El fin del amor 2 - El Dominical

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  • 8/7/2019 El fin del amor 2 - El Dominical

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    Lima, 13 de febrero del 2011 El Dominical 7 D

    imgenes interiores, cuen-tan Daniel Contreras y SophiaDurand, quienes iniciaron labsqueda hace dos aos.

    Esta pareja de investigado-res tiene una particularidad:pone el ojo all donde hay un vaco, un nicho a estudiar y po-tenciar. Antes, lo hicieron conSantos inocentes, un traba- jo que recuper otogra as denios post mrtem, y que seexpuso en la Alianza France-sa. Ahora, lo hacen con las o-tonovelas, en lo que adelantanse llamar Fin del amor, unamuestra que, como su nombrelo seala, se centrar en vie-tas que encierran historiassentimentales, cursis, inocen-tes, u otras ms truculentas,con tringulos amorosos eincluso crmenes pasionales,pero descontextualizadasdel papel y el guion, llevadasa la galera en gran ormato y con una textura similar a loscuadros del artista pop Roy Lichtenstein, quien apel alcmic y lo reinterpret.

    Ms all de las nubesLa suya es una mirada que nosolo concierne al plano estti-

    co, en donde destaca la estti-ca kitsch en el diseo, que va dela mano con el melodrama. Al-guna veces, ms extremo, confores y colores chirriantes ensu portada, ya que su conteni-do es predominantemente enblanco y negro. Otras veces,con un lenguaje ms so isti-cado, que se alimenta de lapsicodelia propia de la po-ca. Tambin est el aspectosociolgico y antropolgico.Se puede delinear el per l dela mujer de esas pocas. Alinicio sumisa, luego herona,luchadora por la pareja y la

    amilia. Para los sectores msbajos, haba una temtica msdramtica y para los ms altos,ms rosa, como Corn Tellado.El pblico eran las mujeres sol-teras, empleadas del hogar,amas de casa. Pero tambinhaba otonovelas para los varones, con contenido mspornogr co, agregan.

    Dentro de ese abanico derevistas, en donde aparecenCaricia de Amor, Cita (queparte en Mxico), Historia deamor, Elvira (de la actrizElvira Traves), Romancey xtasis, sobresale la oto-

    gra a de Emilio HernndezSaavedra, artista plstico queintegr el reconocido colec-tivo Arte Nuevo. Las vietas,con una esttica pop, van msall de la historia, sobreviveny resaltan por su propio regis-tro. Los artistas, a di erenciade lo que pas con los a chesen la poca de Velasco, pareceque repudiaban este gnero, lomenospreciaban, seala estapareja, que est tras Hernn-dez en busca de negativos paraenriquecer la muestra.

    Me llama la atencin que,

    mientras los artistas pop nor-teamericanos se nutran deotonovelas, como Lichtens-

    tein de Susy, secretos del co-razn o Warhol, ac nadie seenganchaba con la cultura demasas. Era mal vista. Para elartista peruano la otonovelano era parte de su imaginario,y ese divorcio viene del re-chazo de la izquierda por estetipo de cultura. Ac no hay ungran coleccionista de otono- velas, dice Jorge Villacorta.Claudia Coca recin lo hizocuarenta aos despus, perose trata de una obra ms deautoa irmacin identitaria,no como un contenido msamplio, y Juan Enrique Bedo-ya la abord haciendo vietasde sus amigos, agrega.

    El curador y crtico de arte ve, que este aspecto, entreotros, contribuy a la pr-

    dida de la otonovela. Y vams all: Era un vehculo deexpresin de contenidos quetambin cumplan necesida-des reales para las minoras.Pero el arte peruano nuncaha sido un buen vehculo delo cursi, sensiblero, o senti-mentalmente chato y banal.Nunca ha habido un dilogoen el arte contemporneocon lo cursi. A qu se debe?En parte, a que no ha habidoarte contemporneo hechopor artistas abiertamentehomosexuales. Lo cursi no

    solo sobrevive a un gustoemenino, sino tambin ho-mosexual.

    Inicio y fnalPero para rastrear el n de la o-tonovela en el Per, habra quepartir primero con el origen.Contreras y Durand la echanen la dcada del 50. Sin datosprecisos, solo armados con unreducido grupo de revistas del54 y testimonios que han reco-gido. Despus, en los aos 60 y 70, como ocurre con el resto de Amrica Latina, se da un boomde estas historias visuales quetiene en la antasa y el morbo,sus principales recursos paraganar lectores, al despertardeseos reprimidos por la po-ca, ms all de los personajesestereotipados que se hacancercanos.

    En el pas, tal como a ir-man los investigadores, se re-

    orz la produccin nacionalcon la prohibicin de Velascodel ingreso de medios extran- jeros alienantes. Entoncesaparecieron empresas mo-mentneas con la mira pues-

    ta en el negocio: Era una pro-duccin precaria. Por eso, notena mucha duracin. Tres ocinco nmeros y desapareca. Y surga otra, dice el escritorJuan Rivera Saavedra, quienhizo guiones para la revistaSoadora. Uno se divertahacindolas, agrega. YvonneFrayssinet concuerda: Todoera muy precario y casero.Una llevaba su propia ropa, semaquillaba sola. Y las haca-mos en un da. Eran historiasromnticas, no tan apasio-nadas, menos sico, con un vestuario ms discreto. Lo vicomo un cachuelo.

    Pero este auge empez adecaer a ines de los aos 70:la TV acapar el mercado y las revistas desaparecieron ose volvieron en el aadido deun peridico, mayormentetomadas de la pluma de CornTellado, pieza clave para quelas otonovelas tuvieran xito,pues gener un mercado conhistorias de una uerte carga

    sentimental y un erotismo in-sinuado.

    En los 90, Contreras y Du-rand pierden el rastro a la oto-novela peruana, a di erenciade lo que pas en Mxico, don-

    de se sigui publicando. Aqu,cayeron en el olvido y desapa-recieron. Nadie se acord deellas. Para m, la otonovelaera bastante intrascendente.Incluso me resista a hacertelevisin. Soy un actor de tea-tro, dice dgar Guilln, quienprotagoniz varias. Aunqueahora ve ese pasado lejano eirrelevante.

    Una visin y valga la cursi-lera un sentir contrario a lo deContreras y Durand: Nosotrosqueremos reposicionar la oto-novela. Intervenir las vietas y exhibirlas como una pieza ar-tstica y un registro documen-tal. Muchas muestran partesolvidadas de la ciudad. Nuncahan sido vistas de esta manera. Y revalorarlas para que otraspersonas que an conservanuna coleccin sepan lo que tie-nen en sus manos, y no las con-sideren un desecho. Y que noterminen en la basura, como lacoleccin de la antica solterade La Victoria.

    Llama la atencin que mientras losartistas pop norteamericanos se nutrande fotonovelas, ac nadie se enganchabacon la cultura de masas. Para el artistaperuano no era parte de su imaginario

    Contreras y Durand han rescatado este gnero.

    En el ao 76 larevista Cita sacuna fotonovela conRulito Pinasco ySonia Oquendo.

    Camucha Negreteera la detectiveprivada Niccolela famme. Tuvovarios nmeros.

    Partida de nacimiento

    El antecedente de la fotonovela es el cinenove-la, que nace en 1910 en Italia y se nutre de losfotogramas. En 1945 se crea recin la fotono-vela, segn Contreras y Durand. Aqu existe unapolicial en Facebook llamada Crimen Corp.

    giovana fernndez