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    Traficantes de Sueos no es una casa editorial, ni siquiera unaeditorial independiente que contempla la publicacin de unacoleccin variable de textos crticos. Es, por el contrario, un

    proyecto, en el sentido estricto de apuesta, que se dirige acartografiar las lneas constituyentes de otras formas de vida.La construccin terica y prctica de la caja de herramientasque, con palabras propias, puede componer el ciclo de luchasde las prximas dcadas.

    Sin complacencias con la arcaica sacralidad del libro, sin con-cesiones con el narcisismo literario, sin lealtad alguna a los

    usurpadores del saber, TdS adopta sin ambages la libertad deacceso al conocimiento. Queda, por tanto, permitida y abier-ta la reproduccin total o parcial de los textos publicados, encualquier formato imaginable, salvo por explcita voluntad delautor o de la autora y slo en el caso de las ediciones con nimode lucro.

    Omnia sunt communia!

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    es un tren en marcha que anima la discusin enel seno de los movimientos sociales. Alienta la creacinde nuevos terrenos de conflicto en el trabajo precario yen el trabajo de los migrantes, estimula la autorreflexinde los grupos feministas, de las asociaciones locales y delos proyectos de comunicacin social, incita a la apertu-

    ra de nuevos campos de batalla en una frontera digitaltodava abierta.

    tiles recoge materiales de encuesta y de investigacin. Sepropone como un proyecto editorial autoproducido por losmovimientos sociales. Trata de poner a disposicin del co-mn saberes y conocimientos generados en el centro de las

    dinmicas de explotacin y dominio y desde las prcticasde autoorganizacin. Conocimientos que quieren ser las he-rramientas de futuras prcticas de libertad.

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    Edicin original:Rules for Radicals: A Pragmatic Primer for Realistic Radicals,Nueva York, Random House, 1971

    1 edicin:1000 ejemplaresJunio de 2012Ttulo:Tratado para radicales. Manual para revolucionarios pragmticosAutorSaul AlinskyTraductora:

    Marta lvarez SezMaquetacin y diseo de cubierta:Traficantes de [email protected]:Traficantes de SueosC/ Embajadores 35, local 628012 MadridTlf: 915320928e-mail:[email protected]:

    Grficas LizarraCarretera Tafalla, Km. 131292 VillatuertaTlf: 9480556410ISBN 13:978-84-96453-71-5Depsito legal:M-1829-2012

    1971, del texto, Saul Alinsky 2012, de la edicin espaola, Traficantes de Sueos

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    Tratado para radicalesManual para revolucionarios pragmticosSaul Alinsky

    Traductora:

    Marta lvarez Sez

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    ndice

    Introduccin. Community organizing: el legadode Alinsky en la cultura poltica estadounidense ______13

    La Industrial Areas Foundation________________________14Singularidades del community organizing________________16

    Ms all de la lucha laboral__________________________16Ms all de los partidos y de la democracia representativa__17Movilizacin poltica ligada a diferentes religiones_______18Tcticas heterodoxas_______________________________18

    Logros y lmites__________________________________________20

    Agradecimientos__________________________________25

    Prlogo__________________________________________29

    1. El objetivo______________________________________41La ideologa del cambio_____________________________________47Distincin de clases: la trinidad_______________________________54

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    2. De medios y fines________________________________61

    3. A propsito de las palabras________________________81Inters personal__________________________________________85Compromiso____________________________________________90Ego____________________________________________________90

    Conflicto_______________________________________________92

    4. La formacin del organizador_____________________93

    Curiosidad____________________________________________101Irreverencia____________________________________________101Imaginacin___________________________________________102Sentido del humor______________________________________103La visin (un poco borrosa) de un mundo mejor____________104Una personalidad organizada____________________________104Un esquizoide poltico bien integrado____________________107

    Ego___________________________________________________107Una mente abierta y libre, y flexibilidad poltica___________108

    5. Comunicacin__________________________________111

    6. Al principio____________________________________125El poder primero, el programa despus___________________130

    Justificacin___________________________________________133

    El proceso del poder____________________________________136

    7. Tcticas________________________________________147Competencia__________________________________________165Su propio petardo_______________________________________167Un tiempo en prisin___________________________________170Las tcticas y sus tiempos_______________________________172

    Nuevas y viejas tcticas_________________________________175

    8. La gnesis de la tctica de los apoderados_________179

    9. El camino por recorrer___________________________195

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    SaulAlinskynacienChicagoen1909, en una familia depadres inmigrantes rusos. Comparada con San Francisco

    o Nueva York, esta ciudad parece haber quedado fuera dela vorgine del activismo poltico de EEUU. Sin embargo,Chicago fue cuna de un movimiento de base que ha influidoenormemente en la cultura poltica de todo el pas: el commu-nity organizing, la organizacin de comunidades.

    Tras estudiar arqueologa y trabajar a tiempo parcial en

    el sindicato CIO, Alinsky fue contratado como criminlogo.En 1938 se le encarg investigar las causas de la delincuenciajuvenil en uno de los barrios de mayor tensin de Chicago,Back of the Yards. Se hizo miembro de la mafia de Al Caponey de esta experiencia concluy que el comportamiento crimi-nal era consecuencia de la pobreza y de la falta de poder. Backof the Yards era una inmensa zona de chabolas, a la sombra

    de uno de los complejos industriales ms grandes del mundo:los grandes mataderos y procesadores de carne de Chicago.Sus habitantes no tenan recursos, eran trabajadores preca-rios o carecan de empleo.

    Alinsky imagin una organizacin de organizacionescompuesta por todos los sectores de la comunidad grupos

    de jvenes, pequeos comercios, sindicatos, grupos tnicose iglesias. Y as fue: se ali con sindicalistas, curas y lderesinmigrantes para organizar una gran reunin. Este evento re-sult muy innovador: fue la primera vez que se convocaba a

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    Introduccin.Community organizing: el legado

    de Alinsky en la cultura polticaestadounidense

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    una comunidad entera y sta se comprometa a organizarsereuniendo a sindicatos, vecinos e iglesias. Se form as una

    sola plataforma que realiz piquetes, boicots, huelgas y accio-nes creativas con mucho xito.

    En 1946 recogi estas experiencias en el best-sellerReveillefor Radicals, un manifiesto que llamaba a los pobres a recu-perar la democracia estadounidense. Tanto este libro comoTratado para radicales(1971) han viajado por campus, iglesiasy organizaciones de base, adems de aparecer en biografas

    como las de Csar Chvez, Hillary Clinton u Obama (y has-ta en las filas del Partido Republicano), haciendo cada unosu particular reapropiacion de las ideas de Alinsky sobreel poder y el cambio social. De este modo, por ejemplo, elsindicato SEIU utiliza las tcticas de Alinsky para organizara trabajadores del sector servicios, a la vez que el Tea Party,abanderado de la extrema derecha en EEUU, usa Tratado pararadicalespara formar a sus miembros.

    La Industrial Areas Foundation

    En 1940 Alinsky fund la primera red nacional de formacinen organizacin comunitaria, la Industrial Areas Foundation.Esta fundacin todava sigue activa con un amplio cua-dro de profesionales, con base en Chicago y sedes en todoEEUU (adems de algunas oficinas en Canad, Reino Unido,Australia y Alemania). Las ideas de Alinsky sobre cmo ha-cer poltica se recogen en los objetivos de la IAF:

    Los lderes y organizadores de la Industrial Areas Foundation(IAF) constituyen organizaciones cuyo propsito primordial

    es el poder la capacidad y la habilidad de actuar y cuyoobjetivo es alcanzar el cambio social [] A pesar de no teneruna ideologa determinada y no pertenecer a ningn partidopoltico, IAF se enorgullece de tomar pblica y persistente-mente un papel activo en la vida poltica. Construye sus ba-ses polticas dentro del rico y complejo Tercer Sector de la so-ciedad, sector constituido por instituciones voluntarias queincluyen congregaciones religiosas, sindicatos, asociaciones

    de vivienda, grupos de auto-ayuda, asociaciones de padres,setlement houses, asociaciones de inmigrantes, escuelas, se-minarios, rdenes religiosas de hombres y mujeres, entreotros [] La IAF est formada por organizaciones que usan

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    15Introduccin

    el poder personas y recursos organizados de la manerams efectiva. El secreto del xito de IAF se encuentra en su

    compromiso con la formacin de lderes en todas las comuni-dades en las que trabaja. IAF es, en efecto, una organizacinradical en su pleno sentido: detenta una creencia radical enel potencial que tiene la gran mayora de las personas paracrecer y desarrollarse como lderes, ser miembros del cuer-po poltico, hablar y actuar con otros en nombre propio. IAFutiliza, en efecto, una tctica radical: el encuentro individualcara-a-cara, uno-a-uno, con el fin de iniciar una relacin p-blica que permita volver a tejer el deshilachado entramadode la sociedad.

    Aunque la IAF sea su legado ms directo y fuera Alinsky elque acu el trmino de community organizing, es necesariorecordar que sta es hoy una forma de hacer poltica que so-

    brepasa sus definiciones y prcticas. Actualmente, existe un

    panorama muy amplio de organizaciones e individuos que seidentifican con el community organizingaunque no se hayaninspirado directamente en Alinsky. En cualquier caso, stedesarroll una influyente nocin de accin democrtica, quepodramos caracterizar del siguiente modo:

    i) Se parte de una serie de personas con lazos entre s, porcompartir un espacio comn de interaccin cotidiana,siendo este componente territorial el factor de unin.El community organizingtrabaja en contextos donde nohay una comunidad como tal, pero s existe un territo-rio compartido por diferentes organizaciones, grupostnicos, religiosos, etc. Parte del arduo trabajo del com-munity organizing es lograr cuajar estas multiplicida-des y divisiones.

    ii) Se establecen una serie de demandas concretas reali-zables a corto plazo. A la vez, se mantiene una nocinde cambio social estructural y multi-escalar, donde serelacionan temas econmicos, raciales, de gnero, etc.

    iii) El nfasis se pone en el proceso, no slo en las metasde una lucha particular: se tiene muy presente la im-

    portancia del proceso de empoderamiento, y de movi-lizacin por las necesidades y derechos de cada uno,generando lderes del cambio social donde antes habaimpotencia y desconexin.

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    Singularidades del community organizing

    De nuestra propia experiencia militante en Chicago en losaos 2001 y 2002, podemos decir que muchas de estas ideasde Alinsky estaban operativas en los grupos de solidaridadinternacional, las redes de accin directa anti-globalizacin ylas organizaciones migrantes, las asociaciones de trabajado-res del campo y las de los jornaleros urbanos. En definitiva,

    junto a otras tradiciones de poltica democrtica, algunas de

    las ideas de Alinsky todava perduran en muchas experien-cias de community organizing. stas se pueden resumir en lossiguientes epgrafes.

    Ms all de la lucha laboral

    Los inicios del community organizingy del trabajo de Alinskyestn ligados a los movimientos sindicales de la poca. Sutrabajo en los barrios obreros de Chicago, como Back of theYards, durante la Gran Depresin, se podra interpretar comoun complemento a las luchas sindicales del momento, si bienel modelo de Alinsky nunca subordin la lucha territorial a lalaboral. Alinsky dej su militancia en el movimiento obrerocon la idea de pasar de la fbrica a las reas alrededor de los

    espacios de trabajo. La prioridad era mejorar las condicionesde habitabilidad, empezando por los guetos afro-americanos,primero en Chicago y luego en California, Michigan, NuevaYork. Alinksy y la IAF extendieron la lucha por mejorar lacalidad de vida en todos sus aspectos: vivienda, educacin,salud, entorno natural, renta, integracin.

    Si tuviramos que establecer un paralelismo con los mo-vimientos europeos, no cabra compararlo con el sindicalis-mo pero quiz tampoco con movimientos anti-sistmicoscomo el 68, el movimiento global o el 15M. Si bien la genera-cin del 68 fue influida por Alinsky, y creemos que tambin,aunque ms indirectamente, el movimiento anti-globaliza-cin, ambos apuntan sobre elementos ms generales y semueven en el largo plazo; poco que ver con la urgencia y la

    eficiencia requerida en el community organizing. Quizs nosatreveramos a decir que lo ms similar al community organi-zingen el contexto espaol es la experiencia histrica de lasAsociaciones de Vecinos.

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    17Introduccin

    Ms all de los partidos y de la democracia representativa

    Cuando se le pregunt si se iba a afiliar al Partido Comunista,Alinsky contest:

    Nunca me he hecho miembro de una organizacin, ni si-quiera de las que yo he organizado. Valoro demasiado miindependencia. Y, filosficamente hablando, nunca podraaceptar un planteamiento rgido. Lo ms importante en lavida es tener siempre una duda interior sobre si tienes razn.Si no sientes esta ambivalencia y, por el contrario, piensasque tienes la antorcha para guiar a los dems hacia la verdadabsoluta, te vuelves doctrinario, aburrido.

    Alinksy prefera hablar en trminos de organizacin popularo de base, con prcticas antagonistas ms all de los sistemasrepresentativos:

    Una organizacin popular es un grupo conflictivo; esto debeser abierta y completamente reconocido. Su nica razn deser es lanzar una guerra contra los demonios que le cau-san sufrimiento e infelicidad. Una organizacin popular esla unin de muchos hombres y mujeres para luchar por losderechos que les permitan una vida digna [] Una organi-zacin popular desarrolla una guerra permanente. La guerracontra la pobreza, la miseria, la delincuencia, la enfermedad,la injusticia, la desesperanza, la desesperacin y la infelici-dad. Son las mismas razones por las que las naciones han idoa la guerra casi cada generacin. La guerra no es un debate deintelectuales; en la guerra contra los demonios sociales no hay

    reglas de juego limpio[] Una organizacin popular vive enel mundo real, en el duro mundo real. Vive a contracorriente,en medio de increbles fuerzas y valientes luchas, envuelta enlas pasiones y conflictos, en la confusin y el caos, en el calory el fro, en la miseria y el drama, que normalmente llamamosvida y que los estudiantes denominan sociedad.

    Esta idea de guerra vital permanente, a travs de unos cana-les que no son ni los partidos ni las administracciones, puedegenerar resonancias con la nocion de contrapoder. Aunque loscaminos y desarrollos de los conceptos de contra-poder y

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    community organizingson muy distintos, quizs puede ser inte-resante contrastar opiniones en las multiples orillas del tlantico

    sobre las afinidades e incompatibilidades entre los mismos.

    Movilizacin poltica ligada a diferentes religiones

    Algo que diferencia a Alinsky y el community organizing enEEUU de prcticas similares en otras partes del mundo es

    la relacin ntima entre antagonismo social y cosmovisionesreligiosas. No se trata de instrumentalizar una comunidadque ya est formada por sus lazos cotidianos de prctica reli-giosa, sino de valorar genuinamente la dimensin espiritualen las trayectorias individuales y colectivas de lucha por elcambio social. En las acciones de grupos de community organi-zing se encuentran siempre reverendos protestantes, imanes

    musulmanes o monjas catlicas. En los encuentros y en lasacciones, son comunes oraciones al comienzo, segn diferen-tes ritos y tradiciones espirituales. As valora el pluralismoreligioso la Industrial Areas Foundation en su presentacin:Agradecemos a muchas de las tradiciones religiosas (cristia-nismo, judasmo, islam y otras) el apoyo a nuestras accionespblicas y su ayuda a la hora de profundizar en nuestra com-

    prensin del cambio social.

    Tcticas heterodoxas

    Una caracterstica del trabajo de Alinsky ha sido su disposi-cin a salir de los estrechos mrgenes de la accin poltica tra-dicional, si bien no siempre se puede asegurar que ese nivel de

    creatividad haya persistido en las organizaciones que fund.

    Sus tcticas fueron intencionadamente heterodoxas. EnTratado para radicalesescribe:

    El trabajo del organizar es maniobrar y presentar al establis-hmentcomo un enemigo pblico peligroso, al que est justi-

    ficado atacar [] La inmediata reaccin histrica del establis-hmentno slo validar los credenciales de la capacidad delorganizador, sino que adems lanzar de forma automticauna interpelacin a la gente normal.

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    19Introduccin

    Dos de las tcticas descritas en este libro, una accin centradaen la amenaza de boicotear un concierto de la clase alta a basede pedos, y otra basada en la amenaza de bloquear los baosdel aeropuerto de Chicago por uso masivo, son buenos ejem-plos de la creatividad y de la burla caractersticas de Alinsky.No crea que estas acciones fueran frvolas, pensaba que dehecho reflejaban un deseo comn entre los oprimidos: cagar-se en sus opresores. Adems de divertidas, son tcticas tiles

    para volver loco a tu oponente; para Alinsky, las tcticas msridculas eran las ms efectivas.

    En esta segunda primavera del 15M, cuando se escribeeste texto, no podemos dejar de pensar que estas tcticas sonmucho ms que simplemente graciosas: nos retan a pensar laaccin poltica de otra forma. No slo en una simple dicoto-

    ma entre elecciones/poltica institucional versuslucha enla calle. En muchos aspectos podemos decir que la accinpoltica callejera se ha normalizado hasta tal punto que ha-

    bra que cuestionarse si es eficaz. Cuando se producen megamanifestaciones sin apenas respuesta o cuando las huelgasgenerales transcurren con total normalidad, podemos pre-

    guntarnos si estas formas de protesta son una parte del mis-mo sistema que estamos intentando cambiar y no una inte-rrupcin en el status quo. Lo mismo podemos preguntarnosacerca de la confrontacin directa con la polica en la calle ode la destruccin de la propiedad privada. Segn esta mismalnea de pensamiento, esas acciones, si bien pueden ser ms

    intensas, no son ms radicales, ya que simplemente invitanal Estado a hacer lo que mejor sabe: militarizar el conflictoy criminalizar a su oposicin. Alinsky cuestiona estas accio-nes normalizadas. Tcticas como las de los pedos juegan conun espacio a-legal, no son acciones directas de desobedienciaexplcita, pero tampoco estn permitidas por ninguna auto-ridad gubernamental. El pensamiento de Alinsky nos fuerzaa re-pensar el dnde y el cmo de la accin poltica, a buscarnuevas estrategias de disrupcin que tienen grandes efectossi bien habitan un espacio legal y poltico diferente.

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    Logros y lmites

    El community organizingha conseguido numerosos cambiosconcretos con un alto impacto en la vida cotidiana de muchasciudades y barrios. Ha animado a la participacin poltica amiles de personas, ms all de los partidos y de las elecciones.

    Sin embargo, su enfoque en cambios tan concretos margi-na los planteamientos de cambio a nivel estructural y a ms

    largo plazo. Se convierte en una especie de prctica de lobby,eficaz, pero con objetivos muy limitados y quizs demasiadoligada a los procesos institucionales, lo que en cierto modolimita su carcter antagonista. Tambin ha demostrado ciertaincapacidad para trabajar en red a nivel de toda una ciudado en campaas regionales o nacionales. Esto fue lo que nosencontramos en Chicago en 2000: a pesar de considerarse lacommunity organizing town, sus organizaciones muchas veces

    no podan articularse contra polticas o prcticas que afecta-ban a varios barrios.

    Por otro lado, se ha producido un proceso de profesiona-lizacin que genera cierta espiral excluyente: no permite ladifusin del empoderamiento adquirido por unos cuantos llamados lderes, formados para hablar en pblico, organizarcampaas, usar las nuevas tecnologas, etc. a otros miem-

    bros de la comunidad. Tambin supone una separacin artifi-cial entre los que trabajan como organizerscon un sueldo, unhorario, una agenda y los que militan por necesidad y conplanteamientos propios, sin remuneracin y con lmites depresupuesto y de horario. Evidentemente, esto genera tensio-nes y problemas de representatividad. La profesionalizacines tal vez uno de los peligros ms acuciantes del estilo de orga-

    nizacin poltica propio del community organizingde Alinsky.Este dilema de la profesionalizacin se conecta con la

    crtica, muy debatida actualmente en los movimientos esta-dounidenses, del Non-Profit Industrial Complex [complejoindustrial sin nimo de lucro]. La profesionalizacin de gru-pos del Tercer Sector dedicados al cambio social les ha hechoalejarse de los procesos y los problemas sociales que les die-

    ron razn de ser; este hecho est muy ligado a los sistemas definanciacin de estas organizaciones, muchas veces sujetas alas prioridades de ciertas fundaciones y a unos presupuestos

    basados en los cambiantes movimientos burstiles.

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    Conscientes de sus aportaciones y tambin de sus lmites, enla actualidad existe el deseo de repensar el community orga-

    nizingms all de Alinsky; un deseo atento a estas crticas alNon-Profit Industrial complex y dirigido a relanzar un revi-val del Radical Community Organizing.

    El reencuentro con las palabras e ideas de Alinsky puedesuponer un buen impulso para repensar las luchas socialesactuales, en paralelo a los sistemas representativos, con el finde innovar las acciones en la calle y explorar las mltiples

    articulaciones entre territorio y comunidad. En la poca del15M, Occupy, la Primavera rabe, etc., sin duda merece lapena replantear estas dudas desde la lectura de este clsicotan desconocido al otro lado del Atlntico.

    Maribel Casas y Sebastin CobarrubiasCarolina del Norte, mayo de 2012

    www.countercartographiescollective.org

    http://www.countercartographiescollective.org/http://www.countercartographiescollective.org/
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    Para Irene

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    Agradecimientos

    A Jason Epstein, por sus nimos, su paciencia y comprensin. Ypor ser un editor maravilloso.

    A Cicely Nichols por las agotadoras horas de asistencia editorial.A Susan Rabiner por actuar como amortiguador entre la estruc-tura corporativa de Random House y este escritor.

    Mi ms sentido agradecimiento a Georgia Harper por los mesesy meses de mecanografa y por estar a mi lado durante los aosde escritura de este libro.

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    All donde no haya hombres, s un hombre.

    Rabin Hillel

    Dejad que me llamen rebelde y aceptadlo,no me preocupa en absoluto;

    sin embargo, sufrira todos los males del infiernosi tuviera que prostituir mi alma...

    Thomas Paine

    Que se me perdone por tener al menos unreconocimiento para el primer revolucionario:de todas nuestras leyendas, nuestra mitologay nuestra historia (y quin puede saber dnde

    termina la mitologa y dnde empieza la historia,o cul es cul), el primer revolucionario conocido

    por el hombre, aquel que se rebel contra el poder

    establecido y lo hizo de manera tan efi

    caz quepudo al menos ganarse su propio reino: Lucifer.

    Saul Alinsky

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    Lafuerzarevolucionariatienehoy un doble objetivo, mo-ral y material. Sus jvenes protagonistas son, por una parte,reminiscencia de los primeros cristianos idealistas, pero porotra, instan a la violencia y gritan Abajo el sistema!. No sehacen ilusiones sobre el sistema, pero s muchas sobre la ma-nera de cambiar nuestro mundo. Por este motivo he escritoeste libro. Estas palabras estn escritas desde la desespera-cin, en parte porque lo que hacen, y hagan en un futuro, eslo que dar sentido a todo lo que hemos hecho con nuestrasvidas los activistas de mi generacin y yo mismo.

    Ellos son ahora la vanguardia, tuvieron que empezarde cero. Pocos de nosotros sobrevivimos al holocausto JoeMcCarthy de principios de la dcada de los cincuenta; y deentre nosotros, an menos han desarrollado una perspectivay una comprensin que fuera ms all del materialismo dia-lctico del marxismo ortodoxo. Mis compaeros activistas,que supuestamente deban pasar la antorcha de la experien-

    cia y el conocimiento a una nueva generacin, simplementeno estn entre nosotros. Cuando los jvenes observan la so-ciedad que les rodea, todo es, en sus palabras, materialista,decadente, burgus en sus valores, fallido y violento. No nosdebe extraar que nos rechacen de pleno.

    La generacin actual est tratando desesperadamente deencontrar un sentido tanto a sus vidas como al mundo. La

    mayora de ellos son producto de la clase media. Han recha-zado sus orgenes materialistas, la ambicin de un empleobien retribuido, una casa en las afueras, un coche, un carnde socio en el club de campo, viajes en primera clase, estatus,

    Prlogo

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    Tratado para radicales30

    seguridad y todo lo que para sus padres significaba xito. Lohan tenido ya. Y han visto cmo todo esto llev a sus padres

    a los narcticos, al alcohol, a seguir conviviendo en matrimo-nios fracasados, a los divorcios, a la hipertensin arterial, a laslceras, a la frustracin y a la desilusin de la buena vida.Han visto la casi increble idiotez de nuestros dirigentes po-lticos; en el pasado, los lderes polticos, ya fueran alcaldes ygobernadores o estuvieran en la Casa Blanca, eran personasrespetadas y casi veneradas; hoy son mirados con desprecio.Este negativismo se extiende ahora a todas las instituciones,desde la polica y los tribunales hasta el propio sistema.Estamos viviendo en un mundo de medios de comunicacinque diariamente exponen la hipocresa innata de la sociedad,sus contradicciones y el aparente fracaso de casi cada una delas facetas de nuestra vida social y poltica. Los jvenes hanvisto a su activista y participativa democracia convertirseen su anttesis: bombardeos y asesinatos nihilistas. Las pana-

    ceas polticas del pasado, como las revoluciones en Rusia yChina, han resultado ser ms de lo mismo. La bsqueda de lalibertad no parece tener un camino o un destino. La juventudest inundada por un aluvin de informacin y de datos tansobrecogedores que el mundo parece haberse convertido enun caos total que los hace girar frenticamente, en bsquedade lo que el hombre siempre ha buscado desde el principiode los tiempos, un modo de vida que tenga algn significado

    o algn sentido. Un modo de vida implica un cierto nivel deorden, donde las cosas tienen alguna relacin y pueden serintegradas para formar un sistema que por lo menos ofrezcaalgunas pistas sobre lo que es la vida. Los hombres siemprehan anhelado y buscado una gua mediante la fundacin dereligiones, la invencin de filosofas polticas, la creacin desistemas cientficos como el de Newton, o mediante la formu-lacin de diversos tipos de ideologas. Esto es lo que subyaceal dicho comn ponerlo todo en orden, aun sabiendo quetodos los valores y factores son relativos, flexibles y variables,y que slo ser posible ponerlo todo en orden de formalimitada. Los elementos se desplazarn y movern juntos, aligual que el patrn cambiante de un caleidoscopio que gira.

    En el pasado, nuestro mundo, tanto en sus trminos f-sicos como intelectuales, era mucho ms pequeo, simple y

    ordenado. Inspiraba credibilidad. Hoy todo es tan complejoque el mundo resulta incomprensible. Qu sentido tiene quelos hombres caminen sobre la Luna mientras otros hacen colaen la beneficencia, o matan y mueren en Vietnam por una

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    31Prlogo

    dictadura corrupta en nombre de la libertad? Los nuestrosson das en los que el hombre alcanza con sus manos lo subli-

    me mientras est hasta el cuello en un estercolero de locura.El sistema es, de muchas maneras, tan suicida como lo sonalgunas personas de extrema izquierda, con la diferencia deque el sistema es infinitamente ms destructivo de lo que ja-ms podra ser la izquierda. El resultado de la desesperaciny el desaliento es cierto gusto por lo cruel. Un sentimiento demuerte se cierne sobre la nacin.

    La actual generacin se enfrenta a todo esto y dice: Noquiero pasar el resto de mi vida como lo han hecho mi familiay sus amigos. Quiero hacer algo, crear, ser yo, hacer lo que ten-

    go que hacer, vivir. La generacin anterior no slo no entiendesino que no quiere entender. No quiero ser slo un puado dedatos en un ordenador o una estadstica en una encuesta deopinin pblica, un votante con una tarjeta de crdito. Paralos jvenes el mundo est enfermo y al borde del precipicio.

    Al otro lado se encuentra la generacin anterior, cuyosmiembros no estn exentos de confusin. Si no se hacen oro no toman conciencia de la situacin, es posible que se debaa que ellos todava pueden escaparse, retornar a un pasadodonde el mundo era ms simple. Todava pueden aferrar-se a los viejos valores con la sencilla esperanza de que todoacabe arreglndose de algn modo. Que la generacin ms

    joven se enderece con el paso del tiempo. Incapaz de li-diar con el mundo tal y como es, ante cualquier confrontacincon la generacin ms joven se retiran con este exasperantedicho: Cuando seas mayor lo comprenders. Se imaginauno su reaccin si algn joven le contestase: Cuando seasms joven algo que evidentemente nunca sers entonces locomprenders, as que por supuesto nunca lo comprenders.

    Aqullos de la anterior generacin que alegan un deseo decomprender aseguran que le dicen a sus hos: Mira, creoque lo que me cuentas es importante y lo respeto. T me lla-mas carca cuadriculado y dices que no me pispo o que nos de qu va la cosa... y todas esas palabras que usas. Bien,voy a ponerme de acuerdo contigo. As que supn que melo explicis todo. Qu queris? Qu queris decir cuandodecs que vais a hacer lo que tenis que hacer? Qu demo-

    nios es eso que tenis que hacer? Decs que queris un mundomejor, pero, qu entendis por un mundo mejor? Y no medigis que un mundo de paz y amor y otras cosas por el esti-lo, porque el hombre es el hombre y no lograris cambiarlo.

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    33Prlogo

    Este libro no pretende ser un ejercicio de arrogancia propiadel asesoramiento no solicitado. Es el resultado de la expe-

    riencia y de los consejos por los que tantos jvenes activistasme han preguntando en talleres, durante noches enteras, encientos de campus universitarios de Estados Unidos. Es paralos jvenes activistas comprometidos con la lucha, compro-metidos con la vida.

    Recuerden que hablamos sobre revolucin, no sobre reve-lacin; se puede errar el blanco con un tiro demasiado alto al

    igual que con uno demasiado bajo. Para empezar, ya no hayreglas para la revolucin al igual que no hay reglas para elamor o para la felicidad, pero s hay reglas para los activistasque quieren cambiar su mundo; en poltica existen algunosconceptos de accin que funcionan en todos los contextos.Conocerlos es fundamental para llevar a cabo un ataquepragmtico contra el sistema. Estas reglas marcan la diferen-

    cia entre ser un activista realista y un activista retrico queusa los viejos eslganes, llama cerdos, blancos racistas, fas-cistas o hos de puta a los policas y que se ha estereotipadotanto que el resto de las personas reaccionan diciendo: Vaya,otro plasta de stos, dndole inmediatamente la espalda.

    El fracaso de muchos de nuestros jvenes activistas res-pecto al arte de la comunicacin ha sido catastrfico. Incluso

    la ms elemental comprensin de la idea fundamental deque uno se comunica dentro de la experiencia de su pblicomostrando un pleno respeto hacia los valores de los otroshabra evitado los ataques a la bandera estadounidense. Elorganizador2 responsable habra entendido que es la cla-se dirigente la que traiciona la bandera, mientras la banderaresiste como el smbolo glorioso de las esperanzas y aspira-ciones americanas, as habra transmitido este mensaje a su

    pblico.A efectos de la comunicacin, el humor tambin esesencial, ya que a travs del humor se acepta mucho ms delo que sera tolerado en una presentacin seria. Esta es unageneracin triste y solitaria. Se re demasiado poco, y esto,tambin, es trgico.

    2 La propuesta de Alinsky recibe el nombre de community organizingy aquellos que la desarrollan se llaman community organizer. Si bien latraduccin podra ser dinamizadores o coordinadores, trminosde mayor uso en castellano, hemos mantenido organizadores, enla medida en que creemos refleja ms fielmente las caractersticas ypropsitos de esta figura. [N. de E.]

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    Para el verdadero activista, hacer lo que tiene que hacer eshacer una labor social, para y con las personas. En un mundo

    donde todo est tan interrelacionado que uno se siente inca-paz de saber dnde tiene que agarrarse y actuar, la derrotaest a la orden del da. Durante aos, la gente se ha sentidodemasiado abrumada por la sociedad, se ha retirado, concen-trndose en hacer lo que tiene que hacer. Generalmente loshemos metido en hospitales psiquitricos y los hemos diag-nosticado como esquizofrnicos. Si el verdadero activista en-tiende que llevar el pelo largo levanta barreras psicolgicasen trminos de comunicacin y organizacin, se corta el pelo.Si llevase a cabo labores organizativas en una comunidad deortodoxos judos, no entrara en el barrio comindose un bo-cadillo de jamn, a no ser que quisiera ser rechazado y astener una excusa para largarse. Lo que tengo que hacer, siquiero organizar, es lograr una slida comunicacin con laspersonas de la comunidad. Sin comunicacin estoy en reali-

    dad en silencio; a travs de la historia el silencio se ha con-siderado como consentimiento, en este caso, consentimientohacia el sistema.

    Como organizador, parto del mundo en su estado actual,no de un mundo ideal. La aceptacin de nuestro mundo tal ycomo es no debilita en modo alguno nuestro deseo de trans-formarlo en el mundo que creemos debe ser; es necesario co-

    menzar en el estado actual del mundo si vamos a cambiarlohacia lo que creemos que debe ser. Esto significa trabajar den-tro del sistema.

    Hay otra razn para trabajar dentro del sistema.Dostoievski do que el principal temor de la gente es el dedar un nuevo paso. Cualquier cambio revolucionario debeestar precedido por una actitud paciente, positiva y de no-

    oposicin al cambio por parte de la mayora de nuestropueblo. Deben sentirse tan frustrados, tan derrotados, tanperdidos, tan desesperanzados con el sistema vigente que es-tn dispuestos a olvidar el pasado y cambiar el futuro. Estaaceptacin es la reforma esencial para cualquier revolucin.Llevar a cabo esta reforma requiere que el organizador traba-

    je dentro del sistema, no slo en la clase media, sino entre elcuarenta por ciento de familias americanas (ms de setenta

    millones de personas) cuyos ingresos oscilan entre los 5.000y los 10.000 dlares al ao. No pueden ser rechazados porser obreros o albailes. No pueden continuar siendo relati-vamente pasivos y ligeramente desafiantes. Si fracasamos en

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    tecnolgica, informatizada y ciberntica de propulsin nu-clear como la que tiene una diligencia en la pista de despegue

    del aeropuerto Kennedy?En nombre del pragmatismo radical, no debemos olvidar

    que en nuestro sistema, con todas sus represiones, todavapodemos hablar alto y denunciar a la administracin, atacarsus polticas, trabajar para construir una base de oposicinpoltica. Es cierto, existe el acoso gubernamental, pero tam-

    bin existe una relativa libertad para luchar. Puedo atacar a

    mi gobierno, intentar organizarme para cambiarlo. Esto esmucho ms de lo puedo hacer en Mosc, Pekn o La Habana.Recordad la reaccin de la Guardia Roja a la RevolucinCultural y la suerte de los universitarios chinos. Algunos delos violentos episodios (como atentados o tiroteos en salas de

    justicia) que hemos sufrido aqu habran tenido como conse-cuencia una purga radical y ejecuciones en masa en Rusia,China o Cuba. Mantengamos la perspectiva.

    Empezaremos por el sistema, porque no hay otro lugardesde el cual comenzar, a excepcin de la locura poltica. Esde suma importancia para aquellos de nosotros que quere-mos un cambio revolucionario entender que la revolucindebe estar precedida por una reforma. Asumir que una revo-lucin poltica puede sobrevivir sin una base de apoyo popu-lar es pedir lo imposible en poltica.

    A los hombres no les gusta salir bruscamente de la seguri-dad de su vida familiar; necesitan un puente que cruzar des-de su propia experiencia hasta un nuevo camino. Un organi-zador revolucionario debe sacudir los patrones prevalecien-tes en sus vidas; agitar, crear desencanto y descontento hacialos valores actuales; producir, si no es pasin por un cambio,al menos un ambiente neutral, positivo y no oposicional.

    La Revolucin ha tenido lugar antes de que la guerra co-menzara, escribi John Adams. La Revolucin estaba en loscorazones y las mentes de las personas [] La transformacinradical de los principios, las opiniones, los sentimientos y losafectos de la gente fue la verdadera Revolucin americana.Una revolucin sin reforma previa colapsara o se convertiraen una dictadura totalitaria.

    Reforma significa que un porcentaje importante de nues-tro pueblo desemboque en el desencanto con las formas ylos valores del pasado. No sabrn qu otra cosa puede fun-cionar pero s que el sistema imperante es autodestructivo,

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    Seor Alinsky, luchamos en sendas elecciones primarias yla gente vot no a Vietnam. Mire esta Convencin, no pres-

    tan atencin alguna al voto. Mire a la polica y al ejrcito.Todava quiere que trabajemos dentro del sistema?.

    Me doli ver al ejrcito americano avanzando hacia sus j-venes compatriotas con bayonetas en sus manos. La respues-ta que di a los jvenes activistas me pareci la ms realista:Tenis tres opciones. La primera, id a buscar una esquinapara llorar y compadeceros de vosotros mismos. Segunda,

    volveros locos y empezad a perpetrar atentados, aunque estoslo har que la gente gire a la derecha. Tercera, aprendeduna leccin: id a casa, organizaos, construid poder y en laprxima convencin, sed vosotros los delegados.

    Recordad: una vez que hayis conseguido organizar per-sonas contra algo tan comnmente aceptado como la contami-nacin, en ese momento, se pone en marcha un grupo organi-

    zado. A partir de ah, slo hay un corto y sencillo paso hasta lacontaminacin poltica, hasta la contaminacin del Pentgono.

    No basta simplemente con elegir a vuestros candidatos.Debis seguir presionndolos. Los activistas deberan tenerpresente aquella respuesta de Franklin D. Roosevelt a unadelegacin que promova una reforma: De acuerdo, me ha-

    bis convencido. Ahora salgan ah fuera y hagan que sienta

    la presin del pueblo. La accin proviene de un fuego vivo.Ningn poltico puede ocultar un tema candente si lo calien-tas de forma suficiente.

    En cuanto a Vietnam, me gustara ver cmo nuestra na-cin es la primera en la historia del hombre en decir pbli-camente: Nos equivocamos! Lo que hicimos fue horrible.Entramos, y seguimos metindonos ms y ms profunda-

    mente, y a cada paso nos inventamos nuevas razones paraquedarnos. Hemos pagado el precio de 44.000 estadouni-denses muertos. No hay nada que podamos hacer para com-pensar a la gente de Indochina (o a nuestra gente) pero lointentaremos. Creemos que nuestro mundo ha madurado losuficiente como para no interpretar como un signo de debili-dad o de derrota abandonar el orgullo y la vanidad y admitirque nos equivocamos. Tal confesin sacudira los conceptos

    de la poltica exterior de todas las naciones y abrira el caminohaca un nuevo orden internacional. sta es nuestra alternati-va a Vietnam; cualquier otra opcin ser un remiendo. Si estosucediese, Vietnam podra incluso haber servido para algo.

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    39Prlogo

    Una ltima observacin sobre nuestro sistema: el ideal de-mocrtico surge de las ideas de libertad, igualdad, gobierno

    de la mayora mediante elecciones libres, proteccin de losderechos de las minoras, y libertad para suscribirse a ml-tiples lealtades en materia de religin, economa y poltica,ms que a una lealtad total hacia el Estado. El espritu de lademocracia se basa en la idea de la importancia y la vala delindividuo, y la fe en un mundo donde el individuo puededesarrollar al mximo su potencial.

    Las grandes oportunidades siempre van acompaadas degrandes peligros. La posibilidad de la destruccin est siem-pre implcita en el acto de creacin. Por lo tanto, el mayorenemigo de la libertad individual es el mismo individuo.

    Desde el principio, tanto la debilidad como la fortalezadel ideal democrtico ha sido el hombre. Las personas nopueden ser libres a no ser que estn dispuestas a sacrificar

    algunos de sus intereses para garantizar la libertad de los de-ms. El precio de la democracia es la incesante bsqueda delbien comn por parte de todoslos hombres. Hace ciento trein-ta y cinco aos Tocqueville advirti gravemente que a menosque los ciudadanos se involucraran con regularidad en el actode gobernarse a s mismos, el auto-gobierno peligrara.7Laparticipacin ciudadana es el espritu y la fuerza en una so-ciedad basada en el voluntarismo.8

    7 Se olvida que es sobre todo en lo concreto cuando es peligroso avasallar a loshombres. Llegara, por mi parte, a creer que la libertad es menos necesaria en lasgrandes cosas que en las pequeas, si no pensara que jams puede darse la unasin la otra [] La sumisin en los pequeos asuntos se manifiesta todos los dasy se hace sentir indistintamente a todos los ciudadanos. Ella no los desespera enabsoluto; pero los contrara sin cesar y los lleva a renunciar al uso de su voluntad.Apaga poco a poco su nimo y debilita su alma, mientras que la obediencia,que no es exigida ms que en unas pocas circunstancias muy graves, y muyexcepcionales, no muestra la servidumbre ms que de tarde en tarde y slo la hacerecaer sobre algunas personas. En vano cargaris a estos mismos ciudadanos,que habis hecho tan dependientes del poder central, con la eleccin de vez encuando de los representantes de este poder; este uso tan importante, pero tan

    breve y tan escaso, de su libre arbitrio, no impedir que pierdan poco a poco lafacultad de pensar, de sentir y de actuar por ellos mismos y que caigan tambingradualmente por debajo del nivel de humanidad. Alexis de Tocqueville, De la

    dmocratie en Amrique, cap. XXIX, Democratie et alination des peuples [ed.cast.: La democracia en Amrica,Madrid, Alianza Editorial, 2002].

    8Voluntarismo es un trmino que describe las doctrinas filosficas que sitanla voluntad como la primera de las potencias espirituales del hombre frente a

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    En este punto, no nos preocupan las personas que profesanla fe democrtica pero que aoran la oscura seguridad de

    la dependencia, donde poder ser excusados de la carga delas decisiones. Reticentes a madurar, o incapaces de hacerlo,quieren seguir siendo nios cuidados por otros. Aqullos quepueden, deben ser alentados a madurar; en cuanto a los otros,la culpa yace en ellos mismos, no en el sistema.

    Lo que nos importa es la enorme masa de gente que, frus-trada por la falta de inters o de oportunidades, o ambas, noparticipa en las responsabilidades sin fin de la ciudadana y seresigna a vidas determinadas por los dems. Perder la identi-dad como ciudadano democrtico no es ms que un paso ha-cia la prdida de la identidad personal de cada cual. La gentereacciona ante esta frustracin mediante la ms absoluta inac-cin. El desapego de las personas de las tareas cotidianas pro-pias de la ciudadana representa un fracaso de la democracia.

    Cando un pueblo renuncia a su ciudadana, o cuando unresidente de una gran ciudad, aun cuando quizs desee echaruna mano, carece de los medios para participar se produceuna grave situacin. Ese ciudadano se hunde an ms en suapata, su anonimato y su despersonalizacin. El resultadoes que pasa a depender de la autoridad pblica mientras seestablece un estado de esclerosis cvica.

    A veces hay enemigos externos en nuestras puertas; perosiempre hay uno dentro de ellas: la invisible y maligna iner-cia que presagia ms destruccin de nuestras vidas y de nues-tro futuro que cualquier misil nuclear. No hay tragedia msoscura y devastadora que la muerte de la fe de los hombresen s mismos y en su poder para dirigir su futuro.

    Saludo a la presente generacin. Aferraos a uno de losrasgos ms preciosos de la juventud, la risa; no la perdis,como parece que os ha pasado a algunos: la necesitis. Juntosquizs podamos encontrar lo que estamos buscando: la risa,la belleza, el amor, y la oportunidad de crear.

    Saul Alinsky

    la razn. Tales son los casos de Duns Scoto en la Edad Media y de ArthurSchopenhauer y Ferdinard Tnnies en el siglo XIX. Tendencias polticas comoel anarquismo o filosficas como el irracionalismo o el vitalismo tambinconsideran la voluntad como algo fundamental. [N. de E.]

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    1. El objetivo

    Acaso no es una milicia lo que tiene el hombre en la tierra?

    Job VII, 1

    Lo que sigue est dirigido a quienes quieren cambiar elmundo actual. Maquiaveloescribi El prncipe para ilustrara los poderosos acerca de cmo conservar el poder. Tratado

    para radicales est dirigido a los desposedos para mostrarles

    cmo arrebatrselo.Lo que nos interesa en este libro es cmo crear organiza-ciones de masas que tomen el poder y se lo entreguen al pue-

    blo. Cmo hacer realidad el sueo democrtico de igualdad,justicia, paz, cooperacin, igualdad de oportunidades edu-cativas, pleno empleo til en trminos sociales, sanidad yotros elementos que permitan a los hombres vivir con valoresque den sentido a su vida. Hablamos de una poderosa organi-zacin de masas que transforme nuestro mundo en un lugardonde los hombres y las mujeres anden erguidos, con el esp-ritu de aquel lema de la Guerra Civil espaola: Mejor morirde pie que vivir de rodillas. En esto consiste la revolucin.

    Las revoluciones han dado lugar a los cambios ms signi-ficativos de la Historia. Hay quienes dicen que no es la revo-lucin sino la simple evolucin la que da lugar al cambio,pero

    evolucin es simplemente el trmino utilizado por los no participan-tes para denominar una serie concreta de revoluciones que, unidas,han supuesto un cambio social significativo. En este libro propon-go ciertas observaciones generales, sugerencias y conceptos

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    43El objetivo

    Encontramos un ejemplo de oportunidad perdida y de la in-sensibilidad poltica de muchos de los pseudoactivistas de

    hoy en da, en este informe de un episodio que se produjodurante el Proceso de los Siete de Chicago:1

    A lo largo del fin de semana unos cincuenta abogados veni-dos de todo el pas se dieron cita en Chicago para manifestar-se frente al edificio de la administracin federal en seal deprotesta por al arresto de cuatro abogados por parte del juez

    Hoffman. Esta delegacin, que fue apoyada por trece miem-bros de la Facultad de Derecho de Harvard y que inclua unbuen nmero de otros profesores, present, en calidad decolegas de los miembros del tribunal, un escrito en el quedenunciaban las acciones del juez Hoffman como una pa-rodia de la justicia que amenaza con destruir la confianza delpueblo americano en el sistema judicial. Hacia las diez dela maana, los iracundos abogados empezaron a manifestar-

    se alrededor del edificio de la administracin federal, dondese les unieron cientos de estudiantes comprometidos, variosPanteras Negras y ms de un centenar de policas de Chicago.

    Poco antes del medioda, alrededor de cuarenta de losabogados manifestantes llevaron sus pancartas al vestbulodel edificio de la administracin federal, a pesar de la notapuesta en la entrada y firmada por el juez Campbell, en la

    que prohiba manifestaciones dentro del edificio. Apenasentraron los abogados, el mismo juez Campbell baj al vest-bulo, vestido con su toga negra y acompaado de un algua-cil, un secretario y su escribano particular. Rodeado por losenfurecidos abogados, que estaban a su vez rodeados por unanillo de policas y agentes federales, el juez inici el procesoah mismo. Anunci que a menos que los manifestantes seretiraran inmediatamente, los denunciara por desacato

    Advirti adems que su desacato, en la medida en quese produca dentro del mismo Tribunal, no podra ser puestoen duda, y que dara lugar a condenas inmediatas. En cuantotermin su advertencia, una voz que sala de la multitud gri-t: Que te jodan, Campbell. El tenso momento de silenciofue roto por el aplauso de la multitud y la evidente tensin

    1 En la Convencin Demcrata de Chicago de 1968 se produjeronmanifestaciones en contra del alcalde de Chicago, Dailey, en las quepasearon varios cerdos con el fin de simbolizar al cerdo de su alcalde.Siete manifestantes fueron detenidos y procesados. [N. de la T.]

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    45El objetivo

    frases que exaltan la revolucin y su naturaleza sagrada, perosiempre que sean revoluciones del pasado. Nuestro entusias-

    mo por el sagrado derecho a la revolucin aumenta con elpaso del tiempo: cuanto ms antigua es la revolucin, mspertenece a la Historia y ms sagrada se vuelve. Exceptuandolas limitadas reflexiones de Thoreau, nuestra sociedad nos hadado pocos consejos y directrices sobre cmo allanar el terre-no para futuros cambios sociales.

    Sin embargo, por parte de los que ostentan el poder, existe

    un creciente corpus de literatura que justifica el status quo.Tratados religiosos, econmicos, sociales, polticos y legalesatacan interminablemente todas las ideas revolucionarias ylas acciones en pos del cambio como inmorales, falaces, sacr-legas, antipatriticas y antifamiliares. Esta literatura narco-tizante incluye la amenaza de que, ya que todos estos movi-mientos son antipatriticos, subversivos, engendrados en elinfierno y prfidos en su rastrera insidia, les sern impuestosterribles castigos a sus seguidores. Todas las grandes revo-luciones, incluido el cristianismo, las diferentes Reformas, lademocracia, el capitalismo y el socialismo han sufrido estoseptetos en el momento de su nacimiento. Para el status quopreocupado por su imagen pblica, la revolucin es la nicafuerza que no tiene imagen alguna, sino que proyecta unasombra oscura y ominosa de lo que vendr.

    Los desposedos del mundo, sacudidos por la presenteagitacin y en desesperada bsqueda de escritos revolucio-narios, tan solo pueden encontrar literatura de los comu-nistas, bien sean rojos o amarillos [chinos]. En estos textospueden informarse acerca de tcticas, maniobras, estrategiasy sobre los principios de accin en el comienzo de las revolu-ciones. En la medida en que en esta literatura toda idea est

    envuelta en el lenguaje del comunismo, la revolucin apa-rece como sinnimo de comunismo.5 Cuando en medio de

    turno, podrn ejercer sus derechos constitucionales para enmendarloo su derecho revolucionario para desarticularlo o derribarlo. Lincoln,primer discurso inaugural.

    5 Durante mis viajes a Asia, a menudo preguntaba a los hombres enla treintena o en la cuarentena qu solan leer cuando tenan dieciochoaos. Generalmente contestaban Karl Marx, y cuando les preguntabapor qu, respondan: Nos encontrbamos bajo una fuerza colonial,

    buscbamos una manera de cambiar la situacin. Queramos nuestraindependencia. Para conseguirla tenamos que hacer la revolucin.

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    Tratado para radicales46

    su fervor revolucionario, los desposedos se dirigen hacianosotros en sus primeros pasos desde la hambruna hacia la

    subsistencia, nosotros respondemos con un desconcertante,increble e insensato conglomerado de abstracciones sobrela libertad, la moralidad, la igualdad, y el peligro de la es-clavitud intelectual por parte de la ideologa comunista. Estediscurso va acompaado de ddivas caritativas envueltas enprincipios morales y libertad, a cambio de lealtad polticaincondicional. Con la llegada de las revoluciones en Rusia yChina sufrimos de pronto una conversin moral y empeza-mos a preocuparnos por el bienestar de nuestros hermanos alo largo y ancho del mundo. La revolucin de los desposedos encierto modo provoca una revelacin moral en los poderosos.

    La revolucin por parte de los desposedos tambin in-cita un miedo paranoico; de tal modo que ahora nos encon-tramos con que todos los gobiernos corruptos y represivosdel mundo nos dicen: Dadnos dinero y soldados o habr

    una revolucin y los nuevos lderes sern vuestros enemi-gos. Temerosos de la revolucin e identificndonos con elstatus quo, hemos permitido que los comunistas asuman pordefecto el halo revolucionario de justicia de los desposedos.Despus, agravamos este error asumiendo que el status quogeneral debe ser defendido y apoyado contra la revolucin.Hoy en da la revolucin se ha convertido en sinnimo de co-munismo mientras que el capitalismo es sinnimo del statusquo. Ocasionalmente aceptamos una revolucin si garantizaque est de nuestro lado, y slo si vemos que la revolucin esinevitable. Aborrecemos las revoluciones.

    Hemos permitido el despliegue de una situacin suicidaen un contexto en el que revolucin y comunismo se han he-cho uno. Estas pginas se comprometen a dividir este tomopoltico, separando esta identificacin exclusiva del comunis-

    mo con la revolucin. Si fuese posible que los desposedos delmundo reconociesen y aceptasen la idea de que la revolucinno significa inevitablemente odio y guerra, fra o caliente, por

    Y los nicos libros sobre la revolucin eran comunistas. Casi todosestos hombres haban repudiado el comunismo como culto poltico,manteniendo sin embargo ciertos principios del socialismo. Mientrashablaba con ellos fui consciente de las enormes oportunidades queperdimos al estar ocupados luchando contra el comunismo con bombas ydlares, en vez de con ideas de revolucin, libertad y justicia. William O.Douglas, juez del Tribunal Supremo de los Estados Unidos, The US andRevolution, Center for the Study of Democratic Institutions, nm. 116.

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    47El objetivo

    parte de Estados Unidos, slo este hecho sera una gran revo-lucin en la poltica mundial para el futuro del hombre. ste

    es el principal motivo por el que trato de proporcionar un ma-nual revolucionario que no est enmarcado en un molde co-munista o capitalista, sino que sea un manual para los despo-sedos del mundo, independientemente del color de su piel ode sus ideas polticas. Mi objetivo es sugerir cmo organizarsede cara al poder: cmo obtenerlo y cmo usarlo. Defenderque cuando el uso del poder no supone una distribucin equi-tativa de los medios de vida para todas las personas, ha llega-do el final de la revolucin y comienza la contrarrevolucin.

    La revolucin siempre ha avanzado con una lanza ideol-gica, al igual que el status quolleva inscrita su ideologa en suescudo. Todo en la vida toma partido por algo. Toda vida esguerrillera. No hay objetividad desapasionada. La ideologarevolucionaria no est confinada a una frmula especfica ylimitada. Son una serie de principios generales, enraizados

    en la Declaracin de Lincoln del 19 de mayo de 1856: No osengais. Las revoluciones no dan marcha atrs.

    La ideologa del cambio

    Esto nos lleva a la pregunta: cul es, si es que tengo, mi ideo-

    loga? Qu tipo de ideologa, si he de poseer alguna, puedetener un organizador que trabaja en y para una sociedad li-bre? El requisito previo para una ideologa es la posesin deuna verdad bsica. Por ejemplo, un marxista comienza con suverdad inicial: todos los males son consecuencia de la explo-tacin del proletariado por parte de los capitalistas. A partirde aqu, promueve lgicamente la revolucin para terminarcon el capitalismo, tras lo cual entra en la tercera etapa dereorganizacin del nuevo orden social (o dictadura del pro-letariado), y finalmente la ltima etapa, el paraso polticodel comunismo. Los cristianos tambin comienzan con suprimera verdad: la divinidad de Cristo y la naturaleza trinade Dios. A partir de estas primeras verdades mana, poco apoco, una ideologa.

    Un organizador que trabaja en y por una sociedad abierta

    se encuentra ante un dilema ideolgico. Para empezar, carecede una verdad de base; para l la verdad es relativa y cam-

    biante. Todopara l es relativo y cambiante. Es un relativis-ta poltico. Acepta la declaracin del fallecido juez Learned

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    Hand: Lo que define al hombre libre es aquella incertidum-bre interna, perenne y corrosiva, acerca de si est o no en lo

    correcto. La consecuencia es que est siempre a la caza delas causas de la difcil situacin del hombre y de las propues-tas generales que ayudan a encontrar un sentido a su mundoirracional. Debe examinar la vida constantemente, incluyen-do la suya, para tener una mnima idea de cmo funcionatodo, y debe cuestionar y examinar sus propios resultados.La irreverencia hacia las preguntas formuladas es un requisi-

    to. La curiosidad se convierte en algo compulsivo. Su pregun-ta ms frecuente es Por qu?.6

    Significa esto que el organizador en una sociedad librey para una sociedad libre se encuentra a la deriva? No, creoque ste tiene un mejor sentido de la orientacin que el or-ganizador social replegado en una rgida ideologa poltica.En primer lugar, el organizador de la sociedad libre es in-

    quieto, resistente, dinmico, y se encuentra en movimientodentro de una sociedad que se halla a su vez en un estado decambio constante. En la medida en la que se encuentre librede los grilletes del dogma, puede responder a las realidadesde las muy diversas situaciones que presenta nuestra socie-dad. En el fondo, tiene una sola conviccin: la creencia deque si la gente tiene el poder para actuar, a la larga lograr,en la mayora de los casos, alcanzar las decisiones correctas.

    La nica alternativa a este planteamiento es que el poder seaostentado por una elite una dictadura o alguna forma dearistocracia poltica. No me preocupa si esta fe en la gente esvista como una primera verdad y, por lo tanto, supone unacontradiccin de lo que ms arriba expuse, ya que la vida esuna sucesin de contradicciones. Al creer en la gente, el acti-vista se propone organizarlos para que alcancen el poder y la

    oportunidad de enfrentarse a cada crisis futura e impredeci-ble, mientras avanzan en su eterna bsqueda de los valoresde igualdad, justicia, libertad, paz, preocupacin por la vidahumana, y todos aquellos derechos y valores planteados porel judeocristianismo y la tradicin poltica democrtica. Lademocracia no es un fin en s mismo sino el mejor medio paraalcanzar estos valores. ste es el credo por el que me ro y porel que morir, si es preciso.

    6 Algunos dicen que no es casualidad que el signo de interrogacintenga la forma de arado invertido, rompiendo la dura tierra de las viejascreencias y preparndola para nuevas cosechas.

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    49El objetivo

    El requisito bsico para comprender las polticas de transfor-macin es reconocer el mundo tal y como es. Debemos traba-

    jar dentro de sus propios trminos si queremos transformarloen el mundo que queremos. Debemos ver de antemano elmundo como es y no como nos gustara que fuera. Debemosver el mundo como lo han visto todos los realistas polticos,en trminos de lo que hace el hombre y no de lo que debehacer, tal y como Maquiavelo y otros han expuesto.

    Resulta doloroso aceptar el simple hecho de que uno em-

    pieza desde donde se encuentra, de que debe liberarse de latelaraa de ilusiones que teje respecto a la vida. La mayorade nosotros vemos el mundo como nos gustara que fuese, yno tal y como es. El mundo ideal puede encontrarse cualquiertarde en la tele, en la sucesin de programas donde el buenosiempre gana; hasta las noticias de la noche, cuando de re-pente nos sumergimos en el mundo tal y como es.7

    Los realistas polticos ven el mundo tal cual es: un cam-po de batalla movido principalmente por intereses persona-les inmediatos, donde la moral es una justificacin retricade la accin oportunista y del inters propio. Tenemos dosejemplos en el cura que quiere ser obispo, hace la pelota ypolitiquea para su ascenso, justificndose con razones como:Cuando sea obispo utilizar mi puesto para la reforma cris-tiana; o en el empresario que razona: Primero conseguir

    mi primer milln y despus ir a por las cosas importantesde la vida. Desafortunadamente uno cambia de muchas ma-neras en el camino hacia el obispado o hacia el primer mi-lln, y termina diciendo: Esperar a ser cardenal y entoncespodr hacer ms cosas; o Podr hacer mucho ms cuan-do consiga dos millones, y siempre as.8En este mundo las

    7Hay algunas excepciones a la regla. En uno de los ltimos shangri-las[lugares de bsqueda de la espiritualidad oriental] de EEUU, Carmel-

    by-the-Sea, California, donde uno puede evadirse del mundo real, enla costa de la bellsima pennsula de Monterrey, la estacin de radioKRML retransmita las Sunshine News [Noticias soleadas] difundiendoexclusivamente las buenas noticias del mundo. Los intelectuales que semofaban de estas Sunshine News se parecen, en este sentido, a los queprefieren las respuestas prefabricadas.

    8Cada ao, y durante bastantes aos, los activistas del ltimo curso deun importante seminario catlico cerca de Chicago venan a visitarme

    justo un da antes de ser ordenados, con preguntas sobre valores, tcticasrevolucionarias y dems temas del estilo. En una ocasin uno de losseminaristas do: Seor Alinsky, antes de venir aqu nos reunimos y

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    51El objetivo

    De hecho, la vida es un combate. El mal es insolente yfuerte; la belleza encantadora pero escasa; la bondad

    tiende a ser dbil; la temeridad, a ser desafiante; laperfidia, a salirse con la suya; los imbciles, a estar enlos puestos de responsabilidad y las personas sensatasen los ltimos escalones; y as la humanidad tiende,en general, a la desdicha. Pero el mundo tal y comose alza no es ni un fantasma, ni una pesadilla de unanoche. Despertamos en l una y otra vez, no podemosolvidarlo, negarlo ni abandonarlo.

    La declaracin de Henry James convierte en afirmacin aque-lla pregunta de Job: Acaso no es una milicia lo que tiene elhombre en la tierra?.Benjamin Disraeli lo resumi as: Lavida poltica debe ser aceptada tal y como es.

    Una vez que nos movemos en el mundo tal y como es, co-

    menzamos a desprendernos de falacia tras falacia. La primerailusin de la que debemos desprendernos es la del punto devista convencional por el que vemos las cosas separadas de susinevitables contrapartidas. Intelectualmente sabemos que todoest funcionalmente interrelacionado, pero en medio de nues-tras operaciones segmentamos y aislamos todos los valores yproblemas. Todo lo que nos concierne debe ser visto como lapareja invisible de su opuesto, la luz y la oscuridad, el bien y

    el mal, la vida y la muerte. Desde el momento en que nacemoscomenzamos a morir. La felicidad y la miseria son insepara-bles. Tambin lo son la paz y la guerra. La amenaza destructi-va de la energa nuclear lleva consigo la posibilidad de la paz yla abundancia, y as con cada elemento del universo, todo estemparejado en esta enorme arca de No de la vida.

    La vida parece no tener sentido u orden alguno a no ser

    que la enfoquemos con la clave de los opuestos. Viendo todoen su dualidad, comenzamos a obtener pequeas pistas sobrela direccin y el sentido de las cosas. Es en estas contradic-ciones y en las incesantes tensiones de su interaccin dondecomienza la creatividad. Al empezar a aceptar las contradic-ciones vemos cada problema en su totalidad, en su sentidointerrelacionado. Entonces reconocemos que para cada posi-tivo hay un negativo, y que no hay nada positivo sin su nega-

    tivo concomitante, como tampoco existe un paraso polticosin su lado negativo.9

    9 Durante ms de cuatro mil aos la filosofa china ha contado con el

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    Niels Bohr seal que la aparicin de contradicciones era se-al de que el experimento iba en el buen camino: No hay

    mucha esperanza cuando solo tenemos una dificultad, perocuando tenemos dos, podemos enfrentarlas entre s. Bohrdefini esto como complementariedad, explicaba que la in-teraccin de fuerzas aparentemente conflictivas es de hechola armona de la naturaleza. Whitehead sealo de forma simi-lar que: En la lgica formal, una contradiccin es un signode derrota; pero en la evolucin del conocimiento real marca

    el primer paso del progreso hacia la victoria.Donde quiera que miremos, todo cambio muestra estacomplementariedad. En Chicago, los habitantes de La junglade Upton Sinclair,10por aquel entonces el barrio ms pobrede EEUU, aplastados por salarios mseros, desmoralizados,enfermos, viviendo en chabolas, estaban organizados. Suspancartas exigan igualdad racial, seguridad laboral y unavida digna para todos. Con sus propias fuezas, lucharon yganaron. Hoy en da, como parte de la clase media, tambinson parte de nuestra cultura discriminatoria y racista.

    La comunidad de Tennessee Valley era una de las joyas dela corona democrtica. Acudan visitantes de todos los rinco-nes del mundo para ver, admirar y estudiar este logro fsicoy social de una sociedad libre. Hoy en da esta regin es lavergenza de las montaas de Cumberland, una tierra desfi-gurada por las minas de carbn.

    El CIO era el sindicato abanderado de los trabajadoresamericanos. En su organizacin, directa e indirectamente, seencontraban todos los activistas de EEUU; lucharon contra

    principio de complementariedad. Creen que del infinito (naturaleza,dios o dioses) naci el principio de la creacin al que llamaron el GranExtremo, del cual nacieron los dos principios o poderes duales, el Ying yel Yang, de los cuales naci todo lo dems. El Ying y el Yang se definencomo lo positivo y lo negativo, la luz y la oscuridad, lo masculino y lofemenino, y con otros muchos ejemplos de contrarios.

    10The Jungle es unanovela de 1906 que describe lasduras e inhumanascondiciones de trabajo en la industria crnica de la ciudad de Chicago.Publicada por entregas en el peridico socialista The Appeal to Reason unao antes, gener protestas a favor de reformas laborales y agrcolas alo largo y ancho de Estados Unidos, y dio lugar a una investigacin deRoosevelt y el gobierno federal que culmin en la Pure Food Legislationde 1906, acogida favorablemente por la opinin pblica. La edicincastellana es La jungla, Madrid, Capitn Swing, 2012. [N. de E.]

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    53El objetivo

    las estructuras corporativas de la nacin y ganaron. Hoy, fu-sionado con el sindicato AFL, forma parte del sistema y su

    lder apoya la guerra de Vietnam.Otro ejemplo son los actuales y ambiciosos proyectos de

    vivienda pblica. Concebidos y llevados a cabo originalmen-te como un paso importante para librar a las ciudades de los

    barrios marginales, supusieron el derribo de estos barrios in-salubres, infestados de ratas y la construccin de modernosedificios de apartamentos. Se presentaron como el rechazo de

    EEUU a permitir que su gente viviera en las sucias ruinasde los barrios bajos. Es vox populique se han convertido enjunglas de terror y que ahora nos enfrentamos al problemade cmo transformarlos o librarnos de ellos. Se han conver-tido en resultado de una doble segregacin por situacineconmica y color y en un peligro para cualquiera que estobligado a vivir en ellos. Un sueo hermoso y positivo se hatornado en pesadilla.

    Se trata de la fbula universal de la revolucin y la reac-cin. La constante lucha entre lo positivo y lo negativo, queincluye la inversin de roles de manera que lo positivo de hoyes lo negativo de maana y viceversa.

    Este punto de vista sobre la naturaleza reconoce que larealidad es dual. Los principios de la mecnica cuntica en

    fsica se aplican incluso de manera ms dramtica a la mec-nica de los movimientos de masas.

    Esto no slo es cierto en lo que respecta a la complemen-tariedad, sino tambin en el rechazo del concepto, hasta lafecha universal, de causalidad, mediante el cual la materiay la fsica se entendan en trminos de causa y efecto, dondepor cada efecto tena que haber una causa y lo uno siempre

    provocaba lo mismo. En mecnica cuntica, la causalidad fuesustituida, en gran medida, por la probabilidad: un electrno un tomo no tiene que hacer nada especfico en respuestaa una fuerza particular, simplemente hay una serie de pro-

    babilidades de que reaccionen de una u otra manera. Esto esfundamental en las observaciones y propuestas que expon-go ms adelante. En ningn momento, en ningn debate oanlisis de los movimientos de masas, de las tcticas, o en

    cualquiera de las fases del problema, puede decirse que si talcosa sucede entonces habr xresultado. Lo mximo a lo quepodemos aspirar es a un entendimiento de las consecuenciasprobables de ciertas acciones.

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    55El objetivo

    a s mismos en las polticas de la vida. Los poderosos quierenconservar, los desposedos quieren obtener. En trminos ter-

    mo-polticos son una masa compuesta por las cenizas fras dela resignacin y el fatalismo, pero en su interior son brillantes

    brasas de esperanza que pueden ser encendidas a travs de laconstruccin de medios para la obtencin de poder. Una vezque empieza la fiebre, la llama despierta. No tienen ningnsitio al que ir, ms que hacia arriba.

    Odian el establishmentde los poderosos con su arroganteopulencia, su polica, sus cortes y sus iglesias. Justicia, mora-lidad, ley y orden son meras palabras cuando las usan los po-derosos, que justifican y aseguran su status quo. El poder de lospobres no slo reside en su nmero. Se ha dicho que los pode-rosos, que viven bajo la pesadilla de las posibles amenazas a susposesiones, son siempre asaltados por la pregunta Cundodormiremos?, mientras la perenne pregunta de los despose-

    dos es Cundo comemos?. El grito de los desposedos nun-ca ha sido Dadnos vuestros corazones, sino Dejadnos enpaz; no piden amor, piden espacio para respirar.

    Entre los poderosos y los desposedos se encuentran losque tienen un poco y quieren ms: la clase media. Divididosentre la conservacin del status quopara proteger lo poco quetienen, y el deseo de cambio para poder tener ms, se convier-

    ten en personalidades divididas. Podran ser descritos comoesquizoides polticos, econmicos y sociales. En general bus-can el camino seguro, donde puedan aprovecharse del cambiosin arriesgarse a perder lo poco que tienen. Insisten en tenerun mnimo de tres ases antes de jugar una mano en el pkerde la revolucin. En trminos termo-polticos son tibios y es-tn enraizados en la inercia. En la sociedad occidental de hoy

    en da y, particularmente, en Estados Unidos, comprenden lamayora de nuestra poblacin.

    Sin embargo, en los intereses conflictivos y en las con-tradicciones de los que tienen-un-poco-y-quieren-ms, seencuentra la gnesis de la creatividad. De esta clase hansalido, con pocas excepciones, los grandes lderes mun-diales del cambio de los siglos pasados: Moiss, Pablo de

    Tarso, Martn Lutero, Robespierre, Georges Danton, SamuelAdams, Alexander Hamilton, Thomas Jefferson, NapolenBonaparte, Giuseppe Garibaldi, Nikolai Lenin, MahatmaGandhi, Fidel Castro, Mao Tse-tung y tantos otros.

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    El cambio supone movimiento. El movimiento implica fric-cin. Slo en el vaco sin friccin de un mundo abstracto

    inexistente, el movimiento y el cambio podran producirsesin esa abrasiva friccin del conflicto. En estas pginas, nues-tro objetivo poltico evidente es cooperar con esta gran ley delcambio; querer otra cosa significara seguir al rey Canut, quequera ordenar a las mareas y a las olas que se detuviesen.

    Una palabra acerca de mi filosofa personal. Est ancla-da en el optimismo, y debe estarlo, ya que el optimismo trae

    esperanza, un futuro con un objetivo y por lo tanto una vo-luntad de luchar por un mundo mejor. Sin este optimismo nohay razn para continuar. Si consideramos la lucha como elascenso de una montaa, debemos visualizar una montaasin cumbre. Vemos una cumbre, pero cuando finalmente laalcanzamos, las nubes se disipan y vemos que era slo unespejismo. La montaa contina. Ahora divisamos la ver-dadera cumbre y luchamos por alcanzarla, slo para encon-

    trarnos con que se trataba de otro espejismo, la cumbre esttodava ms arriba. Se trata de una subida interminable.

    Una vez que sabemos que la montaa no tiene cumbre,que es una bsqueda permanente de altiplano en altiplano,surge la pregunta: para qu la lucha? Para qu el conflicto,el descorazonamiento, el peligro y el sacrificio? Para qu estainterminable escalada? Nuestra respuesta es la misma que da

    un autntico escalador cuando se le pregunta por qu hace loque hace: Porque est ah. La vida est delante de nosotros,y si no nos ponemos a prueba enfrentndonos a sus desafos,acabaremos acurrucados en los valles de una existencia sinsueos cuyo nico propsito es la preservacin de una se-guridad ilusoria. Esto ltimo es lo que la inmensa mayorade la gente elige, temiendo aventurarse en lo desconocido.Paradjicamente abandonan el sueo de lo que podran en-

    contrarse maana en las alturas, por una perpetua pesadilla,una interminable sucesin de das en los que temen la prdi-da de una tenue seguridad.

    A diferencia de la tarea del mtico Ssifo, este desafo nosupone empujar una roca hasta la cima de la montaa paraque a su llegada sta vuelva a rodar montaa abajo, y repe-tir la tarea eternamente. Este desafo implica empujar la roca

    montaa arriba, pero, a diferencia de Ssifo nosotros segui-mos empujndola hacia nuevas alturas. Y tambin a diferen-cia de Ssifo, cada etapa del camino hacia lo alto es diferente,asombrosa, una nueva aventura cada vez.

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    A veces la roca cae haciendo retroceder nuestro ascenso yprovocndonos desnimo, pero esto no significa que no es-

    temos avanzando. Simplemente, sta es la misma naturalezade la vida (que es una escalada) y la resolucin de cada pro-blema crea a su vez otros problemas, surgidos de situacionesapremiantes inimaginables hoy en da. La bsqueda de la fe-licidad no termina nunca, la felicidad reside en la bsqueda.

    Enfrentados a la decadencia materialista del status quo, unono debe sorprenderse al ver que todos los movimientos revo-

    lucionarios vienen primordialmente generados por valores yconsideraciones espirituales como la justicia, la igualdad, lapaz y la hermandad. La historia es una carrera de relevos derevoluciones, la antorcha del idealismo es llevada por un gru-po revolucionario hasta que ese grupo se establece, entonces laantorcha se posa silenciosamente a esperar, hasta que un nue-vo grupo revolucionario la recoge para la siguiente etapa de lacarrera. Y as el ciclo revolucionario sigue adelante.

    Una gran revolucin, que debe darse en el futuro inmedia-to, es la disipacin de la ilusin del ser humano de que su pro-pio bienestar puede estar separado del bienestar de los dems.Mientras el hombre est encadenado a este mito, el esprituhumano seguir languideciendo. La preocupacin por nues-tro bienestar material privado, en detrimento del bienestar delos dems, es inmoral segn los preceptos de la civilizacin

    judeocristiana, y lo que es an peor, es una estupidez dignade animales. Es el hombre arrastrndose todava por el fangode sus comienzos, en la ignorancia y en la mera astucia ani-mal. Pero aqullos que saben que la interdependencia del serhumano es su mayor fortaleza, en su lucha por salir del fango,han sido sabios en sus exhortaciones y pronunciamientos mo-rales acerca de que el hombre es el guardin de sus hermanos.

    En ese aspecto, los ltimos siglos han sido un desastre; fueun error asumir que el ser humano perseguira la moralidaden un nivel ms alto que el que su da a da le exiga. Fue unflaco favor para el futuro separar la moralidad de los deseosdiarios, y elevarla a un plano de altruismo y autosacrificio. Enrealidad, es el inters propio y no la naturaleza intrnseca delser humano lo que le exige ser el guardin de sus hermanos.Vivimos en un mundo en el que una persona no puede tener

    pan mientras su vecino carece de ste. Si no comparte su pan,no se atreve ni a dormir, ya que sus vecinos lo matarn. Paracomer y dormir con seguridad, debe hacer lo correcto, y ser enla prctica el guardin de sus hermanos.

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    59El objetivo

    Creo que el ser humano est a punto de aprender que la vidams prctica es la vida moral, y que la vida moral es el nico

    camino hacia la supervivencia. Est comenzando a aprenderque o bien comparte algunos de sus bienes o bien lo perdertodo; que debe respetar y aprender a vivir con otras ideolo-gas polticas si quiere que la civilizacin contine. ste es eltipo de argumento que la experiencia real del ser humano noslleva a comprender y aceptar. ste es el camino que conduce a lamoral. No hay ningn otro.

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    No podemos pensar primero y actuar despus. Desde el mo-mento en que nacemos estamos inmersos en la accin y slopodemos guiarla de forma precaria a travs del pensamiento.

    Alfred North Whitehead

    LaperennepreguntaEl fin justifica los medios? carece desentido por s misma; la nica y verdadera pregunta respec-to a la tica de los medios y sus fines es, y siempre ha sido:Este fin en concreto justifica estos medios?.

    La vida y cmo se vive es la historia de los medios y losfines. El fin es lo que quieres, y los medios, cmo lo consigues.Cuando pensamos en el cambio social surge la pregunta delfin y sus medios. El hombre de accin considera la cuestin

    del fin y sus medios de manera pragmtica y estratgica.No tiene ningn otro problema; slo piensa en los recursosque tiene y en las diferentes posibilidades de accin. A losfines slo les pide que sean factibles y que su coste merez-ca la pena; a los medios les pide meramente que funcionen.Decir que los medios corruptos corrompen los fines es creeren la inmaculada concepcin de los fines y los principios. El

    escenario real es corrupto y sangriento. La vida es un procesocorrupto desde el momento en que un nio aprende a enfren-tarse a su madre respecto a cundo toca irse a la cama. Aquelque teme la corrupcin, teme la vida.

    2. De medios y fines

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    El revolucionario pragmtico comprende bien a Goethe cuan-do deca que la conciencia es la virtud de los que observan

    y no la de los agentes de la accin; en la accin, no siemprese disfruta del lujo de una decisin consistente con la con-ciencia individual de cada uno y a la vez con el bien de lahumanidad. La eleccin debe hacerse respecto a esto ltimo.La accin se dirige a la salvacin de las masas y no a la sal-vacin personal del individuo. Quien sacrifica el bien comnpor su conciencia individual tiene una peculiar concepcin

    de la salvacin personal; no le importan lo sufi

    ciente laspersonas como para ser corrompido por ellas.

    Las personas que amontonan tesis y escritos acerca de latica de los fines y los medios que, salvo raras excepciones,son absolutamente estriles, pocas veces escriben acerca desus propias experiencias dentro de la permanente lucha de lavida y el cambio. Son ajenos a las responsabilidades, a losproblemas operacionales y a la incesante presin para tomardecisiones inmediatas. Estn apasionadamente comprometi-dos con una objetividad mstica que sospecha de las pasio-nes. Asumen una situacin inexistente en la que los hombres,desapasionadamente y con la razn, dibujan y deciden finesy medios como si estuvieran estudiando una carta de navega-cin en tierra firme. Se les reconoce cuando dicen: Estamosde acuerdo con los fines pero no con los medios, o bien:

    ste no es el momento adecuado. Los moralistas de los fi-nes y los medios siempre acaban logrando sus fines sin tenerque utilizar los medios.

    Constantemente obsesionados por la tica de los mediosempleados por los pobres contra los ricos, deberan pregun-tarse ms bien dnde se sitan polticamente. De hecho, sonaliados pasivos de los ricos. Es a ellos a los que se refera

    Jacques Maritain cuando declaraba: El miedo a ensuciarselas manos entrando de lleno en la historia no es una virtudsino una forma de evadirla. Estos hombres de inaccin fue-ron los que decidieron no luchar contra los nazis de la nicamanera en la que se poda luchar contra ellos. Corrieron lascortinas para no ver el vergonzoso espectculo de los judosy los presos polticos cuando eran arrastrados por las calles.Son los mismos que en la intimidad deploraban el horror de

    todo aquello y no hicieron nada al respecto. He aqu el col-mo de la inmoralidad. El ms inmoral de los medios es la noutilizacin de ninguno de ellos. Es esta especie de hombrela que particip con tanto ardor y fanatismo en la antigua

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    63De medios y fines

    Sociedad de Naciones, a fin de debatir acerca de las diferen-cias ticas entre las armas defensivas y ofensivas. Su miedo a

    la accin le lleva a refugiarse en una moralidad tan separadade la realidad que slo puede aplicarse a los ngeles, y noa los hombres. Los principios segn los cuales emitimos un

    juicio deben estar profundamente enraizados en los cmosy los porqus de la vida, en el mundo tal y como es, y no enel mundo que imaginamos en nuestros sueos.

    A continuacin voy a presentar una serie de reglas que re-

    miten a la tica de los medios y los fines. La primera regla es que lapreocupacin por la tica de losfines y los medios es inversamente pro-porcional a los intereses personales que tenemos en el asunto. Cuandono estamos directamente implicados rebosamos moralidad; taly como lo expuso La Rochefoucauld: Todos tenemos la fuerzasuficiente para soportar las desgracias de los dems. Podemosreformular esta regla en los siguientes trminos: La preocupacin

    por la tica de losfines y los medios es inversamente proporcional a la

    distancia que nos separa del lugar del conflicto.La segunda regla de la tica del fin y los medios es que la mane-

    ra de juzgar la moralidad de los medios vara segn las posicionespolticas de los juzgados.Si una persona se opone activamentea la ocupacin nazi y se une a la resistencia clandestina, esprobable que adopte medios como el asesinato, el terror, ladestruccin de la propiedad, el bombardeo de tneles y tre-

    nes, el secuestro e incluso que aceptara el sacrificio de rehe-nes inocentes para conseguir sus fines: acabar con los nazis.Quienes se oponan a la invasin nazi consideraban la resis-tencia como un ejrcito clandestino de patriotas idealistas, deuna valenta sin igual y con la voluntad de sacrificar sus vidaspor sus convicciones morales. Para las autoridades de ocupa-cin, sin embargo, estas personas eran terroristas sin ley, ase-sinos, saboteadores que crean que el fin justificaba los me-dios, y que no respetaban en absoluto las msticas reglas de laguerra. Cualquier ocupacin extranjera juzga a la resistenciasegn los mismos principios. Sin embargo, en un conflictocomo ste, ningn protagonista est preocupado por otro va-lor que no sea el de la victoria; es cuestin de vida o muerte.

    Para nosotros, la Declaracin de Independencia constitu-ye un documento glorioso en el que se recogen los derechos