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    19"631Editorial" Mateu, Barcelona.- Derechos Reservados.-" -

    Es propiedad "la composicin tipogrfica y sus caractersticas.

    Co-edicin nica con'LITO EDICIO .ES OLIMPIA; S. A.SEVILLA No. 109

    MEXICO 13, D. F.

    /

    S. A.

    Todos los materiales utilizados son. de -Manufactura Naclonat,

    En esta Edicin exicana colab,orarn vatiosamente:

    p'~apEd;KlDbertv

    TIro:Fech

    reposicin.'

    1973_-

    Impreso en Mxico.

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    Petronio se despert, C01110 de costumbre, mediado el da. Es-taba muy fatigado.' La noche antes, en el banquete de Nern, sehaba aburrido soberanamente discutiendo con Sneca Y.Lucanoel problema de si la mujer tena alma. Petronio no estaba bien desalud desde hada tiempo. Se despertaba ms cansado que al acos-tarse, aunque notaba despus que el bao yel masaje le devolvianlas fuerzas, y ni el mismo Otn hubiese podido competir en pblicocon el que todos llamaban "rbitro de las elegancias". Se le vea

    .poco en las termas pblicas. .Petronio salt del lecho y se dirigi al bao--Mientras los for-

    zudos esclavos le frotaban y le daban masaje, le anunciaron la visi-ta de Marco Vinicio, sobrino suyo. Vinicio regresaba de Asia Me-'nor, 'de combatir a los partos, a las rdenes de Corbuln, Erapredilecto de Petronio, no slo por su belleza atltica, sino porquetena tambin ese sentido de la elegancia que el arbiier apreciaba

    por encima de todo 1 0 dems.- iSalve, Petronio! - exclam el joven, entrando en el dcpi-

    larium. con paso casi militar -. iQue los dioses derramen sus gra-cias sobre ti; sobre todo Venus y Esculapio!

    - Salve, Vinicio, y que te sea dulce el reposo despus de lalucha! - respondi Petronio, sacando una manode entre los plie-

    gues de los delicados lienzos que le envolvan -, Qu ocurre por_ Armenia? Llegaste a visitar Bitinia? .

    Antao, Petronio haba sido gobernador de Bitinia, desernpe-ando muy bien su cargo, y todos recordaban sus virtudes COl110gobernante. .

    ~ He estado en Heraclea - respondi Vinicio -, adonde me .mand el general en busca de refuerzos. . '

    - jAh, Heraclea! All conoci a cierta muchacha, natural deClquida, que vala ms que todas las divorciadas de .hoy, en Ro-

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    ma; incluso esa Popea. Pero esos tiempos ya han pasado. Cunta-me algo de los partos. Me figuro que esos supuestos hroes andana cuatro patas en los campos de su pas y cuando vienen aqu se

    'las echan de hombres.- La guerra no'rnarcha muy bien. Si no fuera por Corbuln,habra acabado ya todo, hace tiempo, en un verdadero desastre.

    - Bah! Por Baco! Ese dios Corbuln, ese Marte, me pareceun gran capitn y un gran imbcil. Slo me gusta por una cosa:

    porque Nern le tiene miedo ..- Corbuln no es un imbcil! - dijo Vinicio, ponindose

    seno._ Tal vez tengas razn, pero, a fin de cuentas, hoy lo es todo

    el que se porta como un hroe para defender este mundo podridoen que vivimos. Adems, como asegura Pirrn, la estupidez hu-mana no se diferencia e n nada de la sabidura, ni sta de aqulla.

    Vinicio, que era un soldado yno sentia aficin por las tertuliasfilosficas, comenz a contar episodios guerreros. Pero vio quePetronio entornaba los ojos y se fij entonces en su rostro dema-crado, gastado, plido, y le pregunt por su salud. El poeta en-treabri los fatigados prpados y dijo : '-Mi salud? No es nada buena. Claro est que siempre se

    encuentra alguien peor; por ejemplo, el mancebo Sisena, quecuando le llevan al bao pregunta si est sentado o, de pie. Peroel caso es que yo no estoy bueno. Aunque has invocado por m a losdioses, no tengo ninguna fe en ellos. - Sonri despus con aire'de epicreo y prosigui diciendo -: Es cierto que hace dos' aosenvi al santuario de Epidauro tres docenas de mirlos vivos yuna copa de oro. Lo hice creyendo que, si bien no iba a curarme,tampoco me baria ningn dao. Me parece que todos los que ha-cen sacrificios =como.yo. Tambin ped socorro a lossacerdotes de '0. Sabta. que' eran unos farsantes, pero

    busqu de sa pam perfeecionarme, En cuanto a Ciprea,no du e q e es diosa excelente a la que t,tarde o tempra-no, no dars en sacrifiear .. p31omas.

    - - respondi -... -. Las de los partos no mehan _ . . , e las de Amor me hanheri Roma.,-iPO Gracias'!Cuntame, cun-

    tamet- P te be vemlldo PIlaEn aqUiet mOJJHmo entrar

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    el dilogo. Vinicio, aceptando la invitacin de Petronio, s e metien una pila de agua templada.

    - Me parece intil- dijo el poeta sonriendo - preguntartesi tu amor es correspondido. Si Lisipo te hubiera visto, estarashoy adornando la puerta palatina en figura de Hrcules adoles-cente.

    Vinicio sonri y se sumergi en el bao, salpicando unmosaicoque representaba a Juno suplicando al dios Sueo que adorme-ciese a Jpiter. Despus, terminado el bao, mientras Vinicio sedejaba depilar, entr ( '1 esclavo lector, con una caja de broncellena de volmenes rollos de pergamino. .

    _. Te interesa la lectura? _. pregunt Petronio a su huped,- Si son versos tuyos, si.- No son mos, pero s de un colega y rival al que aprecio mu-

    cho, unque me ha atacado. Su ingenio es infinito: se llama Fa-bricio Vejento yha sido desterrado por ese estpido Csar Barbasde Cobre bailarn ypayaso que tenernos. En su punto devista, meparece que ha cometido un disparate. Despus de prohibir los li-bros de Vejento, el pblico se los disputa ..Todos dicen :H Escan-daloso!" y se ,Pelean por ellos como canes. A pesar de todo, eserelato no es mas que un reflejo pobre de la realidad. Pero 1 0 cierto'es que todos devoran el1ibro temiendo ver en l su propio retratoy esperando encontrar el de sus amigos.

    - Y de ti, no habla Vejento?- Si; pero no acierta a retratarme tal como soy. Me pinta ms

    bueno ymenos inteligente. Escucha: en Roma se ha perdido, desdehace tiempo, el. sentido de los valores. Yo soy el nico que sabedistinguir exactamente entre 1 0 feo y 1 0 hermoso; y por esta cua-lidad no me pueden ver. . .

    Pasaron al frigidari'U11~para refrescarse, en el centro del cualhaba un manantial de color de rosa que esparca el frescor de susaguas perfumadas con violeta. Sentados en los asientos huecosque formaba el muro" estuvieron un momento en silencio, hasta

    que Vinicio exclam:- En la vida nada puede compararse al amor.- Quin sabe? Peto a ti 1 0 que te gusta ms es la .guerra .

    .A . cada uno susgustos.A Barbas de Cobre le agrada ms el canto,sobre todo el suyo, y ese viejo idiota Escauro tiene la mana de

    besar y abrazar apasionadamente unnfora de Corinto 9.uelere-.cuerda no s qu, y el da que se le rompa se suicidar. Dimer; noescribes versos? .

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    8 HENRY SIENKIEWICZ. '- Nunca he, sabido 10 que es un hexmetro.- Y no tocas la lira?-No.- Ni cantas? Ni bailas? N i llevas carros en el Hipdromo?- Una vez, en Antioquia, intent conducir, pero fracas.- Me tranquilizas. Y de qu partido del Hipdromo eres ~

    '-' De los verdes.'- Entonces puedes vivir sin miedo, tanto ms que tus' rique-

    zas; aunque son muchas, no son tan envidiables como las de Palaso Sneca, que, a pesar de su virtud, podra enterrarme bajo unamontaa de oro. El mejor da ser sacrificado y su palacio desa-parecer misteriosamente. Pero lo ms peligroso de todo es querercultivar aqu alguna de las artes que cultiva el Csar. Ese pelirrojoes u!l envidioso repugnanterAdems, Popea podra enamorar~ede ti;aunque en ese caso se te sahria requerir con bastante di-simulo. Sabes que el estpido Otn an dice que la ama locamen-te? Haido a Espaa, por donde pasea su soledad y sus suspiros.Est: tan cambiado, que descuida la elegancia y slo pasa horas

    peinndose. Qu lstima de honibre!' ,Y elarbiterprorrumpi en una suprema carcajada. Vinicio no

    pudo menos de sgerir:, .- Comprendo a Otn; slo que, en su lugar, obrara de otra

    manera,- Qu haras?

    . -Creara, fiel a mi persona, una poderosa legin de iberos,que son admirables soldados, y... , '.~Vinicio, Vinicio !Ganas siento de decirte que no seras c a ': '

    paz de hacer o, porque esas cosas no se dicen : sehacen. Yo, en sulugar, me reiria de Popea yde Borborroia. Quiz reclutara esalegiQn de ibem e que hablas ; pero no de hombres: de mujeres.

    Todo msescri . 'p~ qt e Il()

    Ieeria nadie ... , no comoese pobre Rufino .. ~- . ,, Pero en el unchttJriti .distrajo de su curiosidad a Vinicio la

    presencia de las esclavasqae all .~~ a su, seor. Dos deentre ellas, negras CO~ estatuas de :~ aeercronse a Petronioy a s husped,prontas aungir su eaerpo condelicados' perfumesde Araba: otras, frigias.hbiles en el arte-de peinar, tenian en susmanos, largas y flexibles, peines y b~tes espejos de acero; ydos griegas, tan blancas y bellas como diosas, .esperaban su turno

    para vestir a sus seores las amplias togas, cuyos pliegues com-

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    plicados deban tener la majestad del mrmol y la graciosa ondu-lacin de los cuerpos.

    - Por Jpiter! - exclam entusiasmado Vinicio -' . iNun-ca he visto coleccin. tan hermosa!

    - Prefiero la calidad a la cantidad - respondi Petronio-.Mi familia no cuenta ms que cuatrocientas cabezas, y opino queslo los advenedizos necesitan ms numerosa servidumbre.

    - Esclavas ms bellas no las tiene ni e! mismo Barborroja.A lo que respondi Petronio:

    _. Eres mi pariente y no soy tan egosta como Barso ni tanaustero como Aulo Plaucio.

    .El joven, al oir este ltimo nombre, se olvid de las esclavas,y, levantando vivamente la cabeza, pregunt:

    - Por qu has recordado ahora a Aulo Plaucio? Sabes,acaso, que he estado en su casa algunos das, cuando me ron1l? la

    . mano en los alrededores de Roma? Plaucio pas por casualidadjunto a m en el momento del percance, y, viendo que sufra ho-rriblemente, me llev a su casa, donde me cur su esclavo Meryon.Precisamente de eso quera hablar -contigo.

    - De eso? N o te habrs enamorado de Pomponia ? Si esas, te cornpadezco, porque ya no es joven, aunque es, en cambio,virtuossima. Conoces nada peor que la conjuncin de estas doscualidades de Pomponia?

    - No es de ella de quien estoy enamorado.- De quin, entonces?- Si yo lo supiera! Pero imagnate queni aun el nombre de

    ella me es conocido. Ligia o Callina? La llaman en la casa Ligia,porque es nacida de padres ligios: su nombre brbaro es Callina.jQu extraa casa esa de Aula Plaucio! Se alberga en ella unamultitud, y hay paz y silencio como en los bosques de Subiaco. Du-rante muchos das no supe que viva all una diosa, hasta que cier-ta maana, al amanecer, la vi lavndose en la fuente del jardn, yte juro, pr la blanca espuma de donde sali Afrodita, que a travs

    de su cuerpo pasaban los rayos del sol naciente COIUO a travs de- transparente nfora de ncar. Toda ella era luz, y tem un mo-

    mento que, cuando el sol avanzara, se diluida en l, convirtindoseen rayo fugitivo. Despus la vi dos veces ms, y desde entonces nas lo que es tranquilidad, no s lo que es desear el bullicio de laciudad. No quiero mujeres, ni vino, ni oro; ni mbar, ni banque-tes, ni gloria; slo quiero ver y tener a Ligia.

    - Si es una esclava, cmprala.

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    - No es una esclava.- Pues-qu es?_No s, no s! Creo que es hija de reyesb.rbaros, o algo,

    asi._ Empieza a interesarme tu historia, Vinicio._ Puedo colmar en parte tu curiosidad, Petronio, y la historia -

    110es larga. Tal vez conociste a Vannio, rey de10s suevos, el cual,arrojado de su pas, pas largo tiempo en Roma, yaqu se hizonotar por lo bien que jugaba a los dados ypor su habilidad comoauriga. Csar Druso le reintegr a su pas y su trono. Vannio, queera un hombre de valer, gobern al principio en su patria conequidad y fortuna; 'pero sus triunfos en la guerra cambiaron sumanera d ser, y cundi el descontento, no slo entre los pases

    fronterizos, sino entre sus sbditos.-Entouces Vangio Y Sido, dossobrinos suyos, decidieron que saliera otra vez de su reino y vol-viera a probar fortuna en Roma ... jugando a los dados.

    - Recuerdo que eso-ocurri en tiempo de Claudio._ S. Estall la guerra. Vannio llamo en su apoyo a sus ama-

    dos parientes. los ligios, .que acudieron en legiones, causando te-mores al mismo Claudio, pues prevea complicaciones en la fron-tera; yno queriendo mezclarse en una guerra de brbaros, escri-bi a su general Atelio que cuidara de que aqullos no. pasaran

    nuestra frontera. Los ligios se obligaron a ello,y dejaron en rehe-nes algunas de sus gentes, entre las cuales se encontraban la mujery la hija de su jefe; pues ya sabes que los brbaros las llevan con-sigoa la ~uerra. Mi Ligia es la hija de aquel guerrero brbaro.

    - Como lo sabes?~ Me 10 ha contado el mismo Plaucio. Los ligios no traspa-

    saron entonces la frontera ; pero, como brbaros que son, apare-cieron como una tempestad, y del mismo' modo desaparecieron.Su rey muri, y en poder de Atelio quedaron las mujeres y los

    nios dados en rehenes. Nuestro general, no sabiendo qu hacerde Ligiaa la muerte de su madre, se la envi a Pomponio, gober-nador ala .sazn de Germania. ste; al volver a Roma despus desus batallas, llevaba tras s, junto a su carro triunfal, a Ligia ;pero. como.no poda hacerla su esclava, porque no haba sido apre-sada, el buen Pomponio se desembaraz de ella entregndoselaa su hermana, Pomponia Grecina, mujer de Aulo Plaucio. Encasa de -ste, donde, comenzando por los seores y acabando porlas gallinas del corral, todos son virtuosos, ha crecido Ligia, tan

    virtuosa como su protectora, y tan soberanamente hermosa que,

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    junto a ella, la misma Popea parecera flccido higo de oto-o junto a una manzana de las Hesprides .

    . - Y qu ms? .- Te repito que, desde el instante en que vi que a travs de

    su cuerpo pasaba embellecida la claridad matutina, estoy enamo-

    rada locamente de Ligia. .- De modo que es transparente como una' lamprea o comouna sardina recin nacida?

    - No te burles, Petronio, y escucha. Al volver de Asia pasuna noche en el templo de Morfeo, ansiando tener un sueo reve-lador de l!li .porvenir,; y figrate que e~mismo dios vino a decirmeque en mi Vida habra un cambio radical por amor ...

    - He odo decir a Plinio que no cree en los dioses, pero sen los sueos, y acaso tiene razn. ,j Hay una divinidad ante laque mis bromas se callan: la eterna y omnipotente "Venus qetii-trix! Ella es la que rene las almas, la que acerca los seres y lascosas. El amor. ha hecho surgir el mundo del caos. Ha hechobien? Es discutible; pero su poder es innegable. Se puede no ado-rarlo, pero es fuerza reconocerlo.

    -' jAh, Petronio! Es ms fcil filosofar que dar un buen con-seJo.

    - Dime claramente 1 0 que deseas. ,- Quiero a Ligia! Quiero hacerlami esposa, si es posible!

    Si fuera esclava dara por ella a su dueo cien doncellas hermosasyadolescentes. Quiero tenerla en mi hogar hasta que mis cabellosblanqueen como las cimas del Soracto en invierno; quiero te-nerla!

    . - No siendo esclava de Plaucio, pero formando parte de .suja1ni lia , puede ser considerada corno alumna, y pasar a tus manossi Plaucio consiente.

    -Hablas como si 110 conocieras a Pomponia, que jams 1 0consentira. Adems, ella y su marido quieren a Ligia como a su

    propia hija. .

    - Conozco a Pomponia, que me recuerda a un ciprs melan-clico. Si no fuera la mujer de Plaucio, sepodra alquilar comoplaidera. Desde la muerte de Julia no, usa ms que vestidos ne-gros, y parece una sombra de mujer. Es adems wniuira, y enmedio de nuestras divorciadas de cuatro y cinco maridos ella re-sulta' un fnix. A propsito: 'no has odo decir que en el AltoEgipto ha renacido un fnix, cosa que ocurre cada quinientosaos una vez?

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    -Petronio! Del fnix hablaremos otro da._ Qu quieres que te diga, Vinicio! Conozco a Plaucio, el

    cual, y aunque desaprueba mi gnero devida, tiene simpatas porm, y hasta creo que me estima, porque sabe que no soy un de-lator. .

    _ Seguro estoy de que puedes. T ejerces influencia sobreAulo Plaucio, y, adems, tu inteligencia te sugerir el mediomejor para empezar la campaa. Si hablaras claramente conPlaucio ...

    _ Demasiado confas en la inteligencia y prestigio de Petro-nio; pero, ya que lo quieres, hablar con Plaucio en cuanto re-grese a la ciudad.

    - t y todos los suyos han vuelto bace dos das.

    _ En ese caso vmonos al triclinio, donde nos espera el des-ayuno, y una vez reconfortados nos harem os conducir a su casa:

    Las romanas admiraban no solamente el-ingenio, el buen gus-to, la refinada distincin del rbitro de las elegancias, sino tam-bin su cuerpo nervioso y esbelto. Hasta las esclavas griegas queen aquel momento plegaban su toga le miraban con callada admi-racin, y entre ellas Eunice fijaba en l sus ojos, con humildady adoracin insistente.

    Pero Petronio no prestaba atencin al entusiasmo de la mu-

    chacha; se sonri y, en contestacin a ciertas palabras de Vinicio,comenz a recitar la frase de Sneca alusiva a la mujer :

    - Animal. im.pudens ...Cogi luego del brazo al joven y le condujo al triclinio.Eunice se qued sola en el unctuarium ; perrnaneci inmvil

    un momento, escuchando las voces y las risas de sus compaeras,que se alejaban hacia el laconicum, Despus, tornando el tabu-rete de mbar y marfil sobre el cual Petronio se haba sentado.10acerc a la hermosa estatua de su dueo. De pie sobre el asien-

    to, rodecon sus brazos el cuello de laestatua y pUSO un besoamante sobre los labios fros de la piedra.

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    Despus de una comida que los dos patricios empezaron a unahora en que ya los dems mortales haban terminado la comidavespertina, Petronio propuso un rato de siesta.

    -Todava es muy temprano - dijo -para hacer visitas.Claro que hay gente que las empieza al amanecer, costumbre quequiz sea muy tradicional, pero que a m me parece brbara. Lashoras de la tarde son ms adecuadas para ello.

    A .Vinicio le pareci que su pariente .tena razn, y ernpeza-

    ron a pasearse, hablando .de lo que ocurra en el Palatino y dis-curriendo sobre las novedades de Roma. Luego Petronio se re-tir para descansar una media hora.

    Ms tarde, de nuevo ante Vinicio, pidi que le llevaran rami-tos de verbena, con los que se frot las sienes y las manos, aspi-rando su delicado perfume. '

    - No puedes imaginarte - dijo - cmo reanima este olor.Ahora estoy dispuesto a servirte.

    Se acomodaron en una litera que los esperaba, y dieron las

    seas de Aulo Plaucio, que habitaba en Vicus Patricius. La villade Petronio estaba.situada hacia el sur del Palatino, y el caminoms corto desde all era pasar por el Foro; pero Petronio, quequera entrar en la tienda del artfice Idomeno, dio orden de quelos condujeran por la Va de Apolo y el Foro hacia la Va Sce-lerata, en cuya esquina haba tiendas de todas clases.

    Negros corpulentos levantaron la litera y se pusieron en mar-cha, precedidos por los esclavos llamados'pedisequi.

    Petronio aspiraba de vez en cuando el perfume de la verbenaque haba quedado en sus. manos, y pareca pensativo. Cuandohaban andado un buen rato, murmur:

    - Creo que, no siendo tu dolo esclava de Plaucio, puededejar su casa cuando le parezca 1trasladarse a la tuya. La .rodea-ras con tu cario y la colmaras de regalos, 1 0 mismo que yohago con mi Crysotemis, de la cual, hablando en confianza, estoytan cansado como ella debe estarlo de m.

    Vinicio mene la cabeza.- Note parece factible? - pregunt Petronio -. Si la cosa

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    resulta muy difcil, Nern podr tomar cartas en el asunto, yentonces te aseguro que, con mi influencia, nuestro Barbarroja seinclinara a tu favor.

    - Desconoces a Ligia._ La conoces ms que de vista? Has hablado con ella y le

    has dicho que la amas?.." _ La vi por primera vez junto a la fuente y luego otras dosveces, ya que cuando habit la casa de Plaucio me destinaron unahabitacin separada de la villa, que servia de alojamiento a loshuspedes, y como tena la mano rota no poda sentarme a lamesa con los dems, El da antes de marcharme estuve sentadoa la mesa con Ligiadurante la cena; pero no pude cambiar una

    palabra con ella, pues Aulo Plaucio hablaba sin descanso y siem-pre de 1 0 mismo: esto es, de sus victorias en Britania y de laruina de los pequeos propietarios de tierras. No sabe hablar deotra cosa, a no ser de los tiempos actuales, que dice son de deca-dencia a causa de las costumbres de sus hombres, tan afemina-dos ... Plaucio cra faisanes maravillosos; ~ro no los come, por-que piensa que cada faisn sacrificado acelera el fin de la gran-deza de Roma. Otra vez encontr a .Ligia junto al estanque deljardn con una ram ita entre las manos. La mojaba en el agua,

    y, con las salpicaduras de sus hojas, regaba los tulipanes en florque all crecian, Fjate en mis .rodillas. No temblaron ante lospartos y temblaron, no obstante, ante aquella mujer! Turbado, .sin poder decir ni una palabra, contempl a Ligia, pidindolecompasin con mi silencio. .

    Petronio contempl a Vinicio, y exclam:. _ Eres feliz? Aunque el mundo ofrezca tantos contratiem ..

    pos, t siempre tienes 10 mejor: la juventud. Y no hablaste conLigia?

    _ S;cuando me hube repuesto un poco, pude decirle quehaba regresado de Asia y que me haba roto un brazo al entraren la ciudad; pero que al tener que salir de aquel hogar hospita-lario comprenda que el sufrimiento yla enfermedad pasados aseran mejores para m que la salud ytodos los placeres imagina-bles. Ella tambin me escuchaba turbada y con la cabeza baja, mi-rando el suelo, yen laarena trazaba varias lneas con la ramitahmeda. ~ego levant los ojos bacia m,volvi a f!lirar las lneasy me rorro otra vez preguntndome algo con los OJos. De prontohuy como si la persiguieran.

    - Debe de tener unos ojos hermosos.

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    - Son como el mar, y en ellos me he .hundido cOInOen unocan? sin fond~. En cuanto ella se march, lle~ el, peq.ueoPlaucio, y empezo a hacer unas preguntas que yo no entendi,

    - Llevas una venda en los ojos, Vinicio, yen vez de condu-cirte a casa de Plaucio debiera llevarte a la de Gelonio, que es unabuenaescue1a ~ra los que tienen tan poca experiencia como t.

    - Por que me hablas as? .- Qu fue lo que dibuj Ligia en la arena? Fue un co-

    razn traspasado por una flecha, o algo revelador de que algnamable stiro murmur al ododetu nia los misterios delamory la vida?

    - Soy menos inexperto de lo que t crees, Petronio; hacetiempo que visto la toga viril. S, como t, que en Grecia y enRoma' las jvenes dibujan en la arena algo que revela 10 que no

    quieren que pase por sus labios ; pero Ligia nada de eso hizo. Adi-vina 10 que dibuj.

    - Si no es nada de 1 0 que he dicho, no puedo adivinarlo.-Unpez!-Un pez? Cmo?- Te 10 repito: un pez, Te ruego, amado Petronio, que des-

    cifres este misterio.- Tendrs que dirigirte a Plinio. l podr decirte algo sobre

    este particular, porque comi ms peces en su villa que los que

    contieneel golfo napolitano.Al llegar a este punto se interrumpi la conversacin, ahogadapor el bullicio de las calles en que se internaban. .

    Vinicio, que haca tiempo que no haba estado en la ciudad,.miraba a uno y otro lado con curiosidad. La lengua griega se oatanto como la latina, y aquel Foro, que era el dueo del mundo,estaba lleno de gente extraa que pareca a su vez reinar sobre l.

    En realidad, los romanos se perdan entre los etopes, britanos,galos y germanos que haba en Roma.

    La litera se detuvo delante de la librera de Avirano, y Petro-nio descendi para comprar un lujoso manuscrito que entreg aV inicio, dicindole:

    - Acepta este regalo.- Gracias -- respondi el joven, y ley el ttulo -: Satiricn,

    Es' un libro nuevo? Quin es el autor? .- Yo; pero no quiero que me suceda lo que ha sucedido a Ru-

    fino, cuya historia te contar. Ni lo de Fabricio Vejento. Nadiesabe que es obra mia, y te suplico que guardes el secreto.

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    - Est en verso, a pesar de que me dijiste que s610 escribasen prosa? -' ;., , ' .

    ~ La hay entre los versos. Cuando leas, fjate en el banquete

    de Trimalcin.En cuanto a los versos, te aseguro que les he cogi-do antipata desde que N.ern est escribiendo una epopeya. Vite-lio; para vomitar, se introduce en la garganta una paleta de marfil':otros emplean una pluma de faisn mojada en aceite o en un coci-miento de serpol. A m me basta con leer las poesas. de Nern;el resultado no se hace esperar. As puedo aplaudirle, si no con laconciencia tranquila, por 10menos con el estmago vaco. '

    . Petronio hizo detener de nuevo su litera delante del joven Ido-meno, y.despus. de examinar varias piedras preciosas' se hizo

    conducir a casa de Aulo Plaucio.- Para que te des cuenta de hasta dnde llega el amor propiode los autores, te voy a contar la historia de Rufino - dijo Pe-tronio; pero, antes de empezarla, los esclavos se dirigieron por elVicus .Patricius, y un instante despus se detenan ante la casa dePlaucio.

    Un joven corpulento abri la puerta, y al penetrar los huspe-des en elostium (segundo vestbulo), una cotorra encerrada en unajaula chill desentonando: "Salve!"

    Ya en el atrio, dijo Vinicio:- Has observado que el guardin no tiene cadena?- S. Es una cosa muy rara - respondi a media voz Petro- .

    nio -. No s si estars enterado de que Pomponia fue sospechosade haberse consagrado a un nuevo culto que viene de Oriente, yque consiste en la adoracin de uno al que llaman Cristo. Mepareee que fue Crispinilla la que acus a Pomponia, rabiosa alver solo marido le basta para toda la vida. i U nivitra ! Cosa

    . Pomponia fue juzgada y . absuelta por un tri-

    b

    ' .

    .- Tienes razn al decir que esta casa es muy rara. Luego tedir , q e aqu he .sto y odo. .

    esto un esclavo:envi hacia los visitantes al nomenclator,que se in empara anunciarlos, y otros esclavos les ofrecieron ta-buretes para sentarse y escabeles para apoyar los pies. Petronio,creyendo que aquella casa sera montona y triste, no la frecuen-taba, y miraba a su alrededor, sorprendido de la impresin agrada-bleque produca el atrio. All haba pjaros y estatuitasredondas,colocadas con gran arte.

    Se notaba un bienestar tranquilo; exento de lujo, y un buen

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    gusto tan armonioso que el mismo Petronio, acostumbrado a losrefinamientos de su villa, nada vea que' le desagradase -.

    Un esclavo entreabri la cortina que ocultaba el tablinium, yapareci Plaucio, que se acerc a los visitantes .

    . Era ste un hombre de mediana edad, pero fuerte y gil. De

    cabeza calva, rostro ancho, nariz aguilea y aspecto noble y seve-ro. Mostr cierta sorpresa ante la presencia de aquel amigo y com-paero del Csar. Petronio,

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    Plaucio afirm que era necesario tener en cuenta aquellas ad-vertencias y que, dados los crmenes y las monstruosidades que secometan, era de rigor hacer a los dioses sacrificios propiciatorios.

    - Tu casa, PIaucio, aunque alberga a un gran hombre, es pe-quea, y la ma tambin lo es. Si el rayo cado en el templo de laLuna anuncia que es la gran tlomus transitoria la que va a desplo-marse, crees t quemerece la pena elhacer sacrificios para dete-ner el derrumbamiento?

    - Plaucio no respondi, y esta reserva molest a Petronio, que,a pesar de su moral elstica, nunca haba sido delator. Sonri condesdn, y fijando sus oscuros y expresivos ojos en los objetosque le rodeaban, empez a alabar la casa y el buen gusto que en.ella reinaba.

    - Es una casa que tiene aos, yla he dejado tal como la here-d - d jo Plaucio,

    Y descorriendo lacortina que separaba el atrio del tabliniumdej a la vista de los huspedes la alegre residencia, con su peris-tilo y la : sala inmediata, llamada aecus, en cuyo fondo se destacabael hermoso jardn, desde donde alegaban hasta ellos alegres risasinfantiles.

    - Ah, Plaucio! - exclam Petronio -. Djanos escucharde cerca esas inocentes risas, tan poco frecuentes hoy.

    - Con mucho gusto - contesto Plaucio levantndose -. Sonmi pequeo Aulo y Ligia, que estn jugando a la pelota. En cuan-to a la risa, t, Petronio, bien sabes 1 0 que es.

    .- La vida es ridcula y por eso me ro; no obstante, en mirisa no hayesos tonos de felicidad.

    Hablando as llegaron hasta el jardn donde jugaban Ligia yAulo, rodeados de esclavos que recogan las pelotas con que juga-han. Petronio examin con una rpida mirada a la joven, quetema las mejillas sonrosadas por el ejercicio y el cabello algodesordenado. Vinicio inclin ante ella la cabeza y sonri al nio,que se acerco presuroso a saludarle.

    En el triclinio del jardn, sombreado por enredaderas, saluda-ron a-Pompona Grecina. Petronio, aunque no frecuentaba aquellacasa, oooocia a Pomponia J>or haberla visto, en la de Sneca y enalgunas otras, ypudo admirar otra vez aquella expresin de dulceme , la qes e reflejaba en el semblante de la noble dama ..

    En seguitta. se.lament cortsmente de 10 poco que se dejabaver en pblico. .

    - Empezamos a tener aos, y los dos nos sentirnos mejor cada

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    .da en la paz del hogar - respondi ella, apoyando una manoentre las de su marido. .

    - Y cada da nos encontrarnos ms extraos ante la gente,que incluso a los dioses nuestros designa con nombres griegos-aadi Aulo Plaucio,

    --,-Desde hace algn tiempo - respondi Petronio - los dio-ses se han convertido en figuras retricas, y como la retrica lahemos aprendido de los griegos, a m mismo me resulta ms fcildecir Hera que Juno. .

    Volvise a Pomponia al decir esto, como para indicarle congalantera que ante ella no tenia otro dios en el pensamiento,yvolviendo a 1 0que ella dijera de la vejez, aadi, mirndola contristeza: .

    - La verdd es que las gentes envej ecen pronto por regla ge- .

    neral; pero hay rostros en los que Saturno se ha olvidado de ella..Petronio pronunci estas palabras con sinceridad, pues, aun-que Pomponia estaba en la madurez de su vida, conservaba frescasu cara, de facciones correctas y menudas, y a veces, a pesar devestir con mucha sencillez, daba la impresin de una mujer en

    plena juventud .Entr elpequeo Aulo en el triclinio e invit a Vinicio para

    que jugara. con ellos. Detrs del nio entr Ligia, Petronio pudocontemplarla con ms detalles y le pareci mas hermosa que al

    primer golpe de vista. Realmente pareca una ninfa. Dio un pasohacia ella, inclin la cabeza y, en vez de saludarla en trminosusuales, le recit los versos con que Ulises saluda a Nausicaa :

    1qnoro si. eres diosa o mortal criatura;'mas si habitas acaso los valles de la tierra;que tu padre y tu madre [wntos benditos sean}benditos tus hermanos.

    A Pomponia no le desagrad aquella exquisita cortesa del- poeta mundano. Ligia le oy algo turbada al principio, pero a

    poco le sonri, y, mirando de pronto a Petronio, respondi deprisa, con palabras tambin de Nausicaa :

    Extranjero} no pareces

    hombre de bajo linaje ni necio.

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    y ech a correr como un pajarillo asustado.Petronio mir a Pomponia con mirada interrogante, sorpren-

    dido de oirse responder en versos de Homero, y Plaucio, satis-

    fecho de la confusin de Petronio, que acaso los juzgaba algoincultos, exclam sonriendo:_ Tenernos un pedagogo para la enseanza de nuestro hijo,"

    y la muchacha asiste a las lecciones. Es viva, graciosa y simp-tica; nos hemos acostumbrado tanto a ella! ...

    Petronio miraba a travs de las hiedras y madreselvas deljardn, hacia donde jugaban, con el nio, Ligia y Vinicio. stese haba despojado de la toga y tiraba a Ligia la pelota, que stase esforzaba en alcanzar en el aire. Petronio, al ver por primera

    vez a la joven, le.pareci ~em~siado delgada paroa sc:rbella; peroahora, en la clandad del jardn, le parecla la viva Imagen de laAurora.

    Pens de pronto en Crysotemis y sonri con sarcasmo, alevocarla con sus cabellos empolvados de oro, sus ojos pintadosy su rostro ya marchito por el tiempo. Y, sin embargo, Crysote-mis era la envidia de toda Roma!

    Dirigi los ojos hacia Pomponia, despus de contemplar eljuvenil grupo, y le dijo:

    - Ahora comprendo, domina, que, teniendo junto a ti a Ligiay.Aulo, prefieras el retiro de la casa a las fiestas del Palatino y delCIrCO.

    Y entonces el guerrero comenz a contar la historia de Ligiay 10 que saba del pas donde nac, medio escondido 'entre lassombras del lejano Norte.

    Al .con~luir el ju~go, los jvenes y el nifio fueron a pasearpor el jardn, entre mirtos y cipreses, en medio de los cuales des-tacbanse ellos cual blancas estatuas. Se sentaron junto a la pis-cina que haba en el centro del jardn, y Aulo se entretuvo conlos peces, que nadaban en las claras ylimpias aguas. Vinicio, alverse solos, dijo as: .

    - Apenas hube salido de la pubertad, me enviaron a las le-giones de Asia. No conozco ni la vida ni el amor. S de memoriaalgo de Horacio y Anacreonte; pero no podra hablar en verso,como Petronio, cuando la emocin me impide expresarme enprosa. De nio, acudaa la escuela de Musonio, quien nos e4pli-caba que la felicidad consiste en querer cuanto quieren los dioses,y que nuestra voluntad lo puede lograr. Yo slo creo que hayuna felicidad, que no depende de nuestra voluntad, porque slo

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    ~:.'y-m--mir . otra vez preguntndome algo con 108 Oj08.1>

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    el amor puede drnosla. Los mismos dioses la buscan, y yo, Ligia,siguiendo su ejemplo, anhelo hallar la ma.

    Al callar el joven, tan slo se oa el sonido del agua en la

    piscina, a cuyo fondo se diverta Aulo en echar piedrecillas, asus-tando a los pobres peces.Pasado un instante, prosigui Vinicio con voz ms tierna y -

    reprimida:. _ Sin duda conoces a Tito, hijo de Vespasiano. Pues l se

    enamor de Berenice de tal manera, que le falt poco para per-der la vida. Tambin yo sabra amar as, oh Ligia! El hombrericosiempre encuentra alguien que esms rico que l; la gloriade un hroe la puede ocultar otra gloria mayor; el IX?de~oso

    ha de ceder el -Raso a otro mas poderoso todavia ; pero m Cesarni aun un dios conocer mayor alegra que la de un simple mor-tal q~ ama y es amado. Oh, s, el amor nos iguala a los dioses ~

    Ligia escuchaba como si oyese el armnico sonido de unaflauta griega o el potico canto de una ctara. Parecale escucharalgo que ya exista en su alma, confuso e impreciso, y que ahorahallaba. expresin exacta en las ardorosas palabras de Vinicio.

    El sol descenda lentamente tras las colinas del J anculo. Susrayos moribundos tocaban las copas inmviles de los cipreses yse desvanecan en el espacio con tonalidades rojizas. Ligia alzsus ojos y los fij en Vinicio corno si despertara de un sueo,y le pareci que a su lado estaba el ms hermoso de los hom-bres; y al mirarle tembl de emocin. Tom Vinicio una de susmanos y murmur muy quedo:

    - No adivinas, Ligia, por qu te hablo as? ..-. iNo !- respondi ella, y su voz era tan dbil que apenas

    si la oy el joven.. "En aquel instante apareci en la alameda contigua Plaucio,

    quien les d jo :. .- El sol se pone, y hay que preservarse de la humedad de

    la noche.- . Ah! Estoy sin toga; pero no siento fro.- Sin embargo, no se ve ms

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    - Las nieves son poco gratas cuando el pelo est blanco comoellas. An no han cado las hojas de los rboles, pero cuando los.pmpanos amarilleen, cuando la nieve cubra los montes Albanosy los dioses enven sobre la Campania su viento hostil, quizmarche con mi familia al apacible retiro de mi casa de campo.

    - Quieres. salir de Roma? - pregunt, temeroso, Vinicio.- Hace tiempo ~ue 1 0 deseo; all hay ms tranquilidad y seest ms seguro - dijo Plaucio.

    Y mientras l ponderaba sus rebaos, su casa y sus inmensascolmenas', Vinicio, sin escuchar aquella descripcin, pensaba queperdera a Ligia, y miraba a Petronio en demanda de auxilio.

    Petronio, mientras tanto, sentado al lado de Pomponia, seextasiaba en la vista del hermoso jardn. De pronto, volvindosea ella, le dijo:

    - Veo claramente cun distintas son vuestra vida y vuestrascostumbres del mundo enque reina Nern.Ella levant los ojos y contest con sencillez:- En el mundo no hay Nern, sino Dios.Se acercaba Plaucio con los jvenes, y Petronio pregunt,

    sin que pudieran an oirle:- As, t crees en los dioses, Pomponia?- Creo en Dios, que es uno, justo y omnipotente - respon-

    di con entereza .la mujer de Aulo Plaucio.

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    - Cree Pomponia en ten solo Dios, [usto y omnipotente - re-piti Petronio al hallarse de nuevo en la litera con Vinicio -. Sisu Dios es omnipotente, dispone de la vida y de la muerte, y si esjusto, enva la muerte con justicia; por qu entonces Pomponia

    - lleva luto por su hija? Llorando a Julia protesta contra su Dios.Tengo que exponer este razonamiento a nuestro mico Barborroja,para que vea que en dialctica estoy tan fuerte como Scrates.En cuanto a las mujeres, sabido es que cada una tiene tres o cua-tro almas, y ninguna sentido comn. Que Pomponia, con Snecay Cornuto, definan y busquen a su gran Dios, o evoquen las som-bras de Xenanes, de Parmnides, Zenn o Platn,. que de se-

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    guro se aburren en los Campos Eliseos como gorriones enjaula-dos, nada tiene de particular; pero que yo no haya hablado aPomponia de 1 0 que queria, es curioso; verdad? Por el vientre

    de Isis, te aseguro que si hubisemos comunicado a Aulo y a sumujer nuestros propsitos, su virtud nos hubiera salido al paso ..Y no me atrev; no me atrev -con ellos. Los pavos reales sonhermosas aves, pero su grito es tan estridente!.. .Me ha dadomiedo ese grito. Pero he de felicitarte por tu eleccin: es unaaurora rosada y transparente. ."

    Vinicio guard silencio un momento, sin levantar la cabeza,y luego, con vehemencia, exclam entrecortadamente:

    -Mucho laquera antes, llero ahora la quiero el doble.

    Cuando toqu su mano con la rma, me abras un fuego descono-cido. Tiene que ser ma! Quisiera matar a Pomponia, a Aula,y robar a Ligia!... No sl...No dormir esta noche! Voy amandar que azoten a un esclavo y escuchar sus lamentos.

    _ Calma, calma! - dijo Petronio -. Ests hablando comoun carpintero de la Suburra!

    _ Qu me importa! Tiene que ser ma. He acudido a ti enbusca de consejo; si t no puedes drmelo, yo solo hallar elcammo,

    -Clmate, olr desceudiente de los cnsules!No traemos alos brbaros atados detrs de nuestro carro de triunfo para luegocasarnos con sus hijas. Evita los medios extremos, y djametiempo para combinar un plan. A m tambin Crysotemis me pa-reci hija de Jpiter en persona, y no me cas con ella, comotampoco Nern se cas con Act, aun creyndola hija del mis-misimo rey Atalo. Clmate y reflexiona, que si Ligia quiere porti dejar a los Plaucio, ellos no tienen derecho a retenerla; y noignoras que tambin ella est herida por Eros. He visto las llamas

    del incendio, y puedes creerme. He pensado demasiado hoy yes-toy cansado. Pero te prometo, en cambio, que maana idearalgn medio de satisfacer tu amor, y no sera yo Petronio si nolo encontrara.

    Largo rato guardaron silencio; al fin lo interrumpi Viniciodiciendo:

    - Te doy gracias, y que la Fortuna te sea benvola.- S paciente.- Adnde has ordenado que nos condujeran?

    - A casa de Crysotemis.- Feliz t, que eres dueo de la que amas!

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    - Amarla? Sabes 10 que me divierte an en ella? Puesque est enamorada de uno de mis libertos, el flautista Teoelesy cree que lo ignoro. La am en otros das' hoy me entretiene~su estupidez y sus mentiras. '

    Al descender de la litera, Petronio, apoyndose en el hombro

    del joven, le dijo : /- Escucha: me parece que he hallado el camino ...- 9ue todos los dioses te protejan!

    . - SI, s; me parece que es el medio mejor. Sabes 10 que teU1g0, Marco?

    - Te escucho, Palas Atenea!- Pues que dentro de breves das la divina Ligia gustar en

    tu casa del fruto de Demetrio. .-, Eres ms grande que Csar! - exclam con vehemencia

    el joven. .

    IV

    Petronio cumpli 10 prometido.Al da siguiente de su visita a Crysotemis se hizo llevar alanochecer al Palatino, donde sostuvo una secreta conversacincon Nern, y el resultado de ella fue que tres das despus sedetena ante la puerta de Plaucio un centurin al frente de un

    pelotn de pretorianos.Los tiempos a la sazn eran inseguros y terribles, y enviados

    de tal naturaleza eran-casi siempre mensajeros de muerte. Pre-venidos de la presencia de ellos los esclavos y dems habitantes,reunironse en las puertas y corredores.iexclamando : "1v1e mise-rum Me miserum!" Todos creyeron que era a Plaucio a quien

    - iban a buscar los soldados, y abrazada a l su mujer, movia loslabios pronunciando misteriosas frases; Ligia, blanca corno unmrmol, le besaba las manos ; y ,el nio se agarraba a la toga desu padre, intentando retenerle. Slo Plaucio, acostumbrado a mi-rar cara a cara a la muerte, conserv su serenidad: su rostrode guila pareca tallado en piedra. Hizo callar a las mujeresy alejarse la servidumbre, y dijo:

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    - D jam e, Pomponia; si lleg mi ltimo instante, tiempotendremos de despedirnos. - Y la apart suavemente.

    - jHaga Dios que tu suerte sea la ma! - contest ella, yarrodillse, comenzando a orar con fervor. .

    Aulo Plaucio se dirigi al atrio, donde le esperaba el centu-rin Cayo Hasta, que bajo su mando haba servido en Britania-

    - Jefe, salve! - dijo el mensajero -. Te traigo, de partede Csar,' una orden y un saludo. He aqu las tablillas y el selloque prueban que vengo en su nombre.

    - Agradezco a Csar su saludo y ejecutar la orden. Salve,Hasta! Cul es tu mensaje?

    - Aula Plaucio, Csar se ha enterado de que en tu casa ha-bita una hija del rey de los ligios, dada en rehenes en tiempo

    del divino Claudio, como prenda de que respetaran siempre lasfronteras romanas. El divino Nern te agradece, oh jefe l, lahospitalidad que le has otorgado tan largo tiempo ; pero creyendoque esa joven debe estar bajo la proteccin inmediata del Csary del Senado, te ordena que me la entregues al instante.

    Aula era soldado demasiado duro para demostrar quejas ovanas palabreras en tal momento.

    Una arruga colrica se marc en su ceo. El centurin cono-cia bien aquella seal de reconcentrada energa que hizo temblar

    ms de una vez a los legionarios, sus subordinados.Aulo se sentia inerme ante la orden del Csar, y tras brevesmomentos, durante los cuales ley nuevamente los comproban-tes del centurin, dijo con voz firme y tranquila:

    - Espera, que te ser entregado el rehn.Dirigise hacia el otro extremo de la casa, donde Pomponia,

    Ligia y el pequeo Aulo le esperaban, nerviosos y atemorizados.- Nadie est amenazado de muerte ni de destierro en islas

    lejanas; y, sin embargo, ese mensajero 10 es de infelicidad. Se

    trata de Ligia ... S. - Y volvindose hacia la joven le dijo -:Ligia, has sido educada en nuestra casa cual hija nuestra; COU10a tal te queremos Pompo nia y yo; pero ya sabes que no eresnuestra hija. Fuiste entregada en prenda por tu pueblo a los ro-ruanos, y a Csar corresponde cuidar de ti. l te reclama.

    Plaucio hablaba tranquilamente, pero con voz temblorosa.Ligia le escuchaba como si no entendiera 10 que le deca. Porn-

    ponia se volva lvida, y nuevamente se agolparon en los corredo-res y las puertas de la casa los esclavos, aterrados.

    - La voluntad del Csar tiene que ser obedecida'.

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    .- Aulo !--- exclam Pomponia estrechando entre sus brazosa la joven -. Mejor sera para ella la muerte!

    Ligia solloz:--....;.Madre t Madre tEnsombrecise de nuevo la cara de Plaucio, que murmur:

    - Si fuera slo por m, no te entregara viva; pero no tengoderecho a llevar al martirio ami mujer y a mi hijo, que acaso al-cance mejores tiempos. Ir a ver hoy mismo a Csar y le rogarque d contraorden; no s si me oir siquiera. Entanto, adis,Ligia, y no te olvides de que Pomponia y yo bendecimos el da enque te presentaste en nuestro hogar! Salve, y adis, alegra y luzde nuestros ojos!

    Al decir esto, Plaucio se dirigi al atrio, queriendo dommaraquella emocin que haca subir lgrimas a sus ojos, pues las l-

    grimas eran debilidad en un romano.Mientras tanto Pomponia condujo al cubculo a Ligia, prodi-gndole palabras de consuelo y esperanza que sonaban deextraomodo en aquellos lugares cercanos alcesarium, en cuyo altar Plau-do haca sus ofrendas segn el rito de sus antepasados.

    Despus habl de sus propios dolores. Aulo an no.habaabier-to los ojos a la nueva luzy esto no le permita educar a su hijo enla verdad. Quizs esto durara siempre, Despus vendra una se-paracin ms desgarradora y terrible que la que se les haca sufrir

    en aquel momento, y esto la torturaba cruelmente. Sin cesar deimplorar de la gracia yde la piedad divinas un rayo de luz que con-virtiera a Plaucio antes de la ausencia definitiva, ella ofreca susufrimiento a Dios ; esperaba, tenia confianza en l; y cuando aesta hora venia a herirla el destino, cuando la orden. del verdugole arrebataba a la que quera como hija, una vezms tena fe en un

    poder superior al de Nern,en una misericordia ms alta que suinhumana crueldad. -

    La abraz estrechamente; Ligiase arrodill a sus plantas y

    escondi el rostro en el peplo de Pomponia, sollozando. Cuandose levant pareca ms tranquila.- - Sufro mucho, madre ma, al separarme de ti, de mi padre yde mi hermano; peros que la resistencia 110 servirla de nada yque a todos nos perdera. Mas te prometo que en la casa de C-sar no olvidar nunca tus palabras.

    Despidise tambin del pequeo Aula, del anciano griego quea ambos serva de preceptor y de todos los esclavos. Uno de stos,fornido yatltico, ligio, que con otros haba entrado al par que ella

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    2 8 HENRY SIENKIEWICZ

    en la casa de sus protectores, y a quien llamaban Urso, se, arrodi-ll ante su duea, y, dirigindose a Pomponia, exclam:

    - Oh, domina! Permteme ir con mi seora, para velar por

    ella en el palacio de Csar! ._ No eres nuestro esclavo: perteneces a Ligia ;pero dudo quese abran para ti las puertas de Csar. Adems, de qu modo p6-dras proteger a tu ama? .

    - No s,domina. S solamente que las barras de hierro cru-jen deshechas entre mis manos, como trozos de lea.

    Aula Plaucio, lejos de oponerse al deseo de Urso, declar quetodo el squito de Ligia, una vieja esclava que la haba cuidado denia, dos peinadoras cipriotas y dos muchachas germanas que ser-

    van en los baos, todas ellas de la confianza de Pomponia, la acom-paasen tambin a la casa del Csar.Adems, escribi algunas lneas para recomendar a Ligia a la

    proteccin de Act, liberta de Nern. Pomponia no la encontrabaen las reuniones de los adeptos, pero haba odo decir que Act norehusaba nunca su proteccin a los cristianos y que lea vida-mente las epstolas de Pablo de Tarso.

    El centurin se encarg de 'entregar la carta aAct, y no se ex-tra de ~ue aquella hija de reyes tuviera su corte, sino que sesorprendi de que fuera tan reducida. Pidi que se dieran prisa,pues tema que achacaran a falta de celo su tardanza, y, tras unltimo y desgarrador adis,llevse aLigia ya su acompaamiento.

    Aulo, despus de calmar a su hijo, que lloraba con desespera- 'cin, hizo que le preparasen su litera, y en tanto, encerrndose enla pinacoteca con su mujer, le dijo: '

    . - Escucha: vaya casa de Cesar, aunque preveo que no ha derecibirme. Ir tambin a ver a Sneca, pero a ste no le escucha yaNern. A los que hace caso esa Sofonio, Petronio y Vatinio. Aca-so Nern no haya odo jams hablar de los ligios, y si hoy recla-ma a,la persona dejada en rehenes por ellos a los romanos es quealguien leha inducido a ellocon un fin malvolo. Fcil es adivinarquin es el causante de nuestra desgracia.

    - Petronio?- El mismo. sta es la consecuencia de recibir uno en su ho-

    gar a esos histriones sin honor y sin conciencia. Que sea malditala hora en que Vinicio traspas el umbral de nuestra puerta! Headorado hasta ahora a nuestros dioses, pero empiezo a creer queslo hay uno que dirige el mundo: uno perverso y desatentado,cuyo nombre es N ern.

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    - Aulo!-. replic Pomponia -. Nern es solamente un pu-ado de polvo infecto en comparacin de Dios.

    E,l rudosoldado, dominando a duras penas la ira yel dolor quesentia, dijo :

    - Petronio no la ha robado para Csar, porque se expondra

    a la clera de Popea. Ha sido, entonces, para l 'o para Vinicio.Hoy mismo 1 0 sabr.Un instante despus la litera le llevaba al Palatino, mientras

    Pomponia consolaba al pequeo Aula, que no cesaba de llorar yde amenazar a Csar. .

    v

    Acertaba Aulo al pensar que no podra ver a Nern. Le dije-ron, en efecto, que Csar estaba ocupado cantando con el flautistaTerpnos y que, por otra parte, no reciba ms que a los que l ha-ba llamado.

    Sneca, en cambio, aunque enfermo de calentura, le recibi cun

    muestras de cariosa consideracin, yal oirle le habl as, sonrin-dose con amargura:. - Un solo favor puedo hacerte, generoso Plaucio: no decirnunca a Csar que comparto tu dolor.

    Le disuadi de su propsito de visitar a Tigelino, a Vatinio oa Sofonio. Quiz con dinero podra conseguir algo; quiz se pu~sieran de parte de Plaucio aquellos augustanos que envidiaban lainfluencia de Petronio y desearan, por 1 0 mismo, perjudicarle;

    pero lo ms probable sera que fueran a contar a Nern en cuntaestima tena a Ligia, y entonces Csar la guardara ms celosa-mente.- -. Has callado, Plaucio. Has callado durante aos enteros, yCsar no gusta de los silenciosos. Cmo te has aventurado a noentusiasmarte ante su belleza, su virtud, su canto, su declamacinelegante, su destreza en el circo y sus versos? Cmo no has glo-rificado el asesinato de Britnico? Cmo no has hecho el pane-grico del matricidio y no le has felicitado por la muerte de Oc-tavia?

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    Y tomando un vasito que colgaba de su cintura Jo llen en elimpluviu,m, refresc sus abrasados labios y continu :

    -. Que Nern tiene un corazn agradecido, nadie 1 0 sabe me-jor que yo, maestro de su juventud. Por eso bebo con confianzaesta .agua de l0.s montes Albanos, y no estoy seguro, del vi!l0

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    - Aulo - dijo con voz entrecortada -: por todos mis dioseste juro que, aunque fuese mi padre Petronio, me dara cuenta delcobarde ultraje hecho a Ligia. Vuelve a tu casa y esprame, Noser de Petronio ni de Csar! Antes la matara y me matara yodespus! .'

    Y corri en busca de Petronio.Aulo entr en su casa algo ms tranquilo, seguro de que Vi-nicio hara todo lo imaginable para sacar a Ligia de las garras desus perseguidores. Comunic s.us impresiones a Pompo~ia, y ~m-

    pez para ellos la ardiente ansiedad del que espera con impacten-cia. Ya de noche, llam a su puerta un emisario que entreg aPlaucio una carta. La cogi con mano temblorosa, yal leerla senubl su rostro.

    - Lee - dijo a su mujer, entregndole la carta, que deca :

    . "Marco Vinicio.a Aul? Plaucio. Salve. Lo ,qu~ h3:ocurrido hasido por la voluntad del Cesar, ante la cual debis inclinaros, como1 0 hacernos Petronio y yo."

    VI

    Petronio se-encontraba en su biblioteca cuando Vinicio penetren ella como un huracn, arrancle el clamo, que arroj al sueloy 1 0 pisote, yclavndole los dedos en un hombro le dijo con vozronca:, .

    -. Qu has hecho de Ligia? Dnde est? .Petronio, aquel Petronio tan afeminado, cogi la mano que el

    atltico joven le incrustaba en el brazo, cogi tambin la otra, ysujetando a~b~s. con una de l~s suyas, dij~ : . .

    - No, VInIcIo; por la manana estoy dbil y fl O JO , pero por latarde recobro mi vigor. Prueba a soltarte ..iBah, te ha enseadogimnasia ~n tejedor ycort~s~ .un herrero!, .'

    Y solto las manos de V InICIO,que quedo ante el avergonzadoy furioso.

    - Es de puro acero tu mano; pero, por todos los dioses del

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    Erebo, te juro que si me has traicionado te hundir un cuchillo enla garganta, aunque ests enla habitacin de Csar.

    _ Hablemos con calma. Como ves, el acero es ms fuerte que

    el hierro, yaunque de tu cuerpo se pueden tallar dos como el mo,no tengo por qu temerte. Por el contrario, lamento tu ordinariez.Y si la ingratitud humana no fuera cosa vieja para m, tu ingrafi-tud me extraara.

    - Dnde est Ligia?_ En el lupanar, osea, en casa de Csar.- Petronio!_ Calma y sintate. Solicit de Csar dos cosas, y prometi

    complacerme: primera, sacar a Ligia de casa dePlaucio, y segun-

    da, que te fuera entregada. No tienes entre los pliegues de latoga un cuchillo para c1avrmelo en el pecho? Te aconsejo queesperes un par de das, porque si me matas te encerrarn en una

    prisin ytu divina Ligia se aburrir sola en tu casa.Guardaron silencio ambos unos instantes, durante los cuales

    Vinicio miraba con asombro a Petronio, y luego le dijo :_ jPerdname! La amo y el amor me trastorna los sentidos._ Admrame, Marco! Oye 10 que anteayer dije a Csar: "Mi

    sobrino, Marco Vinicio, est tan enamorado de una chiquilla fla-

    cucha" educada en casa de Plaucio, que su casa, a uerza de sus-piros, parece una casa de vapor. T, Csar, y yO, que no amamosms que la verdadera belleza, no daramos por ella mil sestercios;pero' ese muchacho ha sido siempre tonto y ahora 10 es mucho'ms , "

    - Petronio!. _ Si no comprendes que dije esto a Csar para preservar aLigia, creer que no ment a Csar al hablarle de tu tontera. Heconvencido a Borbarroio de que un artista como l no puede con-

    siderar atractiva a una chicuela semejante, y Nern, que no seatreve a ver ms que por mis ojos, ladejar en paz. Era precisoponerla a resguardo de ese mico."As, pues, continu neglIgente-mente, tomaa Ligia y dsela a Vinicio. Tienes derecho porque esun rehn, y al mismo tiempo le haces un flaco servicio a Aula."Consinti, y no me ayud poco el haberle proporcionado inciden-talmente una ocasin de hacer dao a esas buenas gentes. T sersel guardin del rehn. Nern la tendr unos' cuantos das, paradisimular, y despus la enviar a tu casa. Tienes queja de m?

    _ Ser posible? Crees t que no la amenaza ningn peligro?_ Si tuviera que quedarse a vivir all, Papea se encarqaria de

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    ella; pero durante unos das est segura. Recuerda que en el pa-lacio de Csar viven diez mil personas, y es ms que probable queNern ni tan siquiera vea a tu ninfa. Un centurin me ha tradola noticia de que Ligia est en palacio y al cuidado de Act, que esun alma buena. Sin duda, Pomponia tiene, como yo, confianza en

    ella, puesto que le ha recomendado su ahijada. Maana da Nernuno de sus fastuosos banquetes, y he hecho que tuvieras sitio allado de tu adorada.

    - Perdname, Cayo, mi arrebato! Cre que la habas robadopara ti o para Csar.

    - Tu arrebato puedo perdonrtelo; pero esos ademanes vul-gares, esos gritos groseros y esa voz de jugador de morra me mo-lesta, Marco. Sabes que es Tigelino el que provee de aventurasamorosas a Csar, y sabes tambin, conocindome, que si yo qui- -siera a : esa muchacha te diria cara a cara: "Vinicio, te quito a Li-gia, y la tendr ami lado hasta que me canse de ella."

    Al hablar as, los ojos castaos de Petronio se fijaban en los deVinicio con tal expresin de sereno atrevimiento, que el joven,turbado, repetia :

    - Reconozco mi culpa; s que eres bueno, leal, y te estoy agra-decido. Pero perrniteme tan slo preguntarte: Por qu no hashecho que llevasen directamente a Ligia a mi casa?

    -- Porque a Nern le gusta guardar las apariencias; y comoes seguro que se hablar en Roma del asunto, hasta que no se ha-

    ga el silencio estar la muchacha en casa de -Csar; luego, con si-gilo, pasar a la tuya. Barbarroja es un perro cobarde. Sabe quesu poder no tiene lmites, y, sin embargo, busca siempre aparien-cias de justicia para sus delitos. Nern es cobarde; pero Tiberiono 1 0 era y hacia 1 0 mismo. En qu consiste esto? A veces piensoque ese inconsciente culto a la virtud tiene su razn de ser, por-que el delito nos parece feo, yla virtud, hermosa. Ergo un verda-dero esteta es, por el mero hecho de serlo, un hombre virtuoso. Demodo que soy un hombre virtuoso. Tengo que beber hoy saludan-

    do las' sombras de Protgoras y Georgias. Ya ves, impetuoso Mar-co, que los sofistas pueden alguna vez servir para algo .- Maana ver a Ligia, y luego la tendr a mi lado todos los

    das, hasta la muerte - murmur Vinicio.- S; t tendrs a Ligia a tu lado, y yo tendr sobre m, du-

    rante toda mi vida, a Plaucio. Invocar sobre m las iras de losdioses infernales; se pondr furioso. Si al menos tomase previa-mente una buena leccin de declamacin !

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    - Vino a verme, y le promet darle :noticias de ella.- Escrbele que la voluntad de nuestro "divino," Csar es la

    nica ley, '1q!l~l.primer hijo qu~ rengas s~ ll~mar A~lo. .Qute parecerla SI pidiese a Borborroja que le nvitase manana a subanquete? Te vera en el triclinio, al lado de Ligia.

    - No hagas eso! l ysu mujer me dan pena; ella sobre todo-- replic Vinicio, sentndose a escribir a Plaucio.

    VII

    Actse vio agasajada por toda Roma mientras fue duea delos sentimientos del Csar; sin embargo, nunca pareci estar en-vanecida, ni se mezcl en poltica, y la influencia que ejerca sobreel joven Csar la empleaba slo para inclinarle a la misericordia.Silenciosa ydulce, tenia mucha gente agradecida, yni aun la mis-ma Octavia le guardaba rencor, seguramente porque le parecerademasiado inofensiva para inspirarle celos. Se saba que quera a

    Nern con un amor doloroso ysin esperanza, alimentado tan slopor el recuerdo de que aqul, cuando joven, no era el hombresanguinario que ahora se mostraba.

    Como exista la posibilidad de que Csar se volviera a fijar enella, la dejaban tranquila, y a Papea no se le ocurri hacerla sa-lir de palacio. En cierta manera su situacin era privilegiada, puesCsar, a pesar de haberla alejado de s, 1 0 hizo sin enfado y le diola libertad, habitacin separada, algunos esclavos yno pocas vecesasiento a su mesa.

    Los ms distinguidos tomaban asiento a la mesa ; los dems es-peraban con paciencia a que los esclavos que servan el banqueteles entregasen el resto de los manjares y'bebidas que haban so-

    brado. Ligia tena que asistir al festn aquella noche. Esta idea laaterrorizaba. Tena miedo de Csar, de los hombres, de aquel pa-lacio, de las fiestas ignominiosas que haba odo condenar tantoa Aulo, a Pomponia ya' todos sus conocidos.

    Tambin sabia que se maquinaba su prdida, operola fe forta-leca su alma y se hizo el juramento de no dejarse vencer. Lo ju-

    raba por su madre adoptiva, por s misma, por su divino Maestro,

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    a quien amaba con todo su corazn, por la misericordia y bondadde su doctrina, por la amargura de su muerte y por la gloria de., -su resurreccion.

    Pretendi aconsejarse de Act, pero sta la mir con asombro.- Por 10 que t me has dicho, Ligia, no se puede asegurar

    que ests realmente en rehenes, sino que tus 'compatriotas se hanolvidado de ti, y Csar puede atropellar las leyes sin que t puedasinvocar el derecho de gentes. No, Ligia; Csar, que ha dispuestoya una vez de ti, puede hacerlo siempre que le venga en gana: Nohay en el mundo ms que la libertad de Csar, y ante ella t noeres ms que un simple juguete. Yo tambin lei las epstolas dePablo de Tarso - sigui diciendo Act -, y s que ms all deesta tierra hay un Dios, y el Hijo de Dios que resucit de entrelos muertos. S tambin que tu doctrina te obliga a preferir lamuerte a la deshonra, como tambin a los estoicos de quienes noshabla Epicteto. Sabes t la suerte que te espera? No provoquesa Csar, Ligia; cuando sea oportuno podrs obrar conforme a tuscreencias, pero entretanto no provoques sin necesidad tu perdicin.

    La liberta hablaba apesadumbrada, mientras en' sus pestaasbrillaban las lgrimas.

    - Cmo puedes compadecerle, Act?- Le compadezco - respondi sta con voz entrecortada.- Le amas todava?- Le amo. Solamente yo le amo. '

    Guardaron silencio, y mientras Act se serenaba, sigui miran-do a Ligia con expresin de benevolencia, aunque triste.

    - Ah !- repuso Ligia -. Poco antes de que me arrancarande casa de Plaucio estuvo en ella Petronio, y mi madre est con-vencida de que todo ha ocurrido por instigacin suya.

    - Es probable que Petronio haya dicho en algn banquete, de-lante de Nern, que haba visto en casa de Aulo el rehn de los li-gios, y corno Csar es tan celoso ele sus prerrogativas te ha rec1a-mado, sin otra razn que posesionarse de sus- rehenes. Ten en

    cuenta, adems, que Aulo y Pornponia no son de su agrado. No,.no puedo creer que si Petronio hubiera pensado arrebatarte deaquella casa eligiera este medio. Es posible que,_adems .de Petro-nio, encuentres en el banquete algun otro que pueda Intercederpor ti. No has tenido ocasin de conocer a algn otro familiarde Csar en casa de los Aulos?

    - Alguna vez vi a Vespasiano y a Tito.-' No son del agrado de Csar. .."

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    -V Sneca? .- Bastara que Sneca le indicara una cosa para que Nern

    hiciera 10 contrario.- Tambin conozco a Vinicio -- dijo Ligia, sonrojndose.- Quin es?- Un pariente de Petronio, que ha poco regres de Armenia-- Le tiene Csar en buena estima?- A Vinicio le quieren todos.- Y crees que hablar en favor tuyo?-S.Act sonri con ternura.- Entonces es necesario que asistas al banquete, porque sin

    duda alguna vers a Vinicio. Si deseas volver a la casa de Aula, sete presenta una excelente ocasin para pedir a Petronio y a Vini-cio que intercedan por ti. Si estn presentes te dirn 10 mismoque yo: tratar de resistir es una locura. .

    - Tienes razn-e- respondi Ligia -. Obrar como t dices.Act la condujo a su 'l~nctU(Wiumpara vestirla y arreglarla, y

    aunque no faltaban esclavas, pues la misma Act tena varias a suservicio, la quiso vestir ella misma. No cesaba dedecir, mientras

    / la arreglaba, que era una incomparable primavera, hecha de n-car y rosas.

    - Ligia ! - exclam, entusiasmada -. Eres cien veces msbella que Popea! Qu hermosos cabellos! - sigui diciendo, aca-riciando la sedosa y ahundante madeja -. No quiero empolvarloscon oro. Tus ondas tienen ya reflejos dorados; slo precisas deunos pequeos retoques ... -Qupais tan maravilloso debe de seraquel que produce tales' hermosuras!

    - Ya no me acuerdo de mi pas - contest Ligia -; diceUrso que hay all muchsimas selvas .

    - Y tambin habr muchas flores - continu diciendo Act

    mientras meta los dedos en un vaso de aceite de verbena para en-grasar los cabellos de Ligia. Despus de untarla con perfume, lavisti con una delgada tnica dorada, sin mangas, sobre la cualhaba de llevar el blanco peplo. Faltaba peinarla ;envolvi a ladoncella en un amplio peinador y despus de hacerla sentar en unbanquillo la entreg al cuidado de las esclavas. Terminado el to-cado, le puso elpeplo.ique formaba ligeros pliegues. Act pas porel cuello de Ligia un collar de perlas y le dio algunos toques al ca-bello con polvo de oro, despus de lo cual ella, a su vez, se hizo ves-

    tir oor las esclavas. Estuvo arreglada al cabo de un rato, y las dos

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    salieron a un patio rodeado de columnas, desde el cual se dominabael prtico, las galeras y el estrado de honor."

    Empezaron a llegar las literas. Por momentos; lamultitud quepenetraba por el grcil arco de entrada se iba haciendo ms nume-rosa, y sobre el arco la magnfica cuadriga de Lisias pared a lan-

    zarse al espacio para volar al trote de unos caballos que tuviesenalas en los pies. Los ojos de Ligia se abran con asombro ante to-das aquellas cosas que no estaban acostumbrados a ver en la aus-tera casa de Aulo. Los ltimos rayos del sol reflejaban un torna-sol de rojos cambiantes sobre el mrmol de las columnas, entre lascuales pasaban, al lado de las estatuas de dioses y hroes, un sin- .nmero de hombres ymujeres, que parecan a su vez estatuas, ves-tidas con togas, peplos, estolas, que bajaban hasta el suelo en ele-gantes pliegues.

    Desde lo alto pareca presidir aquel desfile un Hrcules gi-gantesco, cuya cabeza iluminaban los rayos del sol, mientras elcuerpo se esfumaba ya en la sombra que proyectaban las columnas,

    Act mostraba a Ligia los .que iban entrando y muchas vecescitaba el nombre de la persona, poniendo algn comentario. brevey algunas veces escalofriante.

    - Aquel prtico que ves all abajo conserva an, en sus co-lumnas y en el pavimento, manchas de la sangre de Cayo Calgula,herido mortalmente por el pual de Casio; un poco ms all fue

    estrangulada su esposa, y su hija estrellada contra el muro.Bajo este edificio estn los calabozos, en uno de los cualesse devoraba las manos el ms pequeo de los Drusos, torturado

    por el hambre; el hermano mayor muri envenenado. Estos mu-ros han odo los gritos y los suspiros de los moribundos; y entreestos hombres que van llegando al banquete quizs hay algunosque ya estn condenados a muerte. No pocos de ellos tratan deocultar, con su fingida sonrisa, el temor que sienten por el maa-na. La ambicin, la avaricia, la envidia, anidan en el corazn -deesos hombres que ves adornados de joyas.

    Ligia, llena: de temor por las palabras de Act, pensaba en lamorada apacible de Aulo y de Pomponia; -pero, sin embargo, nodejaba de fascinarla aquel mundo maravilloso.

    El ruido iba aumentando por momentos, y las conversacio-nes se mezclaban con el murmullo de los surtidores, que parecanlanzar sollozos al caer en las pilas de las fuentes. Act call unmomento, y Ligia continu mirando la multitud, como si quisie-ra buscar a 'alguien. De pronto su semblante enrojeci. Acababa

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    de ver aparecer a Petronio y a Vinicio y dirigirse pausadamente 'hacia el gran tric1inio, los dos vestidos y hermosos como dioses.

    Ligia sinti una sensacin de alivio en su corazn. Ya no es-

    taba sola. El recuerdo doloroso de Pomponia yde su casa ces de-tormentarla. Todos los dems deseos se aquietaron ante el anhelode ver a Vinicio, de hablar con l. Comprendi sbitamente que noslo era preciso que asistiese al banquete, sino que, adems, tenadeseos de asistir. Se senta invadida por una gran alegra al pensarque dentro de poco volvera a oir aquella voz tan querida, que lehaba hablado de amor, y que todava sonaba en sus odos.

    Act le torn la mano y Ligia avanz con los ojos deslumbra-dos hacia ,el triclinio, sintiendo que los odos le zumbaban. Al pocorato oy las aclamaciones con que saludaban la llegada de Csar, yvio a ste como a travs de una densa niebla. Apenas si se fijen que Act, despus de instalarla en la mesa, se haba colocado asu derecha.

    Oy aquella voz tan conocida que le susurraba a su izquierda:- Salve, oh t, la ms hermosa criatura de la tierra, la 'estre-

    lla ms bella~del firmamento] Salve, divina Ca1lina!Vinicio, despojado de su toga, llevaba una tnica escarlata sin

    mangas, que dejaba sus brazos al aire, adornados con brazaletesde oro; estaba coronado de rosas, y sus ojos brillantes ysu tezmorena parecan significar la juventud y la fuerza.

    Ligia, emocionada por la presencia de Vinicio, apenas pudoresponder : ,

    --Salve, Marco !Vinicio continu:-Dichosos mis ojos, que.pueden verte otra vez; dichosos mis

    o!~os, que oyen tu voz, ms dul~e qu~ todas 13:s,msicas! ?i medieran a escoger entre Venus y tu, Ligia, te elegirla a ti.Sabia quete encontrarla aqu, y, no obstante, al verte me eonmov como anteuna dicha inesperada. . ,

    Sus ojos brillaban con expresin de inmensa alegra, y mira-ba a Ligia como si .quisiera grabar en su mente aquella figura.

    . Ligia sinti en aquel momento que, entre toda 'aquella gentede palacio,' slo Vinicio representaba algo para ella, que era lanica persona con quien poda contar, yempez a hacerle pregun-tas respecto de todas aquellas cosas que no poda comprender' yque tanto miedo le causaban.

    - Cmo sabas, Marco, que me encontraras en la estancia

    del Csar? Por qu me han sacado del lado de Pomponia? Todo

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    me da miedo en este palacio; quiero volver al lado de 'mis .padres.Escucha, Marco: sin la esperanza de que Petronio y t hablaraisa Csar en mi favor, me hubiera muerto de pena.

    Vinicio contest que haba tenido noticia del traslado porboca del mismo Aula. '

    - En cuanto a la causa de que te encuentres aqu -le dijo-,la ignoro. Csar nunca da cuenta a nadie de sus determinaciones.Pero no tengas ninguna clase de temor, querida, que estoy a tulado y nunca te abandonar. T eres todo para m, y tengo quedefenderte. Si la casa de Nern te da miedo, yo te juro por mi.ho-nor que tu estancia en ella no ser por mucho tiempo.

    Hablando de esta manera, Vinicio trataba de eludir ms ex-plicaciones, y aun en ciertos momentos necesitaba mentir. Sin em-bargo, su voz tena inflexiones de veracidad, pues su sentimiento

    de amor era verdadero. .Creca por momentos la algaraba del festn, e inclinndose ha- 'cia Ligia ernpez a murmurar a su odo, con voz apasionada, fra-ses exaltadas y tiernas promesas, que sonaban en los odos de la

    joven como msica embriagadora. 'Ligia le escuchaba arrobada. Aquellas frases le inspiraban cier-

    to temor, y, no obstante, no-hubiera querido perder ni una solaslaba. Algunas veces bajaba los ojos, pero pronto volva a le-vantarlos, dirigiendo a Vinicio una mirada tmida y a la vez su-

    plicante, como queriendo decirle que siguiera hablando. Empeza aturdirse con el ruido, la msica, el perfume de las flores y delos inciensos. De pronto sinti que Vinicio coga su mano, 10 mis-mo que ya hiciera en casa de los Aulos, y que murmuraba con voztemblorosa: '-i Te amo, Callina !... Te adoro, amada ma!' ..- Djame - dijo Ligia. .Pero Vinicio, como embriagado, continuaba :

    Am divi ". , ~- ame, IVlna mla, amame .. . .

    De pronto la voz de Act reson a su lado, para decirles:..:-Csar os mira! , .Vinicio seenfureci contra Csar y contra Act, que haba roto

    aquel encanto. S~ ~guraba que A~t 'los haba interru~p~do ~~-presamente, y, mirndola por encima 'del hombro de Ligia, dijocon rencor:

    - Ya pasaron aquellos tiempos en 'los cuales ocupabas el sitioal lado del Cesar en los festines; adems; dicen que tienes la vistaestropeada.o Cmo, pues, puedes sabe~ si Csar nos mira?

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    Ella respondi con tristeza:- As y todo, lo veo. l tambin tiene la vista corta y se sir-

    ve de su lente de esmeralda para observaros.Vinicio cally al momento dirigi su mirada hacia donde es-

    taba Nern. Ligia hizo lo mismo, viendo que, como haba 'dichoAct, a travs de su lente de esmeralda, la miraba fijamente. -

    Se cruzaron las miradas yLigia qued sobrecogida de espanto.Tom, como una nia asustada, la mano deVinicio, ya su menteacudieron confusos pensamientos.' Se haba imaginado que Nerntendra un rostro horrible, cuyas facciones llevaran impresa cons-tantemente la ira. Y 10 que ahora contemplaba era una cabezotaenorme, sobre un cuello deforme tambin; cabeza horrible, perogrotesca, que de lejos pareca ser la de un nio de corta edad. Latnica color amatista, que los dems no podan usar, daba un tiriteviolceo a su cara corta y ancha. Llevaba los oscuros cabellos pei-nados en cuatro bandas de bucles superpuestos, conforme a lamoda adoptada por Otn. No llevaba barba. Haca poco tiempoque.la haba dado en ofrenda a Jpiter. Toda Roma le haba de-mostrado gratitud por aquel sacrificio; pero se deca que el m-tivo verdadero era el de tener, como toda su familia, rojo el pelode la barba. Haba, sin embargo, algo de olmpico en aquellafrente abultada, sobre las cejas tpidas, que denotaba la conciencia

    del poder. Pero bajo aquella frente gesticulaba un rostro gordin-fln, que reflejaba deseos sin freno e inconstantes. Un rostro deebrio y de histrin. A Ligia le pareci siniestro, pero, ms quenada, repulsivo.

    Al quitarse Csar la esmeralda pudo ver Ligia dos ojos azu-lesysaltones, inexpresivos yvidriosos; ojos de agonizante. .

    Volvise Nern a Petronio y le pregunt:- Es sa la muchacha dejada en rehenes, de quien est ena-

    morado Vinicio?

    - S, es ella.- Cmo se llama su pas ?- El pas de los ligios.- Y a Vinicio le parece hermosa?- Si enseas a Vinicio un tronco vestido de mujer, 10 encon-'

    trar igualmente hermoso. Pero en tu rostro, como buen conoce-dor de la belleza, leo ya tu fallo. S, esta joven es delgada, sin for-mas, semejante a un tallo, yt,como buen esteta, gustas en la lUU-jer no slo de la cara, que en realidad es lo menos interesante' y

    tienes en ello mucha razn. Yo, a tu lado, he aprendido much(si~

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    puesto un himno a Venus que, comparado con el de Lucrecio, steno representaba nada. .

    - Haz que este banquete sea memorable. No seas cruel! No

    nos castigues con tu silencio!Y todos los circunstantes repitieron a coro:- No seas cruel, Csar! No seas cruel!Nern levant las manos en seal de acceder, y entretanto dio

    la orden de que se anunciara a Popea que iba a cantar. Una indis-posicin haba impedido a la soberana participaren el banquete,y no podra encontrarse para ella un remedio ms eficaz que elcanto del Csar. Popea entr a los pocos momentos vestida conla tnica amatista y adornada con preciosas joyas.

    Ligia nunca haba visto antes una belleza semejante. Apenaspoda creer que aquella- mujer fuese Papea, la que haba incitadoa Nern a asesinar a su madre y a su esposa; jams hubiera po-dido imaginarse Ligia que existiera criatura dotada de tal belleza.

    - Ah, Marco! Qu hermosa es !- S, es muy bella, pero t 10eres mil veces ms. T no te das

    cuenta de tu hermosura; si 10 supieras te enamoraras de ti mis-ma, como Narciso.

    Csar se haba levantado, y tomando un lad se prepar parasu recital. En el tric1inio reinaba un gran silencio, [nterrurnpidosolamente por el tenue rumor de las hojas de rosa que caan dela bveda. Aunque algo velada su voz, no era del todo desagrada-ble, ni tampoco los versos carecan de belleza.

    Al terminar el himno estallaron atronadores aplausos.- Oh, qu voz tan divina! - exclamaban todos.Algunas mujeres haban levantado los brazos y continuaban

    en esta actitud mucho despus de haber terminado el canto. Otrasse secaban las lgrimas. Por todas partes se oa un fuerte murmu-no. Popea inclin su cabeza ybes la mano de 'Csar, mantenin-dose as durante algn tiempo sin pronunciar palabra.

    Pero Nern miraba con insistencia a Petronio, cuyos elogiosapreciaba ms que todos los-dems.

    - Mi opinin respecto a la msica de este himno :- comentPetronio - es que Orfeo debe de tener la misma envidia que Lu-ca~o,que est aqu presente. En cuanto a los versos, hubiera que-rido que fuesen menos buenos, porque entonces me habra sidofcil encontrar algn elogio que hubiera sido digno de ellos.

    No le desagrad a Lucano la frase de Petronio, y le dirigi

    una mirada de agradecimiento; pero fingiendo enojo dijo:

    - .

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    - Maldita sea mi suerte, que me ha hecho contemporneo detal poeta! Mi nombre hubiera sobrevivido muchos aos, mientrasque ahora es eclipsado porCsar, 1 0 mismo que el sor extingue laluz de un farolillo., Mientras tanto Petror~io, que poseia una gran memoria, repe-

    ha algunas estrofas del himno, analizando sus ideas y sus frasesln~~ felices. ;Luc~,nosimul que s~ renda al encanto del poema yunlO suadmiracin a la de Petronio. ' ' ' ,

    Nern estaba henchido de gozo y satisfecha su vanidad; luegotrat de consolar a Lucano dicindole que no deba desanimarse,

    puesto que en este mundo cada cual ocupa el lugar que le ha sidodestinado. '

    Se levant para acompaar a Popea, que necesitaba retirarseporque estaba verdaderamente enferma. Recomend a los invita-

    dos que perrnaneciesen en sus puestos, y poco despus regresabapara presenciar el espectculo quehaba preparado de acuerdo conPetronio y Tigeliilo. ' "

    Hubo ms versos, siguieron algunos dilogos y por ltimo laclebre mmica Paris represent las aventuras de :,10" la hija deInaco.

    Aquello, ms que una danza, era un cuadro vvido. Y cuandodespues entraron los coribantes y las bailarinas sirias y ejecuta-ron una danza bquica y orgistica que acompaaban" de gritos

    .salvajes, Ligia crey que el techo iba a desprenderse sobre losasistentes. Pero de la red de oro tendida sobre ellos seguan ca-yendo solamente rosas. Aliado de ella, Vinicio, medio borracho,murmuraba febrilmente a su odo palabras amorosas que cada vezturbaban ms a la inocente doncella. N uevamente fue, sobrecogidade un miedo invencible.

    El banquete estaba muy lejos pe terminar. Los esclavos conti-nuaban trayendo nuevos manjares y llenando las copas adornadas

    . de hiedra. Ante la mesa, que estaba dispuesta ensemicirculo, apa-recieron dos atletas, que en el acto empezaron una lucha VIolenta.

    Luchaban como fieras, y sus pies desnudos hadan resonar, al'- aplastarlas las hojas -d e azafrn que alfombraban el suelo. En al-

    gunos mo~entos, cuan~o permanecan inmviles unos ~nsta~tes,parecan un grupo de ~armol.. Los romanos seg~lan con lnte~es lalucha, pero sta no poda cont.lnuar por much? tiernpo : Crotn, eljefe de la escuela de los gladiadores, era tenido co~o e.l,hombrems fuerte de todo el Imperio. Al poco rato la respiracin de su

    ,{ adversario se hizo fatigosa, hasta convertirse en estertor. Su ros-

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    tro se puso lvido y cay, echando espuma sanguinolenta por laboca.

    Atronadores aplausos acogieron la victoria de Crotn, mien-

    tras ste pona el pie encima del vencido.Luego entraron los juglares, bufones y hombres que imitabanlas voces de animales; pero no consiguieron interesar a los espec- -tadores, porque sus ojos ya estaban nublados por el vino.

    La atmsfera acab por hacerse irrespirable con los olores deaceites perfumados que los esclavos aplicaban a cada momento alos pies de los comensales, el vaho de las gentes, el aroma del aza-frn y de las flores. Las lmparas ardan con una luz opaca y lasguirnaldas se tardan ya en aquellas frentes que desprendan gotasde sudor. . ,

    Vitelio haba cado debajo de la mesa.Petronio no estaba borracho, pero no as Nern, que si al prin-

    cipio haba bebido poco para conservar su voz divina, haba vacia-do despus una copa tras otra hasta embriagarse por completo.Quera recitar algunos versos, esta vez en griego, pero no conse-gua recordarlos y acab por entonar una cancin de Anacreonte.Pitgoras, Diodoro y Terpnos trataron de acompaarle, pero nin-guno de ellos pudo entonar la cancin, y optaron por callarse. Des-

    pus N ernernpez a examinar las manos de Pitgoras,- Qu .hermosas manos l... Yo he visto otras iguales hace

    ya tiempo ... ' Dnde? ... Dnde? ...Se qued en actitud meditabunda para reflexionar. De pronto

    su rostro se torn lvido: su madre!... Eran las manos de sumadre, de, Agripina ! ,

    Funestos recuerdos acudieron a su mente.- Se dice - continu diciendo - que durante las noches de

    luna vaga errante sobre las, aguas, _en las cercanas de Baia y deBaula ... Camina errante, CQ1l10 si buscara algo. Cuando se acerca

    'una barca, '1(1 mira' y desaparece ; pero el pescador en quien hapuesto sus ojos muere. 1

    - Es un argumento muy apto para un poema - dijo Petronio.V estinio estiraba su cuello de avestruz, murmurando con aire

    de misterio: \ , )- Yo no creo en los dioses, pero s en los espectros.Nern no oa lo que decan ycontinuaba:- Sin embargo, yo he celebrado las lemurias. No quiero verla

    ms. iYa han pasado cinco aos! Pero fue necesario que desapa-

    reciera ; era preciso. Haba comprado un asesino. Si yo no me hu-

    ,

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    ~.

    l en brazos a sutom

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    biera adelantado a sus planes, esta noche no hubierais escuchadomi canto. -

    - Lo cual te agradecernos, Csar, en nombre de Roma y del

    mundo entero - exclam Domicio Acio. .Ligia estaba ya horrorizada de Vinicio y en vano suplicabacon acento -lastimero que tuviese piedad de ella. El Vinicio de-ahora no era aquel tan amable que ella ya casi quera con todasu alma: se haba convertido en un asqueroso stiro. Le faltabanya las fuerzas y apenas poda tenerse en pie, cuando Vinicio lasujet entre sus brazos.

    Pero de p'ronto una uerza irresistible separ sus brazos conla misma facilidad que si fueran los de un nio, y le arroj a unlado, lo mismo que si se tratara de una paja. Qu suceda? Vini-cio, asombrado, se frot los ojos y vio ante s la atltica figu-rade Urso. -

    'Elligio permaneca inmvil y tranquilo, pero dirigi una mi-rada tan expresiva a Vinicio que ste sinti que su sangre se he-laba. Despus el gigante tom en brazos a su reina, y con pasosacompasados sali del triclinio, seguido de Act.

    Vinicio qued un instante confuso, pero inmediatamente sepuso en pie yse precipit hacia la puerta, gritando:

    - Ligia! Ligia !. , Sus pier~as, sin embargo, estaban entorpecidas; tropez, va-

    cil, y agarrando se a los hombros de una bacante siria pregunt,con los ojos medio entornados: _

    - Qu ha sucedido?. - Ella, con los ojos velados, le present una copa de vino, di-

    ciendo :-- Bebe!Vinicio bebi y cay en el suelo desplomado.

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    VIII

    Nadie detuvo a Urso ni le dirigi pregunta alguna. Los co-mensales, o permanecian an debajo de la mesa, o haban abando-nado sus puestos; los criados, al ver a una de las invitadas en

    brazos de Urso, creyeron que se trataba de un esclavo que con-ducia a su duea, harta de vino.

    Adems, la compaa de Act alejaba toda sospecha.Pasaron desde el triclinio a la sala contigua y despus a una

    galera que conduca a las habitaciones de Act. Ligia, que haba

    perdido por completo sus fuerzas, descansaba en los brazos deUrso como si estuviera muerta, pero el fresco de la brisa matutinale hizo abrir los ojos. Aumentaba la luz del da. Despus de seguirla columnata durante unos momentos, pasaron por un prtico la-teral, que daba, no al patio principal, sino a los jardines, en loscuales iluminaba la aurora las copas de los pinos y los cipreses.

    Aquella parte- del palacio estaba desierta; la msica y el ruidodel banquete llegaban confusamente. Crey Ligia que haba salidode los infiernos para entrar en el reino de Dios; luego, haba en el

    mundo algo ms que aquel abyecto triclinio ; haba cielo, aurora,luz y calma. La sobrecogi un deseo de llorar y, apretndose con-tra Urso.ideca con voz sollozante :

    - A casa, Urso! A casa de Aulo Plaucio !_ S, nos iremos - contest el gigante.Act tuvo que intervenir:

    _ Es cierto que podis iros y que nadie os detendr a la sali-da' pero de la casa de Csar nadie huye impunemente. Osvais, yes~ misma noche un centurin comunicar a Plaucio y a Pompo-

    nia su sentencia de muerte; t, Ligia, sers reintegrada a palacio,y..entonces ya no habr salvacin para ti. ,Ligia comprendi que nohabia remedio. Fue al banquete con-

    vencida de que Petronio y Vinicio intercederan. P'?r ella, y ahoracomprenda que ellos e,ran la causa de s.~ perdlclo}l. . ...

    _ Act --- murmuro con desesperacin -, oiste a V IniCIOcuando dijo que el Csar le h~ca don de mi persona y que hoyal atardecer sus esclavos vendrian a buscarme?

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    _ Lo oi - respondi la griega, sin comprender por qu, entreperderse ella y perder consigo a ...Aulo y a Pomponia o ser la ama-da del noble Vinicio, se desesperaba la joven y vacilaba.

    _ Act, que haba sido esclava, que amaba an a Nern, y hubie-ra ido hacia l si la llamara, no .poda comprender la amargura dela muchacha, ni su resistencia a seguir al hombre a quien amaba.

    _ En este palacio - murmur quedo - hay ms peligro parati que en el de Vinicio.

    _ Nunca - contest Ligia, recordando las palabras del jo~ven y su actitud durante el banquete -, nunca ir a su casa, ni mequedar aqu tampoco.

    - Odias a Vinicio?

    Ligia respondi con un sollozo.Act estrechaba entre sus brazos a Ligia e insista en su pre-gunta:

    - Tanto le odias?_ No - dijo Ligia -; me est prohibido el odio; soy cris-

    tiana. ~_ Lo s, Ligia; y s tambin por las cartas de Pablo de Tarso

    que debis tener ms temor al pecado que a la muerte. Pero, con-tstame: te permite tu doctrina causar la muerte de alguien?

    -No._ Entonces permitirs que la ira del Csar caiga sobre Plau-cio y Pomponia?

    Ligia guard silencio, sintiendo que un abismo sin fondo seabra bajo sus pies.

    _ No, no; de aqu no puedes huir, Ligia, y no te queda otroremedio que. pedirle a Vinicio que te devuelva a Pomponia. .

    Pero Ligia cay de rodillas para suplicar a Alguien que no eraVinicio. Un momento despus se arrodill tambin Urso y ambosoraron en aquella mansin del Csar.

    Act no poda separar sus ojos de Ligia, que, vuelta de perfil,alzaba la cabeza hacia el cielo, como si esperase que su salvacinviniera de all. La aurora inundaba de luz sus rubios cabellos y elblanco peplo y se reflejaba en sus lmpidas pupilas. Entre aquellaluz parecia ella misma otra luz refulgente.

    Parecale a Act que ante ella se descorra un velo, mostrn-dole un mundo completamente diferente del que le era familiar.Aquella oracin en el palacio del crimen y de la infamia la descon-certaba. Antes crea que no poda haber salvacin para Ligia, pero

    ahora ya ernpezaba a creer que pudiera ocurrir algo inslito, que

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