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crt- Orgapo äe su Veperable Oräep Cercera y (ofraäías Dirección: Silva, 39.-Madrid (12).-Teléf. 12803 Admón.: Apartado 234. -Madrid.- Teléf. 55944 15 DE ABRIL DE 1931 <> o o NÚM. 4 S U- M A1 = 2, I 0 NUESTRA TOTAL DEPENDENCIA DE Dios, por Fr. Juan G. Castro. - EL TEMPLO DE JERUSA- L ÉN, por Fr. G. NúfieZ. ANDAR EN LA PRESENCIA DE MARÍA por Fr. Juan Gilebert.— CÓMO HABEIS DE OIR LA MISA DE SAN PEDRO ARMENGOL, por Natanael —OFRENDA A LA B EATA MARIANA DE JESÚS EN EL DÍA DE SU FIESTA 17 DE ABRIL DE 1931. por Fr. I O.— EL MAESTRO FR. JORGE DE LA PUERTA, p or Fr. Guillermo Vázquez - PÁGINA MISIONAL. — NOTAS RELIGIOSAS, por Fr. Martín Ortilz Excm.). 512. D. JAVIER DE LAUZURICA, OBISPO AUXILIAR DE VALENCIA. ESPAÑA Y SUS BELLAS ARTES, por Guillaurne.—LarRo M ONOPOLIO?, por GdrCíd. CONFERENCIANTE OPORTUNO, por Fr. Serapio González zgo. —LA HORMIGA CON ALAS, por Joaquín Lorenzo Vilanueva.- RADIOGRAMAS.— BI BLIOGRAFÍA. NOTICIAS. NECROLOGÍA. INDULGENCIAS DEL MES DE MAYO. RELI Nuestra total dependencia de Dios , No es la Religión formalmente nues- tra dependencia de Dios, porque si e so fuera, lodos los seres criados, hasta los impíos, serían religiosos, Pues todos dependen de Dios; es pre- c iso que intervenga el entendimiento Y la voluntad para que esta dependen- c ia, por reconocida, querida y acata- d a, sea Religión. La dependencia es, con todo, el fu ndamento de la Religión, y median- t e el conocimiento .produce y comen- sura los afectos de agradecimiento a i d bondad divina y de rendimiento a SU voluntad. Dependemos de Dios en el ser y en e l obrar y en lo mismo que depende- n'os de las otras criaturas. GION Nuestra dependencia de Dios en el ser No habiendo existido y existiendo ahora, no existimos de nosotros mis- mos, en otro está la causa de nuestra existencia; porque cuando no existía- mos, no podíamos darnos la existen- cia, porque lo que no existe nada pue- de ni nada hace. Si, pues, de otro tenemos recibida la existencia, no podemos decir nunca que nos lo hayamos dado a nosotros mismos en algún momento, porque es imposible darnos lo que ya tenemos, o dárnoslo si no lo tenemos. Nuestra dependencia de Dios en el obrar La conciencia íntima nos testimonia de modo indubitable los estados su

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Orgapo äe su VeperableOräep Cercera y (ofraäíasDirección: Silva, 39.-Madrid (12).-Teléf. 12803

Admón.: Apartado 234. -Madrid.- Teléf. 55944

15 DE ABRIL DE 1931 <> o o NÚM. 4

S U- M A1=2, I 0

NUESTRA TOTAL DEPENDENCIA DE Dios, por Fr. Juan G. Castro. - EL TEMPLO DE JERUSA-LÉN, por Fr. G. NúfieZ. — ANDAR EN LA PRESENCIA DE MARÍA por Fr. Juan Gilebert.—CÓMO HABEIS DE OIR LA MISA DE SAN PEDRO ARMENGOL, por Natanael —OFRENDA A LAB EATA MARIANA DE JESÚS EN EL DÍA DE SU FIESTA 17 DE ABRIL DE 1931. por Fr. I O.—EL MAESTRO FR. JORGE DE LA PUERTA, por Fr. Guillermo Vázquez - PÁGINA MISIONAL. —NOTAS RELIGIOSAS, por Fr. Martín Ortilz Excm.). 512. D. JAVIER DE LAUZURICA,OBISPO AUXILIAR DE VALENCIA. — ESPAÑA Y SUS BELLAS ARTES, por Guillaurne.—LarRoM ONOPOLIO?, por GdrCíd. — CONFERENCIANTE OPORTUNO, por Fr. Serapio González

zgo. —LA HORMIGA CON ALAS, por Joaquín Lorenzo Vilanueva.- RADIOGRAMAS.—BIBLIOGRAFÍA. — NOTICIAS. — NECROLOGÍA. — INDULGENCIAS DEL MES DE MAYO.

RELINuestra total dependencia de

Dios,

No es la Religión formalmente nues-tra dependencia de Dios, porque sieso fuera, lodos los seres criados,hasta los impíos, serían religiosos,Pues todos dependen de Dios; es pre-ciso que intervenga el entendimientoY la voluntad para que esta dependen-c ia, por reconocida, querida y acata-da, sea Religión.

La dependencia es, con todo, elfundamento de la Religión, y median-te el conocimiento .produce y comen-sura los afectos de agradecimiento ai d bondad divina y de rendimiento aSU voluntad.

Dependemos de Dios en el ser y ene l obrar y en lo mismo que depende-n'os de las otras criaturas.

GION• Nuestra dependencia de Dios

en el ser

No habiendo existido y existiendoahora, no existimos de nosotros mis-mos, en otro está la causa de nuestraexistencia; porque cuando no existía-mos, no podíamos darnos la existen-cia, porque lo que no existe nada pue-de ni nada hace.

Si, pues, de otro tenemos recibidala existencia, no podemos decir nuncaque nos lo hayamos dado a nosotrosmismos en algún momento, porque esimposible darnos lo que ya tenemos,o dárnoslo si no lo tenemos.

Nuestra dependencia de Diosen el obrar

La conciencia íntima nos testimoniade modo indubitable los estados su

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su rumor de olas hace rumorososmis oídos, su olor a algas hace acremi olfato, su agua salada hace amargomi gusto, sus blandas, frescas e in-quietas aguas, acarician y refrescanmis pies y como que a su alrededorjuegan separándose y encontrándose,yendo y volviendo. Obrando en missentidos imprime el mar en ellos susemejanza; en los ojos su color, susonido en los oídos, en el olfato suolor, su gusto en la boca y su blan-dura y frescura en mis pies.

Hasta el presente, con esto solo nohay conocimiento; también reprodu-ciría su figura y color en placa foto-gráfica debidamente preparada, y haríaresonar su sonido en diapasonesconvenientemente dispuestos. Obraen mis sentidos imprimiendo en ellossu semejanza, como todo ser queobra deja en su obra su huella; así lamole que gravita sobre vigas de hierrohasta disociar sus moléculas, comu-nica a las vigas su peso, y si las vi-gas fueran seres vivos habría ya mu-cho hecho para llegar a la sensaciónde la pesadez y de la disociación.

No basta, con todo, la reproduc-ción en los sentidos de los objetosexternos; es preciso la percepción deestas reproducciones, y por ellas delos objetos que las producen, en loque formalmente consiste la sensa-ción.

Esta percepción, aunque en cuantoa los términos es múltiple, pues sepercibe el color, y el sonido.., y laidea, y el juicio, y la consecuencia,en cuanto a la actividad sintiente einteligente es única, porque el testi-monio interno en nosotros mismos

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tiene al líquido, nos conserva en el ta-ma ño que tenemos y da consistencia atodo nuestro organismo, y de tantasotras cosas, largas de contar, y, enUltimo término, adonde todo esto va aPara r, de la asimilación y desasimila-eiön, último nudo de esta red concén-trica, tupidísima, que viene del exterioral in terior: porque un paso más haciaden tro y tenemos el ser vivo, que porse rlo se posee a sí mismo y es inde-l'endiente de la misma red, que consus mallas le rodea por todas partes;krque si no fuera independiente sereso lvería como el total en sus suman-dos , o el producto en sus factores o,211 té rminos generales, como valor ensus equivalentes.

1\illestra dependencia de las cria-titras en la vida cognoscitiva y

afectiva

Son más maravillosas estas depen-dencias que las pasadas y por entrarde i leno en el campo iluminado dele° flo chniento, son más claras, y portene r analogía y paralelismo grandeCOn las anteriores, pueden las unaseselarecerse con las otras. Pero estoU0 es ahora de nuestro propósito.

lì el conocimiento tenemos infilti-,t)les dependencias del objeto conocí-°. Tengo el mar delante; es uno de

'° s días calurosos del verano, hora lah1) ,Llesta del sol, estoy sentado en laPlaYa con los pies desnudos en lal'en a que bañan las olas que aquí

exPira n .

mar está obrando en mí por" Iedio de mis sentidos; su color tor-tlesolado hace tornasolada mi vista,

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cesivos de reposo y de actividad denuestras potencias, sentidos y ener-gías orgánicas.

Unas veces hablamos, otras esta-rnos callados; ya pensamos, ya dejamos de pensar; ahora quiero y medetermino, después estoy indiferente.

Aunque el razonamiento sirve paratodo cambio de estado, lo vamos aaplicar ahora solamente a los quedependen de nuestra espontánea ylibre determinación, en donde vere-mos la necesidad de la intervención

divina.Antes de ponerme a este artículo,

no pensaba en él; ahora quelo estoy

escribiéndo , pienso, escribo, refle-xiono, borro y vuelvo a escribir.Cuando no pensaba, cuando no escri-bía, cuando no reflexionaba, estabaen estado bien diferente del de ahora,en que pienso, escribo y reflexiono.Algo me faltaba antes para pensar,que ahora tengo al hacer estos actos,porque si nada me faltase entoncespara esto que ahora estoy haciendo,ya lo tendría hecho y no tenía ahoraque hacerlo.

Algo, pues, me faltaba para pensarcuando no pensaba, para escribircuando no escribía, para reflexionarcuando no reflexionaba, y si me fal-taba algo, no lo tenía, porque es im-posible que me falte lo que tengo, ysi no lo tenía no podía dármelo, ycomo se trata de actos espontáneos ylibres no podían dármelo otros seresexteriores a mí, que ya entonces noserían estos actos espontáneos, sinoforzados; además, como actos vita-les, no pueden venir de fuera a den-tro, sino al revés, de dentro a fuera,

y ninguna de las criaturas es interiora mí mismo, sino Dios y yo.

Si, pues, algo me faltaba para pen-sar y escribir cuando ni pensaba niescribía, ahora que pienso y escribo,algo me dieron que entonces no tenía,y no pudiendo ser las criaturas lasdadoras, fue necesariamente Dios.

Dependo, pues, de Dios en el serque es la potencia de toda operación,y dependo de Dios en el obrar que essu acto.

Nuestras dependencias de lascriaturas

Nuestra alma, por ser espiritual, nodepende en cuanto al ser de ningunacriatura, aunque si en el obrar, esté ono unida al cuerpo.

A dos grupos se pueden reducirnuestras dependencias de las criatu-ras: en cuanto a la vida orgánica, yen cuanto a la vida cognoscitiva yafectiva.

Nuestra dependencia de las cria-turas en cuanto a la vida humana

Es imposible enumerar las múlti-ples dependencias de nuestra vida deeste mundo que nos rodea, las cuales,digámoslo de paso, son otras tantaspuertas por donde la muerte puedesaltearnos.

Porque que nuestra alma continúeinformando y vivificando este nuestrocuerpo, depende del aire que respiramos, y de la comida que ingerimos, Yde la ropa que nos abriga, y del sueñoque nos repara, y de la atmósfera quenos rodea, la cual como el vaso con-

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y la observacmanifiesta clarísimaoye es el mismo que ve,ta, toca, juzga y razona, y comunidad no nace ni de los objetos nde los sentidos ni de las potencias,puesto que son muchos por distintos,porque una cosa es el color y el verlo,

y otro el sonido y oirlo, y otro el olory el olerlo..., no queda otro medioque la percepción sea única y cén-trica y cuya actividad termine en laperiferia varia (importa poco para elcaso que sea local, basta que hayaotra cosa más interna que ella).

Tenemos, pues, en nuestros sen-tidos tantas dependencias del mundoexterior cuantos son los objetos quenos impresionan; y en nuestra per-cepción tantas dependencias cuantasson las impresiones en que terminala percepción, y con los objetos ex-ternos cuantos son los juicios que deellos formamos o deducimos; porque,con verdad, en el ejemplo puesto, po-demos decir del mar que aunqueaquello porque se ve su color no esaquello porque se oye, su ruido, niéste su olor, ni el olor su sabor, es,con todo, verdoso, rumoroso, olo-roso, sabroso y blando, con quecosas que no se puede decir unas delas otras, pues son distintas, se dicen,sin embargo, de un sujeto común enque están todas ellas, con lo cualtodas las entidades, color, olor...vienen a radicar en un mismo sujetode donde dimanan, y sus respectivasimpresiones en los sentidos tambiénen un solo sujeto que las percibe.

La relación de semejanza entre elobjeto y su impresión fundamenta la

verdad de la percepción; la relaciónde conveniencia entre las sensacionese intelecciones y por ellas de losobjetos sentidos y entendidos, y elser que los percibe, origina la afec-

'ón, sensible en los objetos sens i-bles, y voluntaria en los inteligibles.

Nuestra depen encia de Dios enesto mismo en que dependemos

de las criaturas

Se ve claramente que si en lo qudependemos de las criaturas no d e

-pendiésemos de Dios, como en lo querecibo de Pedro eso no recibo de Juan,habría algo, mi dependencia de lascriaturas, que no la debería a Dios,ni tendría, por lo mismo, que agra-decérsela, y por la misma razón erlaquello por lo cual las criaturas i n

-fluyen en mí, procederían como el'cosa propia; pero probado como estaque en el ser y en el obrar las criat u -ras dependen de Dios, dependen porlo mismo en la dependencia que consu acción establecen con otras cri a

-turas, como si lo que recibo de Pedro,éste lo tuviese recibido de Juan, y Pe'dro no pudiera dármelo, sin la acciónde Juan, por lo mismo que lo recibode Pedro lo recibo también de Juarl'

Dependencia total de Dios

Pues si todo mi ser, todo mi obrary mi misma dependencia de otrascriaturas depende de Dios, claro eStäque esta dependencia es total, y nnahay en mí sea accidente, sea sustarrcia, ser u obrar en que no sea criatir

ra de Dios; y por esto la relación cl°

criatura se identifica con todo mi serY con todo mi obrar, pues en todo ellodependo de Dios, y no pudiendo se-Pa rarse nada de lo que soy y por loq ue obro de esta dependencia, sigue-Se que el ser que soy y el ser criatura,SO n realmente una misma cosa.

Queda, pues, probada nuestra totaldependencia de Dios.

Aplicación de sentidos sobre estasverdades

verdesta

utas

padre Juan Falcd ucire alguna modificYo!' exactitud teológica, cocomprobar quien coteje lo transY modificado con el original.

'r En dos géneros de cosas se ocupaDios y éstas dos obra, y obrará portoda su eternidad: la una es allá den-tro de sí, dice el Teólogo, y la otra

fuera en nosotros.La que obra acá fuera en nosotros

es haber criado todo este mundo, cie-1 °8 y tierra, y cuanto en ellos hay;Porque todas las criaturas, grandes yPequeñas, sin exceptuar ninguna deCuantas hay y cuantas han vivido ynabrä , hasta el fin del mundo y portoda la eternidad de Dios, todas sonObras de sus manos y lo serán.

Y está concurriendo y obrando ennosotros, y en todo lo criado todo loque las criaturas obran y obraráneternamente. Está dando gloria per-Pe tua a los Cielos, pena eterna a losInfi ernos, congoja temporal al purga-torio, suspensa quietud al limbo, y

gobierno a la tierra y a todo lo criado.Obra con los ángeles y santos todolo que ellos conocen y aman en labienaventuranza, y todas las demásobras que en servicio de su Criadory bien nuestro hacen.

Está moviendo estos cielos, sol,luna, estrellas y elementos, y concu-rriendo con los influjos que tienensobre todo lo criado, sin que se hagacosa, ni caer una gota de agua, queno sea obrándolo también El; haceque queme el fuego, que refrigere elaire, que el agua moje y fructifique latierra.

Está también ocupado en hacer quese hagan todas las obras y accionesque hacen todos los hombres, todaslas aves, todos los animales, todoslos peces, todos los vivientes sensi-bles, todos los 'árboles y plantas y

criatura que hay debajo del cielo,n todas concurre, y todas

obrar, y sin que Else pudiera ha-

una hor-

'ón en los otros nosmente que el que

huele, gus-o esta

Hagamos ahora, para concluir, co-na aplicación de sentidos sobre

des tomada del venerableoni, en la cual intro-

ación para ma-mo podrá

rito

todaporque colas mueve paraobrara con ellascer, aunque fuera menearsmiga.

De manera que hace que los hombres discurran, amen, oigan, vean;coman, trabajen, anden, duerman, ha-blen, y, finalmente, hagan todo lo quede todas maneras obran, en todo ponesus manos, digámoslo así. ;Oh, granconsuelo que tengamos a Dios siem-pre con nosotros y a todas horas ennuestra ayuda!

Pues con todos los demás vivientes

y no vivientes, también obra; haceque las aves vuelen y canten, que losleones bramen, que los cabritillos ba-len y salten, que se rían los prados,hierbas y amenidades, que corran los

nad

ji

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ríos, los mares, las fuentes y todaslas aguas del universo, que anden lospeces en el mar y que se mueran has-ta los gusarapos, hormigas y menu-dísimos animales.

Y esto todo no impeliéndolos,haciéndoles fuerza a que obren y semuevan, sino que está como esperan-do a que se les antoje andar y obrar,para concurrir a ello,, acomodándosecon el natural de cada uno. ¡Benditasea su apacibilidad y llaneza!, puesno se desdeña de acomodarse a tanmenudas cosas.

Y también a lo insensible, a todoasiste, a los montes y peñas a quepesen, a los árboles a crecer y darsus hojas y frutos, a los jardines yhuertas a que den sus flores y hierbas,a las casas y edificios a que se ten-gan y aun a que se obren, porque si elSeñor no edificare la casa, en vanotrabajan los que la edifican.

Finalmente, El se ocupa y entiendeen hacer todas las obras chicas ygrandes, altas y bajas que se hacenen todo lo criado, sea en los cielos,sea en la tierra, sea en el mar, sea entodo el orbe,

- Así que, aunque no lo vemos nitocamos, es cierto y llano que estésiempre ocupado en nuestro bien y

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con nosotros, aunque nada le ocuPa,ni nada le embaraza, y que a todashoras, en todo lugar y siempre, nosestá haciendo bien y más bien, y queora haga beneficios, ora castigos,todo es hacernos bien y más bien.

De cuando hace beneficios, dichose está ello; mas aún, castigando loshace, porque supuesto ya que hemospecado, el mayor bien que por enton-ces nos puede hacer es castigarnos Y

purificamos con las penas; porque 5 1

no es mediante esa purificación, nuestamos capaces de otro mejor bienpor entonces; si como el sucio y pica-ro asqueroso, así no se lava y asea,no está capaz del lado del rey, así elque ha pecado no está capaz de otromayor bien, hasta purificarse con laspenas.

De manera que de todas manerasnos hace Dios bien, y por eso dice laIglesia que es digno, justo y debido,que siempre y en todas partes demosgracias a Dios, porque siempre y detodas maneras nos hace bienes, oracastigue, ora premie.

Démosle, pues, la vida y el alma Ytodo cuanto tenemos, pues todo essuyo» (1).

FR. JUAN G. CASTRO

(1) (,La Vida de Dios), cap. XXIV.

¿Quién no desearía verlo? En élfue presentado el Señor a los cua-renta días de nacido; allí estuvo a laedad de doce arios y después innume-rables veces; allí oró y enseñó confrecuencia en los arios de su predi-cación.

Al templo acudió la Santísima Vir-gen y San José; los apóstoles, aundespués de la Ascensión, continuaronfrecuentándolo, y en el Pórtico deSalomón (uno de los claustros quelo rodeaban), podemos decir que sereunía la primitiva Iglesia. El temploera el amor y el embeleso de los ju-díos, que allí tenían su único altar,pues en las Sinagogas esparcidas porel mundo, se oraba y se enseriaba odiscutía, pero no se ofrecían sacrifi-cios.

Sabemos cómo era el templo, nosólo por la Sagrada Escritura, sinotambién por otros libros y principal-mente por los de losefo, que lo viö ylo describe minuciosamente, apuntan-do todas sus medidas.

Sin embargo, no se ha divulgadosu conocimiento entre los fieles yalgunas estampas contribuyen a for-mar de él una idea disparatada, repre-sentándolo como una iglesia cristiana,a la que se parecía muy poco, lo mis-mo que la generalidad de los templosgentiles. Tanto éstos corno el de Jeru-salén, estaban constituidos por variosatrios, en que permanecía el público,mientras el santuario, que era muyreducido, estaba reservado a los sa-

cerdotes. Al contrario de lo que ahorasucede en las iglesias.

El templo de Jerusalén estaba si-tuado en una de las colinas que cons-tituían la ciudad, en la antigua eradel jebuseo Areuna, donde David vióal Angel con la espada desenvaina-da durante la peste y, ofreciendo unsacrificio, consiguió que cesara elazote.

La era resultaba demasiado peque-ña y fue preciso rebajarla y terraple-nar alrededor hasta formar una plata-forma bastante extensa. Los patiosque rodeaban el santuario estabanmás bajos según el declive del cerroy se subía de unos a otros por unosquince escalones.

El recinto exterior estaba cerradopor altos muros, por dentro de loscuales había en tres lados dos claus-tros o pórticos paralelos, y tres pór-ticos en el lado de mediodía, separa-dos por grandiosas columnas de pie-dra blanca, de una sola pieza. El delmediodía se llamaba Pórtico Real yel oriental Pórtico de Salomón, don-de el Señor paseaba y enseñabaalgunas veces, según cuenta el Evan-gelio. En el ángulo noroeste del re-cinto exterior estaba la Torre Antonia,imponente fortaleza con guarniciónnumerosa.

Dentro estaba el primer patio des-cubierto, o Atrio de los Gentiles, asíllamado porque hasta allí se les per-mitía la entrada. Era muy extenso,pues el recinto exterior que era casi

N:221 El Templo de Jerusalén

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rectangular medía unos 400 metros delargo y la mitad de ancho. En estepatio se' situaban los mercaderes ycambistas arrojados a latigazos porJesús.

Una pared poco elevada lo separa-ba del Hei, atrio pequeño que rodeabael templo; varias lápidas en latín ygriego amenazaban con la muerte alos extranjeros que se atrevieran apasar delante. Una de esas inscrip-nes, en griego, descubierta hace unosaños, se conserva ahora en Constan-tinopla. San Pablo estuvo a puntode ser muerto por los judíos, acu-sado de haber introducido algunoscristianos (no judíos) en el interior,y se produjo un terrible motín, quesofocaron los soldados venidos alpunto de la Torre Antonia. (Act. 21).

En esa pared que cerraba la entrada

del Hel comienza nuestro grabado, enel que falta el atrio de los gentilescon su pórtico. Desde el fiel se subíapor más escalones al recinto edificadoque tenía diez puertas. La más impor-tante, llamada Puerta Hermosa (Spe-ciosa), estaba en la fachada oriental,donde San Pedro y San Juan curaronal paralítico.

Corno se ve, el edificio en su lon-gitud se dirigía de oriente a occiden-te. Pasada esa puerta, o entrando poralguna de los laterales, se llegaba alatrio de las mujeres, así llamado por-que ellas no podían pasar de allí.Alrededor había muchas dependen-cias, entre ellas el tesoro o gazofi-lacio, donde la pobre mujer echódos pequeñas monedas a vista delSeñor.

Nuevas gradas y la puerta de Nica-

PLANO DEL TEMPLO DE

JERUSALÉN

en tiempo de Jesucristo.

1. Puerta Hermosa (speciosa!.2. Idem de Nicanor.-3. Idemlaterales del atrio de las muje-res.-4. Idem laterales del atriode Israel. —5. Habitaciones delos leprosos curados y naza-reos; depósitos de aceite y lefía.8. Idem para usos varios.— A.Atrio de Israel.— A'. Idem delos sacerdotes — A'. Idem dehs mujeres. — a. Altar de losholccaustos. V. Vestíbulo. —S. Lugar santo. SS. Idem san-tishr.o.—Gr. gr. Gradas.— C.

Canal subterráneo.

flor (así dicha por el que la habíatraído de Alejandría), conducían a losh ombres al Atrio de Israel, divididotambién por una valla en parte comúny atrio de los sacerdotes. En éste selevar taba el altar de los holocaustos,vasta plataforma a la que se ascendíaPor una rampa y donde se quemabanlos becerros y carneros, sacrificados,desollados y lavados allí al lado.

Claro es que estaba al aire libre,Pues el fuego y humo horrible no per-mitían otra cosa.

Finalmente, subidas nuevas gradashacia occidente, se encontraba el san-t uario, edificio rectangular de 100 co-dos de largo, 100 de alto y 60 dea ncho. Dividíase en tres partes: Ves-tíbulo, lugar Santo y lugar Santísimo

Sancta Sanctorum). Sólo los sa-cerdotes de alta graduación penetra-ban en el Santo, y únicamente elSumo Sacerdote, una vez al año, enel Santísimo. (El codo hebreo valía0,45 metros).

Entrando en el Santo se encontrabaal centro el altar del incienso; a lad erecha, la mesa de los panes que sePonían diariamente, y a la izquierda,el candelabro de siete luces. Todosestos objetos eran de oro purísimo.

El Santo estaba separado del San-

tísimo por un tabique de cedro y unvelo o cortina riquísima, que se ras-gó de arriba a abajo en la muerte delSeñor.

Antiguamente ocupaba el Santísimoel Arca de la Alianza bajo las alas dedos serafines de oro, pero desde lacautividad de Babilonia estaba ente-ramente vacío, pues el Arca, escondi-da por Jeremías, no apareció más.

El templo, res t aurado por Zoroba-bel a la vuelta del cautiverio, era po-bre, y Herodes había comenzado surenovación magnífica con si llaresenormes, que los Apóstoles enseña-ban admirados al Señor. La obra du-raba ya cuarenta y seis años al acer-carse la Pasión, y no se terminóhasta el año 64, casi en víspera de sudestrucción, en que no debía quedarpiedra sobre piedra, conforme a laprofecía de jesús. Hoy ocupa su lugarla mezquita de Omar, y porque losjudíos van a llorar a su alrededor,hubo grandes disturbios hace poco.

Es fácil advertir que la disposicióndel santuario fue siempre la del taber-náculo construido por Moisés en eldesierto, pues también en éste habíaun atrio con el altar de los holocaus-tos, Vestíbulo, Santo y Santísimo.

FR. G. NÚÑEZ

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He aquí una práctica utilísima parafomentar nuestra devoción a la San-tísima Virgen, y que brindo a nues-tros lectores para que la empiecen losque nunca la han practicado, larenueven los que la abandonaron yla perfeccionen los que la tienen.

Creemos que por la comunión delos santos unos fieles tienen parte enlos bienes de los otros como miem-bros de un mismo cuerpo, que es laIglesia, cuya cabeza es nuestro SeñorJesucristo, cuyo espíritu es su mismoEspíritu, el Espíritu Santo, que cornoel alma en el cuerpo, aunque no en lamisma forma, se difunde por la Igle-sia y sus miembros, los informa, vi-vifica y mueve.

Esta comunicación de bienes la hayentre los bienaventurados del cielo,los expiantes del Purgatorio y losviandantes de la tierra, que todostienen de común ser miembros deCristo y participar de su espíritu.

La comunión de los Santos existe,aunque muchos que la gozan no laconozcan, como de los bienes de unafamilia participan todos sus miem-bros: unos sin saberlo ni agradecerlo,otros con algún género de conoci-miento y agradecimiento, que es per-fecto en los mayores que conocenlos bienes, los móviles y los mediosde su comunicación.

El recién nacido entra por el bau-tismo en esta comunión de los San-tos, sin que lo advierta, ni lo pida, nilo agradezca; de este modo inconsciente recibe la gracia, las virtudes ylas influencias de los tres que pudié-ramos llamar órdenes de la Iglesia:Iglesia triunfante, cuyos miembros asabiendas influyen en nosotros; Igle-sia purgante e Iglesia militante, en lacual, de los instruídos en la doctrinacristiana, unos de manera vaga creen

en esta comunión, y así se encomien-dan a los Santos; otros mejor la co-nocen y también el campo a que seextiende, que no es sólo el de la gra-cia propiamente dicha y el del cono-cimiento y afecto intelectuales, sinotambién el de los conocimientos yafectos sensibles y hasta el del sernatural, porque todo lo que puedetener relación inmediata o mediatacon la gracia, pertenece a la comu-nión de los Santos, y, finalmente, al-gunos afortunados claramente enalgunas cosas, bajo símbolos sor-prendentes en otras y como por ins-tinto maravilloso, que por serio nopuede reducirse a conceptos, cono-cen y sienten en sí esta secreta, admi-rable y vital comunicación.

La Bienaventurada Virgen María,que de las criaturas, aun de las angé-licas, es la más excelente, es por lomismo la más influyente, o digámoslo,la universalmente influyente; porqueasí como en una serie de causas loque se atribuye a cualquiera de lasde la serie hay que atribuirlo a laprimera, de la que todas dependen;pero no puede atribuirse a cualquieralo que se atribuye a una dada, porquelo recibido por el ser quinto, porejemplo, se reconoce recibido inme-diatamente del cuarto y por su mediodel tercero, segundo y primero, perono puede reconocerse deudor al sersexto, ni al séptimo.., puesto que elfundamento de la atribución es laacción, que no pueden ejercitar estosseres sin la mediación del mismo serquinto, por lo cual si el ser quintofuese deudor al sexto, con mayorrazón lo sería a sí mismo.

De donde tenemos que la Santí-sima Virgen, por ser la primera de lascriaturas por su excelencia, es por 10mismo la más influyente y la general-

mente influyente; por eso dijo uno:Cuando la Santísima Virgen ora,

todos los Santos oran».A tres grupos podemos reducir las

i nfluencias de María sobre la Iglesia ysobre nosotros: conocimiento, amory obra.

Andar, pues, en la presencia deMaría es creer que por esta comunióncomo Madre verdaderamente nos veY nos oye, tiernamente nos ama ysolícitamente mira por nosotros yobra en nuestro favor.

Es muy distinta la presencia de Ma-ría en nosotros de la presencia nues-tra en María.

Nuestra presencia en María esclara; porque realmente nos mira laVirgen María, ve cómo somos, cómodebemos ser y cómo seremos, puesconoce los misterios insondables denuestra predestinación, de nuestravocación, de nuestra justificación yde nuestra futura glorificación; con-forme a este conocimiento ama concomplacencia lo que tenernos de bue-no, y con benevolencia lo que con-viene que tengamos; y según ama,así obra, como omnipotencia supli-cante con Dios, como Reina que man-da a las criaturas y como ser excelen-tísimo que influye en nosotros, por lomenos mediatamente, iluminándonos,e nardeciéndonos, animándonos, con-fortándonos, consolándonos, y, porfin, acogiéndonos.

En cambio, la presencia de Maríaen nosotros, en cuanto nos conoce,nos ama y nos favorece, es corno lade las cosas de la fe, aunque cierta,oscura, y que no sabemos represen-tárnosla; pero tan eficaz como real.

La Santísima Virgen nos ve

Al decir que nos ve quiero decirque conoce todas nuestras cosas, yasí nos oye allí donde nos ve y nosconoce eminentemente en todos losmodos con que nosotros podemos co-nocer; y que a este conocimiento se

• sigue el amor que nos tiene y de esteamor salen los beneficios con que nosenriquece.

Claro está que la Santísima Virgeny su actividad sobre los seres estálimitada a un lugar, por lo cual nopuede ver lo ausente en sí mismo;pero puede verlo todo en Dios, y dehecho lo ve.

Esla vista en Dios de nosotros estan perfecta y más que si nos vieraen nosotros mismos; porque comoDios no se asoma, ¡es imposible!, aver lo que pasa en sus criaturas, sinoque en Sí mismo como manantial dela existencia y de la vida y del obrarve todo lo que fue, es y será, todo loque se hizo, se hace y se hará, asíhace que en Sí mismo donde El todolo ve, lo vean también los bienaven-turados que le contemplan cara aCara.

Ven, pues, los bienaventurados enDios todo aquello que naturalmentedesearon o desearían conocer cuandoestaban en este mundo y lo que pu-dieran desear en el cielo; conocentodos los seres, sus acciones y elorden admirable que entre ellos reina;porque siendo la bienaventuranzadescanso, y no pudiendo haber des-canso sin quietud, ni quietud sin sa-tisfacción de nuestros deseos, es pre-ciso que todos estén cumplidos paraque sea cumplida la felicidad.

Este conocimiento varía de unossantos a otros, corno varía la mismafelicidad, en la que hay grados, comolos hay en el brillo y claridad de lasestrellas.

La Santísima Virgen, que por serla más excelente de las criaturas tienemayor capacidad que todas ellas parala bienaventuranza, y por consiguiente para la visión divina, su acto prin-cipal, y por Madre de Jesucristo Reydel universo y Cabeza de la Iglesia,es Reina también y Madre de todosnosotros, naturalmente desea cono-cer su reino, el cuerpo místico de su

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Hijo y cada uno de sus miembros,que somos nosotros sus hijos, y dehecho nos conoce para que sea com-pleta su felicidad como Reina de todolo criado y como Madre de Cristo ynuestra.

En Dios, pues, ve corno Madre loque somos, lo que debemos ser y loque seremos.

La Santísima Virgen nos ama yobra en nosotros

Al conocimiento se sigue el amor,y éste se mide por aquél, como laobra por el amor. Conociéndonos laSantísima Virgen como Madre a sushijos, y alcanzando su conocimientoa nuestro pasado, presente y futuro,a todo se extiende su amor. Nos amaen cuanto a lo pasado como principioy causa de lo presente, en cuanto a lopresente como medio de lo futuro yen cuanto a lo futuro como perfeccio-namiento de nuestra vida; nuestro pa-sado lo ratifica si es bueno, lo co-rrige si malo; nuestro presente loendereza y mejora, y nuestro por-venir lo previene con su intercesióny con su influencia.

Porque dada por sabida la doctrinade la ilustración y moción de las cria-turas inferiores por las superiores,¿cómo nuestra Madre del cielo no hade iluminar a sus hijos con las lucesde su entendimiento e inflamar suscorazones con los ardores delsuyo?

Sin cansarnos en imaginar cómo,tengamos la certeza, y tratemos deconvertirla en habitual, de que laSantísima Virgen nos ve, nos oye,nos ama, intercede continuamente pornosotros, nos atiende, y como Reinamanda a nosotros sus ángeles, quepor modos maravillosos nos dan susrecados, nos infunden sus pensamien-tos y afectos.

FR. JUAN G. CASTRO

Misal MercedarioCómo habéis de oir la Misa deSan Pedro Armengol, mártir mer-

eedario

San Pedro Armengol es uno deesos santos mártires qui non effusosanguine oecubuerunt (1), cuya muer-te no coincidió con el derramamientode su sangre o con su martirio: deaquellos que, habiendo sufrido elmartirio por Jesucristo, no murieronpor efecto inmediato de los tormen-tos; sino que, habiendo curado natu-ral o milagrosamente, murieron máso menos tiempo después con la muer-ta tranquila de los demás hombres.Sin embargo, la Iglesia les da conjusticia el título de mártires, pues elhaber exhalado el último suspiro en-tre los tormentos, es una minucia delmartirio que Ella no tiene en cuenta,ni estuvo en mano de los mártires.A nuestro santo, por ejemplo, lo col-garon los mahometanos de un palo:quisieron ahorcarlo; Nuestro Señor,sin embargo, por ministerio de suSantísima Madre (de la que somoshijos especiales los mercedarios), losostuvo en el aire, y el lazo no hizosu efecto. Un milagro. Como se ve,el martirio por el nombre del cristia-no no podía estar ya más aceptado nidado en lo que humanamente cabe.Por eso el color de la Misa es rojo.

Panorama de la Misa del Santo.Por si la palabra panorama parecieseextraña a algunos sencillos y devotoslectores, sepan que significa visión

(1) Rúbrica del octavo responso del Común deun mártir, fuera del tiempo pascual.

de conjunto: y eso es lo que haremos pedimos la ayuda de Nuestro Señore n pocas líneas antes de dar la tra- poniéndole delante heroica caridadducción del texto de la Misa: una con que el Santo ofreció la vida porOjeada general a toda ella (1). los cautivos, especialmente los niños!

No domina en esta misa la unidad rasgo simpático que hermosea tam-de pensamiento de otras. Por ejem -U bien la vida de otro hermano nuestroPb,o en la de Santa Teresita del Niño mártir, San Pedro Pascual. El Evan-Jesús, todos los textos se refieren a la gelio es sobre el mismo motivo de lasin fancia espiritual, de la que fué modelo oraciones: dar la vida terrena por Dios,toda su vida. La razón está en que la si queremos ganar la eterna, como loVida de San Pedro Armengol no fué tan hizo el Santo. Resumiendo: dos ideash omogénea, ni con mucho, como la predominan en esta Misa, ensalzar la \de otros santos. Antes de entrar en la misericordia de Dios con un pecado-Orden de la Merced fue capitán de razo (Introito, Ep. y Ofert.) y poner-bandidos, y sólo abandonó aquel vivir nos delante aquella caridad de CristoPor efecto de una gracia estupenda, en que ardía el Santo, con la quede las que en lenguaje corriente se hizo heroicidades y se santificó (Ora-dicen tumbativas. De ahí el recordar ciones, Aleluya y Evangelio). La Co-la misericordia infinita de Dios y en- ~hin participa de estas dos ideas:tonarle un cántico de acción de gra- la conversión de un cristiano y su es-eias, idea que resalta en el Introito y tabilidad en ella por la unión conen el Ofertorio. La Epístola es un nuestra Cabeza mística, Cristo.hermoso pasaje de la Sabiduría sobre

INTROITOla insondable ciencia de Dios y el mis-terio de la predestinación, muy aplica- Mucho me gozaré en el Señor y seble a nuestro Santo a quien los hom- regocijará mi alma en mi Dios, porquebres pudieron juzgar en algún tiempo me vistió con vestido de salud y mecomo precito. El Aleluya y los ver- cubrió con manto de santidad como a,s ículos después de la Epístola son pa- esposo adornado de corona (Isaías,'l abras de reconocimiento puestas en LXI, 10). Aleluya, Aleluya. Salmo,bocas del Santo por haberle librado LXXXVIII, 2): Quiero cantar porDios de la muerte que quisieron darle siempre las misericordias de Yahué:Sus enemigos. En las tres oraciones a todas las generaciones mi boca

dará a conocer tu fidelidad. Gloria

(I) Son provechosas estas ojeadas, pues laIglesia al hacer un oficio no siembra textos aquí yal lá sin fino, sino propónese un fin, que es Infundirel espíritu del santo en los fieles. Ese averiguar conc uriosidad reverente el querer de la Iglesia, cuandodice o hace algo, es lo que se llama sentir con laIglesia, y es algo mas esencial de lo que común-mente se cree para latir al unísono con el Santísi-mo Corazón de Jesús, por la razón de que con difi-cultad se ama bien lo que se conoce mal.

etc. (Al acabar el Gloria Patri, serepite desde el principio hasta el Ale-luya inclusive).

OIRACION

Infündenos, Señor, el espíritu decaridad, con el cual el BienaventuradoPedro, colgado en un patíbulo: ee

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ofreció a Tí como grato sacrificiopara librar a los niños de la tiranía delos bárbaros. Por Nuestro Señor Je-sucristo, etc.

Diréis a continuación la oración deSan Pedro Canisio, después la deSan José (pues este ario estamos enla octava de su Patrocinio), y despuésla de siempre por el Papa, el Obispo,el Rey, etc.

EPISTOLA

Lección del Libro de la Sabiduría(Sab. IX, 13-19) (1). ¿Qué hombre,en efecto, puede conocer el designiode Dios, o quién puede penetrar lo quequiere el Señor? Los pensamientosde los hombres son inciertos y nues-tros modos de ver temerarios. Porqueel cuerpo sujeto a la corrupción ape-sadumbra el alma, y su morada terre-na llena el espíritu de diversos pensa-mientos. Con dificultad adivinamos loque hay en la tierra, y encontramoscon dificultad lo que está bajo nuestravista. Así, pues, ¿quién ha penetradolo que hay en los cielos? ¿Quién haconocido tu voluntad, si Tú no le hasdado la Sabiduría y si no has enviadode las alturas tu Espíritu Santo? Deesta manera se volvieron derechoslos caminos de los que están en latierra, y los hombres aprendieron loque te agrada. Pues por la Sabiduríahan sido salvos, Señor, todos aque-llos que fueron de tu agrado desde elprincipio.

Aleluya, Aleluya. (Salmo 139, 6.)

: (1) En la última edición de nuestro misal («Ma-linos., Dessain, s. a.) se cita erróneamente el librodel Ecleslästico. No es ese, sino el de la Sabi-duría.

Los soberbios me armaron lazos ypusieron redes a lo largo de mi cami-no: me han preparado emboscadas.Aleluya. (Salmo 137, 7.) Si ando contoda rectitud, me vuelves la vida, ex-tiendes tu mano para apartar la rabiade mis enemigos y me salva tu manoderecha. Aleluya.

EVANGELIO

Continúa el Santo Evangelio segúnSan Mateo (XVI, 24-28.) En aqueltiempo dijo Jesús a sus discípulos: Sialguno quiere venir en pos de mí,niéguese a sí mismo y tome su cruz ysígame. Porque si alguno quisieresalvar su vida, la perderá; mas si al-guno perdiere su vida por mi causa,la encontrará. Pues ¿qué utilidad sa-caría un hombre si ganase todo elmundo e hiciese daño a su vida? O¿qué precio dará el hombre por suvida? Porque el Hijo del Hombre hade venir en la gloria de su Padre, consus Angeles, y entonces dará a cadauno según su manera de obrar. Enverdad os digo que hay algunos delos que están aquí, que no gustaránla muerte hasta que vean al Hijo delHombre que viene en su Reino (1).

Ofertorio. —Yahué es bueno paratodos, y su misericordia abarca to-das sus criaturas. Aleluya. (SalmoCXLIV, 9.)

Secreta.—Celebramos, oh Señor,con alegría el sacrificio de hoy, con

(1) Este Reino es su Iglesia, y no se trata aquíde la segunda venida, como, quieren los raciona-listas y otros, que sienten el prurito de lo escatoló-gico. Estudiando con detenimiento el Evangelio, seve que es una sentencia impía y que supondría erroren Nuestro Señor Jesucristo.

el cual, recordando la celestial victo-ria del Bienaventurado Pedro, predi-camos tus grandezas y nos alegramosde haber alcalizado ayudas del Cielo.Por Nuestro Señor Jesucristo, etc.

Comunión. — (A los Efes. IV, 14-15.)No seamos ya niños que ondean y sedejan arrastrar por todo viento dee nseñanza, engañados por la maliciay astucia de los hombres para indu-cirlos a error; sino que, confesandola verdad, sigamos creciendo bajotodos los aspectos en la caridad, enunión de Aquél que es la cabeza, Cris-to. Aleluya, aleluya.

Poscomunión.--A los que recreascon el don celestial. aliméntalos, Se-flor, con el espíritu de caridad de tuBienaventurado mártir Pedro, quesubió humilde a un patíbulo para salirde el triunfante. Por Nuestro SeñorJesucristo, etc.

Para terminar.—No me cansaré,benévolos lectores, de repetiros queos unais durante el Santo Sacrificio atodo lo que va diciendo y haciendo el

Después de escrita y publicada laVida de la Beata Mariana de Jesús,tuve la fortuna de dar en el manus-crito 5.615 de la 13. N., con el «Resu-men de las Informaciones que se hi-cieron por remisiorales de N. SS. Pa-dre Urbano VIII», en que consta eltexto de los ciento veintidós artículosdel interrogatorio sobre sus heroicasVirtudes y milagros y los nombres de

Sacerdote. Todas las oraciones se'dicen en plural en la Misa: allí somostodos oferentes, y es una aberraciónque hay que desterrar a todo trancetener simultáneamente varios actospúblicos de oración en un mismolugar. Así, por ejemplo, cuando elSacerdote levanta el Cáliz al ofertorioy dice: Te ofrecemos, Señor, estecáliz de salvación, rogando a tu demenda que suba ante tu Majestadpor nuestra saiud y la de todo elmundo; es inconcebible que se le diri-ja una oración, también en público ycon frecuencia voceada desde el púl-,pito, a cualquier santo o santa, la cualoración no hace más que distraer laatención del sacerdote y privar a los,fieles de frutos insuperables.

¡Que el Cordero Santo, a cuyo Sa-crificio tantas veces asistimos y al quecomulgamos, retire las tinieblas denuestros ojos y de nuestros corazo-nes para que veamos y practiquemosla verdad!

N ATANAEL

los doscientos tres testigos que fue-ron examinados. El compendiador,P. Presentación, ha hecho un buenservicio en este resumen y en la re-,ferencia por páginas al original de lo'extractado, a lo que parece, con granfidelidad. Por el mismo autor sabe-mos que «fuera de éstos (testigos) envarias deposiciones voluntarias, tes-tifican gran número de señores, y si

Ofrenda a la Beata Mariana en el día de sufiesta, 17 de Abril de 1931

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1

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hoy día, que es año de 1661, quisiesela Santa Sede examinar nuevos tes-tigos, se hallarán en esta Corte másde dos mil, todos oculares, y se des-cubrirían nuevas maravillas». No hayque perder la esperanza de dar el díamenos pensado con esas declaracio-nes voluntarias, ya que el procesoordinario estaba perdido en tiempodel P. Presentación. Tiene relativa im-portancia la vida de la Beata, escritapor el P. Fr. Francisco de Santa Ma-ría, de estilo pobre, la cual tambiénestá en el mencionado manuscrito.

Algunos datos importantes pararectificar fechas de su vida, algunascircunstancias interesantes de hechosya conocidos y alguna novedad seencuentran en este resumen. De éltomaré algunas cosas que, como flo-res del jardín de la Beata, le ofrezcoen este su día con todo el afecto demi alma.

_y-

Antonia Bascón depone que «DoñaLuisa Enríquez, tía del Almirante deCastilla por los años 614, estaba re-tirada en la aldea que llaman Horta-leza, que dista de Madrid dos (?) leguas. Quiso consultar sus cosas conla sierva de Dios Mariana y ver aquelprodigio de santidad, y acompañadade D. Antonia Bascón, su familiar,vino a verla. Entró en su celdilla, yla sierva de Dios la recibió con mu-cho amor, y ofreciósele salir y tardaralgún rato. Era tiempo en que hacíagrandes fríos. En este ínterin la Se-ñora D. Luisa registró el aposen-filio, viólo bien esterado, ajustadas laspuertas y ventanas, su pobre camillacon alguna ropa y su corcho a lospies, y habiéndolo mirado atendió aque el hábito era pobre, pero bastan-te a defender el frío. Habiendo notadoésto, y como viniese con necesidaddecalor, y le sintió en la pobre celdita,dijo a la compañera: ¿Que le parece,amiga, la comodidad con que viveesta Sierva de Dios? Mira qué abri-

gado está el aposento y muy bienesterado; la cama, aunque pobre, conharta ropa, y su hábito no es tal quela deje helar de frío; y la comida ten-drá más segura que nosotros, y noserá mala: que hasta en el servir aDios se busca comodidad, y tal que,con ser yo quien soy, muchas vecesno la tenga tan cumplida.

Dentro de breve rato vino la siervade Dios y humilde pidió perdón de latardanza. Encargóle de nuevo DoñaLuisa sus negocios. Estuvieron des-pacio tratando sus cosas y oyendola huéspeda altas sentencias y pala-bras de vida eterna. Llegó el tiempode despedirse y acompañóla a la puer-ta, y estando abrazada con ella, ha-biendo leído el corazón, le dijo: Mire,mi angelico, yo estoy tan arropada ytengo esta celdica tan compuesta,porque soy tan miserable que si noes con todo este regalo no tengosalud, y mi Padre de confesión me hamandado que esté de esta manera, yaun con todo esto soy tal que notengo la salud que he menester parahacer penitencia de mis pecados.

Cuando oyó esto la Sra. D. a Luisase puso descolorida y blanca comoun papel, y tan turbada viendo des-cubierta su malicia, que no supo quédecir, sino comenzar a llorar, y conlágrimas en los ojos y grande apre-cio de la santa en el corazón, sefue» (1).

Uno de los favores más grandesque Dios suele hacer a algunos de sussiervos es el de la estigmatización oimpresión de las llagas y dolores desu Pasión. Con frecuencia precedepor parte del favorecido como dispo-sición la atenta y habitual considera-ción de la Pasión, incapaz por intensaque sea de abrir heridas en pies, ma-nos, costado y cabeza; a la consi-deración sobreviene la impresión de

(1) Resumen, etc. pág. 17 vta. y 18.

las llagas en un estado de suspenSión atenta y atónita del alma, a laque se sigue una compasión afectuosísima y vivísima de los dolores deSeñor.

Son muchos los favorecidos conesta gracia, muy frecuente en los tiernpos que corremos. La Beata Marianaes una de estas almas, por lo menosen parte, aunque no aparecieron alexterior los estigmas. Digo por lo me-nos, porque hay conjeturas de que fuemás de lo que cuenta, porque aun enesto lo hace con el disimulo compati-ble con la obediencia, como lo echaráde ver quien atentamente lea sus es-critos, y porque sabemos, ademásPor su confesor el P. Juan BautistaSantísimo Sacramento que «en todoha sido modesta y moderada», porcuya causa, dice el Cardenal Trejo,« podrá ser que no se sepa de ellatanto como de otras».

Nos consta, pues, de una maneracierta la impresión de la corona deespinas, la herida del corazón con undardo de tres puntas, equivalente a lade la lanzada en el costado del Salvador, y el ponerla Dios en la cruz y,tal vez sea también gracia mística, elgustar la hiel y vinagre.

En cuanto al ponerla Dios en lacruz encontré en el resumen un por-menor muy significativo; pero antesveamos cómo la Beata nos cuentaeste favor.

«En el discurso de esta enfermedad,en los accidentes más apretados deella, sentí en lo más íntimo de mi almaque nuestro Señor me decía con pa-abra suave y amorosa si me holgaríade estar en la cruz; a lo cual congrandísimo consuelo y gusto respondíque de muy buena gana, y que cuándomerecí yo tan grande bien y favor queSU majestad me hiciese a mí indigní-sima con hachniento de gracias; y asíuego allí en la cama me puse en el

Modo que pude en cruz, y sobrevino-me en las espaldas una grande carga

y pesadumbre, que me pareció que seme habían puesto muy altas y muygrandes, y no podía estar echada so-bre ellas, como si tuviera una grancorcova; y con esto vine a quedartullida de pies y manos, y pensaronme moría».

El testigo ciento treinta P. Bartolo-me de San José, que fue quien a lahora de la muerte confesó a la Beata,atestigua que como tal confesor pormandado de los superiores le man-dó en obediencia declarase las mer-cedes que había recibido de Dios, yella lo hizo, aunque respondió queera muy tarde, que todo era nada yque no había que hacer caso de nada;no obstante, se lo mandó y ella serecogió todo aquel día que fue el an-tecedente al de su muerte, y al si-guiente delante de este testigo y otrosreligiosos graves declaró qu e encuanto al favor de ponerla el Señoren cruz que le sobrevinieron en lasespaldas «como dos cosas redon-das» (1).

Lo que en su autobiografía llamagran corcova llama aquí como doscosas redondas, viniendo a ser estadeclaración del día de su muerte ex-plicación de lo que tenía escrito en larelación de las mercedes que Dios lehabía hecho.

Es este pormenor muy significativo.Sólo sabemos que el Señor muriócrucificado; pero ignoramos la forma,porque no era único el tipo de cruzni uno el modo de crucificar. Va ga-nando adeptos la opinión de que enla cruz había como un soporte o ca-ballete en que estuvo como sentadoel Señor durante las horas de su cru-cifixión y que las manos no fueroncrucificadas en la cara del travesañoque está frente al espectador, sino enla cara que mira al cielo, con lo quelos brazos violentamente estirados ylas manos clavadas hacia arriba te-

(1) Resumen, pág. 47 vta. y 48; Proceso, folios734-741.

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nían la parte saliente de los hombros que había de ser fundamental en laen contacto doloroso con la arista del dirección espiritual del P. Juan Fal-palo travesaño de la cruz. conj.

Esta opresión dolorosa como de Exhortaba a los demás a este ejer-una grande carga y pesadumbre que cicio. El Hermanodonado carmelitael Salvador sufriría, es la que la Bea- descalzo que, haciendo el númerota Mariana compartió en esas «como cincuenta y uno figura en el proceso,dos cosas redondas», que le sobre- afirma que la visitaba frecuentementevinieron en las espaldas y que no la y que era su paz interior admirable ydejaban descansar. en grado heroico y que solía la Madre

cifrarla en estos versos que le hizoEra admirable su igualdad de áni- escribir muchas veces:

mo, que uno de los jueces apostólicosenumera entre sus principales virtu-des y califica de eximia uno de loscapítulos generales de la Recolección.Esta igualdad no se alteró ni con lamuerte, y quedó impresa y perdura ensu rostro. Era una igualdad extática yradiante; no de ser en reposo, sino enacción.

Lo que no sabíamos era que estaigualdad de ánimo fuese fruto de unapráctica constante, con la cual se enseñoreó de sí misma y se abrió comorosa a todas las impresiones de lagracia y a todas las honestas del tratohumano, a pesar de su timidez y cortedad natural, y vino a ser un alma delas más ricas en matices cognosciti-vos y afectivos; porque es demasiadoordinaria en personas que hacen pro-fesión de piedad intensa la pobrezae insulsez de conceptos, de matices yde afectos; parecen unos Jeremías, notal cual fué el famoso Profeta, sinocual lo representa la imaginación po-pular.

El testigo ciento cuarenta y cuatro,P. Pedro de la Madre de Dios (aliasIzcarra), hijo de Pedro de Izcarra,natural de Vergara, y de Juana García,natural de Avila, de donde lo es estetestigo, de edad de cincuenta y sietearios, cuando declaraba, año de 1627por junio, afirma, «según lo que coli-gió de su trato que su principal ejer-cicio era la paz interior y resignaciónen la divina voluntad; (I) ejercicio

(1) Resumen, págs. 51-53; Proceso, fols. 785-791.

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El Maestro Fr. Jorge de la Puerta t en 1486.

El P. Lapuerta gozó en vida la glo- cio de que gozaba de mediana situa-ria que muy pocos religiosos alcan- ción, debida probablemente al púlpito.zan en muerte: un capítulo general Era bachiller en Teología, habiendoproclamó que sus trabajos eran el para ello estudiado los cuatro años

lamentos son más propensos a fisca-dad, pues los capítulos como los par-honor de la Orden; y debía ser ver- reglamentarios de la Facultad y los

tres de Artes en alguna Universidad.En 1459 el General le nombró Vica-

lizar que a alabar a los superiores. rio temporal del convento del Olivar,Fray Jorge era aragonés sin duda, por ausencia del Comendador (I) y el

aunque el primer documento que lo capítulo general de 1460 celebrado enmenciona es una visita de Valencia Játiva lo hizo Comendador de Tor-donde era conventual en mayo de tosa.1449, siendo Comendador el Maestro Al capítulo general de 1467 en Gua-Fray Bernardo de Tárrega (I). dalajara, asistió como definidor de

Por cierto que en esta ocasión no Aragón siendo ya Comendador desale muy bien librado Fray Jorge, pues Daroca y Bachiller en Teología. Elestaba ausente al entrar en casa el capítulo provincial de 1469 se celebróGeneral Fray Nadpl Gaver, y dícese en Daroca, saliendo definidor tambiénque sin licencia él y otros frailes. Si el Comendador Fray Jorge, pequeñala acusación no es una ligereza de recompensa para sus trabajos, puestantas a que la historia y la vida nos un capítulo era una carga demasiadotienen acostumbrados, el P. Jorge ad- grave para un convento pobre.quirió pronto fama de hombre obser- Continuaba allí cuando en Junio devante y serio. 1474 contribuyó con su voto como

En 1456 era conventual de Calata- elector por Aragón a la proclamaciónyud, pues a él se refiere seguramente de Fray Lorenzo Company en Gene-el capítulo general de este año que ral de la Orden.impuso al peculio de cada religioso En el capítulo general de 1475 cele-una contribución para el sostenimien- brado en Calatayud por noviembre esto del Procurador General en Roma. ya Comendador de Zaragoza, suce-Se le llama Fray Jorge, sin apellido, diéndole en Daroca ,, el Maestro Fraypero no había otro en las provincias Luis de Ríos.de Aragón en parecidas condiciones. Con éste y con el Maestro FrayDebía pagar medio florín de oro, indi- Nicolás Borrasa fue nombrado enton-

(1) A. C. A. Monacales, 2.668, (1) 'bid 2.675, fol. 156,

Nada de turbe; nada te espanteTodo pasa; Dios no se muda.La paciencia Iodo lo alcanzaQuien a Dios tiene, nada le falta (1).

Llegó en esta virtud a tal perfecciónque afirma el P. Juan de San José, sudirector espiritual desde la muerte delP. Juan Bautista (1617) hasta la muer-te de la Beata, (aunque no se halló aella por andar visitando la Recolec-ción, de la que era, a la sazón, Vica-rio General), «que experimentó todoel tiempo que la trató y comunicó lamucha paz de su espíritu, que cosaalguna de suceso próspero o adversola mudaba, ni diferenciaba, ni enfer-medad ni salud; siempre sufría todocon igualdad de ánimo, sin que jamássu paternidad reverendísima conocie-se en ella mudanza, y esto era muyadvertido de todos, y como cosaparticular observada de manera queparecía comenzaba a gozar en estavida la dicha Sierva de Dios de latranquilidad y paz que se goza en lafutura» (2).

Premio merecido de su gran humil-dad en la que, según afirma su her-mana Juliana de Pineda, testigo cientosiete, «llegó al último grado, que esholgar de ser desestimada».

FR .]. G.

(1) Resumen, pág. 25, referencia al Proceso,folio 327.

(2) Resumen, pág. 42 y vta.

Mercedarios Ilustres

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ceä redentor Fray Jorge, con orden«de dejarse la barba en seguida yprepararse para hacer el viaje en elverano próximo a tierra de moros, es

decir, a Argel, Bugia o Bona, dondemejor les parezca, para hacer reden-

ción en estas ciudades».Diéronle también a Fray Jorge otra

comisión pesada, pues hubo de jurarque tendría preso en Zaragoza y nosoltaría sin permiso del General al exComendador de Valencia, MaestroFray Jaime de Zamora, que dió mala

cuenta del dinero que le había sidoencomendado. El nuevo General teníala mano dura para imponer la disci-

plina.En el capítulo general de 1478 ce-

lebrado en Valencia, dieron cuenta

los Padres Lapuerta y Ríos de la re-dención. Habían traído de Berberíatreinta y nueve cautivos y, cubiertostodos los gastos, entregaron a la Or-

den 700 reales de Valencia. El númerode redimidos no era grande, pero no

solía alcanzarse mayor en aque-

llos tiempos de revueltas y de po-

breza.El capítulo acuerda conceder a

Fray Jorge la encomienda de Zarago-za para toda su vida, «consideradossus trabajos y el honor que ha pro-porcionado a la Orden y que es porlo demás un venerable religioso».

Los mercedarios de Navarra habíandescuidado en las guerras pasadassatisfacer puntualmente la responsióno contribución señalada a cada con-

yento, para los cautivos. El capítuloencarga al Comendador de Zaragozaque envíe allá un fraile para recoger

las responsiones, y si no las pagan,

que el General proceda contra elloscon todo rigor.

Con estos antecedentes no es deextrañar que el capítulo general deGerona en 1481, presidido por el nue-vo General Fray Antonio More! oMaurel, fuera reelegido definidor de

Cataluña el P. Lapuerta, Maestro en

Teología.

Prueba del gran prestigio que goza-ba también fuera de la Orden es lacomisión que en 7 de abril de 1483 leconfiaron el Obispo de Huesca y de-más Diputados de la Generalidad parair a Castilla a tratar con Fernando elCatólico de muchos asuntos impor-tantes para el reino de Aragón. Y larazón principal que dan de haberlenombrado es «que el Comendador espersona grata a sus Altezas»..

El P. Neila copió de los registrosde la Diputación las cartas e instruc-ciones dadas al P. Jorge (1) que co n-1prendía puntos muy variados: peli-gros de guerra en Navarra, escasezde moneda, defectos en la administra-ción de justicia, deudas de la Genera-lidad... Para todos esos males eranecesaria la celebración de Cortes yque el Rey fuera personalmente aAragón, o cuando esto no fuera posi-ble, que nombrara presidente a unaragonés y que diera ejemplo de guar -dar los fueros, para que sus suceso-res en la corona los mantuvieranigualmente. No llaman a D. Fernandoel último Rey de Aragón, peto la ideaestaba ya en la mente de todos.

El P. Jorge debería saludar también

(I) Excelencias e hijos ilustres del convento deSan Lázaro, pág. 139. Zaragoza, 1697.

a la Reina Católica y entrevistarsecon el secretario Gaspar de Aririo ycon otros magnates aragoneses. Todolo hizo a satisfacción y la Diputaciónle dió las gracias por ello.

En efecto, el Rey, a pesar de estarempeñado en la conquista de Grana-da y de haber llevado a cabo grandeshazañas aquel año, halló todavía unosdías para subir a Aragón, de dondefue a pasar las Navidades en Victoriacon la Reina y los dos juntos fuerona presidir las Cortes de Tarazona aPrincipios de 1484 (1).

Ya en documentos de 1480 el PadreJorge añade a su título de Comenda-dor el de Vicario general en Aragón,que le da también Fernando el Ca-tólico en 1484 confirmando la privati-va de pedir limosnas para la reden-ción en la corona aragonesa (2).

Lleno de buenas obras y estimadode todos pasó a mejor vida a fines de1486. El Rey que tanto le había esti-mado, quiso honrarlo después de

(1) Pulgar en Rivadeneira, t.' 70, pág. 399.(2) Memorial Ajustado, fol. 216.

Noticias de nuestra Misión delPiauhy

San Raymundo, 5 de marzode 1931.

Habrán recibido el telegrama; tene-mos al P. Nolasco de cuerpo presen-te. En diez días de enfermedad acabó.

muerto solicitando la encomienda va-cante para un sobrino del difunto, lla-mado el presentado Fray Pedro de laPuerta, que además lo merecía.

Para ello escribió D. Fernando alMaestro Fray Juan Urgel, Prior deBarcelona y Vicario general del Re-verendísimo Maurel, que por ser fran-cés y decano de la Facultad de Teo-logía de la Universidad de Tolosa,residía allá ordinariamente.

Obtenido el nombramiento, que so-licitaba como patrono de la Orden yheredero de nuestro fundador, el Reyescribió a su hijo D. Alfonso de Ara-gón, Arzobispo de Zaragoza y lugar-teniente general en el Reino, reco-mendándole afectuosamente al nuevoComendador y todas sus cosas. Estacarta lleva la fecha de Almagro y 2de febrero de 1487 (1).

El agraciado hizo honor a su ape-llido durante los varios arios que go-bernó el convento de Zaragoza.

FR. GUILLERMO VÁZQUEZ

(1) Patronato, pág. 256:

M11•1111n111•11n1.....1

El 23 de febrero caírtibs enfermos lostres que habíamos 'llegado aquí elmiércoles de Ceniza. El P. Franciscoy yo hemos ido saliendo; yo aúnestoy mal. Son fiebres t'alcas produ-cidas por el mal estado de las aguas,y ha muerto mucha gente.

Ofrecernos a Dios esta nueva víc-

PAGINA MISIONAL

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tima, y le pedirnos, si es de su agra-do, nos deje para trabajar lo que po-damos. -

Mucho necesitamos la ayuda eco-nómica de nuestros centros misiona-rles, porque el Gobierno, en plan deeconomías, no ha dado nada para lamisión el ario pasado, y me pareceque el P. Sánchez, que fue a BuenJesús a tomar posesión de la Prelaturaen mi nombre, tampoco tiene dinero;y necesitamos acabar la casa patro-nato, situada en lugar más alto y porlo mismo más sano, en donde pode-mos recoger en una cisterna las aguasde la lluvia, tan necesarias en paísque las tiene tan malas.

Esperamos que fomentarán por to-dos los medios posibles la coopera-ción a esta tan pobre misión, exhor-tando a los fieles a que nos ayuden.

No hemos recibido aún ningunacarta de esa.

F. INOCENCIO, OBISPO DE TREBENNA

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R. P. PEDRO NOLASCO RESB1ERE

t el 5 de:Marzo de 1931.

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San Raymundo, 8 de marzo.

Hicimos el viaje bien; yo, un pocomareado hasta Río Janeiro. Aquí reci-bió el Sr. Obispo la noticia de lamuerte de su madre y pasó unos díasde amargura.

Llegamos a ésta, donde fuimos re-cibidos con muchos agasajos por estas buenas gentes. A los tres días denuestra llegada caímos los tres enfer-mos de fiebres paralíticas que estáncausando muchas víctimas. La mía se

cortó a los tres días; la del Sr. Obis-po fue más larga y aún está muy dé-bil; pero nuestro querido P. Nolascosucumbió sufriendo mucho. Le admi-nistré los Sacramentos, y recibí suúltimo suspiro, que me costó bastantepor verle morir aquí en esta selvadonde tan pocos medios hay paraasistirle.

El funeral fui una general manifes-tación de duelo y de adhesión a losPadres de todas estas gentes, quebien saben el sacrificio que hacemosen venir a servirlas espiritualmente:Le enterramos en la sacristía. La misacantada fue de tres: uno en el altar ydos atrás, el P. Angel y el P. Jeróni-mo. Yo celebré la misa e hice el oficiode sepultura sin poder contener laslágrimas al ver el poco aparato y lapobreza .con que enterramos al portantos conceptos benemérito P. Res-biere.

Murió como un santo, pero no dejende ofrecer por él muchos sufragios.

Nuestro Señor quiera compensara nuestro querido Prelado el Reveren-dísimo P. Inocencio las amargurasque sufrió desde que salirnos de Es-paña y la carencia de medios que te-nemos, con tiempos mejores y mástranquilos.

El P. Angel y el P. Jerónimo traba-jan mucho y están muy delgados.

A pesar de estas contrariedades,creo que esto irá adelante con la ayu-da de Dios.

FR. FRANCISCO FREIRÍA

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Notas religiosas¡Esa Inquisición Española!

Hay en Edimburgo una sociedadbíblica que se titula nacional de Esco-cia. La cual sociedad ha publicado en21 de febrero del año corriente unainformación anual en el periódico«The Scotsman»,. con su fuerte salsadramática a cuenta de un sacerdoteespañol.

«Recientemente, dice la informa-ción, un sacerdote en España intentóquemar vivo en un horno de carbónvegetal a un colporteur», esto es,agente encargado de colocar Bibliaspor los pueblos.

Puesto en trance de explicacionespor un sacerdote católico, Dr. Miley,el secretario de la Sociedad, doctorKuight, no ha sabido darlas; primerosalió con que el crimen no era recien-te, sino el hecho de haberlo oído él delabios de rníster Buffard, director dela Misión evangélica en España, quereside en Valdepeñas (Ciudad Real);después ha añadido que el sacerdoteespañol no hizo el crimen, sino quetan sólo lo había ordenado. Mientrastanto el doctor Miley puso en autosal embajador de España en LondresMerry del Val, el cual resume los re-áúltados de su gestión en esta carta,dirigida al director de «The Scots-man», donde aparece a principios deeste mes de marzo. Dice: Señor: En21 de último febrero publicó usted unainformación de la Socieda.:1 BíblicaNacional de Escocia, donde aparecenestas palabras: «Recientemente enEspaña un sacerdote intentó quemarvivo en un horno de carbón de leña aun colporteur.»

Con vistas a las consecuencias le-gales de esta aserción, yo envié unacarta al Dr. G. A. Frank Knight, Se-cretario de la Sociedad Bíblica Nado-

nal de Escocia, al mismo tiempo quea usted mismo, pidiéndole me dieselos siguientes datos: 1. Nombre delcolporteur. 2. Lugar donde se suponeocurrió el hecho. 3. Fecha aproxima-da del crimen alegado.

El Dr. G. A. Frank Knight me es-£ribe con fecha 4 del corriente lo si-guiente: «En respuesta a su carta del2 corriente, tengo que decir que no herecibido ni una palabra de míster Buf-fard, a quien había escrito. Puedoañadirle que el párrafo sobre que niellama la atención está tomado de unborrador que no había sido sometidoa la aprobación de los directores. To-da la sección a la que usted se refiereha sido borrada del informe o report.»

A fin de que esta carta sea bien en-tendida, debo añadir que el Dr. Knightrespondió a mis cartas de 26 y 28 defebrero, informándome que estabaconsultando con míster Buffard, deValdepeñas, como responsable queera de la acusación. Hasta aquí elembajador, el insigne embajador Me-rry del Val.

Amor y odio supremos

Las cosas tienen su por qué y enesto no hay diferencia entre el em-buste y la verdad. El agente ese queiba colocando Biblias por los pueblos,bien pudo ser uno de esos héroestartarinescos, que quería ganar el in-terés del bueno de míster Buffard,refiriéndole hazañas pavorosas y nun-ca oídas; porque aunque Tartarín erade Tarascón, tiene muchos imitadorespor el mundo. También es posible queel colporteur haya soñado alguna vezuna cosa terrible, que vista a la res-petable distancia de varios años sehaya convertido en mecanismo induc-tor de sugestiones atroces. Lo cierto

'puesta a nuestros dibujos, no es par-ticular del arte español del siglo IX,y es lástima que el autor no encon-trara lugar más que para uno de esoscuadros, reproduciendo muchos otrosque se derivan de ellos.

En la Exposición de Barcelona figu-raron varios códices de Beato, yp ueden verse reproducidas bastantesescenas de ellos en Marcel Dieu-lafoy (1).

Otra página halagüeña para nos-otros es la dedicada a nuestros gran-des pintores del siglo XVII, Murillo,Ribera, Zurbarän, Velázquez, .el másperfecto de los pintores españoles yel pintor de los pintores; es decir, elmás bello ejecutante que haya jamásexistido. Estando cerrado para él elcampo de la imaginación, llevó laciencia del oficio hasta un punto enque ésta se convierte en la sencillezmisma. Una lección de técnica se des-prende de su obra poco imaginativa,pero de una fuerza de reproducciónincomparable: la de un gran prácticoque ha sabido dar a cada cosa suvalor, reproduciendo el aire y laatmósfera...»

Todo esto no es más que justicia,pero estamos tan habituados a lo con-trario que no deja de satisfacernos elque los clérigos franceses reciban enel Seminario tales lecciones.

Más agradable es todavía el juiciohecho de Murillo, a quien no se califica ya de pintor dulzón y casi empa-lagoso, como en algún libro francésmuy en boga, viendo detrás de susConcepciones maravillosas al pintorrealista que supo dar a la vida reli-giosa una sonrisa evangélica quealegró a sus contemporáneos y esgrata para nosotros.

No faltan, por el contrario, en el libroapreciaciones equivocadas acerca deobras de arte y monumentos espa-ñoles. Así, por ejemplo, asegura que

(1) L'Espagne et Portugal, 86 y siguientes.

toda nuestra arquitectura románica esuna extensión de la del Languedoc.« Santiago de Compostela, comenza-do en 1078 por el transepto, es lamaravilla de la escuela española; suparecido con San Saturnino de To-losa es sorprendente».

Y como prueba de ello reproducela nave de la izquierda de la Catedralcompostelana, que en efecto se pa-rece mucho a las de Tolosa, pero enéstas no hay nada que se parezca ala maravillosa nave central de San-tiago con sus traorios rebosantes dealegría. Para apreciar el valor de lasdos basílicas, baste reflexionar: ¿Quésería la de Santiago si su conjunto novaliera más que la nave del norte?Pues eso es San Saturnino de Tolosa.

Con razón ha dicho Dieulafoy: «Seha admitido largo tiempo que San-tiago había sido copiado de San Sa-turnino de Tolosa. Es un error.Los dos edificios son contemporá-neos» (1).

Claro es que en el juicio de SanSaturnino me refiero sólo a su in-terior y no a sus maravillosas ábsidese incomparable flecha que no mecansé de contemplar durante la tem-porada que estuve revolviendo losarchivos tolosanos. Pero en la flechay en los ábsides hay obra más mo-derna, incluso de Viollet-le Duc.

Todo eso y mucho más lo daríanlos franceses por nuestro celebérrimoPórtico de la Gloria.

La Catedral de Santiago es ya di-vina ahora, y lo será más cuando,vencidas las injustificadas resisten-cias académicas, el coro vuelva a sulugar natural, dejando apreciar entoda su belleza el conjunto.

La verdad es que en lo tocante adisposición de coros vamos con cuatrocientos años de retraso, al que seha querido atribuir el valor de unacaracterística del arte español.

GUILLAUME

(1) L'Espagne... 108.

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-10jononouvio.00n00000000000000000000000.eueouu.ou.u000poOctoopoo.ouu0000...0000000000000000000.

¿OTRO MONOPOLIO?e.o......umuu,.......e.un00000ce00000cro00000000000000000.0Jouuuut.noon0000euoutl000000000000uoucl00000c000ce000

Q)

A mi amigo don X.

Querido amigo: ¡Gracias por ha-berme enviado «El Sol»! Hace díasque no lo leo, aunque me divierte,pues tengo más que hacer, como ustedsabe.

Son realmente divertidos nuestrosrepublicanos y anarquizantes. Trinancontra los monopolios del Estado,pero no cesan de crear todos los díasotros nuevos en su exclusivo favor.Primero el monopolio del talento (¡lospobres!), luego el de la dignidad yelevación moral (¡los cuitados!) yfinalmente... ¡el de los buenos olores!¡El disloque!

La culpa de este último intento latuvo Cambó, citando maliciosamenteel programa sencillísimo de un anarquista de Tarrasa, que decía así: »Alllegar el día del triunfo mataremos alos burgueses y a nuestras mujeres ynos repartiremos los bienes y las mu-jeres de los burgueses, porque sonmás guapas y huelen mejor que lasnuestras.»

Heliófilo la emprende a dentelladascon el leader del Centro por no haberdado las señas del anarquista, no sési para comérselo crudo o para levan-tarle una estatua. En la acometidaasoman los dos propósitos y no sa-bemos cuál es el definitivo.

Realmente, ambos son extremosos;no hay para tanto. En las cárcelespodrá hallar Heliófilo bastantes anar-quistas que, no sólo han dicho otrotanto, sino que lo han realizado,en cuanto la Guardia civil les diótiempo.

Quizá antes de matar a los burgue-gueses comenzaron por deshacersede sus compañeras, que les parecíantan hediondas como al de Tarrasa, y

quisieron dejar esa labor hecha, porsi la otra fallaba.

Pero Heliófilo confunde aqúí, segúnsu costumbre de tomar el rábano porlas hojas, a las mujeres limpias y po-bres con las compañeras de los anar-quistas, que apestan a burdel y ta-berna como ellos. Y afirma que lasmujeres de hoy, dignificadas, ya nohuelen mal.

¡Cierto! Las buenas, las cristianas,aunque no sean duquesas, nada tie-nen de repugnante; por el contrario,en ellas quizá más que en los hom-bres de igual condición, se nota elbuen olor de Cristo, de que hablabaSan Pablo.

Pero ¡las otras! Con perfumes es-tán peor, pues trascienden siempre aácido fénico, a cloruro y otros desin-fectantes enérgicos (aunque insufi-cientes). ¿No le dan en las narices alamigo Heliófilo? ¡Cuídese, que estáacatarrado!

Era de esperar que con tan lindaocasión no dejaría de dar un empujóna los frailazos que tiene metidos entreceja y ceja. Sin embargo, quizá eneso como en todo lo demás, pudierandarle muy provechosas lecciones.

¡Fíjese en los pies descalzos de losmás pobres! Apostaría doble contrasencillo a que los suyos no van tanlimpios. Para eso sirven muchas ve-ces las botas y los perfumes, ¡paraencubrir la roña! Roña del cuerpo yroña del alma.

Los frailazos han enseñado la hmpieza a muchos pueblos que comen-zaron por lavarse para ir a la iglesia.Y en cuanto a la otra limpieza, la quedespide el buen olor de Cristo, elperfume de las virtudes suaves, en-cantadoras, ¡ya ve lo que se percibede ellas entre los anarquistas!

— 15 j —

Como anillo al dedo viene la alusiónde Heliófilo al Sr. Obispo de Jaca y alos superiores de las órdenes religio-sas que acudieron al Rey implorandoclemencia para los desdichados auto-res de la intentona revolucionaria;¿noadvierte que eso huele a rosas?

Que no se producen en el campoanarquista ni en sus aledaños, peronosotros veremos de cultivarlas, aPesar de todas las oposiciones delinfierno. ¿Conseguiremos hacerlasbrotar en semejante erial? Todo loaicanza el trabajo con la gracia deDios, que para usted y para sí pide suafectísimo amigo,

GARCÍA

P. D. Al llegar aquí me entero de

la catástrofe de «El Sol» y de queHeliófilo y compañía van a fundar unnuevo sistema planetario. Claro esque no se llamará ya Amigo del Sol(guarda!) y que a estas horas habrápedido ya a cualquiera que sepa grie-go otro nombre que no le recuerdesus malandanzas solares. Le compa-dezco, y espero que su situación seráen adelante más digna, viviendo mo-destamente del esfuerzo propio y nodel dinero ajeno contra la voluntadde su dueño. Sobre esto los accionis-tas, que no cobraban un céntimo, hanhablado ya claramente. Los frailazos,que estamos acostumbrados a esa lu-cha modesta y oscura, pero digna,lo miraremos en adelante como colega.

SOCIOLOGIA PRACTICA

UN CONFERENCIANTE OPORTUNO—¡A cincos!--Paso.--Me doblo, para echar tinta fuera,

y cierro.—Hoy estoy de malas.—¡Partió! Lo que quiere decir que

hoy tomo café y copa de balde. ¡Mevan a saber a gloria!

—Bueno, hombre, pues que sea en-horabuep a; pero no te ufanes demasiado mientras no logres clavetear larueda de la fortuna...

—Te veo venir. Ya estás pensandoen la revancha.

—Eso es muy humano.—Pero, por de pronto, vamos a li-

quidar cuentas para no embrollarnos.¡Mozo: café y Byas!

—Oye: y, mientras nos sirven ytorno fuerzas para la revancha, dime:¿cómo están tus sementeras?

—¡Mal, muy mal! Así como cuandollueve llueve para todos, cuando el cie-l o se pone duro no llueve para nadie.

—¡Cuidado que se pone mal la agri-cultura!

—Y ¡tan mal! Como que es el peorde los negocios. ¿Cuánto valdrían enventa tus fincas?

—Calculo que unos cien mil duros.—¿Y cuánto les sacas de utilidad,

un año con otro?—No creo suba de doce mil pesetas.—¡Menos del tres por c:ento!--Y en papel cualquiera, y sin que-

braderos de cabeza, tendría una rentasegurita de cinco mil duros para reir-me de los peces de colores.

—ICuántas veces pienso en ello,porque a mí me pasa dos cuartos delo mismo! La agricultura embrutece yno produce nada. ¿Cuándo has vistolas sementeras?

—No las he visto aún. Pero sé cómovan por lo que me dicen los gañanes.Muy mal. Yo no me quiero afligirviendo lástimas. Además caen unasheladas terribles y no convida el cam-po. Se está mejor aquí en el casino,con esta calefacción confortable y lacompañía de los amigos.

--Que sí, que sí.

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- 153 -— 152 —

—Y te he de advertir que la agri-cultura está en España hecha una ca-lamidad por la falta de protección delEstado. Sólo se acuerdan de que hayagricultores en la nación para sacar-les los dineros en todas las formasimaginables. ¡Qué abandono! ¡Y asínos luce el pelo!

—Pienso como tú. Yo también es-toy retraído enteramente hasta deatender a lo mío. Como, al fin y alcabo, que comer no falta, tengo todoabandonado. No me preocupo de silos campos producen el tres o el vein-te. Allá el mayoral y los gañanes quearreen. No quiero quebraderos de ca-beza.

—¿Qué? ¿La revancha?—Vamos allá. Pero ya no solos. Se

anima la partida con la trascendentalcolaboración de Pérez y García, queacaban de llegar. ¿Qué? ¿Se sientanustedes?

-- Con mil amores.--¡Fichas!—El seis doble.—A los peces gordos Dios los cría

y ellos se juntan. Un cuatro.—Me doblo.—Paso.—¿Ya pringas? ¡Oh qué paliza que

vais a llevar!,..Todas las mesas de dominó y de

tresillo se fueron llenando de jugado-res. El extenso y pretencioso salónpueblerino estaba abarrotado de hom-bres que fumaban, jugaban, tomabancafé y cognac en abundancia, que te-nían el ambiente caldeado y espeso yque cuanto más se enardecían meti-dos entre dos fuegos, el dz. dentro yel de fuera, más despotricaban contrael Gobierno, porqüe tenía tan abando-nada la agricultura, la principal basede la riqueza española. Y así desdelas tres hasta las nueve de la nocheen que se retiraban a sus domiciliospara cenar. Muchos volvían a las diezpara reanudar la sesión hasta la unade la madrugada,

Un día, a la salida, el conserje del«cine» del pueblo repartió unos pros-pectos impresos en papel de color derosa. Rezaba así:

(Mañana, jueves, a las diez de lanoche, el notable sociólogo don JuanBadía, que desde hace dos días sehalla entre nosotros, dará una confe-rencia en el Cine «Royalty» sobre lacrisis de la agricultura en España. Seinvita de una manera especial a losagricultores y propietarios de la loca-lidad».

Milagro que les picó la curiosidady asistieron casi todos los que enasuntos agrícolas tenían algo que ga-nar o algo que perder.

II¿La conferencia? Notabilísima y

oportunísima. Y en la imposibilidadde copiarla íntegra, nos limitaremoscon obsequiar a los lectores los si-guientes párrafos:

«¿Pensais que he venido para hala-garos? ¿Pensais que me propongoactuar de poeta azotando el aire conexabruptos de literatura bella, o concaldeados dítirambos a la nobleza ylaboriosidad de los hijos de este pue-blo? ¡Ah, no! Yo vengo a hablar conel lenguaje duro de la verdad. Vengoa poner el dedo sobre llagas que san.gran. Vengo a sacudir las almas ador-mecidas, a ver si queda en ellas unadarme de vida y hago vibrar susadormecidas fibras.

He visto vuestros campos abando-nados en las manos de gañanes in-expertos y analfabetos, mientras susdueños se pasaban tardes muertas enlos confortables salones del casino,tomando café y jugando al dominó yal tresillo. He observado que vuestrosmétodos de cultivo son primitivos eineficaces. No se estudia la agricultu-ra, la gran fuente de riqueza de la hu-manidad. Si la tierra no produce, nopodremos comer pan; y para que pro-duzca hay que arrojar sobre ella elsudor ardiente de nuestras energías.

Los campos están sedientos, mien-tras yacen ocultos veneros de aguassubterráneas. No hay selección desemillas, no hay rotación de cose-chas, no hay estudio de los cultivosmás adecuados a las condiciones cli-matericas del país y de los mercadosmás favorables. Yo me paseo porvuestros campos y contemplo a vues-tros gañanes arañando la tierra conunos arados inverosímiles, de tiem-Pos ancestrales, como si el progresohumano fuera un mito; veo los absur-dos barbechos y los sembrados ralosY míseros, y por doquiera un simplis-mo agrícola que oprime el alma delvisitante.

No amais el árbol, ni el ensayo denuevas produceiones, ni el estudioPara sacarle a la tierra no una pobrecosecha cada dos años, sino siquieraun par de ellas cada año. Y en ciertosaspectos, vuestra nulidad es absolu-ta. Desconocéis la ganadería, y lazootecnia seguramente es para la ma-Yor parte de los que me escuchaisuna palabra vacía de sentido. Y estriste para el hombre amante del pro-greso de su patria ver que cada añoemigran de nuestra nación cien millo-nes de pesetas para pagar huevos dei mportación, en un país que debía serel más productor de Europa.

Sí; ya sé vuestro gran argumentoPara explicar el gran atraso en que osencontrais: que el Gobierno tieneabandonada vuestra agricultura. Que110 os favorecen, que no os da mediosde lucha. Os quejáis de que vuestrosCampos sólo producen un tres porCien, y yo sé de agricultores que lesacan a sus fincas más del diez, y hayq uien industrializa la agricultura has-ta hacerle producir el veinticinco y eltreinta. Pero no se pasan el día en elcasino. Tienen o conciencia de su de-ber o por lo menos amor propio yunos adarmes de ambición. Pero vos-otros no tenéis ni ambición. Quisie-rais estaros todo el día jugando el

dominó y que vuestros campos fueranuna especie de Paraíso terrenal, sintener en cuenta que después del peca-do, la principal maldición de Dios alhombre ha sido la de que comería elpan con el sudor de su frente, y quela tierra, espontáneamente, no le pro-duciría sino abrojos y espinas.

¿Cuántas revistas agrícolas ven-drán a este pueblo? Me atrevería aafirmar que ninguna. Y sin embargo,aquí no tenéis industria ni otra cosaque la tierra para dar de comer a vues-tros hijos.

¡Ah, de los comodones, que sabenmurmurar del Gobierno porque aban-dona nuestra agricultura, cuandoellos abandonan sus propios camposen manos inexpertas y rutinarias sinsiquiera pasearlos por curiosidadpara saber por sus ojos si han nacidoo no sus trigos! Vuestros gañanes nosaben leer, y vosotros sólo sabéisleer los diarios, y en ellos, con prefe-rencia, la sección de sucesos y algúnchismorreo político.

Yo, en verdad, que no he venido ainsultaros, sino a decir algunas ver-dades sin disfraz para que las enten-dais bien. No quiero apelar a la pará-bola ni al eufemismo, porque antetodo y sobre todo, quiero que meentendáis; quiero que no haya enmis palabras el más pequeño lugar aduda.

Mi síntesis: que este es un país sincultura, y que la incultura está casisiempre unida a la pobreza.

Pensáis que os ponéis a tono conla civilización, porque tenéis entrevosotros buenos sastres que os hacenternos impecables como en la másrefinada capital, y porque vuestrashijas visten trajes traídos de los gran-des centros de la moda. ¡Y la sala delectura de vuestro pretencioso casinosin una sola revista de técnica agrí-cola!

¡Que han pasado a la historia lostiempos de la negra honrilla, en que

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La hormiga con alasRastrojos y pegujares

En el rigor del estíoIba una hormiga cruzandoA la rebusca del trigo,Cuando con límpidas alasMirándose de improviso,Echó a volar por los airesCon orgullo y regocijo.Y hallando una filomenaQue cantaba en un aliso,—¿Quién eres?, le dijo.—SoyUn ligero pajarillo,Que por alegrar los camposCon mi canto, dejo el nido.Halló luego una abejitaChupando un verde tomillo:—¿Quién eres, dime, te ruego,Y a dó guías tu camino?—Volando de flor en flor,Responde, con artificio,Para labrar los panalesSácoles jugo y rocío.Al oir esto la hormiga,Sus blancas alas bendijo,Y con la natura hablando,Así soltó su zumbido:—Gracias doy a tu larguezaQue me sacó de mi silo,Librándome del afánEn que hasta ahora he vivido.Ya no romperé calzadasPor entre peñas y riscos,

Ni por ellas paja o granoArrastraré a mi escondrijo;Que en la región de la luzEntre arrayanes y mirtosCon jilgueros moraré,Con ruiseñores y mirlos.Mas ¿hay, preguntó a la abeja,Algún riesgo en estos sitios?—Muchos y por todas partes,Respondió; rígidos fríos,Bochornos y tempestades,Y huracanes imprevistos,Sin contar del gavilánLas uñas y el corvo pico,Ni de la emboscada arañaLa red de manados hilos.—IGuarte!, dijo la hormiguilla;Y al decir esto dió un brinco,Mas confiada en sus alasSin soltarlas fué a otro aprisco.En tanto corrió ligeroEl can que abrasa el estío,Y en pos del templado octubreLlegó el diciembre marchito;Sobrevienen aguaceros,Cierzos, hielos excesivos;Falta el manjar, llega el hambre.La hormiga, dando un suspiro,Volveré a mi covezuela,Dijo en tono dolorido.Mas, ¡ay!, hallóla cerradaAunque llamaba confino.

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el no hacer nada era un decoro so-cial! Ahora el mayor desdoro de unciudadano es el que se le pueda lla-mar ocioso. Cada uno debe procurarel perfeccionamiento de lo que tieneentre sus manos. Por eso vuestrodecoro, además de vuestro interés,está en la perfección del cultivo devuestros campos.»

Cuentan las crónicas que salieronalgunos con las orejas gachas y otrosbufando rabiosos contra el groserodel conferenciante... Pero la verdades que la catilinaria dió mucho quedecir, y que algunos bien intenciona-dos hicieron examen de conciencia.

FR. SERAPIO GONZÁLEZ GALLEGO

—¿De dónde vienes? ¿Qué traes?,Le dicen desde el asilo.—Vengo del aire, responde,Y alas me traigo conmigo.—¿Alas? Aquí no las hay,Ni cabe sino el que mijoTrae, o cebada, o centeno;Y el que no, no es admitido.Desesperada la hormiga,Bufando, perdido el tino,Abominando del aire,Loando su rinconcillo:Ahora entiendo, exclamó,Ser falaz la aura del siglo;Que quien la busca no es sabio,Pues ama su precipicio;

Hay dos opiniones en esta materia:una, que la misa dicha por muchaspersonas aprovecha tanto a cada unay a todas en particular, como si porsola una se ofreciese; la otra, que noaprovecha tanto ofrecida por muchoscomo por uno solo, sino que se de-frauda por repartirse entre muchos loque a tino solo le debía caber.

Ahora, pues, si la primera opiniónes la verdadera (que puede ser que losea, y que aproveche a todos igual-mente; que muchos y graves autoreslo afirman así), con este modo deofrecer el fruto especial por todoscomo si fuese por uno, se hace unbien tan grande como es que cadasacerdote aproveche con todo el va-lor de la misa a cada uno de los fieles,vivos y difuntos de todo el universo,si le ofrece por todos enteramente.

Y si acaso la segunda opinión es lav erdadera, con que el sacerdote diga:Aplico esta misa por todas las perso-

Que es inquieta y mal segura,De lazos llena y gatillos,De paz falta y sosiego,Por do es el libre cautivo.¡Oh, cuán dichosa es la cuevaDo busca el humilde abrigo,Siempre estable y sin mudanza,Y sin miedo de enemigos;Do es sabrosa la hermandad,Segura de ajenos tiros,Región de bienes vite les,Lejo de estruendo y de ruido!

Así a la hormiga hizo cuerdaEl llanto y dolor prolijo;Mas no la sacó del riesgoSu desengaño tardío.

JOAQUÍN LORENZO VILLANUEVA

nas del mundo; pero es mi intenciónque no sea defraudada en algo lapersona por quien especialmente digola misa, ni otra alguna, con esto es,sin género de duda, que lo puede ofre-cer enteramente y en particular portodas las personas del mundo, s intemor que por ser muchas sea defrau-dada la persona por quien se dice es-pecialmente, ni otra ninguna, porqueaquella intención de no defraudarnadie es cierto lo asegura todo. a

De manera que con este modo deofrecerse va a gran ganancia y ningu-na pérdida. Esto es muy de advertir,porque de la intención del sacerdotepende aprovechar o no aprovechar;que si se ofrece por pocos a pocosaprovecha, si por todos a todos, y sino se hace así se privan todos losfieles de este gran bien.

Y así importa sumamente que elsacerdote tenga intención de aprove-char con la misa a cada una de las

RADIOGRAMASUna misa aplicada por varias almas, ¿puede aprovechar a cada una

de ellas como si se aplicase por una sola?

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personas del mundo, vivas y difuntas,que fueren capaces de este sacrificio,y tan enteramente a cada una cornomejor puede sin agravio de nadie, yen esta intención está el toque, y aquípuede extender las velas y desear detodo corazón aprovechar a todas lascriaturas del universo, así del cielocomo de la tierra, que fueren capaces,y en el modo que lo fueren, y comomejor Dios sabe, y quiere que lesaproveche, y con la latitud :que abra-zó todo el universo Cristo nuestrobien cuando lo ofreció en la cruz.¡Oh gran bien!, si se considera y sehace así.

Cierta cosa es en la Iglesia que asíel sacerdote que dice la misa comolos que la oyen, todos son oferentes(colígese de lo que el sacerdote diceen ella: pro quibus libi offerimus velqui tibi offerunt), cada uno en sumodo, el uno como ministro y princi-pal diputado por la Iglesia, y losotros como cooperantes y consencien-tes en que la tal misa se diga; queaun los que cooperan acá en un peca-do, le hacen y tienen parte como suyoen lodo él, en cuanto consienten y secomplacen en que se haga, pues mu-cho mejor los que oyen misas, coope-ran y se complacen en que se digan ylas hacen como suyas.

Y así los que las oyen, podrán ha-cer gran bien a toda la Iglesia, y auna todas las personas del mundo, sipor todas las ofrecieren, pues pueden.

FR. JUAN FALCONI (1)

¿Puede cumplirse con la obliga-ción de oir misa entera los días defiesta oyendo las partes de ella de

diversas misas?

Si las diversas partes de la misa seoyen al mismo tiempo, por ejemplo,desde el principio hasta alzar de unamisa que empieza cuando entramos

(1) »Mementos de la misa y modo de ofrecerla».

en la iglesia y al mismo tiempo desdealzar hasta el fin de otra que se estádiciendo, no se satisface con la obli-gación.

Tampoco se satisface, si la consa-gración y la comunión y lo compren-dido entre ambas, no pertenece a lamisma misa. Lo demás desde el prin-cipio hasta antes de alzar y desdedespués de la comunión hasta el fin,se puede oir de otra misa, con tal queno sea al mismo tiempo; y así la per-sona que llega a una misa después deSanctus y antes de alzar, puede oirláhasta el fin, supliendo después desdeel principio hasta después del Sanc-tus de otra misa que salga inmediata-mente después o más tarde.

FR. JUAN GILABERT

BIBLIOGRAFÍANovela por la Srla. Julia García Herre-

ros. 5OR ANGALICA. — Librería y CasaEditorial de Hernando, S. A., Arenal,11. Madrid.—Precio, 3,50 pesetas.

Hace muchos años que siento arder enmi pecho una pasión muy ardorosa portodo lo que sea lectura y estudio, y, noobstante, jamás pude llevar a fel z términola lectura de una novela sola, siendo po-quísimas las que llegué a hojear solamen-te. tal es mi odio para esa clase de lectu-ras. ¿Qué misteriosa fuerza se encerrará,pues, en las páginas de «Sor Angélica»que. dando de mano a otras tareas, sola-mente para hacer mis rezos interrumpí sulectura desde el momento en que la em-pecé!

Es tal el interés, siempre creciente, queel lector siente nacer en sf por la suerte dela protagonista a través de la trágica seriede sucesos que, una y mil veces, ponenen duras pruebas el recio temple de sualma escogida, que no parece sino que laautora, val endose no sé de qué ocultosmedios, ha empapado el precioso volumenen un flúido magnético de extraordinariopoder de atracción.

Y es que, no en vano, se trata aquí deuna escritora muy avezada al manejo dela pluma desde hace tantos años, en que

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por la vida de sólida piedad que incesan-temente ejercita, resulta practicable y aunfácil ese conocimiento profundo del cora-zón y del alma humana, azotada de conti--nuo por las luchas de la vida, y del manantial fecundo, inagotable, de energías quela Divina Providencia ha puesto a dispo-sición del que sufre, en la virtud cristiana,en la práctica de la oración constante, enla frecuencia de los Sacramentos y... enaquel continuo volver los ojos al DivinoCrucificado, uno de los rasgos más sa-lientes y más emocionantes de «Sor Angé-lica . en todos los momentos amargos desuagitada existencia.

¡Oh!... quién me diera poder para arre-batar de las manos de las actuales gene-raciones, tan apasionadas por la lectura,los corruptores y emponzoñados mamo •tretos que les sirven escritores sin ver-güenza, sin conciencia y sin Dios, y po-nerlos en las manos de la piadosa «SorAngélica», para que ella, en ese laborato-rio, en el que los ángeles le sirven en ca-lidad de obreros, fundiéndolos de nuevo,hiciera brotar toda una literatura instruc-tiva, amena, elevada, digna y dignifi-cante...

Bien seguro estoy de que en ellos ha-bría realizado, en bien de la Humanidad,un servicio de sin i gual valor.

¡Sea bien venida «Sor Angélica » y seanmuchos, muchos, los que gusten la sua-ve dulzura que de sus páginas se des-prende!

FR, J. M.

ALMANACH DE L'ORDRE SACRE, ROYAL ET

MILITAIRE DE LA MERCI. 1931. Roma1930. —Imp. Madre de Dio, en 8.°

Con viva satisfacción anunciamos estealmanaque, debido al celo del ReverendoP. Fr. Demetrio de Ser Leo, archimandritade Eliópolis y Calce, que resume las ma-yores glorias y los hechos más importan-tes de la Celestial, Real y Militar Orden deNuestra Señora de la Merced.

Este precioso volumen, ricamente ilus-trado, ernaieza con una reseña de la Or-den, a la cual sigue el calendario de susprincipales fiestas, después la lista de losMaestros Generales, desde San PedroNolasco (1218 1248) hasta el actual, el Re-verendo P. Juan del C. Garrido Blanco, ypor fin un artículo dedicado a la leyendadel Niño Jesús de la Parra, del Monaste-rio de D. Juan de Alarcón, en Madrid. En

la parte histórica es digno de notarse unartículo dedicado a la toma de Mallorca(1230); otro a San Raimundo de Blanes,caballero protomártir de la Orden; a SanGuillermo de Florencia, caballero mártir;a San Pedro Armengol; al Beato Sanchode Aragón, mártir; a la B. Esclaramondade Morruda, Reina de Mallorca; a SanSerapio, caballero mártir; a San Justinode París, mártir; a San Raimundo de To-losa, Cardenal, y al P. Jorge de Laura,caballero; a San Juan de Granada y Pedrode Malasanch, mártires; a San Alfonso deSevilla; a San Antonio Caxal; a San Lo-renzo Company y, por último, a San JuanGilabert (1363-1417).

Después de la relación de la parte que laOrden tomó en el XXX Congreso Euca-rístico Internacional de Cartago, Fr. Demetrio, dedica un artículo a los Caballerosde la Orden, que por el martirio o por susheroicas virtudes tienen derecho a la vene-ración y reseña cronológicamente los he-chos memorables de la Orden desde el1218 al 1930. Termina el almanaque con laestadística actual de la Orden en todoel mundo.

El breve resumen de lo que contiene esteinteresante volumen, da una idea, aunquepálida, del precioso trabajo de Fr. Deme-trio; por lo cual lo recomendamos a nues-tros lectores, que pueden pedirlo al autor:Roma. Vía Bonella, 36.

(Tomado de la Revista Araldica»).

EL APOSTOLADO SEGLAR. Lo que es, lo quedebe .ser. —Madrid, Bruno del Amo.Editor. 1931. Precio: una peseta.

Acaba de salir de la prensa este precio-so opúsculo de actualidad palpitante, endonde el autor, con la erudición acostum-brada, trata varios temas de esta intere-sante materia, como: ¿,Qué es el Apostola-do seglar?--Su necesidad, obligación e im-portancia.—Su carácter.—La intervenciónde la mujer.—Los móviles del Apostolado:Amor de Dios, de sí mismo y del prójimo.Clases de Apostolado: el de las ideas. dela Prensa, del Libro, etc. Apostolado de laOración, del ejemplo, y concluye con¡Sed Apóstoles!

El solo enunciado de algunos de lospuntos tratados, demuestra la importanciade este opusculito, al que auguramos, porel éxito que tuvo recientemente su torno dePredicación contemporánea, una gransalida.

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MADRID

Buena Dicha.—Novena a San José.Con extraordinaria concurrencia celebróseen esta iglesia la novena al Santo Patriar-ca. Predicó todas las tardes con generalaceptación el R. P. Antonio Rodríguez,sobre asuntos propios de la Cuaresma:Dios, el alma, nuestro destino, medios dealcanzar la eterna salvación,

Ejercicios espirituales. Casi a conti-nuación de la novena, desde el 22 al 29, elM. R. P. Ricardo Delgado dió una tandade Ejercicios a que acudió una tambiénextraordinaria concurrencia con singularrecogimiento.

Semana Santa. Con asistencia de laReal e Ilustre Hermandad de la Buena Di-cha se celebraron sotemnísimamente losoficios. A pesar de los noticiones de bom-bas en las iglesias y en las procesionesque tendenciosamente hacían correr deboca en boca, ya sabemos quién, y hastapropaladas desde la Prensa izquierdista,viáse nuestra iglesia y todas las de Ma-drid llenas de gente, concurridísima a pe-sar de lo displicente del tiempo la visitade los monumentos y las procesiones. Lapiedad española es general, sincera y pro-funda. Edificaban los pelotones de sol-dados rezando en las visitas de los mo-numentos la Estación con la piedad deseminaristas. La Hora Santa la predicó elM. R. P. Ricardo con la iglesia completa-mente llena.

ALARCON

Dió una tanda de ejercici3s a las alum-nas mayores, ex alumnas y señoritas quese les agregaron, el R. P. Antonio Rodrí-guez. Concluyeron el día de Dolores re-uniéndose a desayunar en el salón delColegio todas las ejercitantes.

Semana Santa. Fueron muy solemneslos oficios divinos, dándoles singularrealce los archicofrades, asistiendo a ellosen forma de capítulo. De dos en dos vela-ron el Santísimo durante la exposiciónpública. La iglesia, completamente llena a

los sermones del Jueves Santo y HoraSanta.

Profesiones y tomas de hábito. Hizosus votos en este Monasterio el 15 de mar-zo la Hermana María del Patrocinio Gam-boa y López, siendo madrinas varias exalumnas del Colegio. El 25 tomó el hábitola señorita Anastasia Jiménez Martínez,que en religión se llamará Sor María dela Encarnación, y el día 5 de abril la seño-rita Raquel Jorge Rodríguez, que se llama-rá Sor María de la Esperanza. A todas ya la Comunidad, nuestra enhorabuena.

EXTRANJERO

Capitulo General de la Merced.—El9 del próximo mayo se reunirá en la Ciu-dad Eterna para elegir Maestro general yOficiales generales. De esta Provinciaasistirán el M. R. P. Alberto Barros comoProvincial y el P. Manuel Cereijo comoDiputado. Harán bien nuestros Terciariosy cofrades en unir a las nuestras sus ora-ciones para que resulten elegidos aquellosque Dolos quiere y que sean por lo mismomás a propósito para promover los inte-reses de la gloria de Dios y de la Orden.

Argentina.--Ha sido creada reciente-mente la Vice Provincia mercedaria deNuestra Señora de Buenos Aires, cuyascasas son las de Mendoza, Maipú y Bue-nos Aires. Han sido nombrados Vice pro-vincial, el M. R. P. José Márquez; Defini-dores, los Padres Arnaldo Ferreyra y Jeró-nimo Alvarez; Secretario, el R. P. AlfredoLópez; Diputado al Capítulo, el P. AlfredoVera.

Capitulo de la Provincia de SantaBárbara del Tucumán. —Fueron elegi-dos Provincial el R. P. Vicente Fernánda;Definidores, los Padres Manuel Rodríguez,José María Barrionuevo y Pedro A. Fe-rreyra; Secretario fué nombrado el PadreEudoxio de Jesús Palacio y elegido Dipu-tado al Capítulo General el P. JeremíasArdiles.

A los ochenta y dos años de edad falle-ció santamente en su palacio del obispadode Mondoñedo el Excmo. Dr. D. Juan JoséSolís y Fernández, a las cuatro de la tardedel 24 de febrero pasado.

Hizo la carrera eclesiástica desde el año1869 a 1872, obteniendo en los siete ariosde Teología la nota máxima de meritissi-'mis. Se doctoró en Sagrada Teología enel Seminario de Toledo el año de 1873, yen la Universidad obtuvo la licenciaturaen Derecho Canónico y Civil. El PapaLeón XIII le nombró Proto-Notario Apos-tólico ad instar participantium.

Fui Canónigo Lectoral de Orihuela yCanónigo Arcipreste de la MetropolitanaCompostelana, donde desempeñó el Pro-v isorato y el cargo de Ecónomo de laMitra.

El 26 de mayo de 1907 fué consagradoObispo en la Catedral de Santiago, y des-de entonces por el espacio de veinticuatroarios gobernó la Diócesis de Mondoñedo.Su largo Pontificado está ennoblecido yenriquecido por obras de una caridad in-agotable y un celo verdaderamente apos-tólico. Durante su gobierno se levantaronmás de cien iglesias y apenas habrá algu-na que no cuente con algún valioso re-cuerdo de este Prelado. «Su episcopado,dice con razón un periódico de la región,Pasará a la historia de la Iglesia como unode los más florecientes de la diócesis deSan Rosendo».

La Merced de Castilla y especialmentela Casa del Ferrol mucho tiene que recor-dar con devoto agradecimiento de estePrelado que, como dice el actual Comen-dador de Ferro], eco de sus predecesoresY de los religiosos de aquella casa, fuéPara ellos «un verdadero Padre.,

Del libro de Memorias de la Casa deFerrol nos mandan los siguientes datos:«En el mes de abril de 1908, hallándoseen Ferro! el Excmo. y Rvdmo. Sr. Obispose le propuso la idea y el deseo de dichafundación, quien la aprobó con entusias›mo y se ofreció a patrocinarla decidida-mente poniendo a nuestra disposición lacasa del capellán de las Religiosas de laEnseñanza y autorizándonos para esco-ger la iglesia que nos pareciera más apropósito. El P. Serratosa propuso la deNtra. Sra. de los Dolores y la V. O. T. deServitas dió permiso en oficio del 7 deagosto de 1908.

Llegaron a Ferrol nuestros Padres el 1.°de agosto de 1908. En febrero de 1913,siendo Rector el P. Antonio Rodríguez,manifestó el Sr. Obispo su deseo de hos-pedarse en nuestra casa, ya que en el Hos-pital de Caridad no podía hacerlo. Se pusoa su disposición la casa, y el que hastaentonces había sido su protector se con-virtió en un verdadero Padre de esta resi-dencia. Con su estancia aquí aumentómucho el prestigio de la Comunidad.Aprobó el internado y la obra del Cine.En 1918 presidió las fiestas centenarias yofició de Pontifical... En 1926, por diciem-bre, inauguró nuestra iglesia..

Los Mercedarios de Ferrol y las Aso-ciaciones que radican en nuestra iglesiaofrecieron por el eterno descanso delamantísimo Padre y Prelado una HoraSanta, Comunión general y solemne fu-neral.

Rogamos a nuestros lectores ofrezcantambién sufragios por su alma.

El 5 de marzo de este año, recién llega-do, murió en San Raimundo Nonato de la

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Prelatura del Buen Jesús, confiada por

Benedicto XV a la Orden de la Merced, el

Rvdo. P. l'Aro No'asco Resbière, des-

pués de recibidos todos los Sacramentosde manos del P. Francisco Freiría y ro-deado de los Padres Jerónimo y Angel.Murió víctima de unas fiebres gástricascontraídas a los tres días de negar a este

pueblo.

Nació en Santiag ) el año de 1870, y fuébautizado en la parroquia de Santa María

de Sar con el no-nbre de Manuel, que al

entrar en religión cambió por el de nuestroSanto Padre, llamándose desde entoncesPedro Nolasco. Entró como postulante en

Conjo el 17 de junio del 1883, tomó el há-

bito de novicio el 12 de abril del arl a 1885,emitió la profesión de votos simples el 18de abril del año siguiente y la de solemnes

el 6 de enero de 1891. Recibió en Santiago

todas las órdenes: la de Subdiácono en

las témporas de la Trinidad del mismo

1891, la de Diácono el 2 de abril del año

siguiente y la del Presbiterado el 17 de di-

ciembre de aquel mismo año.Fué Comendador de Poyo al dejar de

serlo el M. R. P. Buenaventura de Boneta,nombrado Provincial de Castilla, desde el

1899 a 1906; desde este año al de 1910, lofué de Verlo; Definidor desde el 1914 al

1918; del 1918 al 1921, fui' Maestro de No-

vicios; y parte del trienio del 1921 al 1924,volvió a ser Comendador de Poyo. El año

1925 acompañó a Barcelona al IlustrísimoP. Pascual Miguel, para marchar con él alas misiones, intenciones que quedaron

frustrad is con la muerte en Barcelona delSr. Obispo, a consecuencia de una opera-

ción. En el Verripo que transcurre desde

el 1926 hasta noviembre del 1930, desem-

peñó ministerios parroquiales en Bélgica,de cuya cultura se hacía lenguas.

Fue músico y organista, poseía el fran-cés y el inglés. Era de una constancia te-

nacísima en todas sus empresas. Fue de-

votísimo de la simpática Santa Teresitadel NIño Jesús, que, sin duda, le obtuvode Dios la hermosa muerte con que acabósus días.

Descanse en paz el querido hermano,uno de los primeros hijos de esta Provin-cia después de su restauración, cuyo cin-cuentenario celebramos este año.

En Madrid, falleció piadosamente en elSeñor la señorita Amalia García Herreros

el 7 de Abril de este año. A su hermana laseñorita Julia García Herreros, colabora-

dora de LA MERCED y amante entusiasta

de Nuestra S mtísima Madre y de suOrden, acompañamos en su sentimiento.Rog ,mos a nuestros lectores una oración.

Indulgencias de la Ordenpara el mes de Mayo

Día 3.—La Invención de la Santa Cruz.Absolución general para sólo los Tercia-rios.

Día 8 —San Ivnguel Arcángel. Absolu-ción general a todos los fieles e Indulgencia plenaria tanibién para todos los fielesque visiten las iglesias de la Merced.

Día 14.—La Ascens'ón del Señor. Ab-solución general para todos los fieles eIndulgencia p'enaria sólo para los Ter-carios y Cofrades que visiten nuestrasiglesias.

Día 23.-4.° sábado. Indulgencia plena-ria a los que asistan a la Misa de NuestraSantísima Madre.

Día 24.—Pentecostés. Absolución gene-ral para todus los fieles e Indulgenciaplenar,a para sólo los Terciarios y Cofra-des.

CON LAS DEBIDAS LICENCIAS

Editorial Católica Toledana, Juan Labrador, 6, teléfono 211