Violencia escolar

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TRABAJO 10 TEORIZACIÓN VIOLENCIA ESCOLAR 1 Violencia 1.1 Violencia Social Violencia social es un fenómeno cotidiano, ya se ha naturalizado, ya no sorprende la violencia escolar es noticia diaria en los medios de comunicación. ¿Es ella un reflejo de la violencia social? Silvia Bleichmar abordo en sus escritos, en sus conferencias, reportajes con su profunda implicación y su acostumbrada lucidez, estos temas. Planteaba en ellos que las formas actuales de la violencia dan cuenta de procesos profundos de impunidad y resentimientos acumulados. Proponía un cambio en el orden del día de las agendas de los funcionarios de los distintos elementos del estado: en lugar de poner el acento en la seguridad ponerlo en la impunidad. Silvia Bleichmar señalaba: “Hay que terminar con el mito de que la violencia es producto de la pobreza. La violencia es el producto de dos cosas: por un lado, el resentimiento por las promesas incumplidas y por el otro, la falta de perspectivas de futuro…. Que educar no sea una propuesta idealista de hacer todos un pacto de llevarnos bien y entendernos, sino de entender los nexos profundos que hay entre una cultura que durante años propuso el no te metas mientras se asesinaba al semejante. Y que continúo después en un individualismo de salvarse solo, a costa de lo que sea convertido en un principio de vida y una cultura como forma de picardía que se convirtió en modelos de ejercicio social. Creo que nosotros tenemos que partir de reconocer el país que construimos o que desconstruimos para poder educar a los jóvenes en el país que queremos educar”. 1.2 Violencia en las escuelas Lo que se piensa en la actualidad con respecto a la violencia desplegada dentro del ámbito educativo tiene como potenciales culpables a los chicos violentos. Y también se piensa que este fenómeno se desarrolla activamente por la negligencia de los docentes.

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TRABAJO 10

TEORIZACIÓN

VIOLENCIA ESCOLAR

1 Violencia

1.1 Violencia Social

Violencia social es un fenómeno cotidiano, ya se ha naturalizado, ya no sorprende la violencia escolar es noticia diaria en los medios de comunicación. ¿Es ella un reflejo de la violencia social? Silvia Bleichmar abordo en sus escritos, en sus conferencias, reportajes con su profunda implicación y su acostumbrada lucidez, estos temas. Planteaba en ellos que las formas actuales de la violencia dan cuenta de procesos profundos de impunidad y resentimientos acumulados. Proponía un cambio en el orden del día de las agendas de los funcionarios de los distintos elementos del estado: en lugar de poner el acento en la seguridad ponerlo en la impunidad.

Silvia Bleichmar señalaba: “Hay que terminar con el mito de que la violencia es producto de la pobreza. La violencia es el producto de dos cosas: por un lado, el resentimiento por las promesas incumplidas y por el otro, la falta de perspectivas de futuro…. Que educar no sea una propuesta idealista de hacer todos un pacto de llevarnos bien y entendernos, sino de entender los nexos profundos que hay entre una cultura que durante años propuso el no te metas mientras se asesinaba al semejante. Y que continúo después en un individualismo de salvarse solo, a costa de lo que sea convertido en un principio de vida y una cultura como forma de picardía que se convirtió en modelos de ejercicio social. Creo que nosotros tenemos que partir de reconocer el país que construimos o que desconstruimos para poder educar a los jóvenes en el país que queremos educar”.

1.2 Violencia en las escuelasLo que se piensa en la actualidad con respecto a la violencia desplegada dentro del ámbito educativo tiene como potenciales culpables a los chicos violentos. Y también se piensa que este fenómeno se desarrolla activamente por la negligencia de los docentes.

Conformados fuertemente con esta idea fragmentaria, pensamos que la violencia, que se está desplegando con viruela dentro de las escuelas, debería de ser pensada como un fenómeno multicausal; sin perder de vista que ha sido la sociedad posmoderna y globalizada económica y culturalmente la que ha nombrado ciertos hechos violentos como violencia escolar, sin preguntarse cuál es su origen, ni cómo se desarrolla. Para un estudio basado en esa polisemia, vamos a establecer dos parámetros: el punto de vista subjetivo y el ´punto de vista social. Esto permitirá pensar cuál es el origen de lo que se ha dado en llamar, en la actualidad violencia escolar y fundamentar por qué consideramos que es más específico de hablar de violencia “en” las escuelas, ya se trata de hechos de violencia social que interrumpen en este medio. Y dejamos la noción de violencia escolar específicamente para definir los procesos antidemocráticos provocados por el sistema educativo.

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Procuramos tener como eje una idea central: el concepto de violencia escolar es una construcción social. Y queremos destacar que no es una cuestión semántica. Detrás de las nociones que se construyen socialmente como la “realidad”, o como “la explicación de la realidad” , hay una ideología que, en este caso, además de errar el diagnóstico, criminaliza a los jóvenes.

Veamos que ha sido de nuestros jóvenes en las postrimerías del siglo XX. En la década de 1993 – 2003, el Estado, con su espíritu tutelar, tuvo que intervenir en un 110% más que en la década anterior dado el incremento de jóvenes que fueron víctimas de un delito. En la misma década, los jóvenes menores de edad con causas penales aumentaron el 51%. Es decir, se potenció la victimización de los niños y los jóvenes.

Tomando en cuenta el mismo período, y hasta 2001, la población por debajo de la línea de pobreza representaba el 41% y se siguió incrementando. Este número hablaba de, aproximadamente, quince millones de argentinos. La pobreza en jóvenes menores de edad era del 58%, incrementándose a medida que disminuía la edad. Cuanto más pequeños eran los niños – por ejemplo, la franja entre seis y doce años – la pobreza aumentaba hasta el 60%. Siete de cada diez menores de 18 años estaban por debajo de la línea de la pobreza. Tanto a esos siete como a los tres restantes, se les aplicaron las mismas leyes, aun cuando ambos grupos tenían diferencias flagrantes en cuanto su acceso a la salud, a la educación, a la vivienda y a la justicia. Esto continúa hasta la actualidad, dándose como única respuesta, frente a la creciente inseguridad, el endurecimiento de las penas en la franja infantil.

2 Violencia Escolar y climas sociales. El conflicto es una situación de confrontación de dos o más protagonistas, entre los cuales existe un antagonismo motivado por una confrontación de intereses. Algunos conflictos cursan con agresividad cuando fallan, en alguna medida, los instrumentos mediadores con los que hay que enfrentarse al mismo. Así cuando está en juego una tención de intereses y aparece un conflicto, todo depende de los procedimientos y estrategias que se empleen para salir de él. Si no se usan procedimientos pacíficos, si no bélicos, aparecerán episodios agresivos que pueden cursar con violencia, si uno de los contrincantes no juega honestamente y con prudencia sus armas, si no que abusa de su poder, luchando, no por resolver el asunto, si no por destruir o dañar al contrario. Eso es violencia, el uso deshonesto, prepotente y oportunista de poder sobre el contrario, sin estar legitimado para ellos.

Pero si el debate teórico sobre la naturaleza psicológica de la agresividad humana sigue abierto, las posibilidades de disponer un marco conceptual para comprender el fenómeno de la violencia se nos presentan todavía remotas más aun cuando asumimos, que el fenómeno de la violencia, lo que tratamos de comprender es una agresividad sin ningún sentido, ni biológico, ni social; una agresividad injustificada y cruel, que Rojas Marcos (1995) denomina agresividad maligna aceptamos pues que un cierto nivel de agresividad se activa cuando el ser humano se enfrenta a un conflicto, especialmente si este se le plantea como una lucha de intereses. El dominio sobre su propio control y la tarea de contener y controlar la agresividad del otro en situaciones de conflicto, es un proceso que se aprende. Pero en este aprendizaje como en muchos otros no todos tenemos el mismo grado de éxito. Aprender a dominar la propia agresividad y hacer hábiles para que no nos afecte la agresividad de otros, con los que muchas veces vamos a entrar en conflicto, es una tarea compleja; cuando el

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chico/a es torpe, porque no aprendió bien esta tarea, está en malas condiciones para establecer relaciones interpersonales, que circule mediante la negociación y la palabra; la situación será peor aún si aprendió a enfrentarse con los conflictos sin palabras ni negociación.

3 Violencia institucionalizada. Este tipo de violencia aparece disimulada bajo el orden institucional. Está inserta en el sistema socioeconómico y político que divide a los seres humanos en dos clases sociales: por un lado los ricos opresores y por otro los oprimidos y excluidos. Esta situación de injusticia institucionalizada es la causa principal del hambre y miseria de los pobres. El llamado nuevo orden mundial marcado por la corrientes neoliberales, que pretenden imponer un modelo económico desigual y excluyente en sí mismo violento y generador de violencia.

3.1 Violencia subversiva o revolucionaria. Esta es la violencia de los pobres y oprimidos cuando los poderosos le encierran todos los caminos para el logro de una sociedad justa y democrática.

3.2 Violencia represiva. Es la reacción por parte del Estado a la violencia de los oprimidos a través de las fuerzas policiales y militares. Se utiliza el secuestro, la tortura, el asesinato, las masacres… se impone una política de terror bajo el nombre de seguridad nacional o de lucha contra el terrorismo.

3.3 Violencia delincuencial. Tal vez sea la más visible. Aparece en las calles: asaltos, robos, asesinatos…surge, en parte, por la desesperación de la población excluida y marginada sin perspectiva de futuro, pues a mayor pobreza mayor criminalidad.

3.4 Violencia por descomposición de valores éticos. En la sociedad actual dominada por el sistema capitalista neoliberal, se elogia el individualismo, la competencia y el machismo. Esto genera una creciente pérdida de valores éticos. Se ensalza el afán de lucro, la ley del más fuerte, el hedonismo, los placeres…

Dentro de este apartado se encuentra también la violencia doméstica que se ejecuta dentro del ámbito familiar, sobre todo el maltrato a la mujer, violencia sexual, violencia contra el medio ambiente.

4 Estrategias de prevención de la violencia escolarPor nuestra parte (Ortega, 1997 y del Rey Ortega,2001) consideramos que la intervención debe estar ligada a la investigación y observación critica del proceso. Dado que éste es un problema complejo, se impone en primer lugar una reflexión teórica desde lo cual puede ser interpretado y a partir de la cual puedan identificarse sus factores, sus formas y, así, llegar a elaborar hipótesis sobre sus causas y sus consecuencias; en segundo lugar, se impone el establecimiento de programas educativos escolares de carácter preventivo que eviten la aparición de problemas de violencia. A lo largo de este texto hemos entendido que existen tres fenómenos que hay que interpretar de forma distinta aunque estén interrelacionados:

1. Malas relaciones o los problemas de convivencia.

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2. Los conflictos interpersonales.3. La violencia escolar.

Esta forma de visualizar la conflictividad escolar y el riesgo de la aparición de fenómenos de violencia nos permite una lectura que estimula la búsqueda de estrategias de intervención acorde con lo que en cada centro se considere el problema principal, sabiendo que la actuación en cualquiera de los niveles señalados puede tener un efecto positivo y secundario en los otros; pero focalizando la atención en lo que se valore como más importante y urgente.

Desde nuestro punto de vista, el primer paso para el abordaje educativo de la conflictividad escolar debe ser la exploración, tras la que podremos aspirar a la implementación de proyectos de centro de carácter global que incluya varias líneas de intervención y que implique a la mayoría de los agentes educativos y, a ser posible, a la mayoría de los escolares. Las líneas de intervención que hemos propuesto a lo largo de este libro parten de la experiencia acumulada en el desarrollo de dos proyectos previos. El proyecto Sevilla Anti-Violencia Escolar (SAVE) y, el más abierto y amplio, Proyecto Andalucía Anti-Violencia Escolar (ANDAVE), que hemos desarrollado entre 1996 y 1999, el primero, y entre 1997 y 2001 el segundo.

En estos proyectos, hemos propuesto (Ortega y otros, 1998 y Del Rey y Ortega, 2001) la adopción de dos líneas de trabajo:

La línea de acción preventiva, que trata de mejorar el sistema general de convivencia, estableciendo programas de gestión democrática de la convivencia, trabajo en grupo cooperativo y educación sentimental y moral.

La línea de actuación directa, donde la intervención está sostenida en el tiempo y convenientemente evaluada en el caso de aquellos chicos y chicas que se encuentran en una situación de riesgo o que ya están implicados en situaciones de violencia como víctimas, agresores o espectadores directos.

5 Característica de acoso escolar

Entre las características más frecuentes observadas en los alumnos que acosan a sus compañeros, destacan las siguientes (Olweus, 1993 Pellegrini, Bartini y Brooks, 1999; Salmivalli y otros, 1996; Schwartz, Dodge, Pettit y Bates, 1997): una situación social negativa, aunque cuentan con algunos amigos que les siguen en su conducta violenta; una acentuada tendencia a abusar de su fuerza (suelen ser físicamente más fornidos que los demás); son impulsivos, con escasas habilidades sociales, con baja tolerancia a la frustración, y con dificultad para cumplir normas; unas relaciones negativas con relación a los adultos y un bajo rendimiento, problemas que se incrementan con la edad; no son muy autocríticos, por lo que cabe considerar el hecho observado en varias investigaciones al intentar evaluar la autoestima de los agresores y encontrarla media o incluso alta. Entre los principales antecedentes familiares, suelen destacarse: la ausencia de una relación afectiva cálida y segura por parte de los padres, sobre todo de la madre, que manifiesta actitudes negativas o escasa disponibilidad para atender al niño; y fuertes dificultades para enseñar a

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respetar límites, combinando la permisividad ante conductas antisociales con el frecuente empleo de métodos autoritarios y coercitivos, utilizando en muchos casos el castigo corporal.

En el estudio que realizamos con adolescentes (Díaz-Aguado, Martínez Arias y Martín Seoane, 2004) se refleja, así mismo, que los agresores tienen menor disponibilidad de estrategias no violentas para la resolución de conflictos, detectando, por otra parte, las siguientes carencias en torno a las cuales convendría también orientar la prevención de este problema:

1) Están de acuerdo con las creencias que llevan a justificar la violencia y la intolerancia en distintos tipos de relaciones, incluidas las que se producen entre pares, manifestándose igualmente como más racistas, xenófobos y sexistas, es decir, que tienden a identificarse con un modelo social basado en el dominio de los unos y en la sumisión de los otros.

2) Tienen dificultades para colocarse en el lugar de los demás. Su razonamiento moral es primitivo si se compara con el de sus compañeros, siendo más frecuente entre los agresores la identificación de la justicia con «hacer a los demás lo que te hacen a ti o con lo que crees que te hacen», orientación que puede explicar su tendencia a vengar ofensas reales o supuestas. Y comulgan con una serie de conceptos relacionados con el acoso escolar, como los de chivato y cobarde, que utilizan para justificarlo y para mantener la conspiración de silencio que lo perpetúa.

3) Están menos satisfechos que sus compañeros con su aprendizaje escolar y con las relaciones que establecen con los profesores. En ese sentido, parece existir una estrecha relación entre la tendencia a acosar a los condiscípulos y la de hacerlo con el profesorado, y entre ambos problemas y la percepción de haber sufrido tal tipo de situaciones en la relación con los profesores (Mendoza, 2005).

4) Son considerados por sus compañeros como intolerantes y arrogantes, pero al mismo tiempo se sienten fracasados. El conjunto de características en las que destacan sugiere que cuentan con iguales que les siguen en sus agresiones, formando grupos con disposición a la violencia, en los que se integrarían individuos que no han tenido muchas oportunidades de protagonismo positivo en el sistema escolar.

5) Su frecuencia es mayor en la adolescencia temprana (13-15 años), en los cursos de educación secundaria obligatoria, en los que se experimenta una mayor dependencia del grupo de compañeros, en aquellos que suelen resultar más difíciles para el profesorado de secundaria en el contexto evaluado en este estudio [Díaz-Aguado (dir.), 2004].

Los resultados expuestos ponen de manifiesto la importancia que tiene erradicar situaciones de exclusión desde las primeras etapas educativas, y favorecer la identificación de los adolescentes con los valores de respeto mutuo, de empatía y de no violencia para prevenir el acoso entre escolares.

5.1 El maltrato en las escuelasUna visita a algunos establecimientos escolares, nos permitiría ver el alcance del espíritu de destrucción que guía a algunos alumnos: mesas, ventanas, paredes y armarios destrozados; grafitis obscenos, amenazantes o insultantes. La espectacularidad o "expresividad" de estas conductas explica, en parte, su capacidad para reclamar la atención de la opinión pública, al tiempo que se convierten en demostración de fuerza de los actores. En entornos ideologizados —como sucede sobre todo en algunos grupos de adolescentes hábilmente

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manipulados— cumplen también una función reivindicativa, amedrentadora y hasta conspiradora de algunos valores establecidos.

El concepto de vandalismo generalmente va asociado al de fenómeno urbano, de tal forma que se define como: "la agresión, generalmente en grupo, de carácter urbano con el fin de producir de forma voluntaria y gratuita daños materiales". Sabemos que muchas escuelas sufren actos vandálicos por personas ajenas a ella, pero aquí adaptaremos el término para la violencia que ejerce un alumno o un grupo sobre los bienes de la escuela.

Este tipo de violencia se proyecta sobre bancos, cestos de papeles, paredes, material didáctico, baños, vehículos del personal que se encuentran en las instalaciones, fachada de la escuela y, en definitiva, sobre todo aquello que esté al alcance y sin testigos.

Dentro de los actos vandálicos, creemos conveniente distinguir varios tipos, atendiendo a las motivaciones o impulsos que lo generan. Así, existen principalmente seis tipos de vandalismo: adquisitivo, táctico, ideológico, vengativo, lúdico y perverso.

Vandalismo adquisitivo: la agresión material se produce, sin ningún tipo de miramientos, con el objetivo de apoderarse de bienes que se le antojan al alumno. En ocasiones este tipo de acción va acompañada de robo con violencia o el destrozo de aulas, oficinas y mobiliario.

Vandalismo táctico: En este caso el alumno pretende llamar la atención sobre una situación concreta para provocar una reacción enfocada a esa situación. Es el caso de algunas pintadas o grafitis mencionando a directivos o docentes.

Vandalismo ideológico: es llevado a cabo para atraer la atención en torno a determinadas acciones que el autor considera nocivas. Aquí el vandalismo se traduce en forma de lemas sobre las paredes de edificio.

Vandalismo vengativo: en este tipo de vandalismo el bien agredido se convierte en un símbolo que representa las venganzas dirigidas de manera intencionada hacia una o un grupo de personas.

Vandalismo lúdico: esta forma de vandalismo se presenta a modo de competición o juego. Supone un modo de distracción.

Vandalismo perverso: surge de una actitud nihilista del individuo y no tanto fruto de una frustración. Atacan indiscriminadamente los bienes que encuentran a su paso.

Si bien en muchas oportunidades su origen se debe a conflictos del alumno originados fuera de la escuela, en otras puede ser producto de normas muy estrictas y poco consensuadas, actitudes de docentes sobre algunos alumnos, injusticias a la hora de evaluar los aprendizajes, etc.

Cualquiera sea la forma de vandalismo concretado sobre la institución, nos debe llamar a la reflexión acerca de los motivos que pueden estar generándolo. Ocuparnos de estos hechos de violencia, significa que las estrategias de enfrentamiento no sólo deben formar parte de un plan de "control y vigilancia", sino también de la autoevaluación que cada uno debe

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hacer sobre el cumplimiento de sus responsabilidades y acerca de cómo establece los vínculos, sea con sus discípulos o el resto de la comunidad educativa.

6 Intervención del docente ante la violencia en la escuelaSin duda las preocupaciones más frecuentes para los docentes, tienen por temáticas aquellas eminentemente pedagógicas como: cuáles son los métodos de enseñanza más eficientes para emplear en una signatura, nivel, modalidad o contexto determinado, qué recursos son más accesibles y eficaces para el desempeño de la tarea educativa, qué instrumentos, modalidades y/o tipos de evaluación están a la vanguardia en la pedagogía, qué principios, conceptos, teorías y aplicaciones -en las diversas ramas del conocimiento- son más indicadas para incorporarles como bagaje cultural en las clases; pero ¿cuántas veces hemos discutido sobre la violencia en la escuela como temática formal en espacios colegiados?

La indisciplina es un tema frecuente en los pasillos, una razón para la presencia de bajas calificaciones, pero pocas veces un tema de discusión colegiada, quizá porque creemos que es ajena a nuestra tarea profesional, o porque existe un temor velado que delate nuestra incidencia en ella, hasta convertirla incluso en tabú. Es frecuente que ante un grupo indisciplinado se responda con rigidez en los criterios de calificación, o ante los alumnos desobedientes, violentos o apáticos se actúe con indiferencia o violencia verbal, también lo es que se recurra a la transferencia (encargarle al padre, al director o al orientador) y que muchas situaciones se omitan o desconozcan por considerarles ajenas a nuestras responsabilidades. Sin embargo, al responder sinceramente a la pregunta: cuántas horas hemos gastado en resolver problemas referentes a violencia en la escuela, resulta que no son pocas; entonces, discernir sobre violencia en la escuela es hablar de un tema que nos atañe, porque la convivencia entre los sujetos involucrados en la educación, como tarea social, es una condición de la escuela.

Una multiplicidad de interpretaciones sobre lo que debe o no considerarse violencia nos llevan permitir u omitir ciertas conductas en el aula; en este artículo delimitamos que “Toda acción intencional que pueda provocar o provoque daño físico, psicológico o sexual”1 es violencia, y aquellas conductas que usan la fuerza y la agresión para alcanzar objetivos individuales, pueden ser incluidas en la misma conceptualización. De tal modo que, como el espectro de conductas es muy amplio, presentamos también la agrupación que hace Avilés Martínez2 sobre los tipos de problemáticas escolares:

a) Problemas de indisciplina: Sucesos de incumplimiento de las normas y reglas de convivencia en el centro escolar de una forma reiterada y continuada. Hechos como la negativa a cumplir órdenes, tirar cosas, etc.b) Conducta antisocial: Se trata de la indiferencia grave hacia las normas sociales con ostentación y sin ningún sentimiento de culpa. Incluye hechos como injurias ofensivas, mentiras, robos, rallado de coches, destrozos en el mobiliario, falsificación de firmas, consumo de estupefacientes, etc.c) Bullying: Maltrato e intimidación entre iguales. Conductas que se RESUMEN en acciones violentas de un líder apoyado por un grupo que arremete o intimida a un alumno.d) Conductas disruptivas: Comportamientos molestos que suceden con impulsividad, falta de motivación y marginación del trabajo escolar; como molestar e interrumpir frecuentemente en

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clase, deambular en el aula, molestar a otros, preguntar insistentemente, levantarse sin permiso, etc.e) Desinterés académico: Comportamientos de apatía, desinterés y desidia como estar en clase y no interesarse en nada de lo que puede aprenderse en ella; el alumno se ausenta mentalmente, no presta atención, incluso llega a dormirse en la butaca, no reacciona adecuadamente ante los requerimientos del profesor.

Desde la anterior clasificación, se hace claro que las relaciones humanas están influidas por una serie de situaciones que alteran el desarrollo de nuestras acciones en grupo, inciden en nuestro desempeño y complican el alcance de nuestras metas. Un buen principio sería entender que la relación humana históricamente ha estado acompañada de conflictos, la historia de la humanidad narrada en nuestros libros da cuenta de cruentas guerras y feroces batallas, pero también nos muestra que las épocas de desarrollo y prosperidad están acompañadas de colaboración entre los sujetos, armonía, entendimiento y participación colectiva en las acciones. Así un buen ejercicio sería reflexionar sobre las situaciones que están afectando la actividad en el contexto escolar, escuchando la voz de todos sus participantes: alumnos, profesores, padres de familia y autoridades escolares. Es obvio que la problemática puede presentarse en diferente grado, siendo alguno de ellos ineludible y natural, situación que sin desconocerle no debe afectar el desarrollo de nuestras actividades.

Y una vez que se han identificado, descrito y reconocido situaciones problemáticas de violencia escolar ¿qué? Aún quedan dos pendientes por estudiar: las causas y sus participantes. No todos los problemas afectan el desarrollo del trabajo del maestro ni le concierne directamente su tratamiento, pero si su conocimiento; de las categorías mencionadas arriba, las conductas de disrupción y la indisciplina son las que más afectan el trabajo áulico y la relación entre maestro-alumno-alumno; el desinterés académico y la indisciplina preocupación de los padres de familia, así como el bullying y las conductas antisociales, están asociadas a los otros, a lo estructural y son cubiertas con un velo muy pesado para hacer más difícil su reconocimiento.

7 Prevención de la violencia escolarEn la actualidad, se trata de promover una nueva cultura de relación y manejo del poder y la resolución de conflictos en y desde el sistema educativo, como espacio de vinculación primaria fundamental para el fortalecimiento y el desarrollo integral de las personas. Es fundamental el reconocimiento y la protección de los derechos de los actores del ámbito educativo con miras a la erradicación paulatina de la violencia en su pluralidad de formas, especialmente las que se manifiestan en adolescentes y jóvenes en los centros educativos. Las formas de abordar la violencia han tenido una evolución histórica que se puede sintetizar en tres niveles (Concha-Eastman 2004):

7.1 Represión y control. Intervención de la policía y el sistema judicial. Las teorías basan esta acción en el efecto intimidatorio que sobre los potenciales agresores tiene la exclusión carcelaria y la pérdida de derechos con que el Estado castiga a quienes transgreden la ley.

7.2 Prevención. Es la respuesta intersectorial a la multicausalidad de la violencia.

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La necesidad de abordar la violencia desde una perspectiva amplia ha sido reconocida recientemente. Hoy este concepto es ampliamente aceptado. Los diversos sectores relacionados con la atención, rehabilitación, cuidado y control de las víctimas y victimarios de actos violentos hacen esfuerzos en tal dirección.

7.3 Promoción del desarrollo humano y recuperación del capital social.En este tercer nivel se procura no sólo evitar el daño sino generar condiciones para no favorecer el surgimiento de tales manifestaciones. Se requiere intervenir contando con un compromiso amplio de los ciudadanos, líderes, jerarcas, comunicadores, educadores y la sociedad toda en la lucha por la recuperación de la ética y la paz social.

Los tres niveles se dan simultáneamente. A mayor relación entre ellos, mejores posibilidades de éxito.

En síntesis, es necesario: 1) caracterizar el problema en sus variables básicas de persona, lugar, tiempo, circunstancias y situaciones conexas; 2) identificar causas, asociaciones o factores de riesgo; 3) proponer intervenciones y evaluarlas; 4) extender las intervenciones a otros sectores y difundirlas (Concha Eastman 2004: 51).

7.4 Clima de conflicto y violencia en la escuelaVarios autores han hecho hincapié en la importancia de las normas institucionales en relación con los niveles de violencia en establecimientos escolares. Así, hay investigaciones como la de WELSH y COLS. (1999) que muestran que factores como la inconsistencia, falta de claridad o arbitrariedad en las reglas o en su aplicación; las operaciones ambiguas o indirectas ante la inconducta (e.g. utilizar las calificaciones como sanción ante la inconducta); el desacuerdo entre los agentes del sistema escolar en cuanto a la existencia, el contenido o la aplicación de las normas; la falta de respuestas a la inconducta persistente o la irrelevancia de las normas desde el punto de vista de los alumnos contribuyen a aumentar los niveles percibidos de “desorden” escolar. Al interrogar a docentes y directivos acerca de las normas, su proceso de construcción y su papel en la dinámica del conflicto escolar, el cuadro revela que en buena medida las normas – contraviniendo en muchos casos las indicaciones de la normativa– son elaboradas con escasa o nula participación de los alumnos (o incluso abiertamente sin ella, en el caso de las escuelas de gestión privada). En las escuelas de gestión pública se encuentra como mucho una adhesión formal a la necesidad de un proceso “participativo” en la elaboración de las normas, sin que esta adhesión en muchos casos se traduzca en un proceso de esa naturaleza.

La “revisión periódica” de las normas enfatizada en políticas y normativas aparece como inexistente, y la queja permanente de muchos docentes es que las normas –que deberían ser consensuadas, tanto en su origen como en su ejercicio– se aplican mecánicamente, “como si fuera un reglamento”. Más allá del origen, el funcionamiento y la legitimidad percibida de las normas, existe cierto consenso entre nuestros informantes –compartido con otras investigaciones preexistentes (NOEL 2009)– acerca de que la existencia de un equipo docente relativamente estable ofrece mayores y mejores posibilidades a la hora de abordar potenciales conflictos, a la vez que –correlativamente– las mudanzas sufridas en la composición del plantel docente o directivo pueden y suelen afectar estas dinámicas.

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Asimismo, si bien algunos docentes de escuelas privadas manifiestan cierto resquemor respecto de la ausencia de una búsqueda de consenso en el proceso de construcción de las normas, manifiestan que esta “falta de origen” estaría compensada por la explicitud y el conocimiento generalizado de las mismas, que operaría como factor mitigante de los conflictos y hechos de violencia.

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Capitulo II

En la actualidad, es fundamental reconocer uno de los factores que conllevan al origen del

problema; la falta de comunicación en los centros educativos, entre compañeros y la familia

han tenido relación con el desencadenamiento de la violencia escolar hace falta reconocer

los patrones de violencia más comunes para identificar a los alumnos que puedan tener

problemas de violencia como: La conducta antisocial, el maltrato entre compañeros o

autoridades del centro educativo, la intimidación, conductas impulsivas dentro del salón de

clase, desinterés académico, problemas familiares, abuso de la autoridad. La violencia

escolar se ha incrementado en los centros educativos no dejando que el estudiante de

desarrolle por lo que los centros educativos ha tenido que recurrir al uso de cámaras para

poder monitoria a los dicentes o brindándoles apoyo psicológico.