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LOS MATERIALES DE CONSTRUCCIÓN Y EL MEDIO AMBIENTE Francisco J. Arenas Cabello Doctor en Derecho y Arquitecto Técnico Profesor de Derecho Administrativo de la UNED 1- INTRODUCCIÓN El impacto ambiental producido por la industria de la Construcción a la luz de la Revolución Industrial constituye la deuda aún pendiente que han de afrontar las sociedades industrializadas con vistas a este nuevo milenio; lo cierto es que la Revolución Industrial supone un gran cambio en las técnicas empleadas en la producción de los materiales de construcción, dado que hasta entonces, los materiales eran naturales, propios de la biosfera, procedentes del entorno inmediato, de fabricación simple y adaptados a las condiciones climáticas del territorio donde se llevaba a cabo la edificación. El resultado de este cambio se traduce, en primer lugar, en un gran aumento de la distancia entre la obtención de materias primas y la ubicación de su elaboración o construcción; en segundo lugar, en el agotamiento de los recursos naturales próximos; y finalmente, en el aumento de la emisión de contaminantes derivados de la industria de la Construcción. Asimismo, la gran demanda de materiales de construcción a mediados del siglo XX comporta la necesidad de extraer y procesar gran cantidad de materias primas, elaborar nuevos materiales y el tratamiento de una elevada cantidad de residuos de construcción y demolición, con el coste energético que ello representa. No obstante, el reto a superar por la industria de la Construcción, en cualquiera de sus tipologías, sigue siendo fundamentalmente el empleo de materiales de construcción de bajo impacto ambiental, dado que son estos los que más repercuten sobre el medio natural, sin descartar otros impactos relacionados con el consumo de energía o los residuos. Es necesario señalar que, por lo que atañe a España, aún se encuentran en fase embrionaria los criterios o parámetros de sostenibilidad ambiental aplicados a la Construcción en general, y a la Edificación en particular, relativos al empleo de materiales con menor impacto ambiental para su uso en la edificación con alta eficiencia energética, durabilidad, recuperabilidad y recursos renovables. De hecho, sorprende el poco interés existente entre los actores intervinientes en el proceso edificatorio, tanto del sector privado como del público, para facilitar el uso de materiales de construcción con menor impacto ambiental y mayor capacidad para ser reciclados, empleando técnicas de eficiencia energética en las construcciones y fomentando la gestión adecuada de los residuos. Por lo que respecta al sector público, la Administración se ha demorado cinco años en aprobar el Código Técnico de la Edificación que le encomendaba la Ley 38/1999 de Ordenación de la Edificación. Código Técnico de la Edificación, que establece un régimen de aplicación transitorio y que habrá que estar a sus Documentos Básicos para conocer qué criterios de sostenibilidad ambiental impone a los proyectos de obras. Este estudio tiene por objeto analizar el impacto ambiental que generan los materiales de construcción, en sus distintas fases, así como sus iniciativas medioambientales tanto comunitarias como nacionales, para concluir con un apartado dedicado a reflexiones.

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 LOS MATERIALES DE CONSTRUCCIÓN Y EL MEDIO AMBIENTE

 

 

Francisco J. Arenas CabelloDoctor en Derecho y Arquitecto Técnico 

Profesor de Derecho Administrativo de la UNED

1- INTRODUCCIÓN

El impacto ambiental producido por la industria de la Construcción a la luz de la Revolución Industrial constituye la deuda aún pendiente que han de afrontar las sociedades industrializadas con vistas a este nuevo milenio; lo cierto es que la Revolución Industrial supone un gran cambio en las técnicas empleadas en la producción de los materiales de construcción, dado que hasta entonces, los materiales eran naturales, propios de la biosfera, procedentes del entorno inmediato, de fabricación simple y adaptados a las condiciones climáticas del territorio donde se llevaba a cabo la edificación.

El resultado de este cambio se traduce, en primer lugar, en un gran aumento de la distancia entre la obtención de materias primas y la ubicación de su elaboración o construcción; en segundo lugar, en el agotamiento de los recursos naturales próximos; y finalmente, en el aumento de la emisión de contaminantes derivados de la industria de la Construcción.

Asimismo, la gran demanda de materiales de construcción a mediados del siglo XX comporta la necesidad de extraer y procesar gran cantidad de materias primas, elaborar nuevos materiales y el tratamiento de una elevada cantidad de residuos de construcción y demolición, con el coste energético que ello representa.

No obstante, el reto a superar por la industria de la Construcción, en cualquiera de sus tipologías, sigue siendo fundamentalmente el empleo de materiales de construcción de bajo impacto ambiental, dado que son estos los que más repercuten sobre el medio natural, sin descartar otros impactos relacionados con el consumo de energía o los residuos.

Es necesario señalar que, por lo que atañe a España, aún se encuentran en fase embrionaria los criterios o parámetros de sostenibilidad ambiental aplicados a la Construcción en general, y a la Edificación en particular, relativos al empleo de materiales con menor impacto ambiental para su uso en la edificación con alta eficiencia energética, durabilidad, recuperabilidad y recursos renovables. De hecho, sorprende el poco interés existente entre los actores intervinientes en el proceso edificatorio, tanto del sector privado como del público, para facilitar el uso de materiales de construcción con menor impacto ambiental y mayor capacidad para ser reciclados, empleando técnicas de eficiencia energética en las construcciones y fomentando la gestión adecuada de los residuos.

Por lo que respecta al sector público, la Administración se ha demorado cinco años en aprobar el Código Técnico de la Edificación que le encomendaba la Ley 38/1999 de Ordenación de la Edificación. Código Técnico de la Edificación, que establece un régimen de aplicación transitorio y que habrá que estar a sus Documentos Básicos para conocer qué criterios de sostenibilidad ambiental impone a los proyectos de obras.

Este estudio tiene por objeto analizar el impacto ambiental que generan los materiales de construcción, en sus distintas fases, así como sus iniciativas medioambientales tanto comunitarias como nacionales, para concluir con un apartado dedicado a reflexiones. 

2- EL IMPACTO AMBIENTAL EN LOS MATERIALES DE CONTRUCCIÓN

La mitad de los materiales empleados en la industria de la Construcción proceden de la corteza terrestre, produciendo anualmente en el ámbito de la Unión Europea (UE) 450 millones de toneladas de residuos de la construcción y demolición (RCD); esto es, más de una cuarta parte de todos los residuos generados. Este volumen de RCD aumenta constantemente, siendo su naturaleza cada vez más compleja a medida que se diversifican los materiales utilizados. Este hecho limita las posibilidades de reutilización y reciclado de los residuos, que en la actualidad es sólo de un 28% (en el caso de España, un 5%), lo que aumenta la necesidad de crear vertederos y de intensificar la extracción de materias primas[1].

En términos estadísticos, se puede decir que el sector de la Construcción es responsable del 50% de los recursos naturales empleados, del 40% de la energía consumida (incluyendo la energía en uso) y del 50% del total de los residuos generados[2].

Si bien es cierto que el procesado de materias primas y la fabricación de los materiales generan un alto coste energético y medioambiental, no es menos cierto que la experiencia ha puesto de relieve que no resulta fácil cambiar el actual sistema de

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construcción y la utilización irracional de los recursos naturales, donde las prioridades de reciclaje, reutilización y recuperación de materiales, brillan por su ausencia frente a la tendencia tradicional de la extracción de materias naturales. Por ello, se hace necesario reconsiderar esta preocupante situación de crisis ambiental, buscando la utilización racional de materiales que cumplan sus funciones sin menoscabo del medio ambiente. 

Conocido es que los materiales de construcción inciden en el medio ambiente a lo largo de su ciclo de vida, desde su primera fase; esto es, desde la extracción y procesado de materias primas, hasta el final de su vida útil; es decir, hasta su tratamiento como residuo; pasando por las fases de producción o fabricación del material y por la del empleo o uso racional de estos materiales en la Edificación.

La fase de extracción y procesado de materias primas constituye la etapa más impactante, dado que la extracción de rocas y minerales industriales se lleva a cabo a través de la minería a cielo abierto, en sus dos modalidades: las canteras y las graveras.

El impacto producido por las canteras y graveras en el paisaje, su modificación topográfica, pérdida de suelo, así como la contaminación atmosférica y acústica, exigen un estudio muy pormenorizado de sus efectos a fin de adoptar las medidas correctoras que tiendan a eliminar o minimizar los efectos negativos producidos.

La fase de producción o fabricación de los materiales de construcción representa igualmente otra etapa de su ciclo de vida con abundantes repercusiones medioambientales. Lo cierto es que en el proceso de producción o fabricación de los materiales de construcción, los problemas ambientales derivan de dos factores: de la gran cantidad de materiales pulverulentos que se emplean y del gran consumo de energía necesario para alcanzar el producto adecuado. Los efectos medioambientales de los procesos de fabricación de materiales se traducen, pues, en emisiones a la atmósfera de CO2, polvo en suspensión, ruidos y vibraciones, vertidos líquidos al agua, residuos y el exceso de consumo energético.

La fase de empleo o uso racional de los materiales, quizás la más desconocida pero no menos importante, dado que incide en el medio ambiente, en general; y, en particular, en la salud. Los contaminantes y toxinas más habituales en ambientes interiores y sus efectos biológicos -inherentes a los materiales de construcción en procesos de combustión y a determinados productos de uso y consumo- van desde gases como ozono y radón, monóxido de carbono, hasta compuestos orgánicos volátiles como organoclorados (PVC).

Por último, la fase final del ciclo de vida de los materiales de construcción coincide con su tratamiento como residuo. Estos residuos proceden, en su mayor parte, de derribos de edificios o de rechazos de materiales de construcción de obras de nueva planta o de reformas. Se conocen habitualmente como escombros, la gran mayoría no son contaminantes; sin embargo, algunos residuos con proporciones de amianto, fibras minerales o disolventes y aditivos de hormigón pueden ser perjudiciales para la salud. La mayor parte de estos residuos se trasladan a vertederos, que si bien en principio no contaminan, sí producen un gran impacto visual y paisajístico, amén del despilfarro de materias primas que impiden su reciclado. 

3- INICIATIVAS MEDIOAMBIENTALES COMUNITARIAS EN TORNO A LOS MATERIALES DE CONSTRUCCIÓN

En la actualidad -a excepción de la Directiva europea sobre productos de la construcción, que se analiza a continuación- no existe norma alguna de obligado cumplimiento para los Estados miembros de la UE relativa a los criterios medioambientales en la selección de los materiales de construcción.

Ahora bien, se ha elaborado un Plan de Acción, en el contexto de una Comunicación de la Comisión Europea sobre la competitividad en la industria de la Construcción, de 31 de Mayo de 1999, que desarrolla la estrategia para el uso y promoción de «los materiales de construcción no perjudiciales para el medio ambiente», cuyo objeto reside en la contribución en mayor medida a una construcción más sostenible.

Para ello se ha establecido un Grupo de Trabajo que recomienda la adopción de la herramienta del Análisis del Ciclo de Vida, así como del empleo de un Inventario del Ciclo de Vida, con una base de datos ambientales de los materiales de construcción.

Lo cierto es que para mejorar las prestaciones durante el ciclo de vida de un producto o material es necesario conocer sus impactos, por tanto el primer paso para aplicar este instrumento del ciclo de vida a toda la economía consiste en generar y recopilar información sobre los impactos ambientales durante el ciclo de vida de los productos. Esta información puede reunirse en Inventarios de Ciclo de Vida (ICV) e interpretarse mediante Análisis del Ciclo de Vida (ACV). La combinación de ICV y ACV no es sencilla ni barata. Algunos elementos son de dominio público, otros no, y su valor depende de su calidad y de su relevancia para las necesidades y las opciones del usuario.

Los usuarios han de tener fácil acceso a una información comprensible, pertinente y creíble a través del etiquetado del

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producto o de otra fuente fácilmente accesible. Así, se recomiendan las declaraciones medioambientales verificadas -Tipo III, según ISO, basadas en el ACV-, y la aplicación de tipos de IVA reducidos a los productos que llevan la etiqueta ecológica europea.

Es necesario recordar que en la UE, en materia de desarrollo sostenible, se ha aprobado la Comunicación de la Comisión, de 11 de febrero de 2004 (intermedia) y de 11 de enero de 2006, «Hacia una estrategia temática sobre el medio ambiente urbano», contemplado en el Sexto Programa de Acción en materia de Medio Ambiente, sobre cuatro temas transversales esenciales, a saber: la gestión urbana sostenible, el transporte urbano sostenible, la construcción sostenible y el urbanismo sostenible.

Acerca de la construcción sostenible, la Comisión propone el desarrollo de una metodología común para evaluar la sostenibilidad global de los edificios y del entorno construido, que incluirá indicadores de costes durante el ciclo de vida útil; alentando a todos los Estados miembros a elaborar y poner en práctica un Programa Nacional de Construcción Sostenible (ya existente en países como Finlandia, Suecia, Holanda y Reino Unido), así como la adopción de medidas complementarias en orden a establecer tanto las nuevas exigencias de eficiencia medioambiental de carácter no energético, como el etiquetado medioambiental de los materiales de construcción (en el contexto de las declaraciones medioambientales sobre productos o de las etiquetas ecológicas de la UE, según proceda), utilizando normas europeas y el Eurocódigo.

Normas que en el caso español quedan contenidas ya en el nuevo Código Técnico de Edificación, si bien sin conocerse a día de hoy su verdadero alcance y contenido; dichas normas deberán ampliarse en el Plan o Programa Nacional de Construcción o Edificación Sostenible, en fase de elaboración; preferible de Construcción Sostenible, término más amplio, dado que éste engloba a la Ingeniería Civil y a la propia Edificación. [3][4]

Finalmente, se recomienda a todos los Estados miembros y Administraciones Públicas contratantes a utilizar requisitos de sostenibilidad en sus procedimientos de licitación de edificios y obras de construcción. A este respecto, la Comisión ha elaborado una «Comunicación interpretativa sobre la legislación comunitaria de contratos públicos y las posibilidades de integrar los aspectos medioambientales en la contratación pública»[5]. Se trata de unas directrices no vinculantes con las que se pretende estimular la introducción del factor ambiental en la contratación pública, sin perjuicio de que en futuras directivas se imponga a los Estados miembros la realización de este objetivo[6].

Asimismo, no debemos olvidar, como venimos apuntando, que la industria de la Construcción es responsable del empleo de más del 50% de los recursos naturales. A este respecto, la UE ha elaborado una estrategia temática, cuyo objetivo es establecer un marco y unas medidas que permitan el uso sostenible de los recursos naturales sin perjudicar el medio ambiente, y que lleva por título: «Hacia una estrategia temática para el uso sostenible de los recursos naturales», Comunicación de la Comisión, de 1 de octubre de 2003 [7]. Esta estrategia pretende dar respuesta a los dos tipos de impactos potenciales que generan un uso insostenible de los recursos naturales: el agotamiento de los propios recursos naturales y la pérdida de la calidad del medio natural, que puede afectar incluso a la salud humana (por ejemplo, por la exposición a sustancias nocivas como el amianto).

Este apartado tiene por objeto analizar los aspectos medioambientales de la Directiva europea de productos de la construcción, el Libro Verde sobre la Política de Productos Integrada y su relación con los materiales de construcción, y finalmente los Sistemas de Gestión Ambiental y acuerdos voluntarios para los fabricantes de materiales de construcción.

1. Aspectos medioambientales de la Directiva europea de productos de la construcción: las normas CEN

El 21 de diciembre de 1988 el Consejo de las Comunidades Europeas aprobó la Directiva 89/106/CEE, relativa a las disposiciones legales, reglamentarias y administrativas de los Estados miembros sobre productos de construcción, cuyo objeto es la libre circulación de los productos de construcción y la eliminación de barreras técnicas.

El desarrollo de esta Directiva lleva consigo la preparación de un conjunto de documentos interpretativos elaborados en el seno del Comité Europeo de Normalización (CEN)[8], con la participación de los centros de normalización de los diferentes Estados miembros, en el caso de España con AENOR; y con la colaboración de representantes de diferentes empresas, quienes componen los grupos de trabajo relacionados con los distintos productos.

La referida Directiva -que se transpone a nuestro ordenamiento jurídico interno a través del Real Decreto 1630/92, de 29 de diciembre, de libre circulación de productos de construcción- define al producto de construcción como cualquier producto fabricado para su incorporación con carácter permanente a las obras de construcción, incluyendo tanto las deedificación como las de ingeniería civil.

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Igualmente, la Directiva afecta no sólo a los fabricantes de los materiales de construcción, sino también a todos los agentes intervinientes en el proceso de construcción (arquitectos, ingenieros, aparejadores, constructores y administración), estableciendo en su Anexo I seis requisitos esenciales (criterios generales que se concretan en documentos interpretativos y que deberán cumplirse durante un período de vida económicamente razonable) para los productos de construcción; uno de los cuales, el nº 3, se relaciona con la «Higiene, salud y medio ambiente», lo que supuso que los aspectos o criterios medioambientales ya se incluían como requisito a considerar en el sector de la Construcción.

Estos requisitos básicos, igualmente, se recogen en la Ley de Ordenación de la Edificación, cuyo Código Técnico determina que establecerá las especificaciones precisas para el cumplimiento de estos requisitos básicos.

Siguiendo con la Directiva, ha de señalarse que las obras deberán proyectarse y construirse de forma que no supongan una amenaza para la higiene, salud y medio ambiente, en particular como consecuencia de las siguientes circunstancias: fugas de gas tóxico, presencia de partículas o gases peligrosos en el aire, emisión de radiaciones peligrosas, contaminación o envenenamiento del agua o del suelo, defectos de evacuación de aguas residuales, humos y residuos sólidos o líquidos, presencia de humedad en partes de la obra o superficies interiores de la misma.

Asimismo, las obras deberán proyectarse y construirse de forma que la cantidad de energía necesaria para su utilización sea moderada y que los productos no han de desprender contaminantes ni residuos susceptibles de dispersarse en el medio y de modificar la calidad del medio, comportando así riesgos para la salud de las personas, animales o plantas, y comprometiendo el equilibrio de los ecosistemas.

Los materiales no deben emitir sustancias tóxicas ni en el proceso de producción ni en el de construcción, evitándose en consecuencia ambientes interiores insalubres o peligrosos para sus ocupantes, como lo que se ha venido en llamarsíndrome del edificio enfermo, cuyos ocupantes podían padecer enfermedades respiratorias. Con ello se pretende dar respuesta, a modo de ejemplo, a aquellos edificios construidos en los años setenta en los países nórdicos, energéticamente muy eficientes, pero tan herméticos que no podían respirar y muchas personas enfermaron.

El impacto sobre el medio ambiente debe ser considerado en cada fase del ciclo de vida del material de construcción, sobre todo cuando se fabrica, produce y construye; se utiliza en obras acabadas; y se derriba, descarga, incinera o revalorizan los desperdicios.

El ámbito de aplicación de la Directiva se limita a las «obras en función», por lo que las reglas y reglamentos sobre productos que no dimanen de las referentes a las obras en función -ya sean las reglas sobre la composición de los productos de construcción, las legislaciones que limitan las sustancias en un producto de construcción o las legislaciones sobre la protección de los trabajadores- quedan fuera del ámbito de aplicación de la Directiva.

Por último, y por lo que respecta a la exigencia esencial de «Higiene, salud y medio ambiente», se introduce en los mandatos de normalización con dos finalidades:

1) La armonización. El anexo 2 de los mandatos de normalización debe indicar las características de las parejas producto-utilización que vayan directamente asociadas con al menos un requisito esencial a las obras y que se reglamenten al menos por un Estado miembro. Cumplido este requisito, sus características se someterán a armonización

2) La información. El anexo 4 de los mandatos se refiere a un documento generado por la Comisión -que no adopta posición alguna en este caso- con la colaboración de los Estados miembros, permitiendo completar la información de los expertos responsables de la realización de las especificaciones técnicas en las legislaciones y reglamentaciones existentes en materia de sustancias peligrosas

Por lo que se refiere a los requisitos ambientales de los materiales de construcción a través de las normas CEN, cabe señalar que la integración de las previsiones o requisitos ambientales en los productos normalizados se lleva a cabo en la UE mediante un instrumento horizontal de carácter voluntario: CEN, que publica en 1998 su memorándum nº 4 (ISO Guía 64) «guía para la inclusión de los aspectos ambientales en los productos normalizados» con recomendación en todo su ciclo de vida.

En 1999 CEN fija las pautas para reducir los impactos ambientales de los productos, solicitando que cada sector industrial cree un Grupo Ambiental Sectorial al objeto de apoyar el proceso y preparar las pautas ambientales sectoriales en coherencia con el trabajo de los Comités Técnicos de CEN.

A este respecto, el Grupo del Proyecto Ambiental del Sector de la Construcción de CEN desarrollará un Plan de Acción permitiendo que los productos de la construcción normalizados tengan en consideración los factores ambientales, facilitando la información ambiental sobre productos y materiales. Plan de Acción, que desembocará en la comentada Directiva de

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Productos de la Construcción.

3.2- La Política de Productos Integrada y los materiales de construcción 

La Política de Productos Integrada, de 7 de febrero de 2001[9], pretende reducir los efectos ambientales de los productos durante su ciclo de vida, que van desde la extracción minera de materias primas hasta la gestión de residuos, pasando por la producción, distribución y utilización. Asimismo, tiene por estrategia reforzar y reorientar la política medioambiental relativa a los productos con objeto de promover el desarrollo de un mercado de productos más ecológicos.

La PPI no utiliza un único instrumento preferente, sino un conjunto de instrumentos que es preciso emplear y ajustar con acierto para obtener el máximo efecto. Por tanto, el enfoque de la PPI se centrará principalmente en el diseño ecológico de los productos y en la generación de información e incentivos para un uso eficiente de productos más ecológicos.

La legislación y otros instrumentos, tales como acuerdos e iniciativas ambientales de la industria de los materiales construcción, deben servir de base a esta PPI. A título de ejemplo, se pueden citar como instrumentos, la responsabilidad del productor, el etiquetado ambiental, el ACV o los sistemas de gestión ambiental.

La PPI identifica para el sector de la Construcción los siguientes objetivos:

La reducción y la gestión de los residuos generados por los materiales de construcción La innovación del producto verde, incluyendo su desarrollo tecnológico e investigación y la difusión de la información

sobre las mejores prácticas La creación de mercados para productos verdes con instrumentos fiscales La transmisión de la información de arriba hacia abajo en la cadena del producto La responsabilidad extendida al productor

Para finalizar, la PPI incide no sólo en el diseño ecológico de los productos y en la generación de información, sino en las declaraciones medioambientales, antes citadas, preparando para ello el control de su uso por parte de los propios fabricantes y estableciendo el marco adecuado para su apoyo, conforme al Tipo III de ISO, basada en el ACV.

3. Sistemas de Gestión Ambiental (EMAS) y acuerdos voluntarios

La regulación y los objetivos del sistema comunitario de gestión y auditoría medioambientales (EMAS, de eco-management and audit scheme) vienen recogidos en el Reglamento 761/2001 del Parlamento Europeo y del Consejo, de 19 de marzo de 2001, por el que se permite que las organizaciones se adhieran con carácter voluntario al citado sistema comunitario, y cuyo objetivo es promover mejoras continuas de los resultados ambientales de la organización.

El sistema EMAS, a través de su organismo de normalización industrial CEN, sigue los criterios, en materia de ecogestión y ecoauditorías, de la ISO. El resultado de los trabajos de esta organización ha propiciado la aparición de un conjunto de normas que forman la serie ISO 14000.

Pues bien, los sistemas de gestión ambiental han sido concebidos para ayudar a las empresas a mejorar sus prestaciones medioambientales, incluidas las prestaciones durante el ciclo de vida de sus productos, actividades y servicios; permitiendo a las organizaciones tener una imagen clara de sus efectos ambientales.

Un número cada vez mayor de empresas y otras organizaciones aplican el citado Reglamento europeo SGAM y la consiguiente norma internacional ISO 14001. Sin embargo, no se conoce en la industria de la Construcción y en el ámbito de la UE el número de fabricantes de productos que han adquirido la ISO 14001 o EMAS; no obstante, el Grupo de Trabajo relativo a los materiales de construcción con menor impacto ambiental recomienda que las asociaciones de la industria tanto nacionales como europeas promuevan activamente la adopción de tales esquemas y sistemas de gestión ambiental, en general. Los Gobiernos deberán estar implicados en dicha promoción y proporcionar la correspondiente financiación.

El Grupo de Trabajo encomendado considera que se debe apoyar el desarrollo de iniciativas en los distintos sectores industriales, basados en acuerdos voluntarios, incluyendo el desarrollo de códigos de conducta y guías de buenas prácticas ambientales que promuevan la acción voluntaria pro-activa.

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Igualmente, los acuerdos ambientales entre la industria de la Construcción y las autoridades públicas deben concluir en declaraciones de intención o colaboraciones, pudiendo adoptarse la forma de comisión unilateral de la industria, pero reconocida por las referidas autoridades.

En el sector de los materiales de construcción existen acuerdos nacionales entre determinados gobiernos de los Estados miembros y las industrias del cemento, de la cal y del yeso, para reducir el consumo de energía y emisiones del CO2.

En el ámbito de la UE, muy pocos acuerdos ambientales existen, y ninguno en el sector de los materiales de construcción; se fomenta el acercamiento o armonización de los acuerdos voluntarios; sin embargo, se considera simplemente como un complemento a la regulación, dado que no facilita una efectiva protección a los terceros. Sin embargo, se están impulsando líneas de acercamiento tanto de los sistemas voluntarios como normalizados, el etiquetado y otras medidas relacionadas con el producto. 

4- EL REAL DECRETO 1630/92 SOBRE PRODUCTOS DE CONSTRUCCIÓN, LA LEY DE ORDENACIÓN DE LA EDIFICACIÓN Y EL CÓDIGO TÉCNICO DE LA EDIFICACIÓN

Para una adecuada selección de los materiales a emplear en la Edificación es necesario conocer y establecer, además de sus propias características o propiedades, las posibles uniones y combinaciones entre ellas, el concepto estructural y la tecnología constructiva, sin menospreciar el factor económico, si tenemos en consideración que la cuantía del coste de los materiales en una obra representa el 50% del coste total de una edificación; y finalmente, el factor ambiental[10].

Lo cierto es que a pesar de los espectaculares progresos en el conocimiento de los materiales en los últimos años, el reto de la disciplina de Ciencia e Ingeniería de los Materiales sigue siendo -por lo que a materiales de construcción se refiere- el desarrollo de materiales con criterios o parámetros de sostenibilidad ambiental. Esto es, el empleo de materiales cuyos procesos de extracción y fabricación o producción supongan un ahorro energético y procedan de recursos renovables, así como la reutilización y el reciclado de los materiales existentes, «revolución ambiental aún pendiente en los materiales de construcción».

El punto de referencia normativo para el análisis ambiental de los materiales de construcción debemos encontrarlo en el Real Decreto 1630/92, de 29 de diciembre de 1992, sobre productos de construcción, Real Decreto que traspone la Directiva 89/106/CEE sobre los productos de construcción, cuyos aspectos medioambientales merecen especial atención. Esta normativa afecta no sólo a los fabricantes de los materiales de construcción, sino también a todos los agentes que intervienen en el proceso constructivo (arquitectos, ingenieros, aparejadores, constructores...).

Se define «producto de construcción» cualquier producto fabricado para su incorporación con carácter permanente a las obras de construcción, incluyendo tanto las de edificación como las de ingeniería civil. Asimismo, se establecen los requisitos que deberán cumplir durante un período de vida económicamente razonable, y son los siguientes: 

 

1. Resistencia mecánica y estabilidad

2. Seguridad en caso de incendio

3. Higiene, salud y medio ambiente

Las obras deberán proyectarse y construirse de forma que no supongan una amenaza para la higiene o para la salud de los ocupantes o vecinos, en particular como consecuencia de las siguientes circunstancias:

fugas de gas tóxico presencia de partículas o gases peligrosos en el aire emisión de radiaciones peligrosas contaminación o envenenamiento del agua o del suelo defectos de evacuación de aguas residuales, humos y residuos sólidos o líquidos presencia de humedad en partes de la obra o superficies interiores de la misma

4. Seguridad de utilización

1. 5. Protección contra el ruido2. 6. Ahorro de energía y aislamiento térmico

Igualmente, se debe destacar que el efecto producido por los productos de construcción sobre el medio ambiente representa uno de los aspectos relevantes con vistas a la armonización de las normas. «Los productos no han de desprender

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contaminantes ni residuos susceptibles de dispersarse en el medio y de modificar la calidad del medio, comportando así riesgos para la salud de las personas, animales o plantas, y comprometiendo el equilibrio de los ecosistemas».

El Real Decreto es secundado por la Ley 38/1999, de 5 de noviembre, de Ordenación de la Edificación (LOE). Desde esta perspectiva más específica, la LOE sigue las pautas de aquélla para definir los «requisitos básicos» de la edificación, a saber: 

 

a) Relativos a la funcionalidad

b) Relativos a la seguridad

c) Relativos a la habitabilidad:

1. Higiene, salud y protección del medio ambiente, de tal forma que se alcancen condiciones aceptables de salubridad y estanqueidad en el ambiente interior del edificio y se garantice una adecuada gestión de los residuos...

Asimismo, el Código Técnico de la Edificación, aprobado por Real Decreto 314/2006, de 17 de marzo (CTE), a que alude la referida LOE, representa el marco normativo que establece las exigencias básicas de calidad de los edificios y de sus instalaciones, de tal forma que permite el cumplimiento de los anteriores requisitos básicos.

Así, su artículo 13 recoge las exigencias básicas de salubridad (HS) «Higiene, salud y protección del medio ambiente», consistente en reducir a límites aceptables el riesgo de que los usuarios, dentro de los edificios y en condiciones normales de utilización, padezcan molestias o enfermedades. Para satisfacer este objetivo, los edificios se proyectarán, construirán, mantendrán y utilizarán de tal forma que se cumplan las exigencias básicas recogidas en el Documento Básico «DB-HS Salubridad», que especifica los parámetros objetivos y procedimientos.

Finalmente, los productos de construcción que se incorporen con carácter permanente a los edificios, en función de su uso previsto, llevarán el marcado CE, de conformidad con la Directiva 89/106/CEE de productos de construcción, transpuesta por el Real Decreto 1630/1992, de 29 de diciembre, modificado por el Real Decreto 1329/1995, de 28 de julio, y disposiciones de desarrollo.

5- ALGUNAS REFLEXIONES

Los materiales con menor impacto ambiental, para su empleo en la Edificación, deben incorporar criterios de sostenibilidad ambiental, como alta eficiencia energética, durabilidad, recuperabilidad, recursos renovables, empleo de tecnología limpia y valorización de residuos. Si bien no existe una metodología aceptada universalmente que cuantifique los múltiples y variados criterios existentes, cabe la posibilidad del empleo de otra metodología como la del Análisis del Ciclo de Vida. Cierto es que esta metodología es costosa, pero constituye la herramienta más fidedigna para evaluar las cargas ambientales asociadas a un producto o actividad. Por ello, resulta necesaria la colaboración entre las Administraciones y el sector de la industria de la Construcción en aras a elaborar un Inventario de Ciclo de Vida.

Asimismo, se hecha en falta un Plan Nacional de Edificación Sostenible que recoja no sólo los criterios relativos al empleo de materiales de bajo impacto ambiental, sino también de otros bloques temáticos referidos, entre otros, a la eficiencia energética y a la gestión de los residuos de construcción y demolición.

Al hilo de la gestión estos residuos, resulta necesaria la elaboración de normas que exijan en todos los proyectos de obras la incorporación de materiales reciclables procedentes de plantas de tratamiento instaladas al efecto. Por ello, se hace imprescindible potenciar, simultáneamente, un mercado de materiales adecuado que supere los inconvenientes que supone, de un lado la baja aceptación de los productos reciclados, y de otro el precio final del producto o material reciclado, superior al de los materiales elaborados con materias primas.

Por último, y por lo que se refiere a proyectos públicos, la normativa que regula los Contratos de las Administraciones Públicas deberá tener en consideración la variable ambiental, premiando aquellos proyectos que empleen materiales de construcción que originen el menor número de residuos de construcción.DAÑOS MÁS   FRECUENTES EN LAS CIMENTACIONES.  Tanto los daños que afectan a la cimentación como los que puedan afectar a la estructura de un inmueble deben ser reparados inmediatamente, ya que pueden terminar por provocar el derrumbe del edificio. El terreno sobre el que está construido un edificio se deforma al recibir el peso de éste. Los daños surgen cuando la deformación es muy grande o cuando no se deforma por igual y se hunde más unas zonas del inmueble que otras, provocándose asientos diferenciales.

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 Socavamiento de la cimentación por la acción del agua. Es un daño relativamente frecuente, producido por una pérdida de agua en las tuberías del saneamiento que discurren bajo el inmueble. El agua que se pierde arrastra el terreno que encuentra y provoca la socavación de los cimientos, quedando éstos en falso, fracturándose y hundiéndose. Cimentación apoyada sobre rellenos mal compactados. Ocurre cuando se construye sobre un  terreno que previamente ha servido como vertedero y no ha sido debidamente compactado. El vertido puede haberse producido en toda la superficie sobre la que se edifica o sólo en zonas del inmueble (por ejemplo, se han rellenado hoyos de mediano o gran tamaño para aplanar el solar). Si el vertido no se ha compactado debidamente, la cimentación que se construya sobre él se hundirá y provocará serios problemas. Hundimientos por cuevas bajo la cimentación. A veces se construye un edificio sobre una cueva, bien natural o bien realizada por el hombre y perteneciente a alguna antigua edificación derruida. Puede suceder que el techo de la oquedad o de la cueva cedan por el peso de la cimentación dañe seriamente la cimentación. Otras causas. Otras causas, menos comunes, y por ello no tratadas en este trabajo pueden sobrevenir a causa del deterioro de los materiales de la cimentación, incremento de las cargas que puede soportar el inmueble, arcillas expansivas, etc. Empuje del agua sobre muros de contención. Si el terreno contenido por este tipo de muros se encharca de agua y se satura debido a un fallo en el drenaje del mismo, el muro deberá resistir, además del peso del terreno, el peso del agua que lo satura, siendo muy probable que se produzca su fractura. Los daños de la cimentación terminan por afectar a las estructuras de los edificios, apareciendo grietas de cuyo estudio se pueden deducir las  causas que los han originado y su solución. La cimentación de un inmueble se repara recalzándola. La solución consiste en hacer más grande su superficie de contacto con el terreno, para que la fuerza que ejerce sobre él sea menor y no haya problemas. Dado que los cimientos de un edificio no pueden dejar de trabajar, lo primero que hay que hacer antes de reparar una zona de la cimentación es transmitir las cargas que soportan a un elemento provisional, que las reparta a otros puntos de la estructura o al terreno. Una vez logrado, se construye una  cimentación nueva, más amplia, o se agranda la existente, sin demolerla. Otra solución sería, si el terreno es de muy mala calidad y no permite los trabajos antes descritos, transmitir la carga  a capas del terreno más profundos y más resistentes, mediante pilotes, columnas de hormigón armado que se atan a la cimentación existente. Otra solución para reparar unos cimientos que están cediendo consistiría en aumentar la resistencia del propio terreno mediante la inyección de lechadas de cemento, colocación de drenajes, etc.  DAÑOS MÁS   FRECUENTES EN LAS ESTRUCTURAS.  Elementos verticales   (Muros, pies derechos, etc)    Degradación de morteros de muros de ladrillo por ataque de sulfatos. Se trata de una patología que consiste en una degradación del mortero empleado en la construcción de muros de ladrillo debido a la presencia de sulfatos en los ladrillos que reaccionan en presencia de humedad con los aluminatos del mortero de cemento Pórtland, produciéndose una expansión del mismo que origina deformaciones y grietas en muros o roturas en los ladrillos. La solución pasa por la prevención, empleando ladrillos con bajos contenidos en sulfatos o morteros ricos en cemento Pórtland en sitios húmedos tales como sótanos. El tratamiento habitual consiste en la demolición y reconstrucción del elemento afectado. El mortero entre los ladrillos se convierte en arena, quedando éstos sueltos. Hay que demoler la zona afectada y reconstruir. Se trata de una reacción química que degrada, convirtiendo en arena, al mortero que une los ladrillos del muro, quedando éstos prácticamente sueltos y el muro muy debilitado, siendo necesaria su reconstrucción. Daños por expansión por humedad de las piezas cerámicas. Es un proceso que se produce por la absorción de humedad ambiental en los ladrillos de arcilla cocida que forman los muros y la consiguiente expansión de las piezas, originándose tensiones en la longitud de los muros afectados, tanto más

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elevadas cuanto mayor es su longitud sin juntas y ocasionando la aparición de fisuras y grietas en los elementos afectados.   Grietas y/o fisuras provocadas por el aumento de tamaño de los ladrillos que han absorbido humedad. Hay que demoler la zona afectada y reconstruir. Cuando los ladrillos de los que están compuestos los muros no están suficientemente cocidos, pueden absorber con mayor facilidad la humedad presente en el ambiente, produciéndose un aumento de tamaño que origina grietas en los muros que son mayores cuanto mayor es la distancia entre juntas de dilatación en los muros. Comba o pandeo de muros, tabiques, pies derechos. Consiste en la deformación del elemento afectado, formado una curva, debido habitualmente a un exceso de carga. La solución a este problema pasa por la reducción de la carga soportada o el refuerzo o sustitución del elemento de tal manera que sea capaz de soportar dicho esfuerzo sin deformarse. En maderas puede ser también originado por cambios internos en su distribución de humedad. El muro, tabique, pilar, etc., se “dobla” por un exceso de carga. Hay que aligerar la carga y/o reforzar o sustituir el elemento. Ocasionadas normalmente por un exceso de carga sobre el muro, consiste en que el mismo se deforma combándose. Existen dos soluciones a este problema: o reducir la carga que soporta el muro o reforzarlo. Desplome. El desplome consiste en la pérdida de la verticalidad por parte de un muro o de un pie derecho. Es una lesión detectable a simple vista cuya solución comprende la localización de la causa que origina el desplome, su reparación, y la sustitución o refuerzo del elemento, dependiendo siempre del estado real de éste. El muro, tabique, pilar, etc., se encuentra inclinado. Hay que aligerar la carga y/o reforzar o sustituir el elemento. Consiste en la inclinación excesiva del muro que puede deberse a distintas causas: desde una carga excesiva a una carga que tienda a abrirlo hacia el exterior (por ejemplo, provocada por un tejado, o por daños en el material que compone el muro.  Grietas en muros. Una grieta es una rotura que alcanza todo el espesor del elemento constructivo, partiéndolo en dos y, en muchas ocasiones, afectando seriamente a su capacidad portante o debilitándolo para su función como envoltura. El origen de este problema puede estar en diversos hechos: daños en su estructura interna, movimientos de la cimentación que no sean resistidos por el muro afectado, un reparto deficiente de esfuerzos o de sobrecargas no previstas, variaciones en las condiciones térmicas y de humedad que dañen la cohesión interna del muro, etc. Tras un análisis detenido que aclare el origen de cada grieta, y siempre que el elemento afectado se pueda mantener, la solución pasa por el sellado de las mismas mediante una masilla específica. Roturas en todo el espesor del muro. La reparación varía según la gravedad de la grieta. Las grietas son roturas del muro que alcanzan a todo su espesor, partiéndolo en dos. Dependiendo de las causas que la hayan provocado, pueden tener poca importancia o delatar un grave problema del muro afectado. Dependiendo de su gravedad, se pueden reparara de distintas maneras. Humedades por condensación. Se producen cuando la temperatura superficial de una pared es inferior al punto de rocío del ambiente. Normalmente las humedades se producen en tiempo frío, especialmente en invierno, y suelen darse en cristales o paredes con un alto coeficiente de transmisibilidad térmica (muros deficientemente aislados del exterior o cristales de una hoja). La humedad del ambiente interior de la vivienda se condensa en los elementos fríos citados y provoca la aparición de una humedad prácticamente constante que origina la aparición de daños en acabados y de colonias de hongos que se extiende por toda la superficie del muro frío. Este tipo de humedades se evita o soluciona mediante la eliminación de los puentes térmicos, el aislamiento térmico y correcto de los muros, la sustitución de las vidrierías sencillas por nuevos vidrios de doble hoja y facilitando la ventilación de las habitaciones afectadas (especialmente en cuartos de baño y cocinas), además de evitar el aporte de vapor de agua directo al interior de la vivienda, mediante la ventilación al exterior de calefactores de gas, secado y planchado de ropa, cocina, duchas, etc. La humedad de ambiente de los locales se condensa y moja las paredes cuando éstas están más frías que el interior y no hay ventilación suficiente. Hay que aislar correctamente el elemento afectado. 

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De la misma manera que cuando hace frío los cristales de las ventanas solían empañarse porque la humedad del ambiente interior de la casa se condensaba sobre ellos (problema hoy día más difícil de observar por el uso de dobles acristalamientos), la misma humedad se condensa en los elementos más fríos de la habitación, que suelen ser los muros en contacto con el exterior y sin aislamiento térmico. El resultado es que la cara interior del muro permanece húmeda y permite el crecimiento de hongos y manchas. En muchas ocasiones, los usuarios de la vivienda llegan a pensar que la humedad se ha originado por filtración de agua desde el exterior. La solución consiste en aislar correctamente el muro afectado e impedir que la humedad se condense sobre él o sobre cualquier otro. Elementos horizontales   de estructura (Forjados)  Flecha. La flecha de un elemento (normalmente forjado o vigas, dispuesto horizontalmente) es la deformación por esfuerzos de flexión, debido al peso que deben resistir. La flecha es, en sí misma, un proceso habitual siempre y cuando no sobrepase unos límites, sin embargo, cuando esa flecha es muy pronunciada, se hace necesario el refuerzo o sustitución, dependiendo del grado de deformación alcanzado, del elemento afectado. Los forjados se deforman, doblándose hacia abajo, debido a la carga que resisten. Si la deformación es excesiva, puede entrañar peligro para su estabilidad, debiendo reforzar el área afectada. Daños en sus elementos estructurales (viguetas).  Las viguetas del forjado, sean del material que sean (madera, acero u hormigón) pueden encontrarse dañadas por problemas que afecten a los materiales que las componen (humedades, hongos, corrosión, etc) o debido a una sobrecarga que llegue a romperlas. La solución en estos casos va desde el refuerzo de dichos elementos a su sustitución.  Daños en el material de entrevigado. Puede suceder que el material que hay entre las vigas, normalmente un entablado, cascotes o bovedillas, se dañe o desprenda y dé lugar a hundimientos puntuales en los forjados, que se solucionan reconstruyendo la parte desprendida y comprobando que no haya más daños similares. Cedimiento del forjado por daños en los elementos de apoyo. El forjado puede ceder debido a que las vigas o muros sobre los que apoya se encuentren en mal estado. Si bien no es un daño del forjado propiamente dicho, éste debe de ser apuntalado mientras se repara el elemento dañado.     Daños por degradación   de elementos de madera estructurales.  Abarquillamiento, combas. Consiste en una deformación del elemento afectado como consecuencia de un secado no homogéneo o debido a cambios en sus proporciones de humedad. Dependiendo de la magnitud de la deformación, se hace necesario la sustitución de la pieza por otra nueva. Se trata de deformaciones producidas al secarse la madera de una manera desigual. Si son muy pronunciadas, el elemento debe sustituirse. Daños ocasionados por agentes climáticos. Cuando la madera está expuesta directamente a la acción de los agentes climáticos sufre un proceso de degradación como resultado de las distintas acciones que dichos agente ejercen sobre ella. Por un lado, una madera expuesta directamente al aire sufre una oxidación del carbono que la forma, envejeciéndola haciéndola adquirir un característico tono oscuro. Por otro lado, la radiación solar ocasiona la pérdida de color de la madera y la degradación de su capa exterior. Por último, la acción de la humedad y, especialmente, de los ciclos de humedad y secado degradan la madera y favorecen la aparición de hongos o de insectos que la atacan. El hielo ocasiona, asimismo, daños en la madera que favorecen la acción de otros elementos atacantes y una pérdida de resistencia. Como norma general, la madera debe de estar protegida de todos los factores antes citados por un material adecuado. El oxígeno del aire, la luz solar, la humedad y las heladas atacan la madera y la degradan. Toda madera situada en un ambiente exterior debe de estar convenientemente protegida. Daños ocasionados por hongos. Los hongos ocasionan la pudrición del elemento de madera afectado, provocando una merma de sección resistente que lleva consigo una merma de capacidad portante y el colapso del elemento. El hongo destruye la lignina de la madera, que es la sustancia que liga al resto de partículas que la forman, agrietándola. A partir de este primer ataque, la filtración de humedades no encuentra freno a su penetración y termina por pudrirse la sección entera por la acción del moho. En

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ocasiones, el ataque de hongos puede llegar a la desintegración completa del elemento de madera y los daños que eso provoca. Las esporas de los hongos, transportadas por el viento, se desarrollan cuando la madera sobre la que caen no se encuentra tratada y, además, se dan unas condiciones propicias para su ataque, tales como la presencia de aire, de humedad constante e intensa y de temperatura adecuada.   En el interior de los inmuebles, los ataques por hongos suelen localizarse en el ámbito de las zonas húmedas (cocinas y baños) y suelen estar provocados por pérdidas habituales en las redes de agua, afectando tanto a la madera de las viguetas de los forjados como a los elementos que forman el entramado de los muros. Suelen producirse colapsos parciales en las zonas afectadas de graves consecuencias que incluso pueden provocar el colapso general del inmueble, si la afectación por hongo es muy extensa o se localiza en zonas estructurales clave. La reparación pasa por el saneado y refuerzo de los elementos dañados en el caso de que el ataque no sea grave, aunque el la mayoría de las ocasiones es necesario demoler y reconstruir la zona afectada. Los ataques son más o menos graves y extensos dependiendo de las características concretas del hongo o conjunto de hongos presentes. Siempre hay que procurar que los elementos de madera estén bien ventilados para que, en caso de humedades, puedan secarse con rapidez. Los hongos, actuando en un ambiente húmedo, pudren la madera hasta que el elemento afectado se parte o se desintegra. La madera próxima a las cocinas, cuartos de baño y bajantes suele ser afectada cuando hay pérdidas en las instalaciones de evacuación o suministro de agua de estas zonas. Si el número de los elementos afectados es elevado, puede producirse el hundimiento del edificio. La reparación consiste en reforzar o reponer las piezas afectadas.   Daños ocasionado por insectos. Hay distintos insectos que dañan a la madera, como la carcoma, las larvas de determinados coleópteros o las termitas. Los  daños consisten en la realización de galerías internas en el elemento de madera afectado, de mayor o menor gravedad y extensión dependiendo del tipo de insecto que las practique. La prevención consiste en la impregnación de la madera con sustancias químicas insecticidas específicas, mientras que la reparación conlleva una serie de actuaciones mucho más costosas, tales como la reposición o reparación de elementos dañados y su tratamiento químico mediante inyecciones de distintas sustancias. Los daños por insectos se deben a las galerías que hacen sus larvas. La gravedad del daño depende del tipo de insecto y del tiempo que dure el ataque.  Metales. Corrosión. Es un proceso por el cual un cuerpo metálico se destruye paulatinamente por la acción de agentes externos. Afecta especialmente al acero por su contenido en hierro.  La más habitual en elementos estructurales de acero deficientemente protegidos es la oxidación por efecto de la humedad. En elementos de carpinterías o de cerrajerías puede producirse, cuando el acero o el hierro están en contacto con otros metales, el par galvánico, con daños por corrosiones puntuales. La reparación depende siempre del grado de afectación de cada elemento, pudiendo consistir en una sencilla protección del elemento, en el saneado de las partes oxidadas o la sustitución del elemento afectado. La corrosión afecta especialmente a los elementos de acero por su contenido en hierro. La más habitual es a causa de la humedad. Hormigones. Corrosión del acero de las armaduras del hormigón. Es un daño relativamente frecuente que ocasiona graves deterioros en las estructuras de hormigón armado, pues suele desarrollarse lentamente en el interior de los elementos afectados, terminando por mostrar signos visibles que obligan a reparaciones costosas. La corrosión de las armaduras provoca una pérdida de sección de éstas y la consiguiente merma de resistencia del elemento afectado, además de un deterioro del hormigón en que se haya embebida y la aparición de fisuras y grietas que terminan provocando su desprendimiento. Las causas que originan la corrosión de las armaduras pueden ser la acción de la carbonatación, la presencia de cloruros, el fisuramiento del elemento o la propia porosidad del hormigón, que permite el paso a través del hormigón y hasta las armaduras de oxígeno, humedad y otros agresores externos. La prevención consiste en la adicción de inhibidores de corrosión al hormigón antes de ejecutar las piezas. Distintas causas, unidas a un ambiente húmedo, pueden llegar a corroer las armaduras de acero que hay dentro de los pilares y vigas de hormigón. El proceso se agrava al expandirse el acero corroído y agrietar el hormigón, quedando expuesto a la acción de los elementos exteriores y dejando inutilizado el elemento afectado. 

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Aluminosis del hormigón. Se trata de la degradación progresiva del hormigón en cuya fabricación se empleó cemento aluminoso, de uso relativamente frecuente entre 1.950 y 1.975. Dicho cemento se empleaba porque hacía que el hormigón fraguara antes que el ejecutado con cemento normal. Su uso ahora está prohibido. El daño consiste en que, con el paso del tiempo y en condiciones de humedad moderada, el hormigón se degrada y se produce la oxidación o corrosión de sus armaduras, apareciendo manchas de óxido, fisuras, grietas, flechas y deformaciones, pérdidas de material y mermas en la sección del acero de los elementos afectados que termina porprovocar el colapso de la estructura. Los daños suelen localizarse en los forjados, ya que en las viguetas pretensadas que los forman se empleaba habitualmente este cemento. Dentro de los inmuebles, y debido a que una mayor presencia de humedad agrava el problema, los daños suelen estar localizados en las zonas húmedas (cocinas y baños) y adyacentes. El tratamiento depende del grado de desarrollo de la aluminosis en cada elemento, pudiendo solucionarse mediante la aplicación técnicas que faciliten un ambiente seco, hasta el refuerzo o sustitución de los elementos dañados. La aluminosis se da en un determinado tipo de hormigón que se empleó entre los años 1.950 y 1.975. Este hormigón se hizo con cemento aluminoso, un tipo de cemento que permitía acelerar el endurecimiento del hormigón y, en consecuencia, abarataba la obra. Sin embargo, con el paso del tiempo y en ambientes húmedos, este tipo de hormigón se degrada y se dañan las armaduras internas de los elementos estructurales. El problema se agrava al haberse empleado habitualmente este tipo de hormigón en la fabricación de viguetas pretensadas, dentro de las cuales el acero se encuentra sometido a un esfuerzo de tracción que lo hace más peligroso si es afectado. El forjado afectado se desploma si no es detectado y reforzado.  Carbonatación del hormigón. Se trata de un fenómeno superficial del hormigón que se produce ante concentraciones elevadas de CO2 en el ambiente, y humedad y temperatura superiores a lo normal, variando el pH del hormigón y acelerándose el proceso de corrosión de las armaduras que, a su vez, origina tensiones en el hormigón que provocan su fisuración y desprendimiento, quedando las armaduras al descubierto. La prevención es el remedio más eficaz contra este tipo de daños, debiendo utilizarse, cuando el ambiente así lo recomiende, hormigones y revestimientos protectores adecuados.  La reparación consiste en el saneado de los elementos afectados y aplicación de materiales apropiados para su conservación o, en caso extremo, su sustitución. Consiste en una degradación del hormigón cuando se encuentra en lugares con un ambiente rico en CO2, cálido y húmedo. La degradación comienza en el exterior y va erosionando el elemento afectado, llegando a descubrir las armaduras de acero y permitiendo su corrosión.    DAÑOS MÁS   FRECUENTES EN LAS FACHADAS.   Revestimientos de fachada.  Piedras de fachada. Degradación de la piedra natural. Descomposición superficial y desprendimiento de la capa externa en forma de arenilla o exfoliaciones, normalmente originada por la polución y el paso del tiempo. El tratamiento habitual consiste en la eliminación de la capa afectada y el mantenimiento de su base mediante la aplicación de sustancias químicas impermeabilizantes. La acción del clima y la contaminación provocan, con el paso del tiempo, que la cara exterior de la piedra se disgregue en forma de arenilla o escamas. El problema suele solucionarse eliminando la capa afectada y protegiendo la piedra con productos químicos.  Degradación de piedra artificial de hormigón. Suelen sobrevenir en elementos de fachada en los que se haya empleado un contenido bajo de cemento. La superficie del elemento es atacada por CO2 u otros elementos o condiciones presente en la atmósfera, provocándose una degradación del mismo (carbonatación , heladicidad, etc) que termina por afectar a su armadura interna e imposibilitando una reparación. El tratamiento en estadios iniciales pasa por la limpieza y saneado de la capa afectada y la aplicación de un mortero especial que proteja al elemento base. En algunas ocasiones, las piedras artificiales de hormigón armado que se emplean en fachadas son atacadas por el anhídrido carbónico (CO2) presente en la atmósfera, produciéndose una reacción química que disgrega la capa exterior y permite el paso de agua que agrava el proceso, llegando incluso a corroer

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las varillas de acero internas. Si se aprecia el daño a tiempo, puede repararse retirando la capa de material dañado y aplicando un nuevo mortero especial que proteja la base.   Revestimientos   continuos. Enfoscados, yesos, revocos, estucos.  Desprendimiento de revestimientos continuos. Se produce por un fallo en la unión entre el soporte y el material de asiento o entre una capa del revestimiento y su continua. Suelen ser debidos a la aparición de esfuerzos rasantes (dilataciones y contracciones higrotérmicas) o por efectos de humedades o sales cristalizadas. La solución consiste en la retirada completa del revestimiento, el saneado del elemento base y la aplicación correcta de un nuevo revestimiento. El material se separa de la base por la acción de dilataciones, humedades, etc. La solución consiste en su retirada y nueva aplicación correcta. Fisuración y daños en revocos.  Suelen producirse por la retracción del mortero después de secarse, aunque también pueden tener su origen en la presencia de sales en la composición del propio material que provoquen eflorescencias. Por otro lado, los revocos sufren la humedad de la lluvia en ciclos de humectación y desecación que, al dar lugar a expansiones y retracciones del mismo, ocasionan su desconchado y desprendimiento. Asimismo, las heladas destruyen las capas exteriores de los revocos humedecidos. Las soluciones a estos problemas consisten en eliminar las áreas afectadas, reponiéndolo allí dónde se haya desprendido y en emplear sustancias químicas apropiadas que mejoren la resistencia de los revocos a estos agentes. El revoco que cubre la fachada se moja con las lluvias para secarse después. Esto hace que se contraiga y se agriete, terminando por desprenderse. El problema se agrava cuando el revoco humedecido se congela con las heladas. La solución consiste en eliminar las zonas dañadas y reponer el revoco, empleando sustancias químicas que lo protejan. Revestimientos mediante aplacados sujetos con morteros. El desprendimiento de alicatados exteriores, placas de mármol o granito adheridos al muro mediante morteros especiales se producen por la aparición de esfuerzos rasantes o bien por acción de la humedad debida a la gran cantidad de agua de lluvia que pueda entrar por las juntas existentes.   Revestimientos mediante aplacados sujetos con anclajes metálicos. Se trata de piezas (piedra, piedra artificial, paneles, etc) sujetas al muro mediante distintos sistemas de anclaje metálico. Dichos anclajes pueden corroerse con el paso del tiempo debido a cambios de humedad o temperatura y hacer más fácil su arrancamiento por succión del viento.  Ladrillos de fachada. Heladicidad del ladrillo. Cuando los ladrillos se saturan con facilidad de agua y, ante una bajada de temperaturas, ésta se hiela, sufren daños consistentes en un desmenuzamiento del material más expuesto a la acción del hielo, normalmente su cara exterior. El agua, al helarse, aumenta de volumen, y este aumento provoca pequeñas fracturas en el interior saturado del ladrillo, que, a la larga, hacen necesaria la sustitución de las piezas afectadas. La prevención consiste en emplear elementos no heladizos o en aplicar un material hidrófugo. Heladicidad del ladrillo agravada por defectos en el mortero de las juntas. Ocurre cuando un ladrillo ligeramente heladizo, que no debería presentar problemas durante la vida útil del inmueble, se degrada a causa de defectos en el mortero que une unas piezas con otras. Dichos defectos pueden tener su origen en una mala dosificación del mismo o en una insuficiente compactación de las juntas. El mortero se disgrega en arena y al agua que penetra en mayor cantidad en el muro es absorbida por una mayor superficie de ladrillo, originando el problema de la heladicidad antes descrito o bien incluso el desprendimientos de las piezas enteras  por falta de material de unión. El tratamiento de este problema  consiste en retirar las juntas del mortero en mal estado hasta llegar al material sano, lavar con agua a presión y volver a rejuntar las piezas con un mortero apropiado.  Eflorescencias. Consiste en el depósito de cristales de sales, habitualmente blancos, en la superficie de los ladrillos de fachada. También se pueden producir en tejas, pisos cerámicos u hormigones. Se producen cuando sales solubles en agua presentes en el mortero de agarre de las piezas o en las propias piezas son transportadas por capilaridad a través de un material poroso y depositadas en su superficie cuando se evapora el agua por efecto del sol o del aire. Su tratamiento pasa por una limpieza de los ladrillos afectados con cepillo. En algunas ocasiones,  la lluvia y el tiempo son suficientes para

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su limpieza. En el caso de que las sales vengan disueltas en humedades provinientes del terreno, debe de estudiarse una solución más compleja.   DAÑOS MÁS   FRECUENTES EN LAS CUBIERTAS.   Patología de cubiertas inclinadas. Las cubiertas inclinadas suelen presentar patologías específicas derivadas de daños originados en el material de cubrición de las mismas, normalmente tejas cerámicas o de pizarra, a los que se añade un deficiente mantenimiento que agrava el daño considerablemente. Hay otros tipos de patologías que afectan a los elementos que la forman (daños en estructura o por condensaciones) que se tratan en el apartado correspondiente. Los daños específicos de cubierta consisten en fallos en el material de cubrición debido a la acción de agentes externos sobre el mismo: movimiento o desprendimiento de tajas  por viento o animales, roturas por heladicidad en las piezas (tratado en el capítulo de ladrillos cerámicos), pedrisco, etc. Dichos daños en el material externo de cubierta facilitan la penetración del agua y dan lugar a su vez a todos los problemas que la humedad puede ocasionar en los elementos afectados del resto del inmueble. Otro tipo de daños habituales consisten en los que se centran en los elementos de recogida y evacuación del agua de lluvia, tales como canalones, limahoyas o bajantes que impiden a estos elementos cumplir su función y permiten al agua fluir por zonas que son dañadas. Un correcto mantenimiento, que consista en la limpieza y comprobación anual de canalones, limas, tejas u otros elementos, reparando inmediatamente aquél que presente algún problema es la mejor solución para evitar que los daños se agraven.    DAÑOS MÁS   FRECUENTES EN LOS ACABADOS.   Embaldosados y   alicatados.  Abombamiento de alicatados. Consiste en el despegue y levantamiento de las piezas, formando zonas ahuecadas que terminan por desprenderse completamente. Suele deberse a una deficiente ejecución del material de agarre. El tratamiento habitual consiste en retirar las piezas afectadas, eliminar el mortero mal ejecutado, sanear la superficie del paramento que sirve de soporte y volver a colocar las piezas como si fueran nuevas. Rotura de alicatados por golpes. Un golpe fuerte puede romper cualquier alicatado. Sin embargo, cuando esto sucede con cierta facilidad, suele ser debido a un defecto de fijación, posiblemente realizada con un material de agarre débil. La solución consiste en reponer inmediatamente las piezas rotas. Agrietamiento de alicatados. Los alicatados que cubren un muro suelen agrietarse cuando éste sufre movimientos que provocan tensiones en las piezas que llegan a fracturarlas. La grieta o fisura suele afectar a varias piezas y mostrar una continuidad entre ellas. La reparación pasa por la sustitución de las piezas dañadas por otras nuevas y el empleo de material de agarre flexible y juntas elásticas que impidan la transmisión de las tensiones antes citadas. Desprendimiento de alicatados realizados sobre mortero de yeso. Se trata de un defecto bastante común en la reformas de viviendas. Consiste en la colocación de alicatados mediante adhesivos sobre paramentos originalmente cubiertos con yesos sin retirar éstos primero. La humedad que se origina en la instalación, además de las humedades originadas por condensación, no puede ser eliminada porque se lo impide la barrera formada por el material de agarre y el propio alicatado, haciendo que el yeso se hinche y dañe el material adhesivo, que verá muy mermada su capacidad de fijación al alicatado y se desprenderá. En el caso de que el material de agarre mantenga su adherencia,  la expansión del yeso romperá los azulejos. La solución consiste en la retirada del todo el material hasta el muro revestido y, tras la limpieza de éste, aplicar mortero de cemento y alicatar encima. Falta de adherencia de embaldosados. Cuando se da este problema suele afectar a superficies relativamente amplias. Su origen está en una deficiente colocación de las piezas, especialmente si se trata de embaldosados adheridos con mortero hidráulico o cemento rápido. Habitualmente se debe a que las baldosas hayan estado más tiempo del necesario en agua, antes de su colocación, lo que ocasiona que el exceso de agua impida su correcta adherencia al mortero. También es frecuente que, habiendo pasado más tiempo del necesario entre la aplicación del mortero y la colocación de la baldosa, el primero haya comenzado a fraguar y su adhesión no sea suficiente. La reparación pasa por la retirada de las piezas afectadas y su correcta recolocación. 

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Alicatados o solados sujetos con adhesivos químicos. El desprendimiento de estos materiales suele deberse a la aplicación de un producto de agarre no adecuado a la pieza o al soporte. De producirse esta circunstancia, es necesario habitualmente retirar la totalidad del material afectado y volver a instalar correctamente un solado de las mismas características. Elementos sujetos con fijación mecánica. Suele tratarse de piezas grandes y pesadas que, debido a sus características, se sujetan con puntas de acero, grapas o tornillos que se fijan a la obra mediante tacos de plástico o madera. Los defectos en este tipo de sujeción suelen tener su origen en una mala elección del elemento de fijación, adoptando uno con sección o longitudes no apropiadas al peso que deben resistir.    Pinturas. Aparición de bolsas o “burbujas”.  Consiste en un hinchamiento en zonas puntuales de la pintura que se forma generalmente en pinturas impermeables y flexibles aplicadas sobre cualquier paramento. Normalmente se deben a humedades internas de los propios paramentos que, al no poder evaporarse, quedan atrapadas en la cara interna de la pintura, haciendo que ésta se despegue. El tratamiento de este defecto pasa por retirar y lijar las zonas afectadas, aplicar un elemento fijador y volver a aplicar una pintura porosa que facilite la evaporación del agua . Desconchado.  Se trata de un defecto muy común, y suele ser consecuencia de una aplicación incorrecta que provoca una falta de adherencia en la pintura y su desprendimiento. La pintura, una vez aplicada, seca de tal manera que endurece como un esmalte pero no adquiere su flexibilidad, comienza a cuartearse y, con el paso del tiempo, los agentes ambientales atacarán al revoco que hay bajo la pintura y provocarán su deterioro. Una correcta aplicación, con una preparación del soporte que facilite su adherencia, además del uso de una pintura adecuada tanto al soporte como al ambiente, impiden este problema tan frecuente cuyo tratamiento, en el caso de que aparezca, consiste en la retirada de la pintura y limpieza del soporte en las zonas que presenten cuarteamiento, la preparación de la base y el empleo de una pintura apropiada. Entizamiento. Problema también muy frecuente que suele aparecer en los trabajos de repintado en zonas donde la pintura original se encuentre deteriorada. El pigmento se desliga del aglomerante y éste se decolora y se disgrega convirtiéndose en polvo. La reparación de este tipo de defectos pasa por la limpieza de la zona afectada retirando íntegramente el polvillo blanco con un trapo húmedo, aplicando posteriormente un fijador apropiado a la base y a la pintura que se vaya a emplear. Manchas. Las manchas en la pintura aparecen a causa de humedades que pueda haber en el interior del muro y del soleamiento de la fachada.. Si la pintura permite la evaporación de dicha humedad, en vez de aparecer ampollas suelen aparecer manchas, más o menos grandes, que oscurecen la fachada. Con el tiempo, aparecen fisuras y desconchados.     DAÑOS MÁS   FRECUENTES EN LAS INSTALACIONES.   Patologías originadas por instalaciones. Normalmente, los daños más comunes que tienen su origen en las instalaciones de un inmueble son daños relacionados con humedades. Instalación de saneamiento. Suelen producirse pérdidas de agua en puntos de la red por rotura, desplazamientos o deficiente ejecución de la misma. Las pérdidas en la red de saneamiento y pocería originan humedades en los puntos de pérdidas que pueden conllevar daños en la estructura del inmueble por pudrición de maderas u oxidación de elementos metálicos. Las pérdidas en la red de pocería o en el saneamiento de la planta en contacto con el terreno pueden llegar a ocasionar daños tanto en la estructura como en la cimentación del inmueble, por humedades constantes o por el lavado del terreno situado bajo las zapatas que forman la cimentación, ocasionando graves problemas que pueden llegar a originar hundimientos en distintos puntos. Por otro lado, el agua presente en el terreno puede provocar la aparición de humedades por capilaridad en muros u otros elementos del edificio que originen problemas estructurales,  o bien daños en el acabado de paramentos o solados que afecten a la salubridad de la zona afectada. 

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Daños producidos por pérdidas de agua.Humedades que pueden conllevar daños en la estructura y la cimentación del inmueble por pudrición de maderas, oxidación de elementos metálicos o por el lavado del terreno situado bajo las zapatas que forman la cimentación. Se deben a pérdidas en la red de saneamiento y pocería por rotura, desplazamientos o deficiente ejecución de la misma. Daños producidos por el agua presente en el terreno .Aparecen humedades por capilaridad en muros u otros elementos del edificio que originan problemas estructurales,  o bien daños en el acabado de paramentos o solados que afecten a la salubridad de la zona afectada.  Instalación de suministro de agua. Se pueden originar daños por roturas de tubos que componen la red y que ocasiones humedades que den lugar a problemas ya citados en otros apartados, especialmente cuando en vez de una rotura de un tubo, se pierda agua a través de algún defecto en alguna soldadura o punto (chispero) que permita una salida limitada pero constante de agua. Suelen producirse también daños severos en las tuberías exteriores por congelación y expansión del agua que transportan debido a un deficiente aislamiento que proteja a la red de las posibles heladas. Es frecuente que las tuberías ocasionen daños en elementos adyacentes de madera o acero por condensación de la humedad del ambiente en su superficie fría que hace que el material se encuentre con un grado de humedad más elevado que facilite un proceso de degradación. Daños producidos por roturas en los tubos.Humedades que pueden conllevar daños en la estructura y la cimentación del inmueble por pudrición de maderas, oxidación de elementos metálicos o por el lavado del terreno situado bajo las zapatas que forman la cimentación. Se deben a la rotura total o parcial de tubos. Daños producidos por defectos en la ejecución de la red.Aparecen por condensación de la humedad en elementos interiores adyacentes de madera o acero, así como en las tuberías exteriores por congelación y expansión del agua que transportan, debido a un deficiente aislamiento que proteja a la red.

Defectos de construcción en la vivienda nueva: cómo reclamarConocer los plazos de reclamación, contar con la opinión de un profesional y realizar las gestiones por escrito son las claves para que el promotor responda

Por LAURA CAORSI

 

2 de septiembre de 2010

- Imagen: gribso -

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El sueño de la casa propia es muy frágil. Puede hacer aguas con una mancha de

humedad, resquebrajarse con una grieta en los cimientos o abrir paso a la

incertidumbre si una puerta no se cierra bien. Los fallos estructurales o en el

acabado de un edificio pueden desplomar la ilusión de haber comprado un

inmueble, sobre todo, cuando la vivienda es nueva. La sorpresa, la indignación y el

desconcierto son comunes entre los propietarios cuando detectan los

desperfectos, en general, varios meses después de haber recibido las llaves. Tras

descubrir lasaverías, si se desea que el promotor responda, conviene investigar los

plazos de reclamación, contar con la opinión de un profesional independiente y

cuidar que las gestiones se realicen por escrito.

 

Cobijo legal

En caso de desperfectos en una vivienda nueva, la legislación ampara al

propietario. Éste es el primer aspecto que se debe saber. Desde hace algo más de

diez años, la Ley de Ordenación de la Edificación regula los derechos y

obligaciones ligados a la vivienda nueva, establece qué profesionales intervienen

en la construcción y cuáles son las responsabilidades de cada uno en caso de que

algo vaya mal. El documento distingue tres grupos de defectos, ordenados en

función de su gravedad, y especifica cuáles son los plazos de garantía para

presentar una reclamación según el caso. Ahora bien, ¿cómo se pasa del papel a

los hechos? ¿Ante quién corresponde quejarse y cuál es el procedimiento más

eficaz para hacerlo?

Responsables

El promotor de la obra es el máximo responsable. Su papel es crucial en

todo el proceso de edificación y, por tanto, es la persona que debe

responder ante los problemas de construcción del edificio. Cualquier queja

o reclamación que se haga debe llegar, en primer lugar, a sus manos.

Pero que sea el máximo responsable no significa que sea el único. En la

construcción de una vivienda intervienen muchos otros profesionales y

empresas. Arquitectos, constructores, especialistas en control de calidad,

proveedores de materiales... La lista es larga.

Cuando se detecta un desperfecto, además de notificarlo al promotor, es

conveniente reclamar también ante el profesional responsable del fallo: si

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el problema está en los cristales, hay que cursar una queja ante la empresa

que se encargó de ponerlos. En caso de duda, el promotor de la obra puede

informar de modo detallado acerca de quién se encargó de qué.

Clases de problemas

No todos los defectos son iguales. Algunos son más graves que otros y las propias

garantías varían en función de esta premisa. Cuanto más se comprometa la

estabilidad de la obra y la seguridad de sus habitantes, mayor es el plazo de

cobertura previsto. La ley distingue tres grupos de fallos:

Tienen 1 año de garantía: los defectos en elementos de terminación o

acabado de las obras.

Tienen 3 años de garantía: los defectos que impiden alcanzar condiciones

aceptables de salubridad y estanqueidad en el interior de la vivienda o en el

edificio y los defectos que causan deterioro del medio ambiente en su

entorno inmediato por impedir una gestión adecuada de toda clase de

residuos.

Tienen 10 años de garantía: los defectos que afectan a la cimentación, los

soportes, las vigas, los forjados, los muros de carga u otros elementos

estructurales y que comprometen de modo directo la resistencia mecánica y

la estabilidad del edificio.

Las garantías comienzan a regir cuando el constructor entrega de manera oficial la

obra al promotor y ambos firman el acta correspondiente. En general, este acuerdo

se gestiona un mes después de haberse firmado el certificado final de obra. Estos

papeles, con sus fechas, forman parte de la carpeta de documentos relacionados

con el edificio.

El propietario dispone de un plazo de 24 meses para reclamar,

aunque el periodo de la garantía haya vencido

A diferencia de las garantías, que varían, las reclamaciones tienen un plazo único.

No importa cuál sea el tipo de avería. En todos los casos, el propietario de la

vivienda dispone de dos años para reclamar por ella. De esta manera, si al año y

medio de estrenar el piso descubre una filtración de agua desde el exterior, tendrá

un plazo de 24 meses para reclamar la reparación, aunque el plazo de la garantía

haya vencido.

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Opinión imparcial

Contar con la opinión y el asesoramiento de un experto independiente, ajeno a la

obra, es crucial. Aunque los peritos industriales y los ingenieros ofrecen estos

servicios, los profesionales idóneos son los arquitectos. Sólo ellos pueden evaluar

con rigor la complejidad del defecto y su alcance, e informar de qué ocurre al

propietario. Las grietas en una pared, la insonorización deficiente o las filtraciones

de humedad pueden ser indicio de un problema más grave.

Una vez que se descubren los defectos en la construcción y se contrata a un

arquitecto para evaluarlos, la consideración del profesional deberá registrarse en

un informe, por escrito. Este documento que recoge su opinión es el dictamen y

en él debe constar:

Una enumeración de los fallos.

Las causas de esos defectos.

Las posibles soluciones técnicas.

Un presupuesto orientativo para llevarlas a cabo.

Es preferible que el arquitecto determine, si es posible, quién o quiénes son los

profesionales responsables directos del problema.

Hay que solicitar que el Colegio de Arquitectos avale el dictamen. Además de

figurar la opinión del experto, debe haber una instancia superior que la refrende.

Este procedimiento, denominado visado, actúa como un visto bueno y da mayor

peso al informe. Además de tranquilizar al propietario, "que sabrá con exactitud

qué falla en su casa", la entidad del documento le impedirá caer en discusiones

estériles con el promotor o que éste maquille el problema con una solución barata

y poco eficaz.

En orden y por escrito

Lejos de ser engorrosos, los pasos que se deben seguir tras la detección de un

defecto son sencillos. Es fundamental que, al reclamar, todas las instancias se

registren por escrito. Como en cualquier otro procedimiento de reclamación, los

documentos probatorios son cruciales, tanto si hay buena disposición de la otra

parte como si no. Las acciones que se deben seguir son:

Definir en cuál de los tres grupos de daños se clasifica el desperfecto de la

vivienda.

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Con los documentos de la obra en mano, comprobar si el fallo aún está

cubierto por la garantía correspondiente.

Controlar que no venza el plazo de reclamación, de dos años.

Solicitar los servicios de un arquitecto para que estudie el caso y redacte un

informe.

Determinar con el experto independiente quiénes son los responsables del

desperfecto, además del promotor.

Una vez que se tiene el dictamen del profesional visado por el Colegio de

Arquitectos, presentar la reclamación ante el promotor y las demás

personas responsables del defecto.

La reclamación debe hacerse por escrito (ya sea con una carta o con un

formulario específico). Hay que adjuntar una copia del dictamen del

arquitecto y debe quedar constancia del envío (y la recepción) de los

documentos. Para ello, el mecanismo ideal es el burofax, que tiene valor

probatorio, incluso, en el ámbito judicial.

Los juzgados son la última instancia de reclamación. Antes de llegar a ella,

si el promotor no responde, es aconsejable hacer un segundo intento de

notificación. En caso de que siga sin responder o desestime la queja, el

problema se resolverá ante la ley y habrá que contratar los servicios de un

abogado. Por esta razón, es imprescindible conservar todos los

documentos relacionados con el caso.

Patología de la edificación Acabados y revestimientos interiores Causas materiales y mecanismos de deterioroPatología de la edificación/Acabados y revestimientos interiores/Causas materiales y mecanismos de deterioro

Ù==COMENTARIO GENERAL. INTRODUCCIÓN==

La causa se define como aquel agente, activo o pasivo, que actúa como origen del proceso

patológico y que desemboca en una o varias lesiones, aunque en ocasiones, varias causas pueden

actuar conjuntamente para producir una misma lesión. De esta forma se puede establecer una

primera división entre causas directas e indirectas: las primeras, son aquellas que producen el

origen inmediato del proceso patológico (ya sean esfuerzos mecánicos, agentes atmosféricos,

contaminación … ); por otra parte, las causas indirectas son aquellas en las que pueden englobarse

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los diferentes aspectos patológicos que responden a un inadecuado diseño o ejecución constructiva

de la obra.

Contenido

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1   CAUSAS DIRECTAS

2   CAUSAS INDIRECTAS

3   CAUSAS DE LA APARICIÓN DE HUMEDADES EN RECUBRIMIENTOS

4   CAUSAS DE LA APARICIÓN DE SUCIEDADES EN RECUBRIMIENTOS

5   CAUSAS DE LA APARICIÓN DE GRIETAS Y FISURAS EN RECUBRIMIENTOS

o 5.1   CAUSAS DIRECTAS

o 5.2   CAUSAS INDIRECTAS

6   CAUSAS DE DESPRENDIMIENTOS EN RECUBRIMIENTOS

7   CAUSAS DE EFLORESCENCIAS EN REVESTIMIENTOS

8   CAUSAS DE OXIDACIÓN Y CORROSIÓN EN REVESTIMIENTOS

o 8.1   OXIDACIÓN

o 8.2   CORROSIÓN

9   CAUSAS DE EROSIONES EN REVESTIMIENTO

CAUSAS DIRECTAS[editar]

Se conoce como causas directas a todas aquellas que se corresponden con el desencadenante que

inicia la degradación de los diferentes elementos o sistemas constructivos de una unidad de obra

ejecutada o en proceso. Esta casuística puede manifestarse de distintas maneras, dependiendo del

origen del agente que incida sobre el elemento estudiado, aunque generalmente las causas directas

se caracterizarán por la pérdida de integridad del material expuesto a las mismas o la variación de

su aspecto respecto a su estado original. A continuación se definirán las causas directas existentes

más comunes:

a) Causas mecánicas, entendiendo por mecánicas todas las acciones que presenten interacción no

controlada sobre la superficie del material, ya sea por una acción no prevista o superior a la

calculada. Algunos de los ejemplos más comunes son: la transmisión a los cerramientos y

revestimientos de acciones mecánicas por deformación de la estructura, mala traba entre los

elementos de cerramiento, impactos y rozamientos provocados por el uso (suelos, parte baja de las

paredes…)

b) Causas físicas, engloban el conjunto de agentes atmosféricos que pueden llegar a actuar sobre el

edificio y, en especial, sobre la envolvente (la lluvia, el viento, el sol, las oscilaciones térmicas…). El

nivel de afectación de los diferentes agentes variará en función de las condiciones singulares de

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cada edificación como pueden ser la orientación de las fachadas o la altura de los edificios (mayor

empuje).

c) Causas químicas, referidas a todo tipo de productos químicos y sus reacciones, ya se apliquen de

manera accidental, por organismos vivos o se produzcan en el propio ambiente. En este sentido,

habrá de atender a los diferentes contaminantes ambientales que reaccionan con algunos

elementos pétreos de las fachadas.

d) Lesiones previas. En muchas ocasiones la causa inmediata de una lesión secundaria es otra

previa de origen primario, como puede suceder con las humedades, las deformaciones

estructurales, las grietas, las fisuras, los desprendimientos, la corrosión o diferentes organismos en

la edificación.

CAUSAS INDIRECTAS[editar]

Las causas indirectas podrían definirse como los factores inherentes a la unidad constructiva

( factores de composición química, de forma o de disposición) como consecuencia de su selección o

de su diseño defectuoso, y que uniéndose a la acción directa, posibilita la aparición del proceso

patológico. Su clasificación es la siguiente:

a) Causas de proyecto, engloban el conjunto de errores cometidos a la hora de elegir los materiales

aptos para ejecutar la obra, así como aquellos referentes al mal diseño de las unidades

constructivas.

b) Causas de ejecución, comprenden todas las acciones que tienen como desencadenante una

incorrecta puesta en obra a partir de unas instrucciones de proyecto que sí eran adecuadas. En

general, se debe a una mala elección de la técnica constructiva para realizar la unidad constructiva

que presenta el problema.

c) Causas de material, hacen alusión a todas aquellos elementos constructivos que llegan que ya

llegan a la obra de manera defectuosa o inadecuada para una correcta puesta en obra de los

mismos. Es necesaria la práctica de controles de calidad para verificar este aspecto.

d) Causas de mantenimiento, estableciendo una doble problemática: por un lado la utilización del

edificio para una labor que no se había concebido en el estado de proyecto; por otro, el correcto

mantenimiento del mismo por parte de los usuarios y el incumplimiento de los diferentes requisitos

marcados por la LOE referente a revisiones de edificios (ITE) y las determinaciones recogidas en el

Libro del Edificio.

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CAUSAS DE LA APARICIÓN DE HUMEDADES EN RECUBRIMIENTOS[editar]

La aparición de humedades en los diferentes revestimientos que componen el edificio va siempre

ligada a todas aquellas manchas, de carácter más o menos permanente, que han sido provocadas

por el almacenamiento de agua en una superficie no prevista para ello. Atendiendo a las diferentes

causas que pueden provocar su aparición, deberemos establecer una tipología entre los tipos de

humedades:

a) Humedades de obra: tienen como origen el agua empleada en la construcción de los

cerramientos o lo que puede llamarse como construcción húmeda (toda aquella en la que se emplea

mortero de unión amasado con agua). Este fenómeno ocurrirá pues, en todos aquellos

revestimientos en cuyos acabados superficiales intervenga el mortero, como pueden ser: los

revestimientos continuos de mortero de cemento o cal, guarnecidos y enlucidos de yeso con agua

aportada durante el amasado, en el humedecimiento del soporte previo a la aplicación y en el

curado. No obstante, el agua de obra no constituye una lesión, ya que es un componente

imprescindible en la ejecución de las unidades constructivas. El problema aparece cuando, por una

actuación incorrecta, no se deja evaporar esa agua en su momento, limitando su salida al exterior

mediante acabados superficiales aplicados antes de que la unidad constructiva esté suficientemente

seca y, por tanto, haya desaparecido la humedad sobrante. Entonces, aparece una presión hacia el

exterior sobre dicho acabado que suele producir abombamientos, empolladuras, desprendimientos,

eflorescencias e, incluso, posibles erosiones físicas.

b) Humedad capilar: se puede considerar como tal, toda aquella humedad que aparezca en los

cerramientos como consecuencia de la ascensión del agua a través de su estructura porosa por el

fenómeno de capilaridad. Éste, consiste en el movimiento de un fluido a lo largo de un conducto

longitudinal por efecto de la tensión superficial entre aquel y las paredes internas del material

sometido a estudio. Este tipo de fenómeno patológico afecta principalmente a tres puntos clave del

edificio: el arranque de los muros desde el terreno, el pavimento de las plantas bajas por succión

capilar desde la solera y, en tercer lugar, en una serie de zonas localizadas en la fachada

(albardillas, encuentro cerramiento y forjado …)

c) Humedad de filtración: aparece como consecuencia de un transporte de agua desde el exterior

hacia el interior del revestimiento (filtraciones), lo que ocasiona las correspondientes goteras o

manchas. Generalmente, se ocasionan por la mala resolución constructiva del encuentro entre

diferentes elementos constructivos. En todo caso, siempre que las filtraciones se produzcan en

fachada, sus suelen ser, la aparición de manchas perceptibles desde el exterior y, tras un periodo de

avance de la humedad a través del cerramiento, se refleja finalmente en el revestimiento del interior.

d) Humedad de condensación: entendiendo así la aparición de humedad en un revestimiento como

consecuencia de la condensación de vapor de agua que tiende a atravesar el cerramiento del

interior hacia el exterior. En este proceso, la condensación se produce porque este vapor alcanza la

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temperatura de saturación o de rocío y se convierte en líquido. Deben distinguirse tres casos: - en

primer lugar, las condensaciones superficiales interiores cuando se producen en la cara interior del

cerramiento, ya que la temperatura superficial interior es inferior a la de rocío. Este caso se produce

por un aumento exagerado de la presión de vapor en dicha superficie, lo cual debe entenderse como

un exceso de producción de vapor en el local que se somete a estudio (baños, cocinas…) - en

segundo término, las condensaciones intersticiales que se producen cuando el fenómeno físico se

produce en algún punto interior del cerramiento gracias a que la temperatura existente es inferior a

la de rocío que le corresponde a aquél. Pueden aparecer simultáneamente con las condensaciones

estudiadas anteriormente. - por último, las condensaciones higroscópicas se ponen de manifiesto

cuando la causa fundamental es la presencia de sales higroscópicas en el interior de los poros del

material. Estas sales al entrar en contacto con el agua se expanden y producen una rotura del

revestimiento.

e) Humedades accidentales: generalmente hace alusión a la aparición de humedades debido a la

rotura de alguna conducción de agua, ocasionando manchas localizadas generalmente en techos.

Esta rotura de las tuberías se puede producir por sobretensión del conducto (al haber sido mal

dimensionado para el caudal que debe circular a través de él), por rotura mecánica directa o por la

corrosión a la que pueden ser sometidos (corrosión por inmersión, pares galvánicos, exposición a

los álcalis y ácidos…)

CAUSAS DE LA APARICIÓN DE SUCIEDADES EN RECUBRIMIENTOS[editar]

El principal motivo de esta patología no es otro que la acumulación y permanencia de partículas

ensuciantes en las fachadas de los edificios, ya sea en su parte exterior o en su interior, sin

considerar las posibles reacciones químicas que pueden llegar a tener con los materiales que

constituyen la superficie de contacto sobre la que se depositan. A la hora de analizar este tipo de

patología deberá abordarse desde dos frentes bien distintos que dependen de los dos focos de

origen:

a) Los focos de origen natural, considerando como tales las partículas orgánicas provenientes del

proceso vital de los vegetales, las partículas inorgánicas constituidas por el polvo de la tierra y las

piedras y todos los fenómenos climáticos a los que se ve expuesto el edificio: la lluvia, el viento la

radiación del sol… - las partículas orgánicas provenientes del ciclo de polinización de las plantas (el

polen), se va depositando en las fachadas de los edificios cercanos a este tipo de exposición. Este

hecho no reviste una problemática grave, pero sí puede acentuarse si da lugar al crecimiento de

organismos entre los elementos de fachada con el consecuente agrietamiento y desprendimiento del

revestimiento interior. - las partículas de polvo y piedra, al igual que en el caso anterior, tienen poco

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poder ensuciante. - en lo que respecta a los diferentes fenómenos atmosféricos deben mencionarse

el caso del viento y el agua: el primero, sirve como medio de transporte para elementos de suciedad

mencionados anteriormente, desde su origen hasta la fachada; por su parte el agua al mismo tiempo

que facilita el arrastre de las particular, desencadena el proceso de lavado diferencial que consiste

en el transporte de ensuciantes tanto hacia el interior durante la absorción, como hacia el exterior.

Este proceso ocasiona churretones o escurriduras en las fachadas.

b) Los focos de origen artificial, son las partículas verdaderamente ensuciantes, tanto por su color

pardo, como por su tamaño. A su vez pueden subdividirse en dos fuentes: las urbanas

(calefacciones y tráfico rodado) y las industriales (emanaciones de los polígonos industriales

cercanos a los núcleos urbanos).

CAUSAS DE LA APARICIÓN DE GRIETAS Y FISURAS EN RECUBRIMIENTOS[editar]

En lo que se refiere al estudio de las lesiones de grietas y fisuras, debe establecerse una división

entre las causas directas y las causas indirectas que pueden provocarlas:

CAUSAS DIRECTAS[editar]

a) Acciones mecánicas: son de un origen muy variado, por lo que deberá de agruparse en una serie

de tipos, según sean debidas a movimientos de la estructura soporte o a movimientos diferenciales

del propio elemento. En este sentido, podemos considerar los siguientes tipos de grietas: - Por fallo

de asiento puntual, que puede llegar a provocar grietas verticales en el eje del asiento por aparición

de tracciones horizontales en la base o grietas superpuestas inclinadas debidas al esfuerzo cortante.

- Por fallo de asiento continuo, que provocan grietas en arco de descarga, bien completo, si el

asiento es central, bien en semiarco si el asiento es lateral. Si el asiento es uniforme en toda la

longitud del cerramiento y éste es de hiladas horizontales, puede producirse una grieta horizontal

coincidiendo con una hilada en la parte baja del mismo. - Por empuje vertical, que provoca distintas

grietas en función de su localización. Si se produce en el centro, puede producir un simple

aplastamiento, con algunas grieta horizontal en la parte superior, o si es importante, puede llegar al

pandeo del elemento. En el caso de los muros de dos hojas, si la trabazón no es suficiente, pueden

producirse pandeos fuera del plano, opuestos en cada una de las hojas, por lo que aparecerán

grietas en ambas caras del muro. - Por empuje horizontal, a diferenciar entre un empuje

perpendicular puntual, que provocará un alabeo con el consiguiente esfuerzo de tracción en una de

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las caras, y un empuje perpendicular lineal, que materializará una rotura más o menos amplia según

el empuje.

b) Esfuerzos higrotérmicos: considerando como tales al conjunto de esfuerzos provocados

directamente sobre los revestimientos por variaciones de temperatura o humedad. En general, este

tipo de variaciones de las condiciones ambientales provocan una dilatación de las unidades

constructivas en función del material a estudiar, con la correspondiente contracción cuando las

variaciones son inversas. Es precisamente en este momento cuando aparecen las grietas y fisuras.

CAUSAS INDIRECTAS[editar]

a) Las deficiencias de proyecto, se refieren al proceso de diseño constructivo que facilita la aparición

de grietas y fisuras en los revestimientos y que conjugados con alguna causa directa, desemboca en

el correspondiente proceso patológico. En esencia, pueden observarse los siguientes errores: - La

realización de uniones constructivas mal resueltas, suelen aparecer cuando se proyecta la

yuxtaposición de dos unidades distintas pensando que al aplicarles un mismo acabado y

revestimiento se logrará que trabajen como un mismo elemento, lo que es totalmente imposible. Uno

de los casos más claros es la yuxtaposición en el miso plano de un elemento estructural (ya sea

pilar o forjado) con un cerramiento, bien de fachada, bien de tabiquería, recubiertos posteriormente

por un mismo acabado. - El no concebir en la fase de proyecto las juntas de dilatación de los

edificios, hace que la oscilación térmica a la que se ven sometidos se refleje en grietas que tendrán

su repercusión en fachada y en el interior del edificio. Pero esta junta, no sólo debe afectar a la

estructura del edificio, sino que al mismo tiempo debe reflejarse en el cerramientos y revestimientos

interiores, ya que en caso contrario las grietas seguirían apareciendo. - La falta de limitación de

flechas, hacen que los cerramientos rompan su unión física con los forjados al no poder deformarse

de la misma forma que éstos. Por este motivo es necesario, prever una limitación en valor absoluto

que lo que los forjados pueden deformarse para que no aparezcan este tipo de problemas. -

Cerramientos excesivamente débiles; las acciones sobre los cerramientos provocan esfuerzos de

tracción y cortante que acaban en grietas y fisuras en función de la capacidad mecánica de aquellos.

Por eso, y teniendo en cuenta que dichas acciones no son siempre evitables, a mayor debilidad del

cerramiento, mayor será la posibilidad de que aparezcan lesiones.

b) Deficiencias en los materiales de construcción; los más importantes que pueden acarrear la

aparición de grietas y fisuras son los siguientes: - Materiales demasiado porosos, ya sean ladrillos

bloques o mampuestos utilizados como revestimiento visto al interior, con un alto coeficiente de

absorción y por tanto, con posibilidad de variación dimensional por humectación, lo que produce

fisuras. - Morteros de cemento excesivamente ricos, utilizados como acabado superficial, que

pueden tener una retracción hidráulica y una rigidez superior a la base sobre la que están aplicados.

- Elementos defectuosos, como piedras de chapado o mampuestos con “pelos” de cantera, que

facilitan la aparición de fisuras y grietas, respectivamente, al aparecer el más mínimo esfuerzo,

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siguiendo el defecto original. - Material de poca capacidad mecánica, utilizados tanto como

elementos unitarios de las fábricas como mortero de agarre.

c) Defectos de ejecución; son de muy variada índole, por lo que a continuación se enumeran los

más corrientes: - Falta de traba suficiente entre los elementos unitarios, ya sean en las denominadas

esquinas “falsas” con ángulos distintos a 90º o anomalías en las uniones que se producen en el

mismo plano. - Debilitación por rozas para instalaciones. - Deficiencias de ejecución de morteros

superficiales, ya sea por un mal curado o por una escasa humectación del soporte sobre el que se

aplica. - Mala ejecución de las juntas de dilatación. - Defectuosa ejecución del hormigón. - Falta de

armadura transversal y zunchos perimetrales en forjados de viguetas.

CAUSAS DE DESPRENDIMIENTOS EN RECUBRIMIENTOS[editar]

Los diferentes tipos de desprendimientos que se produzcan en recubrimientos dependerán del

sistema constructivo de acabado, del material constitutivo de sus elementos y del sistema de

sujeción al soporte. Como las causas indirectas dependerán de cada sistema de acabado, no tiene

sentido estudiarlas conjuntamente, sino que pasaremos directamente a analizar las causas directas

más comunes.

a) Acabados continuos y adheridos con morteros o colas; la unión entre acabado y soporte es

teóricamente continua, gracias a una junta superficial entre ellos , o bien por intercalar un material

adherente al que se denominará “interfase. En este segundo caso, la pérdida de adherencia se

puede producir en tres puntos; las dos juntas superficiales y la propia fase. En cualquier caso, en

una junta superficial continua el desprendimiento se producirá al romperse el sistema de adherencia,

ya sea mecánica o química. Este desprendimiento en las juntas superficiales podrá ser por varias

causas: - por esfuerzo rasante, que supone el empuje en una misma dirección y sentidos contrarios

de los dos elementos que componen la junta superficial, lo que conlleva la pérdida de integridad de

la unión. - por dilatación de elementos infiltrados, que aparece cuando resulta un microespacio

intermedio en las juntas superficiales con adherencia mecánica. Este espacio es susceptible de

alojar algún elemento capaz de dilatar, como el agua, con el consiguiente peligro de sufrir un

aumento volumen al helarse o por cristalización de sales. - por falta de adherencia propiamente

dicha, ya sea porque en el momento de aplicar el mortero el material de soporte no había sido

humedecido o porque su superficie no estaba limpia de polvo.

b) Acabados colgados o anclados por puntos o líneas; en estos casos, la unión entre revestimiento y

soporte está basada en los puntos de anclaje, y por tanto, el fallo que provoca el desprendimiento

puede encontrarse también en tres puntos (la unión del elemento al anclaje, el propio anclaje y la

unión del anclaje al soporte), además de en el propio elemento unitario e acabado. - la primera suele

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ser por perforación del elemento de acabado o su rotura por pensamiento, y su fallo se suele

provocar en el propio elemento al romperse por superar la capacidad a esfuerzo cortante en la

perforación. - el segundo falla por corrosión del elemento metálico que lo constituye o bien por

superarse su capacidad mecánica. - la tercera puede fallar por arrancamiento cuando la unión no es

lo suficientemente profunda o el material de unión no está correctamente aplicado. - en último lugar,

la debilidad del propio elemento debida a su sección o a la existencia de impurezas, jugará un papel

determinante a la hora de limitar su trabajo mecánico.

CAUSAS DE EFLORESCENCIAS EN REVESTIMIENTOS[editar]

Podemos definir las eflorescencias como el depósito de sales que se produce debido a una

cristalización masiva de sales en la superficie de algún elemento constructivo visible para el usuario,

ya sea en el exterior o en el interior del edificio. Este proceso se produce gracias a la disolución de

dichas sales en agua para su transporte a la superficie sobre la que se depositan y la posterior

evaporación del líquido. Para que se produzcan, es necesaria la confluencia de tres fenómenos: - la

existencia de sales solubles en algunos de los materiales constitutivos del cerramiento o el

recubrimiento afectado (ladrillos, bloques, piedras, áridos, morteros, hormigón …). - presencia de

humedad, generalmente infiltrada y que tiene a salir al exterior por simple diferencia de presión de

vapor. - disolución y transporte de las sales hacia la superficie exterior del cerramiento donde, al

evaporarse el agua las sales disueltas se vuelven a cristalizar. Dependiendo del tipo de sales, los

efectos serán más o menos agresivos con la unidad constructiva evaluada. Algunas de las sales

más comunes son: el sulfato cálcico, el sulfato magnésico, el sulfato potásico, el sulfato sódico, el

sulfato de hierro, el sulfato de vanadio y el carbonato cálcico.

CAUSAS DE OXIDACIÓN Y CORROSIÓN EN REVESTIMIENTOS[editar]

Ambas patologías se enmarcan dentro de las acciones químicas que actúan simultáneamente y/o

sucesivamente sobre los metales, siendo especialmente importante el medio (ya sea acuoso o seco)

que rodea al elemento a estudiar, así como las características particulares del mismo. A

continuación, pasaremos a describir cada uno de los procesos y las causas que los producen:

OXIDACIÓN[editar]

La oxidación puede definirse como el proceso por el que la superficie de un metal reacciona con el

oxígeno de la atmósfera que le rodea, para producir una capa superficial de óxido del metal en

cuestión. Dicha capa puede ser: protectora, si es impermeable al oxígeno y está bien adherida al

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metal, o bien, no protectora, si resultase porosa o se agrieta, por lo que la oxidación continuaría

hacia el interior del metal.

CORROSIÓN[editar]

La corrosión puede definirse como la descomposición de un metal por efecto del aire húmedo,

pasando a convertirse en óxido o hidróxido. Para ello, se necesita el contacto de dos elementos que

hagan las veces de ánodo y cátodo de la pila electroquímica que se forma. De esta manera, el flujo

de electrones del ánodo al cátodo se materializa con esta pérdida de partículas del metal que resulta

corroído. En los metales en los que la capa de óxido actúa como protección, el avance de la

corrosión suele ser muy lento, si no nulo, mientras que en los materiales férricos, la capa de óxido la

facilita. En cualquier caso, para la creación de la pila electroquímica es necesaria la existencia de un

fluido conductor (electrolito). Este suele ser el agua, que potencia su conductividad gracias a la

presencia de sales contaminantes que facilitan el trasvase de electrones. Éste es el motivo por el

que no se deben clavar planchas de cobre con clavos de acero o recubrir una chapa de este

material con otra de zinc en un ambiente húmedo (fundamento del galvanizado).

CAUSAS DE EROSIONES EN REVESTIMIENTO[editar]

El proceso de erosión puede definirse como la destrucción o alteración de la capa superficial de los

materiales que constituyen la capa exterior de cerramientos o revestimientos, siendo fruto de la

acción conjunta de diversos agentes exteriores y de las características propias de cada elemento.

Las causas que producen los diferentes tipos de erosión en los materiales son tres:

a) Erosión mecánica, en la que el agente erosionante tiene un carácter mecánico y, por tanto, el

resultado es una pérdida de material superficial por destrucción del mismo, bien de forma lenta

(abrasión), rápida o violenta (golpe o impacto).

b) Erosión física; en este tipo de erosión el proceso patológico presenta un carácter físico, desde el

agente erosionante hasta el mecanismo de erosión, obteniendo como resultado, al igual que en el

caso anterior, una pérdida de material superficial producida de un modo más o menos lento y

continuo. Los agentes más corrientes son fenómenos atmosféricos normales (agua y oscilaciones

térmicas), actuando conjuntamente por lo que también se conoce con el nombre de meteorización.

Afecta generalmente a las superficies exteriores de los edificios, con mayor intensidad en función de

su nivel de exposición y su estructura mineral o porosa.

c) Erosión química, entendiendo como tal aquellos tipos de erosiones en los que las reacciones

químicas entre distintos elementos constitutivos de los materiales o entre ellos y los compuestos

contenidos en la atmósfera, sean naturales o artificiales, constituyen la base principal del proceso

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patológico. Los resultados de este tipo de erosión no se caracterizan sólo por la pérdida de material

superficial, sino sobre todo, por su alteración, que se manifiesta de diversas formas: - costras, de

diversas texturas, consistencia y espesor. - ampollas, que son consecuencias de las costras y

diversos procesos físicos. - pátinas, de procedencias muy diversas, aunque generalmente

originadas por compuestos ajenos al propio revestimiento. - degradaciones y decementaciones,

como consecuencia de la disolución de parte de los componentes.