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Mainake, XXVIII / 2006 / pp. 129-176 / ISSN: 0212-078-X LOS INICIOS DE LA PRESENCIA FENICIA EN MÁLAGA, SEVILLA Y HUELVA* Alfredo Mederos Martín Universidad Autónoma de Madrid Luis A. Ruiz Cabrero Universidad Complutense de Madrid RESUMEN: La presencia fenicia en la Península Ibérica adquiere intensidad a partir del inicio del reinado de ’Ittôba‘al I en Tiro, ca. 887/878 a.C., la fase mejor representada en Huelva, paralela a Tiro 7-6, ca. 875-825 AC. Ya en el siglo VIII AC, el registro cerámico es propio de los fenicios occidentales, y difiere notablemente con Tiro, por el elevado porcentaje de platos de engobe rojo, presencia de ánforas R-1, etc. En Málaga, Morro de Mezquitilla B I=A/B 1a se podría correlacionar con Tiro 4, ca. 800-775 AC y ya con seguridad, Morro de Mezquitilla B II o B1a con Tiro 3, ca. 775-735 AC. En el caso de Toscanos I-II, la relacion parece ser con Tiro 2, ca. 735-700 AC. Las fechas de 14 C fueron analizadas cuando esta técnica estaba aún perfeccionándose, Tosca- nos entre 1965-71 y Mezquitilla entre 1979-83. Además, el uso de muestras de madera procedentes de postes y troncos del techo provocaron que las fechas obtenidas fueran excesivamente antiguas. En el caso del santuario de El Carambolo (Sevilla), la fecha más antigua de inicios del siglo IX AC parece fechar el nivel previo a la cons- trucción del primer edificio o fase Carambolo V. Tanto Huelva como El Carambolo ponen en evidencia el im- portante papel de los santuarios fenicios desde el siglo IX AC. En Huelva se detecta su presencia en inscripciones votivas, comenzando por un lamed, “a” o “para”. En El Carambolo, la presencia de una estatua de bronce de Astarté hr, nos indica la presencia de una divinidad de ultratumba con carácter oracular, la cual era consultada por los marinos y mercaderes. Junto a este santuario debió practicarse la prostitución sagrada, acudiendo los marinos y mercaderes después de las largas travesías marítimas, parte de cuyos beneficios revertían como donativos al san- tuario de la diosa y explican la gran acumulación de riqueza que refleja el tesoro de El Carambolo. PALABRAS CLAVE: Cronología fenicia, Península Ibérica, Málaga, Sevilla, Huelva, graffiti fenicios, santuarios fenicios, Astarté, prostitución sagrada, tesoro de El Carambolo. THE BEGINNINGS OF THE PHOENICIAN PRESENCE AT MALAGA, SEVILLE AND HUELVA ABSTRACT: The Phoenician presence in Iberian Peninsula acquires intensity from the beginning of the reign of ’Ittôba‘al I in Tyre, ca. 887/878 BC, the better phase represented in Huelva, parallel to Tyre 7-6, ca. 875- 825 BC. Early in the 8th century BC, the ceramic record belongs to the western Phoenicians, and defers notably with Tyre, by the high percentage of red slip plates, presence of R-1 jars, etc. In Malaga, Morro de Mezquitilla B I=A/B 1a could interrelated with Tyre 4, ca. 800-775 BC and already with safety, Morro de Mezquitilla B II or B1a with Tyre 3, ca. 775-735 BC. In the case of Toscanos I-II, the relation seems be with Tyre 2, ca. 735-700 BC. The dates of 14 C were analyzed when this technique was being refined yet, Toscanos between 1965-71 and Mezquitilla between 1979-83. Furthermore, the use of wood samples originating from posts and tree-trunks of the roof provoked that the obtained dates were excessively old. In the case of the sanctuary of El Carambolo * Este trabajo se adscribe al proyecto HUM2007-61499, Periferia y Centro. La implantación fenicia en Occidente y el Imperio Neoasirio durante el s. VII a.C. de la Subdirección General de Proyectos de Investigación del Ministerio de Educación y Ciencia, dirigido por C.G. Wagner. Queremos agradecer a E. Martín Córdoba su amabilidad por la invitación a impartir una ponencia –base de este trabajo– en el congreso Fenicios e in- dígenas durante la época arcaica, dentro de Tiempos de Púrpura, en homenaje a H. Schubart, al que que- remos dedicarle este trabajo con todo el afecto que le tenemos, la lectura del texto a M. Torres, y la amis- tad y comentarios de E. Ferrer Albelda, F. Gómez Toscano, A. Rodríguez Azogue y Á. Rodríguez Flores.

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LOS INICIOS DE LA PRESENCIA FENICIA EN MÁLAGA, SEVILLA Y HUELVA*

Alfredo Mederos MartínUniversidad Autónoma de Madrid

Luis A. Ruiz CabreroUniversidad Complutense de Madrid

RESUMEN: La presencia fenicia en la Península Ibérica adquiere intensidad a partir del inicio del reinado de ’Ittôba‘al I en Tiro, ca. 887/878 a.C., la fase mejor representada en Huelva, paralela a Tiro 7-6, ca. 875-825 AC. Ya en el siglo VIII AC, el registro cerámico es propio de los fenicios occidentales, y difi ere notablemente con Tiro, por el elevado porcentaje de platos de engobe rojo, presencia de ánforas R-1, etc. En Málaga, Morro de Mezquitilla B I=A/B 1a se podría correlacionar con Tiro 4, ca. 800-775 AC y ya con seguridad, Morro de Mezquitilla B II o B1a con Tiro 3, ca. 775-735 AC. En el caso de Toscanos I-II, la relacion parece ser con Tiro 2, ca. 735-700 AC. Las fechas de 14C fueron analizadas cuando esta técnica estaba aún perfeccionándose, Tosca-nos entre 1965-71 y Mezquitilla entre 1979-83. Además, el uso de muestras de madera procedentes de postes y troncos del techo provocaron que las fechas obtenidas fueran excesivamente antiguas. En el caso del santuario de El Carambolo (Sevilla), la fecha más antigua de inicios del siglo IX AC parece fechar el nivel previo a la cons-trucción del primer edifi cio o fase Carambolo V. Tanto Huelva como El Carambolo ponen en evidencia el im-portante papel de los santuarios fenicios desde el siglo IX AC. En Huelva se detecta su presencia en inscripciones votivas, comenzando por un lamed, “a” o “para”. En El Carambolo, la presencia de una estatua de bronce de Astarté hr, nos indica la presencia de una divinidad de ultratumba con carácter oracular, la cual era consultada por los marinos y mercaderes. Junto a este santuario debió practicarse la prostitución sagrada, acudiendo los marinos y mercaderes después de las largas travesías marítimas, parte de cuyos benefi cios revertían como donativos al san-tuario de la diosa y explican la gran acumulación de riqueza que refl eja el tesoro de El Carambolo.

PALABRAS CLAVE: Cronología fenicia, Península Ibérica, Málaga, Sevilla, Huelva, graffi ti fenicios, santuarios fenicios, Astarté, prostitución sagrada, tesoro de El Carambolo.

THE BEGINNINGS OF THE PHOENICIAN PRESENCE AT MALAGA, SEVILLE AND HUELVA

ABSTRACT: The Phoenician presence in Iberian Peninsula acquires intensity from the beginning of the reign of ’Ittôba‘al I in Tyre, ca. 887/878 BC, the better phase represented in Huelva, parallel to Tyre 7-6, ca. 875-825 BC. Early in the 8th century BC, the ceramic record belongs to the western Phoenicians, and defers notably with Tyre, by the high percentage of red slip plates, presence of R-1 jars, etc. In Malaga, Morro de Mezquitilla B I=A/B 1a could interrelated with Tyre 4, ca. 800-775 BC and already with safety, Morro de Mezquitilla B II or B1a with Tyre 3, ca. 775-735 BC. In the case of Toscanos I-II, the relation seems be with Tyre 2, ca. 735-700 BC. The dates of 14C were analyzed when this technique was being refi ned yet, Toscanos between 1965-71 and Mezquitilla between 1979-83. Furthermore, the use of wood samples originating from posts and tree-trunks of the roof provoked that the obtained dates were excessively old. In the case of the sanctuary of El Carambolo

* Este trabajo se adscribe al proyecto HUM2007-61499, Periferia y Centro. La implantación fenicia en Occidente y el Imperio Neoasirio durante el s. VII a.C. de la Subdirección General de Proyectos de Investigación del Ministerio de Educación y Ciencia, dirigido por C.G. Wagner. Queremos agradecer a E. Martín Córdoba su amabilidad por la invitación a impartir una ponencia –base de este trabajo– en el congreso Fenicios e in-dígenas durante la época arcaica, dentro de Tiempos de Púrpura, en homenaje a H. Schubart, al que que-remos dedicarle este trabajo con todo el afecto que le tenemos, la lectura del texto a M. Torres, y la amis-tad y comentarios de E. Ferrer Albelda, F. Gómez Toscano, A. Rodríguez Azogue y Á. Rodríguez Flores.

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(Seville), the most ancient date, beginnings of the 9th century BC, seems to date the level previous to the cons-truction of the fi rst building or the phase Carambolo V. As much Huelva as El Carambolo reveals the importance of the Phoenician sanctuaries from the 9th century BC onwards. In Huelva is detected its presence in votive re-gistrations, beginning by a lamed, “to” or “for”. In El Carambolo, the presence of a bronze statuette of Astarte hr, indicates us the presence of a divinity of the underworld with oracular character, the one which was consulted by the sailors and merchants. Near this sanctuary had to be practiced the sacred prostitution, attending the sailors and merchants after the long maritime voyages, part of whose benefi ts were reversing as donative to the sanctuary of the goddess and explain the great wealth accumulation that refl ects the treasure of El Carambolo.

KEY WORDS: Phoenician Chronology, Iberian Peninsula, Malaga, Seville, Huelva, Phoenician graffi ti, Phoeni-cian sanctuaries, Astarte, Sacred prostitution, Treasure of El Carambolo.

1. INTRODUCCIÓN

A partir de 1965 se dispuso de la primera datación radiocarbónica de un yacimiento fe-nicio en la Península Ibérica, Toscanos (Mála-ga), una determinación realizada en el labora-torio de Heidelberg, recogida en la campaña de 1964 y ya publicada en 19651, que empezó a servir como elemento de contraste frente a la cerámica griega, como un fragmento de ánfo-ra ática tipo SOS del estrato IVB de Toscanos. La cerámica griega permitió fechar la fase más antigua de Toscanos ca. 700 a.C., y por ex-tensión, la presencia fenicia en Andalucía hacia mediados del siglo VIII a.C2.

Sin embargo, se ha tardado mucho entre los investigadores españoles en yacimientos fenicios en asumir la necesidad e importancia de realizar dataciones de 14C, de las cuales dis-ponemos de un número ínfi mo, debido a los cambios que introducía la cronología absoluta sobre la cronología convencional y a los proble-mas derivados de la interpretación que acabaron generando este grupo de dataciones proceden-tes de yacimientos malagueños (vide infra). En

cambio, desde el Instituto Arqueológico Ale-mán, se realizó un importante esfuerzo después de la campaña de 1967 en Toscanos, siendo analizadas en el laboratorio de Colonia (Köln) por H. Schwabedissen y en el laboratorio de Groningen por W.G. Mook y ya publicadas parcialmente desde 19683. Esta serie de 1967, procesada en Colonia inmediatamente, dio muchos problemas y fue objeto de revisiones por el propio laboratorio en 1971 y 1974. Otro tanto sucedió con las muestras procedentes de la campaña de 1971, procesadas ese mismo año por Colonia, que tuvieron que ser vueltas a me-dir en 1974 (vide infra, tabla 4).

La campaña de 1976 en Morro de Mez-quitilla fue analizada en el Naturkundig Labo-ratorium de la Rijks-Universiteit de Gronin-gen y sus primeros datos, ya incluso calibrados por el laboratorio, fueron presentados en un congreso en Colonia durante 19794.

Sin embargo, las muestras de carbón obte-nidas en las dos siguientes campañas de Mo-rro de Mezquitilla, realizadas en 1981 y 1982, fueron enviadas al Physikalische Institut de la Universidad de Berna en Suiza, procesadas por

1 SCHUBART, H. (1965): 17; ALMAGRO GORBEA, M. (1970): 23.2 SCHUBART, H., NIEMEYER, H.G. y PELLICER, M. (1969): 146.3 NIEMEYER, H.G. y SCHUBART, H. (1968): 92, n. 18a.4 SCHUBART, H. (1982a): 219.

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T. Riesen, las cuales manifi estan generalmente problemas por ser ligeramente más modernas o más antiguas de lo previsto (vide infra, tabla 1). Esto se refl eja también en una datación ro-mana-republicana de la fase C VIIIa5, recogida en la campaña de 1981, B-4172 2260±50 BP, cal 402 (377, 266, 264) 180 AC, notablemen-te más antigua de lo prevista.

A partir de 1983 se publicaron las fechas de Morro de Mezquitilla6, una de las cuales, B-4.178 2750±50 BP, cal. 1003 (899) 805 AC, ya incluso con la fecha convencional, 800±50 a.C., implicaba retrotraer la fundación de las primeras factorías fenicias de la Península Ibé-rica a inicios del siglo VIII a.C.7, por lo que simultáneamente se situó en los comienzos del siglo VIII a.C. el Castillo de Doña Blanca8.

Tres años después, en 1986, cuando apa-reció la actual tabla de calibración que alcan-zaba hasta el 2500 AC, incluyendo todo el primer milenio AC9, su calibración retrotraía la fecha de Morro de Mezquitilla hasta inicios del siglo IX AC, 899 AC.

2. LA CRONOLOGÍA ABSOLUTA DE LA PRIMERA PRESENCIA FENICIA EN MÁLAGA

2.1. Morro de Mezquitilla (Algarrobo, Málaga)

El poblado fenicio de Morro de Mezqui-tilla se sitúa en la desembocadura oriental del río Algarrobo, a 800 m al oeste del poblado

fenicio de Chorreras. En 1967 se desarrolló una primera campaña simultánea en Trayamar y Morro de Mezquitilla dirigida por H.G. Nie-meyer y H. Schubart10. Las actuaciones se re-anudaron con tres nuevas campañas dirigidas por Schubart en 1976, 1981 y 198211, donde además de las fases fenicias se documentó una importante ocupación calcolítica o fase A y al-gunos materiales del Bronce Final.

La datación más antigua del yacimiento, fase B 1a, procede de la parte inferior de una fosa del corte 15, la n.º VIII, B-4.178 2750±50 BP12, cal. 1003 (899) 805 AC, que resulta muy antigua. La fosa VIII se encuentra entre dos edifi cios, K y H. Existe una posible calle entre los edifi cios K e I, pero la dirección del edifi -cio H no es simétrica con los edifi cios K e I. Al encontrarse la fosa entre 0,20 y 0,11 m por debajo del suelo del edifi cio, el hoyo es previo a la calle y al edifi cio K. El hoyo, de 0,50 m de profundidad hasta alcanzar la roca, seccionaba “un hoyo calcolítico, más antiguo”, y presenta-ba un relleno de tierra homogéneo de cuyo in-terior procede el borde con 1,4-1,6 cm de an-cho de un plato de engobe rojo13. Su excavador no descarta que además de la fase B 1a pueda también pertenecer a la fase B 1b14, pero tanto los edifi cios K, H e I corresponden a la primera fase constructiva B 1 y parece que la fosa VIII antecede a la calle y al edifi cio K.

De la fase B I=A/B 1a, sólo se menciona un plato de engobe rojo con ancho de borde de 1,6 cm. Por otra parte, la fase B II=B 1a y B 1b presenta anchos de borde inferiores a 2,2

5 PINGEL, V. (2006): 147-148.6 SCHUBART, H. (1983): 130; ID. (1985a): 167.7 ID. (1979): 167; NEGUERUELA MARTÍNEZ, I. (1979-80): 355; SCHUBART, H. y ARTEAGA, O. (1986):

519.8 RUIZ MATA, D. (1985): 242; ID. (1999): 305, 311.9 STUIVER, M. y REIMER, P.J. (1986).10 (1968); SCHUBART, H. y NIEMEYER, H.G. (1976).11 SCHUBART, H. (1977); ID. (1979); ID. (1983); ID. (1985a).12 ID. (1983): 130; ID. (1985a): 167.13 ID. (1985b): 69, 70, fi g. 5a; ID. (2006): 109.14 Ibidem; PINGEL, V. (2006): 148.

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cm, más antiguos que los niveles de Tiro III-II con anchos de borde entre 2,2-2,8 cm15.

Morro de Mezquitilla B I=A/B1a se po-dría correlacionar con Tiro 4, ca. 800-775 AC y más difícilmente con Tiro 5 como sugiere Pellicer16, ca. 825-800 AC17 o 760-740 AC18, debido a la ausencia de claras importaciones orientales como Cypriot White Painted III, Cypriot Bichrome o Black on Red.

De la fase B 1a, concretamente del área de los talleres metalúrgicos de trabajo del hierro de los cortes 21-22, el horno n.º 3 del cor-te 21 aportó B-4.180 2570±50 BP, cal. 825 (791) 540 AC. Schubart19 consideró esta fe-cha, 620±50 a.C., demasiado reciente, afecta-da por las altas temperaturas del horno, ya que a su juicio debería indicar la primera mitad del siglo VIII, ca. 800-750 a.C., suposición confi rmada una vez calibrada, y que reduce el margen inicial de 180 años, 620 y 800 a.C., a sólo 100 años, 791 y 899 AC, entre ambas.

Otra determinación también de la fase B 1a, procedente del horno n.º 4 en el corte 21, B-4.181 3160±50 BP, cal. 1521 (1429) 1316 AC, resulta rechazable, sugiriendo Schubart20 y Pingel21 que también pudo estar afectada por el calor del horno. M.ªE. Aubet22 atribuye la datación al poblado precedente del “Cobre/Bronce prefenicio”, y en teoría, la determina-ción corresponde al Bronce Final I, pero no

está claro que las cerámicas documentadas23 no correspondan a contextos ya con cerámicas a torno fenicias, dado que no se individualiza en la secuencia un estrato del Bronce Final.

En el extremo occidental o sector VI del corte 7 se obtuvo en 1976 la mejor estrati-grafía de la campaña con 4,40 m de profundi-dad24, realizándose una datación de la fase B I, GrN-8.109 2580±35 BP25, cal. 801 (794) 596 AC. El corte 7 se subdivididó en seis sectores o compartimentos al excavar en el interior de los muros, numerados de este a oeste, no in-dicados en la planta pero que se intuyen en el dibujo del perfi l general del corte. En dicho sector VI, la fase B 1 tenía una potencia de 0,76 m, y la parte inferior, B 1a, resultó muy pobre en cerámica26. La ausencia de construc-ciones hace “más probable” “el supuesto ca-rácter de relleno o nivelación” para la fase B 1 en el corte 7. Como puede apreciarse en la ta-bla 1, esta fecha es la mejor que se aproxima a la cronología cerámica de la fase B 1 de Morro de Mezquitilla, inicios del siglo VIII a.C.

Existe una datación “fantasma” para la fase B 1a, el “estrato más antiguo fenicio”, publica-da por Schubart27 como 690±30 a.C., y calibra-da según la curva Masca como 810±30 a.C., de la que se ha inferido un 2640±30 BP, cal. 832 (804) 793 AC a partir de Aubet28, muy valo-rada por Torres29, que creemos podría tratarse

15 SCHUBART, H. (1985b): 69, 70, fi g. 5a.16 (1995): 107.17 MEDEROS MARTÍN, A. (2005): 333, fi g. 16.18 AUBET SEMMLER, M.ªE. (2004): 465, fi g. 312, 469-471; NÚÑEZ CALVO, F.J. (2004): 352, fi g. 241, 363.19 (1983): 130; ID. (1985a): 167.20 (1983): 130; ID. (1985a): 167.21 (2006): 148.22 (1994): 320.23 SCHUBART, H. (1985a): 166, fi g. 14.24 (2006): 50, 203, fi g. 2.25 PINGEL, V. (2006): 147.26 SCHUBART, H. (1979): 192.27 ID. (1982b): 81-82; ID. (1984): 219.28 (1994): 318-319; MEDEROS MARTÍN, A. (1996a): 81 tabla; CASTRO MARTÍNEZ, P.V., LULL, V. y MICÓ,

R. (1996): 316, n.º 1396; TORRES ORTIZ, M. (2002): 448; BOTTO, M. (2004): 583, 609-613, tablas 3-7; MEDEROS MARTÍN, A. (2005): 309, tabla 1.

29 (1998): 51, 58.

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de GrN-8.110 2470±30 BP30, cal 779 (757, 695, 541) 408 AC, del corte 5, que procede del nivel inferior del relleno de un muro de conten-ción de terraza, sobre la roca cortada31.

En cambio, Pingel32 y Torres (com. pers.) creen que se trata de GrN-8.109 2580±35 BP, probablemente por ser de la fase B 1, mientras Brandherm33 sugiere que se trataría de B-4175 2560±50 BP de la fase B 2b=B IV (vide infra), pero la desviación ±30 debería ser la misma y no ±35 o ±50. Por otra parte, manejar una da-tación calibrada a inicios de los años ochenta tenía que haber sido un dato ofrecido por el laboratorio de Groningen. En todo caso, ya Schubart34 señalaba que esta datación conven-cional, 690±30 a.C., resultaba demasiado mo-derna y en cambio por su procedencia del “es-trato más antiguo fenicio (…) se le aproximaba mucho el dato calibrado en 810±30 a.C.”.

De la fase B IIa en los cortes 11-12, equi-valente al inicio de la fase B 2 de los cortes 13 al 23 (tabla 3), cuando se produce un cambio general en la orientación de las estructuras del poblado, utilizando a partir de ahora zócalos de piedra con cimentación, existe B-4176 2830±100 BP, cal. 1294 (997, 986, 979) 802 AC, la cual resulta demasiado antigua. La muestra contenía poco carbón vegetal35 y fue objeto de un análisis por AMS cuando se esta-ba refi nando la técnica, pues fue procesada en el Laboratorio de Berna en 1983.

La fase B IV, de los cortes 7-8, se correla-ciona con la fase B 2b de los cortes 13 al 23, y concretamente del corte 14 procede B-4175

2560±50 BP, cal. 816 (789) 522 AC36, la cual resulta algo antigua pues se solapa cronológi-camente con el fi nal de la fase B 1.

Quizás contemporánea a la anterior, o algo más moderna, bien de la fase B IV=B 2b de los cortes 13 al 23, o más probablemente de la fase B Va=B 3a, se analizó GrN-8108 2470±70 BP37, cal. 799 (757, 695, 541) 396 AC, que procede del corte 7, sector IV, zona central junto a los sectores II y III, donde se excavaron “plantas de casas completas corres-pondientes a las fases B V y B VI, no localiza-das en ningún otro sector de la excavación”38.

Tal como puede observarse en la Tabla 1, prácticamente toda la serie de muestras anali-zadas en el laboratorio de Berna en 1983 están afectadas por una mayor o menor antigüedad de la prevista, siendo más regulares los datos de Groningen de fi nales de los años setenta, pero con el problema a veces de falta de datos contextuales y que no proceden de las excava-ciones en extensión más recientes, realizadas en las campañas de 1981 y 1982.

Un elemento clave para la datación de la primera fase del poblado de Morro de Mez-quitilla ha sido la presencia de dos cuencos de Fine Ware de la fase B1a, procedentes de los cortes 21 y 22 con hornos metalúrgicos de hierro. Uno de ellos corresponde al tipo 639, que es el más frecuente en Tiro y del que en Huelva se hallaron 103 ejemplares, el cual tiene su máxima representación en Tiro 4, aunque es frecuente entre Tiro 5-3. El segun-do cuenco corresponde al tipo 240, el tipo más

30 PINGEL, V. (2006): 147.31 SCHUBART, H. (2006): 40.32 (2006): 147.33 (e.p.): n. 26.34 (1982b): 82.35 PINGEL, V. (2006): 148.36 SCHUBART, H. (1983): 130; ID. (1985a): 167.37 PINGEL, V. (2006): 147.38 SCHUBART, H. (2006): 49.39 MAASS-LINDEMANN, G. (1994): 283, fi g. 1/1, 284.40 EAD. (1994): 283, fi g. 1/2, 285.

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abundante en Tiro 2, aunque aparece también con cierta frecuencia en 3 y 4, pero están au-sentes en Huelva41 (vide infra, Tabla 9). Estos cuencos están fechados por Maass-Linde-mann42 en una amplia banda cronológica en-tre Tiro 5-2, 760-700 a.C., pero creemos que se puede concretar y proponer que Morro de Mezquitilla B II o B1a corresponde a Tiro 3, ca. 775-735 AC.

Buena parte de los materiales de Morro de Mezquitilla B II o B1a proceden del interior de una fosa de 0,15 m de profundidad, situada

bajo el hogar 4 en el corte 22 y de su interior proceden también varias toberas y escorias de forja de hierro43.

2.2. Toscanos (Vélez-Málaga, Málaga)

En marzo de 1961, H.G. Niemeyer y D. Niemeyer prospectando el llano de Toscanos y el talud de la trinchera del ferrocarril entre Málaga y Vélez-Málaga, localizaron dos frag-mentos de un kotylai, skyphos o krateriskoi pro-tocorintio de mediados del siglo VII a.C44. En

MezquitillaCortes 5, 7-8

MezquitillaCortes 13-23

VI 3b 4Vb 3bVa GrN-8.108 2470±70 BP

799 (757, 695, 541) 396 AC3a

IV 2b B-4.175 2560±50 BP816 (789) 522 AC

muy antiguaIII 2aII 1b2II

775-735 ACTiro III

B-4.176 2830±100 BP1294 (997, 986, 979) 802 AC

muy antigua

1b1 1a B-4.180 2570±50 BP825 (791) 540 AC

muy recienteB-4.181 3160±50 BP

1521 (1429) 1316 ACmuy antigua

I800-775 AC

Tiro IV

GrN-8.109 2580±35 BP801 (794) 596 AC

no suelo de habitación, posible estrato de nivelación

A/B1a B-4.178 2750±50 BP1003 (899) 805 AC

muy antiguano suelo de habitación, fosa

que corta una fosa previa de la fase A del Calcolítico

Tabla 1. Dataciones de Morro de Mezquitilla en función de su procedencia estratigráfica. Fuentes: Pingel (2006: 147-148) y Schubart (1983: 130). Calib v. 4.2 según Stuiver et alii (1998)

41 BIKAI, P. MAYNOR (1978): 27 tabla 4A; GONZÁLEZ DE CANALES, F., SERRANO, L. y LLOMPART, J. (2004): 39-48.

42 (1994): 285.43 KEESMANN, I. y HELLERMANN, B. (1989); MANSEL, K. (2000): 1601-1602, 1605, fi g. 2.44 NIEMEYER, H.G. (1962): 42, 44, lám. 14b.

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Yacimiento Municipio-Provincia

B.P. ± A.C. máx. CAL

CAL A.C.

mín. CAL

Lab. n.º & Material

Morro de Mezquitilla. Corte 15. Fosa VIII base. Calle entre casas K y H. Fase B 1a

Vélez-Málaga, Málaga

2750 50 800 1003 899 805 B-4178/C?Mo82-2195

Morro de Mezquitilla. Corte 21. Horno 4. Fase B 1a

Vélez-Málaga, Málaga

3160 50 1210 1521 1429 1316 B-4181/?Mo82-2462

Morro de Mezquitilla. Corte 21. Horno 3. Fase B 1a

Vélez-Málaga, Málaga

2570 50 620 825 791 540 B-4180/C?Mo82-2461

Morro de Mezquitilla. Corte 7. Sector-Compartimento VI. Estrato 15. Fase B I

Vélez-Málaga, Málaga

2580 35 630 801 794 596 GrN-8109/?Mo76-379

Morro de Mezquitilla. Corte 11. Fase B IIa

Vélez-Málaga, Málaga

2830 100 880 1294 997986979

802 B-4176/AMS/CMo82-1484

Morro de Mezquitilla. Corte 14. Fase B 2b

Vélez-Málaga, Málaga

2560 50 610 816 789 522 B-4175/C?Mo81-1308

Morro de Mezquitilla. Corte 7. Sector-Compartimento IV. Fase B IV-V

Vélez-Málaga, Málaga

2470 70 520 799 757695541

396 GrN-8108/?Mo76-165

Morro de Mezquitilla. Corte 5. Junto a muro de contención de terraza

Vélez-Málaga, Málaga

2470 30 520 779 757695541

408 GrN-8110/?Mo76-29

Tabla 2. Dataciones absolutas de Morro de Mezquitilla (Málaga). Tipos de muestras: C: Carbón (Charcoal). GrN: Groningen. B: Berna. Fuentes: Pingel (2006: 147-148) y Schubart (1983: 130). Calib v. 4.2 según Stuiver et alii (1998)

MezquitillaCortes 7-8

1976

MezquitillaCortes 11-12

1981-82

MezquitillaCortes 13-23

1981-82

Toscanos Alarcón

VI VI 3b 4Vb V 3bVa IV 3a Va-e II b1-b3

II a1IV III 2b IV a-e I b1-b2III III 2a IIIa-b I a1-a3II IIb 1b2 I-IIII IIa 1b1 casas

1a hornos metalúrgicos de los cortes 21-23

I I nivelación A/B 1a

Tabla 3. Correlación aproximada de las estratigrafías de Morro de Mezquitilla, fase B fenicia, Toscanos y Cerro Alarcón. A partir de Pingel (2002: 250 fig. 1) y Schubart (1985a: 168 fig. 15; 2002: 105 fig. 3 y 2006: 211 fig. 10, 212 fig. 11), modificado

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junio de 1961, H.G. Niemeyer y H. Schubart visitaron de nuevo el Cortijo de Toscanos, observando en la trinchera del ferrocarril que dejaba una sección de 128 m, en su perfi l nor-te, con una altura máxima de 5 m, mostrando diversos estratos arqueológicos y muros corta-dos. En esta zona se inició la primera campaña de excavaciones en febrero de 1964 por H. Schubart, mientras H.G. Niemeyer excavaba en Cerro del Mar y M. Pellicer en el Cerro del Peñón, tratando de localizar la colonia griega de Mainake45. Las campañas se reanudaron en 196746, 197147, 197348, 1976, 197849 y 198450, documentándose un poblado de ca. 12-15 ha51.

La fase I de Toscanos, fechada en el último cuarto del siglo VIII a.C., 725-700 a.C.52, está datada por H-2276-1766 2620±140 BP53, cal. 1107 (801) 398 AC, y nos sitúa muy a fi nales del siglo IX AC. Procede del corte 1, donde después se levantó en la fase III el extremo no-reste del almacén C. No obstante, debido a la elevada desviación que presenta ±140, exige prudencia en su uso puesto que Toscanos I-II se correlaciona con Tiro 2, ca. 735-700 AC54 o 740-690 AC55, esto es, 75 años más antigua de lo esperable.

La fase II, datada por KN-673 y KN-675, 2510±50 BP56, cal. 800 (762, 678, 671, 607,

602) 409 AC, debería situarse a fi nales del si-glo VIII AC. Las dos muestras proceden del corte 15, en los niveles inferiores al almacén C de la fase III, que tienen en el corte 15 su sector central. KN-673 corresponde genéri-camente al nivel de base entre el almacén C, el muro I (o casa B de 1967) con escalera descendente anexa y la casa H (o casa A de 1967), mientras que KN-675 procede de un hogar junto a la escalera y la pared occidental del muro I, habiendo aportado ambas deter-minaciones una fecha similar.

Las fases III y IV cubren todo el siglo VII a.C.57 en cronología convencional. La fase III está caracterizada por la construcción del al-macén C, de dos pisos, de 10,75 x 14 m, con dos naves laterales de 2,40 m cada una, y una nave central de 3,30 m, orientado hacia una pequeña ensenada en la playa, interpretado inicialmente como un almacén de ánforas58, si bien sólo son un 30,3% de la cerámica frente a un 15,7% de platos59, siendo posteriormente considerado como un edifi cio administrativo central60. Más recientemente se ha tratado de combinar ambas propuestas, considerándolo un edifi cio administrativo en un mercado, con funciones también de almacén, en cuyas inme-diaciones se encontrarían tiendas o talleres en las casas E, F y G61.

45 SCHUBART, H., NIEMEYER, H.G. y PELLICER, M. (1969): 38.46 NIEMEYER, H.G. y SCHUBART, H. (1968): 78-96; SCHUBART, H. (2002).47 MAASS-LINDEMANN, G., NIEMEYER, H.G. y SCHUBART, H. (1972); SCHUBART, H. y MAASS-

LINDEMANN, G. (1984).48 BAKKER, L. y NIEMEYER, H.G. (1976).49 NIEMEYER, H.G. (1979).50 ARTEAGA, O. y SCHULZ, H.D. (2000).51 DOCTER, R.F. (1999): 102, tabla 5.52 SCHUBART, H. (2002): 79.53 ID. (1965): 17; NIEMEYER, H.G. y SCHUBART, H. (1969): 122, n. 157.54 MEDEROS MARTÍN, A. (2005): 333-335, fi g. 16.55 AUBET SEMMLER, M.ªE. (2004): 465, fi g. 312, 469-471; NÚÑEZ CALVO, F.J. (2004): 352, fi g. 241, 363.56 PINGEL, V. (2002): 246.57 SCHUBART, H. (2002): 79.58 NIEMEYER, H.G. y SCHUBART, H. (1968): 89.59 MAASS-LINDEMANN, G. y SCHUBART, H. (1982): 28-29.60 NIEMEYER, H.G. (1989): 29.61 AUBET SEMMLER, M.ªE. (2000): 31-32.

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El edifi cio C, de acuerdo con KN-674 2570±40 BP62, cal. 810 (791) 545 AC, no se separa mucho de las fases I-II, mientras el comienzo de la fase IVa, KN-436 2540±60 BP63, cal. 815 (779) 411 AC, del sector 11b

de entre los cuatro que se subdividió el corte 11, en la casa B, separada por una escalera del extremo noreste del almacén C, apunta hacia el segundo cuarto del siglo VIII AC, ca. 775 AC, cuando en teoría deberían situarse en el

62 PINGEL, V. (2002): 246.63 NIEMEYER, H.G. y SCHUBART, H. (1968): 92 n. 18a; PINGEL, V. (2002): 246.

ToscanosFases

1964 1967 1971 1974

Va-e620- a.C.

KN-672399 (349, 318, 228,

221, 207) 49

KN-672804 (761, 680, 668, 613, 593, 569, 564) 401

IVd-e640-620 a.C.

IVc660-640 a.C.

GrN-5.886796 (758, 684, 660,

645, 586, 584, 543) 402GrN-5824

967 (826) 791IVb

660 a.C. KN-438

1045 (904) 809KN-438

762 (380) 3KN-438

809 (779) 412IVa

685-KN-436

815 (779) 411KN-436

973 (794) 398KN-436

758 (400) 233III

685 a.C.KN-674

481 (398) 263KN-674

810 (791) 545II

700-685 a.C.I-II

710-700 a.C.GrN-5.825

2450 (536, 532, 520) 404 KN-673

394 (352, 297, 230, 219, 210)118

KN-675800 (762, 678, 671,

607, 602) 409KN-676

787 (498, 493, 483, 465, 449, 441, 426,

424, 413) 392

KN-673800 (762, 678, 671,

607, 602) 409

KN-6761007 (896, 875,

862, 847, 845) 800

I725-710 a.C.735-700 AC

Tiro II

H-2276-17661107 (801) 398

Tabla 4. Sucesivos análisis de las muestras de Toscanos por el Laboratorio de Colonia-Köln en 1967, 1971 y 1974, se-ñalándose en negrilla las más fiables. Cronología de Toscanos según Docter (1999: 100 tabla 1). Fuentes: Niemeyer y

Schubart (1968: 92 n. 18a), Pingel (2002: 245-248) y Schubart (1965: 17). Calib v. 4.2 según Stuiver et alii (1998)

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fi nal del siglo VIII o inicios del siglo VII a.C. En todo caso, todas estas dataciones sugieren que las fases I-II no eran temporalmente muy distantes de las fases III-IV.

La fase IVb esta constatada en el interior de otra casa modesta, la casa E, KN-438 2770±55 BP64, cal. 809 (779) 412, construida en la fase III entre las casas F y G, siendo la casa G con-temporánea suya y cuyo uso se prolongó hasta la fase IVb65, si bien es atribuida a la fase IVc-d por Pingel66, quizás porque es el periodo de uso de

la casa F. Asignable a la fase IVc está GrN-5.886 2480±55 BP67, cal. 796 (758, 684, 660, 645, 586, 584, 543) 402 AC, procedente del interior de otra casa modesta, la casa F, cuya ocupación sólo se documentó en este momento.

A partir de la Fase V, fechada en el primer cuarto del siglo VI a.C., 600-575 a.C.68 o desde el 620 a.C.69, se produce una reorganización del asentamiento abandonándose el almacén C y las casas A, E, G y H70. Está datada por KN-672 2500±70 BP71, cal. 804 (761, 680, 668,

ToscanosFases

Calibración Muestra B.P.

Va-e620- a.C.

804 (761, 680, 668, 613, 593, 569, 564) 401 KN-672 2500±70

IVd-e640-620 a.C.

IVc660-640 a.C.

796 (758, 684, 660, 645, 586, 584, 543) 402967 (826) 791

GrN-5.886GrN-5.824

2480±552680±55

IVb-660 a.C.

809 (779) 412 KN-438 2770±55

IVa685-

815 (779) 411 KN-436 2540±60

III685 a.C.

810 (791) 545 KN-674 2570±40

II700-685 a.C.

I-II710-700 a.C.

1007 (896, 875, 862, 847, 845) 800800 (762, 678, 671, 607, 602) 409800 (762, 678, 671, 607, 602) 409

2450 (536, 532, 520) 404

KN-676KN-673KN-675

GrN-5.825

2740±602510±502510±502450±35

I725-710 a.C.735-700 AC

Tiro II

1107 (801) 398 H-2276-1766 2620±140

Tabla 5. Estratigrafía de Toscanos y fechas más aceptables. Cronología de Toscanos según Docter (1999: 100 tabla 1). Fuentes: Niemeyer y Schubart (1968: 92 n. 18a), Pingel (2002: 245-248) y Schubart (1965: 17). Calib v. 4.2 según Stuiver

et alii (1998)

64 Ibidem; Ibidem.65 SCHUBART, H. (2002): 77, fi g. 5.66 PINGEL, V. (2002): 248.67 Ibidem: 246.68 SCHUBART, H. (2002): 79.69 DOCTER, R.F. (1999): 100, tabla 1.70 NIEMEYER, H.G. (1982b): 113.71 PINGEL, V. (2002): 246.

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Yacimiento Municipio-Provincia

B.P. ± A.C. máx. CAL

CAL A.C.

mín. CAL

Lab. n.º & Material

Toscanos. Corte 1. Estrato I. Debajo del suelo del almacén C. Fase I

Vélez-Málaga, Málaga

2620 140 670 1107 801 398 H-2276-1766/CTm64 [muestra]

C[arbón]/1

Toscanos. Corte 8. Fase I-II

Vélez-Málaga, Málaga

2450 35 500 764 536532520

404 GrN-5.825Tm67 C/9

Toscanos. Corte 15. Entre almacén C, muro I y casa H, base. Fase I-II

Vélez-Málaga, Málaga

2510 50 560 800 762678671607602

409 KN-673/M [1974]Tm71/533 C/3

Toscanos. Corte 15. Entre almacén C, muro I y casa H, base. Fase I-II

Vélez-Málaga, Málaga

2210 50 260 394 352297230219210

118 KN-673/M [1971]Tm71/533 C/3

Toscanos. Corte 15. Hogar junto a escalera y pared occidental del muro I. Fase I-II

Vélez-Málaga, Málaga

2510 50 560 800 762678671607602

409 KN-675/ [1971]Tm71/535 C/5

Toscanos. Corte 15. Debajo del suelo del almacén C. Fase I-II

Vélez-Málaga, Málaga

2740 60 790 1007 896875862847845

800 KN-676/ [1974]Tm71/536 C/6

Toscanos Corte 15. Debajo del suelo del almacén C. Fase I-II

Vélez-Málaga, Málaga

2430 60 480 787 498493483465449441426424413

392 KN-676/ [1971]Tm71/536 C/6

Toscanos. Corte 15. Hogar entre A1 [muro I]-B1. Fase III

Vélez-Málaga, Málaga

2570 40 620 810 791 545 KN-674/ [1974]Tm71/534 C/4

Toscanos. Corte 15. Hogar entre A1 [muro I]-B1. Fase III

Vélez-Málaga, Málaga

2340 40 390 481 398 263 KN-674/ [1971]Tm71/534 C/4

Toscanos. Corte 11b. Casa B y escalera junto al almacén C. Fase IVa

Vélez-Málaga, Málaga

2540 60 590 815 779 411 KN-436/M [1967]Tm67 C/2

Toscanos. Corte 11b. Casa B y escalera junto al almacén C. Fase IVa

Vélez-Málaga, Málaga

2580 120 630 973 794 398 KN-436/M [1971]Tm67 C/2

Toscanos. Corte 11b. Casa B y escalera junto al almacén C. Fase IVa

Vélez-Málaga, Málaga

2350 60 400 758 400 233 KN-436/M [1974]Tm67 C/2

Tabla 6. Dataciones absolutas de Toscanos (Málaga). Tipos de muestras: C: Carbón (Charcoal). M: Madera (Timber). H: Heidelberg. GrN: Groningen. KN: Köln-Colonia. Fuentes: Niemeyer y Schubart (1968: 92, n. 18a), Pingel (2002: 245-248)

y Schubart (1965: 17). Calib v. 4.2 según Stuiver et alii (1998). (Continúa en página siguiente)

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613, 593, 569, 564) 401 AC, y sugiere una cro-nología del siglo VII e inicios del siglo VI AC.

Las dos determinaciones procesadas en Colonia en 1967 dieron muchos problemas y fue objeto de revisiones por el propio labora-torio en 1971 y 1974. Otro tanto sucedió con las muestras procedentes de la campaña de 1971, procesadas ese mismo año en Colonia, que tuvieron que ser vueltas a medir en 1974 (Tabla 4), no habiendo constancia de nuevos análisis procedentes de las campañas de 1973, 1976, 1978 y 1984.

Las dataciones de Groningen, procedentes de la campaña de 1967, como puede apreciar-se en la tabla 5, resultan bien muy recientes, como GrN-5.825 2450±35 BP, cal. 764 (536, 532, 520) 404 AC para la fase I-II, o a veces muy antiguas, GrN-5.824 2680±55 BP, cal. 967 (826) 791 para la fase IVc-d, lo que pro-bablemente explique que quedasen inéditas hasta su publicación por Pingel72 y que se con-tinuase utilizando el laboratorio de Colonia, a pesar de los problemas que ya se había tenido con las muestras de la campaña de 1967.

Yacimiento Municipio-Provincia

B.P. ± A.C. máx. CAL

CAL A.C.

mín. CAL

Lab. n.º & Material

Toscanos. Corte 1a. Casa F interior. Fase IVc

Vélez-Málaga, Málaga

2480 55 530 796 758684660645586584543

402 GrN-5.886Tm67 C/7

Toscanos. Corte 9a. Casa E interior. Fase IVc-d [IVb]

Vélez-Málaga, Málaga

2770 55 820 1045 904 809 KN-438/ [1974]Tm67 C/4

Toscanos. Corte 9a. Casa E interior. Fase IVc-d [IVb]

Vélez-Málaga, Málaga

2540 55 590 809 779 412 KN-438/ [1971]Tm67 C/4

Toscanos. Corte 9a. Casa E interior. Fase IVc-d [IVb]

Vélez-Málaga, Málaga

2270 120 320 762 380 3 KN-438/ [1967]Tm67 C/4

Toscanos. Corte 9b. Casa G interior. Fase IVc-d

Vélez-Málaga, Málaga

2680 55 730 967 826 791 GrN-5824Tm67 C/8

Toscanos. Corte 14. Fase ¿V?

Vélez-Málaga, Málaga

2500 70 550 804 761680668613593569564

401 KN-672/ [1974]Tm71/488 C/2

Toscanos. Corte 14. Fase ¿V?

Vélez-Málaga, Málaga

2200 70 250 399 349318228221207

49 KN-672/ [1971]Tm71/488 C/2

72 Ibidem.

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2.3. Cerro Alarcón (Vélez-Málaga, Málaga)

El Cerro Alarcón se sitúa en dirección noroeste de Toscanos, en una loma de 79 m.s.n.m., donde se desarrollaron excavaciones en 1967, 1971 y 198473. El poblado presen-ta una primera fase donde se documentó un edifi cio rectangular o fase I a1, sobre el que se superpone un primer pavimento o fase I a2, del que procede GrN-6.829 2855±35 BP, cal. 1187 (1004) 917 AC, obtenida de un poste de madera en el muro, y construcciones adiciona-les o fase I a3, GrN-6.828 2790±35 BP, cal. 1008 (966, 964, 921) 833 AC. Este segundo análisis está realizado sobre madera de pino de un hogar. Sobre éllos se superpone un nivel de derrumbe y terraplenado de la superfi cie, o fase I b1, procediendo de restos de la techum-bre GrN-6.826 2875±35 BP74, cal. 1208 (1018) 923 AC, sobre el que se construyó una muralla de piedra caliza o fase II a1, pero con una ocupación de escasa entidad según el re-gistro cerámico75.

Estas tres determinaciones analizadas en el laboratorio de Groningen, resultan homo-

géneas, pero claramente más antiguas de lo es-perado por tratarse de muestras de madera de pino, la cual debió utilizarse al construir el edi-fi cio, siendo la cronología esperada no anterior al 700 a.C., prolongándose la fase II del pobla-do amurallado hasta el 550 a.C76. En la madera del hogar de la fase I a3, generalmente se usan ramas más pequeñas, pero aquí debió utilizarse un tronco de madera, más accesible desde este poblado en altura que en Toscanos.

3. LA CRONOLOGÍA ABSOLUTA DE LA PRIMERA PRESENCIA FENICIA EN EL CARAMBOLO (CAMAS, SEVILLA) Y LA CALLE DE SAN ISIDORO (SEVILLA)

La fase más antigua del santuario de El Carambolo, o Carambolo V, situado en un altozano de la margen derecha del río Guadal-quivir, dominando Sevilla, parece sólo presen-tar un edifi cio de culto con planta rectangular, de 21 m de largo por 9 m de ancho, con pare-des de adobes, que cuenta con dos cuartos al fondo, las habitaciones A-45 y A-46.

Tabla 7. Dataciones absolutas del Cerro Alarcón (Málaga). Tipos de muestras: M: Madera (Timber). GrN: Groningen. Fuente: Pingel (2002: 246-248). Calib v. 4.2 según Stuiver et alii (1998)

Yacimiento Municipio-Provincia

B.P. ± A.C. máx. CAL

CAL A.C.

mín. CAL

Lab. n.º & Material

Alarcón. Corte 1. Poste en muro de adobe. Fase I a2

Vélez-Málaga, Málaga

2855 35 905 1187 1004 917 GrN-6.829/M pinoPinus silvestriTm71 C/11

Alarcón. Corte 1. Estrato 2. hogar. Fase I a3

Vélez-Málaga, Málaga

2790 35 840 1008 966964921

833 GrN-6.828/M pinoPinus laricioTm71 C/10

Alarcón. Corte 1. Techumbre. Fase I b1

Vélez-Málaga, Málaga

2875 35 925 1208 1018 923 GrN-6.826/M?Tm71/511 C/8

73 SCHUBART, H. (2002): 95-135, 136-153, lám. 1-18.74 PINGEL, V. (2002): 246-248.75 MAASS-LINDEMANN, G. (2002): 217.76 SCHUBART, H. (2002): 250, fi g. 19.

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La estancia de acceso o A-29, de 12 x 8 m, a modo de patio, presenta bancos corridos en el interior en todo su perímetro y una escalera descendente interior de 1,80 m, con tres esca-lones cubiertos con conchas de Glycymeris sp. A la derecha se encuentra la habitación A-46, de 7 x 3 m, descendiendo un escalón desde el patio A-29, con muros y pavimento enlucidos de color rojo, y hay un hogar circular de 0,80 m de diámetro sobre una base de fragmentos de ánforas a torno. Al fondo se encuentra un pequeño espacio separado por un muro de 1,5 x 3 m. La habitación A-45, que podría ser similar a A-46, apenas se conserva 3,50 m de largo por 3,80 m de ancho. De su interior procede la datación radiocarbónica, Ua-24401 2770±50 B.P.77, cal. 1016 (904) 814 AC., re-cogida de una fi na capa de herbáceas carboni-zadas que continuaba bajo el muro de adobes que separa las habitaciones A-46 y A-45, y por lo tanto antecediendo a su construcción, en la cual apareció un fragmento cerámico a torno.

Debe tenerse en cuenta que un empla-zamiento tan favorable como El Carambolo, con excelente visibilidad hacia la vega del Guadalquivir, pudo tener en algún sector una ocupación previa de fondos de cabaña, que pudo quedar muy alterada al ampliarse el santuario.

El uso de un edifi cio cultual de adobes en Carambolo V es muy interesante porque encontramos el mismo patrón constructivo en Morro de Mezquitilla, donde la primera fase constructiva, utiliza edifi cios de adobe elevados sobre la superfi cie nivelada en la fase B 1b, los cuales son sustituidos por zócalos de

piedra con fosas de cimentación a partir de la fase B 278, y así también parece ser el edifi cio cultual de Huelva (vide infra), apreciándose a partir de Carambolo IV el uso de mampuestos de piedra caliza en cimentaciones de fosa y zó-calos de 0,30-0,50 m79.

La tercera fase del santuario de El Caram-bolo presenta en su extremo derecho una ha-bitación rectangular a cielo abierto o ámbito 4, de 23 m de largo por 15,50 m de ancho, anexa a los edifi cios cultuales, en cuyo interior se encontraba la fosa 19, con 2 m de profun-didad, entre -82,20 y -80,20 m80 que corres-ponde al “fondo de cabaña” de El Carambolo. Del nivel de base de esta fosa, que no pudo dibujar en su perfi l Maluquer81 en los dos días que permaneció en el yacimiento, dentro del nivel IV de Carriazo82 o piso de ceniza “por debajo del nivel F de Maluquer (y que éste no llegó a ver)”, se obtuvo la segunda datación, CSIC-1982 2502±40 B.P.83, que parece dema-siado reciente.

Ya su fecha sin calibrar, 552 a.C., resulta moderna, impresión que se mantiene una vez calibrada, pues oscila entre mediados del siglo VIII AC e inicios del siglo VI AC, 795 (761, 680, 669, 611, 594) 411 AC, aunque podría corresponder a la primera mitad o segundo cuarto del siglo VIII AC. Después de la excava-ción de Carriazo en 1958, sólo se conservaron dos perfi les, el oeste junto a la cimentación del semisótano, que ya Carriazo84 denomina “tes-tigo”, a partir del cual se ha realizado la nueva lectura estratigráfi ca, y el perfi l sureste bajo la arqueta de saneamiento, el cual fi gura en el plano de Carriazo con la indicación “agua”85.

77 FERNÁNDEZ FLORES, A. y RODRÍGUEZ AZOGUE, A. (2007): 94-104, fi g. 5-13.78 SCHUBART, H. (1985b): 67.79 FERNÁNDEZ FLORES, A. y RODRÍGUEZ AZOGUE, A. (2007): 110-111.80 Ibidem: 129 fi g. 31, 142, 146.81 CARRIAZO y ARROQUIA, J. de M. (1973): 218-227, 219, fi g. 148.82 Ibidem: 234.83 FERNÁNDEZ FLORES, A. y RODRÍGUEZ AZOGUE, A. (2007): 150-151, fi g. 51.84 (1973): 204, fi g. 128.

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Al haber estado expuestos los estratos del “fondo de cabaña” durante cierto tiempo después del hallazgo del tesoro de El Caram-bolo, el 28 de septiembre de 1958, quizás la fosa sufrió una colmatación con agua de lluvia después de la posterior excavación de Carriazo afectando al carbón, pues la muestra se obtuvo en el nivel de base o 15c.

Esta misma impresión se advierte al ana-lizar el conjunto cerámico que está fechado por un cuenco de Fine Ware o cerámica de Samaria, Samarian Ware, con engobe rojo interior y exterior86, del que han aparecido 16 ejemplares en Huelva87 y cuyo mejor pa-ralelo son los cuencos tipo 5 de Tiro (tabla 9) del estrato IV de Tiro, ca. 800-775 AC88. Este material es representativo de la fase 3b de Huelva, que incluye materiales representativos de Tiro 5-4, 825-775 a.C.89 y abarca el reina-do de Pu‘myatan-Pygmalion, 831/820-785/760 a.C. Por otra parte, merece señalarse que la forma más antigua de Fine Ware o tipo 8, presente entre Tiro 9 y Tiro 6, 920-825 a.C., está ausente entre el abundante material cerá-mico de Huelva.

La cerámica pintada tipo Carambolo fue primero analizada por Almagro Gorbea90 seña-lando la presencia de una decoración con una o varias bandas horizontales entre el cuello y la mitad del galbo, y de metopas dentro de las bandas, relacionándolas con cerámicas del

Geométrico Inicial y Medio. P. Cabrera91 ciñó los paralelos de las decoraciones al Geométri-co Inicial, 900-850 a.C.92 o 925-875 a.C.93, si bien las sitúa cronológicamente entre el 900-700 a.C.94, lo que incluiría hasta el Geométri-co Final IIB. Poco después, Ruiz Mata95 anali-zó sus paralelos con cerámicas del Geométrico Medio I-II, 850-760 a.C.96 o 875-775 a.C.97, lo que iría bien con el cuenco de Fine Ware de El Carambolo característico de Tiro 5-4, 825-775 a.C. Por último, Torres98 defendió inicial-mente una cronología más alta de los siglos X-IX AC, lo que implicaba como mínimo su coetaneidad al menos con el Protogeométrico Final, 950-900 a.C. y Geométrico Inicial I-II, 900-850 a.C.99 o 975-875 a.C.100, pero en la actualidad (Torres, com. pers.) considera que el mejor paralelo para las cerámicas pintadas tipo Carambolo sería el Geométrico Medio, lo que implicaría un inicio en la primera mitad del siglo IX AC.

La cerámica pintada pervive junto con la cerámica de retícula bruñida en contextos donde comienzan a aparecer cerámicas feni-cias a torno, pero esto no implica que pre-viamente no existan cerámicas pintadas en contextos más antiguos, cuyos motivos fueron evolucionando a lo largo del tiempo y acaba-ron incorporando infl uencias de las cerámicas griegas.

85 FERNÁNDEZ FLORES, A. y RODRÍGUEZ AZOGUE, A. (2007): 145-146, fi g. 46-49.86 Ibidem: 152, fi g. 53/Car-15-15.87 GONZÁLEZ DE CANALES, F., SERRANO, L. y LLOMPART, J. (2004): 47-48.88 MEDEROS MARTÍN, A. (2005): 333-335, tabla 16.89 ID. (2006): 176-178, tablas 9-10.90 (1977): 123-124.91 (1981): 328.92 COLDSTREAM, J.N. (1968): 330.93 MEDEROS MARTÍN, A. (2005): 329, tabla 13.94 CABRERA BONET, P. (1981): 329.95 (1984-85): 239.96 COLDSTREAM, J.N. (1968): 330.97 MEDEROS MARTÍN, A. (2005): 329, tabla 13.98 (2002): 134.99 COLDSTREAM, J.N. (1968): 330.100 MEDEROS MARTÍN, A. (2005): 329, tabla 13.

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Esta cronología de inicios del siglo VIII AC, ya con presencia fenicia, apoya la lectura tecnológica del tesoro de El Carambolo que en su momento realizaron Perea y Armbrus-ter101, señalando las relaciones mediterráneas que presentaba, tanto desde un punto de vista tecnológico como iconográfi co, destacando el uso de una base laminar ligera y hueca, aun-que lo fechan con una cronología muy recien-te del 700-650 a.C. Este tesoro, compuesto de 21 objetos de oro con un peso de 2,39 kg, contaba con un collar con 7 colgantes y 2 brazaletes probablemente pertenecientes a un sacerdote del santuario y 2 frontales con forma de piel de buey y 16 placas rectangulares, qui-zás adornos rituales de un bóvido antes de ser sacrifi cado102. En este conjunto, Perea y Arm-bruster103 distinguen la mano de 4 artesanos, uno para el collar con los colgantes, otro para los brazaletes y dos para los frontales y placas según sean sencillas o complejas, presuponien-do una fabricación local de todas las piezas sal-vo en el caso del collar.

Una fecha de ca. 900 AC para El Caram-bolo V ya no resulta discordante con los datos que tenemos en la Península Ibérica, pero

puede corresponder a un momento previo a la construcción del santuario, pues la muestra de carbón se infrapone a la estructura del edifi cio y el cuenco de Fine Ware del tipo 5 de Tiro se asocia con el estrato IV de Tiro, ca. 800-775 AC104 (Tabla 9). La datación más antigua que disponemos de Huelva, ca. 915 AC, parece corresponderse con un momento más antiguo del que se aprecia en El Carambolo, coetá-neo con Tiro 10b y 10a, ca. 930-920 AC. En cambio, las otras dos, ca. 900 AC y 900-845 AC, responden a un momento entre Tiro 8 y Tiro 6, ca. 900-825 AC, con progresivo incre-mento del barniz rojo, y presencia de platos subprotogeométricos I-IIIa con semicírculos colgantes, del 900-800 AC.

La antigüedad de una presencia fenicia en la isla o península de Spal105, actual Sevilla, no debe extrañar cuando conocemos un conjunto muy signifi cativo, aunque generalmente poco valorado, procedente de la calle San Isidoro, en el extremo noreste del antiguo asentamien-to de Sevilla, al noreste de la Catedral, el cual presentó materiales fenicios desde su fase II, denominada Orientalizante, 750-550 a.C., a partir del nivel 24106.

101 PEREA, A. y ARMBRUSTER, B. (1998): 125, fi g. 1, 132, 136.102 AMORES, F. y ESCACENA, J.L. (2003).103 (1998): 131-133.104 MEDEROS MARTÍN, A. (2005): 333-335, tabla 16.105 LIPINSKI, E. (1984): 100.106 CAMPOS, J.M., VERA, M. y MORENO, M.ª T. (1988): 22, fi g. 11, 25.

Yacimiento Municipio-Provincia B.P. ± A.C. máx. CAL

CAL B.C.

mín. CAL

Lab. n.º & Material

El Carambolo, fase V, estancia A-45

Camas, Sevilla 2770 50 820 1016 904 814 Ua-24401/C

El Carambolo, fase III, estrato 15c, nivel IV del “fondo de cabaña” de Carriazo

Camas, Sevilla 2502 40 552 795 761680669611594

411 CSIC-1982/C

Tabla 8. Dataciones absolutas de El Carambolo (Camas, Sevilla). Tipos de muestras: C: Carbón (Charcoal). Fuente: Fernández Flores y Rodríguez Azogue (2007: 103-104, 150-151). Calib v. 4.2 según Stuiver et alii (1998)

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El nivel 24, junto con cuencos carenados con decoración bruñida de reticulado rom-boidal al interior107, al igual que en la fase I del Cabezo de San Pedro de Huelva, presenta ánforas R-1 o T-10.1.1.1108, un ánfora orien-tal con forma de torpedo109, platos de engobe rojo con borde vuelto entre 2-3,5 cm, ausen-tes en Tiro y típicos de Occidente110, algunos con carena111 y ampollas de perfume de engo-be rojo112.

El nivel 23, en las formas selectas presen-ta 16 piezas a torno, el 57%, y 12 a mano, el 43%, donde aún pervive algún ejemplar aisla-do de cuenco con decoración bruñida al inte-rior113. Cuenta con lucernas de engobe rojo114 y abundantes platos con engobe rojo, el tipo 14 de Tiro que desaparece en Tiro 9, ca. 900 AC, pero que pervive en Occidente115, algunos con borde inferior a 1,5 cm116 y otros entre 2-3,5 cm117.

Str. TYRE FINE WARE1 2 3 4a 4b 5 6 7 8

Tyre 5 153 36 191 79 238 13 190Huelva 5 + ¿16? 103

1 2.31 - 0.46 0.93 1.85 - - - -2 2.44 0.32 1.21 1.42 0.64 0.56 0.05 0.113 1.54 0.81 1.04 0.65 0.65 1.42 0.12 0.124 0.92 0.09 0.78 1.19 1.60 7.75 0.32 0.185 0.29 0.43 1.57 0.14 0.436 4.457 2.108 2.659 2.27

10a10b

0.420.29

11 0.6912 0.4513a13b

0.200.35

14

Tabla 9. Fuente: Bikai (1978: 26-29, 27 tabla 4A); González de Canales et alii (2004: 39-40, 43-44, 47-48). En negrilla, formas principales de Fine Ware (1, 2, 6 y 8)

107 GÓMEZ TOSCANO, F. (1988): 25, 28-29, 77, fi g. 46/627.108 Ibidem: 25, 36, 81, fi g. 50/691.109 Ibidem: 25, 36, 81, fi g. 50/684.110 Ibidem: 25, 33, 81, fi g. 50/686.111 Ibidem: 25, 33, 82, fi g. 51/669.112 Ibidem: 25, 82, fi g. 51/619.113 Ibidem: 25, 74, fi g. 43/601.114 Ibidem: 25, 35, 72, fi g. 41/583 y fi g. 41/595.115 Ibidem: 25, 34, 72, fi g. 41/585.116 Ibidem: 25, 33, 75, fi g. 44/588.117 Ibidem: 25, 33, 75, fi g. 44/605.

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4. LA CRONOLOGÍA ABSOLUTA DE LA PRIMERA PRESENCIA FENICIA EN HUELVA

4.1. El pecio de la ría de Huelva

El pecio de la ría de Huelva o estuario del río Odiel hallado durante el dragado en-tre marzo y abril de 1923 del puerto, a 23 m de distancia del muelle de la compañía minera Tharsis, incluía un cargamento de armas del Bronce Final Atlántico IIIA con ca. 397 pie-zas, desglosables en 78 espadas, 90 puntas de lanza, 62 regatones, 29 puñales, 17 puntas de fl echa, etc. Ha sido considerado los restos de un barco hundido en la ría de Huelva118, un depósito de fundidor en una zona posterior-mente inundada por las aguas119, el resultado de una serie continuada de depósitos rituales de ofrendas a las aguas120 o se ha preferido no emitir hipótesis alguna121.

El pecio de Huelva cuenta con una notable serie de determinaciones, con valores medios entre ca. 987-922 AC122. Si nos atenemos al de-pósito, contamos dentro de su homogeneidad con una mayoritaria presencia de espadas de

lengua de carpa tipo Huelva, más antiguas que las espadas tipo Vénat, y además con dos lanzas tipo Vénat123. Teniendo en cuenta la homoge-neidad de la serie dataciones de 14C, preferimos tomarlas como representativas del momento de transición entre la metalurgia tipo Huelva, Bronce Final IIIA, y la metalurgia tipo Vénat, representada por las puntas de lanza, que mar-carían el inicio del Bronce Final IIIB o Hierro I, ca. 950/925 AC124. Previamente se habían propuesto fechas mucho más recientes, 850 a.C.125, 800-700 a.C.126, 750 a.C.127 o 700-650 a.C.128, pero también más antiguas, 1400-1100 a.C.129 o 1300-900 a.C.130, y ahora comienza a existir un mayor consenso al proponerse el 930 a.C. como fecha fi nal del Bronce Final IIIA131.

La cronología de este pecio, con cuatro fechas ca. 973-936 AC y máximos entre las 6 fechas disponibles de ca. 997-925 AC (Tabla 10), parece correlacionarse con materiales re-cuperados de los estratos por debajo del nivel freático de la calle Méndez Núñez 7 y 13, y su prolongación hacia el oeste, Plaza de las Mon-jas 12, entre los que se encontrarían el plato del tipo 13132, los jarros de los tipos 9 y 10133 y el ánfora del tipo 12134, asociables con el ni-

118 GÓMEZ-MORENO MARTÍNEZ, M. (1923): 89; ALMAGRO BASCH, M. (1940): 85; ALMAGRO BASCH, M. (1958); FERRER ALBELDA, E., GARCÍA HERNÁNDEZ, F.J., GONZÁLEZ ACUÑA, D., MUÑOZ GARCÍA, E. y MORO, F.J. (1997): 76-77; MORENO ARRASTIO, F.J. (1999): 170; MEDEROS MARTÍN, A. (2006): 168.

119 DÍAZ, E. (1923): 40.120 RUIZ-GÁLVEZ PRIEGO, M.ª L. (1993): 59-60; EAD. (1995): 130-134; BRADLEY, R. (2005): 161.121 ALBELDA, J. (1923): 226.122 ALMAGRO GORBEA, M. (1977): 524-525.123 RUIZ-GÁLVEZ PRIEGO, M.ª L. (1984): 282-283; EAD. (1995): 206, 244, lám. 14/6-7.124 MEDEROS MARTÍN, A. (1996b): 97-98.125 BOSCH GIMPERA, P. (1954): 75.126 GOMES, M. Varela y MONTEIRO, J. Pinho (1977): 196.127 ALMAGRO BASCH, M. (1940): 142; SAVORY, N.H. (1951): 342.128 HAWKES, C.F.C. (1952): 111.129 GÓMEZ-MORENO MARTÍNEZ, M. (1923): 90.130 DÍAZ, E. (1923): 38.131 BRANDHERM, D. (e.p., 2003); HARRISON, R.J. (2004): 14; TORRES ORTIZ, M. (2005): 297.132 BIKAI, P. MAYNOR (1978): 20-25, 21, tabla 3a; GONZÁLEZ DE CANALES, F., SERRANO, L. y

LLOMPART, J. (2004): 37-38.133 Ibidem: 33-41, 34, tabla 6a; Ibidem: 62-63.134 Ibidem: 43-49, 44, tabla 10a; Ibidem: 68.

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vel Tiro 13, ca. 975-960 AC135. Esto implica-ría que el cargamento de metal del pecio de Huelva pudo estar destinado al suministro de naves fenicias, si bien otros autores que creen que la frecuentación de Huelva no es tan anti-gua, por lo que consideran el cargamento del pecio de Huelva como prefenicio (com. pers. Goméz Toscano y Torres).

4.2. La calle Méndez Núñez 7 y 13-Plaza de las Monjas 12 (Huelva)

La zona de la que proceden los materiales presenta el problema de no proceder de un contexto arqueológico in situ, por haberse recuperado el material tras haberse extraído la tierra por medios mecánicos136, pero cuenta

en su favor con dos campañas arqueológicas previas en el lugar del hallazgo y un registro cerámico amplísimo. La importancia de este sector se conocía bien, pues se había excavado en 1985 el solar inmediato de Méndez Núñez 5137. Entre el 21 de noviembre y el 25 de di-ciembre de 1985 se excavó un solar situado a la izquierda o noreste de Méndez Núñez 5, correspondiente a Méndez Núñez 7 y 13, con una prolongación hacia el oeste o Plaza de las Monjas 12. Pese a tener una superfi cie de 2.145 m2 y se solicitó excavar 500 m2, sólo se autorizó la excavación de un corte de 24 m2 o 6 x 4 m. Como previamente habían excava-do en el solar contiguo de Méndez Núñez 5, se situó el corte en el solar más inmediato de Méndez Núñez 7, donde se alcanzó la profun-

Yacimiento Municipio-Provincia

B.P. ± A.C. máx. CAL

CAL A.C.

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Lab. n.º & Material

Depósito de Huelva, punta de lanza

Huelva 2830±70 70 880 1255 997986979

901 CSIC-202/M

Depósito de Huelva, punta de lanza

Huelva 2820±70 70 860 1210 973956941

826 CSIC-203/M

Depósito de Huelva, punta de lanza

Huelva 2820±70 70 870 1210 973956941

826 CSIC-206/M

Depósito de Huelva, punta de lanza

Huelva 2820±70 70 870 1210 973956941

826 CSIC-207/M

Depósito de Huelva, punta de lanza

Huelva 2810±70 70 860 1208 971959936

815 CSIC-205/M

Depósito de Huelva, punta de lanza

Huelva 2800±70 70 850 1206 968961925

810 CSIC-204/M

Tabla 10. Dataciones calibradas de los astiles de madera de lanzas de la Ría de Huelva. Fuente: Almagro Gorbea (1977: 524-525). M= Madera (Timber). Calib v. 4.2 según Stuiver et alii (1998)

135 MEDEROS MARTÍN, A. (2005): 333-335, tabla 16.136 GONZÁLEZ DE CANALES, F., SERRANO, L. y LLOMPART, J. (2004): 24-25.137 FERNÁNDEZ JURADO, J. (1987).

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didad de -3.85 m cuando apareció el agua del nivel freático138.

Ante las estructuras descubiertas, se en-comendó la continuación de la excavación al director del Museo de Huelva, Manuel de Osuna Ruiz, quien aceptó a cambio de poder excavar en extensión el solar. Una segunda campaña de excavación se desarrolló entre marzo y mayo de 1998, y parece extender-se principalmente por los solares de Méndez Núñez 7 y 13. En la actuación se detectó una primera fase constructiva, de fi nes del siglo VIII o inicios del siglo VII a.C., con un pe-queño edifi cio de culto que presentaba muros de adobe sin zócalo y hogares sobre placas de arcilla cuadrangulares, el cual perduró hasta el 575 a.C. cuando la zona parece ser destruida por un “maremoto”, por la existencia en la parte superior de “abundantes restos de ori-gen marino”, sin más precisiones. Esta fase presenta un tintinabulum de bronce, incensa-rios, lucernas fenicias y griegas, trípodes, urnas Cruz del Negro, platos de barniz rojo, grafi tos fenicios y abundante cerámica griega139. Ade-más de esta estructura cultual se documentó un horno de copelación de plata, un pequeño lingote de plata con forma de piel de buey de 2,6 x 3,9 x 5,4 cm y un pequeño lingote de bronce140.

La zona de las calles del Puerto, Méndez Núñez y Plaza de las Monjas se encuentra en una vaguada natural de salida de los cabezos de San Pedro, el Pino y La Esperanza, lo que tuvo que provocar inundaciones periódicas en la zona en caso de precipitaciones torrenciales, pues apenas distan 400 m, ascendiendo, del

muro con paramento fenicio del Cabezo de San Pedro.

Por otra parte, la zona se encontraba en el límite con la línea de costa, y en el sondeo geológico realizado en el solar de Plaza de las Monjas 12 indica que entre -12 y -6 m141 había existido un estrato gris con sedimentos de estuario marino y presencia de bivalvos y gasterópodos, mientras que en los estratos su-periores abundan limos terciarios que deben haber venido arrastrados desde los cabezos inmediatos.

Durante la fase II de los solares de Méndez Núñez 7 y 13 sólo parece existir un círculo con cuñas de pizarra para insertar en ellos una serie de 5 betilos142. Estos betilos se mantie-nen en uso durante la fase III, que comenza-ría hacia el 550-500 a.C., aunque tiene varias unidades de habitación anexas al pequeño edi-fi cio de culto, éstas parecen tener una función de almacenaje de ánforas púnicas, y al exterior se localizó galena, escorias de ‘sílice libre’ y un posible taller de orfebre143.

Esta función religiosa, vinculada a un es-pacio sacro, debió existir previamente en la fase localizada estratigráfi camente entre -5 y -6 m de la que proceden los materiales ar-queológicos recuperados, y explicaría bien su gran calidad y abundancia, tanto de cerámicas protogeométricas como la presencia de algu-nos objetos con posible uso cultual como 4 pequeños betilos144, cáscara de huevo de aves-truz con restos de pintura145 o astrágalos de hueso146.

De acuerdo con la cerámica fenicia recu-perada del estrato inferior del yacimiento de

138 FERNÁNDEZ JURADO, J. y GARCÍA SANZ, C. (2001): 336-337, 339, fi g. 2.139 OSUNA, M., BEDIA, J. y DOMÍNGUEZ, A.M.ª (2000): 179-180, 184, fi g. 3.140 Ibidem: 180-181, 186, fi g. 14.141 GONZÁLEZ DE CANALES, F., SERRANO, L. y LLOMPART, J. (2004): 24-25.142 OSUNA, M., BEDIA, J. y DOMÍNGUEZ, A.M.ª (2000): 179-180, fi g. 4-5.143 Ibidem: 181, fi g. 6.144 GONZÁLEZ DE CANALES, F., SERRANO, L. y LLOMPART, J. (2004): 140, lám. 62/9-12.145 Ibidem: 171, lám. 70/5; RUIZ CABRERO, L.A. (2004).146 GONZÁLEZ DE CANALES, F., SERRANO, L. y LLOMPART, J. (2004): 169, lám. 43/39-49 y 69/37-41.

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Méndez Núñez-Plaza de las Monjas, no lo consideramos un estrato unifásico, cronoló-gicamente homogéneo y sugerimos provisio-nalmente, siguiendo la cronología revisada de Tiro147, la presencia de cuatro posibles fases, Huelva 1a-Tiro 14, ca. 1015-975 AC; Huelva 1b-Tiro 13, ca. 975-960 AC; Huelva 2a-Tiro 10b y 10a, ca. 930-920 AC; y Huelva 2b-Tiro 7 y 6, ca. 875-825 AC. Una posibilidad al-ternativa sería unifi car el material de Huelva 1a-b y Tiro 13 ca. 975-960 AC y Huelva 2a-b y Tiro 7-6 ca. 875-825 AC, por la presencia de formas cerámicas ya menos frecuentes en estratos más modernos, lo que implicaría la presencia de dos grandes fases148.

La mayor parte de la cerámica recuperada corresponde a la cuarta fase, relacionada con Tiro 7-6, ca. 875-825 AC, y sugiere la posible presencia de un barrio fenicio en un sector de la ciudad. Se trata de un periodo previamen-te no conocido en otros yacimientos fenicios de la Península Ibérica, pues antecede a yaci-

mientos como Morro de Mezquitilla (Mála-ga)149 o Castillo de Doña Blanca (Cádiz)150, y puede mayoritariamente asignarse a los niveles Tiro 7 y 6, donde destacan los skyphoi y pla-tos con semicírculos colgantes151, junto con la presencia de cerámica Black on Red o cerámica chipriota bícroma152.

Los análisis de carbono 14 realizados en la Universidad de Groningen con huesos de bó-vidos recuperados junto con los materiales fe-nicios153, podrían corresponder a la cuarta fase o Huelva 2b, caso de GrN-29.511 2745±25 BP, cal. 969 (898) 828 AC y GrN-29.513 2740±25 BP, cal. 968 (896, 875, 862, 847, 845) 827 AC, aunque GrN-29.512, 2775±25 BP, cal. 998 (916) 834 AC, podría asociarse bien con la tercera fase o Huelva 2a. Esta ter-cera fase está representada por materiales ca-racterísticos de los niveles Tiro 10b y 10a, ca. 930-920 AC, donde destacan el plato del tipo 11 y el ánfora del tipo 9. Otra posibilidad es que el material de esta fase aparezca de forma

Yacimiento Municipio-Provincia B.P. ± A.C. máx. CAL

CAL B.C.

mín. CAL

Lab. n.º & Material

Méndez Núñez-Plaza de las Monjas

Huelva 2775 25 825 998 916 834 GrN-29.512/H

Méndez Núñez-Plaza de las Monjas

Huelva 2745 25 795 969 898 828 GrN-29.511/H

Méndez Núñez-Plaza de las Monjas

Huelva 2740 25 790 968 896875862847845

827 GrN-29.513/H

Tabla 11. Dataciones absolutas de Méndez Núñez 7 y 13-Plaza de las Monjas 12 (Huelva). Tipos de muestras: H: Hueso (Bone). Fuente: Nijboer y van der Plicht (2006: 32, tabla 1). Calib v. 4.2 según Stuiver et alii (1998)

147 MEDEROS MARTÍN, A. (2005): 333-335, tabla 16.148 ID. (2006): 172, 175.149 SCHUBART, H. (1985b).150 RUIZ MATA, D. (1985).151 BIKAI, P. MAYNOR (1978): 32, 31 tabla 5A, 53-54 tabla 13a; GONZÁLEZ DE CANALES, F., SERRANO, L.

y LLOMPART, J. (2004): 86-92.152 Ibidem: 32, 31 tabla 5A, 53-54 tabla 13a; Ibidem: 95-96.153 NIJBOER, A.J. y van der PLICHT, J. (2006): 32 tabla 1.

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residual en Tiro 7-6, ca. 875-825 AC., unifi -cándose en este caso las fases tercera y cuarta o Huelva 2a y 2b como Huelva 2.

5. OTROS YACIMIENTOS ANDALUCES QUE PUEDEN REFLEJAR UNA TEMPRANA IMPLANTACIÓN FENICIA

Analizar el primer impacto fenicio en pobla-dos indígenas del interior de Andalucía resulta complejo porque a menudo no conocemos en detalle sus contextos, al no haberse publicado sus correspondientes memorias de excavación, caso del Cerro de los Infantes (Granada) o Aci-nipo (Málaga), o la información resulta parcial sobre los contextos concretos de las muestras, como sucede con el Cerro de la Mora en Gra-nada. Muchas veces las dataciones se efectuaron en el laboratorio de radiocarbono de la Univer-sidad de Granada, UGRA, las cuales suelen ser ligeramente más antiguas, en comparación con otros laboratorios.

5.1. El Cerro de la Mora (Moraleda de Zafayona, Granada)

La campaña de 1979 en el Cerro de la Mora en Moraleda de Zafayona, el cual con-trola el acceso a la Vega del Genil, ascendiendo por el río Cacín, permitió identifi car en el corte 3 una magnífi ca estratigrafía para estudiar el Bronce Final en Andalucía Oriental y los inicios de la presencia fenicia. Después de una fase I, denominada Bronce Final II, caracterizado por

la presencia de cerámicas bruñidas y pintadas, ca. 950/875-750 a.C., sigue una fase II u Orientalizante Antiguo, ca. 750-675 a.C., la cual ya muestra importaciones fenicias154.

La fase IIa, situada entre -5,70 y -5,52 m, y después sellada por un pavimento155, cuenta con las primeras importaciones fenicias, dos bocas de jarros o jugs del tipo 2156, represen-tados en Tiro 2 con el 0,21% y en Tiro 3 con el 0,46%, mientras su presencia es residual en Tiro 4 con sólo el 0,05%157. La fase Tiro 3, el momento de apogeo de estos jarros de tipo 2, se fechaba a partir del 740 a.C. dentro de la fa-cies cerámica Kition de las necrópolis fenicias de Chipre158, correspondiente en la necrópolis de Tiro con Tyre Al-Bass IV, también con ini-cio en el 740 a.C159. Según nuestra revisión de la secuencia de Tiro, la fase Tiro 3 sería algo más antigua, ca. 775-735 a.C.160, del segundo cuarto del siglo VIII a.C.

Como puede observarse, la datación más antigua proporcionada por el laboratorio de Granada para la fase II, UGRA-235 2740±90 B.P., cal. 1185 (896, 875, 862, 847, 845) 788 AC, resulta demasiado elevada, aunque coin-cide en su extremo inferior, 788 AC, y puede deberse a la madera de la que procedía el car-bón utilizado para la datación.

5.2. Iglesia de las franciscanas concepcionistas (Vejer de la Frontera, Cádiz)

La localidad de Vejer de la Frontera, que al-gunos autores han identifi cado con Baessipo161,

154 CARRASCO, J., PASTOR, M., PACHÓN, J.A., CARRASCO, E., GÁMIZ, J. y SAMPEDRO, G. (1982): 31, fi g. 10, 156; CARRASCO, J., PACHÓN, J.A. y PASTOR, M. (1985): 278, 290, n. 44, 326, n. 181.

155 CARRASCO, J., PASTOR, M., PACHÓN, J.A., CARRASCO, E., GÁMIZ, J. y SAMPEDRO, G. (1982): 26.156 Ibidem: 48, fi g. 26/125-126.157 BIKAI, P. MAYNOR (1978): 33-41, 34, tabla 6a; MEDEROS MARTÍN, A. (2006): 174, tabla 6.158 BIKAI, P. MAYNOR (1987).159 AUBET SEMMLER, M.ª E. (2004): 465, fi g. 312, 469-471; NÚÑEZ CALVO, F.J. (2004): 352, fi g. 241, 363.160 MEDEROS MARTÍN, A. (2005): 333-335, tabla 16.161 ROMERO DE TORRES, E. (1909): 98-99; VILLARONGA i GARRIGA, L. (1994): 408; GARCÍA MORENO,

L.A. (2001): 164-165; FERRER, E. y PLIEGO, R. (2004): 38-39.

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ciudad mencionada por Plinio (N.H. 3.7 y 15) y Mela (II 96), fue objeto de una prolongada excavación de urgencia entre junio y diciembre de 1990 en el interior de la iglesia de las fran-ciscanas concepcionistas162, situada en la parte más elevada del casco histórico, que se eleva 220 m.s.n.m., entre el Alcázar y la muralla.

El nivel inferior de la fase V está situado entre -5,10 y -5,75 m, y presenta una ocu-pación de la ladera del cerro en terrazas, con muros rectos formando una planta rectangular

que conforma la estructura 4, uno de cuyos muros se asienta sobre la roca y los otros dos lienzos de muro sobre el aterrazado artifi cial de la terraza163. Este nivel se excavó entre la cata 1a y la tumba A-1, y dentro de la estruc-tura 4, a -5,50 m de profundidad, se tomó una muestra de huesos de fauna, UBAR-347 2690±50 B.P.164, cal. 967 (828) 795 AC., o último cuarto del siglo IX AC.

Este nivel, clasifi cado como Bronce Final orientalizante, presenta un plato a torno con

Yacimiento Municipio-Provincia B.P. ± A.C. máx. CAL

CAL B.C.

mín. CAL

Lab. n.º & Material

Cerro de la Mora Moraleda de Zafayona, Granada

2850 90 900 1294 1002 817 UGRA-264/C

Cerro de la Mora, fase II, Fenicios

Moraleda de Zafayona, Granada

2740 90 790 1185 896875862847845

788 UGRA-235/C

Cerro de la Mora Moraleda de Zafayona, Granada

2670 100 720 1015 821 541 UGRA-231/C

Cerro de la Mora Moraleda de Zafayona, Granada

2670 90 720 1003 821 549 UGRA-232/C

Tabla 12. Dataciones absolutas del Cerro de la Mora (Granada). Tipos de muestras: C: Carbón (Charcoal). UGRA: Universidad de Granada. Fuente: Carrasco et alii (1985: 295, 305-306 y 1987: 88) y González Gómez et alii (1987: 384).

Calib v. 4.2 según Stuiver et alii (1998).

Yacimiento Municipio-Provincia B.P. ± A.C. máx. CAL

CAL B.C.

mín. CAL

Lab. n.º & Material

Iglesia de las franciscanas concepcionistas, fase V, estructura 4

Vejer de la Frontera, Cádiz

2690 50 740 967 828 7956 UBAR-347/H

162 MOLINA CARRIÓN, M.ª I. (1993).163 Ibidem 101, lám. 3b.164 GILES, F., MATA, E., BENÍTEZ, R., GONZÁLEZ TORAYA, B. y MOLINA CARRIÓN, M.ª I. (1993-94):

46-47.

Tabla 13. Dataciones absolutas de la iglesia de las franciscanas concepcionistas (Vejer de la Frontera, Cádiz). Tipos de muestras: H: Hueso (Bone). Fuente: Giles et alii (1993: 46-47). Calib v. 4.2 según Stuiver et alii (1998)

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engobe rojo y borde de 1,6 cm, un soporte con decoración geométrica pintada que pre-senta un reticulado rojo y amarillo rodeado por espacios en reserva pintados de negro, numerosos fragmentos de cazuelas, cuencos y soportes con decoración interior de retícula bruñida, a veces rellenos de almagra rojiza y algunas escorias de hierro165.

6. GRAFITOS FENICIOS

Los grafi tos fenicios han sido considerados uno de los elementos que sirven para carac-terizar una “fundación exógena” fenicia166, y creemos que un repaso a los actualmente cono-cidos en los yacimientos fenicios o con materia-les fenicios de las provincias de Málaga, Sevilla y Huelva revela datos muy signifi cativos sobre la importancia e intensidad de estos contactos, centrándonos sólo en los graffi ti más arcaicos, como ya hemos hecho previamente para los ini-cios de la presencia fenicia en Alicante167, Gra-nada168, Huelva y Sevilla169 o Portugal170.

6.1. Málaga

6.1.1. Morro de Mezquitilla (Málaga)

Mezquitilla 1 Mo 81/873/1-Hispania 22. Fragmento del borde de un plato con engobe rojo, con graffi ti ejecutado post coctio-

nem d/rtn’171, prefi riendo la lectura dtn’172. Si se trata de una daleth la primera letra, tendría un símil en Peña Negra y Medellín. No obs-tante, puede intentarse una lectura de signos a la inversa, teniendo entonces la secuencia ’ntd, pudiendo hallarnos ante la grafía del nombre de la diosa ‘nt, habiendo usado un ’alef en lugar de ‘ayin, CIS I 4976.1. En cuanto a su datación paleográfi ca estaríamos en las postri-merías del siglo VIII a.C.

Mezquitilla 2 Mo 82/1779/1. Inscripción post coctionem en fragmento de base de un plato con un h173, que se puede adscribir al siglo VIII a.C. En cuanto a su interpretación, puede tra-tarse de la abreviatura de un antropónimo174.

Mezquitilla 3 Mo 82/1793/32. Frag-mento de pared de ánfora a torno, con inscrip-ción post coctionem ]-d’175, paleográfi camente entre los siglos VIII-VII a.C.

Mezquitilla 4 Mo 82/1838/1-Hispania 23. Fragmento de pared de ánfora a torno, cerca del arranque del asa, con inscripción post coctionem ]rsn[176. Si se intenta una re-construcción en función del antropónimo, podríamos estar ante g]r + sn[ “prosélito de”. Paleográfi camente se puede datar en torno al siglo VII a.C.

Mezquitilla 5 Mo 82/1838/142. Frag-mento en la cara externa de un fragmento de plato, con inscripción post coctionem de un ’alef ]’177.

165 MOLINA CARRIÓN, M.ª I. (1993): 102, lám. 8; GILES, F., MATA, E., BENÍTEZ, R., GONZÁLEZ TORAYA, B. y MOLINA CARRIÓN, M.ª I. (1993-94): 48-49, 50, lám. 1.

166 ARRUDA, A.M. (1999-2000): 98.167 MEDEROS, A. y RUIZ CABRERO, L.A. (2000-01).168 EID. (2002).169 EID. (2001).170 EID. (2004-05).171 RÖLLIG, W. (1983): 132-125, 134, fi g. 1c, lám. 10.1; FUENTES ESTAÑOL, M.ª J. (1986): 34, 09.09.172 RÖLLIG, W. (1986): 56.173 Ibidem: 135-136, 134, fi g. 1f, lám. 10.2; FUENTES ESTAÑOL, M.ª J. (1986): 34, 09.10.174 BENZ, F.L. (1972): 109-126.175 RÖLLIG, W. (1983): 136, 134, fi g. 1l, lám. 10.3; FUENTES ESTAÑOL, M.ª J. (1986): 34, 09.11176 Ibidem: 137, 134 fi g. 1i, lám. 10.4; ID. (1986): 57; Ibidem: 35, 09.12177 Ibidem: 137-138, 134, fi g. 1e, lám. 10.5; Ibidem: 35, 09.13.

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Mezquitilla 6 Mo 82/1960/84-Hispa-nia 24. Fragmento del borde de un plato de engobe rojo con inscripción post coctionem gr/d-[178. Si nos hallamos ante el inicio de un antropónimo, éste bien sería gr, “prosélito” o gd, nombre fenicio de la diosa Fortuna179.

Mezquitilla 7 Mo 82/1988/1. Fragmen-to del borde de un plato de engobe rojo con inscripción post coctionem ]--r180. Llama po-derosamente la atención su proximidad a la secuencia de tres signos de Toscanos 5181. Pa-leográfi camente corresponde al siglo VII a.C.

Mezquitilla 8 Mo 82/2031/1. Fragmen-to del borde de un ánfora R-1 a torno, con inscripción ante coctionem ]g/dš182 o bien ]r/dš. La ejecución del primer signo, un daleth o resh, tiene notable semejanza con Mezquitilla 1-Hispania 22. Ambos signos se detectan en la inscripción KAI 31, procedente de Limassol (Chipre), ca. 750 a.C.

Mezquitilla 9 Mo 82/2070/1. Fragmen-to amorfo cerámico, con signo inscrito incom-pleto debido a la rotura de la pieza que puede tratarse de un š[183.

Mezquitilla 10 Mo 82/2203/105. Frag-mento de la base de un plato184, con posible inscripción de un nun.

Mezquitilla 11 Mo 82/2219/602-603. Fragmento de pared con carena de un ánfo-ra a torno185, con inscripción ante coctionem de un posible qof. Si se trata de la letra, es-

taríamos ante un trazado de carácter angular, tal vez también presente sobre la base de un ánfora de Peña Negra, n.º cat. 5528, perte-neciente al estrato PNIIB186, siendo este tosco signo de mayor angulosidad debido a la difi -cultad de ejecución sobre el soporte. Un claro paralelo, también sobre cerámica, se refl eja en la letra F98 procedente de Mogador187. Puede representar la inicial de un antropónimo que comience por esta letra188 y su datación pa-leográfi ca podría emplazarse en torno al siglo VIII a.C.

Mezquitilla 12 Mo 82/2300/1-Hispania 25. Fragmento del borde de un cuenco con inscripción post coctionem ’hmb189. La letra he se halla invertida, o tal vez, al ejecutar el signo se olvidó un trazo vertical izquierdo, estando ante un het, y por lo tanto, una composición antroponímica con ’h “hermano”. Respecto al segundo término, podría ser la lectura mr, y no mb, que presenta dos interpretaciones, am-bas basadas en relación a una divinidad, o bien “señor” en aramaico, o bien el diminutivo de mlqrt190. Paleográfi camente estaríamos entre los siglos VIII-VI a.C.

Mezquitilla 13 Mo 82/2468/1 + 82/2472/1-Hispania 26. Fragmento cerámico amorfo de una jarra, cuya rotura sesga por la parte inferior las letras de una inscripción post coctionem con lectura gd/r/bb/yl-[191 o gd/r/bb/ylm[. Paleográfi camente perteneciente al

178 Ibidem: 138-139, 134, fi g. 1b, lám. 10.6; Ibidem: 35, 09.14.179 BENZ, F.L. (1972): 102-107.180 RÖLLIG, W. (1983): 139, 134, fi g. 1d, lám. 10.7; FUENTES ESTAÑOL, M.ª J. (1986): 36, 09.15.181 SOLÁ SOLÉ, J.M. (1968): 108-109.182 RÖLLIG, W. (1983): 139-140, 134, fi g. 1a, lám. 10.8; FUENTES ESTAÑOL, M.ª J. (1986): 36, 09.16.183 Ibidem: 140, 134, fi g. 1h, lám. 10.9; Ibidem: 36, 09.17.184 Ibidem: 141, 134, fi g. 1g, lám. 10.10; Ibidem: 37, 09.18185 Ibidem: 141, 134, fi g. 1k, lám. 10.11; Ibidem: 37, 09.19.186 GONZÁLEZ PRATS, A. (1983): 236.187 AMADASI GUZZO, M.G. (1992a): 169.188 BENZ, F.L. (1972): 178-179; HALFF, G. (1963-64): 141; JONGELING, K. (1984): 202-204.189 RÖLLIG, W. (1983): 141-142, 134, fi g. 1o, lám. 10.12; ID. (1986): 56; FUENTES ESTAÑOL, M.ª J. (1986):

37, 09.20.190 BENZ, F.L. (1972): 353.191 RÖLLIG, W. (1983): 142-143, 134, fi g. 1n, lám. 10.13; FUENTES ESTAÑOL, M.ª J. (1986): 38, 09.21.

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siglo VII a.C., es casi imposible establecer una interpretación, pero resulta curioso que el pe-núltimo signo, que en nuestro desarrollo plan-teamos como b/yl, sea el único signo que nos remita a un sade arcaico de los siglos XII-XI a.C. Si se acepta un inicio gd o gr, gd sería el nombre fenicio de la diosa Fortuna y gr, “pro-sélito”192, como sucede con Mezquitilla 6.

Mezquitilla 14 Mo 82/2473/8. Frag-mento de una base con un signo en X inscrito ante coctionem193.

6.1.2. Toscanos (Torre del Mar, Málaga)

Toscanos 1 TM 67/282/306-Hispania 16. Procedente de Toscanos IV, fragmento de plato de engobe rojo con tres letras grabadas ’b ‘194, claramente con el signifi cado de “mi padre”.

Toscanos 2 TM 67/152/1018-Hispania 17. Procedente de Toscanos IVb, un frag-mento de borde de ánfora griega a torno tipo SOS que conserva una franja pintada negra muy cerca del borde, bajo la cual existen tres signos inscritos, ]’‘r195. Por el contrario, Díaz Esteban196 considera que se trata de un grafi t-ti en lengua griega por la presencia de un tau en vez de un ’alef. Si atendemos a una lectura fenicia de signos dextrogirados r’‘[ podríamos estar ante el inicio de un antropónimo de la divinidad Re197.

Toscanos 3 TM 67/128/254. Proceden-te de Toscanos VIc, en la base de un plato de engobe rojo con el signo het198, que puede corresponder a la abreviatura de un antropó-nimo199, descartando la otra propuesta de Solá Solé como simple marca de alfarero porque ambos signos son desiguales.

Toscanos 4 TM 67/281/254. Procedente de Toscanos VIb, se trata de un fragmento de la base de una lucerna con un signo inscrito het200, que igualmente podría corresponder a la abreviatura de un antropónimo201.

Toscanos 5 TM 67/152/1019. Proceden-te de Toscanos IVb, es un amorfo cerámico con un signo en s202, que podría corresponder a la abreviatura de un antropónimo203.

Toscanos 6 TM 67/91/1. Procedente de Toscanos IV, se trata de un fragmento cerámi-co con un signo X que podría tratarse de un tau204, similar al trazado en la inscripción KAI 29 hallada en Ur del siglo VII a.C., pero tam-bién puede tratarse de una marca como señala correctamente Fuentes Estañol205.

6.1.3. Cerro del Villar (Málaga)

Villar 1-Hispania 17. Fragmento de ánfo-ra R-1 fenicia a torno, fechable entre media-dos del VII a.C. hasta inicios del siglo VI a.C., con desgrasante de esquisto, de la colección Muñoz Gambero, con inscripción bajo el cue-

192 BENZ, F.L. (1972): 102-107.193 RÖLLIG, W. (1983): 143, 134, fi g. 1m, lám. 10.14; FUENTES ESTAÑOL, M.ª J. (1986): 38, 09.22.194 SOLÁ SOLÉ, J.M. (1968): 106, lám. 32c; FUENTES ESTAÑOL, M.ª J. (1986): 32, 09.05; RÖLLIG, W.

(1986): 56.195 SOLÁ SOLÉ, J.M. (1968): 106-108, 107, fi g. 1, lám. 32a; FUENTES ESTAÑOL, M.ªJ. (1986): 32, 09.06.196 (1972): 162.197 LEMAIRE, A. (1986).198 SOLÁ SOLÉ, J.M. (1968): 108, lám. 32e.199 BENZ, F.L. (1972): 109-126.200 SOLÁ SOLÉ, J.M. (1968): 108, lám. 32b.201 BENZ, F.L. (1972): 109-126.202 SOLÁ SOLÉ, J.M. (1968): 108-109, lám. 32f.203 BENZ, F.L. (1972): 177-178.204 SOLÁ SOLÉ, J.M. (1968): 109, lám. 32d.205 FUENTES ESTAÑOL, M.ª J. (1986): 30, 09.01.

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llo206. Esta fue inicialmente estudiada por Solá Solé207 con la lectura ]- . bn . ‘bd . ’š[mn], “- hijo de Abed Eshmun” y después por Fuentes Estañol208.

Más recientemente se han realizado dos nuevas lecturas con ligeras variantes, ]r/d . bn . ‘bd . ’š[mn]209 y ]- . bnbn . ‘bd . ’š[mn], “- hijos de bd ’š[mn]”210, y una muy novedosa ofrecida por Lipinski211 [’kwš mlk ‘]qrn . ‘bd .’š[rhdn], “[ikaušu rey de E]qron, servidor de Asa[rhaddon]” quien identifi ca distintos sig-nos al inicio, qrn en vez de r/d bn, en base a una secuencia de dos inscripciones arameas brrkb.br.pnmw.mlk.sm’l.‘bd.tglplysr “Bar-Rakib, hijo de Panamuwa, rey de Sam‘al, servidor de Tiglatphiliser”212. Evidentemente, la hipóte-sis de Lipinski resulta atractiva, sin embargo creemos que la reconstrucción del qof en la se-cuencia qrn no es exacta, ya que la lectura que hemos establecido a partir de la fotografía no permite sino proponer que se trata de uno de estos trazos separadores de palabra, al contra-rio del trazo inferior de la extremidad derecha del ’alef que por algunos autores había sido confundido como un trazo separador, como ya Amadasi Guzzo213 ha observado acertada-mente.

Presenta los trazos de separación carac-terísticos de los epígrafes arcaicos fuera de Fenicia, como las inscripciones de la copa de bronce de Olimpia, de mediados del siglo VIII

a.C. y la de la copa de plata de Palestrina, de los siglos VIII-VII a.C214.

Villar 2. Fragmento de ánfora R-1 o 10.1.2.1 fenicia, a torno, fechable entre media-dos del VII a.C. hasta el primer cuarto del siglo VI a.C., con desgrasante de esquisto, de la co-lección Manuel Peinado Sánchez, con inscrip-ción ante coctionem bajo el cuello con la lectura ]-m . gr/dml[qrt “-m prosélito de ml[qrt]”215. La utilización de un trazo para separar palabras, llevaría al planteamiento de una datación de la segunda mitad del siglo VII a.C.

6.1.4. Gibralfaro (Málaga)

Al pie del Monte Gibralfaro y de la alcaza-ba islámica de Málaga, en las proximidades del poblado situado en el teatro al pie de la alca-zaba216, se localizó un hipogeo fenicio durante una excavación de urgencia entre octubre de 2000 y enero de 2001 con motivo de la cons-trucción de un aparcamiento217. El hipogeo presenta dos enterramientos del siglo VI a.C., el número 2, una mujer de más de 50 años y el número 4, que corresponde a un individuo masculino de unos 20 años. La mayor parte de la cerámica se localizó en el corredor de ac-ceso e incluye un ánfora R-1, T.10.1.2.1, un vaso Cruz del Negro y tres platos de engobe rojo218, uno de los cuales presenta un het gra-fi tado219.

206 ARRIBAS, A. y ARTEAGA, O. (1975): 90, lám. 65a.207 (1976): 192, fi g. 1.208 (1986): 33.209 TEIXIDOR, J. (1990): 263, 264, fot. 1 y fi g. 1.210 SZNYCER, M. (1991): 145, 323, lám. 6/1-2.211 (1986): 1986: 86, 88, 87, lám. 1.212 GIBSON, J.C.L. (1975): 89 n.º 15, 92 n.º 16; LIPINSKI, E. (1986): 86.213 (1992b): 101.214 EAD. (1987): 20-21, n.º 4, 26-27, n.º 12.215 GARCÍA ALFONSO, E. (1998): 324, 325, fi g. 2, 323, lám. 1.216 GRAN AYMERICH, J. (1991).217 PÉREZ-MALUMBRES, A., MARTÍN RUIZ, J.A. y GARCÍA CARRETERO, J.R. (2003): 781-782.218 Ibidem: 788, fi g. 10/1, 789, fi g. 11/1-3.219 Ibidem: 789, fi g. 11/1; MARTÍN RUIZ, J.A., PÉREZ-MALUMBRES, A. y GARCÍA CARRETERO, J.R.

(2003): 148, 151, fi g. 16/2a.

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6.2. Huelva

Hasta fechas muy recientes, la presencia de epigrafía fenicia del siglo VIII a.C. en Huelva, incluso de sus postrimerías, era relativamente escasa, destacando dos graffi ti. Uno de ellos, sobre ánfora del pozo Clauss del Cabezo de la Esperanza220, presentaba tres letras, cuya lectura es kry, del que no hay testimonio de ningún antropónimo, aunque en El-Hofra 118.1 se atestigua el nombre de kryn221, pro-bablemente de origen bereber. Ferrón lo rela-ciona con un topónimo griego, kariva (Caria), similar a la ciudad chipriota, kty, kiytion222, como posible denominación de origen del contenido del ánfora que transportaría muy probablemente vino223.

El segundo graffi ti está ejecutado sobre un cuenco hemiesférico de pasta gris224, en este caso sólo dos letras, cuya lectura es ht y su datación en torno al 700 a.C. puede corres-ponder a la última época de producción de este tipo de cerámica. Respecto a la lectura, puede deberse a una abreviatura de htr “cetro”225 o de un nombre compuesto por hnn “clemen-te”226 o hwy4 “vivir”227, con el antropónimo de origen egipcio tt, atestiguado en la inscripción fenicia KAI 52,3. No obstante, simplemente como ht está atestiguado en Kition228.

El ámbito sacro en la ciudad de Huelva está atestiguado en tres inscripciones sobre hueso

con un claro carácter mágico-religioso de la ca-lle de la Botica n.º 5, 7 y 9, también analizadas por M. Heltzer, que corresponden a una yod, en concreto sobre un capitato trapez de la pata delantera de un bóvido joven229, con datación paleográfi ca desde fi nales del siglo VIII a.C. y vinculado a prácticas de cleromancia.

En una segunda inscripción sobre un fragmento de costilla de vacuno230, con data-ción paleográfi ca entre los siglos VII-VI a.C. y lectura gt[, aceite o vino. Su interpretación como unidad económica de producción, pren-sa de aceite, choca con el carácter cultual que los autores defi enden, observándose, siempre basándonos en la fotografía publicada, que se superpondrían parte del trazado del tau con el trazado del gimmel, a pesar que el trazo que los une no toca al primer signo. Más dudoso es que podría tratarse de un primer signo púnico que represente la grafía de la letra shin, presen-tando la fórmula “que pertenece a”, cuya eje-cución comienza a partir del siglo II a.C231.

La tercera inscripción es del siglo VIII a.C. sobre la superfi cie externa de un recipiente de almacenamiento ovoide, a mano, con engobe rojo exterior, que presenta una inscripción post coctionem fragmentada de al menos cuatro lí-neas. La lectura propuesta por Heltzer es 1ª línea: š ¿m/n? ¿d/r? ¿k?[. 2ª línea: ]-kp. 3ª línea: ]bs. 4ª línea: ]g.232, de la que no dispo-nemos de una foto adecuada.

220 FERRÓN, J., FERNÁNDEZ-MIRANDA, M. y GARRIDO, J.P. (1975): 201, fig. 2; BELÉN, M., FERNÁNDEZ-MIRANDA, M. y GARRIDO, J.P. (1977): 296, fi g. 148/1.

221 BENZ, F.L. (1972): 123, 335.222 DONNER, H. y RÖLLIG, W. (1980): 61.223 FERRÓN, J., FERNÁNDEZ-MIRANDA, M. y GARRIDO, J.P. (1975): 202.224 BLÁZQUEZ, J.M.ª, LUZÓN, J.M.ª, GÓMEZ TOSCANO, F. y KLAUSS, C. (1970): 12, lám. 15c.225 RUIZ CABRERO, L.A. y LÓPEZ PARDO, F. (1996): 158, n. 24.226 BENZ, F.L. (1972): 313-315.227 HOFTIJZER, J. y JONGELING, K. (1995): 354-356.228 Ibidem: 32.229 GONZÁLEZ DE CANALES, F. y SERRANO, L. (1995): 12, fi g. 3; GONZÁLEZ DE CANALES, F.,

SERRANO, L. y GARRIDO, J.P. (2000): 227, 234, fi g. 2/2, 235, lám. 2a.230 Ibidem: 12 fi g. 4; Ibidem: 227-228, 234, fi g. 2/3, 236, lám. 3.231 PECKHAM, J.B. (1968): 184-189.232 GONZÁLEZ DE CANALES, F. y SERRANO, L. (1995): 11-12, fi g. 1 y fot.; GONZÁLEZ DE CANALES, F.,

SERRANO, L. y GARRIDO, J.P. (2000): 228, 234, fi g. 2/4, 237, lám. 4b.

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Recientemente se ha publicado una nue-va serie de graffi ti de aún mayor antigüedad por González de Canales et alii233, un total de 11 inscripciones sobre 10 soportes diferentes, también analizados por M. Heltzer, a los que se añade otro cuya adscripción se establece en la órbita del mundo indígena.

Plaza de las Monjas 1. Se trata de una inscripción sobre la superfi cie interna de un plato tipo 8 de Tiro. Tanto la lectura dl como la cronología aportada de ca. 800 a.C. son correctas234. Respecto a la interpretación, podemos hallarnos ante la abreviatura de un nombre fenicio que pudiera tener en su pri-mer componente la palabra d‘m o dbr235, o más dudosamente la palabra para designar “puerta”, dl1

236.Plaza de las Monjas 2. Inscripción sobre

la superfi cie externa del cuerpo de un ánfora sarda a mano ZitA, Zentral-italische Ampho-ren. Se observan dos signos inscritos y la parte inferior izquierda de un tercero237. Presenta la lectura lb[- y una cronología que paleográfi -camente puede establecerse a partir del siglo XI-X a.C., con una pervivencia en las formas hasta el siglo VIII a.C. Podemos estar ante una fórmula de tipo dedicatoria o de pertenencia: l + teónimo “a, para”, l + antropónimo “per-teneciente a”, o bien ante el desarrollo com-pleto de un nombre propio. En cuanto a la primera fórmula de dedicatoria o de perte-nencia, se debe descartar la presencia del dios Baal, ya que el tercer signo difícilmente puede

tratarse de un ayin. En la segunda opción de l + antropónimo, hay que descartar un antro-pónimo que comience por Baal atendiendo a la inclinación del trazo que conserva tal vez un compuesto de brk238 o bt239. Respecto a la ter-cera opción de la lectura completa del nombre se atestiguan: lb’, lby, lbt, lbtn240, que indicaría un origen libio del personaje o conectado con el nombre hebreo lbn.

Podría simplemente especifi car el produc-to que contenía, que no es la opción más ade-cuada pues simplemente tenemos en el mun-do semita lbt “león” o lbn “blanco”241.

Por último, podría indicar el destino del objeto y su contenido l + bt + deidad, es de-cir, “para el templo de...”, y podría indicar la presencia de un santuario fenicio en la ciudad de Huelva.

Plaza de las Monjas 3. Inscripción sobre la superfi cie interna de un plato tipo 7 de Tiro. Presenta una sola letra yod, cuya grafía puede adscribirse hasta el siglo VIII a.C.242. Puede tratarse de la abreviatura de un antropóni-mo243.

Plaza de las Monjas 4. Inscripción sobre la superfi cie externa del hombro de un ánfora a torno. La lectura propuesta por Heltzer, ]h’ y[, como su cronología de ca. 800 a.C. son correctas244. Llama la atención un trazo se-micurvo entre la segunda y tercera letra que podría suponer un simple separador entre pa-labras. Respecto a su interpretación, al estar incompleta, simplemente se puede lanzar la

233 (2004): 131-136, lám. 35 y 61.234 Ibidem: 133, lám. 35/1, fot. 61/1.235 BENZ, F.L. (1972): 300-301.236 HOFTIJZER, J. y JONGELING, K. (1995): 248.237 GONZÁLEZ DE CANALES, F., SERRANO, L. y LLOMPART, J. (2004): 133, lám. 35/2, fot. 61/2.238 BENZ, F.L. (1972): 291-292.239 Ibidem: 293-294.240 Ibidem: 337-338.241 HOFTIJZER, J. y JONGELING, K. (1995): 564, 566.242 GONZÁLEZ DE CANALES, F., SERRANO, L. y LLOMPART, J. (2004): 134, lám. 35/3, fot. 61/3.243 BENZ, F.L. (1972): 126-131.244 GONZÁLEZ DE CANALES, F., SERRANO, L. y LLOMPART, J. (2004): 134, lám. 35/4, fot. 61/4.

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hipótesis sobre la mención abreviada de una deidad h’245.

Plaza de las Monjas 5. Inscripción sobre la superfi cie externa de un quemaperfumes a torno con lectura de l‘t[ con una cronología de ca. 800 a.C246. Claramente podemos ha-llarnos ante una fórmula similar a la inscrip-ción Plaza de las Monjas 2. Sin embargo, no tenemos constancia de una deidad con estas letras. Como antropónimo femenino sólo co-nocemos ‘thd247, CIS I 47, lo que implicaría la presencia de mujeres fenicias en la Península Ibérica.

Plaza de las Monjas 6. Se trata de dos gra-fi tti en distintas partes de la superfi cie externa de un jarro a torno con lectura según Heltzer de ]t[ ]’ /šg‘[ “en lugar de”248, con crono-logía del siglo VII a.C., como sucede en Ce-bel Iresh Dagi ca. 625 a.C. o Ipsambul CIS I 112 del 591 a.C. En contra, aceptando ‘alef, puede interpretarse como ’g ‘wt “restos mor-tales”249, lo que nos trasladaría a un contexto de tipo funerario.

Plaza de las Monjas 7. Inscripción sobre la superfi cie externa de un jarro a torno250. Se puede considerar la lectura ]lgy[, aunque la única letra cierta es la yod, siendo anterior al siglo VIII a.C. En el caso de la restitución pro-puesta, lg, se trataría de una medida líquida251.

Plaza de las Monjas 8. Inscripción reali-zada mediante líneas bruñidas en la superfi cie interna del borde de un cuenco carenado a mano con decoración bruñida geométrica252.

La lectura ]yšn “vino viejo”, no sólo se ates-tigua en ugarítico, como señala Heltzer, sino también en hebreo. Es muy interesante este nombre en un recipiente de calidad destinado para beber.

Sin embargo, también podría tratarse de la primera letra de un he ]hšn, que nos remitiría a la expresión p‘l hšm, sobre la inscripción de Constantina EH 101, con hšm atestiguado en Cartago CIS I 336, 337 y 2806, RES 1396, o bajo la grafía hš‘m en Leptis Magna KAI 120,2.

Este ejemplar responde al patrón ya obser-vado en otra cazuela carenada de Huelva con decoración en retícula bruñida, como mínimo del siglo VIII a.C., con un graffi ti hallado so-bre la pared exterior del labio253, cuya lectura se ha presentado como indígena autóctona254. Consideramos que, debido a la abertura de la pieza, ésta podría tener una función de tapa-dera y, por lo tanto, se debe replantear su in-terpretación255. Si atendemos a una grafía no muy perfecta, en relación a la angulosidad del trazado de los signos y a la ocupación del es-pacio, se puede pretender una lectura de cor-te fenicio ]-šq lg[. Seguramente nos hallamos ante una inscripción votiva, debido al uso de la preposición l “para”. Está constatada la prime-ra palabra de una forma verbal probablemente derivada de las siguientes raíces atestiguadas dentro del semítico noroccidental, así en fe-nicio hšq “deseo”256, en hebreo nšq257, nšq1 “besar”, nšq2 “estar equipado con”; en arameo

245 BENZ, F.L. (1972): 306.246 GONZÁLEZ DE CANALES, F., SERRANO, L. y LLOMPART, J. (2004): 134, lám. 35/5, fot. 61/5.247 BENZ, F.L. (1972): 170.248 GONZÁLEZ DE CANALES, F., SERRANO, L. y LLOMPART, J. (2004): 134, lám. 35/6-7, fot. 61/6-7.249 KRAHMALKOV, C.R. (2000).250 GONZÁLEZ DE CANALES, F., SERRANO, L. y LLOMPART, J. (2004): 134, lám. 35/8, fot. 61/8.251 HOFTIJZER, J. y JONGELING, K. (1995): 566.252 GONZÁLEZ DE CANALES, F., SERRANO, L. y LLOMPART, J. (2004): 134, lám. 35/9.253 BLÁZQUEZ, J.M.ª, LUZÓN, J.M.ª, GÓMEZ TOSCANO, F. y KLAUSS, C. (1970): 9, 14, lám. 24g.254 HOZ BRAVO, J. de (1969): 106-107, 113, fi g. 1 y 3; ID. (1976): 272-274, 309, fi g. 1, lám. 1.255 MEDEROS, A. y RUIZ CABRERO, L.A. (2001): 104, fi g. 2.256 FUENTES ESTAÑOL, M.ª J. (1980): 124; KOEHLER, L. y BAUMGARTNER, W. (1985): 342.257 KOEHLER, L. y BAUMGARTNER, W. (1985): 640.

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‘šq “agraviar258 y en hebreo ‘šq “oprimir, ex-torsionar”259; en palmireno pšq “explicar”260; o šqq que hace referencia a la parte de una tumba, documentado en una inscripción pro-cedente de Palmira (CIS II 4199,7), también atestiguado en arameo261, aunque en hebreo es “hacer deprisa”262. A la preposición l “para” sigue un antropónimo que comienza por g263, o más probablemente el nombre de una dei-dad, la diosa Gad, nombre fenicio de la diosa Fortuna.

No obstante, no debemos descartar que simplemente se trate de marcas decorativas. Así, el signo en el cual se induce a favor de la hipótesis de una lectura indígena, S8264 apa-rece en un dibujo publicado en CIS I 133 a la derecha de una inscripción ejecutada en la parte inferior de un jarro del siglo III-II a.C. procedente de Palermo (Sicilia), actualmen-te desaparecida265, no siendo considerada su lectura, aunque por su situación antes de la inscripción cuya lectura es ‘zrb‘l bn mslh “de ‘zrb‘l hijo de mslh”, podría ser una abreviatu-ra de la palabra qbr “tumba” y, por lo tanto, una forma de qof. Además, no debe descartar-se la incisión sobre cerámicas muy oscuras imi-tando los motivos decorativos de las cerámicas pintadas que en ocasiones pueden asemejar le-tras, como por ejemplo se aprecian en algunos fragmentos con decoración pintada del Cerro del Villar266.

Plaza de las Monjas 9. Inscripción reali-zada sobre la cabeza de una vértebra de Bos taurus267. La lectura aportada por Heltzer lsh II, puede ser también, dependiendo de cómo se atienda a la dirección externa o interna de la misma, gšh‘ II. Si se atiende a la propuesta de Heltzer, estaríamos ante un texto económico de tipo redistributivo “a/para lsh 2”. Este so-porte sobre hueso ya lo conocíamos en las tres inscripciones de signifi cado religioso de la Ca-lle de la Botica (vide supra).

Plaza de las Monjas 10. Inscripción reali-zada sobre una pieza completa de marfi l con lectura šlkt268. Cronológicamente, este tipo de shim se mantiene hasta mediados del siglo VII a.C. Respecto a su interpretación, no tenemos ningún testimonio como antropónimo, ex-cepto el fenicio šlrt269.

Plaza de las Monjas 11. Inscripción sobre la superfi cie externa de un jarro a torno que in-terpretan como el signo tartésico indígena ko, que consideran que podría tener valor metro-lógico270 de medida de capacidad por aparecer en algunas ánforas ibéricas o en monedas271. No obstante, observando la ejecución, puede que se trate de un signo y no una letra, ya que si fuese un ko, una especie de diábolo, su eje-cución sería más isométrica. Creemos que se trata de una estrella de 5 puntas similar a otros ejemplos272, como la presente sobre un frag-mento de cerámica gris de El Monastil (Elda,

258 Ibidem: 892.259 Ibidem: 744.260 Ibidem: 946.261 HOFTIJZER, J. y JONGELING, K. (1995): 1189.262 KOEHLER, L. y BAUMGARTNER, W. (1985): 1009.263 BENZ, F.L. (1972): 185-186; HALFF, G. (1963-64): 145; JONGELING, K. (1984): 209-212.264 HOZ BRAVO, J. de (1976): 273-274.265 AMADASI GUZZO, M.G. (1967): 55, fi g. 6; Sicilia 2.266 AUBET, M.ª E., CARMONA, P., CURIÀ, E., DELGADO, A., FERNÁNDEZ CANTOS, A. y PÁRRAGA, M.

(1999): 124, fi g. 80q, 208, fi g. 126j, 209, fi g. 127e; 255, fi g. 173a.267 GONZÁLEZ DE CANALES, F., SERRANO, L. y LLOMPART, J. (2004): 135, lám. 35/10, fot. 61/9.268 Ibidem: 135, lám. 35/11, fot. 61/10.269 BENZ, F.L. (1972): 180.270 GONZÁLEZ DE CANALES, F., SERRANO, L. y LLOMPART, J. (2004): 136, lám. 35/12, fot. 61/11.271 GONZÁLEZ DE CANALES, F. y SERRANO, L. (1995): 9, 19, fi g. 1/2.272 MEDEROS, A. y RUIZ CABRERO, L.A. (2000-01).

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Alicante), aunque ha sido considerado como un monograma273. Sobre la pared de un án-fora de Cámara (Elda, Alicante), del que sólo tenemos un fragmento debido a la rotura de la pieza274. En la superfi cie externa de un ánfora en Abdera (Adra, Almería)275. En la parte infe-rior de un plato gris del estrato 15 de Medellín (Badajoz)276. Así como sobre un ánfora de fa-bricación greco-oriental de la primera mitad del siglo VII hallada en Milazzo (Italia), que porta cinco signos, siendo uno de ellos una estrella de tipo similar277, aunque en este caso nos halla-mos ante un contexto de tipo funerario.

6.3. Cerro del Carambolo (Camas, Sevilla)

Otra de las inscripciones, cuya datación pa-leográfi ca nos pone en conexión con el periodo comprendido entre los siglos VIII y VII a.C., es la inscripción incisa sobre una estatuilla femeni-na de bronce de 18 cm que representa a Astarté desnuda, en posición sedente sobre un trono

desaparecido de madera o piedra, hallada en El Carambolo, que ingresó en el Museo de Sevilla, n.º 11.136, el 20 de octubre de 1963, aunque fue descubierta unos días antes que el tesoro de El Carambolo hallado el 28 de septiembre de 1958278, lo que ha estimulado interpretaciones sobre la presencia de un posible santuario feni-cio dedicado a Astarté279, confi rmadas por las últimas excavaciones280.

Desde su aparición, esta inscripción fue el texto epigráfi co más extenso de la Península Ibérica, con 5 líneas sobre una base de 3,3 x 3,8 x 3,8 cm, la cual debió ser realizada pro-bablemente por un sidonio281, existiendo una dedicatoria de una sacerdotisa de ‘štrt hr en una crátera funeraria de Sidón282. Otros tres grafi tos fenicios de este yacimiento ya los he-mos comentado en un trabajo previo283.

En la primera línea se acepta la lectura de kš’ como trono284. Respecto a la forma del pronombre demostrativo ’z, es claramente la atestación más antigua de Occidente, y ya

Lectura1 kš’ ’z p‘l b‘lytn este trono ha hecho b‘lytn2 bn d‘mlk w‘bdb‘l b hijo de d‘mlk y‘bdb‘l hi-3 n d‘mlk bn yš’l l jo de d‘mlk hijo de yš’l para4 ‘štrt hr rbtn k ‘štrt hr nuestra señora porque5 šm‘ ql dbrnm ha escuchado la voz de sus palabras

Tabla 14. Lectura propuesta de la inscripción en la Astarté del santuario del Cerro del Carambolo (Sevilla)

273 POVEDA NAVARRO, A.M. (1994): 492, 494, lám. 4; ID. (1994-95): 67, fi g. 10/1; ID. (2000): 1873, fi g. 10/1.274 ID. (1994): 495, lám. 7; ID. (1994-95): 67, fi g. 10/5; ID. (2000): 1873, fi g. 10/5.275 SUÁREZ, A., AGUAYO, P., CARRILERO, M., LÓPEZ CASTRO, J.L. y SAN MARTÍN, C. (1989): fi g. 7.276 ALMAGRO GORBEA, M. (1977): 271, fi g. 95/6952.277 AMADASI GUZZO, M.G. (1987): 21, fi g. 5.278 MENA, J.M.ª de (1975): 12.279 BLANCO FREIJEIRO, A. (1979): 95-96; BLÁZQUEZ MARTÍNEZ, J.M.ª (1995): 115; BELÉN, M. y

ESCACENA, J.L. (1997): 113; BELÉN DEAMOS, M.ª (2000): 71.280 FERNÁNDEZ FLORES, A. y RODRÍGUEZ AZOGUE, A. (2007): 106, fi g. 4.281 PECKHAM, B. (1999): 351.282 PUECH, E. (1994).283 MEDEROS, A. y RUIZ CABRERO, L.A. (2001): 105-106.284 PUECH, E. (1977): 85-86; AMADASI GUZZO, M.G. (1993); EAD. (1994): 194.

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está presente en Sarepta (Líbano) entre fi nes del siglo VII y los inicios del siglo VI a.C285., en Amrit (Siria) entre los siglos VI-V a.C286., en Sulcis (CIS I 126) en la segunda mitad del siglo VI a.C. o en Pyrgi (KAI 277) a fi nes del siglo VI o inicios del siglo V a.C.

Respecto a la cronología, consideramos acertadas las observaciones de Cross287 quien compara esta inscripción con la de Hassan Be-yli (KAI 23) de Asia Menor entre la segunda mitad del siglo VIII y la primera mitad del VII a.C. Igualmente, Amadasi Guzzo288 propone entre mediados del siglo VIII e inicios del VII

a.C. Son claros los trazos de algunos signos en relación con los ejecutados en la inscripción sobre una copa de bronce (CIS I 5), probable-mente procedente de Limasol (Chipre), que nos sitúan en el siglo VIII a.C.

Sabemos que la deidad representada es As-tarté, gracias a que su nombre aparece en su pe-destal, ya que, debido a su carácter egiptizante, hubiera sido interpretado por numerosos espe-cialistas como una divinidad del panteón egip-cio a través de comparaciones iconográfi cas.

La información que más llama la atención respecto a la inscripción de esta estatuilla gira

Lecturas alternativas1 mtn’ (Solá Solé, 1966 y 1976: 185; Amadasi

Guzzo, 1967: 150; Garbini, 1967: 6; Heltzer, 1967: 265; Vattioni, 1967: 178; van den Branden, 1969: 104; Röllig, 1969: 141; Krahmalkov, 1972: 209)nš’ ’š (Cross, 1971: 189)

ofrenda (Solá Solé, 1966 y 1976: 185)monumento (van den Branden, 1967: 104)estatua (Krahmalkov, 1972: 209-210)

ofrenda (Cross, 1971: 190)3 bny š’l l (Solá Solé, 1966 y 1976: 185, 188)

bn jš’l l (Vattioni, 1967: 178-179)bny š’l l (van den Branden, 1967: 104)

bny š’l l baneyu ša’ul (Cross, 1971: 192)

sacerdotes oráculos (Solá Solé, 1966 y 1976: 185, 188; Amadasi Guzzo, 1967: 150-151)[hi]jo del necromante de [‘štrt] (Vattioni, 1967: 179-180)que han edifi cado en don prometido (van den Branden, 1967: 104, 106)los saules (Cross, 1971: 192)

4 ‘štrt hbry tnt (Solá Solé, 1966 y 1976: 185, 189-190 )‘štrt hr‘štrt hbry tnt (Heltzer, 1967: 265)‘štrt hbrbj tnt (Vattioni, 1967: 178-179)‘štrt hrr (Garbini, 1967: 6; Amadasi Guzzo, 1967: 151)‘štrt hbr ytnt (van den Branden, 1967: 104)

‘štrt hr

‘štrt hr‘štrt hbr (Krahmalkov, 1972: 209)‘štrt hr

‘štrt compañera de tnt (Solá Solé, 1966 y 1976: 185)

‘štrt horus (Ferron, 1966: 248)‘štrt compañera de tnt (Heltzer, 1967: 268)‘štrt incantador de tnt (Vattioni, 1967: 180)

‘štrt deleite de las hieródulas (van den Branden, 1967: 104, 106-107)‘štrt de la cueva (Delcor, 1969: 86; Amadasi Guzzo, 1977: 226; Grottanelli, 1981: 116 n. 21)‘štrt hor hurrita (Cross, 1971: 192; Puech, 1977: 86)‘štrt de Iberia (Krahmalkov, 1972: 209-210, 212-213)‘štrt de la ventana (Lipinski, 1984: 114)

Tabla 15. Variantes propuestas a la lectura de la inscripción en la Astarté del santuario del Cerro del Carambolo (Sevilla)

285 PRITCHARD, J.B (1982).286 PUECH, E. (1986).287 CROSS, F.M. (1971): 191.288 AMADASI GUZZO, M.G. (1994): 197.

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en torno a la problemática del epíteto con que se designa a la diosa en la cuarta línea, hr. Se ha pensado en una adscripción de tipo geográfi co, que vendría dada por este epíteto en el sentido de hacer una Astarté Hurrita de Siria289, opción que creemos debe descartarse como indica la acepción del mismo epíteto a Dagan290. Por otra parte, Lipinski291 conside-ra que se trataría de la designación de la As-tarté en la ventana, con peinado hathórico y desnuda, presente en los marfi les fenicios de Nimrud292.

Por nuestra parte, consideramos que se debe incidir en el signifi cado expuesto por del Olmo Lete293, defi niendo una Astarté de la fosa, es decir, una Astarté con un signifi cado plenamente de ultratumba. Ello daría a esta divinidad un carácter ctonio y una implica-ción oracular ya que serviría de vehículo para la consulta de tipo mántica, acepción que se encuadra perfectamente con los nuevos ha-llazgos efectuados en El Carambolo294, donde había un santuario dominando la entrada del río Guadalquivir, con pleno carácter marino. Este santuario estaba acompañado por un am-plio sector dedicado a la manufactura de pro-ductos en el poblado bajo295, con paralelos en la ciudad fi listea de Tell Miqne-Ekron, donde hay constancia de la producción de aceite en relación al santuario, en las estancias adyacen-tes situadas al Sur del Temple Complex 650, por la presencia de prensas de aceite junto con ánforas para su transporte296, y de diversas ins-cripciones como šmn “aceite” o en tres casos la incisión del grafema š, probable abreviatura de š[mn] “aceite”297. En Ekron la divinidad

tutelar también adquiere un carácter oracular, como señala el pasaje recogido en 2 Reyes 1, 2.6.16, en el cual Ahaziah, rey de Israel ca. 853-852 a.C., hace interrogar a Ba‘al Zebul, dios de Ekron, tras haberse caído por la baran-da que había en el piso superior de su palacio en Samaria.

7. CONCLUSIONES

Las dataciones de Toscanos fueron las primeras disponibles para fechar la presencia fenicia en la Península Ibérica y por extensión en el Mediterráneo Occidental desde 1965, mientras las dataciones de Morro de Mezqui-tilla han aportado las cronologías más antiguas de los fenicios en Occidente hasta los recientes hallazgos de Huelva. Aún en la actualidad, por número, son los dos yacimientos fenicios con series más amplias de dataciones de la Penín-sula Ibérica.

Toda la serie de muestras analizadas en el laboratorio de Berna en 1983 de Morro de Mezquitilla está afectada por una mayor o menor antigüedad de la prevista, siendo más regulares los datos de Groningen de fi nales de los años setenta, pero con el problema a veces de la falta de más datos contextuales y no ser complementadas con otras nuevas resultado de las excavaciones más recientes realizadas en las campañas de 1981 y 1982.

En el caso de Toscanos, las determina-ciones procesadas en Colonia en 1967 dieron muchos problemas y fueron objeto de revisio-nes por el propio laboratorio en 1971 y 1974. Otro tanto sucedió con las muestras proce-

289 CROSS, F.M. (1971): 192; PUECH, E. (1977): 86; LACKENBACHER, S. (1985); BONNET, C. (1996): 31.290 FELIU, L. (1998): 47.291 LIPINSKI, E. (1984): 113-117.292 BARNETT, R.D. (1975): 145-151.293 (1988): 57, n. 5.294 FERNÁNDEZ FLORES, A. y RODRÍGUEZ AZOGUE, A. (2007).295 CARRIAZO y ARROQUIA, J. de M. (1973).296 GITIN, S. (1998): 175.297 LEMAIRE, A. (2000): 245, n.º 25-28.

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dentes de la campaña de 1971, procesadas ese mismo año en Colonia, que tuvieron que ser vueltas a medir en 1974, no habiendo constan-cia de nuevos análisis procedentes de las poste-riores campañas de 1973, 1976, 1978 y 1984. Las dataciones de Groningen, procedentes de la campaña de 1967, resultan bien muy recien-tes para la fase I-II, o a veces muy antiguas, para la fase IVc-d, lo que probablemente ex-plique que quedasen inéditas hasta su reciente publicación por Pingel298 y que se continuase utilizando el laboratorio de Colonia en 1971, a pesar de los problemas que ya se habían tenido con las muestras de la campaña de 1967.

Los problemas derivados de estos análisis antiguos de 14C han tenido un efecto disuaso-rio en muchos arqueólogos españoles, que no han tenido como una prioridad la realización de amplias series de dataciones en yacimientos clave excavados posteriormente como La Fon-teta, Villaricos, Abdera, Almuñécar, Chorre-ras, Cerro del Villar, Cerro del Prado, Castillo de Doña Blanca, etc., de los que no dispone-mos publicado de ningún análisis.

Los fenicios de la Península Ibérica proba-blemente adquirieron mayor autonomía a par-tir de la presencia como rey de Tiro de ‘Aštart o un ursurpador anónimo, ca. 920-900 AC, indicativo de una etapa de inestabilidad has-ta el breve reinado de Pillês, retomándose los contactos con notable intensidad a partir del inicio del reinado de ’Ittôba‘al I, 887/878 a.C., la fase fi nal y mejor representada en Huelva, ca. 875-825 AC299.

Esta cuarta fase de Huelva o 2b se relacio-na con Tiro 7-6, ca. 875-825 AC300 o 800-775 AC301, y sugiere la posible presencia de un ba-rrio fenicio en un sector de la ciudad, donde destacan los skyphoi y platos con semicírculos colgantes302, junto con la presencia de cerámica Black on Red o cerámica chipriota bícroma303. Los análisis de carbono 14 realizados en la Uni-versidad de Groningen con huesos de bóvidos recuperados junto con los materiales fenicios304, podrían corresponder a la cuarta fase de Huelva o 2b, caso de GrN-29.511 2745±25 BP, cal. 969 (898) 828 AC y GrN-29.513 2740±25 BP, cal. 968 (896, 875, 862, 847, 845) 827 AC, aunque GrN-29.512, 2775±25 BP, cal. 998 (916) 834 AC, podría asociarse también con la tercera fase de Huelva o 2a, representada por materiales característicos de los niveles Tiro 10b y 10a, ca. 930-920 AC, donde destacan el plato del tipo 11 y el ánfora del tipo 9.

La datación más antigua e importante de Morro de Mezquitilla procede de la parte in-ferior de una fosa del corte 15, la n.º VIII, que antecede a una posible calle entre los edifi cios K e I y al propio edifi cio K, B-4.178 2750±50 BP305, cal. 1003 (899) 805 AC, pero resulta demasiado antigua. Esta fase de Morro de Mezquitilla B I=A/B1a se podría correlacio-nar con Tiro 4, ca. 800-775 AC306 o 775-740 AC307, debido a la ausencia de claras importa-ciones orientales como Cypriot White Painted III, Cypriot Bichrome o Black on Red.

De acuerdo con la presencia de cuencos de Fine Ware en Morro de Mezquitilla B II o

298 (2002): 246.298 GONZÁLEZ DE CANALES, F., SERRANO, L. y LLOMPART, J. (2004); MEDEROS MARTÍN, A. (2006):

175, 182-183.300 ID. (2005): 333-335, fi g. 16.301 AUBET SEMMLER, M.ª E. (2004): 465, fi g. 312, 469-471; NÚÑEZ CALVO, F.J. (2004): 352, fi g. 241, 363.302 GONZÁLEZ DE CANALES, F., SERRANO, L. y LLOMPART, J. (2004): 86-92.303 Ibidem: 95-96.304 NIJBOER, A.J. y van der PLICHT, J. (2006): 32, tabla 1.305 SCHUBART, H. (1983): 130; ID. (1985a): 167.306 MEDEROS MARTÍN, A. (2005): 333-335, fi g. 16.307 AUBET SEMMLER, M.ª E. (2004): 465, fi g. 312, 469-471; NÚÑEZ CALVO, F.J. (2004): 352, fi g. 241, 363.

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B1a308, puede plantearse una correlación ya con más garantías con Tiro 3, ca. 775-735 AC309 o 740-690 AC310, siendo interesante la presencia de cuencos de Fine Ware del tipo 2 en Morro de Mezquitilla y su ausencia en Huelva.

Un conjunto cerámico más tardío corres-ponde a Toscanos I-II311, el cual se puede co-rrelacionar con Tiro 2, ca. 735-700 AC312 o 740-690 AC313, pero la fase I está datada muy a fi nales del siglo IX o inicios del siglo VIII AC, H-2276-1766 2620±140 BP314, cal. 1107 (801) 398 AC, lo que resulta demasiado anti-gua para ser aceptable.

En el caso de la fase más antigua de El Ca-rambolo V, Ua-24401 2770±50 B.P.315, cal. 1016 (904) 814 AC., puede corresponder a un momento previo a la construcción del san-tuario, pues la muestra de carbón se infrapone a la estructura del edifi cio. En el registro ce-rámico la pieza más orientativa es la presencia de un cuenco de Fine Ware del tipo 5 de Tiro que se asocia con el estrato IV de Tiro, ca. 800-775 AC316.

En todo caso, es importante señalar que tanto Morro de Mezquitilla B1a317, Caram-bolo V318 o Toscanos I-II319, ya responden a un patrón cerámico de los fenicios occiden-tales, ausente en la metrópolis de Tiro320, por la presencia de las ánforas R-1 o 10.1.1.1., en la gran abundancia de cerámicas con engobe rojo frente a su menor representación en Tiro, o en el porcentaje completamente divergente entre platos y escudillas o carinated bowls.

Respecto a la documentación epigráfi ca, en los graffi ti post coctionem es evidente que la pieza es marcada después de ser adquirida para ser identifi cada como objeto personal, tal vez con la inicial del nombre del propietario. No obstante, la presencia de un mero signo y no de una letra, abre la posibilidad de que pueda estar implicada la designación del contenido del ánfora, una marca de contabilidad o bien un símbolo de distinción por el cual se sabría la persona a la que iba destinada.

Dentro del concepto de marcas de propie-dad, se puede concretar que se trata de marcas de uso particular personalizado de aquellos objetos o recipientes que por su trasiego o manipulación se podrían confundir fácilmente con otros iguales o similares, y que a su vez sus usuarios querían utilizar exclusivamente. Por ello son los platos, cuencos y ánforas los dife-renciados con más frecuencia con el nombre o una letra por el usuario. No así los morteros o las lucernas que seguramente eran de uso no particular.

En cambio, en los graffi ti ante coctionem, éstos muestran que el propietario del objeto indicó al alfarero, antes de fi nalizar la pieza, que fuera distinguida con una inscripción. Esta situación parece aproximarnos más a una fun-ción de tipo personal del propietario del obje-to, tal vez con un sentido religioso, sea cultual o funerario, como también queda patente en alguno de los graffi ti de Huelva procedentes de Plaza de las Monjas y la Calle de la Botica.

308 MAASS-LINDEMANN, G. (1994): 284-285, 283, fi g. 1/1-2.309 MEDEROS MARTÍN, A. (2005): 333-335, fi g. 16.310 AUBET SEMMLER, M.ª E. (2004): 465, fi g. 312, 469-471; NÚÑEZ CALVO, F.J. (2004): 352, fi gs. 241, 363.311 MAASS-LINDEMANN, G. y SCHUBART, H. (1982).312 MEDEROS MARTÍN, A. (2005): 333-335, fi g. 16.313 AUBET SEMMLER, M.ª E. (2004): 465, fi g. 312, 469-471; NÚÑEZ CALVO, F.J. (2004): 352, fi gs. 241, 363.314 SCHUBART, H. (1965): 17.315 FERNÁNDEZ FLORES, A. y RODRÍGUEZ AZOGUE, A. (2007): 94-104, fi gs. 5-13.316 MEDEROS MARTÍN, A. (2005): 333-335, fi g. 16.317 SCHUBART, H. (1985a); ID. (1985b); MAASS-LINDEMANN, G. (1994).318 FERNÁNDEZ FLORES, A. y RODRÍGUEZ AZOGUE, A. (2007).319 MAASS-LINDEMANN, G. y SCHUBART, H. (1982).320 MEDEROS MARTÍN, A. (2005): 335.

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En el caso de Plaza de las Monjas, llama la atención tres inscripciones que portan una fórmula de tipo votivo, comenzando por un lamed, “a” o “para”, sobre un ánfora, un que-maperfumes y la cabeza de una vértebra de Bos taurus, que sugieren un uso de tipo cultual en el área de los hallazgos y la existencia de un santuario religioso fenicio en la ciudad de Huelva.

La presencia de algunos objetos con po-sible uso cultual también se refl eja en otros materiales recuperados en Plaza de las Monjas como 4 pequeños betilos321, cáscara de huevo de avestruz con restos de pintura322 o astrága-los de hueso323.

Los templos eran autónomos económi-camente para ser autosufi cientes en el man-tenimiento del personal del templo, siendo probablemente propietarios de tierras, como sucedía en Jerusalén324 y de ganado sagrado de la divinidad destinado a los sacrifi cios, el cual era consumido durante las festividades, como sucedía en Tenerife325. Por otra parte, debieron llegar a tener capacidad de recibir herencias (Ulpiano, Reglas, 22.6)326.

Los navegantes y mercaderes fenicios y de otras nacionalidades tenían por costumbre ofrecer dádivas en los templos. El templo era una parte importante en el universo fenicio, no sólo como lugar donde moraba la divini-dad, sino por su función como eje económi-co. Era un lugar con sufi ciente espacio donde se establecía el trato comercial, donde tenían lugar los contratos y préstamos a crédito ante testigos. Éstos eran refrendados por juramen-tos ante un altar consagrado, garantizando así los cumplimientos. Una vez conseguido el

acuerdo, los comerciantes fenicios efectuaban una ofrenda a Melqart seguida de una danza ritual según Heliodoro (Aethiop., 4.17).

El templo era el garante de los pesos y medidas, guardando en depósito los pesos de referencia, con personas responsables de su buen uso dentro del espacio sagrado. También tenía una gran capacidad de acumular riquezas, pues sus depósitos sagrados, vigilados por un tesorero, ofrecían permanente solvencia econó-mica, pudiendo ofrecer préstamos (Jueces, IX, 4), asegurar la circulación de materias primas y mercancías de gran valor entre ambos extre-mos del Mediterráneo, el pago aplazado de las mercancías y la conversión en metales preciosos de las cartas de pago. Como santuario nacional, su ubicación en suelo extranjero le permitía además ser un centro de albergue para todos los compatriotas que frecuentasen ese lugar, a la vez que lugar de mercado y contratación. Finalmente, era la mejor garantía para acceder regularmente a un buen puerto, garantizando el atraque, la seguridad de las transacciones y el asilo si fuera necesario327.

En el puerto de Gadir la población seguía un patrón habitual de los marineros fenicios, “la mayoría viven en el mar, siendo pocos los que se quedan en casa”, durmiendo a menudo en sus embarcaciones (Str., III 5.3).

Los marinos daban las gracias por arribar a buen puerto y también por la protección para el viaje de vuelta, como sucedía en Gadir “las naves extranjeras se acercan a hacer sacrifi cios al dios y se marchan rápidamente” (Avieno, O.M., 360-361). Solían acompañarse del pago de un voto o donativo, que en el caso del templo de Melqart en Gadir podía equivaler

321 GONZÁLEZ DE CANALES, F., SERRANO, L. y LLOMPART, J. (2004): 140, lám. 62/9-12.322 Ibidem: 171, lám. 70/5.323 Ibidem: 169, lám. 43/39-49 y 69/37-41.324 DOEWE, J.W. (1974).325 ESPINOSA, A. de (1594/1980): 61.326 BLÁZQUEZ MARTÍNEZ, J.M.ª (2001): 605.327 BOGAERT, R. (1966); SOVERINI, L. (1991); RUIZ DE ARBULO BAYONA, J. (1997): 522.

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a un diezmo sobre los benefi cios obtenidos, que quizás encubriese el propio benefi cio del templo por participar con capitales propios328, haber otorgado préstamos o la comisión por pagar las cartas de pago.

Los rituales religiosos se sucedían con libaciones u ofrendas de objetos, que refl eja Apolonio de Rodas (Argon., 2.1272-1276), ante el amarre de la nave de Jasón, “El propio Esónida con copa de oro vertió en el río dul-ces libaciones de vino sin mezclar a la Tierra [Gea], a los dioses locales y a los espíritus de los héroes muertos. Les suplicó que benévola-mente fuesen sus auxiliares propicios y acogie-ran de modo favorable las amarras del navío”.

El ritual era un acto obligado, además de decisivo para el devenir futuro, y su ausencia u omisión era vista por los dioses como una afrenta imperdonable. De ahí que los autores clásicos como Valerio Máximo (Facta et Dicta memorabilia 1.3), recojan como algo normal la fuerza de la punición ante una afrenta de tal calibre: “Dionisio de Siracusa castigado por jactarse de haber disfrutado de una buena navegación después de cometer un acto sacrí-lego”.

Una función complementaria de tipo ora-cular, informando sobre las navegaciones ve-nideras, se desarrollaba entre otros en el san-tuario de Astarté en El Carambolo, divinidad de ultratumba con carácter oracular, la cual era consultada por los marinos y mercaderes.

Este santuario tenía anexo, descendiendo por la ladera a unos 150 m, un sector en el Ca-rambolo bajo329, de unos 400 m2, dedicado a la manufactura de productos, presumiblemen-te suntuarios, donde los devotos deseosos de dejar un presente como símbolo de piedad y agradecimiento podían elegir un regalo, des-de el más modesto al más lujoso en materias

primas exóticas o preciosas; productos aromá-ticos, aceites perfumados, plantas silvestres aromáticas, etc., que dieran placer a la divi-nidad; u ofrendas de alimentos obtenidas de los carniceros o de panaderos que preparaban obleas.

El oráculo había jugado un papel funda-mental en la propia fundación del templo. Anunciando la necesidad de partir al extran-jero para fundarlo y manteniendo la divinidad su protección durante el trayecto hasta llegar al destino y proceder entonces a la fundación del nuevo templo si los augurios eran favora-bles como sucedió en Gadir (Str., III 1.5).

Una cuestión aledaña al templo y culto a Astarté, resultante de su situación portuaria y su función económica, es la prostitución sagra-da330, donde marinos y comerciantes acudían regularmente después de los largos periodos de abstinencia que suponían las travesías ma-rinas. Lógicamente, las prostitutas entregaban parte de sus benefi cios a Astarté por su pro-tección, convirtiéndose en uno de los tipos de donativos más importantes, lo que redundaba en la riqueza de estos santuarios que se refl eja en el tesoro de El Carambolo.

El texto más claro sobre la importancia económica y la atracción que ejercía la pros-titución vinculada a los templos de Afrodita-Astarté quizás sea el de Estrabón (VIII 6.21) sobre el santuario en Corinto. “El santuario de Afrodita llegó a tener tanta riqueza que llegó a disponer de más de mil hieródulas que servían como prostitutas; eran entregadas como ofrenda a la diosa tanto por hombres como por mujeres. Y a causa de ellas, sin duda, la ciudad se llenó de gente y se enriqueció. En efecto, los navieros se arruinaban con fa-cilidad y por ello dice el proverbio: ‘no todos los hombres pueden navegar hasta Corinto’”.

328 VÁZQUEZ HOYS, A.M.ª (1993): 95.329 CARRIAZO y ARROQUIA, J. de M. (1973): 238-239; BELÉN DEAMOS, M.ª (2000): 71.330 RIBICHINI, S. (2004).

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También en el templo de Afrodita-Astarté en Comana Póntica, Estrabón (XII 3.36) señala que “muchas mujeres comercian con su cuer-po, casi todas consagradas a la diosa”.

Otro tipo de prostitución puntual, opcio-nal y realizada por mujeres libres, vinculada a un rito de paso prenupcial, para conseguir la dote de la boda, ofreciendo una parte a Ve-nus-Astarté que simbolizaba la ofrenda de la primicia de la castidad a la diosa antes de ser mujer adulta, la recoge Justino (XVIII 5.4) para Chipre, “Era costumbre de los chipriotas enviar a las doncellas, unos días determinados antes de la boda, a la orilla del mar a trafi car con su cuerpo para ganar el dinero de la dote y ofrecer a Venus sus primicias por el pudor del resto de su vida”.

Una tercera variante de prostitución ex-cepcional, también opcional y realizada por mujeres libres, estaba vinculada al día de la ce-lebración de la fi esta de muerte y resurrección de Adonis-Melqart, junto a “un gran templo de Afrodita[-Astarté] de Biblos, en el que ce-lebran ceremonias en honor de Adonis (…) primero ofrecen sacrifi cios a Adonis como si hubiera muerto y luego, al día siguiente, cuen-tan que está vivo y lo sacan al aire y se afeitan las cabezas (…). Las mujeres que no quieren afeitarse, pagan la siguiente multa: en un día determinado se ofrecen para la venta de su belleza; el mercado sólo está abierto a los ex-tranjeros, y el sueldo se convierte en ofrenda a Afrodita” (Luciano, De Syria dea 6).

Entre los santuarios con culto a Astarté de tipo marino destaca Kition (Larnaca, Chi-

pre)331. La prostitución sacra se refl eja en un listado de cuentas de ca. 450 a.C., sobre una placa de alabastro, hallada en 1879 en este santuario332 (CIS I 86 A-B; KAI 37), donde se menciona entre los asalariados del templo a las ‘lmt del hebreo ‘almah, “mujer joven núbil”, en la línea 9 de la cara B, usada en CIS II 3913 como equivalente a prostituta; grm, de gr “jo-ven devoto”, en la línea 16 de la cara A y 10 de la cara B; o los klbm, de klb “perro joven”, en la línea 10 de la cara B, que podrían estar vinculados a la prostitución masculina y feme-nina, homosexual y heterosexual.

Asimismo, en la isla de Chipre, se encuen-tra una cueva consagrada a Astarté en Was-ta333, con graffi ti triangulares, indicadores del sexo femenino, y la inscripción “‘Abi-Tun hijo de ‘Abi-Saphun ha ofrecido una nueva sierva para el alto sitio”334, vinculable con la prosti-tución sagrada.

Para la Península Ibérica tenemos refe-rencias de santuarios marinos consagrados a Astarté en Baria, Villaricos (Almería) como Afrodita-Astarté335 (Plut., Apoth. Scip. Mai. 3). También en la Cueva de Gorham Cave en Gibraltar336 debía existir esta advocación a As-tarté como sugiere Ferrer337.

En Gadir, la isla de Venus Marina-Astarté o Insula Iunonis (Plin., N.H., 3.11) tenía un templo y cueva con oráculo (Avieno, O.M., 315-318) que unos autores sitúan en Torre Tavira, donde había una Cueva Santa338 y otros junto al Castillo de Santa Catalina en la Punta de la Nao por los numerosos hallazgos suba-cuáticos de objetos rituales en su entorno339.

331 KARAGEORGHIS, V. (1976): 107-117.332 MASSON, O. y SZNYCER, M. (1972): 21-69.333 BEAULIEU, A. y MOUTERDE, R. (1948).334 SZNYCER, M. (1958).335 LÓPEZ CASTRO, J.L. (2005).336 CULICAN, W. (1972); BELÉN, M. y PÉREZ LÓPEZ, I. (2000).337 (2002): 204.338 PÉREZ LÓPEZ, I. (1989/1998); ÁLVAREZ ROJAS, A. (1994): 20.339 RAMÍREZ DELGADO, J.R. (1982); ESCACENA CARRASCO, J.L. (1985): 44-46; CORZO SÁNCHEZ, R.

(1991a): 81.

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Finalmente, en la embocadura del Lago Ligustino, en la antigua isla de Monte Algaida, existía un culto al lucero del atardecer, Phospho-ros o Lux Dubia (Str., III 1.9), astro que detec-ta el culto a la Venus Marina-Astarté340 y era un

referente para la navegación al oscurecer, don-de había un santuario que fue excavado entre 1978-1984341, para desde allí acabar alcanzan-do el río Guadalquivir y el santuario de Astarté en El Carambolo, en frente de Spal.

340 SALINAS DE FRÍAS, M. (1988): 146; PÉREZ LÓPEZ, I. (1989/1998); FERRER ALBELDA, E. (2002): 202.

341 BLANCO FREIJEIRO, A. y CORZO, R. (1983); CORZO SÁNCHEZ, R. (1991b).

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