Diario Taller Lectura Lit 30 Nov

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DIARIO DEL TALLER DE LECTURA LITERARIA NOVIEMBRE 2015 LUNES, 9 DE NOVIEMBRE DE 2015

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DIARIO DEL

TALLER DE LECTURA LITERARIA

NOVIEMBRE 2015

LUNES, 9 DE NOVIEMBRE DE 2015

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Julio Cortázar. BiografíaJulio Cortázar. (Bruselas –Bélgica–, 26 de agosto de 1914 - París –Francia–, 12 defebrero de 1984). Escritor, profesor y guionista.

Hijo de padres argentinos. Su padre fue destinado a la Embajada de Argentina enBélgica. Su familia se refugia en Suiza durante la Primera Guerra Mundial hasta1918, que regresan a Buenos Aires (Argentina). Obtiene el título de maestro en 1932.Se identifica con el Surrealismo a través del estudio de autores franceses. Sus obras sereconocen por su alto nivel intelectual y por su forma de tratar los sentimientos y lasemociones. Fue un gran seguidor de Jorge Luis Borges.En 1935 comienza la carrera de Filosofía y Letras, da clases y publica estudios decrítica literaria. De esta época es conocida su colección de sonetos Presencia (1938),que publica bajo el seudónimo de Julio Denis.

En los años cuarenta, por problemas políticos, tiene que abandonar su puesto deprofesor en la universidad, y comienza la publicación de artículos y relatos en revistasliterarias. Tras conseguir el título de traductor oficial de inglés y francés se traslada a

París, donde trabaja como traductor de la UNESCO.En 1951 comienza su exilio. Dedica su vida a viajar, pero reside principalmente en París. Las traducciones que realizade Edgar Allan Poe (entre otros) influyen en su obra, como por ejemplo en su colección de relatos Bestiario (1951).A pesar de haber realizado distintas publicaciones durante todos estos años, no se hace famoso hasta la publicaciónde Rayuela (1963), su obra maestra que refunda el género.Cortázar destaca por sus misceláneas o del género “almanaque”, donde mezcla narrativa, crónica, poesía y ensayo,como por ejemplo en La vuelta al día en ochenta mundos (1967) y 62, modelo para armar (1968).El viaje que realiza a Cuba en los sesenta, le marca tanto que comienza su andadura política. Apoya a líderes políticoscomo Fidel Castro, Salvador Allende o Carlos Fonseca Amador. Forma parte del Tribunal Internacional Russell, queestudiaba las violaciones de Derechos Humanos en Hispanoamérica. En su Libro de Manuel (1973), queda reflejadosu compromiso político.En los años siguientes se destacan los poemas Pameos y meopas (1971), los relatos de Octaedro (1974) y Queremostanto a Glenda (1980) o Un tal Lucas(1979) y Los autonautas de la cosmopista (1983) de su obra miscelánea. Ésteúltimo fue escrito en colaboración con su tercera y última esposa, Carol Dunlop. En 1984, recibe el Premio Konex deHonor en Argentina.Poco antes de fallecer, publica su libro de poemas Salvo el crepúsculo (1984) y los artículos Argentina, años dealambradas culturales (1984).En 1996, se publica póstumamente su ensayo Imagen de John Keats y en el 2009 aparece Papeles inesperados, unaobra miscelánea encontrada por su primera esposa, Aurora Bernárdez.

http://www.cervantes.es/bibliotecas_documentacion_espanol/creadores/cortazar_julio.htm

Cronología de obras:

1938.- Presencia1945.- La otra orilla1951.- Bestiario1956.- Final del juego1959.- Las armas secretas1960.- Los premios1962.- Historias de cronopios y famas1966.- Todos los fuegos el fuego1968.- 62, modelo para armar1963.- Rayuela1967.- La vuelta al día en ochenta mundos1968.- Último round1971.- Pameos y meopas1972.- Prosa del observatorio

1973.- Libro de Manuel1974.- Octaedro1975.- Silvalandia1977.- Alguien que anda por ahí1979.- Un tal Lucas1980.- Queremos tanto a Glenda1982.- Deshoras1983.- Los autonautas de la cosmopista1984.- Salvo el crepúsculo1984.- Argentina, años de alambradas culturales1986.- Divertimento (póstumo)1986.- El examen (póstumo)1996.- Imagen de John Keats (póstumo)2009.- Papeles inesperados (póstumo)

Fecha de actualización: agosto de 2015http://www.cervantes.es/bibliotecas_documentacion_espanol/creadores/cortazar_julio_1.htm

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“Axolotl” de Julio CortázarHubo un tiempo en que yo pensaba mucho en los axolotl. Iba a verlos al acuario del Jardín des Plantes y mequedaba horas mirándolos, observando su inmovilidad, sus oscuros movimientos. Ahora soy un axolotl.

El azar me llevó hasta ellos una mañana de primavera en que París abría su cola de pavo real después de lalenta invernada. Bajé por el bulevar de Port Royal, tomé St. Marcel y L’Hôpital, vi los verdes entre tantogris y me acordé de los leones. Era amigo de los leones y las panteras, pero nunca había entrado en elhúmedo y oscuro edificio de los acuarios. Dejé mi bicicleta contra las rejas y fui a ver los tulipanes. Losleones estaban feos y tristes y mi pantera dormía. Opté por los acuarios, soslayé peces vulgares hasta darinesperadamente con los axolotl. Me quedé una hora mirándolos, y salí incapaz de otra cosa.

En la biblioteca Saint-Geneviève consulté un diccionario y supe que los axolotl son formas larvales,provistas de branquias, de una especie de batracios del género amblistoma. Que eran mexicanos lo sabía yapor ellos mismos, por sus pequeños rostros rosados aztecas y el cartel en lo alto del acuario. Leí que se hanencontrado ejemplares en África capaces de vivir en tierra durante los períodos de sequía, y que continúansu vida en el agua al llegar la estación de las lluvias. Encontré su nombre español, ajolote, la mención de queson comestibles y que su aceite se usaba (se diría que no se usa más) como el de hígado de bacalao.

No quise consultar obras especializadas, pero volví al día siguiente al Jardin des Plantes. Empecé a ir todaslas mañanas, a veces de mañana y de tarde. El guardián de los acuarios sonreía perplejo al recibir el billete.Me apoyaba en la barra de hierro que bordea los acuarios y me ponía a mirarlos. No hay nada de extraño enesto porque desde un primer momento comprendí que estábamos vinculados, que algo infinitamente perdidoy distante seguía sin embargo uniéndonos. Me había bastado detenerme aquella primera mañana ante elcristal donde unas burbujas corrían en el agua. Los axolotl se amontonaban en el mezquino y angosto (sóloyo puedo saber cuán angosto y mezquino) piso de piedra y musgo del acuario. Había nueve ejemplares y lamayoría apoyaba la cabeza contra el cristal, mirando con sus ojos de oro a los que se acercaban. Turbado,casi avergonzado, sentí como una impudicia asomarme a esas figuras silenciosas e inmóviles aglomeradasen el fondo del acuario. Aislé mentalmente una situada a la derecha y algo separada de las otras paraestudiarla mejor. Vi un cuerpecito rosado y como translúcido (pensé en las estatuillas chinas de cristallechoso), semejante a un pequeño lagarto de quince centímetros, terminado en una cola de pez de unadelicadeza extraordinaria, la parte más sensible de nuestro cuerpo. Por el lomo le corría una aletatransparente que se fusionaba con la cola, pero lo que me obsesionó fueron las patas, de una finurasutilísima, acabadas en menudos dedos, en uñas minuciosamente humanas. Y entonces descubrí sus ojos, sucara, dos orificios como cabezas de alfiler, enteramente de un oro transparente carentes de toda vida peromirando, dejándose penetrar por mi mirada que parecía pasar a través del punto áureo y perderse en undiáfano misterio interior. Un delgadísimo halo negro rodeaba el ojo y los inscribía en la carne rosa, en lapiedra rosa de la cabeza vagamente triangular pero con lados curvos e irregulares, que le daban una totalsemejanza con una estatuilla corroída por el tiempo. La boca estaba disimulada por el plano triangular de lacara, sólo de perfil se adivinaba su tamaño considerable; de frente una fina hendedura rasgaba apenas lapiedra sin vida. A ambos lados de la cabeza, donde hubieran debido estar las orejas, le crecían tres ramitasrojas como de coral, una excrecencia vegetal, las branquias supongo. Y era lo único vivo en él, cada diez oquince segundos las ramitas se enderezaban rígidamente y volvían a bajarse. A veces una pata se movíaapenas, yo veía los diminutos dedos posándose con suavidad en el musgo. Es que no nos gusta movernosmucho, y el acuario es tan mezquino; apenas avanzamos un poco nos damos con la cola o la cabeza de otrode nosotros; surgen dificultades, peleas, fatiga. El tiempo se siente menos si nos estamos quietos.

Fue su quietud la que me hizo inclinarme fascinado la primera vez que vi a los axolotl. Oscuramente mepareció comprender su voluntad secreta, abolir el espacio y el tiempo con una inmovilidad indiferente.Después supe mejor, la contracción de las branquias, el tanteo de las finas patas en las piedras, la repentinanatación (algunos de ellos nadan con la simple ondulación del cuerpo) me probó que eran capaz de evadirsede ese sopor mineral en el que pasaban horas enteras. Sus ojos sobre todo me obsesionaban. Al lado de ellosen los restantes acuarios, diversos peces me mostraban la simple estupidez de sus hermosos ojos semejantesa los nuestros. Los ojos de los axolotl me decían de la presencia de una vida diferente, de otra manera demirar. Pegando mi cara al vidrio (a veces el guardián tosía inquieto) buscaba ver mejor los diminutos puntosáureos, esa entrada al mundo infinitamente lento y remoto de las criaturas rosadas. Era inútil golpear con el

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dedo en el cristal, delante de sus caras no se advertía la menor reacción. Los ojos de oro seguían ardiendocon su dulce, terrible luz; seguían mirándome desde una profundidad insondable que me daba vértigo.

Y sin embargo estaban cerca. Lo supe antes de esto, antes de ser un axolotl. Lo supe el día en que meacerqué a ellos por primera vez. Los rasgos antropomórficos de un mono revelan, al revés de lo que cree lamayoría, la distancia que va de ellos a nosotros. La absoluta falta de semejanza de los axolotl con el serhumano me probó que mi reconocimiento era válido, que no me apoyaba en analogías fáciles. Sólo lasmanecitas... Pero una lagartija tiene también manos así, y en nada se nos parece. Yo creo que era la cabezade los axolotl, esa forma triangular rosada con los ojitos de oro. Eso miraba y sabía. Eso reclamaba. Noeran animales.

Parecía fácil, casi obvio, caer en la mitología. Empecé viendo en los axolotl una metamorfosis que noconseguía anular una misteriosa humanidad. Los imaginé conscientes, esclavos de su cuerpo, infinitamentecondenados a un silencio abisal, a una reflexión desesperada. Su mirada ciega, el diminuto disco de oroinexpresivo y sin embargo terriblemente lúcido, me penetraba como un mensaje: «Sálvanos, sálvanos». Mesorprendía musitando palabras de consuelo, transmitiendo pueriles esperanzas. Ellos seguían mirándomeinmóviles; de pronto las ramillas rosadas de las branquias se enderezaban. En ese instante yo sentía como undolor sordo; tal vez me veían, captaban mi esfuerzo por penetrar en lo impenetrable de sus vidas. No eranseres humanos, pero en ningún animal había encontrado una relación tan profunda conmigo. Los axolotleran como testigos de algo, y a veces como horribles jueces. Me sentía innoble frente a ellos, había unapureza tan espantosa en esos ojos transparentes. Eran larvas, pero larva quiere decir máscara y tambiénfantasma. Detrás de esas caras aztecas inexpresivas y sin embargo de una crueldad implacable, ¿qué imagenesperaba su hora?

Les temía. Creo que de no haber sentido la proximidad de otros visitantes y del guardián, no me hubieseatrevido a quedarme solo con ellos. «Usted se los come con los ojos», me decía riendo el guardián, quedebía suponerme un poco desequilibrado. No se daba cuenta de que eran ellos los que me devorabanlentamente por los ojos en un canibalismo de oro. Lejos del acuario no hacía mas que pensar en ellos, eracomo si me influyeran a distancia. Llegué a ir todos los días, y de noche los imaginaba inmóviles en laoscuridad, adelantando lentamente una mano que de pronto encontraba la de otro. Acaso sus ojos veían enplena noche, y el día continuaba para ellos indefinidamente. Los ojos de los axolotl no tienen párpados.

Ahora sé que no hubo nada de extraño, que eso tenía que ocurrir. Cada mañana al inclinarme sobre elacuario el reconocimiento era mayor. Sufrían, cada fibra de mi cuerpo alcanzaba ese sufrimientoamordazado, esa tortura rígida en el fondo del agua. Espiaban algo, un remoto señorío aniquilado, un tiempode libertad en que el mundo había sido de los axolotl. No era posible que una expresión tan terrible quealcanzaba a vencer la inexpresividad forzada de sus rostros de piedra, no portara un mensaje de dolor, laprueba de esa condena eterna, de ese infierno líquido que padecían. Inútilmente quería probarme que mipropia sensibilidad proyectaba en los axolotl una conciencia inexistente. Ellos y yo sabíamos. Por eso nohubo nada de extraño en lo que ocurrió. Mi cara estaba pegada al vidrio del acuario, mis ojos trataban unavez más de penetrar el misterio de esos ojos de oro sin iris y sin pupila. Veía de muy cerca la cara de unaxolotl inmóvil junto al vidrio. Sin transición, sin sorpresa, vi mi cara contra el vidrio, en vez del axolotl vimi cara contra el vidrio, la vi fuera del acuario, la vi del otro lado del vidrio. Entonces mi cara se apartó y yocomprendí.

Sólo una cosa era extraña: seguir pensando como antes, saber. Darme cuenta de eso fue en el primermomento como el horror del enterrado vivo que despierta a su destino. Afuera mi cara volvía a acercarse alvidrio, veía mi boca de labios apretados por el esfuerzo de comprender a los axolotl. Yo era un axolotl ysabía ahora instantáneamente que ninguna comprensión era posible. Él estaba fuera del acuario, supensamiento era un pensamiento fuera del acuario. Conociéndolo, siendo él mismo, yo era un axolotl yestaba en mi mundo. El horror venía -lo supe en el mismo momento- de creerme prisionero en un cuerpo deaxolotl, transmigrado a él con mi pensamiento de hombre, enterrado vivo en un axolotl, condenado amoverme lúcidamente entre criaturas insensibles. Pero aquello cesó cuando una pata vino a rozarme la cara,cuando moviéndome apenas a un lado vi a un axolotl junto a mí que me miraba, y supe que también él sabía,sin comunicación posible pero tan claramente. O yo estaba también en él, o todos nosotros pensábamos

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como un hombre, incapaces de expresión, limitados al resplandor dorado de nuestros ojos que miraban lacara del hombre pegada al acuario.

Él volvió muchas veces, pero viene menos ahora. Pasa semanas sin asomarse. Ayer lo vi, me miró largo ratoy se fue bruscamente. Me pareció que no se interesaba tanto por nosotros, que obedecía a una costumbre.Como lo único que hago es pensar, pude pensar mucho en él. Se me ocurre que al principio continuamoscomunicados, que él se sentía más que nunca unido al misterio que lo obsesionaba. Pero los puentes estáncortados entre él y yo porque lo que era su obsesión es ahora un axolotl, ajeno a su vida de hombre. Creoque al principio yo era capaz de volver en cierto modo a él -ah, sólo en cierto modo-, y mantener alerta sudeseo de conocernos mejor. Ahora soy definitivamente un axolotl, y si pienso como un hombre es sóloporque todo axolotl piensa como un hombre dentro de su imagen de piedra rosa. Me parece que de todo estoalcancé a comunicarle algo en los primeros días, cuando yo era todavía él. Y en esta soledad final, a la que élya no vuelve, me consuela pensar que acaso va a escribir sobre nosotros, creyendo imaginar un cuento va aescribir todo esto sobre los axolotl.

http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/cortazar/axolotl.htm

Vocabulario del cuento:

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https://quizlet.com/60796819/axolotl-de-julio-cortazar-vocabulario-flash-cards/

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LUNES, 16 DE NOVIEMBRE DE 2015

Augusto Monterroso. BiografíaAugusto Monterroso Bonilla nació el 21 de diciembre de 1921 en Tegucigalpa. Hijo de la hondureña AmeliaBonilla y del guatemalteco Vicente Monterroso, pasó su infancia y juventud en Guatemala; después, enseptiembre de 1944, llegó como exiliado político a Ciudad de México, donde se estableció y dondedesarrolló, prácticamente, toda su excepcional vida literaria. En Los buscadores de oro, sus memorias, hablacon cariño de sus años infantiles entre Honduras y Guatemala, al tiempo que reconoce dos hechos: elprimero, haber elegido la nacionalidad guatemalteca al hacer uso, simple y llanamente, de su libertad; elsegundo, sentirse plenamente centroamericano, con las múltiples connotaciones que esto implica.Monterroso se crió y educó en el seno de una familia muy liberal, en la que se leía y se frecuentaba a losintelectuales, artistas, toreros y músicos de la época, no sólo centroamericanos, sino tambiénhispanoamericanos e incluso españoles.

De clara inclinación autodidacta, confesó que ya a la edad de 11 años, motu proprio, abandonó la escuela yse puso a leer y aprender diversas disciplinas, entre ellas la música, primero con un profesor pagado por supadre; más tarde, por su cuenta y riesgo. En 1936, la familia se instala definitivamente en Ciudad deGuatemala; al año siguiente Monterroso se adentra en actividades literarias y funda la Asociación de artistasy escritores jóvenes de Guatemala, conocida como la «Generación del cuarenta». En 1941 publica susprimeros cuentos en la revista Acento y en el periódico El Imparcial, mientras trabaja clandestinamentecontra la dictadura de Jorge Ubico.

En el exilio moviliza a la opinión pública en contra del dictador y tras la caída de éste, funda con otrosescritores el diario El Espectador. Finalmente, es detenido ese mismo año por orden del general FedericoPonce Vaides, por lo que pide asilo en la embajada de México. Durante su prolongada estancia en este paísmantiene una intensa actividad en torno a la Universidad Nacional Autónoma de México, donde entablaamistad con los escritores e intelectuales de este país.

En 1952 publica en México «El concierto» y «El eclipse», dos cuentos breves que lo iniciarán en suquehacer como escritor. Posteriormente, al ser nombrado cónsul de Guatemala en La Paz, se traslada aBolivia, pero cuando es derrocado Jacobo Arbenz con la ayuda de la intervención norteamericana, renunciaa su cargo y viaja a Santiago de Chile donde publica en el diario El Siglo el cuento «Míster Taylor», escritoen La Paz, en el que ironiza sobre la intervención norteamericana en el país andino. En 1956 regresadefinitivamente a la Ciudad de México donde ocupa diferentes cargos relacionados con el mundo académicoy editorial.

La publicación, en 1959, de Obras completas (y otros cuentos), su primer libro, lo da a conocerinternacionalmente sobre todo por el relato «El dinosaurio», el más breve de la literatura hispanoamericana,y que ha suscitado hasta el día de hoy numerosos elogios y alabanzas, por la modestia y la humildad quecaracterizaron la existencia del autor guatemalteco. Después, en 1969, vendrá La oveja negra (y demásfábulas), que lo catapulta al reconocimiento más amplio y definitivo. Ese mismo año, se hace cargo delTaller de Cuento de la Dirección General de Difusión Cultural de la UNAM, así como del Taller deNarrativa del Instituto Nacional de Bellas Artes; ambos talleres desempeñaron un papel de capitalimportancia en la formación de algunos de los más conocidos escritores mexicanos de la actualidad;también, en lo personal, significaron un cambio importante en la vida de Monterroso, ya que en octubre de1970 participaba en uno de los talleres Bárbara Jacobs, hoy reconocida escritora mexicana, que seconvertiría en su esposa en 1976.

En 1972 se publica Movimiento perpetuo, considerado por la crítica mexicana como el mejor libro del año.Tras su publicación se suceden continuos viajes tanto por el continente americano como por el europeo. En1975 se le concede el Premio Javier Villaurrutia; en 1978, siguiendo con su impulso de dejar tiemposuficiente entre publicación y publicación sale a la luz la única novela del autor: Lo demás es silencio (Lavida y la obra de Eduardo Torres).

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Mientras tanto, se van sucediendo distintas edicionesde sus primeros libros, nuevas publicaciones,como Viaje al centro de la fábula, entrevistas yconversaciones con distintos escritores y críticosliterarios, y el fantástico La palabra mágica, diseñadopara la editorial Era por Vicente Rojo, libro queincluye ilustraciones y dibujos suyos. En La letra e.Fragmentos de un diario, de 1987, Monterroso sedesnuda en lo personal y en lo profesional ante suslectores, siempre cómplices.

Así, discretamente, paso a paso, sin prisas pero sinpausas, Monterroso se fue haciendo un lugar más que

respetable en las letras hispánicas.

En 1992, aparece Antología del cuento triste, una recolección de bellos cuentos, llevada a cabo junto a suesposa Bárbara Jacobs. Al año siguiente se publica Los buscadores de oro,biografía que rompe los moldesde este género, ya que, no en vano, en ella el autor termina de contar su vida cuando cumple los quince años.Destacan en las páginas de este libro la evocación nostálgica y emotiva de una infancia rodeada de bohemia,de música, de libros, pero también de problemas económicos, de angustias familiares y de anuncios demuerte, todo lo cual contribuye a que la infancia de su autor concluya a una edad muy temprana.

La década de los noventa le traerá más premios y distinciones honoríficas, como la investidura de doctorhonoris causa por la Universidad de San Carlos de Guatemala, laOrden Miguel Ángel Asturias y el Quetzal de Jade Maya, de laAsociación de Periodistas de Guatemala; y en México, el Premio deLiteratura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo.

En el año 2000 se le concede el Premio Príncipe de Asturias de lasLetras por su brillante carrera literaria. Viaja a España para participarcomo invitado en las jornadas «Siete mil personajes en busca deautor» en 2001, dentro de los Cursos de Verano que la UniversidadComplutense organiza en El Escorial; y, de nuevo, vuelve en el 2002para recoger el Premio Príncipe de Asturias de las Letras. Mientras,pese a sus problemas de salud, trabaja sin descanso en la recopilaciónde los textos que saldrán a la luz en agosto de 2002, en México, y quecomponen el libro Pájaros de Hispanoamérica, un tributo de amistady admiración a sus coetáneos escritores.

Hasta su muerte, acaecida en Ciudad de México en la noche del 8 defebrero de 2003, estuvo trabajando en la segunda parte de susmemorias, que comprenden desde los 16 hasta los 22 años de edad.

Pese a su intención de hacerse invisible, Monterroso refleja las huellasluminosas de un talento y una modestia excepcionales. Querido Tito,muchas gracias por tus maravillosos libros y por tu amistad.

http://cvc.cervantes.es/actcult/monterroso/biografia.htm

ENTREVISTA DE AUGUSTO MONTERROSO

https://www.youtube.com/watch?v=1QOeWfAzg6I

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GARRAS: patas de un animal que tiene uñas curvas y fuertes.

POSARSE: pararse o descender para descansar.

INMUNDICIAS: suciedades.

TOPE: de toparse: tropezar con algo y darse un golpe.

LAMENTARSE: quejarse.

SIENES: partes laterales de la cabeza comprendidas entre la frente, la oreja y la mejilla.

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UN MILENIO: periodo de mil años.PROPAGARSE: extenderse.DERRUMBE: derrumbamiento, caída, desplome.ATISBO: algo que se ve de forma difusa, vaga, borrosa._______________________________________________________________________________

FUSILAR: ejecutar, matar, a una persona con un fusil, arma.ESTATUA ECUESTRE: estatua con personaje a caballo.PASAR POR LAS ARMARS: ejecutar, fusilar, matar con arma.COMÚN Y CORRIENTE: normal.EJERCITARSE: instruirse, adiestrarse.

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TOCADOR: mueble en forma de mesa con espejo que se usa para peinarse y arreglarse.DORMIR A PIERNA SUELTA: dormir muy bien y profundamente.NEURÓTICO: que padece neurosis (trastorno parcial que afecta a las emociones y dificultala capacidad de razonar).

HIPÓCRITA: farsante, fingidor, mentiroso.HACERSE MATAR: provocar a alguien para que le dé muerte.QUEDAR MAL: producir alguien una mala impresión.REONERSE: recuperarse.

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TRABAJAR CON AHÍNCO: trabajar con empeño, tesón, perseverancia.SALIVAR: sacar saliva por la boca.BARDA: seto, valla.

PARAÍSO: lugar donde, según la Biblia, vivieron Adán y Eva antes de ser expulsados.

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INDEFECTIBLE: que no se puede evitar.

PROTESTANTISMO: Conjunto de comunidades religiosas cristianas surgidas de la Reforma protestante deLutero en el siglo XVI.

CATOLICISMO: Religión que profesan los cristianos que reconocen al Papa como representante.

CRISTIANO: Del cristianismo o relativo a esta religión.

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MEDITAR: cavilar, profundizar con el pensamiento.QUEMARSE LAS PESTAÑAS: estudiar o leer con mucho empeño e insistencia.NOTORIO: evidente.AVERIGUAR: llegar a saber.

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“EL ECLIPSE” DE AUGUSTO MONTERROSO

(Incluido en Obras completas (y otros cuentos)Barcelona: Ed. Seix Barral, 1981.

Cuando fray Bartolomé Arrazola se sintió perdido aceptó que ya nada podría salvarlo. La

selva poderosa de Guatemala lo había apresado, implacable y definitiva. Ante su ignorancia

topográfica se sentó con tranquilidad a esperar la muerte. Quiso morir allí, sin ninguna

esperanza, aislado, con el pensamiento fijo en la España distante, particularmente en el

convento de los Abrojos, donde Carlos Quinto condescendiera una vez a bajar de su

eminencia para decirle que confiaba en el celo religioso de su labor redentora.

Al despertar se encontró rodeado por un grupo de indígenas de rostro impasible que se

disponían a sacrificarlo ante un altar, un altar que a Bartolomé le pareció como el lecho en

que descansaría, al fin, de sus temores, de su destino, de sí mismo.

Tres años en el país le habían conferido un mediano dominio de las lenguas nativas. Intentó

algo. Dijo algunas palabras que fueron comprendidas.

Entonces floreció en él una idea que tuvo por digna de su talento y de su cultura universal y

de su arduo conocimiento de Aristóteles. Recordó que para ese día se esperaba un eclipse

total de sol. Y dispuso, en lo más íntimo, valerse de aquel conocimiento para engañar a sus

opresores y salvar la vida.

-Si me matáis -les dijo- puedo hacer que el sol se oscurezca en su altura.

Los indígenas lo miraron fijamente y Bartolomé sorprendió la incredulidad en sus ojos. Vio

que se produjo un pequeño consejo, y esperó confiado, no sin cierto desdén.

Dos horas después el corazón de fray Bartolomé Arrazola chorreaba su sangre vehemente

sobre la piedra de los sacrificios (brillante bajo la opaca luz de un sol eclipsado), mientras

uno de los indígenas recitaba sin ninguna inflexión de voz, sin prisa, una por una, las

infinitas fechas en que se producirían eclipses solares y lunares, que los astrónomos de la

comunidad maya habían previsto y anotado en sus códices sin la valiosa ayuda de

Aristóteles.

http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/monte/eclipse.htm

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VOCABULARIO DE “EL ECLIPSE”:

ECLIPSE: cuando se oculta, total o parcialmente, un astro (sol, luna) al interponerse otro. FRAYBARTOLOMÉ ARRAZOLA: ser imaginario que alude a aquellos frailes que fueron a cristianizar el NuevoMundo; seguramente se inspiraCONVENTO DEL ABROJO: se encontraba en Laguna de Duero (Valladolid).CARLOS I de ESPAÑA Y V del SACRO IMPERIO ROMANO GERMÁNICO, llamado «EL CÉSAR»(Gante, 24 de febrero de 1500-Cuacos de Yuste, 21 de septiembre de 1558) .Condescender: consentir, acceder.ABROJO: planta espinosa y sus frutos.CELO: afán, entusiasmo, ardor.ALTAR: piedra sobre la que se ofrecen sacrificios a la divinidad.REDENTOR/-A: salvador/-a.FLORECER: desarrollarse.ARDUO: muy difícil.ARISTÓTELES (en griego antiguo: Ἀριστοτέλης) (384 a. C.-322 a. C.) fue un polímata: filósofo, lógico ycientífico de la Antigua Grecia.DISPONERSE: prepararse.OPRESOR: que oprime o tiraniza.INCREDULIDAD: falta de confianza, desconfianza.CONSEJO: reunión.DESDÉN: menosprecio, desprecio.CHORREAR: salir, brotar.TOPOGRÁFICA: relativo a la topografía, que estudia el plano de un terreno con sus detalles naturales oartificiales.DESDÉN: desprecio menos precio al desdén del olvido.VEHEMENTE: apasionada, ardiente.OPACO/-A: cuerpo sobre el que no pasa la luz.(VOZ) SIN INFLEXIÓN: voz que no cambia de tono.PREVER: predecir.CÓDICE: libro mano escrito antiguo._______________________________________________________________________________________

BIOGRAFÍA DE AUGUSTO MONTERROSO Y LECTURA DE “EL ECLIPSE” (min: 02:00):

https://www.youtube.com/watch?v=0PcNk-NqslI

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“IMAGINACIÓN Y REALIDAD” DE AUGUSTO MONTERROSO:

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(…)

http://www.literaturaguatemalteca.org/monterroso9.html

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OBRAS COMPLETAS (Y OTROS CUENTOS) DE AUGUSTO MONTERROSO

No busquéis el final del cuento en Internet, por favor.

“EL CONCIERTO”

Dentro de escasos minutos ocupará con elegancia su lugar ante el piano. Va arecibir con una inclinación casi imperceptible el ruidoso homenaje del público.Su vestido, cubierto de lentejuelas, brillará como si la luz reflejara sobre él elacelerado aplauso de las ciento diecisiete personas que llenan esta pequeña yexclusiva sala, en la que mis amigos aprobarán o rechazarán —no lo sabrénunca— sus intentos de reproducir la más bella música, según creo, delmundo.

Lo creo, no lo sé. Bach, Mozart, Beethoven. Estoy acostumbrado a oír que soninsuperables y yo mismo he llegado a imaginarlo. Y a decir que lo son.Particularmente preferiría no encontrarme en tal caso. En lo íntimo estoyseguro de que no me agradan y sospecho que todos adivinan mi entusiasmomentiroso.

Nunca he sido un amante del arte. Si a mi hija no se le hubiera ocurrido serpianista yo no tendría ahora este problema. Pero soy su padre y sé mi deber,tengo que oírla y apoyarla. Soy un hombre de negocios y sólo me siento felizcuando manejo las finanzas. Lo repito, no soy artista. Si hay un arte enacumular una fortuna y en ejercer el dominio del mercado mundial y enaplastar a los competidores, reclamo el primer lugar en ese arte.

La música es bella, cierto. Pero ignoro si mi hija es capaz de recrear esabelleza. Ella misma lo duda. Con frecuencia, después de las audiciones, la hevisto llorar, a pesar de los aplausos. Por otra parte, si alguno aplaude sinfervor, mi hija tiene la facultad de descubrirlo entre la concurrencia, y estobasta para que sufra y lo odie con ferocidad de ahí en adelante. Pero es raroque alguien apruebe fríamente. Mis amigos más cercanos han aprendido encarne propia que la frialdad en el aplauso es peligrosa y puede arruinarlos. Siella no hiciera una señal de que considera suficiente la ovación, seguiríanaplaudiendo toda la noche por el temor que siente cada uno de ser el primeroen dejar de hacerlo. A veces esperan mi cansancio para cesar de aplaudir yentonces los veo cómo vigilan mis manos, temerosos de adelantárseme eniniciar el silencio. Al principio me engañaron y los creí sinceramenteemocionados: el tiempo no ha pasado en balde y he terminado por conocerlos.Un odio continuo y creciente se ha apoderado de mí. Pero yo mismo soy falso yengañoso. Aplaudo sin convicción. Yo no soy un artista. La música es bella,pero en el fondo no me importa que lo sea y me aburre. Mis amigos tampocoson artistas. Me gusta mortificarlos, pero no me preocupan.

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Son otros los que me irritan. Se sientan siempre en las primeras filas y a cadainstante anotan algo en sus libretas. Reciben pases gratis que mi hija escribecon cuidado y les envía personalmente. También los aborrezco. Son losperiodistas. Claro que me temen y con frecuencia puedo comprarlos. Sinembargo, la insolencia de dos o tres no tiene límites y en ocasiones se hanatrevido a decir que mi hija es una pésima ejecutante. Mi hija no es una malapianista. Me lo afirman sus propios maestros. Ha estudiado desde la infancia ymueve los dedos con más soltura y agilidad que cualquiera de mis secretarias.Es verdad que raramente comprendo sus ejecuciones, pero es que yo no soyun artista y ella lo sabe bien.

La envidia es un pecado detestable. Este vicio de mis enemigos puede ser elescondido factor de las escasas críticas negativas. No sería extraño que algunode los que en este momento sonríen, y que dentro de unos instantesaplaudirán, propicie esos juicios adversos. Tener un padre poderoso ha sidofavorable y aciago al mismo tiempo para ella. Me pregunto cuál sería la opiniónde la prensa si ella no fuera mi hija. Pienso con persistencia que nunca debiótener pretensiones artísticas. Esto no nos ha traído sino incertidumbre einsomnio. Pero nadie iba ni siquiera a soñar, hace veinte años, que yo llegaríaadonde he llegado. Jamás podemos saber con certeza, ni ella ni yo, lo que enrealidad es, lo que efectivamente vale. Es ridícula, en un hombre como yo, esapreocupación.

Si no fuera porque es mi hija confesaría que la odio. Que cuando la veoaparecer en el escenario un persistente rencor me hierve en el pecho, contraella y contra mí mismo, por haberle permitido seguir un camino tanequivocado. Es mi hija, claro, pero por lo mismo no tenía derecho a hacermeeso.

Mañana aparecerá su nombre en los periódicos y los aplausos se multiplicaránen letras de molde. Ella se llenará de orgullo y me leerá en voz alta la opiniónlaudatoria de los críticos. No obstante, a medida que vaya llegando a losúltimos, tal vez a aquéllos en que el elogio es más admirativo y exaltado,podré observar cómo sus ojos irán humedeciéndose, y cómo su voz se apagaráhasta convertirse en un débil rumor, y cómo, finalmente, terminará llorandocon un llanto desconsolado e infinito. Y yo me sentiré, como todo mi poder,incapaz de hacerla pensar que verdaderamente es una buena pianista y queBach y Mozart y Beethoven estarían complacidos de la habilidad con quemantiene vivo su mensaje._______________________________________________________________

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Augusto Monterroso

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Héctor Álvarez Murena, más conocido como H. A. Murena(Buenos Aires, 1923-ibídem, 1975), fue un escritor, ensayista,narrador, poeta y traductor argentino. Escribió unos veinte librosde todos los géneros literarios y fue habitual colaborador de larevista Sur y del suplemento cultural del diario La Nación. Fue unimportante difusor del pensamiento alemán en español. Realizósus estudios secundarios en el Liceo Militar de la Nación yestudios universitarios incompletos en la Universidad Nacional deLa Plata (ingeniería) y la Universidad de Buenos Aires (filosofíay letras). En 1946 publicó su primer libro Primer testamento, unvolumen de cuentos. Murena sostuvo que el escritor debía ser"anacrónico, en el sentido originario de la palabra que designa el

estar contra el tiempo", denominando esa actitud como el "arte de volverse anacrónico". Fuecodirector de la Colección de Estudios Alemanes de la editorial Monte Ávila de Caracas. Fueel primer traductor al español de la obra de Walter Benjamin. Su producción ensayística esheredera de la obra de Martínez Estrada. En El nombre secreto intenta una aproximaciónheideggeriana a la esencia de la identidad argentina, a partir de las reminiscencias de laspalabras que la nombran y de las condiciones en que surge a partir de la conquista española.Estuvo casado con la escritora Sara Gallardo y murió el 5 de mayo de 1975.Extraído y seleccionado de https://es.wikipedia.org/wiki/H%C3%A9ctor_A._Murena

No busquéis el final del cuento en Internet, por favor.

“EL GATO” de HÉCTOR MURENA

¿Cuánto tiempo lleva encerrado?

La mañana de mayo velada por la neblina en que había ocurrido aquello le resultaba tan irrealcomo el día de su nacimiento, ese hecho acaso más cierto que ninguno, pero que sólo atinamos arecordar como una increíble idea. Cuando descubrió, de improviso, el dominio secreto eimpresionante que el otro ejercía sobre ella, se decidió a hacerlo. Se dijo que quizá iba obrar ennombre de ella, para librarla de una seducción inútil y envilecedora. Sin embargo, pensaba en símismo, seguía un camino iniciado mucho antes. Y aquella mañana, al salir de esa casa, despuésque todo hubo ocurrido, vio que el viento había expulsado la neblina, y, al levantar la vista antela claridad enceguecedora, observó en el cielo una nube negra que parecía una enorme arañahuyendo por un campo de nieve. Pero lo que nunca olvidaría era que a partir de ese momento elgato del otro, ese gato del que su dueño se había jactado de que jamás lo abandonaría, empezó aseguirlo, con cierta indiferencia, con paciencia casi ante sus intentos iniciales por ahuyentarlo,hasta que se convirtió en su sombra.

Encontró esa pensionsucha, no demasiado sucia ni incómoda, pues se preocupaba por ello. Elgato era grande y musculoso, de pelaje gris, en partes de un blanco sucio. Causaba la sensaciónde un dios viejo y degradado, pero que no ha perdido toda la fuerza para hacer daño a loshombres; no les gustó, lo miraron con repugnancia y temor, y, con la autorización de suaccidental amo, lo echaron. Al día siguiente, cuando regresó a su habitación, encontró al gatoinstalado allí; sentado en el sillón, levantó apenas la cabeza, lo miró y siguió dormitando. Loecharon por segunda vez, y volvió a meterse en la casa, en la pieza, sin que nadie supiera cómo.Así ganó la partida, porque desde entonces la dueña de la pensión y sus acólitos renunciaron a lalucha.

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¿Se concibe que un gato influya sobre la vida de un hombre, que consiga modificarla?

Al principio él salía mucho; los largos hábitos de una vida regalada hacían que aquellahabitación, con su lamparita de luz amarillenta y débil, que dejaba en la sombra muchosrincones, con sus muebles sorprendentemente feos y desvencijados si se los miraba bien, con lasparedes cubiertas por un papel listeado de colores billones, le resultaba poco tolerable. Salía yvolvía más inquieto; andaba por las calles, andaba, esperando que el mundo le devolviera unapaz ya prohibida. El gato no salía nunca. Una tarde que él estaba apurado por cambiarse ypresenció desde la puerta cómo limpiaba la habitación la sirvienta, comprobó que ni siquiera enese momento dejaba la pieza a medida que la mujer avanzaba con su trapo y su plumero, se ibadesplazando hasta que se instalaba en un lugar definitivamente limpio; raras veces habíadescuidos, y entonces la sirvienta soltaba un chistido suave, de advertencia, no de amenaza, y elanimal se movía. ¿Se resistía a salir por miedo de que aprovecharan la ocasión para echarlo denuevo o era un simple reflejo de su instinto de comodidad? Fuera lo que fuese, él decidióimitarlo, aunque para forjarse una especie de sabiduría con lo que en el animal era miedo omolicie.

En su plan figuraba privarse primero de las salidas matutinas y luego también de las de latarde; y, pese a que al principio le costó ciertos accesos de sorda nerviosidad habituarse a losencierros, logró cumplirlo. Leía un librito de tapas negras que había llevado en el bolsillo; perotambién se paseaba durante horas por la pieza, esperando la noche, la salida. El gato apenas si lomiraba; al parecer tenía suficiente con dormir, comer y lamerse con su rápida lengua. Una nochemuy fría, sin embargo, le dio pereza vestirse y no salió; se durmió en seguida. Y a partir de esemomento todo le resultó sumamente fácil, como si hubiese llegado a una cumbre desde la queno tenía más que descender. Las persianas de su cuarto sólo se abrieron para recibir la comida;su boca, casi únicamente para comer. La barba le creció, y al cabo puso también fin a lascaminatas por la habitación.

Tirado por lo común en la cama, mucho más gordo, entró en un período de singular beatitud.Tenía la vista casi siempre fija en las polvorientas rosetas de yeso que ornaban el cielo raso,pero no las distinguía, porque su necesidad de ver quedaba satisfecha con los cotidianos diezminutos de observación de las tapas del libro. Como si se hubieran despertado en él nuevasfacultades, los reflejos de la luz amarillenta de la bombita sobre esas tapas negras le hacíansombras tan complejas, matices tan sutiles que ese solo objeto real bastaba para saturarlo, parasumirlo en una especie de hipnotismo. También su olfato debía hacer crecidos, pues los másleves olores se levantaban como grandes fantasmas y lo envolvían, lo hacían imaginar vastosbosques violáceos, el sonido de las olas contra las rocas. Sin saber por qué comenzó a podercontemplar agradables imágenes: la luz de la lamparita -eternamente encendida- menguaba hastadesvanecerse, y, flotando en los aires, aparecían mujeres cubiertas por largas vestimentas, derostro color sangre o verde pálido, caballos de piel intensamente celeste...

El gato, entretanto, seguía tranquilo en su sillón.

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