Psicología Educacional 2015

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Psicología Educacional Aportes para el desarrollo curricular

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Psicología

EducacionalAportes para el desarrollo curricular

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Psicología Educacional

APORTES PARA EL DESARROLLO CURRICULAR

Ricardo Baquero1

Diciembre de 2009

1 Profesor universitario especializado en psicología del desarrollo y educacional. Ha colaborado en diversos programas y acciones de formación docente.

*El autor agradece la atenta lectura y las oportunas observaciones realizadas a este trabajo por Flavia Terigi.

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Presidenta de la Nación

Dra. CRISTINA FERNÁNDEZ DE KIRCHNER

Ministro de Educación

Prof. ALBERTO SILEONI

Secretaria de Educación

Prof. MARÍA INÉS ABRILE DE VOLLMER

Secretario General del Consejo Federal de Educación

Prof. DOMINGO DE CARA

Secretario de Políticas Universitarias

Dr. ALBERTO DIBBERN

Directora Ejecutiva del Instituto Nacional de Formación Docente

Lic. GRACIELA LOMBARDI

Área Desarrollo Institucional - INFD

Coordinadora Nacional: Lic. PERLA FERNÁNDEZ

Área Formación e Investigación - INFD

Coordinadora Nacional: Lic. ANDREA MOLINARI

Coordinadora del Área de Desarrollo Curricular - INFD

Lic. MARÍA CRISTINA HISSE

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Índice

Coordinación General

María Cristina Hisse

Equipo técnico del Área Desarrollo Curricular

Liliana Cerutti – Ana Encabo – María Susana Gogna –

Gustavo Mórtola – Alicia Zamudio

Asistente operativa

María Emilia Racciatti

Diseño y diagramación

Ricardo Penney

Corrección de estilo y edición general

Ana María Mozian

Instituto Nacional de Formación Docente

Lavalle 2540 - 3º piso (C1205AAF) - Ciudad de Buenos Aires. Teléfono: 4959-2200www.me.gob.ar/infod - e-mail: [email protected]

Palabras preliminares

Presentación

CAPÍTULO I

Temas centrales para una introducción a la Psicología Educacional

en la formación docente

1.Sobre las relaciones entre Psicología y educación

2.Aprendizaje y aprendizaje escolar

3.Desarrollo, aprendizaje y enseñanza

4.Algunos problemas de las prácticas educativas abordables desde una perspectiva

psicoeducativa

CAPÍTULO 2

Propuesta tentativa de objetivos y de formulación de contenidos

Objetivos del Módulo

Objetivos específi cos

Propuesta de contenidos

1.Psicología y Educación

2.Aprendizaje y aprendizaje escolar

3.Desarrollo, aprendizaje y enseñanza

4.Algunos problemas de las prácticas educativas abordables desde una perspectiva

psicoeducativa

Bibliografía trabajada en la confección del módulo

Baquero, Ricardo Psicología educacional. - 1a ed. - Buenos Aires : Ministerio de Educación de la Nación, 2010. 42 p. ; 23x17 cm. - (Aportes para el desarrollo curricular)

ISBN 978-950-00-0764-1

1. Formación Docente. I. Título CDD 371.1

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Palabras preliminares

La formación docente de nuestro país ha comenzado a transitar un proceso de renovación a partir de

la promulgación de la Ley de Educación Nacional. En este contexto, el Consejo Federal de Educación

aprobó a través de la Resolución Nº 24/07 los Lineamientos Curriculares Nacionales para la Formación

Docente Inicial, lo que representa un importante avance en relación al fortalecimiento de la integración

federal del curriculum de formación docente por su aporte a la integración, congruencia y complemen-

tariedad de la formación inicial, asegurando niveles de formación y resultados equivalentes, logrando

mayor articulación entre carreras y entre jurisdicciones.

A partir del año 2009 todas las provincias del país y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires han comen-

zado a ofrecer nuevos planes de estudio para los futuros docentes, que han sido elaborados de acuerdo

a la propuesta de los Lineamientos Nacionales. En este marco, la publicación de la serie Aportes para

el desarrollo curricular constituye una de las acciones que el Instituto Nacional de Formación Docente

desarrolla para acompañar el proceso de implementación de los nuevos diseños curriculares para la

formación docente inicial.

La serie está integrada por nueve documentos escritos por especialistas de reconocida trayectoria y tiene

como propósito presentar algunos elementos de carácter teórico que puedan acompañar a los profesores

de las instituciones formadoras responsables de la enseñanza de diferentes unidades curriculares.

Si bien los documentos han sido elaborados atendiendo a campos disciplinares, temas o problemas

relativos a las instancias curriculares que integran los nuevos diseños, es necesario destacar que fue-

ron pensados como aportes al desarrollo curricular en su conjunto, más allá de la especifi cación de un

campo o asignatura en particular. En este sentido, docentes a cargo de diferentes espacios pueden ser

destinatarios de un mismo material. Dentro de la serie, algunos de ellos, priorizan la actualización aca-

démica en un campo, tema o problema, en tanto otros ofrecen posibles alternativas para la selección y

organización de contenidos de algunas instancias curriculares.

Dado que los diferentes documentos presentan una perspectiva entre muchas posibles y fueron elabo-

rados con la intención de aportar al debate, de modo alguno tienen valor de prescripción. Todos ellos

presentan enfoques que seguramente serán complementados y enriquecidos al entrar en diálogo con

otros textos y con la práctica cotidiana de los formadores que día a día asumen el compromiso de for-

mar nuevas generaciones de docentes.

María Cristina Hisse

Andrea Molinari

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Psicología Educacional

Presentación

El siguiente módulo se propone presentar:

1. una selección fundada de temas y problemas de la Psicología Educacional juzgados de particular

relevancia para la formación docente;

2. una propuesta de objetivos y de selección y formulación de contenidos como ilustración o insumo

para el diseño de programas para el eventual dictado de la asignatura;

3. una bibliografía de consulta sobre los temas y problemas seleccionados.

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de relevancia dentro de la producción psicológica, sino, también, los criterios a poner en juego a la hora

de evaluar o ponderar tales producciones. Si esto parece algo improcedente para el dominio necesario

a tener en la formación docente, se ve sin embargo requerido por el estado del arte en la propia psi-

cología educacional y por la necesidad de otorgar herramientas para revisar la cantidad de supuestos

y saberes psicoeducativos en circulación en las prácticas educativas/escolares efectivas. Por ejemplo,

como mencionáramos, los criterios para evaluar las competencias o capacidades de los sujetos o, aun,

las sospechas sobre su “educabilidad”, suelen fundarse en conocimiento psicológico cuyo tipo, alcance

y límite es crucial poner bajo evaluación.

1.2. Sobre el reduccionismo

En este marco pueden analizarse los riesgos reduccionistas y aplicacionistas en las relaciones entre Psico-

logía y Educación. Reduccionismo entendido como la ponderación exagerada de un componente de una

explicación compleja en detrimento de otros componentes relevantes. Puede, sin embargo, reducirse

la explicación a un componente pertinente y relevante para el problema a explicar, lo que se pone bajo

sospecha es que se trate de un componente sufi ciente para producir tal explicación y decidir cursos de

acción sobre su base. Un ejemplo clásico al respecto es el tratamiento, por desgracia aún habitual, del

fracaso escolar masivo como si se tratara de una suma de fracasos individuales. Esto es, la explicación

radicaría en défi cits que portarían los sujetos a título individual, de modo que en la explicación del

fenómeno del fracaso masivo, desde esta perspectiva, no juega la escuela, su formato y condiciones

efectivas para enseñar y aprender ningún papel relevante. Como se sabe, este tipo de explicación queda

reducida a variables de tipo psicológico/individual del alumno. La ponderación de los aspectos singula-

res del sujeto pueden guardar, sin duda, pertinencia y relevancia en la explicación del fenómeno, pero

la explicación última resignifi cando tales singularidades como défi cits individuales escinde las caracte-

rísticas de los sujetos de las situaciones que habitan.

¿Por qué suelen fracasar más los varones que las mujeres? ¿Por qué, a su vez, con mayor probabilidad los

alumnos de sectores populares? ¿Por qué muchos alumnos muestran mayor “capacidad” en contextos

no escolares que en la escuela? ¿Por qué varían los desempeños de los sujetos de acuerdo al formato

de la actividad que se les propone en la escuela? Son preguntas irreductibles a un nivel psicológico

individual y requieren reponer la complejidad y, como señaláramos, la especifi cidad de los escenarios

escolares y sociales.

1.3. Sobre el aplicacionismo

En una dirección similar avanza la crítica al aplicacionismo en las relaciones entre P y E. Esto es, se

cuestiona la sufi ciencia –no la pertinencia o incluso relevancia– de la investigación psicológica básica

para resolver problemas educativos o tomar sobre su base decisiones pedagógicas. En tal sentido, la

discusión en PE ha planteado cuestiones de importancia:

• La necesidad de atender a la especifi cidad de los procesos de aprendizaje en contextos formales,

particularmente los escolares.

Capítulo I

Temas centrales para una introducción

a la Psicología Educacional

en la formación docente

1. Sobre las relaciones entre Psicología y educación

Como se sabe, las relaciones entre Psicología y prácticas educativas presentan una larga, prolífi ca y

también, controvertida historia. Todo indica que, de cara a comprender las implicancias que han cobra-

do para la comprensión y la intervención sobre las prácticas educativas concretas, debieran atenderse

algunas de las variadas formas que asumió y asume su relación, al menos desde dos perspectivas:

• por una parte, debiera ponderarse los usos efectivos que en educación se han hecho de las pro-

ducciones psicológicas en su variedad;

• por otra, es de importancia ponderar los alcances, límites y efectos, muchas veces no deseados,

que ha tenido el uso de las producciones psicológicas en los ámbitos educativos.

Lo primero, sin duda, es una tarea casi imposible por la variedad de ámbitos y problemas educativos

que han sido objeto de análisis psicológico o de implementación de prácticas psicoeducativas. Debe

atenderse a que ciertas relaciones se pueden percibir con cierta facilidad, como la existente entre los

trabajos psicológicos sobre los procesos de desarrollo y aprendizaje y sus efectos sobre el diseño de

prácticas de enseñanza. Sin embargo, otro tipo de relaciones, como el uso privilegiado de criterios

psicológicos –con cierto detrimento de los criterios pedagógicos– para defi nir el destino escolar de

algunos alumnos, aparece naturalizado o menos visible. A cuestiones de este tipo se alude en la necesi-

dad de atender a la variedad de relaciones que puede guardar la producción psicológica y las prácticas

educativas.

1.1. Sobre los criterios

Para la particularidad que presenta la formación docente es crucial, como se propondrá, a la par de

trabajar sobre ciertos temas relevantes, refl exionar sobre los mismos criterios que llevarán a defi nir

la pertinencia, relevancia y sufi ciencia de las producciones psicológicas para un análisis y desarrollo de

prácticas educativas.

Esto es, pareciera de importancia trabajar con los futuros docentes, no sólo los contenidos que juzgamos

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Más allá de la obvia necesidad de atención personalizada de muchos de los alumnos, lo que se quiere

resaltar es la percepción habitual –a veces no pensada– de que la causa de los síntomas que porta el

sujeto o las razones de las difi cultades en el aprendizaje o la convivencia, pueden ser encontradas en el

sujeto a título individual –o en cuestiones que porta sobre sí como su origen social o los vínculos fami-

liares. Es decir, que esas cuestiones más que cuestiones relevantes, como se señalara, resultan sufi ciente

explicación del problema. Más allá de las percepciones de los actores –los propios psicólogos, psicope-

dagogos o docentes– se resalta aquí el sistema de expectativas instituido, o las funciones ejercidas o

requeridas habitualmente. Como se comprenderá, debería repararse en sí esta asignación usual de fun-

ciones no remite a las posiciones reduccionistas señaladas. Reduccionismo en muchos casos, es bueno

recordarlo, no sólo a lo psicológico como componente aparentemente sufi ciente para una explicación u

abordaje, sino, muchas veces consistente, a su vez, en una reducción de lo psicológico a lo individual y

de lo individual a lo afectivo o cognitivo, según sea el caso.

Importa advertir, en línea con lo señalado por los autores críticos a una lógica de “aplicación”, que

suele ser razonable la percepción habitual y mutua que docentes y profesionales psi poseen sobre las

limitaciones de su accionar. Tanto los docentes como los profesionales psi parecen sentir que las prác-

ticas de sus colegas no son sufi cientes para atender a la naturaleza de los problemas enfrentados. Se

trae aquí esta cuestión porque remite a la relativa vacancia de investigaciones y estrategias de trabajo

psicoeducativas efectuadas sobre la base de una tarea realmente conjunta de docentes, directivos y

profesionales psi. Esto es lo que se quiere enfatizar al decir que los escenarios educativos plantean nue-

vos problemas a la investigación básica y, a su vez, estos problemas no pueden ser atrapados de modo

sufi ciente sin cierta implicación en su dinámica efectiva.

Como se sabe, no suele ser sufi ciente con la prescripción formal de funciones y estrategias de trabajo

a privilegiar, para los diversos profesionales. Las formaciones diversas, en épocas y planes de estudio,

que portan los profesionales, tanto psicólogos, psicopedagogos como trabajadores sociales hace difícil

ponderar de modo general o a priori sus posibilidades efectivas de intervención. Curiosamente puede

encontrarse en muchos casos que tanto los psicólogos como psicopedagogos que trabajan en el sis-

tema educativo poseen perfi les muy orientados a la intervención de tipo clínico individual y en menor

medida hacia la comprensión específi ca de las diferentes dinámicas de los procesos escolares. Desde

ya que la mirada de un psicólogo con posibilidades de analizar las dinámicas subjetivas, grupales o

institucionales constituye un insumo valioso. Del mismo modo, la perspectiva de un psicopedagogo

atenta a la dinámica particular de los procesos de desarrollo y aprendizaje puede resultar crítica. Lo que

se señala es que ambas perspectivas se potencian de una manera singular cuando se agencian en las

condiciones efectivas y específi cas de los procesos escolares. Es en tal sentido que se indica la necesidad

de recuperar o construir alternativas de trabajo conjuntas entre estos profesionales “psi” y los docentes

y directivos. Si bien hay valiosas experiencias en tal dirección, no parecen estar documentadas o siste-

matizadas de modo sufi ciente.

• Esta necesaria atención a la especifi cidad no sólo se debe a las limitaciones de “aplicación” de

los saberes psicológicos usuales, sino a que los procesos de aprendizaje de tipo escolar, requieren

de una investigación “básica” especializada. Es decir, muchos de los desarrollos de la psicología del

aprendizaje o del desarrollo no poseen un sufi ciente poder explicativo de los procesos de apren-

dizaje y desarrollo en contexto escolar. Es decir, no sólo se trata de no haber ensayado oportunas

aplicaciones sino de no poseer sufi ciente poder explicativo. No siempre poseen “validez ecológica”

ya que su origen, en muchos casos, es la investigación “de laboratorio” en contextos no “naturales”.

En lugar de abonar la idea de “aplicación” de un saber psicológico, incluso a veces con fi nes prescripti-

vos ordenando propuestas de enseñanza, se han planteado posiciones cautelosas con respecto a cómo

debiera concebirse la relación entre P y E. Algunas de ellas plantean:

• Que el cuerpo de conocimientos psicológicos debe ser utilizado como una herramienta de aná-lisis más de los complejos procesos educativos/escolares más que, por ejemplo, como “fuente de

inspiración” de métodos de enseñanza o construcción de criterios para ponderar las competencias

intelectuales de los sujetos. César Coll, por ejemplo, ha sido un autor prolífi co en el planteo de estos

alcances y limitaciones del conocimiento psicológico (cf Coll, 1983, 1990, 1998).

• Otros autores como Berliner, en una dirección similar plantean la necesidad de “psicologizar” los

procesos educativos, en el sentido de producir análisis psicológicos, pero de situaciones concretas

de enseñanza y aprendizaje restituyendo la complejidad de esas situaciones habitualmente desje-

rarquizadas por la producción académica. (cf. Berliner, 1993)

• Esta necesidad de producir saberes sobre las mismas prácticas escolares y en forma conjunta con

docentes, directivos o profesionales de los equipos psicoeducativos, puede llevar a plantear la ne-

cesidad de una implicación en tales prácticas más que sólo una “aplicación” de un saber producido

en otros contextos. (Baquero, Cimolai y Lucas, 2009; Baquero, 2007)

La idea, se comprende, no es trabajar con los futuros docentes la información detallada de estas posiciones

sino construir criterios que permitan evaluar con cuidado los efectos del discurso y las prácticas psicoeduca-

tivas sobre los pronósticos de posibilidad de aprendizaje, el diseño de propuestas pedagógicas y la toma de

decisiones educativas que se encuentran con frecuencia en el cotidiano de las prácticas escolares.

Un ejemplo de la última temática lo constituye la necesidad de cierto examen del lugar –o los lugares–

en el sentido de las funciones, institucionalmente asignadas a los profesionales con formación psicoló-

gica. A pesar de su variedad indudable y sobre la base de formas de regulación diferentes y en algunos

casos relativamente novedosas en algunas jurisdicciones, parece pregnar una función de atención a

las difi cultades o problemas que parecen portar los alumnos. En muchos casos incluso, la interven-

ción apunta a analizar los procesos de desarrollo o constitución subjetiva con cierta abstracción de su

condición de alumno. Debería notarse con los futuros docentes que esta, en principio, delimitación o

limitación del ámbito de acciones prioritario de las funciones del psicólogo o el psicopedagogo en el

dispositivo escolar puede obedecer a varias razones, entre las que se encuentran, sin duda, algunas de

las concepciones sobre la relación entre la psicología y educación recién reseñadas.

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miradas reduccionistas o escisionistas acerca de estos procesos. Por ejemplo, la construcción de sen-

tidos y motivos posibles, sea para identifi carse –o aun resistir– al proyecto escolar es un punto central

para comprender los destinos de los aprendizajes y las trayectorias escolares de los alumnos (cf. Terigi,

2007). La propia lógica de la forma de organización de la enseñanza de manera graduada, el hecho de

aprobar o desaprobar “en bloque” las asignaturas al “repetir” el año o grado –con independencia del

logro sí obtenido en algunas de ellas–, generan, sin duda, una manera muy particular de transitar una

experiencia de aprendizaje no homologable a otras de tipo extraescolar.

2.2. Sobre la continuidad y el cambio en el desarrollo

En cuanto a la especifi cidad del tipo de desarrollo o aprendizajes producidos en la escuela parece oportuno

considerar la fuerte demanda de trabajo cognitivo que requieren de los alumnos. Lo que en la literatura

aparece como una suerte de tensión entre continuidades y discontinuidades entre los procesos de cons-

trucción de conocimiento en contextos cotidianos o en el desarrollo espontáneo y la construcción

de conocimientos en el contexto escolar o los contextos educativos que poseen cierta intencionalidad

pedagógica (cf. Coll, 1983b; Castorina, 1998; Pozo, 2001; Baquero, 2001).

Como se sabe, existen en las perspectivas teóricas sobre las relaciones entre aprendizaje, enseñanza

y desarrollo posiciones diferenciales en tanto prima cierto énfasis en la continuidad de los mecanis-

mos responsables de la construcción de conocimientos en los diferentes escenarios o, por el contrario,

cierto énfasis o señalamiento acerca de la novedad de los mecanismos que explicarían el desarrollo en

contextos educativos/escolares2.

Desde varias perspectivas, como algunos desarrollos de la psicología cognitiva en sentido amplio y de

los enfoques socioculturales mencionados, el aprendizaje escolar requiere de cierta revisión de los pro-

cesos psicológicos en uso cotidianamente por los sujetos. Esto es, procesos de revisión, tematización,

toma de conciencia, cierto trabajo metacognitivo, etc. El aprendizaje de la escritura, por ejemplo, pa-

rece demandar una toma de conciencia de su propia lógica como sistema de representación específi co

y diferenciado de las formas de habla. La adquisición de formas científi cas de pensamiento, parecen

implicar una revisión y cierta ruptura con las formas espontáneas de conceptualización.

Ponderar con cierto cuidado este aspecto ayuda a comprender la importancia del diseño de estrategias

de enseñanza precisas, motivantes, que muestren a los alumnos la relevancia del conocimiento en jue-

go y que ponderen con cuidado los saberes y estrategias que supone su dominio. Más allá de evaluar las

“ideas o saberes previos” como algo a encontrar o esperar en los alumnos por su condición evolutiva,

requiere poder precisar los saberes sobre los que se impondrá necesariamente cierto trabajo si no se

han producido previamente. Muchos de los problemas y objetos de conocimiento propuestos en la

escuela no reconocen construcciones previas relevantes o, cuando parece haberlas, no necesariamente

poseen el estatus de teorías o concepciones arraigadas.

Muchas veces parecen ser una suerte de “creencias disparadas”, como sugería llamar con acierto Pia-

get, ante la proposición de ciertos problemas sobre los cuales no existían construcciones específi cas

previas de cierta relevancia. Piaget distinguía, precisamente, estas creencias de las “sugeridas” franca-2 Esto es adecuado anticiparlo, aunque, también, su desarrollo como tema pueda corresponder efectuarlo luego con mayor pertinencia.

2. Aprendizaje y aprendizaje escolar

Varios motivos han llevado a la necesidad de atender a la especifi cidad de los procesos de desarrollo

y aprendizaje en el contexto escolar. Algunas de las razones han sido expuestas en el punto 1. Por una

parte, es necesario comprender la particularidad de los procesos de construcción de conocimientos en

las coordenadas específi cas de los espacios escolares. Como se sabe –y es bueno recuperar lo tratado

en otras asignaturas– es necesario ponderar el carácter histórico y si se quiere “artifi cial” de las prácti-

cas escolares. Por otra parte, es necesario ponderar la suerte de “impacto cognitivo” que producen los

procesos de escolarización en los sujetos, el tipo de funcionamiento psicológico que parecen promover

y los criterios o supuestos que indican su progreso en el desarrollo.

2.1. Sobre algunos rasgos específi cos del aprendizaje escolar

Poco puede comprenderse acerca del aprendizaje escolar si no se contemplan aspectos, por ejemplo,

como la organización graduada y simultánea de la enseñanza que impone expectativas fuertemente

normalizadas sobre los ritmos y formas de aprendizaje de los sujetos. La expectativa escolar es que un

grupo de alumnos reunidos idealmente según la misma edad, aprendan a la vez, las mismas cosas, bajo

un mismo método o set de actividades, en todas las áreas simultáneamente… como señalaba Ángel Ri-

vière lo que debiera sorprendernos es que fracasen “tan poco” los niños en la escuela (cf. Rivière, 1983).

Conviene reparar con los futuros docentes sobre dos aspectos de importancia:

• la especifi cidad de la organización escolar de los procesos de enseñanza (por ej. el formato graduado

y simultáneo de la enseñanza, las regulaciones de los tiempos institucionales, su régimen acadé-

mico, etc.);

• la especifi cidad del tipo de construcción de conocimiento y del tipo de desarrollo y aprendizaje gene-

rados en las prácticas escolares.

La relación entre ambos tipos de problemas –las características de la organización escolar de la en-

señanza y el tipo de procesos de desarrollo y aprendizaje que produce– pueden ser analizados, entre

otras, desde la perspectiva sociocultural del desarrollo, que ofrecerá herramientas para el análisis de

sus relaciones.1

Esto es, contemplar simultáneamente a la experiencia escolar como un proceso de cambio cognitivo y

como una experiencia social particular ilumina cuestiones cruciales como el problema de la motivación,

el complejo problema del fracaso escolar masivo o la misma lectura de los procesos de construcción de

conocimiento. La experiencia escolar es una experiencia social particular que propone o impone a los

sujetos cierto trabajo cognitivo intenso y específi co. Esta experiencia de aprendizaje, por tanto, puede

ser fácilmente simplifi cada y escindida si no se advierte lo señalado en el punto 1 con relación a evitar 1 Conviene anticipar esto como una suerte de hipótesis de trabajo de acuerdo al estado del arte actual de los trabajos psicoeducativos, aunque el desarrollo más sistemático de esta perspectiva pueda ser presentado a la hora de discutir las relaciones entre aprendizaje, desarrollo y enseñanza desde diversas perspectivas teóricas

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Psicología Educacional

de acuerdo al tipo de desarrollo puesto en juego, un papel “activante” o “formante” (cf. Rivière, 2002).

Lo social como factor activante refi ere al tipo de desarrollo, como el desarrollo operatorio piagetiano,

que si bien requiere obviamente de una necesaria experiencia social por parte del sujeto, sin embargo,

no es el tipo de experiencia social –urbana/rural, escolar/no escolar, etc.– la que explica el tipo de de-

sarrollo cognoscitivo encontrado. De allí la fi gura de un factor necesario, pero para activar un proceso

que no depende centralmente de lo social en su explicación. El caso paradigmático vuelve a ser, como

se sabe, el desarrollo operatorio en el marco de la teoría psicogenética: la experiencia social, sin duda,

es un factor explicativo del desarrollo –pertinente y relevante– pero no sufi ciente. Entre los factores

mencionados por Piaget el que cobra mayor relevancia en la explicación de la especifi cidad del desarro-

llo operatorio y la producción de novedad es la equilibración. De allí que los procesos de equilibración

no pueden ser reducidos ni a maduración, ni a experiencia física ni a experiencia social. En este caso la

unidad de análisis adecuada para explicar el desarrollo operatorio resultó ser la interacción S-O, ya que

es el resultado de la equilibración progresiva de estas interacciones la que explica su cambio particular.

Lo social como factor formante refi ere, en cambio, a las formas de desarrollo que parecen explicarse

ahora en forma relevante por el tipo de experiencia social de los sujetos. Por ejemplo, el desarrollo del

pensamiento verbal como resultado de los procesos de interiorización del habla social en el marco de

la perspectiva vigotskiana, resulta, como se sabe, un caso paradigmático. En este caso, la interacción

social es efi caz para explicar las modalidades que toman las formas de regulación psicológica mediadas

por el lenguaje. Es bueno recordar, como hiciéramos arriba, que esto implica una variación de las unida-

des de análisis de la explicación. Así la unidad de análisis remite a la actividad intersubjetiva mediada

por signos. Es en su seno donde radica la especifi cidad del desarrollo “culturalmente organizado” (Cf.

Baquero, 1996).

El aprendizaje escolar encierra, sin duda, la complejidad señalada de suponer tanto procesos que se

defi nen en la interacción S-O como otros que, claramente, requieren de la actividad intersubjetiva me-

diada semióticamente para su explicación. Muchos autores coinciden en la necesidad de ponderar de

modo diferente los factores responsables de acuerdo al tipo de proceso en juego. Sin embargo, la hipó-

tesis que hilvana nuestra propuesta de recorridos temáticos, acuerda con los autores que insisten en

que los procesos de tipo educativo/escolar requieren de unidades de análisis más amplias, a la manera de las de la actividad intersubjetiva mediada.

Se trata de un giro sustantivo en la defi nición de unidades de análisis para dar cuenta de los procesos

de desarrollo y aprendizaje. Desde las perspectivas de los enfoques socioculturales –desarrollos vigots-

kianos y neovigotskianos– se insiste en entender que el funcionamiento intersubjetivo es un precursor

genético del funcionamiento subjetivo. Es lo que expresa la clásica ley del desarrollo ontogenético

enunciada por Vigotsky al referirse a los procesos de interiorización. Allí se afi rma que todo proceso

psicológico superior –es decir, aquellos específi cos del hombre y originados en la vida social– se origina

en un plano interpsicológico y se reconstruye en un plano intrapsicológico. Esta reconstrucción interna

que supone una reorganización fuerte del proceso interiorizado –no una mera “copia”– se produce

mediante el uso de herramientas semióticas. EL ejemplo paradigmático de “pasaje” del nivel interpsi-

cológico al intrapsicológico de regulación, es el del proceso de constitución del habla interior o pensa-

miento verbal a partir del habla social (cf. Wertsch, 1988).

mente por los adultos o de las “espontáneas” surgidas sin ser provocadas y pareciendo expresar, ahora

sí, creencias algo más arraigadas o personales. Muchos enfoques, como los trabajos sobre “misconcep-tions” o concepciones erróneas, muestran en sus desarrollos contemporáneos la fuerte demanda de

trabajo intelectual que posee su revisión y destacan el carácter contraintuitivo de la construcción de

conocimientos de tipo escolar/científi co.

A lo que se apunta es a que es relevante trabajar con los futuros docentes que todo indica que la cons-

trucción de conocimientos en el contexto escolar no parece contar como aliado al desarrollo espontá-

neo, sino en ciertos casos, muy por el contrario, parece haber una suerte de resistencia activa al cambio

de representaciones. Pozo ha descripto gráfi camente esto como una suerte de sistema inmunológico

de nuestro aparato cognitivo resistente activamente a las formas contraintuitivas (cf. Pozo, 2002). Por

ello es que muchas de las descripciones de los procesos de adquisición de conocimiento muestran lo

limitado de los modelos que entendían el cambio cognitivo como una sustitución de representaciones

erradas por otras correctas; por el contrario, encuentran una coexistencia de ambas formas. Al parecer,

la construcción exitosa de las formas de conocimiento de tipo científi co lo que logra es una suerte de

toma de conciencia de la naturaleza y límites de los conocimientos previos, y apuntaría a una jerarqui-

zación de los saberes disponibles diferenciando su funcionalidad, condiciones de validez, etc. (cf. Pozo,

2002; Rodrigo y Correa, 1999).

La descripción detallada y con sus matices de este proceso puede resultar de interés sobre todo a

la hora de comprender las estrategias de enseñanza ensayadas sobre los contenidos de ciencia, pero

alude, en verdad, a cuestiones generales de los procesos de construcción de conocimientos abordables

de modos alternativos. Por ejemplo, hemos descripto este proceso como de “toma de conciencia” o

podríamos caracterizarlo como de explicitación del conocimiento en buena medida implícito. Para la

literatura basada en los trabajos de Karmiloff Smith –como es el caso de ciertos trabajos de José Ignacio

Pozo–, no serán idénticos ambos procesos, es decir, puede haber procesos de explicitación sin toma de

conciencia por parte del sujeto. Se trata de formas específi cas de defi nir los conceptos y caracterizar

los procesos.

2.3. Sobre las formas de interacción

En el caso de la formación docente, corresponde atender en particular a las relaciones establecidas entre las formas de aprendizaje en diferentes contextos y ponderar el peso relativo y diferencial que poseen las diferentes formas de interacción en su explicación. Por ejemplo, el papel crucial de las interacciones S-O

para la comprensión de los procesos de construcción cognitiva a la manera del desarrollo operatorio

piagetiano o, en su defecto, la relevancia de las interacciones sociales en la defi nición de cursos especí-

fi cos del desarrollo (cf. Rivière, 2002)

En este último caso, se ponderan los desarrollos específi cos como efecto de las prácticas sociales en las

que se esté implicado, como puede ser el caso de la interpretación del impacto cognitivo de la escolari-

zación para los enfoques socioculturales o, incluso, algunos desarrollos refi nados de la perspectiva cog-

nitiva en sentido amplio como la ofrecida por Ángel Rivière. Siguiendo, incluso, su propuesta de deno-

minación –retomada de la obra chomskiana–, “lo social” –incluido lo educativo/escolar– puede cumplir,

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Aportes para el desarrollo curricular

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Psicología Educacional

de “abstracción” con respecto a las formas de oralidad o a las formas cotidianas de conceptualización.

La descontextualización es entendida aquí como un potencial semiótico que permite un triple movi-

miento:

1. permite desvincular el instrumento semiótico de los referentes o condiciones originales o actuales de uso. Esto puede darse en el mismo desarrollo conceptual cotidiano con la adquisición del habla:

las palabras pueden dejar de obrar sólo como etiquetas de ejemplares precisos y pueden referir a

un conjunto más amplio, “perro” no será sólo “mi perro” sino que poseerá una extensión mayor.

La impronta específi ca del uso escolar se advierte en el conjunto de características que estamos

señalando;

2. el ejemplo anterior indica, entonces, que el instrumento desvinculado de un referente concreto pue-de “generalizarse” a otros referentes o situaciones, esto ha sido referido en algunos casos como

transcontextualidad;

3. este es un punto crucial para comprender la actividad escolar misma, el instrumento semiótico

puede ser examinado, tematizado, revisado en cuanto tal. Esto es, ya no sólo puedo discutir sobre los

referentes u objetos que atrapa una categoría sino que puedo analizar su defi nición, su relación con

otros conceptos, su dependencia de una teoría, etc.

Cuando se presentan en clase teorías o hipótesis rivales sobre los fenómenos a explicar o, cuando,

por ejemplo, se plantea un análisis sobre la producción de un texto –su coherencia o cohesión– o aún

cuando se analiza sintácticamente una oración, o, cuando se introducen nociones algebraicas con cre-

ciente independencia de su modelización posible, en todos los casos, estoy colocando a los sistemas de

representación en el lugar de un objeto a ser indagado, tematizado, analizado.

Por lo tanto, el criterio de progreso en los aprendizajes de tipo escolar como uso crecientemente des-

contextualizado de los instrumentos semióticos, supone la posibilidad de una gradual toma de concien-

cia de sus características, sentido y condiciones efectivas y potenciales de uso. Tal progresión, como se

indica, parece especialmente pertinente para describir cambios como el de la adquisición de formas de

conceptualización científi ca, avances en el conocimiento matemático o los presentes en el desarrollo

de la escritura.

Es bueno advertir que el término “descontextualización” como ha sido señalado (cf. Lave, 2001 van

Oers, 1998) no es feliz en sus connotaciones. En primer lugar porque parece connotar que el uso des-

contextualizado de los instrumentos semióticos, es una actividad “libre” de contexto. Una suerte de

pensamiento abstracto desencarnado. Resuena riesgosamente en ciertos supuestos de sentido común

que lo emparentarían con cierta competencia en buena medida natural que los sujetos poseerían como

expresión de su desarrollo lógico o su inteligencia. De modo que los alumnos que con tanta frecuencia

muestran difi cultades en la comprensión de la ciencia o en el desarrollo de la escritura no harían más

que mostrar una suerte de limitación natural.

Muy por el contrario, a pesar de la connotación del término “descontextualización”, debe pensarse la

posibilidad de un uso creciente y potente de los instrumentos de un modo “descontextualizado” como

Sintetizando, la explicación del desarrollo reclama atender a las inescindibles relaciones de sujeto y

situación. Las situaciones habitadas por los sujetos implican siempre una suerte de doble mediación: la

mediación de la actividad intersubjetiva –las interacciones sociales– y la mediación de tipo semiótico,

la presencia y uso de sistemas de representación en la situación. Como en el caso de la adquisición

del habla comentada, el desarrollo no podría explicarse sin la presencia de la lengua y sin la actividad

intersubjetiva en que consiste hablar. Con relación a lo escolar, sus efectos sobre el desarrollo o las con-

diciones particulares que regula para los procesos de aprendizaje pueden o deben ser analizados desde

estas perspectivas otorgando especial consideración a la manera en que se organizan y disponen las

participaciones diferenciales de los sujetos en formas de interacción específi cas. Pero, también el desa-

rrollo que se produce reclama atender a las particulares formas de representación –como la escritura,

las formas de representación matemáticas, etc– presentes en la escuela y los modos de apropiación y

uso de ellas que se producen efectivamente.

Esta posición, sostenida con mayor fuerza por los autores de los enfoques socioculturales, es también

suscripta por autores que han trabajado en la perspectiva piagetiana o cognitiva, pero que advierten

sobre la necesidad de atender a la dinámica particular de los procesos de aprendizaje escolar, a los

procesos de interacción en el aula, al tipo de trabajo cognitivo particular a realizar al apropiarse de las

prácticas escolares y, como señaláramos, al tipo de experiencia social que identifi ca el ser alumno (cf.

Coll, 1998, 2008; Rivière, 2002; Pozo, 2001).

2.4. Sobre la dirección del cambio cognitivo y los criterios de “progreso”

Conviene reparar en algunas cuestiones que ordenan la lógica de construcción de conocimientos en el

escenario escolar. Algo que puede entenderse como la dirección que toma –o debería tomar– el cambio

cognitivo en la escuela. Esto se enhebrará necesariamente con las perspectivas teóricas abordadas,

pero guardando estrecha relación con los procesos de aprendizaje escolar. Intentaremos reseñar dos de

ellos que parecen de crucial importancia: el uso crecientemente descontextualizado de las herramien-

tas semióticas y el desarrollo gradual de formas de trabajo autónomo

Sobre la descontextualización

Con cierta recurrencia podemos encontrar caracterizados a los aprendizajes producidos en la escuela

como aprendizajes de tipo descontextualizado. Como se sabe, esta caracterización suele poseer rasgos

negativos identifi cándose con la pobre o nula vinculación de lo aprendido con la realidad extra muros

–sea los contextos de procedencia de los sujetos o los de inserción posterior a su egreso (Baquero y

Terigi, 1996b). Sin embargo, en la discusión psicoeducativa y desde perspectivas tanto cognitivas como

socioculturales el término “descontextualización” si bien polémico, guarda otros sentidos (cf. Riviere,

2002; Wertsch, 1988).

Importa aquí advertir que el aprendizaje de tipo escolar, desde estas perspectivas, promueve un uso crecientemente descontextualizado de los instrumentos semióticos. Esto refi ere a que un instrumento se-

miótico como la escritura o las formas de conceptualización de tipo científi co requieren de cierto grado

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Aportes para el desarrollo curricular

20 21

Psicología Educacional

primero apropiarse de su lógica, para luego poder advertir las características precisas de cada pueblo.

Estamos simplifi cando un estudio que muestra muchos matices de interés3 . Conviene destacar, al me-

nos, que los autores encuentran progresos en las formas de resolución de la actividad a lo largo de la

secuencia de actividades consistente en seis sesiones de trabajo. Por ejemplo, los errores de respuesta

de los alumnos revelaron al fi nal que si bien no siempre podían dar cuenta de la forma específi ca en

que los pueblos resolvían su alimentación en todos los casos revelaban que comprendían la categoría

“formas de obtener alimento” ya que si las respuestas eran erradas eran, no obstante, pertinentes a lo

requerido.

Los autores muestran también dos aspectos interesantes con respecto a las prácticas de enseñanza

relativos a las formas de evaluación y el tipo de intervención de los docentes. Con respecto a lo primero,

como es de esperar, la evaluación de los aprendizajes suele registrar con mayor facilidad los productos

que los procesos, de modo que puede escaparse a una evaluación no atenta el tipo de progreso expe-

rimentado por los alumnos que debieron apropiarse, en primera instancia, del sistema de categorías y

su lógica.

Por otra parte, los autores muestran, cómo sólo cierto tipo de intervención docente, poco usual, era la

que favorecía tal apropiación del sistema de categorías o. al menos, no coloca en franca desventaja a los

alumnos que aún no lo poseen. En las secuencias de diálogo típico con formato I-R-E (Inicio del docen-

te - Respuesta del alumno - Evaluación del docente), como se sabe, ante una respuesta errónea de los

alumnos lo usual es a) que el docente reitere la pregunta al mismo niño, b) que reitere la pregunta pero

a otro alumno, c) Hacer una pregunta cuya respuesta implique que la respuesta anterior es incorrecta

(ejemplo de los autores: “Puedes conseguir bellotas cultivándolas?”) y, fi nalmente d) El docente inicia

lo que Newman et al denominan una “secuencia colateral” que lleve a la misma pregunta. Por ejemplo:

“Prof.: —De qué otras formas de obtener comida hemos hablado?

Al: —Caza, recolección y…

Prof: —Bien, comerciar con dinero, cazar y recolectar. Ahora bien, ellos no tenían dinero

y ¿estaban fi jos en un mismo sitio para poder cultivar la tierra?

Al: —No, eran nómadas.

Prof: —Así, si no podían comerciar y tampoco podían cultivar ¿Cómo obtenían su comi-

da los dieguenos?”

(Newman, et al, op. cit.: 135)

Estas secuencias colaterales auxiliarían a que los alumnos que aún poseen una representación del cam-

po relacional-funcional, puedan participar en condiciones no tan desventajosas con relación a los que

sí poseen una forma de representación taxonómica-categorial de los temas. Como señalan los autores,

3 Si bien se trata de un trabajo ya clásico y que podemos suponer medianamente conocido se considera de utilidad su análisis para el tema propuesto de allí que se anexan como bibliografía complementaria dos capítulos del libro que permiten ver con mayor cuidado la investigación y las categorías teóricas usadas para interpretarla.

el resultado de un largo y trabajoso proceso de aprendizaje en contextos de actividad muy específi cos como el escolar. Es lo que algunos autores denominan “recontextualización” del uso de los IS. Es decir,

lejos de ser un uso “libre” de contexto es un modo de uso sumamente particular y sofi sticado que se

produce en el seno de actividades muy específi cas como las escolares/académicas.

La investigación transcultural y en situación de clase, muestra que la escuela promueve un uso muy

particular de formas discursivas atentas a examinar el propio lenguaje o a ensayar formas alternativas

de clasifi cación o categorización. Formatos de interacción como el de “pregunta de respuesta conocida”

–cuando el docente pregunta a los alumnos conociendo obviamente la respuesta– o cuando se invita

a extraer conclusiones a partir de premisas o información dada –que es también una suerte de acertijo

de respuesta conocida– hablan tanto de ciertas marcas específi cas del diálogo en clase como de una

atención puesta sobre el propio juego de lenguaje. Un trabajo atento al instrumento semiótico en uso.

El ensayo de formas alternativas de categorización parece expresarse en la tendencia a usar en forma es-

pontánea por parte de los sujetos escolarizados formas de representación taxonomícas/“categoriales”,

esto es a utilizar categorías lingüísticas como organizadoras de una tarea de clasifi cación propuesta.

Es el caso de las conocidas tareas donde se da a los sujetos un conjunto de objetos como un hacha, un

martillo y un tronco y se los invita a “poner junto lo que va junto”. Los sujetos escolarizados, como se

sabe, tienden espontáneamente a colocar hacha y martillo en forma conjunta reunidos por la categoría

de “herramienta”. En tanto, los sujetos no escolarizados prefi eren el uso de representaciones funciona-

les/relacionales o temáticas, en este caso los llevaría a reunir hacha y tronco.

La interpretación de estos resultados sigue sujeta a cierta polémica. Por una parte, la escuela tiende a

privilegiar y valorar aquellas formas de categorización que, como se comprende, son precisamente más

“descontextualizadas”. Sin embargo podría decirse que, en principio, se trata de formas de representa-

ción de los problemas alternativas, no necesariamente jerarquizables. Esta cautela permite pensar los

modos de representación cotidianos como positivos y funcionales en sus contextos de origen.

La discusión aludida también permite ver aspectos de importancia como los referidos por Newman et al

(1991). Por una parte, puede advertirse en la población de niños ya escolarizados o más aún, en su esco-

larización inicial, esta heterogeneidad de formas espontáneas de representación. Los autores insisten

en que la presencia de representaciones múltiples frente a una misma tarea resulta inevitable, un rasgo

propio de cualquier actividad intersubjetiva. Esto debería llevarnos incluso a la refl exión acerca de lo

que denominamos la “misma tarea”, ya que los sujetos, tanto los alumnos como los docentes poseen

representaciones diferentes de ella. Además, es probable que los alumnos adquieran y activen o no –las

diversas formas de representación– de acuerdo a la naturaleza de la actividad propuesta.

Reportan los autores una actividad de ciencias sociales sobre características de los pueblos indígenas

de América del Norte en donde puede verse con claridad que los sujetos enfrentaban tareas diferentes

de acuerdo a si poseían de antemano o activaban frente a la tarea el sistema de categorías que permi-

tía comparar los pueblos. Por ejemplo, se proponía clasifi carlos en función de su manera de obtener

alimento, su forma de gobierno y su tipo de vivienda. Los sujetos familiarizados ya con estos criterios

enfrentaban sólo el desafío de aprender, por ejemplo, si cada pueblo en particular para obtener alimen-

to cazaba, cultivaba, comerciaba, etc. Los sujetos no familiarizados con el sistema categorial debieron

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Aportes para el desarrollo curricular

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Psicología Educacional

Si bien el formato tipo andamiaje puede caracterizar con facilidad a muchas prácticas de crianza, como

las de la adquisición del habla o la marcha, como se comprenderá resulta fértil a la hora de dar cuenta

de prácticas de enseñanza como las escolares.

Como ha sucedido con las categorías de ZDP e interiorización, la categoría de andamiaje ha sido ob-

servada con algún recelo por temor a que colocara cierto énfasis exagerado en las prácticas de tipo

instruccional en detrimento de los procesos constructivos de los sujetos.

En tal sentido, pueden reseñarse algunos señalamientos que se han efectuado sobre los “riesgos” o

limitaciones que presentaría el uso de la categoría en educación. Entre los riesgos se han marcado:

1. Riesgo de énfasis excesivo en lo instruccional.

2. Riesgo de énfasis en los aspectos reproductivos en detrimento de los productivos o creativos

(adultocentrismo)

3. No existiría sufi ciente claridad conceptual sobre los mecanismos que permiten la creciente auto-

nomía del alumno: internalización, dominio, apropiación, identifi cación.

4. No existe sufi ciente análisis de los mecanismos semióticos implicados: prolepsis, reconceptuali-

zación, relación entre sentido/signifi cado, etc.

Sin embargo, podría señalarse la potencialidad de la metáfora del andamiaje aún, atendiéndose a las

advertencias arriba señaladas. Nótese que si bien las advertencias son oportunas y pueden entenderse

en el marco de lo que resultó la recepción pos-piagetiana de la obra de Vigotsky (cf Hatano, 1993),

no parecen ser ni escollos inevitables ni rasgos que deban defi nir per se una práctica andamiada. En

contraposición a lo señalado recién, pueden enumerarse aspectos interesantes en ciertos usos de la

categoría o atenuantes de lo antes advertido como riesgo:

1. Permite concebir la posibilidad de que el sujeto que aprende se sumerja desde un inicio en una

actividad reconocidamente compleja y signifi cativa

2. El dominio creciente del alumno puede extenderse de los contenidos y estrategias a las

mismas condiciones del aprendizaje y la enseñanza (objetivos, organización de la actividad,

división de roles)

3. Si el soporte o asistencia es audible y visible (explícito y tematizable) se facilita el control sobre el

propio aprendizaje.

4. La apropiación de estrategias o saberes ya existentes no garantiza pero tampoco excluye la posi-

bilidad de una producción creativa: puede ser incluso una condición necesaria para tal producción.

Por ejemplo, existen prácticas por suerte algo frecuentes como las que nos permiten iniciar a los peque-

ños en la producción de textos aún con un pobre o incipiente dominio del sistema de representación

de la lengua escrita. Es el caso de cuando, en la educación inicial, invitamos a la producción de textos a

los niños auxiliándolos en la transcripción, lectura y reescritura del borrador producido. Adviértase que

la actividad escolar privilegia en forma clara estas formas de representación. Su dominio, de acuerdo a

lo planteado en este apartado implica usos crecientemente descontextualizados de los instrumentos

semióticos (en este caso las formas alternativas de representación)

Sobre el desarrollo de formas de trabajo autónomo

Otro criterio de progreso que puede describirse a propósito de los propósitos escolares, es el desarrollo

de formas de trabajo crecientemente autónomas por parte de los alumnos. Esta cuestión puede descri-

birse y analizarse desde diversas perspectivas.

En primer lugar, se plantea una cuestión que puede parecer trivial pero apunta al problema de la con-

tinuidad o discontinuidad entre la construcción de conocimientos en contextos cotidianos o de forma

espontánea y estos procesos situados en el escenario escolar. El propósito de promover un desarrollo

autónomo va de la mano de considerar la existencia de formas de trabajo iniciales no autónomas. Dicho

de otro modo, el proceso de desarrollo de estrategias de trabajo autónomo parece iniciarse en el seno

de actividades intersubjetivas, de trabajo colaborativo, en las que el sujeto va desarrollando o debería

desarrollar, en forma gradual tal autonomía. Esto se emparenta con considerar la necesidad de ciertos

vínculos asimétricos para la promoción de las formas de conocimiento escolar.

Como se sabe, tal funcionamiento intersubjetivo capaz de producir tales formas de desarrollo autóno-

mo ha sido objeto de tratamiento en las conceptualizaciones desarrolladas con cierta relación con la

categoría de Zona de Desarrollo Próximo de Lev Vigotsky. Un tipo de interacción paradigmático en tal

sentido es el descripto como formato de andamiaje. Si bien en su origen en la obra de Wood, Bruner y

Ross (1976) no guardaba relación con la obra vigotskiana, se reconoce en la actualidad la posibilidad de

entenderlo como una suerte de posible ilustración de los procesos descriptos en la ZDP.

En general se reconoce como aspectos que caracterizan este formato:

1. Es una actividad colaborativa conjunta entre sujetos de niveles diferentes de dominio sobre un

saber, tareas, etc.

2. La interacción se defi ne por la intención –más o menos explícita– de que el sujeto “novato” se

apropie gradualmente del saber del “experto“.

3. El sujeto posee una participación “local” o relativamente simplifi cada por la asistencia o por la

defi nición de la situación del “experto“.

4. El “experto” puede participar (tomado de Lacasa, et.al., 1994):

• reforzando o sosteniendo el interés;

• reduciendo los grados de libertad de la tarea;

• manteniendo la orientación y sentido global de la actividad;

• subrayando aspectos críticos de la tarea;

• controlando la frustración;

• mostrando vías o alternativas de acción.

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Aportes para el desarrollo curricular

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Psicología Educacional

Wertsch (1988, 1998), enfatizan el carácter reconstructivo, ya señalado por Vigotsky, de los procesos de

interiorización y nuevamente el carácter inescindible de las relaciones entre sujeto y situación.

En suma, la búsqueda de las prácticas escolares de una autonomía creciente por parte de los alumnos,

requiere, aunque parezca paradojal, de una atención a los procesos iniciales de interacción que dan

lugar a este funcionamiento autónomo o pueden difi cultarlo o no promoverlo del modo buscado. De la

misma manera que en el caso del acceso a las formas de pensamiento “descontextualizado”, su concre-

ción no depende en forma excluyente de supuestas capacidades o atributos presentes o ausentes en los

alumnos –a título de atributos individuales– sino, solidariamente, de las condiciones de posibilidad que

generen las propias experiencias educativas en las que están implicados los sujetos.

resulta un caso en el que se evita la sobresimplifi cación de la tarea al extremo de que se pierda su sen-

tido, que era el temor señalado por las perspectivas críticas al uso de la categoría de andamiaje. El niño

está inmerso desde un inicio en una actividad reconocidamente compleja, lo que aparece “simplifi cada”

transitoriamente es su participación inicial en tal actividad.

La misma estructura de actividad colaborativa y transitoria, en el sentido de buscar la creciente auto-

nomía, puede describirse en el dominio más avanzado de la escritura misma. Cazden ha sido una de

las autoras que ha analizado los intercambios discursivos bajo la fi gura de andamiaje. Con relación a

lo recién descripto es interesante su análisis de los intercambios tanto docente-alumnos, como entre

pares al producir textos. En ellos el otro puede obrar de auditorio y colaborar en la toma de conciencia

de las características del texto producido y, por ende, de la competencia o autonomía relativa en tal

producción (cf. Cazden, 1991).

Otro elemento a destacar es que puede incluirse como objetivo de las propias prácticas andamiadas

el hecho de que el aprendiz/alumno se apropie gradualmente de la lógica de los propios procesos de

aprendizaje o de la organización escolar misma. Se ha planteado recientemente, por ejemplo, cómo

tanto la organización del régimen académico de los estudiantes como el diverso grado de apropiación

que posean de él, pueden constituir parte de los obstáculos en una escolarización “exitosa” (Baquero,

et. al., 2009b). Con algo de mayor evidencia en el nivel medio de enseñanza, puede registrarse que los

alumnos deben regular muchas veces sin apoyatura institucional, por ejemplo, el tiempo dedicado a las

asignaturas diversas de acuerdo a las demandas de evaluación para la acreditación, donde se combinan

aspectos formalmente instituidos con formas y estilos diversos, cuando no arbitrarios, fi jados por los

docentes, Es decir, promocionar en una escuela no implica meramente aprender sino distribuir estra-

tégicamente el trabajo de estudio, las inasistencias, las prioridades frente a las asignaturas adeudadas

que pueden poner en riesgo el pasaje de año, etc. Esto implica, más allá de apropiarse de los contenidos

curriculares y de las estrategias de aprendizaje adecuadas, una comprensión del régimen académico

que regula los procesos escolares de enseñanza. No siempre la organización escolar prevé instancias

explícitas o “andamiadas” para tal apropiación por parte de los alumnos.

Los matices en el uso e interpretación de la categoría de andamiaje pueden ir ligados, como se señaló,

a las maneras de concebir la misma categoría de ZDP y los procesos de interiorización. Los temores

señalados sobre el posible uso exageradamente instruccional de la categoría de andamiaje pueden ser

atendibles si no se repara en:

que la categoría de ZDP trae un drástico cambio en las unidades de análisis para la explicación psico-

lógica, entendiendo que el funcionamiento intersubjetivo es tanto un precursor genético del funciona-

miento subjetivo como una modalidad de funcionamiento psicológico siempre presente y simultánea

con la que llamamos subjetiva o individual. Dicho de otra forma, sujeto y situación confoman una uni-

dad inescindible

que la categoría de interiorización puede ser utilizada atendiendo a los reparos de un riesgo “escisio-

nista” entre lo individual y lo social y de los riesgos de una poca cuidadosa atención a los procesos

constructivos singulares o subjetivos. Como se sabe una lectura atenta de la categoría más los matices

introducidos en la caracterización de estos procesos por autores como Bárbara Rogoff (1994) o James

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Aportes para el desarrollo curricular

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Psicología Educacional

el propio contexto académico. Por citar ejemplos de fácil evidencia, es usual hablar de la “madurez” o

inmadurez de los sujetos de un modo metafórico, aunque con connotaciones a tomar en cuenta, sin

ligarlo en sentido estricto a procesos de naturaleza biológica. Sin embargo, por momentos el uso laxo

hace pie en su literalidad y no es poco frecuente sospechar que la apariencia de “inmadurez” deba tener

como correlato una suerte de “retraso madurativo”. Piénsese, por ejemplo, en cómo han variado las

consideraciones con respecto a cómo ponderar las condiciones adecuadas para acceder a la alfabetiza-

ción –“estar listo” para aprender a leer y escribir– y cómo entenderlo bajo la fi gura de la “madurez” o in-

madurez lo reduce a sus componentes biológicos en detrimento de los aspectos cognitivos y culturales

ponderados con fuerza, por ejemplo, en perspectivas como la psicogenética o sociocultural.

Por otra parte, parece adecuado trabajar sobre la amplitud y precisión necesaria a dar a conceptos

tales como desarrollo y aprendizaje. Desde ya, esto requiere, además de un posible paneo descriptivo

que ilustre la cuestión, entender que las diferentes perspectivas teóricas no sólo defi nen y explican de

modo diverso estos procesos, sino que, es crucial advertirlo, muchas veces hablan, bajo el mismo térmi-

no, de procesos o fenómenos diferentes.

Dentro de la amplitud de estos conceptos es bueno advertir sobre los tipos de desarrollo y aprendizaje

a que se alude usualmente y que es necesario discriminar. Como hemos intentado revisar o ilustrar has-

ta aquí, en principio delimitar aprendizaje en general y aprendizaje escolar o la presencia de desarrollos

de tipo “espontáneo” vs promovidos o producidos en contextos educativos, tiene consecuencias de

importancia para la formulación misma de objetivos o estrategias educativas.

Más allá de lo presentado hasta aquí, atender por ejemplo, a la diversidad de formas de aprendizaje

–incidental, implícito, explícito, “descontextualizado”, vinculado o desvinculado, etc.– permite pensar

de modo más fl uido tanto la diversidad de los tipos de aprendizaje producidos en la escuela, como los

que ocurren en el cotidiano de la vida de los sujetos sin poder ser muchas veces adecuadamente recu-

perados o valorados.

3.2. Sobre las perspectivas teóricas vs la presentación de problemas. Nuevamente un problema de criterios

Parece conveniente trabajar con los futuros docentes acerca de los criterios que pueden defi nirse a

la hora de abordar tanto problemas particulares en la relación de procesos de aprendizaje y prácticas

educativas, como así en cuanto a las perspectivas teóricas a las que puede apelarse.

Con respecto al tipo de problemas a abordar, algunos de ellos resultaron expuestos y discutidos en los

apartados previos, pero conviene señalar, nuevamente, la necesidad de ponderar tanto su pertinencia

como su relevancia para el análisis de las prácticas educativas.

Dentro de los problemas a abordar y de los cuales las perspectivas teóricas pueden dar cuenta, en tér-

minos relativos o formas variables, pueden encontrarse:

• las características particulares de los procesos de aprendizaje en el contexto escolar

• el problema de la defi nición de unidades de análisis para su abordaje

3. Desarrollo, aprendizaje y enseñanza

El abordaje de los procesos de desarrollo es un tópico, como se sabe, clásicamente abordado desde

espacios vinculados a la Psicología Evolutiva. Si bien esto puede traslucir una obviedad, es menos evi-

dente su inclusión en un espacio curricular/disciplinar destinado al desarrollo de una perspectiva psico-

educativa. Como se comprenderá de acuerdo a lo recordado en el primer punto de este documento, la

inclusión de la temática de los procesos de desarrollo en su relación con los procesos de aprendizaje y

de enseñanza se justifi ca por varios motivos. En primer término, una mirada psicológica “básica” escin-

dida de los procesos educativos concretos no puede dar cuenta de modo adecuado de los problemas de

“aplicación”/intervención concretas, pero en segundo término, como se ha visto, tampoco puede dar

cuenta de la formulación de una adecuada explicación de los procesos de desarrollo.

Por tanto, la selección de temas propuesta descansa sobre el supuesto teórico de que las prácticas

educativas –y las escolares en su especifi cidad– guardan estrecha relación con la producción de cursos

de desarrollo específi cos en los sujetos implicados en ellas. De modo que atrapar la dinámica y las ex-

plicaciones alternativas acerca de las relaciones entre desarrollo, aprendizaje y enseñanza resulta un

punto crucial a la hora de comprender los efectos y condiciones de las prácticas educativas y el diseño

de estrategias de trabajo pedagógico.

Puede ser conveniente sobre el recorte específi co de problemas que aparecen al delimitar el tema de

las relaciones entre desarrollo, aprendizaje y enseñanza trabajar sobre:

• ciertas defi niciones conceptuales que den mayor precisión, aunque más no sea acerca de la poli-

semia de muchos de los términos utilizados en el campo

• una elección, en cierta forma simultánea, de problemas y perspectivas teóricas y su

fundamentación

• la advertencia, señalada con recurrencia, sobre los alcances y límites de los abordajes teóricos

Es importante advertir que las perspectivas teóricas –como ha sido analizado reiteradas veces a pro-

pósito de las perspectivas evolutivas– sientan una mirada descriptiva sobre el desarrollo y los sujetos

que no carece de efectos normativos/ prescriptivos. Es usual la confusión o no discriminación de estos

aspectos tanto en el desarrollo de los autores como en el uso cotidiano de las conceptualizaciones

sobre el desarrollo (cf. Burman, 1998; Baquero y Terigi, 1996).

3.1. Sobre la delimitación de ciertos conceptos

Parece adecuado discriminar, como clásicamente hemos hecho, entre procesos de maduración, creci-

miento, desarrollo, aprendizaje y enseñanza. Sin embargo, parece importante poder trabajar con los

futuros docentes algunas cuestiones de importancia.

Por una parte, explicitar el carácter polisémico o laxo con que son usados estos términos, incluso, en

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Aportes para el desarrollo curricular

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Psicología Educacional

Estos problemas, como se desarrolló en el apartado anterior, han sido formulados, en ocasiones, den-

tro del marco del problema de la continuidad o discontinuidad de los mecanismos que explican los

procesos de construcción de conocimiento en el desarrollo espontáneo y, por otra parte, en contextos

educativos o escolares (cf Castorina, 1998; Baquero, 2002). Esto es, como se recordará, la necesidad de

considerar las continuidades y rupturas que guardan los diversos tipos de construcción cognitiva, tanto

sea por el tipo de aprendizaje en juego como por el escenario en que se protagonizan los procesos. Esto

ha rematado en sus versiones más polarizadas en la propuesta de pedagogías invisibilizadas –al decir

de Bernstein– que valoran las intervenciones implícitas, atentas a acompañar o favorecer el desarrollo

espontáneo que se considera condición necesaria –cuando no sufi ciente– del producido en la escuela

o, en el otro extremo, las versiones instruccionales, como las de la enseñanza tradicional que reivindica

su carácter visible y explícito y de necesaria ruptura con las formas espontáneas de desarrollo.

Del mismo modo, es en el marco de este problema donde transcurrieron las discusiones clásicas acerca

del tipo de relación establecida entre procesos de desarrollo, aprendizaje y enseñanza. La discriminación de

tipos de procesos psicológicos, como se señaló, de acuerdo con su diferente grado de susceptibilidad a

los diversos tipos de interacciones, se vincula con esta relación. Las características particulares de las

interacciones en escenarios escolares, si es verosímil la hipótesis de su papel crucial en la explicación

del desarrollo producido en estos contextos, ameritan un tratamiento algo más detallado y por eso se

propone analizarlo en una unidad o punto relativamente independiente.

Con respecto a los criterios a seguir para la selección de perspectivas teóricas puntuales a efecto de ser

trabajadas, pueden atenderse a dos tipos de criterios. Por una parte, puede ponderarse la pertinencia y relevancia de los desarrollos teóricos para el tipo de problemas que desea abordarse y fueron en parte

enumerados. Por otra parte, puede atenderse, a su vez, a la vigencia y presencia de las perspectivas en la discusión psicoeducativa actual, tanto a nivel de nuestro país y región como en los ámbitos internacio-

nales más amplios.

Por otra parte, desde ya, y como se intenta en este mismo documento, las perspectivas presentadas

pueden estar ofreciendo una selección de hipótesis de trabajo con las que se acuerda inicialmente y

sobre las que se propone un análisis y discusión. En nuestro caso se propone la relevancia de hacer pie

en las perspectivas de tipo genético, esto es, en las perspectivas que abordan los procesos psicológicos

por su modo de formación: tal es el caso de la Psicología Genética de Jean Piaget y los Enfoques Socio-

culturales del desarrollo que reconocen cierto origen en la obra de Vigotsky. Interesan también algunos

desarrollos de la Psicología Cognitiva útiles para el análisis de los procesos de cambio cognitivo y el

aprendizaje escolar.

La elección mencionada de las perspectivas genéticas se funda en su constitución como psicologías

del desarrollo de corte explicativo –no meramente descriptivos– y su vigencia y relevancia para el tipo

de problemas que acabamos de enumerar. De modo relativamente complementario, o en ciertos casos

ofreciendo visiones contrapuestas o alternativas, han ofrecido coordenadas importantes tanto para la

discusión teórica como para el desarrollo de estrategias y prácticas psicoeducativas. En ambos casos

se tratará de recuperar las tesis interaccionistas en juego y la posibilidad que ofrecen de superación de

las perspectivas reduccionistas o escisionistas en la explicación psicológica (cf. Castorina y Baquero,

2005).

• la demanda de trabajo cognitivo particular que presenta la construcción de conocimientos de

tipo escolar

• los tipos de interacción y su papel en las diversas formas de construcción cognitiva

• las relaciones particulares entre procesos de desarrollo, aprendizaje y enseñanza

• el problema de la continuidad o discontinuidad/diferencias entre los procesos de construcción de

conocimiento en escenarios educativos/escolares o en el desarrollo espontáneo

• el análisis de los procesos de interacción social y los mecanismos de infl uencia educativa

• la ponderación de los procesos de desarrollo y aprendizaje en escenarios escolares como formas particulares de apropiación de prácticas culturales

Los primeros tres puntos fueron fundamentados ya en los apartados anteriores. Conviene recordar

aquí que en este apartado o probable unidad de un programa a desarrollar, se propone contemplar, en

particular, la relación de estos procesos de aprendizaje específi cos producidos en escenarios escola-

res con la naturaleza de las prácticas educativas y los procesos de desarrollo y constitución subjetiva.

El recorrido de las diversas perspectivas teóricas es deseable que ofrezca alternativas con respecto a

la formulación de adecuadas “unidades de análisis” para el abordaje del aprendizaje escolar. Si bien

no parece viable abordar con detalle en la formación de docentes los fundamentos epistémicos y las

consecuencias teórico-prácticas que posee el debate sobre esta formulación de unidades, sí parece

conveniente analizar su traducción en el énfasis relativo otorgado a las diferentes formas de interacción en la construcción de conocimientos y la necesidad de atender en su explicación a las características de los escenarios educativos/escolares.

Es por ello que se propone retomar el análisis de los efectos diferenciales que poseen los diversos

tipos de interacción sobre los diversos tipos de construcción cognitiva. Como se señaló, muchas de

las construcciones cognitivas de los sujetos, a la manera del desarrollo operatorio o la construcción de

procesos tipo 2 en la taxonomía de Rivière, o los procesos psicológicos elementales en la clasifi cación

vigotskiana, pueden explicarse, fundamentalmente como efecto de las interacciones S-O (sujeto/obje-

to), cumpliendo en tal caso las interacciones sociales un papel activante, pero no formante de las mismas.

Por el contrario, si se tratara de ponderar ahora, las particularidades de las construcciones cognitivas

de tipo escolar, a la manera de la adquisición de la lengua escrita o el dominio de formas científi cas de

pensamiento –como el caso de las funciones tipo 3 en la taxonomía de Rivière o de los procesos de tipo

superior en el marco de la teoría de Vigotsky– se hace relevante y necesario atender a las interacciones

sociales para explicar su formación, sin desmedro del papel, de las interacciones S-O.

Si se quiere, las prácticas educativas y en particular las escolares, constituyen formas específi cas de estas interacciones sociales señaladas. Justamente atender a su especifi cidad es poder dar cuenta de las

`particularidades de los procesos psicológicos constituidos, así como de los escenarios capaces de

producirlos. Siguiendo con las taxonomías citadas, se trataría de dar cuenta de las particularidades de

la constitución de los procesos Tipo 4 en la taxonomía de Rivière o los procesos superiores “avanzados”

en la de Vigotsky.

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Aportes para el desarrollo curricular

30 31

Psicología Educacional

decir de Coll, como herramientas de análisis de las prácticas educativas y los procesos de aprendizaje

(Coll, 1998).

La idea de herramienta de análisis es una metáfora fértil en la medida en que connota la posibilidad de

uso de una variedad de herramientas para enfrentar, a su vez, una variedad de problemas existentes. En

cierta forma, y sin una postura ecléctica, el estado del arte de los trabajos psicoeducativos, más la com-

plejidad de los escenarios sobre los que debemos intervenir, demandan que ponderemos las herramien-

tas disponibles de acuerdo al rigor de sus abordajes y la pertinencia con respecto al problema a atacar.

Por otra parte, la defi nición de las perspectivas como herramienta de análisis invita a colocar su papel

en un carácter complementario al de otras disciplinas o de la propia pedagogía. Como se desarrolló en

el primer apartado, debe atenderse al riesgo habitual de reducir el análisis de los procesos educativos a

sus componentes psicológicos o a juzgar sufi cientes los saberes ofrecidos por la psicología para proce-

der a la toma de decisiones educativas.

Sobre los límites de una mirada evolutiva clásica

Resulta conveniente recordar los alcances y límites que posee, en particular, el desarrollo de una mirada

psicoevolutiva en términos clásicos. La crítica a los enfoques clásicos proviene de la evaluación de va-

rios aspectos. Vale aclarar que un enfoque “clásico” no es necesariamente un enfoque “viejo”. Se trata

de modos de concebir al desarrollo en forma naturalizada y normativa, que en ciertos casos pueden

hacer pie en lecturas o usos variados de modelos potentes, como por ejemplo el piagetiano y vigotskia-

no. Aunque pudieran ser opinables estos usos con respecto a la fi delidad de los modelos psicológicos

originales, aquí se trata sólo de advertir acerca de los riesgos señalados en estos enfoques (Baquero y

Terigi, 1996).

Por una parte, existe el temor a que estos enfoques arrojen una mirada naturalizada sobre el desarrollo.

Hemos visto arriba la extensión abusiva que puede darse a los procesos de maduración como razón

aparente de las difi cultades de los sujetos. El temor radica en asimilar en estos modelos los mecanismos

que explican el desarrollo con los de la maduración, el crecimiento o la acumulación de experiencias del

sujeto, sin apelar a mecanismos específi cos de los procesos de desarrollo psicológico.

Por otra parte, muchos trabajos de la psicología evolutiva pueden estar ensayando una descripción de

los comportamientos frecuentes en los sujetos asociándolos con edades relativas en las que se espera

que estos logros del desarrollo se produzcan, pero no ofreciendo un marco explicativo adecuado o sufi -

ciente para estos cambios.

Otro riesgo señalado es el de no advertir que los enfoques psicoevolutivos son descriptivo/explicativos

y, en muchas ocasiones, normativos a la vez (Burman, 1998). Esto es, que a la par de ofrecer descrip-

ciones y en algunos casos explicaciones de los fenómenos, prescriben acerca del desarrollo normal o deseable. Incluso, al decir de Bruner, colaboran en la producción del desarrollo que dicen sólo describir

(cf. Bruner, 1988).

Por otra parte, la periodización del desarrollo en etapas o estadios ofrece en ocasiones un marco orienta-

dor acerca de las competencias de los sujetos en las diferentes edades que pueden auxiliar para analizar

las condiciones o componentes de las prácticas educativas. Sin embargo, como han mostrado por ejem-

Por ejemplo, como puede examinarse con los futuros docentes, los desarrollos de la psicología genética

han contribuido, entre otras cosas, al análisis y comprensión de los procesos de construcción cognitiva

particulares que se desarrollan frente a los contenidos escolares y han colaborado con el desarrollo de

estrategias de enseñanza específi cas. De modo análogo, pueden encontrarse en trabajos originarios en

los Enfoques Socioculturales o en la perspectiva cognitiva aportes para el análisis de los procesos de

enseñanza y de aprendizaje, de las interacciones y de problemas como el cambio cognitivo, estrecha-

mente ligado al problema de la enseñanza de las ciencias.

Una alternativa para el abordaje de los temas comprendidos en este apartado es presentarlos a

partir del análisis particular de los procesos de construcción de conocimiento específicos. Es decir,

trabajar las miradas alternativas, complementarias o eventualmente contrapuestas, que ofrecen

las perspectivas teóricas sobre procesos como la alfabetización, la construcción de conocimiento

matemático o el problema del cambio cognitivo ligado a la enseñanza de las ciencias. Si bien es un

modo de organización atractivo por su punto de partida sobre los contenidos escolares concretos,

corre el riesgo, en ciertos casos, de no presentar a las teorías de un modo medianamente sistemáti-

co. La presentación ofrecida en este documento sigue una suerte de vía media. Toma como partida

los problemas generales presentados al inicio del apartado y propone tratarlos desde los diversos

enfoques, ilustrando con los casos de procesos de adquisición de conocimientos particulares. Pro-

bablemente esta presentación exima de plantear la mirada de todas las perspectivas trabajadas

frente a todos los problemas ofrecidos al análisis. La selección puede operarse de acuerdo a la

especificidad de la formación ofrecida y la complementariedad con otras instancias curriculares

de la formación.

En todo caso parece oportuno advertir, como se insistirá en el apartado siguiente, sobre la conveniencia

de analizar los alcances y límites de cada perspectiva, pero atendiendo a la necesidad señalada con re-

currencia de no perder la perspectiva molar sobre los procesos de aprendizaje aún cuando sea legítimo ope-

rar recortes particulares. Por ejemplo, el análisis de las prácticas educativas puede ameritar un recorte

particular de las relaciones S-O como unidad pertinente de análisis, pero es probable que, de acuerdo

al tipo de problema indagado, sea necesario ponderar sus relaciones con el contexto más amplio en

donde el proceso de aprendizaje se sitúa. Tal cuestión no refi ere sólo a las condiciones “externas” al

proceso de aprendizaje que lo infl uyen; más que eso plantea la posibilidad de complejizar el propio

proceso: por ejemplo, alfabetizarse implica una serie de procesos cognitivos complejos advirtiendo la

naturaleza representacional del sistema de escritura, pero, a la vez, implica un proceso de apropiación de una práctica cultural compleja, con sus sentidos también múltiples.4

3.3. Sobre los alcances y límites

De modo consistente con lo señalado en el apartado introductorio, se hace necesario reparar con los

futuros docentes en la necesidad de valorar los alcances y límites de los desarrollos psicológicos a la hora

de atrapar las prácticas educativas en su complejidad. Luego de abordar parte de los temas propuestos

es esperable que quede claro, al futuro docente, el aporte signifi cativo de estos enfoques obrando, al

4 cf. Por ejemplo Kalman (2003), y Ferreiro (1991) y sobre la idea de apropiación véase Newman, Griffi n y Cole, 1991; Lave, 2001; Baquero y Limón, 2001).

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Aportes para el desarrollo curricular

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Psicología Educacional

4. Algunos problemas de las prácticas educativas abordables desde una perspectiva psicoeducativa

Puede resultar conveniente trabajar con los futuros docentes algunos instrumentos ofrecidos por los

trabajos psicoeducativos que pueden resultar de importancia para el análisis de las prácticas educativas

y los procesos de aprendizaje protagonizados en su seno.

Se propone, entre los muchos aspectos posibles de abordar, tres que parecen resultar de relevancia

y aparecen con cierta recurrencia en los abordajes específi cos de las prácticas escolares. Ellos son el

problema de la motivación para el aprendizaje, el análisis de las interacciones en las aulas y alguna

aproximación al abordaje del fracaso escolar masivo.

4.1. Sobre la motivación

Como se sabe, el tema de la motivación es un tema abordado clásicamente por las perspectivas psi-

cológicas desde una variedad de posiciones. Sea la perspectiva clásica asociándola a impulsos, rasgos

personales o fuerzas internas, la perspectiva conductista atendiendo a su dependencia de los estímulos

y recompensas obtenidas o bien, desde la perspectiva cognitiva relativamente dominante, vinculándola

a los pensamientos y creencias de los sujetos (cf. Huertas, 1997; Pintrich y Schunk, 2006) o a las pulsio-

nes y deseos en el caso del psicoanálisis (Bleichmar, 1995).

En cualquier caso, parece oportuno atender a los trabajos que vinculan el problema de la motivación

con el aprendizaje escolar y sus condiciones. Sobre el problema de la motivación se encontrarán en

cierta forma reproducidos los problemas planteados para el abordaje psicológico de los procesos de

aprendizaje y desarrollo en general. Por ejemplo, es un tema sensible al problema de la defi nición de

unidades de análisis y susceptible de ser reducido a variables personales sin atender a las particularida-

des de los escenarios donde los aprendizajes se sitúan. Con ello, según hemos visto, se corre el riesgo, a

su vez, de no considerar de modo sufi ciente las “discontinuidades” entre los procesos de aprendizaje es-

colar y no escolar. De modo que la percepción habitual de los alumnos como “apáticos” o desmotivados

para el aprendizaje –haciendo abstracción de las particularidades, muchas veces, a decir verdad, poco motivantes del aprendizaje escolar–, termina leyendo el problema sólo o principalmente como carencia

de interés por parte de los alumnos. Curiosamente ese es el problema a explicar más que su causa.

Esto ha deslizado a los propios trabajos cognitivos a poner el problema en diálogo con las perspectivas

socioculturales y reconstruir lo más fi namente posible las relaciones entre construcciones o procesos

personales, la naturaleza de los escenarios y el carácter “dramático” de las situaciones (cf. Huertas,

1997). De allí que cobre relieve en el caso de las prácticas escolares no sólo el abordaje personal del

carácter intrínseco o extrínseco o el tipo de orientación a metas –al aprendizaje, a la obtención de

recompensas o a la evitación del fracaso, por ej., (Huertas, op.cit) predominante en los sujetos, sino su

relación con la lógica escolar/académica, las particularidades del vínculo con los docentes, la identifi ca-

ción relativa con el proyecto escolar, la demanda de trabajo cognitivo del aprendizaje en juego, etc. (cf.

Ajello, 2003; Greco,2007; Perrenoud, 1990; Paoloni et al, 2006)

plo, balances ya clásicos como los de Coll con respecto a los usos de la teoría psicogenética en educación

–pero mostrando problemas en algunos casos parangonables a los del uso de otros marcos psicológicos–

el intento por recuperar este conocimiento sobre los sujetos no carece de problemas (Coll, 1983).

Por una parte, la determinación de los niveles de desarrollo de los sujetos no es una tarea sencilla y

suele ser, –como el caso paradigmático de la teoría psicogenética y la determinación de los niveles de

desarrollo operatorio de los sujetos– una tarea especializada de los profesionales de la psicología. A su

vez, es claro que las edades de adquisición de las nociones exploradas sufren una variación conside-

rable. Lo que es más importante, no siempre es clara la relación entre las competencias, por ejemplo,

operatorias de los sujetos y la explicación de los procesos de aprendizaje efectivos, sobre contenidos

escolares concretos.

La didáctica de la matemática nos ha ofrecido ilustraciones acerca de la complejidad de esta relación, sin

duda no lineal: así como tenemos sujetos operatorios que no obtienen buenos desempeños en la mate-

mática escolar, es decir, cuyo nivel de desarrollo operatorio no es condición sufi ciente para un aprendizaje

exitoso, los más pequeños nos han mostrado que una buena parte de la historia de la apropiación del

sistema de numeración y su uso comienza mucho antes de acceder a la noción operatoria de número.

Conviene aclarar que no se intenta mostrar la irrelevancia del conocimiento evolutivo para el proble-

ma de ordenar prácticas educativas, sino de marcar los efectos no deseados que puede producir una

perspectiva naturalizada acerca de los procesos de desarrollo. Hay una inevitable necesidad de ejercer

cierta vigilancia con respecto a los usos de las teorías psicológicas, para evitar una mirada naturalizada

y reductiva del desarrollo que impida pensar sobre la complejidad efectiva de las prácticas educativas.

Esto puede hacerse siguiendo algunos de los balances con respecto al uso de las perspectivas psicoló-

gicas, como se ilustró con el caso de la TPG.

Finalmente, cabe atender a que la propia noción de “estadio”, tan cara a la psicología evolutiva, ha

sufrido críticas y revisiones desde las perspectivas atentas a los procesos de desarrollo de “dominio

específi co”. Como se sabe, la noción de estadio, en sentido estricto, presume además de un orden de

sucesión constante, la presencia de una estructura de conjunto –de dominio general– que permite

explicar y predecir los comportamientos de los sujetos en términos relativos, en cualquier dominio de

conocimiento. Los modelos centrados en la especifi cidad de dominio sostienen que debe atenderse

tanto a procesos generales como, fundamentalmente, a procesos específi cos de dominio no reducibles

a cambios generales o más o menos simultáneos en todos los dominios (cf. Karmiloff-Smith, 1992)5.

Conviene, por último, recordar que, clásicamente, la perspectiva psicológica y en particular la psicoevo-

lutiva parecían dar cuenta de modo sufi ciente de los procesos de constitución subjetiva o del desarrollo.

Existía cierta equiparación entre psicología del niño y psicología “del alumno” o cierta reducción de

los procesos de subjetivación a procesos psicológicos relativamente universales. Como se sabe, aún

reconociendo la potencia de muchas perspectivas como la psicoanalítica o las reportadas arriba para la

comprensión de los procesos subjetivos, se considera, sin embargo, la necesidad de ponderar los pro-

cesos culturales y sociales en juego en el desarrollo de formas de identidad tan complejas y cambiantes

como las actuales.

5 Como se sabe existe una interesante e intensa discusión a propósito del estatus y naturaleza del conocimiento previo, su carácter teórico y su especifi ci-dad de dominio (cf. por ejemplo, Castorina, 2007).

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Aportes para el desarrollo curricular

34 35

Psicología Educacional

simplemente reiterando lo preguntado si se obtuvo una respuesta que, según debe inferir el alumnado,

no ha sido satisfactoria. Como se recordará, esta instancia de evaluación ha sido juzgada de importan-

cia cuando es utilizada en realidad como réplica, ajuste o reconceptualización de lo sostenido por los

alumnos. Como sostienen Newman et al (1991) se trata de un mecanismo por el cual el docente se apro-pia de las respuestas de los alumnos y las remite al campo conceptual o el modo de conceptualización

que se está intentando transmitir a los alumnos. Esto genera una suerte de “como si”, en el sentido de

que el docente toma las intervenciones de los alumnos como intentos por responder a los problemas

formulados, cuando en verdad, poseer un acuerdo o representación similar sobre el problema, es un

producto a arribar más que un punto de partida original. Esto por la presencia inevitable de represen-

taciones múltiples sobre el problema de los diversos sujetos implicados, tanto del docente como de los

alumnos.

Se trae a cuenta esta ilustración del interés de los trabajos psicoeducativos por las interacciones en el

aula, en este caso por sus formas de diálogo, para hacer notar que la intención de capturar los procesos

de construcción compartida de signifi cados posee una complejidad no siempre advertida y reclama,

una vez más, atender a diferentes aspectos de las situaciones en las que se enmarcan. Un ejemplo en

tal sentido puede darlo el intento por capturar los mecanismos de infl uencia educativa (cf. Coll, Onrubia

y Mauri, 2008) puestos en escena en las prácticas escolares. Puede notarse que el abordaje de tales

mecanismos reclama, a juicio de los autores, por ejemplo, atender tanto a niveles discursivos como no

discursivos de las interacciones. También se considera que deben capturarse los formatos de actividad

de la clase, las posiciones relativas de los sujetos, las formas recurrentes, los mecanismos semióticos

puestos en juego, etc.

En tal sentido, el análisis de las interacciones y, en particular, de los mecanismos de infl uencia educativa

abrevan, a juicio de los autores citados, en trabajos de diverso origen, aunque en cierta forma concu-

rrentes. Tal es el caso, por ejemplo, de los trabajos sobre los dispositivos de ayuda dentro del estudio

de la dinámica de la ZDP como las formas de interacción tipo andamiaje; los trabajos sobre discurso en

clase como los de Mercer (cf. Mercer, 1997) o los trabajos en el marco de los enfoques neovigotskyanos

ofreciendo claves para comprender la lógica de la actividad general en la que se enmarca el problema.

En el plano del análisis de las interacciones entre pares se cuenta con aproximaciones a los efectos

diferenciados que poseen las actividades organizadas con modalidad de resolución competitiva o coo-

perativa, juzgándose el benefi cio de la segunda, sobre todo a la hora de promover motivación por el

aprendizaje más que por los resultados o recompensas. Pero es bueno notar el espectro de formas de

interacción posible entre los estudiantes, con formas transferibles en ciertos casos a las interacciones

docente alumnos.

Por ejemplo, recuérdese las formas de interacción entre pares presentadas por Cazden (cf. Cazden,

1991) en su clásico trabajo ya citado. Desde la asunción de roles complementarios –preguntar/respon-

der, orientar/ser orientado, etc.– a las posibilidades que brinda la interacción con otro a la manera de

un auditorio –sobre el que se ensaya una suerte de versión borrador de una idea. Como bien señala

Cazden promover acertadas interacciones entre pares, como la conversación a la manera de “auditorio”

más el ejercicio de roles complementarios, permite varias cosas de relevancia. Por una parte, auxilia la

explicitación de argumentos y facilita la escritura –en la difícil tarea de pasar de las formulaciones de

En cualquier caso es bueno contemplar al desarrollo y las condiciones de la motivación como un pro-

blema subjetivo y situacional, a la vez. De modo que no es inverosímil abordar el problema de la moti-

vación hacia el aprendizaje escolar como un problema de apropiación de –o resistencia a– los motivos

que las culturas o prácticas sociales poseen para desplegar el esfuerzo personal y también cognitivo,

claro, que el aprendizaje escolar demanda. Situado de esta manera, el problema de la motivación para

aprender se enhebra con los ya recorridos y con los que se propone analizar a continuación.

4.2. Sobre las interacciones en los procesos de enseñanza y deaprendizaje

Como se sabe, el tema de las interacciones en el aula ha sido largamente estudiado desde diversas

perspectivas. En la formación del futuro docente probablemente importen aquellos abordajes, tanto

clásicos como relativamente actuales, que toman el problema particular de su relación con los procesos

de aprendizaje y las formas de intervención docente (cf. Coll y Sánchez, 2008).

Dentro de las perspectivas clásicas, pueden encontrarse señalamientos específi cos sobre la importan-

cia de atender tanto a las interacciones entre pares como docente-alumnos (Coll, Onrubia y Mauri,

2008; Cazden, 1991; Mercer, 1997). En estas perspectivas se resalta cómo la actividad discursiva posee el

doble carácter de “vehículo” y objeto de la actividad escolar, así como constituye para los participantes

una experiencia social, en el sentido no sólo de establecer una comunicación sino de lo que implica

exponer y exponerse, dar signos de la propia identidad, arriesgar respuestas, etc.

El privilegio dado muchas veces a estos análisis resulta comprensible si se atiende a que buena parte de

los procesos de enseñanza-aprendizaje en la escuela tienen, insistimos, como medio o meta la propia

actividad discursiva o la revisión y ampliación de los sistemas simbólicos de los sujetos. Como destacan

algunas perspectivas cognitivas o dentro de los enfoques socioculturales del desarrollo, los procesos de

enseñanza escolar colaboran con la construcción de sofi sticadas formas de trabajo psicológico transmi-

tidas en forma privilegiadamente discursiva y luego “procedimentalizadas”6.

Un conjunto importante de trabajos contempla que las interacciones en el aula permiten abordar el

problema de la construcción compartida de signifi cados, seguramente, agreguemos, dando una com-

plejidad al problema que probablemente exceda –aunque incluya– los problemas clásicamente “comu-

nicativos”. Esto es, el análisis de las interacciones desde una perspectiva psicoeducativa, nuevamente

requiere ser visto a la luz de lo trabajado hasta aquí. Por una parte puede considerárselo como situa-

ciones que auxilian o difi cultan los procesos de cambio representacional de los sujetos, pero, a su vez,

permiten capturar de un modo más amplio y profundo a la vez, el sentido que ordena las situaciones de

interacción en el seno de prácticas y comunidades específi cas, como la escolar.

Como se sabe, entre las formas de interacción docente-alumnos descriptas con recurrencia se encuen-

tran las secuencias I-R-E (Inicio del docente-Respuesta del alumno-Evaluación del docente). El momen-

to de “evaluación” puede ser diverso en cómo concretarse. Por ejemplo, el docente puede “responder” 6 Un ejemplo se encuentra en la caracterización de las Funciones Tipo 4 en la taxonomía de Rivière o la constitución de los procesos avanzados en el marco vigotskiano (Rivière, 2002). En este último caso puede ilustrarse con los procesos de adquisición de conocimientos científi cos dentro del problema más amplio del cambio cognitivo, tema pertinente al apartado anterior y recuperable aquí.

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Aportes para el desarrollo curricular

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Psicología Educacional

El recorrido por las diversas perspectivas y, sobre todo, el debate en torno a las unidades de análisis

adecuadas para el abordaje del aprendizaje escolar, exigen mayor sutileza en las explicaciones ensaya-

das. Advierten sobre el riesgo de confundir el lugar donde se constata un efecto como el no aprender

–obviamente en los sujetos– con el lugar donde radicaría su causa –habitualmente atribuida a un défi cit

que portaría el alumno. Las perspectivas interaccionistas reclaman advertir que tanto el desarrollo y

aprendizaje logrados como los frustrados, son efecto de las interacciones, tanto S-O como de las pro-

ducidas en la actividad intersubjetiva mediada semióticamente, para atrapar más específi camente las

particularidades de la lógica escolar.

Es por ello oportuno recuperar con los futuros docentes lo trabajado en otros espacios curriculares que

permita atrapar el carácter histórico y específi co que tomaron los procesos de escolarización masiva y

atender al hecho de que su formato graduado y simultáneo, por ejemplo, no expresó necesariamente

el ideal de una enseñanza más efi ciente desde el punto de vista cognitivo. En verdad pareció aunar

una voluntad disciplinante sobre los niños de sectores populares y resolver el tema de la organización

razonable de una oferta masiva, más que una búsqueda prioritaria de aprendizajes cognitivos prontos

(cf Querrien, 1983)

Por ello se requiere gran cuidado en el tratamiento del tema de las sospechas sobre la “educabilidad”

de los sujetos de sectores populares ante la aparente autoevidencia de que fracasan por su misma con-

dición de pobreza. Deberían revisarse con cuidado las relaciones entre las posibilidades de aprendizaje

de los sujetos y las características específi cas de las prácticas educativas/escolares en juego. De lo

contrario, como se ha sugerido en otros sitios, a la hora de explicar el fracaso se perpetra una falacia de abstracción de la situación, por no ponderar el carácter situacional de todo proceso de desarrollo y

aprendizaje. Se confunde la impotencia para producir cambios o aprendizajes con una incapacidad de

los sujetos, como si las capacidades subjetivas y los pronósticos sobre el aprender pudieran ponderarse

haciendo abstracción de las situaciones de aprendizaje específi cas, al fi n políticas (Baquero, 2008).

En sentido estricto, el tema del fracaso escolar masivo o el de la “educabilidad” no debería ser de trata-

miento prioritario en este espacio curricular, en el sentido de que nada hace presumir que se trata de

un problema de mayor relevancia para la psicología educacional que para la pedagogía o la didáctica.

O, para ser más estrictos, si se trata de un problema relevante para el campo psicoeducativo no lo es

porque amerite el uso de una estrategia clínico-individual de detección de problemas, sino, por su ca-

rácter masivo y su enclave en la naturaleza particular de las prácticas escolares que son susceptibles de

ser analizadas desde los marcos propuestos.

nuestra habla interior a la escritura– con el auxilio del otro, y sus retroalimentaciones. Por otra parte,

permite una exposición dialogada que no siempre encuentra oportunidad en la vida escolar y en los

hechos, legitima el intercambio de puntos de vista y da concreción a objetivos como el de la integración

de identidades y perspectivas diversas. Condensa tanto objetivos cognitivos como sociales.

A la par, como se señala en los trabajos reportados, no debe perderse de vista que desde las perspec-

tivas actuales que enfatizan la necesidad de leer los procesos de desarrollo y aprendizaje como formas

crecientes de participación en comunidades de práctica específi cas, como variaciones de las formas

de comprender y participar en tales situaciones, como la escolar, el análisis de las formas que toman

las interacciones entre pares y docente alumno se vuelven críticas (cf. Rogoff, 1997; Lave, 2001). No

constituyen condiciones de contorno del aprendizaje sino que ellas mismas, tomadas molarmente en

el seno de las prácticas analizadas, son en buena medida el texto del propio aprendizaje. Los sujetos se

desarrollan al apropiarse o resistir a las prácticas en las que están implicados y eso sucede en el seno

de los procesos de interacción que deben ser leídos en la complejidad de las situaciones analizadas (cf.

Wertsch, 1999).

Dentro de las marcas específi cas que poseen las interacciones docente-alumno en las escuelas, se ha

trabajado particularmente las relativas al problema de la necesaria asimetría existente y la compleja

relación con la autoridad. En lo que atañe a la imbricación del problema con la dinámica de los procesos

de enseñanza aprendizaje pueden encontrarse desarrollos como los de Tanzarella, atentos a la natu-

raleza de los vínculos, los etiquetamientos y los efectos de la asimetría (cf. Tanzarella, 2003). Sobre el

problema más amplio de las posibilidades del análisis de las prácticas pedagógicas desde la perspectiva

de la confi anza en los vínculos y el problema de la autoridad pueden consultarse, también, los trabajos

de Lawrence Cornu (cf. Cornú, 1999; Greco, 2007).

Estas últimas temáticas impactan sobre lo referido a la posibilidad de obtener o no identifi caciones de

los sujetos con las prácticas escolares, con la posibilidad de su apropiación al fi n.

4.3. Sobre el fracaso escolar masivo y el problema de la educabilidad

Parece conveniente en la formación del futuro docente introducir brevemente este problema y proba-

blemente en este lugar del tratamiento de los temas. Como en los demás temas recorridos, a riesgo de

ser insistentes, conviene advertir la necesidad de su abordaje en función del recorrido de problemas y

perspectivas teóricas ensayado. De este modo, una primera advertencia debería pasar por la necesidad

de desarrollar una mirada no reductiva del problema (cf. Baquero, 2007b).

Conviene delimitar el problema del llamado “fracaso escolar” –aunque el término no es feliz en sus con-

notaciones posee la claridad que no poseen los eufemismos– en tanto fracaso escolar masivo (cf. Lus,

1995). Esto es, se trata de un problema que afecta masivamente a la población y que no parece reducti-

ble a una suma de fracasos individuales, aunque se exprese de esa manera y se lo intente signifi car y ex-

plicar como tal. Se trata de dar cuenta de los índices que hacen a la repitencia, la deserción, la “sobree-

dad” de las poblaciones, los bajos rendimientos, como indicadores preocupantes de este fenómeno.

Page 21: Psicología Educacional 2015

Aportes para el desarrollo curricular

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Psicología Educacional

Capítulo 2

Propuesta tentativa de objetivos y

de formulación de contenidos

Objetivos del Módulo

• Analizar las relaciones entre Psicología y Educación y sus efectos sobre las prácticas de escola-

rización

• Analizar las particularidades de los procesos de aprendizaje y construcción de conocimientos en

el régimen de trabajo escolar

• Comprender las relaciones entre procesos de desarrollo, aprendizaje y enseñanza desde diferen-

tes perspectivas teóricas

Objetivos específi cos

• Analizar el problema de la motivación en el contexto particular de las prácticas escolares

• Analizar las formas de interacción social en el salón de clase y su relación con los procesos de

construcción de conocimientos

• Proponer marcos de análisis alternativos para problemas como el fracaso escolar masivo y la

discusión en torno a la noción de “educabilidad”

Propuesta de contenidos

1. Psicología y Educación

Las relaciones entre Psicología y educación. Algunos problemas en la historia de las relaciones: aplica-

cionismo y reduccionismo. Sus efectos sobre la toma de decisiones psicoeducativas. La necesidad de

atender a las especifi cidades de los procesos educativos y escolares. La tensión entre la homogeneidad

y la atención a la diversidad en la enseñanza escolar moderna.

2. Aprendizaje y aprendizaje escolar

El aprendizaje como proceso complejo y diverso. Las particularidades del aprendizaje y la construcción

de conocimientos en la escuela. Conocimiento cotidiano, escolar y científi co. Sus diferencias y relacio-

nes. La interacción social como factor activante o formante del desarrollo.

El impacto cognitivo de la escolarización. Algunas caracterizaciones de este impacto en los enfoques

socioculturales y cognitivos (p.e. los PPS avanzados, en Lev Vigotsky y las Funciones Tipo 4 en la obra

de Rivière).

Algunos criterios de progreso en el aprendizaje escolar: el desarrollo de formas “descontextualizadas”

de uso de los signos y la creciente autonomía. Análisis de los dispositivos tipo “andamiaje”.

3. Desarrollo, aprendizaje y enseñanza

Problemas y perspectivas teóricas sobre las relaciones entre desarrollo, aprendizaje y enseñanza. De las

pedagogías implícitas y explícitas. Revisión de las perspectivas evolutivas. Crítica a las visiones natura-

listas del desarrollo. El concepto de estadio y su revisión. La tensión entre dominio general y específi co

en el desarrollo.

Las miradas centradas en el sujeto, la interacción y el desarrollo: la perspectiva psicogenética. El balan-

ce acerca de los usos educativos de la TPG.

Algunos aportes de la perspectiva cognitiva del aprendizaje: de los trabajos de Ausubel a las diversas

formulaciones del cambio cognitivo. Algunas implicancias para la enseñanza de las ciencias.

Las miradas centradas en la actividad intersubjetiva y la mediación semiótica: los enfoques sociocultu-

rales sobre el aprendizaje y el desarrollo. Los procesos de aprendizaje escolar como experiencia “cogni-

tiva” y social a la vez. El desarrollo y el aprendizaje como formas de apropiación de prácticas culturales

Alcances y límites de las perspectivas psicológicas sobre las relaciones entre desarrollo, aprendizaje y

enseñanza.

4. Algunos problemas de las prácticas educativas

abordables desde una perspectiva psicoeducativa

El problema de la motivación y el desarrollo de estrategias de aprendizaje autorregulado. La motivación

desde las perspectivas psicoeducativas. Necesidad de revisión de algunos supuestos.

Las interacciones en el aula y los procesos de enseñanza y aprendizaje. La variedad de modalidades de

interacción: interacciones docente-alumnos y entre pares. Interacción y cambio cognitivo. Los meca-

nismos de infl uencia educativa.

Otros aspectos de las relaciones docente –alumno en el dispositivo escolar. Asimetría y autoridad. Su

infl uencia sobre la motivación y las posibilidades de apropiación e identifi cación.

Concepciones sobre el fracaso escolar masivo: de la hipótesis del défi cit a la comprensión de las relacio-

nes entre sujeto y escuela. Las sospechas sobre la educabilidad de los alumnos de sectores populares.

La educabilidad como capacidad de los individuos y la “educabilidad” como propiedad de las situacio-

nes educativas. De la evaluación de la capacidad a la construcción de posibilidad.

Page 22: Psicología Educacional 2015

Aportes para el desarrollo curricular

40 41

Psicología Educacional

Bibliografía trabajada en la

confección del módulo

Ajello, A. M. (2003), “La motivación para aprender”, en Pontecorvo, C. (coord.) Manual de Psicología de la Educación, Madrid: Ed. Popular.

Baquero, R. (1996), Vigotsky y el aprendizaje escolar, Buenos Aires: Aique.

Baquero, R. (2001), “Ángel Rivière y la agenda post-vigotskiana de la psicología del desarrollo”, en Ro-

sas, R. (ed.): La mente reconsiderada: En homenaje a Ángel Rivière. Santiago: Psykhé Ediciones.

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Serie “Aportes para el

desarrollo curricular”

• Didáctica de la Educación Inicial

• Didáctica General

• Filosofía

• Historia social argentina y latinoamericana

• Historia y política de la educación argentina

• Psicología educacional

• Sociología de la educación

• Sujetos de la Educación Inicial

• Sujetos de la Educación Primaria

• Sujetos de la Educación

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