8 Reglas Para Lidiar Con La Ira y El Enojo en Los Hijos Adolescentes

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8 reglas para lidiar con la ira y el enojo en los hijos adolescentes Doctora Aliza • 27 diciembre, 2011 Posted in Estrés y Salud Mental, Niños y Adolescentes. ¿Tu hijo adolescente se enoja con frecuencia? ¿”Explota” con facilidad por cualquier cosa? ¿Las explosiones vienen acompañadas por gritos y portazos? Si tus razonamientos y regaños solamente logran escalar y empeorar la discusión, hay reglas que debes seguir para reducir la tensión y tomar, como padre y adulto, el control de la situación. El detonante del enojo de tu hijo puede ser algo tan sencillo como pedirle que recoja y limpie su habitación, exigirle que termine sus tareas antes de salir con los amigos, o preguntarle el porqué de las malas calificaciones en el último informe del colegio. En lugar de una respuesta adecuada, recibes un ataque y una respuesta airada y hasta irrespetuosa. Muchos padres reaccionan dejándose arrastrar en el intercambio verbal de justificaciones y reclamos, echándole más leña al fuego, o se quedan paralizados sin saber qué hacer. Para que puedas tomar el control, aquí te sugerimos ocho consejos para sobrellevar la situación. 1. Evita enfrentar y gritarle a tu hijo cuando está enojado. Lo más fácil del mundo es responder con ira ante la ira. Después de todo: “¿Qué se ha creído este niño?”. Tienes que ser más fuerte emocionalmente y actuar con inteligencia. Lo primero es mantener la calma para evitar que la situación empeore. Si evitas echar más leña al fuego, tu hijo tendrá la oportunidad de ventilar su enojo y discutir la situación calmadamente más adelante.

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8 reglas para lidiar con la ira y el enojo en los hijos adolescentesDoctora Aliza • 27 diciembre, 2011Posted in Estrés y Salud Mental, Niños y Adolescentes.

¿Tu hijo adolescente se enoja con frecuencia? ¿”Explota” con facilidad por cualquier cosa? ¿Las explosiones vienen acompañadas por gritos y portazos? Si tus razonamientos y regaños solamente  logran escalar y empeorar la discusión, hay reglas que debes seguir para reducir la tensión y tomar, como padre y adulto, el control de la situación.

El detonante del enojo de tu hijo puede ser algo tan sencillo como pedirle que recoja y limpie su habitación,  exigirle que termine sus tareas antes de salir con los amigos, o preguntarle el porqué de las malas calificaciones en el último informe del colegio.  En lugar de una respuesta adecuada, recibes un ataque y una respuesta airada y hasta irrespetuosa.  Muchos padres reaccionan dejándose arrastrar en el intercambio verbal de justificaciones y reclamos, echándole más leña al fuego, o se quedan paralizados sin saber qué hacer. Para que puedas tomar el control, aquí te sugerimos ocho consejos para sobrellevar la situación.

1. Evita enfrentar y gritarle a tu hijo cuando está enojado. Lo más fácil del mundo es responder con ira ante la ira. Después de todo: “¿Qué se ha creído este niño?”. Tienes que ser más fuerte emocionalmente y actuar con inteligencia. Lo primero es mantener la calma para evitar que la situación empeore. Si evitas echar más leña al fuego, tu hijo tendrá la oportunidad de ventilar su enojo y discutir la situación calmadamente más adelante.

2. No intentes razonar con tu hijo cuando las emociones están desbordadas. Los adultos usamos la lógica y la razón para explicar las cosas. Pero si tu hijo está en plena perreta, o muy exaltado, la lógica no te servirá de nada. Y la frustración de la falta de entendimiento solamente empeorará las cosas y quizás se intercambien palabras de las que luego se arrepentirán. Es preferible que lo dejes retirarse a su habitación y esperes a otro momento más adecuado para explicar tus puntos.

3. No le pegues, bajo ninguna circunstancia. Ante una falta enorme de respeto o consideración, algunos padres pierden todo el control y llegan al

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plano físico y ésa es una enseñanza terrible.  Evita hacer lo mismo, no importa lo que hayas escuchado de otros padres o de la forma en que te criaron a ti. El golpe físico solamente le enseña al hijo que los problemas se resuelven con violencia.

4. Si es necesario, retírate hasta que recuperes el control. La ira es una emoción poderosa y se contagia rápidamente. Si la discusión y los reclamos de tu hijo llegan en un mal momento y te sientes a punto de perder el control, decídete por una retirada a tiempo: sal a caminar, enciérrate en tu habitación, respira profundamente, cualquier cosa que te devuelva la ecuanimidad, al menos como para que no hagas algo de lo que luego puedas arrepentirte. Si van discutiendo en el automóvil, estaciona (aparca) el auto lo antes que puedas. No conduzcas mientras estás en una discusión acalorada para evitar un posible accidente.

5. Evita amenazar con castigos exagerados. El apasionamiento puede llevarte a prometer escarmientos que luego no podrás cumplir, y a la larga, eso te perjudica. Nunca prometas un castigo o consecuencia que no sea realista o sea desproporcionada a la falta. En vez de eso, conversa con tu hijo y explícale cuáles comportamientos son inaceptables y qué consecuencias habrá si te desobedece. En lugar de castigo, habla de retirar o reducir sus privilegios (televisión, videojuegos, teléfono, computadora) o actividades (cine, visitas, deportes). Se firme y mantén tu palabra para que tu hijo te respete y aprenda bien la lección.

6. Refuerza la importancia de mantener el respeto mutuo. En esto tienes que predicar con el ejemplo.  No es un signo de debilidad decirle a un hijo: “Estoy tan enfadado ahora que no puedo hablar contigo”, o “Necesito dar una vuelta.  Hablamos cuando me calme y te calmes tú también”. Al contrario, hace falta mucha fuerza interior para dominar los impulsos, especialmente la ira. Evita usar palabras vulgares, o insultos para que tu hijo aprenda a discutir, pero de manera limpia y respetuosa.

7. Busca ayuda si tu hijo se muestra muy agresivo. Si el enojo del adolescente puede ponerlo en peligro a él o a los demás, no pierdas tiempo y busca ayuda profesional. Es necesario que un(a) terapista o un psicólogo(a) entrenado(a), descubra por qué está actuando de esa manera y le enseñe tácticas para manejar sus frustraciones.

8. Mantén las vías de comunicación abiertas. Elige un momento oportuno y en privado para tratar de averiguar si hay algo que está perturbando a tu hijo adolescente. Asegúrale que es normal sentir sentimientos de enojo y enfado, pero que somos responsables de lo que hacemos cuando estamos enfadados. Por ejemplo: tu hijo puede sentirse enojado por algo que le pasó en la escuela, pero tirar la puerta, romper o tirar objetos, o decir groserías no son formas aceptables de ventilar su enojo o su mal humor. Es posible que tengas que repetir esto muchas veces, pero es importante.

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LA ATALAYA NOVIEMBRE DE 2013

 CONSEJOS PARA LAS FAMILIAS

Cómo hablar con su hijo adolescente sin discutir    00:00           

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“Cuando mi hija cumplió 14 años, se hizo muy contestona. Si yo decía: ‘Es hora de comer’, me respondía: ‘Ya comeré cuando me dé hambre’. Cuando le preguntaba si ya había acabado sus tareas de la casa, me respondía: ‘¡Déjame en paz!’. A menudo nos alzábamos la voz y terminábamos a gritos.” (MAKI,JAPÓN)  *

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Si usted tiene un hijo adolescente, los conflictos podrían probar al máximo sus habilidades de padre..., y también su paciencia.  * “Me hierve la sangre cada vez que mi hija desafía mi autoridad —dice Maria, que vive en Brasil y es madre de una joven de 14 años—. Nos frustramos tanto que terminamos gritándonos.” Carmela, de Italia, vive una situación parecida. Ella comenta: “Las discusiones con mi hijo siempre son a gritos y siempre acaban cuando él va y se encierra en su habitación”.¿Por qué parece que a algunos adolescentes les encanta discutir? ¿Los han contagiado sus amigos? Quizás. La Biblia dice que las amistades de una persona ejercen una poderosa influencia en ella, ya sea para bien o para mal (Proverbios 13:20;   1   Corintios 15:33). Además, el entretenimiento de hoy promueve la imagen del adolescente rebelde.

Pero hay otros factores que tomar en cuenta, factores que no le serán difíciles de manejar una vez que comprenda cómo pueden afectar a su hijo. Veamos algunos de ellos.

ESTÁ APRENDIENDO A RAZONAR

El apóstol Pablo escribió: “Cuando yo era pequeñuelo, hablaba como pequeñuelo, pensaba como pequeñuelo, razonaba como pequeñuelo; pero ahora que he llegado a ser hombre, he eliminado  las cosas características de pequeñuelo” (1   Corintios 13:11 ). Como lo indican estas palabras, los niños piensan distinto que los adultos. ¿En qué aspectos?

Para los niños, las cosas tienden a ser o blancas o negras. En cambio, los adultos pueden captar mejor las zonas grises y analizan los asuntos más a fondo a fin de llegar a conclusiones o tomar decisiones. Por ejemplo, es más probable que analicen las implicaciones éticas de un asunto y piensen cómo afectarán a los demás sus decisiones. Aunque los adultos están acostumbrados a razonar así, los adolescentes están en el proceso de aprender.

La Biblia anima a los jóvenes a desarrollar su “capacidad de pensar” (Proverbios 1:4). De hecho, anima a todos los cristianos a hacer uso de su “facultad de raciocinio”, o sea, su capacidad de razonar (Romanos 12:1,   2;   Hebreos 5:14 ). Sin embargo, el uso de esa capacidad podría llevar a su hijo a discutir con usted sobre los asuntos más triviales. O tal vez le exprese algo que demuestre falta de madurez (Proverbios 14:12). Si se da el caso, ¿cómo puede razonar con él sin discutir?¿POR QUÉ NO INTENTA ESTO? Tal vez su hijo simplemente está probando su recién descubierta habilidad de razonar; es muy probable que su manera de ver la vida no se haya definido del todo. Póngalo usted a prueba. Primero felicítelo por tratar de razonar el asunto. Podría decir, por ejemplo: “Me gusta que analices las cosas, aunque no siempre estemos de acuerdo”. Luego ayúdelo a evaluar su forma de pensar. Dígale algo como: “Y eso que me acabas de decir, ¿crees que funcione siempre?”. Tal vez su hijo lo sorprenda replanteándose y refinando sus opiniones.

Pero ojo: cuando razone con su hijo, no piense que usted tiene que tener la última palabra. Aun si lo que dice parece caer en oídos sordos, es muy probable que su hijo se quede con más de lo que usted cree..., o de lo que él está dispuesto a reconocer. No se sorprenda si al cabo de unos días su hijo acepta su punto de vista o incluso afirma que la idea fue de él.

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“A veces discutíamos por cualquier cosa. Por ejemplo, porque le decía que no desperdiciara las cosas, o que no molestara a su hermana. Pero en la mayoría de los casos, lo que quería era que le preguntara su opinión, que tratara de entenderlo y que le dijera algo como: ‘Así que eso es lo que pasa’, o ‘así que eso piensas’. Al mirar atrás, me doy cuenta de que si tan solo hubiera dicho algo por el estilo, nos hubiéramos ahorrado muchas peleas.” (Kenji, Japón.)

ESTÁ FORMANDO SUS CONVICCIONES

Los padres sabios crean un ambiente en el que sus hijos adolescentes pueden expresar sus opiniones

Un elemento clave de criar a un adolescente es prepararlo para el día en el que se marchará de casa y hará su propia vida (Génesis 2:24). Parte de ese proceso implica ayudarlo a formar su propia identidad, es decir, un conjunto de cualidades, opiniones y valores que distinguen a una persona de las demás. Al verse presionado a hacer lo malo, el joven que tiene una identidad bien formada piensa en las consecuencias de sus actos y se pregunta: “¿Qué clase de persona soy? ¿Cuáles son mis valores? ¿Qué haría en esta situación una persona con los mismos valores que yo?” (2   Pedro 3:11 ).La Biblia habla de José, un joven que tenía identidad propia. Cuando la mujer de Potifar le insistió en que se acostara con ella, respondió: “¿Cómo podría yo cometer esta gran maldad y realmente pecar contra Dios?” (Génesis 39:9). Aunque todavía no existía una ley contra el adulterio, José pudo percibir la postura de Dios en ese tema. De hecho, al decir esas palabras (“¿Cómo podría yo...?”) demostró que pensaba como Dios, que así era él (Efesios 5:1).De modo parecido, su hijo está desarrollando su propia identidad, lo cual es bueno, pues sus convicciones le permitirán enfrentar la presión de sus compañeros (Proverbios 1:10-15). El problema es que ese mismo sentido de identidad podría llevarlo a enfrentarse a usted.¿POR QUÉ NO INTENTA ESTO? En vez de enredarse en una discusión, repita las palabras de su hijo: “A ver si entendí bien. ¿Estás diciendo que...?”. Y luego hágale

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preguntas como: “¿Por qué piensas así? ¿Qué te hizo llegar a esa conclusión?”. Anímelo a  expresar su postura. Si la diferencia se debe a una cuestión de preferencias y no de principios, demuéstrele que usted es capaz de respetar su opinión aunque no la comparta al ciento por ciento.El desarrollo de una identidad propia —acompañada de convicciones firmes— no solo es normal sino provechoso para todo joven. La Biblia dice que los cristianos no deben ser como niños, aventados “por olas y llevados de aquí para allá por todo viento de enseñanza” (Efesios 4:14). Por lo tanto, lo mejor es que usted promueva dicho desarrollo.“Cuando mis hijas ven que estoy dispuesta a escucharlas, se sienten más inclinadas a escuchar mi opinión, incluso si es distinta a la de ellas. Además, tengo cuidado de no obligarlas a pensar como yo; más bien, dejo que formen sus propias convicciones.” (Ivana, República Checa.)

FIRME Y A LA VEZ FLEXIBLE

Al igual que los niños, los adolescentes saben cómo sacar un tema vez tras vez para que sus padres den su brazo a torcer. Si eso ocurre en su hogar, tenga cuidado. Es cierto que ceder resuelve el problema temporalmente, pero el mensaje con el que se queda el adolescente es: “Si insisto, me saldré con la mía”. ¿Hay otra opción? Sí, seguir este consejo de Jesús: “Simplemente signifique su palabra Sí, Sí, suNo, No” (Mateo 5:37). Es más difícil que su hijo insista si ya sabe cómo va a reaccionar usted.Claro, hay que ser razonable. Deje que su hijo le explique por qué cree que debería dejarlo llegar más tarde a casa en cierta ocasión. Si usted dijera que sí, no estaría cediendo a la presión; simplemente estaría siguiendo este consejo bíblico: “Llegue a ser conocido de todos los hombres lo razonables que son ustedes” (Filipenses 4:5).¿POR QUÉ NO INTENTA ESTO? Reúna a su familia y hable del horario de llegada a casa y de otras reglas. Muéstreles a sus hijos que está dispuesto a evaluar todos los factores antes de tomar una decisión. “El adolescente debe poder ver que sus padres están dispuestos a ceder si no se viola ningún principio bíblico”, comenta Roberto, un padre de Brasil.Obviamente, ningún padre es perfecto. Ya lo dice la Biblia: “Todos tropezamos muchas veces” (Santiago 3:2). Si le parece que una discusión se debió en parte a usted, no dude en pedir disculpas a su hijo. Admitir los errores es un ejemplo de humildad que le enseñará a su hijo a actuar de la misma manera.“Una vez que ha pasado la tormenta y logro tranquilizarme, le pido perdón a mi hijo por haber explotado. Eso lo ayuda a él a calmarse y facilita la comunicación.” (Kenji, Japón.)

1. Los padres no entienden lo que vive el adolescente. Creen que su rebeldía son ataques personales y que su actitud cambió de un día para el otro. Que de ser usted su gran héroe, ahora es su "archienemigo". 

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"Pero desconocemos lo que está sucediendo en su cerebro para que reaccione así. Cuando sabemos y entendemos lo que ocurre, es más fácil poder llevar esta etapa". 2. Los padres no saben poner reglas. La mayoría de las reglas en casa no están claras y lo peor es que, entre los padres, no se ponen de acuerdo para ejercerlas. Los matrimonios vienen de dos educaciones distintas, por lo que se crea un conflicto entre la pareja y eso es peor. El adolescente se da cuenta de eso y se aprovecha de esa situación, no porque quiera, sino porque su cerebro lo hace actuar de esa manera, está madurando. 3. A los papás les cuesta trabajo poner límites. No saben, se confunden. De una falta muy sencilla hacen un problema gigantesco y, por el contrario, dejan pasar las cosas realmente serias y no le dan importancia. "Estas tres cosas, crean verdaderamente un ambiente problemático muy grande al punto de decir: ¡Renuncio!, no sé qué hacer", comenta el autor.