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Revista Mexicana de Investigación Educativa 479 INVESTIGACIÓN Revista Mexicana de Investigación Educativa mayo-agosto 2003, vol. 8, núm. 18 pp. 479-502 La enseñanza en España durante el Antiguo Régimen (s. XVIII) El ejemplo periférico insular de Gran Canaria, como fraude de la Ilustración a la educación popular MANUEL FERRAZ LORENZO* Resumen: Este trabajo es el resultado heurístico de analizar e interpretar los entresijos de la sociedad periférica canaria durante el siglo XVIII, centrando especialmente su atención en las propuestas educativas a favor de la instrucción y de la cultura ilustradas. Hemos comprobado cómo las pautas educativas establecidas poco tuvieron que ver con aquella idea ampliamente expresada sobre la felicidad pública. Tampoco se convirtieron —ni lo pretendieron— en mecanismo de desgaste social del sistema estamental y de su red de privilegios, sino que desempeñaron el papel de anclaje al emergente juego político y a las nuevas normas y valores propios de la mentalidad finisecular del setecientos. Desde aquellas escuelas, creadas y tuteladas por la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Gran Canaria, el rearme ideológico fue más propicio para hacer llegar a todos los sectores sociales la política despótica y realenga del momento. Canarias, y en particular Gran Canaria, consideradas “Islas adyacentes” [sic] se convirtieron en endeble, efímero y, por encima de todo, fracasado reformismo dieciochesco en cuanto a la educación que debía recibir el pueblo. Abstract: This paper is the heuristic result of analyzing and interpreting the difficulties of the Canarian peripheral society during the 18 th century. Attention is centered especially on the educational proposals in favor of instruction and the culture of the Enlightenment. We have * Profesor titular de Teoría e historia de la educación, Centro Superior de Educación, Edificio Central, Universidad de La Laguna, Tenerife. C/ Molinos de Agua, Urb. La Quinta, Edif. 1, Pa 5, 2C, 38207 La Laguna, Tenerife, España. CE: [email protected]

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Algunos objetos mentales relacionados con el concepto volumen de maestros de primariaINVESTIGACIÓN

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pp. 479-502

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El ejemplo periférico insular de Gran Canaria, comofraude de la Ilustración a la educación popular

MANUEL FERRAZ LORENZO*

Resumen:Este trabajo es el resultado heurístico de analizar e interpretar losentresijos de la sociedad periférica canaria durante el siglo XVIII,centrando especialmente su atención en las propuestas educativas afavor de la instrucción y de la cultura ilustradas. Hemos comprobadocómo las pautas educativas establecidas poco tuvieron que ver conaquella idea ampliamente expresada sobre la felicidad pública.Tampoco se convirtieron —ni lo pretendieron— en mecanismo dedesgaste social del sistema estamental y de su red de privilegios, sinoque desempeñaron el papel de anclaje al emergente juego político ya las nuevas normas y valores propios de la mentalidad finisecular delsetecientos. Desde aquellas escuelas, creadas y tuteladas por la RealSociedad Económica de Amigos del País de Gran Canaria, el rearmeideológico fue más propicio para hacer llegar a todos los sectoressociales la política despótica y realenga del momento. Canarias, y enparticular Gran Canaria, consideradas “Islas adyacentes” [sic] seconvirtieron en endeble, efímero y, por encima de todo, fracasadoreformismo dieciochesco en cuanto a la educación que debía recibirel pueblo.

Abstract:This paper is the heuristic result of analyzing and interpreting thedifficulties of the Canarian peripheral society during the 18th century.Attention is centered especially on the educational proposals infavor of instruction and the culture of the Enlightenment. We have

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* Profesor titular de Teoría e historia de la educación, Centro Superior de Educación,Edificio Central, Universidad de La Laguna, Tenerife. C/ Molinos de Agua, Urb. LaQuinta, Edif. 1, Pa 5, 2C, 38207 La Laguna, Tenerife, España. CE: [email protected]

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proven how the established educational guidelines had little to dowith that widely expressed idea of public happiness. Nor did thoseguidelines become—or even attempt to become—a mechanism ofsocial weakening of the Courts of Aragon and their network ofprivileges; instead, they served as an anchor for the emergingpolitical scheme and the new standards and values of the secularmentality of the 1700s. From the time of the creation andprotection of schools by the Real Sociedad Económica de Amigos del Paísde Gran Canaria (“royal economic society of friends of the countryof Grand Canary”), the ideological thrust was more propitious forspreading the despotic royal policy of the moment to all socialsectors. The Canary Islands, and in particular Grand Canary,considered “adjacent islands”, became an example of weak,ephemeral, and especially unsuccessful eighteenth-centuryreformism, in terms of the education the people were to receive.

Palabras clave: siglo XVIII, Islas Canarias, educación popular,Sociedades Económicas, fraude.

Key words: 18th century, Canary Islands, popular education,Economic Societies, fraud.

[...] Nadie ignora que asi como la gloria, la prosperidad y la duracionde los Estados dependen de las costumbres de las Naciones que loscomponen, asi la felicidad y la salud de los Pueblos consisten en elcuidado de formar la juventud, y aun la infancia de sus individuos[...]Todo el mundo se queja de la mala educacion que se da a las tiernasplantas. Todos conocen que en el actual plan de educación haymultitud de vicios que crecen con la edad y cuyos efectos semanifiestan con el tiempo en los Tribunales, las Catedras, el manejode los negocios y en todo el comercio de la vida civil y política. Asi,sin detenerme en estos dos puntos, voy a estender mis reflexionesconforme vayan ocurriendo [...] (Joseph Clavijo y Fajardo, “ElPensador”, 1763).

Las ciencias, las amables ciencias, que en Europa han elevado elpresente Siglo sobre todos los siglos más ilustrados de la antigüedadgriega y romana, aún para las Islas Afortunadas son extranjeras. V.S.es el Cabildo de un País que todavía vive en los funestos siglos X y

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XI pudiendo no serlo. Desde sus primeros rudimentos ofrece a V.S.las letras un espectáculo harto melancólico y humillante. ¿Quiénsabe escribir correctamente? Los mismos oficiales de pluma, losmismos maestros (tiemblo al decirlo), los mismos graduados yliteratos de profesión ingnoran absolutamente los elementos mástriviales de la ortografía castellana, y siendo así, ¿quién nos enseñaráa escribir bien? (Joseph Viera y Clavijo, “El Síndico Personero”, 1764).

Aunque el siglo XVII español ha sido calificado de manera generalizadacomo “decadente” y “desdichado” —fundamentalmente por susfracasos en materia política, militar y financiera— el XVIII ha sidocaracterizado como siglo de “reformas” y “prosperidad” en práctica-mente todos los ámbitos —incluido, por supuesto, el cultural— trasla estela dejada por el reinado de Carlos III. Si bien parece evidente que nofaltan razones objetivas para expresarse de este modo —ya quealgunos factores de variada naturaleza, difíciles de avistar en ocasionese imprecisos de delimitar en otras, se han entrecruzado para situar estavirtual línea divisoria entre dos percepciones supuestamente tanopuestas— no es menos cierto que el objeto de estudio, la dinámicade los acontecimientos y los procesos y fenómenos sociales acaecidos,se mantuvieron imperturbables a través de lo que podríamos denomi-nar como quietismo absolutista-normalizador que, estricto sensu, alcan-zó los dos siglos. Una situación que, como todos sabemos, sólo seríazarandeada tímidamente y en momentos muy concretos por la presiónde la naciente burguesía industrial y, sobre todo, comercial, en conni-vencia casi permanente con el resto de los sectores de la oligarquíaterrateniente, que ya presagiaban la quiebra de la monarquía preilustraday el surgimiento de un Estado protoliberal.1

Esta advertencia inicial, que trata de evitar simplificaciones maniqueasen la prolífica dialéctica histórica que tratamos de desarrollar, tambiénnos sirve para situar las coordenadas en las que centraremos estetrabajo, circunscrito temporalmente al periodo de apogeo y de opti-mismo ilustrado propio de las reformas realengas que impulsaron, asu vez, la creación de las Reales Sociedades Económicas de Amigos delPaís (RSEAP).

A pesar de las cautelas proemiales expuestas de carácter general —queno tienen otro interés que el de situar los ejes temáticos y metodológicos

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en los que nos vamos a mover—, nuestro propósito es mucho másmodesto al dedicar el presente trabajo al estudio de una de esasSociedades, concretamente la establecida en Las Palmas de GranCanaria, para completar un poco más el mosaico de Canarias queya iniciáramos en otro momento con el análisis de la Económicatinerfeña.2 Los aspectos más singulares de la misma y, más que nada,sus perfiles educativos, se convertirán en nuestro centro de atención;antes, sin embargo, debemos hacer una puntual referencia a losprecedentes insulares en esta misma materia formativa, instructiva yadoctrinante.

Antecedentes educativos en la Isla de Gran Canaria

En unas Islas donde las tareas sociales dominantes eran las desempe-ñadas por labradores, jornaleros, artesanos y criados, además de losempleados con fuero militar,3 no debió estar muy reconocido niaparentemente ser muy útil el aprendizaje de la lectura y de la escritura.La Isla de Canaria, como desde la antigüedad se denominó a la Isla deGran Canaria, fue un claro ejemplo de esta despreocupación casigeneralizada por las tareas relacionadas con la educación, la instruc-ción o simplemente el aprendizaje de los súbditos, tal y como sucedióen todas las sociedades durante la larga etapa que perduró el AntiguoRégimen estamental.4 Sólo la labor desempeñada por las órdenesreligiosas mitigó, en parte, las secuelas de las hambrunas cerebrales,con las consecuencias perniciosas de memoria servil y falsedades queello trajo consigo, al entender la educación como purificación de lasalmas corrompidas y asediadas, por mor de unos cuerpos débiles ycaducos profundamente sometidos a las pasiones emergentes delmal.5

Sin remontarnos demasiado en el tiempo para no salirnos de losmárgenes cronológicos establecidos, podríamos afirmar que una delas primeras escuelas que se crearon en la ciudad de Las Palmas concierta sistematicidad y rigor fue la instituida por la Compañía de Jesús.El inquisidor y canónigo de la iglesia catedral, Andrés Romero ySuárez, en escritura pública de 15 de mayo de 1696 y en otras quesiguieron a ésta,6 ofrecía 200 ducados vitalicios, una hacienda de 380

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fanegas con higueras incluidas en Jinámar y las casas de su propiedad,con la condición de que en ellas los jesuitas enseñaran las primerasletras a los lugareños. Y así fue, porque con fecha de 1 de enero del añosiguiente, y “con indecible gozo del fundador” según comenta elpropio Viera y Clavijo, se abrieron las clases de gramática y de primerasletras.

Esta escuela continuó hasta la expulsión de los jesuitas en 1767, si bienhubo que esperar dos años para que el Consejo de Castilla dispusierauna Real Orden por la que se creaban dos escuelas gratuitas deprimeras letras (también llamadas reales y poco más tarde públicas) enlos barrios de Vegueta y Triana de la ciudad. Según consta en ladocumentación consultada, estaban bajo la supervisión del regente dela Audiencia y habían sido dotadas con los fondos del antiguo legadodel inquisidor Romero Suárez, además de 40 pesos para alquiler de lacasa y de 5 reales de vellón al mes provenientes de los padres máspudientes “para recompensar el penoso trabajo de la enseñanza y enatención a haberse aumentado el precio de todos los renglones deprimera necesidad”.7

Al parecer, aunque quizás sea mucho suponer, mientras el maestro deVegueta permanecía fiel a las ideas escolásticas del momento, el deTriana se adaptó a la corriente preilustrada emergente, hasta el puntode propiciar la entrada de ciertos planteamientos jansenistas en suescuela como base para mejorar la labor educativa.8 De todos modos,no nos llamemos a engaño, además de aprenderse defectuosamente aleer y escribir en ellas, como certeramente apunta A. Millares Torres,las técnicas y metodologías de estudio dejaban mucho que desear encualquiera de los dos centros de enseñanza capitalinos, a tenor de loselocuentes testimonios vertidos por Domingo José Navarro, en losque expresaba, impotente y decepcionado, que “las horas de escuelaeran un infierno de gemidos, clamores y llantos”.9

En el resto de la Isla las cosas fueron todavía mucho peor en cuantoa las dificultades encontradas para crear y consolidar algún tipo deestablecimiento docente. De hecho, el único pueblo que a principiosde siglo contó con una escuela mínimamente dotada fue el de Telde.En régimen de fundación, fue abierta en 1737 por Pedro Manrique

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Alvarado con caudal de Diego López Montañer; para su puesta enfuncionamiento se le concedió al maestro casa con sala para laenseñanza y 160 pesos anuales del producto de varios terrenos y aguas:

Según dicha fundación, [el maestro] está obligado a enseñar en lashoras acostumbradas de mañana y tarde, no solo las Primeras Letras,hasta escribir y contar, sino también la Latinidad. Actualmente notiene ningún discípulo dedicado a este ultimo estudio: los dePrimeras Letras son veinte. Esta escuela necesita mucha reforma. Aeste fin parece conveniente declarar exonerado al tal Maestro delcargo de la Latinidad, y aun prohibirle que voluntariamente la enseñeen las horas de Escuela, en la qual debe emplear todo el tiempopresente de mañana y tarde obligandole a su puntual observancia ya seguir el metodo conveniente de enseñanza que se le dictase.10

Estas modalidades, además de las numerosas escuelas parroquiales yconventuales dispersas por el resto de los municipios y establecidasdesde los tiempos de la conquista, o de las capellanías, como ocurrióen el caso de Agüimes donde fue fundada por el chantre de la catedralde Caracas desde 1748 “con cargo de enseñar las primeras letras demañana y tarde, para lo cual llama a sus parientes mas cercanos, y ensu defecto al originario de dicho pueblo que fuese mas pobre”,11

fueron los reductos más destacados para enseñar la lectura, la escritu-ra, las cuentas y, sobre todo, las verdades absolutas e incuestionablescontenidas en la doctrina cristiana.

Tengamos presente en todo el escenario social que hemos narrado,que la población de la Isla a finales del siglo XVIII era de 49 mil 445personas, según muestra el censo de Floridablanca; de ellas, casi 10 milno habían cumplido los 16 años y, sin embargo, tan sólo 153 estabancontabilizadas como estudiantes (lo que representa el 0.3%). Máscurioso resulta comprobar cómo en ninguno de los empleos descritosaparecía la profesión de maestro de primeras letras, amiga o preceptorde Gramática.12

Se sentaban las bases, por tanto, para promover de forma inmediata losestudios que la Isla requería a través de las políticas generales y lasestrategias particulares diseñadas por la RSEAP, a tenor de las deman-das políticas y de las condiciones económicas y sociales que se

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avecinaban. Además de intentar dar al traste a los conocimientos“inertes” [sic] —principio bienintencionado que estuvo muy lejos dellevarse a la práctica y de ser real—, sus miembros tratarían de“perfilar” los contenidos, métodos, orden y organización de lossaberes más útiles y beneficiosos, para impulsar desde Canarias las“Prevenciones dirigidas a los maestros de primeras letras” que ya sehabían experimentado con notable éxito en algunas escuelas de lacapital del reino.13

Proyectos y realizaciones educativas de la RSEAPC

Para evitar el desatino, la despreocupación y el amodorramiento endistintas esferas del conocimiento, las Sociedades en general, y laCanaria en particular, se dedicaron desde incluso antes de su aproba-ción definitiva, a tomar las medidas oportunas. De este modo, inten-tando dar respuesta a los problemas más acuciantes por los que pasabala sociedad estamental, sobre todo en el terreno de la agricultura, laindustria y la economía, la educación se convirtió en asunto prioritario.

Los testimonios con los que hemos encabezado este trabajo de dos delos más significativos ilustrados isleños lo dicen todo al mostrar lascarencias existentes: la educación útil, el fomento de las artes, laformación de los súbditos, la búsqueda de nuevas metodologías,etcétera, debían ser algunos de los eslabones que marcaran el punto deinflexión con el pasado, aunque —bien es cierto— nunca tratarande horadarlo ni de reemplazarlo.

La primera referencia que poseemos de la implicación de la Económi-ca grancanaria en los problemas educativos de la Isla aparece recogidaen sus propios Estatutos fundacionales, redactados el 25 de febrerode 1777, a solicitud e instancia de Juan Bautista Servera, obispo deCanarias.14 Habría que advertir, antes de proseguir, que la Económicade Canaria o grancanaria fue la primera del Archipiélago en solicitarla autorización al Consejo de Castilla para su establecimiento (conrespecto a las del resto del Estado hacía el número 10 y a la hora de seraprobados sus estatutos ocupó el puesto número 12).15 Concretamen-te en los títulos 10º, 11º, 12º, 13º y 14º cuyo epígrafe rezaba del

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siguiente modo: “En que se trata de las memorias impresas de laSociedad: de la Librería, de las comiciones; de los premios; y lasEscuelas Patrióticas”16 se daba cuenta de la preponderancia que teníanlas actividades instructivas. Pero también es verdad que a renglónseguido se realizaba una apostilla sumamente realista que dejabaentrever las dificultades existentes, sobre todo relativas a la falta dedotación financiera, para ocuparse de una faceta como la formaciónde los sectores sociales menos favorecidos:

Todo lo contenido baxo de estos títulos, lo admite la Sociedad porConstitución propia, para proveer sobre ello en todos sus puntos,siempre que lapenuria del Pais sea menos, y los fondos, y arvitriosde la Sociedad sean suficientes, lo que la misma procuraría con todasolicitud.

Con estas indicaciones se iniciaba la labor “patriótica” de la Sociedad,siguiendo la idea de favorecer la industria y los oficios contenidaoriginariamente en el Discurso sobre el fomento de la industria popular de1774 y en el Discurso sobre la educación popular de los artesanos y su fomentode 1775, ambos del polifacético Pedro Rodríguez de Campomanes. Serecogía en la letra de los Estatutos la necesidad de crear escuelas deprimeras letras donde, además de impulsar la educación e instrucciónde la juventud, se impartieran conocimientos de máquina, dibujo,hilazas, etcétera. Era la plasmación sobre el papel y para el caso deGran Canaria del deseo expresado por el Fiscal del Consejo de Castillapara todo el reino.

A falta de las actas originales de la Sociedad —al parecer desaparecidasdesde el siglo XIX como consecuencia del incendio que destruyó lasCasas Consistoriales en 1842 donde tenía sus archivos la SociedadEconómica— vamos a seguir los pasos de Viera y Clavijo17 paraanalizar, explicar y valorar las actividades desarrolladas en lo concer-niente a los aspectos instructivos, a sabiendas de que, al igual quehicieran otras sociedades económicas, el objetivo de las escuelascreadas en la ciudad de Las Palmas respondía a una triple voluntad, enalgunos casos más formal que real: la formación moral y religiosa, laconsecución de la felicidad y el bienestar individual y colectivo, y laformación técnica y económica.18

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Modelo educativo destinado a la formación de niños y niñashuérfanos

Aunque nos consta que hubo una preocupación constante por fomen-tar la educación de los niños nobles de la Isla, como ocurrió con otrasSociedades, lo cierto es que Viera y Clavijo no realiza ningún tipo dereferencia a la misma. Sí se detiene, sin embargo, en los intentos porfavorecer la educación de aquellos niños pobres y marginados, quepertenecían al amplio espectro poblacional sin amparo familiar ysocial, comúnmente denominados huérfanos o expósitos. Comoexpresión de la política regalista auspiciada por el monarca Carlos III—entendida como la doctrina defensora de las regalías o prerrogativasdel Estado frente a la Iglesia, que bajo el reinado del monarca ilustradoarrancó concesiones tan importantes como la expulsión de los Jesuitasen 1767—, se recibió en las dependencias de la Sociedad Económicauna Real Cédula del Supremo Consejo de Castilla en la que se requeríaa este cuerpo patriótico para encargarse del ministerio de Padres deHuérfanos, hasta entonces extremadamente descuidado en manos delayuntamiento.

Como rápida consecuencia de esta misiva se nombraron dos padres dehuérfanos: uno para el barrio de Vegueta y las poblaciones de Telde,Agüimes, Tirajana, y la Vega; y otro para el barrio de Triana y lugaresde San Lorenzo, Arucas, Firgas, Teror, Moya, Guía, Galdar, Agaete, laAldea, Artenara y Tejeda. De la primera zona se encargaba José deMatos y de la segunda Cipriano Avilés. Como atestigua Viera y Clavijo:

[…] las principales miras de estos comisionados debían ser tomarrazón de los huérfanos, desvalidos y necesitados de la ciudad y loslugares, proporcionándoles algún género de acomodo, auxilio oenseñanza, participando a la Sociedad cuanto hubiesen practicado ylo que necesitasen de ella en desempeño de este destino tanpiadoso.19

Analiza correctamente la situación nuestro ilustrado pero no entra enel fondo de la cuestión: como más adelante señalaremos, no era unaactividad piadosa la que debían realizar los padres de huérfanos, sinouna actividad de orden social. Los niños, confundidos con vagos y

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maleantes, molestaban y conturbaban a los viandantes impidiendo eldecoro y la decencia propios de los “grandes” núcleos de población.A comienzos de la década de 1780 se valoraba favorablemente que lasmuchachas entraran a servir en distintas casas decentes y que losvarones faenaran en los barcos de pesca. Pero también se afirmabaque, pese a todo, quedaban numerosos huérfanos “vagantes por lascalles con notorio peligro”.20

Tal y como aparecía en el libro de asientos presentado por el señorAvilés, con fecha de 15 de marzo de 1784, 45 huérfanos habían sidocolocados ya en casas honradas y en talleres de maestros de artes yoficios. El interés por integrar a estos jóvenes fue tanto que incluso elobispo de la diócesis y socio de mérito de la Real Sociedad, Antoniode la Plaza, propuso un año después conceder un premio de 25doblones a la mejor memoria en la que se explicara “el modo más fácilde dar útil destino y acomodo a tantos muchachos de ambos sexos quese ven vaguear ociosos por las calles”.

Como consecuencia de todo ello, se amplió el plantel de padres dehuérfanos pasando de los dos aludidos a dieciocho (tres por cada unade las seis zonas en las que se dividió la ciudad de Las Palmas). Eranecesario empadronar a todo niño o joven expósito, distinguiendoedad, sexo, ocupación, medios de subsistencia, “también el desempe-ñar cuanto se prevenía en la instrucción que se les comunicaba; el velarsobre las escuelas de primeras letras y amigas para desterrar los abusos,aumentarlas, suministrarles cartillas, catecismos, papel, plumas, etc.”

Las mismas indicaciones fueron seguidas por el corregidor, quien, asolicitud de la Sociedad, publicó un bando con fecha de 1 de abril de1786 por el que se obligaba a todos los padres de familia, tutores ysocios curadores a que enviasen a sus hijos y pupilos a las escuelasestablecidas a tal efecto, a los talleres de menestrales, servicio de casas,pesquerías u otros lugares de asistencia antes de 15 días, “pues de locontrario quedarían a disposición de los padres de huérfanos, quieneslos destinarían aunque lo repugnasen los expresados padres de familiay demás tutores”.21 Entre las iniciativas adoptadas habría que resaltarla creación de dos escuelas patrióticas de enseñanza gratuita dedicadasa “las labores propias del sexo”, una en Triana y otra en Vegueta. La

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primera contaba con 25 niñas y la segunda con 55. Esta mismaactividad se realizaba en el barrio de San José, donde asistían unos 30niños y 54 niñas. Allí se aprendía a leer y las niñas (al parecer, sólo ellas)realizaban algún tipo de costura.

Pero a pesar de estas propuestas, a finales de la misma década de 1780se comenzó a percibir una cierta desorganización en las actividadesprofesionales, educativas e integradoras planteadas por la Real Socie-dad Económica, hasta el punto de quedarse las escuelas “casi del todovacías y abandonadas, los talleres de los oficios sin aprendices, las casassin sirvientes y las calles llenas de muchachos pobres y ociosos, todoa causa de no poder los padres de huérfanos usar del apremio de la cárcelcuando se resisten a la educación”.22 Un requerimiento que, sin embargo, nofue aceptado por el nuevo corregidor y que disipaba todo tipo de dudasacerca del carácter impositivo y punitivo de las propuestas educativas,tan poco altruistas como excesivamente sujetas a fuertes mecanismosde control por parte de los grupos sociales dominantes.

Fuera por este motivo o por otros, lo cierto es que ni siquiera lospremios destinados a favorecer la compra de ropa y de calzado paraanimar a la concurrencia, surtirían los efectos deseados. Con grandeslimitaciones de asistencia y con enorme precariedad en sus dotacioneseconómicas, las escuelas continuaron en los dos barrios de la ciudaden donde las maestras cobraban dos pesos al mes por enseñargratuitamente a los niños y niñas que, además de pobres y huérfanos,debían acatar una voluntad que les era a todas luces ajena a su habitualproceder. Las escuelas patrióticas para acoger a estos niños se conver-tirían en una pieza más de la prolífica política ilustrada —plagada deedictos, normas y ordenanzas— destinada no tanto a formar indivi-duos felices para la sociedad, como a limpiar las calles de vagos,mendigos, prostitutas, proxenetas y ladrones.23

Escuelas patrióticas de primeras letras

Además de las enseñanzas destinadas a los niños huérfanos, tambiénse considera la posibilidad de educar a aquéllos otros que, no siéndolo,debían aprender unos conocimientos mínimos para el adecuado

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desenvolvimiento “político y religioso” en la sociedad. Veamos lasiguiente aseveración expresada por Viera:

Siendo la buena educación la única que puede preparar ciudadanosútiles al Estado, fue mirada desde luego por la Sociedad como uno delos primeros objetos de su instituto, mayormente cuando se veía éstaen Canaria en situación lastimosa. Las escuelas públicas son el taller dela juventud. Leer correctamente, escribir con buen carácter y ortogra-fía, aprender con inteligencia el catecismo y los rudimentos de ladoctrina cristiana, hablar con propiedad, acostumbrarse a buenosmodales e inclinaciones, tales deben ser los frutos de la enseñanzapolítica y religiosa, que si se yerran o malean deciden para siempre dela suerte de los hombres y de los pueblos.24

Sin que supusiese ninguna novedad por parte de la Económicagrancanaria, ya que seguía en este sentido las directrices marcadas porCampomanes para todas las Sociedades del resto del Estado,25 una delas primeras medidas fue el nombramiento de maestros, amigas, sociosprotectores y curadores.

Mientras el papel desempeñado por los primeros parecía clave:enseñar en la medida en que sus escasos conocimientos y sus escuá-lidos salarios se lo permitían, el papel de los socios protectores ycuradores era de distinto cariz aunque complementario con el deaquéllos: debían velar por el progreso de las enseñanzas —comohombres de confianza de la Sociedad Económica— llegando a actuaren determinadas ocasiones como mecenas, al sufragar los gastos de laescuela que tuvieran a su cargo. Su función consistía básicamente endistribuir los catecismos y cartillas, visitar un par de veces a la semanay en días indeterminados los locales donde se impartía la enseñanza,vigilar el cumplimiento de los “docentes”, la asistencia de los discípu-los, y “las causas que puedan influir en la falta de adelantamiento,dando cuenta a la Sociedad de lo que observaren para que pongaremedio, si es posible”.26

Para facilitar la labor educativa se contó igualmente con los nuevostextos escolares. En efecto, dos años antes de que hiciera lo propio laSociedad tinerfeña, la de Las Palmas estimó conveniente solicitar al

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menos dos ejemplares del libro de Pedro Díaz Morante —ilustradopor Francisco Javier Palomares— el Arte de escribir, publicado porprimera vez en 1776. En la sesión de 9 de febrero de 1778 se decidióque los dos maestros debían disponer de él en sus clases “instándolesprocurasen plantificar en ellas su observancia y ofreciendo merced ypremios a los discípulos que dieran pruebas de mayor aprovecha-miento”.27 Como instrumento político portador de múltiples códigosde significado, el libro escolar siempre fue un arma de socialización alservicio de los poderes establecidos para centralizar, uniformar ysistematizar determinadas prácticas e ideas, tras el velo protector quesuponía la expresión más benevolente de “popularizar” la enseñanza.

A partir de entonces, y en años sucesivos, el conocimiento de losmanuales escolares28 para adecentar la desvencijada caligrafía y paraoptar a la concesión de premios en calidad de discípulos más adelan-tados, como ingenuamente se expresaba —incluyendo en esta forma-ción de hábitos a los alumnos de la Escuela de Teror fundada por elpresbítero Domingo Navarro en 1790—, se convirtieron en losestímulos pedagógicos más destacados y repetidos. Tanto el maestrode Triana, Francisco Capiró, como el de Vegueta, Miguel de Marcelino,29

se dedicaron por entero a estas actividades, sobresaliendo siempre enlas planas de caligrafía entregadas a los miembros de la Sociedad losalumnos de primero. Los premios otorgados a los estudiantes másaventajados (y sumisos) eran hebillas y medallas de plata, medias,pañuelos de seda y puntillas de cortar plumas.

Sin embargo, y a pesar de los avances descritos, las críticas al estanca-miento de las enseñanzas lejos de remitir persistieron. Veamos elsiguiente testimonio:

Creyó el señor Censor advertir a la Sociedad, en junta de 4 dediciembre [1786], que en estas escuelas no se ponía todo aquelcuidado y exactitud que requería su buena enseñanza, por lo cual sedio comisión para averiguarlo más a fondo y procurar el mejorremedio.30

Si bien no sabemos nada más de este particular por carecer de lainformación necesaria, parece que no todos los sectores de la sociedad

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estuvieron de acuerdo con la labor ejercida por los docentes ni por susresponsables más inmediatos. También es verdad que el descuido, lafrivolidad de salón imperante, la insuficiente dotación económica y lageneralizada falta de interés de las Sociedades Económicas a finales desiglo, pudieron haber determinado con toda probabilidad esta des-atención escolarizadora y los perjuicios causados tanto en el procesocomo en los resultados del aprendizaje previsto. Asunto que, dicho seade paso, para las reformas proyectadas unos años antes de ampliointerés económico, patriótico y social, no era de escasa monta.

Estudios de dibujo y matemáticas

Seis años después de que se recibiera una Orden circular del SupremoConsejo de Castilla, en la que se solicitaba respuesta de la SociedadEconómica para conocer su opinión acerca de la creación de unaescuela de Artes y de Dibujo, llegaban los utensilios y modelosenviados desde Madrid para establecerla. Ese mismo año, 1787, senombraron los socios comisionados para la habilitación del mobiliarioy para la dotación del material necesario, que sería enviado por la RealAcademia de San Fernando de Madrid. Además de todo ello, tambiénse solicitó del Cabildo Eclesiástico una sala del antiguo hospital de SanMartín para instalar las citadas dependencias. Gracias a aquel desplie-gue de medios pronto contó con 70 alumnos y con la protección delmonarca, que con insistencia se había solicitado desde la Isla.

Poco después, el 31 de agosto de 1788, se presentó en la Económicael reglamento sobre el orden y buen régimen que debían prestar losdiscípulos, con lo que se confirma una vez más cómo el acatamientoy la disciplina parecían ser las virtudes más reputadas. Sólo faltaba ladistribución de premios que, como en las restantes enseñanzas, seconsideraba asunto prioritario para estimular la asistencia y el interésde los jóvenes. Con todo correctamente dispuesto perduró la enseñan-za de esta materia bajo el beneplácito de la Económica y de su director,el obispo Antonio de la Plaza, a pesar del disgusto que supuso eltraslado de éste a la diócesis de Cádiz el año 1790. La trascendencia deestas enseñanzas para la sociedad isleña quedó pronto demostrada,como así recogemos en la siguiente cita de A. Millares Torres:

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La Sociedad Económica por su parte, deseosa de cumplir con elobjeto principal de su instituto, se afanaba por fomentar la instruc-ción debiéndose a sus esfuerzos la creación y sostenimiento de unaacademia gratuita de dibujo, donde el artesano encontró modelosque copiar, y el artista un estímulo para despertar y desarrollar sugenio”.31

Con respecto a los estudios de matemáticas, los hechos transcurrieronde manera diferente. Veamos lo ocurrido: año y medio después de queDomingo Romero de Medina solicitara infructuosamente la creaciónde estudios de matemática a la Económica lagunera, asegurando estarconvenientemente preparado en esta materia para contribuir a “puri-ficar las Reales intenciones en fomento de la práctica y de la Patria”,32

volvía a solicitar la creación de estos estudios a la Económica de LasPalmas en junta celebrada el 27 de noviembre de 1786.

Si bien la Económica tinerfeña negó aquel ofrecimiento por falta demedios para financiarlo, los motivos que llevaron a su homóloga deGran Canaria a negar el proyecto fueron de distinto calado. “Noteniéndose ninguna noticia de la suficiencia de este sujeto, se diocomisión para averiguarla y acordar después lo que pareciese oportu-no, de cuya averiguación sólo resultó el desengaño de que el expresadoRomero se alababa de lo que no sabía y que unos dibujos que habíapresentado a la Sociedad eran muy antiguos y usados”.330

Aquella ineptitud —real o atribuida, no lo sabemos— fue compensa-da por el talento de Antonio Conesa, capitán del Cuerpo de Ingenierosy profesor por vocación sin asignación de sueldo en el SeminarioConciliar, al que se tributaron todo tipo de elogios. A partir de 1788la Económica sufragó los gastos necesarios para que pudiera dar lasclases de aritmética, ecuaciones, álgebra, etc. Sólo faltaba establecerlos premios, que en esta ocasión estaban formados por cartas geográ-ficas y juegos de mapas, entre otras distinciones.

Estos estudios, que habían concitado el apoyo incondicional de laSociedad, comenzaron a languidecer cuando se produjo el traslado deConesa a Tenerife, a pesar de haber dejado al frente de los mismos auno de sus más aventajados discípulos.

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Estudios superiores

Este epígrafe conviene no eludirlo, más por servir de complemento alas iniciativas teorizadas y planificadas por la Sociedad, que por susresultados prácticos que fueron nulos debido a las rivalidades mante-nidas por los sectores dominantes de las dos islas más influyentes delarchipiélago.

La fecha que originó esta legítima reivindicación fue el 9 de febrero de1784, día en el que la junta de la Real Sociedad Económica redactó lasúplica al rey para establecer cátedras de Leyes, Cánones, Medicina,Cirugía y Náutica. Todo ello debía hacerse sobre los bienes de laextinta Compañía de Jesús “a fin de que estos naturales, pobres eingeniosos, pudiesen estudiar las facultades sin salir del propio país, serprovechosos a la patria y encontrar el preciso acomodo en ella”.34

Casi dos años después, el 19 de diciembre de 1785, se volvería a reiterarla petición que obtuvo respuesta de la Corte pocas semanas más tarde,en la que se solicitaban nuevos datos para estudiar con detenimientosu emplazamiento. Al parecer, incluso el Fiscal del Supremo Consejode Castilla “había opinado muy favorablemente sobre la mencionadapretensión”, barajando la posibilidad de ampliar las cátedras y de crearuna universidad completa. Pero en agosto se supo que el informeenviado desde la Isla no había dejado satisfecho al Consejo; ni siquierala presencia en la Corte de Agustín Ricardo Madan, diputado perma-nente del Cabildo Catedral en Madrid, y de José Clavijo y Fajardo,influyente ilustrado canario que por entonces desempañaba impor-tantes cargos en el Real Gabinete de Historia Natural, sirvieron parapersuadir al monarca de su actitud. Tampoco fue atendida la propuestaque planteaba la conversión del Seminario Conciliar —creado en 1777para satisfacer las necesidades de formación del clero secular35— enuniversidad.

El ministro tinerfeño Antonio Porlier, además de otros destacadospolíticos, inclinaron la balanza a favor de su Isla que con fecha de 11de marzo de 1792 contó —aunque de momento sólo fuera en losdocumentos oficiales— con un centro de enseñanza superior ubicadoen La Laguna, con los mismos privilegios, exenciones y prerrogativas

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que gozaban las restantes universidades del reino.36 Se disipaba, de estamanera, una iniciativa que tuvo su punto de arranque en Las Palmas—con un protagonismo muy directo de los miembros que componíanla Real Sociedad Económica de dicha ciudad—, pero que fuerentabilizada por los grupos de poder más poderosos y descollantesubicados en Tenerife.

Conclusiones

Como acabamos de hacer notar, las propuestas educativas de la RealSociedad Económica de Amigos del País de Canaria dejaron unbalance positivo, pese a sus limitaciones presupuestarias y a su enormesentir como institución favorecedora de los sectores dominantes yminoritarios de la sociedad grancanaria. De hecho, en esta primeraetapa, que abarca cronológicamente los años de 1777 hasta 1808, casi70% de sus miembros formaba parte del clero y del estamento militar,lo que habla por sí solo de los intereses sectoriales que estabandispuestos a defender.37

Una batería de posibles soluciones presentada con vocación de regularlos estudios y de mostrar los flancos del saber y de las metodologíasmás avanzadas, para satisfacer las necesidades económicas, políticas ysociales marcadas por el poder. Con esta idea se pretendía sanearmoralmente la sociedad en una etapa de cambios ponderados ylimitados, que no debían poner en entredicho el predominio jerárqui-co y estamental de antaño. Tengamos presente que, coincidiendo conestas reformas y para mitigar sus posibles efectos perversos, se habíanfundado las juntas de Doctrina Cristiana, creadas por el obispo frayJuan de Herrera, con la intención de dar nuevos bríos a las destartala-das escuelas parroquiales que todavía abrían sus puertas en losdistintos pagos o barrios de las Islas, facilitando su mantenimiento yatrayendo a los alumnos más pobres.38

Por todo ello, nos atrevemos a decir que la Ilustración, vista en suconjunto, fue sobre todo una ilusión de vida refinada y decadenteevocada con exquisita sensibilidad y nuevas miras; historia y ficción,razón y sentimientos capaces de ofrecer no una mutación social sino

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una particular concepción del individuo, en la que educar era sinónimode adiestrar o domesticar para preservar. Una práctica que no puedeser entendida, pues, como labor altruista, magnánima y desinteresada,sino como anclaje al emergente juego político y a las nuevas normasy valores propios de la mentalidad finisecular del setecientos, quetambién serán reclamados por los reformadores liberales del siglo XIXa través de principios como centralización, difusión estatal de laenseñanza, secularización,39 gratuidad y uniformización.

Tan solo por eso, creemos, ha merecido la pena rastrear en el pasadopara conocer el punto de inflexión en el que se dio el primer paso, cortopero firme, para reemplazar la ultramontana teología especulativapropia de las enseñanzas conventuales provenientes de la ratio studiorumjesuita, por las útiles luces de la razón prevenientes de las mentalidadesmenos fanáticas propias de los ambientes jansenistas. Una travesía que,como todos sabemos, se retrasó mucho en el tiempo y estuvo plagadade ornato, formalidad y simbolismo, pero que pudo ser recorrida porilustrados y librepensadores, pese a las altas dosis de injusticia,persecución y violencia social que en determinados momentos tam-bién les tocó sufrir. Millares Torres, con su prosa de rigor, ha resumidomagistralmente lo que fue aquel final de siglo para la Isla:

Así era, pues, el aspecto que en general ofrecía la Gran-Canaria alconcluir el siglo diez y ocho: atraso intelectual y material en todos losramos que recorre la esfera de la actividad humana, pero señalesprecursoras de progreso que anunciaban un porvenir mas lisonjero.Estas señales eran mas evidentes en el comercio esterior [sic], quetomaba cada día nuevo incremento, poniendo al archipiélago encontacto con la Europa, y rompiendo, por decirlo así, la valla que elAtlántico ha interpuesto entre aquellos países, centro de la civiliza-ción, y estas aisladas rocas...40

Notas

1 Ver, a este respecto y entre otras muchas, las obras ya clásicas de lossiguientes autores: Anes Álvarez, Gonzalo (1979). El Antiguo Régimen: Losborbones. Madrid: Alianza Universidad; Domínguez Ortiz, Antonio (1976).Sociedad y Estado en el siglo XVIII español, Barcelona: Ariel; Sarrailh, Jean

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(1985). La España ilustrada de la segunda mitad del siglo XVIII, Madrid: Fondode Cultura Económica (primera edición en francés de 1954).

2 Ferraz Lorenzo, Manuel (en prensa) “La educación en Tenerife duranteel Antiguo Régimen (s. XVIII): entre el estatismo preilustrado y elpseudorreformismo borbónico”, en Revista de Educación, núm. 331,Ministerio de Educación y Cultura.

3 Instituto Nacional de Estadística (1986). Censo de 1787 “Floridablanca”. LasPalmas, (facsímil), Madrid, p. 589.

4 Con esta expresión, de origen francés, se designan las condicioneseconómicas, políticas y sociales existentes en los Estados europeos en laépoca del absolutismo (s. XVII y XVIII) y, especialmente, durante elperiodo de hegemonía de los borbones en España hasta bien entrado els. XIX.

5 Así lo entendió el polígrafo canario del siglo XIX, Gregorio Chill: “EnGran Canaria, lo mismo que en las demás Islas, no había homojeneidaden los estudios y las distintas escuelas monásticas hacían lo posible paraque fuese cada una de ellas la más preponderante, y para llegar a esteresultado apelaban a los medios mas reprobados, forjando patrañas,milagros y prerrogativas que desdecían mucho de la misión que estabanllamados a desempeñar; además, no era por lo común el mérito al quegarantizaban con diplomas poniendolo en circunstancias de desempeñarcon decoro el puesto que pudiera confiársele, sino que tenía valimientola posición del individuo, la baja adulación ó esa mansedumbre queproduce la crasa ignorancia...” Chill Naranjo, Gregorio (1872). Progresosde la Ilustración en Gran Canaria, fundación del Seminario Conciliar de laConcepción y demás establecimientos literarios, Manuscrito inédito.

6 Al parecer, hubo otras dos: una del 21 de agosto de 1699 y otra del 31 dejulio de 1700. Véase: Suárez Falcón, José (1920). Historial de los estableci-mientos de enseñanza de Las Palmas, Tipografía del Diario Buenos Aires, p.17.

7 Véase Darias Montesino, Elisa (1934) Ojeada histórica sobre la cultura en lasIslas Canarias. Santa Cruz de Tenerife: Librería y Tipografía Católica, pp.74 y 75; Padilla y Padilla, Pablo (1874). Memoria leída el 29 de abril de 1874en el solemne acto de distribución de Premios a los alumnos de las Escuelas deInstrucción Primaria, Las Palmas de Gran Canaria: Imprenta de la Verdad,pp. 3 y 4; Viera y Clavijo, Joseph (1783). Noticias de la Historia General delas Islas Canarias, tomo IV, Madrid: Imprenta de Blas Román (edición

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facsímil, Goya Ediciones, Introducción y notas a cargo de AlejandroCioranescu, 1982, tomo II, pp. 817 y ss.).

8 Millares Torres, Agustín (1874). Historia de la Inquisición en Las IslasCanarias, Editorial Benchomo (edición facsimilar, Canarias, 1981, pp. 68y 69); y VV.AA. (1991). Canarias y Carlos III, Las Palmas: Ediciones delCabildo Insular de Gran Canaria, p. 131. El jansenismo fue un movimien-to religioso, crítico con la teología escolástica en lo referente a la gracia,al libre albedrío y a la predestinación. Fue, además, enérgicamentecombatido por los jesuitas y por algunos papas, aunque tuvo notablesdefensores como el filósofo y matemático Pascal. Sus influencias llega-ron a todos los países europeos y a muchas zonas de América Latina.

9 Véase Millares Torres, Agustín (1860). Historia de la Gran Canaria, LasPalmas: Imprenta de M. Collina, p. 132; Navarro, Domingo José (1998).Recuerdos de un noventón. Memorias de lo que fue la ciudad de Las Palmas de GranCanaria al principio del siglo (XIX) y de los usos y costumbres de sus habitantes, LasPalmas: Cabildo Insular de Gran Canaria, p. 115. Continuaba el autor conel siguiente relato digno de ser tenido en consideración: “Lo queacontecía en la escuela de Triana era el reflejo, algo atenuado, de lo deVegueta y aun de la clase de primer año de latín en el Seminario, dondetambién se prodigaban los palmetazos y los azotes a cuerpo desnudo. Niaun con estos castigos quedaban satisfechos los implacables maestros:ponían a sus discípulos con los brazos en cruz sosteniendo en las manospesadas pautas y llegaron (parece imposible) a sacarlos a la puerta de lacalle con mitra y mandil de papel, en el que había pintado sapos y culebrasa imitaciones de los sambenitos inquisitoriales. El resultado de estoscrueles castigos era que los niños aborrecían la escuela, huían de ella,fingían [estar] enfermos, perdían la vergüenza y los sentimientos dedignidad; se hacían embusteros, hipócritas, vengativos y cobardes”.

10 Informe de la Económica de Canaria sobre escuelas. Archivo de la Real SociedadEconómica de Amigos del País de Tenerife (ARSEAPT), tomo 130. Elpresente informe fue enviado, en 1804, al presidente, regente y oidoresde la Real Audiencia de Canaria.

11 Ídem.12 No sabemos si en realidad no los había, o es que no los recogía la

estadística; lo que sí parece claro es que estaban peor valorados —o almenos importaban menos de cara al cómputo global de profesiones—que los curas, sacristanes, escribanos, criados, etcétera. Los únicosmaestros señalados pertenecían al Seminario Conciliar y su número era

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de 4. Véase Instituto Nacional de Estadística, Censo de 1787 “Floridablanca”...,p. 620 y anteriores. Conviene aclarar que un maestro de primeras letrasera aquél que enseñaba los rudimentos de la lectura y de la escritura; laamiga, era la versión femenina del maestro aunque centraba sus enseñan-zas fundamentalmente en la doctrina cristiana y en las labores de bordado(a veces, ni siquiera sabía leer y escribir); y el preceptor de gramática el queenseñaba latín y, por tanto, se correspondía con un docente de enseñanzasuperior.

13 Hagamos notar que por esta época se había editado un documento quecontenía las directrices fundamentales para hacer más efectiva la ense-ñanza: distribución de horas de clase, vacaciones, asuetos, premios,castigos, ramos de instrucción, etc. El encabezado decía lo siguiente:“Habiendo presenciado el Excmo. Sr. Conde de Fernannuñez losExamenes de las Escuelas de primeras letras del Real Sitio de SanIldefonso celebrados en el año pasado de 1787, de que se dió noticia enla Gazeta del Martes 2 de Octubre [...] y habiendo creido D. Juan Rubioque convendría dar á los Jóvenes sus alumnos alguna instrucciónmetódica para que por ella pudiera tener siempre presentes las máximasy reglas que les comunicó durante su permanencia en aquel Sitio, escribióy les entregó a su partida las siguientes Prevenciones, las cuales se publicanahora por juzgar que podrán ser no menos útiles a otros maestros deprimeras Letras del Reyno, y que merecerán al propio tiempo buenaacogida en las personas verdaderamente amantes de la educacion”. Cfr.Prevención dirigida a los maestros de primeras letras (1788). Madrid: ImprentaReal, 41 pp.

14 Establecimiento y Constituciones de la Sociedad Económica de los Amigos del Paízde esta Ciudad Rl. de Las Palmas de la Ysla de Canaria, para promover y excitarlos tres utilíssimos ramos de agricultura, artes, e industria en beneficio del público.

15 Anes Álvarez, Gonzalo (1969). Economía e Ilustración en la España del sigloXVIII, Madrid: Ariel, pp. 26 y ss.

16 Se entendía por escuelas patrióticas —como más adelante detallare-mos— aquéllas que debían fortalecer el papel del Estado a través de laeducación, enalteciendo la figura del Rey y los dogmas religiosos impues-tos por los poderes eclesiásticos.

17 Viera y Clavijo, Joseph (1981). Extracto de las Actas de la Real SociedadEconómica de Amigos del País de Las Palmas (1777-1790). Las Palmas:RSEAPLP (el manuscrito original data de 1791, justo un año más tarde dehaberse convertido en director de la Económica). También apoyaremos

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nuestra labor de investigación y de análisis en las siguientes publicaciones:Boletín de la Sociedad Económica de Amigos del País de Las Palmas de GranCanaria. Desde enero de 1862 hasta noviembre de 1870, Las Palmas: Imprentade “La Verdad”; García del Rosario, Cristóbal (1981). Historia de la RealSociedad Económica de Amigos del País de Las Palmas (1776-1990). Excma.Mancomunidad de Cabildos de Las Palmas, Plan cultural; García delRosario, Cristóbal (2001). La Real Sociedad Económica de Amigos del País deGran Canaria 1776-2001, 225 aniversario de su fundación, Las Palmas deG.C.; y VV.AA. (2001). Estudios y ponencias sobre la Real Sociedad Económica deAmigos del País de Gran Canaria, 225 aniversario de la RSEAPGC, Las Palmas.

18 Negrín Fajardo, Olegario (1984). Ilustración y educación. La Sociedad Econó-mica Matritense. Madrid: Editora Nacional, p. 29; y (1987). La educaciónpopular en la España de la segunda mitad del siglo XVIII. Las actividades educativasde la Sociedad Económica Matritense de Amigos del País, Madrid: UNED.

19 Viera y Clavijo, Joseph, Extracto de las Actas..., p. 136.20 Corrobora dicha idea la profesora Julia Varela, en un excelente trabajo

publicado hace algunos años sobre esta misma temática. Cfr. “LaEducación Ilustrada o como fabricar sujetos dóciles y útiles”, en VV.AA.:(1988). “La educación en la Ilustración española”, en Revista de Educación,Ministerio de Educación y Ciencia, Madrid, pp. 245-274.

21 Viera y Clavijo, Joseph, Extracto de las Actas..., p. 139.22 Ibídem, p. 142. La cursiva es nuestra.23 Ver a este respecto el trabajo de Monzón Perdomo, María Eugenia.

(1994). La pobreza en Canarias en el Antiguo Régimen, Las Palmas de GranCanaria: Ediciones del Cabildo Insular de Gran Canaria.

24 Viera y Clavijo, Joseph, Extracto de las Actas de la Real Sociedad..., p. 122.25 “[...] las iniciativas parten de Madrid y en Canarias sólo se ejecutarán las

órdenes”, sentenció Cioranescu, Alejandro (1977). “La Ilustración Cana-ria”, en Millares Torres, Agustín, Historia general de las Islas Canarias, tomoIV Edirca, Las Palmas de Gran Canaria, p. 191.

26 A falta de las Actas de la Real Sociedad Económica de Las Palmas, hemosconsultado las de la Sociedad Económica lagunera (ARSEAPT). Ver, entreotras, la de 9 de noviembre de 1793.

Para conocer con más exactitud y exhaustividad cómo era en realidad unajornada escolar durante esta época, consúltese el trabajo del profesor

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Bethencourt Massieu, Antonio (1987). “Una jornada escolar en LasPalmas de Gran Canaria en 1775”, en Boletín Millares Carlo, vol. V, núms.9-10, diciembre, UNED-Centro Asociado de Las Palmas, pp. 141-154; ydel mismo autor (1999) La enseñanza primaria en Canarias durante el AntiguoRégimen, UNED-Centro Asociado de Las Palmas de Gran Canaria; paraahondar en los aspectos curriculares, véase, también, Santana Pérez, JuanManuel (1995). “Contenidos en la enseñanza canaria del siglo XVIII”, enVV.AA. Homenaje a Antonio de Bethencourt Massieu, Las Palmas: Ediciones delCabildo Insular de Gran Canaria, vol. III, pp. 449-473.

27 Viera y Clavijo, Joseph: ob. cit., p. 122.28 Subrayemos la idea de que además del libro de Morante y Palomares, en

1787 se solicitaron a Madrid varios ejemplares de la Ortografía de laAcademia Española y, a partir de 1790, también algunas docenas de laobra titulada Elementos de Gramática castellana, Ortografía y Urbanidad delpadre Santiago Delgado, maestro de las Escuelas Pías.

29 Que moriría poco tiempo después, concretamente en 1782, y que seríasustituido por Pedro Carros.

30 Viera y Clavijo, Joseph, ob. cit., p. 125.31 Millares Torres, Agustín: Historia de la Gran Canaria..., p. 122.32 ARSEAPT, Legajo 3 (22/3). Industrias.33 Viera y Clavijo, Joseph, ob. cit., p. 129.34 Ibídem, p. 130.35 Hernández Corrales, Alejandra (1997). El Seminario Conciliar del Archipié-

lago Canario. Estudio histórico pedagógico, Barcelona.36 Cfr. Escobedo y González-Alberú, José (1928). La Universidad de Canarias.

Apuntes para su Historia desde su primera fundación en 1701 hasta el presente,Madrid; Núñez Muñoz, María Fé (coord.) (1998). Historia de la Universidadde La Laguna, tomo I, Tenerife: Servicio de Publicaciones de la Universi-dad de La Laguna; Rodríguez Moure, José (1953). Historia de las Universi-dades Canarias. Tenerife: Instituto de Estudios Canarios,.

37 García del Rosario, Cristóbal, Historia de la Real Sociedad..., p. 82.38 Recordemos, en este sentido, las palabras de P. Burke cuando afirmaba

que: “En España, como en otros lugares, los reformadores consiguieron

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realmente mucho menos de lo que habían querido. Sin embargo, tambiénlograron más de lo que querían, porque el movimiento de reforma tuvoconsecuencias muy importantes, que los reformadores no se habíanpropuesto o que simplemente no se esperaban. La más evidente fueagrandar la separación entre la pequeña y la gran tradición [...] Lasreformas afectaron a la minoría educada más rápida y profundamenteque al resto de la sociedad, lo que les separó más y más de las tradicionespopulares...”. Burke, Meter (1996). La cultura popular en la Europa moderna,Madrid: Alianza Universidad, pp. 342 (primera edición en inglés de 1978).

39 Entre las recomendaciones que realizaba la Económica grancanaria a laAudiencia de Canarias el año 1804, había una que destacaba por suoriginalidad: “1.- Que en la parroquia o ermita de cada Pueblo dondehubiese Escuelas, se ponga una caxita o cepillo cerrado con dos llaves consu letrero que denote ser para recoger las limosnas para la tal Escuela. Elpárroco debería tener una de estas llaves, y la otra el Maestro, y se abriríapor ambos quando pareciese oportuno quedando igualmente a cuidadoy prudente discreción emplear en los objetivos indicados en favor de laEscuela lo que se hubiese recogido, atendiendo a la mayor necesidad yutilidad. Un párroco celoso puede influir mucho en inclinar la piedad delos fieles acia esta obra de caridad que trahe tan incalculables ventajas”.

40 Millares Torres, Agustín, Historia de la Gran Canaria..., p. 146.

Artículo recibido: 22 de diciembre de 2002Aceptado: 11 de marzo de 2003