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Cuerpos de guerra: narraciones corpóreas de militares heridos en combate María José Espinosa Toro Monografía de Grado en Antropología Directora: Ana María Forero, profesora departamento de Antropología, Universidad de los Andes Universidad de los Andes 2019 Bogotá D.C

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Cuerpos de guerra: narraciones corpóreas de militares heridos en combate

María José Espinosa Toro

Monografía de Grado en Antropología

Directora: Ana María Forero, profesora departamento de Antropología, Universidad de los Andes

Universidad de los Andes 2019

Bogotá D.C

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Índice Agradecimientos ..................................................................................................................... 3 Introducción ........................................................................................................................... 4

Capítulo I: Las heridas de la guerra en el cuerpo militar ...................................................... 10 La consolidación del cuerpo militar autónomo .............................................................................. 11

Los efectos de la guerra en el cuerpo militar ................................................................................. 18

El cuerpo militar herido por minas antipersonal ............................................................................ 20

Capítulo II: El cuerpo militar según los soldados ................................................................. 24 El cuerpo en el entrenamiento militar ............................................................................................ 24

El cuerpo militar en el área ............................................................................................................ 30

Capítulo III: El cuerpo individual herido por minas antipersonal ........................................ 39 El día de la mina ............................................................................................................................ 41

El cuerpo militar herido ................................................................................................................. 49

Capítulo IV: El soldado herido fuera del área ..................................................................... 52

Conclusiones ......................................................................................................................... 62 Bibliografía ........................................................................................................................... 65

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Agradecimientos

Este trabajo no hubiera sido posible sin la ayuda de mi hermana, mis tíos, mis papás

y Diana Matallana. También tengo que agradecerles a mis amigos Amelia, Susana, Malena,

David y Zami que me acompañaron y ayudaron en todo el proceso de esta etnografía. A Ana

Maria Forero por su paciencia y comprensión durante todo este proceso, y a Felipe Gaitán

por su constante apoyo. Le agradezco al comandante del BASAN, al Mayor O, a los

coroneles A y U, a los tenientes M, C y T por permitirme realizar mi trabajo de campo en el

BASAN. Finalmente, le agradezco desde el fondo de mi corazón a los militares heridos en

combate que dedicaron su tiempo para contarme sus historias.

Esta investigación fue financiada por el ICANH (Convocatoria fomento a la investigación- ICANH 2019)

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Introducción

El Ejército Nacional de Colombia es una institución que ha participado en el conflicto

armado interno a manera de representante legítimo del Estado. Los militares que van a

combate y terminan heridos físicamente registran y exhiben los efectos de la guerra en sus

cuerpos. Al ligar sus vivencias en batalla con unas secuelas físicas con las cuales estas

personas tienen que convivir por el resto de sus vidas, estos sujetos develan sentidos

específicos de la historia del conflicto armado en Colombia. Estos sentidos sirven para tener

un panorama amplio de la historia de la violencia en Colombia, por ende, es esencial conocer

las experiencias de un actor social que configura una parte significativa de la identidad

nacional.

Este proyecto nace en el escenario del conflicto armado en Colombia, en donde se

vuelve necesario preguntarse por los actores que con sus acciones configuran y conforman

el panorama de la violencia. Elsa Blair (1999) asevera que la violencia en Colombia excedió

su carácter político y se incrustó en la vida social de los ciudadanos. Para la socióloga es

necesario estudiar este fenómeno desde la perspectiva del actor que ejerce la violencia como

delegado del Estado. Dado el carácter especial que cumple el Ejército de Colombia en el

panorama social, político y cultural de la guerra, es indispensable estudiarlo. La forma en la

que esta investigación se propuso a elaborarlo fue a través del estudio de las experiencias de

los soldados heridos en combate. Realicé esto a través de los estudios antropológicos del

cuerpo porque, como afirma Pedraza (2007), en el orden corporal de los individuos se

localizan nociones centrales para entender el orden simbólico y social de los fenómenos -en

este caso la violencia- que coinciden y afectan a los cuerpos humanos. Teniendo esto en

cuenta, esta investigación se centró en analizar cómo se inscribe la guerra en el cuerpo de los

militares heridos en combate.

Esta etnografía se enmarca principalmente en una tradición antropológica de estudios

del cuerpo, a partir de la cual se han generado diferentes definiciones de lo que constituye

esta noción. Aquí, partiré del supuesto de que el cuerpo no puede ser entendido simplemente

como un ente que cumple funciones biológicas, pues con ello se excluiría su capacidad de

intervenir de manera activa en los procesos culturales y sociales en los cuales se inscribe y

define. Mi posición teórica sigue, entonces, las postulaciones que propone la antropóloga

Zandra Pedraza. Pedraza (2008) asevera que la vida es una experiencia que se tiene con y en

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el cuerpo, y que el cuerpo es la esencia que organiza la vida individual y social. Por esto, el

cuerpo es un recurso para entender la relación entre la acción individual, las estructuras

sociales y simbólicas. Finalmente, menciona que no es posible concebir las acciones humanas

incorpóreamente ya que, vivir es reducir el mundo al cuerpo, por ende, reconocemos la

conducta humana porque es corporal.

Para Pedraza (2010) el cuerpo occidental moderno es una realidad material que se

presenta en un modo alegórico. En la medida en la que es construido por la recolección y

superposición de discursos, experiencias y representaciones. A la par, la alegoría reside entre

la relación que establecen tres vínculos que conforman al cuerpo: el cuerpo -imagen y

presencia, la subjetividad -experiencia y acción del sujeto, y finalmente el discurso -

representación y lo que se dice del cuerpo. Para la antropóloga es necesario situarse en la

experiencia y acción del sujeto para el estudio del cuerpo. Igualmente, plantea que en los

estudios del cuerpo el propósito es entender cómo en la acción y la experiencia se entrelazan

los discursos y las representaciones sociales que la subjetividad tramita como formas

encarnadas del cuerpo. Pedraza señala que es necesario superar la dualidad que divide al

cuerpo entre un ambiente interno y uno externo, incluyendo en el territorio corporal al placer,

el deseo y las emociones. De este modo se reconoce a la existencia humana como una

condición encarnada, como un fenómeno corporal. Así, se pone de manifiesto que las

personas son a la vez lo que sienten y lo que ven de su cuerpo, que resultan de las acciones y

prácticas que ejercen con y a través de él.

En este trabajo parto de la premisa de MacLeish (2013) acerca de la importancia de

generar estudios centrados en los cuerpos de los militares. Puesto que, para el antropólogo,

aunque las confrontaciones armadas pueden terminar tempo-espacialmente, la guerra

subsiste en los cuerpos, vidas y mundos sociales en los cuales se desenvolvió. Por esto, las

experiencias de los soldados revelan la existencia de ciertas prácticas y experiencias de

violencia, que son esenciales para el desarrollo de la guerra. El cuerpo es la herramienta más

importante en la cotidianidad de la guerra, puesto que la materia corporal es la que permite

que se generen confrontaciones armadas. En la medida en la que el cuerpo se encarga de

transportar diariamente las tecnologías bélicas, de activar y utilizarlas de acuerdo con la

situación, también es él que siente las condiciones climáticas, experimenta el desgaste físico

y emocional de los combates, y finalmente es el cuerpo humano el que aguanta el dolor.

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Además, el cuerpo demuestra otros ámbitos importantes en la elaboración de la guerra:

manifiesta la presencia de una disciplina específica y un sistema que conserva la vida del

soldado, y exhibe las heridas y los resultados de las confrontaciones bélicas.

Igualmente, MacLeish (2012) propone entender el cuerpo del soldado como un

organismo sensible y sensorial y, a la vez, como un objeto producido por un sistema de

disciplina y regulación. Puesto que, a través del entrenamiento el hombre pasa a ser un

instrumento en la guerra: un sujeto uniformado, competente, efectivo, resistente, insensible,

capaz e intercambiable. Por esto, afirma que los soldados son sujetos anestésicos: militares

aislados de su propia vulnerabilidad corporal, cuya eficacia reside en su capacidad para

ignorar las incomodidades, el dolor y la información acerca del peligro al que están expuestos

en la guerra. Así, la anestesia es un estado encarnado que resulta de la compleja interrelación

entre la disciplina militar y el armamento, con la constante exposición a las molestias y al

daño. No obstante, los soldados no pueden dominar ni suprimir completamente sus sentidos,

y por eso la disciplina y la anestesia deben operar continuamente en y sobre el cuerpo de

estos sujetos.

Macleish (2012) plantea que la guerra es principalmente un concurso para lesionar,

en donde cualesquiera que sean las intenciones de una misión en particular la guerra necesita

que los cuerpos se lastimen. Por ende, no hay heridos fortuitamente, en la medida en la que

la exposición de los cuerpos militares al daño es fundamental para las tácticas y el desarrollo

de la confrontación armada. Teniendo en cuenta que, como menciona MacLeish (2015), la

práctica institucionalizada de la guerra moldea y toma forma en los cuerpos, sentimientos y

vidas directamente relacionados con su elaboración y sus efectos. En esta etnografía entiendo

el proceso de inscripción de la guerra en el cuerpo de los militares, no exclusivamente como

aquellas lesiones que deja la guerra sobre lo material: el efecto de las esquirlas1, las

amputaciones, las cicatrices, sino como las marcas que deja en la subjetividad y en el discurso

que tienen acerca de sus cuerpos los militares heridos.

De este modo, para estudiar cómo se inscribe la guerra en el cuerpo me basé en los

discursos de los militares heridos en combate. Para Jimeno (2007) las narrativas de la

experiencia subjetiva permiten acceder a lo que ha significado una vivencia especifica para

1 En las entrevistas “los soldados usualmente decían: lo esquirleó todo, me dejó esquirleado, para referirse al rastro que dejan las esquirlas en el cuerpo de los militares. (Fragmento diario de campo, 18 abril 2019)

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un sujeto. Igualmente, afirma que cuando el sujeto rememora y narra sus emociones y

experiencias, empieza a reconstruir el sentido subjetivo de su vida. Los relatos que los sujetos

crean son reelaboraciones emocionales dirigidas hacia un otro que escucha, en donde se

evidencia que los procesos de violencia narrados fueron sociales, culturales, históricos y

subjetivos. En estas narrativas se revelan entonces los pensamientos y las emociones que le

dan sentido a la vida de las personas.

Así, este proyecto buscó documentar las experiencias de vida de militares

colombianos heridos en combate, a través de un análisis crítico de las relaciones que

(re)establecen con su cuerpo herido. Por medio del análisis de las entrevistas y las

observaciones realizadas en el BASAN y el Hospital Militar Central. Estudió la manera en

la que los militares heridos en combate perciben su cuerpo y los cambios físicos que sufrieron

durante los enfrentamientos en el conflicto armado en Colombia, y durante los tratamientos

médicos. Investigó cómo los militares heridos en combate narran e ilustran las diferentes

esferas de su vida: familia, amigos, terapias, trabajo. Y, finalmente, observó el impacto de

las narrativas del Ejército en la vida de los militares heridos en combate.

Por eso, realicé entrevistas semi-estructuras para lograr develar la relación entre

cuerpo y narraciones que marcan la historia de vida de militares colombianos heridos en

combate, analizándolas desde la perspectiva y experiencia de estos sujetos sociales. Le

Breton (2002) propone que cada persona construye autónomamente la representación de su

cuerpo, al ser este más una construcción simbólica que una realidad en sí misma. Siguiendo

esta línea de pensamiento, busqué dar cuenta de la manera en la que los militares relacionaban

sus experiencias de combate con su cuerpo, revelando procesos subjetivos encarnados. Por

esto, entrevisté a quince militares que perdieron una parte de su cuerpo al pisar una mina

antipersonal.

Desarrollé la mayoría del trabajo de campo en el Batallón de Sanidad Militar

(BASAN), en donde durante el mes de abril realicé ejercicios de observación y entrevisté a

diez soldados profesionales. El comandante del BASAN me puso en contacto con la

trabajadora social Vicky, que trabaja en la compañía C que corresponde a los diagnósticos

de ortopedia (Fragmento libreta de campo, 9 abril 2019). No todos los militares que se

encuentran en esta compañía son amputados, ni fueron heridos por minas antipersonal. Por

esto, Vicky se convirtió en el puente entre los militares amputados y yo, puesto que me

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presentó a todos los soldados que entrevisté. La trabajadora social seleccionó a los militares

que ella consideró que querían y podían participar en una entrevista, que indagaba por las

diferentes etapas de sus vidas y por el accidente que llevó al cambio corporal. Bajo este

criterio, ella los contactó, les explicó de qué trataba mi tesis y, después de esto, me los

presentó. También, Vicky me invitó a pasar revista2, en este proceso los soldados se reúnen

con la trabajadora social, la psicóloga y la terapeuta ocupacional, y dialogan acerca de su

rehabilitación.

Igualmente, entrevisté a un capitán, dos cabos y un soldado que después de haber sido

pensionados por su amputación, se dedicaron a practicar deporte de alto rendimiento. En el

Hospital Militar Central realicé ejercicios de observación en la unidad de prótesis y

amputados. En esta unidad los militares amputados realizan todos los procesos relacionados

con su rehabilitación física, y también en ese lugar se fabrican las prótesis que reciben los

militares. En esta unidad de rehabilitación entrevisté a un soldado pensionado del Ejército

que actualmente trabaja como técnico fabricando prótesis. Y entrevisté dos veces3 al Médico

Juan, él es el fisiatra y el director técnico encargado del servicio de prótesis y amputados. La

otra parte del material recolectado para esta etnografía nace de conversaciones con algunos

altos mandos del Ejército, principalmente de las reuniones4 que tuve en la Escuela Militar de

Cadetes José María Córdova con oficiales del Comando Conjunto Estratégico de Transición

(CCOET).

Como estrategia narrativa decidí reunir los testimonios de los catorce militares

heridos y, a partir de ellos, crear cuatro “meta soldados heridos”. Por esto, a través de las

narraciones de los soldados: Alfonso, Oscar, Diego, Jaime, y el capitán Cami analizo cómo

se inscribe la guerra en el cuerpo de estos militares heridos. Así, en las narraciones

recolectadas, los militares hacen referencia a dos cuerpos heridos por el uso de minas

antipersonal en la guerra. El primero consiste en la institución como un cuerpo militar, este

concepto fue recurrente en mis conversaciones con los oficiales del CCOET. Para los

soldados profesionales esta representación cobra sentido en sus experiencias en el área de

2 Vicky me invitó a pasar revista el 8 y 9 de abril del 2019. 3 Las dos entrevistas fueron: el 23 de abril y el 2 de mayo del 2019. 4 Fueron tres reuniones: el 12 de abril, el 3 de mayo y el 17 de mayo del 2019.

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combate. El segundo es el cuerpo de cada militar que resulta herido físicamente por una mina

antipersonal.

Por lo mencionado anteriormente, este escrito se divide en cuatro capítulos. En el

primer capítulo estudio la historia del Ejército y su quehacer, y examino el concepto del

Ejército como cuerpo al que hacían referencia los oficiales del CCOET. En el segundo

capítulo exploro el cuerpo militar de las narraciones de los soldados. Por esto, en el primer

acápite señalo cómo, a través del entrenamiento, se construye el cuerpo del militar que va a

la guerra. Y en el segundo acápite, a través de las experiencias de los soldados en el área de

combate explico la noción de cuerpo militar. El tercer capítulo se centra en la experiencia de

cada militar con la mina antipersonal. Y finalmente en el cuarto capítulo exploro el trabajo

del soldado de rehabilitarse físicamente, y el proceso en el que recibe la baja de la institución.

Es importante mencionar que, para garantizar el anonimato, los nombres e iniciales

de personas presentados en esta etnografía no corresponden con el nombre real de los

individuos que conocí en el transcurso de esta investigación.

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Capítulo I: Las heridas de la guerra en el cuerpo militar

En la Escuela Militar de Cadetes José María Córdova me reuní5 con el Capitán A y

los tenientes C y L, que son parte del área de memoria histórica del CCOET. En mi primer

encuentro con los oficiales de memoria histórica el capitán A duró toda la reunión

explicándome los temas que él consideraba importantes para mi investigación, sin, según él,

haber leído el anteproyecto que yo le había enviado a sus superiores. Los oficiales me dejaron

“tareas”, proporcionaron recomendaciones acerca de cómo abordar mi tema de estudio, y me

ofrecieron revisar mis escritos, es decir, convertirse en mis asesores de tesis militares. Les

envié el anteproyecto y en la segunda reunión me entregaron el documento con sus

observaciones y sugerencias, y me explicaron sus puntos de interés. En la última reunión

solucionaron las dudas que tenía frente a las “tareas” que me habían asignado, y acerca de

temas de la institución.

En síntesis, los oficiales me propusieron estudiar la historia del Ejército a través de

sus fuentes primarias para contextualizar mi tema de estudio, y para explicar el quehacer de

la institución. También consideraron necesario que yo realizara un contexto del conflicto

armado, para representar a la institución como víctima de la guerra. Según el capitán A era

necesario “empezar de lo general a lo particular: entender a la institución y luego entender al

soldado, para saber por qué está contando esas cosas” (capitán A, comunicación personal

2019). Cabe mencionar que tanto el capitán A como el teniente C me comentaron que no

necesitaban que yo fuera pro-militar, pero sí esperaban que hiciera una investigación

objetiva. Con esto el capitán se refería a que para él la memoria es “subjetiva, interesada e

interpretativa” (capitán A, comunicación personal 2019), y por eso yo debía hacer una tesis

contextualizando y complementando lo que me comentaban los soldados con datos objetivos

-cifras, datos históricos6, fuentes primarias del Ejército.

Siguiendo las recomendaciones de los oficiales en este capítulo estudio el quehacer

de la institución, y exploro las nociones importantes que surgieron en las reuniones. De este

modo, este capítulo consta de tres partes: en la primera analizo la historia del Ejército, en

5 Fueron tres reuniones: el 12 de abril, el 3 de mayo y el 17 de mayo del 2019. 6 Cabe mencionar que “el capitán A fue muy enfático con respecto a la procedencia de las fuentes que se utilizan en investigaciones, para él las posiciones políticas de los autores influencian todo el contenido de los trabajos, y por eso los datos con enfoque “comunista” no son exactos, ni deseables. Un ejemplo de esto son los datos que afirman que “el incidente de las bananeras” fue una masacre.” (Fragmento diario de campo, 17 mayo 2019)

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específico la forma en la que determina su quehacer; en la segunda parte, respondiendo a las

pretensiones de los altos mandos para representarlos como víctimas del conflicto armado7, a

través de dos textos académicos expreso que el Ejército se autorepresenta como una

institución herida, y que hay miembros del Ejército que son víctimas de la guerra; en la

tercera parte exploro el concepto de cuerpo militar herido, que surgió en mis conversaciones

con los oficiales de memoria histórica.

La consolidación del cuerpo militar autónomo

Fabio Zambrano, en el prólogo del libro Las Fuerzas Armadas: una mirada civil de

Elsa Blair (1993), afirma que para entender al Ejército Nacional es necesario tener en cuenta

la fragmentación del poder que ha caracterizado el sistema político colombiano y que ha

influido en la institución. De esta manera, es necesario comprender la relación entre la

institución y la sociedad civil: élites gubernamentales y civiles. Para entender el proceso de

conformación del Ejército como un cuerpo autónomo analizo: los procesos de la

profesionalización militar; la década de los cincuenta cuando entra en contacto con diferentes

actores armados; las décadas de los sesenta y de los setenta cómo el periodo en el que la

institución configura la idea del enemigo interno. Así, se evidencian las transformaciones de

la institución que determinaron su quehacer enfocado en proteger a la nación de amenazas

internas. Al referirme al Ejército como cuerpo autónomo hago referencia al proceso que,

como menciona Blair (1993), se consolidó desde el frente nacional, el cual logró que los

miembros de el Ejército desistiesen de poseer evidentes adscripciones partidistas y cargos

administrativos.

Según Atehortúa y Velez (1994) en la primera fase de formación nacional, apenas

derrotaron a los españoles, no existía diferencia entre la dirección civil del Estado y los

militares, dado que el liderazgo político lo desempeñaron los militares de las guerras de

independencia. En relación con esto, Elsa Blair (1993) plantea que en el siglo XIX las guerras

fueron constantes, y cada una dejaba generales que no eran profesionales. Dado que los

generales se formaban en las batallas, y los ascensos estaban determinados por padrinazgos

políticos o por parentesco. No obstante, afirman Atehortúa y Velez (1994), desde la

formación de los grupos partidistas en 1850 la diferencia entre civiles y militares fue más

clara con respecto a la dirección del Estado. Los partidos fueron creados antes de consolidar

7 Esto lo discuto en la tercera parte del capítulo.

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el proyecto de nación, y estaban por encima de cualquier otra institución. Al respecto, Rafael

Nuñez intentó centralizar el Estado, para eso planteó la necesidad de crear un Ejército

nacional y profesional que fuera la base legítima armada de las acciones de la nación. Las

principales tentativas de profesionalización estuvieron relacionadas con la creación de

escuelas militares, pero por la conflictividad de la época y las guerras civiles se disolvieron

(Blair, 1993).

En el siglo XIX se evidencia la temprana politización del Ejército, según Atehortúa y

Velez (1994) en el transcurso de la Regeneración y por la intromisión de los conservadores

en sus designios forjaron a un Ejército conservatizado, que se dedicó a enfrentar al sector de

la población en desacuerdo con la cúpula conservadora. Antes de la guerra de los mil días, el

Ejército demostró tener problemas con respecto a los procesos de profesionalización por su

poca capacidad técnica, su resistencia para el estudio de lo castrense, y porque la mayoría de

los oficiales consiguió su cargo por padrinazgos. Igualmente, la cúpula gubernamental perdió

la atención frente a la importancia del establecimiento de un cuerpo militar que garantizara

la estabilidad del régimen político. Por ende, al final del siglo en la guerra de los mil días, se

demostró que el Ejército era diversas divisiones armadas sin centralización apropiada, que

no tenían instrucción castrense, ni disciplina militar, en otras palabras, el Ejército no era

profesional. En relación con esto, Blair (1993) afirma que las primeras cuatro décadas del

siglo XX marcaron el comienzo del proceso de profesionalización del Ejército.

El desenlace de la guerra de los mil días y la separación de Panamá pusieron de

manifiesto la necesidad de un proceso de reconstrucción nacional. Para esto era necesario

instaurar la paz para mantener el orden, fortalecer el Estado e impulsar la economía. Por lo

tanto, Rafael Reyes fue reconocido dentro de la polarización bipartidista para cumplir con

esos objetivos. El presidente Reyes en su proyecto de reconstrucción nacional demostró que

las transformaciones estructurales del Estado necesitaban de transformaciones en las fuerzas

militares. Por consiguiente, en 1907 se fundó la Escuela Militar de Cadetes que estaba a cargo

de una misión chilena, cuyo objetivo era la organización del alto mando de Ejército,

garantizar una educación militar, y preparar a los militares para la guerra convencional

(Atehortúa y Velez, 1994).

Blair (1993) afirma que la profesionalización buscaba la despolitización y la

nacionalización del Ejército, de este modo amenazaba los fines electorales en los dominios

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locales. Puesto que la intromisión del bipartidismo se percibía en las adscripciones partidistas

de los militares, que estaban insertos en el debate político entre los dos partidos. En los años

veinte, después de la renuncia en 1916 del general Carlos Sáenz que lideraba la misión

chilena, llegaron al país una misión suiza y después una alemana que no lograron despolitizar

al Ejército. En esta década el Ejército se concentró en cumplir con los intereses del

conservatismo, reprimir a la oposición política y a las manifestaciones sociales. Para el año

1930 los oficiales seguían ocupando cargos políticos, y no había diferencia entre política y

las fuerzas armadas. Con el fin de la hegemonía conservadora, es importante mencionar que

los liberales que estaban al poder sentían desconfianza frente al Ejército, puesto que la

consideraban una fuerza conservatizada. Por esta razón se intentó suprimir el voto militar e

implantar las cédulas de ciudadanía, para consolidar en los militares una conciencia

suprapartidista, y así construir una fuerza armada profesional, apolítica y no deliberante. No

obstante, en las primeras cuatro décadas del siglo XX, a pesar de las diferentes misiones que

buscaban la despolitización de la institución, el Ejército no terminó con sus adscripciones

partidistas, ni tenía la preparación ideológica ni militar que correspondía con la de un cuerpo

profesional.

Para Blair (1993), durante la primera etapa de La Violencia los militares estaban en

una situación institucional más avanzada. Aunque no se alcanzó la despolitización total, sí

prosperó la constitución del Ejército como una institución al margen de los intereses

partidistas. El gobierno del general Rojas demostró cómo los militares, ni siquiera accediendo

al poder, podían formarse como un cuerpo autónomo, puesto que su ascenso y su caída fue

suscitada por las élites civiles. A partir de esa experiencia en el poder los militares

modificaron su actitud de subordinación frente a los partidos políticos, asumiendo un rol de

actores activos en la política, en específico a través de su presencia en los gabinetes

ministeriales y en el manejo del orden público. Según Atehortúa y Vélez (1994), entre 1949

y 1953 el Ejército intentó cambiar para responder a las exigencias del orden público: pasó de

ser una fuerza armada de defensa nacional, formada en las concepciones de guerra regular y

convencional, a un Ejército de contrainsurgencia para la guerra irregular. En relación con

esto, Ugarriza y Pabón (2017) afirman que el cambio a la guerra irregular se produjo por la

experiencia de combate con las guerrillas liberales y comunistas, y con las confrontaciones

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con los grupos bandoleros. La mezcla de tres guerras simultaneas: bipartidista, bandolerista

y comunista obligó a los militares a desarrollar su visión del enemigo interno.

Blair (1993) afirma que en la década de los sesenta la institución tuvo una

transformación interna, mediada por factores de carácter externo e interno, lo cual puso de

manifiesto una ruptura de las adscripciones partidistas y sus concepciones ideológicas. Entre

los factores de carácter externo se encuentran las relaciones con Estados Unidos, y la

participación del Ejército en la guerra de Corea. Conflicto que situó la institución frente a un

“enemigo comunista” y, al mismo tiempo, los vinculó con otros Ejércitos modernos.

De acuerdo con Leal Buitrago (2003), en 1947 Estados Unidos firmó el Acta de

Seguridad Nacional. Esta fue el principal instrumento para el desarrollo de la concepción del

Estado de seguridad nacional. La ley organizó y preparó a las fuerzas militares, la economía

nacional y a las instituciones de inteligencia para una eventual guerra. Esta ley fue la

certificación de la guerra Fría e identificó a la Unión Soviética como el principal enemigo,

esto determinó una política de contención para evitar la expansión del comunismo. Según

Blair (1993), el Ejército se insertó en el marco de seguridad hemisférica diseñado por Estados

Unidos en 1947, a través de la firma del Tratado Interamericano de Asistencia Reciproca. En

este documento se estableció el anticomunismo como guía de los gobiernos de América. Para

el Ejército esto se articuló con la participación en la Conferencia de Ejércitos Americanos en

1961, en donde se intentó divulgar y homogenizar los esquemas ideológicos en las fuerzas

armadas del continente. Esto buscó que en el país la lucha contra la guerrilla fuera enfrentada

con directrices ideológicas, y no solamente con estrategias bélicas. Por ende, el Ejército se

encaminó en una guerra nacional por un referente no partidista pero sí anticomunista.

Los factores internos fueron más importantes para el proceso de consolidación del

cuerpo autónomo. Entre estos factores se encuentra la elaboración ideológica dentro del

Ejército, por la vinculación de militares formados en ciencias sociales que ayudaron a instruir

a los oficiales en esos años. Es importante mencionar que el Ejército había sido empleado

como mecanismo de presión en la confrontación entre liberales y conservadores. Por esto, en

el frente nacional la institución comenzó un proceso en donde se rompían las adscripciones

partidistas, y el Ejército se conformaba como cuerpo diferencial. Al trasladarse el conflicto

fuera del problema bipartidista, se ilegalizaban las demás formas de expresión política, por

ende, el Ejército se encargó de combatirlas con represión y el uso de la fuerza. Es importante

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mencionar que las concepciones ideológicas mencionadas anteriormente, resultado de los

factores internos y externos, se desarrollaron independientemente del querer de las élites

políticas. Estas no se interesaron por las formas de defensa que sustentaban las fuerzas

armadas del país. Por ende, el problema guerrillero, que era un problema político porque era

un asunto de seguridad, se asumió como un problema militar. Ya que, frente a la ausencia de

directrices por parte de las élites gubernamentales, los militares manejaron autónomamente

políticas, y definieron asuntos de seguridad y de defensa de la nación (Blair, 1993).

Blair (1993) argumenta que los procesos que se empezaron a gestar en los años

sesenta se consolidaron en la década de los setenta, que fueron los años de la seguridad

nacional. Esto surgió a partir de la adopción en 1976 de la Doctrina de Seguridad Nacional

(DSN). Según Leal Buitrago (2003), la Seguridad Nacional promulgada por Estados Unidos

tuvo una variante en América Latina, llamada la Doctrina de Seguridad Nacional. Esta

variante manifestó la idea de que a partir de la seguridad del Estado se garantizaba la de la

sociedad, por eso se consideró necesario que los militares controlaran la seguridad. La

doctrina postuló que el principal enemigo era el comunismo internacional, en específico la

Unión Soviética y Cuba en el continente americano. Al respecto se concluía que Estados

Unidos se encargaba de enfrentar a esos países, mientras que los países latinoamericanos

debían combatir al enemigo, materializado en supuestos actores nacionales comunistas: las

guerrillas, cualquier civil, institución o grupo con ideas opuestas a las de los gobiernos

militares. En el caso colombiano las Fuerzas Militares se mantuvieron subordinadas al poder

y acogieron fragmentariamente las enseñanzas de la doctrina, por ende la influencia de la

doctrina fue más ideológica que operativa. La doctrina consolidó unos principios que llevaron

a considerar la mayoría de los problemas sociales como manifestaciones subversivas. Esto

se relaciona con la sustitución que hacen los Ejércitos latinoamericanos, al considerar al

enemigo dentro del país y no como un enemigo externo.

Con respecto a la Doctrina de Seguridad Nacional, Blair (1993) afirma que el Ejercito

colombiano se mantuvo subordinado al poder civil y acogió fraccionadamente las nociones

de la doctrina, la cual fue llevada a la práctica solo en parte. Puesto que los militares

colombianos, a diferencia de los demás del cono sur, se caracterizan por su respeto a la

legitimidad de las normas constitucionales. La socióloga menciona que el hecho de que los

militares no han buscado transformar las normas constitucionales, puede ser el resultado de

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los procesos históricos de subordinación de la institución frente a los partidos políticos. Al

asociar la defensa del país con la noción de seguridad se dejó en manos de los militares la

definición de estos problemas. Así, la misión de defensa del Ejército se dirigió hacía dentro

de los territorios nacionales, abandonando las funciones tradicionales de las fuerzas militares:

defender la soberanía y las fronteras del país. Es importante mencionar que estos procesos

ayudaron a la conformación de la idea de enemigo interno que poseen las fuerzas militares

en Colombia. En relación con esto, Blair (1999) menciona que el vacío de su despolitización

política fue llenado por referentes anticomunistas. Así se forma la idea de un enemigo

interno, comunista que atenta contra de las instituciones democráticas y de la civilización

cristiana de occidente (Blair, 1999), frente a este enemigo ellos defenderían la Nación.

Aunque, como mencionan Leal Buitrago (2003) y Blair (1993), en Colombia los

militares no hicieron un golpe de Estado, es necesario comprender el panorama político del

país para ver las funciones del Ejército durante las décadas de los setentas, ochentas y

noventas. Según García Villegas y Uprimny (2006), Colombia, desde 1886 hasta la

Constitución de 1991, estuvo prácticamente en un régimen de excepción permanente. Las

situaciones de crisis que amenazaban la existencia del Estado y de la vida de la sociedad,

planteaban un dilema a las democracias constitucionales: si no se facultaban poderes

excepcionales a las autoridades durante la crisis, se corría el peligro de que el Estado

feneciera o que los gobernantes explícitamente fragmentaran el orden constitucional. Por eso,

surge la posibilidad de permitir en los textos constitucionales la existencia de los estados de

excepción8, que aprueben transitoriamente centralizar el poder en la rama Ejecutiva y la

limitación de ciertos derechos, con el propósito de resguardar los derechos humanos más

fundamentales y reparar la situación. No obstante, el abuso de los estados de excepción

exhibe grandes peligros, que han servido de pretexto de violaciones consecuentes de derechos

humanos en regímenes inconstitucionales.

García Villegas y Uprimny (2006) afirman que la historia de Colombia ha estado

marcada por la violencia, y esto ha influido en su estructura judicial. La prioridad que se le

ha otorgado al orden público en los asuntos de gobierno ha causado que se sobrevalore la

participación de la fuerza pública en la dinámica institucional del Estado. Esta intervención

8 Los autores en el texto afirman que denominan estados de excepción a todos los poderes previstos para los periodos de crisis. (García Villegas y Uprimny, 2006)

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17

de la fuerza pública se ha afianzado a través del uso de los estados de excepción, puesto que,

por lo menos hasta 1991 -en donde se ponen restricciones a esta práctica, era una herramienta

frecuente de la política gubernamental. Los autores reconocen tres periodos de la utilización

de los estados de excepción. El primero comienza con la instauración del frente nacional y

termina en 1978 en el gobierno del presidente Michelsen. En esta etapa se acrecentaron las

protestas ciudadanas y la apatía política de varios sectores sociales. Por esto, el estado de

sitio fue utilizado en las ciudades para resolver los problemas económicos resultado del

periodo de La Violencia, y para reprimir las manifestaciones. En las zonas rurales se

experimentaba la guerra contra la subversión guerrillera, y por eso se asesinaba para reprimir

a la insurrección. La intervención de los entes constitucionales y políticos comisionados del

control fue practicante inexistente.

La segunda fase comienza con el gobierno en 1979 de Turbay Ayala y termina con el

gobierno en 1990 de Virgilio Barco. En este periodo el estado de excepción se erigió como

instrumento de represión frente a la subversión y al narcotráfico, y perdió fuerza como

herramienta de control social. Durante la década de los años setenta y comienzos de los

ochenta, los organismos de seguridad del Estado y las fuerzas armadas obtuvieron

prerrogativas propias de un régimen militar, en donde existió control sobre la población civil.

Según Blair (1993), en la década de los ochenta la falta de presencia del Estado en la

implementación de políticas de defensa y seguridad permitió la militarización del país sin

restricciones operativas. De este modo se admitieron extralimitaciones al asignárseles al

Ejército funciones fuera de su rol misional, que eran difíciles de controlar. Retomando la

segunda fase en la historia de los estados de excepción, García Villegas y Uprimny (2006)

afirman que, desde mediados de la década de los ochenta y en especial en 1991, las

prerrogativas que poseían las fuerzas armadas y los organismos de seguridad del Estado

fueron limitadas, sin embargo, la desprotección de los derechos humanos y la violencia se

agravaron. Puesto que, los procesos de paz y las transformaciones democráticas introducidas

fueron entendidos por algunos funcionarios del Estado y militares como obstáculos para

ganar la guerra, y por eso renunciaron al manejo legal del orden público, lo cual implicó

procesos de violaciones de derechos humanos. Por esto, los autores afirman que se pasó de

la cultura de la excepción a una cultura de la guerra sucia. A finales de la década de los

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ochenta, el proyecto que mezclaba la democracia, la exclusión social y la militarización del

Estado, manifestaba resultados contraproducentes.

Finalmente, el tercer periodo comienza con la constitución de 1991 y termina con el

final del siglo XX. Los autores mencionan que en la constitución de 1991 se establece que

solamente en una guerra exterior se puede hacer un uso temporalmente indeterminado a los

estados excepción. Teniendo en cuenta lo mencionado anteriormente con respecto a los

estados de sitio, según Blair (1993) en los años ochenta se confrontaron en la guerra

diferentes actores: militares, guerrillas, narcotraficantes, autodefensas, paramilitares,

delincuencia común, etc. Dado que las fuerzas armadas se habían encargado del manejo del

orden público, como expuse anteriormente, en esta década se convirtieron en un actor de

primer orden en la política del país al asumir roles del ejercicio directo del poder.

Los efectos de la guerra en el cuerpo militar

La antropóloga Ana María Forero en el artículo titulado El Ejército Nacional de

Colombia y sus heridas: una aproximación a las narrativas militares de dolor y desilusión

(2017), analiza las narrativas de algunos altos mandos y soldados profesionales del Ejército.

A través del análisis que algunos altos mandos hacen de tres eventos históricos Forero

muestra cómo el Ejército se percibe a sí mismo como una institución herida, por los actos de

los diferentes gobiernos y por la actitud de los ciudadanos hacia ellos. Las heridas proceden

del periodo posindependentista, en donde las élites se enfocaron en sus conflictos internos y

expusieron su incapacidad para apoyar el fortalecimiento de las Fuerzas Armadas. De este

modo, las élites utilizaron la fuerza militar para enfrentar a sus adversarios, y no para la

consolidación y el establecimiento del orden de la Nación. En el conflicto colombo-peruano

en 1911, las élites civiles se demostraron indiferentes frente a la importancia de la misión de

las fuerzas armadas y al desarrollo de las fronteras nacionales. La masacre de las bananeras

demostró la forma en la que la institución es utilizada para pacificar territorios y abandonar

a los ciudadanos. Cuando esto sucede, las élites demuestran su inhabilidad para gobernar,

puesto que desatiende a los civiles que, después de esto, buscan protección en los enemigos

comunistas de la nación. Así, los oficiales manifiestan que el Ejército es un cuerpo civilista,

neutral y subordinado que difícilmente ha garantizado su supervivencia, pero que ha sido

capaz de resistir a las heridas.

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En las narrativas de los soldados se demuestra cómo no solamente la institución posee

heridas, puesto que existen sus heridas personales. Para los soldados, la guerra es un proceso

que se va pegando, que empieza desde su vinculación a la institución y que nunca se

desprende. Su labor en el área de combate se resume en un ciclo en donde entran, recuperan

el territorio, conocen a la población y salen, dejando a los habitantes a la disposición de los

grupos enemigos. Para ellos, por su labor sus cuerpos son heridos y tienen que afrontar a los

civiles que los odian. Con respecto a esto, afirman que ni los civiles ni la institución

reconocen los sacrificios que ellos realizan. Es importante mencionar que para los soldados

no importa cuánto sufrieron, siempre van a estar agradecidos con la institución que les ofreció

trabajo. Forero afirma que en las narrativas las heridas personales e institucionales entran en

tensión. Los altos mandos utilizan las heridas personales de los soldados para demostrar que

la institución, y no sus miembros, está dispuesta a sacrificarse por la nación.

Nathalie Pabón Ayala (2018) afirma que el conflicto armado en Colombia no

solamente ha afectado a la población civil, puesto que la conducción de hostilidades por parte

de los grupos al margen de la ley también ha afectado a los miembros de la Fuerza Pública.

Por esto, existen militares que son víctimas del conflicto armado, puesto que son personas a

las cuales se les han violentado sus derechos fundamentales. Esto se debe a que los miembros

de la Fuerza Pública, aunque sean combatientes y pertenezcan a un cuerpo armado, son

sujetos de derechos humanos, los cuales son reconocidos a toda persona en calidad de ser

humano. Por lo tanto, cualquier conducta que atente en su contra debe ser entendido como

un hecho victimizante.

El Derecho Internacional Humanitario (DIH) establece postulados para regular la

conducción de las guerras y para proteger a las víctimas. Entre las premisas se encuentra las

restricciones de los métodos y medios de combate y la prohibición del uso de ciertos tipos de

armamento. También prohíbe atentados contra la salud, la vida, la integridad física y mental

de las personas y los atentados contra la dignidad personal. El DIH sostiene que cada uno de

los grupos del conflicto armado debe cumplir con los principios mencionados anteriormente.

En el caso de los miembros de la Fuerza Pública no toda acción de guerra constituye

un hecho victimizante. La condición de victima debe determinarse a partir de circunstancias

especificas de violación de la dignidad humana y de las normas establecidas por el DIH. Por

eso, las acciones como la siembra de minas antipersonal, los ataques recibidos con

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armamento no convencional, los secuestros, las ejecuciones sumarias, las desapariciones, el

desplazamiento forzado constituyen hechos victimizantes contra el personal de la Fuerza

Pública colombiana. Pabón Ayala menciona que existen otra clase de factores vicitimizantes,

que son aquellos relacionados con la responsabilidad del Estado. Entre estos se incluyen los

asociados con las insuficiencias de las condiciones para el desarrollo de las hostilidades, el

reclutamiento forzado y el resultado de presiones indebidas en la construcción de disciplina

militar.

Según Pabón Ayala (2018), el Ejército Nacional de Colombia tiene más de 200.000

víctimas del conflicto armado, incluyendo a las familias de los uniformados. En esta medida,

las principales víctimas militares han sido los soldados y sus familiares. Puesto que estos

hombres son el nivel básico y fundamental de la institución, y en las áreas de combate son

ellos los que desarrollan gran parte de las operaciones bélicas. Esto hace que sean los

militares más afectados por los hechos victimizantes mencionados anteriormente.

El cuerpo militar herido por minas antipersonal

En las reuniones con los oficiales de memoria histórica yo respondía y les hacía

preguntas, mientras anotaba lo que todos conversábamos en mi libreta. No realicé entrevistas,

pero lo que me comentaban acerca del Ejército se convirtió en información que me permitió

comprender cómo se percibe a sí misma la institución. Esto se debe a que los oficiales me

explicaron la definición del Ejército, y el por qué era importante entenderlo de esa manera.

Así, al referirse al Ejército indicaban que era un cuerpo de hombres armado que, gracias a

la disciplina y obediencia, logra la democracia en el país (Fragmento libreta de campo, 12

abril 2019). En relación con esto, enfáticamente resaltaban que la institución es subordinada

y le hace caso a la autoridad civil. De este modo, los oficiales hacen alusión a las nociones

resultado de los procesos históricos que llevaron la formación del Ejército como cuerpo

autónomo. Igualmente, afirmaban que el cuerpo militar protege al país de una amenaza

existente. En relación con esto, el capitán A me comentó que los dos lados consisten en: “los

soldados que son parte de un Ejército y son los que creen en el país, frente a la ilegalidad que

quiere cambiar lo que los colombianos deciden en las urnas” (capitán A, comunicación

personal 2019). Por eso, resaltan la importancia del quehacer del cuerpo militar: garantiza el

funcionamiento constitucional, porque “siempre hay que recordar que existen unas leyes”

(capitán A, comunicación personal 2019).

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Bajo esta misma lógica le otorgan significado al uso de las minas antipersonal como

instrumento de guerra. Me comentaron que las minas sirven para dejar herido a un soldado

y esto, a su vez, lo utilizan para desangrar al Estado (Fragmento libreta de campo, 12 abril

2019). Ya que, según los oficiales, el soldado al quedar con vida, pero reducido, disminuido

físicamente, va a generar constantemente un costo para el Estado, pues va a necesitar

tratamientos médicos por el resto de su vida. Esto se debe a que los soldados heridos en

combate, en específico los que son amputados por mina, pueden reclamar cada tres años una

prótesis nueva, e, igualmente, se vuelven dependientes de por vida de la atención médica por

parte de sanidad militar -el subsistema de salud de las fuerzas militares. Con esto, los

militares se referían a los costos económicos que implican mantener con vida a una persona

reducida físicamente, en comparación con la no inversión a largo plazo que supone la muerte

de un militar en combate. Por ende, la herida desangraba el presupuesto institucional.

Igualmente, para el teniente C el uso de minas permite descompensar el número de

soldados de la tropa en el área de combate, puesto que “matando al soldado pierdes a uno,

pero si lo dejas herido pierdes a uno y a los dos que tienen que cargarlo, por eso es un arma

tan difundida, es más eficiente dejar heridos que matar. Además, cargar heridos te baja la

moral” (teniente C, comunicación personal 2019). Así, el teniente simbolizaba el uso de la

mina como una herramienta para lastimar la moral9 y reducir la cantidad de soldados de la

tropa. Es decir, que la guerrilla la empleaba como un mecanismo para afectar el rendimiento

del cuerpo militar, en la medida en la que al contar con menos partes -soldados- en el área de

combate se reducía su capacidad para combatir. Es importante mencionar que la misma mina

que afecta al cuerpo del soldado es la que afecta al Ejército y, por ende, al Estado. De este

modo, se evidencia cómo se desestabiliza a la institución a través de la herida del cuerpo

individual, que hace parte del cuerpo institucional.

En las dos reuniones con el Capitán A se volvió evidente su preocupación frente al

tema de la responsabilidad. Para él, yo debía realizar un contexto en dónde explicara cómo

se ha desarrollado el conflicto armado, para luego representarlos como víctimas. En síntesis,

para el Capitán A yo tenía que “ver el contexto grande: la guerrilla qué estaba haciendo, sabía

que estaba minando, en ese contexto el militar cae en la mina, no porque su superior lo obligó

9 “El teniente C me comentó que la moral también hace referencia a la motivación del militar y de su grupo” (fragmento diario de campo, 3 mayo 2019)

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a estar en el terreno. La responsabilidad no es del comandante, lo que toca es ver por qué las

FARC usaba minas” (capitán A, comunicación personal 2019). A través de esto el Capitán

afirmaba que los militares eran heridos al pisar las minas, porque la guerrilla

intencionalmente las utiliza como una estrategia de guerra. Yo me sentí incómoda y

confundida por su posición frente a mi tema de investigación, puesto que, primero, me exigía

excusar a la institución frente a cualquier responsabilidad que pudo haber tenido en los

accidentes. Y, como afirma Pabón Ayala (2018), existen situaciones en dónde ni la logística,

ni la preparación, ni la conducción operativa, ni el apoyo institucional, ni el acompañamiento

fueron apropiados para el desarrollo de las actividades, por ende, el hecho victimizante es

responsabilidad del Estado. Y la segunda razón es que el capitán A me propuso rellenar de

datos objetivos los testimonios de los soldados y, como estaba expuesto en el anteproyecto

que le entregué, yo desde el comienzo de mi tesis planeaba fundamentar mi etnografía en las

narraciones de los militares heridos sin acudir a cifras, fuentes primarias del Ejército y los

datos históricos a los que hacía referencia el Capitán.

Decidí volver a preguntar acerca de la importancia de atribuirle la responsabilidad a

“alguien”, es decir, a un grupo armado. Al respeto, el teniente C me comentó que “no se debe

olvidar que la culpa es del que pone la mina” (teniente C, comunicación personal 2019). Es

decir, con relación a lo que me comentó el capitán A, la culpa se le atribuiría al grupo armado

guerrillero que sembró minas en la zona en la que se encontraba el soldado. Sin embargo, no

fue claro si lo que buscaban era que yo situara la responsabilidad en un grupo armado

específico, un bloque o tropa, o un individuo. Puesto que, como parte de la tarea de situar la

responsabilidad en la guerrilla, me habían ordenado que buscara los tratados internacionales

y las leyes que prohíben el uso de minas antipersonal en la guerra -a lo que hace referencia

Pabón Ayala (2018), para demostrar el carácter ilegal del uso de las minas. Ya que, al estar

prohibido su uso por atentar en contra de la dignidad humana (Fragmento libreta de campo,

17 mayo 2019), los grupos armados que decidían utilizarla cargaban con la responsabilidad

de emplear un armamento anti-etico, criminal y completamente terrible (Fragmento libreta

de campo, 17 mayo 2019) en la guerra. Así, no solamente se posicionaban los militares

heridos como víctimas de la guerra, sino que se ubicaba completamente la responsabilidad

sobre un grupo armado, por ende una tropa y los individuos que lo conforman, de emplear

un arma no convencional que, por efectuar una mayor cantidad de daño en el cuerpo en

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comparación con las armas legales (Fragmento libreta de campo, 17 mayo 2019), está

prohibido que cualquier actor la utilice en el territorio nacional.

Esto le permitía al Ejército posicionarse como víctima del enemigo comunista contra

el que combaten desde la década de los cincuenta del siglo pasado. Por ende, los retos éticos

de aceptar representar al Ejército como víctima del conflicto armado me hicieron evaluar el

daño que le puedo causar como antropóloga a todas las personas que estuvieron presentes y

que fueron afectados por el conflicto. Puesto que, como mencioné en el primer acápite, el

Ejército ha estado involucrado en procesos donde hubo violaciones de derechos humanos.

Por ende, personas fueron directamente afectadas por las acciones del Ejército, por eso podría

ser conflictivo presentar a la institución como víctima de la guerra en Colombia. El problema

residía entonces en la forma de representar a los militares, ya que sería problemático inscribir

a los sujetos bajo lógicas binarias antagónicas de víctima-victimario. En específico, porque

en esta investigación partí del supuesto que categorías como la de victimario silencia y

estigmatiza la voz de personas que, por múltiples razones, se incorporaron a una institución.

Por esto, decidí que no puedo adjudicarle la responsabilidad a alguien en específico.

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Capítulo II: El cuerpo militar según los soldados El cuerpo en el entrenamiento militar

El hombre civil entra al Ejército y a través de la socialización institucional (Blair,

1999), es decir las practicas de formación que moldean a los militares, se convierte en un

soldado. Entre estas prácticas se encuentran: el aislamiento del hombre del mundo exterior a

la institución, totalización de los espacios y las necesidades del recluido, entrega total del

sujeto a la institución. Por esta formación, según Blair (1999), estos hombres incorporan

referentes mentales militares de percepción y de acción que conforman sus conductas, y sus

visiones del mundo y de la guerra. Entre estas conductas militares se encuentran las

relacionadas con el cuerpo de los soldados. Mauss (1979) propone que las técnicas del cuerpo

son las actitudes y formas corporales tradicionales en una sociedad, la educación de estas

técnicas supone adaptar el cuerpo a unos usos específicos que cada sociedad define. En

relación con esto, Badaró (2009) propone que la educación militar le permite al soldado

adquirir comportamientos y prácticas propias de la institución. De acuerdo con las

narraciones recolectadas, por medio del entrenamiento los soldados adoptan modos militares

de operar y estar en el área de combate. En otras palabras, en el entrenamiento se forman a

los cuerpos que van a la guerra.

Según los soldados, el entrenamiento que reciben en la Escuela de Soldados

Profesionales (ESPRO) para convertirse en soldados e ir al área de combate dura tres meses.

Durante ese momento los soldados son sometidos a una serie de ejercicios físicos, castigos,

pruebas de conocimiento y prácticas de presión. De este modo, para Diego: “usted es un civil ¿sí o no?, que va a ser soldado. Usted llega rebelde ¿sí o que?, usted, o sea, está afuera no tolera que otra persona… lo regañe o le eche el madrazo. En cambio, en el Ejército sí… y se tiene que otorgar y aguantarse todo eso si quiere… si quiere ser soldado. Al principio sí es frustrante porque a uno lo calvean, lo tratan mal… pues en el tiempo en que yo… y lo trataban mal a uno, le echaban agua sucia, de todo, lo ponían a arrastrarse … y acá pues las palabras son fuertes… Sí esas palabras son fuertes, entonces uno se acostumbra ya a eso. Entonces uno… ya deja esa vida de civil que tenía… y ya se trasforma uno en un soldado. Y ya, entonces en cierta forma, usted se siente en la jerarquía militar, porque usted solamente en la vida militar, usted solamente se limita a qué ordena, como ordene y orden cumplido” (Comunicación personal Soldado Diego, abril 2019).

La transformación de civil a soldado, a la que hace referencia Diego, implica permitir ciertas

conductas: regaños, malos tratos, palabras fuertes y que les corten el pelo, y aprender a

limitarse a obedecer las órdenes que les den. Cuando el hombre sobrelleva esto deja de ser

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rebelde y se convierte en soldado. Este cambio, para el soldado Oscar, se debe a lo que

denomina un lavado psicológico, ya que para él: “El entrenamiento es normal, rutinario: trote, dé flexiones, de todo. En el Ejército se ve un mundo de deporte físico, eeh, psicológico para poder seguir en estas reglas. Ehh, allá, pues son, digamos, le hacen un lavado de cerebro, puede ser, lo digo yo. Porque, pues, uno llega con una mentalidad y de allá sale como con solo guerra; o sea, que toca estar metido en el monte, que toca contra el enemigo. Entonces ese es el motivo: lavado psicológico.” (Comunicación personal Soldado Oscar, abril 2019).

La incorporación de una mentalidad militar (Blair, 1999) por parte del soldado, es calificada

como un lavado, en donde el hombre civil cambia su mentalidad para centrarse,

exclusivamente, en la guerra.

En las narraciones de los soldados el entrenamiento es calificado como una práctica

dura, en donde desarrollan una serie de ejercicios físicos para asegurar la resistencia del

soldado. Según Alfonso: “Ya usted hace un periodo de un entrenamiento duro (énfasis). Que ya le toca embarrarse, usted ya debe saber embarrarse, lo ponen a saltar, lo ponen a brincar. Después lo ponen a detonar municiones, granadas cómo tirarlas, a disparar. Entonces ahí también nos pusieron a entrenar, a caminar, a cargar cosas fuertes para ver si usted no se despencaba, como dicen, para ver si usted no se desmayaba. Es que eso es despencar: si usted no aguanta con el equipo y eso, y es muy flojo para caminar en las caminatas largas, digamos de una hora o tantos kilómetros, digamos tres o cuatro kilómetros, pero a veces la geografía es así difícil, baja y sube entonces uno se va a cansar mucho. Si usted resiste en todo eso, entonces bien…Mucho físico, mucho deporte, trotar para aguantar más… el trote… eso tocaba en las tardes…son como cinco kilómetros todos los fines de semana. Todos los viernes había prueba física, entonces la prueba física eran diez kilómetros, hacer como sesenta de pecho en un minuto, hacer también como sesenta abdominales en un minuto, y de hacer eso. Y a uno ahí no lo dejaban dormir, pasaba uno las noches completicas por ahí volteando, haciendo ejercicio, haciendo cualquier cosa ¿sí pilla?. Ese es el aguante, ahí es donde usted sabe si le gusta o no le gusta, esos 3 meses antes de jurar bandera.” (Comunicación personal Soldado Alfonso, abril 2019).

Esto se complementa con las experiencias de Jaime en su entrenamiento, ya que: “son como tres meses de entrenamiento que usted los únicos días libres en una zona de entrenamiento son los domingos, que son los domingos de lavandería, esos días sí son para la lavandería. A veces el entrenamiento es duro, es de higiene, a usted que a veces lo dejan con el mismo camuflado toda la semana así usted sude o el uniforme le huela a chigüiro, lo que sea, pero a usted lo dejan en toda la semana y usted no puede lavar, si usted lava se gana un volteo” (Comunicación personal Soldado Jaime, abril 2019).

Conforme a los soldados, el entrenamiento tiene como objetivo acostumbrarlos a sentir

cansancio, suciedad y a seguir órdenes. De este modo, buscan formar cuerpos resistentes: el

soldado tiene que ser capaz de aguantar el peso del equipo, los largos recorridos, el sueño,

las condiciones del terreno. Así, en los tres meses de entrenamiento el soldado decide si le

gusta o no aguantar físicamente lo que el Ejército y la guerra le exige que resista. En las

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narraciones de Alfonso y Jaime se evidencia que el volteo10 en el entrenamiento: es el medio

para tornar a los cuerpos resistentes, y es un tipo de castigo, así se manifiesta cómo la

actividad física es, al mismo tiempo, formadora y correctora. El resultado de este

entrenamiento corresponde con lo que MacLeish (2012) denomina sujetos anestésicos.

Según el antropólogo, la disciplina militar moderna construye soldados como cuerpos

insensibles, perdurables, aptos e intercambiables. Estos soldados son enseñados a ignorar el

dolor, el daño, su vulnerabilidad y las incomodidades, a través del continuo proceso de la

anestesia que opera en sus vidas diarias y en sus cuerpos.

En el entrenamiento según el soldado Oscar “todo el día no se hace ejercicio, porque

en la mañana estudiábamos instrucción.” (Comunicación personal soldado Oscar, abril

2019). Así, los soldados se preparan para ir a la guerra no solamente a través de la formación

de una resistencia física, sino a través de la incorporación del conocimiento necesario para

combatir y sobrevivir en el área de combate. Ya que, como menciona Oscar: “Instrucción es donde lo capacitan a uno… digamos donde le enseñan de armas, donde le enseñan de todo lo que tiene que ver con la parte militar… donde le enseñan maniobras de combate, donde le enseñan todo… a como disparar un fusil, a como cargarlo… digamos los riesgos que hay, la responsabilidad que tiene uno al cargar eso. Digamos, el enemigo cómo hace las emboscadas, cómo ataca a la tropa ¿si me entiende?, cómo debe hacer uno en caso de que lo ataquen a uno, cómo debe reaccionar, cómo hacer una contraemboscada, hacia qué parte debe reaccionar cuando a uno lo están atacando. También el entrenamiento es, es todo lo que tiene que ver con la guerra, porque es para eso, como, como qué pautas tiene que usar en el monte, en las áreas cómo se tiene que desplazar, cómo tiene que maniobrar, cuando encuentras el enemigo cómo tiene que defenderse, cómo se tiene que esconder, bueno todas esas cosas. Cómo aprender a patrullar en el área, a dormir en el área, a comer en el área, allá arrastrarse uno, a supervivencia. Le enseñaban a mirar en el terreno cuando alguien había caminado un trocito fresco, un trocito viejo, a mirar cómo es cuando lo apagaban si era fresco, cuando ve el humo recién apagado para indicar cuánto tiempo se había ido una persona. De cómo funciona todo eso, lo técnico que le enseña digamos de explosivos o sea cómo el enemigo hace la mina o improvisa un explosivo, improvisado, dónde las colocan, cómo las hacen, de qué están hechas, de que explosivo, todo eso son instrucciones.” (Comunicación personal Soldado Oscar, abril 2019).

En su discurso, el soldado afirmaba que en instrucción aprenden todo de la parte militar:

cómo disparar un fusil, los riesgos y la responsabilidad que tienen al cargar con armamento,

maniobras de combate, cómo hacer una emboscada y una contraemboscada, cómo defenderse

y atacar al enemigo. En el entrenamiento les enseñan acerca del enemigo la manera en la que

ataca a las tropas, y con eso a cómo defenderse, cómo detectar al enemigo en el terreno:

descubrir las huellas, ver los momentos de desplazamiento, cómo instalaba minas y trampas.

10 Según Alfonso: “Volteo es ejercicio físico, todo lo que es vueltas, botes, brazos, de todos los ejercicios que hay en el ejército y que le mande el comandante. Entonces, pero… más que todo nos ponían a voltear en una cancha, nos ponían a darle 300 vueltas a una cancha.” (Comunicación personal Soldado Alfonso, abril 2019).

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Igualmente, los militares aprenden la manera adecuada de estar y sobrevivir en el área de

combate, pues aprenden cómo desplazarse en el terreno, cómo dormir, patrullar, comer. Esto

se debe a que “todo lo que usted hace en el monte, lo vive en el batallón. Lo preparan para

llegar allá con esa disciplina, con esa responsabilidad hacia usted mismo y hacia los demás.”

(Comunicación personal soldado Diego, abril 2019). Como se evidencia en los testimonios

de Oscar, Alfonso y Diego el entrenamiento es para que el soldado adopte técnicas del cuerpo

(Mauss, 1979), con un fin específico: la guerra. Con todo lo anterior, según los soldados:

“nos entrenan es para la guerra, es para sobrevivir allá, por eso nos hacen todo eso”

(Fragmento libreta de campo, 10 abril 2019)

A partir de lo que los soldados aprenden en instrucción, según Jaime, en el

entrenamiento los evaluan a través de pistas ya que “un entrenamiento no solamente es de

ejercicio sino es de conocimiento, […] por ejemplo que esta semana se va a hacer

procedimiento de derechos humanos, que va a ver pista […] la pista ya es dura, porque la

pista es de todo lo que usted aprendió en la semana, es como un examen.” (Comunicación

personal Soldado Jaime, abril 2019). Así, a través de exámenes que son duros inspeccionan

el conocimiento que el soldado va a aplicar en el área de combate. Conforme a Jaime, en el

entrenamiento les enseñan a los soldados acerca de derechos humanos, en esa instrucción les

indican: “que si hay civiles pues usted tiene que cubrirse y no puede dispararle porque si dispara puede matar un civil, así todo eso. Le enseñan y también hay pistas de derechos humanos, que en caso de que la gente campesina se le venga a usted encima, usted cómo debe reaccionar, cómo la debe tratar, que usted se le vienen encima usted tiene que tratar de alejar, no dejarse coger porque le quitan el armamento, lo pueden machetear, lo pueden matar ahí. Si un civil lo viene a machetear usted tiene que reaccionar, pero usted no puede matarlo si usted lo matan usted se embala, así el man haya querido. Porque eso se llama desigualdad de arma, yo tengo un fusil y él tiene una peinilla, y es muy diferente así él venga con la gana, yo lo único que tengo es que reducir sus fuerzas y a donde yo tengo que disparar. Ya le explican cómo tiene que reaccionar en caso de que el man ya venga decidido, usted lo que hace es reducir esa fuerza, usted le dispara a los pies ¿si me entiende? se lo pega en los pies para que el man caiga ahí, y el man está vivo pero queda herido, pero lo reduce porque en total primero es la vida de uno. Le enseña eso en todas las clases, cosas como reaccionar como la población civil, son pistas de derechos humanos que si hoy en día usted le dio una baja digamos a un guerrillero, fue caído en combate, usted no puede estar moviéndolo e ir a requisarlo, raquetearlo, quitarle sus pertenencias, nada de eso, eso no se puede hacer, que usted va a ir a patearlo, no, nada de eso. Ya el que esté muerto, ahí usted tiene que dejarlo ahí, porque ahí viene la policía investigan, la dijin, como sea, y ellos miran, hoy en día saben cómo fue, de dónde fue el disparo, cómo cayó, entonces ¿si me entiende? todo eso es para que nadie de la tropa que vaya a hacer ese procedimiento pues no se vaya a embalar.” (Comunicación personal Soldado Jaime, abril 2019).

Según el soldado, en el entrenamiento les enseñan cómo reaccionar cuando la población civil

intenta atacarlos: no deben matarlos sino reducirles la fuerza disparándoles en los pies, para

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que los civiles queden heridos y no puedan atacar a los militares. En el testimonio se

evidencia que una parte esencial del entrenamiento consiste en: enseñarles a los soldados a

prevenir y afrontar los posibles riesgos físicos y legales de sus acciones y presencia en el área

de combate. Ya que, les enseñan cómo reaccionar ante un ataque civil de alguien que no está

igual de armado al militar, para evitar que el militar se embale, tenga problemas, por matar a

un civil. Igualmente, los instruyen para que sepan la forma en la que deben tratar a un

guerrillero que fue dado de baja para evitar que tengan problemas legales por: robarle,

cambiar la posición del cuerpo, agredirlo físicamente después de muerto. Para los soldados

las instrucciones, las pistas y el entrenamiento físico son necesarios porque en el Ejército les

ofrecen “un entrenamiento integral donde lo que más te enseñan es para combatir, te enseñan

cómo defender, porque un soldado que no esté entrenado se destruye.” (Comunicación

personal soldado Alfonso, abril 2019).

Es esencial en el entrenamiento crear el carácter del miliar, forjarlo. Esto se logra

enseñándoles a los soldados en formación a trabajar bajo presión. Según las experiencias que

tuvo el capitán Cami en su entrenamiento, y entrenando soldados, es necesario enseñar con

presión dado que: “Eso parte de la instrucción, o sea, trabajar bajo presión, exigir bajo presión, entonces cuando uno está ahí, cuando yo estaba recibiendo eso, yo decía terrible, esto no puedo, esto no es lo mío, o sea, yo no estoy acostumbrado a eso, pero a futuro uno se da cuenta que es por el bien de uno, y luego uno también le enseña eso a lo soldados. Es que una de las misiones que tiene esa escuela o las escuelas de formación, es crear carácter, no le enseñan a usted a pelear, a defenderse sino es formar resistencia mental y física, porque pues esa es la verdad, eso es lo que enseñan las fuerzas militares. Entonces el trato es tan duro que usted siempre tiene ganas o la misión es hacer desertar, lo que dice uno vulgarmente, a la gente, o sea de que quiera irse. Ya la gente que está allá es porque aguanta esas presiones psicológicas. Y se enseña la presión de igual forma, o sea, hacer todo a la carrera, algo que no pueden hacer en 10 minutos, uno les daba 8 minutos, entonces la gente se desesperaba, o sencillamente trabajar en charcos, o sea meterlos en charco, y el que no aguantara se les ponía penitencia, o sea, cosas muy duras, muy exigentes, que uno sabe que en determinado tiempo no lo van a lograr pero uno les ponía metas o límites inferiores al tiempo en que se podían hacer, entonces esa clase de situaciones se convertían en trabajo bajo presión, o pasar por un lugar muy caliente que una sabía o por unas… sitios de instrucción, embarrados, en donde hay personas que no están acostumbradas a trabajar sucias o a trabajar mojados o a trabajar con mucho calor, entonces esas cosas lo forjan a uno.” (Comunicación personal Capitán Cami, 22 abril 2019).

Por medio de la enunciación del Capitán, se evidencia cómo la institución considera que la

resistencia a la presión, o a las incomodidades físicas, forja el carácter que un militar

requiere. Igualmente, a través de esto preparan a los soldados para que sean capaces de

ignorar las molestias y dificultades corporales, que surjan en sus misiones. Esta práctica se

convierte en un medio para determinar quiénes se quedan dentro de la institución: el hombre

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debe sobrellevar su deseo de desertar, por más que en el momento le parezca terrible lo que

está experimentando. Para Cami este entrenamiento tiene un fin práctico: acondiciona a los

soldados para las experiencias en el área de combate, dado que: “Todo eso es bueno, ¿por qué?, porque cuando uno tiene un enfrentamiento armado todo es bajo presión [chasquea los dedos], o sea uno tiene que tomar decisiones bajo presión, o sea no es que espere un momentico y ya le respondo, no, todo es así [chasquea los dedos], o sea eso en cuestión de 10 minutos pueden pasar tantas cosas, entonces uno cuando ya empieza a tener experiencias reales en el área de operaciones, se da cuenta que esa es la mejor preparación, aprender a trabajar bajo presión porque cuando hay enfrentamientos todo es en cuestión de segundos, [chasquea los dedos] uno no tiene tiempo para pensar, es eso, hice y me defendí o ataqué, o sencillamente me matan, entonces todo [chasquea los dedos] es una cosa bajo presión entonces con el tiempo uno concluye que es una buena formación trabajar bajo presión, o sea lo hacen es por el bien de uno.” (Comunicación personal Capitán Cami, 22 abril 2019).

De este modo el Capitán justifica el uso de técnicas, como forzar a los soldados a hacer cosas

en poco tiempo, a trabajar sucios, mojados, en el entrenamiento de los soldados. Puesto que,

en el área de combate todo debe realizarse bajo presión, y según él los adapta a las

condiciones en las que los soldados desarrollan su trabajo.

Para el soldado Oscar, sus experiencias en el entrenamiento “hacen parte de la

disciplina, que es en lo que se fundamenta el Ejército, en la disciplina… Y pues ese

entrenamiento es duro, pero sirve porque un soldado que no esté entrenado se destruye”

(Comunicación personal Soldado Oscar, abril 2019). La noción de utilidad que le asigna

Oscar al entrenamiento se relaciona con lo que Jaime declara es la razón de ser de esos

procesos, puesto que: “el entrenamiento es duro, porque las pistas son duras, porque igualmente el dicho dice, un dicho que dice, que no que: el entrenamiento tiene que ser tan duro para que la guerra sea un descanso, ¿si ve?. Entonces si usted no entrena duro el día que el enemigo lo coja a usted, pues entonces el enemigo lo prueba, por qué el enemigo si lo prueba a uno[…] por eso le dan mucha instrucción de eso, de todo eso, y los entrenamientos son fuertes. Entonces eso es así los entrenamientos son fuertes, entonces toca ser así porque pues no, entonces cuando entren al área, entonces usted no tiene el conocimiento de nada y entonces allá se lo va a comer el enemigo, lo ataca y lo mata y ya.”(Comunicación personal Soldado Jaime, abril 2019).

Para Jaime y Oscar, es necesario prepararse con disciplina para no ser destruido por el

enemigo en combate. Es importante advertir que la frase: el entrenamiento tiene que ser tan

duro para que la guerra sea un descanso, fue recurrente en mis conversaciones con los

militares11 del Ejército. Puesto que, lo duro de la preparación militar corresponde con su

objetivo de construir soldados que sean a la vez agentes, instrumentos y objetos de violencia

de Estado (MacLeish, 2015). De acuerdo con Badaró (2009), para lograr esta transformación

11 Con los militares heridos en combate y con los oficiales de memoria histórica.

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el soldado debe redefinir su condición de individuo independiente y singular a través del

entrenamiento, en donde el cuerpo es el espacio para esa re-determinación. Con todo lo

anterior, en la institución forman a los cuerpos que van al área de combate. Cuerpos que,

después de completar el entrenamiento, se convierten en parte del cuerpo militar y, por ende,

ocupan un espacio en la institución.

El cuerpo militar en el área

En el área de combate el soldado experimenta directamente la guerra, y en esos

momentos debe aplicar lo aprendido en el entrenamiento. Para los soldados la noción del

Ejército como cuerpo cobra sentido en el área de combate. Por lo tanto, este acápite se centra

en las experiencias de los soldados en el área12. En las narraciones de los soldados eran

recurrentes los temas de: el pelotón como familia, todo es grupal, aplicar lo aprendido en el

entrenamiento, las tropas disciplinadas e indisciplinadas, y finalmente, los tapahuecos. En

estos temas se evidencia la manera en la que el Ejército funciona como un cuerpo, en donde

cada soldado es una parte que lo constituye.

Al terminar los tres meses de entrenamiento, comienza una dinámica en donde el

soldado trabaja en el área, sale de permiso, y se reentrena. El soldado es asignado a un

pelotón y este se convierte en su grupo de trabajo. Con estos otros militares, el soldado entra

al área de combate, en donde, durante cuatro o seis meses13, dedica todo su tiempo y esfuerzo

a su trabajo. Frente a esto, para el soldado Diego el ser militar: “este trabajo es de riesgo ¿no?. Usted en cualquier momento… puede entrar en combate, puede quedar herido, muerto, entonces uno ya sabía eso. No pues… ¿cómo le dijera yo?. Uno ya coge eso como una temática… normal en un trabajo, porque esto es un trabajo. Entonces ya pues… yo la verdad yo la cogí, pues listo…Uno tiene que entrar a ser muy consciente de que uno tiene que ser muy… de que uno va a estar siempre aislado de la familia, de las cosas rutinarias que uno siempre le han gustado y a uno lo han acostumbrado, de que uno mientras está en la fuerza uno está limitado a muchas cosas, por no decir que a todo lo que es la parte civil. Y cuando uno ya es profesional, usted ya sabe lo que está haciendo, es su trabajo, ya es como cualquiera, usted está trabajando. Entonces uno ya sabe las responsabilidades que tiene…las responsabilidades casi no son muchas, son por lo menos a uno le dan la dotación que es armamento, chaleco, todo lo que tiene que ver con armamento y… uno se tiene que hacer responsable de todo eso… digamos si yo daño mi fusil… yo me comprometo, como eso es mío y está asignado con mi nombre, pues yo tengo que pagarlo… todos esos daños” (Comunicación personal soldado Diego, abril 2019)

12 Los soldados se refieren al área de combate como el área, por eso entran y salen del área. También se referían al área de combate al expresar: “por allá”,” en el monte”, “en la selva”. 13 Según los militares el tiempo que pasan en el área de combate es variante, depende de varios factores, la mayoría me comentaba que duraban entre cuatro a seis meses.

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Así, los soldados se refieren a su labor en el Ejército como un trabajo que se construye en

oposición a sus vidas en la parte civil. En éste sus responsabilidades consisten en no dañar la

dotación que les ofrece el Ejército: el fúsil, los chalecos y el armamento. Es importante

mencionar que en su trabajo están constantemente expuestos al riesgo, y esto lo reconocen

como un asunto normal en sus vidas. En el área de combate se rompe la distinción entre las

tres esferas de la vida en la sociedad moderna, ya que el soldado juega, trabaja y duerme en

el mismo lugar. Todas las actividades que el soldado realiza en el área las ejecuta en

compañía de otros y es supervisado por una figura de autoridad, que en este caso son sus

superiores14. Al cumplir con el tiempo determinado de trabajo en el área los soldados salen

de permiso. En ese mes de vacaciones estos hombres se pueden devolver a sus hogares para

estar con sus familias y amigos, para ellos este tiempo les permite desconectarse del trabajo.

Por eso, antes de volver a ingresar al área reciben un reentrenamiento “para entrar en el

cuento del trabajo, entrar en situación, porque usted tiene que ser consciente que va entrar

con el enemigo, y así cada vez, quince días de entrenamiento” (Comunicación personal

soldado Jaime, abril 2019). La vida laboral del soldado se basa en la repetición del ciclo:

área, permiso, reentrenamiento.

Con respecto al área, los soldados enfatizaban que allá era necesario trabajar para

cumplir con la misión que les pone el Ejército, y para sobrevivir. Como mencioné

anteriormente la idea de la sobrevivencia está presente, para los soldados, desde el

entrenamiento. Esto se debe a que, como me comentaba Alfonso, solamente hay tres formas

de salir del área: “uno era de salir vivo, salir muerto o herido. Entonces, eran las tres opciones

que habían. No había otra. Y pues la más probable era muerto… o herido, porque pues

peleábamos con las minas anti-personas, con la guerrilla, con mucha gente que hay en el

monte.”(Comunicación personal Soldado Alfonso, abril 2019). Por las condiciones que

encuentran en el área “el ser soldado es un trabajo difícil y no es para cualquiera, esto no es

solamente por los combates y el cansancio. Era complicado puesto que duraban mucho

tiempo aislados, moviéndose continuamente, sin señal, en silencio, a veces con hambre,

14Según el teniente C: “Los oficiales cargan con el peso de la tropa, es decir, responden por lo que hacen los que están de su posición para abajo. Por ejemplo, puede que un general nunca haya conocido al soldado que hizo algo, pero es el general el que responde por la acción. Por eso en el Ejército existen tantas prácticas de control.” (Fragmento libreta de campo, 17 mayo 2019). Esta opinión no es compartida por toda la institución, pero fue recurrente en mis conversaciones con los militares.

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buscando enemigos, y porque, usualmente, la gente de las veredas (o en los caseríos) no

quiere al Ejército.” (Fragmento diario de campo, 12 abril 2019).

Cada vez que el soldado entra al área, ingresa con el mismo pelotón al que fue

asignado desde el comienzo de su carrera militar. Por ende, en los meses en los que los

militares trabajan realizan todas sus actividades con los mismos compañeros. Por esta razón,

los soldados me comentaban que en el área su pelotón era su familia. Al respecto, Diego me

explicaba que entre compañeros establecían relaciones de amistad, por eso para él: “Ya usted entrando de permiso los momentos más bacanos es la forma en que usted comparte con sus amigos allá en el área. Todos los que estamos en ese pelotón somos una familia, la convivencia es chévere, depende también de las personas como usted se lleve, pero siempre la mayoría es chévere, como si fueran hermanos, pelea usted un día con uno y al otro día está bien y ya. Es que uno está por allá normal activo, que tocaba que pasar al rancho que no, que el calvetazo, ¿si me entiende?, así como en el colegio. Entonces ya es la recocha, el ambiente que hace uno, la camadería.” (Comunicación personal soldado Diego, abril 2019)

Así, la recocha, las bromas y la camaradería se convierten en la forma de tejer relaciones

entre compañeros, y de crear un ambiente en el trabajo para pasar el tiempo. Esto se debe a

que en las narraciones de los militares son recurrentes las referencias al área como momento

de aislamiento. El capitán Cami me comentaba que en el área “uno está alejado de la realidad

y alejado de la civilización” (Comunicación personal Capitán Cami, 22 abril 2019). Por esta

razón, cuando los soldados hacían referencia a las peleas aclaraban que siempre se

reconciliaban, puesto que al tener que pasar largos periodos de tiempo con las mismas

personas, alejados de sus familias y de la civilización, era necesario tener buenas relaciones

entre ellos. Por la continua convivencia con los mismos hombres, los soldados conocían los

hábitos, los gustos, las rutinas y las intimidades de sus compañeros. Esto ayudaba a crear los

lazos de hermandad a los que los soldados hacían referencia. El soldado Oscar, al hablarme

de sus compañeros, afirmaba que para él: “digamos, es más que la familia de uno allá [en el área de combate], del uno al otro es, es como decir uno es un hermano, porque igual a ellos son los que diario, uno se acostumbra, y uno les va cogiendo como ese cariño, ese afecto, y como se dice: sí, ese cariño va uno… a cada uno allá. Entonces, de los compañeros de los que estamos ya sabemos quién es el que no se baña, quien es cochino, quien es fulano, quien es el que come, cada uno cocinamos entonces uno ya sabe el día le toca fulanito de tal, ¡Ah! ese man cocina feo … ¡todo! ¿sí pilla?… quien es el que sale de permiso mal atalajado, quien es el que se viste así… bueno todo, todo, una inmensidad de cosas, qué le gustas, qué no le gusta, todo así.” (Comunicación personal soldado Oscar, abril 2019)

El soldado expresa que al acostumbrarse a sus compañeros era posible establecer vínculos

afectivos en el grupo de trabajo. El afecto, al que hace referencia, le permitía reconocer

hábitos y características de cada uno de sus compañeros. Para Oscar, su familia en el área era

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importante para su trabajo, puesto que ellos le permitían sobrellevar los aspectos difíciles del

ser soldado.

La tropa en el área no solamente funciona como una familia, sino que se convierte en

el grupo, el medio, para sobrevivir y tener éxito en su misión. Al mencionar sus experiencias

en el área los soldados afirmaban que en el Ejército todo es grupal. Desde el entrenamiento

los militares están acostumbrados a estar en grupo, puesto que, como afirma Blair (1999), es

una característica esencial del funcionamiento del Ejército que el recluido nunca esté solo.

De este modo, aprenden a ejecutar en el área posiciones y estrategias, en donde cada soldado

es fundamental para las actividades de la tropa. Para Alfonso: “Cuando uno… cuando uno monta una seguridad siempre lo mandan a uno por lanza, digamos, nos hacemos, por ejemplo, dos adelante otros dos más atrás, y otros iban bajando así. Es que todo es grupal. En el ejército todo es grupal, porque si yo le cuido la espalda a usted, usted me la cuida a mí. Digamos en un combate, todo, las posiciones, uno va adelante y otro atrasito y otro atrasito. Siempre va a haber un cuidado del uno al otro. Si yo no te cuido y tú no me cuidas van a haber fracasos.” (Comunicación personal soldado Alfonso, abril 2019)

El soldado Alfonso subraya la necesidad de, lo que denomina, relaciones de cuidado entre

los soldados, para no tener fracasos. Para él, el cuidado es una actividad fundamental para la

efectividad de la tropa. Puig de la Bellacasa (2011) plantea que nada se mantiene unido sin

relaciones de cuidado. El cuidado es una obligación ética, porque se debe cuidar de las cosas

para ser responsable de sus ocurrencias. En el caso de los soldados se evidencia cómo el

cuidado no sólo implica la acción, sino que tiene un gran componente racional y afectivo. El

cuidado de todos los integrantes de la tropa equivale a la consolidación, el éxito y la

sobrevivencia del cuerpo militar en el área.

Cuando los soldados hacen referencia a la idea de grupo no se refieren solamente a la

reunión física de hombres en el área, sino a una unidad en donde cada soldado ejecuta

adecuadamente su rol y cumple con sus funciones, todo con un fin común: buscar al

enemigo15 y sobrevivir. Según Blair (1999) a través de los procesos de uniformización de las

conductas en el entrenamiento, es posible que los soldados trabajen por un fin colectivo. Esto

se evidencia en la idea de grupo expresada en las narraciones de los soldados,

específicamente, en la idea de responsabilidad que carga cada soldado en su trabajo, según

Diego: “En el Ejército por uno pagan todos, por ejemplo, eso se siente como la seguridad del pelotón mientras que uno está de centinela, porque, por ejemplo, si el centinela estuviera dormido ahí

15 Esta definición del fin común por el que trabajan los soldados lo discuto en el tercer capítulo de esta tesis.

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pudieran aprovechar, por ejemplo, el grupo armado como de degollarlo y matan a todos, que ya muchos casos se han visto. Por eso hay mucha responsabilidad en el centinelato, uno debe estar atento, claro porque el, el primero que quieren como tumbar así es al centinela y después a la tropa. [En el área] no hay forma de matar el tiempo… No hay… El que no está cocinando, está de centinela. El que no está prestando centinela, está en su cambuche o está por ahí mirando. Por ahí, como se dice, en situación por si se presenta algo.” (Comunicación personal soldado Diego, abril 2019)

En la tropa cada soldado es una parte esencial del grupo, puesto que, a través de sus acciones

ayuda a asegurar que el objetivo común sea alcanzado. En el área el soldado debe ejecutar

con toda su atención y esfuerzo su tarea para garantizar la seguridad de la tropa. Cada soldado

carga con la responsabilidad de cuidar de sus compañeros al estar en el área desarrollando

cualquier función: prestando de centinela, estando en situación, cocinando, estando pendiente

con el fúsil cerca. Bajo esta misma lógica, Diego afirmaba que la acción y la responsabilidad

grupal se compara con la estrategia en una partida de ajedrez: “las cosas fracasan porque todo

es como con una partida de ajedrez. Si usted mueve un peón y lo deja libre, pues llega la

reina, llega el caballo y se lo come. Y, si no lo tiene asegurado, se muere ya, en vano.”

(Comunicación personal Diego, abril 2019). De este modo cada soldado debe dedicarse

completamente a su tarea para que la tropa, el cuerpo militar, pueda sobrevivir y cumplir con

su objetivo.

Los soldados constantemente me relataban historias en donde sus compañeros en el

área se evadían, es decir, se escapaban o se apartaban de la tropa sin permiso de su superior.

Estos casos ejemplificaban lo que les pasaba a los soldados cuando perseguían intereses

personales. Para Oscar: “sabes que no solamente eso de solos ahí [en el área], todos los que estamos en ese pelotón somos un grupo […] uno nunca deja solo a los compañeros, a no ser que los compañeros por ahí se fueron de maricas, que fueron calladitos para una casa y estaban haciendo lo suyo solos y ahí los mataron, ya es otro cuento.” (Comunicación personal soldado Oscar, abril 2019)

En las narraciones de los soldados es recurrente encontrar referencias a historias de soldados

que se evaden de la tropa para buscar mujeres, o para irse a las veredas, y, por esta razón,

eran asesinados o heridos. Cuando me mencionaban estas cuestiones, advertían el riesgo que

implicaba hacer cosas sin contar con el respaldo de todos los compañeros. De esta manera,

el dejar de ser parte del grupo y convertirse en un individuo, para desarrollar actividades

propias del soldado, es significado como la razón de las adversidades que les suceden a los

soldados muertos o heridos. Por ende, el salirse de la tropa constituye un momento de peligro,

pues los soldados no tienen la protección del grupo.

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Para trabajar en el área es necesario aplicar todo lo aprendido en el entrenamiento.

Para los soldados “lo que uno se lleva del Ejército es la disciplina, eso es lo que uno aprende”

(Fragmento diario de campo, 18 abril 2019). Como mencioné anteriormente cada soldado

debe trabajar para cumplir con el objetivo común, para hacer esto, necesitan ser disciplinados.

Por esto, Jaime afirmaba que en el área: “Necesita disciplina, porque si usted no tiene disciplina el enemigo te va a detectar, si tú no tienes disciplina te pueden es matar ¿sí pilla? porque si tú eres indisciplinado, te gusta fumar, de pronto le gusta, le gusta cantar o algo, entonces usted por allá van en operación, entonces usted se pone a fumar un cigarrillo como si nada, eso es indisciplina y por eso lo pueden joder a uno. Entonces tiene que mantener mucha, mucha disciplina, en todo, digamos hasta pa’ comer a uno le enseñan disciplina y todo, disciplina de ruidos, entonces digamos si usted se comió en el monte una barra de chocolate, cogió, no tiró, sino que cogió el papelito [hace ruido de chiflido] y lo mete al bolsillito… y así muchas cosas por el estilo. Uno en las noches no se puede hacer, después de las seis de la noche nadie puede prender luces, ni fumar, ni eso, entonces cuando uno, en ese sentido es disciplina, es consciente que no puede prender luces porque en un monte pueden ver una luz, el guerrillero dice: ahí están, y hacen, comienzan hacer su línea de fuego, vamos a darle a ese monte y hay para rafaguiar un buen rato, y ¿qué cree que va a salir de ahí? pues todos muertos. Fuera que el enemigo solamente lo fuera a matar a él o le fuera a quitar la vida a él, pero no solamente le van a quitar la vida a él, el enemigo, lo que haga usted afecta al pelotón, el enemigo viene por todos él no va a decir: no, esté soldado, no, está haciendo bulla. Él viene por todos, más allá, el enemigo va y le da a todo el mundo, y el que cayó, cayó.” (Comunicación personal soldado Jaime, abril 2019)

En la narración de Jaime, todos los soldados deben aplicar la disciplina aprendida por el bien

de la tropa: por eso no pueden fumar en ciertos momentos, hacer ruido, prender luces.

Goffman (2001) explica que en el mundo exterior de la institución total existen privilegios,

como encender un cigarrillo o cantar (hacer bulla), que dentro de la institución pueden ser

problemáticos. En este caso para que el grupo evite una confrontación con el enemigo, ciertas

actividades son vetadas por la reglamentación existente en el área. Dado que, como menciona

Jaime, el enemigo no ataca al individuo que está quebrantando las reglas sino a todo el grupo,

es decir, por la acción individual todo el grupo se expone al riesgo. Por ende, las acciones

individuales que afectan al grupo deben ser suprimidas, y esto se logra cuando todos los

soldados aplican lo que aprendieron en su entrenamiento. En el entrenamiento, según Blair

(1999), el individuo es transformado, homogenizado, para no entorpecer la marcha de la

institución, es decir, del cuerpo militar. Cuando un soldado pone en riesgo al pelotón es

responsabilidad de los compañeros corregir, advertir, cohibir las acciones que los sitúan en

peligro. Por eso, Oscar mencionaba que: “Lo que pasa es que la disciplina se enseña acá que el entrenamiento, para estar callado es como le digo conciencia de cada uno, igualmente de la tropa con la que anda, si uno ve que un soldado o miembro del pelotón, un soldado de la escuadra de nosotros está haciendo bulla, mucha bulla, uno le llama la atención, porque si usted no se la llamó el enemigo ataca a todos. Entonces si uno

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no corrige, uno como soldado que es le llama la atención al otro y le dice: parcero está haciendo mucha bulla, o curso está haciendo mucha, o hey mira no vaya por allá, y el soldado ya no copia, entonces lo que haces es informarle al comandante y ya le llaman la atención, cuando pasa algo así y el cuadro le llama la atención ya se queda quieto esto, porque él está arriesgando la vida de todos.” (Comunicación personal soldado Oscar, abril 2019)

En el testimonio de Oscar se evidencia cómo el soldado debería determinar sus acciones

pensando en su grupo. En consecuencia, cuando esto no pasa los compañeros deben

recordarle al soldado que es parte de una unidad y que, por ende, debe dejar de actuar como

individuo.

En las narraciones acerca del cuerpo militar en el área la disciplina no solamente se

refleja en cada soldado, sino que se evidencia en las acciones del grupo. Por eso, para los

soldados existen las tropas disciplinadas y las tropas indisciplinadas. Al respecto, Jaime

afirmaba que: “Dentro del lenguaje del Ejército una tropa disciplinada es la que no coge caminos, la que no llega a cambuchaderos viejos, la que no se queda esperando 8 o 15 días en el mismo lugar, sino que mantiene en constante movimiento, la que no pasa por el mismo lugar de aquí para allá tenía que pasar por un lado cuando nos íbamos a devolvernos pasaba por otro lado.[…] Es la que sabe reaccionar cuando en cualquier momento la prendieron. Usted no puede disparar a la loca, a usted le hicieron dos tiros y de una vez todo el mundo tan, tan, tan, tan, se puso a disparar como loca. El enemigo lo analizan a uno, ¿qué hace una tropa con disciplina? ¿qué hace? disparan dos tiros usted tome su reacción de una vez, donde fue se atrinchera, se tira al suelo, pero no se pone a disparar si no está viendo nada.” (Comunicación personal soldado Jaime, abril 2019)

En cambio, la tropa indisciplinada es aquella que: “las tropas indisciplinadas es que no, les dan la orden, o cómo son esos dicen: sí, sí, sí le dan la orden, pero es que simplemente no se mueven, o sea no están siguiendo las órdenes. O son los que responden cuando el enemigo los prende, ¿si pilla?, por eso el enemigo los ubica y los busca, les ubica el sonido si se ponen a responder a la loca.” (Comunicación personal soldado Jaime, abril 2019)

Lo que Jaime define como una tropa disciplinada es la que sigue las ordenes que les dan los

superiores acerca de cómo moverse en el área, hacia que lugares dirigirse, es decir, siguen

completamente las órdenes que reciben del Ejército. En síntesis, para los soldados “una tropa

disciplinada es la que sabe hacer sus cosas”. (Fragmento diario de campo, 15 abril 2019).

El pertenecer a una tropa disciplinada es significada por el soldado Jaime como el

motivo de su éxito en el área, ya que: “pues yo en combate de soldado profesional no tuve

mucho, de mis ocho años que llevo solamente, porque la verdad ante todo era la disciplina

[…] nosotros sabíamos, siempre como cada noche era normal que escucháramos disparos,

nosotros no disparábamos, eso era como provocándonos.” (Comunicación personal soldado

Jaime, abril 2019). En la narración de Jaime se evidencia cómo la disciplina se presenta como

un mecanismo de defensa frente al enemigo. Dado que para él:

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“El éxito es por la disciplina, el enemigo, o la guerrilla, ellos miran la disciplina de un pelotón cuando es desorganizado y es dejado por ahí, si es indisciplinada y andan por aquí, andan separados, entonces ahí es cuando lo cascan a uno, el enemigo aprovecha la oportunidad va y lo ataca. Por eso es que a veces, que emboscada, que tal cosa, que mataron a los soldados, debe ser una unidad indisciplinada. Pero cuando la tropa es disciplinada y el enemigo viene a atacarlo y ellos no, no se sienten apresurados, si no que el enemigo, o la guerrilla, o cualquier grupo dice: no, ya estos manes son disciplinados, no, no le vamos a meter ahí, toca sabérsele meter porque si no perdemos nosotros. Entonces a veces cuando uno es disciplinado entonces uno no le pasa nada, y lo que hace el enemigo es mejor retirarse y evitar que ellos pueden perder.” (Comunicación personal soldado Jaime, abril 2019)

Es importante mencionar que para el soldado el enemigo siempre está vigilando, está

pendiente de las acciones de las tropas. Por eso, argumenta la necesidad de tener un grupo

que: no solamente cada soldado es disciplinado evitando acciones individuales, sino que la

tropa funciona como un todo disciplinado para atemorizar al enemigo. Así, la diferencia entre

las tropas disciplinadas e indisciplinadas se relaciona con la frase que justifica el

entrenamiento: el entrenamiento tiene que ser tan duro para que la guerra sea un descanso.

Dado que, el aplicar unánimemente lo aprendido permite, según Jaime, tener éxito y evitar

combates en el área.

En las narraciones el área para los soldados comienza cuando terminan el

entrenamiento, y finaliza en el momento en el que son heridos o se mueren. Cuando un

soldado deja de ser parte de su tropa, llega otro soldado a ocupar su espacio. A los hombres

que ingresaban nuevos al grupo los soldados los llamaban los tapahuecos. Para Diego, esto

sucede porque: “En el Ejército dicen: nadie es indispensable, ¿si me entiende?. Nadie es indispensable… faltó uno y ya mañana llega otro soldado y lo reemplaza… eso es así. Llegan nuevos, recién salidos de la escuela, y llenan los espacios que hay… son los famosos tapahuecos. Porque, digamos, un batallón está formado de 2000, 1000 y péguele de personas, entonces, hay unos que mueren, otros que viven, otros que se van, entonces atrasito vienen otros, que van entrando, y van llenando ese hueco.” (Comunicación personal soldado Diego, abril 2019)

Para el soldado Diego los tapahuecos demostraban que un soldado no importaba en la

institución, porque apenas éste sale de su tropa llega otro a realizar lo mismo. Diego hace

referencia a un ciclo en donde siempre hay soldados que van a entrar al área y, por ende, el

soldado no es esencial para el Ejército porque existen remplazos. Más que el individuo lo

que le interesa a la institución es su función, es mantener un número específico de hombres

en la tropa.

En las narraciones recolectadas, los tapahuecos son representados como el resultado

de procesos mecánicos realizados por el Ejército. El hueco que deja la partida del soldado

constituye un evento emocional para los soldados en el área. En las entrevistas realizadas, los

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soldados me explicaban que los peores momentos eran cuando sus compañeros morían o eran

heridos. Con respecto a esto, Oscar me comentaba que: “Lo más triste era cuando… perdíamos compañeros, que nos mataban compañeros, es algo que… que a usted lo deja muy aburrido, triste, porque es que digamos uno lleva años conviviendo con esa otra persona… ¿sí pilla? yo la conozco más que, mejor dicho, que cualquiera. Usted convive con esa persona y aprende a convivir con esa persona todo el tiempo… y entonces de repente ¡boom! los mató algo, entonces se siente un vacío, claro se siente, porque digamos usted está con un compañero y de repente ya no está, entonces usted queda como triste…” (Comunicación personal soldado Oscar, abril 2019)

Lo narrado se relaciona con la idea de que la tropa es como una familia, que Oscar

previamente había mencionado. En el testimonio se evidencia cómo el soldado percibe y

experimenta la ausencia de sus compañeros. Sin embargo, Oscar enfatizaba que el trabajo

del soldado sigue, a pesar de sentir el vacío de sus compañeros, porque: “en el Ejército usted se muere y lo que importa es el fusil. Si quedó el fusil bien, el muerto [chasquea los dedos] al hoyo…y el vivo al baile. Por ejemplo, yo caí al campo minado hoy, mañana, pasado mañana, o en quince días, ya tengo reemplazo ahí, normal… y todo sigue como si nada hubiera pasado. O sea, usted se muere y es como si nada pasara, a usted le toca seguir haciendo lo mismo, no porque se murió… usted sigue en lo mismo… a usted se lo llevaron y ya, trajeron otro reemplazo y tan… ya… quedó en el recuerdo, se murió fulano… ya… y todo sigue normalito. Aunque, claro, eso se siente raro, y es duro uno verlos… cuando los ve ahí tirados y… no, este marica como era… pero igual uno tiene que llenarse de mucho valor y seguir porque igual, digamos, el que ya está ahí, bueno, da duro, pero uno tiene que ponerse y seguir adelante porque uno tiene que seguir trabajando” (Comunicación personal soldado Oscar, abril 2019)

En la narración Oscar menciona que el soldado tiene que seguir trabajando normalito. El

cuerpo militar debe mantenerse completo, por eso sigue trabajando y llenando los espacios

que le genere la guerra. Esto demuestra que el proceso de la anestesia debe actuar

continuamente sobre las experiencias de los soldados. No obstante, su efecto no es la ausencia

de sentimiento, sino unos sentimientos complejos que subsisten, aunque los soldados intenten

adaptarlos, ignorarlos, dominarlos. (Macleish, 2012)

En las narraciones se evidencia cómo en el área el cuerpo militar, como cuerpo

colectivo, no existe más allá de los cuerpos de cada soldado, los cuales son producidos por

un sistema de disciplina (Macleish, 2012). Puesto que, necesita de una cantidad determinada

de cuerpos individuales para cumplir con los objetivos institucionales. Pero, al mismo

tiempo, el cuerpo militar es más que la suma de cuerpos individuales, por eso puede

remplazar a los individuos con tapahuecos, dado que en el Ejército nadie es indispensable.

El cuerpo militar en el área se fundamenta en la premisa de que puede intercambiar cuerpos

adoctrinados, para seguir trabajando.

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39

Capítulo III: El cuerpo individual herido por minas antipersonal

Los militares al narrar el momento en el que pisaron la mina se centraban en el

segundo tipo de cuerpo: el de cada militar herido. El accidente marca el momento en el que

el soldado tiene que salir del área de combate para desplazarse a Bogotá en donde recibe

atención médica. La transición entre el ser parte del cuerpo militar a transformarse en

individuo comienza desde el momento del accidente, puesto que, como menciona MacLeish

(2013), las lesiones son situaciones que no debieron haber sucedido, sin embargo, cuando el

militar se lesiona se transforma en un individuo. Esto se evidencia en el testimonio del

Soldado José: “Me recosté al equipo y ahí dormí como una hora, si mucho, porque no era

capaz. Me paré y arranqué, y a las cinco y veinticinco minutos la pisé, la pisé y ahí se me

acabó el área de combate, no volví a entrar al área, ya quedé por fuera, y pues ese fue el día

de la mina.” (Comunicación personal soldado José, abril 2019).

En el área de combate, como mencionaba anteriormente el soldado Alfonso, los

soldados pelean con la guerrilla, la gente que hay en el monte y las minas antipersonal. Para

Oscar existe una diferencia entre pelear con el enemigo y encontrarse con una mina, puesto

que según el soldado: “por eso yo siempre he dicho: eso no, no es de… no es de qué… no es de simple decirlo, yo podría ir a pelear, pero con una mina no, porque usted la mina no sabe dónde está, ni… digamos, es un enemigo silencioso que usted lo… que usted no sabe ni dónde la va a pisar, ni a qué horas, ni cuándo. En cambio, usted el enemigo pues dice: bueno, si hoy usted amaneció con nervio o con miedo, usted dice: no, yo no voy a pelear, yo me voy a quedar acá atrás porque voy a salvar mi vida, pero usted con una mina no.”(Comunicación personal soldado Oscar, abril 2019).

De esta manera, Oscar hace referencia a dos enemigos que se encuentran en el área, y frente

a los cuales arriesga su vida: el enemigo que es perceptible, es decir los grupos armados

ilegales; y las minas, que denomina el enemigo silencioso. Con respecto al enemigo visible,

el soldado afirma que puede, dependiendo de cómo se sienta en el momento, decidir si pelear

o no, y así salva su vida. En oposición se encuentra la mina que es indetectable, puesto que

los militares no pueden percibir en dónde están situadas, ni cuándo las pueden detonar. En

relación con el enemigo silencioso, según el soldado Alfonso en el área: “en un instante en el que uno abre y cierra los ojos te pueden pasar muchas cosas. Ahí en un segundo uno puede perder su vida. Pues, usted nunca va a ver una mina ¿cierto?. A no ser que vaya con un respectivo perro y él esté olfateando. Pero usted a toda hora no va a andar con un perro, usted va es caminando a ver si encuentra a esa gente, mirando huellas. Pues claro usted es humano.[los militares pisan las minas] no porque uno estuviera ciego ni nada, sino que uno no sabe en dónde están y cuándo se va a parar en eso.” (Comunicación personal soldado Alfonso, abril 2019).

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Alfonso afirma que su quehacer consiste en recorrer el área buscando al enemigo. Mientras

cumplen con esta misión, los militares se encuentran a las minas que no pueden detectar. No

obstante, conocen que pueden estar en cualquier parte del área, y al estar constantemente

expuestos a ellas pueden ser heridos. Cuando el soldado asevera que los militares pisan las

minas porque son humanos, se refiere a la vulnerabilidad del cuerpo militar (MacLeish,

2012), que resulta de la constante exposición de los cuerpos a objetos que pueden lesionarlo.

Los militares, como lo mencioné anteriormente, son conscientes de la existencia en

el área de los elementos que pueden hacerles daño a sus cuerpos. Este conocimiento, según

MacLeish (2012), opera al mismo tiempo junto a, lo que denomina, una especie de habitus

anestésico. El cual es la habilidad que tienen los militares para incorporar e ignorar la

información sensorial y de la experiencia acerca del peligro al que están expuestos, y a través

de esto logran ejecutar su trabajo. Este habitus anestésico fue un tema central en las

narraciones de los soldados acerca sus experiencias en el área dado que, según Oscar: “eso es lo que le enseñan a uno [en el entrenamiento], a usted en cualquier momento lo matan a uno, o acaba fulminado y todo eso… eso es algo que uno ya está consciente… eso es algo que uno ya está consciente, cuando me toque me toca, sino pues nada seguimos cada día. Obviamente, uno no piensa en eso… y en la medida del tiempo que uno va pasando uno va viendo muchos casos… compañeros… así, excompañeros etc, etc, compañeros que les meten tiros, que pisan una mina, así muchos. Uno siempre tiene una mentalidad de que si usted se mete al Ejército, uno como se dice… uno tiene unos riesgos, que uno debe decir: “no, es que a mí nunca me va a pasar nada”, y que uno se aferra mucho a Dios y uno dice: bueno, hoy espero que… o el tiempo que va a durar allá, yo voy a durar como se dice con ese pensamiento de uno no le va a pasar nada, y la verdad, eso era lo que yo… siempre era la mentalidad mía. Uno cree que le puede pasar… uno siempre cree que le puede pasar a cualquiera menos a uno, pero uno nunca piensa o nunca se ve herido, nunca se ve sin una parte de su cuerpo.” (Comunicación personal soldado Oscar, abril 2019).

En su discurso, el soldado menciona que conocía las posibilidades de salir herido en el área

de combate, puesto que a los militares les enseñan esto en el entrenamiento. Igualmente, en

el transcurso de sus vivencias en el área presenció casos de compañeros que pisaron minas,

por esto era consciente de que estaba constantemente expuesto a la posibilidad de ser herido,

es decir conocía acerca de la vulnerabilidad de su cuerpo en la guerra. Frente a esto, asevera

que era necesario pensar que nunca le va a pasar nada, y por eso, a pesar de ver a sus

compañeros heridos, pensaba que le puede pasar a cualquiera menos a él. Puesto que,

durante su estadía en el Ejército no creyó que él podía resultar herido, muerto o amputado.

De este modo, el habitus anestésico se evidencia en la mentalidad que Oscar afirma es

necesaria tener en el área de combate.

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41

El día de la mina

Según Das (2008), la frase “tengo dolor” se transforma en el medio por el cual el

sujeto puede salir de la sofocación de su dolor y de una condición inexpresable. Ese dolor

pide un reconocimiento, pero eso no significa que apunte a un objeto interno ni que pueda

ser comprendido. En las entrevistas con los soldados, se puso de manifiesto el problema

frente a los lenguajes del dolor (Das, 2008), puesto que como me comentó Diego: “¿cómo le

dijera yo? pues es que el dolor lo siente es uno” (Comunicación personal soldado Diego, abril

2019). Así, Diego expresaba no sólo su dificultad para describir, intentar contar, reconocer

su experiencia, sino mi dificultad como interlocutora para narrarla y entenderla.

Las narraciones acerca del día de la mina se dividen en dos: las que contenían detalles

y las que apelaban al silencio. En las primeras los soldados describieron el momento en el

que pisaron la mina, lo que sintieron y lo que pensaron en el momento. Mientras que en las

segundas no se hablaba de la particularidad de sus experiencias, optando por referirse de

manera general al evento de la mina. Lo cual contrasta con las extensas descripciones que los

militares hicieron en las entrevistas, acerca de otros momentos de su vida dentro y fuera del

Ejército. Igualmente, las expresiones acerca de su dolor y de la dificultad de lo que sintieron,

son un reconocimiento del hecho que narran.

La entrevista con el capitán Cami duró cuatro horas, durante ese tiempo me explicó

sus experiencias en el entrenamiento, en el área de combate, su percepción acerca del

Ejército, de otros militares amputados, de su trabajo actual, su familia y sus pasatiempos. Sin

embargo, acerca del día de la mina detalló los momentos previos a lo que fue su accidente,

pero no se centró en su accidente. Conforme a su experiencia en el área, para Cami: “normalmente hace unos años, uno sabía que casi todo el territorio en donde habían informaciones de qué estaba la guerrilla, eso estaba minado, entonces enviaban dos soldados antiexplosivos con unas máquinas, detectores y un canino, entonces ya, ya con eso como que el Estado libraba su responsabilidad, de que les envié un soldado antiexplosivo y les envié un canino, pero pues también era imposible detectar dónde había una mina. […]pero detectar un campo minado es supremamente difícil, porque ya la guerrilla sabía que el Ejército no andaba por caminos, entonces ahora nos ponían por ahí en las trochas, por donde uno abría camino entonces era casi que imposible detectar un campo minado, así se tuviera el camino antiexplosivos, así se tuviera un soldado antiexplosivos, es difícil, no es fácil en cuanto a mina se refiere. […] Estábamos detrás del Mono Jojoy en una operación muy fuerte. Harta tropa y el tipo estaba en el área, llegábamos a los campamentos y todavía estaba fresco, las huellas y la basura y todo, entonces estábamos cerca, cerca, cerca y había muchos enfrentamientos, y estábamos ya a punto de llegarle, y no nos llevaba mucha ventaja, pero el río se creció entonces los helicópteros nos pasaron al otro lado para no dejar que se nos fueran y avanzar… después de que los helicópteros nos dejaron

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avanzamos un poco y todo eso estaba minado, y yo pisé la mina, era un campo minado y yo lo activé, pero solamente estuve herido yo.” (Comunicación personal capitán Cami, abril 2019).

En su testimonio, el capitán hace referencia a la manera en la que la guerrilla instalaba minas

en el área de combate: no solamente minaban los caminos, también minaban las trochas

puesto que eran los lugares por donde transitaban las tropas: con esto buscaban poder herir a

los militares por todas las zonas. Esto se debe a que, como mencionaba Alfonso, los militares

en el área se dedican a buscar al enemigo. Por eso, Cami afirma que los militares conocían

que los lugares por donde estaba la guerrilla eran campos minados. El hecho de que el

Ejército supiera que iba a mandar a sus tropas a trabajar en territorios minados, Cami lo

relaciona con la responsabilidad de la que se libraba el Estado al mandar grupos

antiexplosivos a revisar el área de combate. Con esto, simboliza al Estado con la

responsabilidad de garantizar que los militares no vayan a activar un campo minado, puesto

que conocen que dirigen a sus tropas a lugares en donde hay minas. No obstante, menciona

que era imposible detectar a los campos minados, por ende hace referencia a que el Estado

mandaba grupos antiexplosivos para eximirse de una obligación, pero que igualmente no

lograba evitar que los militares las pisaran. Con esto se evidencia que la noción que tiene

acerca de la responsabilidad se relaciona más con el Estado que con la guerrilla: ya que no

es su obligación garantizar que los militares no las pisen, a diferencia de la que le atribuye al

Estado, puesto que según él eso es lo que buscaban al instalar las minas.

Según Jimeno (2007), la manera en la que se dejan de enunciar las experiencias

dolorosas proporciona claves para identificar motivaciones personales y cargas afectivas.

Como se evidencia en el testimonio, Cami relata el contexto del área de combate en donde

pisó la mina, pero no se refiere a su experiencia con el artefacto. Esto se debe a que, como

me comentó después en la entrevista, para él: “yo no sé pero a mí me enferma ver algo así de minas, o sea no me gusta, yo le huyo a eso, cuando presentan noticias, a veces traen las noticias y hablan de eso, uy yo cambio, no me gusta, eso no me trae buenos recuerdos, entonces yo cómo que esas vainas yo ya la saqué de mi mente, entonces no… no quiero nada que vuelva y me recuerde eso, me imagino que así es todo el mundo ¿no?, ¿o a quién le gusta que le estén recordando eso?” (Comunicación personal capitán Cami, abril 2019).

Así, se evidencia que la motivación de Cami para no referirse a su experiencia con la mina

es que le enferma, le molesta, todo lo que tenga relación con las minas antipersonal. Y por

eso afirma que le huye al tema, por eso evita recordar, describir, explorar lo que le sucedió.

El silencio frente a su experiencia consiste en evadir el recuerdo porque no es bueno, y esto

demuestra en lo que consiste parte de su proceso de duelo frente a lo que le sucedió. Para él,

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no hay razones para que a alguien le pueda gustar que le recuerden el momento en el que

perdió una parte de su cuerpo. Con esto, Cami pone de manifiesto que es necesario olvidar

el momento exacto de su accidente, de su experiencia con la mina que lo hirió.

Al igual que el capitán Cami, el soldado Oscar no narró con detalles el momento en

el que pisó la mina, ni hizo referencia a lo que sintió. Según Oscar su accidente: “Fue en un campo minado y esto, digamos íbamos en un registro, no la sentí, sino que ¡bum!. Ajá ¿y qué más? (pausa) [MJ16: ¿Cuándo fue?] El cinco de noviembre. [MJ: el año pasado] Sí, estábamos en un registro, estábamos en un registro y pues la pisé. No me di ni cuenta cuando iba caminando por allá en la montaña, encontramos un camino y pues dijimos: “No, por aquí es”, como yo era… pasó el puntero, pasaron todos y ya iba como en la mitad cuando ¡bum!… la pisé yo.” (Comunicación personal soldado Oscar, abril 2019)

Oscar descarta selectivamente describir su experiencia con la mina, prefirió referirse a lo que

estaba haciendo y no mencionar detalles. De este modo, indica que estaba haciendo un

registro, que la mitad de sus compañeros pasaron, y que cuando detonó la mina no la sintió.

El soldado utiliza la onomatopeya ¡bum! para representar el sonido que hizo la mina cuando

la pisó, esa es la referencia que hace su experiencia sensorial. En el testimonio sobresale que

me preguntó: “Ajá ¿y que más?”, para referirse a que había terminado su historia y quería

saber que más me interesaba, y cuando retomó la narración otorgó más detalles. Es

importante mencionar que Oscar no hace responsable a alguien en concreto, porque al

mencionar que la mina estaba en la montaña, lo narra como si la existencia del campo minado

fuera parte de la condición del terreno. Puesto que, como mencionaba Alfonso, las minas en

el área pueden estar en cualquier parte.

Los testimonios de los soldados Diego, Alfonso y Jaime corresponden con el

concepto de lo emotivo que propone Jimeno (2004). Este sustenta que, al compartir sus

emociones, el sujeto recurre a la apariencia descriptiva de su situación, y establece lo que

Jimeno describe como un intento relacional: una situación en la que el sujeto pretende crear

una relación en donde quien escuche pueda entender lo que éste siente, todo esto con un fin

exploratorio. Esto se evidencia en el testimonio de Diego, ya que según el soldado: “Y entonces nosotros empezamos a caminar hacia un objetivo, hacia el enemigo, íbamos pa’… para ir a un… campo de concentración que había por allá adentro de la guerrilla. Pero entonces antes de entrar […] el comandante de operaciones nos dio como un… breve… una breve instrucción de que toda esa parte estaba minada. Nosotros ya sabíamos hacia dónde nos íbamos a meter, dijo: hermano esta parte está minada, en este lado está minado. Pero solamente guglear, ellos manejan… manejan es el Google, los mapas, y todo eso, ¿si me entiende?. No que aquí está minado, que aquí también, que aquí, que acá. Entonces nos dejan a nosotros… entro yo al área

16 Esto lo digo yo: la que hace la entrevista.

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[…] como a las nueve de la noche hubo una detonación: ¡bum!… y por allá cayó un soldado del pelotón… pero el man sí quedó herido, pero no perdió las extremidades… solamente se fracturó …lo fracturó y lo esquirlió… corrió con suerte. Y entonces ¡uy! zona nosotros asustados, claro. Como haga de usted, ¿usted sabe qué son cuchillas? cuchillas es un camino que por ejemplo la montaña, y la montaña tiene una hilera ese camino es la cuchilla, entonces usted solo anda por la mitad. Entonces imagínese todo eso un camino hacia allá y nosotros nos tocó bordear eso, bordearlo es no andar por el camino sino andar por el abismo. Sí, así le tocaba a uno, romper el monte, caminar, ir escalando. Entonces nosotros el día treinta de abril, el compañero había caído el veinticinco, y nosotros el día treinta de abril que fue el día que yo caí… hicimos esa operación. Empezamos a caminar desde las ocho, el día antes habíamos preparado el almuerzo pa’ llevarlo empacado, y les ayudamos esa mañana. Y arrancamos a la ocho con todo el GPS, y carne y papa, y toda esa vaina. Y empezamos a caminar, y eso por allá como se mantenía lloviendo había puros charcos, y uno cada rato se caía por allá. Y camine, y camine, y bordee, y bordee, y ya como a las cinco y media de la tarde fue cuando yo caí. Y entonces ya estaba bordeando y cuando ya hay que bordear, tocaba voltear, tocaba coger otra vez las cuchillas ¿sí o no?, paso obligado llama eso… que no hay por donde pasar. Y toca pasar por ahí… y ahí era donde estaba la mina. Pero ya antes de que yo pasara, ya había pasado casi todos habían pasado doce (énfasis), trece personas por encima de la mina, e iba yo… Y cuando yo sentí fue la explosión y ya, o sea yo sentí… una explosión… yo ni salí volando ni nada porque yo llevaba el peso…lo que único hice fue. O sea yo pise la mina con esta pierna y la onda me reventó por acá… me golpió ¿si me entiende?. Y yo quedé mirando hacia arriba, y miraba que caía las hojas de los árboles, así como la película en cámara lenta, un momento de silencio donde usted no escucha nada, cuando después que pasan esos segundos… ahí si comienza como ese ruido uff los oí uuufffffffff, y ese olor a pólvora que… lo quiere ahogar a usted ¿si me entiende?, o algo así. Y la cabeza yo sentí que me hizo así casi se me estalla de la onda, entonces yo hice así yo me había cogido de unos palos…unos palitos así, me cogí y… cuando me mire ahí si yo me mire y uff la pierna destrozada. Entonces ahí sí me tiré así, y el equipo, o sea, el morral quedó en el hueco… Donde yo pisé ¿no,? donde yo pisé siempre quedó un hueco…. y entonces uff la pierna me dolía. Y yo me entré en shock… y empecé a gritar mucho y… una gritadera uff los gritos o sea, de lamento… no, y grité, y grité. Como a los cinco o seis minutos fue que… llegó el primer man para auxiliarme, pero yo estaba gritando, yo estaba ahí fuerte, pero… uffff, no, esa pierna me dolía… Y ahí pues llegaron el enfermero, me canalizaron, me pusieron medicamento para empezar a entablillarme, a enderezar el pie y todo eso. El pie en sí había quedado colgando atrás, pero de resto sí estaba todo partido. […] yo duré veintidós horas allá [en el área de combate] … como combatiendo con la muerte […] ja, no esas veintidós horas para mi fueron… o sea como ir a la muerte y volver. Porque yo me estaba era muriendo, sino que yo no me quería morir. O sea, yo no… yo pensaba en todos los compañeros que… que habían caído en la mina y se habían muerto. Y yo decía: “marica me voy a morir”, o sea yo decía: “marica me voy a morir”, pero en la mente …Y no… no era capaz ni de moverme, y yo con ganas de pararme… agh, y así echando uno madres toda la noche. Yo decía: “me duerno y me muero marica”, ¿si me entiende?. Entonces yo no me dormí, mantuve ahí despierto… tirado ahí, tirado ahí.” (Comunicación personal soldado Diego, abril 2019).

Diego comienza su testimonio explicando la razón por la cuál tuvo el accidente: estaba

buscando a la guerrilla. Por esto, menciona que el comándate antes de entrar a la zona les

advirtió que todo el terreno estaba minado, y a través de mapas les señaló en donde era más

probable que hubiera minas. Esto se relaciona con un tema central en la narración de Cami:

los militares antes de entrar al terreno sabían que las zonas por donde estaba la guerrilla

estaban minadas. Es importante mencionar que el soldado no describe al enemigo ni hace

referencia a su preferencia por instalar minas, más bien deja implícito que es la estrategia de

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guerra. Diego relata que antes de su accidente un soldado pisó una mina, pero tuvo suerte y,

a diferencia de él, sólo quedó herido y no perdió ninguna extremidad. En ese momento sintió

miedo, porque se dio cuenta que corría riesgo al estar en un campo minado, pero siguió con

su recorrido. Al respecto, menciona que los militares recorren el área evitando los lugares en

donde era seguro que sí había minas: las cuchillas. Sin embargo, le tocó transitar por un paso

obligado: los militares no pudieron continuar intentando evadir las minas, y por eso pisó una.

A través del uso del lenguaje que hizo Diego al describir su experiencia, es posible

entender la manera en la que representa su dolor. El soldado comienza señalando que sintió

la explosión apenas pisó la mina, y por un momento percibió todo en cámara lenta, como en

las películas. Posteriormente sintió en su cuerpo el efecto de la detonación: escuchó un ruido

fuerte y sentía el sabor de la pólvora en su boca. Apenas miró su pierna la vio destrozada y

entró en shock, por eso comenzó a gritar y a lamentarse. Al respecto afirma que estaba fuerte

pero que sentía demasiado dolor. Describe el estado de su pierna después de su cuerpo

después de la detonación: el pie le había quedado colgando. Igualmente, relata lo que sintió

al permanecer herido veintidós horas en el área: fue como ir a la muerte y volver, expresión

que señala lo difícil que fue la situación. Diego resalta que en esos momentos pensaba en sus

compañeros que habían muerto, y esos recuerdos, que previamente había evadido a través de

la anestesia (MacLeish, 2012), le hacían pensar que se iba a morir. En sus descripciones el

soldado se autorepresenta como un hombre que, a pesar de sentir dolor físico, emocional y

sentirse exasperado, era fuerte y resistía lo que estaba sintiendo. Finalmente, en el testimonio

Diego enfatizó que doce de sus compañeros habían pasado antes por encima de la mina que

detonó, pero él fue el único afectado. Esto se debe a que: “hay un dicho que dice: cada mina tiene su nombre, eso todo el mundo lo dice. No sé si ya lo había escuchado decir. Cada mina tiene su nombre, esa mina era pa’ mi… porque todo el mundo pasó, si pasaron doce con el mismo peso que yo tenía, ¿si o no?. Y pasé yo… lastimosamente. No, eso son una cosa de locos, solo no le puedo hallar explicación a toda esa vaina… es complicado, pero es que… ¿cómo le dijera yo?. O sea si uno le pone tanta lógica paila…si ya lo que pasó pasó, y no sé, pa’ ponerle tanta lógica a buscarle un cambio… no, nunca va a haber un cambio” (Comunicación personal soldado Diego, abril 2019).

En su discurso, Diego plantea que la mina era para él porque sus compañeros pasaron por

encima de ella y no la detonaron. Frente a esto, afirma que no hay que buscarle una

explicación a la situación porque no existe: es cosa de locos, es complicado. En la narración

Diego menciona que a pesar de que le ponga lógica, es decir analice la situación, nunca va a

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haber un cambio, así pone de manifiesto su proceso de duelo. En síntesis, Diego justifica lo

que la pasó afirmando que cada mina tiene su nombre, por ende, esa mina tenía el suyo.

Después de que la guerrilla hostigara a su tropa, el soldado Alfonso y sus compañeros

siguieron el rastro de los guerrilleros y durante el recorrido Alfonso pisó una mina. Para el

soldado: “Como íbamos para donde un cabecilla grande, entonces tenían anillos de seguridad. Y claro, ellos nos montaban minas, trampas, nos hostigaban para que nosotros no llegáramos hasta arriba […]. A nosotros nos llovió mucho plomo ahí pero, gracias a Dios, no hirieron a nadie. Ellos se fueron retirando, en el transcurso se fueron retirando y fueron regando minas. […]Ellos [sus compañeros] como que presentían, y yo también presentía en ese momento que íbamos a bajar y algo iba a pasar. Y nosotros encontramos unas huellas de bota de caucho, eso por acá no hay más que milicianos […] Entonces ellos nos estaban jalando a una trampa. Pero, entonces, claro, yo me acuerdo que el puntero y los demás me dijeron: “que pilas con una mina”. […] Entonces yo iba pero en el momento en el que yo me voltee así y estaba pisando la misma huella, lo mismo que ellos hacen[…] A como levanto el pie, yo sentí que (choca las manos) algo en blanco me sacudió todo, y no volví a saber nada como dentro de un minuto. Prácticamente en ese minuto duré como si estuviera muerto. Pero cuando desperté ya yo volví en si. Yo dije: “¿qué pasó acá?”, con pólvora en la boca, sangre. Yo dije: “será que de pronto”, yo me había dado una idea de que los que iban adelante de pronto se habían llevado un nylon por encima. O sea, ¿usted ha visto las cuerdas de pescar? A veces las ponen como trampa. Uno en la selva no ve eso, usted puede jalarse eso con el pie, saca el seguro y uno puede detonar algo. Nunca pensé que había sido una mina que yo me había parado (pausa). Pero cuando yo ya sentí que yo mismo era el que tocaba sangre en la boca, que estaba como dentro de un hueco, que medio podía mover los brazos y me dolían, y que todo eso, y que no podía ver bien, no, esto me cogió un artefacto a mi. Cuando yo ya tomé la decisión de pararme yo ya no fui capaz, porque ya esta pierna la había perdido desde aquí, todo este hueso se me había ido desde acá, todo esto lo había perdido y me había quedado este hueso todo esto así. Y esta pierna cuando me fui a parar en esta, se me dobló y se me salió por acá, el hueso estaba así partido, y me había roto ocho centímetros de hueso. Pero en ese momento yo no sabía eso. Entonces yo dije: no, yo ya no me puedo parar.” (Comunicación personal soldado Alfonso, abril 2019).

En su testimonio, Alfonso afirma que la guerrilla utiliza como estrategia de guerra el

hostigamiento, las trampas y las minas. Por eso, los guerrilleros primero los hostigaron para

jalonarlos hacia un campo minado. Como los militares conocían esta táctica, presentían que

algo les iba a pasar y a medida que iban recorriendo el terreno iban pendientes para no pisar

una mina. Sin embargo, como mencionaban los otros soldados en sus discursos, es imposible

detectarlas. Alfonso menciona que pisó en el mismo lugar que sus compañeros, pero cuando

levantó el pie sintió la explosión: como algo que lo sacudió y lo dejó en blanco. Al principio

no consideró que él había pisado una mina, pero se dio cuenta de eso al sentir el efecto de

ésta en su cuerpo: no podía moverse, sentía sangre en la boca, no podía ver y sentía dolor. En

ese momento de la narración describe cómo al intentar ponerse de pie no pudo, y se rompió

el hueso de la otra pierna que no había perdido en la explosión. El soldado intentó levantarse

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y no pudo, por eso representa el momento en el que afirma: “no, yo ya no me puedo parar”

como el instante en el que reconoció su accidente.

En su testimonio, Alfonso menciona que sintió rabia cuando se percató que él había

pisado la mina, puesto que según el soldado: “cuando nosotros salimos detrás de ellos, que montamos un operativo para salir detrás de ellos a buscar qué rastros dejaban, lo que dejaron fue minas. […] Pero, entonces, bueno, cuando empezamos a descender que ya íbamos a hacer el registro, después de todo (énfasis) lo que había pasado como a las 3:30, algo así, cosa que ya no se debe andar en la selva. No, sino que no sé porque tomaron la decisión. Igual yo tengo todo eso. Pues (pausa), lastimosamente eso es así, pues yo demandé eso y todo. Porque (pausa) pues creo que lo que hicieron con nosotros, o conmigo, no era así. O sea, yo adquirí esto, sí la guerrilla me lo hizo, ellos pusieron su trampa. Pero si nosotros hubiéramos evitado eso, o los comentarios que yo había hecho antes de (énfasis) que me pasara esto, de pronto no hubiera pasado nada de esto. Pero no me hicieron caso, para mi es un caso omiso ¿cierto?. Yo me asesoré con gente que sabe de esto, y me dijeron: “no hermano, a usted le hicieron fue un caso omiso, porque usted como soldado profesional puede opinar”. Pero (pausa) lastimosamente a veces a uno no le reciben consejos, ni nada. El que me adquirí esto fui yo, no fueron nadie más. Pero, yo después, es una cosa que tu la ves en la prótesis ahí siempre las llevaré. Igual todo está en vueltas y mirará uno que va a pasar más adelante, las cosas que puedan pasar. Porque buscan a un culpable, siempre que pasan estas cosas así preguntan: “¿cómo sucedió?, ¿cómo fueron los hechos?, ¿qué estaban haciendo?, ¿cómo iban?, ¿si era la hora adecuada?”, ¿cierto?, todo eso lo van a hacer. Pero bueno eso se quedó así, yo por ahí tengo esas vueltas. […] Y tenía rabia también con los compañeros porque, tanto con el puntero y con el cabo, porque ellos no me hicieron caso. […]Pues tiene que tener uno pensamiento de malicia para uno pensar eso, yo llevaba poco tiempo, pero yo sabía en qué estaba metido. En cualquier momento a uno lo vuelven es nada, o te pueden joder la vida. Y allá no van a respetar, allá al que sea. Entonces yo pensaba más que todo en eso. [(apenas se dio cuenta que pisó la mina) … Entonces yo dije: no, yo ya no me puedo parar] En ese momento la rabia fue mucha, porque pues eso se pudo evitar con lo que yo había opinado, pues uno no se las sabe todas, pero yo tenía una idea y sabía más o menos que de pronto también nos estaban jalando, y ellos también me iban a creer, si no que uno sabe. Uno por buscar resultados, o el cabo a veces, sale uno perdiendo ¿si ve?. Que “ah no, vamos a buscar un resultado” “que ahí están, que ahí están”. Sí, pero uno no sabe qué le dejaron por ahí, qué artefacto, uno no sabe para donde va.” (Comunicación personal soldado Alfonso, abril 2019).

En su testimonio, Alfonso declara que la guerrilla lo lesionó: porque fueron ellos los que

instalaron la mina, no obstante, afirma que la responsabilidad la tuvo el superior que resolvió

perseguir a la guerrilla después de un hostigamiento y en un horario en el que -según el

soldado- está prohibido salir en el área. Alfonso sintió rabia porque, para él, su accidente se

pudo haber evitado si hubieran seguido su consejo de no perseguir a la guerrilla, que formuló

porque sospechaba que los estaban encaminado a un campo minado. Igualmente, afirma que

por estar buscando resultados los soldados son los que resultan heridos. Dado que cuando el

cabo los comanda para buscar resultados los expone al peligro de detonar una mina porque,

retomando la idea del enemigo invisible, no saben qué artefacto puede estar en el terreno. El

soldado en su narración afirma que en la guerra en cualquier momento a los militares los

pueden volver nada: herir, matar, puesto que en la guerra no respetan a nadie, es decir no

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hay límites para el daño que se le puede infligir al otro. Esto se debe a que, como menciona

MacLeish (2012), la guerra es un concurso para lesionar y por eso a través del uso de

estrategias de combate se requiere que los cuerpos se lastimen.

En sus discursos, los militares describen a las minas como un componente del terreno

en el área, puesto que conocen que las zonas por donde se encuentra la guerrilla están

minadas: aproximarse a la guerrilla implica estar expuesto a las minas. Por esto, al narrar sus

experiencias en el área representan a las minas como parte de la cotidianidad de la guerra:

puesto que son su enemigo invisible, están en todas partes y en el área fueron testigos de los

accidentes de sus compañeros. Por ende, se habituaron a la existencia de estos artefactos que,

como describen los militares heridos, son parte del armamento y de la estrategia de su

enemigo. Por lo tanto, en el momento de señalar -o no- responsables acerca de su accidente,

no se refieren a la ilegalidad, ni a la lógica de destrucción de la mina, exclusivamente

puntualizan que son la causa de una de las situaciones dolorosas que les puede suceder en el

área. Esto se relaciona con un tema central de la narración de Alfonso: en la guerra no

respetan a nadie, por eso en cualquier momento les puede pasar algo. Esto contrasta con el

énfasis que le asignaban los oficiales del CCOET al carácter ilegal y anti-ético de la mina

(Fragmento libreta de campo, 17 mayo 2019). Lo cual era el fundamento para representar al

Ejército y a los militares como víctimas de los grupos armados ilegales. En este sentido, las

narraciones de los militares heridos y las pretensiones de los oficiales entran en tensión.

En esta monografía no le atribuí la responsabilidad de los accidentes de los militares

a la guerrilla17. Esto se deba a que, aparte de lo que expliqué en el primer capítulo acerca de

lo problemático de representar la guerra bajo lógicas maniqueas, los soldados tampoco lo

hicieron. Aunque en sus testimonios mencionaban al enemigo, lo hacían para señalar que se

encontraban persiguiendo, buscando, patrullando, trabajando en el área y ahí se localiza el

enemigo. Cabe mencionar que en sus testimonios no enfatizaban qué grupo guerrillero instaló

la mina que pisaron, ni los describían, ni mencionaban sus motivaciones. Los dos militares

que hicieron explicita referencia al tema de la responsabilidad de los accidentes con minas

17 Es importante mencionar que no niego que la guerrilla instaló las minas que lesionaron a los militares. Ya que, como afirma Pabón Ayala (2018), los grupos armados ilegales han utilizado a las minas antipersonal para rodear la posición de los militares, dificultar la persecución en huida y proteger zonas estratégicas. Por esto, entre 1990 y el 2017 se registraron 10941 víctimas de minas, en donde 7029 correspondían a miembros de la Fuerza Pública.

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fueron Cami y Alfonso. El Capitán en su narración planteaba un concepto de responsabilidad

que le atribuía al Estado más que a la guerrilla, en la medida en la que representa el Estado

con la obligación de proteger a sus militares. El soldado Alfonso en su testimonio afirma que

lo que sintió al pisar la mina fue rabia, puesto que su superior le hizo caso omiso, y si no

hubiera sido por eso él no hubiera pisado la mina. Por ende, sitúa como responsable de su

accidente al cabo que buscaba resultados sin importarle la seguridad de su tropa.

El cuerpo militar herido

En las narraciones de los soldados se evidencia cómo el pisar la mina destruye las

lógicas de la anestesia (MacLeish, 2012), puesto que demuestra que el cuerpo sí es

vulnerable. Porque, como menciona Jaime: “la mina creo que era vieja o que… pa’ yo no verla y lo más fue que no… cómo le digo, yo miré visualmente el terreno y el terreno no presentaba ni que habían sacado piedra, ni que habían tapado, ni que le habían echado tierra, nada[…] cuando yo moví el pie hacia la izquierda de ahí no volví a mirar más, ¿ya? De ahí yo ya como se dice: ya escuché que ¡pa! sonó y… yo como que… ya no miré, si no que yo miraba era como rojo, rojo, rojo, y yo miraba era oscuro, yo miraba oscuro porque, digamos, el pie… la mano de tierra que yo había tenido… o que me… me pegó prácticamente en la cara, entonces ahí fue donde yo, como se dice, prácticamente tuve esa… como ese de la mina, que yo dije: pero yo… yo pensaba que yo no era, porque yo quedé consiente más no miraba, digamos, prácticamente qué fue lo que a mí me había ocurrido, sino cuando yo me fui que a levantar que a… a caminar, dónde pude, ¿ya?, y ya… yo ya me toqué acá y la cara la tenía… yo me sentía que… que esto por aquí era como se dice, unos tumultos pero grandotes y yo decía: ¡Uy! Virgen santísima y yo le decía a él que me pasara agua para lavarme la cara[…]no lo primerito que en la cabeza se le viene cuando uno está así es el pie, entonces el pie, el pie, el pie, y ellos trataban de no decirme nada, inclusive como decirme no, no tiene nada, usted esta bien, lo normal que le dicen a un herido, ¿ya?, no porque a usted nunca le van a decir: no, es que fue que la mina le tumbó el pie de una vez, no, usted no… no tiene nada, a usted lo esquirlió, sí, pero no le pasó nada, pero entonces cuando yo levantaba el pie, yo escuchaba, que los huesos, ellos traquiaban, y yo sentía el dolor, y el dolor era, yo digo que ese dolor es el dolor más horrible que uno puede haber sentido en la vida, usted no siente, digamos, en ese momento a usted se le borra todo, todo, todo, y lo que usted es, ese dolor que usted siente, un dolor impresionante que, que es como si usted lo cogieran y lo partieran por la mitad, ¿ya?, la otra mitad usted la… bien, pero esa mitad es como que si a usted lo cogieron, de verdad lo partieran, en la mente usted dice: no, se acabó todo, como dice los sueños de tener ahí en el Ejército” (Comunicación personal soldado Jaime, abril 2019)

En su testimonio, el soldado describe lo que sintió cuando pisó la mina: por la explosión veía

rojo, oscuro y tenía tierra en la cara. Como quedó consciente y previamente había examinado

el terreno por si encontraba minas, pensó que no era a él al que le había estallado la mina, no

obstante, cuando se levantó se dio cuenta de que sí había sido él. Esto demuestra cómo la

mina se vuelve evidente en el área de combate en el momento en el que entra en contacto con

el cuerpo de los militares. Al referirse a lo que sintió, interpreta ese dolor como una doble

sensación: lo describe como la percepción de que le habían partido el cuerpo en dos, el cual

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es un dolor físico que logra borrar todo; y al mismo tiempo, es un dolor que surge de pensar

que se acabó todo en el área, que tenía que dejar sus sueños en el Ejército. De este modo,

cuando pisó la mina se terminó el efecto de la anestesia (MacLeish, 2012) que

experimentaban en la guerra, y esto se expresó en el dolor que sentía. El dolor al que se

refería Jaime se convierte en una experiencia dura para los militares, puesto que según Cami: “fue algo duro, para mí fue duro, porque, digamos, uno nunca… nunca piensa que le vaya a pasar algo eso, uno siempre está como con esa mentalidad que siempre va estar bien y que nada le va a suceder, y yo decía que me pase eso duro, porque es algo que nadie se lo espera, y que uno… pero cuando llega, como que después de mucho tiempo, uno asume con ayuda de la familia, con ayuda profesional, pero no es fácil, no es fácil, se asume y se acepta con el tiempo, pero en principio es duro, es difícil, uno cree que le va a pasar a todo el mundo menos a uno.” (Comunicación personal Capitán Cami, abril 2019)

En su testimonio, Cami afirma que el pisar la mina fue una experiencia dura, y por eso fue

difícil de afrontar. Es dura porque no pensaban que les podía pasar, pero que igualmente

experimentaron. Esto expone el choque entre la mentalidad que tienen en el área: pensar que

no les va a pasar nada, es decir el habitus anestésico (MacLeish, 2012), con lo que sucede en

la guerra que pone de relieve la vulnerabilidad del cuerpo (MacLeish, 2012).

Los soldados en sus narraciones hacen referencia a la experiencia de conocer

compañeros que fueron heridos por una mina antipersonal. Según Diego: “Ya entrando allá [al área de combate] pues ya empezaron a haber muertos, compañeros muertos, compañeros caídos en mina, empezó a haber varios. Y a mí me toco levantar varios muertos, o sea varios de mis compañeros, y embarcarlos en el helicóptero… muertos…caídos en mina… Antes de que me sucediera a mi, pues ahorita… ahorita más que todo es… más que todo… adaptarse uno al cambio. O sea, no es fácil, uno porque lo que le digo yo uno es fuerte. Pero como a uno le ha tocado, o sea en mi concepto, como a mí me tocó ver los compañeros morirse… y yo caer en una mina y no morirme, entonces me siento privilegiado así. Pero está uno…yo cuento que quedé vivo, ¿no? como le digo yo tuve que embarcar varios muertos… entonces uno quedar vivo de una mina, ufff… explosión muy duras… eso no sobrevive cualquiera, o sea muy de buenas uno.” (Comunicación personal soldado Diego, abril 2019

En su discurso, Diego utiliza los recuerdos que evitaba en el área, a través de la anestesia

(MacLeish, 2012), para sentirse agradecido por haber quedado vivo. Puesto que, la

experiencia de ver a sus compañeros heridos, muertos, lo hace sentirse privilegiado por haber

sobrevivido a la explosión de la mina. Por esto, enfatiza que no es fácil, pero que se enfoca

en que quedó vivo, a diferencia de sus compañeros. Esto se relaciona con lo que Alfonso

denomina lo bonito de su situación actual, ya que para él: “Lo más bonito de uno en el Ejército es uno estar bien, pero lastimosamente usted sabe que en la guerra no hay nada escrito. A usted le pueden pasar miles de cosas, antes yo le doy gracias a Dios que yo quedé así: puedo ver, puedo escuchar, puedo pensar, no quedé pues como en psiquiatría, ni nada de eso. Eso es lo único bonito que yo veo en este momento, pues porque uno a veces se aflige. Sí, yo me estoy podiendo parar en la pierna, pero muchas veces quisiera volver a mis tiempos, que cuando yo estaba en el Ejército y yo salía, digamos a mi casa, a donde mi mamá, y

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yo podía coger una mañana así de bonita e irme a trotar, es diferente. Esos son los momentos bonitos: cuando uno estaba físicamente sano. Y yo decía ojalá uno siempre esté así y cumpla mis veinte años, o mis veintiún años, o sea que no me pase nada, no tenga nada. Pero no fue así, yo ahorita le agradezco mucho a Dios porque me dejó con vida, y me dio una oportunidad más de vida. Porque de tantas cosas que me han pasado esta fue la más aterradora: pues porque me motiló una pierna, aparte de eso la otra, y casi que quedo ciego.” (Comunicación personal soldado Alfonso, abril 2019)

En su discurso, el soldado significa a la guerra como un evento impredecible: al no haber

nada escrito, a los militares les pueden pasar miles de cosas. Esto se relaciona con lo que

Alfonso mencionaba anteriormente: en la guerra al soldado en cualquier momento lo pueden

volver nada. A partir de esto, le agradece a Dios por su situación actual puesto que no quedó

ciego, ni en psiquiatría, ni sordo. Al mencionar esto, hace referencia a los otros tipos de

afectaciones con las que quedan otras personas después de la explosión de una mina. A través

de esto, compara su situación con la de otros y las diferencias que encuentra, las representa

como lo único bonito de su condición física. A pesar de esto, a veces se aflige y desearía

volver al estado en el que estaba antes de pisar la mina: cuando estaba físicamente sano.

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Capítulo IV: El soldado herido fuera del área

Después de pisar la mina, los militares deben esperar a que los recoja un helicóptero

y los traslade al centro médico más cercano. Según el médico Juan, el conducto regular de

atención para los soldados heridos por mina consiste en: “(…) ellos ingresan acá [Hospital Militar Central], muchas veces se les hace la atención primaria en alguna de las ciudades… Bucaramanga, Cúcuta, le hacen atención primaria. Ellos llegan acá casi siempre sin que se haya cerrado el muñón, vienen con el muñón abierto, se evalúa por el equipo de ortopedistas de acá, definen si hay necesidad de hacerle otro procedimiento quirúrgico, modificar esa amputación, subirle el nivel. Y se le hace el tratamiento respectivo: lavarlos, suturarlos y cerrar bien el muñón, antibiótico[...] Sólo fue la amputación, antibiótico… y saliste… no sé a los 10 días de estar hospitalizado, se van para el batallón de sanidad. Entonces ellos salen de su hospitalización para el batallón de sanidad, y el batallón de sanidad funciona como una unidad militar, pero vienen al hospital a continuar su tratamiento” (Comunicación personal médico Juan, 26 abril 2019)

De este modo, los militares son trasladados del área en donde se encontraban a Bogotá, en

donde reciben el tratamiento necesario para cerrar el muñón y comenzar con la rehabilitación.

Como menciona Juan, los militares heridos son trasladados al BASAN y a partir de ese

momento, según Diego: “de allí mandaron un papel para que lo metan a uno acá… como un erradicado, como un radiograma, que sé yo. Llega el soldado con estas condiciones a cumplir tratamiento… y no, pues duro (risas), duro porque… no… no es fácil, cómo le digo yo porque uno no demuestra que está mal, ¿si me entiende?. O sea como que esa es la mentalidad de uno, que lo forma, eso lo favorece a uno mucho... Porque si uno se echa a morir créame que yo no estuviera acá hablando con usted…no le hubiera aceptado tampoco hablar, porque ya estoy más relajado. Pero al principio la verdad yo no quería hablar con nadie agh… yo acá no hablaba con nadie, no hablaba con nadie… Y en una silla de ruedas uno agh que visaje… y en bastones…. pero ya cuando empieza a… o sea como, o sea no sé cómo explicarle… porque… es difícil.” (Comunicación personal Soldado Diego, abril 2019).

En el testimonio del soldado se evidencia cómo el lenguaje es incapaz de dar cuenta de su

experiencia de dolor (Das, 2008). Sin embargo, a través de las enunciaciones: es difícil, es

duro, no es fácil, no sé cómo explicarle, Diego intenta comunicar la manera en la que se

sintió, y existe un reconocimiento de las emociones del militar que, igualmente, no buscan

ser definidas más allá de lo difíciles que son. Además, Diego menciona tres temas

importantes: el primero es acerca de la mentalidad de cada soldado que favorece la aceptación

de la condición y le permite no echarse a morir, es decir, intentar imponerse a su dolor; el

segundo es la transformación que le permite hablar acerca de lo acontecido puesto que se

encuentra más relajado; el tercero muestra que en el periodo post-accidente el soldado se

enfoca en cumplir su tratamiento: rehabilitarse físicamente.

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Con respecto a los tratamientos médicos, en las narraciones de los soldados ellos

expresaban que consideraban su estadía en el BASAN como su nuevo trabajo. Messinger, en

su artículo Getting Past the Accident: Explosive Devices, Limb Loss, and Refashioning a Life

in a Military Medical Center (2010), afirma que en el centro médico Walter Reed la

rehabilitación se convierte en el trabajo y en el único objetivo de los militares heridos. Esto

se relaciona con la idea de trabajo a la que hacen referencia los militares heridos del BASAN,

puesto que ellos me explicaban que seguían siendo soldados activos y, por ende, tenían que

cumplir con unas rutinas específicas, que se centran en su rehabilitación. Según Alfonso, su

vida en el BASAN consiste en: “Entonces yo bajo porque a uno le toca formar, que a las 7, la hora que ellos digan. Si hay un evento usted va a ese evento…mmm…espera su hora de refrigerio. Digamos si usted necesita hacer algo, o vueltas suyas en la calle, pues usted no está haciendo nada entonces va y las hace. […] Y si usted tiene citas médicas, como en este momento que, a uno lo llaman ahí las doctoras y empiezan: ¿usted qué ha hecho?, ¿usted qué ha hecho? ¡ay, que yo he hecho algo!, y ¿en qué terapia estás?, entonces ellas le arreglan eso a uno. Mire que esto es bueno pa’ que usted vaya agilizando su tratamiento, para eso son esas revistas. Entonces ven cada soldado cómo es que va y qué les toca hacer. (pausa) Eso es lo que uno vive acá. Y ya que esto es un momento demorado. Un día mío es de cumplir citas médicas, más que todo por toda parte, que toca cita con el fisiatra, que toca cita con ortopedia en el hospital, qué voy a prótesis amputados, ya después pues voy al dispensario a sacar una cita pa’ otra cosa, que los ojos que bueno, los oídos, lo que usted sienta lo va sacando. […]Yo me encuentro trabajando… pues aquí es como si estuviera trabajando, con las terapias y lo que me toca hacer. Usted mismo retroalimentarse de sus cosas. Porque digamos si usted está acá, así como yo, pero si yo no voy a una cita, no me preocupo si me puedo parar otra vez, pues yo no estoy haciendo nada acá. Entonces lo que van a decir: “no, aparte de que este muchacho no puede, no quiere superarse”. Entonces ya comienza a tener controversias con las personas, con los doctores, acá mismo con su comandante, todo eso ¿cierto?. Dirán: “este muchacho no quiere superarse, no quiere es nada, aparte de que lo estamos ayudando” ¿cierto?. Pero si usted es una persona que usted se pone de ¡ay, mi cita la tengo este día!, ¡uy no, tengo un examen tal otro día!, te lo programas y usted no pierde sus citas, no es que usted tiene que ir a tal parte. Le van a ver el mejoramiento si usted está pendiente de todo eso, porque eso te va a servir a ti y a nadies más. [Cuando el comandante dice: “no, ese muchacho no sirve, no se preocupa por eso”] pues que ya le buscan como la salida. Que haga su junta médica y si no quiere nada, pues sacarlo. Haga su junta médica, lo que te van a pagar y chao.” (Comunicación personal Soldado Alfonso, abril 2019).

De este modo, cuando los militares son heridos su deber en el Ejército cambia, puesto que

no tienen que patrullar o estar combate, sino que su deber es rehabilitarse. Con respecto a

esto, Kenneth MacLeish (2013) afirma que la misión de los soldados es sanarse, por eso,

separados de sus viejas unidades, no realizan lo mismo que hacían anteriormente. Sino que

tienen que seguir un cronograma de citas médicas y reuniones con especialistas, y a través

de estas intervenciones sus condiciones médicas son tratadas y evaluadas. Así, la sanación es

una tarea de la que los soldados son completamente responsables. Los soldados me

comentaban que ellos seguían recibiendo su sueldo como soldados activos mientras estaban

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en el BASAN esperando su pensión. Por ende, a ellos les pagan mientras que cumplen con

su rehabilitación, y esto se evidencia en lo que consideran es su trabajo. Ya que no se dedican

a buscar al enemigo en el área, sino a agendar y a asistir a las citas medicas que necesitan en

fisiatría, ortopedia, oftalmología, etc. Frente a esto, Alfonso menciona que es importante y

obligatorio rehabilitarse para evitar problemas con el comandante y las doctoras del BASAN,

puesto que esas controversias hacen que saquen a los militares sin que terminen su

tratamiento. No obstante, se pone de manifiesto que el militar herido puede tomar decisiones

frente a su rehabilitación: si asiste o no a sus tratamientos y citas médicas. De esta forma se

demuestra la individualidad del soldado herido, ya que es éste el que debe preocuparse por

sus asuntos médicos. Sin embargo, existen prácticas de control que intentan certificar que el

militar está cumpliendo con su trabajo y obligación de sanarse. Estas prácticas de control son

principalmente dos: la primera es bajar a formar todas las mañanas y en las tardes, puesto

que con esto los oficiales aseguran que los soldados estén en el batallón y no en otro lugar;

la segunda es pasar revista18, dado que periódicamente evalúan el estado y el progreso del

tratamiento y de la salud del militar. Esto refleja el carácter obligatorio de la rehabilitación,

ya que el militar amputado debe estar dispuesto a rehabilitarse y si no lo hace el Ejército los

indemniza y los pensiona antes de que terminen su tratamiento, puesto que no están

aprovechando19 los espacios y las terapias que les ofrece la institución.

Los soldados que viven en el BASAN reciben los tratamientos médicos relacionados

con su amputación en la unidad de Prótesis y amputados del Hospital Militar Central. Emily

Cohen (2010) propone que los procesos de rehabilitación y de integración acentúan la

incesante violencia y el desmembramiento infligido que experimentan los colombianos, y a

su vez, son las prácticas que intentan (re)consolidar al Estado-nación y el cuerpo de los

sujetos afectados por el conflicto. En la medida en la que presentan al cuerpo y al Estado

como entes compuestos por partes y elementos, que pueden ensamblarse y, por ende,

recuperar su condición. Por esto, Cohen (2015) afirma que los soldados colombianos están

18 “cada dos semanas los heridos se reúnen con la trabajadora social, la psicóloga y la terapeuta ocupacional para comentarles cómo van en su tratamiento, qué problemas de salud tienen, qué citas médicas quieren sacar, y, cuando terminan con la rehabilitación, comienzan los trámites para hacer la junta médica.” (Fragmento diario de campo, 8 abril 2019) 19“Para Vicky, la trabajadora social, los militares que sí cumplían con su rehabilitación aprovechan los recursos y los espacios que les brindaba el Ejército a los heridos. Vicky me comentó que el soldado Julio era de sus consentidos. Yo le pregunté a Julio por la razón de esto, y me dijo que era porque hizo su proceso de rehabilitación rápido, y aprovechó su estadía en el BASAN” (Fragmento diario de campo, 11 abril 2019)

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más oprimidos por las expectativas sociales que los empujan a rehabilitarse que por el

abandono, el cual experimentan los civiles amputados que son excluidos de los procesos de

rehabilitación. Por lo tanto, los soldados son presionados para que superen su dolor y sus

lesiones, para reparar la denigración de la imagen de la Nación y su condición como hombres.

Frente a la insistencia en la rehabilitación física, el capitán Cami afirma que los

procesos que realizan los amputados en el BASAN responden a la necesidad de darles la

baja a los amputados. Ya que, para él “a toda esa gente [los militares heridos] que está ahí

[en el BASAN] no ven la hora de que se rehabilité (truena los dedos 3 veces), le den su

prótesis y las saquen” (Comunicación personal capitán Cami, abril 2019). Cami hace

referencia a la aspiración institucional de rehabilitar a los heridos y repararlos, para sacarlos

del Ejército. Es importante mencionar que al presionar a los militares para que se rehabiliten

cumple con la obligación de reparar el cuerpo de las personas que resultaron heridas por su

trabajo. Así, se evidencia cómo los procesos de rehabilitación, en el BASAN y el Hospital

Militar Central, se convierten en el periodo de transición mientras que los soldados esperan

su baja. Es decir, su salida del Ejército por incapacidad o, como ellos lo nombran, por

discapacidad.

El último proceso que efectúan los militares en el BASAN es la junta Médica Laboral,

un cuerpo médico que formula: el porcentaje de discapacidad de cada militar amputado, que

se refleja en el pago de una indemnización; y el dictamen que declara a los militares como

no aptos y no reubicables. Al terminar este proceso, los militares reciben la baja de la

institución. Según Oscar lo que se busca con la indemnización es: “No sé cuánta plata, pero me tienen que pagar mi pie, porque yo acá entré bueno ¿ya?. Cuando usted entra acá, usted hace la ficha médica esa que le estoy diciendo y esa ficha médica pa’ usted entrar acá tiene que usted estar vea… buenesito, de que no le falte nada, de que no tenga nada ¡nada! no tenga enfermedades, que no tenga nada, que no le duela el dedo, usted entra, mejor dicho, melo acá. Para entrar le hacen exámenes de todo, para que en caso de que te pase algo estando adentro pues así mismo como le pasaron las cosas le puedan pagar lo que usted, porque si usted entró bueno pues me imagino que le tienen que pagar lo que a usted se le dañe en el cuerpo cuando está allá en el área de combate. Y uno al salir así, pues usted entró bien y salió jodido, obviamente tienes que pellizcarte para que te den una indemnización buena por lo que usted, digamos, lo que le entregó acá. (Comunicación personal Soldado Oscar, abril 2019).

En su discurso, Oscar hace referencia a la importancia que se le atribuye al cuerpo en el

Ejército, puesto que uno de los requisitos de ingreso es aprobar exámenes médicos que

certifiquen que el hombre tiene condiciones corporales y psicológicas aptas: no tiene nada,

no le falta nada. A partir de esto, afirma que los militares entran buenesitos y salen jodidos,

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manifestando su percepción del cambio corporal que tuvo. Igualmente, esto demuestra que

bajo los mismos criterios con los que la institución escoge qué cuerpos pueden entrar, los

declaran como no aptos y no reubicables y por eso sacan a los heridos. Esto se relaciona con

la lógica que él le asigna a la indemnización: el perder una parte del cuerpo implica una

pérdida en el valor corporal, que se recupera con un valor económico. Según Macleish

(2013), el Ejército tiene fórmulas para calcular el valor monetario de cantidades invaluables

como la vida o una extremidad. De este modo, el Ejército ofrece compensaciones económicas

por las partes del cuerpo que los militares le entregaron.

Por sus amputaciones la junta médica declara a los militares como no aptos para el

servicio, no obstante, esta decisión no implica que tengan que declararlos como no

reubicables. La reubicación, en principio, es posible puesto que en el Ejército hay labores

que no implican tener que ir al área de combate. Según Emily Cohen (2015), el concepto de

rehabilitación que manejan en el Hospital Militar Central se basa en la reparación y en el

mejoramiento de la condición del militar amputado. Por esto, para el médico Juan al declarar

a los militares amputados como no aptos y no reubicables va en contravía de la lógica de la

rehabilitación, y de la razón de ser del servicio que brindan en la unidad de prótesis y

amputados, puesto que para él: “Ellos [los militares amputados] son personas funcionales que pueden cumplir con actividades, probablemente no patrullar, pero hay otras funciones dentro de las fuerzas militares que son útiles, pero la política es pensiónelos. ¿Por qué? no entiendo, si me lo preguntas, porque o sea yo como médico fisiatra, un rehabilitador, para eso no hacemos las cosas, los rehabilitamos para que vuelvan a cumplir con funciones de su día y parte de su vida es el trabajo, y entonces hay trabajos adaptados por fuera, en los regímenes de afuera, si yo como empleador mi trabajador sufriera una amputación parte de mi responsabilidad como empleador es adaptarle su puesto de trabajo a las condiciones con las que quede, y eso lo dice la ley y eso sí está claro, esa es parte de la responsabilidad del empleador. Aquí no pasa eso, aquí se pensionan los soldados, los soldados no los van a mandar a hacer curso de cabo, el soldado se quedó soldado y como no pueden ascender más, pensiónenlos. Los suboficiales y los oficiales sí es política que uno ve ascienden un grado más, que es lo que dice la norma que tiene, sí ya después no vuelven a ascender y les bloquean el ascenso porque son no reubicables. Tu puedes convertir esa mano de obra, entrenarla y que sigan siendo útiles a la sociedad y al trabajo, a la institución, pues no lo voy a poner a patrullar ocho horas, doce horas al día, porque el muñón se puede afectar, pero sí lo puedo tener en un batallón controlando inventario de munición, controlando alimentos, controlando muchas cosas administrativas que pues nos van a servir, es cambiar, es convertir sus funciones, pero no lo hacen. […] Por la parte de fisiatría, yo hago las dos cosas [trabaja con militares y con civiles], por fuera yo trabajo en un área que ves pacientes que tienen accidentes de trabajo, todo lo que les pasa a ellos es un accidente de trabajo y según la ley tendrían derecho a reconvertir, a capacitarlos y a reconvertir su mano de obra, pero no lo hacen. […]va en contra de todo lo que somos [rehabilitadores], eso no tiene razón de ser.” (Comunicación personal médico Juan, mayo 2019)

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Juan afirma que el objetivo de la rehabilitación es lograr que la persona adquiera la capacidad

de volver a realizar las actividades que realizaba antes de la amputación, entre estas se

encuentra el trabajo. Según Juan, es responsabilidad del empleador adaptar el quehacer al

trabajador que sufrió un accidente laboral, por ende es responsabilidad del Ejército cambiar

el trabajo a los militares que, cumpliendo con su labor, en el área de combate pisaron una

mina. Como lo menciona Juan, en el Ejército existen trabajos que involucran un alto nivel de

actividad física, como patrullar. Sin embargo, hay otro tipo de labores que no implican ese

esfuerzo: trabajos en recepciones, control de inventario, conducir carros, por esto es posible

reconvertir la mano de obra para que sigan siendo útiles a la institución. Para Juan la

reubicación laboral no acontece en el Ejército, a diferencia de lo que sucede en otros trabajos

en la vida civil. Por esto, en las fuerzas militares rehabilitan a los militares amputados para

cambiar un aspecto importante de su vida: el trabajo, ya que no se les permite retomar con lo

que hacían antes del accidente. En su discurso, Juan asevera que las normas institucionales

van en oposición a lo que él hace, en la medida en la que la institución los rehabilita, pero

por tener una lesión física los saca.

Para el médico Juan, que sus pacientes militares no puedan volver a trabajar y tengan

que salir de la institución se convierte en un nodo de tensión entre la institución y lo que el

considera es su labor como rehabilitador. Ya que: “para mí es un mal choque. Para ellos eso es un dolor que ellos no superan nunca, yo creo que es una de las cosas que más detestan ellos […] Sí es doloroso ver como si los trataran de que fueran de segunda pues, usted no tiene derecho a ascender más ya. ¿Y qué terminan haciendo? pues pidiendo la baja, o retirándose y llevan años esperando que los asciendan, entonces era una política clara del anterior comandante que se sigue presentando, anteriormente no, eso es reciente. En el gobierno de Santos, desde los comandantes que estaban con Santos, del ultimo comandante era su política y ellos lo saben y ellos decían: “no, es que el General Mejía es el que dice que no, si usted está amputado no va a ascender más”. […] Yo siempre les digo [a los militares amputados, en especial a los suboficiales y oficiales]: “no, tengan paciencia esto tiene que cambiar, tengan paciencia”. Ellos tienen demandado al estado por eso, obvio ojala ganen porque les están vulnerando sus derechos, eso sí es como persona, no como militar, como persona, eso lo están vulnerando y eso me duele, eso me emberraca, me da rabia, con eso no puedo, no puedo, eso sí no, ellos tienen derecho a seguir, entonces imagínate personas que le han dedicado ya 15 años de su vida, en este momento para ser capitán por lo menos han tenido que estar 12 años en el Ejército y no te dejan progresar, yo tengo derecho a progresar en la vida y no lo dejan hacer, no, no tiene sentido.” (Comunicación personal médico Juan, mayo 2019)

El sacar a los militares de la institución le duele y le da rabia a Juan, puesto que le parece un

sinsentido. Puesto que, en su experiencia como fisiatra él sostiene que un cambio corporal,

como una amputación, no limita a la persona en otros aspectos, ya que: “no me sirve porque

está amputado ¿a ver?, ¿tiene su cabeza?, ¿tiene sus manos?, ¿tiene su boca?, así sea contestar

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el teléfono, puede hacer cualquiera de esas.” (Comunicación personal médico Juan, mayo

2019). El sacar a los militares de la institución después de haber sufrido un cambio corporal,

demuestra que los tratan como si fueran de segunda. Manifestando que el Ejército

principalmente valora el estado corporal de los militares: que los cuerpos no tengan nada y

no les falte nada.

A Juan lo que más le molesta es ver cómo los suboficiales y los oficiales salen de la

institución, porque en su carrera militar se dedicaron a ascender de rango y no los dejan seguir

cumpliendo con sus metas. Igualmente, le disgusta que les den la baja a los soldados

profesionales, sin embargo, para él eso se debe a que en el Ejército “son una estructura

piramidal y cuando tu entras a las fuerzas militares tu sabes que estas en una estructura

piramidal” (Comunicación personal médico Juan, mayo 2019). La estructura piramidal del

Ejército para los soldados se evidencia en la indemnización que reciben, ya que: “acá [en el Ejército] la gente se distingue mucho por el grado. Porque si usted fuera un suboficial créanme que le dan más plata por la pierna. Pero como usted es soldado, no, porque el estatus de él … o sea como la jerarquía, eso se llama jerarquía ¿si me entiende?, soldado es lo último… sí eso es así…el soldado ya es el último. Entonces si usted es un oficial y pierde la pierna ¡ja! le van a dar más plata que al soldado. Entonces eso ahí como que falta un derecho de igualdad, porque todos somos afectados por la misma situación…estuvimos trabajando.” (Comunicación personal Soldado Jaime, abril 2019).

Así, la jerarquía del Ejército influye en la forma en la que determinan el valor de la pierna

que los militares perdieron. Puesto que, los oficiales y los suboficiales reciben una mayor

indemnización que los soldados, a pesar de que fueron afectados por la misma situación

mientras trabajaban. Por esto, para Jaime es necesario un derecho de igualdad en donde a

todos los militares amputados les reconozcan por paralelo el precio de lo que perdieron por

la mina antipersonal. No obstante, esto no es posible puesto que el Ejército es una estructura

piramidal. Al respecto, el Capitán Cami piensa que: “es algo tan ridículo, pero así es. O sea la pierna del soldado vale menos que la del subo… que la del suboficial, y la del suboficial vale menos que la del oficial, o sea, la pierna mía vale más que la del suboficial y que la del soldado. ¿Por qué? no sé, pero vale más, como si fueran piernas diferentes o como si un oficial tuviera más valor, pero así califican en el Ejército las juntas médicas.” (Comunicación personal capitán Cami, abril 2019) El estar en el BASAN recibiendo tratamientos médicos, estando jodido, es significado

por Diego como el momento en el que se da cuenta que: “Yo pienso que el que está jodido, jodido se quedó…Ya eso es lo que usted es aquí en el Ejército… ya usted está así… el Ejército lo quiere liquidar ya porque usted ya no está haciendo nada, ¿sí o no?. Ya usted es una inversión más, y usted no está produciendo. […]yo hablo con los compañeros [su grupo de trabajo en el área] y yo les digo: marica, cuídense… sí, porque ustedes

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créanme que los joden y ya paila. Ya pasa a ser uno un estorbo prácticamente …ya usted cree, usted tiene que hacer lo suyo e irse. O sea, la moral baja.” (Comunicación personal soldado Diego, abril 2019)

Por haber sido herido y no poder seguir trabajando Diego se transformó en un individuo, y

por ende en un estorbo para el Ejército, esto se debe a que “desde la perspectiva del Ejército,

todo se trata de ti y no debería serlo, porque en los ojos de una institución total no hay nada

más inútil o despreciable que un individuo.” (MacLeish, 2013, 115). Por eso, menciona que

debe irse de la institución porque es en una inversión para el Ejército, ya que recibe todos los

tratamientos necesarios para recuperarse y no está trabajando. Como previamente Diego

había mencionado, en el Ejército nadie es indispensable y por eso pueden sacar a los heridos

cuando se convierten en un estorbo. En el testimonio se evidencia cómo la permanencia de

estos soldados en la institución dependía del estado de sus cuerpos, el darse cuenta de esto

Diego lo relaciona con tener la moral20 baja. Dado que, según Forero (2017), en el BASAN

los soldados se percatan: de que ellos son las personas que pueden ser sacrificadas en la

guerra y que son prescindibles.

En los nueve años que el médico Juan ha trabajado en la unidad de prótesis y

amputados ha notado que: “Aquí [en el Hospital Militar Central] tienes que figurar siempre entre los militares, entonces tienes que figurar que tú eres el que haces las cosas. Los que no somos militares, que no nos movemos por eso, que nuestra pasión es otra, eso no nos afecta. [acerca de las propuestas para motivar a los militares a practicar deportes] aquí lo harían si ven que les va a representar algo, de resto no lo harían, porque aquí lo que importa es figurar. [¿figurar en qué sentido?] en que la cabeza del servicio sea la cabeza que se ve, el resto no importa… y tiene que ver con la parte militar.” (Comunicación personal médico Juan, abril 2019)

En su discurso, Juan asevera que una de las diferencias entre lo que lo motiva a él a hacer

proyectos y lo que motiva a los militares, es que él no necesita recibir algún beneficio o

reconocimiento por hacer las cosas, mientras que la parte militar sí. En la reunión que tuve

con los médicos del comité de ética del Hospital Militar Central, uno de los médicos afirmó

que “para ellos [señalando el edificio de Sanidad Militar], el Ejército siempre tiene que recibir

un beneficio.” (Fragmento diario de campo, 5 abril 2019). De este modo, se evidencia la

forma en la que, a través de proyectos dirigidos o enfocados en militares amputados, se

20 Según el soldado Jaime “la moral es el ánimo, si tiene el ánimo bajo, tiene el ánimo alto” (Comunicación personal soldado Jaime, abril 2019). De este modo, la moral hace referencia al estado de ánimo del militar. “El teniente C me comentó que la moral también hace referencia a la motivación del militar y de su grupo” (fragmento diario de campo, 3 mayo 2019)

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buscan ciertos beneficios para la institución. Esto se relaciona con lo que Juan piensa acerca

del uso que le han dado a la unidad de rehabilitación, ya que “el servicio de mostrar siempre ha sido este, porque no hay nada más impactante que ver un amputado ¿sí?, es la representación física de lo terrible que es una guerra. Y para conseguir recursos… hay que mover los corazones de la gente… y siento que este servicio ha sido usado para eso muchas veces.” (Comunicación personal médico Juan, abril 2019)

De esta forma, el médico pone de manifiesto que existe un uso de las heridas de los militares

amputados con fines institucionales. Se utilizan para mover corazones, es decir conmover a

la gente. En la medida en la que, como afirma Juan, las amputaciones representan lo terrible

que es la guerra, puesto que son lesiones con las que los militares van a tener que vivir por el

resto de sus vidas. Así, aunque saquen a los militares amputados del Ejército porque sus

cuerpos se convierten en no aptos, causando que los militares se sientan como un estorbo,

sus heridas sí son útiles para la institución.

Para los oficiales de memoria histórica del CCOET, los militares heridos en combate

no pueden ser reubicados y tienen que salir de la institución porque: “¿qué moral le da a la

tropa un discapacitado?” (fragmento libreta de campo, 3 mayo 2019). De este modo, se

evidencia cómo el cuerpo herido debe salir de la institución porque se antepone la moral del

grupo sobre la del soldado amputado que, como mencionaba Diego, es baja. Esto se debe a

que, según los oficiales, en el Ejército “eres parte de un todo funcional, por eso la parte

anímica es tan importante. Cuando un individuo empieza a desertarse (deprimirse) empieza

a desertar a los otros, es un peligro latente.” (fragmento libreta de campo, 17 mayo 2019).

Según esto, la moral del grupo depende de que todas las partes que lo conformen tengan la

moral alta, por ende se pone en peligro al grupo si un individuo no está bien. Retomando las

narraciones de los oficiales que presenté en el primer capítulo, la importancia que le otorgan

a la moral del grupo contrasta con sus discursos en donde aseveran que es primordial

demostrar, a través de los cuerpos heridos, que el Ejército ha sido afectado por la guerra. Así,

la institución que se considera herida por las mismas minas antipersonal que lesionan a los

soldados amputados, desarticula los cuerpos que considera ya no le sirven para la guerra.

Los cuerpos de los militares amputados: están jodidos; son discapacitados e

individuales; impactan porque exhiben los efectos de la guerra; perdieron valor, el cual

recuperan económicamente; se convierten en un estorbo; y, aunque no le sirvan a la

institución, son utilizados para mover corazones. Estos temas centrales en las narraciones de

los soldados, el médico Juan y los oficiales del CCOET, representan el cambio corporal de

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los hombres que justifica que sean apartados del cuerpo militar. A pesar de esto, para Diego

él va a continuar siendo soldado, ya que: “pues la plena, la plena… o sea no valió la pena… no valió la pena estar como estamos. Porque nosotros ni sabemos porque estábamos peleando ni nada, la soberanía del país, sólo si… pero… usted en el área da resultado, ¿se acuerda que yo le dije que habían caído tres muertos por técnica y eso?, pues a nosotros nos dijeron: no, tomen, les vamos a dar esto. No, todos esos premios se los gana el comandante de la unidad… el que dirigió la operación. Pero uno que esta allá no… pa’ uno no hay nada. Esa es la verdad de las verdades. […] Y ya también ve las consecuencias [del pasar de ser civil a soldado], también porque ya… uno queda con eso. Entonces uno queda con esas palabras o sea ante la familia… y uno entonces como que mezcla eso… Sí, eso siempre suele pasar en todos nosotros. […] En cierto caso usted lo que es y lo que le gustó nunca va a dejar de gustarle… ¿sí o no?. O sea, algo que a usted le va a gustar y ya quedó de por siempre…Ya quedó de por siempre prácticamente… eh soldado, porque usted se jodió… estando peleando por ser soldado, ¿si me entiende?, por una causa… O sea… por la guerra que hay aquí en Colombia somos afectados, y eso creo que nos va a dejar marcados siempre como soldados… siempre lo va a dejar marcado, nunca se nos va a olvidar…a uno nunca.” (Comunicación personal Soldado Diego, abril 2019).

En su testimonio, Diego se posiciona como un soldado que fue afectado por la guerra. Hace

esto sin atribuirle la responsabilidad de su lesión física a un grupo armado en específico. Con

respecto a la guerra, afirma que más allá de que era su trabajo, no conocía las razones por las

cuales estaba peleando en ella. Su trabajo consistía en dar resultados en el área de combate,

y por estos recibían recompensas los superiores que dirigían las operaciones, pero no los

soldados que daban los resultados. Por lo que concierne a su amputación, Diego la representa

como la razón por la cual siempre va a ser soldado. En la medida en la que se jodió peleando

en la guerra, sin embargo, esto no valió la pena. Otra forma en la que se evidencia la

inscripción de la guerra en el cuerpo de Diego es cuando menciona que su vida como civil

está marcada por los aspectos que aprendió en su vida militar. Ello se debe a que, como

afirma Blair (1999), por su estadía en el Ejército y la incorporación de la mentalidad militar

los militares experimentan dificultades para adaptarse y participar en otros medios.

Finalmente, a pesar de que tempo-espacialmente Diego no sigue siendo parte de la guerra, la

guerra subsiste en su cuerpo (MacLeish, 2013). Por esto, aunque los soldados amputados

dejen de ser parte del cuerpo militar, cómo menciona Diego, nunca van a dejar de ser

soldados.

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Conclusiones

Para concluir, primero voy a remitirme brevemente a un momento que marcó mi

trabajo de campo. Y después voy a retomar algunos temas importantes que expuse en este

escrito. En la primera entrevista que realicé para esta etnografía, el primer comentario del

Cabo fue que él creía que era necesario que la gente conociera lo que sucedía en la guerra.

Puesto que “habrá un momento en el que escuchará la gente, y eso es bueno que lo escuchen,

es bueno que la gente escuche para que sepa la verdad” (Comunicación personal cabo Sergio,

7 marzo 2019). Para Sergio era importante que a través de los testimonios de los militares

heridos se pusiera de manifiesto que “en una guerra todo el mundo anda de [desea] ganar,

pero nadie gana, todos pierden, en una guerra todo el mundo pierde” (Comunicación personal

cabo Sergio, 7 marzo 2019). Estas frases indiscutiblemente marcaron la forma en la que

escribí en esta etnografía, puesto que, como menciona Rutherford (2012), el proceso de

interpretación en antropología es todo menos desapasionado. Así, me dispuse a escuchar a

cada militar herido y a entender el dolor, las emociones, las incomodidades, los deseos, las

molestias, las quejas a las que hacían -o no- referencia.

A través de los cuatro capítulos analicé cómo se inscribe la guerra en el cuerpo de los

militares heridos en combate. En el primer capítulo estudié la conformación del Ejército

como un cuerpo, en el que la institución definió su quehacer y delimitó su visión del enemigo

al que combate en la guerra. Con respecto a este cuerpo militar, los oficiales del CCOET me

comentaron que éste se desangraba a través de la mina que lesionaba el cuerpo de cada

militar amputado. De este modo, mencionaban que el Ejército, cumpliendo con su misión de

defender la democracia en el país, era herido por las acciones de su enemigo comunista en la

guerra. No fue fácil tomar una decisión frente a la propuesta que me hicieron los oficiales de

adjudicarle la responsabilidad del accidente de las minas a un grupo armado ilegal. Ya que

por una parte negarme a hacerlo sin enunciar en este escrito la existencia de este

requerimiento, suponía no escuchar a los militares que me permitieron realizar mi trabajo de

campo, sin embargo, adjudicarle a alguien la responsabilidad rompía con mi pretensión de

no inscribir al Ejército dentro de la lógica representacional de víctima- victimario. Para tomar

la decisión me basé en lo que los soldados relataban en sus testimonios, puesto que ellos no

le adjudicaron directamente la responsabilidad a alguien en específico pero sí lo hicieron a

un artefacto: a la mina.

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En el segundo capítulo exploré cómo el Ejército construye el cuerpo de los militares

que van a la guerra. A través del entrenamiento los hombres se convierten en sujetos

anestésicos (MacLeish, 2012) que ignoran el dolor, las incomodidades y la vulnerabilidad de

su propio cuerpo, para cumplir con las misiones que el Ejército les comisiona. Al terminar

este periodo el soldado entra al área de combate con un pelotón que se convierte en su familia.

Por esto, las experiencias de combate de los soldados estaban marcadas por las relaciones

que establecían con sus compañeros. En sus narraciones, los soldados hacían referencia a un

cuerpo militar que existía en el área de combate, en donde cada una de sus partes, es decir

cada militar que lo conformaba, se cuidaba y trabajaba para garantizar su sobrevivencia.

Frente a esta representación del Ejército como cuerpo quedan preguntas por resolver,

principalmente: ¿hay espacio en ese cuerpo militar para las expresiones individuales?,

¿dónde y cómo suceden?, ¿cómo se manifiestan en el cuerpo militar las tensiones entre el

ordenamiento institucional con los deseos, emociones, acciones de cada cuerpo individual?.

El tercer capítulo se centró en analizar el día de la mina. Con respecto al accidente,

Cami y Oscar apelaron al silencio y no hablaron de la particularidad de su vivencia. Mientras

que Alfonso, Diego y Jaime narraron detalladamente lo que sintieron y pensaron en el

momento en el que pisaron la mina. Estos soldados hicieron explícita referencia a las

molestias corporales y emocionales que experimentaron en el momento. Al respecto, se puso

de manifiesto la dificultad de describir y determinar a través del lenguaje el dolor de los

militares. En los testimonios se evidencia el efecto de la mina en el discurso que tienen los

militares acerca de su cuerpo: antes del accidente se encontraban bien y la mina los jodió;

antes eran parte del cuerpo militar y después se transformaron en individuos; y, finalmente,

antes del accidente el habitus anestésico (MacLeish, 2012) permeaba todas las experiencias

de los soldados, sin embargo, la mina puso de manifiesto la vulnerabilidad de sus cuerpos.

De este modo, la mina rompió con lo que los militares aprendieron e incorporaron en el

entrenamiento y, por ende, aplicaron en el área de combate.

En el último capítulo expliqué la forma en la que los militares heridos se dedican

exclusivamente en su rehabilitación física en el BASAN y el Hospital Militar Central.

Igualmente, expuse en qué consiste el carácter obligatorio de la rehabilitación, el cual se

constituye como un momento de transición mientras que los militares reciben su

indemnización y la baja de la institución. Para los soldados el Ejército les devuelve el valor

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económico de las partes del cuerpo que le entregaron en la guerra. Igualmente, exploré la

percepción del médico Juan y de los militares frente al dictamen de la junta médica, que

determina que los militares amputados son no aptos y no reubicables. Para Juan esto va en

contravía de la lógica de la rehabilitación, y de la razón de ser de su labor como fisiatra en el

servicio de prótesis y amputados. A la vez, esto demuestra que en el Ejército tratan a los

militares amputados como si fueran de segunda. Los soldados significan su permanencia en

el BASAN como el momento en el que se transforman en un estorbo para la institución.

Finalmente, aunque los militares heridos salen del Ejército por sus lesiones corporales, la

guerra subsiste en sus cuerpos.

Con respecto a los dos cuerpos en los que se centró esta tesis, el institucional y el

individual, quedan preguntas. En específico acerca de las transiciones que hacen los militares

amputados entre un cuerpo y el otro, es decir, por aquellos procesos -y sus implicaciones- de

los movimientos entre ser un individuo, luego ser parte de un cuerpo institucional para

después volver a ser un individuo. Esto permite preguntarse por las emociones, sensaciones,

pensamientos, procesos que experimentan estos sujetos al entrar y tener que salir por una

afectación corporal de una institución total (Goffman, 2001).

Para terminar, retomando la idea del soldado Alfonso acerca de las relaciones de

cuidado entre militares, propongo una agenda de investigación que se centre en analizar el

cuidado. Buscando (re)significar y vitalizar las acciones diarias que son parte esencial de la

vida de estos individuos en el contexto específico de su trabajo. Así, se vuelve posible

preguntarse por las formas de cuidado de los militares en el área de combate, entendiendo el

cuidado como todas las labores habituales, ordinarias, interiorizadas, incorporadas que son

esenciales para lograr sobrellevar el día a día (Puig de la Bellacasa, 2011). Igualmente, sería

interesante indagar por las prácticas de cuidado, ejercidas por los militares en el área,

para/con/por el cuerpo militar. Esto se debe a que, como menciona Mol (2010), el cuidado

implica negociaciones entre cómo diferentes nociones de lo que está bien pueden coexistir

en una práctica determinada.

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Entrevista Cabo Sergio, 7 de Marzo 2019

Entrevista Cabo Dako, 26 Marzo 2019

Entrevista soldado Profesional José, 3 de Abril 2019

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Entrevista soldado Profesional Andrés, 8 de Abril 2019

Entrevista soldado Profesional David, 8 de Abril 2019

Entrevista soldado Profesional Jharol, 9 de Abril 2019

Entrevista soldado Profesional Dogor, 9 de Abril 2019

Entrevista soldado Profesional Felipe, 9 de Abril 2019

Entrevista soldado Profesional Carlos, 11 de Abril 2019

Entrevista soldado Profesional Wilmer, 11 de Abril 2019

Entrevista soldado Profesional Miguel, 12 de Abril 2019

Entrevista soldado Profesional Alexis, 15 de Abril 2019

Entrevista Capitán Cami, 22 de Abril 2019

Entrevista soldado Profesional Julián, 25 de Abril 2019

Entrevista soldado Profesional Mauricio, 26 de Abril 2019

Médico Juan, 23 de Abril y 2 de Mayo