Marco Internacional-GRD y Desarrollo Sostenible

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Riesgos y desarrollo 1 ISBN xxxxxx 124.110/F38 Riesgos de desastres y desarrollo / Pedro Ferradas. — Lima: Soluciones Prácticas, 2012. Clasificación SATIS. Descriptores OCDE Impreso en el Perú, mayo de 2012 Ferradas, Pedro p. 218 2 Riesgos y desarrollo 3 E.F.Schumacher (1911-1977) Riesgos y desarrollo 5 1

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Impreso en el Perú, mayo de 2012

Ferradas, Pedro

Riesgos de desastres y desarrollo / Pedro Ferradas. — Lima: Soluciones Prácticas, 2012.

p. 218

ISBN xxxxxx

DESASTRES /VULNERABILIDAD /GESTIÓN DE RIESGOS/ RIESGOS/TSUNAMIS/SISMOS/RECURSOS NATURALES/ERUPCIONES VOLCÁNICAS/SEQUÍAS/ INUNDACIONES/ AMENAZAS

124.110/F38

Clasificación SATIS. Descriptores OCDE

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Hablar del futuro sólo es útil cuando conduce a la acción, ahora.

E.F.Schumacher (1911-1977)

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PresentaciónLos desastres son eventos desencadenados por un fenómeno o varios fenóme-nos que impactan sobre poblaciones y bienes, generando daños cuya atención o mitigación escapa temporalmente a las capacidades de la comunidad o sociedad afectadas.

LOS DESASTRES NO SON NATURALES, pues no pueden existir si no hay población expuesta; y porque cada vez más las amenazas de ocurrencia de fe-nómenos destructores son consecuencia o están influidos por la acción o la omisión del hombre. Las causas de los desastres son los riesgos que se generan previamente en los procesos de desarrollo pero la gestión pública y privada pue-de evitar o reducir tales riesgos.

De un lado, el Cambio Climático y el mal manejo de recursos naturales influyen crecientemente en el incremento de las amenazas de ocurrencia de fenómenos destructores como son los huaycos, inundaciones y sequías; de otro, las migra-ciones, las dinámicas de crecimiento de las ciudades, la pobreza, las políticas públicas no inclusivas, la falta de realización de los derechos de las personas, la falta de acceso a los servicios como los de salud, seguridad social, educación e información, entre otros, inciden significativamente en la exposición y fragilidad de las personas y los bienes públicos y privados.

Sin embargo, en la sociedad contemporánea los riesgos, o posibilidad de pérdi-das humanas y materiales a consecuencia de un desastre, no solo han tendido a incrementarse objetivamente sino también subjetivamente. La omnipresencia del riesgo como posibilidad de pérdidas humanas y materiales, es en parte reflejo de la globalización que permite acceder a información sobre desastres anterior-mente lejana e inaccesible; y de otra, porque cada vez más existe una escenifica-ción estimulada por intereses económicos y políticos. El riesgo se transforma y adquiere más importancia cuando se hace extensivo el temor ante reiteradas pre-dicciones de catástrofes que son desmentidas por la realidad, pero se preservan en la imaginación de la gente y sirve de sustento a lucrativos negocios en torno a la seguridad y la reconstrucción en los casos en que ocurren los desastres.

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Los estudios y análisis de riesgo en nuestro país por lo general adolecen de un enfoque fisicalista, porque no tienen en cuenta la importancia de la dimensión cultural y por tanto no consideran las percepciones y el posible comportamiento de la gente. Comportamiento que puede variar sustantivamente por el hecho de tener o no desastres recurrentes, pero también por el nivel de conciencia y las capacidades locales para afrontar las situaciones de riesgo y de desastre.

La gestión de riesgo que surgió en América Latina ha constituido una alternativa a las políticas públicas que se centraron en los desastres y dejaron de afrontar las causas de los mismos: las condiciones de riesgo generadas en el proceso de desarrollo. Alternativa que no minimiza la importancia de prepararse para afron-tar situaciones de desastre, pero que sí propone estrategias para reducir riesgos existentes o evitar que se generen nuevos riesgos de desastre.

Lo más relevante en la perspectiva de la gestión de riesgo está en que resulta ser una dimensión del desarrollo sostenible y por tanto implica principalmente al conjunto de la Sociedad Civil y del Estado. De hecho la Gestión de Riesgo (GR) tiene su origen en la gestión comunitaria y local de riesgo y surge de una crítica al imaginario oficial que no toma en cuenta las percepciones y experiencias co-munitarias.

En el año 2011 se promulgaron diversos dispositivos legales tendientes a in-corporar la gestión de riesgo en los procesos de planificación y gestión guber-namental del desarrollo, lo que ha significado cambios institucionales, políticas de incentivos económicos a los gobiernos locales, nuevos procedimientos en la respuesta a situaciones de desastre, entre otros aspectos. Sin embargo la nueva legislación que incluyó la creación del Sistema Nacional de Gestión de Riesgo de Desastres (SINAGERD) no ha podido implicar suficientemente a los actores locales o regionales, en razón de que no se contó con adecuados mecanismos de consulta y participación, y porque la creación del nuevo sistema debe llevar a algunas modificaciones en las leyes que rigen a las municipalidades y los gobier-nos regionales.

Este libro, que se centra en la problemática de los riesgos y los enfoques para prevenirlos o reducirlos, es el resultado de un proceso de reflexión sobre las experiencias en las que ha participado el autor a lo largo de más de veinticinco años, y de la lectura de una extensa producción bibliográfica, en particular de autores como Andrew Maskrey, Allan Lavell, Gustavo Wilchez, Omar Darío Cardona, Jaime Wheelock, Fernando Ortiz, Joan Martinez Allier, Gilberto Ro-

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mero, Orlando Chuquisengo, Zygmunt Bauman, Naomí Klein, Richard Gill y Ulrick Beck, cuyas valiosas contribuciones podíamos solo encontrar de manera separada o en el caso de los cuatro últimos no formaban parte del discurso de la gestión de riesgo.

También contiene información actualizada sobre las amenazas, la vulnerabi-lidad y los riesgos en el Perú y en otros países, y al inicio de cada capítulo contiene algunas citas que buscan provocar o motivar la reflexión crítica de nuestros lectores.

En este esfuerzo he recibido el valioso aporte de Alcides Vilela, Orlando Chu-quisengo, Raquel Guayta, Illari Aguilar, Dalia Carbonel y Pablo Peña, a quienes agradezco por su dedicación y creatividad.

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ContenidoCapítulo 1. Las amenazas de desastres 15

1. Las amenazas de desastres 17

1.1. Los cambios evolutivos en el planeta 18

1.2. Las corrientes océano-atmosféricas 20

1.3. Los fenómenos El Niño y La Niña 21

1.3.1. El impacto del FEN en el Perú 27

1.3.2. El FEN y las amenazas de desastres 28

1.4. El mal manejo de los recursos naturales 29

1.4.1. Casos extremos de destrucción del medioambiente en el mundo 31

1.4.2. Mal manejo de los recursos en el Perú 32

1.4.3. La destrucción del bosque 33

1.5. El Cambio Climático 36

1.5.1. El incremento de Gases Efecto Invernadero en las últimas décadas 36

1.5.2. El incremento de la temperatura del planeta 37

1.5.3. Impacto del Cambio Climático en los ecosistemas 38

1.5.4. El retroceso de los glaciares 40

1.5.5. Impacto económico 41

1.5.6. Impacto diferenciado en los países 42

1.5.7. Mitigación y adaptación 42

2. Los fenómenos potencialmente destructivos 44

2.1. Sismos 44

2.1.1. Medición de los sismos 47

2.1.2. Los sismos en la historia 52

2.1.3. ¿Se pueden predecir o pronosticar los sismos? 57

2.1.4. La zonificación sísmica 61

2.2. Los tsunamis 66

2.2.1. Los tsunamis en el Perú 68

2.3. Las erupciones volcánicas 70

2.3.1. Ubicación de los volcanes en el mundo 72

2.3.2. Las principales erupciones volcánicas 74

2.3.3. Los volcanes en el Perú 80

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2.4. Las sequías 81

2.5. Heladas y friajes 83

2.6. Los aluviones 84

2.7. Los huaycos 86

2.8. Las inundaciones 88

2.8.1. Los Ríos y las Inundaciones en el Perú 89

2.9. Los ciclones y huracanes 90

2.10. Los fenómenos complejos o concatenados 92

3. Amenazas en América Latina y el Perú 93

Capítulo 2. La vulnerabilidad 971. La vulnerabilidad 99

2. La vulnerabilidad como proceso 101

2.1. La progresión de la vulnerabilidad 102

2.1.1. Las causas de fondo. 102

2.1.2. Las presiones dinámicas 103

2.1.3. Las condiciones inseguras 107

3. La vulnerabilidad como situación 112

3.1. El modelo de acceso 113

3.2. Los límites en la cuantificación y comparación de la vulnerabilidad 113

3.3. Las estadísticas de la vulnerabilidad 114

4. La vulnerabilidad en una perspectiva histórica global 116

4.1. El incremento de la producción agropecuaria 116

4.2. El desarrollo científico y tecnológico y la vulnerabilidad 117

4.3. Las innovaciones en la salud e higiene 118

4.4. La evolución del transporte público 119

4.5. La evolución de las comunicaciones y la informática 121

4.6. La evolución de las tecnologías constructivas 123

4.7. Los procesos demográficos 123

4.8. El “orden” mundial y la vulnerabilidad 125

5. La vulnerabilidad en el Perú 127

5.1. La dimensión histórico-estructural de la vulnerabilidad en el Perú 127

5.2. Las dinámicas de crecimiento demográfico en el Perú 131

5.3. Migración y vulnerabilidad en el Perú 132

5.4. La ocupación del territorio 133

5.5. Las dinámicas interregionales 133

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5.6. Vulnerabilidad por ubicación 134

5.7. La fragilidad de las construcciones 137

Capítulo 3. Riesgo de desastre 1431. Los riesgos de desastre 144

2. Las capacidades y el riesgo 146

3. Riesgos intensivos y extensivos 146

4. Dimensiones del riesgo 147

5. Las diferentes perspectivas y sujetos del riesgo 148

5.1. Quienes generan los riesgos no son siempre las víctimas potenciales de los desastres 148

6. Tipos de riesgo 149

6.1. Riesgos asumidos y riesgos no deseados 152

7. La escenificación y percepción del riesgo 152

7.1. Los escenarios de riesgo 153

8. Las sociedades y el riesgo 154

9. Riesgos en el Perú 157

Anexo: Mitos y percepciones sobre los riesgos 161

Capítulo 4. La gestión de riesgo 1651. Los cambios en los enfoques y estrategias frente a los desastres 167

2. La gestión de riesgo 170

3. La gestión de riesgo en América Latina 171

4. Experiencias de gestión local de riesgo en el Perú 171

5. Los procesos de gestión de riesgo en el Perú 178

5.1. Las evaluaciones y los análisis de riesgo 178

5.1.1. La experiencia en el Perú 178

5.1.2. La posibilidad de mejorar el conocimiento de los riesgos 181

5.2. La gestión reactiva 182

5.3. La gestión prospectiva y correctiva 184

Capítulo 5. Reflexiones finales: las tendencias contemporáneas del riesgo 201

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Capí tu lo Las amenazas de desastres

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CAPíTuLo 1 LAs AmEnAzAs DE DEsAsTREsUn gran terremoto puede producirse en cualquier momento pero el uso de la “bola de cristal” que emplean los adivinadores no ha hecho todavía su ingreso al campo de la Sismología.

Alberto Giesecke1

¿Has visto alguna vez un huayco Tomasito? No mi cabo, ni me gustaría. Pero, de chico, en las afueras de Sicuani vi uno que había caído pocos días antes, abriendo un surco grandote. Se veía clarito, bajando toda la montaña como un tobogán. Aplastó casas, árboles y por supuesto gente. Tremendos pedrones que se trajo abajo.

Mario Vargas Llosa, Lituma en los Andes

1 Buse, Hernán en Rivera Palomino, Jaime, Sismos en Ayacucho, Universidad Nacional San Cristó-bal de Huamanga, Ayacucho, Perú, 1983, p. 156

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1. Las amenazas de desastresDurante siglos la ocurrencia de fenómenos potencialmente destructivos como los sismos, sequías, huaycos, inundaciones, huracanes, tsunamis o aluviones fue-ron atribuidos exclusivamente a los cambios evolutivos en el interior y en la superficie de la corteza terrestre, a las corrientes océanoatmosféricas, y a los fenómenos El Niño y La Niña. Sin embargo, a la luz de lo ocurrido en los úl-timos decenios, vemos que el papel del hombre, sobre todo tras la revolución industrial, ha sido relevante en la generación e intensificación de algunos de estos fenómenos. Es el caso de la mayor frecuencia e intensidad de la sequía, las lluvias intensas, las inundaciones y los huaycos, que es en parte atribuible al mal manejo de los recursos naturales y al Cambio Climático.

Todo lo anterior nos lleva a concluir que los fenómenos potencialmente destruc-tivos no son en sí mismos las amenazas o los peligros sino la interacción de estos con los procesos naturales y antrópicos referidos. Es por esa razón que en este capítulo vamos a analizar, en primer lugar, los procesos y factores que inciden en la ocurrencia, la frecuencia y la intensidad de los fenómenos potencialmente destructivos para luego analizar tales fenómenos, tomando como referencia los casos más significativos en el Mundo y en nuestro país.

1.1. Los cambios evolutivos en el planeta

Los cambios en el planeta se han sucedido durante millones de años y siguen ocurriendo actualmente.

Estos cambios están referidos a:a. La dinámica interna de la Tierra que dio lugar a la formación de los con-

tinentes incluidas las cordilleras y cadenas montañosas. Esta dinámica im-plicó grandes fenómenos sísmicos y volcánicos que cambiaron la forma del territorio y hasta el clima planetario, y que a su vez inciden en los movimientos superficiales de la Tierra como son la erosión natural y las características de las cuencas.

A principios del siglo XX Alfred Wegener expuso por primera vez su teoría so-bre la deriva de los continentes, según la cual las enormes masas superficiales de

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la Tierra formaron parte de un súpercontinente denominado “Pangea” del que se desprendieron desde entonces para estar en constante movimiento.

En nuestro continente tenemos el caso de formación aún inconclusa de la cor-dillera de los Andes que, como veremos, constituye el gran ordenador del clima y distribuidor de los recursos agua y tierra.

La cordillera de los Andes resulta determinante para la configuración del clima y para la geodinámica de aproximadamente 140 cuencas hidrográficas que existen en el Perú; sirve de barrera natural para que las masas de aire húmedo proceden-tes de la Amazonía no se trasladen a la Costa e influye en las variaciones de las temperaturas incidiendo en las sequías y heladas.

Las pendientes pronunciadas y la ausencia de precipitaciones en las cuencas me-dias durante nueve meses del año determinan una mayor erosión e inestabilidad de las laderas, agravada por la ausencia de cobertura vegetal. Cuando ocurren las precipitaciones, entre enero y marzo de cada año, se produce la aceleración de los procesos de erosión y la inestabilidad de taludes, provocando huaycos y con ello el incremento de los caudales de los ríos que derivan en inundaciones.

b. La evolución natural del clima que implicó grandes transformaciones, en particular las grandes desglaciaciones que modificaron radicalmente el há-bitat del planeta, determinando la desaparición de algunas especies y el sur-gimiento y evolución de otras. De hecho, la evolución natural del clima ha devenido en periodos largos y cortos de incremento y disminución de la temperatura del planeta, algunos determinados por las erupciones volcá-nicas, otros por la influencia de las explosiones solares e incluso por los cambios en el eje planetario determinados por los grandes eventos sísmicos.

Se sabe que en los últimos 2 000 años ocurrieron mayores oscilaciones de tem-peratura que en los últimos 100 años, y que las anomalías pudieron ser mucho más grandes y de mayor duración; cada uno de los tres episodios más fríos en los últimos 2 000 años llegó después de importantes erupciones volcánicas y dio como resultado las sequías en las tierras bajas de los mayas.

Según Nil-Axel Morner, los cambios climáticos de corto plazo suelen ser de 50 a 150 años, Keith Briffa ha identificado cambios climáticos cuasi cíclicos, con duraciones de aproximadamente 70 a 90 años que han ocurrido con regularidad desde 1700.

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20En la primera parte del siglo XX se dio uno de esos cambios: de frío a caliente. A escala mundial, el cambio promedio en las temperaturas globales durante el siglo fue de 0,5 grados centígrados.

Entre 1900 y 1940 se da un calentamiento de la temperatura del planeta, desde 1940 hasta fines de los años 70 la disminución de tal temperatura; y a partir de los años 80 un nuevo calentamiento, este último asociado a la intervención hu-mana, como veremos al tratar el Cambio Climático.

1.2. Las corrientes océano-atmosféricasLa ubicación, las características y las dinámicas de los océanos han sido deter-minantes para diversos fenómenos potencialmente destructores; así, tenemos el caso del océano Pacífico en donde nacen tres cuartas partes de todas las nubes de la Tierra, al igual que la mayoría de los ciclones.

Circulación termohalina

El mar territorial del Perú tiene diferentes temperaturas por la confluencia de dos corrientes marinas de características distintas.

Tomado de: http://www.global-greenhouse-warming.com/images/thermohaline.jpg

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La Corriente Peruana o de Humboldt, de aguas frías y que se desplaza de sur a norte, hasta los 5º L.S., hace que la costa sea de clima templado y no tropical. Esta corriente varía en anchura a lo largo del año, extendiéndose hasta llegar a 150 kilómetros de ancho en el invierno, antes de estrecharse durante el verano.

La Corriente de El Niño, que se presenta anualmente hacia fines del mes de diciembre, es de aguas cálidas y ejerce su influencia en la parte norte del mar. Los pescadores de las costas del Perú encontraron que en ciertos años las aguas donde pescaban estaban más calientes de lo normal, lo que ocasionaba que la pesca fuera mala y se producían lluvias que afectaban a esta región de Sudaméri-ca. Como la anomalía en la temperatura del océano alcanzaba un máximo hacia finales de año, durante diciembre, los pescadores asociaron a esta especie de corriente de agua caliente con la llegada de El Niño Jesús, por estar próxima la Navidad.

Las corrientes de Humboldt y de El Niño son determinantes para el clima de la costa ecuatoriana y peruana.

1.3. Los fenómenos El Niño y La Niña

De acuerdo con la Estrategia Internacional para la Reducción de Desastres, tan-to El Niño (fase cálida) como la Niña (fase fría), son fenómenos cuasi-periódi-cos, debido a que no aparecen con intervalos totalmente regulares. Sin embargo, algunos investigadores, basados en informaciones recogidas durante los últimos 50 años, afirman que el periodo de retorno del fenómeno ENOS (El Niño – Oscilación Sur, cuyas siglas en ingles son ENSO) de cualquier intensidad suele oscilar entre tres y cinco años, mientras que el período de retorno de ENOS intensos es de 15 a 20 años2.

El Fenómeno de El Niño es una variación climática a gran escala, porque cubre grandes extensiones del planeta, afectando tres océanos: el Pacífico, el Atlántico y el Índico; y cuatro continentes: América, Asia, Oceanía y Europa.

El FEN tiene su origen cuando los vientos del este y sudeste luego de haber sido anómalamente intensos, repentinamente se debilitan o se reducen a cero.

2 Estrategia Internacional para la Reducción de Desastres, La Gestión del Riesgo de Desastres Hoy, Naciones Unidas, Panamá, 2008, p.72

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22Este cambio brusco que se manifiesta en el Pacífico Central Ecuatorial genera una perturbación en el océano en forma de una onda, conocida con el nombre de Onda Ecuatorial de Kelvin, que se demora aproximadamente dos meses en llegar a la costa oriental. Cuando esta onda llega a la costa de Sudamérica, la termoclina (aguas calientes) está a mayor profundidad y produce afloramiento de agua cálida, lo cual genera en el sistema un proceso de retroalimentación po-sitiva. El resultado es el incremento de la temperatura superficial del mar en el Océano Pacífico Oriental para luego desplazarse hacia el Pacífico Central, donde finalmente se intensifica una lengua cálida que produce anomalías positivas en la temperatura superficial del mar, en particular frente a las costas de Ecuador y Perú.3

Vista 3D del Fenómeno del niño

3 CTAR-Región Grau. Evaluación de Daños – Fenómeno El Niño, Piura, 1998, p.3

Tomado de: http://4.bp.blogspot.com/_83PuwZDITL0/TONRvVcdBFI/AAAAAAAAATk/495Cvv-MFzM/s1600/El%2BNino%2Bsatelite%2Bimage.jpg

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Tiene una antigüedad no menor de 40 mil años y ha tenido graves efectos en la agricultura de exportación, como sucedió en 1925, en la pesca en 1972, en la economía en su conjunto (agricultura, vivienda, producción, comercio) en 1983, en el retroceso de glaciales de la sierra y en la ocurrencia de huaycos, desliza-mientos, inundaciones y eventuales sequías.

Los ENOS pueden ser medidos en función de las variaciones de la temperatura del mar o de la temperatura atmosférica. En el primer caso, para un evento débil implica una elevación de la temperatura del mar de 1 a 2°C por encima del pro-medio normal, mientras que para un evento fuerte dicha elevación puede llegar hasta 12 °C (Arntz, 1996). En el segundo, INDECI considera una taxonomía del FEN en función del incremento de la temperatura en la Costa Norte del Perú siendo muy severo si el incremento es mayor o igual a 8°C; severo si el incre-mento es entre 6° a 7°C; moderado si tal incremento está entre 4° a 5°C; y débil si está entre 3° a 4°C.

El siguiente cuadro muestra los fenómenos de El Niño registrados en el mar peruano de 1526 a 1998. Cada evento se lista por el año en el que ocurrió, indi-cándose su intensidad y el grado de confiabilidad del registro (en una escala de 1 a 5, donde 1 es no confiable y 5 es una fuente precisa).

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24 Intensidad de los eventos de El niño de 1525 a noviembre de 19984

Evento El Niño Magnitud Confiabilidad de la Fuente Fuentes de información

1525-1526 1531-1532 1539-1541

1552 1567-1568

1574 1578

1591-1592 1607 1614

1618-1619 1624 1634 1652 1660 1671 1681

1687-1688 1696 1701

1707-1708 1714-1715

1720 1728 1747 1761 1775

1785-1786 1791

1803-1804 1814 1828

1844-1845 1864 1871

1877-1878 1884 1891

1899-1900 1902 1905 1907

1911-1912 1914 1917

1918-1919 1923

1925-1926 1930-1931

1932 1939

1940-1941 1943 1951 1953

1957-1958 1965

1972-1973 1976

1982-1983 1987

1991-1993 1997-1998

Intenso Intenso Intenso Intenso Intenso Intenso

Muy Intenso

Intenso

Intenso Intenso Intenso Intenso Intenso Intenso Intenso Intenso Intenso Intenso Intenso Intenso Intenso

Muy Intenso Intenso Intenso Intenso Intenso

Muy Intenso Intenso Intenso

Muy Intenso Intenso Intenso Intenso

Muy Intenso Intenso

Muy Intenso Intenso

Moderado Moderado Moderado

Intenso Moderado

Intenso Moderado Moderado

Muy Intenso Moderado

Intenso Moderado

Intenso Moderado Moderado Moderado

Intenso Moderado

Intenso Moderado

Muy Intenso Moderado

Intenso Intenso

3 4 3 4 5 4 5 2 5 5 4 4 4 4 3 3 3 4 3 4 3 4 4 5 5 5 4 4 5 5 4 5 5 5 5 5 5 5 5 4 4 3 4 5 5 5 5 5 5 5 5 5 5 5 5 5 5 5 5 5 4 4 5

Xeres (1534) Xeres (1534) y Prescott (1892) Montesinos (1642) y Cobo (1653) Palma (1894) y Moreno (1804) Oliva (1631) Cobo (1639) Labarthe (1914) García Rosell (1903) Acosta (1590), Cobo (1639-1653) Martinez y Vela (1702) Cobo (1639), Alcedo y Herrera (1740) Cobo (1653) Labarthe (1914) Vásquez de Espinoza (1629) Cobo (1653) Labarthe (1914) Palma (1894) y Puente (1885) Cobo (1653), Labarthe (1914) Labarthe (1914) y Portocarrero (1926) Labarthe (1914) y Portocarrero (1916) Rocha (1681) Juan y Ulloa (1748), Melo (1913) Palma (1894) Feijoo de Sosa (1763), Bueno (1763) Cooke (1712) y Alcedo y Herrera (1740) Gentil (1728) Shelvolcke (1726) F. de Sosa (1763) Feijoo de Sosa (1763) Bueno (1763) Feijoo de Sosa (1763) Llano Z. (1748) Bueno (1763) Alcedo (1786-1789) Labarthe (1914) Portocarrero (1926) Labarthe (1914) Portocarrero (1926) Unanue (1806) Ruschenberger (1834) Moreno (1804) Unanue (1806) Spruce (1864) y Eguiguren (1894) Ruschenberger (1834) Paz S. (1862) Spruce (1864) Eguiguren (1894) Spruce (1864) Eguiguren (1864) Hutchinson (1873) Eguiguren (1894) Eguiguren (1894) Palma (1894) Eguiguren (1894) Sievers (1914) Carranza (1891) Eguiguren (1894) Labarthe (1914) Bachman (1921) El Comercio (Feb. 17, 1902) Raimondi Bachmann (1921) Taulis (1934) Remy (1931) Paz Soldán (1908) Forbes (1914) Labarthe (1914) Labarthe (1914) Portocarrero (1926) Lavalle/García (1917) Murphy (1923) Muphy (1923) Portocarrero (1926) Lavalle y García (1924) Balen (1925) Murphy (1926) Zegarra (1926) Petersen (1935) Hutchinson (1950) Petersen (1935) Sheppard (1933) Voth (1940) Schweigger (1940) Lobell (1942) Mears (1944) Schweigger (1961) Miller y Laurs García Méndez (1953) Schweigger (1961) Rudolph (1953) Sear (1954) Wooster (1960) Schweigger (1961) Guillén (1967-1971) Idyll (1973) Wooster y Guillén (1974) Quinn (1977, 1980) Smith (1983) Mujica (1983) Rasmusson/Hall (1983) R. Mujica CPPS (1993) CPPS(1997)

4 Tomado de: http://www.cipca.org.pe/cipca/nino/nino/feni%F1o.htm

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Los Fenómenos El Niño más intensos en los últimos cincuenta años fueron los de 1982-83 y 1997-98.

A fines del verano y comienzos del otoño del hemisferio meridional, entre mar-zo y abril de 1983, torrenciales lluvias, las más intensas del siglo XX, cayeron sobre las desérticas costas peruanas. Las poco usuales lluvias se habían iniciado en noviembre de 1982 y duraron hasta junio de 1983, acompañadas por un in-cremento elevado de la temperatura de la superficie del mar y de la atmósfera, esta última se incrementó entre 4 y 8°C por encima de los promedios.

En ciudades con topografía ondulada, como Tumbes, Paita y Talara, cruzadas por quebradas que sufrieron primero inundación y luego erosión, colapsaron edificaciones y servicios públicos vitales. En ciudades planas como Piura y par-te de Tumbes, con drenaje deficiente por falta de pendiente, amplios sectores quedaron sumergidos bajo agua por largo período de tiempo y los desagües se colmaron quedando inservibles. En Talara, rodeada de elevaciones, sus bordes se convirtieron en especies de cataratas que arrastraron cientos de miles de me-tros cúbicos de arena que enterraron parte de la ciudad bajo un estrato de 1,2 a 2m de altura.

Al iniciarse el año 1997 se tuvo información certera y con varios meses de antici-pación sobre El Mega Niño 1997-1998. En parte, ello fue posible por las nuevas tecnologías que posibilitaron por primera vez hacer las proyecciones tomando en cuenta la información sobre los eventos anteriores.

El Niño de 1997 se inició sobre el mar peruano con un desplazamiento de aguas oceánicas subtropicales, a 40 millas náuticas del litoral peruano, desde Ático has-ta Tacna. Estas aguas incrementaron la temperatura superficial del mar peruano en 2°C por encima de lo usual e ingresaron de sur a norte.

De marzo a julio el mar peruano fue afectado por el avance de aguas ecuatoria-les, fortaleciendo las condiciones del episodio “ENOS, registrándose anomalías positivas de agua de mar hasta de 6°C en el norte y de 5°C frente a la costa cen-tral. Hacia el sur el incremento fue entre 3° y 4°C. De agosto a setiembre sobre la superficie del mar peruano, continuó la presencia de aguas cálidas, mantenién-dose las anomalías positivas en la parte norte y central y disminuyendo en el sur. En la costa la temperatura del aire se incrementó de 5° a 6°C. En julio en Lima las temperaturas extremas mensuales oscilaron entre 20,5° y 24,0°C, cuando lo usual es 15,1° y 18,6°C, respectivamente.

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26El Niño de 1997-98 alcanzó su máxima intensidad en junio del 97 y durante la segunda parte del año 97 llegó a ser más fuerte que en los años 82-83. Las tem-peraturas superaron en cuatro grados a las temperaturas promedio de otros años a lo largo del este del Ecuador y en cinco grados cerca de las islas Galápagos y a lo largo de la Costa Septentrional del Perú.

Un aspecto no suficientemente considerado es el de la duración diferente. En 1972 la anomalía positiva se presentó hasta enero de 1973, el 82-83 la anomalía fue más corta en duración pero mucho más intensa y el 97-98 fue larga en dura-ción y además intensa.

La observación, el uso de satélites y el aumento de las comunicaciones han in-crementado el conocimiento del ENOS que es monitoreado en distintas zonas del Océano Pacífico clasificadas en “Niños” del 1 al 4; esta clasificación permite analizar la evolución de un fenómeno que no es uniforme en todo el océano, como se aprecia en el siguiente gráfico:

Regiones el niño utilizadas para vigilar los cambios de temperatura del mar y vientos

Tomado de: http://4.bp.blogspot.com/--guBx6TFCDg/TfHqsQN-NNI/AAAAAAAAAds/uVo_P6uD3Cs/s1600/Regiones_Nino.gif

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1.3.1. El impacto del FEN en el Perú

Hoy muchos científicos consideran que el Cambio Climático está produciendo cambios en la frecuencia y la intensidad del Fenómeno El Niño (FEN). El FEN de 1982-1983 fue considerado un evento excepcional, que ocurría cada 450 años.

Al igual que el Cambio Climático pero por periodos más breves, el FEN impacta de dos maneras: los cambios progresivos en el clima y las variaciones climáticas extremas.

En el Perú la aparición de aguas más calientes provoca cambios en los procesos biológicos de la flora y la fauna marinas y en la temperatura en las distintas regio-nes del país. Estos últimos tienen efectos progresivos que afectan la producción agropecuaria y otros más prolongados en los ecosistemas, como es el caso de la regeneración de los bosques de algarrobos y el retroceso de los glaciares.

La aparición de aguas más calientes provoca que especies de peces como la anchoveta mueran o emigren hacia regiones donde la temperatura es más baja u otros lugares en busca de alimento. Las aves marinas pierden su fuente de ali-mento y sus poblaciones decrecen.

Es tan importante el efecto de El Niño en las pesquerías, que las acciones de la harina de pescado en la bolsa de valores de Nueva York cambian de precio al recibirse las primeras informaciones de la aparición de El Niño.

Los cambios en el clima tienen efectos en la producción. La ausencia del invier-no, y en algunos ENOS las heladas en la sierra sur y las inundaciones de áreas cultivadas, reduce sustantivamente la producción de tubérculos y frutales. Tam-bién afectan la fisiología y el metabolismo del olivo, el limón y la uva, entre otros; pero se generan condiciones favorables para sembrar arroz, menestras, sandías o zapallos en el norte.

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1.3.2. El FEN y las amenazas de desastres

Lo más visible de El Niño está relacionado con la actividad geodinámica externa; el calentamiento de las aguas marinas y del aire aumenta la evaporación y como consecuencia suceden lluvias torrenciales que causan zozobra en el campo y la ciudad. Con la mayor intensidad y frecuencia de las lluvias en las partes medias de las cuencas de los ríos y quebradas que bajan a la costa, la fuerte pendiente y la ausencia de cobertura vegetal favorece la precipitación del abundante material deleznable depositado en las laderas de los cerros y en las quebradas, provocan-do huaycos (o llocllas) de mayor proporción y frecuencia que en los años norma-les y el incremento de los caudales de los ríos donde tales huaycos desembocan. Los ríos se desbordan arrasando todo lo que encuentran a su paso. El ámbito de mayor ocurrencia de lluvias, inundaciones y huaycos en el Perú se ubica funda-mentalmente en las regiones del norte y centro. En la costa se produce la mayor afectación en la vivienda e infraestructura social y productiva. En la sierra la ma-yor afectación se da por la interrupción de las vías de comunicación y por tanto la afectación de las actividades comerciales.

El Niño tiende a acelerar el retroceso de los glaciares, lo que a su vez incrementa los riesgos de aluviones debido a las lagunas que se forman o se llenan especial-mente en la cordillera Blanca. En los departamentos de Pasco, Junín, Huanca-velica, Ayacucho, Amazonas y Huánuco se producen algunas lluvias de mayor intensidad que lo normal y una mayor disminución de temperatura. En los departamentos de Arequipa, Moquegua, Tacna, Puno, Cusco y Apurímac El Niño se asocia con bajas temperaturas. Si bien la tendencia de las lluvias es deficitaria como se evidencia en los caudales de los ríos de Puno en siete de los ocho eventos Niños más recientes (1964/65, 1968/69, 1976/77, 1982/83, 1986/87, 1991/92, 1997/98), en el evento de 1972/73 los caudales resultaron con anomalías positivas que oscilaron de 14% a 57% para los ríos Ramis y Huan-cané respectivamente. Durante los eventos en estas regiones suelen ocurrir llu-vias intensas y breves que causan desbordes y aludes.

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1.4. El mal manejo de los recursos naturalesComo bien señalaba Susan Paulson:

Las características ecológicas, topográficas, hidrográficas, y genéticas de cada cerro, cada pradera, cada quebrada en América Latina, han sido in-fluidas por la historia particular de los grupos humanos que han interac-tuado con los factores llamados naturales, y eso sin mencionar los efectos del calentamiento global o degradación del ozono, que impactan el am-biente en cada rincón del mundo. Hoy en día, no tiene sentido hablar del estado natural5.

En los años 60, Ernest Snyder hacía ya referencia en sus libros al suicidio deri-vado del progreso incontrolado e Iván Ilich hacía una crítica política a la tecno-logía. Max Horkheimer, Theodor Adorno, Herbert Marcuse, Walter Benjamín y Erich Fromm relevaron el potencial destructor humano y de la “ciencia”. El libro de Hans Honas titulado El principio de la responsabilidad propone frente a ello una ética para la civilización tecnológica.

En contraste, autores como Gerald Holton en Einstein, historia y otras pasiones cuestionan la falta de fe de la política y la filosofía en el potencial positivo de la ciencia, la investigación y la tecnología.

De acuerdo con Andrew Maskey, la globalización tiene importantes implicancias para el desastre debido a su incidencia en las dinámicas espaciales y temporales del riesgo. Los cambios vuelven más rápido e inesperado los procesos de gene-ración de riesgo y disminuyen las capacidades de resistencia y adaptación; por ejemplo, la bolsa puede provocar crisis ambientales al estimular el uso de los recursos sin considerar el impacto en el medioambiente.

5 Paulson, Susan, ¿El mundo viene en chocolate y vainilla? ¿Es el sexo natural y el género cultural? ¿Quién conoce una naturaleza virgen?, Sepia, PUCP, 1998, p. 3, citado en Díaz, Julio, Chuquisengo, Orlando, Ferradas, Pedro, Gestión de riesgo en los gobiernos locales, Soluciones Prácticas Perú, 2005, p. 11

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30Los agentes sociales interrelacionados producen diferentes medioambientes6, los que determinan o influyen cada vez más en la probabilidad de ocurrencia de algunos fenómenos destructores.

Efectos primarios y secundarios de la degradación ambiental

La depredación y contaminación derivadas de la producción en gran escala tien-de a incrementar las amenazas regionales y de cuencas al incidir en sus varia-ciones climáticas y en la erosión. Las actividades económicas como la minería y la ampliación de la frontera agrícola pueden tener efectos directos sobre la estabilidad de los taludes y ser un factor coadyuvante de la erosión, que a su vez contribuye a los deslizamientos, huaycos e inundaciones que afectan las partes medias y bajas de las cuencas. De otro lado, las actividades productivas y extracti-vas, y las concentraciones poblacionales pueden derivar en el uso inadecuado de los recursos agua y suelos y contribuir también a la erosión con las implicancias ya aludidas, y a la desertificación, incrementando los efectos de las sequías.

6 Rodríguez Achung, Martha, Notas en torno a la relación sociedad-naturaleza: Manejo de recursos naturales desde una perspectiva de género, Sepia, PUCP, 1998, p. 45

Estrategia Internacional para la Reducción de Desastres (EIRD), Vivir con el riesgo : Informe mun-dial sobre iniciativas para la reducción de desastres, Naciones Unidas, 2004, p. 62

Agentes causales• Deforestación (para fines comerciales y de subsistencia)• Aumento de la explotación agrícola• Prácticas de cultivo inadecuado• Aumento de número de asentamientos y de infraestructura

Agentes causales• Inundaciones• Crecidas repentinas• Deslizamientos de tierra y lodo

Efectos primarios• Disminución de la cubierta vegetal• Inestabilidad creciente de la tierra y de los suelos• Aumento de la erosión de los suelos• Merma de la productividad de los suelos• Aumento de la escorrentía y de la sedimentación que bloquean

las corrientes del agua

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Asimismo, suelen ser los sectores más pobres los que muestran una mayor depen-dencia de los recursos naturales para asegurar su sustento. Los procesos actuales de desertificación, así como el crecimiento demográfico, la minería artesanal y la ma-yor demanda de alimentos, entre otros, constituyen factores de riesgo importantes y los nuevos retos para la gestión sostenible de los recursos naturales.

1.4.1. Casos extremos de destrucción del medioambiente en el mundo

En la tropical Haití, hace algunos años, se eliminaron los cafetos y hubo sobre-pastoreo de la cobertura vegetal debido a que el precio del café bajó. Se eliminó primero lo que quedó del pasto, y luego lavaron el valioso suelo vegetal, que a la naturaleza le tomó cientos de años formar, quedando al descubierto solo roca infértil. Las lluvias intensas que caen con gran energía y poder erosivo, afecta constantemente a la población y sus bienes7.

A partir de 1860 se inicia una fase en que la economía de Montana (Estados Uni-dos) se basa principalmente en la minería (cobre y oro), la madera y la producción de alimentos. Factores económicos y medioambientales han menguado todas estas actividades. Hoy hay, aproximadamente, mil minas abandonadas que están filtran-do ácido y metales tóxicos. Los problemas que esto trajo ya fueron detectados por la población hace un siglo en torno a la gran mina de cobre de Butte y demandaron a su dueña, la Anaconda Copper Company, que negó su responsabilidad. Si bien la legislación ahora protege a la población de estos hechos, hay distintas medidas adoptadas por las compañías mineras para evadir su responsabilidad y pagar me-nos de lo requerido: ocultar sus activos y transferir beneficios a otras empresas ajenas al problema, “infravalorar” las minas, minimizar los costos, entre otras.

Por ello los pobladores de Montana se han ido desilusionando de la minería: en 1998 aprobaron en referéndum la prohibición de un método de extracción de oro plagado de problemas, denominado “minería de filtrado de cianuro”. La mina dejaba escasos beneficios a Montana y la mayoría de ganancias iban a accio-nistas del este de los Estados Unidos o de Europa: “descubrimos que Montana habría gozado de una mejor situación económica a largo plazo si nunca hubiera extraído cobre y simplemente lo hubiera importado de Chile, dejando así los problemas resultantes a los chilenos”8.

7 Kuroiwa, Julio, Alto a los desastres, 2011, p.17

8 Diamond, Jared, Por qué unas sociedades perduran y otras desaparecen, Madrid, 2006, p.63

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1.4.2. Mal manejo de los recursos en el Perú

El mal manejo de los recursos naturales ha tenido una prolongada continuidad en la historia peruana:

En el periodo prehispánico la organización de la producción agropecuaria y la distribución de la población en torno a ella, posibilitó un mayor control de la erosión gracias al uso rotativo de la tierra y al desarrollo de algunas tecnologías orientadas a la estabilización de laderas y a la mejor distribución del agua.

A la llegada de los españoles se reduce la capacidad de manejar el suelo y el agua y por tanto de controlar los fenómenos geodinámicos. Se introducen nuevas prácticas agrícolas foráneas que no corresponden necesariamente a la ecología de las cuencas, se pierde la capacidad de construir obras de andenería y se inicia el proceso de deforestación y sobre-pastoreo;

En el periodo republicano la degradación de los suelos se hará extensiva con el desa-rrollo de la agroindustria y con la deforestación. Como ocurrió en el caso de Piura:

Se trata del sistema de irrigación instalado al mismo tiempo que la produc-ción masiva de algodón para la exportación (primero con variedades nativas y luego con variedades mejoradas), para lo cual el capital extranjero asociado con familias terratenientes locales usurpó la mayor parte de las tierras co-munales campesinas que se conservaban especialmente en los valles bajos, destruyó los cultivos y sistemas de producción campesinos allí existentes y cambió la fisonomía social y ecológica de esos valles. Como parte del mismo proceso, para el traslado de la producción de exportación al puerto de Paita se construyó el ferrocarril Catacaos-Piura, Piura-Sullana y Sullana-Paita, para cuyos soportes de los rieles y como combustible se requirió de madera. A la roza de los bosques de esos valles para la extensión de los cultivos de expor-tación, se sumó esa necesidad de leña que alcanzaría a los despoblados. La destrucción de sus sistemas agropastoriles, en que se combinaban recursos del valle y los despoblados y distintas actividades, y la usurpación de sus tierras, obligaron al campesino a presionar sobre los recursos a los que aún tenía acceso en los márgenes de los valles a los que fueron empujados…9

9 Medina, Juvenal, Los desastres sí avisan: Estudios de vulnerabilidad y mitigación II, Soluciones Prácticas, 1992, p.33

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La inexistencia de un adecuado sistema de administración de la infraestructura agrí-cola atentó contra el mantenimiento y la protección de los canales de riego, haciendo más vulnerables a los campesinos frente al incremento de los caudales no regulables.

Actualmente el incremento de la erosión y degradación de los suelos debido al mal manejo de los recursos naturales, en particular las prácticas inadecuadas de cultivo y riego así como el sobrepastoreo en la sierra y la deforestación, princi-palmente en la selva, constituyen factores locales que inciden en las amenazas de huaycos, deslizamientos, inundaciones y sequías.

Los suelos de aptitud agropecuaria son el recurso más amenazado por procesos de deterioro, en especial la salinización en la Costa, la erosión paulatina en la Sierra y la pérdida de fertilidad en la Amazonía.

La erosión de los suelos afecta entre el 55% y el 60% del total de las tierras, y es extremadamente grave en la Sierra, pero también es grave en la Selva Alta por la deforestación y en la Costa por acción del viento o erosión eólica.

En el Perú, la degradación ambiental, el deterioro de los recursos naturales y los desastres provocados, ocasionan costos anuales de al menos 8 200 millones de soles, esto sin contar lo que se deja de ganar por la paralización de procesos productivos y el alejamiento de las inversiones. Los mayores costos están en la mala calidad del agua, la contaminación del aire externo y en los interiores, que ocasionan costos económicos por al menos 6 000 millones de soles.

Un total de 8 millones de hectáreas están clasificadas como severamente ero-sionadas y 31 millones de moderadamente erosionadas. El deterioro de los sue-los afecta la productividad agrícola y ganadera, en algunos casos, violentamente (huaycos, aluviones y erosión fluvial).

1.4.3. La destrucción del bosque

La destrucción del bosque en general y del amazónico en particular, constituyen un factor de amenaza local debido a que favorecen los procesos de erosión que contribuyen a las inundaciones y aludes pero también porque influyen en la va-riabilidad y el Cambio Climático.

Hace alrededor de diez mil años, la Tierra poseía un área de 63 millones de kiló-metros cuadrados de bosque, de los cuales han sido destruidos 22,2 millones de km². La destrucción de los bosques libera el CO2 acumulado en las plantas. Las

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34sustancias orgánicas en el suelo se descomponen y causan emisiones adicionales de CO2, CH4 y N2O. De esta manera, entre 1850 y 1985, se produjo alrededor de 117 mil millones de toneladas de carbono (C) que corresponden al 15% del C en forma de CO2 presente en la atmósfera. Se calcula que debido a la destrucción de bosques actualmente se emiten 1,6 mil millones de toneladas de C/año.

De acuerdo con Magrin et al. (2007) en América Latina para el período 1990-2000 se deforestaron 46,7 millones de hectáreas boscosas, de las cuales 17,2 millones se encuentran en la cuenca amazónica (Kaimowitz et al. 2004). Estudios recientes de Conservación Internacional (2008) reportan la pérdida de 44 000 km² de bosques en los países andinos para el mismo período de tiempo. Los países con mayor superficie transformada son Colombia y Bolivia con 14.349 km² y 16,036 km² respectivamente (Tabla 1).

(Tabla 1) Área de bosques perdida para el periodo 1990 – 2000 en la región andina.

Área de bosques perdida para el periodo 1990 – 2000 en la región andina

Área Bosque

PaísÁrea mapeada

(km²)1990 (km²) 2000 (km²)

Área perdida (km²)

Porcentaje perdido (%)

Bolivia 886.705 562.125 546.089 16.036 2,9Colombia 1.144.373 570.731 486.779 14.349 2,9Ecuador 249.375 119.923 96.216 3.733 3,9

Perú 926.292 712.621 632.247 4.582 0,7Venezuela 910.491 410.479 292.766 5.368 1,8

TOTAL 2’171.927 2’054.097 44.068

La producción extensiva ganadera (pastos), es el principal tipo de uso de la tierra que remplaza a los bosques, ofrece una flexibilidad económica singular y un ries-go de financiamiento bajo comparado con otro tipo de usos de la tierra. La sos-tenibilidad de este tipo de uso extensivo se ha reportado como muy bajo debido a la degradación de los pastos y a procesos de degradación (erosión) del suelo, lo que sugiere un proceso sostenido de expansión bajo los actuales escenarios10.

10 Muchagata, M, K. Brown. Cows, colonists and trees: Cattle and environmental degradation in Brazilian Amazonia, Amazonia Agricultural Systems, 76: 797-816

Conservación Internacional, Andes Tropicales, Forest cover and change 1990- 2000, 2008 citado en Cues-ta, Francisco, Chiriboga, Carolina, Indicadores de evaluación del impacto del Cambio Climático sobre la biodi-versidad de los países de la Comunidad andina, CONDESAN, Quito, 2010, p. 9

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El Perú es un país importante en la provisión de servicios ambientales al mundo por su gran extensión de bosques tropicales, que son sumideros de carbono; y por la provisión de agua atmosférica en la cuenca del Amazonas11.

Hacia fines de la década pasada existía un total de 9,2 millones de hectáreas defores-tadas, es decir, el 12% de la superficie boscosa, anualmente se deforesta entre 200 000 y 300 000: 80% a la quema de madera con fines agropecuarios; 17% a la pro-ducción de leña y carbón; y 3% a la explotación de madera con fines comerciales12.

En la Amazonía, de las casi 10 millones de hectáreas colonizadas, apenas están en producción unas 2 millones de hectáreas, y el resto están degradadas o cubier-tas de bosque secundario o purma. En el Departamento de San Martín, donde se han colonizado al menos 1,7 millones de hectáreas, se encuentran en producción agropecuaria apenas 300 000 hectáreas.

Dourojeanni13 advierte que la Amazonía peruana está entrando en un nuevo ci-clo de explotación desenfrenada de sus recursos, que tal como se ha dado en los casos del caucho y del petróleo, sin tomar en cuenta sus consecuencias sociales ni ambientales y las económicas son vistas apenas desde el ángulo de la ganancia.

La diferencia, esta vez, es que los recursos que están en la mira de los inversionis-tas son todos al mismo tiempo y que, por eso, van acompañados de propuestas de construcción de infraestructuras que por su número e importancia no tienen precedente histórico14.

11 Grupo de Trabajo Multisectorial “Propuesta para un Ministerio del Ambiente”, Diagnostico Ambiental del Perú, Lima, 2008, p. 9

12 INDECI, Plan Nacional de Prevención y Atención de Desastres, 2004 disponible en : http://bvpad.indeci.gob.pe/doc/pdf/esp/doc313/doc313.htm

13 Dourojeanni, Marc, Amazonia peruana en 2021, ProNaturaleza, 2009

14 Destacan 52 proyectos de generación de energía hidroeléctrica en la cuenca amazónica, de los que 26 están propiamente en la Selva, incluidos los más grandes, como los previstos en los ríos Ma-rañón, Ene e Inambari. Además, con el pretexto de contribuir a reducir la dependencia del país de combustibles fósiles y atenuar el efecto invernadero, se propone el establecimiento de casi medio millón de hectáreas de plantaciones para biocombustibles y, en el rubro forestal, ya están concedi-das 7,7 millones de hectáreas para explotación de madera formal, pero la extracción informal cubre prácticamente toda la Selva.

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1.5. El Cambio Climático La Convención Marco de la Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CM-NUCC), define “Cambio Climático” como un cambio atribuido directa o in-directamente a la actividad humana que altera la composición de la atmósfera mundial y que se suma a la variabilidad natural del clima observada durante períodos de tiempo comparables (EIRD, 2008).

1.5.1. El incremento de Gases Efecto Invernadero en las últimas décadas

De acuerdo al Panel Intergubernamental del Cambio Climático (Panel Intergu-bernamental para el Cambio Climático, Intergovernmental Panel on Climate Change), desde el inicio de la revolución industrial en 1750, el nivel del dióxido de carbono ha aumentado en 35%, el nivel del metano ha aumentado en 148%, y el nivel de óxido nítrico se ha incrementado en 17%.

Los humanos hemos aumentado artificialmente ocho mil millones de tonela-das de dióxido de carbono al año debido a la combustión de los combustibles fósiles como la gasolina, diesel, gas, etc.; millones de toneladas de gas metano provenientes de la descomposición de los basureros y de la crianza de animales vacunos y del óxido nítrico proveniente del uso de fertilizantes.

Una parte es absorbida por los océanos y los bosques (2-3 mil millones de to-neladas) y el resto se acumula en la atmósfera. Una vez que estos gases llegan a la atmósfera, no desaparecen y permanecen allí durante décadas. El exceso de calor en la Tierra ha elevado la temperatura de las capas superficiales de los océa-nos y los científicos sospechan que las corrientes marítimas han transportado este exceso de calor hacia las profundidades del océano. Una vez que las capas profundas de los mares se calienten, el exceso de calor no podrá seguir siendo absorbido por los mares.

Desde 1940, con el inicio de la producción sintética de productos químicos, la industria empieza a emitir nuevos gases de un potencial invernadero específico sumamente alto y de elevado tiempo de permanencia en la atmósfera. Además de tener una propiedad invernadero, muchos de esos gases destruyen la capa de ozono en la estratosfera.

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Otras actividades modernas como la crianza intensiva de ganado y la agricultu-ra industrial son responsables de importantes emisiones de metano y óxido de nitrógeno. En los últimos cien años ha aumentado cuatro veces la crianza de ganado vacuno y el de ovejas se ha duplicado.

Los países industrializados son responsables de producir más del 80% de las emisiones de CO2 en el pasado y del 60% actualmente. Estados Unidos es el principal responsable del 23% de todas las emisiones, es el país más contamina-dor del mundo. Las emisiones per cápita de países como USA y Reino Unido son más de 10 veces mayores que las de los países pobres.

El Perú produce un 0,4% de los Gases de Efecto Invernadero (GEI) del pla-neta, casi como las emisiones de Nueva Zelanda, o Dinamarca; sin embargo, el PBI de Nueva Zelanda es 5 veces mayor que el del Perú y el de Dinamarca es 4 veces más grande. En el Perú la causa principal de la emisión de gases de efec-to invernadero es la deforestación, que representa el 41% respecto del total de emisiones, la segunda es la generación de energía (quema de leña) y el transporte con 23% de participación

1.5.2. El incremento de la temperatura del planeta

Durante el último siglo el planeta ha tenido el mayor incremento de temperatura de los últimos 1300 años. La temperatura promedio de la Tierra subió entre 0,6 y 0,9°C entre 1906 y 2006.

La centuria anterior ha sido la más calurosa desde hace por lo menos seiscien-tos años, y la Tierra nunca ha experimentado un recalentamiento (más de 0,5 °C/100 años) tan veloz.

El incremento de la temperatura sobre la Tierra puede tener consecuencias para la economía mundial y el suministro de agua y alimentos para la humanidad que son incalculables.

Aun si la concentración de los gases se estabilizaran hoy, el planeta continuaría calentándose aproximadamente 0,6 grados centígrados durante el próximo siglo, porque toma muchos años a la Tierra frenar o revertir tales tendencias.

De no emprenderse acción alguna para reducir las emisiones, la concentración de GEI en la atmósfera podría alcanzar ya en 2035 el doble de su nivel previo a

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38la era industrial, condenándonos prácticamente a un ascenso global medio de las temperaturas superiores a los 2 °C.

Se pronostica un aumento de la temperatura media anual en la superficie del planeta de 1ºC a 3,5ºC para el año 2100, un incremento medio mundial del nivel del mar entre 15 y 95 cm, y un cambio en el régimen espacial y temporal de las precipitaciones. Otros estudios estiman que el incremento estaría entre 1,8 y 4° C, dependiendo de los escenarios asumidos

El IPCC estima que las temperaturas promedio subirán entre 2 y 6 grados cen-tígrados hacia el final del siglo XXI. El rango mayor se da en función de que la humanidad continúe con la tendencia a consumir cada vez más combustibles fó-siles y el rango menor se calcula sobre la base optimista de un cambio veloz hacia una economía post-petrolera con el uso de tecnologías limpias como hidrógeno, paneles solares fotovoltaicos, etc.

A más largo plazo, habría una probabilidad superior al 50% de que ese incre-mento térmico sobrepasara los 5 °C.

Semejante cambio radical de la geografía física del mundo conduciría, forzosa-mente, a alteraciones muy significativas de la geografía humana, es decir, de la distribución de lugares de residencia de la población y de la forma en que esta vive su vida.

1.5.3. Impacto del Cambio Climático en los ecosistemas

Las mediciones de los niveles del mar indican un incremento de 17 centímetros durante el siglo XX y los glaciares del Ártico han retrocedido 2,7% por década desde 1978. La última vez que la temperatura de la Tierra estuvo un grado centí-grado más que hoy, el nivel de los mares estuvo seis metros más alto.

El Cambio Climático está modificando las condiciones de vida de las plantas y los animales afectando los ciclos evolutivos y poniendo en peligro la biodiver-sidad. Tiene también influencia creciente en la variabilidad climática extrema (sequías, heladas, lluvias). Así en algunas regiones se tiene un incremento de la frecuencia e intensidad de las sequías mientras que en otras aumentan las lluvias.

Al alterarse la disponibilidad de agua especialmente en las zonas áridas y semiá-ridas, se afecta tanto el bienestar como la productividad humana, aunque de

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manera diferenciada tanto por la especificidad de los climas locales como por la vulnerabilidad de las personas y sus medios de vida.

El mayor impacto se da en la seguridad alimentaria debido a sus efectos en la producción agropecuaria. Por ello, los primeros en percibir el Cambio (CC) y la variabilidad climática y sufrir sus efectos son los campesinos, debido a su mayor contacto y dependencia con el medio natural: cambian los periodos y la intensidad de las lluvias, alterando los tiempos de siembra y cosecha, afectando fuertemente la productividad.

En algunas regiones ya no es posible producir determinadas especies o han ten-dido a proliferar plagas que mellan la productividad. Además de manera indirec-ta el CC, al haber motivado la sustitución parcial de la producción alimentaria por biocombustibles, afecta también la disponibilidad de los alimentos o hace que su abastecimiento en los países dependa cada vez más de las variaciones del mercado externo.

El CC puede tener efectos diferenciados en el tiempo. En el corto plazo aumenta la disponibilidad del agua en los valles beneficiados por los cursos de agua pro-venientes del retroceso de los glaciares, lo que favorece las actividades agrope-cuarias, pero también se aceleran los procesos erosivos deviniendo en mayores amenazas de aludes e inundaciones. En el mediano plazo el cambio progresivo de los cursos de agua y la disminución de la disponibilidad del agua afectarán la producción agropecuaria y de energía (en la medida en que la energía hidroeléc-trica sea predominante).

El CC se suma a las consecuencias del mal manejo de los recursos locales como son la deforestación, la contaminación ambiental, o la rápida urbanización del territorio. Por ello, se está haciendo cada vez más difícil discernir cuáles situa-ciones son consecuencia del primero y cuáles del segundo, más aun cuando son procesos que se retroalimentan.

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1.5.4. El retroceso de los glaciares

Hasta hace pocas décadas el hielo permanente cubría entre 50 y 60% del Ártico; mediciones realizadas en el 2008 indican que el hielo cubre menos del 30%15.

El VII Encuentro de Investigadores del Grupo de Trabajo de Hielos y Nieves para América Latina y El Caribe (UNESCO, 2008) concluyó que la pérdida de áreas glaciares ha sido del 26% en el Perú entre 1970 y 2003; en Ecuador, del 27% entre 1997 y 2006; en Colombia, del 2% al 5% anual en los últimos diez años y en el Perú y Bolivia ya desaparecieron pequeños glaciares.

Hasta 1976 el rango de retroceso de estos glaciares tropicales era de 8m/año, al 2009 se elevó a 20 m/año. De acuerdo con un estudio del Banco Mundial, los glaciares de la cordillera de los Andes desaparecerán en 20 años.

Los glaciares andinos que pueden crecer o disminuir debido a los efectos de la variabilidad climática natural, con el CC tienden a reducirse, tendencia que se vuelve crítica en Bolivia, Perú, Colombia y Ecuador.

El retroceso de los glaciares derivado del incremento de la temperatura que se intensifica durante el FEN deviene en un incremento temporal de la disponibili-dad del agua aunque también en cambios en el curso de esta y procesos erosivos que tienden a afectar a las comunidades campesinas y en mayores riesgos de aluviones ante la formación o crecimiento de las lagunas colgadas.

En el futuro el retroceso de los glaciares devendrá en una reducción significativa de la disponibilidad del agua en las cuencas, con la consiguiente afectación de la producción agropecuaria y energética (en la medida en que la energía hidroeléc-trica es predominante) y la exacerbación de los conflictos por el acceso al agua.

La consecuencia más visible del calentamiento global del planeta se da en el Parque Nacional de los Glaciares en Montana, Estados Unidos, que en 1800 albergaba más de 150 glaciares y “en la actualidad solo quedan unos treinta y cinco, la mayoría de los cuales tienen un tamaño menor que el que se decía que tenían en un principio” 16.

15 Campoblanco Diaz, Honorio y Gomero Torres, Julia, Desastres y Cambio Climático, UNMSM, 2010, p. 84

16 Diamond, Jared, Por qué unas sociedades perduran y otras desaparecen, Madrid, 2006, p. 80

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El CC está incidiendo en el retroceso de los glaciares pero tal retroceso incide a su vez en el CC. El hielo y los glaciares reflejan el calor del sol propiciando su retorno al espacio (efecto albedo), pero al debilitarse las capas de hielo pierden dicha capacidad y lo absorben en lugar de reflejarlo, contribuyendo a un mayor calentamiento de la superficie terrestre.

1.5.5. Impacto económico

Según los resultados de los modelos económicos formales descritos en el infor-me Stern, se estima que, si no actuamos, los costes y los riesgos totales del cam-bio climático equivaldrán a una pérdida anual permanente de, al menos, un 5% del PIB mundial. Si se toma en consideración un conjunto más amplio de riesgos y efectos, los daños estimados podrían elevarse hasta el 20% o más de ese PIB.

Pero los costes podrían ser aún mayores si la innovación en materia de tecnologías «bajas en carbono» procede con mayor lentitud de la esperada, o si los decisores políticos no logran sacar todo el partido de los instrumentos económicos que permiten reducir las emisiones cuando, donde y como resulte más barato hacerlo.

Por el contrario, los costos de actuar, es decir, de reducir las emisiones de gases invernadero a fin de evitar las peores consecuencias del CC podrían limitarse hasta no superar, por año, el 1 % del PIB global.

Actuar sobre el CC generará también importantes oportunidades empresariales, ya que se crearán nuevos mercados de tecnologías de energías bajas en carbono y de otros bienes y servicios igualmente bajos en carbono.

De hecho, ignorar el CC no hará más que perjudicar el crecimiento económico en última instancia. Afrontar el cambio climático es, pues, la estrategia que fa-vorecerá el crecimiento a largo plazo, una estrategia que, además, puede desple-garse sin necesidad de frenar las aspiraciones de crecimiento de todos los países, ricos o pobres.

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1.5.6. Impacto diferenciado en los países

Todos los países se verán afectados. Los más vulnerables las naciones y las po-blaciones más pobres sufrirán antes y en mayor medida, aun cuando hayan sido quienes menos hayan contribuido a las causas de ese cambio climático. Pero los costos de las condiciones climáticas extremas (inundaciones, sequías, tormentas) van ya en aumento, también para los países ricos.

El impacto del CC en América Latina incluye el incremento de enfermedades tropicales y multiplicación de plagas; la disminución de lluvias y la desaparición de glaciares que limitará la disponibilidad de agua para el consumo humano, la agricultura y la energía; la destrucción del bosque; el aumento de la salinidad y desertificación en el suelo agrícola que hará que la productividad disminuya; la mayor frecuencia e intensidad de fenómenos climáticos extremos, FEN, sequías, heladas, entre otros, y la reducción de los arrecifes coralinos de Mesoamérica y cambios en la ubicación de los bancos pesqueros en el Pacífico Sur.

Los cambios del clima están afectando también la biodiversidad, sobre todo en los ambientes más frágiles, como son los ecosistemas de la vertiente occidental de los Andes, que se hallan clasificados entre los más áridos del mundo, los valles interandinos que son considerados como semiáridos y expuestos naturalmente a fuertes procesos de erosión y la vertiente oriental que tiene precipitaciones su-periores a los 3mil mm/año, fuertes pendientes (mayores del 20%), suelos muy delgados y gran diversidad biológica.

Al mismo tiempo, la variabilidad climática extrema (heladas, sequías, friajes, llu-vias torrenciales) destruye las precarias economías de las familias campesinas altoandinas, ya que carecen de tecnologías que posibiliten la adaptación de sus cultivos, y no cuentan con mecanismos de protección social ni políticas públicas que protejan sus cultivos y animales.

1.5.7. Mitigación y adaptación

Los riesgos de que el CC llegue a producir sus peores efectos pueden ser redu-cidos sustancialmente si los niveles atmosféricos de gases invernadero llegan a estabilizarse a un nivel equivalente a entre 450 y 550 partes por millón (ppm) de CO2 equivalente (CO2e). El nivel actual es de 430 ppm CO2e y aumenta a razón

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de más de 2 ppm al año. Para que se estabilice en el intervalo anteriormente in-dicado será preciso que para el año 2050 las emisiones sean, al menos, un 25% más bajas que en los niveles actuales, si no mucho más aún.

El sector mundial de la producción energética tendría que estar «descarboniza-do» en, al menos, un 60% para el año 2050 si pretendemos estabilizar las concen-traciones atmosféricas en niveles no superiores a las 550 ppm CO2e. Igualmente, se hacen necesarios recortes drásticos en el sector de los transportes.

Aunque se produzca una expansión muy acentuada del uso de energías renova-bles y de otras fuentes energéticas bajas en carbono, los combustibles fósiles po-drían seguir suponiendo más de la mitad de la oferta global de energía en 2050. También son esenciales recortes en las llamadas emisiones no energéticas, como las que resultan de la deforestación y de los procesos agrícolas e industriales.

La adaptación al CC es decir, la adopción de medidas que generen resistencia al mismo y minimicen sus costes— es esencial. Ya no es posible evitar el CC durante las próximas dos o tres décadas (aunque sí reducir este mediante la mitigación), pero aún podemos proteger en cierto modo a nuestras sociedades y economías frente a sus efectos: por ejemplo, facilitando una información de mayor calidad, mejorando la planificación, reduciendo los riesgos de desastre y potenciando cul-tivos e infraestructuras más resistentes al clima.

Solo para los países en vías de desarrollo, adaptarse supondrá un coste de dece-nas de millores de dólares al año y una presión añadida para unos recursos ya de por sí escasos.

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2. Los fenómenos potencialmente destructivosEn las siguientes líneas analizamos los fenómenos potencialmente destructi-vos que ocurren debido a las causas naturales y humanas aludidas en las pági-nas anteriores.

Los fenómenos de mayor potencial destructivo son las erupciones volcánicas, los terremotos, los tsunamis, los huracanes, las inundaciones, los huaycos, los aluviones, las bajas temperaturas y las sequías.

2.1. Sismos Los sismos son movimientos de capas de tierra, producidos por una ruptura o deslizamiento en profundidad que se propaga en todas las direcciones en forma de ondas sísmicas. El hipocentro o foco es el lugar en el interior de la tierra don-de se origina el movimiento, mientras que el epicentro es el punto de superficie situado encima del foco o hipocentro.

Por la profundidad del foco los terremotos se agrupan en:

a. Superficiales o someros, cuando la profundidad del foco es menor de 60 km, pueden ser de origen tectónico o volcánico.

b. Intermedios: cuando la profundidad del foco está entre 60 a 300 kilóme-tros; son tectónicos y

c. Profundos, cuya la profundidad del foco es mayor de 300 km. Son de origen tectónico.

Los terremotos no ocurren independientemente, sino que tienden a concentrar-se en el espacio y en el tiempo.

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Es así como se tiene la teoría de la interacción de las placas tectónicas que busca explicar la concentración de actividad sísmica por la subducción de placas en determinadas regiones del mundo.

El modelo de placas combinado con la estadística de movimientos sísmicos hace posible una aproximación importante con respecto a la mayor probabilidad de ocurrencia de terremotos en determinadas regiones o ámbitos.

Centroamérica es una de las zonas de más alta sismicidad en el mundo. Tiene una serie de fracturas geotectónicas en el nivel global y fallas locales en todos los países que lo conforman. En el norte se encuentran la placa de Norteamérica y la placa del Caribe, divididas por la fosa del Gran Caimán. En el sur, en el Pacífi-co, se distingue la Placa de Cocos, formando la Fosa de Mesoamérica. Entre las placas Pacífico y Norteamérica se producen deslizamientos laterales; entre la de Cocos y Norteamérica se producen choques o subducciones.

La Placa de Cocos tiende a penetrar debajo de la de Norteamérica a lo largo de una trinchera que se encuentra a varias decenas de kilómetros de distancia de la costa del Pacífico mexicano. Este fenómeno, llamado subducción, se manifiesta en forma de deslizamientos súbitos a lo largo de tramos de la superficie de con-tacto entre dos placas. Mientras mayor sea el tamaño de la zona de contacto que entra en movimiento, mayor será la magnitud del terremoto que se genera. En el siglo XX han ocurrido en México ocho sismos de magnitud 8 o mayor, en escala de Richter, y 82 sismos de magnitud 7 o mayor17.

Los países con mayor amenaza sísmica en Centroamérica son El Salvador, Gua-temala y Nicaragua, países amenazados también por la actividad volcánica. En el Caribe son Jamaica y en menor grado Haití.

Los riesgos sísmicos son mucho mayores en Jamaica que en las otras islas del Caribe, siendo solo comparable al del estado de California (EE.UU.). La frecuen-cia de terremotos es significativa en Jamaica (ha habido un promedio de más de 20 por siglo en las áreas de Kingston y St. Andrew). Los terremotos activan de-rrumbes de tierra submarinas que pueden causar que parte de la costa se deslice al mar, como ocurrió el 7 de junio de 1692 en Port Royal, sumergido con sus habitantes en el fondo del puerto de Kingston.

17 Meli, Roberto, en Lugo, José e Inbar, Moshe, Desastres Naturales en América Latina, Fondo de Cultura Económica, México, p. 125

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46En Sudamérica, Venezuela se encuentra ligada a un contexto geodinámico com-plejo, producto de la interacción entre las placas Caribe y Suramericana; el mo-vimiento de la placa Caribe hacia el este con respecto a la Suramericana produce una actividad sísmica significativa, encontrándose cuatro principales fallas geo-lógicas activas, en zonas donde está concentrada la mayor densidad de población del país. Especial mención merece el caso de Caracas, la mayor concentración urbana del país, con área ocupada por asentamientos humanos de surgimiento espontáneo (Barrios), localizados en zonas de alto riesgo, cuyo territorio está atravesado por una de estas fallas sísmicas.

Los sismos de la Costa peruana, según los estudios de J.M. Bird y de J.F. Dewey, se deben a que la Placa Continental de Sudamérica avanza hacia el oeste 2 cm al año, mientras que la Placa de Nazca lo hace hacia el este 5 cm.

Los sismos pueden estar también asociados a la actividad volcánica, como en el sur del Perú y sobre todo en el sur de Chile. Otros sismos están asociados con fallas locales.

El terremoto de San Francisco del 18 de abril de 1906 fue ocasionado por la falla de San Andrés; al desplazamiento de uno de los bloques de la falla siguió la liberación de energía.

A 20 km al este de Huancayo existe una falla geológica de 50 km que nace cerca de la meseta de Bombón y cruza por los nevados de Huaytapallana.

El sismo de Áncash del primero de noviembre de 1946 produjo un fuerte falla-miento visible en una extensión de 3 km. Al terremoto del Cuzco de 1950, se le llama de colapso, dentro de los tectónicos. En Arequipa, la Falla de San Agustín es causante de la sismicidad de esa zona.

Las zonas de mayor actividad sísmica en el mundo están relevadas con puntos negros en el siguiente mapa:

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zonas de mayor actividad sísmica en el mundo

Los sismos pueden afectar de manera diferente las edificaciones de una misma ciudad en razón de las diferentes características de los suelos. El potencial destruc-tivo de un sismo depende también de las aceleraciones máximas que genera en el terreno, así como de la duración y del contenido de frecuencias del movimiento18.

2.1.1. Medición de los sismos

La magnitud e intensidad constituyen indicadores para medir los sismos. Las herramientas con que se trabajan estas mediciones se llaman: Escala de Richter y Escala de Mercalli Modificada.

18 bidem, p.133

Tomado de: http://coolrain44.files.wordpress.com/2009/12/earthquake-map.gif ?w=467&h=301&h=301

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48La magnitud (escala de Richter) está referida a la cantidad de energía liberada durante un sismo y puede registrarse en los sismógrafos.

Tabla de magnitudes

Para medir el impacto de los eventos en magnitud Richter, se compara con la energía emitida por un gramo de Trinitrotolueno (TNT), hidrocarburo con pro-piedades explosivas, muy utilizado en diversas actividades, que sirve para tener una referencia cercana de la potencia de estos eventos.

Tabla de magnitudes y su equivalente en energía liberada

Magnitud Richter

Equivalencia de la energía TNT

Referencias

–1,5 1 g Rotura de una roca en una mesa de laboratorio1,0 170 g Pequeña explosión en un sitio de construcción1,5 910 g Bomba convencional de la II Guerra Mundial2,0 6 kg Explosión de un tanque de gas2,5 29 kg Bombardeo a la ciudad de Londres3,0 181 kg Explosión de una planta de gas3,5 455 kg Explosión de una mina4,0 6 t Bomba atómica de baja potencia.

5,0 199 tTerremoto en Albolote de 1956 (Granada, España)

5,5 500 tTerremoto en Colombia (El Calvario, Meta, Colombia), 2008

6,0 1.270 tTerremoto de Double Spring Flat de 1994 (Neva-da, Estados Unidos)

6,2Terremoto de Morón (2009) (Estado Carabobo, Venezuela)

6,5 31.550 tTerremoto de Northridge de 1994 (California, Estados Unidos)

7,0 199,000 tTerremoto de Hyogo-Ken Nanbu de 1995 (Japón) Terremoto de Puerto Príncipe de 2010 (Haití)

7,2 250.000 t Terremoto de Spitak 1988 (Armenia)

7,5 750.000 tTerremoto de Santiago de Chile, 1985 Terremoto de Caucete 1977 (Argentina)

7,8 1.250.000 t Terremoto de Sichuan de 2008 (China)7,9 5.850.000 t Terremoto del Perú de 2007 (Pisco)

8,1 6.450.000 tTerremoto de México de 1985 (Distrito Federal, México)

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8,5 31,55 millones de t Terremoto de Sumatra de 2007

8,8 100 millones de tTerremoto de Chile de 2010 (150 kilómetros al noroeste de Concepción)

9,0 150 millones de t Terremoto de Lisboa de 1755

9,2 220 millones de tTerremoto del océano Índico de 2004 Terremoto de Anchorage de 1964 (Alaska, Esta-dos Unidos)

9,5 260 millones de t Terremoto de Valdivia de 1960 (Chile)

10,0 6.300 millones de tEstimado para el choque de un meteorito rocoso de 2 km de diámetro que impacte a 25 km/s

13,0108 megatones = 100 teratones

Impacto en la península de Yucatán que causó el cráter de Chicxulub hace 65 Millones de Años

La magnitud o energía liberada no implica necesariamente destrucción ya que esta dependerá de la cercanía y menor profundidad del sismo, su duración, la secuencia de los sismos (previos y posteriores), la calidad de los suelos y de las edificaciones. A lo que se le agrega el hecho de que un sismo puede desencade-nar eventos más complejos como es el caso de los tsunamis o los aludes de hielo y rocas.

Así, por ejemplo, en el Perú el sismo del 31 de Mayo de 1970 tuvo una magnitud de 7,8 y causó más de 69 mil muertes y la destrucción de centenares de miles de viviendas, el sismo en el departamento de Ica del año 2007 tuvo una magnitud de 7,9 causando medio centenar de víctimas y decenas de miles de viviendas destruidas y el sismo del año 2001 (Arequipa) causó menos daño a pesar de que tuvo 8,4 grados.

Hoy en día existen diferentes metodologías de medición del la magnitud como es el caso de la Magnitud local que estimara el Instituto Geofísico del Perú según la cual el sismo de Ica del año 2007 habría sido de 7,0 grados, en contraste con la medición de United States Geological Survey que estima la Magnitud Momento (Mw)19 que en dicho sismo fue de 7,9 Mw.

19 La Magnitud de Momento (Mw) mide la totalidad de energía liberada por un momento sís-mico durante toda su duración, y la compara con índices de resistencia de rocas a la generación de fallas y fracturas, si bien en la mayoría de los casos los valores coinciden con los de la escala de Richter, en otros casos como en el terremoto de Valdivia (1960) se registran diferencias más amplias (9.5 Mw a 8.3 Ms).

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50El nivel de confiabilidad de registros depende de la calidad de los instrumentos de medición, que han venido mejorando en el transcurso de los años, pero en general constituyen un referente importante asociado a la hipotética existencia de las placas tectónicas interactuando entre sí. La intensidad es la medida de estimación del efecto del sismo y comprende cómo percibe el hombre dicho sacudimiento, el daño según el tipo de construc-ciones y los efectos sobre la naturaleza; para su medición se utiliza la Escala de Mercalli Modificada de doce grados.

Una guía aproximada de los grados de la Escala de Mercalli Modificada es la siguiente20:

Escala de mercalli

Grado Descripción

I. Muy débilImperceptible para la mayoría excepto en condiciones favora-bles. Aceleración menor a 0,5 Gal*.

II. Débil

Perceptible solo por algunas personas en reposo, particularmen-te aquellas que se encuentran ubicadas en los pisos superiores de los edificios. Los objetos colgantes suelen oscilar. Aceleración entre 0,5 y 2,5 Gal.

III. Leve

Perceptible por algunas personas dentro de los edificios, espe-cialmente en pisos altos. Muchos no lo reconocen como terre-moto. Los automóviles detenidos se mueven ligeramente. Sen-sación semejante al paso de un camión pequeño. Aceleración entre 2,5 y 6,0 Gal.

IV. Moderado

Perceptible por la mayoría de personas dentro de los edificios, por pocas personas en el exterior durante el día. Durante la noche algunas personas pueden despertarse. Perturbación en cerámica, puertas y ventanas. Las paredes suelen hacer ruido. Los automóvi-les detenidos se mueven con más energía. Sensación semejante al paso de un camión grande. Aceleración entre 6,0 y 10 Gal.

V. Poco FuerteLa mayoría de los objetos se caen, caminar es dificultoso, las ven-tanas suelen hacer ruido. Aceleración entre 10 y 20 Gal.

20 Tomado de: http://www.uwiseismic.com/Downloads/Eq_mercalli_scale.pdf

* Unidad de aceleración en el sistema cegesimal equivalente a un centímetro por segundo al cuadrado

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VI. Fuerte

Lo perciben todas las personas, muchas personas asustadas suelen correr al exterior, paso insostenible. Ventanas, platos y cristalería dañados. Los objetos se caen de sus lugares, muebles movidos o caídos. Revoque dañado. Daños leves a estructuras. Aceleración entre 20 y 35 Gal.

VII. Muy fuerte

Pararse es dificultoso. Muebles dañados. Daños insignificantes en estructuras de buen diseño y construcción. Daños leves a mo-derados en estructuras ordinarias bien construidas. Daños con-siderables en estructuras pobremente construidas. Mampostería dañada. Perceptible por personas en vehículos en movimiento. Aceleración entre 35 y 60 Gal.

VIII. Destructivo

Daños leves en estructuras especializadas. Daños considerables en estructuras ordinarias bien construidas, posibles colapsos. Daño severo en estructuras pobremente construidas. Mampos-tería seriamente dañada o destruida. Muebles completamente sacados de lugar. Aceleración entre 60 y 100 Gal.

IX. Ruinoso

Pánico generalizado. Daños considerables en estructuras espe-cializadas, paredes fuera de plomo. Grandes daños en importan-tes edificios, con colapsos parciales. Edificios desplazados fuera de las bases. Aceleración entre 100 y 250 Gal.

X. DesastrosoAlgunas estructuras de madera bien construida destruidas. La mayoría de las estructuras de mampostería y el marco destruido con sus bases. Rieles doblados. Aceleración entre 250 y 500 Gal.

XI. Muy desastroso

Pocas, si las hubiera, estructuras de mampostería permanecen en pie. Puentes destruidos. Rieles curvados en gran medida. Acele-ración mayor a 500 Gal.

XII. CatastróficoDestrucción total con pocos sobrevivientes. Los objetos saltan al aire. Los niveles y perspectivas quedan distorsionados.

La complejidad de los factores que inciden en la magnitud e intensidad de los sismos están referidas en los siguientes ejemplos:

En el terremoto de Caracas del 29 de julio de 1967, los daños más graves se concentraron en dos áreas relativamente poco extensas: Los Palos Grandes, un barrio residencial ubicado al N-E de dicha ciudad y la Playa Macuto, ubicada sobre el mar Caribe. En ambos lugares colapsaron o quedaron muy deteriora-dos edificios de 10 a 14 pisos, mientras que en otras zonas de Caracas los daños fueron mínimos.

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52El sismo del 28 de julio de 1957, en ciudad de México, con un epicentro situa-do a unos 360 km del océano Pacífico frente a Acapulco, provocó el colapso de edificaciones de concreto reforzado. A esa distancia epicentral predominan generalmente los períodos largos de las ondas sísmicas, lo que causó daños mu-cho más graves en la parte central de la ciudad, situada sobre el antiguo lecho del lago Texcoco, conformado por potentes estratos de arcilla volcánica muy compresible.

El sismo de Managua de 197221, que destruyó la ciudad, fue causado por un movimiento de rumbo lateral izquierdo en la Falla de Tiscapa, una estructura su-perficial de unos 16 km. La importancia de la Falla de Tiscapa radica en el hecho que atraviesa la zona urbana de la capital. Ciertamente, dicha falla tiene rasgos de interés, que inciden en el importante volcanismo de la región. La laguna de Tis-capa es un cráter monogenético y el extremo sur de la falla parece estar asociado al volcán Masaya. Los sedimentos lacustres que forman el subsuelo de la ciudad, entre la orilla del Lago de Managua y la laguna de Tiscapa representan la zona de alto riesgo. La localización de las numerosas réplicas del sismo demostró que la única zona de actividad sísmica es la falla misma, que es perfectamente rectilínea.

2.1.2. Los sismos en la historia

Entre los primeros documentos sobre terremotos están los catálogos elaborados por los chinos, que registran más de 3 000 años de actividad sísmica. Son escasos los registros sobre estos fenómenos en la Antigüedad aunque indican que un fuerte terremoto fuera de la costa de Grecia se produjo en el 425 a. C.

La ciudad de Efeso fue arrasada por un sismo en el año 17 d.C. Pompeya quedó destruida en el año 63, y se sospecha que los núcleos urbanos cretomicénicos entraron en decadencia por sucesivos terremotos.

En el año 476 la poderosa Roma sufrió la devastación de un terremoto y luego le tocó a Constantinopla recuperarse de los terremotos de 557 y de 936.

Alepo en Siria está ubicada en el punto de contacto de las placas africana y arábiga y

21 Lomnitz, Cinna, en Lugo, José e Inbar, Moshe, Desastres Naturales en América Latina, Fondo de Cultura Económica, México, 2002, p. 167

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sufrió tres terremotos en el siglo X, y uno en 1138 que fue el más letal de su historia.Uno de los sismos que abarcó regiones más extensas fue el de 1202 en Egipto, Irak, Siria y Palestina, lo que explica en parte el que tenga la mayor letalidad en la historia mundial.

Si bien no hay abundantes fuentes para los sismos en la Europa medioeval, se han documentado terremotos en Inglaterra en 1318, en Nápoles en 1456 y en Lisboa en 1531.

China ha sufrido también numerosos terremotos dada su ubicación en el cintu-rón de fuego del Pacífico, en 1556 un sismo afectó diez provincias. En el conda-do de Hua un cronista escribió: “la tierra se alzaba de repente formando nuevos montes o se hundía convirtiéndose en nuevos valles”. Otros sismos devastado-res ocurrieron en 1920 (8,6) y 1927 cerca de Xining.

Japón ha sufrido numerosos sismos como los de 1703 y 1923 en Tokio, o los de 1896 y 1933 en otras provincias. El 15 de Junio de 1896 se produjo un sismo en la provincia de Sanriku, Japón y a los veinte minutos se retiró el mar y se oyó un estrépito que procedía de un muro de agua de 30 metros de altura que se preci-pitaba con velocidad terrorífica. La ola arrasó 300 km de litoral.

En los últimos tres siglos los salvadoreños han tenido que reconstruir su capital 14 veces.

La topografía donde se asienta actualmente la ciudad de Managua ha sido cam-biada por erupciones volcánicas en tres oportunidades en los últimos diez mil años y en el siglo XX Managua experimentó tres sismos destructivos.

Un fenómeno denominado “Los temblores del día de San Miguel” ocurrió en 1717, cuando durante tres meses se sucedieron temblores en Guatemala, asocia-dos a la erupción del volcán del fuego y que diera origen a la discusión sobre la reubicación de la ciudad capital que se concretó en 1773.

La siguiente tabla da cuenta de los terremotos de mayor magnitud que han sido registrados desde inicios del siglo pasado:

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54Los 10 terremotos de mayor magnitud registrados en el mundo (1900-2010)

PAÍS FECHA MAGNITUD RICHTER

UBICACIÓN EPICENTRO

1. Chile 22/05/1960 9,5 Mw 38,4 S 72.6 W2. Alaska 28/03/1964 9,2 Mw 61.1 N 147,5 W3. Rusia 04/ 11/1952 9,0 Mw 52.75 N 159,5 E4. Indonesia 28/12/2004 9,0 Mw 3.298°N, 95.779°E5. Chile 27/02/2010 8,8 Mw 35.93S 72.78W 6. Ecuador 31/01/1906 8,8 Mw 1.0 N 81.5 W7. Alaska 09/03/1957 8,8 Mw 51.3 N 175,8 W8. Islas Kuriles 06/11/1958 8,7 Mw 44.4 N 148,6 E9. Alaska 04/02/1965 8,7 Mw 51.3 N 178,6 E10. Chile 11/11/1922 8,5 Mw 28,5 S 70.0 W La mayor liberación de energía que ha podido ser medida en el mundo ha sido durante el terremoto ocurrido en la ciudad de Valdivia (Chile), el 22 de mayo de 1960, el cual alcanzó una magnitud de momento (MW) de 9,5.

El día anterior un violento terremoto afectó principalmente Concepción, al que si-guieron réplicas sucesivas. Cuando estaba por partir la ayuda hacia la zona afectada sucedió a las 15:11 horas del 22 de mayo el gran terremoto que afectó principalmente Valdivia.. En las calles se abrían grietas de dos metros de profundidad y se produ-jeron deslizamientos y represamientos en el río Calle Calle que inundó parte de la ciudad que se hundió un metro. En las costas las olas alcanzaban hasta cuatro metros y la población empezó a huir a las partes más altas. Poco después se retiró el mar y dos olas de 8 y 10 metros arrasaron todo lo que encontraron a su paso. Se estima que 30 de las 90 réplicas de los días siguientes eran terremotos; en las siguientes semanas se represó el lago Rihue y amenazó con sepultar Valdivia y otros pueblos.

2.1.2.1. Los sismos en la historia del Perú

De acuerdo con el historiador José Toribio Polo, entre los siglos XVI y XIX habrían ocurrido 2 500 sismos el en Perú; y el Instituto Geofísico del Perú tiene registros de 60 100 sismos ocurridos entre 1471 y octubre del 2008.22

Para un período de 325 años (1552 –1877, según E. Silgado) se tiene el registro histórico de 14 sismos, con magnitudes estimadas de 7,2° a 8,6° en la escala de Richter, de los cuales por lo menos seis fueron mayores de 8,0.

22 INDECI, Lecciones aprendidas del sismo de Pisco, Lima, 2008, p.20

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La siguiente tabla resume los terremotos más grandes ocurridos en el Perú, con-siderando su magnitud e intensidad.

sismos ocurridos en el Perú

Fecha Localidad Magnitud Intensidad Máxima24-11-1604 Costa de Moquegua 8,4 IX14-02-1619 Costa de Trujillo 7,8 VIII31-03-1650 Cusco 7,2 VII28-10-1746 Costa de Lima 8,4 X-XI13-08-1868 Costa de Tacna 8,6 XI06-08-1913 Caravelí-Arequipa 7,7 X09-04-1928 Carabaya-Puno 6,9 VII24-05-1940 Lima 8,4 VII-VIII24-08-1942 Nazca-Ica 8,4 IX10-11-1946 Quiches-Áncash 7,2 X-IX01-11-1947 Satipo-Junín 7,5 VIII-IX21-05-1950 Cusco 6,0 VII21-07-1955 Caravelí-Arequipa 6,7 VI15-01-1958 Arequipa 7,3 VIII19-07-1959 Arequipa 7,0 VII13-01-1960 Arequipa 7,5 IX24-09-1963 Áncash 7,0 VII17-10-1966 Lima 7,5 VIII19-06-1968 Moyobamba-San Martín 7,0 VII24-07-1969 Pariahuanca - Junín 5,6 V01-10-1969 Pariahuanca-Junín 6,2 VI31-05-1970 Chimbote-Áncash 7,8 X - XI03-10-1974 Lima 7,5 VIII16-02-1979 Arequipa 6,9 VI05-04-1986 Cusco 5,8 V31-05-1990 Moyobamba 6,1 VI04-04-1991 Moyobamba 6,0 V05-04-1991 Moyobamba 6,5 VII18-04-1993 Lima 6,1 VI12-11-1996 Nazca-Ica 7,5 VII-VIII03-04-1999 Arequipa 6,1 VI21-06-2001 Moquegua, Arequipa, Tacna 8,425-09-2005 Lamas 7,5

2007Ica.Yauyos y CañeteCastrovirreyna

7,9 VII-IX

Fuente: Instituto Geofísico del Perú, 2002.

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56Como se puede apreciar, desde 1604, en el Perú han ocurrido seis sismos que superaron los ocho grados de la escala de Richter, pero no han sido necesaria-mente los más destructores, como lo evidencia la comparación con el sismo de 1970 que fue de 7,8 grados.

El 31 de Mayo de 1970 a las 15:23 horas se produjo un terremoto. El epicentro del sismo se halló frente a las costas de las ciudades de Casma y Chimbote, en el Océano Pacífico. Su magnitud fue de 7,8 grados en la escala de Richter y alcanzó una intensidad de hasta X y XI grados en la escala de Mercalli entre Chimbote y Casma. Produjo además un violento alud en las ciudades de Yungay y Ranrahirca.

Fue el sismo más destructivo en la historia del Perú, no solo por la magnitud sino también por la cantidad de pérdidas humanas que afectó la región ancashi-na y varias provincias de los departamentos de Huánuco, el norte de Lima y La Libertad, dañando una extensa área de aproximadamente mil km de longitud y 250 km de ancho de la costa y sierra peruanas.

Las intensidades evaluadas en varias ciudades fueron:

Intensidades según el lugar durante el terremoto del 31 de mayo de 1970

Lugar Intensidad de la zona (M)Samanco XCasma IX-XChimbote IXHuallanca, Aija VIII-IXHuaraz, Carhuaz, Trujillo, Yungay, Huarmey VIIISantiago de Chuco VII-VIIICajamarca, Huacho, Huánuco, Bambamarca, Chiclayo VIIHuacho, Cerro de Pasco, Tingo María VI-VIILima, Piura, Tumbes, Jaén, Pucallpa VIIca, Chincha Alta, Juanjuí V-VIYurimaguas, Huancayo, Iquitos, Tarapoto V

El fuerte y prolongado sismo de 45 segundos provocó además, el desprendimiento de un bloque de nieve y hielo del pico oriental del nevado Huascarán, que produjo un violento alud y el capítulo más amargo de la catástrofe. La ciudad de Yungay y los pequeños pueblos vecinos al distrito de Ranrahirca desaparecieron.

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La ruptura de la Placa de Nazca se produjo en una extensión de cerca de 1000 kiló-metros. En esa extensa faja de costa hubo cambios en la conformación topográfica de las placas con zonas de elevación o descenso de los niveles de hasta tres o cuatro metros. El curso de los principales ríos cambió, y las islas antepuestas al continente se resintieron por los cambios de nivel, a veces de más de cinco metros.

2.1.2.2. ¿Son ahora los sismos más frecuentes? Puede parecernos que los terremotos están aumentando pero lo que ocurre es que en las últimas décadas tenemos más información sobre ellos debido al desa-rrollo y difusión de los sistemas de detección y la comunicación global.

Más aun, los sismos ocurridos recientemente en Haití y Chile nos hacen más sensibles ante cualquier información sobre estos fenómenos y hacen que los medios de comuni-cación difundan noticias sobre sismos que en el pasado pasaban desapercibidos.

En 1935 había 350 sismógrafos en nuestro planeta, hoy hay más de 4 000 y los datos, que décadas atrás no llegaban o tardaban en llegar semanas, hoy son di-fundidos rápidamente a través del satélite y la Internet.

De acuerdo con el Servicio de Inspección Geológica de Estados Unidos (USGS, por sus siglas en inglés), desde 1900 ocurren cada año en el mundo entre 12.000 y 14.000 sismos, unos 50 por día. Cada año tenemos en nuestro Planeta 18 terremotos “importantes” (con una magnitud de entre 7,0 y 7,9) y un “gran” terremoto (de magnitud 8,0 o mayor). Podríamos pues afirmar que el número de sismos importantes ocurridos en los últimos años no se ha incrementado.

Sin embargo, las erupciones volcánicas que se han presentado en estos últimos años en Sudamérica e Indonesia podrían influir en el incremento de la actividad sísmica.

2.1.3. ¿Se pueden predecir o pronosticar los sismos?

El carácter repentino de los sismos y su capacidad para destruir edificaciones ha hecho que sean de gran letalidad; se estima que entre 10 y 15 millones de personas han fallecido en el mundo a causa de los sismos, y en el siglo XX más de un millón.

Es por ello que durante siglos han existido diversas iniciativas para tratar de pro-nosticar e incluso predecir las fechas de los sismos.

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58Los chinos han observado el comportamiento de 50 diferentes clases de anima-les con anterioridad a un sismo y han concluido que los animales domésticos tales como el ganado, las gallinas y los perros ofrecen los mejores signos.

En China, la observación de comportamientos anómalos en los animales, el agua del subsuelo y otros métodos empíricos, llevaron a las autoridades a to-mar medidas de evacuación de millones de pobladores poco antes de la ocu-rrencia de un gran sismo. Este caso, que atrajo la atención de los científicos del Mundo, no pudo ser replicado incluso meses después en la misma China, donde otro terremoto causó miles de muertes y la destrucción de centenares de miles de edificaciones.

Por ejemplo, en mayo de 1974 en la provincia de Hunan, un gran sismo de grado 7,1 de la Escala Richter ocurrió en un área montañosa. Una ama de casa vio muchas ratas que aparecieron repentinamente sobre las mesas y en la despensa del arroz y no pudo alejarlas ni siquiera a palos, de manera que sacó sus muebles de la casa y una hora más tarde ocurrió el terremoto23.

En el caso de la ciencia existen varias teorías que sustentan los pronósticos y que están basadas principalmente en los antecedentes de sismos ocurridos en diver-sas regiones del planeta y en la frecuencia reciente de la actividad sísmica en las regiones donde han ocurrido más sismos.

La teoría del silencio sísmico que se sustenta en lo anterior sugiere que resulta más posible la ocurrencia de un sismo de mayor magnitud en las regiones donde la interacción de las placas tectónicas determina la mayor frecuencia e intensidad de estos, en caso de que tales sismos no ocurran por un tiempo prolongado.

La teoría de los sismos premonitores, más referida a la inminencia de un sismo de gran magnitud si están ocurriendo sismos frecuentes de pequeña o mediana magnitud.

Existen cuestionamientos a tales teorías por el hecho de que la ubicación de las zonas de mayor actividad sísmica se corresponden con información poco signi-ficativa teniendo en cuenta la extensa y no registrada historia sísmica del planeta.

23 Diamond, Jared, Por qué unas sociedades perduran y otras desaparecen, Madrid, 2006

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Como se recuerda en algunos artículos de divulgación, la historia de la Tierra tiene cuatro mil millones de años y la información sobre los sismos tiene solo mayor precisión con el invento de los equipos de medición a principios del siglo pasado y antes de ello han existido solo referencias basadas en documentación testimonial o investigaciones arqueológicas y estudios geológicos que dicen poco o no son fiables en relación a la magnitud e intensidad de los fenómenos24.

Los pronósticos sobre sismos no son nuevos pero casi siempre han fracasado y en muchos casos han afectado las actividades económicas de los países. Desde hace no menos de treinta años se vienen pronosticando fallidamente sismos in-minentes en Lima y el Sur del País como fue el caso de Brian Brady en los años 70.

2.1.3.1. El caso Brady El pronóstico más célebre ocurrió en 1975, cuando los norteamericanos Brian Brady y William Spencer pronosticaran sismos destructivos en el Perú

Uno de los errores de Brady fue el haber precisado las fechas, lugares y magnitud de los sismos para el Perú: el primero a fines de junio y comienzos de julio de 1981; el segundo, cerca del 14 de agosto, seguidos de réplicas varias, uno de fuerte in-tensidad para inicios de 1982. Numerosos sismos premonitores deberían preceder al terremoto del 28 de junio de 1981. Estos temblores regulares anunciadores del gran sismo deberían presentarse a partir de setiembre y octubre de 1980.

El periodista de esa misma nacionalidad, Mike Toner, escribió un artículo titulado “Predicen el más grande terremoto del siglo”, en la edición del Miami Herald, del 9 de noviembre de 1980, con lo que durante 1980 y 1981 el temor se extendió en el Perú.

A pedido del gobierno peruano, el Consejo Nacional de Evaluación de Terre-motos se reunió en Denver, Colorado, en enero de 1981 y desestimó la teoría de Brady, conclusión que fue comunicada al Perú.

En julio de 1981 Brady acepto su error. Con fecha 27 de julio de ese mismo año en Denver, se informó que Brady se retractó de los anunciados terremotos del 28 de junio y del 10 de agosto de 1981, y declaró que como el primer terremoto no se realizó, no se llevarían a cabo los otros.

24 Sampedro, José, La senda del drago, La Habana, 2007, p.152

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60Sin embargo, ante el anuncio de los sismos se generaron pérdidas por más de 300 millones de dólares por la disminución del turismo y de las inversiones in-mobiliarias

El año 2010 una periodista de un canal de TV peruano difundió la noticia del anuncio de Brady hecho en 1975 como si fuera un pronóstico reciente, lo que creó temor en sectores de la población y el desmentido posterior del canal de TV.

El Perú, hasta hace un año, contó con dos pronósticos sísmicos basados en la teoría de los gap-sísmicos (gap=silencio sísmico de zonas activas): Sur del Perú (gap-sísmico de Tacna-Arequipa), Sur de Lima (gap-sísmico de Nazca-Cañete). Al primer gap se le daba una probabilidad de ocurrencia mayor que al segundo (Nishenko, 1985).

Esta hipótesis de trabajo sirvió como guía para desplegar estaciones sísmicas y hacer medidas repetidas de Posicionamiento Satelital Global (GPS, por sus siglas). Las velocidades de deformación, determinadas con las observaciones de 1994 y 1996, mostraron indicios de dos anomalías: una de ellas en la coordenada horizontal norte y la otra en la coordenada vertical. La primera resultó estar aso-ciada con el terremoto de Nazca de 1996.

La segunda anomalía abarca un área significativa de la zona de influencia de la ruptura estimada para el terremoto de 1868 (magnitud: 9,3 Mw), coincidente con una zona de marcada deficiencia de actividad sísmica significativa.

Se calculó la severidad de sacudimiento del suelo producida por un sismo con una ruptura de aproximadamente 600 km de longitud en el fondo marino al frente de las costas de Tacna, Moquegua y Arequipa. Al escenario resultante, se le dio difusión desde 1998, mediante conferencias públicas, en la zona a ser afectada potencialmente, y a las autoridades de Defensa Civil.

El terremoto del 23 de junio del 2001 rompió el extremo noroeste de la zona planteada como hipótesis que se iba a romper. Falta por romperse, aproximada-mente, la mitad de la longitud total del gap-sísmico de Tacna-Arequipa.

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2.1.4. La zonificación sísmica Dado que los sismos ocurren en áreas geográficas relativamente extensas, no re-sulta necesario contar con mapas de amenazas sísmicas en los niveles subnacio-nal o local, pero en contraste, resulta muy útil contar con mapas de zonificación en función de la resistencia de los suelos o terrenos al movimiento sísmico.

Si los suelos son sueltos o húmedos, las ondas sísmicas se incrementan significa-tivamente por lo que resulta necesario construir en terrenos que no tengan estas características. En el Perú se cuenta con mapas de microzonificación sísmica de las principales ciudades elaborados por la Universidad de Ingeniería (CISMID) y el Programa de Ciudades Sostenibles (PNUD-INDECI), pero no así de los centros poblados rurales ni de muchos asentamientos urbano-populares.

A continuación se presentan cuatro mapas de algunas de las ciudades más im-portantes del Perú. El primero de ellos, elaborado por PREDES, zonifica la ciudad de Lima según su peligrosidad ante la ocurrencia de un sismo de gran magnitud, siendo las áreas de color rojo las más susceptibles a sufrir daños.

Los tres siguientes de las ciudades de Tacna, Trujillo y Chimbote, elaborados en el marco del Programa de Ciudades Sostenibles, indican la peligrosidad de la zona en función a amenazas naturales y socio-naturales. Finalmente, el cuarto mapa, de la ciudad de Chimbote, la zonifica según los sectores críticos.

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62Zonificación sísmica de Lima

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mapa de peligros de la ciudad de Tacna

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64mapa de peligros de la ciudad de Trujillo

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sectores críticos de riesgo de nuevo Chimbote

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2.2. Los Tsunamis

Se producen tsunamis cuando los sismos son de magnitudes mayores de 6,5 grados en la escala de Richter, tienen el epicentro en el mar y se ubican a profun-didades menores de 60 km25.

“Tsunami” es un término japonés que significa “ola en el puerto”. Los tsunamis pueden producirse también a causa de las erupciones volcánicas o por fenóme-nos submarinos similares, que, de acuerdo con muchos autores, generan “olas” de hasta doscientos metros de longitud capaces de desplazarse a ochocientos ki-lómetros por hora. En altamar, estas “olas” pueden tener una altura de solo unos sesenta centímetros, lo que las hace prácticamente indetectables, pero desplazan un inmenso volumen de agua. Se convierten en mortales cuando impactan sobre un puerto o la costa, y el agua arrasa todo al llegar y al retirarse con fuerza catas-trófica, como si se la estuviera agitando dentro de un vaso gigante26.

Cuando llegan a la costa, al rodar sobre el fondo marino alcanzan alturas mucho mayores, de hasta 30 metros o más, como sucediera en los terremotos de 1960 y 2010 en Chile.

El potencial destructivo de los tsunamis puede variar significativamente si se cuenta con sistemas de alerta eficaces y el tiempo suficiente para activarlos. Si los tsunamis ocurren muy cerca de la costa se contará con poco tiempo para evacuar a la población pero si estos ocurren en zonas más distantes se podrá contar con el tiempo suficiente para dicha evacuación. Cuando un sismo es de origen cer-cano a la costa, la alerta natural es el mismo sismo, mientras que cuando ocurre lejos de la costa la alerta llega a través de la red de telecomunicaciones27.

En los últimos 450 años las costas occidentales del Sur y Centro América han sido afectadas numerosas veces por tsunamis.

En Haití hubo tsunamis que en 1842 afectaron Puerto Príncipe Mole Saint Nicolás. Jamaica experimentó un maremoto en 1907 que afec tó sus ciudades principales.

25 INDECI, Lecciones aprendidas del sismo de Pisco, Lima, 2008, p.61

26 Withington, John, Historia mundial de los desastres, Madrid, 2008, p.63

27 INDECI, Lecciones aprendidas del sismo de Pisco, Lima, 2008, p.68

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En 1970 se creó el Sistema Nacional de Alerta de Tsunami en el Océano Pacífico que en coordinación con el Sistema Internacional de Alerta de Tsunami trabaja en la evaluación de los riesgos de tsunami y en la orientación para la población.

El 26 de diciembre del año 2004 se produjo un sismo a 4 000 metros de profun-didad en el océano Índico, a unos 260 kilómetros al oeste de la costa de Aceh, Indonesia, El sismo de 9,3 grados de la escala de Richter duró 10minutos. Casi 1600 kilómetros de la línea de la falla se desplazaron unos 15 metros y se dio el desplazamiento de 29 kilómetros cúbicos de agua provocando tsunamis y olas inmensas que borraron literalmente del mapa islas, playas y poblaciones, que quedaron sumergidas en una densa capa de lodo y agua.

La onda expansiva de las olas afectó a Indonesia, Tailandia, Sri Lanka, India, Bangladesh, Birmania, Malasia, Islas Maldivas, Somalia, Kenia, Tanzania y las Islas Seychelles. La cadena de olas se desplazó a más de 500 km/h y tardó solo 6 horas en llegar al continente africano, a más de 5 000 km de distancia.

El 27 de febrero del 2010 se produjo en Chile un tsunami luego del terremoto que afectó al país. En algunas localidades el mar llegó a los 20 minutos después del terremoto, mientras que en otros sectores el océano golpeó las costas con cuatro horas de diferencia, a una velocidad cercana a los 800 kilómetros por hora.

Una misión de reconocimiento midió las alturas del tsunami, detectó cambios en la corteza terrestre y recopiló testimonios de los sobrevivientes. Para efectuar las mediciones se revisaron las marcas dejadas por el mar que ingresó a los pueblos, se catastraron las embarcaciones arrastradas por el océano, se analizaron las algas y los restos de plantas que se ubicaron tanto en árboles como en la parte alta de algunos cerros. En Tirúa, por ejemplo, la altura de las olas del tsunami superó los 30 metros en la costa y los 20 metros en el pueblo. Durante el terremoto, la tierra de esta localidad se levantó 0,5 metros, cambiando para siempre su condi-ción costera.

En Lebu, en cambio, la ola llegó a los 12 metros de altura y la tierra se levantó 1,8 metros, quedando el puerto inutilizado, pues el nivel del suelo impide navegar en la costa. Según el profesor Cisternas, hay que esperar 100 años para que este puerto vuelva a ser como antes.

En la punta de Lavapié, la altura de las olas superó los 4,5 metros y el levanta-miento de la tierra llegó a los 2,5 metros, mientras que en Tubul las olas llegaron a los 12 metros de altura y la superficie terrestre se empinó por 1,5 metros so-

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68bre lo habitual. En estas localidades las piedras de la costa se transformaron en verdaderos proyectiles que terminaron destrozando los hogares de decenas de chilenos. “En la Isla Santa María la ola del tsunami tuvo una altura de seis metros y el levantamiento de la tierra llegó a los tres metros, provocando una alta mor-tandad de algas coralinas, lo que representa un verdadero desastre ecológico”28.

En Llico, según los investigadores, las ondas del mar superaron los 10 metros de altura y el levantamiento de tierra llegó a los 1,5 metros.

2.2.1. Los tsunamis en el Perú

Los registros indican que desde fines del siglo XVI grandes terremotos produci-dos frente a la costa peruana han generado doce tsunamis destructivos como se puede observar en el siguiente cuadro:

Tsunamis (maremotos) ocurridos en el Perú

Tsunamis (maremotos) ocurridos en el Perú*

Año Zona impactada Víctimas Hechos ocurridos

1586 Costa de Lima 22Intensidad de VIII. Olas inundaron 10 km².

1664 Costa de Pisco 70Intensidad VI. Mar inundó ciudad sureña.

1687 Callao 500 Intensidad IX. Destruyó el Callao

1716 Pisco n.d.Intensidad IX. Epicentro cerca de Camaná.

1746 Callao 7 000

El más letal que se conoce. 19 bar-cos destruidos. Chancay y Huacho destruidos. Olas de 7 metros de altura y se internaron 1,5 km.

1806 Callao n.d. Produjo olas de 6 metros de altura.

28 Tomado de: http://noticias.universia.cl/vida-universitaria/noticia/2010/03/31/264105/tsunami-academico-pucv-detecto-olas-30-metros-altura-mision-cientifica-sur-chile.html

* Díaz, Julio, Chuquisengo, Orlando, Ferradas, Pedro, Gestión de riesgo en los gobiernos locales, Solu-ciones Prácticas Perú, 2005, p. 32

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1868Desde Trujillo (norte del Perú) hasta Arica y Concepción (Chile)

No se regis-tró víctimas

Nave de guerra fue varada 400 m tierra adentro. El epicentro fue en Arica. Algunas olas alcanzaron 21 metros de altura en Concepción.

1946Perú, Chile, Ecuador y Colombia hasta Alaska y Hawai

n.d. n. d.

1974 CallaoNo se regis-tró víctimas

Inundó fábricas en las bahías de Chimú y Tortugas. En Lima destruyó cultivos.

1996 Chimbote 15 Magnitud 6,9 escala Richter.

1996 NascaNo se regis-tró víctimas

Magnitud de 6.4 escala Richter. El epicentro se produjo a 93 km de la costa de Nazca. El puerto de San Juan de Marcona fue afectado.

2001 Camaná 86

Magnitud de 6,9 escala de Richter. Epicentro en el mar a 82 km de Ca-maná. Se generaron 3 olas grandes. La más grande de 8,14 metros de altura.

Fuente: Dirección de Hidrografía y Navegación. Marina de Guerra del Perú. Departamento del Medio Ambiente. 2004

De los doce tsunamis registrados, cinco fueron particularmente destructivos 1586, 1604, 1687 y 1746, así como el tsunami de Arica en 1868.

El más antiguo tsunami del que se tiene data tuvo lugar el 9 de julio de 1586, des-pués de que un sismo de magnitud 8,6 afectó la costa central del Perú alrededor del Callao y Lima. La ola de 24 metros llegó a inundar hasta 6 millas (aproxima-damente 9,6 km) de la costa.

Este tsunami también produjo olas de dos metros en Japón. El tsunami del 4 de noviembre de 1604 se produjo a consecuencia de uno de los terremotos más grandes que ha soportado el Perú y que afectó la mayor parte del sur del Perú, incluidas las ciudades de Arica y Camaná. Las olas del tsunami alcanzaron 16 metros y penetraron hasta 10 kilómetros, afectó entre 900 a 1200 millas de la costa de América del Sur.

El tsunami del 20-21 de octubre de 1687 se produjo luego de que dos grandes terremotos, con magnitudes estimadas a las 8,0 y 8,4, afectaron a Lima y áreas

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70circundantes. El segundo de estos generó un tsunami que al parecer produjo olas de entre 5 y 10 metros en el Callao. Por lo menos 500 personas murieron como resultado de este tsunami, y sus efectos fueron sentidos en el Japón.

En 1868 un terremoto sacudió a Arequipa en el Perú y una ola de 16 metros cayó sobre Arica.

Cabe destacar que han ocurrido tsunamis de menor magnitud o más localizados como el que siguió al terremoto del 2001 en el sur que afectó Camaná, o el que siguió al terremoto del año 2007 en Ica que afectó Paracas y Tambo de Mora (Chincha); es muy posible que tsunamis similares no hayan sido registrados en el pasado.

2.3. Las Erupciones Volcánicas

Los volcanes son estructuras compuestas de materiales que se acumulan sobre la superficie terrestre, sus erupciones consisten en el lan zamiento de materiales líquidos, sólidos y gaseosos como la lava, lluvias ácidas y cenizas. Las erupciones ocurren con sismos de distinta intensidad y pueden ser explosivas al diseminar bloques y fragmentos de roca y lava a distancias variables, o efusivas al generarse flujos de lava, fango, piedra y gases tóxicos.

Constituyen el único conducto que pone en comunicación directa la superficie terrestre con los niveles profundos de la corteza terrestre. “Son los puntos don-de el calor interno de la Tierra hace fluir hacia la superficie de los continentes y del fondo marino el magma, roca fundida a muy altas temperaturas”29.

Los fenómenos volcánicos de mayor peligro para la vida humana y de alto grado de destrucción, son los flujos piroclásticos y los flujos de barro o lahares30.

Los flujos piroclásticos, por la alta velocidad con que son eyecta dos, y las altas temperaturas de los gases y materiales sólidos que contienen en suspensión, cau-san la muerte de todo cuanto encuentran a su paso en un radio de 5 a 10 km. En

29 PREDECAN, Atlas de las dinámicas del territorio andino, Cali, 2009

30 Ferradas, Pedro y Medina, Neptaly, Riesgos de desastre y derechos de la niñez en Centroamérica y el Caribe, Soluciones Prácticas, Lima, 2003, p.32

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Sudamérica, los entornos de los volcanes sue len estar deshabitados por lo que los flujos piroclásticos no constituyen un grave peligro, como sí ocurre en los volcanes de poca altura que caracteri zan Centroamérica y las Antillas menores.

Los flujos de barro volcánico constituidos por cenizas, fragmen tos de piedra pómez y otros materiales sólidos que se acumulan en gran volumen en las faldas de los volcanes, mezclados con agua producidas por lluvias torrenciales, deshielo de los casquetes originados por materiales emitidos por el volcán a altas tempe-raturas, o por el derrame de agua alma cenada en los cráteres, forman una mezcla densa y fluida que puede alcan zar velocidades de varias decenas de kilómetros por hora. Excepcionalmente puede llegar hasta unos 100 km/h. Estos flujos de barro son captados en las cuencas altas de los ríos y quebradas que nacen del vol-cán y luego se canalizan a través de ellas pudiendo viajar decenas de kilómetros desde su origen.

Los flujos de lava son masas de roca fundida que son expulsadas por los vol-canes. La lava, según fluidez, puede correr casi como un río, y adoptar forma de lenguas u otras configuraciones, dependiendo de la topografía. Puede cubrir grandes extensiones, pero no tiene tanta velocidad por lo que hay tiempo para evacuar personas y animales.

Las cenizas son fragmentos muy livianos y pequeños que son expulsados de los volcanes cuando el gas se expande súbitamente al libe rarse de la presión confi-nante y son lanzados a la atmósfera a gran altura; dependiendo de la velocidad y la dirección de los vientos, pueden ser arrastradas a miles de kilómetros de distancia pero afecta la salud de las personas solo a unas pocas decenas de kiló-metros del vol cán. Los techos planos o con poca pendiente pueden acumular un gran volumen de ceniza, que si se humedece llega a pesar alrededor de 1 t/m³, peso suficiente para hacerlos colapsar.

Por lo general, las cenizas no causan pérdidas directas de vida, pero sí muchos in-convenientes, como oscurecimiento casi total, lo que puede provocar accidentes de tránsito terrestre y aéreo, así como también problemas respiratorios. Las co-sechas, al cubrirse de ceniza, pueden perderse y los campos quedar inhabilitados por varias temporadas, aunque a la postre, la fertilidad de los suelos aumenta por las nutrientes que contienen. La ceniza fertiliza las laderas y renueva la corteza terrestre; por ello las familias de agricultores y pastores acostumbraban ubicarse en sus faldas.

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72Los volcanes también tienen impactos transfronterizos; la fuerza de una erup-ción violenta y abrupta puede levantar capas tan densas que complica el tráfico aéreo o causar trastornos climáticos como la prolongación de inviernos en los hemisferios boreal y austral.

Existe un índice volcánico de explosividad donde la magnitud 3 es una erupción moderadamente grande, 4 es grande, 5 muy grande, 6 enorme y 7 colosal.

El Consejo Nacional de Investigación de los Estados Unidos, en un informe de 1985, estimó que una erupción de un orden de magnitud mayor que la del Tambora en 1815 causaría una disminución de 10 grados en la temperatura promedio del pla-neta durante varios meses y la muerte de la mayor parte de los seres vivos.

La latitud en la que ocurre una erupción es un factor importante al determinar la fuerza de los efectos volcánicos sobre el clima. Las erupciones de latitudes altas tiene efectos mayores en las latitudes altas y medias; las erupciones en latitudes bajas tienen efectos en los trópicos y las latitudes medias.

Además, las erupciones en la región andina, debido a la circulación de los vien-tos, tienen la capacidad de afectar zonas del hemisferio norte y sur.

Los volcanes pueden provocar también grandes tsunamis como ocurrió en 1883 en Indonesia cuando entró en erupción el Krakatoa; además, pueden surgir o desaparecer parcial o totalmente.

2.3.1 Ubicación de los volcanes en el mundo

Islandia está sobre una cordillera submarina donde interactúan las mayores pla-cas tectónicas del Mundo y que han dado origen a los doscientos volcanes que hay en su territorio.

La presencia de la cadena volcánica del Pacífico contiene 100 conos volcánicos que se encuentran activos en Centroamérica; merece especial atención el Complejo Vol-cánico de Masaya; que se ubica en el Graben de Nicaragua, depresión que se extiende entre la punta de Cosigüina en el golfo de Fonseca hasta la frontera con Costa Rica por el Sur. Se ubica hasta a unos 10 km de Masaya, a 25 km S-E de Managua y a una distancia similar de Granada, amenazando tales ciudades.

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En El Salvador existen unos 20 volcanes activos. Es conocida la gran actividad desplegada por el volcán Izalco en los últimos siglos.

En Guatemala existen unos 10 volcanes importantes, de los cuales cuatro se consideran activos y son: Santa María Santiaguito, Fuego, Pacaya y Tacana. El Santa María erupcionó violentamente en 1902, después de varios siglos de inac-tividad, causando la muerte de unas 6 000 personas31.

En El Caribe, en su extremo oriental, donde la Placa ElCaribe en forma de arco subduce debajo del fondo del océano Atlántico, en las Antillas Menores se tiene varios volcanes activos. El arco volcánico de las Antillas entre las islas de Saba y Grenada, relacionada con la interacción de las placas El Caribe y del Atlántico, co rresponden con la actividad volcánica y sísmica del Caribe. Las islas en esta cadena son Saba, St. Kitts, Nevis, Montserrat, Guadeloupe, Dominica, Martini-que, St. Lucia, St. Vincent y Granada. Entre los volcanes ubicados en las Antillas Menores que han erupcionado en el siglo XX están el Mont Pellée en la isla Martinica y el Soufriere en la isla San Vicente (1902)32.

En los volcanes sudamericanos, muchos de ellos sobre los cinco mil metros de altura, las cumbres y sus laderas están deshabitadas y en la mayoría de los casos no hay construcciones, de manera tal que no hay riesgo. En cambio, en islas vol-cánicas o volcanes de poca altura como los que existen en Centro América o en las Antillas menores, la población tiende a vivir al pie o cerca de las laderas del volcán, con gran riesgo para sus vidas y propiedades.

En la región norte de Chile y el sur del Perú se ha tenido poca actividad eruptiva en los últimos cien años; sin embargo, allí se concentra el mayor número de vol-canes y calderas gigantes, cuyas erupciones han tenido características catastrófi-cas entre 1750 y 1987 (57 erupciones).

Según Alberto Parodi33, el Misti no es un volcán apagado, es uno de los nueve en estado fumarólica que existe en el país. En 1537, antes de la fundación española

31 Palma, Flory, Prevalencia de patologías respiratorias secundarias a un evento de tipo eruptivo en poblaciones vecinas al volcán de Pacaya, Universidad de San Carlos de Guatemala, 2006, p. 14

32 Kuroiwa, Julio, Reducción de desastres. Viviendo en Armonía con la Naturaleza, Lima, 2002, p.207.

33 Rivera Palomino, Jaime, Sismos en Ayacucho, Universidad Nacional San Cristóbal de Huamanga, Ayacucho, 1983, p. 85

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74de Arequipa, registró una erupción. En los últimos cuatro siglos erupcionó otras diez veces, la última de 1949, sin causar mayores desastres.

Vista del volcán misti

Tomado de: http://www.peru-tours.com.pe/arequipa/arequipa_misti_02.jpg

2.3.2. Las principales erupciones volcánicas

El estudio de los volcanes ha permitido correlacionar algunas erupciones con los cambios de clima en el Mundo. En la península de Yucatán se registraron entre 1440 y 1840 once sequías que devinieron en hambrunas. De estas, el 85% ocurrie-ron después de una gran erupción de un volcán34. Entre 1440 y 1840 existen regis-tros de sequías en la península de Yucatán que duraron más de tres meses; de estas ,el 77 % ocurrieron en los dos años posteriores a erupciones volcánicas. El efecto de las erupciones en relación a las sequías está relacionado con la cantidad de azufre que introduce en la atmosfera la erupción y las características de la misma (dirección, altura, etc.) y resulta mayor conforme se trate de regiones más cercanas.

34 Gill, Richardson, Las grandes sequías mayas. Agua, vida y muerte, Fondo de Cultura Económica, México, 2008, p. 291

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La cantidad de cenizas y otros gases no tienen efectos importantes en el clima. Además, una erupción que ocurre en un periodo de calentamiento global tendrá menor efecto en el clima que otra que ocurre en un periodo frío.

Hace 85 mil años se sucedieron las erupciones que dieron origen al lago Atitlán y que fueron las mayores de las que se tiene información en la historia del planeta; duraron entre 20 y 27 días y arrojaron unos 275 km³ de riolita, algunas hasta el continente africano35.

Hace 75 mil años la erupción del Toba (Indonesia) impidió que la luz del sol llegara a la superficie de la tierra y sumió al planeta en un invierno volcánico que se prolongó durante seis años y que redujo la temperatura del planeta en cinco grados y la lluvia ácida provocó graves daños en las personas y las plantas.

En el año 79 d.C. tuvo lugar la erupción del Vesubio, que constituye sin duda uno de las más antiguas erupciones que se conoce. De un lado, tenemos el tes-timonio de Plinio el Viejo36, el mayor experto de la historia natural de Roma, de otro los restos de la ciudad de Pompeya. Se estima hoy que la columna de humo de la erupción alcanzó una altura de 30 km. La lluvia de cenizas hizo desaparecer el sol de la vista de la gente.

En 1050 ocurrió la erupción del Baitushan en la frontera entre China y Corea, que fue una de las más grandes del milenio y está entre las cuatro más grandes en los últimos 10 mil años. Tuvo una magnitud 7 y arrojó cerca de 150 km³ de “piedra pómez”. Cambió el clima mundial y se corresponde con la primera se-quía mesoamericana de la que existe información histórica.

En 1169, el Etna llevaba semanas escupiendo piedras y gas sin causar daños; en marzo hubo un terremoto, acompañado por lo que el obispo de Catania descri-bió como “terribles rugidos”. Y luego, tres días después, se produjeron “tres te-rribles erupciones”, con piedras que salían volando y cenizas y carbonilla “como lluvia abrasadora”. El monte se había abierto a lo largo, con una enorme grieta de más de nueve kilómetros.

A partir del siglo XVII algunas de los erupciones más famosas e identificadas

35 Ibídem, p. 276

36 Carpiceci, Alberto, Pompeya hoy y hace 2000 años, Italia, 2005, p. 19.

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76fueron las del Huaynaputina (1600/1601), Tambora (1815), Krakatoa (1883), Katmai (1912) y el de Pinatubo (1991), las que han sido reflejadas en estudios sobre el clima mundial, como se observa en el siguiente gráfico:

Evolución de la densidad de la madera en troncos del hemisferio norte desde el año 1400 (se señalan unas cuantas erupciones

volcánicas conocidas que coinciden con valores bajos de densidad)

La primera referencia conocida del efecto climático de una erupción volcánica fue la de Benjamín Franklin en una ponencia en Manchester, en la que describió la “niebla seca” y otros efectos atmosféricos provocados por la erupción del volcán Laki en Islandia en 1783. Al parecer Franklin no sabía que ese mismo año se produjo una gran erupción del volcán Asama en Japón. El Laki había iniciado su erupción según cuenta un testigo37: “con grandes bramidos y ruido

37 Withington, John, Historia mundial de los desastres, Madrid, 2008, p. 24

Fuente: Uriarte Cantolla, Antón. Historia del clima de la Tierra. (Vitoria): Servicio Central de Pu-blicaciones del Gobierno Vasco, 2003, 306 pp. Uriarte reproduce gran parte de su libro en inter-net. Para nuestra investigación nos resultó importante consultar la tercera sección (El clima del último milenio) del cap. IX (El Holoceno). Consúltese la referencia en <http://homepage.mac.com/uriarte/ultimomilenio.html>.De Silva, S. & G.A. Zielinski. “Global influence of the AD 1600 eruption of Huaynaputina, Perú”. Nature 393, 1998, pp. 455-458.

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de gases que venían de sus entrañas hasta que se partió en dos. La lava fluía con la velocidad de un gran río henchido de agua de deshielo en un día de prima-vera dando tumbos de un lado a otro como grandes ballenas de agua, pero al rojo vivo, resplandeciendo”. Un torrente de piedras fundidas anegó el cauce de los ríos cercanos provocando su desborde. Este volcán también había dejado escapar ciento veinte millones de toneladas de dióxido de azufre (más de lo que emiten juntas todas las fábricas europeas de hoy día durante tres años), que cayó a la tierra en forma de lluvia acida sulfúrica. La “niebla seca” cayó en Noruega, Alemania, Francia, Iraq, Inglaterra y Alaska. En la zona oriental de Inglaterra se produjo, según los archivos, “la más severa helada”, dañando seriamente las co-sechas. Otros hablaron de un sol “al que le habían amputado los rayos”. A aquel verano y otoño turbulentos les siguió uno de los inviernos más largos y crueles en doscientos cincuenta años, ya que el dióxido de azufre seguía impidiendo el paso de los rayos del sol38.

La erupción del Tambora en Indonesia en 1815 coincidió con la de La Soufriere en la isla caribeña de St, Vicent y la de Mayon en las islas Filipinas, los que esta-ban activos desde tres años antes. Las tres erupciones devinieron en cambios ex-tremos en la temperatura mundial y extraños fenómenos, como la nieve marrón en Hungría y roja en Italia e inspiraron a artistas y escritores, entre ellos a Mary Shelley que ese año escribió Frankenstein.

La erupción del volcán Tambora en la isla de Sumbawa, cerca de Bali, en 1815 fue la más grande de la que se tiene noticias. Se inició el 5 de abril con un sonido que “se oyó en Yakarta y Ternate, a 1200 y 1400 km”. El 10 de abril una erupción verdaderamente masiva explotó llegando hasta cuarenta y cinco kilómetros de altura. Las explosiones se oyeron en Sumatra, a más de 2 600 km de distancia. Arrojó millones de toneladas de ceniza piroclastos que lanzó al aire bosques y pueblos enteros39.

Las erupciones del Tambora continuaron hasta el mes de julio de 1815. Cuando por fin se detuvieron, tenía mil doscientos metros de altitud menos que antes, tras haber arrojado 1,7 millones de toneladas de ceniza y piroclastos al aire, hasta alturas de cuarenta y cinco kilómetros. Hoy se cree que Tambora ha sido la ma-

38 Ibídem, p. 27

39 Sultán de Sangar, citado en Gill, Richardson, Las grandes sequías mayas. Agua, vida y Muerte, Fon-do de Cultura Económica, México, 2008, p. 214

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78yor erupción volcánica de la que tengamos registros históricos, unas cuatro veces más violenta que la famosa explosión del Krakatoa40.

A consecuencia de las erupciones de los tres volcanes en 1815, se tuvo al año siguiente el verano más frío que en Inglaterra fue conocido como “el año sin verano” o el “mil ochocientos congelado a muerte”. Desde Quebec hasta Penn-sylvania se dieron extensas heladas y sequías durante la primavera, el verano y el otoño, seguidos de pérdidas en las cosechas.1816 y 1817 fueron años de varia-ciones climáticas extremas en Norteamérica y Europa, lo que devino en alzas de precios de los cereales y fuertes protestas sociales. El mes de julio de 1816 fue el mes más frío en el registro del tiempo de 200 años en Inglaterra y nevó en Londres en agosto.

En 1835 se produjeron erupciones en tres volcanes de América Latina. En Chile el volcán Osorno entró en violenta erupción el 18 de enero de 1835 y simul-táneamente el Aconcagua. En Nicaragua, entre el 20 y el 22 de enero de 1835 sucedió la erupción del volcán Cosigüina, ubicado en el golfo de Fonseca.

El volcán Cosigüina que era el único nevado de América Central y tenía 4 376 metros de altura antes de la erupción, después de la erupción se redujo a una montaña de 1158 metros con un enorme cráter frente al mar que había derra-mado lava hacia los ríos Chiquito y Negro. Se sucedieron entonces fuertes movi-mientos sísmicos en Nicaragua, mientras el manto de cenizas quebraba las ramas de los árboles, hundía los techos de las casas y causaba una gran mortandad entre las aves. Las detonaciones causadas por la erupción provocaron la alarma de los habitantes de Guatemala y de Kingston (Jamaica).

Las erupciones de los tres volcanes latinoamericanos sucedidas en 1835 podrían explicar en parte la sequía y la hambruna en la península de Yucatán en México, referida por Gill41.

Entre el 21 y 31 de diciembre de 1879 más de 600 temblores de pequeña y me-diana intensidad darían inicio a la repentina formación de dos volcanes denomi-nados Cerros Quemados que emergieron de las pro fundidades del lago Ilopan-go en El Salvador. El día 27 de diciembre se produjo un alzamiento del fondo

40 Withington, John, Historia mundial de los desastres, Madrid, 2008, p. 29

41 Gill, Richardson, Las grandes sequías mayas. Agua, vida y Muerte, Fondo de Cultura Económica, México, 2008, p. 216

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del lago y con ello el desborde de sus aguas, que originalmente inundaron las haciendas ribereñas y las viviendas de labriegos y pescadores, para luego cons-tituirse en un torrente devastador que se precipitó por el valle del río Desagüe, destruyendo la aldea de Atuscatla y otros poblados. El 21 de enero de 1879 las aguas del lago hervían cuando emergió un peñasco de 8 a 10 metros de altura, a lo que siguió el aparecimiento de otras rocas eruptivas en los días siguientes, una de las cuales alcanzó 40 metros sobre el nivel de las aguas del lago, hasta el 19 de marzo en que cesó toda actividad.

En 1883 en Indonesia entra en erupción el Krakatoa que estuvo acompañado de tsunamis de cuarenta metros de altura que causó miles de muertes y gran destrucción.

La explosión final del Krakatoa habría sido el ruido más intenso que jamás haya oído el ser humano: se oyó en una doceava parte del globo terráqueo, y fue equivalente al estallido de mil bombas atómicas. El estruendo se dejó sentir a casi cinco mil kilómetros, en la isla de Rodrigues (Océano Índico): es la mayor distancia, que se sepa, que ha recorrido un sonido así. El volcán Krakatoa des-apareció entonces pero en 1928 empezó a emerger del mar un nuevo volcán, en el lugar donde antes se había alzado el Krakatoa. En el año 2000, Anak Krakatau, “el hijo de Krakatoa”, ya medía casi cuatrocientos metros, y los expertos creen que un día entrará en erupción con tanta violencia como su temible progenitor42.

El año 190243 se sucedieron las erupciones de cinco volcanes en Centroamérica y El Caribe; el volcán La Soufriere-St Vicent, el Mont Pellée en Martinica, el Izalco en El Salvador, el Masaya en Nicaragua y el Santa María en Guatemala. Coinci-diendo con las erupciones del Santa María entre abril y septiembre, ocurrieron dos terremotos de 8,3 grados de magnitud en Guatemala. Coincidentemente, ese mis-mo año es considerado el mes frío en el siglo XX y en Mérida (México), tres de los 14 años de menor precipitación anual en el siglo XX son los de 1902,1903 y 1904.

La erupción de Mont Pellée en Martinica el 8 de mayo de 1902 que destruyó la ciudad de St. Pierre en Martinica y constituyó el peor desastre vol cánico en la historia mundial, ocurrió de la siguiente manera:

42 Withington, John, Historia mundial de los desastres, Madrid, 2008, p.36

43 Gill, Richardson, Las grandes sequías mayas. Agua, vida y muerte, Fondo de Cultura Económica, México, 2008, pp. 278 y 279

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80A eso de las 7:30h ocurrieron 3 o 4 violentas explosiones en rápida suce-sión, luego de lo cual dos inmensas nubes negras emanaron del volcán Mont Pellée. La primera, eyectada verticalmente, oscureció toda la zona haciendo imposible la visión a más de un metro de distancia. La otra nube, expulsada de forma lateral, con gran violencia, bajó de Pellée, de 1 373 m de altura, hacia el pie de la montaña. Ayudada por la empinada pendiente, cobró una velocidad de 160 km/h y en aproximadamente dos minutos al-canzó y destruyó San Pedro, ubicada a solo 6,4 km de distancia, muy cerca de la orilla del mar.

La erupción del Santa María está entre las diez mayores de la historia. La capa de ce-nizas cubrió más de un millón de km². La columna eruptiva alcanzó 35 km de altura.

La cumbre del cráter del Nevado del Ruiz (5.000 msnm) estaba recubierta por un casquete de hielo hasta que en 1985 al producirse un ascenso de lava se recalen-taron las capas de hielo, formando unas coladas de barro que invadieron el valle del río Lagunilla y sepultaron la ciudad colombiana de Armero44.

2.3.3.Los volcanes en el Perú

Los volcanes activos forman parte del arco volcánico andino central de Sud América, el cual abarca el norte de Chile y el sur del Perú. Los volcanes, en este arco, son, por lo general, altamente explosivos, con flujos lávicos de poca exten-sión y altamente viscosos. Los flujos piroclásticos abarcan áreas importantes y las emisiones de ceniza alcanzan extensas áreas.

La actividad volcánica en el territorio peruano se concentra en la Cordillera sur occi-dental, donde se encuentran aproximadamente 250 volcanes. INGEMMET reporta más de 21 de estas estructuras volcánicas como activas o potencialmente reactivables. En tales regiones se ha tenido poca actividad eruptiva en los últimos cien años; sin embargo, existen antecedentes de erupciones de características catastróficas.

El evento histórico más violento, a la fecha, fue el del volcán Huaynaputina. Este volcán erupcionó en 1600 destruyendo su cono casi completamente. Se estima un Índice de Explosividad Volcánica de 6. Las cenizas llegaron hasta el noroeste de Ica.

44 Tomado de: http://www.astromia.com/tierraluna/tipovolcanes.htm

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Entre los volcanes activos se mencionan a Sabancaya, con una actividad fumaró-lica desde 1987, Coropuna, Chachani, Misti (actividad explosiva en 1599, 1662; actividad fumarólica intensa en 1823,1940, 1956, 1988); Huaynaputina (severa actividad explosiva en 1600); Ticsani, Yucamani, Tutupaca (erupción en 1802); Sarasara, Solimana, Ampato.

Los volcanes con actividad fumarólica notable son el Sabancaya y el Ubinas. El volcán Misti muestra fumarolas persistentes importantes, visibles a la distancia. Los volcanes Huaynaputina, Ticsani, Tutupaca, Yucamani, Pucaru muestran fu-marolas incipientes esporádicas.

No es posible hacer un cálculo probabilístico del peligro volcánico para la región sur del Perú, debido a la carencia de información histórica y prehistórica de la actividad volcánica.

2.4. Las sequíasLas sequías constituyen fenómenos de escasez de agua para el consumo humano y para la producción causados por la disminución o ausen cia de lluvias, por la disminución del nivel de la napa freática y por la dis minución de los caudales de agua de los ríos. Pueden tener efectos graves en el consumo de agua de las per-sonas y afectar a los ani males y plantas y, por tanto, puede incidir fuertemente en la producción, particularmente la agropecuaria.

Las sequías pueden ser consecuencia de perturbaciones climáticas globales como las ocurridas con el enfriamiento de la temperatura del planeta a causa de algunas erupciones volcánicas, la presencia del FEN, o los efectos del CC.

Una sequía será menos devastadora en la medida en que se tengan reservas de agua en el subsuelo (napa freática) o más devastadora en la medida en que solo se cuente con agua en depósitos superficiales que deben llenarse cada año. Las sequías pueden tener una duración entre tres meses y nueve años.

Un estudio hecho en la fosa de Cariaco en Venezuela mediante la perforación de núcleos de sedimentos marinos registró que la sequía de 760 duró tres años, la de 810 duró nueve, la de 860 tres y la de 910 seis45.

45 Gill, Richardson, Las grandes sequías mayas. Agua, vida y muerte, Fondo de Cultura Económica, México, 2008, p. 479

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82Otro estudio en Nigeria registra la sequía más severa en 5 500 años: la ocurrida entre 770 y 960 d.C. La amplia extensión de la sequía registrada también en Mé-xico y los Andes evidencian un patrón global

Ente 1440 y 1840 se registraron 13 intensas sequías, de las cuales 11 ocurrieron en los dos años siguientes de grandes erupciones volcánicas en el mundo.46

En Centroamérica, las sequias asociadas con la presencia del FEN presentan déficits de precipitación muy severos, severos y moderados. Solo en la región Atlántica no se presentan los dos primeros.

En el estudio de las sequías en México se ha podido establecer que estas tienen relación con la ocurrencia de años fríos en Europa, aunque esta relación no es estricta. Se puede afirmar que existe un patrón de frío hemisférico y sequía en las tierras bajas mayas47. Este frío está asociado también a erupciones volcánicas, como la erupción del volcán Kuwae en Indonesia ocurrida, alrededor de 1452, que determinó frio severo, sequía y hambruna en el altiplano mexicano.

En 1837 y 1838 ocurre una sequía y hambruna severa en Yucatán, lo que sucedió poco después de las erupciones de 1835 de los volcanes Cosigüina en Nicaragua y de los volcanes chilenos de Osorno y Aconcagua.

En 1902, las erupciones de los volcanes Santa María, Mt. Pelée y La Soufriére-St Vicent, alteraron el clima del Mundo y coincidieron con tres años de severa se-quía en Mérida (México). Esta coincidencia estuvo determinada por la reducción de la temperatura del mar y del aire, así como la posición de la alta presión del Atlántico Norte, lo que significa que las erupciones no explican en sí mismas la ocurrencia de sequía en una zona determinada.

El anuncio de la presencia del FEN ha motivado la puesta en marcha de estrate-gias de lucha contra una sequía.

Aunque la sequía puede abarcar una amplia región, sus efectos específicos en un ámbito pueden ser impredecibles. En medio de una zona con sequía severa pueden existir ámbitos donde la sequía resulta mucho más moderada, como

46 Ibídem, p. 484

47 Ibídem, p. 216

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también pueden existir zonas de sequía severa rodeadas de zonas donde esta es apenas perceptible.

Texas padeció una terrible sequía en los años cincuenta pero sus intensidades fueron diversas dentro del territorio afectado48.

Según Hocquenghem (1998), en el Perú las sequías tienen una larga historia e, in-cluso, están asociadas a grandes desastres, como el colapso de la cultura moche, según investigaciones de Lonnie Thompson.

Entre los siglos XVII y XIX las sequías más importantes ocurrieron entre 1706-1715, 1759-1760, 1766- 1776, 1792-1812; también en 1847-1849, 1858-1861, 1867-1870, 1881-1884, 1885-1886, 1892-1896 y 1900-1901. Asimismo, la recu-rrencia de los años secos estaría en aumento, así como la presencia de heladas.

Las regiones como el Altiplano, serían las más vulnerables especialmente en lu-gares por encima de los 3 500 m.s.n.m.

Susana Aldana advierte en Piura la existencia de lapsos críticos de duración va-riable, pues una fuerte lluvia podía ser seguida de un largo periodo de sequías o años secos en Piura. El Niño de “proporciones respetables” de 1791 le siguió una larga sequía o por lo menos años con muy poca agua. Hasta 1803-1804 no hubo lluvias; recién hacia 1811 se normalizó la situación. Esta sequía coincide con la grave sequía que afectó al nordeste de Brasil entre 1790 y 1793.

2.5. Heladas y friajes

La helada es un fenómeno climático que consiste en un descenso de la tempera-tura ambiente a niveles inferiores al punto de congelación del agua y hace que el agua o el vapor que está en el aire se congele depositándose en forma de hielo en las superficies. Más precisamente, la Organización Meteorológica Mundial habla de helada en el suelo, en referencia a diversos tipos de cobertura de hielo sobre el suelo, producidas por la deposición directa del vapor de agua.

48 Ibídem, p. 217

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84Por su origen se clasifican en:

1. Helada por radiación (hielo) que se debe a un enfriamiento progresivo e intenso del suelo, por radiación de su calor en las noches de cielo despeja-do y limpio. La humedad atmosférica, que puede ser relativamente cálida y seca, se condensa sobre las superficies sólidas en forma de rocío o con-gelándose, si aquellas se hallan a menos de 0°C, este tipo es frecuente en tierras templadas y subtropicales. Se conoce normalmente como escarcha.

2. Helada por advección, que es el caso del friaje, es ocasionada por la inva-sión de una corriente o masa de aire frío con temperatura inferior a 0°C. La acción del aire frío, generalmente procedente de las regiones polares, puede ser continua y durar varios días.

3. Helada por evaporación que es debida al transporte de aire húmedo sobre una superficie cuya temperatura está a 0°C o aun menos. Es un tipo bas-tante raro de helada.

El friaje es un fenómeno que afecta a las zonas altas de los Andes y a la Amazo-nía, que se produce cuando masas de aire frío que se originan en la zona de con-vergencia del Atlántico Sur, llegan al continente por la región del Río de la Plata y se desplazan hacia el norte, ingresando al territorio peruano por la meseta del Titicaca. En la región andina estas masas de aire frío originan nevadas intensas, y en la Amazonía producen un descenso brusco de la temperatura. Las regiones que suelen verse afectadas por este fenómeno son Cusco, Apurímac, Ayacucho y Huancavelica en la sierra, y Madre de Dios, Ucayali, Loreto y Huánuco en la selva. El friaje afecta tanto a los pobladores como a la vegetación y fauna de estas zonas.

2.6. Los aluviones

La posibilidad de desprendimientos de bloques de los glaciales constituye una amenaza que ha sido la de mayor letalidad en la historia del Perú y que se encuen-tra latente para las poblaciones ubicadas bajo tales glaciales.

La formación de lagunas a partir de lenguas glaciares que se ha incrementado en los últimos 20 años, ha producido y puede producir aluviones de graves conse-cuencias especialmente en los departamentos de Áncash y Cuzco.

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La causa común de los aluviones de las lagunas glaciares es el desprendimiento de masas de hielo. Estas masas pueden desprenderse por el calor o por sismos, como el de 1970.

Según el registro de aluviones y avalanchas de hielo en el Perú, las cordilleras en las que se han producido más catástrofes de origen glaciar durante el siglo XX son: la Cordillera Blanca (31 eventos), Huayhuas (2 eventos), Vilcabamba (4 eventos), Huaycapallana (1 evento) y Urubamba (1 evento).

Los peligros potenciales detectados se basan en los siguientes elementos geográficos:

• Cinco lagunas glaciares y dos glaciares suspendidos en la Cordillera Blanca.

• Tres glaciares suspendidos en la Cordillera Urubamba.• Una laguna glaciar en la Cordillera Huaytapallana.

La población amenazada por estos peligros potenciales es la que habita en cuatro ciudades del Callejón de Huaylas y una en las cercanías de Huancayo.

En diciembre de 1941 Huaraz tuvo una ola de calor sin precedentes, la tempera-tura llegó a 30 grados y el 13 de diciembre una inmensa lengua de nieve se des-gajó del nevado Palcaraju y fue a impactar aguas abajo en un lago que ya estaba crecido por el deshielo. El lago se desbordó sobre otro lago y destruyó el dique morrénico que lo circundaba. Una ola de agua de 15 metros de altura arrasó ocho poblados y causó gran destrucción en la ciudad de Huaraz.

En febrero de 1998 el aluvión de Acobamba, al pie del Nevado Salcantay, Cus-co, destruyó la Hidroeléctrica de Machu Picchu ocasionando una pérdida de US$ 100 millones.

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2.7. Los huaycos

Los huaycos o llocllas constituyen uno de los fenómenos más frecuentes; están directamente relacionados con las precipitaciones y determinan o influyen signi-ficativamente en las inundaciones.

Si bien ocurren casi todos los años generalmente por encima de los 800 metros sobre el nivel del mar, con la presencia del FEN tienden a multiplicarse y a cau-sar mayores estragos:

El 9 de marzo de 1987 ocurrieron 14 huaycos en un solo día en Chosica, Santa Eulalia y Ricardo Palma; los de mayor dimensión en la margen derecha.

El 5 de abril del año 2012 se produjeron once huaycos en Chosica , pero a dife-rencia del año 1987, los de mayor dimensión ocurrieron en la margen izquierda.

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zonas afectadas por huaicos en Chosica el 5 de abril del 2012

Diario El Comercio, 7 de Abril, página A2.

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2.8. Las inundaciones

Las inundaciones pueden ocurrir debido a las lluvias intensas, las penetraciones del mar, los desbordes de los ríos y lagos o la destrucción de grandes represas.

Las más intensas están asociadas con el paso de los huracanes y El Fenómeno El Niño para la costa sur de Ecuador, el norte y centro del Perú.

Los desbordes de los ríos no solo se deben al incremento de las lluvias sino a las características de las cuencas y en muchos casos al hecho de que los cauces se encuentran rellenos o invadidos de materiales diversos o incluso construcciones.

El río Amarillo en China es el que más sedimentos arrastra en el mundo; a lo largo de su viaje de 5 464 km que recorre antes de llegar al mar, arrastra 170 mi-llones de TM de limo amarillo. Como en los últimos 3 mil años se ha desbordado unas 1 500 veces, recibe el sobrenombre de “el dolor de China”.

En 1889 los habitantes de Johnstown (Pensilvania) no pudieron ser alertados ante la destrucción de una inmensa represa ubicada a 22 kilómetros aguas arriba, entonces la represa más grande del mundo, pues los cables del telégrafo habían sido cortados por la lluvia y las inundaciones.

A principios de agosto de 1975 China sufrió el azote del tercer tifón del año y una racha de tormentas había dejado caer más de setenta y cinco centímetros de lluvia sobre Henan: “Los días parecían noches, y la lluvia caía como flechas”, recordaba un hombre de la localidad. Las dos presas estaban diseñadas para soportar como máximo medio metro de agua recogida en tres días, pero solo el 5 de agosto cayeron cuarenta y tres centímetros, una cifra nunca vista. Al día siguiente llovió con violencia durante dieciséis horas.

En la medianoche del día 9 la presa de Shimantan cedió, arrojando al valle casi cien mil millones de litros de agua en menos de cinco horas. Media hora más tarde, mientras aun se estaba tratando de apuntalar la presa de Banqiao, esta tam-bién empezó a resquebrajarse. En el instante en que estallaba, liberó un muro de agua de nueve metros de altura49.

49 Withington, John, Historia mundial de los desastres, Madrid, 2008, p. 94

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En Sudamérica resalta el caso de Venezuela, país en el cual la amenaza geológi-ca mayor la constituyen los movimientos de masas (derrumbes, deslizamientos, desprendimientos de rocas, hundimientos), ocasionados por lluvias intensas en zonas inestables o en suelos degradados por la intervención humana.

Desde el punto de vista hidrometeorológico, el riesgo de tormentas e inundaciones se origina porque al norte de Venezuela llegan las masas de aire frío que producen las lluvias moderadas en enero y febrero. A partir de mayo se desplaza hacia el nor-te la convergencia intertropical y a partir de junio, y en especial entre agosto y octu-bre, existe la posibilidad de ser afectados por los huracanes de la zona del Caribe50.

En diciembre de 1999, en Venezuela, se produjeron lluvias inusuales por su in-tensidad; en pocos días dejaron más de 90 centímetros de lluvia a lo largo de 500 km, donde vivía la mayor parte de la población del país.

2.8.1. Los ríos y las inundaciones en el Perú

El río Tumbes y el Chira tienen en común las cuencas de recepción; las fuentes matrices de ambos ríos se hallan en la región de precipitaciones ecuatoriales, regu-lares y abundantes, allende de la frontera geográfica de la zona árida, de ahí la per-manencia, la regularidad y la riqueza del caudal de esos ríos; en cambio el río Piura se origina en el límite septentrional entre la zona ecuatorial y la zona árida, lo cual imprime un carácter contradictorio, cuyo nombre significa río loco, río huaquero51.

A dieciocho kilómetros de sus fuentes el río Piura:

Ha bajado ya dos mil quinientos metros; en Salitral a sesenta y cinco ki-lómetros, solo está a doscientos metros sobre el nivel del mar[…]este río[…] puede quedar extenuado a mitad de camino, completar de manera normal su travesía o avanzar en forma tormentosa, saliéndose de su cauce y arrasando y destruyendo todo lo que se opone a su furiosa y ciega aco-metida. Por eso se dice que son “tres ríos Piura”: el secreto, el normal y el furioso52.

50 Grasses, 1994, citado en Caro, Avelina, Informe País Venezuela, Caracas, 2011, p. 15

51 Gutiérrez, Miguel, La violencia del tiempo, 1991, p. 122

52 Ibídem, p. 1023

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90En el caso del río Ica, se cuenta con casi 300 registros de eventos hidrometeoro-lógicos en el lapso de 82 años, comprendidos entre 1921 y el 2002. Los caudales de aguas superficiales del río Ica están cada vez más concentrados, son caudales más violentos y destructivos. En los últimos 80 años los caudales instantáneos máximos medidos corresponden a 1998, 1986, 1983 y 1975, en ese orden.

2.9. Los ciclones y huracanes

Formados siempre en el mar, los ciclones son centros de bajas presiones alre-dedor de los cuales el viento gira en sentido contrario a las manecillas del reloj. La fuerza centrífuga vinculada a la velocidad de los vientos es tal que estos no pueden llegar al centro de la depresión, observándose una zona de calma: el ojo del huracán donde el cielo per manece despejado.

Suele suceder que las trayectorias de los ciclones se desvíen, siendo difícil prever con exactitud su rumbo.

Los ciclones se clasifican según la velocidad de los vientos en ondas tropicales o perturbaciones tropicales (vientos de 37 km/hora); depresiones tropicales (vien-tos de 62 km /hora), tormentas o borrascas tropicales (entre 62 y 117 km /hora) y huracanes (vientos superiores a 117 km /hora). No existe una correlación necesaria entre la velocidad de tales vientos y la magnitud de las precipitaciones que se generan.

A medida que el huracán se interna en el continente pierde energía, y cuando choca contra las montañas altas y frías se produce una condensación rápida que genera lluvias intensas, las mismas que pueden producir inundaciones devastadoras.

El principal impacto de los huracanes se produce sobre las áreas costeras como consecuencia de las intensas lluvias y las mareas de tormen ta, así como por la acción de las fuertes marejadas. El daño de los vien tos puede ser serio para per-sonas sin albergue y para la infraestructura y la agricultura, y la ayuda será obs-taculizada por la pérdida de energía eléctri ca y líneas telefónicas, así como por el bloqueo de las carreteras por escom bros y árboles caídos. Pero el problema más grande es casi siempre el efec to de lluvias torrenciales, así como las inundaciones provocadas por la tor menta.

Dependiendo de la capacidad de drenaje y la efectividad de los controles contra inundaciones, las áreas bajas pueden ser inundadas en el campo y las ciudades; los

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ríos provocarán inundaciones repentinas, destruyendo puentes, y rompiendo sus riberas; los arroyos y hondonadas viejas se convertirán en torrentes; y los embalses y represas se desbordarán si sus niveles de agua no han sido reducidos con antici-pación a la llegada de la tormenta. Una excepción con respecto a los huracanes fue el huracán Gilberto en 1988, que fue una tormenta “seca” mientras cruzó Jamaica.

La velocidad de desplazamiento de un huracán puede influir en su impacto, como se evidenció en el caso del Michelle; dicho huracán atravesó Cuba de sur a norte en noviembre del 2001, pero el daño (aunque extenso) fue menor que lo temido debido a la rapidez con que la tormen ta cruzó la isla y a la rápida eva-cuación dispuesta por las autoridades. El huracán Mitch de 1998 fue el extremo opuesto, cuando permaneció casi estacionario sobre Honduras por cinco días y depositó un promedio de 857 milímetros.

Los huracanes y las tormentas tropicales que se presentan en Centro América y el Caribe, obtienen su energía y agua del abundante vapor generado en las aguas tropicales del Atlántico y Pacífico. Las primeras se generan al Oeste de África y avanzan hacia el NO.

Cuando el huracán choca contra la costa, se producen grandes olas que causan inundaciones a lo largo del litoral. Los vientos huracanados, con velocidades superiores a los 150 km/h, arrancan techos y destruyen edificaciones.

Toda la región Centroamericana y del Caribe está sujeta a los efec tos de los huraca-nes y tormentas tropicales que se presentan entre los meses de agosto a noviembre, con mayor frecuencia en el mar Caribe y esporádica mente en el Pacífico. Hondu-ras, donde cada 5 años se produce un desas tre de gran envergadura a consecuencia de los huracanes, y Nicaragua, han sido los más afectados en Centroamérica.

El 7 de junio de 1934 el huracán Trifinio, generado en el Caribe, penetró en Centro América; convertido en tormenta tropical, chocó con las frías montañas del Trifinio53, región donde confluyen las fronteras de Guatemala, Honduras y El Salvador. El vapor de agua transportado por la tormenta tropical sufrió una rápida condensación al reducirse brusca mente la temperatura ambiental y la capacidad de la atmósfera de retener agua, produciéndose lluvias torrenciales54.

53 Un Trifinio es un punto geográfico donde convergen las fronteras de tres países o entidades subnacionales, en este caso el huracán mencionado también fue denominado Trifinio

54 Kuroiwa, Julio, Reducción de desastres. Viviendo en Armonía con la Naturaleza, Lima, pp12-13.

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92En septiembre de 1959 la población de Nagoya, que se había recuperado de los estragos causados por los bombardeos norteamericanos y británicos durante la segunda guerra mundial, vio cómo vientos de doscientos kilómetros por hora arrancaban los tejados convirtiendo los escombros en misiles; Se trataba del ci-clón Vera que dejó caer su furia durante tres horas sobre Nagoya y provocó olas que penetraron con mayor fuerza por a cauce del río.

El 16 de julio de 1881 un huracán provocó un oleaje que devastó Haiphong , el principal puerto de Vietnam en ese entonces. Pocos meses después, el 6 de junio de 1882, Bombay fue afectada por un huracán y el oleaje.

2.10. Los fenómenos complejos o concatenados

Los fenómenos destructores se presentan usualmente concatenados, por lo que resulta indispensable el tener en cuenta amenazas más complejas.

Como ya hemos analizado, las erupciones volcánicas intensifican la actividad sís-mica y pueden determinar grandes cambios en el clima global. De otro lado, los peligros de erupciones volcánicas pueden ser mayores debido a que sus grandes cráteres están durante el reposo convertidos en lagos o cubiertos de nieve.

Los huracanes determinan la ocurrencia de grandes lluvias e inundaciones. Los tsunamis están asociados a la ocurrencia de algunos sismos en el Océano Pacífico.

Los aluviones más letales han sido influidos por los sismos.

Los deslizamientos derivados de sismos, si ocurren en zonas costeras pueden devenir en tsunamis, como sucediera en el año 2001 en Arequipa.

El terremoto puede devenir en el deslizamiento de relaves mineros generando la contaminación de los ríos y cultivos de la zona; también puede provocar incen-dios o fugas de tóxicos.

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3. Amenazas en América Latina y el PerúLa sismicidad centroamericana esta asociada a la zona de colisión interplaca Coco El Caribe, la cadena de volcanes, la presión de la Placa de Coco sobre el litoral y las fallas locales.

La sismicidad en Sudamérica se asocia también con la presencia de cadenas vol-cánicas, como son los casos de Chile, Ecuador y el Perú.

Los sismos son más frecuentes e intensos en toda la zona marginal al Pacífico y El Caribe, lmientras que los volcanes se concentran en México, Centroamérica y toda la región andina, y los huracanes en el Caribe, Centroamérica y México55.

Los maremotos y otros fenómenos que provocan las inundaciones de las costas marítimas y lacustres, constituyen una amenaza más frecuente e intensa en las costas del Pacifico.

Las inundaciones y deslizamientos tienden a ser cada vez mas frecuentes debido a la destrucción de los bosques de la región.

El territorio peruano tiene una mayor probabilidad de ser afectado por fenóme-nos potencialmente destructivos debido a:

• Su ubicación con respecto al Cinturón de Fuego del Pacífico (donde son más frecuentes los sismos) y por su ubicación respecto a la zona de convergencia intertropical, lo que hace más sensible al FEN (sequías y fuertes lluvias).

• La presencia de la Cordillera de los Andes y sus implicancias en las varia-ciones extremas del clima.

• Las características de sus ecosistemas: los de la vertiente occidental de los andes se hallan clasificados entre los más áridos del mundo (hiperáridos

55 Lugo, José e Inbar, Moshe, Desastres Naturales en América Latina, 2002, p. 31

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94y áridos); los de los valles interandinos que son semiáridos y expuestos a fuerte procesos de erosión natural; la mayor fragilidad de tales ecosistemas en la vertiente oriental que tiene precipitaciones superiores a los 3mil mm/año, fuertes pendientes (mayores del 20%), suelos muy delgados y gran diversidad biológica.

• El proceso de desglaciación andina que promueve la formación de lagunas glaciares “colgadas”, las cuales en algunas ocasiones han producido alu-viones de graves consecuencias.

• Los procesos de desertificación: deforestación, erosión, drenaje de hu-medales, ampliación de la frontera agrícola y sobrepastoreo, aludidos en páginas anteriores.

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La vulnerabilidad

Capítu lo 2

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CAPíTuLo 2 LA VuLnERAbILIDADSin apartarme del asunto de Lisboa, admita usted por ejemplo que la Naturaleza no construye veinte mil edificaciones de seis o siete pisos [en Lisboa] y que si los habitantes de esa gran ciudad hubieran estado más equitativamente distribuidos y menos hacinados los daños hubieran sido mucho menores y quizás, insignifi-cantes.

Jean Rousseau1

Millones de endebles viviendas situadas cerca de cauces de ríos, en laderas de montaña o en zonas de alta actividad sísmica exponen a sus habitantes a desas-tres que podrían ser evitados. Seis de cada diez grandes ciudades están localiza-das a lo largo de fallas sísmicas.

Margareta Wahlstrom2

1 Briones Gamboa, Fernando, La complejidad del riesgo: breve análisis transversal .Revista de la Univer-sidad de Colón N º 20, San José, Costa Rica, 2007

2 Wahlstrom, Margareta, representante especial de ISDR, con motivo del Día de la Reducción de Desastres, octubre 2010.

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21. La vulnerabilidadPara algunos economistas los grupos vulnerables son los de extrema pobreza y en el análisis de las condiciones de salud se hace usualmente referencia a grupos o personas vulnerables, en tanto tienen mayor probabilidad de contraer deter-minadas enfermedades.

Si bien la pobreza extrema y la salud son aspectos determinantes a ser considera-dos en el análisis de la vulnerabilidad frente a los desastres, existen otros aspectos que pueden tener similar importancia, como es el caso de la ubicación de las perso-nas en áreas inundables, la falta de conocimiento sobre los riesgos y medidas para reducirlos, o la limitada capacidad y recursos para afrontar los desastres.

La vulnerabilidad puede estar referida a una persona, un grupo de personas o la sociedad en su conjunto; pero lo que caracteriza el concepto de vulnerabili-dad utilizado para el análisis de los riesgos de desastre es que la vulnerabilidad está en función a una o varias amenazas de ocurrencia de fenómenos poten-cialmente destructivos.

La vulnerabilidad puede ser vista o analizada como proceso y como situación.

En el primer caso la vulnerabilidad es el proceso social que determina o aumenta la exposición de las personas y sus bienes ante las amenazas o peligros de ocurrencia de fenómenos destructores y, por tanto, es necesario analizar los procesos históri-cos y estructurales que determinan las condiciones de vulnerabilidad.

En el segundo caso la vulnerabilidad ha sido entendida como un conjunto de condiciones de las personas y sus bienes que los hacen más sensibles y expuestas a las amenazas o peligros y por tanto el énfasis estará puesto en las condiciones de inseguridad en un momento dado.

Una versión reciente asocia la vulnerabilidad con la fragilidad, la exposición y la resi-liencia. La primera referida a la debilidad de las personas y bienes frente a una amenaza de desastre, la segunda referida a la capacidad para afrontar el riesgo y recuperarse del desastre.

Gisela Gellert distingue dos tipos de vulnerabilidad: la diferencial y la progresiva

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R i e s g o s y d e s a r r o l l o

o acumulada. La primera corresponde a los procesos de segregación y diferen-ciación que caracteriza a las ciudades pero también a la reconstrucción o reubi-cación de las ciudades después de un desastre.

De hecho, en las siguientes líneas enfatizamos en la vulnerabilidad como proceso al referirnos a la perspectiva histórica global que nos permite recordar la impor-tancia de los cambios en la población y la innovación científica y tecnológica; la dimensión histórico-estructural de la vulnerabilidad más referida al Perú; el modelo de progresión de la vulnerabilidad y el análisis de la vulnerabilidad en tanto situación.

2. La vulnerabilidad como proceso La vulnerabilidad es altamente cambiable debido a que depende de las relaciones entre las personas e instituciones con su entorno, la que está condicionada por dinámicas sociales, como las migraciones o la implementación de las políticas públicas, y por las estructuras sociales y de poder existentes.

La vulnerabilidad de una comunidad cambia continuamente con las fluctuacio-nes de la población, la construcción de nuevas viviendas, carreteras, instalaciones industriales y otras infraestructuras.

Algunos autores encontraron que la vulnerabilidad estaba asociada con la mar-ginalidad y la dependencia, por lo que la redefinieron como “el grado en que factores sociales y económicos inciden en la capacidad de la población y las so-ciedades para absorber o recuperarse ante el impacto de un desastre”.

Pusieron como ejemplo la gran diferencia existente entre las pérdidas causadas por los desastres en países ricos respecto a los países pobres; posteriormente, a través de estudios de caso, demostraron cómo los procesos socioeconómicos y políticos determinaban que gran parte de la población rural y urbana de Amé-rica Latina vivía en un estado más o menos permanente de vulnerabilidad ante diferentes amenazas.

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2.1. La progresión de la vulnerabilidadBlaickie y Cannon (1994) propusieron un “modelo de presión y liberación” de la vulnerabilidad. Su propuesta apelaba a comprender la vulnerabilidad por medio de tres ejes o caracteres que nos han permitido precisar y organizar mejor los aspectos claves de la vulnerabilidad en las sociedades y que posibilitan un nexo de gran utilidad con el paradigma del desarrollo sostenible: las causas de fondo, las dinámicas sociales y las condiciones inseguras.

Esquema de la progresión de la vulnerabilidad

2.1.1. Las causas de fondo

Son causas subyacentes o factores generales de condición previa, algunas de ca-rácter estructural, como es el caso de la distribución de los recursos naturales en el territorio, la relación entre el hombre y el medioambiente y la implementación y evolución de los diferentes modelos de desarrollo socioeconómico.

La distribución territorial de los recursos naturales, combinada con las relaciones de producción predominantes, incidirá en la concentración de las inversiones, principalmente agropecuarias y extractivas, en la ubicación de los asentamientos humanos y en articulaciones socioeconómicas sin tener necesariamente en cuen-ta peligros o amenazas.

Causas de Fondo

•Distribución de recursos Naturales y productivos

• Sistema social, económico y político• Población•Ocupación territorial•Derechos•Cultura•Centralismo

Acceso de los grupos vulnerables a las estructuras de poder y a los recursos

Presiones dinámicas

Migración y Urbanización

Contaminación y pérdida de recursos por dinámicas productivas.

Debilidad o deterioro institucional

Políticas públicas

Mercados locales

Impacto de desastres anteriores

Cambios científicos y tecnológicos

Condiciones inseguras

Precariedad de construcciones

Ubicaciones peligrosas

Servicios y estructuras deficitarias

Déficits de Salud y nutrición

Inseguridad alimentaria

Medios de subsistencia limitados y en riesgo

Limitada organización

Carencia de mecanismos de concertación y participación

Limitada Conciencia del Riesgo

Poco acceso a la información

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R i e s g o s y d e s a r r o l l o

Las diversas formas y distribución de propiedad inciden en la pobreza y el acceso limitado de los grupos vulnerables a las estructuras de poder, pues determinan mecanismos que excluyen de las condiciones de seguridad y los hacen más ex-puestos a las amenazas.

Los pobres son más vulnerables a los desastres porque ven limitado su acceso a terrenos y viviendas seguras, a la información y la educación y, en general, a los recursos para prevenir, prepararse para enfrentar emergencias o para recuperarse de ellas. Sus precarias condiciones de vida, la ocupación de espacios marginales y vulnerables, el limitado acceso a los servicios básicos, las deficientes condicio-nes de salud, la insuficiente calidad y el deterioro de las viviendas, entre otros, constituyen problemas característicos de la pobreza y que explican por qué las víctimas habituales de los desastres son los pobres, tanto del sector rural como del urbano.

Los campesinos más pobres están más expuestos a la variabilidad climática por-que carecen de sistemas de almacenamiento y riego, o estos son precarios. La falta de acceso a la información y a las decisiones (en particular los indígenas, las mujeres, los niños, los minusválidos y sus familias) los hace más vulnerables.

Sin embargo, en algunos casos los pobres logran contrarrestar tales factores me-diante el fortalecimiento de sus capacidades organizativas comunitarias, orien-tando parte de sus esfuerzos a la reducción de riesgos.

Otra causa de fondo de singular importancia es la vigencia o no de las tradi-ciones de reciprocidad en las comunidades andinas y migrantes radicados en la costa, hecho que es determinante en su capacidad para afrontar los fenómenos y circunstancias adversas.

Las causas de fondo interactúan entre sí para incidir en el desencadenamiento de procesos dinámicos como la migración o el desarrollo urbano y en las condicio-nes inseguras de las personas y sus bienes.

2.1.2. Las presiones dinámicas

Son procesos o tendencias que determinan cambios significativos en las socieda-des que inciden fuertemente en la ubicación y las condiciones de las personas y bienes, haciéndolas más o menos expuestas a los desastres.

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2

Las presiones dinámicas más significativas son las ejercidas por el crecimiento poblacional, las migraciones, las dinámicas de crecimiento urbano, los grandes proyectos de desarrollo, la ampliación de la frontera agrícola, el deterioro am-biental, el limitado desarrollo institucional, el impacto acumulativo de los desas-tres, algunas políticas públicas y las dinámicas interregionales.

2.1.2.1. La presión demográfica

Las dinámicas de crecimiento de la población y la consiguiente estructura de edades inciden en la vulnerabilidad.

De un lado, la mayor presencia de personas que dependen de otros (niños pequeños, ancianos) incrementará el número de personas más vulnerables, de otro, el creci-miento poblacional devendrá en una mayor presión en la ocupación del territorio.

Las dinámicas poblacionales al determinar la estructura de edades futuras pue-den permitir identificar la demanda futura de servicios de salud y seguridad en las personas.

2.1.2.2. Las migraciones

Han devenido en cambios sustantivos en la distribución de la población de los países. Las migraciones han estado influidas por la falta de acceso de los campe-sinos a la tierra, la infertilidad de los suelos y la pobreza agravada por las sequías y otros fenómenos climáticos extremos; han estado también asociadas al despla-zamiento derivado de la violencia social y política.

En algunos casos las migraciones tienen un carácter temporal y en otros son de carácter definitivo, aunque generalmente constituyen mecanismos de sobre-vivencia y de ascenso social frente a la baja de la productividad o a la limitada demanda de mano de obra en las comunidades de origen; y ante las mayores posibilidades que ofrecen las ciudades para la educación y el empleo.

Las migraciones pueden hacer más vulnerables a las familias si conllevan su separación pero contradictoriamente pueden devenir en mejores condiciones económicas y por tanto mejor capacidad para recuperarse frente a los desastres.

Los grandes proyectos públicos y privados determinan la concentración tem-poral o definitiva de las poblaciones y, en algunos casos, el crecimiento de las ciudades sobre terrenos inseguros.

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2.1.2.3. Las dinámicas de crecimiento de las ciudades

Hasta mediados del siglo pasado las ciudades eran muy pequeñas comparadas con las actuales, las viviendas no ocupaban necesariamente los cauces, como ocurrirá posteriormente, y los ríos contaban con defensas naturales que desaparecerán con el crecimiento posterior de tales ciudades; desde entonces, la relación entre el creci-miento poblacional y el número de personas vulnerables está determinada signifi-cativamente por las dinámicas migratorias del campo a la ciudad y por la diversidad de actividades productivas y extractivas en nuestros países.

Las dinámicas de crecimiento de las ciudades y la concentración de la población en determinadas regiones ha generado la ocupación progresiva de las zonas y terrenos más propensos a amplificar o ser afectados por sismos, huaycos, inun-daciones, erupciones volcánicas y deslizamientos.

Mientras que en la ciudad el crecimiento y concentración de la población masi-fica y agrava las condiciones de riesgo, en el campo la dispersión y la exclusión contribuye a un deterioro aún mayor de las condiciones de vida y de la capacidad productiva. Tanto en la ciudad como en el campo los problemas de empleo y pobreza son determinantes en la vulnerabilidad, pero también, como ya se ha señalado, los modelos de desarrollo y la ideología dominante.

Los ejemplos siguientes referidos a dos de las principales ciudades de Argentina revelan los problemas de ubicación generados por las dinámicas de crecimiento, especulación y exclusión urbana.

a. Durante el siglo XX la ciudad de Mendoza creció sin tomar ciertas pre-cauciones que sí, en cambio, fueron tenidas en cuenta cuando se realizó la reconstrucción después del terremoto de 1861. Aquel diseño urbano que se aplicó en la reconstrucción tenía una plaza central (actualmente Plaza Independencia que ocupa cuatro manzanas) y cuatro plazas más pequeñas (Italia, España, San Martín y Chile), de una manzana cada una. Se brin-daban así amplios espacios para el refugio de las personas en caso de te-rremoto. Las avenidas procuraban dejar suficiente espacio entre fachadas para que, si los edificios se desplomaban, no aplastaran a la gente que ya había abandonado su casa. Sin embargo el diseño urbano de la reconstruc-ción tampoco había contemplado otro lado oscuro de los proyectos de inversión ya que se favoreció la especulación inmobiliaria. Peor aún desde el punto de vista urbano: en la llamada “ciudad vieja” la gente seguía fabri-

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cando los adobes con tierra de la calle, que ahora tenía en algunos sectores hasta un metro por debajo de la calzada.

b. En Buenos Aires, en la zona de Villa Crespo, entre 1880 y 1910 se instala-ron importantes industrias de calzado, curtidos, tejidos y metalúrgicas que utilizaban el arroyo como desagüe. Las orillas se fueron poblando, convir-tiéndose en una zona de casitas humildes a partir de los años veinte en que los obreros pudieron comprar terrenos, siendo estos los más baratos, dado su potencial inundable.

2.1.2.4. El deterioro ambiental

La contaminación de las aguas subterráneas se da en los centros poblados debido a la carencia o deficiencia de los sistemas de eliminación de excretas; además la deficiencia de los sistemas de tratamiento de agua en los centros poblados rurales y el deterioro de los sistemas de agua y desagüe urbanos de-terminan el agravamiento de las condiciones ambientales ante la ocurrencia de un fenómeno destructor.

La concentración de desechos sólidos y las actividades de reciclaje informal en torno a ellos, determinan focos contaminantes que se fortifican con los desechos.

2.1.2.5. La recurrencia e impacto de los desastres

Desastres anteriores constituyen una presión importante en las condiciones de vulnerabilidad, en particular la acumulación de pequeños desastres que, en el caso de las familias campesinas, van mermando los activos productivos. La in-suficiencia de los procesos de recuperación y reconstrucción en las familias más pobres afectadas por desastres suele devenir en una mayor precariedad de las construcciones y servicios básicos.

2.1.2.6. Las políticas públicas

Pueden contribuir a incrementar la vulnerabilidad cuando a) no contribuyen a la reducción de la pobreza o devienen en su incremento; b) no favorecen el acceso de los más vulnerables a servicios sostenibles de salud, educación y seguridad; c) no tienen en cuenta en los planes y proyectos de desarrollo los riesgos existentes o que se puedan generar; d) no planifican y controlan adecuadamente el uso del

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territorio; e) no supervisan la calidad de los procesos constructivos; y f) no fa-vorecen el fortalecimiento de las capacidades regionales y locales al suplantarlas en la toma de decisiones.

2.1.3. Las condiciones inseguras

Las condiciones inseguras constituyen la expresión concreta de la vulnerabilidad respecto a determinadas amenazas. Se trata de condiciones cambiantes en plazos relativamente breves en la medida en que pueden modificarse bajo la influencia de las presiones dinámicas o simplemente por el comportamiento de las perso-nas y las comunidades. Entre estas destacamos:

2.1.3.1. La ubicación y desprotección de los asentamientos

La ubicación de las poblaciones en relación con los cauces y las zonas bajas y en relación con las laderas y taludes inestables, constituyen condiciones de insegu-ridad, al igual que la inexistencia de medidas de protección.

Si los suelos son sueltos o húmedos, las ondas sísmicas se incrementan signifi-cativamente, por lo que resulta necesario el construir en terrenos que no tengan estas características.

2.1.3.2. La calidad de las construcciones

La calidad de las construcciones está asociada con la normatividad; las deficien-cias en el diseño y construcción y el deterioro de las construcciones.

La normatividad de los procesos constructivos ha ido cambiando en la medida en que se ha ido conociendo mejor la resistencia de las construcciones en los eventos destructivos. Así, por ejemplo, los terremotos de Kobe en Japón y el de Ciudad de México devienen en lecciones que han sido incorporadas en la normativa de tales países pero no necesariamente en todos los países. Uno de los retos más graves y que explica la destrucción de muchos edificios es el hecho de que la normatividad puede ser actualizada pero resulta muy complicado el aplicarla en edificaciones antiguas.

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Las deficiencias en los procesos constructivos tienen también como causa la limitada aplicabilidad de las normas existentes, dado el predominio de la infor-malidad de tales procesos; las deficiencias en los procesos de control municipal; los errores de diseño; y la corrupción que puede reflejar la mala calidad de las mezclas y materiales utilizados.

El deterioro de las construcciones está muchas veces asociado con el humede-cimiento de las estructuras y es consecuencia del deterioro o insuficiente reno-vación de la infraestructura y de los servicios básicos. Es el caso del deterioro o mal uso de canales de riego o drenaje, el deterioro de las tuberías e instalaciones de agua y desagüe y de las redes de electricidad.

2.1.3.3. Ubicación y precariedad de infraestructura agropecuaria

La sensibilidad de la infraestructura productiva o su grado de exposición frente a las amenazas determinan la inseguridad alimentaria, en particular ante las ame-nazas de sequías y el friaje.

La dependencia de la actividad productiva a la variabilidad climática; la menor o mayor precariedad de la infraestructura productiva o la carencia o insuficiencia de sistemas de almacenamiento y riego adecuados; y la frecuente ocupación de las fajas marginales por los campesinos pobres, constituyen junto con la preca-riedad de la vivienda, las principales condiciones de inseguridad en el campo.

Las poblaciones de mayor pobreza intentaron durante los últimos decenios habi-litar tierras de cultivo, a costa de la depredación de las fajas marginales forestadas de los cauces principales de los ríos y los deltas de los riachuelos y micro-cuen-cas, generando asentamientos de alta vulnerabilidad.

2.1.3.4. La fragilidad y exposición económica

El mayor o menor acceso a los mercados y bienes, la disponibilidad de recursos del Estado para invertir en la prevención o atención de emergencias, la estabili-dad de los precios, las dinámicas de crecimiento.

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2.1.3.5. La falta de acceso a los servicios básicos y el deterioro del entorno ambiental

La carencia de servicios básicos o la precariedad de los mismos, constituyen condiciones de inseguridad en la medida en que se hacen más necesarios en caso de desastre.

Estos servicios suelen ser más necesarios ante la ocurrencia de fenómenos des-tructivos pero también afectarse o interrumpirse por tales fenómenos. La caren-cia de fuentes alternativas de agua y energía constituye también una condición de inseguridad de las familias ante la amenaza de desastres.

Las condiciones ambientales constituyen una dimensión importante de la vulne-rabilidad en la medida en que pueden determinar la mayor o menor exposición de la salud de las familias ante los desastres. En particular son relevantes la dispo-nibilidad, la calidad y la seguridad de los servicios de agua, desagüe y de limpieza pública, pues su interrupción o afectación es determinante para el incremento de enfermedades y epidemias.

2.1.3.6. Déficit de salud y nutrición

La precariedad de las condiciones de salud y nutrición determinan una menor resistencia de las personas frente al impacto directo o indirecto de los desastres.

La salud se ve afectada tanto por los cambios de clima como por los cambios en la calidad de vida que se producen con las migraciones temporales y definitivas.

2.1.3.7. Las condiciones de género y generación

Referidos a las características y condiciones físicas de las personas asociadas con su edad, género o discapacidad. Los niños, ancianos y personas con discapaci-dad pueden estar más expuestos dadas sus condiciones físicas. Las mujeres y los niños pueden estar más expuestos si no tienen acceso a la información o las decisiones, ante la amenaza de desastres.

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2.1.3.8. Acceso limitado a la información y educación

La desinformación acerca de los riesgos existentes y las medidas para reducir el impacto de los desastres puede ser determinante en la seguridad de las personas. La desinformación, la carencia de responsabilidad ciudadana, el asistencialismo, la ausencia de horizontes de desarrollo y progreso, el predominio de actitudes autoritarias, la exacerbación del individualismo, entre otros, determinan una vul-nerabilidad en su dimensión cultural.

El maltrato y el abandono contra los niños suele aumentar a consecuencia de las tensiones intrafamiliares derivadas del impacto de los desastres en las fami-lias más vulnerables. La falta de acceso a la educación de los niños más pobres constituye un problema que tiende a agravarse con los desastres, tanto por el empobrecimiento de las familias que favorece la deserción escolar y la repitencia, como por la afectación de la infraestructura escolar.

El analfabetismo, el limitado acceso a la educación de calidad y la insuficiencia de contenidos educativos que contribuyan al conocimiento de los riesgos y meca-nismos de mitigación influyen fuertemente en la vulnerabilidad de las personas.

2.1.3.9. Las condiciones laborales

En la medida en que limitan el acceso a un ingreso estable y, por tanto, limitan la capacidad de protegerse y recuperarse frente a los desastres. Asimismo, las condiciones de los centros de trabajo y la falta de protección de los niños y ado-lescentes trabajadores constituyen factor de inseguridad ante los desastres.

2.1.3.10. Las condiciones de acceso territorial

Las distancias en relación a las ciudades principales, los medios de transporte y comunicación y la “capacidad de convertirse en problema” para los centros de poder nacional.

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2.1.3.11. La debilidad organizativa e institucional

La debilidad de las instituciones puede ser un factor que incida en la vulnerabi-lidad como ocurre en el caso de algunos gobiernos locales e instituciones que carecen de los recursos humanos y materiales adecuados para poder manejar los riesgos o responder a las emergencias. La carencia de redes sociales y liderazgos pueden ser determinantes en la vul-nerabilidad en la medida en que limitan la capacidad de afrontar los riesgos y situaciones de desastre.

El grado de descentralización de las decisiones y fortaleza de las instancias loca-les, así como la representatividad y la autonomía de las instituciones, son factores claves para que la vulnerabilidad pueda ser mayor o menor

2.1.3.12. Los deficientes sistemas de seguridad y protección social

La falta de acceso o cobertura con relación a los servicios de salud y seguridad hace más vulnerable a las personas. En el Perú, la cobertura de los servicios de salud y seguridad social es aún muy deficitaria; solo recientemente se han dado algunas normas destinadas a asegurar los cultivos en las zonas más pobres.

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23. La vulnerabilidad como situaciónLa vulnerabilidad como situación que en buena parte está referida a las ya aludi-das “condiciones de inseguridad” (véase cap. 2.1.3.) ha sido analizada a partir del aporte de diversos investigadores.

De acuerdo con Brearley (1982), existen grupos humanos más vulnerables con menos capacidades para reducir el desenlace negativo del peligro y más suscep-tibles de ser víctimas de un daño significativo como son los casos de la niñez, la adolescencia y la juventud.

Theys (1987) identifica nueve características de la vulnerabilidad: dependencia di-recta e indirecta, opacidad (falta de visión global del sistema), inseguridad, fragili-dad, ingobernabilidad, centralización, potencialidad de pérdida y frágil resistencia.

Ratick(1994) trata la vulnerabilidad a través de varios temas: exposición, resisten-cia, resiliencia, recuperación, aprendizaje y adaptación.

Wilches-Chaux definió la vulnerabilidad como la incapacidad de una comunidad para ‘absorber’, mediante el autoajuste, los efectos de un determinado cambio en su medio ambiente, o sea, la ‘inflexibilidad’ o incapacidad para adaptarse a ese cambio.

Relevó, asimismo, los aspectos físicos, económicos, sociales, políticos, culturales y ambientales a tener en cuenta en el análisis de la vulnerabilidad; ello ha sido de mucha utilidad para la comprensión de su carácter multidimensional, pero en contraste ha existido una tendencia equívoca a enfatizar sobre diversos aspectos separadamente sin tener en cuenta su interacción.

Si bien muchas personas e instituciones señalan la existencia de las “vulnerabi-lidades”, resulta más apropiado hablar de dimensiones de la vulnerabilidad para no perder de vista la necesidad de un análisis integral de la misma. Este análisis debería considerar la vulnerabilidad como proceso y como situación, aunque por razones prácticas resulte más conveniente referirse a las condiciones inseguras en los casos de evaluaciones con fines de responder a las emergencias, y contar con el análisis integrado de los procesos para estudios de mayor profundidad.

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3.1. El modelo de acceso

En 1996 Blaickie propuso el modelo de acceso que explora las barreras y canales que posibilitan el acceso de las familias a activos y recursos, a lo largo del tiempo y que pueden conducir a procesos de acumulación y desacumulación.

En este modelo se consideran activos humanos (número de personas en condi-ciones de trabajar en una familia y su nivel de educación y salud), productivos fa-miliares (vivienda, tierras, equipos, animales, utensilios domésticos), productivos comunales(tierra, agua y otros recursos de la comunidad), demandas (sobre otras familias, el Estado, la comunidad) y reservas (dinero, alimentos). La capacidad de convertir reservas en activos, la dependencia sobre un medio de vida y el acceso a redes familiares y sociales determinarán la vulnerabilidad.

El modelo de acceso resultaba un instrumento clave para analizar la vulnerabili-dad comunitaria.

3.2. Los límites en la cuantificación y comparación de la vulnerabilidadEn razón de que es muy dinámica y depende de muchos factores que son poco susceptibles de ser priorizados entre sí, la vulnerabilidad resulta muy difícil de medir y sobre todo de comparar.

La crítica a la vulnerabilidad como un valor objetivo fue hecha por la sociología norteamericana al definir que un desastre solo ocurre cuando los daños causa-dos por un evento destructor exceden la capacidad de resistencia y recuperación de una determinada población. Esto significa que la vulnerabilidad no puede ser definida sin hacer referencia a la capacidad de la población para absorber, responder y recuperarse del evento: un nivel de destrucción que podría ser ab-sorbido sin problemas por un país grande podría ser catastrófico para una isla pequeña; la pérdida de una vaca puede ser desastrosa para un campesino pobre e insignificante para una gran empresa ganadera.

Ya en los años 50 del siglo XX, Gilbert White se centra en la percepción social de las amenazas y como dichas percepciones influían en las decisiones tomadas por las personas para mejorar la seguridad de su medioambiente. Sus trabajos enfatizaron en el hecho que los desastres tienen causas humanas y no solo natura-

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les y que las personas y sociedades expuestas a las amenazas no son homogéneas y tienen comportamientos diferenciados ante los riesgos que enfrentan; por lo tanto, la vulnerabilidad es un valor de carácter social, que no puede reducirse al grado de pérdida ante una amenaza.

De otro lado, resulta muy difícil el ponerse de acuerdo sobre la mayor vulnerabi-lidad sísmica de Chimbote respecto a Lima pues la ubicación de la población de Chimbote sobre terrenos de mala calidad puede determinar la destrucción masi-va de las viviendas pero la concentración de poblaciones limeñas en los tugurios puede causar un efecto similar.

Tampoco resulta fácil ponerse de acuerdo acerca de la mayor o menor vulne-rabilidad en ámbitos tan distintos como el urbano y el rural; por ejemplo, la de los pobladores de Lima con respecto a los campesinos de las zonas altoandinas. Ello en la medida en que en Lima existe una población muy grande de personas expuestas a los desastres pero su grado de exposición es diferente a la de los campesinos ante una severa sequía o una helada.

Si bien algunos autores han pretendido medir y estimar la vulnerabilidad, a nues-tro juicio solo es posible estimar uno o algunos de los aspectos de la vulnera-bilidad. Por ejemplo, la población expuesta a las amenazas en el mundo y en la región andina.

Consecuentemente no será posible cuantificar los riesgos sino algunos aspectos de tales amenazas, en particular los enfocados a las personas y sus bienes.

3.3. Las estadísticas de la vulnerabilidad

En el mundo, entre 1970 y 2010, el promedio de personas expuestas cada año a inundaciones aumentó en un 114% (de 32,5 a 69,4 millones al año). También creció el número de personas que viven en zonas propensas a ciclones, hecho que refleja el atractivo de las costas tropicales tanto para el turismo como para el desa-rrollo económico y urbano en general. La exposición física global a ciclones tropi-cales aumentó en un 192% entre 1970 y 2010, es decir, prácticamente se triplicó3.

3 Banco Mundial. Natural hazards, unnatural disasters: the economics of effective prevention, Estados Uni-dos, 2010, p.22.

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En la región andina se estima que del total de la población de Bolivia, Colombia, Ecuador y el Perú, que en su conjunto suma alrededor de 100 millones, están expuestos a amenaza sísmica alta y media aproximadamente 75,8 millones de personas; a susceptibilidad alta y media a movimientos en masa, 34 millones; a sequías, casi 17 millones; a heladas y a inundaciones, cerca de 14 millones a cada fenómeno; 4 millones de personas viven junto a volcanes o en las zonas que podrían ser afectadas por los flujos de lodo que pueden desencadenar las erupciones.

De acuerdo con el Atlas de los países andinos, más de 13 millones de personas están expuestas a inundaciones. Del total de las personas expuestas a las inundaciones, un 40% habita en el Perú, 38% en Colombia, 18% en Ecuador y 4% en Bolivia.

225 000 kilómetros cuadrados de tierras agrícolas de la Región Andina están ex-puestas a las inundaciones. De esta superficie, 56.000 km 2 pertenecen a territorio boliviano, 120 000 al colombiano, 14 000 al ecuatoriano y 35 000 al peruano.

335 000 kilómetros cuadrados de áreas agropecuarias en la región andina están expuestos a las heladas, de esta superficie el 55% corresponde al Perú; 28% a Bolivia; 10% a Colombia y 7% a Ecuador.

59 millones de habitantes de los países de la CAN residen en zonas de amenaza sísmica alta, principalmente en el Perú y Colombia, mientras otras cuatro millo-nes de personas están expuestas a las erupciones de unos 60 volcanes activos en esta subregión sudamericana.

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24. La vulnerabilidad en una perspectiva histórica globalAlgunos procesos globales claves que han incidido en los cambios en las con-diciones de vulnerabilidad son el incremento de la producción agropecuaria, las dinámicas poblacionales; la innovación científica y tecnológica; la evolución del transporte y de las comunicaciones, lo que analizamos en las siguientes líneas.

4.1. El incremento de la producción agropecuaria

Con anterioridad a la revolución industrial, la base tecnológica y material de la producción agrícola en Europa apenas era suficiente para las necesidades de sub-sistencia de la mayoría de los hogares, incluso en años de buenas cosechas. Las variaciones climáticas como veranos más fríos y más húmedos solían producir rendimientos más bajos y pérdida de cultivos, que se reflejaban rápidamente en grandes aumentos en la mortalidad y reducciones en las tasas de matrimonios y nacimientos.

La productividad agrícola aumentó entre un 60 y un 65% aproximadamente entre los siglos XIII y XIX , pero Europa seguía sufriendo constantemente ham-brunas devastadoras. Francia, por ejemplo, padeció 89 grandes hambrunas entre los siglos X y XVIII y centenares de hambrunas localizadas4.

Las limitaciones tecnológicas hacían que fuera imposible transportar grandes cantidades de alimentos y energía a lugares alejados, y por tanto la mayoría de los centros urbanos dependían de las tierras circundantes para el abastecimiento de comida y leña, lo cual no solo limitaba su crecimiento sino que los hacía tan vulnerables como las zonas rurales a los déficits de producción agrícola.

4 Braudel, 1979, citado en Naciones Unidas, Global Assessment Report on Disaster Risk Reduction (GAR), 2011, p. 13

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Las pérdidas de cosechas de cereales asociadas a la variabilidad climática tenían un enorme impacto demográfico. Se estima que la población de Francia se redu-jo en 1,3 millones de personas en 1693 -1694, tras varios años de veranos fríos y húmedos que hicieron estragos en la producción de cereales. En el siglo siguien-te, 196 días de lluvias entre diciembre de 1769 y noviembre de 1770 tuvieron un efecto igualmente catastrófico. El número de nacimientos en la Francia rural descendió de 896 000 en 1769 a 829 000 en 1771, el número de matrimonios se redujo de 232 000 a 175 000, y se produjeron al menos 100 000 muertes relacio-nadas con hambrunas5.

A partir de la segunda mitad del siglo XVIII el riesgo de hambruna disminuyó gracias a la industrialización y urbanización de Europa. Entre 1772 y 1775, por ejemplo, las importaciones de cereales en Gran Bretaña se multiplicaron por un factor de 26, lo que contrarrestó el impacto de los déficits locales en la producción.

El año 1816 fue el “año sin verano” en el hemisferio norte. El 10 de abril de 1815 entró en erupción el volcán Tambora en Indonesia, lo que causó un verano frío en Europa que provocó pérdidas en la producción de cereales comparables con las de anteriores crisis. Sin embargo, el impacto demográfico en Francia, en pleno proceso de industrialización, fue mínimo si se compara con el de 1693-1694 o el de 1770-1771. En Francia en 1817 hubo “solo” 18 500 muertes más que en 1816 o 1818.En cambio, el aumento de la mortalidad en regiones menos industrializadas de Europa pudo alcanzar hasta el 40%6.

4.2. El desarrollo científico y tecnológico y la vulnerabilidad

Un aspecto poco considerado en el análisis de la vulnerabilidad fue la evolución y el acceso a la innovación tecnológica. Sin embargo, los cambios científicos y tecnológicos influyeron e influyen significativamente en la variación de la vul-nerabilidad, en particular los referidos al transporte, las comunicaciones, la pro-ducción agropecuaria, la medicina, el consumo familiar y más recientemente los sistemas de información geográfica.

5 Le Roy Ladurie, 2006 citado en Naciones Unidas, Global Assessment Report on Disaster Risk Re-duction (GAR), 2011, p. 13

6 Ibídem

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A mediados del siglo XVIII, en Inglaterra comenzaron una serie de transforma-ciones que hoy conocemos como la Revolución Industrial, dentro de las cuales se generaron nuevas condiciones de riesgo principalmente al separar la produc-ción en el hogar. El taller familiar es remplazado por la fábrica y los ferrocarriles y barcos a vapor hacían posible el transporte de personas y mercancías. Si bien los grandes inventos de entonces mejoraron los procesos productivos, también generaron nuevos requerimientos de seguridad, en las fábricas y en los hogares. La Segunda Revolución Industrial fue la segunda fase de la Revolución Indus-trial, cuando el capitalismo maduró definitivamente como sistema económico y estableció sus “pilares fundamentales”, fue un proceso de innovaciones tec-nológicas, científicas, sociales y económicas nunca antes vistas. Su comienzo suele fijarse entre 1850 y 1870, momento en el cual se empieza a observar el surgimiento de nuevas y mejoradas técnicas de producción, y una nueva clase de industrias, como la industria química, eléctrica o la automovilística. Además de empezar a darse la industrialización en países como Alemania, Rusia, Japón, Estados Unidos. El final de esta revolución suele fijarse en 1914, año en que comenzó la Primera Guerra Mundial.

Nuevas invenciones revolucionaron y caracterizaron este periodo: la aparición del motor de combustión interna, el desarrollo del aeroplano y el automóvil y su correspondiente comercialización, además de la producción en masa de bienes de consumo, la refrigeración mecánica o la invención del teléfono o la radio ca-racterizaron esta revolución y sus años posteriores. Con ello se tuvo al alcance medios que antes no existían, pero que hoy resultan indispensables para afrontar situaciones de desastres y su ausencia anterior explica el mayor número de vícti-mas en los desastres.

4.3. Las innovaciones en la salud e higiene

Las innovaciones en el campo de la salud y el mejoramiento de los métodos de higiene han contribuido a reducir la vulnerabilidad; el siglo que acaba de culminar ha sido testigo de la aparición de los antibióticos y de la espectacular reducción del número de víctimas causadas por enfermedades infecciosas que devenían en epidemias letales durante los desastres; a pesar de ello la pobreza, principalmente rural, evidencia cómo el acceso a tales innovaciones en el campo de la salud sigue siendo restringido para millones de personas.

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El éter (anestésico) comenzó a ser utilizado como anestesia para las operaciones quirúrgicas, hecho que fue paralelo a la práctica de una cirugía más avanzada. Ro-bert Koch (1843-1910) descubrió los bacilos que producen la tuberculosis y el có-lera. Por otra parte, la difteria fue atacada con la aplicación del suero antidiftérico. El francés Louis Pasteur (1822-1895) ideó un proceso de conservación de los alimentos al descubrir que la fermentación era producida por bacterias y que al exponer dichos alimentos a altas temperaturas estas morían. Por otra parte, los estudios de Pasteur permitieron el descubrimiento de la vacuna antirrábica.

4.4. La evolución del transporte público

Las poblaciones de las ciudades prehispánicas estaban seriamente restringidas en su capacidad de llegar a zonas distantes por su sustento, ya que todo se transpor-taba sobre la espalda de seres humanos.

Los cambios tecnológicos en los medios de transporte han sido y son deter-minantes para los cambios en la vulnerabilidad; de un lado los avances en los medios de transporte al reducir el tiempo necesario para el desplazamiento de las personas y bienes posibilitan a las personas para que pueden hacer uso de estos a una mayor distancia entre sus viviendas y trabajos, y una mayor accesibilidad a mercados cada vez más distantes; de otro lado los avances en los medios de transporte posibilitan una cada vez más rápida atención a los desastres al permi-tir el flujo de la ayuda humanitaria desde lugares muy lejanos.

El transporte urbano evolucionó originalmente del coche de caballos al metro y el tranvía; para después hacerlo hacia los automóviles y buses. Este desarrollo respondió a una mayor expansión de las ciudades y, por tanto, la ocupación de espacios diferenciables según el tipo de suelo o su susceptibilidad frente a deter-minadas amenazas.

El transporte marítimo se da inicialmente con la navegación a vapor. Se crean las líneas transnacionales que facilitan el comercio a través de los puertos entre las ciudades y los países.

En Europa la mayoría de las comunidades afligidas por la hambruna mu-rieron aisladas hasta que llegó el ferrocarril que surge en Gran Bretaña en 1825 para conectar unas minas inglesas con el puerto más cercano a ellas. En pocos años se expande rápidamente: llega a Francia en 1828, a EE.UU. en

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1829 y a España en 1848. En la década siguiente llega al Perú y el 15 de enero de 1871 se da una primera ley que autoriza un enorme plan de endeudamiento para la construcción de ferrocarriles para vincular las ciudades con los puertos.

La evolución de los medios de transporte no fue sin embargo uniforme. Tamayo Herrera nos describe tal evolución para el caso del Cuzco.

El camino andino era un ancho río de recuas de mulas, las famosas “tucu-manas” con sus “madrinas” y sus esquilas; de piaras de gráciles llamas que se adentraban interminables hacia Huamanga. Luego de cruzar los “ríos profundos”: el Pampas, el Pachachaca, el Apurímac, llegaban al Cuzco y se internaban en el valle alto del Vilcanota hasta sus nacientes para perderse en el altiplano, bordeando el lago hasta encontrar Potosí, el gran mercado del Cuzco en la Colonia, y llegar trabajosamente a Buenos Aires, después de semanas y días.

Este gran camino que animaba la economía del Cuzco y vitalizaba su re-gión sufre en el siglo XIX un cambio radical, la vía marítima, gracias a una nueva tecnología remplaza a la terrestre tradicional; pues no en vano el siglo XIX es la centuria del hierro y del vapor[…] Como en el “camino del azogue y de la plata” pierde importancia, a partir de la Independencia se “produce una ruptura de los equilibrios interregionales establecidos du-rante varios siglos” señala Pablo Macera7. Los caminos estaban tan descuidados que en 1863 se empleaba veinticinco días para ir de Cuzco a Pisco[…] Un viaje a Lima por Chala o Islay con-lleva semanas de incertidumbres y peligros; y para volver a comunicarse el correo apenas existe; la posta hace siete días entre Cuzco y Ayacucho en 1888 en “un mulo aderezado de rojo, con esquila y un indio que lo arrea tocando su antara”.

El viaje de Lima a Nueva York se hace en menos tiempo y con la cuarta parte de incomodidades de un viaje de Lima a la altiva pero aislada ciudad de la sierra8.

En el siglo XX lo que revoluciona los medios de transporte es la aviación, aunque sus primeros experimentos se vivieron en el siglo XIX. La aviación constituye un

7 Tamayo Herrera, Jose, Historia regional del Cusco republicano, Lima, 2010, pp. 43 y 44

8 Ibídem, p. 45

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medio de transporte masivo y de carga rápida en caso de desastre, que facilita in-mensamente la ayuda entre países y regiones apartadas. En 1920 se organizaron en Europa y América Latina las primeras líneas aéreas (KLM y Avianca); en el Perú, recién en 1928 empezó a funcionar la primera línea aérea y eso solo en la costa (Faucett). Hacia 1937 se estableció el primer servicio de pasajeros y carga con los aviones Cóndor, aeronaves de carga de propiedad boliviana.

En la medida en que se cuenta con tales medios de transporte, la vulnerabilidad frente a los desastres ha tenido reducciones drásticas por las posibilidades de acce-so a alimentos de otros lugares, el acceso a tecnologías e insumos para mejorar los procesos constructivos y la posibilidad de contar con mecanismos de ayuda rápida ante los desastres.

4.5. La evolución de las comunicaciones y la informáticaLos avances en las comunicaciones también fueron claves al permitir una rápida información y por lo tanto la respuesta a las emergencias en países que carecían de medios para ello.

Con el crecimiento de los estados modernos europeos se estableció el correo como servicio público.

Con el telégrafo instalado inicialmente en 1844 solamente se necesitaba la apli-cación de la electricidad (ondas electromagnéticas) para comunicarse. Samuel Morse crea un lenguaje binario –formado por 40 señales que corresponden a los signos necesarios para la buena comunicación- con el cual se podían llegar a transmitir 30 palabras por minuto.

Para conectar continentes se perfeccionó el cable submarino siendo el primero usado con éxito en 1851, y que unió a través del Canal de la Mancha a Francia con Inglaterra. En 1866 se conectaron Europa y EEUU, y a partir de 1879 todas las metrópolis podían conectarse con todas sus colonias.

Un ejemplo del impacto del telégrafo en el manejo de los desastres se tiene en los casos de las erupciones volcánicas sucedidas en 1815 y 1883. Las noticias, que habían tardado varios meses en llegar al mundo exterior desde Tambora en 1815, en 1883 llevaron al Krakatoa a los titulares del periódico norteamericano Boston

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Globe al cabo de cuatro horas. Objetivamente se habían acortado las distancias pues ya no se dependía de los lentos transportes para estar informados.

Sin embargo, los cables del telégrafo podían ser cortados por las lluvias o el viento. En 1889 se produjo la destrucción de una inmensa represa ubicada a 22 kilómetros aguas arriba, entonces la represa más grande del mundo; los habi-tantes de Johnstown (Pensilvania) no pudieron ser avisados pues los cables del telégrafo habían sido cortados por los cien días de lluvia e inundaciones que le precedieron.

La implantación del teléfono inventado por Graham Bell en 1876 fue más rápida en EEUU que en Europa. A finales de 1880 se crearon las líneas interestatales: la primera fue París-Bruselas en 1887.

El vertiginoso avance de la telefonía móvil, de la informática y de la Internet en estos últimos 10 años constituye sin duda un instrumento que contribuye a la reducción de la vulnerabilidad, en la medida en que permite el acceso inmediato a la información y una mayor acumulación de conocimientos sobre los riesgos.

La información sobre las amenazas de ocurrencia de los fenómenos destructivos resulta cada vez más accesible en la Internet y va alcanzando una gran precisión gracias a las imágenes satelitales, y a la capacidad de memoria de las computa-doras. Hoy en día es más factible pronosticar la ocurrencia de fenómenos climá-ticos extremos, hacer un mejor uso de recursos naturales aplicando tecnologías apropiadas y prevenir epidemias o contrarrestarlas.

El desarrollo e integración de los sistemas de información y comunicación posi-bilitan la existencia y el desarrollo de sistemas de alerta temprana pero lamenta-blemente, muchos de ellos no son accesibles a las poblaciones de mayor pobreza.

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4.6. La evolución de las tecnologías constructivas El desarrollo de las tecnologías constructivas ha permitido construcciones más seguras frente a las amenazas, sin embargo, millones de personas carecen de acceso a tales tecnologías.

La innovación en los procesos constructivos no ha seguido una dirección lineal. En muchas regiones del mundo se construye con procedimientos aprehendidos oralmente y con materiales existentes en el entorno local.

En varios países de América Latina las construcciones rurales hacen uso de tecnologías ancestrales inspiradas por la supervivencia de las construcciones del pasado.

Las construcciones de concreto han experimentado también cambios a partir de las experiencias de sismos destructivos. Tales cambios aseguran usualmente las nuevas construcciones pero no así las menos recientes que resultan más vul-nerables frente a los sismos. La experiencia del terremoto en Kobe y en México resultan muy relevantes para la actualización de los códigos constructivos pero también para contar con estrategias de reforzamiento de edificios antiguos, que fue la causa principal de la destrucción en Kobe.

4.7. Los procesos demográficos

A lo largo de su historia, la población humana estuvo creciendo a ritmos muy lentos, con largos periodos de estancamiento e incluso decreciendo en muchos intervalos.

Un periodo de crecimiento sostenido estuvo asociado con la Revolución Agríco-la (en torno de los 500 a.C.), para luego retomar una expansión lenta y oscilante hasta la Revolución Industrial en el siglo XVIII. La tasa anual de crecimiento es-tuvo levemente debajo del 0,5% durante el siglo XVIII, alcanzando los primeros mil millones de habitantes al inicio del siglo XIX).

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El ritmo de crecimiento aumentó levemente y se mantuvo en torno del 0,5% durante el siglo XIX, llegando a dos mil millones en 1927, estos segundos mil millones se acumularon en 127 años.

En poco más de 11 años entre 1987 y 1999 se sumaron mil millones. Los si-guientes mil millones se sumaron 12 años después, de tal forma que el 31 de octubre del 2011 la población mundial llegó a 7 mil millones de habitantes. La tasa de crecimiento es hoy 1,1%y se proyecta en 0,4 al 2050.

En 1900 el 10% de la población del planeta habitaba en las ciudades, de las cuales solo 16 tenían una población superior al millón de habitantes. Actualmente 326 ciu-dades superan el millón de habitantes y 14 tienen más de 10 millones de habitantes.

Los picos máximos de crecimiento y de urbanización se registraron en América Latina más temprano que en otras regiones. Las más altas tasas de crecimiento de la región, del orden de 2,76% anual, se registraron entre los años 1960-65; y duplicaron la población en 25 años.

En América Latina se registraron también tasas de crecimiento urbano superio-res a 4% entre 1950 y 1970, y superiores a 3% hasta 1985; con tasas de este orden el tiempo de duplicación es apenas de 17 años

Las altas tasas de crecimiento demográfico de América Latina y el Caribe en la segunda mitad del siglo XX fueron el resultado de una alta fecundidad, y en se-gundo lugar la reducción del nivel de mortalidad que revela en parte los avances en la reducción de la vulnerabilidad.

Este proceso de transición de niveles altos de fecundidad y mortalidad hacia niveles más bajos en ambas variables, se produjo en espacios de tiempo relativa-mente reducidos y a un ritmo muy rápido.

El número medio de hijos por mujer para la región estuvo en torno de 6 entre 1960-65, y varios países registraron una media de más de siete hijos por mujer. Hacia el 2010 el número medio de hijos por mujer estaba en torno de 2,2 y con-tinuará decreciendo para alcanzar el nivel de reemplazo en torno de 2020.

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Aunque la tasa de fecundidad continuara descendiendo por debajo del reempla-zo hasta 2050, la población total seguirá creciendo, para superar los 750 millones hacia el 2050. Esto significa más de 160 millones de personas adicionales en la región entre hoy y el 20509.

El crecimiento demográfico futuro en el mundo y en América Latina va a estar centrado en las ciudades. A diferencia de las tendencias pasadas en que el creci-miento urbano estaba sustentado en la migración del campo a la ciudad, actual-mente depende más de la reproducción natural de los habitantes de las ciudades.

4.9. El “orden” mundial y la vulnerabilidad

Si bien hemos encontrado pocos estudios que analicen las implicancias de las re-laciones internacionales para la vulnerabilidad, resulta evidente que las relaciones de dependencia y dominación constituyen un factor poderoso en el conjunto del comportamiento social y por tanto inciden en la vulnerabilidad.

Entre los estudios que hacen referencia a la relación entre el colonialismo y la vulnerabilidad destaca el de Mike Davis acerca de las hambrunas del siglo XIX.

A partir de 1870, las naciones más avanzadas se lanzan casi a la vez a anexionarse el mundo entero (salvo el continente americano). Los años siguientes son de per-manencia en los territorios colonizados principalmente por Inglaterra y Francia y escenarios en los que las vidas de millones de personas están más expuestas a los desastres, en particular los asociados con las sequías, a los que hace alusión Davis.

Al analizar las hambrunas en el siglo XIX, Davis concluye que las hambrunas no fueron culpa de la naturaleza, sino de los factores sociales y económicos re-lacionados: enfatizó cómo el colonialismo y el capitalismo en la India Británica, China, Brasil, Etiopía, Corea, Vietnam, las Filipinas y la isla de Nueva Caledonia, incrementaron la pobreza y el hambre del campesinado, y cómo las políticas económicas exacerbaron la hambruna desencadenada en el contexto de los FEN de los años 1876-1879, 1896-1897 y 1899-1902.Si bien el clima extremo jugó cierto papel, la causa principal fue la apropiación y la integración colonial o neocolonial de regiones como Brasil, China e India en el

9 ONU Habitat, Vinculos entre las dinámicas demográficas, los procesos de urbanización y los riesgos de desas-tres: Una visión regional de America Latina, 2012, p. 25

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mercado mundial y en la división internacional del trabajo, lo cual sometió a los trabajadores pobres y a los nativos a hambrunas y enfermedades en una escala impensable décadas atrás como consecuencia del régimen de explotación. La relación diferenciada entre los que generan las condiciones de vulnerabilidad de quienes sufren el impacto de los desastres aparece nítidamente en su análisis, en contraste con la mera diferenciación entre ricos y pobres vulnerables que resulta tan frecuente.

Actualmente las tendencias globalizadoras con sus implicancias en el control y manejo de las tecnologías, en los mercados y en la toma de decisiones, cons-tituyen aspectos de una potencial incidencia en la vulnerabilidad del Estado y la ciudadanía.

Tres son las aproximaciones importantes que hemos encontrado en esta direc-ción y que tratamos en otros capítulos.

La creciente incidencia del Cambio Climático y en general de la gran industria en el medioambiente, que tiene implicancias en la vulnerabilidad social y ambiental de las poblaciones frente a los desastres.

La escenificación del riesgo que analiza el sociólogo Ulrich Beck y que consiste en la distorsión en la visión de los riesgos objetivos a fin de generar compor-tamientos que justifiquen la imposición de políticas autoritarias o en beneficio de los grandes poderes económicos; así, los riesgos derivados del Cambio Cli-mático, de las crisis económicas y del terrorismo internacional, constituyen las escenificaciones más relevantes. Él advierte acerca de la escenificación del riesgo por la creciente influencia de los monopolios asociados al poder político en las decisiones ante las crisis generadas por los desastres. Todo lo anterior tiene implicancias directas para la vulnerabilidad de las perso-nas, pues generan distorsiones en el comportamiento tanto de los grupos vulne-rables y afectados como en el destino de la ayuda humanitaria en caso de desastre en beneficio de intereses privados.

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5. La vulnerabilidad en el PerúLa vulnerabilidad en el Perú comprende, entre otros aspectos relevantes, su dimen-sión histórico-estructural y factores dinámicos como el crecimiento demográfico.

5.1. La dimensión histórico-estructural de la vulnerabilidad en el Perú

Durante el periodo prehispánico los centros poblados tenían más opciones de ubi-carse en zonas donde no se presentaban huaycos, deslizamientos o inundaciones.

A la llegada de los españoles se forman centros poblados en zonas que serán afectadas, por lo que tal ubicación será puesta en cuestión:

La conquista y la fundación españolas de las ciudades en la Costa peruana, cons-tituyen procesos de búsqueda de condiciones apropiadas para un asentamiento definitivo. La ciudad de Piura, por ejemplo, anduvo errante hasta el 20 de se-tiembre de 1588, fecha en que se asentó en forma definitiva; las condiciones climáticas, los sismos e inundaciones, así como el acecho de los piratas en las costas, fueron determinantes para los cambios de ubicación de la ciudad que fue formalmente fundada tres veces.

En la colonia la concentración poblacional en la Sierra estará más relacionada con la expansión de las actividades mineras y con la articulación vial orientada hacia la exportación. La ubicación de las principales ciudades de la Costa (que es donde ocurren con más frecuencia los sismos e inundaciones) se corresponden con la ubicación cercana de los valles y puertos, siendo por ello más expuestas.

Las relaciones de dominación existentes posibilitarán que el costo de los daños causados por los desastres en las propiedades españolas y criollas sean transferi-dos a la población indígena mediante el trabajo forzado y los tributos.

A partir de mediados del siglo XIX hay un reconocimiento de la vulnerabilidad de los sistemas productivos hegemónicos frente a las amenazas derivadas de la variabilidad climática extrema: encontramos entonces una mayor preocupación

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por los efectos de las variaciones climáticas (como el FEN), en la producción del guano y la vulnerabilidad de la agricultura para la exportación.

A lo largo de los años se abandonó la costumbre precolombina de localizar los asentamientos en filas prolongadas en las cumbres de los cerros, ubicándolos en terrenos más planos, junto a los ríos. También se hizo a un lado la dispersión de-mográfica y comenzó un proceso de aglomeración, primero con las reducciones para la población indígena en la época colonial, luego agravado por el proceso de urbanización de ciudades secundarias en la República.

Las ciudades, con su diseño en forma de tablero de ajedrez, se caracterizaban por las calles estrechas y las casas contiguas, muchas de ellas con dos pisos, cosa que pocas casas en el mundo indígena tenían. Se cambió el uso de paredes delgadas y bajas por otras más gruesas y altas, y se abandonó la práctica de “amarrar” los muros entre sí.

Aunque se continuaba usando muchos de los materiales de construcción del mundo incaico, como la piedra y el adobe, también se introducía la teja de cerá-mica en lugar de paja para los techos. Finalmente, la explotación de la población local, primero a manos de los españoles y luego de las élites republicanas, ter-minó con la capacidad local para enfrentarse con un desastre que se mantenía gracias a la institución de las qollqas (almacenes del estado) en el imperio incaico.

De esta manera, durante los siglos XVII y XVIII cada FEN impactará sobre condiciones de vulnerabilidad diferentes y por tanto afectará de manera diferen-ciada a los distintos sectores sociales; el de 1578 combinó la mayor vulnerabili-dad de la población por la ubicación de las ciudades y la virtual inexistencia de la asistencia médica, con el sometimiento forzoso de la población al trabajo y los tributos coloniales; el de 1728 en Piura reveló los problemas de titulación entre las comunidades y constituyó un precursor de recurrentes conflictos de titula-ción y posesión de terrenos que de forma explícita u oculta estarán presentes en los desastres.

Entre el siglo XVIII y las primeras décadas del siglo XIX la magnitud de las po-blaciones constituye un referente de la importancia de las haciendas de entonces y de la concentración de poblaciones expuestas a distintas amenazas. De otro lado, la menor restricción en la movilidad de la población como respuesta a las inundaciones posibilitó el auge y la decadencia de ciudades y pueblos.

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En 1891 y 1925 la preocupación del Estado se centró en la vulnerabilidad de los cultivos de la caña y el algodón ante las amenazas de inundaciones asocia-das con el FEN. Los desbordes de los ríos, el ensanchamiento de sus cauces, la erosión de tierras, las averías de los canales, la destrucción y daños en las tomas y el arenamiento de las acequias constituyeron los hechos determinantes en la afectación de la infraestructura de riego. La protección de las plantaciones constituía entonces la prioridad sobre la pro-tección de las poblaciones que no ocupaban necesariamente los cauces como ocurrirá posteriormente y los ríos contaban con defensas naturales que desapa-recerán con el posterior crecimiento y concentración poblacional.

La débil presencia del Estado no podrá hacer frente a los graves problemas de salud pública que se presentarán en el campo a consecuencia de la destrucción de las viviendas y de las epidemias, entonces incontrolables.

La vulnerabilidad en 1925 se hará extensiva a los mercados financieros, como señalaría José Carlos Mariátegui:

En el discurso de 1925 por otra parte, ha sido la naturaleza_no la teoría_la que nos ha revelado la poca consistencia del azúcar y del algodón, como bases de una economía. Ha bastado que llueva extraordinariamente para que la vida eco-nómica del país se resienta. Una serie de cosas, que mucha gente se había acos-tumbrado ya a mirar como adquisiciones definitivas del progreso peruano, han resultado dependientes del precio del azúcar y el algodón en los mercados de New York y Londres10.

El modelo liberal imperante se reflejó incluso en la respuesta ante los desastres derivados de la presencia del FEN en 1925. En contraste con la débil respues-ta e incluso la ausencia gubernamental, se produjo en el país una importante respuesta local. La defensa de las principales ciudades y localidades se hizo de forma voluntaria, principalmente en Chiclayo. En el campo bajo el liderazgo de los hacendados, los asalariados agrícolas tuvieron una participación activa en la protección de fundos y haciendas. Los hacendados invirtieron más en las defen-sas de las haciendas que el gobierno en la defensa de las ciudades.

10 Mariátegui, José Carlos, Peruanicemos al Perú, 1970, p. 66

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Si los más apremiantes problemas de la salubridad de la costa, eran el de la bu-bónica y el paludismo, entonces resulta excepcionalmente grave esta resistencia del latifundio a cooperar con las autoridades sanitarias en la protección eficaz de la salud de los trabajadores. Poco se avanza con extirpar la peste de las ciudades, mientras subsisten sus focos rurales. Parece que las apariciones violentas de la bubónica en los centros urbanos de la costa se debían, generalmente, a enfermos provenientes del campo.

Oliver Smith ha analizado las causas de fondo previas al terremoto de 1970 en el Perú. En la medida en que se fue pasando de un modelo socioeconómico exclusivamente centrado en enclaves destinados a las exportaciones de materias primas a otro que implicaba un crecimiento del mercado interno y una articu-lación mayor de los procesos productivos, se produjeron cambios sustantivos en la distribución de la población en regiones donde es mayor la posibilidad de ocurrencia de fenómenos potencialmente destructivos.

El auge pesquero de los años 40 permitió que la dominación costeña continua-ra, estimulando el crecimiento de una aldea de pescadores de 4 000 pobladores llamada Chimbote a convertirse en una ciudad de más de 200 000 habitantes en 30 años.

Las condiciones de inseguridad se expresan en la forma y la práctica de asen-tamiento de poblaciones, el diseño urbano basado en el modelo colonial y los materiales de adobe y las técnicas de construcción. De hecho, la inseguridad que representan estos factores se debe directamente a la erosión de adaptaciones indígenas de la época precolombina11, la pérdida de alguna de estas adaptaciones a lo largo de los años resultó en el altísimo grado de destrucción y mortandad causadas por el terremoto de 1970, principalmente en Áncash.

En un contexto de grave deterioro de la economía como el de 1982-83, la vul-nerabilidad de la sociedad frente a la sequía y las inundaciones asociadas al Fe-nómeno El Niño, incluyó a las variables macroeconómicas. En contraste, la ca-pacidad organizativa de la población que no había sido tan erosionada por la ideología individualista como en las décadas posteriores, constituyó entonces un factor clave para mitigar los efectos de los desastres.

11 Oliver-Smith en Lugo, José e Inbar, Moshe, Desastres Naturales en América Latina, Fondo de Cultura Económica, México, 2002

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En los años 90 las políticas de ajuste estructural y de implementación del modelo neoliberal devinieron en el debilitamiento o sustitución de las organizaciones gremiales y territoriales, la virtual desaparición de la planificación del desarrollo, la ausencia de créditos promocionales en el agro, la disminución de la inversión pública en el manejo ambiental y de cuencas, y el deterioro de las condiciones de vida de la población, en particular en lo relativo a la salud y la vivienda; todo ello constituyó parte del costo social de las políticas de limitación del gasto público.

De esta manera, si desde una perspectiva macroeconómica la sociedad peruana presentaba menor vulnerabilidad en 1998 que en 1983, la economía familiar de la mayoría de la población estaba lejos de una recuperación similar y por tanto afrontaba los efectos del FEN 1997-1998 en condiciones más adversas, salvo en lo relativo a cierta infraestructura y servicios donde los progresos son visibles (carreteras, teléfonos, electricidad). Entre el año 2000 y el año 2007 la economía peruana tuvo un crecimiento sos-tenido equivalente al 8,3 % anual. En contraste, la incidencia de la pobreza al-canzaba al 44,7% de la población. En el área rural la pobreza ascendía al 69%.

5.2. Las dinámicas de crecimiento demográfico en el Perú

El Perú experimentó una transición demográfica durante el siglo XX: su pobla-ción pasó de 7 023 111 en 1940 a 22 639 443 habitantes en 1993 al crecer a tasas entre 2% a 2,8% durante dicho lapso. El factor crucial del crecimiento pobla-cional fue la caída de la mortalidad. En particular, la tasa de mortalidad infantil presentó una tendencia hacia la baja, de 158 defunciones por cada mil nacidos vivos a mitad del siglo pasado, a 45/1000 hacia el año 2000.

La evolución de las cifras recientes de crecimiento demográfico obedece princi-palmente a los cambios en materia de natalidad, influidos fundamentalmente por el descenso en la fecundidad de las últimas décadas. La Tasa Global de Fecundi-dad (TGF) ha venido descendiendo desde fines de los años 1960, de 6,85 hijos/mujer a 3 hijos/mujer en el año 2000.

Pese a que la cantidad de hijos por mujer disminuyó, la mayor cantidad de per-sonas en edad reproductiva, resultante de la explosión demográfica que se dio

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entre 1960 y 1980, determina que la población seguirá creciendo en términos absolutos hasta la tercera década de este siglo.

En los 67 años comprendidos en el periodo intercensal de 1940 y 2007, la po-blación total censada creció 4,4 veces, la población urbana creció 9,5 veces y la población rural ha crecido en 1,6 veces. La población censada en 2007 en los centros urbanos ascendía a 20 810 288 habitantes, lo que representa el 75,9% de la población nacional. La población censada en los poblados rurales fue de 6 601 869 personas, es decir el 24,1% de la población empadronada.

En cifras absolutas, la población del área urbana continúa aumentando, pero su ve-locidad de crecimiento viene decreciendo desde mediados de la década del 60. Entre los censos de 1961 y 1972, el crecimiento de la población urbana fue de 5,7% por año. Este ritmo disminuyó a 3,8% anual en el período intercensal 1972 -1981. En esos mismos períodos la población del área rural ha decrecido a un ritmo de 3,4% y 2,8% anual, respectivamente.

Según proyecciones del INEI, el Perú albergará a 33,7 millones de habitantes en el año 2020 y la población podría estabilizarse en alrededor de 35 millones, hacia el año 2025.

Las dinámicas de concentración de las poblaciones determinará un crecimien-to de las principales ciudades de la Costa; Lima tendrá siete u ocho veces más población que cualquier otra ciudad del país, Trujillo (con riesgos sísmicos y de huaycos en contextos El Niño) y el Callao (con alto riesgo ante sismos y tsuna-mis). También Arequipa (con alto riesgo sísmico, eventualmente volcánico y de inundaciones por torrenteras), tenderá a sobrepasar el millón de habitantes, lo que, de no existir mecanismos de control, consolidarán los procesos de ocupa-ción de terrenos en riesgo y la precariedad de los procesos constructivos.

5.3. Migración y vulnerabilidad en el Perú

Hasta fines de los años 60 las migraciones tenían como destino principal Lima donde se concentraban las inversiones y la infraestructura social y productiva; desde los años 70, con la ampliación del mercado y la inversión interna hacia otras regiones costeñas las migraciones tienden a tener como destino las ciu-dades de la costa; en la gran mayoría de los casos la ocupación de los espacios corresponde a la iniciativa privada y a la ocupación espontánea de terrenos y solo eventualmente a la ocupación estatal.

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La ampliación de la frontera agrícola se ha venido derivando en el Perú, tanto de la puesta en marcha de grandes proyectos de irrigación en la costa como de las migraciones hacia la selva norte, favorecidas por el progresivo acceso vial.

En el caso de la Amazonia, la migración rural se ha orientado al acceso a eco-sistemas; frágiles, expuestos a amenazas asociadas a la variabilidad climática que hacen vulnerables a las familias y sus medios de vida: asimismo, la agricultura migratoria constituye una práctica masiva de los colonos que deriva en la des-trucción del bosque para el desarrollo temporal de actividades agropecuarias pero finalmente implica el abandono de extensos territorios.

La apertura de la carretera marginal de la sselva en los años 70 determinó la migración hacia el departamento de San Martín y la ocupación de áreas de des-lizamientos e inundaciones.

El desarrollo de la industria pesquera y metalúrgica determinó el crecimiento de la ciudad de Chimbote y con ello la ocupación de terrenos inundables y menos apropiados ante las amenazas sísmicas.

En la Costa la ampliación de la frontera agrícola está relacionada con las grandes obras de irrigación, que dependen principalmente de sistemas de almacenamiento de aguas provenientes de las precipitaciones de la sierra o del retroceso de los glaciares.

5.4. La ocupación del territorio

En la franja costera, que representa el 7,5% del territorio nacional, vive el 54,6% de peruanos; en la Sierra que representa el 30,5% del territorio, vive el 32%; y en la Selva la mayor región natural del Perú en cuanto a extensión, que representa el 62% del territorio, tan solo vive el 13,4%.

5.5. Las dinámicas interregionalesLa interacción entre las regiones limítrofes combinada con los procesos migrato-rios resulta también clave, dadas sus implicancias en la ocupación del territorio.

Un caso relevante lo tenemos en la región central del Perú, la interrelación entre los departamentos considerados de mayor pobreza, como lo son Ayacucho y Huancavelica y que son limítrofes con el departamento de mayor dinamismo económico: Ica.

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Los procesos migratorios desde Ayacucho y Huancavelica se han intensificado a lo largo de los años debido, entre otros factores, a las sequías que afectaron tales regiones, a la crisis económica y a la violencia política, y a la posibilidad de acceder o diversificar opciones económicas, como se vio a mediados de los años 90 con la minería artesanal en Nazca y también en el departamento de Ica con la agroexportación y la industria textil.

El incremento de la población en Ica determina nuevas dinámicas de expansión y crecimiento urbanos y de localización de asentamientos rurales en una de las regiones de mayor actividad sísmica del país, como lo evidencian los terremotos más recientes de 1996 (Nazca, Palpa e Ica) y 2007(Chincha, Pisco, Ica); y de ma-yores antecedentes de inundaciones de la ciudad, la más reciente en 1998 durante el FEN).

A pesar de la situación descrita, se ha carecido de políticas de vivienda dejando a la libre iniciativa de la población (sin orientación técnica) y los especuladores urbanos (de terrenos y de materiales con graves deficiencias) la ocupación de terrenos y los procesos constructivos.

5.6. Vulnerabilidad por ubicaciónLa ausencia de precipitaciones intensas y el menor impacto del FEN de 1982-83 en Trujillo, Chimbote, Lima e Ica han estimulado la creencia popular de que nunca llueve, favoreciendo la ocupación de espacios de mayor riesgo y la ausen-cia de políticas preventivas.

En el caso de las ciudades, el crecimiento poblacional y la demanda de terrenos cada vez más escasos, han favorecido una dinámica de ocupación de los espacios que compromete aquellos de mayor riesgo.

Si antes los terrenos en riesgo correspondían casi exclusivamente a los margina-les, a aquellos desechados por el mercado, hoy en día son cada vez más los terre-nos recientemente urbanizados los que se encuentran en riesgo frente a huaycos, inundaciones o deslizamientos.

La ubicación de viviendas y asentamientos en zonas de alto riesgo se da tanto a través de las “invasiones” u ocupaciones informales, como a través de procesos de urbanización que formalmente debieron cumplir con los requisitos de seguri-

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dad mínima y, por tanto, y sobre todo en las últimas décadas, debieron tener en cuenta la zonificación de riesgo existente en la mayoría de las ciudades del país. La vulnerabilidad está condicionada también por las limitaciones de los gobier-nos locales para hacer respetar las medidas de zonificación existentes.

Los ejemplos siguientes referidos a distintas regiones y ciudades del Perú refieren a los problemas de ubicación generados por las dinámicas de creci-miento urbano:

a. Todo el eje del desarrollo urbano en la parte Este de Lima Metropolitana ha tenido lugar en el fondo del valle del Rímac, aprovechando justamente las terrazas fluviales y los conos aluviónicos. La ciudad de Chosica, por ejemplo, está atravesada por nueve quebradas, que se pueden activar al mismo tiempo. En la parte alta de la cuenca, los huaycos ocurren en la mayoría de las quebradas, casi todos los años.

b. La ocupación del arenal de Villa el Salvador, en especial la zona de Lomo de Corvina, muestra una situación de ocupación de zonas de alta vulnera-bilidad debido a la fragilidad del terreno

c. Por su mala ubicación los centros poblados de Matucana (debido a las quebradas de Paihua y Chucumayo), Surco (debido a las quebradas Chaca-maza, Cuchimachay y Matala), San Mateo (debido a la quebrada Huarca) y Tornamesa y Corcona (debido al río Rímac) sufren desastres de pequeña magnitud todos los años.

d. La ciudad de Sullana tenía en 1940 22 mil habitantes; en 1981, 112.770 habitantes. En 40 años la ciudad había crecido 6 veces. Después de las lluvias de 1925 la ciudad estaba organizada para la evacuación pluvial de la quebrada de Cieneguillo; pero ya en los años 60 la quebrada estaba ocu-pada por el mercado central, el estadio e importantes centros escolares, constituyéndose en el eje urbano de Sullana12.

e. Solo en el distrito de Piura, ubicado en la margen derecha del río del mis-mo nombre, se tienen 40 cuencas ciegas que afectan principalmente a los

12 Lama, Cesar, “¿Cómo reconstruir hoy Sullana?” en Propuestas para el desarrollo, ANC Nº3, Lima.

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asentamientos humanos13. Los asentamientos más pobres están ubicados en las zonas de mayor riesgo como es el caso de la Laguna Azul, pero también algunas urbanizaciones de clase media como Ignacio Merino.

f. En la zona periférica de Trujillo, al no registrar la memoria colectiva los efectos del pasado, se han instalado asentamientos en los cauces de los “ríos secos” El Milagro, León y San Idelfonso. Hacia fines de la década pasada solo en el sector de Río Seco en el distrito El Porvenir, más de 5 000 familias migrantes de la zona andina habitaban un cauce cerrado.

g. En Chimbote las zonas de alto riesgo se ubican en el actual distrito de Nuevo Chimbote; son los asentamientos humanos frecuentemente inun-dados por un sistema de canales de riego que los atraviesa y desde 1970 por el río Lacramarca que fuera desviado de su curso.

h. El caso de Ica graficado en los siguientes párrafos, refleja tanto el conoci-miento de los técnicos como de los pobladores más humildes con respec-to al incremento de los riesgos a través de los procesos de urbanización:

Hasta hace tres décadas, dos canales o aliviaderos corrían paralelos al le-cho del río: los cauces de la Poruma por el poniente y de la Toledo por el oriente. Las inundaciones se prevenían rompiendo los bordes del río para que inundara la margen izquierda. Hoy estos aliviaderos ya no existen. Viviendas y asentamientos humanos ocupan su lugar. Las calles han relle-nado diques y compuertas14.

i. En su reciente publicación titulada Alto a los desastres, Julio Kuroiwa desta-ca los casos de Tambo de Mora en Chincha y de Pisco.

La localidad de Tambo de Mora, situada sobre una franja litoral y una zona pantanosa, está calificada como un sector muy peligroso, sobre todo porque el suelo, que consta principalmente de arena fina y limo, tiene la napa freática (el nivel del agua subterránea) muy cerca de la superficie. Estaba vaticinado que, en caso de sismo, este suelo se licuaría con el agua y las viviendas. Así ocurrió. El sismo de 2007 confirmó el pronóstico: el

13 CTAR-Región Grau, Evaluación de Daños – Fenómeno El Niño, Piura, 1998, p.14.

14 Tomado de: http://www.inei.gob.pe/biblioineipub/bancopub/Est/Lib0270/sub12.HTM

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movimiento licuó los suelos y las construcciones se hundieron. La falta de previsión en la ubicación del poblado convirtió un fenómeno natural intenso en un desastre, que pudo evitarse15.

j. La ubicación de los centros poblados en relación con las lagunas y cauces aluviónicos en la Cordillera Blanca representan, sin duda, casos extremos de vulnerabilidad dados los antecedentes de letalidad de los desastres, el retroceso de los glaciares que desestabilizan las paredes de los nevados, y la insuficiencia de medidas de monitoreo y control de las lagunas colgantes, en particular las de reciente formación.

5.7. La fragilidad de las construcciones En el Perú las construcciones rurales actuales son predominantemente de adobe en la sierra y de quincha en la costa; en el primer caso porque protege de la va-riabilidad climática extrema y en el segundo porque se hace uso de los materiales locales y la construcción resulta más resistente ante los sismos.

Los techos con aleros insuficientes, la mala cimentación y la mala calidad del material constituyeron las características más comunes de las construcciones y responden al escaso o nulo apoyo técnico de las viviendas, particularmente las rurales.

Héctor Gallegos advierte acerca del adobe:

Por desgracia, muchas casas en el Perú entre el 40% y el 50% han sido mal construidas con adobe y, además, carecen del más elemental mantenimiento16.

Mientras que en departamentos costeños ubicados más al sur las construcciones con techos planos y sin sistemas de protección son más generalizadas, la exis-tencia de un régimen de lluvias más intenso en la costa norte y el impacto más frecuente de los FEN sobre las viviendas, se refleja en las características de las construcciones, en particular la canalización y drenaje de los techos.

15 Kuroiwa, Julio, Alto a los desastres, 2011

16 Gallegos, Hector, La Nobleza del Adobe, PUCP, 2002, p. 4

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Por ello es visible en Lambayeque el contraste entre las viviendas más antiguas (protegidas de las lluvias) y las de construcción reciente con techos planos y sin sistemas de protección contra las lluvias.

Una característica más frecuente en ciudades como Chimbote, Lima e Ica son las viviendas precarias de los asentamientos recientes donde predominan las esteras; las viviendas con techos de “torta de barro” o las viviendas inconclusas, que en su mayor parte carecen de protección adecuada frente a las lluvias pues en los procesos de autoconstrucción el vaciado de los techos resulta una de las inver-siones más postergadas por su costo.

La baja calidad de las viviendas responde también al proceso de envejecimiento y tugurización, como ocurre con los tugurios de Lima.

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Riesgo de desastre

Capí tu lo 3

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CAPíTuLo 3. RIEsgo DE DEsAsTRECada año desde la más pérfida jerarquía mundial asistimos a la invención de un nuevo apocalipsis y obnubilados seguimos ese oscuro juego sin detenernos a pensar quiénes se lucran con la imposición de aquellos sombríos artificios. Y en forma particular: ¿quiénes ganan con la propagación de esa epidemia de miedo irradiada en el mundo?

Gonzalo Márquez1

Todos los intentos por establecer patrones de medición de riesgos, como cálcu-los de probabilidad, valores límite, cálculos de costes, etc. fracasan a causa de la inconmensurabilidad de los peligros y por la problemática y subjetiva valoración de las probabilidades de que algo ocurra.

Ulrich Beck2

Aparentemente, las organizaciones benéficas y las organizaciones sin ánimo de lucro -que actúan durante los desastres- estaban violando sus mercados al donar material de construcción en lugar de tener a Home Depot como suministrador por unos honorarios.

Naomi Klein3

1 Tomado de: http://gonzalomarquezcristo.blogspot.com/2006/10/la-industria-del-apocalip-sis.html

2 Beck, Ulrich, La Sociedad del Riesgo Global, 2002, p. 136

3 Klein, Naomi, La doctrina del shock, 2008, p. 544

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1. Los riesgos de desastreEl riesgo, o la probabilidad de pérdidas y perjuicios sociales, psíquicos, económi-cos o ambientales como consecuencia de un desastre, depende de la combina-ción entre la posibilidad de ocurrencia de un fenómeno destructor y el grado de exposición y debilidad de las personas y sus bienes ante tal fenómeno.

No se trata solo de pérdidas materiales sino también de afectaciones en la psico-logía, la economía, el medioambiente, el orden social y la perspectiva futura, las que pocas veces son consideradas en las evaluaciones.

El concepto y los análisis del riesgo son herederos de las nociones generadas a partir de la Ilustración y fueron desarrolladas por las ciencias exactas y la econo-mía. Los riesgos, entonces, se calcularon e identificaron con la amenaza.

La estadística y el cálculo de las probabilidades han hecho posible el distinguir el riesgo de el incertidumbre; el primero como “condición en la cual la estima-ción probable de un evento es conocido o conocible”, y el segundo “cuando las probabilidades no se pueden estimar”. Las referencias más antiguas sobre los riesgos se encuentran en el siglo XVII en los seguros y se corresponden con el cálculo de probabilidad de diversos desastres marítimos y las posibles ganancias de las compañías aseguradoras.

Desde el siglo XIX el riesgo es asociado progresivamente con eventos o desen-laces no deseados, lo que prevalece aún hoy en día.

Para Winchester el riesgo es definido como una relación dinámica entre las ame-nazas, vulnerabilidad, pérdidas y daños y estrategias de adaptación. De allí que el riesgo no puede ser un valor objetivo ya que depende de la percepción y valores, así como de la estrategia de adaptación4.

El riesgo está ligado al tiempo, el pasado no implica riesgo, solo el futuro; la noción se asocia a la idea de porvenir sin certeza, siempre presente en las sociedades5.

4 Winchester, 1992, citado en Maskrey, Andrew, Navegando entre brumas: la aplicación de los sistemas de información geográfica al análisis de riesgos en América Latina, Lima, 1998, p. 20

5 Cardona 2001, tomado de: http://www.eumed.net/rev/rucc/20/fbg.htm.

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La incertidumbre ha sido una de las preocupaciones que generan la necesidad de predecir como vía para reducir la especulación y los temores.

Los sistemas económicos y los modelos de desarrollo van a incidir fuertemente en la existencia de riesgos porque influyen fuertemente en la distribución en el territorio de las actividades económicas, la población, y la infraestructura social en general. La interrelación entre riesgo, amenazas, vulnerabilidad y capacidades es graficada en el siguiente cuadro:

Conceptos básicos de la gestión de riesgos

Elaborado en base al libro La Vulnerabilidad, de Terry Cannon

Causas de Fondo

•Distribución de recursos naturales

•Derechos

• Población

•Ocupación territorial

• Pobreza

•Cultura

•Centralismo

•Cambios científicos y tecnológicos

Presiones sobre Magnitud y Frecuencia

•Cambio climático

• Fenómeno El Niño

•Desertificación

•Degradación Ambiental

•Destrucción de bosques

Eventos desencadenantes

• Terremoto• Inundación• Erupción volcánica•Deslizamiento de tierra• Sequía•Aluvión•Accidente tecnológico

Capacidades

Organización, desarrollo institucional, redes, conocimientos,

tecnologías

Presiones dinámicas

•Mitigación y urbanización

• Políticas públicas

• Inversión pública

•Desarrollo institucional

• Impacto de desastres anteriores

Condiciones inseguras

• Precariedad de construcciones

•Ubicación peligrosas

• Servicios y estructuras deficitarias

•Déficit de salud y nutrición

• Inseguridad alimentaria

• Bajos ingresos

• Limitada organización

•Carencia de mecanismos de concertación y participación

• Limitada conciencia del riesgo

• Poco acceso a la informacion

Vulnerabilidad

Amenaza

Riesgos

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3

2. Las capacidades y el riesgoLas evaluaciones de riesgo suelen soslayar la importancia del comportamiento de las instituciones y personas para reducir los riesgos o afrontar las situaciones de desastre. Este comportamiento está determinado por una mayor o menor conciencia de riesgo como se expresa en el siguiente párrafo:

Si todos los demás factores son idénticos, la mortalidad por terremotos, por ejemplo, es más baja en los países que tienen más terremotos, y más alta en aquellos en que ocurren con menos frecuencia. Si no hay terre-motos intensos con frecuencia, los gobiernos tendrán menos incentivos políticos para invertir en la gestión del riesgo de desastres. Si entonces se produce un terremoto de cierta intensidad, la ausencia de inversión redun-da en una mortalidad más alta6.

De otro lado la organización y la solidaridad de las personas resultan deter-minantes para la salvación y protección de los afectados y damnificados. En muchos desastres la respuesta de los vecinos y familias extensivas reduce signifi-cativamente la afectación.

3. Riesgos intensivos y extensivosRecientemente se ha venido diferenciando el riesgo intensivo del extensivo.

En el primer caso se trata de la posibilidad de desastres muy letales y destructi-vos que ocurren con poca frecuencia, y en el segundo, de desastres de mediana o menor intensidad pero que ocurren con mayor frecuencia. Esta distinción y las recomendaciones de Naciones Unidas se orientan a cuestionar la tendencia a analizar solamente los riesgos extensivos, como por ejemplo, un gran desastre sísmico en Lima que no ha sucedido (a pesar del desastre de 1746) y no los desas-tres que tienen mayor probabilidad de ocurrir, aunque no sean tan catastróficos.

Aun en Asia oriental y el Pacífico los riesgos de mortalidad por inundaciones y ciclones están ahora en torno a un tercio de lo que eran en 1980, en relación con el tamaño de la población de esta región, hecho que representa un avance

6 Naciones Unidas, Global Assessment Report on Disaster Risk Reduction, 2011, p. 12

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notable. Los países del sur de Asia han tenido mayores dificultades para reducir los riesgos de mortalidad, pero lo han conseguido en la última década7.

La necesidad de análisis de los riesgos extensivos se sustenta en que a) aunque los desastres extensivos son responsables solamente de una pequeña proporción de la mortalidad representan una proporción muy considerable de los daños en bienes públicos como los centros escolares y de salud y la infraestructura, así como en los medios de vida, las viviendas y los bienes de grupos de ingresos ba-jos; b) el análisis del riesgo extensivo permite tener con más frecuencia en cuenta la variabilidad climática, y los procesos de construcción del riesgo: en la medida en que refleja tales procesos, el riesgo extensivo es también un indicador de nuevos “puntos calientes” de riesgos intensivos. Ello tendría indudables ventajas en tanto se actuaría sobre situaciones reales ganando experiencia y rectificando errores y no sobre presunciones.

4. Dimensiones del riesgo

El riesgo tiene dimensiones temporales y espaciales que deben ser tomadas en cuenta:

La temporalidad del riesgo no solo está en la existencia prolongada o breve del mismo sino en su constante transformación. De allí que podamos diferenciar el riesgo como proceso del riesgo como situación; y que las evaluaciones de riesgo requieren de actualización constante.

La dimensión espacial del riesgo está referida a la existencia de riesgos en los espacios locales, subnacionales, nacionales, regionales, e incluso globales. La existencia de riesgos específicos en los distintos espacios implica una fuerte in-teracción entre estos aunque con una creciente influencia del nivel internacional y nacional sobre los niveles más locales.

La dimensión espacial del riesgo puede estar también referida a la menor ac-cesibilidad de las comunidades a los niveles de decisión o a los servicios. Una comunidad estará en mayor riesgo si no puede tener acceso a las decisiones o a los grupos de poder que las toman. De igual manera, la mayor o menor accesi-bilidad a los servicios de emergencia puede hacer que una comunidad sea más vulnerable y, por tanto, está en mayor riesgo.

7 Naciones Unidas, Global Assessment Report on Disaster Risk Reduction, 2011, p. 22.

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5. Las diferentes perspectivas y sujetos del riesgoLa valorización del riesgo está condicionada por su dimensión objetiva y subjeti-va y el énfasis que se ponga en una u otra, y por la priorización de determinados sujetos de riesgo sobre otros.

Por ejemplo, si nuestra preocupación está referida a un ámbito rural o urbano, a la sociedad en su conjunto, a una región o a un municipio, a uno o varios países, o a grupos específicos (indígenas, mujeres, jóvenes).

Los empresarios valoran los riesgos según el principio de costo-beneficio: el riesgo más importante que hay que evitar es el fracaso del mercado. Las burocracias evalúan los riesgos según definiciones hipotéticas del interés ge-neral y buscan soluciones redistributivas para los mismos. Los movimien-tos sociales miden los riesgos por su potencial catastrófico: persiguen alejar aquellos que puedan comportar una amenaza presente o futura a la calidad de vida.

La imposibilidad de conciliar las distintas valoraciones puede convertirse en un conflicto de poder en la medida en que implica decisiones sobre qué riesgos son aceptables.

5.1. Quienes generan los riesgos no son siempre las víctimas potenciales de los desastres

Un aspecto del riesgo que ha sido soslayado es el de la diferenciación existente entre quienes generan las condiciones de riesgo y quienes son afectados por los riesgos y desastres generados por otros. La separación entre quienes generan los riesgos de los que los viven se da en varias dimensiones:

En el nivel comunitario, como es el caso de las desviaciones de los flujos de los cauces que realizan algunas familias y que afectan a los vecinos aguas abajo.

En el nivel institucional. Las decisiones de las autoridades que pueden generar condiciones de riesgo, por ejemplo, los proyectos de obras.

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Las decisiones y medidas en las cuencas altas o aguas arriba, que afectan a las poblaciones de las cuencas bajas, o las grandes obras de transvase de fuentes de agua de una cuenca a otra.

Las implicancias de decisiones que se generan en un país pueden incrementar las condiciones de riesgo de otro. Es el caso del Cambio Climático y sus efectos en países que contribuyen muy poco a la emisión de GEI.

También algunos fenómenos globales como el de las migraciones internaciona-les inciden en los riesgos o implican mayores recursos para recuperarse en caso de desastre. Por ejemplo, en Manchester trabajan hoy más médicos malawinos que en todo Malawi y en sentido opuesto las remesas en Haití constituyen un recurso clave para la reconstrucción post-sismo.

6. Tipos de riesgo

El riesgo puede estar referido a las personas o a los bienes materiales. En tal sentido, los riesgos pueden ser estimados cualitativamente en lo referido a la posibilidad de un número de personas fallecidas o afectadas, y el número y valor de bienes destruidos o afectados.

Usualmente se consideran riesgos de afectación de personas (muertes, heridos, enfermos) y riesgos de pérdidas valorizables como viviendas, enseres, servicios, infraestructura social y productiva, cosechas, etc.

Sin embargo, tales estimaciones han tendido a soslayar la existencia de un riesgo más social, en tanto las pérdidas potenciales serán cualitativamente mayores para los más pobres que para los que cuentan con mayores recursos.

La pérdida de una vaca es mucho peor para un campesino pobre que para una empresa ganadera. Las pérdidas de bienes en una comunidad muy pobre pueden representar mucho más para dicha comunidad que para otra de mayores ingre-sos. Resulta pues absurdo valorar por igual tales pérdidas, por lo que se sugiere incluir en las evaluaciones de riesgo la dimensión social.

Las pérdidas potenciales serán, pues, diferentes según se trate de personas o bie-nes, pero también es posible considerar las dimensiones económicas o sociales de tales pérdidas materiales.

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A) El riesgo de pérdidas de vidas o de efectos en la vida de las personas en un desastre depende no solo de la naturaleza de los fenómenos sino de factores, entre los que destacamos:

• La posibilidad de que se destruyan las viviendas y edificaciones y puedan caer sobre las personas.

• Las características de la ciudad o poblado (calles estrechas, pocas áreas libres, etc.).

• Las condiciones y capacidades de las personas para poder reaccionar ade-cuadamente.

• La hora de ocurrencia del desastre

• La carencia de sistemas de alerta y evacuación.

• La falta de acceso a los sistemas de salud y de emergencias.

• La ausencia y deficiencia de la respuesta o manejo de la emergencia.

B) El riesgo de pérdidas económicas estimables ante situaciones de desastre de-penderá entre otros aspectos de:

• Los suelos susceptibles de licuefacción (napa freática superficial, arenosos, rellenos).

• La mayor o menor cantidad de bienes expuestos.

• La fragilidad de los bienes expuestos.

• El mayor valor de los bienes afectables.

• La carencia de sistemas de alerta y protección previa.

• La ausencia de mecanismos de transferencia de riesgos (seguros).

• La deficiencia en las medidas de seguridad y protección de los bienes des-pués de iniciado el desastre.

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R i e s g o s y d e s a r r o l l o

C) El riesgo de un mayor impacto social dependerá entre otros aspectos de:

• La mayor dependencia del clima (carencia o deficiencia de sistemas de almacenamiento o riego).

• La mayor o menor afectación de los bienes de mujeres, niños y ancianos.

• La mayor o menor afectación de los derechos de las personas; en parti-cular el derecho de las personas a opinar y decidir sobre su situación, y el derecho a la seguridad y protección de los más vulnerables (niños, adultos mayores, etc.).

• La importancia de las pérdidas para la seguridad alimentaria de las perso-nas y comunidades.

• La existencia de reservas (semillas, forraje, dinero).

• La ausencia o existencia de otras opciones de ingreso (empleo temporal, acceso a otros pisos ecológicos).

• La mayor o menor capacidad de recuperación.

• Las posibilidad o no de obtener transferencias de familiares (remesas).

• La proporción de posibles pérdidas económicas en relación con el PBI del país, la región o localidad.

• Las posibles variaciones del mercado generadas por el desastre y por la ayuda externa.

• La posibilidad de afectación psicosocial como consecuencia directa del desastre o de las medidas para afrontarlo (reubicación, suspensión de acti-vidades escolares); la posibilidad de pérdidas directas del desastre sobre los recursos y bienes de empresas e instituciones pero también a la interrup-ción temporal o parcial de las actividades .

• El posible impacto del desastre en la economía, la estabilidad política o la conflictividad social.

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3

6.1. Riesgos asumidos y riesgos no deseados

Los riesgos pueden ser aceptados por las personas o familias a cambio de un beneficio, como puede ser el caso de las tierras ribereñas que pueden ser más fér-tiles o mayor disponibilidad de agua que otras tierras menos inundables; también es el caso de las poblaciones que se asientan cerca de los cauces de los ríos o en laderas “corriendo el riesgo”, a cambio de estar cerca del centro de la ciudad o tener mejor acceso a servicios como el agua y el transporte. Un riesgo menos vo-luntario es el de los pobres que tienen poco o ningún margen de elección cuando carecen de acceso a terrenos y construcciones seguras.

Para Fernando Briones Gamboa la gente en situaciones de riesgo, indepen-dientemente de un discurso religioso o laico, al tomar la decisión de evacuar o no, toma una decisión racional basada tanto en condiciones materiales como ideológicas. Se trata de una lógica racional limitada, que permite tratar cuestio-nes actuales y locales, olvidando aquellas que son, de todas formas, imposibles de encarar.

Las reacciones posibles de la población y las autoridades frente al riesgo pueden ser de negación, apatía o transformación. La negación puede ser motivada tanto por el temor como por la necesidad de evitar que degenere en expectativas ne-gativas que afecten, por ejemplo, las inversiones o el turismo, como ocurrió hace algunos años en Áncash, ante la falsa alarma de la National Oceanic and Atmos-pheric Administration (Administración Nacional Oceánica y Atmosférica, NOAA por sus siglas en inglés) sobre el posible desplome de paredes del Huascarán: la apatía constituye un mecanismo de evasión frente al riesgo que en el caso de las autoridades deviene en irresponsabilidad. La transformación implica la gestión de riesgo, como veremos más adelante.

7. La escenificación y percepción del riesgoLos riesgos pueden ser magnificados o minimizados, como ha ocurrido cuando algunas poblaciones y autoridades locales buscan la declaratoria de emergencia a fin de recibir apoyo inmediato del gobierno central; en contraste, algunas autori-dades son reticentes a llamar la atención sobre los riesgos, a fin de evitar que sea afectado el turismo o las inversiones privadas ante el temor de ocurrencia de desas-tres. De manera similar algunos “especialistas” predicen la ocurrencia de grandes desastres con el objetivo de captar recursos para sus investigaciones o proyectos.

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Un ejemplo sobre las diferentes valoraciones lo tenemos en el caso de la “tole-rancia del riesgo” ante la contaminación atómica, que depende de una normati-vidad que responde cada vez menos a criterios exclusivamente técnicos. Así, con la caída de la URSS, el valor máximo de tolerancia pasó de 35 a 7 rem en la nueva legislación ucraniana por lo que en un solo día la mayor parte de la población ucraniana pasó a ser víctimas susceptibles de reclamar compensación a Rusia por lo ocurrido en Chernóbil.

Los medios de comunicación juegan también un papel en la generación de per-cepciones de riesgo en la medida en que privilegian la información acerca de los riesgos en las principales ciudades o prestan mayor atención a los pronósticos apocalípticos sobre la ocurrencia de grandes terremotos sin tomar siquiera en cuenta las características diferenciadas en una misma ciudad de los suelos y de las construcciones.

7.1 Los escenarios de riesgo

Según Maskrey, se puede caracterizar las relaciones dinámicas entre amenazas, vulnerabilidad, capacidades y oportunidades, pérdida de activos, mitigación y sobrevivencia como escenarios de riesgo.

Los casos siguientes están referidos a los escenarios de riesgo en México y Bangladesh.

En los alrededores del volcán Chichón, en México, existen centros importan-tes de población y actividad socioeconómica. Las ciudades de Colima-Villa de Álvarez y Ciudad Guzmán, con más de 100 000 habitantes cada una y numero-sas poblaciones pequeñas, se encuentran en la periferia. La mayoría cuenta con servicios de electricidad y agua. Estas instalaciones podrían ser afectadas en un futuro por la lluvia de ceniza. Al sur-sureste del volcán se construyó la autopista que une Guadalajara con Manzanillo y atraviesa Colima. Entre las actividades económicas que se desarrollan en la periferia del volcán la principal es la agri-cultura; los cultivos de mayor producción son caña de azúcar, hortalizas, maíz y frutales. Una erupción de tipo explosivo como la ocurrida en 1913 podría causar hoy graves pérdidas socioeconómicas y bióticas, dada la exposición de la infraes-tructura y el posible impacto en los medios de vida.

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Otro ejemplo es el de Dhaka, Bangladesh. El terremoto de 1897 en Assam (tam-bién conocido como el Gran Terremoto de la India), uno de los más fuertes jamás registrados en el sur de Asia, causó extensos daños en los edificios y la infraestructura de la ciudad (Al-Hussaini, 2003). La población metropolitana de Dhaka no llegaba entonces a las 100 000 personas; hoy se estima en unos 15 millones. Pero no es solamente el aumento de la población expuesta, que se ha multiplicado por un factor de 150 lo que ha llevado al actual nivel de riesgo por terremotos en Dhaka: la ciudad ha sido incapaz, además, de abordar los procesos que construyen y acumulan el riesgo con el paso del tiempo.

Una manera de medir el riesgo de desastre puede ser el estimar el valor expuesto que en el caso de Lima ascendía 157 mil millones de dólares, Lima es considera-da la ciudad más vulnerable a los sismos debido a la exposición de la industria y la vivienda, así como los altos costos de reparación.

Como resultado del escenario de un sismo de magnitudes superiores a 8.2 Indeci y Predes estiman que tendría un máximo de 51 019 personas fallecidas, 686,105 heridos, 200,347 viviendas colapsarían y 348 329 serían afectadas.

8. Las sociedades y el riesgo

No siempre los riesgos han tenido la misma connotación y alcance; de un lado encontramos diversas investigaciones que asocian los desastres con los colapsos de las civilizaciones antiguas y, de otro, diversos análisis que hacen referencia a la creciente importancia de los riesgos en la sociedad actual.

Algunos investigadores, en particular lps arqueólogos y antropólogos, han reco-nocido tempranamente el papel que desempeña el entorno en el colapso de las culturas y sociedades, mientras que otros científicos sociales cuestionaron que este se deba a causas externas a las sociedades, atribuyendo las causas a la inadap-tación interna, los conflictos o la ineficacia.

Por ejemplo, Gordon Childe afirmaba que “la adaptación al medioambiente es una condición de supervivencia, tanto para las sociedades como para los organismos”. Sin embargo, Wilfredo Pareto en 1920 cuestionó la tendencia a responsabilizar a las víctimas de desastres de su situación, al advertir que habían ondulaciones naturales en los ciclos de fortuna de las naciones y de la propia gente.

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Desde los años 40 han existido diversas preocupaciones en torno a los riesgos derivados de la acción del hombre. La muerte de miles de personas debido a las explosiones nucleares de Hiroshima y Nagasaki, motivaron la preocupación creciente sobre los riesgos derivados de la proliferación nuclear y devinieron en el surgimiento de numerosos movimientos sociales.

La necesidad de un uso más razonable y escrupuloso de los recursos naturales está expresada en los años 60 en diversas obras. La tierra moribunda, de Ernest Snyder, hace referencia al suicidio derivado del progreso incontrolado. El libro titulado Autolimitación de Ivan Ilich constituye una crítica política a la técnica. El libro de Hans Honas titulado El principio de la responsabilidad propone una ética para la civilización tecnológica.

En la teoría social la escuela de Francfort representada por Max Horkheimer y Theodor Adorno y autores próximos a dicha escuela como Herbert Marcuse, Walter Benjamín o Erich Fromm, relevan el potencial destructor humano y de las ciencias naturales.

En contraste, autores como Gerald Holton en Einstein, historia y otras pasiones cuestionan la falta de fe de la política y la filosofía en el potencial positivo de la ciencia, la investigación y la tecnología.

Más recientemente, Diamond plantea una aproximación diferente a los riesgos de colapso que afectan a las sociedades. Coincidiendo con anteriores investi-gaciones sobre el colapso de las sociedades del pasado advierte que este tuvo como causas problemas ecológicos, entre los que incluye la deforestación y des-trucción del hábitat; el deterioro de los suelos (erosión, salinización y pérdida de la fertilidad del suelo); la deficiente gestión del agua; la depredación en la caza y la pesca; las consecuencias de la introducción de nuevas especies en las especies autóctonas; y el crecimiento de la población humana y su influencia en la escasez de alimentos, el hambre y las guerras.

En la actualidad nuestras sociedades estarían expuestas a los mismos problemas, más el cambio climático; la concentración de productos químicos tóxicos en el medio ambiente; la escasez de fuentes de energía; y el agotamiento de la capaci-dad fotosintética de la tierra por parte del ser humano.

Diamond concluye que los aspectos por los que estamos en una posición me-nos arriesgada que las sociedades del pasado son, paradójicamente, los que nos

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pueden colocar en una posición de mayor riesgo: nuestra poderosa tecnología, la globalización, la dependencia de la medicina moderna y una mayor población.

La globalización, especialmente desde los años 90, constituye un factor determi-nante de cambios sustantivos en relación con los riesgos, pronósticos y desastres.

Por un lado, con la explotación intensiva y las dinámicas urbanizadoras, los ries-gos tienden a incrementarse ante el mayor deterioro de las cuencas hidrográficas. La exclusión social y territorial y la mayor concentración de personas y bienes en zonas donde ocurren recurrentemente fenómenos destructivos. Por otro, los sis-temas de información y los avances científicos favorecen un mayor conocimiento y difusión de los sistemas de alerta temprana y pronóstico e incrementan las ex-pectativas y la manipulación ante la posibilidad de ocurrencia de grandes desastres.

Al analizar la Sociedad del Riesgo Global, Beck formula algunas reflexiones que si bien están referidas a las tendencias globales, pueden ser consideradas en las evaluaciones y análisis de riesgos:

1. Los riesgos presuponen decisiones humanas, pueden generar reacciones positivas y negativas. Los riesgos o bien infunden un espanto paralizador o bien abren nuevos espacios de acción.

2. Al maximizar los procedimientos matemáticos se subestima sistemática-mente la irrupción de acontecimientos inesperados e improbables, tanto en lo que respecta a la frecuencia como a la magnitud de los daños.

3. La desafortunada diferencia entre frecuencia y magnitud es la trampa de la inseguridad. En el cálculo de riesgos se omiten los riesgos posibles para privilegiar los probables, mientras que lo que inquieta a la opinión pública tiende a ser los riesgos posibles.

4. Los criterios estadísticos de clasificación de heridos y muertos se modifican y hay que redimensionar geográfica y políticamente los historiales de la gente, la magnitud del riesgo y la población en riesgo, la enfermedad y las peticiones de asistencia de los afectados. Cada vez está más claro que el saber estadístico, siempre y repentinamente cambiante, está dominado por el no saber.

5. No es que exista el riesgo y después se distribuya de modo socialmente desigual: riesgo y dominio, riesgo y desigualdad social y riesgo y poder, son dos caras de la misma moneda.

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6. No se diferencia entre responsabilidad individual (el riesgo para uno mis-mo) y responsabilidad social (ante los demás).

9. Riesgos en el PerúEn el caso del Perú, han existido diferentes aproximaciones históricas en torno a la relación entre los riesgos y las distintas formas de organización social.

Las culturas prehispánicas estuvieron orientadas a la producción para el con-sumo interno. Si bien al principio sufrieron los efectos de numerosos fenóme-nos destructivos, progresivamente desarrollaron mecanismos para reducir los riesgos, la existencia de andenes posibilitaron un mayor control de los desliza-mientos y huaycos; la menor exposición de la población se debió a la ubicación de los asentamientos y viviendas en las partes altas de los cerros; y la menor interrupción de las vías de comunicación se explica porque unían las cabeceras de las cuencas

En contraste, durante la Colonia y la República las actividades productivas se subordinaron a los mercados externos, y con ello la apertura de vías de acceso que seguían el curso de los ríos desde la sierra hacia la costa (caminos, carreteras, redes ferroviarias) junto a la construcción de puertos en torno a los cuales se generaron las concentraciones poblacionales.

Las ciudades costeñas ubicadas en una región de fuerte actividad sísmica y don-de el impacto del FEN es mayor, ven así incrementar sus riesgos sísmicos y de inundaciones (Chimbote, Ica, Chiclayo, Piura, Lima). La concentración de las actividades productivas y de la población determinó cambios sustantivos en las cuencas hidrográficas y con ello el incremento de los procesos de erosión que favorecen la ocurrencia de deslizamientos, huaycos e inundaciones; asimismo, la ubicación de las poblaciones en los cauces o en sus cercanías determinó en buena cuenta su exposición frente a tales fenómenos. Otra aproximación a los escenarios de riesgo la podemos tener en relación al FEN en la costa del Perú y en el caso de la Carretera Marginal de la selva norte.

Los riesgos constituyen una ecuación dinámica y compleja en los FEN: lluvias menos prolongadas e intensas en el centro o sur del país al actuar sobre territo-rios más accidentados donde se acumulan grandes volúmenes de roca en des-composición pueden derivar en amenazas de mayor magnitud al determinar una mayor actividad geodinámica. A tales amenazas se le suman las condiciones de

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mayor vulnerabilidad existentes en las zonas donde las lluvias son inusuales, pues la población y las autoridades que ignoran los antecedentes de los fenómenos climáticos extremos no ubicarán zonas seguras o no protegerán a los asenta-mientos, viviendas y cultivos.

Una precipitación que sería normal en Piura puede causar graves estragos en Áncash, La Libertad o Ica, como sucedió en 1891 y 1925 cuando los ríos se des-bordaron o las quebradas se activaron con mayor intensidad.

La construcción de la Carretera Marginal de la Selva determinó la migración masiva de pobladores procedentes de la Costa y la Sierra y el desarrollo de la agricultura migratoria así como la creación de numerosos asentamientos que son afectados por inundaciones y deslizamientos.

La agricultura migratoria devino en la destrucción de extensos territorios de bosque amazónico que a los pocos años eran abandonados y en el incremento de los deslizamientos y huaycos.

Una tercera aproximación a los riesgos podría estar asociada con los anteceden-tes históricos de desastres y no solo de fenómenos potencialmente destructivos:

Los desastres de mayor letalidad han estado en primer lugar asociados con los aluviones (Áncash), en segundo lugar con los sismos (Áncash, Ica, Arequipa, Moquegua, Tacna, Ayacucho, Lima), en tercer lugar con los huaycos e inunda-ciones ( Costa Norte y Central), en el cuarto lugar con los tsunamis ( Callao, Arequipa, Ica) y en los lugares siguientes el friaje y las sequías (Sur andino) y las erupciones volcánicas( Arequipa, Moquegua y Tacna).

A diferencia de los aluviones, sismos y tsunamis en que los desastres se con-centran en unos pocos eventos, los huaycos e inundaciones ocurren con mucho mayor frecuencia y la suma de víctimas letales supera a la de los tsunamis.

Los riesgos de pérdidas económicas se concentran en las principales ciudades de la costa, susceptibles de ser afectadas por sismos, tsunamis, inundaciones y

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huaycos, y en la infraestructura de mayor valor económico como son las centra-les hidroeléctricas, los ductos de gas y petróleo u otras inversiones significativas expuestas a los fenómenos como inundaciones y deslizamientos.

Riesgo de pérdidas económicas en Lima según sectores

Valor expuesto en millones de dólares según regiones en el Perú

Banco Interamericano de Desarrollo (BID)

Sector (Lima) Millones (US$)Industria 75.730Vivienda residencial privada 46.172Comercial 12.655Educación pública 7.950Red vial principal (Vías) 3.241Educación privada 3.083Otros 8.273

Fuente: Perfil de Riesgo de Catástrofe Perú preparado por Evaluación de Riesgos Naturales Colom-bia, 2009.

Fuente: Perfil de Riesgo de Catástrofe Perú preparado por Evaluación de Riesgos Naturales Colom-bia, 2009.

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Los riesgos de mayores pérdidas sociales se encuentran principalmente en las zonas alto-andinas y están asociadas al impacto de la variabilidad climática extre-ma sobre los medios de vida de las poblaciones rurales en situación de pobreza.

Un aspecto clave en la región andina es la tradición y cultura ancestrales. Esta incide en la percepción diferenciada del riesgo dada la diversidad cultural y la diferente valoración y aceptación de los riesgos, así como en las formas de afron-tarlos dado los valores de reciprocidad y los saberes locales.

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Anexo

mitos y percepciones sobre los riesgosEn la medida en que las sociedades no pueden afrontar desastres que impactan sobre las vidas y bienes de la población, surgen interpretaciones míticas y co-lectivas, las que cobran aún más fuerza en la incertidumbre de tiempos nuevos.

La gran fuerza del agua que traspasa la tierra, constituía para Huamán Poma de Ayala una definición de la geodinámica externa presente en la vida rural y de impactos violentos en los pueblos y ciudades. Por ello, la mitología peruana está poblada de personajes relacionados con las piedras, en dos direcciones: o con-vertidos en ellas o nacidos en ellas.

El agua y las rocas en movimiento constituyen lo más impactante para las socie-dades agrícolas que sobreviven también en la mente de los pobladores urbanos, la sequía, la inundación, las llocllas o huaycos, constituyen referentes de vida y de muerte, de pasado y presente, del retorno añorado o temido.

En uno de los mitos de Huarochirí una llama avisa a su amo que el mundo va a desaparecer por una inundación; el hombre y su familia se refugian en el cerro Huillcacoto, cuando el mar se salió y desapareció a todas las otras personas. En el Cusco fue la montaña de Ancashmarca la que sirvió de refugio a un pastor con su familia, quien también había sido avisado por una llama. Dice el mito que la montaña crecía a medida que el agua amenazaba con alcanzar el refugio.

En 1987 encontramos que los hombres y las montañas se relacionan en ambien-tes semiurbanos de forma diferente8:

Decía mi abuelita un año que llovió horriblemente: seguro que han llevado el agua del mar y la han puesto a la altura del cerro. Dicen que el agua atrae la lluvia, yo no sé si será cierto.

8 Entrevistas a pobladores de Chosica realizadas por el autor poco después de los grandes hua-ycos que afectaron Chosica el 9 de Marzo de 1987.

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Mi tío Canales tenía una camioneta y cuando había sequía en mi pueblo en Ayacucho, iba especialmente a la Costa a traer agua del mar para que ese año sea bueno, y en verdad coincidía. Estas costumbres también serían aplica-bles a estos lugares.

La idea del castigo divino corresponde más a la herencia colonial y a la influencia católica tradicional, aunque tanto en esta religión como en las del mundo prehis-pánico cada evento catastrófico es producto de la voluntad de los dioses.

Los lambayecanos atribuyen como causa del gran diluvio (1578) a la actitud heterodoxa de Fempellec, descendiente de Naylamp, fundador de Lambayeque, quien, según la versión indígena, rompió con los viejos usos y costumbres de su pueblo al trasladar al ídolo principal de los lambayecanos del recinto sagrado donde lo había dejado Naylamp a un nuevo sitio, dando origen a las grandes lluvias en el tiempo del gobierno de Fempellec.

Cuando éramos niños, cuenta Lorenzo Huertas, nos explicaban la destrucción de Zaña por los actos deshonestos que hacían los esclavos frente a la iglesia de los esclavos, razón por la cual en Cayaltí cantaban: “¡Zaña se quemará! ¡Zaña se quemará!”, a lo que los zañeros contestaban: “¡Saldrá el río y la apagará! ¡Saldrá el río y la apagará!”

Cuenta José León Barandiarán que los lambayecanos en 1890 no celebraron la fiesta del Corpus de la misma manera a la acostumbrada, pues el recorrido de la procesión fue diferente al de otros años. Era costumbre que la procesión salía en la mañana y en 1890 lo hicieron en la tarde; esto ocasionó las iras del Señor y se dice que esa noche hubo un incendio en el altar mayor y que los lambayecanos no actuaron con presteza para sofocarlo y en castigo por esas faltas se produje-ron las grandes inundaciones de El Niño de 1891.

Cuando los ratones y grillos consumían las comidas, cosechas y sembríos, el cura desesperado después de muchas rogativas y procesiones sin resultado, acertó en poner a la Virgen Santa Catalina corno intercesora entre los hombres y Dios; afortunadamente para él, los males desaparecieron, lo que significó un mayor arraigo al culto a Santa Catalina; algo parecido sucedió en Mórrope con el culto a la Virgen de las Aguas.

En el Niño 1997-98 los pobladores de los alrededores del cerro Vicús obtienen ener-gía al tocar el monolito puesto al descubierto por las lluvias, y algunos pobladores en Talara reunieron animales no rastreros ante el anuncio del fin de los tiempos.

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Indicadores biológicos

Cuando los campesinos que riegan cultivos por el método de “absorción”, en-cuentran que el agua extraída a primeras horas de la mañana se encuentra tibia, entonces piensan que ello anuncia un año lluvioso.

También los pescadores submarinos, cuando encuentran que los fondos mari-nos en que operan han variado su coloración, manifiestan que ese será un “año bravo”, con muchas precipitaciones. De igual manera, identifican los años llu-viosos con la aparición de especies marinas no comunes a su zona de operación; particularmente de aquellas variedades que habitan en aguas oceánicas de eleva-da salinidad, baja productividad y alta temperatura9.

Los campesinos piuranos y tumbesinos asocian los años lluviosos o “años bra-vos”, con la inusual presencia de reacciones biológicas específicas, tales como la floración del mango y del hualtaco, y la presencia de ciertas aves como los carpinteros o la pampera. Asimismo, los pescadores advierten la aparición del FEN con la migración de aves guaneras, la mortalidad de pichones o los partos prematuros de las hembras de lobo marino.

9 Zapata, Antonio y Sueiro, exposición en SEPIA 1999.

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La gestión de riesgo

Capítu lo 4

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CAPíTuLo 4 LA gEsTIón DE RIEsgo

1. Los cambios en los enfoques y estrategias frente a los desastresA partir de los años 80 se producen algunos cambios relevantes en los orga-nismos y gobiernos ante la preocupación creciente de Naciones Unidas por el incremento de víctimas y daños a causa de los desastres.

Estos cambios favorecidos en los años 90 por las campañas mundiales promo-vidas en el marco del Decenio Internacional para la Reducción de Desastres relevan la necesidad de actuar antes de que ocurran desastres para reducir sus efectos o de ser posible para evitarlos, e implican a las instituciones científicas y progresivamente a los distintos actores del desarrollo en la “prevención”.

Las crisis humanitarias de los años 90 en África y Europa pusieron en cues-tión las estrategias humantarias existentes hasta entonces. Por ello, de un lado la Cruz Roja y la Media Luna Roja produjeron las “Normas de conducta para el Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja y las or-ganizaciones no gubernamentales en programas motivados por catástrofes” en el que, entre otros aspectos, cuestionaba la dependencia que se generaba con la ayuda humanitaria; y se advertía que la ayuda ante situaciones de desastre debería hacerse de tal manera que no incremente la vulnerabilidad de las personas. De otro lado, cerca de doscientas organizaciones produjeron los “Estándares míni-mos para la ayuda en emergencias”, que buscaba mejorar la calidad de la ayuda, incluida la relación con las personas afectadas10.

La comprensión sobre las causas de los desastres y la manera de afrontarlos ha cambiado mucho en las últimas décadas; desde un enfoque que “esperaba los desastres” hasta una visión que considera los procesos de desarrollo como ge-

10 El Proyecto Esfera contiene la Carta Humanitaria y las normas mínimas para la respuesta humanitaria y ha sido ampliamente difundido. La impresión más reciente en Lima es del año 2011.

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neradores de riesgo y que reconoce la participación comunitaria como elemento clave para reducir la vulnerabilidad.

En 1998 ocurren dos acontecimientos que tendrán indudable trascendencia en América Latina: el FEN y el huracán Mitch. El impacto económico y social de estos y la letalidad del Mitch motivaron el cuestionamiento de la institucionalidad existente en nuestros países y favorecieron la difusión e institucionalización del enfoque de gestión de riesgo en algunos países de Centroamérica, así como ex-periencias relevantes de gestión municipal. En contraste con las masivas pérdidas humanas en países como Haití, Honduras, Nicaragua y El Salvador, se evidenciaría la virtual inexistencia de letalidad en los eventos destructivos similares en Cuba, lo que se explica por la capacidad organizativa y operativa de su sistema de defensa civil. En el Perú y Ecuador, el FEN causó grandes pérdidas económicas y la des-trucción de miles de viviendas pero no motivó entonces cambios significativos en los sistemas de defensa civil aunque sí el desarrollo de experiencias de participa-ción juvenil y comunitaria en las zonas afectadas.

En el año 2005 tuvo lugar la Conferencia de Kobe en la que más de 100 orga-nizaciones latinoamericanas se pronunciaron proponiendo entre otros puntos:

• Facilitar el desarrollo de metodologías y herramientas que permitan una incorporación efectiva y relevante de criterios de control y reducción de riesgos en las iniciativas de desarrollo, trascendiendo esfuerzos actuales dirigidos casi exclusivamente a la preparación frente a desastres.

• Promover la incorporación de la reducción de riesgo en los planes y estra-tegias locales, regionales o globales de gestión ambiental, en particular los de manejo de cuencas hidrográficas.

• Diseñar y apoyar la implementación de planes para reubicar a las comuni-dades amenazadas.

• La incorporación de la gestión de riesgo dentro de los currículos educa-tivos.

• La incorporación de marcos normativos orientados a precisar y asumir las responsabilidades públicas y privadas en la generación de riesgos.

• Las evaluaciones de riesgo como requisito para la explotación de recursos renovables y no renovables.

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• La creación y/o fortalecimiento de redes en donde la sociedad civil tenga voz y voto.

Después de la Conferencia de Kobe, los Estados Miembros de Naciones Unidas adoptaron las cinco prioridades de acción siguientes:

1. Velar por que la reducción de los riesgos de desastre constituya una priori-dad. nacional y local dotada de una sólida base institucional de aplicación.

2. Identificar, evaluar y vigilar los riesgos de desastre y potenciar la alerta temprana.

3. Utilizar los conocimientos, las innovaciones y la educación para crear una cultura de seguridad y de resiliencia a todo nivel.

4. Reducir los factores de riesgo subyacentes.5. Fortalecer la preparación para casos de desastre a fin de asegurar una res-

puesta eficaz a todo nivel.

Tales prioridades de acción evidencian un cambio sustantivo en la medida en que se centran principalmente en los riesgos de desastre y solo la prioridad 5 en la preparación y respuesta.

En América Latina en los años 90 se empieza a cuestionar los modelos de inter-vención centrados exclusivamente en la necesidad de responder a los desastres; sin deslegitimar la importancia de la ayuda humanitaria, la conclusión unánime era la ausencia de prevención, término que por lo demás tenía significados tan distintos como el actuar antes de la ocurrencia del desastre, el hacer defensas ribereñas, el evitar los desastres, o se refería a “un tipo” de cultura.

Sin embargo, el problema no era solo la “falta de prevención” estatal sino de pre-vención de la gente misma, como bien señalaba Alan Lavell comentando el caso de Costa Rica, donde las familias percibían un rango muy limitado de opciones de prevención y transferían el problema de su resolución al gobierno.

Una buena parte de esta situación parecía explicarse por el hecho de que las “soluciones” percibidas por la población involucraban soluciones estructurales de alto costo, lejos del alcance de las familias o de la comunidad (reubicació de viviendas, la construcción de diques y presas, estabilización de pendientes, cambio del cauce de ríos, etc.). Un cambio implicaba medidas innovadoras no estructurales y estructurales de bajo costo y socialmente aceptables.

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42. La gestión de riesgoLa gestión de riesgo es el proceso planificado, concertado, participativo e inte-gral que se orienta a la prevención y reducción de riesgos y al desarrollo de la capacidad de respuesta frente a desastres.

Una característica de la gestión de riesgos es el reconocimiento de que las causas de los desastres se generan en el proceso de desarrollo, por lo que se hace nece-saria la participación de los actores del desarrollo en la reducción de los riesgos, esto es, del conjunto de las instituciones públicas y privadas.

La apuesta implicaba incorporar estrategias de prevención o reducción de riesgos en los procesos de planificación y gestión del desarrollo, y el valorar las percepcio-nes y la participación de las comunidades vulnerables, de reconocer sus capacida-des y protagonismo, destinando un papel complementario a los actores externos.

Andrew Maskrey recomendaba la reconceptualización de los programas de pre-vención y manejo de desastres en base a una lectura de los imaginarios reales de la vulnerabilidad y el diseño de estrategias flexibles de intervención apropiadas a las condiciones locales11. Implementar esta estrategia implica realizar cambios profundos en el marco institucional en el cual se realiza la prevención y el ma-nejo de desastres en la región, haciéndola más descentralizada, popular y real.

Si bien la gestión de riesgo es un proceso integral, en los últimos años se pueden distinguir hasta tres tipos o énfasis:

a) La gestión prospectiva del riesgo mediante el desarrollo de estrategias de prevención de riesgos en el diseño e implementación de planes y pro-yectos de gestión pública, y el manejo positivo de los recursos naturales.

b) La gestión correctiva orientada a la reducción de riesgos ya existentes para lo cual se desarrollan e implementan estrategias de protección de centros poblados e infraestructura productiva, así como la aplicación de tecnologías apropiadas para disminuir los riesgos (control de la erosión, terrazas, cosecha de agua, etc.).

11 Maskrey, Andrew, Navegando entre brumas: la aplicación de los sistemas de información geográfica al aná-lisis de riesgos en América Latina, Lima, 1998

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La transferencia de riesgo; esta última en tanto mecanismo por el que se asegura y por tanto se traslada el riesgo de pérdidas a empresas asegurado-ras a cambio de un pago que es hecho en algunos casos por las personas naturales o jurídicas en riesgo y, en otros, por el Estado.

c) La gestión reactiva del riesgo en la que se desarrollan planes y estrategias de preparación y respuesta a desastres, con la comunidad y las escuelas. Entre los instrumentos claves se tienen las tecnologías apropiadas para la respuesta a emergencias, los sistemas de alerta temprana, el código de la Cruz Roja y la Media Luna Roja y los estándares mínimos para la respuesta humanitaria.

3. La gestión de riesgo en América LatinaEl paso desde la formulación inicial de la gestión de riesgo a la acción se dará pri-mero en Centroamérica, donde la gestión de riesgo fue promovida a partir de las propuestas de reconstrucción de lo destruido por el huracán Mitch en 1998 y se propiciaron numerosas experiencias, pero generalmente centradas en la gestión pública, en particular la municipal, y las alianzas entre los gobiernos. Muchas de estas experiencias municipales tuvieron poca continuidad pero algunas fueron realmente exitosas al implicar a las organizaciones comunitarias como en el caso del Bajo Lempa y recientemente el de Santa Tecla en El Salvador.

En América del Sur la gestión de riesgo ha sido asumida últimamente por los gobiernos, aunque en la mayoría de los casos desde una perspectiva focalizada en las instancias centrales. Un papel relevante en ello lo ha tenido la Comunidad Andina y el proyecto PREDECAN, ya finalizado, en la medida en que diseñó y promovió instrumentos de gestión gubernamental de riesgo.

4. Experiencias de gestión local de riesgo en el PerúA lo largo de las últimas décadas han existido algunos casos en que institucio-nes no gubernamentales junto con los gobiernos locales han complementado o apoyado a las comunidades más vulnerables o a las afectadas por los desastres.

En las siguientes líneas analizamos tales casos:

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1. En el contexto del Fenómeno El Niño en el año de 1983 surge la primera ex-periencia de organización comunitaria complementada con la asistencia técnica aportada por el recién creado Centro de Estudios y Prevencion de Desastres (PREDES). Se desarrolla en un escenario donde los pequeños y medianos de-sastres eran muy frecuentes dada la recurrencia de inundaciones y aludes de lodo y rocas que impactaban principalmente en los asentamientos pobres de la ciudad de Chosica, ubicada en el extremo este de Lima Metropolitana.

Entre 1983 y 1987 se realizaron “estudios de riesgo” que permitieron identificar con un alto grado de precisión las áreas urbanas afectables por los fenómenos referidos. Estos estudios realizados por ingenieros y especialistas eran presen-tados a las autoridades y líderes de las comunidades con el propósito de que implementen las recomendaciones derivadas de los mismos. Sin embargo las autoridades y líderes no habían implementado ninguna medida relevante hasta que en 1987 se suceden aludes de lodo y piedra que impactan sobre tales asen-tamientos y afectan, como se habia previsto en los estudios, a las poblaciones.

Estos hechos llevaron a un proceso de rectificación y cambio. Se habló a partir de entonces de que la prevención era ante todo organización y se trabajó en la cons-trucción participativa de planes comunitarios de prevención y respuesta a emer-gencias, lo que fue favorecido por la necesidad de reconstruir los asentamientos pero reduciendo las condiciones de vulnerabilidad existentes antes del desastre.

Las expectativas de la población ante la experiencia vivida y las propuestas para reducir los riesgos que habían sido diseñadas fueron tales que se multiplicaron las asambleas y la participación en las faenas comunales para la rehabilitación y reconstrucción fue masiva; y se logró implicar a la municipalidad y al gobierno central en el financiamiento y ejecución de las obras. Esta euforia duró casi dos años, pero en el balance de la experiencia surgieron nuevas ideas y nuevos acto-res. Entre estos destacan los sistemas de alerta poblacional y los diques disipa-dores de energía.

La mirada de la institución (PREDES) también cambió orientándose hacia una visión más amplia de desarrollo, en el tiempo en que se aplicaba una política de shock en el Perú que devino en el masivo desempleo y coincidentemente en una epidemia de cólera que afectó a decenas de miles de personas. Las causas de la epidemia fueron asociadas con las graves deficiencias de los sistemas de agua y desagüe.

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Las asambleas y reuniones se multiplicaron entonces ante la amenaza del cólera y la población priorizó la construcción de un sistema de agua potable para 25 mil personas, que sería gestionado por la comunidad y cuyos excedentes de agua permitirían reforestar progresivamente las laderas alrededor de los asentamien-tos que contribuían a los aludes o huaycos.

Se trató de un proyecto diseñado conjuntamente por los ingenieros y líderes de los pueblos cuya ejecución duró varios años pero que fue implementado en buena parte con faenas comunitarias y evaluado en asambleas dominicales. De esta forma en el transcurso de seis años la población afectada y amenazada por los huaycos contaba con una fuerte organización y había mejorado significativa-mente sus condiciones de vida y su seguridad frente a las amenazas de desastre.

Chosica fue considerado en una reunión de Naciones Unidas realizada en 1994 (Conferencia de Yokohama) como un ejemplo de prevención comunitaria de desastres y los dibujos de los niños del pueblo describiendo los desastres y las medidas de prevención fueron expuestos en dicha asamblea.

2. Un segundo tipo de experiencias está referido a las estrategias implemen-tadas frente al FEN en Piura y Lambayeque, que son las regiones donde los “meganiños”devienen en intensas precipitaciones que derivan en grandes inun-daciones, que causan la afectación de miles de viviendas, centenares de miles de hectáreas de cultivo y de la infraestructura social en general, además de la proli-feración de plagas y epidemias.

A raíz del gran impacto de las inundaciones de 1983 en Piura, la sociedad civil se movilizó junto con las autoridades locales y regionales y formuló propuestas e in-cluso plataformas interinstitucionales, a fin de reconstruir reduciendo los riesgos.

Esta experiencia se repitió en 1998 tanto en Piura como en Lambayeque, pero con procesos de participación y planificación comunitaria que posibilitaron la reducción local de riesgos, la reconstrucción de viviendas con tecnologías apro-piadas y el fortalecimiento de la organización.

Lo que caracteriza estas experiencias es el desarrollo de iniciativas que implican el trabajo interinstitucional y una visión estratégica subnacional que favoreció el fortalecimiento de las instituciones en el tema de reducción de riesgo.

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De hecho aún hoy las universidades y el Gobierno Regional de Piura constituyen referentes nacionales para la gestión de riesgo.

3. Un tercer tipo de experiencias es el de algunos proyectos de preparación para hacer frente a situaciones de emergencia como los implementados en la década anterior en Áncash, departamento que fue el más afectado por el desastre sísmi-co de 1970, que dejó un saldo de 70 mil muertos, la mayor parte sepultada por un gran alud originado por el desprendimiento de una gran masa de hielo del nevado Huascarán.

Algunos estudios realizados treinta años después del desastre encontraban aún las huellas de lo ocurrido entonces y de cómo las iniciativas de las comunidades afectadas para ubicarse en lugares más seguros había sido truncada con las polí-ticas de implementación de servicios públicos que en la lógica de ahorrar costos prefirieron instalar tales servicios en las zonas de mayor riesgo.

Paradójicamente, los gobiernos locales en la región donde se han producido los desastres de mayor letalidad carecían de las instancias de Defensa Civil requeri-das por la ley.

Un proyecto financiado por el Departamento de Ayuda Humanitaria de la Co-munidad Europea e implementado por la ONG española Movimiento por la Paz, el Desarme y la Libertad (MPDL) y soluciones Prácticas (antes ITDG) inició un proceso destinado a fortalecer las capacidades de algunas comunidades y gobiernos municipales.

La experiencia tuvo como peculiaridad lo siguiente:

• A diferencia de las evaluaciones de riesgo que realizan los especialistas, se desarrollaron evaluaciones conjuntas con los líderes de la comunidad y los profesionales.

• Las evaluaciones de riesgo fueron acompañadas por un estudio de percep-ciones, realizado en base a entrevistas a las comunidades más vulnerables.

• La elaboración de los mapas de riesgo que en otras zonas del país estaban a cargo de los funcionarios municipales, en este caso fueron transforma-dos en procesos donde los campesinos o los estudiantes de las escuelas, identificaban participativamente los peligros y las zonas más seguras, don-de podrían protegerse en caso de aludes o inundaciones.

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• La práctica de simular un desastre que promovía el Sistema de Defensa Civil y en la que usualmente participaban entidades de ayuda de emergen-cia fue complementada por varias simulaciones en las comunidades para alcanzar las zonas seguras en el tiempo necesario.

• Se elaboraron planes comunitarios y municipales que incorporaban iniciati-vas de la población, y que fueron implementados para dotar de mayor pro-tección o seguridad. Entre las iniciativas destacaron las de los jóvenes estu-diantes que formaron grupos para capacitar a sus colegas de otras escuelas, contaron con un programa en una emisora radial y organizaron obras teatra-les inspiradas en los testimonios de los sobrevivientes del desastre de 1970.

La experiencia desarrollada y en desarrollo en Áncash tuvo como virtud el apren-der de otras instituciones, pues se partió de la revisión de proyectos anteriores y se enfatizó en el intercambio de conocimientos. El intercambio de experiencias que fue característico en proyectos posteriores de diferentes instituciones inclu-yó a los líderes de las comunidades, docentes y estudiantes, que en algunos casos conformaron redes para este fin.

4. Un cuarto tipo de experiencia está referida a los procesos de reconstrucción participativos en una región amazónica que sufrió dos terremotos en el trans-curso de los años 1990 y 1991 que causaron la destrucción de miles de casas de barro construidas por familias migrantes y nativas.

Como en los desastres anteriores el Estado se comprometió solo con la re-construcción de carreteras, hospitales y escuelas de las ciudades, los centros poblados rurales y los barrios marginales no accedieron a la ayuda del Estado pero sí a la de algunas ONG nacionales e internacionales, entre ellas PREDES y soluciones Prácticas.

En los diagnósticos participativos con la población damnificada se identificó claramente que el terremoto causó tal destrucción porque las viviendas habían sido construidas de barro, con diseños inapropiados y sobre terrenos inestables. Todo ello era un reflejo de un proceso de migración masiva hacia la Amazonía de pobladores que trajeron consigo los criterios constructivos de otras regiones del país.

A partir de tal diagnóstico se diseñó un proceso de reconstrucción “participati-va” de locales de uso comunitario y viviendas, utilizando recursos de la zona y

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con diseños y ubicaciones que hacían a las viviendas más resistentes a los sismos. Se trataba de organizar grupos de familias para en conjunto y con la asesoría técnica y aporte de algunos materiales, proceder a construir locales o módulos de vivienda susceptibles de ser ampliados. La participación se daba de distintas formas: en la elección entre opciones de diseño de viviendas, en la selección de los participantes según sus mayores necesidades, y en los procesos constructivos propiamente dichos. La participación era adicionalmente inducida al emplear procesos constructivos que requerían de más trabajo local.

El hecho de que las poblaciones participen directamente en la construcción se corresponde con la tradición y realidad en varios países de Latinoamérica donde la autoconstrucción es el más importante medio de acceso a la vivienda.

La implementación de un modelo de reconstrucción participativa permitió el acceso de centenares de familias participantes a una vivienda segura; además, miles de pobladores que no formaban parte del programa de reconstrucción optaron por la propuesta tecnológica para lo cual recurrieron a los participantes en los programas. La organización de las poblaciones afectadas favoreció la ca-pacidad de negociación con las autoridades municipales, que contribuyeron con materiales y equipos.

La experiencia en Alto Mayo ha sido el punto de partida o referente para el desarrollo de programas de reconstrucción participativos que han sido imple-mentados por agencias de cooperación y ONG (Cáritas, CARE, etc.) en diversas regiones en las últimas dos décadas: Moquegua, Nazca, Arequipa, Ayacucho y recientemente Chincha e Ica.

De estos programas es posible extraer algunas lecciones, sobre todo teniendo en cuenta el fracaso de la estrategia de reconstrucción gubernamental en Ica, luego del sismo del año 2006, estrategia que a la par de la reconstrucción de la infraestructura y servicios públicos destruidos pretendía promover el desarrollo del turismo y el comercio internacional en la región, antes que atender las nece-sidades de las familias afectadas:

• La población no reproduce la tecnología sino que selecciona la parte que a su juicio es la más apropiada y critica la incorporación de materiales y procedimientos que no corresponden con sus criterios o prioridades. Por ello es necesario centrarse en los criterios básicos de la vivienda, calidad del suelo, cimentación, columnas y vigas de madera y techos de menor

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peso. En experiencias similares en ámbitos rurales de América Latina no ha tenido éxito la introducción de tejas que tienen que ser adquiridas en el mercado o paneles preconstruidos; la disposición para hacer uso de los recursos existentes es mayor en las zonas rurales que en las zonas urbanas.

• La población usa los procedimientos y materiales constructivos que están más a su alcance (costos y disponibilidad del mercado).

• La reconstrucción o la ampliación de las viviendas está condicionado a la disponibilidad de ingresos y mano de obra. Es por ello que en las zonas rurales, después de las cosechas, la participación en la construcción es ma-yor y el aporte material puede ampliarse significativamente si los ingresos se han incrementado.

• Existe el riesgo de que los procesos constructivos sean más defectuosos conforme los actores de la reconstrucción dirigida estén más ausentes. De ahí la necesidad de reforzar la capacidad técnica de los participantes más destacados para que puedan liderar las distintas formas de réplica.

5. Un quinto tipo de experiencias esta ligado a los grupos impulsores de gestión de riesgo y adaptación al Cambio Climático (GRIDES). En el año 2003 OXFAM América y Soluciones Prácticas evaluaron la situación de la gestión de riesgo en el Perú y coincidieron en la necesidad de reforzar las capacidades locales para este fin. Para ello se buscó, en alianza con las ONG CEPRODA, MINGA y Labor Ilo, la conformación de dos grupos macrorregionales de gestión de ries-go (norte y sur), integrado originalmente por ONG regionales. Se organizaron eventos en donde se capacitaron a directivos y promotores de las ONG y se constituyeron tales grupos.

En los años siguientes se buscó que los grupos conformados se orientaran al for-talecimiento de las capacidades regionales, por lo que se fueron formando grupos impulsores en cada región, pero integrados tanto por las ONG como por diversas instituciones y organizaciones regionales, entre ellas universidades, centros de in-vestigación, gremios profesionales y, en algunos casos, asociaciones campesinas.

Las GRIDES, conformadas originalmente por diversas ONG con amplia ex-periencia en la gestión comunitaria del riesgo, al integrar a otras instituciones y organizaciones, posibilitaron el intercambio de experiencias y enfoques y el desarrollo de iniciativas de apoyo a los gobiernos regionales.

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Los grupos impulsores de gestión de riesgo y adaptación al cambio climático (Grides) y/o las redes se han constituido en trece regiones y son espacios cla-ves para que en la gestión de riesgo se tenga en cuenta las perspectivas locales y comunitarias.

Para ello se han desarrollado algunas iniciativas para evaluar las políticas locales de gestión de riesgo en alianza con la Red Global de Sociedad Civil para la Re-ducción de Desastres y recientemente se ha aportado en la elaboración de un instrumento promovido por Naciones Unidas para que los gobiernos tengan en cuenta los avances en la implementación de las políticas de gestión de riesgo en los niveles locales y regionales cuando elaboran sus informes a ser presentados a Naciones Unidas.

5. Los procesos de gestión de riesgo en el PerúLa nueva ley de gestión de riesgo considera los siguientes procesos:

5.1 Las evaluaciones y los análisis de riesgo

5.1.1. La experiencia en el Perú

Contra lo que muchos piensan, la investigación sobre los desastres si bien dis-continua en el tiempo y en los ámbitos, tiene muchos años. En el Perú las inves-tigaciones sobre la problemática de los desastres se han orientado hacia:

a. La identificación de algunos componentes de las amenazas o hacia el es-tudio de determinados tipos de amenazas con el fin prioritario de pronos-ticar su ocurrencia. Los trabajos más conocidos se corresponden con las investigaciones sobre el FEN, y las investigaciones sobre la sismicidad. Asimismo, los estudios de cuencas constituyeron en los años 70 un refe-rente clave para el conocimiento de las amenazas.

b. Investigaciones orientadas a evaluar los efectos sectoriales de algunos eventos potencialmente destructivos. Es el caso de los estudios sobre el impacto del FEN en la pesca, o trabajos como “Los aguaceros de Trujillo” que dan cuenta del impacto del FEN de 1925 en las haciendas azucareras,

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las investigaciones de las ONG piuranas sobre El Niño de 1983, los estu-dios sobre el impacto de las sequías, o más recientemente los que enfatizan los impactos de los sismos (San Martín, Nazca, Moquegua) o el FEN de 1997-98.

c. Un tercer tipo de investigaciones han buscado ser más aplicables para el manejo de los riesgos; es el caso de los estudios sobre actividad geodiná-mica (huaycos, inundaciones, aluviones, etc.) que inició PREDES; los de microzonificación sísmica, promovida desde el CISMID; las investigacio-nes sobre resistencia de materiales y sistemas constructivos (SENCICO, U. Católica, UNI); los estudios de vulnerabilidad de sistemas de agua y saneamiento(PRONAP); los estudios de riesgo en función de los proyec-tos de ingeniería o en función de los planes y propuestas de prevención y/o reconstrucción. Los avances más significativos están referidos al Pro-grama Ciudades Sostenibles que implementa el INDECI y el PNUD y que ha permitido contar con tales estudios en numerosas ciudades.

d. Las investigaciones sobre el Sistema de Defensa Civil originalmente aso-ciadas a las evaluaciones de proyectos o programas de la Defensa Civil con apoyo de la cooperación internacional para después pasar a ser estudios comparativos de los sistemas o programas.

e. Los estudios de instituciones no gubernamentales sobre el impacto de los desastres en los medios de vida rural, entre ellos, los que se orientan a re-ducir las pérdidas de activos productivos que se dan en sucesos extremos y aquellos que pueden afectar los medios de vida.

Los estudios en referencia nos sugieren lo siguiente:

1. Una tendencia de las instituciones gubernamentales a sectorizar los estu-dios e investigaciones y a soslayar las implicancias sociales o de su posible utilización. Ejemplo: estudios de vulnerabilidad de sistemas de agua y sa-neamiento en los años 90 sin ser considerados en los estudios de zonifica-ción de riesgo (referidos a viviendas).

2. Una preocupación sobre los impactos que ha estado influida por priorida-des de protección de la “producción estratégica”, que no siempre se co-rresponde con las prioridades sociales. Una ausencia de estudios guberna-

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mentales en las zonas de mayor pobreza y en general en las comunidades pobres, tanto rurales como urbanas.

3. Insuficientes canales de apropiación local y aun gubernamental de los estu-dios e investigaciones que se realizaban, al extremo de que son desconocidos por las poblaciones y la mayoría de las autoridades locales y regionales.

4. Los estudios e investigaciones realizados no han incorporado suficiente-mente los cambios conceptuales, tecnológicos o científicos que se vienen produciendo. No han producido tampoco metodologías apropiadas o sus-ceptibles de ser replicadas.

5. Una agenda de investigación fragmentada por iniciativas de diferentes actores y debilitada por la carencia de estrategias integrales de reducción de riesgo.

6. Los principales avances están referidos a su utilidad y por tanto poten-cial aplicabilidad. Avances en la identificación de la zonas más o menos susceptibles a fenómenos como sismos o inundaciones, que permitirían orientar los procesos de planificación local y normar el uso del suelo y los procedimientos constructivos. Sin embargo la proliferación de estudios en las mismas ciudades, con resultados no siempre coincidentes, hace necesa-ria la validación oficial de los estudios en cada ciudad.

7. Los estudios de riesgo asumen generalmente escenarios extremos, gran-des desastres de limitada posibilidad de ocurrencia en contraste con los desastres de mediana y menor intensidad que son más frecuentes, y por tanto serían más factibles de manejar. Un ejemplo reciente es el caso de Ica donde se tenía un programa de reconstrucción que no remplazó las redes de agua y alcantarillado porque no se previó la ruptura de dichos sistemas en caso de un sismo menor.

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5.1.2. La posibilidad de mejorar el conocimiento de los riesgos

Aunque no existen escalas de medición consensuadas, el riesgo es susceptible de ser dimensionado y zonificado mediante evaluaciones hechas por la propia co-munidad organizada, o a través de estudios con diversos grados de complejidad.

Las evaluaciones de riesgo que hacen los países han tendido a centrarse en una amenaza en particular. Sin embargo, los desastres son cada vez más el producto de la combinación de la ocurrencia de varios fenómenos, condiciones de vulne-rabilidad y fallas humanas en la respuesta a los mismos.

Las evaluaciones o estimaciones de riesgo en las ciudades han tendido a enfatizar los aspectos físicos de los riesgos, y a cuantificarlos, como es el caso de:

La ubicación, características y recurrencia de los fenómenos potencialmente destructivos.

• La recurrencia e intensidad de tales fenómenos.• La exposición de las ciudades y centros poblados.• La fragilidad de las construcciones.• La vulnerabilidad de los sistemas de agua y desagüe.• La estimación de víctimas y de destrucción de viviendas y servicios.

Las evaluaciones de riesgo hechas recientemente por algunas instituciones no gubernamentales han tendido a incorporar:

Los antecedentes de desastres en la medida en que pueden ser un indicador del daño probable.

Los procesos que generan los riesgos. Factores que inciden en la mayor frecuen-cia e intensidad de los fenómenos destructivos, las causas de fondo y las dinámi-cas que inciden en la vulnerabilidad (migraciones, políticas, etc.).

La afectación directa a las personas, a la economía en sus distintos niveles o el impacto social. La participación en las evaluaciones y estimaciones de riesgo, como mecanismos de apropiación de las comunidades e instituciones.

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El estudio de percepciones de riesgo, en la medida en que tales percepciones pueden variar de acuerdo a la valoración de las personas o debido al temor deri-vado de experiencias anteriores o de anuncios alarmistas.

El análisis de capacidades, incluidas las relacionadas con los medios de vida, la organización y desarrollo institucional.

La accesibilidad de las personas a los servicios básicos y de emergencia. La se-guridad alimentaria. La protección de los niños, adultos mayores y personas en situación de discapacidad. La cobertura de los seguros públicos y privados.

Se hace pues necesario el incorporar e integrar al análisis de riesgo tales aportes.

5.2. La gestión reactiva

En muchos países existe aún la idea de que para afrontar problemas de desastres es indispensable el liderazgo de instituciones altamente especializadas que miti-guen futuros daños y/o administren tales situaciones con prontitud y eficacia a fin de salvar vidas y reducir el sufrimiento de las personas afectadas. En razón de ello, la respuesta a situaciones de desastres ha estado durante décadas influida por los códigos y procedimientos humanitarios diseñados para las instituciones especializadas en emergencias, que se sustentan en la incapacidad de las pobla-ciones afectadas de actuar ante la magnitud e impacto de los desastres.

Los Sistemas de Defensa Civil o sus equivalentes se crean como respuesta a gran-des desastres como el del terremoto del Perú en 1970. Estos sistemas heredan de las instituciones humanitarias, creadas a raíz de la Primera Guerra Mundial, la ur-gencia de atender a las poblaciones desvalidas sin tomar en cuenta que en la mayo-ría de los desastres, las poblaciones e instituciones locales cuentan con capacidades que pueden ser temporalmente insuficientes pero que no requieren de que otros decidan y actúen por ellos; también heredan de los años 70 la doctrina de Seguri-dad Nacional por lo que la Defensa Civil será un asunto de Defensa Nacional y sus instituciones serán esencialmente militarizadas y dirigidas de manera centralista; la participación ciudadana será entendida como organización para lograr los objeti-vos trazados de preparación antes de la ocurrencia de un desastre .

La experiencia de la Defensa Civil en el Perú no es desdeñable; se actuó para responder a emergencias, logrando una gran experiencia y capacidad de la ins-titución central pero, salvo pocas excepciones, no así en las instancias locales

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o sub-nacionales. La Defensa Civil en el caso del Perú fue concebida como un sistema que, bajo el lema “Defensa Civil tarea de todos”, tenía como institución rectora al Instituto Nacional de Defensa Civil (INDECI).

El INDECI ha liderado distintas iniciativas para implicar a las instituciones cien-tíficas y las ONG en las tareas de preparación y respuesta a emergencia. En los últimos años ha impulsado junto con Naciones Unidas la Red Humanitaria, cuyo propósito es responder a las emergencias con el aporte de las instituciones na-cionales y las agencias de cooperación.

En los ministerios y municipalidades se crearon las Oficinas de Defensa Civil que favorecieron la presencia de funcionarios especializados en emergencias en tales instancias, pero que no lograron influencia en otros funcionarios y autori-dades municipales.

El Sistema de Defensa Civil y la normatividad responsabilizaban formalmente a la autoridad municipal en el manejo de los desastres, pero en la práctica los desastres eran manejados por funcionarios del Gobierno Central ante la incapa-cidad de las autoridades locales o ante la mayor decisión jerárquica.

Desde el INDECI se promovió la capacitación de funcionarios municipales durante varias décadas, pero estos eran cambiados con frecuencia o dedicaban tiempos marginales a la Defensa Civil.

Para la implementación de las acciones de preparación y respuesta se han ido per-feccionando progresivamente distintos instrumentos entre los que destacamos:

Los planes de preparación y respuesta son formulados en los distintos niveles bajo las orientaciones del INDECI. Tales orientaciones han incluido campañas de difusión de medidas para las familias y simulacros. Los planes municipales o regionales son elaborados por las respectivas instancias previa capacitación y asesoría del INDECI. Los simulacros han tendido a perfeccionarse en la medida en que se ha ido logrando la participación de la población y se han mejorado los mecanismos para evaluarlos e incluso lograr algunas metas en el tiempo requeri-do para la evacuación de la población hacia zonas seguras.

Una carencia importante en la planificación de emergencias es la falta de articu-lación de planes de diversas empresas e instituciones, en particular las que son determinantes en una emergencia como son las de servicios de salud, agua y

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saneamiento, electricidad, comunicaciones y abastecimiento de alimentos y gas.Tales planes constituyen referentes claves para el diseño e implementación de los Sistemas de Alerta Temprana que se orientan a integrar o articular las acciones de alerta, comunicación y evacuación. La implementación de tales sistemas ha tenido como deficiencia principal el hecho de que se centraron muchas veces en el equipamiento para el monitoreo del fenómeno destructivo y no siempre llegaban a los destinatarios principales: la población.

Otro instrumento de indudable valor para la preparación son las inspecciones o evaluaciones que se realizan con el fin de verificar que las instalaciones de uso público cuenten con las condiciones de seguridad adecuadas. Si bien INDECI ha capacitado y acreditado a los inspectores, existe el riesgo de corrupción o inefi-ciencia, tanto en las municipalidades como ante el contrato de terceros.

Entre las acciones para la preparación ante situaciones de emergencia se tienen las obras cuya finalidad es proteger temporalmente a las poblaciones o sus bie-nes. Tales obras, que en algunos casos son cuestionadas debido a su limitada eficacia, son más necesarias cuando no se han diseñado e implementado medidas de carácter definitivo, como son la construcción o reconstrucción de defensas ribereñas, el encauzamiento de los cauces, etc.

Con la nueva ley de gestión de riesgo surgen otros aspectos que requieren ser abordados en la gestión reactiva, y que tienen que ver con la situación de las poblaciones más vulnerables (adultos mayores, personas en situación de disca-pacidad), de proteger los lugares vulnerables de uso público (iglesias, escuelas, mercados, etc.), así como temas de accesibilidad en situaciones de emergencia.

5.3. La gestión prospectiva y correctiva

Si bien existen avances indudables en la estimación y zonificación de riesgo, ello no ha significado la incorporación de tales aportes en los procesos de planifica-ción y gestión municipal y regional.

La licencia de construcción que podría ser un mecanismo de control de calidad de los diseños constructivos no está siendo utilizada para tal fin en muchos mu-nicipios y se ha hecho común el regularizar ello luego de terminado el proceso de construcción.

Recientemente, existen diversas iniciativas desde el Gobierno Central para incor-porar la gestión de riesgo en los procesos de desarrollo, entre los que destacan

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los incentivos municipales para este fin y los nuevos procedimientos de inversión pública promovidos por el Ministerio de Economía y Finanzas, que incluyen la incorporación de la gestión de riesgos.

Desde el Ministerio de Vivienda y desde la FAO, destacan los programas de fortalecimiento de capacidades para los funcionarios locales en lo relativo a la incorporación de la gestión de riesgo en la planificación y gestión del desarrollo.

La gestión correctiva y prospectiva comprende entre otros aspectos:

1. Campañas que impliquen a los medios de comunicación para generar una mayor conciencia ciudadana en relación con las responsabilidades y dere-chos ante la generación de riesgos.

2. La difusión y capacitación en relación a la identificación de las zonas de mayor riesgo (difusión de mapas y estudios) y de las tecnologías construc-tivas, en particular en los procesos de autoconstrucción.

3. La planificación del territorio y del desarrollo, teniendo en cuenta los ries-gos potenciales e identificados.

4. La transferencia del riesgo en caso de ser necesaria y factible.

5. La generación de mecanismos de participación y colaboración interinsti-tucional como se vienen generando en los grupos impulsores de la gestión de riesgo (GRIDES). La inclusión de las empresas públicas y privadas en tales mecanismos.

6. La incorporación de la gestión de riesgo en el Currículo Educativo, la for-mación de docentes y la elaboración de materiales educativos.

7. La coordinación con el poder judicial a fin de suspender la urbanización de zonas de riesgo y reubicar a las poblaciones en alto riesgo. La creación de mecanismos y sanciones legales que obliguen a las instituciones públicas y privadas al cumplimiento de las medidas de prevención y reducción de riesgo.

8. La identificación y habilitación de áreas para vivienda popular que sustitu-yan progresivamente a las invasiones.

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9. La incorporación de medidas de prevención y reducción de riesgo en el manejo de cuencas y el fortalecimiento de las autoridades de cuencas.

10. El diseño e implementación de estrategias y planes de prevención y reduc-ción de riesgo, incluidas partidas presupuestales permanentes para tal fin.

11. La articulación de las estrategias de adaptación al Cambio Climático con las de gestión de riesgo.

12. El diseño e implementación de estrategias de reducción de riesgo en las poblaciones afectadas por la variabilidad climática extrema, que impliquen la protección y diversificación de sus medios de vida y el acceso a tec-nologías apropiadas (como, por ejemplo, fitotoldos, energías alternativas, almacenamiento de semillas y forrajes, traslado de ganado, etc.).

13. El destinar recursos para reducir riesgos inminentes como pueden ser los existentes en Huancabamba, Zurite, Chosica, Tamburco, etc.

14. La creación de cursos y especialidades relacionadas con la gestión de ries-go y el Cambio Climático en las universidades e instituciones educativas, que permitan formar y acreditar especialistas.

15. La promulgación de una ley que posibilite la recuperación del patrimo-nio y los programas de destugurización. El diseño e implementación de programas de destugurización que impliquen mejoras en las viviendas y locales antiguos y la eventual reubicación de poblaciones y construcción de viviendas nuevas para ello.

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Anexos:1. Los avances en los sistemas de alerta tempranaLos SAT son claves en situaciones de desastres para evitar el mayor número de pérdidas humanas posibles.

En el Perú, hasta la fecha, no existe un SAT formal. Sin embargo, en la práctica se ha venido aplicando el siguiente protocolo de flujo de información y coordi-nación para la emisión de la alerta y la posterior diseminación de la alarma:

Flujograma

Fuente: INDECI

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Cabe indicar que la georeferenciación del evento sísmico está a cargo del Insti-tuto Geofísico del Perú, información que es transmitida a la DHN que genera la alerta de tsunami, comunicándola a las capitanías de puertos y a INDECI.

Es INDECI quien finalmente genera la alarma, diseminando la inminencia del even-to (tsunami) a los gobiernos locales a través de diversos medios de información.

Actualmente, diversos proyectos de cooperación que buscan fortalecer la ges-tión de riesgos de desastres en el Perú, vienen trabajando con las instituciones que forman parte del SAT ante Tsunamis, con la finalidad de definir de mane-ra clara sus roles y responsabilidades. Quizá la parte más compleja sea generar información clara que sea del entendimiento y aprehensión de las autoridades y representantes de gobiernos locales, pues son ellos quienes le dan aplicación directa para reducir el número de víctimas en una situación de emergencia.

A la fecha, UNESCO a través del proyecto DIPECHO viene promoviendo la creación de un Sistema Regional de Alerta Temprana ante Tsunamis, que con-siste en generar un protocolo de coordinación entre los países que conforman la costa del Pacífico Sur (Chile, Colombia, Ecuador y Perú) o el Anillo de Fuego, zona altamente vulnerable ante el movimiento sísmico y que requiere un sistema unificado para proporcionar información relevante para la toma de decisiones a nivel país-región.

Este sistema cuenta con que cada país conforma su propio SAT con compo-nentes de tipo sismológico, oceanográfico y de gestión de riesgos dentro de sus propios protocolos. Sin embargo, su desarrollo por cada país a la fecha ha evolucionado de manera distinta, siendo una tarea del proyecto el fortalecer este componente, además de formalizarlo.

En el Perú existen algunas experiencias parciales de alerta temprana. Los más relevantes están relacionados con el SAT ante tsunamis e implican la coope-ración de diversos países, pero no siempre tienen asegurada su llegada a la población. También se han instalado SAT en las cuencas y micro-cuencas, los cuales en la mayoría de los casos han tenido limitada continuidad y débil llega-da a la población.

En el siguiente gráfico se aprecia cómo funciona el sistema en el caso de México:

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sistema de Alerta Temprana ante tsunamis en méxico

Un caso paradigmático es el de Japón: cuenta con un tipo de alerta para cualquier movimiento sísmico en la región que registre una magnitud sísmica cercana o mayor a 5, de esta manera provee de información avanzada minutos antes de que la población experimente el momento crítico. Desde octubre del 2007 se transmite automáticamente estas alertas en todos sus sistemas de transmisión radiales y televisivos.

El servicio a celulares y alerta de emergencia del sistema de radiodifusión co-menzó en abril del 2006. Este sistema tiene una recepción estable en cualquier condición y sin interrupciones; además está libre de limitaciones como el tráfico telefónico. Sin embargo, no todos los modelos de celulares pueden acceder a este servicio, deben de ser aquellos compatibles con la tecnología digital.

Tomado de: http://www.bvd.org.ni/minikits/tsunamis/info_tsunami.jpg

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Los SAT se han ido modernizando con el transcurrir del tiempo. Ahora la tec-nología digital proporciona numerosas opciones para poder transmitir las alertas de maneras más rápida y a una mayor cantidad de usuarios. Desde setiembre del 2010 once países han adoptado el sistema

Además, existe también el potencial para que esta alerta pueda recibirse en de-codificadores y alarmas electrónicas. En los decodificadores la alerta podría ser sonora colocando un speaker o visual emitiendo una luz parpadeante.

Para que pueda funcionar tal sistema es indispensable contar con tres factores que funcionen juntos:

a. Sistema nacional de información en caso de emergencias que deberá de ser responsable por la detección y la colección y difusión de la información.

b. La estandarización del SAT y de las especificaciones de los receptores (te-levisores, radios, celulares, laptops, etc.).

c. La operación de las estaciones de difusión que incluye la transmisión de la alerta y los contenidos de la información que proporcione.

Si bien existe ya la tecnología para transmitir mayor cantidad de información a una gran variedad de receptores que pueda llegar a gran parte de la población es importante fortalecer primero el vínculo entre los tres principales actores que se muestran en la figura anterior.

Esto garantizará la calidad de la información transmitida y que la alerta temprana efectivamente sea temprana y llegue a tiempo.

soluciones Prácticas viene implementando un Sistema de Alerta Temprana (SAT) para amenazas de deslizamiento en Zurite, Cusco, en el marco del pro-yecto de “Fortalecimiento de capacidades de autoridades locales y actores de la sociedad civil para la integración de la gestión de riesgo en la planificación del desarrollo sostenible”. Este proyecto utiliza el esquema representado en el siguiente gráfico:

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sistema de Alerta Temprana en zurite, Cusco

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2. Estrategia metropolitana de gestión de riesgo

I. Diagnóstico de riesgo en Lima Metropolitana

1.1 Eventos destructores que amenazan la ciudad

El terremoto es la principal amenaza para la ciudad de Lima. Los sismos lejanos y cercanos pueden producir tsunamis que afectarían a la población metropolitana que habita a lo largo del litoral y a pocos metros sobre el nivel del mar, en espe-cial a las poblaciones ubicadas cerca de las desembocaduras de los ríos.

Una lluvia intensa en nuestra ciudad puede causar graves daños en miles de vi-viendas porque no están preparadas; la mayoría tienen techos planos, carecen de sistemas de drenaje o son construcciones precarias.

Los huaicos e inundaciones se presentan anualmente en la ciudad, han causado y pueden causar importantes pérdidas para muchas familias que habitan en las riberas de los ríos Rímac, Chillón y Lurín.

Una sequía en Lima es posible debido a la ausencia o déficit de lluvias en las cabe-ceras de las cuencas del Rímac, Chillón o Lurín, limitando drásticamente el agua disponible para consumo humano, lo cual de prolongarse por más de un año, puede obligar a un racionamiento severo del agua en nuestra ciudad y disminuir la producción de energía eléctrica.

Tanto las lluvias intensas como la ausencia de éstas, están afectadas por el Cam-bio Climático.

No es posible saber cuándo ocurrirá un gran sismo u otro fenómeno destructor pero sí sabemos que ocurrirá algún día y que la probabilidad aumenta con el tiempo, por lo que reduciendo el riesgo de desastres estamos asegurando la vida y propiedades nuestras y de nuestros hijos y nietos.

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1.2 La vulnerabilidad de Lima Metropolitana

La ciudad está altamente expuesta a los peligros ya descritos debido a:

• Crecimiento espontáneo y caótico, sin planificación y control basado en criterios de seguridad. Expansión acelerada de la ciudad sin considerar las situaciones de riesgo que se generan al ocupar los terrenos menos apropia-dos o al construir sin la aplicación de las normas de seguridad establecidas.

• La mayor vulnerabilidad ante los sismos está en viviendas12 construidas con limitada orientación técnica sobre suelos de arena de gran espesor o rellenos como es el caso de las viviendas de Villa El Salvador; sobre te-rrenos de laderas o con aguas superficiales en Chorrillos; sobre laderas de los cerros en algunas zonas de El Agustino, Collique, La Molina Puente Piedra, Vitarte, Chosica, San Juan de Lurigancho y Chaclacayo.

• Entre los inmuebles en mal estado de conservación o construidos sobre terrenos inadecuados un alto porcentaje de las viviendas del Rímac, El Cercado y La Victoria.

• La ocupación de áreas inundables ha sido constante y se estima que menos de la mitad de los tramos de los ríos que atraviesan la ciudad están debida-mente encauzados, las defensas existentes están muy deterioradas y tales cauces son rellenados día a día con restos de materiales de construcción y basura. Como consecuencia de los huaycos e inundaciones se pueden producir nuevamente la destrucción de centenares de viviendas y servicios básicos en los distritos del Cono Este y la interrupción de la carretera central y con ello el abastecimiento de productos alimenticios hacia Lima.

• La ausencia de liderazgo y protagonismo metropolitano en las anteriores gestiones a pesar de que la ley otorga tal responsabilidad en la reducción de riesgos. Liderazgo y responsabilidad para concertar con los gobiernos distritales, contribuir a fortalecer las capacidades institucionales para re-ducir los riesgos, orientar el crecimiento de la ciudad hacia zonas menos expuestas a peligros, supervisar y contribuir a mejorar la calidad de las construcciones, complementar, coordinar y armonizar los esfuerzos de las instituciones del gobierno central y de las empresas de servicio público en el ámbito metropolitano.

• Carencia de mecanismos para evitar que se generen nuevos riesgos con las nuevas inversiones, para reducir los riesgos existentes o para respon-

12 Estudio hecho por el INDECI y la PCM (Presidencia del Consejo de Ministros) en 23 distritos de Lima Metropolitana. Año 2010.

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der conjuntamente ante situaciones de emergencia o ante desastres. Los cambios institucionales que se han producido en el país en estos años han sustituido al Estado por el sector privado en la gestión de la mayor parte de los servicios públicos estratégicos en Lima Metropolitana, pero no han ido acompañados de la necesaria concertación y coordinación entre insti-tuciones públicas y privadas para dotar de seguridad a dichos servicios y de los respectivos planes de contingencias ante la posibilidad de un desastre en la capital.

• La carencia de sistemas de protección de los adultos mayores, personas discapacitadas y niños más pequeños, y sobre todo ante la insuficiente preparación ciudadana y responsabilidad de parte de las autoridades.

• Las condiciones de vulnerabilidad existentes en las escuelas, hospitales y diversos locales de uso público. Sólo en Lima el Banco Mundial ha identi-ficado 308 escuelas altamente vulnerables13.

• El deterioro o insuficiente mantenimiento de las vías de comunicación, incluidos algunos puentes y pasos a desnivel.

• La limitada participación ciudadana y de las organizaciones sociales en la gestión de riesgo.

1.3 Los riesgos de desastre

La ocurrencia de un terremoto de magnitud e intensidad similar a la del de 1940 nos crearía una situación de emergencia de proporciones, en la cual tendríamos.

• Muchas víctimas y la destrucción de alrededor de unas 200 mil viviendas y más de 500 centros educativos14. Cifras que podrían incrementarse de acuerdo a la hipótesis de un sismo de mayor magnitud que recientemente viene formulando el Instituto Geofísico del Perú.

• Dificultades para que los vecinos puedan acceder a los servicios de aten-ción de salud en caso de un desastre en Lima, en particular los 800 mil habitantes de San Juan de Lurigancho, de Lurigancho, Chosica, Ventanilla, Carabayllo, Pachacamac, Villa El Salvador y Villa María del Triunfo.

• La posibilidad de interrupción de los servicios de agua y saneamiento para ocho millones de personas y las dificultades para dotar de agua segura por medios alternativos que requieren de autoridad y mecanismos de coordi-

13 Inés Kudó. BM

14 Extraído del Estudio Diseño de Escenario sobre el impacto de un sismo de gran magnitud en Lima Me-tropolitana y Callao, Perú, del Centro de Estudios y Prevención de Desastres – PREDES- 2009, elaborado para el Instituto Nacional de Defensa Civil – INDECI.

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nación que no puede tener una sola empresa. Debemos tener en cuenta que sin mediar ninguna emergencia o desastre, más de 480 000 viviendas no se abastecen a través de la red pública.

• La posibilidad de interrupción de los servicios de electricidad y el agrava-miento de los actuales riesgos derivados de la precariedad de las conexio-nes domiciliarias e informales de electricidad.

• La posible interrupción de las comunicaciones, como ya sucedió en todo el país ante el terremoto de Pisco el año 2007.

• La insuficiente seguridad existente en los mercados mayoristas y minoris-tas, y de estrategias para asegurar el aprovisionamiento y distribución de alimentos en caso de desastre.

• El deterioro de las construcciones y equipamientos esenciales para aten-der las emergencias, como son los centros hospitalarios, las estaciones de bomberos.

Los huaycos, deslizamientos, las lluvias intensas, y las inundaciones traerían como consecuencia la destrucción o afectación de numerosas viviendas, la in-terrupción de las vías de comunicación en especial la Carretera Central (con el riesgo de desabastecimiento), además de la afectación de algunos servicios bási-cos como es el caso del agua y saneamiento.

La sequía prolongada devendría en la parcial interrupción o afectación de servi-cios básicos, en particular el de agua y electricidad.

II. La estrategia metropolitana

Tiene como finalidad: • Prevenir y reducir los riesgos de desastres mediante la participación ciuda-

dana y de las instituciones públicas y privadas.• Reforzar la responsabilidad y solidaridad entre los ciudadanos y la identi-

ficación con la ciudad.• Proteger preferencialmente a las personas más vulnerables: niños, adultos

mayores y personas en situación de discapacidad.• Promover la concertación y coordinación con los diferentes niveles

de gobierno a fin de mejorar la seguridad metropolitana ante el ries-go de desastres.

• Hacer efectivo el Acuerdo Nacional referido a la gestión del riesgo de desastres y se enmarca dentro de la nueva Ley del Sistema Nacional de Gestión del Riesgo de Desastres y de la Ley Orgánica de Municipalidades.

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4

Objetivos y acciones principales

I. Lograr que la gestión de riesgo sea una prioridad

1. Incorporar la gestión de riesgos en el plan estratégico de desarrollo metropoli-tano, en el plan estratégico institucional y en el plan de desarrollo urbano de Lima.

2. Incorporar evaluaciones de riesgo y medidas de reducción de riesgo en todas las obras que ejecute la Municipalidad de Lima.

3. Integrar las acciones propuestas en los planes y presupuestos municipales.4. Conformar un grupo de gestión de riesgos al interior del municipio integrado por

las diferentes gerencias, en particular las que tienen que ver con planifi-cación, seguridad ciudadana, y servicios públicos vitales; y asesorado por especialistas de los colegios profesionales, universidades e instituciones especializadas en la gestión de riesgo.

5. Buscaremos destrabar las dificultades que se derivan de la falta de sanea-miento legal de los inmuebles antiguos y mecanismos de financiamiento para que se pueda iniciar la renovación urbana dando prioridad a las zonas críticas.

6. Incorporarse a la Campaña Ciudades Resilientes que promueve la Estrategia Internacional para la Reducción de Desastres de Naciones Unidas, a fin de intercambiar experiencias y conocimientos con otras ciudades del mundo.

7. Coordinar las diferentes instancias del Gobierno Central, en particular con el INDECI y el CENEPRED para adecuar la estrategia Metropolitana a la nueva legislación vigente la Ley del Sistema Nacional de gestión de riesgo y su reglamento, y la ley de solidaridad de los gobiernos regionales.

II. Conocer los riesgos y tomar medidas

Concertar con los sectores y los municipios y para que se realice una evaluación del riesgo de desastres en los centros educativos y locales que albergan niños, perso-nas de tercera edad y en situación de discapacidad; y para que se planteen y hagan efectivas las medidas de reducción del riesgo y medidas para afrontar emergencias.

1. Se coordinará con las autoridades del gobierno central para reforzar los hospitales antiguos y ampliar la infraestructura hospitalaria a fin de aten-der las emergencias derivadas de los desastres.

2. Estimar cuantitativamente los riesgos y la factibilidad de asegurar parte de los activos de la ciudad.

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III. Desarrollar mayor conciencia

1. Concertar con los municipios y con los medios de comunicación y hacer uso de la publicidad de los municipios a fin de desarrollar campañas para que las familias mejoren la calidad de sus viviendas, refuercen y protejan sus viviendas.

2. Se coordinará con los gobiernos distritales para mejorar la zonificación de uso del suelo considerando los riesgos existentes, lo cual permitirá orientar el crecimiento urbano hacia zonas seguras, así como la actualización de las normas regulatorias y de control urbano en la ocupación y en la calidad sis-morresistente de las edificaciones.

IV. Reducir el riesgo y los factores subyacentes

1. Vivienda segura ante sismos: Apoyar el pedido del Colegio de Ingenieros para que se derogue el dispositivo que autoriza las construcciones de hasta cin-co pisos sin licencia, y proponer, en su lugar, un dispositivo que agilice los trámites para tales licencias. Promover cursos de capacitación para albañi-les y maestros de obra que trabajan en las zonas de mayor vulnerabilidad.

2. Concertar con los distritos cercanos a las riberas de los ríos y a los cauces de las quebradas, así como a los que tienen poblaciones en laderas, para implementar programas de protección de viviendas y servicios mediante obras de prevención, educación y el ejercicio de la autoridad ante los delitos contra el medioambiente y la seguridad de las personas.

3. Asegurar el abastecimiento de agua para consumo humano: Concertar con el Go-bierno Central para reducir el riesgo ante sequías mediante obras hidráuli-cas que prioricen el abastecimiento del agua en la ciudad.

4. Infraestructura de transporte: Dar prioridad al reforzamiento y la mejora de los puentes y pasos a desnivel (Unión y Dueñas) ya identificados15 para reducir la posibilidad de su afectación en caso de sismo y se dará el mantenimiento preventivo a todos.

5. El ordenamiento del transporte será una medida que contribuye también a re-ducir el riesgo de desastres en la capital, porque además permite evitar o reducir la excesiva aglomeración de personas y actividades de servicios en determinados puntos.

15 SIRAD, PNUD 2011

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V. Estar preparados y listos para actuar en caso de desastres

1. Coordinar con el INDECI a fin de actualizar las estrategias y planes de respuesta a emergencias e implicar en ello al conjunto de entidades públi-cas y privadas.

2. Conformar y equipar un Centro de Operaciones de Emergencia en coor-dinación con las entidades de primera respuesta en desastres, como son las Compañías de Bomberos, la Cruz Roja y otras instituciones.

3. Facilitar y habilitar vías que permitan el acceso y desplazamiento rápido de los vehículos de emergencia

4. Coordinar con los alcaldes distritales para desarrollar campañas de prepa-ración de la población ante eventuales desastres. Tales campañas deberán implicar la implementación de planes comunitarios para reducir los ries-gos con la participación de las organizaciones, programas asistenciales e instituciones educativas.

5. Actualizar y difundir entre la población los planes y medidas ante la po-sible ocurrencia de tsunamis, recordando que un sismo de fuerte intensi-dad local es la señal para evacuar el litoral y protegerse de inmediato en lugares alejados y altos o en edificios de mayor altura, pero que en caso de sismos lejanos, los sistemas de alerta y evacuación serán activados con la debida anticipación.

6. Concertar con las instituciones de salud para un plan de emergencia ante desastres apoyando con la distribución de los hospitales de solidaridad en función de las necesidades de atención de las emergencias.

7. Coordinar con todas las empresas que brindan servicios públicos en Lima para actualicen sus planes de gestión de riesgo y se puedan mejorar e im-plementar con el liderazgo político y la coordinación interinstitucional necesaria. Buscaremos con tales empresas las fórmulas necesarias para asegurar que las responsabilidades actuales de los servicios tercerizados incorporen obligaciones para la reducción de riesgos y la respuesta a situa-ciones de emergencia.

8. Trabajar con los mercados mayoristas y minoristas para mejorar los me-canismos de distribución de alimentos y asegurar tal distribución en casos de desastres.

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modelo de un impacto sísmico en Lima metropolitana y Callao

CAPíTuLo 5:

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Reflexiones finales: las tendencias contemporáneas del riesgo

Capí tu lo 5

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REFLExIonEs FInALEs: LAs TEnDEnCIAs ConTEmPoRÁnEAs DEL RIEsgo

En base a lo tratado a lo largo del libro podemos visualizar algunas tendencias del riesgo.

Amenazas

En relación con las amenazas, se hace necesario relevar la interacción de distin-tos fenómenos destructores, las erupciones volcánicas interactúan con los sis-mos y estos con los tsunamis, los sismos provocan deslizamientos y aludes que pueden ser más letales que estos.

Las sequías y grandes variaciones climáticas lejos de explicarse en sí mismas están crecientemente determinadas por las erupciones volcánicas, el Cambio Climático y los fenómenos El Niño y La Niña. No es posible explicarse los desastres anteriores y los riesgos sin considerar ello y por tanto la necesidad de analizar los escenarios de riesgo (tomando en cuenta la interacción de distintos fenómenos potencialmente destructivos) y no solo la probabilidad estadística de un fenómeno determinado.

A lo largo de la historia se encuentran, no solo las interacciones aludidas sino coincidencias marcadas sobre la ocurrencia de eventos que aparentemente no tienen correlación, como es el caso de las erupciones volcánicas simultáneas que han sido registradas en lugares distantes y cercanos. Una mayor investigación de la interacción de los fenómenos y las “coincidencias” aludidas podría explicar la existencia, registrada por el Inca Garcilaso de la Vega, de periodos “de injurias”16.

16 Garcilaso de la Vega, Inca, Comentarios Reales.

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El análisis de las amenazas no solo debe darse asumiendo los fenómenos des-tructivos como independientes de la acción humana, sino tomando en cuenta que el mal manejo de los recursos naturales incide cada vez más en la magnitud e intensidad de los huaycos, inundaciones y deslizamientos; el Cambio Climático incide conjuntamente con eventos naturales en la frecuencia e intensidad de las variaciones extremas del clima e interactúa con los cambios socioeconómicos y con las políticas público privadas, en tanto presiones dinámicas que inciden en la vulnerabilidad.

El incremento de las amenazas de origen climático

La mayor frecuencia e intensidad de las amenazas asociadas al clima es cada vez más evidente. En contraste no existen evidencias de cambios sustantivos en la frecuencia e intensidad de fenómenos como los sismos, erupciones volcánicas o tsunamis. Lo que ocurre es que hoy en día se tiene mayor difusión de la informa-ción sobre tales fenómenos en distintas partes del mundo.

Vulnerabilidad

La vulnerabilidad ha sido analizada en tanto situación y en tanto proceso. En tanto situación, se trata de un conjunto de condiciones inseguras que tienen causas económicas, políticas, ambientales, culturales, etc. En tanto proceso, la vulnerabilidad implica la interacción entre causas de fondo, presiones dinámicas y condiciones inseguras, pero también la falta de acceso a los bienes y servicios que posibilitan una mayor seguridad ante las amenazas. La vulnerabilidad lleva implícita la falta de realización de los derechos de las personas, en particular de los más pobres, las comunidades indígenas, las mujeres, los niños, los adultos mayores y las personas con discapacidad, sectores que han sido tradicionalmente ignorados en las estrategias gubernamentales. La vulnerabilidad es en esencia dinámica y tiene dimensiones subjetivas difíciles de valorar y comparar. Es posible estimar algunos aspectos de la vulnerabilidad como situación, como es el caso de la ubicación y condiciones de las edifica-ciones, pero no resulta tan factible el cuantificar y comparar los procesos que generan las condiciones de inseguridad, las percepciones y valoraciones diferen-ciadas de los riesgos por las distintas comunidades, o el nivel de conocimiento y conciencia de riesgo, o la reacción posible de las personas ante un sismo.

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El riesgo

El riesgo puede ser entendido como la resultante de la interacción entre las amenazas y la vulnerabilidad, pero también como el daño probable dadas ciertas condiciones de amenaza y vulnerabilidad.

El riesgo es susceptible de ser estimado para cada magnitud e intensidad del posible evento destructor, en tanto afectaciones humanas (muertos y heridos) y de los bienes económicos. En el primer caso se estima el número de víctimas posibles y en el segundo se cuantifica las pérdidas materiales y se estima su valor económico. La cuantificación económica del riesgo soslaya el impacto social de los desastres. De ahí la necesidad de agregar una valoración social del daño.

Menos pérdidas de vida, más pérdidas económicas

En contraste con la tendencia a la disminución de víctimas humanas, las pérdidas económicas tienden a incrementarse significativamente debido a las dinámicas de crecimiento de las ciudades en y hacia zonas de mayor susceptibilidad ante fenómenos como sismos, inundaciones y deslizamientos.

El riesgo de pérdidas económicas está, pues, cada vez más determinado por las deficiencias en la gestión del desarrollo, de allí la relevancia del rol de las insti-tuciones públicas y privadas en la generación de riesgo, o alternativamente en la prevención y reducción de riesgos.

Avances y límites en la reducción de riesgos

En muchos países las innovaciones tecnológicas, la mayor eficacia de las institu-ciones especializadas en emergencias y el mayor conocimiento y conciencia de las personas ha hecho posible la reducción de víctimas letales.

El desarrollo de nuevas tecnologías hace más factible la anticipación ante las amenazas asociadas principalmente al clima y más resistente al efecto de los sismos, y también posibilita un mayor conocimiento sobre la exposición ante tales peligros. Las nuevas tecnologías (en particular la información satelital) con-juntamente con el desarrollo de la comunicación, han permitido el desarrollo de diversos Sistemas de Alerta Temprana. A pesar de ello, los niveles de incerti-dumbre se han incrementado cuando se trata de riesgos más localizados o más distantes en el tiempo.

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El incremento de las condiciones de riesgo en las ciudades

Las mejoras en las capacidades de respuesta no reducen de manera inmediata la vulnerabilidad de los activos fijos ya existentes, como edificios e infraestructura, que a menudo se siguen usando más allá de su duración prevista.

Las condiciones de riesgo se incrementan por la concentración urbana en zonas de intensa actividad sísmica (cercanía a volcanes en actividad, fallas locales, etc.) combinada con la precariedad extrema de las viviendas y servicios, la imposibi-lidad física de evacuaciones y la ausencia de preparación para responder a los desastres. Este fue el caso de Puerto Príncipe en Haití y podría ser el caso de la zona antigua de Nueva Delhi. La ubicación de poblaciones en zonas de ocu-rrencia de aludes y deslizamientos. Es el caso de las poblaciones ubicadas en el Callejón de Huaylas y que pueden ser arrasadas por aluviones como los que en el pasado han causado miles de muertes. Es también el caso de algunas cumbres volcánicas y laderas, como las que desencadenaron los desastres de Armero en Colombia o el de Casitas en Nicaragua; también por la carencia de sistemas de alerta y evacuación efectivas para las poblaciones susceptibles de ser afectadas por tsunamis, como fue el caso del Sur de Asia, ya corregido después del gran desastre del año 2005, o como puede ser el caso de un tsunami que se genere a raíz de un sismo ocurrido muy cerca de la costa.

De igual modo, los instrumentos como la planificación del uso del suelo y los reglamentos de construcción no han conseguido reducir la vulnerabilidad, espe-cialmente en zonas de rápida urbanización.

Riesgo e incertidumbre

Según varios autores, el concepto de riesgo se ha convertido en un término de uso amplio en la sociedad occidental contemporánea donde se tiende a identifi-car riesgo con incertidumbre. Tal incertidumbre está determinada por el limita-do grado de conocimiento de las condiciones de riesgo, en particular lo relativo a las amenazas y a las condiciones de vulnerabilidad.

El Cambio Climático, por ejemplo, hace más incierto el pronóstico del clima.

Como afirma Beck, el saber (de legos o de expertos) sobre riesgos(en particular los globales) dista mucho de ser unívoco, ya que se refiere a acontecimientos futuros y sus enunciados no pueden, hoy por hoy, verificarse ni refutarse. De ahí

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que los críticos destaquen repetidamente las discrepancias entre el saber efectivo y la dramaturgia pública de peligros y crisis.

La incertidumbre contrasta con la aparente certeza de pronósticos de catástrofes que se vienen anunciando incluso hace décadas y que han cobrado actualidad en el contexto de una sociedad cada vez más asociada con el riesgo. Durante décadas se ha venido hablando de grandes catástrofes frente a las cuales sería muy poco lo que se podría hacer, y en contraste, no se es capaz de responder adecuadamente a los desastres recurrentes ni prevenir ni reducir los riesgos ob-jetivamente existentes.

Riesgo global, nacional y local

La mayor incidencia de lo global y nacional sobre lo local constituye una tenden-cia creciente en la generación de las condiciones de riesgo.

La mayor influencia del nivel global está referida al Cambio Climático y los retos regionales como el Fenómeno El Niño y los sistemas de alerta temprana frente a tsunamis y otras amenazas de implicancias internacionales. Los riesgos cons-tituyen hoy en día un motivo de preocupación internacional debido a la débil influencia regional ante las amenazas globales y las estrategias de mitigación y adaptación, y porque las miradas y alianzas regionales pueden contribuir a solu-ciones más eficaces.

La mayor influencia del nivel nacional sobre lo local refiere a las políticas e in-versiones que pueden reducir o incrementar los riesgos. Es también el caso de la nueva legislación nacional sobre gestión de riesgo o el programa de moderniza-ción municipal, que incentiva las acciones de reducción local de riesgo.

La estimación y evaluación de riesgo

A pesar de que las estadísticas de pérdidas en los desastres en el mundo eviden-cian una reducción importante de las víctimas letales y, en contraste, un incre-mento significativo de las pérdidas económicas, las evaluaciones de riesgo siguen basándose en los mayores eventos catastróficos pasados, no siempre adecuada-mente conocidos, con un alto número de víctimas y viviendas destruidas.

Tales diagnósticos no tienen en cuenta el desarrollo de las tecnologías que per-miten contar con alertas tempranas, prevenir y controlar epidemias, responder

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con mayor rapidez y eficiencia, y la existencia de estrategias propias de la pobla-ción que permiten reducir los efectos de un desastre en base a diversos mecanis-mos de solidaridad y organización.

Lo paradójico en los anuncios catastrofistas es que generalmente son suscritos o validados por las instituciones especializadas en la preparación y respuesta a emergencias, sin tener en cuenta que al anunciar tal letalidad y destrucción, están diciendo que sus esfuerzos y experiencias de décadas han sido infructuosos

La estimación de riesgo confronta, pues, los siguientes retos significativos:

• No puede cuantificarse la dimensión subjetiva del riesgo, a pesar de que puede ser determinante para la reducción y prevención del riesgo.

• La existencia cada vez más relevante de la incertidumbre agravada por el Cambio Climático y el carácter dinámico del riesgo.

Participación ciudadana

Una tendencia preocupante es la exclusión creciente de los mecanismos de partici-pación ciudadana y de recuperación de los saberes locales. Tal exclusión tiene impli-cancias negativas en la efectividad y eficacia de los procesos de gestión de riesgos.

La participación de la Sociedad Civil

La creciente participación de la Sociedad Civil y los organismos de desarrollo en la gestión de riesgos, a diferencia del pasado, donde el mayor protagonismo estaba en instituciones especializadas en desastres.

Tal participación implica también la creciente movilización de recursos humanos y materiales locales y nacionales para la respuesta a desastres y, por tanto, una menor dependencia de la ayuda humanitaria externa.

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Nuevos actores

Una tendencia es la emergencia de nuevos actores, en particular la influencia creciente de la empresa privada, que en algunos países ha significado la privati-zación de la ayuda y, por tanto, la tendencia a sustituir al Estado (que se limita a contratar los servicios) y las instituciones humanitarias.

De otro lado, los riesgos de desastres y sobre todo las emergencias dejan de ser asunto de Estado para pasar a ser afrontados en instancias subrregionales, regio-nales e incluso mundiales.

De allí el mayor protagonismo de los organismos multilaterales (Naciones Uni-das, Banco Mundial, BID)17.

En el caso del Perú los aportes más significativos de tales organismos han sido el apoyo institucional para la identificación y análisis de riesgos y para la respuesta a desastres (PNUD, OCHA) así como la promoción de estrategias para la gestión urbana y para la transferencia de riesgos.

Otra tendencia es la de las alianzas internacionales para la respuesta a situaciones de desastre. La hegemonía militar norteamericana en las estrategias de alianzas internacionales para la respuesta humanitaria; y las iniciativas subrregional y re-

gionales para liderar tal respuesta.

Riesgo e inversión

Cada vez hay más consenso en que la gestión de riesgo y la adaptación al Cambio Climático no solo protegen a las personas sino que constituyen inversiones que generan ahorros económicos significativos.

De acuerdo con Stern, los costos que asumiríamos si actuamos hoy frente al Cambio Climático son reducidos si los comparamos con los de no hacer nada, coste que podría ascender en el futuro al 20% anual del producto de la economía mundial; finalmente, el consenso global en pro de la protección del clima abre nuevos mercados.

17 Beck, p. 136

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La transferencia del riesgo

A diferencia de décadas anteriores, existe una creciente presencia de las empre-sas aseguradoras ante los riesgos de desastre. La transferencia del riesgo implica a las empresas de servicios, al Estado y a las ciudades. Si bien puede constituirse un instrumento clave para la reducción de riesgo, se hace necesario el contar con mecanismos adecuados de supervisión y manejo.

La presencia del mercado

El mercado puede ser afectado por los desastres de tal forma que afecte adi-cionalmente a las poblaciones damnificadas. El manejo del mercado implica el evitar la sustitución de productos locales por la ayuda externa, pero también la gestión y la soberanía alimentarias.

La gestión de riesgo

En el Perú se ha tenido un avance importante en la gestión reactiva de riesgo pero no así en la prevención y reducción de riesgo.

La preparación y respuesta es, sin embargo, un reto permanente, dados los cam-bios en las poblaciones y en las autoridades y líderes, así como los periodos críticos derivados de fenómenos como El Niño y La Niña. La preparación debe implicar especialmente a las poblaciones más vulnerables, como son las altoan-dinas y las comunidades amazónicas; también a las personas en situación de discapacidad, adultos mayores y a los niños. En especial, es necesario contar con mecanismos de protección que incluyan mejoras en los espacios que sirven de albergue y los espacios públicos en general.

De otro lado se debe procurar articular mejor los Sistemas de Alerta Temprana, implicando en ello a los medios de comunicación y a las organizaciones de po-bladores de los asentamientos más vulnerables.

La gestión correctiva y prospectiva tiene avances recientes en el marco de la nue-va ley de gestión de riesgo. Sin embargo, no solo debe centrarse en los aspectos de planificación y financiamiento de los gobiernos locales sino implicar cada vez más el desarrollo de la conciencia y las capacidades ciudadanas e institucionales, en particular la articulación y complementariedad local a través de mecanismos

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como el de los Grupos Impulsores de Redes de Gestión de Riesgo (GRIDES) o el de las mancomunidades y autoridades de Cuencas. La gestión correctiva debe implicar también estrategias y recursos para intervenir en los casos de riesgos inminentes (Huancabamba, Zurite, Tamburco, Chosica, etc.); en la destuguri-zación y reubicación de asentamientos en alto riesgo y en las estrategias frente a variaciones climáticas extremas que afectan a los más vulnerables, como es el caso del friaje o las inundaciones en comunidades de la selva.

Asimismo, las políticas de gestión correctiva y reactiva deberían propiciar medi-das que faciliten la cooperación de distintos sectores (públicos y privados) y de integración de las comunidades vulnerables a los diversos usos.

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