EL IMPACTO DE LA GLOBALIZACION EN AMERICA...

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1 EL IMPACTO DE LA GLOBALIZACION EN AMERICA LATINA María Maesso. Universidad de Extremadura El objetivo que nos planteamos en este trabajo fue realizar un análisis del impacto de la globalización económica en los países latinoamericanos. Sin embargo, pronto se puso de manifiesto que se trataba de un propósito excesivamente ambicioso, por lo que solamente hemos podido realizar una mera aproximación. Esto nos ha obligado a seleccionar, por una parte, las variables que han experimentado un mayor impacto y hacer una breve referencia de cada una de ellas, y ello aunque cada variable tiene suficiente relevancia por sí sola como para ser objeto de un trabajo independiente. Por otra parte, tan solo podremos ofrecer una visión de conjunto de toda la región a pesar de las marcadas diferencias que existen entre unos países y otros. Nuestros próximos trabajos nos permitirán ir profundizando tanto en las diferentes variables aquí tratadas como en el comportamiento de los distintos países latinoamericanos. 1. UNA APROXIMACIÓN AL CONCEPTO DE GLOBALIZACION Caben pocas dudas acerca de la relevancia del proceso de globalización, término muy extendido no solo en círculos académicos sino también como término habitual en el vocabulario de la opinión pública. A pesar de ello, no resulta fácil de definir dada la complejidad del mismo: hace referencia a un proceso multidimensional que integra elementos económicos, políticos, sociales, culturales e ideológicos que además están fuertemente interrelacionados entre sí. En este trabajo nos centraremos en la dimensión económica de la globalización, que por otra parte es una de las más relevantes y con mayor capacidad explicativa del fenómeno. A pesar de la dificultad de su aproximación y de la no existencia de una única definición para el concepto de globalización económica, la mayoría de las definiciones existentes hacen referencia a una serie de elementos comunes que resumimos a continuación: a) La creciente interdependencia entre Estados y sociedades a nivel mundial supone que las decisiones y actividades de una parte del globo tengan significativas consecuencias para sociedades en partes muy distantes del mundo (Mc Grew y Lewis, 1992, p.22) b) La globalización comercial hace referencia a la creciente integración de los mercados mundiales y a la expansión de los intercambios comerciales. Entre las razones que explican esta expansión se encuentran básicamente la liberalización del comercio y a la disminución de los costes de transporte. c) La globalización financiera refleja las estrechas interconexiones de los mercados financieros nacionales y la expansión experimentada por los mercados financieros internacionales. Al igual que en el caso anterior, la liberalización de los movimientos de capital ha jugado un papel fundamental en la globalización del capital.

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EL IMPACTO DE LA GLOBALIZACION EN AMERICA LATINA María Maesso. Universidad de Extremadura El objetivo que nos planteamos en este trabajo fue realizar un análisis del impacto de la globalización económica en los países latinoamericanos. Sin embargo, pronto se puso de manifiesto que se trataba de un propósito excesivamente ambicioso, por lo que solamente hemos podido realizar una mera aproximación. Esto nos ha obligado a seleccionar, por una parte, las variables que han experimentado un mayor impacto y hacer una breve referencia de cada una de ellas, y ello aunque cada variable tiene suficiente relevancia por sí sola como para ser objeto de un trabajo independiente. Por otra parte, tan solo podremos ofrecer una visión de conjunto de toda la región a pesar de las marcadas diferencias que existen entre unos países y otros. Nuestros próximos trabajos nos permitirán ir profundizando tanto en las diferentes variables aquí tratadas como en el comportamiento de los distintos países latinoamericanos. 1. UNA APROXIMACIÓN AL CONCEPTO DE GLOBALIZACION

Caben pocas dudas acerca de la relevancia del proceso de globalización, término muy extendido no solo en círculos académicos sino también como término habitual en el vocabulario de la opinión pública. A pesar de ello, no resulta fácil de definir dada la complejidad del mismo: hace referencia a un proceso multidimensional que integra elementos económicos, políticos, sociales, culturales e ideológicos que además están fuertemente interrelacionados entre sí.

En este trabajo nos centraremos en la dimensión económica de la globalización, que por otra parte es una de las más relevantes y con mayor capacidad explicativa del fenómeno. A pesar de la dificultad de su aproximación y de la no existencia de una única definición para el concepto de globalización económica, la mayoría de las definiciones existentes hacen referencia a una serie de elementos comunes que resumimos a continuación: a) La creciente interdependencia entre Estados y sociedades a nivel mundial supone que las decisiones y actividades de una parte del globo tengan significativas consecuencias para sociedades en partes muy distantes del mundo (Mc Grew y Lewis, 1992, p.22) b) La globalización comercial hace referencia a la creciente integración de los mercados mundiales y a la expansión de los intercambios comerciales. Entre las razones que explican esta expansión se encuentran básicamente la liberalización del comercio y a la disminución de los costes de transporte. c) La globalización financiera refleja las estrechas interconexiones de los mercados financieros nacionales y la expansión experimentada por los mercados financieros internacionales. Al igual que en el caso anterior, la liberalización de los movimientos de capital ha jugado un papel fundamental en la globalización del capital.

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d) La globalización tecnológica alude a las innovaciones tecnológicas, especialmente las referidas a las denominadas TICS, o tecnologías de la información y comunicación: teléfonos móviles, fax, o internet. La contribución de las TICs al proceso de globalización es enormemente relevante, entre otras razones porque ha supuesto profundos cambios y mejoras en los sistemas de producción y ha impulsado de forma significativa los intercambios de bienes y servicios y los flujos de capital. e) La globalización de la mano de obra, aunque es necesario reconocer que en este ámbito los avances son muy reducidos, especialmente si los comparamos con los que han tenido lugar en otros campos. Así, y a pesar del aumento experimentado por los indicadores de globalización en este ámbito como el porcentaje de la población mundial que vive en un país diferente de aquel en el que nació o los movimientos de trabajadores, los mercados laborales se encuentren aún muy segmentados. f) La liberalización interna y la consideración del mercado como mecanismo para la asignación de recursos de manera eficiente. Como señala Wolf, la metáfora de ka mano invisible del mercado aún sigue siendo ilustrativa en este sentido. El interés privado coordinado con el mercado conduce a los agentes a crear, producir y vender una amplia gama de bienes y servicios (Martin Wolf, 2004, pgna. 451). 2. LAS REPERCUSIONES POSITIVAS DE LA GLOBALIZACIÓN ECONÓMICA

Uno de los debates más habituales en relación al fenómeno de la globalización es el que gira en torno al impacto generado por el mismo. De ahí que exista una amplia literatura al respecto y resulte de todo punto imposible recoger en este trabajo todos aquellos ámbitos que pueden verse afectados por el proceso de globalización, ya sea en sentido positivo o negativo. Por otra parte, consideramos que pretender establecer los efectos de la globalización de manera que permitan conclusiones inequívocas a favor o en contra no es el mejor camino (Martínez Gónzalez - Tablas, 2003)2. Por ello, sin la pretensión de ser exhaustivos ni de llegar a conclusiones definitivas, hemos seleccionado las cuestiones que, a nuestro entender, resultan más significativas con los posibles problemas que ello pudiera conllevar en cuanto a la no consideración de algunos aspectos.

En términos generales resulta indudable que el proceso globalizador genera una

serie de beneficios, que van desde una asignación más eficiente de los recursos productivos a una mejora de las tasas de crecimiento, pero también supone un nuevo marco de referencia y por tanto entraña reajustes y plantea desafíos que en muchos casos tienen una connotación negativa. Además, el potencial de la mundialización3 para

1 Wolf, Martin (2004) “Why globalization works?” Yale University Press 2 Martínez González – Tablas (2003) “Reflexión metodológica en torno a la globalización” Revista de Economía Mundial, nº 9 3 Utilizamos aquí los términos globalización y mundialización como sinónimos si bien algunos han señalado diferencias sustanciales entre ellos. Enrique Iglesias, presidente del BID, comenta en este sentido que globalización hace referencia a globo, que tiene un sentido geométrico, físico mientras que mundialización hace referencia a mundo, que tiene una connotación más humana.

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mejorar las condiciones de vida no se está produciendo en la intensidad y amplitud suficiente, como pone de manifiesto la llamativa y persistente pobreza endémica.

Centrándonos en primer lugar en las repercusiones positivas de la globalización económica, éstas se estudian normalmente asociadas a los diferentes elementos o ámbitos anteriormente señalados, esto es, a la globalización comercial, financiera, de mano de obra y tecnológica. La eliminación de barreras a los movimientos de bienes y servicios asociada a la globalización comercial, permite acceder a nuevos mercados, con lo que se amplían las posibilidades de producción y se facilita el acceso a economías de escala. La justificación teórica para la apertura comercial, recogida en las teorías tradicionales de comercio internacional, es que permite a los países especializarse en aquello en lo que presentan ventajas comparativas. Así, un mismo nivel de producción puede ser alcanzado por todos los países que participan en el comercio a un costo más bajo, es decir, conduce a un nivel superior de eficiencia económica.

La globalización comercial tiene también otros beneficios: facilita la transferencia de tecnología que aumenta la productividad4 e introduce asimismo una mayor competencia que hace, por una parte, que las empresas no eficientes desaparezcan dinamizando así la actividad económica y que supone, por otra, una de las mayores ventajas de la globalización: el acceso de los consumidores a una mayor gama de productos con mayor calidad y mejores precios.

Los defensores de la globalización consideran, por tanto, que la liberalización

del comercio es la mejor estrategia para que se produzca una asignación eficiente de los recursos a nivel internacional y consideran asimismo el comercio como motor de crecimiento, con efectos beneficiosos sobre la producción, la demanda y la competencia, de forma que el libre comercio permitirá a todos los países alcanzar mayores grados de desarrollo económico5. De este modo, la reducción de las barreras del comercio internacional puede abrir las puertas a un crecimiento económico basado en la exportación. En este sentido, existen algunas evidencias empíricas que respaldan los planteamientos teóricos comentados como es el caso de los nuevos países industrializados asiáticos y algunos países latinoamericanos que han conseguido elevadas tasas de crecimiento económico con estrategias basadas en la apertura y en el estímulo de sus exportaciones. El proceso de globalización, por cuanto supone la liberalización de los movimientos de capital, permite también aumentar la eficiencia en la asignación del 4 Se estima que un aumento de la importación de manufacturas en los PED equivalente a 5 puntos porcentuales de su PIB eleva el producto en cerca del 9% a largo plazo y el consumo en un 6%. Estos resultados parecen indicar que parte del éxito obtenido por las economías recientemente industrializadas en los últimos veinte años puede atribuirse a la mejora de la productividad derivada de externalidades de la I+D en el extranjero que se transmitieron a través del comercio (FMI, 1997, p. 53). 5 Existe al respecto un amplio cuerpo de teorías que demuestran las ganancias que genera el comercio internacional y también un importante número de estudios que parecen demostrar una correlación positiva entre comercio y crecimiento. Pueden destacarse, entre otras, las aportaciones de Michaely (1977), Balassa (1978), Heller y Porter (1978), Tyler (1981), Feder (1983), Ram (1985) y más recientemente Sachs y Warner (1995), Winters (2000).

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ahorro dado que, en un contexto globalizado, un país puede movilizar un mayor volumen de ahorro al tener los inversores acceso a una gran diversidad de instrumentos financieros en diferentes mercados6. En este contexto, también se consigue una mayor eficiencia de las inversiones en tanto que los recursos financieros se dirigirán a aquellos países que proporcionan oportunidades de inversión más productivas abandonando aquellas zonas donde los rendimientos esperados sean menores.

Tradicionalmente la inversión directa extranjera, una de las formas mas representativas de los flujos de capital, viene asociada a efectos tales como la capacidad de generar empleo, el aumento de la productividad, la transferencia de conocimientos especializados y tecnología, la mejora de la competitividad de las empresas, la intensificación de las exportaciones y su contribución al desarrollo económico a largo plazo.

Asimismo, la globalización de los mercados financieros permite reducir el riesgo a través de dos vías; de un lado, mediante la rápida modificación de la composición de carteras tan pronto se observa se cree que una parte de ellas puede presentar un riesgo excesivo. Y de otro lado, mediante las operaciones de cobertura en los mercados de derivados. La movilidad de la mano de obra conducirá, como en el caso de la globalización comercial y financiera, a una asignación más eficiente de los recursos laborales a nivel mundial. Sin embargo, este efecto no puede observarse en la práctica porque, como ya hemos tenido ocasión de comentar, el grado de integración de los mercados laborales es aún muy reducido.

Si se eliminan las barreras a los movimientos de trabajadores aumentarán los flujos migratorios y los trabajadores de países en desarrollo podrán encontrar nuevas oportunidades de trabajo en otros países. En este sentido pueden señalarse otras ventajas asociadas a la globalización de la mano de obra, tanto para los países receptores como para los países de origen. En los primeros, los trabajadores extranjeros pueden cubrir la carencia de mano de obra nacional en determinadas actividades, además de que el menor coste de la mano de obra extranjera se puede traducir en una mayor competitividad de las empresas. Para los países de origen, la emigración puede contribuir a mitigar sus tasas de paro, al tiempo que genera ingresos por transferencias. Según la UNFPA, los trabajadores emigrantes envían cada año a sus países de origen remesas por valor superior a 70.000 millones de dólares, representando para algunos países un porcentaje muy importante con respecto a sus exportaciones de bienes y servicios: el 153,5% para Albania, el 42,5% para Jordania y superior al 25% para Bangla Desh, Egipto, o Nicaragua, etc. (J. Coppel y otros, 2001, p. 25). En términos más generales, también pueden señalarse otras ventajas asociadas a la globalización, entre las que destacamos por su relevancia en el caso de América Latina, la promoción de la democracia. A ello han contribuido, como señala Díaz Mier, 6 Esta ventaja potencial aún no se manifiesta de forma plena puesto que todavía se observa en los países desarrollados una correlación entre las tasas de ahorro e inversión internas que, aunque decreciente, pone de manifiesto que la integración en los mercados financieros no ha roto el vínculo entre esas dos variables.

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los medios de comunicación globales, las instituciones públicas internacionales y otros elementos. (Díaz Mier, González y Pohle, 2003, pgna. 190) 3. LAS REPERCUSIONES NEGATIVAS DE LA GLOBALIZACIÓN Las repercusiones negativas del proceso globalizador son de muy diversa índole y muchas de ellas no están suficientemente estudiadas, por lo que intentaremos recoger aquí las mas representativas. A) DESIGUAL DISTRIBUCION DE LAS VENTAJAS Como señala la Comisión Mundial sobre la Dimensión Social de la Globalización, la integración de la economía mundial podría mejorar las condiciones de vida de la población y contribuir a luchar contra la pobreza, pero aún es necesario trabajar mucho para que esta afirmación sea realidad, dado que hoy por hoy los resultados de la globalización son muy distintos para unos países y otros y millones de personas en el mundo no participan de los beneficios de la creciente integración de la economía mundial. (OIT, Informe 2004).

Esta exclusión se manifiesta en numerosos ámbitos. En el marco de la globalización comercial, por ejemplo, la teoría liberal del comercio internacional señala oportunidades y ventajas para todos los países que participan en el comercio mundial. Sin embargo, muchos países en desarrollo han llevado a cabo estrategias liberalizadoras y de apertura comercial con el fin de aprovechar estas ventajas y se encuentran con importantes dificultades para su inserción en los mercados internacionales y por tanto, para disfrutar de las oportunidades esperadas.

La manifestación más evidente de la difícil inserción de los países en desarrollo

en el sistema mundial de comercio es su bajo porcentaje de exportaciones en relación a la producción así como su reducida participación en las exportaciones mundiales de mercancías. Participación que, en el caso de los países menos adelantados, ha disminuido de forma casi constante aunque estos países representen un porcentaje considerable y creciente de la población mundial, que según la OMC se situaba el 2001 en el 10’4% (OMC, 2001, p. 45). Entre las razones que contribuyen a explicar esta situación se encuentra la persistente concentración de las exportaciones de muchos países en desarrollo, fundamentalmente africanos, en productos primarios con escaso valor añadido y con precios que fluctúan a la baja en los mercados internacionales. Otra razón la constituye la dificultad de acceso a los mercados de países desarrollados de los productos procedentes de países en desarrollo debido al mantenimiento de obstáculos en determinados sectores considerados sensibles, como el agrícola, textil o siderúrgico.

Por otra parte, la mayor competencia derivada de la apertura no hace muchas veces sino aumentar las dificultades de las empresas de los países en desarrollo tanto en su propio mercado como el mercado internacional (Oyarzun, 2001)7.

7 Javier Oyarzun “Los países menos adelantados ante la Ronda del Milenio de la OMC” Revista de Economía Mundial, nº 4, pgna. 75, 2001

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En materia de globalización financiera se observa que en los últimos años, la inversión extranjera directa tiene un elevado grado de concentración: en torno al 70% de la IDE tiene como origen y destino a los países desarrollados. Y por otra parte, más del 80% de la parte de inversión extranjera dirigida a PED se ha concentrado en 20 países, principalmente China. Lo que significa que la mayoría de países en desarrollo, con niveles reducidos de ahorro interno y con gran dependencia financiera del exterior, que podrían ser los primeros beneficiarios de la libre circulación del capital, quedan prácticamente excluidos de la globalización financiera. Y la exclusión no solo se refiere al ámbito comercial y financiero, sino que se hace aún más evidente en el ámbito tecnológico. Como señala Piñón “todo indica que las TICS han profundizado la división entre el mundo globalizado, no solamente entre quienes tienen y no tienen, sino también entre quienes saben y no saben, entre los que tienen y no tienen acceso al conocimiento tecnológico, entre quienes están conectados o desconectados a la red. Somos testigos de cómo el conocimiento ha pasado a convertirse en la materia prima fundamental de los procesos productivos contemporáneos” (Piñón, 2004, pgna. 358). En palabras del Fondo Monetario Internacional, amplios sectores de la población están excluidos de los avances de la tecnología y las comunicaciones. En definitiva, el porcentaje de población afectado por la globalización es significativamente menor que aquel con niveles de globalización mínimos. Así, una pequeña parte de la población situada en países desarrollados (que hoy por hoy constituyen el 16% de la población mundial) y en países recientemente industrializados, disfrutan las ventajas de la globalización del comercio y el capital.

La lectura de esta situación es diferente desde una u otra óptica: para unos la marginación de muchos países no es responsabilidad de la globalización, sino todo lo contrario, se debe a su insuficiente integración en la economía mundial9. Desde otro punto de vista, la globalización es selectiva, solo beneficia a las grandes empresas multinacionales y está al servicio de los intereses de los países desarrollados, por lo que los países en desarrollo quedan marginados de la misma mientras no se establezcan mecanismos para evitarlo. En este sentido, Ferrer señala que se promueven reglas generales en áreas que favorecen a los países desarrollados como la propiedad intelectual o las inversiones privadas, pero se limita la globalización en otros campos como la migración de personas o el comercio de bienes agrícolas (Ferrer, 1998)

B) LOS PROBLEMAS GENERADOS POR LA GLOBALIZACION FINANCIERA

Las recientes crisis financieras10 de los años noventa han sido llamadas crisis de la globalización y son quizás una de las repercusiones negativas de este fenómeno que 8 Francisco Piñón, “Ciencia y Tecnología en América Latina: una posibilidad para el futuro” Temas de Inberoamérica, nº 39. Organización de Estados Americanos 9 Prueba de ello es por ejemplo, el Plan de Acción para los PMA iniciado por la OMC en Singapur en 1996 y que en 2000 decidió asignar prioridad a la integración de estos países en el sistema multilateral de comercio, para ayudarles a obtener los beneficios que puede representar, además de contemplar asistencia técnica por parte de seis organismos participantes: el CCI, el FMI, la UNCTAD, el PNUD, el BM y la OMC. 10 Véase M. Guitián y F. Varela (coordinadores), 2000.

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con mayor claridad se han puesto de manifiesto. De estas experiencias podemos extraer una serie de conclusiones que a continuación resumimos.

La primera de ellas es su clara conexión con el proceso globalizador por cuanto

la mayor frecuencia y gravedad de las crisis financieras se debe fundamentalmente a una serie de factores relacionados con la globalización: la desregulación del sector bancario y su creciente internacionalización (Varela e Hinarejos, 2003, pgna. 22411) así como el crecimiento de las corrientes internacionales de capital de los años noventa. Como consecuencia, a pesar de que en anteriores etapas en las que los países mantenían importantes restricciones a los movimientos de capital, también se producían crisis financieras, éstas tendían a tener efectos localizados con un menor impacto a nivel internacional, mientras que las crisis financieras que se han venido produciendo en los últimos años traspasan las fronteras nacionales.

En segundo lugar cabe señalar, por una parte, que la volatilidad financiera es una

característica permanente de los mercados financieros internacionales, lo que puede interpretarse como un síntoma de debilidad general de los mercados mundiales de capital. Por otra parte, las crisis han puesto de manifiesto que la volatilidad de los flujos de capital es excesiva y que las entradas y salidas de capital se producen con demasiada rapidez. Esto plantea importantes problemas, como cambios inesperados en la política económica a los que se ven obligadas las autoridades debido a los rápidos movimientos experimentados por los activos financieros o los efectos negativos de súbitas apreciaciones o depreciaciones de una moneda.

Una tercera conclusión es que las perturbaciones de un mercado se transmiten

mas fácilmente a otros aumentando así el riesgo sistémico. Entendemos por éste la posibilidad de que la crisis de uno o varios intermediarios o de un segmento de mercado o determinados circuitos financieros se extienda de forma generalizada a otros intermediarios, segmentos de mercado o circuitos. Así, la crisis que se produce en determinado país puede contagiarse a otros afectando a variables fundamentales a través de los vínculos comerciales (una devaluación afecta negativamente la competitividad de otros países) o el precio de los bienes. Otra importante razón del contagio es el comportamiento de los inversores que, por efecto imitación, intentan reducir el riesgo de sus carteras optando por inversiones más seguras. De igual manera, las recientes crisis han venido a poner de relieve que el riesgo de contagio afecta en mayor medida a aquellas economías emergentes con mercados financieros en desarrollo porque presentan una mayor vulnerabilidad ante las crisis. Las causas que han provocado las crisis financieras han sido muy diversas, lo que hace difícil establecer un índice de vulnerabilidad12 pero parece claro que, al margen de factores externos que puedan precipitar o agravar una crisis, la vulnerabilidad de un país frente a una crisis depende en gran medida de la situación económica y las políticas

11 Varela Parache, F. y Jacobs Alvarez, G. (2003) “Crisis cambiarias y financieras. Una comparación de dos crisis” Pirámide 12 No solo parece difícil identificar un conjunto de indicadores que puedan predecir las crisis con suficiente antelación, sino que probablemente modificarían el comportamiento, dado que los mercados los tendrían en cuenta (FMI, 1998, p. 99).

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internas, como los déficit fiscales, la fragilidad del sector financiero13 o el exceso de endeudamiento para usos improductivos entre otros (FMI, 1998, p. 100). Finalmente, estas crisis no se circunscriben al ámbito financiero sino que tienen importantes implicaciones sobre la economía real y ésta tarda más tiempo en mostrar señales de recuperación que la inflación o los tipos de cambio. De ahí que los países que han sufrido episodios de crisis financieras han experimentado serias caídas de la producción y aumentos importantes de las tasas de desempleo. C) EL EMPLEO De acuerdo con la teoría económica ortodoxa, la apertura comercial mejora las oportunidades de producción y empleo para aquellos países que aprovechan las ventajas del comercio internacional. La evidencia empírica existente al respecto no nos conduce a ninguna conclusión definitiva. Así, este planteamiento teórico se ha visto confirmado en la práctica en numerosas ocasiones, y muchos países han conseguido mejores tasas de crecimiento y empleo con estrategias globalizadoras. Sin embargo, también existen ejemplos en los que las tasas de desempleo han aumentado a pesar del proceso de liberalización comercial iniciado por sus economías. De hecho, en la mayoría de los países, la estrategia de apertura supone una reestructuración económica que genera empleo en nuevas actividades pero también destruye empleo en otras.

En este sentido se observa que en algunas regiones, determinadas zonas asiáticas, por ejemplo, las mejoras en las tasas de crecimiento han conducido a un crecimiento del empleo y una mejora de las condiciones de vida, pero sin embargo esto no sucede en otras regiones como África o América Latina, con lo que el resultado a nivel mundial es que la globalización no está creando suficientes oportunidades de empleo decente y sostenible en el mundo (OIT, 2005).

El último informe de la Organización Mundial del Trabajo no deja lugar a dudas a este respecto afirmando que el crecimiento económico derivado del impulso globalizador no está generando más empleo y que la correlación entre ambas variables es cada vez menor. Esta afirmación puede contrastarse a través del indicador de elasticidades del empleo, que refleja la relación entre crecimiento económico en términos del PIB, variación de la tasa de empleo y productividad. Según este indicador por cada punto porcentual de crecimiento adicional del PIB, el empleo mundial creció un 0’30% entre 1999 y 2003, por debajo del crecimiento experimentado en periodos anteriores (OIT, 2005) Además, el volumen de empleo no es la única variable del mercado laboral que puede verse afectada por la globalización. También hay que tener en cuenta otras importantes cuestiones como la seguridad en el empleo, el volumen de ingresos y las condiciones laborales. En este sentido, tampoco parece que el impacto del proceso globalizador haya sido muy favorable. De acuerdo con el Programa de Naciones Unidas 13 Identificar las debilidades de los sistemas financieros de los países emergentes y contribuir a su solución se ha convertido en uno de los factores esenciales en la prevención de las crisis. Para ello se creó en abril de 1999 el Foro de estabilidad Financiera en el que participan entre otros el FMI, BM, G7 y bancos centrales.

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para el Desarrollo, tanto en las economías avanzadas como sobre todo en los PED, las perturbaciones derivadas de la reestructuración económica y empresarial para hacer frente a un mundo más globalizado han significado la pérdida de muchos empleos y el deterioro de las condiciones de trabajo de forma que los empleos e ingresos han pasado a ser más precarios (PNUD, 1999).

Abundando en esta idea, la mitad de los trabajadores, según la OIT, no obtienen suficientes ingresos para superar el umbral de pobreza (establecido por el Banco Mundial en 2 $ al día) y en la mayoría de los países en desarrollo existe un importante problema en términos de falta de oportunidades de trabajo en condiciones sostenibles. D) LAS DESIGUALDADES Y LA POBREZA

Cuando hablamos de pobreza hacemos referencia no sólo a las carencias materiales, sino también a otros aspectos más difíciles de cuantificar tales como la exclusión social, el menor acceso al mercado laboral, las desigualdades o las menores oportunidades de participación en las decisiones colectivas (Healey y Killick, 2002, p. 225). Esta complejidad hace que las repercusiones del proceso globalizador sobre la pobreza no resulten fáciles de medir, y explica que no exista consenso en relación a esta cuestión. De ahí que puedan señalarse dos posturas enfrentadas: aquella que defiende que el impacto de a globalización sobre la pobreza es positivo y aquella que considera que la globalización ha contribuido a agravar el problema de la pobreza

La primera de las posturas citadas considera que la globalización puede ayudar a la convergencia de la renta a nivel mundial, no solo a través de la posibilidad de los países en desarrollo de exportar e importar y atraer entradas de capital sino también a través de la creciente transferencia de tecnología y conocimiento. (De la Dehesa, 2006)14. Así, se incide en las oportunidades que ofrece la globalización por cuanto conduce a una más eficiente asignación de los recursos productivos a nivel internacional, contribuyendo así a elevar los niveles de crecimiento económico, que se difundirán ampliamente mejorando también los indicadores sociales. Es decir, que en términos generales, la integración mundial ha contribuido a reducir la pobreza.

Esta postura queda bien reflejada en uno de los trabajos de Dollar y Kray15 que,

después de un análisis de 137 países en los años 70 y 80, llegan a una serie de conclusiones que Martínez Sánchez resume de la siguiente manera: a) el crecimiento es bueno para los pobres ya que no existe ningún sesgo en contra de los sectores de menores ingresos, b) las políticas tradicionales tales como la estabilidad macroeconómica, los derechos de propiedad y la apertura frente al exterior favorecen el aumento de los ingresos mientras que otras cuestiones como el gasto social o la educación son poco significativas y c) la globalización, atendiendo especialmente a la apertura comercial y financiera tiene un efecto positivo para el aumento de los ingresos y la reducción pobreza (Martínez, 2003, pgna. 184).

En este sentido, el Banco Mundial argumenta que son muchos los países que han conseguido aprovechar estas oportunidades: a los nuevos países industrializados de Asia 14 De la Dehesa, Guillermo (2006) “Winners and losers in globalization”. Blackwell Publishing. 15 Dollar y Kray (2001) “Growth is good for the poor” Development Research Group, Banco Mundial.

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oriental se han unido otros como China, India, Turquía, Polonia o Chile, considerados como los nuevos países globalizados, que han conseguido mejorar sus tasas de crecimiento económico y sus indicadores sociales y reducir la pobreza. En esta misma línea, la citada institución entiende que la globalización no ha afectado negativamente a este aspecto, esto es, no ha incrementado la desigualdad en términos generales. La mayoría de los países en desarrollo recientemente globalizados han experimentado pequeños cambios en la desigualdad interna y esta ha descendido en países como Filipinas y Malasia (Banco Mundial, 200216).

Pero además, en el contexto de esta postura, se considera que las desigualdades y la extensión de la pobreza, que afecta especialmente a los países de África Subsahariana, no pueden atribuirse exclusivamente a la globalización o a la marginación del proceso de globalización. Existen asimismo otras causas como la corrupción generalizada, enfermedades como el SIDA (el 70% de los afectados se encuentran en esta zona geográfica) o los conflictos bélicos. (Requeijo, 2000, p. 350)

La otra postura a la que hacíamos alusión considera que la globalización ha

conducido a una mayor pobreza, de ahí que sus defensores no compartan los supuestos anteriormente expuestos. En este sentido, cabría realizar algunas precisiones a la afirmación de que las economías más globalizadas crecen más deprisa y este crecimiento se difunde ampliamente. De un lado, puede argumentarse que no siempre los países más globalizados han conseguido crecer más deprisa. Países como Madagascar, Tayikistán, Venezuela y la mayor parte de los países de África Subsahariana se han beneficiado escasamente de las oportunidades de la globalización y no han conseguido mejorar significativamente sus tasas de crecimiento económico, a pesar de que muchos de ellos han realizado intensos esfuerzos para integrarse en la economía mundial y están altamente globalizados. Este es el caso de África Subsahariana con exportaciones cercanas al 30% del PIB mientras que este ratio es del 19% para los países de la OCDE (PNUD, 1999, p.2).

De otro lado, se puede argumentar que no siempre el crecimiento económico se ha difundido ampliamente, y de hecho, existe una amplia evidencia teórica y empírica que demuestra por una parte, que el crecimiento económico no es suficiente para reducir la pobreza, y, por otra parte, que la capacidad del crecimiento para reducir la pobreza está significativamente influida por otros factores como las tasas de crecimiento o las desigualdades iniciales (Healey y Killick, 2002, p.227). En muchos países africanos, por ejemplo, aun cuando los niveles de renta han aumentado, no se ha producido un alivio proporcional en los niveles de pobreza. Para mejorar los indicadores sociales y luchar contra la pobreza, el crecimiento debe ir acompañado de otros avances y es necesario diseñar y poner en marcha estrategias específicamente dirigidas a este fin.

Como ya comentamos al inicio del epígrafe, la pobreza es un concepto complejo y multidimensional, lo cual hace difícil la contrastación empírica de las posturas señaladas. Podemos, sin embargo, observar la evolución experimentada por indicadores sociales o de desigualdad, utilizados habitualmente para medir los niveles de pobreza.

16 Banco Mundial, 2002 “Globalization, growth and poverty: building an inclusive world economy”

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Algunos de estos indicadores, como la tasa de matriculación en educación primaria y la equiparación de géneros en la enseñanza, han experimentado según el PNUD importantes mejoras, aunque es necesario resaltar que de los 668 millones de niños en edad de asistir a una escuela primaria, 113 millones no están matriculados. Sin embargo, este avance ha sido menor en otros ámbitos como la mortalidad infantil. Esta se ha visto reducida de un 134 por mil a un 45 en Oriente Medio y ha pasado de un 84 a un 31 en América Latina, pero aún continua siendo muy elevada e incluso ha experimentado un aumento en algunos países africanos (PNUD, 2001). De igual forma, y siguiendo los datos del Banco Mundial, la esperanza de vida ha experimentado relevantes logros en todas las zonas geográficas pero continúa siendo de 50 años en África Subsahariana.

A pesar de estas mejoras, si utilizamos como indicador de pobreza el número de personas que viven con menos de un dólar o dos dólares al día, ésta ha seguido aumentando, especialmente en la última década, y ha crecido no solo en África Subsahariana, sino también en otras regiones: Europa central y oriental, América Latina y el Sudeste Asiático.

Finalmente, atendiendo a indicadores de desigualdad, parece que ésta se ha

agravado, no solo a nivel mundial sino también en el interior de los países. Así, aunque la economía mundial en su conjunto ha experimentado un notable crecimiento desde la Segunda Guerra Mundial hasta nuestros días, es obvio que el comportamiento de las distintas regiones ha sido dispar. Como pone de manifiesto Alonso, “mientras el PIB per cápita de Europa Occidental se multiplica en el periodo 1820 a 1992 por trece y el de los nuevos países occidentales: Estados Unidos, Australia y Nueva Zelanda por diecisiete, las áreas correspondientes a los países en desarrollo como América Latina, Asia o Africa, presentan coeficientes de expansión de 7, 6 y 3 respectivamente” (Alonso, 2001, p. 15). Esta disímil evolución ha conducido a un aumento de las desigualdades, duplicándose las diferencias entre los países del Norte y el Sur en los últimos cuarenta años. A nivel interno y, como señala Galindo “considerando el índice de desigualdad de Theil y el PIB per cápita se observa que en el caso de los países desarrollados existe una menor desigualdad a medida que se crece más, mientras que en el resto de los casos dicha correlación negativa entre ambas variables no es tan clara. Es más, para el caso de los africanos y asiáticos parece existir una clara correlación positiva entre crecimiento y desigualdad” (Galindo, 2003, pgna. 151). 4. AMERICA LATINA Y SU AVANCE HACIA LA GLOBALIZACION Una vez analizadas, aunque de forma sintética, las más relevantes repercusiones del proceso globalizador, trataremos en los próximos apartados de aproximar la inserción de América Latina en la economía globalizada. Es necesario tener en cuenta que en este ámbito, como en otros muchos, existen grandes diferencias entre unos países latinoamericanos y otros, pero por problemas de espacio solo podremos ofrecer una visión de conjunto.

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La década de los ochenta supuso para América Latina un periodo "perdido": en términos de crecimiento económico, la región presentaba, a finales de este periodo un PIB per cápita menor que en 1980. Los desequilibrios económicos se hacen generales: la inflación llega a los tres y cuatro dígitos, el déficit fiscal se sitúa en el 10% del PIB en la segunda mitad de los ochenta y el desempleo alcanza un promedio anual del 10’5%. En cuanto a su relación con el exterior y su inserción en la economía mundial, la deuda externa alcanzaba límites nunca conocidos (en 1987 supone el 66% del PNB agregado) y la participación en el comercio mundial se redujo a poco más del 3% frente al 6% que presentaba, aproximadamente, al comienzo de la década. En términos sociales, el deterioro se dejaba notar en el descenso de los salarios reales y en el aumento de los niveles de pobreza, superiores en 1990 a los alcanzados a comienzos de los setenta. Ante la situación de extrema gravedad en la que se encontraba inmersos los distintos países latinoamericanos en los ochenta, se empezaron a aplicar políticas económicas ortodoxas. A nivel interno éstas se tradujeron en la puesta en marcha de profundas reformas estructurales que afectan principalmente al papel del Estado, y que fueron acompañadas de un mayor rigor en las políticas monetarias practicadas (disciplina que venía siendo exigida por diversos organismos financieros internacionales, fundamentalmente el FMI). A nivel externo, las políticas ortodoxas o neoliberales conllevaron la adopción de medidas encaminadas a la eliminación de las barreras frente al exterior, tanto en materia de comercio como de inversiones. A raíz de estas medidas, la situación comienza a mejorar en la década de los noventa reduciéndose considerablemente los desequilibrios macroeconómicos: el déficit fiscal se reduce a mejor del 2% a mediados de al década, el crecimiento de los precios al consumidor cae hasta un 12% para la región en su conjunto y se produce una reactivación de al economía en general. De esta forma, los países de la región se embarcaron en un proceso de liberalización económica interna y externa sin precedentes que marcaría el inicio de su inserción en la economía globalizada.

a) En el marco de la citada estrategia de apertura frente al exterior, la liberalización del comercio por parte de los países latinoamericanos no se lleva a cabo hasta los años noventa debido fundamentalmente a la estrategia de crecimiento mirando hacia dentro o de industrialización mediante sustitución de importaciones que en los años setenta siguieron la mayoría de los países de la región. Sin embargo, en esta década se adoptan una serie de medidas en materia de política comercial orientadas al desmantelamiento progresivo de las barreras al comercio. Como consecuencia de ello, se registra en América Latina una reducción general de los aranceles y la práctica eliminación de las restricciones cuantitativas y las medidas administrativas que frenaban las importaciones. Así, los promedios arancelarios de la región se redujeron desde el 44% de mediados de los ochenta hasta el 13% una década más tarde.

Cuadro nº 1

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Exportaciones e importaciones en América Latina17 (millones de dólares)

1990 2000 2003 PAIS Exportación Importación Exportación Importación Exportación Importación Argentina 12.354’0 3.726’0 26.341’0 23.889’1 29.375’4 13.083’4 Bolivia 830’8 775’6 1.246’1 1.610’2 1.573’3 1.502’9 Brasil 31.408’0 20.661’0 55.085’6 55.783’6 73.084’1 48.282’7 Chile 8.372’7 7.089’2 19.210’2 17.091’4 21.046’0 18.030’8 Colombia 7.079’0 5.108’0 13.722’2 11.089’6 13.692’7 13.257’8 Ecuador 2.724’0 1.715’0 5.137’2 3.742’6 6.196’6 6.268’0 México 40.711’0 41.592’0 166.454’8 174.457’8 164.922’2 170.545’8 Paraguay 2.096’2 1.734’8 2.225’8 2.904’0 2.260’5 2.520’7 Perú 3.322’0 2.923’0 6.954’9 7.365’9 8.985’6 8.254’5 Uruguay 1.692’9 1.266’9 2.383’8 3.311’1 2.273’3 2.091’5 Venezuela 17.623’0 6.917’0 33529’0 16.865’0 26.861’0 10.341’0 TOTAL 128.213’6 93.508’5 332.290’6 318.110’3 350.270’7 294.179’1 Fuente: CEPAL, Anuario Estadístico de América Latina y Caribe, 2004.

Este esfuerzo hace que América Latina experimente en la década de los noventa

una de las tasas más elevadas de crecimiento del valor de su comercio. De acuerdo con los datos de la CEPAL, entre 1991 y 1999, la tasa promedio del PIB regional fue del 3’2%, mientras que el valor de las exportaciones aumentó en más de un 10% (tasa solo superada por China y unos cuantos países de Asia oriental) y las importaciones crecieron casi en un 12%. De esta forma, y como podemos observar en el cuadro 1, en toda la década las exportaciones crecieron un 159% mientras que las importaciones se incrementan en un 214’6%. Es cierto que los primeros años de la presente década suponen un retroceso en algunos países y un estancamiento en otros, pero en 2003 los valores se recuperan y los flujos comerciales continúan creciendo.

A pesar del buen comportamiento de la región, su participación en el comercio

mundial continúa siendo reducida, del 5,2% en las exportaciones mundiales y del 6,2% en las importaciones (porcentajes que son la mitad de la participación que tenía la región en el comercio mundial a finales de la década de los cuarenta).

Por otra parte, es necesario señalar que los datos promedio de la región esconden grandes disparidades. En este caso, las exportaciones de México y Brasil suponen el 56% de las exportaciones totales en 1990, participación que aumenta al 67% en 2003. De ahí que la cifra del aumento de la exportación latinoamericana sería considerablemente más baja si no tuviéramos en cuenta a estos países, los que mejor desempeño tuvieron en este periodo. Además de los ya señalados también cabe destacar la evolución de Argentina y Chile. En cuanto a las importaciones, éstas se encuentran aún más concentradas: en 1990 el 66% de las importaciones totales eran absorbidas por México y Brasil, porcentaje que se sitúa en torno al 74% en 2003.

b) Por lo que se refiere al avance de la globalización financiera en América Latina, cabe destacar el importante incremento en el volumen de los flujos privados

17 Cuando aludimos a América Latina hacemos referencia a los países que pertenecen a la Asociación Latinoamericana de Integración ALADI, no teniendo en consideración por tanto otros países de la región como los del Mercado Común Centroamericano o los países del Caribe.

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hacia los países de la región en los años noventa. La tasa de crecimiento anual de los flujos de inversión directa extranjera durante esta década ha sido de casi un 17% anual pasando de 15’9 a 66’0 mil millones de dólares y superando con creces las tasas de crecimiento de los intercambios regionales y, por supuesto de la producción.

Esta significativa expansión de la inversión directa extranjera hacia los países

latinoamericanos se puede atribuir tanto a factores internos como externos. Entre los factores internos, se sitúa la liberalización de los movimientos de capital, llevada a cabo de forma paralela a la apertura comercial. También contribuyeron en gran medida las extensas reformas adoptadas por los gobiernos de la región en materia de eliminación de déficit presupuestarios y políticas monetarias más estrictas, entre otras, que consiguieron su propósito de estimular el regreso del capital privado. Por otra parte, el proceso de privatización de empresas públicas convocó a operadores internacionales, y muchos lo señalan como un elemento fundamental a la hora de explicar la IDE de los años noventa en la región.

Entre los factores externos cabe hacer referencia a la liberalización financiera en

países desarrollados y países en desarrollo, la creciente integración de los mercados financieros y la también creciente diversificación internacional de los inversores, factores que estimularon el flujo de capitales hacia los denominados mercados emergentes entre los que se encuentra normalmente la región latinoamericana.

Cuadro nº 2 Entradas netas de IED por países

(millones de dólares)

PAIS 1990-1995* 1996-2000* 2001 2002 2003 2004 Argentina 3.457’2 11.561’1 2.166’1 1.093’0 1.020’4 1.800’0 Bolivia 136’5 780’2 705’8 676’6 166’8 137’0 Brasil 2.229’3 24.823’6 22.457’4 16.590’2 10.143’5 18.165’6 Chile 1.498’7 5.667’0 4.199’8 2.549’9 4.385’4 7.602’8 Colombia 843’3 3.081’1 2.524’9 2.114’5 1.746’2 2.352’0 Ecuador 327’8 692’4 1.329’8 1.275’3 1.554’7 1.200’0 México 6.112’8 12.873’1 27.634’7 15.129’1 11.372’7 16.601’9 Paraguay 99’3 188’0 84’2 9’3 90’8 80’0 Perú 1.093’6 2.000’8 1.144’3 2.155’8 1.377’3 1.392’5 Uruguay 137’5 187’2 271’0 174’6 274’6 230’0 Venezuela 861’0 4.192’2 683’0

782’0 2.659’0 1.144’0

TOTAL 15.936’0 66.046’7 63.201 42.550’3 34.791’4 50.705’8 * promedio anual Fuente: CEPAL “La inversión extranjera en América Latina y Caribe”, varios años

Sin embargo, y como puede observarse en el cuadro anterior, el comportamiento

de los flujos de capital hacia América Latina en las últimas dos décadas ha sido muy variable. Así, a la salida neta de capitales sufrida en la década de los ochenta le sigue al espectacular crecimiento de la inversión en la década de los noventa, especialmente entre 1996 y 2000, para después volver a caer a principios del milenio. El año 2001 marca un punto de inflexión en la tendencia ascendente de la IDE en América Latina y en el 2003 ya se había registrado una caída de un 47’3% en relación con el promedio de

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la segunda mitad de los noventa. Los datos de 2004 muestran una clara recuperación, pero aún no se alcanzan las cifras conseguidas en la década anterior.

Por último, cabe señalar que, al igual que sucedía en el caso de la inserción en el comercio internacional, cuando nos referimos a tendencias generales éstas esconden grandes diferencias ya que los resultados distan de ser homogéneos. Así, en la segunda mitad de la década de los noventa, tan solo tres países: Argentina, Brasil y México, absorbían el 74’5% de la IDE con destino América Latina, porcentaje que en el 2004 se mantiene en un nivel similar: el 72’1%.

c) Finalmente, y en materia de globalización tecnológica, caben pocas dudas acerca del relevante papel que desempeñan las tecnologías de la información y la comunicación (TICS) en el proceso de globalización, al que ya hemos aludido. De ahí que el desafío que deben afrontar los países latinoamericanos en su proceso de transición hacia la sociedad de la información y el conocimiento gire en torno a su capacidad para una difusión rápida y eficaz de las TICs en sus economías.

Para contrastar la situación de la región en materia de difusión y expansión de las tecnologías de la información se pueden utilizar varios indicadores, desde líneas telefónicas a ordenadores personales o usuarios de internet.

Según datos de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), la región latinoamericana pasó de tener 64 teléfonos por cada 1000 habitantes en 1990 a 120 en 1999, aunque existen importantes diferencias intrarregionales: entre los países mejor situados y más cercanos al promedio de la OCDE que se sitúa en 660 líneas telefónicas por cada 1000 habitantes se encuentran Uruguay, con un ratio de 270 líneas telefónicas, Costa Rica, con un ratio de 204 y Argentina con un ratio de 201. En el otro extremo se sitúan Haití que no llega a diez líneas por cada 1000 habitantes, o Nicaragua con un 2’98% y Honduras con un 4’42% (Gascó, 200118)

También la demanda de ordenadores personales ha aumentado en los últimos años debido a la disminución de sus precios y el crecimiento económico de la región. Y con ella, se ha producido un importante crecimiento de la demanda de servicios tales como el acceso a internet, que según datos de la UIT, aumentó con mayor rapidez que en ninguna otra región, multiplicándose el número de usuarios de la red por catorce veces en tan solo una década, desde finales de los ochenta y finales de los noventa.

A pesar de estos datos, la brecha entre América Latina y los países de la OCDE continúa siendo muy elevada, y si la comparamos con otras regiones, destaca el buen comportamiento de los tigres asiáticos como Taiwan o Corea, que superan a toda la región latinoamericana. 5. UNA VALORACIÓN DEL IMPACTO DE LA GLOBALIZACIÓN EN AMERICA LATINA

18 Mila Gascó“América Latina ante la nueva economía” Revista Interforum, 2001)

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El objeto de este epígrafe es recoger aquellos ámbitos en los que, en nuestra opinión, el proceso de inserción en la economía globalizada llevado a cabo por la región latinoamericana, ha tenido repercusiones más marcadas. A) INSERCION EN LOS MERCADOS INTERNACIONALES

• Inserción en el comercio internacional

Ya hemos tenido ocasión de comprobar el esfuerzo de la región latinoamericana en materia de liberalización comercial y de inserción en los mercados internacionales, lo cual ha facilitado entre otras cuestiones, la transferencia de tecnología, el aumento de la competencia y ha contribuido de forma significativa a las mejoras experimentadas en los términos de crecimiento. Sin embargo, la inserción de los países latinoamericanos, su papel en el comercio internacional e incluso la contribución del comercio al crecimiento adolecen de importantes deficiencias.

En primer lugar, es cierto que, como resultado de su estrategia liberalizadora, en

la región se registra un aumento en la cuota de exportaciones e importaciones en relación al PIB, esto es, la tasa de apertura latinoamericana experimenta una sensible mejoría. Así, la proporción de exportaciones en el PIB que pasa del 12% a principios de la década al 19% al final de la misma. Sin embargo, aún mayor es el aumento registrado por las importaciones que pasan del 10 al 20% del PIB19. La diferencia entre el rendimiento de las exportaciones y de las importaciones ha resultado en déficit comerciales crecientes, que junto con los desembolsos por pagos de la deuda y sus intereses, empeoraron los saldos de la balanza por cuenta corriente. Así, el déficit de la cuenta corriente empeoró gradualmente desde los año 80 pasando de un 0’18% del PIB en 1990 a un 3’2% en 1999 aunque se alcanzaron valores mas altos en 1998 (un 4’5%) en gran medida por el impacto de las crisis financieras.

En segundo lugar, el aumento de las importaciones por encima de las

exportaciones se debe en gran medida a la composición sectorial de estas últimas, excesivamente concentradas en productos primarios. Este tipo de bienes sigue la tendencia de perder importancia en los mercados internacionales y se enfrenta en muchos casos a la competencia, frecuentemente subsidiada de los países industriales (Guerra – Borges, 2002)20, de ahí las dificultades de la mayoría de los países latinoamericanos para aumentar sus exportaciones a un ritmo similar al de sus importaciones. Esta situación puede verse alterada gracias a los cambios observados en la composición sectorial de las exportaciones, que registra una tendencia hacia una mayor participación de las manufacturas en las exportaciones latinoamericanas y la correspondiente reducción en la cuota de los productos básicos no procesados. Así, los productos primarios representan más del 66’9% del valor de las exportaciones en 1990

19 También aquí se observan diferencias entre países, por ejemplo, Brasil mostró escasa variación en la cuota de exportaciones mientras que la cuota de importaciones aumento, más del doble pasando de 4% al 10%. En el otro extremo, la cuota mexicana de exportaciones en el PIB aumentó del 15 al 32% mientras la cuota de importaciones subió de un 17% a más del 33%. 20 Alfredo Guerra – Borges “Globalización e integración latinoamericana”. Siglo XXI e Instituto de investigaciones Económicas. 2002

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y se sitúan en un 44’33% en 2003. Al mismo tiempo, aumenta la participación de los productos manufacturados que pasan del 33’% al 55’7% del total.

Sin embargo, las diferencias entre unos países y otros son, también en este campo, muy acentuadas. Como podemos observar en el cuadro 3, destaca, por ejemplo, el comportamiento de las exportaciones mexicanas en las que las manufacturas suponen un 81’4% o la evolución las exportaciones de manufacturas brasileñas que representan algo más de la mitad de sus exportaciones totales. En el otro extremo se sitúan países como Ecuador, Venezuela o Paraguay cuyas exportaciones continúan muy concentradas en productos primarios, situándose la exportación de manufacturas en torno al 12% del total.

Cuadro nº 3 Exportaciones de productos primarios y manufacturados (porcentaje del valor total de las exportaciones de bienes)

1990 1995 2003 PAIS Primarios Manufacturas Primarios Manufacturas Primarios Manufacturas Argentina 70’9 29’1 66’1 33’9 73 27 Bolivia 95’3 4’7 83’5 16’5 83’9 16’1 Brasil 48’1 51’9 46’9 53’1 48’5 51’5 Chile 89’1 10’9 86’8 13’2 83’8 16’2 Colombia 74’9 25’1 65’8 34’2 65’7 34’3 Ecuador 97’7 2’3 92’4 7’6 88’6 11’4 México 56’7 43’3 22’5 77’5 18’6 81’4 Paraguay 90’1 9’9 80’7 19’3 86’3 13’7 Perú 81’6 18’4 86’5 13’5 83 17 Uruguay 61’5 38’5 61’3 38’7 66’3 33’7 Venezuela 89’1 10’9 85’8 14’2 87’3 12’7 TOTAL 66’9 33’1 50’1 49’9 44’3 55’7 Fuente. CEPAL, Anuario Estadístico de América Latina y Caribe, 2004

En tercer lugar, las exportaciones procedentes de países latinoamericanos tienen que afrontar importantes dificultades en materia de acceso previsible a los mercados. En este sentido, y a pesar de los avances que entraña la aplicación de los acuerdos de la Ronda Uruguay en la que se trataron por primera vez el comercio de productos agrícolas por ejemplo, o el comercio de textiles, el acceso a determinados mercados continúa revistiendo importantes dificultades. De ahí que los gobiernos de la región exijan por una parte, que se reduzcan las barreras arancelarias a aquellos productos en los cuales tienen una ventaja comparativa, y por la otra, que los países importadores no les impidan aumentar su capacidad de exportación mediante el uso de nuevas restricciones comerciales como las medidas antidumping, o las restricciones voluntarias a la exportación.

En resumen, y a pesar del optimismo que puede desprenderse del incremento de los flujos comerciales de la región, aún existen importantes dificultades en la inserción de los países latinoamericanos en los mercados internacionales. Así, aunque los efectos positivos del comercio son innegables, para que el modelo de exportaciones de los países latinoamericanos de la última década sirva como motor de crecimiento de sus economías tendrían que corregirse algunas de estas deficiencias.

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* Inserción en los mercados financieros

Al igual que sucede con la inserción de la región en los mercados mundiales de bienes y servicios, los positivos resultados en materia de inversiones deben interpretarse con cautela. Así, podemos señalar algunas consideraciones a tener en cuenta, consideraciones que reflejan las deficiencias existentes en la inserción de los países latinoamericanos en el contexto de la globalización financiera.

En primer lugar, y como ya hemos tenido ocasión de comentar, la IDE a nivel

mundial continúa estando concentrada fundamentalmente en los países desarrollados. De ahí que, aunque las entradas de capital a la región representaron en el periodo referido más del 40% de los flujos destinados a PED, la región apenas representó el 12% de la IDE mundial. Adicionalmente, las tendencias recientes de la IDE entre 2000 y 2004 señalan a los países asiáticos industrializados y a los países en transición de Europa central y oriental como países con un importantísimo potencial de atracción del capital, en detrimento de los países latinoamericanos. Se trata de países con salarios relativamente bajos, continuas mejoras en infraestructura y con perspectivas de fuerte crecimiento de la capacidad adquisitiva.

En segundo lugar, no todos los países se benefician de la entrada de inversiones: como ya vimos, los flujos de IDE en ALA están muy concentrados geográficamente y prácticamente solo benefician a las tres o cuatro grandes economías de la región. En tercer lugar, los flujos de capital han tenido un comportamiento muy fluctuante como reflejo de la volatilidad de muchas de las inversiones realizadas. Así a la expansión experimentada en los años noventa le sigue una importantísima caída de la entrada de capitales en los primeros años de la década actual. Esta fluctuación se traduce entre otras cosas en que la contribución de la financiación externa a la inversión nacional en la región latinoamericana, que había venido aumentando de forma continua en los noventa, pasando del 2’7% en 1990 al 12% sólo en 1995, disminuya de manera tan significativa que pasa a ser negativo en 2003 (CEPAL, 2004).

Finalmente, el agotamiento de la ola de privatizaciones en la mayor parte de los países constituye otro elemento explicativo por cuanto los movimientos de IDE en América Latina han estado durante toda la década estrechamente asociados a fusiones y adquisiciones y a la privatización. Como consecuencia, se observa en toda la región una creciente participación de las empresas de propiedad extranjera en los mercados. De acuerdo con los datos de la CEPAL, entre el comienzo de la década y el final, en el grupo de las 500 empresas mas grandes en términos de ventas netas, las subsidiarias de las grandes corporaciones han sido las ganadoras, su número aumentó un 42% (de 142 a 202) y su cuota en las ventas totales subió un 45’4% (de 26’6% a 38’7%), mientras que las empresas estatales han sido las perdedoras, disminuyendo un 56’9% (de 93 a 40 compañías) y pasando de representar el 35’3% al 19’1% de las ventas totales, que supone que han perdido un 45’8% del mercado. Lo cual significa que se ha reforzado la posición relativa de las empresas extranjeras en detrimento de las empresas locales. B) CRECIMIENTO ECONOMICO

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En términos de crecimiento existen, al igual que en otras variables estrechamente relacionadas con éste como el comercio y la inversión, dos momentos claramente diferenciados: el periodo entre 1990 y 1997, y el que va desde 1998 hasta nuestros días. Los años noventa han sido testigos de una evolución muy favorable de la región latinoamericana, como resultado de las estrategias liberalizadoras y las reformas puestas en marcha por estas economías. Así, y en un esfuerzo de síntesis, se observa una importante recuperación del nivel de actividad en la región: el PIB de América Latina creció a una tasa promedio anual del 3,3% en el período 1991-1997, alcanzando en 1997 un 5’2%, la mayor tasa de los 25 años anteriores. Este crecimiento positivo responde en gran medida a la continua expansión de las exportaciones así como a la intensificación de las entradas de capital, en ambos casos gracias a las políticas de apertura y a otros factores anteriormente comentados. Un dato importante a tener en cuenta es que se trata de crecimiento estable. Es decir, las mejoras logradas en las tasas de crecimiento no solo no supusieron un aumento de la inflación sino que fueron compatibles con una espectacular reducción de la misma a lo largo de la década de los noventa. Así, a partir de un 825% en 1993 descendió a más de la mitad en 1994 y se había situado en 10’3% en 1997, la más baja observada en cerca de 50 años. Estos datos son aún más significativos si tenemos en cuenta que 11 de 19 países considerados alcanzaron tasas de inflación de tan solo un dígito (CEPAL, 1998, pgna. 8). El optimismo generalizado creado en América Latina como resultado del crecimiento económico alcanzado en los años noventa y la idea de que habían entrado en un periodo de crecimiento sostenido llega a su fin de forma drástica en 1998. Este año registra una caída de la tasa promedio de crecimiento que pasa de un 5’4% en 1997 a un 2’3% en 1998, marcando así un punto de inflexión y el inicio de una tendencia decreciente: entre 1999 y 2002 el crecimiento promedio anual del PIB per capita es negativo situándose en un – 0’4%.

Entre las razones que explican este cambio de tendencia ocupan un importante lugar las repercusiones de la crisis asiática, las crisis financieras sufridas por algunos países latinoamericanos, así como el deterioro del mercado financiero internacional, factores que dieron lugar a importantes salidas de capital en la mayoría de los países de la región contribuyendo así a un debilitamiento de la actividad económica. La importancia de esta circunstancia se puede constatar en la cifra negativa de transferencia neta de recursos externos para el conjunto de la región en 2002: - 39.000 millones de dólares, la mitad de cuales se explica por la crisis argentina. Otra de las razones que contribuyen a explicar la desaceleración de las economías latinoamericanas es el escaso dinamismo del comercio en los primeros años de la presente década con una tasa de crecimiento de un 1%. Este comportamiento se deriva en gran medida de la reducción de la demanda mundial así como de los bajos precios de los productos básicos de exportación, que acentúan el deterioro de los términos de intercambio experimentado por las economías latinoamericanas a partir de 1998. Si bien la caída de los precios relativos externos no ha afectado a los países exportadores netos de petróleo y

20

derivados, si ha tenido una gran relevancia en países como Perú, Chile o Brasil (CEPAL, 2002, pgna. 10 y 15).

El retroceso experimentado por las tasas de crecimiento solo se recupera a partir

de 2004. Las economías de la región tomaron impulso gracias en gran medida a la vigorosa demanda mundial y a los sólidos precios de los productos básicos. Así, y coincidiendo con la ya comentada recuperación de los flujos de capital y los intercambios comerciales, se observa una mejora de las tasas de crecimiento el citado año, que pasan de un 1’9% para el conjunto de la región en 2000 a un 6’7% en 2004. Estas tendencias globales esconden, sin embargo, patrones heterogéneos en los distintos países de la región, como podemos observar en el cuadro nº 4. El país más alejado de la media hasta 2004 es México que registra un crecimiento negativo en 1995 cuando el conjunto de la región está creciendo a un ritmo del 3%, y que crece a una tasa de 6’7% en 2000 cuando la media ha disminuido al 1’9%. Además del caso mexicano, también registran tasas de crecimiento negativo en algún momento del periodo Argentina, Paraguay y Uruguay. Por otra parte, todos los países de la región, exceptuando a México, registran importantes retrocesos en 2000 para experimentar una significativa recuperación en 2004, recuperación en la que destacan las tasas de crecimiento de Uruguay y Venezuela.

Cuadro nº 4 Evolución del Producto Interior Bruto

(tasa anual de variación) PAISES 1995 2000 2004ª Argentina - 2’9 - 0’8 8’2 Bolivia 4’7 2’3 3’8 Brasil 4’2 3’9 5’2 Chile 9’0 4’5 5’8 Colombia 4’9 2’4 3’3 Ecuador 2’1 0’9 6’3 México -6’1 6’7 4’1 Paraguay 5’7 -3’3 2’8 Perú 8’6 2’8 4’6 Uruguay - 2’4 -1’9 12’0 Venezuela 5’9 3’8 18’0 TOTAL PROMEDIO 3’0 1’9 6’7 Fuente: CEPAL, Balance Preliminar de las economías de América Latina y Caribe. 2004 ª cifras preliminares C) EMPLEO Uno de los aspectos negativos señalados con carácter general en materia de globalización es el impacto que ésta tiene sobre el empleo, no solo en el nivel de empleo sino también en la calidad del mismo. En el caso concreto de América Latina los diferentes estudios consultados parecen llegar a conclusiones similares.

De un lado, el Banco Interamericano de Desarrollo señala que, en la práctica totalidad de los países de la región comprometidos con las reformas neoliberales y a

21

consecuencia de los cambios estructurales se ha visto crecer el desempleo. La creación insuficiente de empleo en relación con el crecimiento de la fuerza de trabajo, ha conducido a que la tasa de desempleo promedio de América Latina aumente en la década de los 80, de 6’9% en 1980 a un 7’6% en 1990 y continúe su tendencia creciente en la década de los 90 alcanzando el ratio del 11’8% en 2003. Entre los países que mayores tasas de desempleo urbano registran este último año se encuentran por este orden Venezuela, Uruguay, Colombia y Argentina.

Cuadro nº5

Tasas de desempleo urbano en América Latina

PAISES 1990 2000 2003 Argentina 7’4 15’1 15’0 Bolivia 9’9 7’5 9’5 Brasil 4’3 7’1 12’3 Chile 9’2 9’2 8’5 Colombia 10’2 17’2 16’7 Ecuador 6’1 14’1 9’8 México 2’7 2’2 3’2 Paraguay 6’6 10’0 11’2 Perú 8’3 8’5 9’4 Uruguay 8’5 13’6 16’9 Venezuela 10’4 13’9 18’0 TOTAL PROMEDIO 7’6 10’7 11’8 Fuente: Panorama social de América Latina, 2004

De otro, también la CEPAL señala que la creación de puestos de trabajo ha sido

débil, aún en los años de dinamismo económico, de manera que el mantenimiento de las elevada tasas de desempleo, y la precariedad caracterizan la realidad del mundo laboral (CEPAL, 2003 a). Asimismo señala que las transformaciones laborales causadas por la globalización han aumentado la desigualdad entre los latinoamericanos. Según la CEPAL, la flexibilización laboral creada por la globalización ha generado más empleos informales, un aumento de los trabajos temporales y un incremento de los trabajadores sin contratos laborales.

Finalmente, los estudios llevados a cabo por la Organización Internacional de Trabajo no se alejan de lo ya expuesto anteriormente. En el informe realizado por Tokman y Klein, se analizan los efectos de la globalización sobre el empleo concluyendo que por la vía de la inserción de los mercados internacionales se espera que las economías orientadas a la exportación en ALA se concentren en bienes intensivos en mano de obra no cualificada, por ser este el factor más abundante. Sin embargo, como señala Martínez, esta esperada especialización no se ha producido, como tampoco se ha producido un aumento de la demanda de mano de obra no cualificada y por ende, una disminución de las tasas de desempleo. La insuficiente expansión de la demanda de trabajadores poco cualificados se deriva de múltiples causas pero entre las más relevantes cabe señalar que la región latinoamericana, a pesar de lo que pudiera parecer no tienen ventaja comparativa en el factor trabajo poco cualificado, puesto que éste no es tan abundante ni tan barato como en otras regiones.

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Así, el precio relativo del trabajo no cualificado en América Latina resulta comparativamente elevado en relación a Asia, por ejemplo. (Martínez, 2004)21.

Se generan así situaciones en que se aumentan los límites a los incrementos

salariales, debido a la necesidad de las economías periféricas de ser competitivas internacionalmente y a las presiones internas por una mayor flexibilidad en la disponibilidad de mano de obra. De hecho, los salarios mínimos entre 1990 y 2003 han aumentado tan solo en un 1’3%, crecimiento insuficiente para recuperar los existentes en 1980. De esta forma, en la mayoría de los países de ALA los salarios mínimos a finales de los noventa eran inferiores en un 26% a los de 1980. En el año 2002, en ocho países latinoamericanos (México, El Salvador, Perú, Haití, Ecuador, Uruguay, Bolivia y Venezuela) no sólo no se recuperan los niveles de salarios mínimos de 1980 sino que éste sigue por debajo del 50% del nivel de 1980.

En definitiva, los datos ponen de manifiesto que, en materia de empleo, el impacto de la globalización en la región latinoamericana ha sido negativo, no sólo porque la creación de empleo ha sido escasa y las tasas de desempleo se mantienen en niveles elevados, sino también porque las condiciones laborales distan mucho de ser mejores en el nuevo contexto de globalización. D) LAS CRISIS FINANCIERAS

El aumento de las entradas de capital en ALA a lo largo de los años noventa

está, como hemos visto, íntimamente relacionado con la situación prácticamente generalizada de globalización financiera, y entraña una serie de beneficios a los que ya hemos aludido con anterioridad, esto es, la inversión directa extranjera está asociada a su capacidad de generar empleo, aumentar la productividad, transferir los conocimientos especializados y tecnología, mejorar la competitividad de las empresas, intensificar las exportaciones y contribuir al desarrollo económico a largo plazo22. Sin embargo, y como hemos tenido ocasión de contrastar en anteriores apartados, la globalización financiera también entraña importantes inconvenientes, relacionados fundamentalmente con las crisis financieras, que tienen un claro reflejo en la región latinoamericana. En los años noventa se suceden con elevada frecuencia una serie de crisis financieras en la región, crisis que afectan normalmente a aquellos países considerados emergentes y con un gran potencial para atraer inversiones extranjeras, de hecho las crisis estallan en los países que habían recibido mayores flujos de capital en las fases previas: México (1994), Argentina (1995), Brasil (1998) y nuevamente Argentina (2001) constituyen buenos ejemplos de esta afirmación. De ahí, que muchos de los

21 Daniel Martínez (2004) El mundo del trabajo en la integración económica y la liberalización comercial: una mirada desde los países americanos. OIT. Oficina Regional para América Latina y Caribe. 2004 22 En este sentido, es necesario señalar que aunque las inversiones realizadas en algunos países han tenido algunos de los efectos mencionados como es el caso de Chile, México o Brasil, en otros casos los efectos positivos son mínimos.

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países de la región se encuentren entre los países con mayores niveles de vulnerabilidad frente a crisis financieras. Otra cuestión de gran relevancia en este tipo de crisis y a la que ya hemos hecho alusión es el contagio. Este fenómeno tuvo su primera manifestación clara en la región con la crisis mexicana de 1994, fue el llamado efecto tequila, que impactó en otros mercados emergentes de la región y fue el detonador de la crisis argentina de 1995. Desde entonces los efectos de contagio se han multiplicado, con lo que las crisis financieras, lejos de tener implicaciones solo para el país que la sufre, difunden sus efectos sobre otros países.

Finalmente, las crisis citadas han generado violentas fluctuaciones en los niveles de entradas y salidas de capital en América Latina con efectos devastadores para el crecimiento y el empleo en los países afectados. Así, cada una de estas crisis interrumpió repetidamente los avances en el crecimiento con tanto esfuerzo conseguido, de forma que como señala la CEPAL, la volatilidad de los flujos de capital ha llegado en ocasiones a contrarrestar el beneficio de obtener financiación para grandes proyectos de inversión. E) LAS DESIGUALDADES Y LA POBREZA

América Latina ha realizado importantes progresos en el ámbito social: la brecha del Índice de Desarrollo Humano se ha reducido en un 20% entre 1975 y 1997, lo cual refleja una mejora sustancial de los indicadores sociales. Según datos de la CEPAL, la esperanza de vida ha aumentado de 69 años en 1990 a 71’9 en 2004, el porcentaje de población analfabeta ha disminuido de un 14’9% aun 9’5% en ese mismo periodo y la tasa neta de matrícula en educación primaria se sitúa cada vez más cercana al 100%.

Sin embargo, a pesar de los citados avances, la pobreza sigue afectando a un gran porcentaje de la población latinoamericana. Como podemos observar en el siguiente cuadro, la población por debajo de la línea de la pobreza experimenta un importante aumento en la década de los ochenta, considerada como la década perdida, y pasa de 136 a 200 millones de personas. La tendencia sin embargo se invierte durante la década de los noventa, periodo caracterizado por una reducción prácticamente generalizada de los niveles de pobreza en la región, aunque los buenos resultados iniciales se fueron desvaneciendo paulatinamente hasta llegar en algunos países a revertirse hacia el final del periodo. Así, en 1997 muchos países de América Latina sufrieron importantes retrocesos en materia de pobreza mientras en el resto los índices permanecían estancados. Estancamiento que se prolonga durante los primeros años de la década actual y que solo parece remontar en 2004, registrándose nuevos avances en la materia en la mayoría de los países.

Cuadro nº 6

América Latina: incidencia de la pobreza y la indigencia 1980 – 2002 (porcentaje sobre el total de población)

POBRES INDIGENTES TOTAL URBANA RURAL TOTAL URBANA RURAL 1980 40’5 29’8 59’9 18’6 10’6 32’7

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1990 48’3 41’4 65’4 22’5 15’3 40’4 2000 42’5 35’9 62’5 18’1 11’7 37’8 2002 44’0 38’4 61’8 19’4 13’5 37’9 Fuente: CEPAL. Panorama social de América Latina 2003

Los promedios para la región, como ya hemos comentado en anteriores ocasiones, ocultan importantes diferencias por países. Así, en Uruguay, el país que mejor comportamiento ha mostrado en materia de pobreza, tan solo en 10’2% de la población en 2000 se sitúa por debajo del umbral de pobreza mientras que este porcentaje aumenta hasta un 61’7 y un 61’3 en Paraguay y Ecuador respectivamente. Si comparamos las cifras de 1990 y 2000 observamos que en esta década, que registra mejoras en la pobreza en términos globales, algunos países como Ecuador y Colombia se mantienen prácticamente estancados y otros no solo no mejoran sino que experimentan sensibles retrocesos en este ámbito. Este es el caso de Argentina Bolivia, Paraguay y Venezuela. Por su parte las cifras de 2003 reflejan una recuperación en todos los países de la región salvo en el caso de Argentina y Uruguay.

Cuadro nº 7

Población por debajo de la línea de la pobreza PAISES 1990 1994 1997 2000 2003 Argentina 21’2 13’2 17’8 24’7 45’4 Bolivia 53’1 51’6 62’1 60’6 52’0 Brasil 48’0 45’3 35’8 36’5 34’1 Chile 38’6 27’5 21’7 20’6 18’8 Colombia 56’1 52’5 50’9 54’8 51’1 Ecuador 62’1 57’9 56’2 61’3 --- México 47’8 45’1 52’1 41’1 32’2 Paraguay 42’2 49’9 46’3 61’7 50’1 Perú --- --- 47’6 48’0 42’0 Uruguay 17’8 9’7 9’5 10’2 15’4 Venezuela 40’0 48’7 48’1 48’8 --- Fuente: CEPAL, Panorama social varios años

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