Luz y Tinta nº20

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1 Núm. 20 Mayo 2013 El fascinante mundo del antiguo Egipto, II Patios de Córdoba Stefano Bonazzi Reglas de composición, y II Cuencas mineras

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La revista de la red social de fotografía Moldeando la Luz

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Núm. 20Mayo 2013

El fascinante mundo del antiguo Egipto, II

Patios de CórdobaStefano Bonazzi

Reglas de composición, y IICuencas mineras

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PROMOTOR»José Luis Cuendia, “Guendy”

DIRECTOR»Francisco Trinidad

COLABORADORES»Eugenio R. Meco»Pepe Haro Castaño»Ma Bernarda Ballesteros»Carlos Flaqué Monllonch»Glyn Griffits»Ricardo González “Completu”»Salvatore Grillo»Javier Madroñero»Narciso del Río»Juanjo Gallardo»Monchu Calvo»Antonio Ramón Ferrera»Cristina Capracci»Gustavo Velázquez»Cora Coronel»Justín del Barrio»Arturo de las Liras»Juan José Alonso»Ilona Gogh»Jan Puerta»Albino Suárez»Gloria Soriano»Ildefonso Robledo»José Manuel Gonzalo

DIRECTOR DE FOTOGRAFÍA»José Luis Cuendia

DIRECTORA DE COMUNICACIÓN»Lola González

DISEÑO Y MAQUETACIÓN»Francisco Trinidad

¨www.moldeandolaluz.com

Reservados todos los derechos de re-producción total o parcial tanto del texto como de las imágenes. Las imágenes están protegidas por las leyes de copyright inter-

nacionales.

¨Para cualquier consulta o sugerencia con-

tacte con nuestro correo electró[email protected]

Moldeando la Luz es miembro de la Royal Photographic Society

Con todo entusiasmo¡Madre mía¡, cómo pasa el tiempo, me parece que fue la semana pasada

cuando Paco me reclamaba el trabajo del número 19 y ya está aquí el 20. El tiempo pasa volando, pero lo que no pasan son los problemas, cada día vemos, oímos y experimentamos en nuestra piel los embites de este desfalco llamado crisis que nos azota a todos. El sector editorial, tanto en las revistas físicas de impresión como en las digitales, a través de las “app” de los kioscos virtuales, tampoco se libran; es más, están sufriendo como los que más, pues observamos cómo día tras día se cierran sus páginas, y es una verdadera pena. Sin ir muy lejos ayer mismo me encontré con un viejo amigo fotógrafo al que le habían cerrado el diario donde trabajaba, y se encontraba en un mercadillo con toda su colección de viejas cámaras puestas a la venta, me dijo: No me queda más remedio, amigo, lo hago con dolor de mi corazón pero de algo tengo que comer.

Así es la triste realidad, los números son muy fríos y son éstos los que mandan. Las ventas bajan mes a mes, y los ingresos por publicidad cada día son inferiores. Así pues, toquemos madera, que nuestros mecenas puedan seguir sorteando la crisis a la que no son ajenos y que su colaboración no desapa-rezca, y que los autores de los diferentes trabajos sigan colaborando de forma altruista; de esta manera no solo seguiremos al pie del cañón todos los meses, si no que lo podremos seguir haciendo de forma gratuita. Porque lo que si está claro es que Luz y Tinta seguirá aumentando en calidad, gracias al esfuerzo y la pasión que le ponemos todos.

Luz y Tinta seguirá funcionando como un suerte de vaso comunicante de nuestra red social de fotografía Moldeando la Luz. Seguiremos, pues, con las semanas temáticas y con los concursos. La próxima vez toca concurso, y será sobre un tema muy ambicioso: el Retrato de personas, sobre el que ya se puede ir trabajando. Si no se tienen otros modelos, habrá que empezar por amigos y familiares, y seguro que será un concurso de grandes e interesantes retratos en el que cada uno busque sus propios caminos y la manera de expresar su visión sobre la fotografía del retrato.

La imaginación es tan poderosa que es imposible de describir, solo las per-sonas que saben moldear la luz en la recreación pueden acudir a ella para la sorpresa del deleite colectivo de quienes las observamos; ocurrencias que van más allá de la propia realidad convirtiendo los sueños en obras de gran enver-gadura amparándose en lo ocurrente y ambicioso de la imaginación.

En otro orden de actividades, podemos anunciar que el próximo mes presen-taremos el nuevo carnet de fotógrafo de Luz y Tinta y Moldeando la luz , del que podrán disponer todos los moldeadores que hayan sido seleccionados alguna vez como Fotógrafo del mes en nuestra red social. Es un carnet que evidente-mente abre muchas puertas a la hora de realizar el trabajo en los diferentes eventos tanto públicos como privados.

Y esto es todo lo que podemos ofrecer de momento hasta hoy, con el re-novado compromiso de que mes a mes, mientras esta revista llegue a vuestros ordenadores, se seguirá haciendo con todo nuestro entusiasmo, el de este pro-motor y su equipo directivo, encabezado por Francisco Trinidad, y todos sus co-laboradores, que ante todo aman lo que hacen y lo hacen para todos vosotros.

JOSé LUIS CUENDIA, “GUENDY”

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Fotógrafo del mes: Claudio FiblaFRANCISCO TRINIDAD ..........................................................................5

El fascinante mundo del antiguo Egipto, IIJOSé LUIS CUENDIA, “GUENDY” ..........................................................17

Así se editóEUGENIO R. MECO ..........................................................................19

Patios de CórdobaILDEFONSO ROBLEDO CASANOvA Y MARÍA OCAÑA ROMERO .............................22

A teya vanaMONChU CALvO ..............................................................................25

La condenaJUSTÍN DEL BARRIO .........................................................................27

Corrección de la pielANTONIO RAMÓN FERRERA .................................................................28

Manu Brabo, “Pulitzer” ...........................................................29

Juan Blanco y NegroCLAUDIO FIBLA ..............................................................................31

Stefano BonazziCARLOS FLAQUé MONLLONCh ...............................................................35

“Pintar” nuestras fotografíasRICARDO GONzáLEz, “COMPLETU” ........................................................39

La casa de sus sueñosGLORIA SORIANO ............................................................................43

No es lo que pareceJAvIER MADROÑERO .........................................................................45

REGLAS DE COMPOSICIÓN (Y 2) .................................................................47

Fotografía de calle ...y recuerdos de mi niñezJAN PUERTA .................................................................................51

Cuencias minerasFRANCISCO TRINIDAD ........................................................................55

Animalandia ..............................................................................57

Fotografía de portada: Noly

Núm. 20Mayo 2013

En la semana temática “Animalandia” esta foto de Noly resultó la más distinguida por los moldeadores; una foto que, haciéndose eco de la propuesta que se ponía sobre el tapete (fotos de nuestros “vecinos” los animales) subraya la vecindad entre el hombre y sus quizás antecesores los simios a través de esa mirada que parece una invitación a la reflexión. Una mirada que concentra un mundo de posibilidades y que deja al albur de la imaginación personal todo un cúmulo de sensaciones y de especulaciones, entre las que no es la menor la abstracción del tránsito de aquella condición simiesca a nuestra actual facies humana. Noly consigue con este “retrato” —todas las precauciones son pocas y es preciso andarse con pies de plomo, de ahí las comillas— dotar de humanidad a ese gesto, entre reflexivo y absorto, que nos lleva del cogito de Descartes que incorpora a su título a la siempre inquietante posibilidad de que nuestra “vida” anterior haya tenido algún tipo de parentesco con ese rostro peludo que nos mira como en un reto. Como si el mundo estuviera recién estrenado.

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El fotógrafo del mes

No cabe duda de que el fotógrafo, siempre consciente de sus límites, busca superar las dos dimensiones de la fotografía tradicional a través de la técnica y de la intuición, pero sobre todo mediante su sentido de la realidad, aportando

al resultado final su propia visión del mundo que no pocas veces se tradu-ce en compromiso. Es básicamente lo que podemos apreciar en las foto-grafías de Claudio Fibla: compromiso artístico, a través de una muy depura-da técnica fotográfica, y compromiso social, mostrándonos el lado menos amable de la realidad, de eso que él mismo en algún texto ha llamado ‘vida’, con todas sus dificultades y re-nuncias, con todos sus peligros.

Claudio Fibla —quien por cierto nos ha mostrado en Moldeando to-davía muy pocas fotos, aunque todas ellas muy seleccionadas y enmarcadas con total delicadeza— se ha especia-lizado en una suerte de expresionis-mo fotográfico, con la soledad y la miseria como temas esenciales, que a veces se traduce en amargura y a veces da el salto a una visión existen-cialista del ser humano que no rehúye cierto sustrato de una dureza desven-turada. Es el caso de la foto titulada “Trabajo, juego, desprotección” que muestra a dos niñas jugando despreo-cupadas en un armatoste lleno de ba-suras que su propio padre recoge por las calles para ir sobreviviendo, como el propio fotógrafo nos contó en el número 19 de Luz y Tinta, o como la foto “Torso”, un retrato sin rostro con toda la miseria —quizás toda la in-justicia— asomando por los rotos de un jersey maltrecho.

Aunque donde asoma preferente-mente su compromiso es en los retra-tos. Retratos callejeros, en blanco y negro (creo que solo uno nos ha dado en color, utilizando una técnica muy cercana al efecto Dragan) y en los que se acentúa su tendencia expre-sionista: a través de ellos nos mues-tra ojos —clavados en el objetivo de la cámara— que por sí solos cuentan una historia personal alejada de cual-quier consuelo y arrugas que resumen una vida. Eso sí, todos estos retratos huyen de los gestos huraños, con lo cual se puede adivinar que, antes de la toma, el fotógrafo se ha detenido a charlar con ellos, les ha escucha-do, se ha empapado de vivencias cuya dureza intenta transmitir lue-go captando una expresión capaz de condensar la aspereza de su soledad, acentuada además por una edición en la que priman y se destacan las som-bras de un blanco y negro más expre-sivo si cabe por la propia fuerza de ese tratamiento informático centrado preferentemente en la luz de los ojos.

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Pero no solo nos ofrece retratos. En otras tomas nos muestra estructu-ras geométricas que ahondan en la di-mensión freudiana de su indagación, que cobra mayor fuerza en algunos fotomontajes que vienen a ser como un puñetazo en el rostro, un aldabo-nazo en la conciencia, como el titula-do “Fe” que muestra unas manos que, como reptando, quedan a un palmo de llegar a tocar a un crucifijo, quizás como una metáfora de cuantos, cre-yentes o no creyentes, aspiran al me-nos a comprenderlo; o como el que, bajo el título de “Basta es basta!”, que le sirviera a Justi para una de sus lecturas poéticas en Luz y Tinta y que denuncia la violencia de género con una fuerza insólita que nace de la re-flexión a que la propia imagen incita. Es muy significativa al respecto una de sus fotos en que fotografía la fa-chada del Centro Popular de la Memo-ria, un grito argentino en contra de una dictadura de una crueldad que no debiera olvidarse.

Por último, entre otras posibilida-des, en algunas ocasiones nos ofrece una foto con una suerte de golpe abs-tracto, muy creativo siempre, que en ocasiones adquiere un tono surrealis-

ta, quizás lúdico, porque la vida es también vaivén de sueños y sobre todo compromiso —de nuevo, inevi-tablemente— con los propios afanes. Y tengo muy claro que uno de los an-helos inherentes a Claudio Fibla es su

búsqueda de la perfección fotográfica mediante la búsqueda insaciable de posibilidades.

FRANCISCO TRINIDAD

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Como consecuencia de la Presa de Asuán o Aswan, al sur del territorio egipcio, se crea el Lago Nasser, cu-yas obras durarían lo que va entre los años 58 a finales de los 70. La subida de las aguas puso en peligro muchos de los templos nubios que fueron trasladados a lugares a salvo, pero no solo fueron los templos, sino también las poblaciones nubias que fueron trasladadas a lugares más seguros tras las subidas de las aguas. Este fue un proyecto ideado por el Presidente Nasser, no exento de grandes contro-versias y muchos problemas, basta con recordar la inundación del puerto de Wadi Halfa en Sudán que quedó completamente desbordado y como consecuencia de ello fue necesario reemplazarlo construyendo para ello una nueva ciudad.

Es evidente que todos los grandes contratiempos han sido superados poco a poco y hoy este espejo de agua, este mar artificial, está dedica-do al recreo y al turismo en la zona. Sus singulares cruceros nos recuerdan a los que surcaban las aguas del Mis-sissippi e incluyen visitas a templos como el de Asuán o el de Abu Simbel del que ahora partimos para descubrir otros como el templo de Amada y sus extraordinarias pinturas de Tutmosis III, el templo de Derr, el oasis de Wadi es Seboua, con los templos de Ramsés II, Mehakarra y Dakka, Kalabsha, Beit el Wali y Kertassi. Mas de trescientos kilómetros a bordo nos esperan para ir descubriendo estas maravillas con unos amigos, nuestras cámaras, y acompañados solamente por el agua del Nilo, las arenas del desierto y por las noches, que es cuando refresca un poco, desde la cubierta contemplando las estrellas del firmamento. Y cómo no, las fiestas nocturnas de aquellas cuatro inolvidables noches a bordo.

No sé si agosto es el mejor mes para hacer este viaje, pero eran las fechas libres de las que disponíamos aquel año, y si no fuera por los 50º de temperatura la aventura nos hubiera permitido el disfrute de algunas de

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Lago Nasser

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Atardecer en Isla Nueva de Kalabasha

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Atardecer en Isla Nueva de Kalabasha

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las playas arenosas que se pueden divisar en el trayec-to, o realizar algo de trekking en muchas de las colinas que han quedado a salvo de las aguas y que sin duda tienen una gran belleza; en fin, siempre nos quedará la fotografía para recordarnos aquellos momentos que ya no volverán.

El templo de Dakka fue iniciado por el rey Meroitic, Arkamani, en el siglo III antes de Cristo. La construc-ción fue continuada por los reyes egipcios de la dinas-tía ptolemaica. La ubicación del templo se encontraba en la frontera entre Nubia y Egipto, pero como ya he-mos comentado en otro momento la cultura egipcia fue adoptada por los nubios, o mejor dicho impuesta por los egipcios. El templo fue dedicado al dios de la sabiduría, Thoth.

(En la antigua religión egipcia, dios de muchas cualidades. Thoth era el dios de la luna, por lo que es el dios que mide el tiempo. Él era también el dios del cálculo, la escritura, el aprendizaje, la sabiduría, las leyes y la magia. Era el dios que inventó la escritura y los idiomas. En el reino de los dioses se desempeñó las funciones como el escriba, el intérprete, el consejero, y él también podría ser el representante de Re.

Thoth era normalmente representado como un hombre con cabeza de ibis, o como un ibis o como un babuino con la cabeza de un perro. Sus animales sagrados eran el babuino y el ibis, de los cuales se han encontrado millones de pequeñas momias y alrededor de Hermópolis y Menfis. Thoth jugó un papel en el famoso mito de Isis y Osiris, de los que supongo ten-

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En la página anterior, arriba a la izquierda, Kiosko de Trajano

En el centro, templo de Dakka

Sobre estas líneas, una imagen de nuestro via-je, siempre escoltados por razones de seguridad

A la izquierda, Templo de Wadi el Seboua y Santa Sanctorum del Templo de Philae

En la página siguiente, Templo de Aswan

En las dos páginas siguientes, 14 y 15, retratos de dos egipcios de muy diferentes edades: Pre-sente y futuro

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13Templo de Aswan

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dremos oportunidad de hablar en otra ocasión.)

La situación original de algunos de estos templos se encontraba a más de 40 km de la ubicación actual. Como hemos dicho en otras ocasio-nes, y como en el caso de Abu Simbel, la subida de las aguas del Lago Nasser obligó a buscar nuevas reubicaciones.

Nos levantábamos a las cuatro de la madrugada para aprovechar las livianas temperaturas, pues para no-sotros es imposible soportar las altas temperaturas de medio día, así que o hacíamos las visitas al amanecer o al caer la tarde. Pues recuerdo una tarde que no hubo más remedio que hacer la visita sobre las cuatro de la tarde: se trataba de visitar el templo de Amada y sus extraordinarias pin-turas de Tutmosis III, era la hora en que pasábamos por allí y como estaba previsto llegar a Kalabsha no hubo más remedio, y la verdad es que la experiencia fue terrible, no sé como pudimos resistir aquellos 54º donde no había más sombra que el refugio del pequeño templo.

Una mañana despertamos cerca del Wadi es Seboua, también conoci-do como Valle de los Leones. Es un grupo de templos de la Baja Nubia situado en una de las orillas del lago, entre ellos destaca el gran templo de Ramsés II dedicado a los Dioses Amón-Ra y Ra-Horajti. Paseando por los alrededores descubrimos semien-terrada en la arena una estatua a la que el tiempo no había perdonado, se trataba nada menos que de una efigie de Ramsés “el grande”.

Otro amanecer, éste en Kalabsha, que lleva el nombre de una población Nubia, situada a unos 50 km al sur de la primera catarata del río Nilo, en la margen oriental, el pueblo hoy ya no existe pues desapareció inundado por las aguas de la presa de Asuán.

El amanecer del último día fue llegando a Aswan, nos bajamos del barco y nos trasladamos en unas em-

barcaciones más pequeñas para hacer la visita obligada de todo viajero que llegue a este lugar, el Templo de Phi-lae dedicado a Isis. Este templo tam-bién fue trasladado en este caso al islote de Agikia. Se puede visitar por la mañana y al anochecer, con espec-táculo de luces, nosotros los visita-mos aquella mañana que comenzaba a despertar.

Puesta de sol en el Lago Nasser

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No es el templo más grande ni el más famoso, pero llegar a él a través del agua es diferente y la verdad que resulta algo espectacular, yo diría que su visita es imprescindible.

Al fondo se encuentra el conocido como Kiosko de Trajano que sin duda es el icono de la isla de Philae. Em-bellecen su estructura las 14 enormes

columnas con sus correspondientes capiteles con florales tallados.

A la salida del Santa Sanctorum del templo, a mano izquierda, hay una inmensa pared con unos grabados espectaculares, que personalmente a mi me gustaron mucho.

Por la tarde, otro barco nos estaba esperando, en esta ocasión flotando en las aguas el mítico río Nilo, para

una navegación que duraría tres días, hasta alcanzar la ciudad de Luxor. En el camino otras ciudades y templos nos esperaban, pero eso ya quedará para el próximo número de Luz y Tin-ta.

JOSé LUIS CUENDIA, “GUENDY”

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Partimos de la fotografía superior, que está algo oscura, para conseguir darle un poco más de luz y texturizarla un poco. Para ello, abrimos el programa Photoshop para cargar la imagen. A continuación ha-cemos dos copias de ella. Seleccionamos la primera y en “imagen>ajustes>curvas” elegimos 83 de salida y 117 de entrada y, a continuación, OK. Tras seleccionar la segunda copia, seguimos los mismos pasos, pero en esta ocasión con 125 de salida y 84 de entrada.

Creamos una carpeta en el Escritorio y vamos guardando cada capa; en total serían tres, las dos tratadas con las curvas y la original. A continuación abrimos Photomatix y pulsamos sobre la pestaña “load braqueted photos” y seleccionamos las tres que guardamos en la carpeta del escritorio. Una vez car-gadas, aparecerá una ventana con las tres fotografías ligadas entre sí y varias pestañas con deslizadores para poder hacer los cambios que creamos oportunos. Cada cual lo puede hacer a su gusto, yo en mi caso lo hice con estos cambios...”Enhancer-Default” Strength 100, color saturatión 50, luninosity 6.0, detail con-trast 6.0, smooth highlights 24, white point 0,304%, black point 0,010%, gamma 1.00, temperature 0,0 y lo demás como está. Damos a “Process” y una vez terminada la guardamos para volver a abrirla en Pho-toshop. Para resaltar el cielo seleccionamos “filtro>-galería de filtros>distorsionar>resplandor difuso”, elegimos ruido 0, resplandor 2 y cantidad de claridad 19 y damos a OK. Con la herramienta Sobreexponer y con una exposición de 25% el rango iluminaciones vamos aclarando el agua; después seleccionamos la herramienta Subexponer y con el rango sombras a un 30% vamos oscureciendo la zona de la arena.

Para terminar le aplicamos una textura de las que hay muchas en Internet para todos los gustos, llegan-do al resultado final de nuestro trabajo.

EUGENIO R. MECO

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Queremos presentar una serie de imágenes con la que he-mos pretendido captar algunas de las esencias de los patios de Córdoba, esos espacios en los que ha quedado atrapado

algo del alma de nuestra ciudad.

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Todos sabemos que el tiempo presente es efímero y cada realidad desaparece en un soplo y al momen-to se convierte en pasado. De algún modo, todo sería una pura añoranza. Algunos espacios de Córdoba, sin em-bargo, han conseguido evitar esa fu-gacidad temporal. Así sucede con los patios, un vestigio de otros tiempos y de otros modos de vida que han podi-do escapar, al menos algunos de ellos, a lo efímero del tiempo y se muestran hoy, gracias a la ilusión de sus cuida-dores, en toda su recoleta belleza, en todo su sencillo esplendor.

Con esta serie de fotografías he-mos deseado brindaros algo de nues-tros patios. Quisiéramos haber captu-rado la luz y el color de estos espa-cios en los que la Córdoba del pasado sigue latiendo. Azorin, que visitó nuestra ciudad, nos dejó constancia en sus textos de la sutileza de los pa-tios de Córdoba, que él sentía brillar en su ascetismo:

“Córdoba –nos decía- no tiene el ambiente sutil de voluptuosidad que se respira en Sevilla; hay en ella una nota de severidad, de ascetismo, que es lo que domina en las casas… Cór-doba es un patizuelo empedrado de menudos quijos, una pared encalada

de blanco con un zócalo azul y olor en el aire de olivo quemado...”

Con esta serie de imágenes que-remos brindar un sencillo homenaje a los patios de nuestra ciudad, aprove-chando que ya estamos en primavera y próximamente, en el mes de mayo, se desarrollarán sus jornadas de puer-tas abiertas con motivo del concur-so que anualmente organiza nuestro Ayuntamiento. Quisiéramos también contribuir a recapitular sobre la im-portancia que reviste el hecho de que los patios de Córdoba hayan sido de-clarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

Los patios de Córdoba, como cual-quier modo de vida propio de otros tiempos, estaban amenazados por la fugacidad que es propia de todo lo temporal. Gracias a esa declaración como Patrimonio de la Humanidad pensamos que se ha dado un paso muy importante para conseguir ven-cer el peligro de que la presencia de los patios en nuestra ciudad se fuera diluyendo en el tiempo.

Pío Baroja, en su obra “La feria de los discretos”, cuando hablaba de los patios de Córdoba los definía, muy acertadamente, como “rincones de luz”…

Los definió así: “En el fondo, por entre los barro-

tes de la cancela, muy a lo lejos, al final de una galería oscura, se colum-braba un huerto lleno de luz, y esta zona de sombra, terminada por un foco de claridad, recordaba los juegos de luces de las tablas de los antiguos pintores…”

Esa luz, tan mágica, es la que no-sotros hubiéramos deseado captar en nuestras imágenes…

ILDEFONSO ROBLEDO CASANOvA, “ANTIQvA” Y

MARÍA OCAÑA ROMERO

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Azorín:

“Córdoba –nos decía- no tiene el ambiente sutil de vo-luptuosidad que se respira en Sevilla; hay en ella una nota de severidad, de ascetismo, que es lo que domina en las casas… Córdoba es un patizuelo empedrado de menudos quijos, una pared encalada de blanco con un zócalo azul y olor en el aire de olivo quemado...”

Pío Baroja:

“En el fondo, por entre los barrotes de la cancela, muy a lo lejos, al final de una galería oscura, se columbraba un huerto lleno de luz, y esta zona de sombra, terminada por un foco de claridad, recordaba los juegos de luces de las tablas de los an-tiguos pintores…”

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Hacía frio aquella tarde en Bene-ros. Las esquilas de las vacas ponían música en los quehaceres habituales de la placidez de la aldea. Tomás es-taba intranquilo, mientras repartía yerba en los pesebres de la cuadra, que los animales recién llegados del monte comían con ganas.

Sin embargo, la Piquera, una vaca casina próxima a parir, no daba se-ñales de vida, y esto no era normal. Durante años, al declinar las tardes otoñales, inexorablemente, aparecía con su andar parsimonioso y cons-tante. Allí, Tomasín, la recibía con un poco de sal que la vaca saboreaba entre grandes lametazos a su mano. Las últimas horas del día daban paso al oscurecer, y esto dio la orden de aparejar a Felipe, el viejo burro, que ajeno a todo reposaba en la cuadra.

Llamó a su hija Sandra, comu-nicándole, que se preparara para ir con él a la majada de Linares. Metió alguna cosa en el zurrón, y la comi-tiva agarró el pendiente camino con la noche ya cercana, en dirección a

la montaña, que las últimas luces del día ya desdibujaban.

Por el sendero solo se oían las he-rraduras del burro Felipe golpear so-bre las piedras. El resto era silencio. Al cabo de una hora, los acostumbra-dos ojos de Tomasín ya descubrieron las cabañas de la vieja majada. Fue-ron muchos años los que pateó aque-llos terrenos. Era su segunda casa. Formaba parte de su vida. Allí apa-centó rebaños, cortó leña y sentado frente al fuego consumió su tiempo, con la sola compañía de las vacas y las estrellas. Oyó el aullido del lobo muchas noches, y el hombre, los ani-males y la oscuridad formaban una misma cosa. Esa negrura que los fue envolviendo, fue lo que le decidió a prender un fuego junto a la cabaña, para que les sirviera de referencia si, al alejarse en busca de la Piquera, perdieran la orientación.

Sin demora, el pastor y su hija dirigieron sus pasos a la sierra, es-cudriñando en la penumbra con los avezados ojos a los que el terreno les resulta familiar. Al poco divisaron un

cuerpo junto a una espinera. Allí es-taba echada la Piquera, que les miró tranquila. A su lado un bulto hume-decido y palpitante, mostraba una nueva vida que la naturaleza acogía complaciente. Un precioso ternero, que, delicado, aceptaba las caricias que con la lengua su madre le ofrecía.

“Mi padre cargo el pequeño ter-nero sobre sus hombros (al recostín) y tiró sin demora sendero abajo. La Piquera siguió sus pasos con rapidez, para no perder de vista al becerro, que vuelta la cabeza dirigía los ojos hacia su madre. Yo corría también tras ellos, tropezando en todas las piedras y retorciendo los pies a cada paso. A lo lejos se veía el fuego de la caba-ña. Estábamos cerca. Al llegar, Tomás depositó el recental en el suelo, en-seguida su madre se hizo cargo y lo lamió largamente tranquilizándole.

En las ascuas de la hoguera, asó mi padre un trozo de chorizo que sacó del viejo zurrón, acompañado con un poco del queso que mi madre hacía en casa. Luego recostándome encima de la albarda del burro Felipe, dejé que

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el sueño me fuera venciendo, mien-tras mis ojos revoloteaban de estrella en estrella a través de los restos de lo que un día fue tejado. Después me contaron en casa que, cuando esto ocurre, se le llama “a teya vana”. Me gustó la palabra y ya no la olvidaré nunca, asociada a aquella improvisa-da excursión en busca de la Piquera.

Antes del amanecer, me despertó. Costó trabajo abrir los ojos. Cuando lo hice, señaló un hayedo cercano, y con un dedo en los labios recomendó silencio. Al poco, escuché un casta-ñeo repetitivo, seguido de un silencio largo, y se volvía a escuchar el rítmi-co sonido que provenía de un lugar cercano. Ya empezaba a clarear el día. Fijé mis ojos en aquella zona y pude contemplar la figura del gallo del bos-que alzando la cabeza y desplegan-do altivo su cola en rápidos paseos, posiblemente, me dijo mi padre, para conquistar a una hembra cercana. Nunca más pude volver a escuchar el majestuoso rito del cortejo del uroga-llo, a no ser aquella fría madrugada de Llinares.

A la vuelta, mi madre, Lela, ya nos tenía preparada una tortilla re-cién hecha, mientras Tomasín dirigía la vaca Piquera y la recién bautizada, Linda, a la cuadra de nuestra casa, para que descansaran.”

Han pasado muchos años, pero nunca olvidare aquel viaje a Llinares a buscar a una vaca recién parida, mientras el urogallo cantaba en el hayedo de Redes.

MONChU CALvO

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Un rostro humano quemira al suelo,

surcos de grietas en los cauces de su piel,y en el fondo oscuro de la foto: ¿un océano, un charco, un espacio roto,

acaso una plegaria donde cabría una queja?

Recordaré aquí una frase como homenaje a un Humanista auténtico que nos acaba de dejar,(que duerma su merecido descanso)

un humanista que no cesó de abrir puertas,pero que reconoció que:

“nunca hemos dejado de ser súbditos”.

Y los súbditos,leyendo esta foto de Anania,sufren “condena”

La condena

Hambre y poesía viajaron siempre juntas.Los usurpadores, hombres con coraza, surcaron los mares,asaltaron nuestras casas.Fueron invasores, romanos o bárbaros,conquistadores en tierras lejanasportadores de la cruz y la espada,esclavizadores, mercaderes de oro y plata,gobernadores,predicadores de un dios único,comendadores delas casas de Austria o Borbones,hombres crueles dictadores,engañadores enfundados en toga,políticos amparando su robo en votaciones de urna…Hombres que pusieron nombre a los ríos,descubrieron montañas,y a la necesidad la llamaron hambre, esclavitud.Alzaban una cruz de palo,a las estrellas las llamaron Vía Láctea,y en la escuela a los niños sólo les enseñabana dibujar un anzuelo sobre una pizarra sin dejarlos acercarse al lago.Mis antepasados conquistaron la tierra,no pidieron audiencia,la trocearon, pusieron vallas,inventaron argollas de duro metal,ellos llevaban medallas de oroy espadas bien afiladas.Hicieron suyas las aldeas,Ante su fiereza hasta los lagartos huyeron de los tejados, destruyeron casas,poseyeron las hijas, los caballos,se apropiaron de sus paneras.Poco pudo hacer el débil con sus solas manos,sólo recostarse en su libertad y rabia,andar descalzo,mojar el pan duro en la lluvia de la tarde,recoger leña del montey mirar con enojo sobre los palacios con escudos de armas en las puertas,

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extender la mano en la puerta de las Iglesias los domingos.Ellos, los dominadores, echaron a los ciudadanos fuera de su casa, de su trabajo,amontonando sus cuatro pertenenciasen latas oxidadas y viejas,y dictan sentencias de condena,mientras en la calle estrecha se escuchan gritoscontra las leyes,contra los palacios de recias murallas.En vano buscan una llave para abrir la vieja puerta de madera que fue suya.Y es entonces cuando los condenados se abren a la solidaridad, a los abrazos, a la poesía.Y cada palabra es un portal luminoso,la poesía que escala muros,versos que huelen a pan de trigo en la mesa,pan que sueñan partir con su puños a falta de cuchillos de plata,y exigen, trabajo, esperanza, casa,hace sonar al viento su necesidad ante quienes todo se lo usurparon.A veces en la noche se ve acercarse a un huésped invisible,se oyen pasos…y se escucha girar una llave…la esperanza. Como decía José Luis Sampedro“nunca hemos dejado de ser súbditos”- O como José Luis Anania titula en su foto“la condena”

JUSTÍN DEL BARRIO

Foto

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Hoy vamos a adentrarnos en el mundo del retoque digital. Con la técnica que os voy a enseñar apren-deréis a corregir la piel de una manera sencilla y eficaz.

1. CONTROL + O y escoger la fo-tografía que se vaya a emplear para éste tutorial.

2. CONTROL + J, para duplicarla. Nunca me cansaré de decir que hay que trabajar sobre copias nunca sobre la original.

3. Ahora se trata de eliminar to-das aquellas arrugas o manchas de piel y para ello haremos uso de la herramienta TAMPÓN CLONAR. Pulsar la letra S para activarla. Bajar la Opa-cidad: yo suelo jugar con la Opacidad dependiendo de la zona a clonar entre 10% y 80%.

4. Tomar muestras en las zonas cercanas a las partes a corregir ha-ciendo clic, con la herramienta Tam-pón Clonar al tiempo que mantene-mos pulsada la tecla ALT. Como se señaló antes, hay que jugar con la Opacidad de tal manera que si se trata de lunares dejarlo tal cual o clonar de manera sutil a una opacidad del 10%. Así los mantendremos y no restamos personalidad al rostro, igualmente las arrugas recomiendo trabajarla a una baja opacidad.

5. Pulsar CONTROL + J, para du-plicar la Capa donde hemos corregido

anteriormente y aplicar un Desen-foque Gaussiano: FILTRO > DESEN-FOCAR > DESENFOQUE GAUSSIANO: poner un valor entre 6/8 px. Con esto conseguimos hacer desaparecer la textura de la piel.

6. Ahora, clic en el icono Añadir Máscara de Capa ubicado en la par-te inferior de la Paleta de Capas (el icono es un cuadrado con un círculo blanco en su interior). Pulsar la le-tra X para seleccionar el color Negro como color frontal —pulsando la letra X se intercambian los colores Frontal/Fondo— y acto seguido pulsar ALT + Suprimir. El efecto del Desenfoque Gaussiano ha desparecido. Pulsar de

nuevo la letra X para poner como co-lor frontal el color Blanco y activar la herramienta Pincel pulsando la letra B.

7. A continuación comenzar a pintar en la piel y ver cómo se va des-cubriendo el Desenfoque Gaussiano aplicado en el paso 5.

CONSEJO: Hay que evitar pintar en los labios, ojos, pelo, etc. sólo pintar en la piel.

8. Bajar la Opacidad de esta Capa al 60% para suavizar un poco el Des-enfoque Gaussiano, con lo que podrá notarse que el rostro tiene una textu-ra homogénea en la piel.

9. Para ir finalizando pulsar en el icono con forma circular mitad color negro mitad color blanco “Añadir Capa de Ajuste” y de las opciones que se despliegan escoger NIVELES. Desplazar el triangulito de la derecha (niveles claros) un poco hacia la iz-quierda así como también el triangu-lito central (niveles medios) un poco hacia la izquierda. Con esto la imagen gana en Luminosidad.

Y con esta técnica —de las mu-chas que hay— conseguimos corregir la piel de manera sencilla y natural, pero ya he dicho que se trata de dar toques sutiles sin abusar en ningún momento.

ANTONIO RAMÓN FERRERA

Corrección de la pielOJO ¡no hay que abusar de es-tas técnicas de re-toque digital, sino hacer un uso mode-rado, pues se trata de dar toques suti-les, no de plastifi-

car un rostro.

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El fotoperiodista asturiano Manu Brabo, galardonado

con el «Pulitzer»El fotoperiodista asturiano Manu

Brabo —aunque nacido en Zaragoza en 1981, vive desde niño en Gijón— ha sido recientemente galardonado con un premio «Pulitzer» por sus fo-tos de la guerra civil en Siria, den-tro del equipo de «Associated Press». Brabo ganó el premio a la mejor «fo-tografía de últimas noticias», una de las 14 categorías de los premios que da cada año la Facultad de Periodismo de la Universidad de Columbia. Inte-gran también el equipo de la agencia el mexicano Narciso Contreras, el ar-gentino Rodrigo Abd, Khalil Hamra y Muhammed Muheisen. El jurado des-tacó «su convincente cobertura de la guerra civil en Siria, produciendo imágenes memorables en extremo pe-ligro».

Su cámara ha captado las «Villa-miseria» de Buenos Aires, las minas de estaño del altiplano boliviano, Ko-sovo, los Territorios Ocupados y Haití después del terremoto, entre otros destinos. En 2011 estuvo en el con-flicto de Libia, donde fue detenido

dirante más de un mes por las fuerzas de Gadafi.

Es el segundo Pulítzer español. El anterior fue el tmbién asturiano Ja-vier Bauluz, quien por cierto publicó sus primeras fotos en la revista Hora de Asturias que dirigía el también di-rector de Luz y Tinta, Paco Trinidad.

Encabezando esta página Refugiados sirios cruzan de Siria a Turquía a tra-vés del río Orontes, cerca de la ciudad de Hacipasa, Turquía. Esta es una de las fotografías galardonadas con el premio Pulitzer (8 de diciembre de

2012) / AP PHOTO. MANU BRABOFuente: La Nueva España y eldiario.es

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Juan Blanco y Negro ha sido ti-tulada esta serie que trata de narrar una historia de amistad, entre un perro, Negro, y un habitante de las calles, Juan Blanco. Blanco y Negro, en blanco y negro. Encuentro una es-pecie de paz y aceptación en Juan que me motivó a realizar este tra-bajo. Otra inseparable compañera es su amiga rubia, la cerveza. En 2011, durante una exposición de fotografías de esta serie “Paisajes sin personas, personas paisaje”, nos enteramos (en la inauguración de la muestra) que Juan había muerto en un confuso in-cidente, en el que un desconocido lo golpeó, haciéndole pegar la cabeza en el adoquinado del lugar, fallecien-do a los pocos días en un hospital. Son los riesgos de vivir en libertad, esa libertad utópica que los expone a una puñalada nocturna o a un vio-lento que los muela a golpes. Tuvimos

Juan Blanco

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muchas charlas durante las sesiones fotográficas. Era una persona pacífi-ca y filosófica; a pesar de ello, Negro tenía la tarea de cuidarlo, pero no pudo. Tampoco tuvo tiempo de usar el cuchillo de cocina, que me dijo que manejaba como el mejor, y que sólo era para defensa. En todas las calles de todas las ciudades del mundo hay al menos un Juan... Si bien decía que eligió esa vida, me queda la duda... ¿tenía otra opción?... o era esa ex-plicación una manera de disfrazar una resignación valiente a las cartas que le tocaron. Intento también homena-jear a los Juanes, visibilizándolos... de esta forma sigue ayudándonos... cómo nos ayuda... haciéndonos va-lorar lo que ni si quiera tenemos en cuenta: una vida digna, ropa, techo, trabajo...; en definitiva: la vida.

CLAUDIO FIBLA

y Negro

Son los riesgos de vivir en libertad, esa libertad utópica que los expone a una puña-lada nocturna...

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Stefano Bonazzi

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La Fotografía es un espacio en el tiempo, un lugar donde se puede congelar la realidad y darle diversos sentidos, artísticos e infinitos. La imaginación es quien marca el ritmo, quien permite ahondar estos senti-dos y cruzar sus dimensiones, hasta alcanzar el fin en si mismo. Del rea-lismo más puro se puede alcanzar la más absoluta abstracción, el sutil mi-nimalismo o sumergirse en las profun-didades del subconsciente. El artista es quien desafía las leyes del Arte, quien debe despojarse de toda lógica hermética y abrir las puertas para no quedar atrapado en la gravitación de lo común, del aburrimiento visual y, en consecuencia, negándose a volar. Tiene que rasgar el cascarón y trans-gredir, explorar, interpretar, ésa es la clave del sentido fotográfico.

Es por ello que la fotografía es tan rica, porque al margen de críticas, tendencias, escuelas y temas, el autor es quien imprime el destino artístico. Ningún autor es idéntico, y aunque a veces se rocen en ciertos temas, siempre hay una singularidad especial que los diferencia. Stefano Bonazzi es un joven artista emergente y autodi-dacta, lo que significa fuerza, nove-dad e ilusión, capaz de atraparte en su magia híper dimensional con tan solo mirar cualquiera de sus trabajos, todos ellos plenos de mensajes y re-flexiones profundas; su trabajo es una síntesis filosófica de un drama inter-minable, que busca siempre el signi-ficado conceptual de lo que se siente y se imagina.

Alienación y vaciedad: la finitud del ser

Stefano Bonazzi

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La obra de este italiano nacido en Ferrara, 1983, reconduce hacia aquellos procesos existenciales donde la reflexión sobre la finitud del ser, puede ser más intrépida que refina-da, una pesadilla que nos hace digerir lentamente nuestros posibles futu-

ros. La cámara fotográfica de Stefa-no Bonazzi nos sumerge en un viaje apocalíptico, a través de dimensiones impregnadas de atmósferas que ema-nan seductoras tristezas y diversas sensaciones. Es un puro sensitismo racionalizado, que nos hace hervir la

psique como el metal líquido al rojo vivo. Sus extraños personajes inspiran una especie de ocultismo futurista, una aproximación anodina relativa-mente pagana, con pinceladas esté-ticas que se combinan por momentos con elementos sutilmente grotescos. La melancolía desatada parece una al-ternativa escapista al espectador que se enfrenta al resonante arquetipo del fin. Con él, la Fotografía actúa como un psicoanálisis, una purga psíquica que nos devuelve a una realidad cons-ciente, terrible, como un flash cega-dor que trasciende su propia esencia. Son golpeos que penetran en tejidos diversos, que agrietan mundos rotos y ocultos. La Fotografía es, en este sentido, un terapeuta que se cubre de esencias metadimensionales.

Bonazzi, es un devorador crítico de la sociedad, un excavador voraz de las corrientes subalternas del ego, que pone al descubierto un espacio donde el ser humano fluye como un devenir atormentado. Cielos nebu-losos, cabezas que no tienen cara, objetos que se diluyen como la cera, almas inertes, en la suspensión de su propia angustia; son estados que in-dican tempestades del alma sobre la otra vida, aquella que habita abajo, entre paisajes ondulantes o quietos. La vida pasa o se detiene, porque las cosas están y desaparecen mientras el ser permanece doloroso ante lo que no quiere ver ni sentir. Bonazzi dise-ña un universo onírico que refleja de una visión desencantada del mundo. Sus personajes son seres solitarios, encerrados en un mundo interno, a modo de almas pululantes que buscan salida, pero quedan atrapadas en las coordenadas del ensueño y la pesadi-

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lla; es por ello, que ocultan sus ros-tros, para no mostrar sus expresiones de dolor y tristeza, de alienación y vaciedad, al descubierto. Es la auto-censura, los mecanismos de defensa proyectados hacia una sublimación exquisita. Son piezas móviles para-lizadas por el crash del tiempo, que se enmascaran ante el mundo que los observa, como frágiles conos de papel estructurados. Son pura geome-tría viva, que aspira su propia abio-génesis, la vida a partir de materia inorgánica.

Stefano Bonazzi es un artista ple-no y multidisciplinar, que sabe com-binar inteligentemente distintas téc-nicas como el dibujo al carboncillo, el retoque fotográfico, la fotografía digital, los gráficos digitales, el vi-deoarte e incluso el diseño arquitec-tónico, una mezcla de disciplinas que conllevan a la fusión de una ingenie-ría gráfica excelente. Como él mismo define, “todo mi trabajo se basa en la perspectiva con la que afronto la vida: una visión desilusionada y cí-nica que me lleva a concentrarme en los aspectos negativos de las cosas. Este modo de observar la realidad no quiere ser una desilusión en si mis-ma, sino más bien un punto de vista alternativo para difundir el bienestar difuso y la falsedad de fondo de nues-tra sociedad.”

CARLOS FLAQUé MONLLONCh

Para llevar siempre encimaMinox ha anunciado una nueva versión de su ya clásica cámara

fotográfica en miniatura (escala es de 1:3), la Minox DCC 14.0, cuenta con 14 megapíxeles de resolución y una pantalla de tipo LCD de 2 pulgadas para ver el resultado de las imágenes tomadas. Permite, además, grabar videos con una calidad de 640 x 480 píxeles de resolución que se pueden guardar en una tarjeta SD de hasta 32 GB de capacidad.

Pese a sus reducidas dimensiones (82 x 67 mm x 46 milíme-tros) y su mínimo peso (113,5 gramos), es compatible con hasta cinco lentes y con filtros del tipo IR. Su lente normal es de 7,35 milímetros y su apertura es de 2.4. También cuenta con un zoom digital de hasta cuatro aumentos y, de manera automática, es capaz de establecer el necesario balance de blancos así como la

velocidad de captura de la fotografía. Cuenta con una batería de ion-litio recargable a través de un puerto USB.

Fuente: smartzona.es

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“Pintar” nuestras fotosLa fotografía es una forma de ex-

presión de los deseos y de las necesi-dades de las distintas formaciones so-ciales que, de esta forma, interpretan los acontecimientos que transcurren por delante en el momento.

En otros tiempos, hacerse una fo-tografía era una forma de simbolizar una clase social.

Con el pasar del tiempo, el fotó-grafo veía cómo iban disminuyendo sus encargos de día a día.

Una fotografía mal encuadrada es un error, diez fotos desencuadradas es un experimento, pero cien fotos con recorte extraño ya es un estilo.

En la actualidad se ha constitui-do en un estilo el ir disminuyendo los encargos fotográficos para sim-bolizarse dentro de una clase social e interpretar su expresión, con los acontecimientos que transcurren aún

a costa de experimentar con recortes extraños.

Suena raro todo el concepto, pero es la pura realidad.

En la actualidad (de forma genera-lizada), pagamos por estar al lado de los grandes, aunque éstos no miren hacia abajo y si lo hacen es con mero menosprecio, aun sabiendo que han subido gracias a nosotros, los que se-guimos pagando por estar a su lado.

Una fotografía tiene que contar algo, expresarse sin hablar, hacer transformar al observador.

Si yo en mis fotos no lo veo, rara-mente lo voy a poder expresar al resto aun pagando por ello.

Entonces empecemos por abajo, por pequeñas cosas, poco a poco; ya iremos creciendo y ya nos conocerán por nuestros propios esfuerzos.

El que nos digan Control + B y des-pués J + A, o nos enseñen un plugin donde colocamos una foto y nos sale un montaje, eso es para críos de pri-maria. Sale un montaje fotográfico, pero también podría salir un churro (esto sí, con todo respeto hacia los churros) y una vez terminado, todos vamos contentos con nuestro churro y además igualito al de nuestro com-pañero, eso sí pero con distinta cara.

Vamos a pensar que estamos dibu-jando sobre nuestro escritorio y que parte de este dibujo se hace realidad.

Por supuesto que existen muchas formas de hacer este montaje, pero yo elegí el más difícil, ya que teniéndo-lo, lo acomodaremos a nuestras ideas, con el paso del tiempo

Para la foto de la modelo, sacare-mos una foto con un efecto en pica-do, para que tenga la apariencia que

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“Pintar” nuestras fotos

Seamos un poco Gepeto ha-ciendo nuestro Pinocho

Quienes siguen esta sección irán observando que de lo que se trata es de pensar en transformaciones fotográfi-

cas propias. Aquellas que viendo un objeto tienen la capaci-dad de transformarlo en una visión y plasmarlo en la

pantalla.

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la estamos viendo desde arriba, como en la Foto 2.

Para la foto de nuestro escritorio, colocaremos el trípode por detrás y con el disparador por cable. Enfoca-mos, nos colocamos en nuestra pos-tura de foto, como si dibujáramos, y disparamos (Foto 1).

Pasamos las dos fotos a nuestra pantalla de Photoshop, recortamos la modelo y en la otra foto creamos una capa y pegamos. Con Edición>Trans-formación libre,variamos el tamaño y si fuera preciso la inclinación.

Desde la paleta de capas, bajamos la opacidad para comprobar cómo lo estamos haciendo y su aproximación.

Cuando lo tengamos, guardamos con nombre 3.

Arrastramos la foto 1 (escritorio), por tanto tenemos las fotos 1 y 3 en la pantalla.

Accionamos en la barra de herra-mientas CLONAR y buscamos un pun-to de referencia que esté también en las dos fotos.

Accionamos en la barra de he-rramientas CLONAR y colocamos el puntero sobre ese punto buscado de la Foto 1 y con tecla Alt + botón de-recho del ratón ordenamos clonación.

Pasamos a la foto 3 y clonamos los sobrantes. Para saber lo que va-mos haciendo, podemos ir variando la

Una fotografía tiene que contar algo, expresarse sin hablar, hacer transformar al

observador.

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opacidad de la capa. Y una vez termi-nado, Capa>combinar visibles.

Ahora vamos a pasar la modelo al efecto de dibujo, pero para eso tene-mos primero que pasar toda la foto.

Para este paso, es necesario hacer a ciegas todos los pasos, porque llega un momento en que se pierde el dibu-jo y no se ve. Pero hay que continuar ordenadamente:

Dulpicar capaImagen/ ajustes/ DesaturarDuplicar capaImagen/ ajustes/ invertirEn la ventana de capas: Sobreex-

poner color

Filtro/ desenfoque gaussiano (aquí se escogen los parámetros que mejor se ajusten al gusto personal).

Ahora, si se quiere en color, basta con quitar una capa (clicar en el ojo de la capa).

Ya lo tenemos todo en dibujo. Lo guardamos como 4 y dejamos en pantalla la foto 3, que es la anterior composición y clonamos de la 3 a la 4 o de la 4 a la 3, según gustos y clonamos dibujo o foto.

Otra variación sería, tener el di-bujo y clonar solo la cara. Tendríamos parte de real con lo irreal (Foto 5).

RICARDO GONzáLEz, “COMPLETU”

Foto

2

Foto 5

Una fotografía tiene que contar algo, expresarse sin hablar, hacer transformar al

observador.

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A edad muy temprana Sofía había dejado la aldea, una casa con huerto y a su familia. Prosperar en la vida le llevó a la ciudad. Al principio re-calcaba el adjetivo “mi” cada vez que se refería al pueblo, o a la casa de su infancia. Con el tiempo estas relacio-nes experimentaron sutiles cambios y pasó a hablar de la casa de sus padres, y del lugar donde nació. Con este giro semántico, se fue adentrando en la búsqueda de su propia identidad: un híbrido de naturaleza rural y urbana, de niña y mujer, en permanente con-flicto. Se esforzaba por diferenciarse del mundo de sus antepasados. As-piraba los olores de la ciudad como si fueran exquisitas fragancias. Las luces de neón le fascinaban más que las estrellas del firmamento. Pero su corazón, que con cada latido remitía cada célula a sus raíces, llenaba de nubarrones la magia de la ciudad.

Vivió en colegios, en residencias, en pisos compartidos… Aunque sus vísceras reclamaban una vivienda con parcela, tuvo que adaptarse, no sin cierto vértigo, a sentir su yo anclado

en un pedacito de cielo. Su indivi-dualidad se encajonó, como en una colmena, entre los pisos de arriba y abajo, derecha e izquierda, de las construcciones que sustituirían para siempre la casa de su infancia.

Buscó su propio espacio en habi-taciones alquiladas por dueños con domicilios lejanos. Las casas compar-tidas se fueron llenando de novios. Algunas fueron desmanteladas por matrimonio. Tras la boda de su amiga, compañera y propietaria del último piso en el que convivió, Sofía decidió buscar un lugar donde no hubiera más novios que los suyos, y a salvo de los vaivenes de los demás. Encontró un piso barato en un barrio humilde que, por el precio de un alquiler, adquirió en propiedad. Era una casa sencilla, de la misma edad que ella, y construida al albur del boom de la inmigración. Un bajo con poca luz y con pocos metros, orientada a un estrecho pa-tio de vecindad, que acondicionó con espejos, pocos muebles, metacrilato y cristal, para que pareciera lo que no era, mientras era lo que tenía que

ser: los cimientos para alcanzar una vivienda mejor. Tardó más tiempo de lo inicialmente calculado en pegar el salto. Lo hizo hasta la segunda planta de un edificio de nueva construcción. Era un apartamento a estrenar, más céntrico pero mal comunicado, con plaza de garaje, mucha luz, pocos metros, y con ventanas enfrentadas por donde a veces corría el aire en las tórridas noches de verano. Allí vivió varios años yendo y viniendo en co-che de acá para allá. Cuando el seguro decenal expiró, tuvo la oportunidad, en los orígenes de otro boom inmobi-liario, de señalizar un futuro estudio en el corazón de la ciudad que podría convertirse en la pensión de su fu-turo. Era coqueto. Estaba ubicado en

La

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un edificio rehabilitado de finales del siglo diecinueve. Los corredores que circunvalaban un patio cerrado por una gran cúpula, daban acceso a las viviendas. La cúpula filtraba la luz del sol, protegía del frío y de la lluvia, y permitía la ventilación. Con muy pocos metros cuadrados pero muchos cúbicos, y la prestancia que dan los techos altos, lo que le faltaba a la estancia en cocina y habitaciones, lo tenía en sensación de libertad. No le fue difícil alquilarlo. En aquellos años las viviendas crecían en número como setas en otoño, y los precios subían como espuma de leche antes de rom-per a hervir, hasta derramarse.

Sofía comprendió que su identi-dad nada tenía que ver con la pose-

sión de varias propiedades. Era mujer de una sola morada, justo un lugar para vivir. Y siguió, en la búsqueda de sí misma, visitando pisos piloto, has-ta encontrar la casa de sus sueños. Cuando la encontró se juró que de allí no se movería jamás.

La casa de sus sueños tenía una habitación más, era luminosa, esta-ba bien comunicada y no se oían los ruidos de los vecinos ni de la ciudad. Cuando Sofía visitó por primera vez la vivienda, sintió un gran bienestar. Su amiga Amalia le explicó que arquitec-tónicamente tenía una distribución Feng-Shui. Vendió con beneficios todo lo que tenía, el apartamento y el estudio, y con un nuevo présta-mo, a pagar cómodamente hasta la

edad de la jubilación, se la compró. La casa tenía además otras prestacio-nes que encarecían el precio, y que apenas apreció. Lo que le cautivó fue su atmosfera. Las puertas y per-sianas eran inteligentes y obedecían órdenes remotas. Todo estaba lleno de sensibles alarmas que alertaban al menor desliz: la fregona mojada era una inundación, el vapor de la olla un incendio…. La puerta, que se abría con una tarjeta, se cerraba siempre sola. Cada vez que el resbalón del pestillo encajaba en la cerradura, automáticamente se deslizaba de de-recha a izquierda una guillotina, tan larga como alta la puerta, y más efi-caz que mil cerrojos. Este sistema sin llaves le había simplificado la vida,

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pero el botón del marcha y paro que activaba y desactivaba los detectores de presencia cada vez que entraba y salía, se la complicaba. Así que dejó de usar la alarma. Estaba feliz en su nueva casa. Era lo más que había lo-grado en su vida. Se sentía afortu-nada y exitosa. Era algo más que un lugar para vivir. Tardó casi dos años en que lo excepcional se convirtiera en rutina. Durante ese periodo, cada vez que abría la puerta, le embarga-ba una gran felicidad y un profundo agradecimiento a la vida. Se instaló provisionalmente con sus muebles viejos en el lujo de un amplio espacio vacío. Se movía por la casa sin nece-sidad de encogerse en los pasillos, o sin golpearse con las sillas para poder

abrir la ventana. Los fines de semana, atrapada en el confort de la vivienda y el cansancio acumulado, ya apenas viajaba. La limpiaba con esmero con sus propias manos. Cuidaba los suelos con agua y jabón neutro para que el mármol luciera sin mácula, como re-cién pulido, que el polvo no ocultara la calidez de las maderas, que nada los arañara… Ella, que siempre protegía los pies del suelo con calzado, ahora andaba por la casa con calcetines de algodón blancos sintiendo el calor del hilo radiante. Si no andaba descalza, era para no dejar huellas de sudor so-bre el suelo limpio como una patena. Sin prisa, fue redecorando el espacio con algunos elementos nuevos. Como no quería desprenderse de sus mue-

bles viejos, ni tampoco renunciar al espacio libre, las innovaciones fueron mínimas. Al silencio de la casa, per-fectamente aislada, se unía el sigilo de sus pisadas. Durante los fines de semana, que como he dicho ya no via-jaba, fue abriendo su templo a fami-liares y amigos con comidas de inau-guración, evitando siempre grandes aglomeraciones o bulliciosas fiestas tan proclives a causar deterioros.

Con el paso del tiempo en la casa de sus sueños lo extraordinario se volvió ordinario. Contrató a Simona y le dio instrucciones sobre los cui-dados que había de tener al limpiar. La huella de la vida y sus golpes se hicieron visibles en las esquinas del rodapiés astillado por el roce de la aspiradora, en las gotas no secadas a tiempo, que quedaron fosilizadas en el solado del cuarto de baño; en los arañazos que la puerta dibujó sobre la tarima misteriosamente preñada…

Un día, escuchó a los niños de arriba a través del zoom del cuarto de baño, pero ese ruido no consiguió desmere-cer el perfecto aislamiento acústico

Era mujer de una sola morada, justo un lugar para vivir. Y siguió, en la búsqueda de sí misma, visitando pisos piloto, hasta encontrar la casa de sus sueños...

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de l que gozaba.

Otro día, la casa de sus sueños empezó a lloriquear por los goznes de sus doce puertas y los tuvo que engrasar. A medida que le baja-ban el salario, le subían los impues-tos y los gastos de comunidad. Dio de baja varios servicios de mantenimien-to. Prescindió de todas las alarmas de presencia, gas y agua. El hilo musical empezó a oírse mal, hasta emitir solo ruido, y por fin enmudecer por com-pleto. La domótica falló y volvió a so-nar la llave en la cerradura cada vez que quería salir o entrar. Simona dejó de ir a limpiar. Ahora que su salario se

ha -bía reducido

al del subsidio de desem-pleo, le faltaba dinero y le sobraba tiempo. Fue recortando de aquí y de allá, priorizando el pagar, cada vez con más retraso, el recibo de la hipo-teca, hasta que ya no tuvo de donde recortar. Primero recibió la notifica-ción de embargo. Después la de lan-zamiento y posesión. En el plazo de siete días y a la hora anunciada, la comisión judicial junto a dos policías, el procurador y un cerrajero, se per-sonaron en el portal. El vigilante de seguridad les dejó pasar. Subieron en ascensor hasta la quinta planta y pul-saron el timbre de la puerta. El timbre no sonó. Golpearon con los nudillos sobre la madera que revestía la hoja de acero con cerebro electrónico.

Esta vez la puerta, protegida contra robos por un marco soldado arriba y abajo a la propia estructura del edifi-cio, fue traspasada por algunos ruidos del otro lado, pero tampoco se abrió. Con la autorización conferida por la diligencia para la toma de posesión, la comisión judicial resolvió aplicar la fuerza. El cerrajero con una radial le atravesó el corazón. Abrió una venta-na en torno a la cerradura y le extrajo su cerebro. Cuando arrancó los cables, la vida de Sofía se desconectó. Por su cabeza abierta, tendida en el asfalto, se derramaban ensangrentados todos sus sueños.

GLORIA SORIANO

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Las falsas apariencias, algo que se da y se acepta hoy en día con total normalidad, es el título de la foto que encabeza este espacio. El falso monje (y no me refiero al que nos hace du-dar de su “profesión” desde el espacio de Moldeando la Luz) protagonizó un momento que ahora paso a contarles.

El Tenerife Lan Party 2k12 y Feria del Manga es un evento anual que re-úne a miles de jóvenes más o menos

frikis en el recinto ferial “Calatrave-ño” de Santa Cruz de Tenerife. Friki o friqui (del inglés freak, extraño, extravagante, estrafalario, fanático) es un término coloquial para referirse a una persona cuyas aficiones, com-portamiento o vestuario son inusua-les. Aprovechando que la moldeadora Alba asistía y participaba, agarré mi cámara y me sumergí en ese mundo tan apasionante del manga, los có-

mics, las perfomances y la informá-tica.

El momento captado corresponde a una exhibición de cosplay. El térmi-no cosplay se origina de un contrac-ción de costume (en inglés, “disfraz”) y play (en inglés, “jugar”), normal-mente utilizado como una palabra corta para reemplazar el término ori-ginal, costume play. En cristiano, el

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disfraz de tu personaje de manga o cómic favorito.

Tomé una barbaridad de fotos de todo el evento, no solo de la exhibi-ción, sino del mundillo de gente que pululaba por entre los stands de la feria, viendo, jugando, comprando, en suma divirtiéndose.

La imagen de No es lo que parece me sugería a un personaje del pasa-do, del medievo. En mi imaginación

Foto

2

ya veía la apariencia que iba a tener, envejecida, amarillenta, como saca-da de un códice o de un pergamino. Ya frente a mi ordenador, lo que hice primero fue buscar una trama que re-uniera esas características, y a conti-nuación editar la foto del chico que iba disfrazado de Jedi (pronunciado yedai) de la guerra de las galaxias (Star Wars). Le dí más contraste y luz para que destacase sobre la trama usada. A ésta simplemente le aclaré un poco más la zona por donde iba a estar el rostro propiamente dicho del falso monje. Luego fundirlo todo, destacar lo destacable y suavizar lo suavizable de la imagen a base de clonar por zonas y cosas así...

Otra foto que tomé de este sujeto fue la titulada Artes marciales (foto 2) en la que se puede ver al sujeto, ya “descapuchado”, en su exhibición

sobre el escenario con un colorido fondo repleto de dibujos de otros per-sonajes del manga y cómic.

A mi manera de ver, las aparien-cias engañan, y vivimos en un mun-do en que esto es lo que prima. La profusión de gimnasios y centros de estética lo corroboran. Eso en lo re-ferente a la imagen del cuerpo físico. No digamos de la ropa, las marcas, los móviles, electrónica… en fin, los miles de complementos por los que las personas “civilizadas” se desviven por tener y mostrar para conseguir un supuesto mayor estatus, un valor que se mide por la apariencia y no por el interior, por la calidad como ser hu-mano cooperante y amoroso con el entorno y con sus demás congéneres.

JAvIER MADROÑERO

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Segunda

y última entrega de este tutorial sobre las reglas de composición fotográfica ini-ciado en el nú-mero anterior de Luz y TinTa.

Reglas de composición

(y 2)

7. Los grupos de tres

Parece existir una percepción especial de los números impares en fotografía, y en especial de los grupos de tres elementos.

Un único elemento puede transmitir soledad o aislamiento, con dos ele-mentos una foto puede quedar demasiado bien equilibrada y estática, y cuatro elementos pueden resultar demasiados para distribuir.

Por algún motivo que no se explicar, a las personas nos gusta el número 3. En fotografía suele funcionar la agrupación de tres elementos como centro de interés.

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8. La regla de los terciosSi nos fijamos en obras de arte en cualquier museo, podremos comprobar

que si dividimos un cuadro en cuadrículas de igual tamaño de 3x3, las cuatro intersecciones de las cuadrículas dentro del cuadro marcan los puntos de in-terés.

Trazando esta cuadrícula imaginaria sobre la mayoría de las obras nos dare-mos cuenta de que elementos fundamentales del cuadro recaen sobre esas in-tersecciones: ventanas y puertas, ojos, líneas de horizonte, picos de montañas, ... Está comprobado que llevando nuestro punto de interés a uno de esos cuatro puntos conseguimos una imagen mucho más interesante.

En este sentido, reseñar que existen cámaras que permiten visualizar en su LCD una rejilla para trabajar con los tercios, por lo que os animo a que reviséis el manual de vuestra cámara si consideráis que os puede ayudar a la hora de mejorar la composición.

9. El espacio negativoSe considera espacio negativo los

grandes espacios vacíos, normalmen-te en blanco o negro, dentro de una fotografía, normalmente a un lado.

El alejamiento del elemento cen-tral de la imagen, rellenando el resto de la foto de un espacio vacío nos permite transmitir una información adicional de soledad, aislamiento o calma a la imagen.

Aunque no es un recurso que vaya-mos a utilizar habitualmente, no está de más conocerlo. Está enfrentada a la regla de composición consistente en rellenar el encuadre comentada más arriba en este mismo artículo.

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10. frente y fondo

El contenido del frente y del fon-do de una foto es importante. Tanto en el fondo como en el frente tienen aplicación otros elementos composi-tivos como los colores o las líneas.

Lo importante en el frente y en el fondo es que no haya demasiados detalles que puedan distraer la vista del espectador del centro de interés.

La mejor herramienta con la que contamos para marcar la diferencia entre el frente y el fondo de nuestras fotos es la profundidad de campo. Gracias a la apertura del diafragma que utilicemos a la hora de hacer fotografías, conseguiremos mayor o menor nitidez en el fondo.

11. El enmarcado natu-ral

Existen elementos que pueden ayudar a poner un marco al centro de interés de la foto.

Algunos de estos elementos son muy claros, tapando completamente parte de la foto, como puertas, ven-tanas o puentes.

Otros actúan de una forma menos clara, simplemente orientando nues-tra vista. Es el caso de las señales de tráfico o las ramas de los árboles, ...

Cualquier elemento que “encierre” el centro de interés nos permitirá en-marcar la foto, dirigiendo la atención hacia el elemento deseado.

12. Las curvas en S

Las curvas en “S” son un elemen-to muy recurrente en fotografía. Está relacionado con la sensualidad. Tam-bién transmiten movimiento y ayudan a conducir la mirada.

En la vida cotidiana encontramos muchos recursos que nos permiten aplicar curvas en “S” en nuestras fo-tografías. Una carretera, un camino, el curso de un río, ... Son elementos visuales muy potentes que dan inte-rés a la fotografía.

Fotografías de PePe Haro Castaño;

Texto: http://www.dzoom.org.es/noti-

cia-1479.html

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Fotografía de calle ...y recuerdos de mi niñez

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Fotografía de calle ...y recuerdos de mi niñez

Las Olimpiadas de Barcelona 92 marcaron un antes y un después a la ciudad. Se remodeló el borde costero y se cons-truyó la denominada villa olímpica, que hoy en día alberga a miles de familias en una zona que estaba demasiado abandonada. Pasear por la playa se ha vuelto un acto coti-diano a cualquier hora del día

Hoy me vais a permitir que me ponga un poco tristón. Los que andamos fuera de nuestro país y no tenemos la oportunidad de regresar muy a menudo, en oca-siones nos invade la nostalgia y cualquier circunstancia que nos despierte los recuerdos nos hace entrar en un estado un tanto me-lancólico.

Cuando tenía poco más de diez años, los domingos eran especia-les. En casa, solíamos acercarnos a primera hora de la mañana has-ta Barcelona, con el propósito de pasear por la plaza de Catalunya, caminar las Ramblas dirección Co-lón, mirar un rato el puerto. Su-birnos a una de las golondrinas de entonces y dejarnos caer en el rompeolas. Un simple paseo que se transformaba en toda una aventu-ra por lo que veían en el trayecto ese joven aprendiz de observador. Cerca del mediodía, regresábamos hasta el puerto y nos dirigíamos (siempre caminando para coger hambre) a la Barceloneta. El ba-rrio de pescadores de toda la vida, donde las gambas sabían mejor y los mejillones al vapor eran una

delicia para el niño de interior que era yo por aquel entonces.

Todo queda en el recuerdo… incluso parece haberse difumi-nado con el paso del tiempo. No hace tantos años, siempre que po-día me acercaba de nuevo a Barce-lona. Con la finalidad de terminar comiendo gambas, mejillones al vapor o una paella marinera en la Barceloneta de siempre.

La excusa de salir a hacer fo-tos me permitía rememorar ciertos recuerdos que el tiempo ya iba borrando. Así que mientras enfo-caba, encuadraba y hacia fotos de la remodelada Barceloneta post olímpica, me dejaba llevar por esa melancólica sensación de los que hemos vivido momentos únicos en algún lugar y que sabemos que por las circunstancias actuales nunca se podrán volver a repetir. Podremos hacer algo nuevo y pa-recido, pero jamás volveré a sen-tarme en un chiringuito de los de antes en compañía de mi Padre y de mi Madre.

JAN PUERTA

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A la izquierda: Torre de Sant Sebas-tian en la Barceloneta. Alberga el trasbordador aéreo que comunica la Barceloneta con Miramar en la mon-taña de Montjuic, delante de los anti-guos estudios de TVE. Cuando tomé la fotografía, el transbordador tenía un futuro incierto. A fechas de hoy es un excelente mirador turístico sobre el viejo puerto.

Arriba: La playa se vuelve un ir y venir de personas, personajes y en-

cuadres surrealistas a fotografiar. Un joven, manzana en boca, recoge sus pertenencias mientras dos jóvenes

skaters caminan por la playa.

Abajo: Una pareja toma el sol. Su hijo está a punto de nacer. Él le pela una naranja. La vitamina C

de la misma sin duda es un buen complemento. Nunca pude darles esta fotografía. Ojalá alguien los conociera

y así cerraría un capitulo abierto.

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El novelista Max Aub dijo en cierta ocasión que uno no es de donde nace sino de donde hace el Bachillerato. Pues bien, yo hice el Bachillerato en el Instituto de El Entrego, en pleno corazón de la cuenca minera del Na-lón. Años más tarde, por esas vueltas que da la vida, trabajé durante casi siete años en una nave que en mis tiempos de estudiante se veía desde las ventanas de las aulas que frecuen-taba entonces. Aunque esta es otra historia.

Lo cierto es que la afirmación de Max Aub, sea o no cierta, y me ima-gino que no lo sea en todos los ca-sos, en el mío se cumple en parte, pues me identifico totalmente con las cuencas mineras asturianas. En parte, digo, porque el Instituto de El Entre-go me permitió compartir aulas y as-piraciones con otros hijos de mineros, como yo mismo, con los cuales me impregné de una forma de entender la vida que está seguramente en la base de mi posterior evolución per-sonal. En aquel instituto encontré a algunos profesores que me marcaron de cerca y orientaron mi vocación li-

teraria y tuve además la ocasión de compartir sueños y quimeras con al-gunos compañeros, hoy amigos, que también participaban de ilusiones literarias que el tiempo ha ido sedi-mentando y decantando con orienta-ciones diversas que tienen su origen íntimo en aquellas aulas, en aquellos pasillos, en aquella convivencia que los años han ido salpimentando de otras experiencias y lecturas de múl-tiples espectros.

Pero no solo me une a las cuencas mineras asturianas mi identificación con aquel instituto en el que entendí que mi vocación literaria era más que un sueño, mucho más que un reflejo de la luna en los caireles del viento. Como ya he dicho mi padre era mine-ro. Mis vecinos y amigos de enton-ces, mis parientes cercanos y lejanos también fueron mineros. Me casé con la hija de un minero fallecido en la mina. Y por lo general, la mina es una constante en las conversaciones y re-cuerdos de quienes hemos nacido y vivido en las cuencas mineras; y sobre todo, durante mucho tiempo, era una presencia absorbente para quienes

nos movíamos en su entorno: en pri-mer lugar, porque la principal fuen-te de ingresos -o sea, de vida- para los mineros, para sus familias y para cuantos habitábamos en las cuencas mineras; y además, porque la mina era una constante amenaza y una pre-ocupación constante: el accidente, la muerte, podía saltar en cualquier mo-mento, arrebatando vidas de amigos, de familiares más o menos cercanos, de conocidos... La muerte del minero, esa especie de zarpazo que se inmis-cuye impúdicamente en la vida coti-diana de las cuencas, ha sido siempre una referencia más real que literaria, más brutal que solidaria. (Al respec-to, puedo recordar una significativa experiencia: en cierta ocasión José Luis Cuendia, “Guendy”, requirió de mis servicios como responsable de co-municación de la empresa para hacer fotos en el exterior de un pozo de la cuenca del Caudal. Allá nos fuimos al final de la mañana para fotografiar la salida del relevo, esperando retratar a los mineros sudorosos con rostros negros de carbón; pero al llegar, no-tamos un ambiente silencioso y ten-

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so, con la gente alrededor de la boca de la mina en actitud expectante y preocupada. Al momento supimos que había dos mineros enterrados por un derrabe y poco después vimos salir las camillas con sus cuerpos inertes y pu-dimos participar, una vez más, de la tristeza, de la impotencia, del desga-rro feroz de la muerte de un minero.)

En fin, volviendo a otros recuer-dos, las cuencas mineras han sido mi lugar de residencia durante un tiempo y la mina ha sido mi referencia más importante durante mi vida de estu-diante y durante mi vida laboral. Ya he dicho que pasé siete años en la cuenca del Nalón y, por una sime-tría no buscada, otros siete en la del Caudal, con unos cuantos años inter-medios en Oviedo dedicado a ambas cuencas. Así que la minería, y las cuencas mineras, con su mundo de barriadas y su paisaje de castilletes

bricada mi leyenda.” La pena es que en la actualidad la minería comienza a ser solo recuerdos, sus paisajes se pueblan de deshechos y sus gentes están emigrando en masa, convir-tiendo uno de mis rincones favoritos en un callejón sin salida mientras se subvierte la negrura del carbón por la oscuridad del porvenir.

FRANCISCO TRINIDAD

y de lavaderos, ferrocarriles y boca-minas; más su leyenda de huelgas y de muertes y de solidaridad y de lu-chas incontestables contra la injus-ticia, con una épica que ha marcado a fuego su estela legendaria, son el paisaje natural de mis recuerdos y el reducto de mi melancolía, como año-ra mi amigo el poeta Antonio Bravo: “Es la mina la historia de mi infancia/ y confieso que tengo/ de carbón fa-

En la foto de la izquierda, una imagen del emblemático Pozo María Luisa. Bajo estas líneas, un resto de arqueología minera y una imagen de la villa de Mieres,

corazón de la cuenca minera del Caudal.

La mina es una constante en las conversaciones y recuerdos de quienes hemos nacido y vivido en las cuencas mineras

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Foto: noLy

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Foto: EduArdo PérEz

Como viene siendo habitual en cuantas convocatorias temáticas se plantean en Moldeando la luz, también esta de Animalandia contó con una participación excepcional tanto por cantidad como, y sobre todo, por la calidad, como de-muestran las fotos que se recogen en estas páginas, en las que queda patente la dedicación y el nivel de observación de cuantos fotógrafos integran nuestra red social.

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Foto: MAJo

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Foto: oto sLAvic

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Foto: MArtA

Foto: José MAnuEL GonzALo

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Foto: MAJo

Foto: oto sLAvic

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También pudieron ser portada

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También pudieron ser portada

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