Lealtad y Pasión

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    LEALTAD Y PASIN

    CONSUELO MARIO

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    TITULO: LEALTAD Y PASIONAUTORA: CONSUELO MARIO CANCHALCOPYRIGHT: CONSUELO MARIO CANCHALI.S.B.N.: 84-95671-02-6DEPOSITO LEGAL: SA-28-2001

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    l caluroso da de junio se desplomaba,despiadadamente, sobre la capital del Ebro. Era lahora de comer y los zaragozanos ya se habanrecluido en sus casas huyendo del sol de justicia que

    calentaba cada rincn de la ciudad.- Con la primavera tan fresquita que hemos tenido y va a

    aparecer el calor justo hoy que viene to Mateo, con lo mal que le

    sienta -coment Elena bajando las persianas para aliviar un pocola temperatura dentro de la casa.

    - Aunque viva en Madrid, tu to es un alma del Pirineo. Elverde, el frescor y el aire puro de la montaa le dan la vida -contest su madre, ocupada en ordenar el saln para que sucuado se encontrara a gusto en su casa.

    Elena estaba poniendo la mesa con esmero, colocando conprecisin la bonita vajilla que su madre tena reservada para lasgrandes ocasiones. Tenan guardada otra mejor, pero nunca laponan cuando vena to Mateo porque a l le traa tristesrecuerdos. Las copas tintinearon al chocar ligeramente unas conotras, trayndole a la memoria fragmentos de su infancia, cuandosu ta Natalia an viva y todos brindaban alegremente porcualquier motivo. La muerte de su ta haba sido una prdidainsustituible, especialmente para Mateo, el marido, y para Rosa, su

    hermana. Cada vez que se reunan, todos evitaban mencionar el

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    trgico accidente, a pesar de que la imagen de Natalia estabacontinuamente en sus mentes. Elena sacudi la cabeza con pesar,en un intento de desvanecer esos dolorosos recuerdos. Su toMateo estaba a punto de llegar y ellas tenan que mostrarse alegrespara que su nimo no desfalleciera. Queran mucho a su to y sehaban propuesto alegrarle la vida cada vez que estuvieran juntos.Bastante tena con sentirse culpable por no haber podidoacompaar a su mujer en ese nefasto viaje.

    Como todos los veranos, Mateo las visitaba en Zaragoza ycoma con ellas antes de desplazarse a Huesca, ciudad de la que

    era oriundo y donde an conservaba la antigua casona de sufamilia. Durante dos meses se olvidaba de sus mltiples negociosy compromisos, se instalaba en el viejo edificio del siglo XVIII yse dedicaba a restaurar los desperfectos que se ocasionabandurante el invierno. Tambin se preocupaba de contactar con susamigos y de recorrer las rutas de montaa que tan bien conoca.

    - Y a cualquiera que ame la naturaleza. El lugar donde est

    ubicada la casona es precioso y la casa en s y sus jardines son unamaravilla. Me encanta que to Mateo la haya conservado en tanperfectas condiciones.

    Absorta en sus pensamientos, Rosa record con tristeza a suhermana Natalia. Haba disfrutado mucho en esa casa, rodeadasiempre de todo el esplendor que su marido le proporcionaba ydel inmenso amor que ambos se profesaban. Muertaprematuramente, Mateo an no haba superado esa tragedia.

    Tampoco la familia, que siempre la echara de menos.Las palabras de su hija la sacaron de su abstraccin.- Mam, suena el timbre. Puedes abrir, por favor?- Ah, s! -exclam Rosa todava distrada-: seguro que es l.Mientras su madre se diriga hacia la puerta, Elena llam a su

    hermana, que siempre estudiaba hasta la hora de comer. Mari Luzse levant de la silla en la que llevaba sentada varias horas, delante

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    de una mesa llena de temas subrayados, y se uni a Elena pararecibir a su to.

    Carioso y atento como siempre, Mateo las salud con unfuerte abrazo, demostrndoles con su afecto el cario que ansegua sintiendo por la familia de su difunta esposa.

    - Puedes estar orgullosa, Rosa: tus hijas estn cada da msguapas -coment mirndolas con afecto.

    Las dos jvenes se echaron a rer.- No s si creerte, Mateo; desde que tengo uso de razn te

    oigo siempre el mismo halago -dijo Elena con sonrisa

    complacida-, pero me encanta. Tambin debo decir que ttambin te conservas muy bien.

    De estatura mediana y complexin fuerte, Mateo Lpez-Gvora inspiraba confianza con su franca sonrisa y su miradaserena. Slo la muerte de su mujer haba logrado desquiciarlo porun tiempo, quedando restos de su dolor en su rostro y en las canasque haban blanqueado su pelo en poco tiempo.

    Mateo estall en carcajadas.- Ves?, por mucho que hoy en da las mujeres se hagan lasmodernas, en el fondo os gustan nuestros piropos.

    - A nadie le amarga un dulce -contest Mari Luz con sonrisapcara mientras se tomaba del brazo de su to y lo guiaba hacia elcomedor.

    - Por cierto, dnde est Roberto? -pregunt Rosa.Mateo se encogi de hombros.- Ya sabes lo testarudo que es. Trabaja conmigo desde que

    era un cro y sabe perfectamente que lo consideramos parte de lafamilia; pues nada, el muy tonto dice que tendremos que hablar denuestras cosas y que l no pinta nada. Ha prometido venir mstarde a tomar caf.

    - Ese hombre es una joya, pero con nosotros no tiene porqu mostrarse tan discreto: su compaa nos es muy grata -

    contest Rosa con sinceridad. Apreciaba al ayudante y amigo de

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    Mateo. Siempre haba sido muy atento con ella y carioso con lasnias.

    Mateo lo saba, pero no poda luchar contra la testarudez desu amigo. A pesar de ser su empleado, ambos se trataban comohermanos. La lealtad entre ellos era absoluta, habindose hechoimprescindibles el uno para el otro a lo largo de los aos.

    Rosa y su hija Elena haban preparado una suculentacomida. Queran mucho a Mateo y les gustaba agasajarle. A pesarde que se vean poco, el acaudalado Mateo siempre haba estadopendiente de ellas, especialmente a raz de la muerte de su padre.

    l siempre estaba muy ocupado. De hecho, sus negocios lollevaban por todo el mundo. De todas formas, hablaba con ellaspor telfono; le gustaba estar al corriente de los progresos de laschicas. Su cita con ellas en Navidad nunca fallaba, y durante losdos meses de verano que pasaba en Aragn se vean confrecuencia.

    - Hummm... est buensimo! -exclam mirando a su

    cuada-. No hay nadie que prepare el pollo al chilindrn como t,Rosa. Eres una cocinera excelente.- Muchas gracias; me alegro de que te guste.- Bueno... y vosotras qu me contis? A ver, Mari Luz, qu

    tal llevas las oposiciones?La joven movi la cabeza con gesto resignado. El tema de

    sus estudios era de por s aburrido; nunca haba novedad.Prcticamente se pasaba todo el da encerrada estudiando.

    - Con paciencia y mucho esfuerzo. Salen pocas plazas desecretario de ayuntamiento, pero estoy decidida a sacar una.

    Su to le dio unas palmaditas en el hombro.- As se habla, muchacha. Hay que encarar las circunstancias

    con voluntad y decisin. Tambin sabes que si lo deseas yo tepuedo conseguir un trabajo en un buen bufete de abogados.

    Mari Luz le sonri agradecida.

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    - Muchas gracias, to Mateo, pero me temo que, comomuchos espaoles, yo tambin tengo espritu de funcionaria.

    Mateo se ech a rer.- Cada uno tiene que elegir su camino, y se, sin duda, es un

    trabajo muy cmodo.- Si te gusta no lo hay mejor -intervino Elena-: buen sueldo,

    buen horario y sin temor a que en cualquier momento te mandenal paro.

    - Entonces, Elena, tus pasos tambin van encaminadoshacia la Administracin?

    - Quizs hacia la enseanza. La carrera de Hispnicas notiene muchas salidas, pero a m me encanta la literatura y voy aponer toda mi voluntad en conseguir un trabajo digno.

    Mateo aprob con satisfaccin la determinacin de su jovensobrina y la mir con admiracin. Con 24 aos, rubia y con unosojos verde mar que cautivaban, la consideraba una de las mujeresms guapas que haba conocido. Siempre le pareci sensata y

    prudente, un modelo de mujer y un digno ejemplo de las jvenesde su generacin.- El curso que has hecho de documentalista te ayudar, no?- Yo creo que s. He solicitado una beca para trabajar en la

    facultad con mi tesis. Tambin la he solicitado en la Complutensey en algunas fundaciones de Madrid.

    El entusiasmo brillaba en sus ojos. Le encantaba su carrera ytena muchas esperanzas puestas en el futuro. Se negaba adesanimarse, como le suceda a algunos de sus compaeros.Buscaba trabajo continuamente sin desaprovechar ningunaoportunidad. A pesar de todo an no tena nada estable, por esemotivo ocupaba su tiempo trabajando en proyectos que ampliaransu curriculum.

    - Como veo que ests preparada, yo te voy a ofrecer elprimer trabajo -sugiri Mateo echndose hacia atrs en la silla y

    mirndola con gesto enigmtico.

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    Las tres mujeres dirigieron sus ojos hacia l con curiosidad.- Ya sabis -continu-, que la casona tiene una enorme y

    nutrida biblioteca. Desde que mi bisabuelo la compr, se han idoacumulando los libros y... la verdad es que yo no he tenido tiempode catalogarlos. Poda haberlo mandado hacer, pero nunca se meocurri. Ahora, si tienes tiempo, te encargo ese trabajo.

    Elena pestae asombrada, completamente extasiada ante laperspectiva de un trabajo, y adems un trabajo que leentusiasmaba.

    - De verdad?

    Mateo le sonri con cario.- Pues claro, cielo. He de aadir que el sueldo...- Por Dios, to...!, pero qu cosas dices...? Lo har

    encantada sin...- Entonces no hay trato -contest Mateo, tajante-. Si

    trabajas para m recibirs un buen sueldo, como todos misempleados. Si te hago este ofrecimiento es porque necesito tu

    ayuda para organizar de una vez por todas esa biblioteca. Aunquea ti te gusten esas labores, te aseguro que no ser fcil y te llevarmuchas horas. Para m ser un alivio saber que cuento contigo.

    Elena mir a su madre en busca de ayuda. Rosa la apoy.- Somos familia, Mateo, y no creo que sea necesario...Mateo levant la mano, dando por terminada la discusin.- Los negocios son los negocios y hay que mantenerlos

    apartados de la amistad y de los lazos familiares. Ese es un lemaque los empresarios nunca olvidan. Si Elena trabaja para mrecibir un sueldo. Si no aceptas -prosigui mirndola consuavidad-, lo comprender. Quizs tengas ya hechos algunosplanes para el verano...

    Elena se apresur a negarlo.- No, no, si no tengo planes de trabajo. Tu oferta es muy

    generosa y estoy encantada de aceptarla.

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    Todo haba quedado arreglado. Durante los dos meses deverano, Elena se trasladara a Huesca y se instalara en la casa desu to. Saba que el trabajo de documentacin y catalogacin lellevara mucho tiempo, pero no le importaba. Le ilusionabainiciarse en la profesin y no escatimara horas al trabajo. Vivir enla casa de su to ya supona un lujo y si adems se dedicaba a loque le gustaba... en esos momentos no se le ocurra una actividadmejor. Estaba realmente encantada.

    Cuando Roberto lleg, todos se reunieron en el saln paratomar el caf. Rosa le reproch que no se hubiera presentado a

    comer y l le prometi aceptar con gusto su invitacin en laprxima ocasin.

    - Por cierto, Mateo, qu tal estn tu cuada y tus sobrinos?-le pregunt Rosa a su cuado.

    - Muy bien. Ins sigue muy ocupada con su ajetreada vidasocial y sus instituciones de caridad. Es una mujer muy activa ycariosa. A pesar de sus compromisos, siempre encuentra algn

    rato durante la semana para visitarme.Mateo apreciaba mucho a la mujer de su hermano. Los doshaban sufrido la prdida del cnyuge, consolndose comohermanos en los momentos ms difciles. Sus sobrinos, la nicafamilia directa que tena, eran como dos hijos para l. Mateo loshaba guiado en sus estudios y los haba aconsejado cada vez losjvenes haban buscado a una especie de padre para susconfidencias y dudas.

    - Javier y Jos Luis -prosigui Mateo- trabajan conmigo,como ya sabes. El mundo de la empresa y de los negocios lollevan en la sangre y lo hacen de maravilla. Estoy orgulloso deellos.

    - Deberan estar ya casados -salt Roberto con gestoreprobatorio-. Con todas las mujeres que les rondan y no acabande decidirse...!

    Mateo mir a su amigo y se ech a rer.

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    - En el fondo eres un sentimental, Roberto. Te encantaraver la casa llena de chiquillos revoltosos.

    Una candorosa sonrisa se dibuj en los labios del fielempleado. Quera a los jvenes como si fueran de su propiasangre y no deseaba que pasaran por la vida en la soledad que a llo haba envuelto muchas veces. Esa etapa ya estaba superada,pero deseaba que ellos gozaran de una felicidad msenriquecedora.

    - Ya tienen edad: Javier tiene 29 aos y Jos Luis 28. Losjvenes actuales andan demasiado libres. Fundar una familia los

    hace madurar y sentar la cabeza.- Yo creo que Roberto tiene razn -admiti Rosa-, pero hoy

    en da la juventud se toma estos asuntos con ms calma. Antesramos ms alocados y nos lanzbamos al matrimonio con pocaexperiencia y menos dinero. Ahora los jvenes se lo piensan msy desean disfrutar de las mismas comodidades que han tenido ensus casas. Ese proceso lleva tiempo.

    Las dos jvenes estuvieron de acuerdo. Haba muchas cosasque hacer antes de embarcarse en algo tan serio como elmatrimonio: estudiar una carrera, conseguir un trabajo, adquiriralgo de experiencia en la profesin...

    - Ese no es el caso de Javier y Jos Luis -insisti Roberto-.Esos dos estn demasiado mimados por su madre, por todosnosotros y en especial por las mujeres...

    - Quizs es que no han encontrado a la mujerapropiada -intervino Mateo-. El amor no se impone, llega en elmomento menos pensado -asegur reflexivo.

    - S, pero si lo dejas pasar...Todos se echaron a rer. No haba duda de que Roberto no

    deseaba la soltera para los sobrinos de Mateo. A pesar de ser lmismo un soltern, al parecer no lo consideraba el estado ideal.

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    Haba pasado una semana desde la visita de su to y Elenahaba quedado en llegar a la casa de Mateo ese lunes. Estaban aprincipios de julio y ella necesitara los dos meses completos pararealizar bien su trabajo. Haba comprado ya todo el material quenecesitara para la catalogacin de la biblioteca y ya estabaimpaciente por empezar.

    Llamaron al timbre y Elena recibi a Jorge con un beso.- Qu tal est tu madre? -le pregunt el joven con gesto

    preocupado.- Regular. Ven, pasa; est en su dormitorio.

    Rosa sonri a Jorge cuando lo vio entrar en la habitacin. Legustaba ese hombre para su hija. Adems de amable, resultabamuy agradable de mirar por sus rasgos armnicos, su clidasonrisa y sus bonitos ojos castaos. Salan desde haca un ao y, apesar de que le llevaba diez aos a Elena, parecan comprendersebien.

    Rosa padeca una enfermedad cardiovascular y era

    continuamente vigilada en el hospital. Elena siempre acompaabaa su madre y all haba conocido a Jorge Albal. l eramicrobilogo y desde que se conocan estaba pendiente de Rosa,ocupndose de que sus compaeros la recibieran en cuanto lonecesitaba. Jorge era un estudioso, lo que se dice una rata delaboratorio. Hombre tranquilo y bondadoso, dedicaba susenergas y la mayor parte de las horas del da a su intenso trabajo.Estaba volcado en sus investigaciones. Solamente las salidas conElena los fines de semana le abstraan de su dura labor.

    - Eres muy atento, Jorge. No s cmo podramosagradecerte tu dedicacin -susurr Rosa con gesto cansado.

    Jorge sonri y le tom una mano con delicadeza.- No hay nada que agradecer. Me conformo con que te

    cuides lo ms posible. Vas muy bien. En unos das estarsestupendamente.

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    Con su amabilidad, Jorge siempre lograba tranquilizar aRosa. Su presencia y sus nimos la hacan sentirse esperanzada,olvidando momentneamente sus preocupaciones por suenfermedad.

    - Maana te toca revisin, as que nos veremos en elhospital -dijo antes de despedirse y salir de la habitacin conElena.

    - No te preocupes, tu madre mejorar -le asegur a Elena alverla tan compungida-. Su enfermedad es delicada, eso ya losabes, pero con los cuidados adecuados la calidad de vida puede

    ser bastante buena -le asegur rodendole los hombros con elbrazo para consolarla. Elena se abraz a l melanclica, deseandocreer lo que l acababa de afirmar.

    - Me entristece mucho que mam tenga esas recadas.Intenta mantenerse animada por nosotras, pero debe ser muytriste vivir esperando una nueva crisis.

    - La medicina avanza muy deprisa. Estoy seguro de que cada

    vez se controlarn con menos riesgos ese tipo de enfermedades.Jorge la anim todo lo que pudo, y aunque la noticia de lapartida de Elena hacia Huesca le entristeci un poco, se alegrenormemente por ella.

    - Es una oportunidad excelente, Elena: un trabajoremunerado en lo que ms te gusta, en un ambiente agradable y enun lugar precioso. Qu ms se puede pedir?

    Elena le bes agradecida.- Gracias por tu apoyo, Jorge. Estoy encantada con el

    trabajo. Slo que... no me gusta dejar a mi madre en estascondiciones.

    - Ella ya estar mejor mucho antes de que te vayas yadems... me tienes a m. Yo me ocupar de ella, no te preocupes.

    Ya en el portal de su casa, Jorge prometi visitarla pronto.- En cuanto tenga un rato libre ir a verte. Te voy a echar

    mucho de menos.

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    Ambos se besaron dulcemente, con la suavidad y calidezque caracterizaban a Jorge. Era un hombre excelente, y ella letena mucho cario.

    Pese a que Elena ya conoca la magnificencia de la casafamiliar de su to, de nuevo se sinti impresionada ante la bellezadel jardn, poblado de rboles de diferentes especies y adornadocon setos de boj y bellos macizos de flores. El verde rodeaba lamagnfica casona de piedra, destacando en su slida fachada

    varios balcones rematados por impresionantes barandillas de

    hierro forjado.Cuando eran pequeas, sus padres las llevaban all algunos

    fines de semana a lo largo del verano. Durante esos das, lashermanas disfrutaban de un lujo y un espacio que las hacainventar aventuras como si estuvieran en un palacio. Se baaban,jugaban con su ta, a la que adoraban, en el frondoso jardn yhacan bonitas excursiones por la montaa. Al ir creciendo, los

    estudios y los viajes a Inglaterra impidieron esas visitas. A pesarde esas ausencias, Elena nunca olvid ese hermoso lugar,guardndolo en su memoria como uno de los recuerdos msbellos de su infancia.

    Ahora que lo tena delante, suspir ensimismada,sintindose muy afortunada por tener la oportunidad de trabajarall.

    Mateo la recibi con alegra y le mostr la biblioteca en laque trabajara. Ahora le pareca an mayor y ms espectacular delo que le haba parecido de pequea. Las estanteras de slidamadera llegaban hasta el techo, partidas por una doble planta, unaespecie de galera en la parte superior con el fin de facilitar elacceso a los libros ms altos. Una escalera de caracol permitaascender hasta esa galera.

    - Tienes ese escritorio delante del ventanal -le seal Mateo-

    , aunque quizs te manejes mejor en aquella mesa ms grande. Es

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    la que usamos mis consejeros y yo cuando nos reunimos aqu enverano.

    Elena miraba en derredor extasiada, mientras daba vueltascontemplando los artesonados de los techos.

    - No creo que existan ya bibliotecas como sta. Esmagnfica, un placer para la vista, y no te digo para elconocimiento...

    Mateo la observ con satisfaccin.- No sabes cmo me complace que te guste tanto. Me temo

    que cuando compruebes todo el trabajo que hay aqu quizs te

    decepcione-sugiri mirndola por el rabillo del ojo.

    Elena dio un respingo.- De eso nada! Todo el trabajo que tenga aqu ser

    placentero.Tras familiarizarse de nuevo con la casa y los magnficos

    jardines que la rodeaban, Elena se puso inmediatamente a trazar

    su plan de trabajo.Los primeros das se dedic a clasificar los libros por ordenalfabtico y a agruparlos por secciones. Pas muchas horastrabajando sin darse cuenta del paso del tiempo. Cada vez que elmayordomo le anunciaba que la cena estaba servida, nunca podacreer que fueran ya las nueve y media de la noche.

    - No puedes llevar ese ritmo todos los das, Elena. Debesaprovechar tambin tu estancia aqu para disfrutar de la naturalezay de algunos baos en la piscina.

    La joven mir a Mateo con candor. Ese hombre eramaravilloso, pendiente de cada uno de los miembros de su familiay atento siempre a las ms nimias necesidades. Eran el aplomo yla sencillez con la que hablaba, la tranquila exposicin de sussensatos criterios y la determinacin que transmitan sus ojos losque desvelaban ante los dems una atrayente personalidad.

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    - A pesar de las altas temperaturas, dentro de la casa se estmuy bien. De todas formas suelo baarme al medioda. Tambinaprovechar los fines de semana para pasear un poco.

    Csar, el mayordomo, los interrumpi y le acerc untelfono porttil a Mateo.

    - Es su sobrino Javier.Mateo habl durante un rato con l y luego le explic a

    Elena que Javier acababa de llegar de los Estados Unidos.- Tenemos importantes negocios con algunas compaas

    americanas y ha tenido que pasar all un ao. No creo que haya

    sido ningn sacrificio -afirm con sonrisa pcara-. A los jvenesles suele gustar ese pas. He de reconocer que el chico harespondido. Durante todo el tiempo que ha estado ausente, Javierha realizado un trabajo magnfico -admiti con orgullo. Alcomprobar la vala de sus sobrinos, los haba introducido en susempresas, sorprendindose muy pronto de la magnfica gestin delos dos jvenes. Siempre haba tenido buenas expectativas de su

    trayectoria, pero no dej de sorprenderle que los dos seinvolucraran en los negocios con tanta facilidad y eficacia.Tambin le anunci que sus sobrinos llegaran el sbado

    para pasar all el fin de semana.- Me alegro tambin por ti, Elena, as habr en la casa gente

    joven con la que puedas hablar.Elena haba visto a los sobrinos de Mateo dos o tres veces

    en su vida cuando todos eran pequeos. Despus, no habanvuelto a coincidir. Los conoca por referencias: su to hablabamucho de ellos.

    El viernes por la tarde, mientras Elena estaba antrabajando en la biblioteca, oy el sonido de un coche en elexterior y posteriormente voces en el hall: eran los Lpez-Gvora.La joven no sali de la biblioteca. Prefiri darles tiempo para quepudieran saludarse en la intimidad, sin que ninguna intrusa

    estuviera delante.

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    - Bienvenidos, chicos, es un placer veros! -exclam Mateoabrazando a sus sobrinos-. Habis tenido buen viaje?

    - Estupendo. -Jos Luis se adelant y le present a la chicaque los acompaaba-. Me parece que no conoces a Sonia. -Lajoven sonri y alarg la mano para estrechar la de Mateo.

    - Encantada.Mateo le devolvi la sonrisa y salud a la muchacha con

    simpata.- El placer es mo, joven. Espero que lo pases bien en

    nuestra casa -le dese con amabilidad-. Soy un hombre de suerte.

    De repente, este fin de semana voy a verme rodeado de dos de lasmujeres ms guapas que he conocido -indic de forma enigmtica.

    - Dos? -pregunt Javier despus de abrazar a su to.- Elena, mi sobrina, est aqu. Trabajar para m durante los

    dos meses de verano. Es una criatura encantadora; le gustar tenercompaa de gente joven.

    Javier y Jos Luis se miraron sorprendidos, preguntndose

    en qu podra trabajar una chica all.- Elena est ordenando y catalogando los libros de labiblioteca. Aunque yo creo que trabaja demasiado, ella afirmaestar encantada. Os la presentar ahora mismo -sugiri Mateoencaminndose hacia el lugar de trabajo de Elena.

    - Teniendo en cuenta todos los libros que hay, tiene trabajopara largo -reconoci Javier.

    Con una fingida mirada severa, Roberto amonest a Javierpor su larga ausencia.

    - Ya era hora de que volvieras a casa. Nos has tenidoabandonados durante demasiado tiempo.

    Javier lo abraz riendo.- Tan pronto empiezas a regaarme?- Te hemos echado de menos, muchacho -afirm

    emocionado el fiel empleado-; estamos muy contentos de que

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    hayas vuelto a casa sano y salvo. Y... esta joven tan guapa? -pregunt mirando a Sonia con una sonrisa.

    Jos Luis se la present como una amiga y Roberto le dirigiuna mirada de satisfaccin, especulando optimistamente acerca deesa "amistad".

    - Por fin... Al menos parece que uno de los dos piensa consensatez -apuntill mirando a los jvenes con sorna.

    Javier levant una mano para atajar lo que Roberto iba adecir.

    - Por favor, no empieces tan pronto; espera por lo menos a

    que descansemos del viaje -dijo con buen humor al tiempo querodeaba con su brazo los hombros de Roberto-. Un poco mstarde, prometo escuchar tus consejos.

    - Para el caso que me haces...- Pero si siempre te hemos obedecido -continu el joven

    con buen humor.- Casi siempre -le record Roberto mientras juntos dirigan

    sus pasos hacia la biblioteca, siguiendo a su to.- Nos estamos haciendo viejos, Roberto. Cada da nosmostramos ms sentimentales; si no nos espabilamos estoscachorros nos aniquilarn -afirm Mateo sonriendo.

    El grupo entr en la biblioteca y encontr a Elena subida enla escalera, intentando sujetar unos libros. A pesar de que la casase mantena limpia y cuidada durante todo el ao, los librosacumulaban mucho polvo. Elena los limpiaba primorosamente, loque aumentaba su labor y las horas dedicadas al trabajo. Tambinaumentaba su desalio, pues el polvo se expanda principalmentesobre su persona.

    Vestida muy informalmente, con bermudas y camiseta y conel pelo recogido descuidadamente con una pinza en lo alto dela

    cabeza, Javier apreci instantneamente la bonita figura de la

    joven. - Necesitas ayuda, Elena? -le pregunt Mateo.

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    - No, gracias -contest ella ms bien automticamente,concentrada en la tarea de elegir cuidadosamente los ejemplaresque necesitaba en esos momentos.

    - Si puedes interrumpir un momento tu trabajo me gustarapresentarte a mis sobrinos.

    Elena se volvi, les dirigi una clida sonrisa y descendi dela escalera. Antes de aproximarse a ellos cogi un trapo e intentquitarse el polvo de las manos. Javier la observ detenidamentemientras ella se acercaba, sorprendindose de que ni la sencilla

    vestimenta ni su aspecto descuidado debido a las manchas de

    polvo disminuyeran lo ms mnimo el atractivo de esa mujer.- Elena, estos son mis sobrinos: Javier y Jos Luis Lpez-

    Gvora. Esta joven es una amiga de ellos y se llama Sonia.Los dos hombres tomaron la mano que ella les tenda y la

    miraron admirados. Ninguno de ellos haba esperado encontraruna mujer tan guapa encerrada en la biblioteca de su to.

    Los bellos ojos de Elena se movieron risueos, acogiendo

    con simpata a los tres jvenes. Los dos hermanos le parecieronmuy distintos. Jos Luis era muy parecido a Mateo, incluso en elcolor castao de sus ojos y su sonrisa afable; en cambio Javier erams alto, muy atractivo, moreno y con unos cautivadores ojosgrises, quizs el tpico guaperas arrogante y superficial de Madrid,pens Elena, divertida.

    - Encantada de conoceros.- En realidad ya os conocais -observ Mateo-, pero erais

    pequeos y no creo que os acordis.Se acordaban slo vagamente. Durante la cena se pusieron

    al da de sus actividades y Elena se sinti agradecida al contartambin con la compaa de Sonia, una joven agradable con laque simpatiz inmediatamente.

    Javier rea de las ocurrencias de su to y contestaba a laspreguntas que Elena le haca sobre Estados Unidos.

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    - Despus de ver tantas pelculas americanas, uno tiene lasensacin de conocer ese pas, pero la realidad debe ser muydistinta. Me gustara visitar Nueva York -expuso Elena consencillez.

    - Es una ciudad de contrastes -contest Javier-: maravillosay miserable. La mayor opulencia, los mejores negocios y el mejor

    Arte se dan cita all, pero tambin se encuentran las miserias msdepravadas. Sin duda atrae al visitante por su espectacularidad ysu variedad.

    Elena asinti.

    - Eso suele ocurrir en todas las grandes ciudades. Es tristeque no se puedan erradicar esas terribles lacras.

    - An as, Nueva York es nica -continu Javier-. Es unplacer recorrer sus calles, sus tiendas, asistir a las obras de teatro y

    visitar las galeras de arte. Creo que merece la pena conocer todoeso.

    Jos Luis se interes por el trabajo de Elena y la

    conversacin gir hacia el plano profesional. Ella saba que Javierera ingeniero industrial y Jos Luis, qumico. Los dos trabajabanen las empresas Lpez-Gvora aunque en secciones diferentes.Sonia era informtica y trabajaba en una de las empresas. All sehaban conocido Jos Luis y ella.

    Antes de irse a dormir quedaron en desayunar temprano.Iran de excursin a Ordesa, donde recorreran una de las rutas demontaa. A todos les agradaban las largas caminatas y a pesar deque Elena estaba desentrenada ltimamente, no le achantaba elreto. La montaa le entusiasmaba, especialmente su silencio, suolor y su magia.

    Mateo, Roberto, Javier y Elena compartieron el mismocoche, dejando que la pareja formada por Jos Luis y Soniadisfrutaran del viaje a solas.

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    Los senderos, bordeados de bosques de abetos, hayas yavellanos los llevaron a travs de altas montaas, bellos valles y

    verdes praderas. Si bien el grupo conoca muy bien el Pirineo,siempre era un placer volver a adentrarse en el embrujo delesplendor pirenaico, disfrutando de la naturaleza en su estado mspuro y relajndose con la msica de fondo que emitan losanimales que poblaban esos contornos.

    Apoyado en un bastn que siempre le gustaba llevar cuandocaminaba por la montaa, Mateo charlaba con Roberto acerca delas especies de rboles alineados a lo largo del camino. El grupo

    de jvenes iba detrs comentando la belleza del lugar yexplicndole especialmente a Sonia, que era la primera vez que

    visitaba los Pirineos, las caractersticas de la ruta por la que ibancaminando.

    - Nunca me imagin que el interior de estas montaas fueratan precioso. Tanta belleza llega a ser sobrecogedora -coment lajoven sin dejar de mirar a todos lados.

    Javier mir a Elena, que en esos momentos se habadetenido para contemplar ms de cerca una planta de boj.Suavemente pas los dedos por las hojas, acercndose un pocoms para examinar sus pequeas flores blanquecinas.

    - Siendo de aqu, supongo que t s conocas estos senderos-dijo Javier dirigindose a Elena.

    Ella se incorpor y se coloc a su lado para continuarandando.

    - S, cuando ramos pequeas e incluso adolescentes,vinimos muchas veces con mis padres y mis tos. Mi hermana y yonos escondamos entre los rboles y mi padre y Mateo jugaban aencontrarnos. A todos nos encantaban estas excursiones.

    - Son relajantes.- Desde luego; visitar estas montaas y respirar su aire puro

    nos ayuda a los que vivimos en las ciudades a desintoxicarnos de

    la polucin y el ruido.

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    Javier la escudri con curiosidad.- Y no te resultar aburrido pasarte todo el verano en esa

    biblioteca?Elena ri.- En absoluto. Es mi primer trabajo y estoy muy ilusionada y

    decidida a realizarlo bien. Mateo ha sido muy bueno al brindarmeesta oportunidad. Por nada del mundo la desaprovechara.

    Javier la mir con curiosidad. Afortunadamente, l no habatenido el problema de miles de jvenes espaoles a los que no lesresultaba fcil encontrar un trabajo. Desde que termin el

    bachillerato, su objetivo al estudiar la carrera fue trabajar en losnegocios de la familia. La parte de su padre la haban heredado suhermano y l, y ahora compartan con Mateo la direccin de losnegocios.

    Tras comer en un albergue, el grupo volvi por otra rutadistinta, admirando nuevos paisajes y disfrutando del frescor delos bosques. El da haba sido esplndido, realmente satisfactorio

    para todos.Estaban exhaustos cuando regresaron a casa. Arrastrandolos pies, Elena se dirigi a su dormitorio y se prepar un bao.Pens en el magnfico da que haban pasado y en lo que habadisfrutado Sonia conociendo las maravillas de los Pirineos.

    Tambin pens en Jorge. Hablaban mucho por telfono y habaido a verla dos veces. Pronto cogera unos das de vacaciones paraluego trabajar intensamente durante todo el mes de agosto. Jorgeera un hombre excelente. La quera y se preocupaba por su madre.Gracias a l, Rosa estaba perfectamente atendida.

    Afortunadamente, haba mejorado mucho y ahora haca de nuevouna vida normal.

    A lo largo del da todos se haban ido conociendo mejor, yen el transcurso de la cena los jvenes bromearon unos con otros,abandonando las formalidades y la rigidez de la noche anterior.

    Mateo los mir complacido. Slo faltaba Jorge, el novio de Elena,

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    un joven que le haba cado muy bien cuando lo conoci dasatrs.

    Javier an no haba hallado el amor; no obstante, Mateotena esperanzas de que pronto encontrara tambin una buenachica. Sera el complemento ideal para un hombre de gran vala. Apesar de que los quera como si fueran hijos suyos, siempre habatratado de ser objetivo respecto a sus sobrinos. Los considerabahombres inteligentes y trabajadores, dignos de una buena mujer.El problema sera dar con las ms adecuadas.

    Tan pronto Csar termin de servir el caf, Jos Luis sugiri

    acercarse a la ciudad para tomar una copa.Javier no lo haba pensado, pero la idea le pareci excelente.

    Sin conocer la razn, le apeteca hablar con Elena a solas. Esedeseo le result extrao. Apenas se conocan y l... normalmente,era un poco escptico con las mujeres. Haba tenido algunosligues y muchas de las mujeres que conoca lo perseguandescaradamente; no obstante, nunca se haba enamorado. Decidi

    que siempre era agradable conversar con una mujer guapa ysimptica.- Me gustara mucho, pero estoy rendida. Prefiero irme a la

    cama ahora mismo -respondi Elena levantndose para retirarse.La decepcin se reflej en los ojos de Javier. Haba perdido

    una oportunidad de conocer mejor a una mujer que, en principio,le caa bien. Javier Lpez-Gvora no era de los que se daban por

    vencido fcilmente. Buscara otra ocasin.

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    l da siguiente, despus de desayunar, Elena ySonia se dirigieron a la pista de tenis para hacerun poco de ejercicio. Javier se sorprendi alencontrar el comedor vaco.

    - Todava estn todos acostados? -le pregunt a Csarmientras le serva el desayuno. La maana era esplndida, radiantede sol. Ya se notaba el calor que amenazaba con sofocar el

    ambiente durante todo el da.- El nico que no ha bajado es Jos Luis. Don Mateo est

    trabajando en el despacho y las seoritas estn jugando al tenis.Vaya! Tambin haca deporte.Nada ms terminar el caf se levant de la mesa con la idea

    de dirigirse hacia la pista, pero la llamada de su to interrumpi susplanes. Mateo tena varios asuntos que tratar con Javier y quera

    solventarlos antes de que salieran hacia Madrid.- Juegas muy bien, Sonia. Practicas mucho? -Cansadas y

    con la toalla al cuello, las dos jvenes volvieron a entrar en lacasa.

    - Una vez a la semana, y si dispongo de tiempo, dos. Voy ajugar a casa de una amiga y de paso merendamos juntas ycharlamos... o sea, que lo que adelgazo con el ejercicio lo

    engordo con la merendola -respondi entre risas.

    A

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    - Por pasar la tarde con una amiga merecen la pena todoslos excesos.

    Las dos se echaron a rer.- Te apetece darte un chapuzn en la piscina? -sugiri

    Elena.- Estupendo. Nos vemos all dentro de un rato.Mateo y su sobrino casi haban terminado de revisar los

    documentos que Javier haba llevado. Todo estaba en orden.Javier trabajaba muy bien; era un hombre de negocios inteligente,cauto y meticuloso. Aunque Mateo confiaba en l por completo, le

    gustaba que el joven le comentara cada uno de los asuntos msimportantes de una transaccin.

    - Veo que nuestra oferta para quedarnos con la construccinde la autopista en Sudamrica es buena; tenemos competidoresfuertes?

    - Excepto la constructora americana que sealo ah en elinforme, ninguna puede ofertar a la baja. No tienen capacidad

    tcnica ni financiera.Mateo estudi detenidamente la hoja que tena delante.- Entonces no creo que tengamos problemas en quedarnos

    con la obra. Es bien conocido por todos que nuestras fechas determinacin son rigurosas, mientras que la de los americanos nosiempre son fiables.

    - S, contamos con muchas posibilidades. A finales del mesque viene tenemos otra reunin con los ministros de transporte delos pases por los que pasar la autopista.

    Mateo se ech atrs en el silln y mir a su sobrino conorgullo.

    - Siento que tengas que viajar tanto, Javier. S porexperiencia que a veces se hace pesado. -Su mujer le habaacompaado en muchos viajes de negocios. Desde que ella habamuerto, salir de casa se le haca cada vez ms insoportable. La

    ayuda de su sobrino era una bendicin para l. De no ser por

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    Javier, muchos buenos negocios se habran perdido, pues l no seencontraba con nimos para viajar.

    - No me importa: me gusta. Aparte de mi familia nada meata aqu.

    Mateo suspir con desaliento. Era un sentimental y unromntico a la vieja usanza. Deseaba que sus sobrinos seenamoraran y fueran felices. l haba conocido el amor y habadisfrutado con su mujer de la felicidad ms absoluta, hasta que...negndose a ponerse triste, descart bruscamente lospensamientos que lo llevaban siempre al mismo desgarrador

    remordimiento. Esa tortura no haba aliviado su alma durante losaos que se haba aislado en su propia angustia y desesperacin.Con voluntad y la ayuda de la familia haba superado esa crisis.Por nada del mundo deseaba volver a ella. Ahora su vida secentraba en los negocios a travs de sus sobrinos, que a la vezrepresentaban una fuente de alegra para su golpeado corazn.Ellos le daban alegra y vitalidad, ahuyentando sus macabros

    fantasmas.De un brinco se levant del silln, sobresaltando a Javier.- Bueno, ya est bien de trabajar! Hoy es domingo y quiero

    que disfrutes de las horas que te quedan aqu. Anda, ve en buscade los otros y divertos.

    El agua fresca relaj a Elena. Nad y se zambull conplacer, encontrndose cara a cara con Javier una de las veces quesubi a la superficie.

    - Pareces un pez -le dijo l sonriendo.Elena tambin sonri.- Tena tanto calor que slo sumergindome he podido

    refrescarme por completo.- Qu tal se os dio el partido de tenis?

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    - Muy bien; sobre todo a Sonia. Est en plena forma -sealdirigiendo su mirada hacia la joven madrilea-. T tambinjuegas al tenis?

    Ambos iniciaron un largo de la piscina mientras hablaban.- Jugu hace tiempo. Ahora practico el baloncesto con unos

    amigos y, cuando tengo tiempo, el golf.- Segn he odo es bastante difcil conseguir dominar ese

    deporte.- Lo es, pero hago lo que puedo. Me gusta el reto que

    supone conseguir una buena tcnica y acertar en el tiro. Adems,

    me gusta respirar el aire puro del campo y pasear mientras charlocon mis amigos.

    - El entorno del golf es muy atractivo. Esos campos tanverdes y cuidados...

    Una llamada de Jos Luis interrumpi su conversacin.- Si no sals pronto, las bebidas se calentarn -dijo

    sealando la bandeja que Csar acababa de depositar sobre una

    mesa resguardada del sol bajo una amplia sombrilla.Elena y Javier salieron de la piscina y se unieron a Jos Luisy Sonia mientras se secaban con las toallas.

    - Humm... qu bien se est aqu! -exclam Javier estirandolas piernas indolentemente mientras saboreaba la fresca limonada-. Esta paz y este entorno apaciguan el nimo de cualquiera.

    - Es un sitio maravilloso -coincidi Elena-. Ni en sueoshubiera pensado en un lugar mejor para pasar el verano.

    - Y no te gustara disfrutar tambin de unos das en laplaya? -le pregunt Sonia.

    - Tambin me gusta ir a la playa, pero te aseguro que desdeque estoy aqu no la he echado de menos.

    Jos Luis volvi a llenar los vasos de todos.- Podras animarte a venirte con nosotros a Menorca. Sonia

    y yo nos reuniremos all con un grupo de amigos.

    Elena mir risuea a Jos Luis.

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    - Fui en una ocasin y me gust mucho, pero este verano nocambiara esto por nada; me encuentro agustsimo. Gracias detodas formas.

    - Si lo dices por to Mateo estoy seguro de que no leimportar que te ausentes unos das -insisti Jos Luis.

    Elena agit una mano para descartar esa idea.- No es por eso, es simplemente que no quiero moverme de

    aqu. Tengo un trabajo que realizar, un trabajo que me encanta yuna maravillosa casa con un entorno nico para disfrutar, qums se puede pedir?

    La mirada de Javier se pos valorativamente sobre Elena. Alparecer era una mujer de criterios firmes y eso le gustaba.

    - Elena tiene razn -coincidi Sonia cerrando los ojos yexponiendo la cara al sol-, en estos momentos no se me ocurreningn otro lugar donde se pueda estar mejor que aqu.

    Tras el aperitivo, la comida se sirvi en un bonito porche,desde el que se contemplaba la piscina y parte del esplndido

    jardn. Mateo los acompa, alegrndoles la comida con su buenhumor y sus divertidas ancdotas. El tiempo pas muy deprisa. Seacercaba la hora de partir y Javier se asombr de no desearmarcharse tan pronto. Inexplicablemente, una sensacin denostalgia lo envolvi, como si por primera vez un poderososentimiento lo perturbara hasta el extremo de desconcertarlo. Eraabsurdo y una verdadera estupidez sentirse atrado por una mujera la que apenas conoca. l no crea en los flechazos, le parecanbobadas de adolescentes; sin embargo, no le apeteca alejarse deall, y esa era la pura verdad.

    - Y bien, chicos; dnde pensis pasar este ao lasvacaciones?-les pregunt Mateo mientras l y Elena los acompaaban hasta lasalida.

    - Sonia y yo iremos a Menorca. Unos amigos tienen all una

    casa y nos han invitado a pasar unos das.

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    Javier an reflexionaba cuando su to se dirigi a l.- Y t, Javier?, volver a verte por aqu?- Creo que volver pronto. Lo he pasado muy bien -contest

    impulsivamente dirigiendo de forma instintiva sus ojos haciaElena.

    Su to le dio unas palmadas en el hombro.- Estupendo! El fin de semana que viene llegan la madre y

    la hermana de Elena, y t vendrs otro. Me gusta que Elena cuentecon ms compaa que la ma y la de mis empleados.

    La joven hizo un gesto de impaciencia.

    - No tienes por qu preocuparte, Mateo. Estoy encantadacon mi trabajo aqu y en ningn momento me he sentido sola. Porfavor, no pienses que me aburro o algo semejante.

    Mateo le pas cariosamente el brazo por los hombros.- Ya lo s, cielo, pero no es slo por ti. La verdad es que a

    m me encantan tambin las visitas de familiares y amigos.Javier haba pensado volver el fin de semana siguiente para

    demostrarse a s mismo que esa mujer le era completamenteindiferente. Pero qu tontera...! Por Dios, l era un hombrehecho y derecho! Las mujeres le importaban slo... en su justamedida. Todas sus cavilaciones eran absurdas, no tenan sentido.Sin duda se encontraba en baja forma; las neuronas debanhabrsele debilitado con el calor... Descartando esospensamientos estuvo seguro de que en cuanto llegara a Madrid seolvidara de todos esos desvaros.

    Su madre les dio la ms clida bienvenida. A pesar de seruna mujer de mltiples actividades, se senta sola cuando sus hijosno estaban con ella. Desde la muerte de su marido ellos colmabanel vaco que haba dejado su ausencia. Aun aceptando que tarde otemprano se iran para formar su propio hogar, se alegraba detenerlos an en casa. Desde la muerte de su amado esposo se

    haba propuesto no ser una madre absorbente y egosta, por ese

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    motivo se haba buscado tareas que la mantuvieran entretenida.Deseaba para sus hijos la misma felicidad que ella haba tenido.Ese era su mayor anhelo, que disfrutaran de la vida y... a serposible del amor verdadero de una mujer que les diera paz ydicha.

    - Qu tal lo habis pasado?, cmo est Mateo?- Estupendamente: contento y en plena forma. Ya sabes

    cmo disfruta en su tierra -contest Javier besando a su madre.Ins asinti reflexiva, recordando tiempos felices, cuando se

    reunan todos en Huesca y disfrutaban del tranquilo verano de las

    montaas.- Aquel es un lugar precioso. A vuestro padre tambin le

    gustaba mucho.- Parece que esa casa atrae a toda la familia -coment Jos

    Luis enigmticamente.- Lo dices por vosotros?Ins haba pasado momentos maravillosos en Huesca, pero

    tena que reconocer que sus hijos parecan tenerle poco apego;apenas iban y si lo hacan era solamente para solucionar asuntosde negocios con Mateo.

    - No, lo digo por Elena, la sobrina de Mateo.Ins sonri, recordando a la hija de Rosa, la bonita

    muchacha a la que no vea desde haca mucho tiempo.- La habis conocido? -pregunt sorprendida-. No saba

    que pasara en Huesca los veranos.- Trabaja en la biblioteca de to Mateo; digamos que la est

    ordenando. Al parecer su carrera est relacionada con esasactividades.

    Mientras se dirigan al jardn para cenar en el porche, Insrecord la informacin que Mateo le haba dado acerca de lajoven.

    - S, por lo visto ha estudiado Literatura y...

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    - Ha hecho tambin cursos de documentacin... -terminJavier sin darse cuenta de su pronta intervencin. Para su propiaperplejidad el tema le interesaba y l se revel contra ello-.Bueno... y por aqu... ha habido alguna novedad durante los tresdas que hemos estado ausentes?

    - Nada aparte del calor y de mis actividades cotidianas.Bueno, s ha habido algunas llamadas para ti -afirm mirando a

    Javier-, de amigos y... amigas -aadi con una mueca decomplicidad-, especialmente de Luca Pinar.

    Javier suspir sin mucho inters. Por el contrario, este

    nuevo tema no captaba para nada su atencin.- Quera algo en especial?Su madre lo mir con desaliento. Le fastidiaba que una

    mujer con tantas cualidades como Luca no hubiera sido capaz deconmover el corazn de su hijo. Conoca a esa muchacha y legustaba porque, aparte de ser bastante completa, quera a su hijo.Era una pena que l no sintiera lo mismo.

    - No me dijo nada en concreto. Slo me pregunt si iramosa Marbella este ao. No le pude informar con seguridad puestoque todava no s qu vamos a hacer.

    Javier pareci satisfecho con la respuesta de su madre.- Quizs t ya tengas planeado...- No -se apresur a negar Javier-. Por el momento tengo

    mucho trabajo y permanecer aqu. Ms adelante ya ver.Ins mir a su hijo y decidi sacar el tema a colacin.- Luca es encantadora y te tiene mucho cario. Teniendo en

    cuenta que es una amiga, quizs deberas acompaarla...Javier mir a su madre con expresin suspicaz.- Es una amiga, mam, como bien sabes, nada ms. Si me

    reno con ella ser tambin en compaa de otros amigos. Detodas formas, como te he dicho, por el momento no tengo nadadecidido.

    Ins lo mir resignada.

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    - Ya lo s, hijo. No creas que pretendo meterme en tu vida yen tus sentimientos; lo nico que quiero es que seis felices, queencontris el verdadero amor.

    Una sonrisa cnica curv la atractiva boca de Javier.- S que existe porque t y pap disfrutasteis de ese

    sentimiento, pero eso no quiere decir que llegue al corazn detodos los mortales. Quizs en estos tiempos sea ms difcilidentificarlo-continu reflexivamente- Vivimos en una poca bastantematerialista y precipitada, sin tiempo para analizar nuestros

    propios sentimientos.Jos Luis no estaba de acuerdo con los argumentos de su

    hermano. l s crea en el amor y de hecho empezaba a sentirlopor Sonia.

    - Hombre!, tampoco hay que ser tan drstico.- No intento ser categrico -se defendi l-, simplemente

    constato lo que creo.

    Ins mir a sus dos hijos con orgullo. Los dos eran buenos yhonestos y lo nico que quera era que fueran felices.- Todos tenemos corazn, Javier -insisti su madre

    acaricindole la mano- y el corazn necesita calidez y ternura.Tarde o temprano todos llegamos a sentir esa necesidad. Notengo la menor duda de que lo sabrs enseguida, en cuanto tucorazn sienta una opresin perturbadora y a la vez relajada, quete mueva a seguir la luz que irradia una determinada persona. Yodira que la descripcin de ese sublime sentimiento es muy difcil,pero su calor nos abrasa irremediablemente.

    La mente de Javier se sublev contra todas esas teorasblandengues que nada tenan que ver con l. Sin embargo, suspensamientos se vieron involuntariamente inundados de lasimgenes de una mujer que l ni siquiera quiso considerar. Elena

    Villareal haba aparecido de pronto en su mente y l, furioso, hizo

    un brusco ademn para descartarla.

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    - Veo que ests hoy muy romntica mam -le dijo sonriendopara desviar sus propios temores-, y que conste que me gusta queconserves con la misma ilusin tus ideales y tus recuerdos.

    Nunca los olvidara ni dejara de sentirlos, pens Insemocionada.

    Javier se dedic de lleno al trabajo. Todas las maanasapareca temprano en la oficina y despus de despachar con susecretaria se dedicaba a realizar y a contestar las llamadas msurgentes. Hablaba con Mateo todos los das, informndole de los

    asuntos del da y pidindole su opinin acerca de los negocios queconsideraba ms arriesgados. Preguntaba por todos en general,anulando su deseo de saber algo ms de Elena. Mateo lanombraba algunas veces de forma espontnea, pero l siempre sequedaba con las ganas de conocer mucho ms acerca de ella. Apesar de que descartaba ese deseo intentando borrarlainstantneamente de su mente, para su decepcin raramente lo

    consegua.Contest a las llamadas de Luca Pinar, siendo clidamenteacogido por ella. Salieron una vez y otra coincidieron en una cenade amigos comunes. Luca estuvo a su lado en todo momento; esadedicacin le halag, pero ni siquiera la seguridad de saber queella segua interesada en l logr modificar su anhelo de deseartener a otra mujer a su lado. Era para volverse loco!

    Por las noches, despus de cenar, cuando se sentaba en unade las tumbonas del jardn, contemplaba ensimismado el brillo delos faroles en el agua de la piscina, recordando otra piscina en laque haba disfrutado como quizs no lo haba hecho nunca. Trasregodearse en esas imgenes, Javier erradicaba bruscamente todoslos pensamientos que estuvieran relacionados con Elena. Nopoda ser!, era una tontera considerar siquiera la cuestin.

    En vista de que su propia mente haba decidido ponerse en

    contra de l, se propuso llenar cada hora del da hasta caer

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    ara su desazn, Javier no la olvid. Le desquiciabasu obsesin, esa especie de capricho infantil queno era comprensible a su edad. Apenas conoca ala mujer que invada sus pensamientos en el

    momento menos pensado. No saba nada de ella. Las nicasreferencias que tena de Elena eran las que su to esbozabarecordando su infancia y juventud. l era un hombre con relativaexperiencia, haba viajado mucho y haba conocido a muchasmujeres, sin que ninguna de ellas se hubiera instalado en suspensamientos ms tiempo de lo que haban durado sus cortasrelaciones. Quizs con Elena llegara a pasar lo mismo, eso sera lo

    ms probable, pero por el momento... deseaba volver a verlacuanto antes.

    A pesar de su oposicin y tras meditarlo mucho, decidivolver a Huesca para terminar de una vez por todas con laobsesin que le provocaba esa mujer. En cuanto la viera denuevo, esa especie de capricho infantil se desmoronara por supropio peso. Ese espejismo de las vacaciones, su belleza, el

    P

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    pacfico entorno... se desvaneceran como por arte de magia. Larealidad no poda ser as, estaba fuera de toda lgica.

    A pesar de todos sus sensatos razonamientos, no pudoevitar sentir un jbilo especial cuando, transcurridas tres semanasdesde que haba estado en Huesca, el viernes dej su despachotemprano, tras coger la documentacin que necesitaba ensearle aMateo, y se dirigi directamente al aeropuerto para coger el primeravin que sala para Zaragoza.

    "De todas formas tengo que ir. Hay asuntos importantes querequieren la opinin de Mateo" -intentaba justificarse, olvidando a

    propsito que el telfono, el fax y el correo electrnico estabanpara algo.

    Para Elena, en cambio, el tiempo pasaba velozmente. Habaadelantado bastante su tarea: una cuarta parte de la bibliotecaestaba ya ordenada y catalogada, aunque todava le quedabamucho trabajo por delante. Haba disfrutado enormemente con sumadre y su hermana. Mateo haba sido un anfitrin excelente,

    ensendoles de nuevo los lugares ms bonitos de los alrededoresy ofrecindoles lo mejor de su casa. Rosa estaba muy bien y sehaba ido encantada de haber visto a su hija tan contenta.

    La llegada de Javier volvi a alterar su horario. Si bien Elenano haba contado con tener los fines de semana tan ajetreados,desde luego no poda ser descorts con el sobrino de Mateo.

    Javier Lpez-Gvora era un hombre guapo y agradable. Le caabien y no le importaba acompaarle. El problema era que ella sehaba hecho un mtodo de trabajo y tena los das contados.

    Jorge haba ido a verla entre semana y ahora estaba pasandounos das con su familia en la playa antes de incorporarse alintenso trabajo de agosto.

    Javier entr expectante en el amplio vestbulo de la casona.Su to y Roberto salieron enseguida a recibirle, no as Elena.

    - Casi no me creo que ests aqu de nuevo -deca Mateo

    mientras se acercaba a l con los brazos abiertos.

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    - Seguro que trae asuntos urgentes en su portafolio, si noeste ingrato no hubiera venido a vernos tan pronto... -se quejRoberto-. Los veranos siempre prefiere pasarlos con sus amigosy... amigas-aadi con retintn- en esas playas infestadas de gente.

    Javier lo mir con paciencia y lo abraz con el mismo carioque a su to.

    - Un quejica, eso es lo que eres -le reproch Javier riendo-.Anda, cuntame qu novedades hay por aqu.

    Roberto levant una ceja con perplejidad.

    - Novedades? Sers t el que nos traiga noticias. Aqusolamente disfrutamos de una encantadora y plcida monotona.

    Javier se ech a rer.- Roberto, t siempre tan grfico...- Bueno, dejaros de chchara y vayamos al porche -los

    interrumpi Mateo mientras coga a su sobrino por el brazo yabandonaban el vestbulo.

    Javier mir en derredor, sin que ninguna pista le indicara elparadero de Elena.- Estis solos?- Solos?, no. Csar debe estar poniendo la mesa y Elena se

    estaba dando un chapuzn en la piscina antes de comer.Nada ms atravesar las cristaleras del saln y adentrarse en

    al porche, los ojos de Javier se deslizaron con rapidez por lapiscina, dando inmediatamente con su objetivo. Su corazn seagit al instante, sufriendo una autntica convulsin en elmomento en el que la joven se levant impulsivamente de latumbona en la que tomaba el sol para atender a la llamada deMateo. En biquini y con la melena mojada cayndole por laespalda, estaba espectacular. Sin poder dejar de mirarla fijamente,momentneamente Javier se qued sin habla, fijando nicamentela imagen de Elena en su retina y escuchando los latidos de su

    propio corazn.

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    Elena los mir sorprendida, no esperaba que llegara nadietan inesperadamente. Con ademn apresurado cogi el pareo quetena apoyado en el respaldo de la tumbona y se envolvi en lmientras se acercaba hacia los tres hombres.

    - Mira quin ha venido, Elena -exclam Mateo abriendo unacerveza y vertindola a continuacin en una jarrita.

    - Qu sorpresa! Bienvenido, Javier.- Gracias -contest l todava un poco aturdido. Cuando

    Elena lleg hasta l, Javier se inclin y le dio dos besos.- Si te apetece, tienes tiempo de darte un bao antes de

    comer-le sugiri Mateo ofrecindole la cerveza.

    - El agua est estupenda -dijo Elena mientras coga el vasoque le ofreca Roberto.

    - S, con este calor me apetece refrescarme. Subir aponerme el baador.

    Ms tarde y tras haber hecho unos largos en la piscina que le

    haban despejado bastante la cabeza, Javier, Elena, Roberto yMateo coman agradablemente bajo la acogedora sombra delporche.

    - Tienes que convencer a tu madre para que pase unos dasaqu con nosotros -le pidi Roberto a Javier.

    Mateo hizo un movimiento negativo con la cabeza.- Est tan ocupada con sus actividades y con tantos

    compromisos que atender que nunca tiene tiempo para venir -coment divertido. l se lo haba pedido muchas veces a sucuada, comprendiendo tambin que ella prefiriera pasarlo biencon sus amigas en los lugares de moda.

    - Quizs este ao acceda -respondi Javier-. Todava no hahecho planes para agosto.

    - Y t la acompaars como otros aos?- No lo s todava. Este ao parece que todos andamos

    retrasados en nuestros planes.

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    Despus de comer, Mateo y Roberto se retiraron a dormir lasiesta. Javier haba tenido esperanzas de que Elena se quedara conl charlando en el porche, pero para su desilusin tambin seretir aduciendo que tena mucho trabajo.

    No volvi a verla hasta la hora de cenar y una vez msrechaz su ofrecimiento de salir con l a tomar una copa.

    Esa mujer pareca bastante esquiva. Decidi recurrir a laayuda de su to para tener la oportunidad de disfrutar de Elena asolas. Vea que se le pasaba el tiempo y no lograba estar con ella.

    - Has estado alguna vez en un campo de golf, Elena? -le

    pregunt Javier mientras desayunaban todos en el jardn.- No. Los he visto de lejos, pero nunca he entrado en

    ninguno.- Entonces te llevar a uno muy bonito que hay cerca de

    aqu-dio por hecho. Era una tctica que quizs con Elena diera mejorresultado que la mera peticin.

    Elena lo mir cohibida, sintindose un poco apurada detener que rechazar cada una de sus proposiciones. No es que ledisgustara acompaarlo, pero se haba hecho un plan de trabajo ysi segua perdiendo los fines de semana, nunca terminara. Jorgequizs volviera el sbado siguiente, y en ese caso tampoco podratrabajar.

    - Me encantara, pero...- Elena, por favor, ya est bien de trabajo! -protest su to-.

    Una cosa es que me ayudes con la biblioteca, y otra es que teencierres en ella durante todo el verano.

    - Mateo tiene razn, Elena -intervino Roberto-. Te har biensalir con Javier y airearte un poco. Ya vers como te alegras.

    Javier la mir con aparente inocencia, agradeciendointernamente el apoyo de su to y de Roberto.

    Lo pasaron muy bien. Recorrieron las instalaciones, el

    campo mientras Javier le mostraba los pasos hasta llegar al

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    "green", observaron a los jugadores y finalmente, en la zona deprcticas, Javier trat de ensearle el "swing" para iniciar ellanzamiento de la bola. Se rieron mucho con la inexperiencia de lajoven. Elena fue incapaz, la mayor parte de las veces, de golpearni siquiera la bola. Definitivamente, como le ocurra a todos losprincipiantes, necesitara dar clases si quera algn da practicar elgolf.

    - Parece que mis habilidades en este deporte son nulas -coment riendo mientras abandonaban el campo de golf-. Yahaba odo que era difcil dominarlo. Acabo de comprobar que

    an es ms duro de lo que parece.- Vamos, no seas derrotista -le dijo Javier-; nadie domina un

    deporte el primer da. Son precisas muchas horas de prctica paraconseguir jugar bien. A pesar de todo es difcil que salga unpartido perfecto; siempre se falla en algo.

    El sbado, Javier tampoco logr que Elena saliera con l porla noche. Lo haban pasado muy bien juntos. Con todo, ella

    consider que la amistad entre ellos tena un lmite. El joven loacept con resignacin. Por mucho que le apeteciera estar conElena, saba que no vena a cuento agobiarla.

    Javier volvi a Madrid convencido de que Elena Villareal legustaba mucho, a pesar de los prejuicios que lo haban atosigadoantes de volver a verla. Aun siendo consciente de que se habantratado muy poco y de que no tena por qu salir nada serio de esabreve amistad, su nimo haba cambiado desde que la conoca. Sesenta distinto, como si tuviera un nuevo aliciente que superar.

    Javier se consideraba un hombre prctico y juicioso; no pensabahacerse ilusiones acerca de algo que seguramente durara muypoco, al menos eso es lo que le haba pasado las otras veces quehaba salido con mujeres. Antes de que la relacin tomara un carizserio, en esas ocasiones, l ya se haba desilusionado y habaretrocedido. Quizs ahora le sucediera lo mismo, por eso decidi

    que no vala la pena darle muchas vueltas al asunto.

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    Para su perplejidad, su mente se encontraba en completodesacuerdo con sus resoluciones. La imagen de Elena apenas seapartaba un momento de sus pensamientos; era incluso peor queantes. Esa obsesin le desquiciaba y le desconcentraba: erademencial!

    Cuando a la semana siguiente sus pasos lo volvieron a llevardirectamente al aeropuerto nada ms abandonar la oficina, nopoda creer su estupidez: es que acaso haba sido embrujado poraquellos ojos verde mar? Qu tontera!, en cuanto estuviera conella de nuevo el hechizo desaparecera. Elena era una mujer ms

    de las que l haba conocido; sta no tena por qu ser unarelacin distinta.

    Al igual que la vez anterior, slo pudo disfrutar algunos ratoscon ella. Fueron suficientes para cerciorarse de lo que su corazny su mente ya le haban venido anunciando anticipadamente.

    Como por inercia, el viernes siguiente repiti la mismaoperacin, sin plantearse siquiera otra actividad que pudiera

    complacerle ms que encontrarse en Huesca con Elena Villareal.Aunque era muy consciente de que ella solamente le dedicaraalgunas horas de su tiempo, le mereca la pena disfrutar de sucompaa y contemplar sus bellos ojos y su radiante sonrisa.

    Si las visitas anteriores los haban sorprendido, sta, tanseguida, hizo sospechar a Mateo y a Roberto. Ambos hombres sededicaron una mirada cmplice al verle entrar en el vestbuloesbozando una amplia sonrisa, como si los dos amigos hubierancomprendido al instante lo que estaba ocurriendo.

    A pesar de haber notado las clidas miradas que Javier lededicaba a Elena y su insistencia en estar con ella, Mateo habadescartado que se tratara de un inters serio por ella, no queriendodarle ninguna importancia. Ahora empezaba a preocuparse.Quera a su sobrino como a un hijo y no deseaba que sufriera.

    Elena era una mujer guapa y maravillosa, muy capaz de cautivar a

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    cualquier hombre, pero estaba comprometida con un buenhombre, al que ella pareca querer. Meterse entre ellos e intentarsepararlos no le pareca moralmente correcto. Javier tena quesaberlo, estar al tanto de lo que ocurra; deba convencerle de quese apartara del peligro.

    El sbado, despus de desayunar, aprovechando que Elenaestaba trabajando en la biblioteca, Mateo llam a su sobrino a sudespacho.

    - He trado algunos papeles que tienes que firmar -dijo Javiersacando unos documentos del portafolio.

    Mateo los cogi automticamente y los dej sobre la mesasin mirarlos. Sus ojos seguan fijos en su sobrino.

    - Gracias, Javier, pero no es de negocios de lo que quierohablarte.

    Ante el gesto interrogativo del joven, Mateo continu.- Estoy equivocado al pensar que te sientes atrado por

    Elena?

    Ms directo imposible. Javier cavil durante unos segundosmientras miraba a su to con expresin meditativa.- Tanto se me nota?- Bastante -contest Mateo serio-. Desde que tu hermano y

    t entrasteis en la adolescencia, slo habis aparecido por aqudos fines de semana durante los veranos: uno en julio y otro enseptiembre. Sin embargo, desde que conociste a Elena llevas

    viniendo cuatro seguidos; no es obvio que ese repentino cambiotiene una razn poderosa?

    La expresin grave de su to le indic que no estaba deacuerdo con el giro que estaban tomando las cosas. Siemprehaban sido sinceros el uno con el otro; no le ocultara lo que suto ya haba captado con mucha intuicin.

    - Me gusta Elena y deseo conocerla mejor.Una sombra de pesar nubl el semblante de Mateo. Haba

    tenido esperanzas de que slo fuera un flirteo; la respuesta tan

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    clara de su sobrino contradeca sus expectativas y poda traerproblemas.

    - No eres de los que se enamora fcilmente; de hecho, creoque no has querido nunca a una mujer. Podras elegir la quequisieras entre los mejores partidos de Espaa, e incluso tienestodava a tus pies a Luca Pinar, muy bella e hija de una de lasmayores fortunas de este pas, por qu persigues entonces aElena? Apenas la conoces.

    El tono de su to no mostraba alegra y eso lo inquiet y loenfureci.

    - No me consideras lo suficientemente bueno paraella?-pregunt con un cierto desdn.

    - Al contrario, estimo que podras ser el mejor hombre paraella y para cualquier mujer buena. Renes muchas cualidades paraenamorar a una mujer, pero no debes desplegarlas precisamentecon Elena

    -afirm categricamente-. Ella tiene novio, un buen muchacho alque tuve el placer de conocer hace poco. Forman una buenapareja y no sera de caballeros meterse en medio.

    Javier se qued perplejo. La decepcin se reflej en sumirada, y su to tambin atisb un rictus de irritacin por esacontrariedad.

    - Ella no me ha dicho nada -respondi con aspereza.- Porque no habr salido ese tema en la conversacin. Estoy

    seguro de que si insistes con ella se apresurar a comunicrtelo.Los ojos del joven brillaban retadores.- Esperar entonces a que llegue ese momento -contest

    cortante. La desilusin lo haba dejado paralizado,experimentando por primera vez un amargo resquemor en elcorazn.

    Mateo inspir con paciencia y trat de suavizar su tono.

    Quizs su forma de atajar ese asunto no haba sido la ms

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    adecuada. Javier era un hombre ntegro y seguro. Siempre habasabido muy bien lo que quera. No admitira prohibiciones nicortapisas a sus deseos si estos entraban dentro de sus esquemasmorales. Mateo saba que se haba precipitado e intent suavizarsu actitud.

    - No te metas en campo ajeno, Javier...Javier se levant bruscamente, rode la silla en la que haba

    estado sentado y apoyando las manos en el respaldo mir a su tocon furia.

    - Elena est soltera, es libre, por lo tanto tengo el mismo

    derecho que los dems a acceder a ella.La obstinacin del joven enfad a Mateo. Aunque haca

    mucho que no discuta con su sobrino, Mateo no estaba dispuestoa callarse lo que consideraba que no estaba bien. El momento deeducar a Javier ya haba pasado haca mucho tiempo, pero ni suedad ni su irritacin impediran que l lo recriminara si eranecesario.

    - No est libre! -exclam su to levantndose con genio.Intentando calmarse volvi a sentarse despacio-. Nunca me hemetido en vuestra vida privada. Solamente os he dado consejoscuando me los habis pedido; sin embargo, en este caso esdistinto. Elena es tambin sobrina ma y no quiero que ni t ni ellaresultis daados.

    Javier comprendi la posicin de su to, a pesar de la terriblefrustracin que supona para l. La situacin era delicada, y en estecaso Mateo no poda ser parcial. Los quera a los dos y les deseabala mayor felicidad. Si l creaba problemas, el clima de armona sedeteriorara, dando lugar a posibles desavenencias en la relacinfamiliar.

    - No quiero ofenderte, Mateo, ni tampoco hacer dao aElena. No obstante, se trata de mi vida y yo tambin tengoderecho a ser feliz. "La vida es dura y hay que luchar por lo que

    uno quiere..." Como puedes comprobar no olvido tus lecciones -le

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    record Javier con calma-. Lo que s te prometo es que si esverdad que Elena est enamorada de ese hombre, que lo quiereprofunda y apasionadamente, me retirar elegantemente. Por elcontrario, si descubro que lo que hay entre ellos no es losuficientemente slido y firme como para que yo me sacrifique yque puedo llegar a tener alguna posibilidad, mi ataque ser total.

    A pesar del peligro que llevaban implcitas las palabras deJavier, un brillo divertido asom a los ojos de Mateo y estall encarcajadas.

    - Eres increble, muchacho. Si en todas las reuniones de

    negocios embistes con razones tan poderosas, no me extraa quetus xitos sean tan sonados.

    Javier no sonri. Para l el tema que estaban tratando era losuficientemente serio como para no tomrselo a broma.

    - Tambin he tenido fracasos.- Cierto, y pienso que esta misin que t mismo te has

    encomendado ser uno de ellos -vaticin Mateo levantando una

    ceja. Javier sostuvo su mirada retadora con energa y aceptgustoso el guante que su to le lanzaba-. No olvides lo que hasprometido -le record Mateo antes de que Javier saliera deldespacho.

    - Sabes perfectamente que siempre cumplo mis promesas.Javier sali de la casa y comenz a pasear por el jardn

    sumido en preocupantes reflexiones. Excepto la muerte de supadre, que le haba afectado profundamente pocos aos atrs,todo haba resultado fcil en su vida. Nacido en una familia muyrica y querido por todos los que le rodeaban, desde muypequeos, Javier y su hermano fueron preparados para llevar en elfuturo las riendas de los importantes negocios que su padre y suto haban levantado con mucho trabajo y esfuerzo. Los dosjvenes haban colmado las expectativas de los mayores concreces. Buenos estudiantes y mejores empresarios, su to saba

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    desde haca mucho tiempo que el da que l se jubilara, lasempresas Lpez-Gvora quedaran en las mejores manos.

    Su educacin haba sido excelente y su xito con lasmujeres, rotundo. Durante un tiempo estuvo saliendo con LucaPinar. Ambos jvenes parecan estar a gusto juntos y muchoshaban dado por hecho una unin entre ellos. Se confundieron: larelacin fracas. Luca an segua enamorada de Javier, pero eljoven no lleg a sentir nada ms que un ligero aprecio por ella.Eso mismo le haba ocurrido con otras mujeres, llegando a laconclusin de que enamorarse no era tan fcil como

    aparentemente pareca. Ahora, por primera vez, conoca lo queera interesarse realmente por una mujer, y al parecer se habafijado en el objetivo equivocado. Habitualmente, nada msconocerle, las mujeres le colmaban de atenciones, todo locontrario de lo que le haba sucedido con Elena. Ella lo tratabacon educacin, como a un pariente al que hay que tenerle unacierta consideracin y respeto. La actitud de la muchacha era

    frustrante para l, y por primera vez se encontraba con un muroque le dificultaba el acceso a la mujer que l deseaba.Unos pasos a su espalda interrumpieron sus cavilaciones.- Qu te preocupa, muchacho? Te veo muy pensativo.

    Javier mir a Roberto, fornido y bonachn, como siempre, ysonri. Guardaespaldas, chfer, confidente y amigo de su to,llevaba tanto tiempo trabajando para la familia que todos loconsideraban como uno ms de ellos. Quera y protega a Javier ya Jos Luis como si fueran sus propios hijos, y ms de una vezhaba discutido con Mateo a causa de los chicos.

    - Algunos negocios dan a veces quebraderos de cabeza -contest el joven, evasivo.

    Una mueca socarrona torci la boca del hombre.- S, sobre todo los negocios del corazn.

    Javier se volvi bruscamente y lo mir con ojos

    desorbitados.

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    - Es que acaso eres brujo?Roberto movi la cabeza condescendiente.- Te conozco desde que naciste, muchacho. Aunque te lo

    propusieras, no lograras engaarme.Javier le respondi con una mueca desdeosa.- No te hagas el sabihondo, Roberto. No me ocurre nada.

    Ves fantasmas donde no existen.El fiel amigo lo mir fijamente y levant una ceja,

    comunicndole con ese gesto que no le crea.- Tu to tiene razn, Javier. Aljate de aqu y olvdate de la

    joven. Tienes cientos de mujeres donde elegir. Por qucomplicarte la vida con la que slo te puede traer dolores decabeza?

    A Roberto no le faltaba razn, pero Javier no estaba dehumor para consejos.

    - A Mateo le ha faltado tiempo para irte con el cuento...- Tu to no me ha contado nada, pero tengo ojos en la cara y

    he observado cmo miras a Elena. Teniendo en cuenta esto, tusfrecuentes visitas y la expresin avinagrada que mostrabas hace unrato cuando saliste de su despacho, no hace falta ser un lince paraatar cabos y sacar conclusiones muy sencillas.

    Javier relaj los msculos y procur suavizar su expresin.- Agradezco tu preocupacin, pero ste es un asunto que me

    concierne slo a m.La obcecacin del joven irrit a Roberto.- No es de bien nacidos robarle la mujer a otro -la voz de

    Roberto son helada y acusadora.Sus palabras le dolieron profundamente. Por primera vez en

    su vida de adulto, los dos hombres a los que ms quera seoponan tajantemente a sus deseos. Era desalentador, pero noestaba dispuesto a permitir que nadie frustrara sus intenciones.

    - He tenido tres padres a lo largo de mi vida: el verdadero,

    mi to y t, y los tres me habis educado muy bien, as que no

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    olvides que mis principios son tan dignos como los tuyos. A pesarde ser joven veo lo que sucede a mi alrededor, y te aseguro que sdiscernir muy bien entre lo que es bueno y lo que es malo, entre loque es correcto o incorrecto -afirm enrgico-. Te ruego que nome juzgues tan a la ligera.

    El leal amigo baj los brazos en seal de derrota.- Muy bien; perdona si te he ofendido. Tena que darte mi

    opinin: era mi obligacin. Ahora eres t el que debe adoptar ladecisin ms honrada.

    "Ms honrada para quin?", se pregunt Javier con

    desaliento.El resto del da se mantuvo alejado de Elena. Tuvo que

    recurrir a toda su fuerza de voluntad para conseguirlo. Era muyconsciente de que antes de ensear sus cartas tena que meditardetenidamente. Su comportamiento durante esas semanas nohaba sido digno de l. Se haba mostrado impulsivo yespontneo, como lo hubiera hecho un jovencito en su primera

    relacin. En su trabajo, l no era as. Su mente era racional,metdica y prudente, muy capaz de estudiar minuciosamentedurante varios das las ventajas, inconvenientes y los puntosdbiles de cualquier proyecto que tuviera intencin de emprender.Consideraba la eleccin de mujer el trabajo ms importante quecualquier hombre pudiera llevar a cabo, y precisamente por esodeba mostrarse ms cauto de lo normal. Saba que su felicidaddependera de que esa eleccin fuera la correcta. La reflexin y lacalma se hacan imprescindibles antes de decidirse a disear unplan para conquistar a Elena Villareal, si es que sus sentimientoscontinuaban igual despus del tiempo que pensaba tomarse parapensar.

    Los viajes de negocios se sucedieron uno detrs de otro, enun intento de poner en orden sus ideas y discernir con objetividad

    el alcance de su atraccin por Elena. Llam tambin a varias

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    amigas a las que no vea desde haca mucho tiempo con el fin dedifuminar su recuerdo.

    - Irs este ao a Marbella?Estaban cenando un grupo de amigos en casa de uno de

    ellos, y como sola suceder cada vez que se reunan, Luca Pinar selas haba ingeniado para que la colocaran al lado de Javier.

    Javier la mir y adopt una expresin de duda.- Todava no lo s. Si mi madre insiste la acompaar unos

    das. Sus amigos se renen all y siempre termina porconvencerme.

    Los ojos de Luca brillaron ilusionados.- Anmate!; sabes que siempre eres bienvenido a mi casa. La

    mayora de los que estamos aqu pasaremos en Marbella unos das.Nos vamos el lunes, cuando el trfico est ms fluido.

    La amabilidad de Luca no fue suficiente para convencerlo.- Me gusta ir a Marbella y estar con vosotros -le concedi l-

    , pero estoy agobiado de trabajo.

    Con otro hombre, Luca ya estara desplegando sus artesfemeninas para intentar persuadirlo, sin embargo saba muy bienque con Javier Lpez-Gvora no le serviran. Javier era demasiadodirecto y astuto como para dejarse engaar. Midiendo suspalabras, Luca continu insistiendo.

    - Estamos en agosto; todo el mundo tiene derecho adescansar en verano -contest sonriente.

    - Y descansar. Quizs vaya a Huesca de nuevo. -l mismose sorprendi de su respuesta. A pesar de sus propsitos, alparecer su mente continuaba obsesionada con el mismo objetivo.

    - A Huesca?, otra vez? -pregunt Luca extraada-. Pareceque ltimamente te atrae ms la montaa que el mar.

    Luca no conoca la existencia de Elena. A ella y a Javier noles ataba nada, pero mientras l continuara estando libre, noperda la esperanza. Si seguan vindose y pasando el mayor

    tiempo posible juntos, podra ser que Javier llegara a declararse. Al

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    fin y al cabo, ella tena mucho que ofrecer. Paradjicamente,contaba con muchos pretendientes. Para su desgracia, Luca noquera a ninguno de ellos.

    - Me gusta el Pirineo, y adems tengo muchos asuntos quetratar con mi to.

    Pese a que Luca se sinti defraudada, disimul su malestar yfingi indiferencia.

    - Bien; la oferta sigue en pie. Si te decides, te recibiremosencantados.

    La joven esper en vano. La madre de Javier haba decidido

    pasar los ltimos das del verano con unos amigos en la CostaAzul y Javier se vio libre del compromiso de acompaarla.

    Solo en Madrid, Javier tuvo mucho tiempo para meditarsobre su catastrfica situacin emocional. Despus de aceptar queElena Villareal le gustaba y que se haba erigido en el centro detodos sus pensamientos, su estado mental era catico.

    Un viernes en el que su impaciencia lo haba llevado otra

    vez al aeropuerto, en el ltimo momento y tras intentar reprimirlas voces que atormentaban su mente recordndole enrgicamentelo que estaba bien y lo que estaba mal, cogi un vuelo a Mlaga,con la esperanza de acallar su conciencia y suavizar la melancolaque oprima su corazn.

    La bienvenida por parte de Luca no pudo ser ms cariosa.Sin poder reprimirse, se abraz a l, eufrica de que finalmente

    Javier hubiera aceptado su invitacin. l la salud con afecto,pero completamente ajeno a los intensas emociones que ellasenta.

    - Me alegro de que te hayas decidido a venir. Te aseguro queeste fin de semana no tendrs tiempo de aburrirte.

    Javier levant una ceja esperando una explicacin.- Alguna celebracin en especial?- Aparte de la playa y el golf, que a ti te encantan, maana

    celebramos una fiesta en casa a la que vendrn muchos de

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    nuestros amigos, incluso algunos a los que no has visto durantemucho tiempo.

    La perspectiva era agradable, la solucin ideal para olvidarsedel otro lugar al que l hubiera deseado realmente haber ido.

    Los padres de Luca lo recibieron con sincera alegra, sinmolestarse en disimular la satisfaccin que les dara que Javier seconvirtiera en su yerno. El padre de Luca, tambin un hombre denegocios, conoca perfectamente la trayectoria del joven Lpez-Gvora. Todo en l le agradaba, considerndolo el hombre idealpara su hija y el mejor y ms sagaz administrador para sus

    negocios. Javier Lpez-Gvora igualaba la vala de su hija, unamujer inteligente y eficaz en sus empresas. Aparte de tener unabuena planta, ese joven era honesto y prudente, muy capaz dehacer feliz a la mujer que se adueara de su corazn. El seorPinar haba sufrido una gran desilusin cuando la relacin de suhija con Javier se haba disuelto. Aunque no saba exactamente loque haba ocurrido entre los dos jvenes, le alegraba que no

    hubieran perdido la amistad. Quizs no todo estuviera perdido.Luca y Javier seguan vindose y al parecer cada da estaban msunidos.

    Un grupo considerable de jvenes se reuni por la maanaen la playa, disfrutando satisfactoriamente del agua fresca del mary reunindose luego en un chiringuito para tomar el aperitivo.Luca apenas se separ de Javier, dando a entender a todos losque les rodeaban, especialmente a las mujeres, que entre ellos anexista un vnculo especial. Javier not claramente su intencin yse lo tom a broma. Entre Luca y l no haba nada ni nunca lohabra, l se lo haba dicho anteriormente con la suficientefranqueza; si Luca no saba escuchar ni comprender era suproblema. Ahora era su invitado y tena toda la intencin deportarse de la forma ms respetuosa con ella y con su familia; ahse acababa toda su caballerosa obligacin.

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    - Ests muy guapa, Luca -le dijo Javier mientras bailaban enel transcurso de la fiesta.

    - Gracias, Javier. No sabes lo contenta que estoy de queests aqu -continu mirndole con ojos tiernos mientras seacercaba un poco ms a l-. Lo estamos pasando tan bien queestoy decidida a rogarte que te quedes ms tiempo. Tanto mispadres como yo estaramos encantados.

    - No puedo...- Por favor, no seas malo. Me haras tan feliz...Su cuerpo se tens ante la splica de ella. Los ruegos por

    parte de Luca lo haban agobiado en varias ocasiones; no estabadispuesto a soportarlos ms.

    - No me lo pidas, Luca, porque no acceder a tus demandas-le contest con frialdad-. Maana por la maana volver aMadrid.

    Luca le conoca y saba que no deba abusar de suconfianza. Movindose con cautela, quizs lograra algo de Javier.

    Si lo atosigaba y lo forzaba a tomar decisiones a las que l seopona, lo perdera para siempre.- Muy bien, muy bien -accedi ella sonriendo-, slo quera

    que te divirtieras y te olvidaras por un tiempo del trabajo. Al fin yal cabo el verano pasa rpido y hay que aprovecharlo.

    Javier suaviz su expresin.- No te preocupes; en Madrid estar muy ocupado y no

    tendr tiempo de aburrirme.Ms tarde, paseando solo por el jardn, oliendo el aroma de

    las flores que perfumaban el ambiente con su fragancia, Javiersinti una nostalgia desoladora. Estaba rodeado de gente, unagran parte de ellos amigos, y sin embargo se senta solo, vaco,ausente, como si fuera una marioneta a la que haban puesto en unescenario en el que realmente no deseaba estar. No entenda muybien lo que le pasaba. Intua que su indiferencia se deba

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    nicamente a la ausencia de la persona en la que l ms pensabaltimamente.

    Cuando minutos despus Luca interrumpi suspensamientos, en parte lo agradeci. Por otro lado no pudo evitarla frustracin que le supuso volver a la realidad. Su trabajo, sufamilia y sus amigos eran su realidad actual. Elena Villareal eraslo una quimera, una ilusin que l no estaba seguro de poderalcanzar algn da.

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    ablaba con su to casi todos los das y saba cmose iban desarrollando las cosas en Huesca. Apesar de estar ya en septiembre, Elena segua all.No tena en perspectiva ningn trabajo, por lo

    que continuaba catalogando la biblioteca de la casona de Mateo.Su deseo por verla era cada da ms apremiante, tanto que leasustaba. Jams haba sentido nada semejante. Algunas mujeres le

    haban gustado mucho y l haba salido encantado con ellas. Sinembargo, en ningn momento necesit verlas continuamente ni laimagen de ninguna de ellas haba martilleado su menteconstantemente como le ocurra ahora con Elena. La represinfrustrante a la que se haba visto obligado a someterse le resultabacada da ms enloquecedora. En un vano intento de olvidarse deella para no interponerse en su camino y para no disgustar a su to,

    se haba mantenido alejado de Huesca.Todo haba sido intil! Desgraciadamente, su inters por

    esa mujer aumentaba a cada instante y el intenso anhelo de volvera tenerla a su lado le resultaba cada da ms difcil de soportar.

    Una noche, aburrido, sin apetencia por ningn plan enconcreto y mientras haca "zapping" ante el televisor, Javierrecord la conversacin telefnica que haba mantenido ese da

    con su to. Haban hablado de negocios, de su madre, de su

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    hermano y de... becas! De pronto se acord de la escueta frase enla que Mateo, contestando a una pregunta suya, le habacomentado sucintamente los proyectos de Elena. Deseabaconseguir una beca... Habra solicitado alguna en Madrid?

    Un sbito regocijo agit su corazn, lanzndole a lo quequizs sera una locura. Tras haber estado casi dos mesesreprimiendo sus deseos y tratando de esconder lo que era ms queevidente, Javier supo en esos momentos que ya no poda aguantarni un da ms sin ver a Elena. Durante dos meses su vida habasido una mentira, y l no estaba acostumbrado a mentirse a s

    mismo. Tena que ver a Elena, hablar con ella y averiguar toda laverdad sobre lo que senta. No poda continuar en laincertidumbre y en el vaco. Se encontraba en un momento crucialde su vida, y tena que recabar informacin para elegir el caminoadecuado.

    A travs de su to se inform de lo que deseaba y se puso enmovimiento. Llam a Joaqun Calpe, su amigo ms ntimo, y le

    habl de Elena. La familia materna de Joaqun haba creado unafundacin haca muchos aos con el fin de difundir el arte y lacultura espaola. La Fundacin Vegao tambin ofreca variasbecas para la Universidad y l quera a toda costa que una de esasbecas, ya solicitada por Elena segn le haba dicho Mateo, le fueraconcedida. Al parecer su expediente era magnfico, por lo quetendra posibilidades; mucho mejor si l la ayudaba. Javier nodesaprovechara esa oportunidad; tena que conseguir que Elenase trasladara a Madrid y estuviera cerca de l. Slo en esascircunstancias tendra posibilidad de conquistarla.

    Pero eso no estaba bien, le deca su conciencia coninsistencia. l era una persona honrada que procuraba seguir unaspautas de moralidad y de tica. No tena derecho a interponerseentre Elena y su prometido. Y qu pasaba con l?, por qu se lecondenaba a rendirse y a renunciar para siempre a la mujer que

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    deseaba?, es que l no era un ser humano con los mismossentimientos que los dems?Si ellos se queran de verdad, l lo sabra enseguida. Entonces sealejara, pues todos sus intentos por conseguir un corazn que yaperteneca a otro hombre seran intiles. En caso contrario...

    El demonio del egosmo anid en su mente, alentando elprimitivo deseo de que las circunstancias reales se inclinaran a sufavor. Quera a Elena para l, la necesitaba y deseaba ms quenada en el mundo tenerla a su lado.

    - Tan interesado ests en ella? -le pregunt Joaqun

    sorprendido mientras coman.Un gesto de determinacin se reflej en su expresin.- Estoy dispuesto a lo que sea con tal de que Elena venga a

    Madrid.Tras unos instantes de perplejidad, Joaqun estall en

    carcajadas.- Por fin te has enamorado! Debes reconocer que eres duro

    de pelar; finalmente... has cado como todos los dems.- Pese a que an no s en qu grado me encuentro -acept,siguiendo el buen humor de su amigo-, me da la impresin de quelo mo es bastante grave -reconoci riendo-. Pienso en Elena acada instante y quiero tenerla a mi lado continuamente. Estasensacin de dependencia de unos sentimientos tan fuertes esnueva para m y no puedo evitarlo. Con Elena estoy muy a gusto yno pienso renunciar a ese placer.

    - Te comprendo, amigo; yo me encuentro en las mismascircunstancias... o peor: lo mo est todava ms avanzado.

    Los dos jvenes se echaron a rer. El camarero delrestaurante los mir divertido mientras esperaba a que le pidieranel postre. Tan pronto el hombre se retir, Javier y Joaquncontinuaron con sus confidencias.

    - Dalo por hecho, Javier. Una de nuestras becas ser para

    Elena.

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    Javier respir aliviado y mir a su amigo, agradecido.- Muchas gracias, Joaqun.- Tambin yo te debo favores, as que estamos en paz.

    Elena estaba muy satisfecha con su trabajo. No solamentehaba catalogado una buena parte de la biblioteca sino quetambin haba limpiado cada libro y protegido la madera de lasestanteras contra los pequeos insecto