anemia

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227 CAPÍTULO 14. ANEMIA. Palidez, debilidad y tendencia a cansarse con facilidad. Nivel bajo de hematíes, volumen de sangre, o tamaño o forma anormal de los glóbulos rojos. Consideraciones generales. La anemia se refiere a una condición en la que la sangre está baja de glóbulos rojos o de la hemoglobina (contenido de hierro) de los glóbulos rojos. La función principal de los glóbulos rojos (GR) es transportar el oxígeno desde los pulmones hasta los tejidos del cuerpo en un intercambio por dióxido de carbono. Los síntomas de la anemia, como la fatiga extrema, revelan una falta de transporte de oxígeno a los tejidos y una acumulación de dióxido de carbono. Hay tres clasificaciones principales de las anemias: Anemias debidas a una pérdida excesiva de sangre. Anemias debidas a una destrucción excesiva de GR. Anemias debidas a una producción insuficiente de GR. Anemias debidas a una pérdida excesiva de sangre. La anemia puede producirse por una pérdida aguda (rápida) o crónica (lenta, pero constante) de sangre. La pérdida aguda de sangre puede ser fatal si se pierde más de un tercio del volumen sanguíneo total (litro y medio, aproximadamente). Puesto que la pérdida aguda de sangre resulta bastante evidente, no es difícil diagnosticarla. A menudo se requiere una transfusión de sangre. La pérdida crónica de sangre (una úlcera péptica sangrante,

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tratamiento naturopático de la anemia

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CAPÍTULO 14. ANEMIA.

• Palidez, debilidad y tendencia a cansarse con facilidad.

• Nivel bajo de hematíes, volumen de sangre, o tamaño o forma anormal

de los glóbulos rojos.

Consideraciones generales.

La anemia se refiere a una condición en la que la sangre está baja de

glóbulos rojos o de la hemoglobina (contenido de hierro) de los glóbulos rojos.

La función principal de los glóbulos rojos (GR) es transportar el oxígeno desde

los pulmones hasta los tejidos del cuerpo en un intercambio por dióxido de

carbono. Los síntomas de la anemia, como la fatiga extrema, revelan una falta

de transporte de oxígeno a los tejidos y una acumulación de dióxido de carbono.

Hay tres clasificaciones principales de las anemias:

• Anemias debidas a una pérdida excesiva de sangre.

• Anemias debidas a una destrucción excesiva de GR.

• Anemias debidas a una producción insuficiente de GR.

Anemias debidas a una pérdida excesiva de sangre.

La anemia puede producirse por una pérdida aguda (rápida) o crónica

(lenta, pero constante) de sangre. La pérdida aguda de sangre puede ser fatal si

se pierde más de un tercio del volumen sanguíneo total (litro y medio,

aproximadamente). Puesto que la pérdida aguda de sangre resulta bastante

evidente, no es difícil diagnosticarla. A menudo se requiere una transfusión de

sangre. La pérdida crónica de sangre (una úlcera péptica sangrante,

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hemorroides, o la menstruación) también puede producir anemia, lo que pone

de relieve la importancia de un diagnóstico completo en individuos con anemia.

Anemias debidas a una destrucción excesiva de glóbulos rojos.

Los GR viejos o anormales son eliminados de la circulación

principalmente por el bazo. Si la destrucción de estos GR supera la capacidad de

fabricar GR nuevos, puede producirse la anemia. La causa más común de la

destrucción de GR es la presencia de formas anormales. Hay diversas causas (la

síntesis defectuosa de la hemoglobina, por ejemplo) que pueden llevar a la

presencia de formas anormales de GR, como puede verse en condiciones

hereditarias tales como la anemia de la drepanocitosis, las lesiones mecánicas

debidas a traumas o turbulencia dentro de las arterias, los defectos hereditarios

de las enzimas de los GR y la deficiencia de minerales o vitaminas.

Anemias debidas a una producción insuficiente de glóbulos rojos.

Esta es la categoría de anemia más común. Las causas más habituales de

la producción insuficiente de GR son las deficiencias nutricionales. Aunque hay

una serie de vitaminas y minerales cuyo déficit puede producir anemia, aquí sólo

se van a tratar las más corrientes: hierro, vitamina B12 y ácido fólico. La anemia

por deficiencia de hierro se distingue como anemia microcítica, porque los GR

que se forman son muy pequeños, mientras que las anemias con deficiencias de

ácido fólico y vitamina B12 se clasifican como anemias macrocíticas, porque los

GR se hacen muy grandes.

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Las anemias.

Anemia por deficiencia de hierro.

La falta de hierro es la causa de anemia más común; sin embargo, la

anemia es la última fase de la falta de hierro. En estudios realizados en varios

países desarrollados se han encontrado evidencias de carencia de hierro en el

30-50% de la población. Los grupos de mayor riesgo son los niños menores de

dos años, los adolescentes, las mujeres embarazadas y las personas mayores.

La deficiencia de hierro puede ser debida a un incremento de las necesidades de

hierro, a una disminución de la ingesta de hierro, a la menor absorción o

utilización del hierro, a la pérdida de sangre o a una combinación de factores.

Durante los períodos de crecimiento (infancia y adolescencia) y durante el

embarazo y la lactancia se incrementan las necesidades de hierro. Actualmente,

una gran mayoría de las mujeres embarazadas recibe de forma rutinaria un

suplemento de hierro durante su embarazo.

El consumo inadecuado de hierro es común en muchas partes del mundo,

especialmente en zonas en las que se consume principalmente una dieta

vegetariana. Las dietas típicas de la infancia en los países desarrollados (alta en

productos lácteos y cereales) también son bajas en hierro. El adolescente que

consume comida “basura” tiene un alto riesgo de ser deficitario en hierro. Sin

embargo, la población con mayor riesgo de consumir una dieta baja en hierro es

la de edad avanzada con ingresos bajos. Esto se complica por el hecho de que

entre la gente mayor es muy corriente la baja absorción del hierro.

La disminución de la absorción del hierro se debe a menudo a una falta

de secreción de ácido clorhídrico en el estómago, condición muy común en la

gente de edad. Otras causas de la disminución de la absorción son la diarrea

crónica o la malabsorción, la extirpación quirúrgica del estómago y el uso de

antiácidos. La pérdida de sangre es la causa más habitual de deficiencia de

hierro en las mujeres en edad fértil. Con frecuencia se debe a una pérdida

excesiva de sangre en la menstruación. Otras causas corrientes de pérdida de

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sangre son las úlceras pépticas sangrantes, las hemorroides y la donación de

sangre.

La mejor forma de realizar el diagnóstico de deficiencia de hierro consiste

en medir la ferritina de la sangre, proteína que almacena el hierro; es, con

diferencia, la prueba más precisa. Otras mediciones de la cantidad de hierro (la

del hierro sérico, la capacidad total de asociación del hierro y la hemoglobina de

la sangre) son menos precisas, pero a menudo se llevan a cabo de modo

rutinario. Las deficiencias de hierro a largo plazo se caracterizan por niveles

bajos de GR, un hematocrito bajo (volumen de los GR), GR pequeños y niveles

bajos de ferritina sérica.

Anemia por deficiencia de vitamina B12.

La deficiencia de vitamina B12 se debe, la mayoría de las veces, a un

defecto de absorción y no a una dieta deficitaria. Para que la vitamina B12 sea

absorbida, debe ser liberada de los alimentos por el ácido clorhídrico y asociada

a una sustancia conocida como factor intrínseco dentro del intestino delgado. El

factor intrínseco es segregado por las células parietales del estómago, que

también son las responsables de la secreción del ácido clorhídrico; de aquí que

la secreción del factor intrínseco sea análoga a la de dicho ácido. El complejo

factor intrínseco—vitamina B12 es absorbido en el intestino delgado con la

ayuda de la enzima pancreática tripsina.

Para que la vitamina B12 sea absorbida, una persona debe segregar

suficientes ácido clorhídrico y factor intrínseco, enzimas pancreáticas adecuadas

(incluida la tripsina) y tener un íleon (porción terminal del intestino delgado

donde es absorbido el complejo factor intrínseco—vitamina B12) sano e intacto.

La falta del factor intrínseco produce una situación conocida como anemia

perniciosa. Este defecto es raro antes de los 35 años y es más común en

individuos de procedencia escandinava, inglesa o irlandesa; es mucho menos

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común en el sur de Europa y entre los orientales y los negros. La anemia

perniciosa también se asocia a menudo con la deficiencia de hierro.

La falta de vitamina B12 en la dieta se asocia frecuentemente con un

régimen vegetariano estricto. Puesto que las reservas corporales de vitamina

B12 pueden durar de tres a seis años, normalmente la deficiencia de vitamina

B12 no se hace evidente en un vegetariano hasta después de muchos años. Los

alimentos fermentados, tales como la salsa de soja, miso* y tempeh**, contienen

algo de vitamina B12.

El mejor modo de realizar el diagnóstico de la deficiencia de vitamina B12

consiste en medir el nivel sanguíneo de vitamina B12. Sin embargo, muchos

médicos se basan en la presencia de glóbulos rojos grandes y en síntomas

característicos. Los síntomas de una deficiencia grave de vitamina B12 pueden

incluir: palidez, cansarse con facilidad, respiración entrecortada, úlceras, lengua

hinchada y roja, diarrea y alteraciones del corazón y del sistema nervioso. Las

alteraciones del sistema nervioso por deficiencia de vitamina B12 pueden ser

muy serias; los síntomas más comunes son: encuentran adormecimiento y

cosquilleo de los brazos o piernas, depresión, confusión mental, pérdida del

sentido de la vibración y pérdida de los reflejos tendinosos profundos. En las

personas de edad la deficiencia de vitamina B12 puede remedar la enfermedad

de Alzheimer.

Anemia por deficiencia de ácido fólico.

La deficiencia de ácido fólico es la deficiencia vitamínica más común del

mundo. A diferencia de la vitamina B12, el cuerpo no almacena una cantidad

grande de ácido fólico; las reservas de éste sólo son suficientes para mantener el

cuerpo durante uno o dos meses.

* Pasta hecha con semillas de soja y malta de arroz o cebada que utilizan los japoneses para la preparación de diferentes platos. (N. de los T.)

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La deficiencia de ácido fólico es muy común en los alcohólicos, ya que el

alcohol altera la absorción del ácido fólico, desestabiliza el metabolismo del

ácido y hace que el cuerpo lo excrete. Esta deficiencia también es común entre

las mujeres embarazadas, debido a la creciente demanda de ácido fólico, que es

vital para la reproducción de las células dentro del feto: si éste no tiene una

aportación constante de ácido fólico, se pueden producir defectos en la

embriogénesis, como los que afectan al tubo neural. Las mujeres embarazadas

pueden acusar falta de ácido fólico debido a la gran demanda que requiere el

desarrollo del feto. Si se consume alcohol durante el embarazo, el descenso de

los niveles de ácido fólico que provoca puede conducir al síndrome de

alcoholismo fetal. Además del alcohol, hay un cierto número de drogas (como

las anticancerígenas, las antiepilépticas y los anticonceptivos orales) que pueden

inducir a una deficiencia de ácido fólico.

La deficiencia de ácido fólico es bastante común en pacientes con diarrea

crónica o en situaciones de malabsorción, como sucede en la enfermedad

celíaca, en la enfermedad de Crohn y el esprue (disentería catarral) tropical.

Puesto que una deficiencia de ácido fólico produce diarrea y malabsorción, a

menudo se produce un círculo vicioso. La administración de ácido fólico como

medida preventiva está justificada en cualquiera que tenga diarrea crónica y a

menudo también tiene un efecto terapéutico. Esta deficiencia produce la misma

clase de anemia (anemia macrocítica) que la deficiencia de vitamina B12. La

forma más eficaz de establecer la deficiencia de ácido fólico consiste en

determinar el contenido del suero y de los GR. Además de la anemia, entre otros

síntomas de la deficiencia de ácido fólico aparecen la diarrea, la depresión y una

lengua hinchada y roja.

** Plato típico indonesio elaborado con semillas de soja fermentadas y rizopos,

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Terapia.

El tratamiento de la anemia depende de una evaluación clínica adecuada

realizada por un métlico. Es imprescindible hacer un análisis completo de

sangre en un laboratorio. No se conforme con el diagnóstico de “anemia”: si

queremos aplicar una terapia adecuada es decisivo descubrir la causa

subyacente de la anemia. La terapia que recomendamos aquí se divide en cinco

categorías: apoyo nutricional general, anemia por deficiencia de hierro anemia

por deficiencia de vitamina B12, anemia por deficiencia de ácido fólico, y

fitoterapia indicada para la anemia.

Apoyo nutricional general.

Quizá el mejor alimento para una persona con cualquier tipo de anemia

sea el hígado de ternera. No solamente es rico en hierro, sino en todas las

vitaminas B. Debe tenerse cuidado de no consumir más de 100 gramos de

hígado de modo rutinario, debido a su alto contenido de vitamina A. Mejor que el

hígado normal son los extractos hepáticos hidrolizados (líquidos) como fuente de

nutrientes biológicos; estos extractos tienen el beneficio del hígado, pero están

libres de grasa, colesterol y vitaminas solubles en grasa.

El uso de hígado o de los extractos hepáticos ha perdido el favor de la

medicina tradicional. En su lugar se utiliza ácido fólico, hierro o vitamina B12

aislados. La utilización de la terapia del hígado en el tratamiento de la anemia se

veía como un método de “escopetazo", debido a que el hígado, además de

minerales y vitaminas, contiene un número muy amplio de factores que pueden

estimular la producción normal de GR. En nuestra opinión, sin embargo, el

hígado o los extractos hepáticos hidrolizados todavía representan un tratamiento

natural eficaz de todos los tipos de anemia.

todo ello muy frito en manteca. (N. de los T.)

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Las verduras de hoja verde también aportan un gran beneficio a las

personas con cualquier tipo de anemia. Estos vegetales contienen clorofila

natural soluble en grasa, además de otros nutrientes importantes, como hierro y

ácido fólico. La molécula de la clorofila es muy similar a la de la hemoglobina.

En una persona anémica pueden utilizarse productos de clorofila soluble en

grasa (pero no en agua). La clorofila soluble en agua no es absorbida en el tracto

gastrointestinal y, por tanto, no es útil en el tratamiento de la anemia.

Dado que existe un gran porcentaje de personas con anemia que no

segregan suficiente ácido clorhídrico, a menudo resulta adecuado incluir un

suplemento de ácido clorhídrico con los alimentos.

Anemia por deficiencia de hierro.

Una vez más, el tratamiento de cualquier tipo de anemia deberá

concentrarse en las cansas subyacentes. En cuanto a la anemia por deficiencia

de hierro, habitualmente supone encontrar una causa de la pérdida crónica de

sangre o el motivo por el que una persona no absorbe cantidades suficientes de

hierro en la dieta. La falta de ácido clorhídrico es una causa típica de la

absorción anómala de hierro, especialmente en la gente de edad.

El hierro se absorbe mejor con el estómago vacío; sin embargo, en esa

circunstancia también produce una gran irritación gástrica. El sulfato ferroso es

el suplemento de hierro que se utiliza más comúnmente, pero con frecuencia

ocasiona alteraciones gastrointestinales (náuseas, pirosis, hinchazón y diarrea o

estreñimiento, entre otras). Otras sales ferrosas también producen este tipo de

anomalías. El succinato ferroso es absorbido un 30% mejor que el sulfato

ferroso, mientras que otras sales de hierro, (lactato ferroso, fumarato, aspartato,

etc.) son igualmente bien absorbidas como el sulfato ferroso.

Recientemente se ha demostrado que varias preparaciones estimulan la

absorción y utilización del hierro sin provocar problemas gastrointestinales. El

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mejor suplemento de hierro es la ferritina, una proteína del cuerpo que se asocia

con el hierro y lo almacena en los tejidos. En estudios realizados en seres

humanos se ha comprobado que la ferritina produce un mayor efecto de mejora

del número de GR y los niveles de hemoglobina y hematocrito sin provocar

alteraciones gástricas. El hígado de ternera hidrolizado (líquido) y los extractos

de bazo son buenas fuentes de ferritina.

Entre los alimentos ricos en hierro, además del hígado de ternera y las

verduras de hoja verde, están las legumbres, la melaza, la carne magra, la

casquería, los albaricoques secos (y otros frutos secos), las almendras y el

marisco. Se ha comprobado que un suplemento de vitamina C estimula en gran

medida la absorción del hierro de la dieta alimenticia; en realidad, la vitamina C

está considerada como el estimulador más potente de la absorción del hierro. A

menudo, la vitamina C, por si sola, incrementa las reservas de hierro del cuerpo;

500 miligramos con cada comida es una dosis adecuada para este efecto.

Ciertas comidas y bebidas contienen sustancias que inhiben la absorción

del hierro, como el té, el café, el salvado de trigo y la clara de huevo. Los

antiácidos y el abuso de los suplementos de calcio también disminuyen la

absorción del hierro. Estos productos deberán restringirse en la dieta de las

personas con deficiencia de hierro.

Anemia por deficiencia de vitamina B12. En 1926, Minot y Murphy

informaron sobre la eficacia de la terapia del hígado en el tratamiento de la

anemia perniciosa. Poco después aparecieron concentrados hepáticos activos

para su administración intramuscular y oral. Como mencionamos antes, el uso

del hígado y de los extractos hepáticos ha perdido el favor de la medicina

tradicional; con respecto a la anemia perniciosa, el tratamiento médico habitual

implica inyectar vitamina B12 en dosis de 1 microgramo diario, durante una

semana. Las dosis orales de esta vitamina en personas con anemia perniciosa

deben ser bastante grandes, ya que estas personas carecen de factor intrínseco;

una dosis oral apropiada sería 1 mg, preferiblemente en forma líquida o de

tableta sublingual.

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La carne, los huevos, la leche y los productos lácteos son particularmente

ricos en vitamina B12. Los alimentos vegetales fermentados (como tempeh, miso

y soja) contienen pequeñas cantidades de vitamina B12.

Anemia por deficiencia de ácido fólico. Es necesario diferenciar la anemia

por deficiencia de ácido fólico de la anemia por deficiencia de vitamina B12. La

administración de ácido fólico en una deficiencia de vitamina B12 podría

corregir la anemia, pero no la deficiencia, y el resultado sería la continuación de

la deficiencia y una progresión del deterioro del sistema nervioso. Por esta

razón, la vitamina B12 debe administrarse siempre junto con el ácido fólico.

Para reponer las reservas de dicho ácido, deberá tomarse 1 mg de ácido fólico

diario durante un mes. El contenido de ácido fólico de la dieta deberá ser, al

menos, de 400 µg diarios. Alimentos ricos en ácido fólico son, entre otros, el

hígado, los espárragos, las legumbres, la levadura de cerveza, las verduras de

hojas verdes oscuras y los cereales. Dado que el ácido fólico se destruye con la

luz y el calor, las frutas y las verduras deberán consumirse frescas o muy poco

cocidas. Entre los alimentos pobres en ácido fólico están la mayoría de las

carnes, la leche, los huevos y las plantas de raíz.

Fitoterapia.

Muchas plantas medicinales cuentan con una larga historia de uso

popular en el tratamiento de la anemia; sin embargo, como este estado es

consecuencia, por lo general, de una deficiencia nutricional, las plantas

medicinales deberán utilizarse en combinación con una terapia alimenticia.

Genciana (Gentiana lutea). La raíz de la genciana es el “patrón de

amargor” contra el cual se miden todos los demás; en soluciones de 1:12.000

todavía tiene un sabor amargo. Se ha comprobado que la genciana estimula la

digestión incrementando la secreción de los jugos digestivos y las enzimas. Esto

podría llevar a una mejor absorción de los nutrientes necesarios para combatir la

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anemia. La administración de preparaciones de genciana tiene su máxima

efectividad si se toman aproximadamente media hora antes de las comidas.

Diente de león (Taraxacum officinale). El diente de león tiene más

vitaminas, hierro y otros minerales, proteínas y otros nutrientes que cualquier

otra hierba. Tiene un largo historial de utilización en el tratamiento de la anemia,

posiblemente debido a su alto contenido en nutrientes.

Tratamiento.

El tratamiento efectivo de la anemia depende de la clasificación correcta

de sus causas las siguientes recomendaciones se dan teniendo esto en cuenta.

Los análisis de sangre deberán hacerse mensualmente para determinar cuándo

vuelve la sangre a sus valores norma les.

Dieta.

Se recomienda la ingestión de 100 gramos de hígado de ternera diarios,

junto con un consumo abundante de verduras de hoja verde.

Suplementos.

• Hierro (elemental): 30 mg tres veces al día.

• Vitamina C: 1 gramo tres veces al día, con las comidas.

• Ácido fólico: 400 microgramos tres veces al día.

• Vitamina B12: 1 mg diario.

• Extractos de hígado: siguiendo las instrucciones del producto.

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Plantas medicinales.

• Gentiana lutea (genciana)

Raíz seca: de 1 a 2 gramos antes de las comidas.

Extracto fluido (1:1): de 2 a 4 ml tres veces al día.

• Taraxacum officinale (diente de león)

Raíz seca: 4 gramos tres veces al día.

Extracto fluido (1:1): de 4 a 8 mI tres veces al día.

Extracto sólido (4:1): de 250 a 500 mg tres veces al día.