, y con el motivo de la citada desamortización, se adjudicó el 33 % del municipio de San Bartolomé de Ti-rajana al Condado de la Vega Grande, a un precio que por aquél entonces se estableció en 47 reales de vellón por hectárea, Martín Plasencia (1999: 4).

Desde muy temprano, los condes jugaron un papel decisivo en la vida social y económica de Gran Cana-ria. Así por ejemplo, un hecho destacado es que, en 1910, en Las Palmas de Gran Canaria, se aprobaron los estatutos de la Junta de Turismo, presidida por el Al-

José Ángel Hernández Luís

Turismo, Vol 2, pp. 23-36, 2010ISSN 1889-0326

Escuela Universitaria de Turismo Iriarte

30

calde de la Ciudad y como vicepresidente el Conde de la Vega Grande, D. Fernando del Castillo y Manrique de Lara. Entre éstos destacaba el artículo “2”, apartado “d”, al argumentar que la Junta y “entendiendo que el tu-rismo es una de las bases principales para la riqueza del país, le organizará y fomentará, gestionando rebajas de pasajes y hoteles; facilitando tickects, que por un precio fijo y económico proporcionen comodidades al viajero, para visitar esta isla; celebrando festejos en determinadas épocas del año y haciendo en fin una activa propaganda, para convertir esta ciudad en un gran centro del turismo mundial”, Canarias Turista, nº 6 (1910). Estos estatutos fueron aprobados sin ninguna discusión, hecho que a priori nos aproxima a las expectativas turísticas de toda la sociedad de la época. Así pues, a comienzos del Siglo XX, tenemos al principal exponente de la Casa Condal al frente de una asociación con claro carácter de desa-rrollo socioeconómico para la Isla, aspecto que sin duda estimuló a sus herederos en esta materia.

Un aspecto también fundamental y que, sin duda, influyó también en las nuevas perspectivas para abrir el sur grancanario al negocio turístico, fue el grado de formación académica de los Condes de la Vega Grande. En efecto, la posición acomodada de la familia, siem-pre permitió que los condes alcanzaran una formación universitaria. De este modo, D. Fernando del Castillo y Manrique de Lara, que estuvo al frente del Condado -heredado por su mujer, Doña Ana del Castillo y Man-rique de Lara y prima hermana de éste-, fue licenciado en Derecho y estuvo al mando del Condado desde que accedió al matrimonio en 1895 hasta que murió en 1932. Por su parte, su hijo, D. Fernando del Castillo y del Cas-tillo, también se mantuvo al frente del Condado desde la defunción de su padre hasta junio de 1951 en que murió. Su hermano, que será el gran artífice del proyecto turís-tico de Maspalomas, D. Alejandro del Castillo y del Cas-tillo, le sucedió, convirtiéndose en el octavo Conde de la Vega Grande de Guadalupe. De éste cabe destacar su alta formación académica, ya que estaba en posesión del tí-tulo de ingeniero industrial, manteniéndose al frente del Condado desde entonces hasta su muerte en noviembre de 1976. Con ello queremos argumentar que esta alta formación facilitó aún más, aparte de sus cargos, el que éstos se involucrasen en la vida social, económica y polí-tica de Gran Canaria. Así por ejemplo, D. Alejandro del Castillo y del Castillo, fue concejal del ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria en 1927, mientras que tras la Guerra Civil, accedió al cargo de Teniente de Alcalde en la misma ciudad entre 1939 y 1942 y Alcalde entre este último año y 1944, Franco López (2004: 45). De igual modo, fue también presidente de la Cámara de Co-

mercio y de la Cámara de la Propiedad Urbana, así como presidente de la Junta de Obras del Puerto de La Luz y de Las Palmas entre 1955 y comienzos de los años sesenta. De este modo, la alta formación académica de los con-des, conjuntamente con sus influencias y puestos polí-ticos, facilitó enormemente el cambio de uso del suelo del sur grancanario, desde una utilización agraria a otra vinculada con el turismo, en este caso cuando estaba al frente del Condado D. Alejandro del Castillo y del Cas-tillo. Pero no solamente en estos parajes, pues como ya indicábamos, el Conde D. Fernando del Castillo y Man-rique de Lara, jugó un papel destacado en la creación de la Junta de Turismo en el año 1910 en Las Palmas de Gran Canaria, esto es, cuando la actividad turística en el sur de la Isla era aún una falacia.

El binomio de la Casa Condal: agricultura y turismoLa transformación de las grandes extensiones del

Condado en el sur grancanario desde la agricultura al turismo no fue un hecho circunstancial, pues existían bases económicas y de demanda de sol y playa, perfec-tamente definidas a finales de los años cincuenta y co-mienzos de los sesenta. En este sentido, en un monográ-fico de seis páginas sobre turismo que publicó la prensa grancanaria en el año 1961 y que, sin duda, estaba con-dicionado por el Concurso internacional de ideas de “Maspalomas, Costa Canaria,” cuyo plazo de recepción de trabajos se había cerrado exactamente dos meses an-tes -por tanto sin resolverse aún-, se decía textualmente y a una tipografía muy grande, que el turismo era un “renglón económico que ha dado a España cerca de 19 mil millones de pesetas. Produce más divisas que las naranjas, los plátanos y los tomates”, Falange (01/10/1961: 8).

En esta línea es preciso hacer referencia a la visita que hizo a Gran Canaria y, en particular al sur de la Isla en febrero de 1964, el Ministro de Comercio, D. Alberto Ullastres Calvo, conocido especialmente por su famoso Plan Nacional de Estabilización Económica de 1959, en el que, conjuntamente con D. Mariano Navarro Rubio, Ministro de Hacienda en aquel entonces, planificaron una mayor apertura de la economía española, dejando la puerta abierta a las inversiones extranjeras en el país, con el consiguiente beneficio para el desarrollo de la ac-tividad turística.

Y es que dentro de ese binomio de intereses que aún por estas fechas ligaba a la Casa Condal con el sur gran-canario (agricultura y turismo), el Ministro de Comercio visitó en Juan Grande, al sur de Gran Canaria, los gran-des almacenes de empaquetado de tomates de D. Pedro del Castillo y Bravo de Laguna (hijo del Conde de la Vega Grande), acompañado de su hermano, D. Alejan-

Transformación de una gran propiedad agraria en suelo turístico...

Turismo, Vol 2, pp. 23-36, 2010ISSN 1889-0326Escuela Universitaria de Turismo Iriarte

31

dro del Castillo. No hay que olvidar que el Conde tam-bién tenía por aquél entonces importantes intereses en el sector agrario, particularmente en el tomate, pues este cultivo se adaptó muy bien a las tierras del sur de la Isla11. El Ministro hizo el recorrido de las distintas dependen-cias, informándosele de todo el proceso de empaquetado, destacando la modernidad de éste, siendo importante se-ñalar que tan solo en este almacén, según la prensa de la época, trabajaban más de 500 féminas, Diario de Las Palmas (18/02/1964: 1).

Posteriormente, en una de las dependencias del Con-de, el Sr. Ullastres, acompañado de los miembros de su séquito y de las autoridades provinciales y locales, pre-sidió una reunión interprovincial sobre el tomate, con representantes del Sindicato de Frutos. En dicha reunión fueron expuestos al Ministro los diversos y complejos problemas que tenía planteados el cultivo y la exporta-ción de este fruto en el Archipiélago. Más tarde se reunió con representaciones de los aparceros y de las empresas tomateras de la Isla, siendo puesto en conocimiento de los problemas que les afectaban. El Ministro concluyó su visita a las tierras del sur grancanario almorzando en el restaurante La Rotonda, emblema pionero de la urbani-zación “Maspalomas, Costa Canaria” y que era propiedad del Conde de la Vega Grande. Queda pues de manifiesto, que la Casa Condal estaba a comienzos de los años sesen-ta fuertemente ligada a dos modelos de desarrollo econó-micos para el sur grancanario que casi podríamos califi-car como antagónicos, pues el turismo no solo requirió de un gran consumo de suelo, sino también de fuerza de trabajo y de agua entre otros elementos, poniendo cla-ramente en inferioridad de condiciones a la agricultura frente al turismo.

De este modo, D. Marcial Franco Jiménez, que ha-bía estado como encargado durante muchos años de la finca que el Condado tenía en Maspalomas, accedió al cargo de Alcalde del Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana en 1957, siendo el artífice, conjuntamente con el Conde, de las primeras actuaciones para convertir un espacio eminentemente agrícola en otro turístico. Poste-riormente, otros alcaldes, como D. Antonio Martín Ló-pez, que ya había estado en el cargo en los años cincuen-ta y que volvió a acceder a la alcaldía del municipio en septiembre de 1963, al igual que D. Enrique Jorge García, que reemplazó a aquél en noviembre de 1968, permane-ciendo al frente de la Alcaldía hasta su fallecimiento en mayo de 1974, fueron los mentores de un tándem polí-tico - empresarial orientado al turismo, donde la Casa Condal tenía un dominio claro de la situación.

Ejemplo de ello es que en los años sesenta, se creó una Comisión para el Desarrollo del Plan Maspalomas, Cos-

ta Canaria, consistente en un órgano asesor que entre otras funciones asignadas tenía la de redactar las orde-nanzas de los planes parciales, para con posterioridad vender las parcelas a entidades privadas o a sociedades turísticas. Dicha Comisión estaba compuesta por diez miembros más un secretario, destacándose que al frente de la misma se encontraba el Conde, siendo sus dos hi-jos vicepresidentes. Entre los vocales destacaba D. Pablo Elola, y D. Manuel de la Peña, apoderado y arquitecto de la Casa Condal respectivamente, además del Alcalde del Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana entre otros. Pues bien, cualquier proyecto tenía que pasar en primer lugar por el filtro de esta Comisión, para lue-go ser evaluado por el Ayuntamiento y el Ministerio de Vivienda en última instancia. No es extraño pues que si era aprobado por la Comisión, también lo era por la institución municipal, “y no solamente por el hecho de que el alcalde y secretario del ayuntamiento estén en esa comisión, sino también porque algunos concejales de esa corporación, son a su vez, empleados del promotor de la urbanización”, Nadal Perdomo y Guitian Ayneto (1983: 92).

Las empresas turísticas del CondadoEs un hecho que la Casa Condal alternó en sus inicios la producción agraria con la actividad turística. Pero in-dudablemente, la tasa de beneficios de esta última, su-peró con creces a la primera. La venta de parcelas para su uso turístico, e incluso de inmuebles, como una de sus primeras realizaciones (el complejo de bungalows de Los Caracoles), realizado en diciembre de 1965, le supuso al Conde notables beneficios que luego revirtió en sus empresas, particularmente en “Amurga, S. A.”, en calidad de promotora de nuevas construcciones turísti-cas, al frente de la cual estuvo en primera instancia D. Guillermo Olázaga y también “B.A.H.S.A.”, una entidad especializada sobre todo en la captación de turistas, al mando inicialmente de D. Eduardo Benítez Coloma.Como decíamos, particularmente “Amurga, S.A.”, va a llevar a cabo una gran actividad constructiva en sus ini-cios, debiéndose destacar en el sector de San Agustín el restaurante La Rotonda, los bungalows Los Caracoles, además de los complejos deportivos y comerciales ane-jos a éstos. Casi al unísono, la empresa del Conde tam-bién llevó adelante la apertura del magnífico restauran-te El Abanico, emblema inicial de Playa del Inglés. De igual modo, en el oasis de Maspalomas, en las cercanías del faro, “Amurga, S. A.” también llevó una inusitada ac-tividad por estos años, debiéndose destacar sobre todo la apertura, en el verano de 1968, del Maspalomas Oasis, un hotel de la máxima categoría que en principio con-

José Ángel Hernández Luís

Turismo, Vol 2, pp. 23-36, 2010ISSN 1889-0326

Escuela Universitaria de Turismo Iriarte

32

tó con 150 habitaciones, y que sólo era equiparable por su calidad al Santa Catalina de la capital insular. En sus proximidades, aunque en la izquierda del barranco de Maspalomas y dentro ya del sector de las dunas, “Amur-ga, S. A.”, acometió la edificación del Centro Helioterápi-co Canario, hoy desaparecido, pero que en su momento, con los novedosos tratamientos de arena que allí se apli-caban (incluyendo gimnasios, sauna, salas de masaje, un ambulatorio médico, etc.), supuso un complemento excelente para este sector de Maspalomas que podría-mos calificar como de mayor calidad, pues como decía-mos, se encontraba relativamente cerca del Maspalomas Oasis. Un poco más al norte y bordeando las dunas, la empresa también llevó a cabo otra importante realiza-ción, como fue el campo de golf de Maspalomas, una infraestructura de 18 hoyos inaugurada en 1968 y gran complemento también del hotel Maspalomas Oasis.De igual modo, la empresa del Conde también se im-plicó en numerosas construcciones más, como era el caso de los hoteles del Caserío, Palm Beach, Lucana y Las Salinas, este último en la isla de Lanzarote. Además, no debemos olvidar que la Casa Condal se reservó la construcción de gran parte de los centros comerciales, desde el primero (el Kasbah), pasando por el Metro, el Cita, el Jumbo, hasta uno de los últimos (Faro 2), con inmensos beneficios cuando se pusieron en venta los lo-cales correspondientes.Por último, para dar una mínima idea del impacto me-diático que llegó a tener el turismo en el sur grancana-rio y particularmente las acciones que realizaba la Casa Condal en materia turística, tendríamos que reseñar un publicación financiada por el Conde. Se trataba de “Cos-ta Canaria”, una revista que vio la luz por primera vez en abril de 1965 y que se editaba inicialmente en caste-llano e inglés y más tarde también en francés y alemán. El primer número de la revista venía con un prólogo de Manuel Fraga Iribarne, lo que indicaba la gran relación que el Condado mantenía con la clase política. A me-diados de los años setenta, la revista ya alcanzaba más de dos centenares de páginas por número y se distribuía en 26 países, además de España, hasta que desapareció poco después de la defunción del Conde en noviembre de 1976.

El papel del arquitecto D. Manuel de la Peña SuárezEl Sr. Manuel de la Peña Suárez, había nacido en

Madrid y era hijo de D. Manuel Grandson de la Peña y Costa, ingeniero de Minas, que a su vez tuvo una dilata-da vida política dentro del régimen del General Franco, siendo Director General de Explosivos, además de procu-rador en Cortes.

D. Manuel de la Peña Suárez, ejerció inicialmente la profesión en su provincia natal, ejecutando obras tan importantes como el mercado de la Prosperidad, con más de 70 puestos de venta y 34 almacenes entre otros, obra ésta que se inauguró a comienzos de 1954, ABC (10/01/1954). Sin duda, la experiencia política de su pa-dre le catapultó de una u otra manera al mismo ámbito, de tal modo que justo dos años más tarde, el Sr. de la Peña Suárez llegó a Las Palmas de Gran Canaria con el objeto de hacerse cargo de la Delegación de la Dirección General de Arquitectura y del Instituto Nacional de la Vi-vienda en Canarias, Diario de Las Palmas (12/01/1956: 5), esto es, cuando el Conde de la Vega Grande ocupaba el puesto de Presidente de la Junta de Obras del Puerto de La Luz y de Las Palmas. Pronto entró en contacto con las élites políticas, económicas, sociales e incluso inte-lectuales de las Islas, pues por ejemplo la prensa entre-vistó al incipiente artista César Manrique en el estudio del arquitecto en Las Palmas de Gran Canaria, Diario de Las Palmas (06/09/1960: 8). Precisamente en estas fechas, D. Manuel de la Peña Suárez ya era la mano de-recha del Conde de la Vega Grande, pues en noviembre de 1960 el Conde anunció el Concurso internacional de ideas de “Maspalomas, Costa Canaria” junto a sus dos hijos, D. Manuel de la Peña y el apoderado del Conde, D. Pablo Elola, Falange (09/11/1960: 3).

Así pues, D. Manuel de la Peña será el encargado de diseñar el poblado de San Fernando de Maspalomas, dentro de los límites de la gran propiedad del Conde, e ideado para albergar a los trabajadores de los cultivos de tomates que trabajaban en las tierras del Conde, y que residían en condiciones infrahumanas en las denomina-das cuarterías. Si bien es cierto que estas casas no fueron financiadas en su integridad por el Conde, ya que el 45 % de éstas lo fue por el Ministerio de la Vivienda, Diario de Las Palmas (02/03/1961: 5), la magnífica participa-ción de D. Manuel de la Peña en este entorno, como la calificaba la prensa en esta época, le valió para afianzarse aún más en los sucesivos proyectos -ahora turísticos- del Conde en el sur grancanario.

D. Manuel de la Peña actuó en calidad de secretario en el Concurso internacional de ideas para la urbaniza-ción turística de “Maspalomas, Costa Canaria”, presidi-do por un holandés y del que también formaban parte un francés, un italiano y tres españoles (incluyendo a D. Manuel de la Peña). A partir de ahí, el proyectista ma-drileño se forjará en el arquitecto del Plan de “Maspa-lomas, Costa Canaria”, y él será el que le explique los pormenores del proyecto francés ganador al Ministro de Información y Turismo, Fraga Iribarne, cuando visitó por primera vez las Islas en calidad de máximo exponente de

Transformación de una gran propiedad agraria en suelo turístico...

Turismo, Vol 2, pp. 23-36, 2010ISSN 1889-0326Escuela Universitaria de Turismo Iriarte

33

dicho Ministerio a finales de agosto de 1962. Mes y medio más tarde, justamente el 15 de octubre, solo cuatro per-sonas (el Conde, sus dos hijos y el arquitecto), clavaron en las arenas de San Agustín, una estaca conmemorativa del inicio de las obras de la urbanización “Maspalomas, Costa Canaria”.

El Conde por tanto depositó toda su confianza en su arquitecto y, fruto de esta relación profesional, va a ser la inauguración oficial, en marzo de 1964, de los primeros 29 bungalows, conocidos como Los Caracoles, además de balnearios, locales comerciales, supermercados, piscina y quizá la estrella del diseño: el gran restaurante La Ro-tonda, El Eco de Canarias (05/03/1964: 8). Todo ello en el sector de San Agustín, con lo que podemos decir que ésta es la verdadera fecha de puesta en explotación del complejo “Maspalomas, Costa Canaria”.

A partir de entonces, y con la ayuda de los apareja-dores D. Ulises Medina, D. Fernando Cardoso y D. Ge-rardo Pérez Alemán, el arquitecto madrileño diseñó en su estudio otros proyectos para el Conde y para otras entidades físicas o jurídicas, como fue el caso del primer hotel de este espacio, el Folías, propiedad de D. Francisco Díaz Casanova, e inaugurado en diciembre de 1965. Del mismo modo, la actividad del estudio de D. Manuel de la Peña continuó en otros ámbitos, como la inauguración del edificio y restaurante de la Tropical, el inmueble de Harinera Canaria o los talleres de la BMW, todos ellos en la capital grancanaria.

No olvidamos tampoco las realizaciones turísticas proyectadas por este arquitecto en el sur grancanario, como por ejemplo los apartamentos Las Arenas, cuyo promotor - constructor era el conocido D. Juan Amorós Montaner, inaugurados en marzo de 1967, y que cons-taban de 225 unidades repartidos entre nueve plantas. Tampoco por supuesto, debemos dejar en el tintero to-das las realizaciones, ya comentadas dentro de la empre-sa “Amurga, S. A.”, propiedad del Conde y que ya men-cionamos más arriba, además de algunas intervenciones -también turísticas- en otras islas, como por ejemplo en Lanzarote. Así pues, este arquitecto, sin duda con su in-fluencia política, pero indudablemente también con su experiencia profesional, marcó un hito muy importan-te para transformar las alejadas tierras agrícolas del sur grancanario en un espacio eminentemente turístico.

Otras empresas turísticas al amparo del boom turís-tico

No hay que olvidar que detrás de la potenciación tu-rística del sur grancanario a comienzos de los sesenta, estaba tanto la legislación estatal, ya argumentada, como también un nutrido grupo de inversores además de la

Casa Condal. Inicialmente, éstos eran de nacionalidad sueca y de las Islas, debiendo destacar en este sentido la construcción de Nueva Suecia o Rocas Rojas, para más tarde incorporarse los alemanes, amparados por la Ley Strauss (1968 - 1972), ya que ésta incentivaba las inversiones de los germanos en los países menos desa-rrollados. En efecto, esta Ley estimuló la entrada de los alemanes a través de algunas cadenas hoteleras, como es el caso de IFA y Creativ Hotels, hasta que en los años noventa la sociedad grancanaria Lopesan Touristik ad-quirió parte de su accionariado.

Pero como decíamos, el capital canario también par-ticipó activamente en un primer momento, debiéndose destacar sobre todo a la sociedad Hoteles y Residencias, S. A. (HORESA), fundada en 1957 por D. Fernando Tru-jillo Perdomo, D. José Barbero Fernández, D. Francisco Naranjo, D. Felipe de Gunten, D. Casimiro Mathías Gil y la esposa de D. Manuel Lara Padín (Miranda Ferrera, 1995; 59). Esta sociedad se implicó inicialmente -y de forma muy activa-, en el desarrollo del turismo en Las Canteras, con hoteles tan emblemáticos como el Cristi-na, pero incluso también llegó a contar con hoteles en las islas de Tenerife y de La Palma, pues entre las tres islas, la sociedad ya se vanagloriaba de poseer unos 11 alojamientos en 1963, Diario de Avisos (14/09/1963: 5). En el sur grancanario, HORESA construyó las infraes-tructuras hoteleras más emblemáticas por su antigüe-dad: el Folías, que se inauguró en diciembre de 1965 y el Costa Canaria, que abrió sus puertas justo un año más tarde, ambos en la urbanización de San Agustín. Algunos de los integrantes de esta empresa habían ocu-pado altos cargos en la sociedad de la época, como era el caso de D. Manuel Lara Padín, presidente del Centro de Iniciativas y Turismo de Gran Canaria entre 1959 y 1962, Hernández Jiménez (1994: 63), siendo miembros casi todos los demás del citado Organismo, bien como vocales, o como secretario y tesorero.

Otras empresas también harían importantes rea-lizaciones en el sur de la Isla, como fue el caso, entre otros, de EXTUR, que construyó el Waikiki y el Parque Tropical, más tarde absorbidos por la cadena RIU ante los problemas de la primera; PROTUCASA (apartahotel Playa del Inglés entre otros), ESTATUR (especializado sobre todo en la planta extrahotelera); la empresa Juan Amorós Montaner, que construyó el primer apartahotel de Playa del Inglés (Las Arenas), inaugurado en 1967, y que en octubre de 1966 y solo en el sur de Gran Canaria, estaba también levantando los apartamentos Las Olas y los chalets Las Brisas, además de la venta de suelo en El Veril, según se recoge en un anuncio de su firma en la prensa de la época, El Eco de Canarias (06/10/1966: 12).

José Ángel Hernández Luís

Turismo, Vol 2, pp. 23-36, 2010ISSN 1889-0326

Escuela Universitaria de Turismo Iriarte

34

Más tarde, a mediados de los años ochenta, llegarían dos grandes constructoras que, sobre todo, terminarían en-trando en escena en el Campo Internacional y Melone-ras, como era el caso de Lopesan y Santana Cazorla, que actuarían al amparo de dos ramas de la familia condal enérgicamente enfrentadas (los hermanos Del Castillo y Bravo de Laguna, frente a sus primos Del Castillo y Del Castillo). Son en definitiva, varios de los ejemplos que han constituido algunas de las asociaciones de ca-pitales canarios destinados al turismo en Maspalomas Costa Canaria.

Conclusiones

Gran parte de los dominios que la Casa Condal de la Vega Grande tenía en el sur grancanario, excepto aquéllos donde era imposible su productividad, como las dunas de Maspalomas, barrancos y demás accidentes geográficos, estaban destinados a la agricultura, funda-mentalmente el tomate. No obstante, las tendencias del turismo centroeuropeo en los años sesenta, deman-dando sol y playa -muy abundante por lo demás en el sur grancanario-, acompañado de una legislación que incentivaba las inversiones extranjeras en España, así como la visión de mayor productividad del suelo, llevó a la Casa Condal -en cierto modo presionada por la ins-tancia política y social de la época-, a transformar ra-dicalmente el paisaje del sur grancanario, pues no hay que olvidar que prácticamente toda la franja costera del municipio de San Bartolomé de Tirajana pertenecía al Conde. Este proyecto lo materializó en la convocatoria de un Concurso internacional de ideas en 1961.

El resultado fue que las influencias políticas de D. Alejandro del Castillo y del Castillo, que ya había sido Alcalde de Las Palmas de Gran Canaria y también Pre-sidente de la Autoridad Portuaria de La Luz y de Las Palmas entre otros cargos, le llevó a relacionarse con la élite gobernante de aquélla época, como por ejemplo D. Manuel de la Peña Suárez, arquitecto encargado de eje-cutar el plan “Maspalomas, Costa Canaria” y que había sido Delegado de la Dirección General de Arquitectura y del Instituto Nacional de la Vivienda en Canarias. Tam-bién es de destacar la relación que el Conde mantuvo con D. Manuel Fraga Iribarne, Ministro de Información y Turismo en los años sesenta, pues éste visitó varias veces las obras que el Condado llevaba en el sur grancanario. Así pues, se podría decir que la Casa Condal promocio-nó y construyó en sus dominios de Maspalomas sin casi impedimentos, pues incluso los alcaldes del municipio y entre los que deberíamos destacar a D. Marcial Franco

Jiménez, estaban prácticamente a las ordenes del Conde, pues no en vano éste fue en su momento encargado de la gran finca que el Conde poseía en Maspalomas. Así pues, éste es un ejemplo perfecto del tándem que, sobre todo se dio en los años sesenta y setenta -pero también desde entonces-, entre promotores y políticos, en aras de transformar un espacio eminentemente agrario en otro vinculado con el turismo, generando un cambio radical del paisaje y de las estructuras sociales, económicas y demográficas, al tiempo que unas plusvalías más que so-bresalientes. Con posterioridad, sobre todo en los años ochenta y noventa, el conflicto entre los hermanos Del Castillo y Bravo de Laguna, contra sus primos Del Cas-tillo y Del Castillo, propició el fortalecimiento de las em-presas de D. Eustasio López González (Lopesan) y de D. Santiago Santana Cazorla, constructoras de la primera y segunda familia respectivamente, con enconados en-frentamientos judiciales, especialmente en el sector del Campo Internacional y Meloneras.

Agradecimientos

Este artículo ha sido posible gracias a la concesión del proyecto de investigación “Urbanización del territo-rio y política local en la Democracia Española: a vueltas con la cuestión agraria” (SEJ2007-60612), financiado por la Secretaría de Estado de Universidades e Investigación del Ministerio de Educación y Ciencia de España. Tam-bién deseo expresar mi más sincero agradecimiento a los dos revisores anónimos que han contribuido a enrique-cer el texto final.

Bibliografía

Arbelo Curbelo, A. (1988): Tirajana, Maspalomas - Costa Canaria, espacio de salud.Las Palmas de Gran Canaria: Ed. Fundación Mutua Guanarteme.

Bayón Mariné, F. (1999): 50 años del turismo español: un análisis histórico y estructural. Madrid: Ed. Cen-tro de Estudios Ramón Areces.

Bordes Caballero, F. J. (1990): Hacia el establecimiento de un modelo de ciudad para vacaciones en el Ar-chipiélago canario: “la urbanización del ocio”. Las Palmas de Gran Canaria:Ed. Fundación Canaria Mapfre Guanarteme.

Caja Insular De Ahorros De Gran Canaria (1974): “Introducción a un estudio socioeconómico del turismo en la provincia de Las Palmas!”. Centro de Investigación Económico y Social, boletín nº 17, Las Palmas de Gran Canaria.

Transformación de una gran propiedad agraria en suelo turístico...

Turismo, Vol 2, pp. 23-36, 2010ISSN 1889-0326Escuela Universitaria de Turismo Iriarte

35

Cazorla León, S. (1995): Los Tirajanas de Gran Cana-ria. Las Palmas de Gran Canaria: Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana.

Condado De La Vega Grande (1961): Concurso inter-nacional de ideas de Maspalomas Costa Canaria, Las Palmas de Gran Canaria.

Consejo Económico Sindical Nacional (1962): Estruc-tura y posibilidades de desarrollo económico de la re-gión canaria, Madrid.

Cruz Caballero, A. (2001): El siglo de turismo de Gran Canaria (1900 – 2000). Las Palmas de Gran Canaria: Fundación Canaria Mapfre Guanarteme.

Franco López, P. (2004): Maspalomas. Las raíces del progreso. 1964 - 2004. San Bartolomé de Tirajana: Pejota / TeeMe, .

Gaviria, M. (1973): Maspalomas - Costa Canaria. Un análisis de urbanismo turístico, Las Palmas de Gran Canaria (inédito).

Guerra De La Torre, E. et al. (1998): El turismo en Ca-narias. San Bartolomé de Tirajana. Santa Cruz de Te-nerife: Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana.

Hernández Gutiérrez, A. S. (1987): Arquitectura y ur-banismo del turismo de masas en las Islas Canarias. Santa Cruz de Tenerife: Consejería de Turismo y Transportes del Gobierno de Canarias.

Hernández Jiménez, V. (1994): El Centro de Iniciativas y Turismo de Gran Canaria. Las Palmas de Gran Ca-naria: Real Sociedad Económica de Amigos del País

Hernández Luis, J. Á. y Parreño Castellano, J. M. coords. (2001): Evolución e implicaciones del tu-rismo en Maspalomas Costa Canaria, II tomos, Ed. Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana, San Bartolomé de Tirajana.

Hernández Luis, J. Á. (2008): El turismo de masas. Evo-lución y perspectivas. Madrid: Síntesis.

Martín Martín, V. O. (2000): El turismo en el sur de Te-nerife: de la renta agraria a la renta del ocio. Santa Cruz de Tenerife: Excmo. Cabildo Insular de Gran Canaria y Excmo. Cabildo Insular de Tenerife.

Martín Plasencia, N. R. (1999): Maspalomas: pioneros del turismo. Santa Cruz de Tenerife: Idea, Colecc. Cronos, nº 35,.

Martín Santiago, F. E. y Bello Jiménez, V. (2006): El co-nocimiento y la posesión: fundamentos del caciquismo en San Bartolomé de Tirajana a través de las fuentes documentales. Las Palmas de Gran Canaria: Anroart.

Morales Matos, G. y Santana Santana, A. (1993): “Pro-cesos de construcción y transformación del litoral grancanario inducidos por el fenómeno turístico”, Revista Ería, nº 22, Oviedo.

Moreno, J. C. (1914): Cosas de antaño. Menudencias históricas de la División de 1852. Las Palmas de Gran Canaria: Tipografía del Diario.

Nadal Perdomo, I. y Guitian Ayneto, C. (1983): “El Sur de Gran Canaria: entre el turismo y la margina-ción”. Cuadernos Canarios de Ciencias Sociales, nº 9, Caja Insular de Ahorros de Gran Canaria, Lanzaro-te y Fuerteventura, Madrid.

Naranjo Rodríguez, R. (1999): Maspalomas, espacio natural. Santa Cruz de Tenerife: Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana.

Rodríguez Brito, W. (1985): La agricultura de exporta-ción en Canarias (1940-1980). Consejería de Agri-cultura y Pesca, Gobierno de Canarias.

Santana Turégano, M. Á. (2003): Formas de desarrollo turístico, redes y situación de empleo. El caso de Mas-palomas (Gran Canaria), Universitat Autònoma de Barcelona (Tesis Doctoral inédita).

Suárez Grimón, V. el al. (1995): La comarca de Tiraja-na en el Antiguo Régimen. Las Palmas de Gran Ca-naria: Servicio de Publicaciones de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana.

Notas

1 Anónimo (1938): “Ayer se inauguró con toda solem-nidad la carretera de Juan Grande a Maspalomas”, La Provincia, 01 de septiembre de 1938, cfr. pág. 4. De hecho, gran parte del trazado de esta carretera discurría entre las tierras del Conde de la Vega Gran-de, que aunque resultó expropiado para la construc-ción de esta vía, los beneficios para el Condado fue-ron enormes, pues la exportación de los productos agrícolas de estas tierras se realizó desde entonces a un coste muy inferior, dando pie al ulterior cambio de uso del suelo, esto es, del agrario al turístico.2 Anónimo (1930): “El faro de Maspalomas. La ima-gen nueva”, Canarias Turista, nº 216, 26 de mayo de 1930, Las Palmas de Gran Canaria.3 Ibídem.4 Anónimo (1945): “La estancia del Director General de Tu-rismo en Las Palmas”, La Provincia, 30 de mayo de 1945, Las Palmas de Gran Canaria.5 Anónimo (1945): “Las perspectivas turísticas de Ca-narias”, La Provincia, 02 de junio de 1945, Las Pal-mas de Gran Canaria.. 6 Orden de 20 de octubre de 1965, a propuesta del Ministerio de Hacienda y del homónimo de Informa-ción y Turismo por el que se Regula el Crédito Hotelero y la Ayuda para Construcciones Turísticas, artículo 1, apartado c.7 González Sosa, P. (1961): “Una realidad palpable: el turismo de verano en Canarias”, Falange, 01 de octubre de 1961, Las Palmas de Gran Canaria. De

José Ángel Hernández Luís

Turismo, Vol 2, pp. 23-36, 2010ISSN 1889-0326

Escuela Universitaria de Turismo Iriarte

36

igual modo, en el mismo diario, se anunciaba más adelante en otro artículo que la afluencia de extran-jeros al Archipiélago se incrementaría en un 60 % el año siguiente, según García Torres, F. (1961): “Las Canarias son un conjunto turístico de un valor incal-culable”, Falange, 01 de octubre de 1961, Las Palmas de Gran Canaria.8 Los países en concreto fueron: Francia, Argelia, Is-rael, Holanda, Suiza, Uruguay, Portugal, Dinamarca, Japón, Reino Unido, Bélgica, Polonia, Alemania, Sue-cia, Yugoslavia, Estados Unidos, Italia, Turquía, Mó-naco, México, Argentina, Finlandia y Canadá. Entre todos ellos, como era lógico, destacaba un buen nú-mero de participantes españoles, entre los que tam-bién estaba un grupo de arquitectos de Gran Canaria, compuesto por los Sres. Massieu, Fábregas, Muñoz-Rojas y Roca, Diario de Las Palmas (01/09/1961: 12). Al final, se supone que, entre arquitectos e inge-nieros sobre todo, participaron unos 700 como míni-mo, Diario de Las Palmas (10/01/1962: 3).9 Guy Lagneau concursó con siete especialistas más, uno de ellos arquitecto - ingeniero, tres arquitec-tos, un economista, un ingeniero y un especialista en la realización de maquetas, Diario de Las Palmas (10/01/1962: 4).10 No obstante, la inauguración oficial de este res-taurante, así como del complejo de bungalows Los Caracoles, no lo sería hasta el 29 de febrero de 1964, Diario de Las Palmas (02/03/1964: 8).11 A partir de los años 30, el Conde de la Vega Gran-de organizó el cultivo del tomate en sus propiedades del sur mediante el sistema de aparcería. Esto hizo que aparecieran las primeras entidades de población, como El Tablero, ligadas a este cultivo. Se trataba de aparceros de las medianías de San Bartolomé y San-ta Lucía que emigraban a la costa para trabajar en el cultivo del tomate, Santana Turégano (2003: 152).

Transformación de una gran propiedad agraria en suelo turístico...

Turismo, Vol 2, pp. 23-36, 2010ISSN 1889-0326Escuela Universitaria de Turismo Iriarte