Bilinguismo Alisedo AR
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Curso “Aprendiendo Lengua de Señas Uruguaya”
Sylvia Y. Siré
Intérprete en Lengua de Señas Uruguaya
BILINGUISMO
Hacer mención del bilingüismo - Lengua de Señas - Lengua Oral / escrita- en el campo
de la sordera constituye aún hoy un enfoque inexplicable para muchos y una propuesta
insostenible para otros. Las implicancias que este abordaje tiene sobre la problemática del
niño sordo exige definir lo más apropiadamente posible la noción de este bilingüismo
particular que está integrándose al vocabulario de aquéllos que intervienen en su educación
sin que haya habido en todos los casos una reflexión sobre lo que significa y las alternativas
reales que plantea.
En efecto, este programa, propuesto hoy como un hecho educativo que operaría un
cambio casi mágico en el desarrollo escolar de los alumnos sordos puede ocultar múltiples
vicios y posibles resultados contradictorios. Dentro de los casos o situaciones que plantean
problemas en un medio bilingüe creado ad hoc, merece especial mención el que se conoce
como semilingüismo (Elizaincín, A. 1996) que consiste en la exposición precoz a una mezcla
sistemática de lenguas cuyo riesgo es la doble incompetencia. Dos veces incompetentes, los
hablantes están amenazados por una doble marginalidad desde el punto de vista social y por
una restricción lingüística en los aspectos que corresponden a hechos ligados al contexto:
reducción del léxico de cada lengua, limitación de la creatividad verbal e indigencia de
connotaciones individuales desde el punto de vista cognitivo. El semilingüismo designa una
realidad presente aún en muchos lugares en donde las relaciones entre las lenguas están
regidas por el desequilibrio (minorías lingüísticas, fronteras, pidgin, sabires).
Respecto del bilingüismo que nos convoca, esto suele ocurrir en casos donde la impronta de la
lengua oral y la metodología oralista es aún muy fuerte y no se logra otorgar a la LS su rol de
lengua primera o bien los casos en los que no se cuenta con hablantes de la LS medianamente
competentes.
Hacer hincapié en este aspecto del tema obedece a la necesidad de aportar al paradigma
del bilingüismo instancias de alerta que permitan transitar un camino de innovación educativa
en términos que aseguren la calidad de la misma. En efecto, a menudo, el entusiasmo sumado
a las carencias de todo tipo de los alumnos y de los maestros pone en marcha proyectos de
educación bilingüe que sufren distorsiones y corren el riesgo de producir efectos perversos a
nivel de la implementación.
Hacia una escuela como las otras
La escuela bilingüe tiene como objetivo acercar al niño sordo una lengua que pueda ser
considerada como lengua primera -L1- para que garantice, un desarrollo cognitivo en los
términos adecuados. Dicha escuela deberá, además, hacerse cargo del aprendizaje de la lengua
del oyente o lengua nacional -L2-como una segunda lengua. También es trabajo de la escuela
bilingüe ofrecer a los padres la enseñanza de la Lengua de Señas indispensable para
facilitarles, lo más posible, la comunicación y el vínculo con su hijo sordo.
Curso “Aprendiendo Lengua de Señas Uruguaya”
Sylvia Y. Siré
Intérprete en Lengua de Señas Uruguaya
Lo dicho hasta aquí debe contribuir a precisar los términos de la situación educativa en
la que opera el enfoque bilingüe. En primer término, y hasta el momento, se ha tratado de
construir una institución escolar dentro de los parámetros que definen una escuela clásica en
tanto modelo que hoy se aspira a alcanzar para el alumno sordo:
adquisiciones escolares cuya pertinencia no es objeto de discusión,
procesos de socialización y normalización tradicionales con recursos y valores en juego
que no se cuestionan,
una función alfabetizadora por definición,
progresiones pautadas por una institución que estructura recorridos, competencias y
acreditación. .
La Lengua de Señas aparece en este panorama como la solución desde múltiples
perspectivas, fundamentalmente la de alcanzar para los niños sordos los objetivos que la
escuela se impone para todos los niños. La idea es contribuir al desarrollo socio-cognitivo de
los alumnos como condición de base para lograr la mejor calidad en la educación de cada niño
que garantice la existencia de instancias adecuadas para la integración social.
En el proyecto bilingüe pues, la presencia de la Lengua de Señas como lengua de la
escuela y de la enseñanza asegura a los alumnos jóvenes la adquisición espontánea de la
lengua y a los menos jóvenes un baño de lenguaje que facilita y estimula el aprendizaje más
formal de la misma. Dadas estas condiciones, el alumno sordo estará en "situación lingüística"
para sostener los aprendizajes escolares.
En este sentido no se trataría de la eventualidad de que un niño sordo pueda acceder a la
Lengua de Señas o no, sino que la Lengua de Señas se perfila como la condición sine qua non.
Porque el niño es sordo y porque las barreras creadas por la sordera sólo han sido sorteadas
con efectiva eficacia por las propias comunidades sordas.
Para que los procesos educativos formales integren esta instancia en la escuela, se
impone un diseño curricular ad hoc que especifique en su Proyecto Educativo Institucional las
adecuaciones curriculares necesarias para la atención de las necesidades educativas especiales
de un alumno concreto, en un contexto determinado.
En primer lugar, la institución que alberga un proyecto bilingüe se define como una
entidad integral que aspira a constituirse en centro de reflexión y conocimiento de la
problemática general del niño sordo en relación con un concepto abarcador de su educación.
Para ello incluye como capital lingüístico la Lengua de Señas en el proceso de instrucción,
con miras a:
La incorporación de un bilingüismo complementario que provea una auténtica base de
sustentación para que todo niño sordo construya aprendizajes que le permitan avances
sólidos en el terreno escolar.
La formación, por parte del alumno sordo, de redes conceptuales a partir de las matrices
lingüísticas a las que llega gracias a actos de comunicación espontáneos, exigentes e
intransferibles.
La utilización de la Lengua de Señas como medio en términos de lengua de la
explicación y la interrogación, del diálogo y de la argumentación, de la literatura y de la
teatralización.
La estimulación del área primaria visual a través de señales que utilicen otros canales de
comunicación.
Curso “Aprendiendo Lengua de Señas Uruguaya”
Sylvia Y. Siré
Intérprete en Lengua de Señas Uruguaya
La coordinación y cooperación para que desde la más tierna edad, el bebé sordo sea
expuesto a la Lengua de Señas.
La previsión de un modelo en constante revisión y adaptación, nunca perfecto ni
definitivo que pueda plantear siempre nuevos problemas y ajustes.
La acreditación de los alumnos para el pasaje de niveles según parámetros de
expectativas de logros con relación a adaptaciones curriculares de orden estrictamente
lingüístico. Para ello, deberán implementarse procesos y procedimientos que
constituyan la base operativa del abordaje.
La transmisión de los contenidos metalingüísticos, conceptuales, procedimentales y
actitudinales, correspondientes al eje Lengua Materna, se hace a través de la Lengua de
Señas. Los procesos cognitivos del orden de la riqueza léxica, la madurez sintáctica y
las operaciones de relación semántica (como la inclusión, la oposición la intersección y
la identidad) son trabajados al interior del proceso comunicativo. Es en estas
competencias que se apoyará toda la evaluación en lengua.
Hacer de la lengua vehicular del país (lengua oral) un objeto de estudio obligatorio. Se
pone el acento en la lengua escrita según una adaptación curricular que tendrá en cuenta
los contenidos prioritarios del nivel, de acuerdo con los Contenidos Básicos Comunes.
Aquí se plantea la necesidad de una ruptura con modelos estándar de aprendizaje y la
urgencia de contar con un soporte de teorías lingüísticas, epistemológicas y psico-
sociolingüísticas explícitas que permitan discriminar en cada caso qué enfoque o
enfoques utilizar, de qué manera y en qué momento. Para ello es indispensable hacer la
transferencia de nuevos paradigmas conceptuales mediante investigaciones
contextualizadas en el aula, pues toda ruptura con un modelo tradicional no sólo se
refiere al aprendizaje del alumno sino que requiere fundamentalmente de procesos
paralelos de construcción y apropiación por parte del docente. Todo ello para que la
situación de enseñanza redunde en un aprendizaje de la lengua escrita significativo,
funcional y socialmente relevante.
La micro-comunidad lingüística
En la mayor parte de los casos, el niño sordo toma contacto por primera vez con la
Lengua de Señas en una escuela que acepta y admite su libre uso y que se constituye en un
micro-universo lingüístico apto para la adquisición y desarrollo de la lengua en cuestión. Su
transmisión es asegurada por intercambios con distintos hablantes de la Lengua de Señas:
Niños sordos más grandes que poseen un buen dominio de la Lengua de Señas.
Adultos sordos pertenecientes a las comunidades lingüísticas sordas quienes ejercen
fundamentalmente una función reguladora.
Profesionales oyentes (profesores de sordos y maestros, fundamentalmente) con
dominio de la Lengua de Señas, aprendida como lengua extranjera.
Hacia la construcción metalingüística
Por otra parte, el bilingüismo no usa solamente la Lengua de Señas en la comunicación
y en la enseñanza de cada disciplina sino que también establece que su estructura gramatical
sea enseñada en la escuela como se acostumbra hacer con la primera lengua en otras
instancias escolares. La Lengua de Señas no es pues considerada sólo como mero canal
comunicativo utilizado para la transmisión de disciplinas escolares. También es objeto de
reflexión.
Curso “Aprendiendo Lengua de Señas Uruguaya”
Sylvia Y. Siré
Intérprete en Lengua de Señas Uruguaya
Dentro de estas convenciones, los contenidos curriculares relativos al "saber gramatical"
ocupan un espacio académico importante. ¿Cómo se abordaría este tema desde la perspectiva
bilingüe que se considera aquí? Algunos conceptos de base estrictamente lingüísticos
ayudarán a establecer el marco teórico necesario.
La adquisición de la lengua primera implica procesos cognitivos de internalización de
los principios y parámetros de la estructura lingüística. El niño adquiere pues un conocimiento
no consciente, implícito de dicha estructura. En efecto, los niños revelan desde muy temprana
edad su competencia para operar reflexivamente con tales estructuras
Los niños demuestran su competencia para "procesar" datos acerca de la "gramática" (o
estructura) de la lengua de su entorno. Los procesos de reflexión sobre el lenguaje, o procesos
metalingüísticos, en términos técnicos, de extrema importancia a nivel cognitivo, se instalan
pues en el niño, natural y progresivamente. Por su parte, es sabido que los niños sordos juegan
con la Lengua de Señas, crean señas, combinan otras, reducen a los rasgos mínimos las que
les resultan más complejas, preguntan sobre el significado que deben atribuir a una seña
desconocida, informan a sus compañeros, explican conceptos y corrigen a sus maestros
oyentes, en todos los casos están operando espontáneamente sobre la estructura de la lengua.
La condición para que este proceso tenga lugar y tenga éxito, es que el niño se apropie
espontáneamente de dicha lengua (lengua materna) acerca de la cual se hace cuestionamientos
profundos. Éstos están ligados al conocimiento que logra, progresiva y vertiginosamente, de
las estructuras lingüísticas, gracias al proceso de inserción social mediatizado por las
interacciones comunicativas de las que se siente miembro activo (hablante y testigo de los
múltiples hechos de habla de su entorno). Porque la gramática no es transmitida por el entorno
hablante del niño conscientemente o explícitamente. Se trata de un hecho espontáneo regido
por la progresiva adecuación de las competencias innatas (lingüística y comunicativa) del niño
a los estímulos de las interacciones lingüísticas que se producen a su alrededor.
Las conocidas teorías chomskianas de la gramática generativa y del innatismo
lingüístico sustentan estas afirmaciones. Según Chomsky, una persona que conoce una lengua
determinada posee una gramática que genera el conjunto infinito de las estructuras profundas
potenciales, traza el plano de las estructuras superficiales asociadas y determina las
interpretaciones semánticas de estos objetos abstractos. Esta teoría explicativa es la de mayor
sustento teórico porque atribuye al niño una competencia gramatical innata que le va a
permitir adaptarse a la lengua que se habla en su entorno.
Es por eso que, en los proyectos educativos estandarizados, la escuela, en su función de
ejecutora de los principios planteados por el concepto vigotskiano de la Zona de Desarrollo
Próximo, confiere al estudio de la gramática de la lengua materna el papel activador de la
reflexión en cuestión. En la base de este intento está la voluntad de aprovechar, para la
formalización del conocimiento científico, esa tendencia natural de todo niño hablante a
operar metalingüísticamente con su propia lengua.
El desarrollo de una metalingüística sobre el objeto Lengua de Señas, en términos de un
trabajo cada vez más formalizado sobre la gramática de la misma es pues posible y
recomendable. Recomendable porque dicha reflexión aseguraría los primeros planteos sobre
los aspectos estructurales de la propia lengua y permitiría, desde lo cognitivo, no sólo
organizar la primera y básica red conceptual sino hacer emerger la gramática implícita y la
consiguiente conciencia gramatical. Este proceso no es banal, la comprensión de la existencia
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de una estructura formal en la propia lengua es de fundamental importancia para los
aprendizajes formales posteriores de la estructura de las otras lenguas a las que debe acceder.
Desde este punto de vista el conocimiento de la historia de la Lengua de Señas, de obras
escritas por personas sordas, de obras de arte producidas en el seno de la comunidad, de los
libros de gramática de la Lengua de Señas, de los diccionarios, de la diversidad de alfabetos
manuales de otras lenguas y de la propia, sus orígenes, el conocimiento progresivo de los
parámetros gestémicos, de la relación entre Lengua de Señas y dactilología, de los procesos de
constitución de las señas, etc., son puntos de partida cognitivos para la reflexión explícita.
Todo ello programado según una progresión adaptada al interés de los niños, dará lugar
a todo un proceso de toma de conciencia de la complejidad estructural y cultural de su lengua.
Por otra parte, en la medida en que la Lengua de Señas sirve para contar, narrar, argumentar,
dialogar, arengar, mentir, seducir, otorga al niño y al maestro las condiciones de base para
transformarse en objeto de estudio de disciplinas como el análisis del discurso, la gramática
en tanto sistemática de estructuras de base, la literatura oral (que dará las condiciones
fundamentales para la comprensión a posteriori de los textos ficcionales).
La enseñanza de la lengua escrita: el eterno problema
Resulta pues sorprendente el hecho de que, en los diseños curriculares estandarizados de
educación del niño sordo, estos procesos de reflexión metalingüística se implementan,
básicamente, de manera progresiva y fuertemente pautada en el ámbito del aprendizaje de la
lengua escrita correspondiente a la lengua oral del entorno. Una doble dificultad pone al niño
sordo en una grave situación de vulnerabilidad: por un lado, la lengua escrita es una lengua
desconocida, de la que ignora inclusive todo antecedente lingüístico y, por otro lado, el niño
carece de la experiencia de la progresiva acumulación de datos propia del mecanismo de
adquisición espontánea de la lengua materna.
El rotundo fracaso de este aprendizaje no es, por lo tanto, sorprendente. El niño se ve
impedido de ejercer la facultad para la reflexión metalingüística mencionada dado que el
único objeto susceptible de análisis le es extraño. Y ningún niño está en condiciones de
reflexionar sobre las características intrínsecas de un objeto que no conoce.
Es tarea de una didáctica específica y especial de la lengua escrita poner al alcance del
niño sordo el conocimiento de esta lengua-. La didáctica en cuestión debe sustentarse
necesariamente en un marco teórico que enfoque el objeto lengua escrita desde la perspectiva
semiótica de su independencia de la lengua oral correspondiente y prescriba la utilización de
la Lengua de Señas como la lengua de la explicación, el sustrato semántico, el conocimiento
del mundo. No es pues la "conciencia fonológica" (en términos de Marchesi, A.) ni la lectura
en voz alta y aún menos el conocimiento exhaustivo de vocales y consonantes la vía real para
enseñar a leer y a escribir al niño sordo.
La universalidad de los hechos del lenguaje con características exclusivas y la
homogeneidad biológica de los hombres sordos o no, permiten hoy a la educación del niño
sordo abrir nuevos lugares de investigación, intentar otras vías de acceso e innovar el tipo de
intervención pedagógica.
Dra. Graciela Alisedo (Universidad Nacional de General Sarmiento (Buenos Aires, AR)