Agilidad+Deportiva

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INTRODUCCION El rendimiento exitoso en muchos deportes, como el fútbol, el tenis y el baloncesto, a menudo requiere del reconocimiento y la reacción apropiada ante diferentes situaciones deportivas. Los individuos seleccionan y refinan los movimientos en base a señales relevantes para la actividad, incluyendo a un rival y/o un objeto externo (18, 21). Dichos movimientos, importantes para la mejora del rendimiento deportivo, se conceptualizan como agilidad. En general, los preparadores físicos son los responsables de la mejora en la agilidad. No obstante, la definición de agilidad está rodeada de cierta ambigüedad. La instrucción técnica óptima no es sencilla porque la investigación no respalda un modelo de enseñanza global (22). Además, la ausencia de programas de entrenamiento efectivos parece ser producto de dicha incertidumbre. Por lo tanto, a los preparadores físicos a menudo les resulta difícil emplear metodologías que busquen mejorar este componente clave del rendimiento deportivo. Con frecuencia, la agilidad incluye un sprint en línea recta y/o rápidos cambios de dirección intencionados. Sin embargo, la investigación (23), respalda la teoría de la especificidad. En consecuencia, no se espera que el sprint en línea recta se traduzca y, por lo tanto, mejore la agilidad. Además, las actividades deportivas que requieren cambios de dirección planeados, tales como rodear las bases en el softbol, son poco comunes (22). Por lo tanto, el entrenamiento que emplea patrones de movimiento, estructurados e intencionados, puede no resultar ventajosos para la mayoría de los deportes. Besier et al. (3) también señalaron que la probabilidad de lesión se incrementa con el incremento de movimientos imprevistos. De este modo, el entrenamiento de la agilidad que utiliza sólo acciones predeterminadas no sólo puede reducir el rendimiento deportivo sino también incrementar el riesgo de lesión.

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INTRODUCCION

El rendimiento exitoso en muchos deportes, como el fútbol, el tenis y el

baloncesto, a menudo requiere del reconocimiento y la reacción apropiada ante

diferentes situaciones deportivas. Los individuos seleccionan y refinan los

movimientos en base a señales relevantes para la actividad, incluyendo a un rival

y/o un objeto externo (18, 21). Dichos movimientos, importantes para la mejora

del rendimiento deportivo, se conceptualizan como agilidad. En general, los

preparadores físicos son los responsables de la mejora en la agilidad. No

obstante, la definición de agilidad está rodeada de cierta ambigüedad. La

instrucción técnica óptima no es sencilla porque la investigación no respalda un

modelo de enseñanza global (22). Además, la ausencia de programas de

entrenamiento efectivos parece ser producto de dicha incertidumbre. Por lo

tanto, a los preparadores físicos a menudo les resulta difícil emplear

metodologías que busquen mejorar este componente clave del rendimiento

deportivo.

Con frecuencia, la agilidad incluye un sprint en línea recta y/o rápidos cambios de

dirección intencionados. Sin embargo, la investigación (23), respalda la teoría de

la especificidad. En consecuencia, no se espera que el sprint en línea recta se

traduzca y, por lo tanto, mejore la agilidad. Además, las actividades deportivas

que requieren cambios de dirección planeados, tales como rodear las bases en el

softbol, son poco comunes (22). Por lo tanto, el entrenamiento que emplea

patrones de movimiento, estructurados e intencionados, puede no resultar

ventajosos para la mayoría de los deportes. Besier et al. (3) también señalaron

que la probabilidad de lesión se incrementa con el incremento de movimientos

imprevistos. De este modo, el entrenamiento de la agilidad que utiliza sólo

acciones predeterminadas no sólo puede reducir el rendimiento deportivo sino

también incrementar el riesgo de lesión.

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Para los propósitos del presente artículo, se definió a la agilidad como la

habilidad física que les permite a los individuos desacelerar con rapidez y

eficiencia, cambiar de dirección y acelerar rápidamente, en un esfuerzo por

reaccionar de manera apropiada a las señales relevantes para la actividad (18).

La literatura ha reconocido a la agilidad como una habilidad motora entrenable

que puede mejorarse a través de una adecuada práctica progresiva (9, 11, 12,

16). El propósito de este artículo es identificar y discutir los conceptos

pertinentes en el aprendizaje motor para asistir a los preparadores físicos en el

diseño e implementación de un programa de agilidad efectivo para individuos

experimentados o entrenados.

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PROGRESIONES EN EL ENTRENAMIENTO DE LA AGILIDAD

Una vez consolidado y refinado el movimiento hábil, resulta ventajoso que el

preparador físico organice las sesiones de entrenamiento de la agilidad según el

nivel del practicante (1, 7, 8, 14). La interferencia contextual (CI) se refiere a la

cantidad relativa de interferencia creada al integrar 2 o más actividades a un

aspecto particular de una sesión de entrenamiento (10). En un programa de CI

baja, las habilidades se practican de manera individual, mientras que un plan de

CI elevada incluye la práctica simultánea de múltiples acciones de movimiento.

Una sesión de entrenamiento de la agilidad para baloncesto, por ejemplo,

incluiría sprints en líneas rectas, desplazamientos laterales, pasos de

lanzamiento/sprint y carreras hacia atrás.

Los programas de CI baja consistirían de la práctica de una habilidad por vez,

mientras que un programa de CI elevada incluiría la combinación de las 4

acciones de movimiento en un único ejercicio o repetición. Los programas de CI

elevada tienden a abrumar a los principiantes en las etapas anteriores de la

adquisición de la habilidad y pueden disminuir el rendimiento (7, 10).

Contrariamente, los programas de CI baja permiten que los principiantes realicen

pequeñas modificaciones en la técnica durante los intentos de práctica sucesivos

(12). Los individuos que poseen un nivel avanzado de destreza técnica, sin

embargo, pueden no beneficiarse con los programas de CI baja. Por lo tanto, la

combinación de las acciones de movimiento en un ejercicio agrega una cantidad

moderada de CI o variabilidad que puede acelerar más la adquisición de la

habilidad. La carrera de patrón, por ejemplo, es una herramienta que se

implementa a menudo para lograr lo antedicho.

El patrón de carrera en general incluye una serie de patrones de movimientos

estructurados que refuerzan las acciones específicas del deporte (13). Se asignan

movimientos predeterminados para cada repetición, y se realizan varias

repeticiones sucesivas para enseñar o mejorar movimientos específicos. Los

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movimientos de habilidad cerrada en diversas direcciones sobre distancias

predeterminadas son útiles para construir patrones de movimiento correctos en

los atletas principiantes (9) La Tabla 1 proporciona ejemplos de progresiones de

entrenamiento, mientras que la Tabla 2 ilustra ejercicios de agilidad utilizando

diferentes programas de CI relacionados con la experiencia del individuo.

Una vez que se alcanza un nivel alto de destreza técnica, los movimientos de

habilidad cerrada pueden no ser beneficiosos. Durante la mayoría de los eventos

deportivos, los movimientos del atleta se inician en respuesta a las circunstancias

dinámicas y específicas del entorno externo. Por lo tanto, la habilidad de

responder de manera apropiada a las señales percibidas relevantes para la

actividad o explotar los acoplamientos de información-movimiento

característicos de una situación en particular resulta ventajosa (4). Por ejemplo, a

los jugadores de tenis habitualmente se les aconseja que presten especial

atención a la posición de la raqueta de su rival durante un saque para poder

calcular la trayectoria y luego moverse hasta aquel lugar donde el jugador espera

que su oponente golpee la pelota (2).

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ENTRENAMIENTO DEL ACOPLAMIENTO INFORMACION-MOVIMIENTO

La mayor parte de la literatura que se ha enfocado en el entrenamiento de la

agilidad ha utilizado tests que incluyen patrones de carreras predeterminados y

cambios de dirección planeados (4, 8, 13). No obstante, la efectividad del

movimiento se asocia principalmente a una utilización apropiada de las

habilidades motoras específicas para la solución percibida de una actividad que

presenta una interacción dinámica con el entorno externo. Las personas poseen

una capacidad de adaptación extremadamente alta para refinar el movimiento a

fin de lograr dichos propósitos (6). Además, los individuos tienen la capacidad de

modificar las acciones motoras para dominar con éxito los grados preceptúales

de libertad o las posibilidades de movimiento en base a las señales percibidas

relevantes para la actividad que, luego, facilita un movimiento más conveniente,

estable y controlable (2, 14). Lo que sigue es el desarrollo de las habilidades

motoras que mejoran el movimiento coordinado para lograr un resultado exitoso

(6, 14). Por lo tanto, la selección de los ejercicios en base a los dilemas

específicos de la actividad es esencial para la adquisición de la habilidad. Con el

tiempo, la ejecución habitual de dichas acciones motoras permitirá que la

estructura física del cuerpo se adapte, y de este modo se incremente más la

efectividad del movimiento (18).

La investigación sugiere que los atletas expertos producen respuestas más

rápidas y precisas debido a sus habilidades incrementadas para captar de su

entorno señales relevantes para la actividad (1, 5, 14, 15, 19–21).

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Tabla 1. Progresión del entrenamiento de la agilidad. COD = cambio de dirección;

RAT = entrenamiento de la agilidad reactiva.

Tabla 2. Entrenamiento de la agilidad utilizando un programa de CI baja/elevada.

CI = interferencia contextual; RAT = entrenamiento de la agilidad reactiva.

Estos atletas tienen la habilidad de distinguir entre varias fuentes aplicables de

información externa para iniciar y controlar el movimiento. Los atletas expertos

pueden diferenciar aún más entre fuentes de información y actuar sobre las

señales más útiles y, al mismo tiempo, excluir las que son irrelevantes a fin de

incrementar una acción motora coordinada (14).

Existen estudios que han concluido que los jugadores de fútbol expertos, por

ejemplo, demuestran poseer estrategias de búsqueda visual superiores (5, 14,

15, 19). Williams y Davids (19) hallaron que estos jugadores emplean menos

fijaciones oculares compensadas por duraciones más prolongadas de fijación en

las señales relevantes para la actividad pertinente. El mismo estudio también

reportó que los jugadores de fútbol principiantes tuvieron tiempos de iniciación

y reacción superiores en una situación de uno contra uno. Contrariamente, los

jugadores expertos seleccionaron mejor las señales relevantes de la posición de

las caderas, la parte inferior de la pierna y el área de la mitad del pecho de su

rival a fin de anticipar de manera más precisa los movimientos del adversario. En

un estudio relacionado, los arqueros de fútbol expertos demostraron una mayor

precisión al predecir la dirección de los penales que los principiantes. Estos

atletas también tuvieron una mayor habilidad para reconocer y prestar atención

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a las señales visuales tales como la cabeza, la pierna que patea y el balón (15).

Recientemente, Farrow et al. (5) desarrollaron un test de agilidad que requería

que los jugadores de netball cambiaran de dirección en respuesta a un video clip

de un rival ofensivo. Se determinó que los jugadores expertos poseían tiempos

de decisión, de iniciación y de movimiento total inferiores a los principiantes.

Savelsbergh et al. (14) propusieron que, debido a que la información perceptual

y el movimiento están específicamente relacionados, el entrenamiento debería

reflejar los acoplamientos específicos de información-movimiento. En otras

palabras, los ejercicios en la práctica deberían reproducir con exactitud las

situaciones de juego. La obligación de un entrenador es implementar un grupo

de condiciones que anime al jugador a ajustarse a acoplamientos de

información-movimiento específicos. Por lo tanto, las sesiones de agilidad que

refuerzan las situaciones similares al juego y obligan a los atletas a responder con

las maniobras apropiadas son un método de entrenamiento beneficioso (16).

Tabla 3. Ejemplo de una sesión de entrenamiento de la agilidad para la

pretemporada de un equipo de básquetbol universitario masculino. CI=

interferencia contextual; TT = entrenamiento técnico; PR = patrón de carrera;

RAT = entrenamiento de la agilidad reactiva.

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Figura 1. Ejercicio de espejo lateral.

Figura 2. Ejercicio de espejo incluyendo sprints y carreras hacia atrás.

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Figura 3. Ejercicio de sombra.

Además, las sesiones de agilidad deberían llevarse a cabo en un nivel elevado de

intensidad a fin de asegurar que los atletas refinen los acoplamientos de

información-movimiento bajo circunstancias que reproduzcan con exactitud las

exigencias del ritmo, de variabilidad y de energía de un deporte en particular. La

Tabla 3 ilustra un ejemplo de una sesión de entrenamiento de la agilidad de

pretemporada para un equipo de baloncesto universitario masculino.

ENTRENAMIENTO DE LA AGILIDAD REACTIVA

A fin de alcanzar un alto nivel de destreza, los preparadores físicos deberían

crear una serie de condiciones que impulsen a un atleta a adaptarse a los

acoplamientos de información-movimiento específicos característicos de su

deporte. Sólo bajo dichas condiciones variables un atleta puede expandir y

aprovechar más un repertorio de acoplamientos (14). Sobre la base de las

diferencias previamente documentadas en la manera en la que un jugador

experto aprovecha los acoplamientos de información-movimiento en

comparación con un principiante, se aconseja la aplicación de sesiones de

entrenamiento de la agilidad reactiva (RAT) que reproduzcan con exactitud

situaciones de juego. Las sesiones de entrenamiento de la agilidad reactiva (RAT)

que trasladan la atención de un atleta a las cinemáticas de un rival u obligan a un

atleta a elegir en respuesta a la aparición temprana de dicha información

cinemática mejorarán las habilidades anticipadoras y, más tarde, producirán las

acciones de movimiento específicas apropiadas (22, 23). Los siguientes ejercicios

de RAT, por ejemplo, pueden utilizarse para entrenar a los atletas a fin de que

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interpreten y reaccionen ante un estímulo clave, que a su vez, mejorarán la

agilidad: (a) ejercicios de espejo (Figuras 1 y 2), (b) actividades de sombra

(Figuras 3 y 4) y (c) juegos de persecución.

VARIABILIDAD DENTRO DE UNA SESION DE ENTRENAMIENTO

Las sesiones del entrenamiento de la agilidad pueden variar mediante la

implementación de restricciones, o la limitación de las señales relevantes para la

actividad, en ciertos ejercicios. La modificación de las restricciones puede

aumentar o disminuir los grados preceptúales de libertad a fin de incrementar la

adquisición de la habilidad (2). Los patrones de coordinación funcional pueden

modificarse mediante la alteración de restricciones clave incluyendo la

organización estructural de ejercicios en particular o del entorno de práctica, las

características del individuo y la naturaleza de la información de la que dispone

el practicante durante una actividad (2). La modificación de las restricciones

también puede disminuir el estancamiento y reducir la monotonía a fin de

asegurar que los niveles de motivación permanezcan elevados y se mantenga un

entorno de aprendizaje efectivo.

Las distancias y los ejercicios se pueden modificar dependiendo de los objetivos

de la sesión de entrenamiento de la agilidad. Asimismo pueden alternarse las

señales auditivas y visuales relevantes para la actividad. Por ejemplo, variar las

señales de cambio de dirección con mensajes verbales y no verbales a la vez que

se realizan desplazamientos laterales. Además, también pueden cambiarse los

patrones de RAT. Se puede disminuir o prevenir el estancamiento si se les

permite a los individuos cambiar de compañeros y desafiar a compañeros de

equipo más ágiles.

El equipamiento que ofrece resistencia, como las bandas elásticas, puede ofrecer

beneficios a los participantes expertos. La inclusión de equipamiento también

resulta útil y puede reproducir con exactitud situaciones de juego e incrementar

la agilidad específica para el deporte (19). Por ejemplo, los jugadores de

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raquetbol, badminton y tenis pueden sostener raquetas. A los jugadores de

baloncesto y fútbol se les debería alentar para que realicen dribblings durante las

sesiones del entrenamiento de la agilidad, una vez obtenido el nivel de habilidad

competente.

La duración de las sesiones del entrenamiento de la agilidad puede variar

dependiendo del momento de la temporada. Es posible que los entrenadores de

la fuerza deseen emplear un entrenamiento de agilidad después de una sesión

en el gimnasio o de una sesión de acondicionamiento, por ejemplo, para inducir

una fatiga similar a las de las situaciones del final de juego. Sin embargo, si el

objetivo es la destreza técnica, se aconseja programar las sesiones del

entrenamiento de la agilidad antes de las otras sesiones. Los tiempos de

recuperación aguda también pueden modificarse para condicionar a un atleta

para un deporte en particular durante la fase de pretemporada (Tabla 4). A la

hora de organizar las sesiones de entrenamiento, el entrenador de la fuerza sólo

está limitado por su imaginación y sus conocimientos sobre el deporte.

Figura 4. Representación adicional del ejercicio de sombra.

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Tabla 4. Programa de agilidad de ocho semanas para la pretemporada de un

equipo de basquetbol universitario femenino.

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CONCLUSIONES

La carencia de un acuerdo en la definición de agilidad ha dificultado las

investigaciones sobre la misma. Asimismo los diferentes tests no han logrado

identificar aquellos aspectos más importantes para la agilidad. Por lo tanto, un

modelo de enseñanza global es escurridizo. Además, la ausencia de programas

de entrenamiento efectivos parece ser producto de dicha incertidumbre. Por

tanto, a los preparadores físicos a menudo les resulta difícil emplear

metodologías que busquen mejorar este componente clave del rendimiento

deportivo.

A pesar de la extensa literatura, sólo hay investigaciones limitadas que han

tenido como objetivo el desarrollo de la agilidad (22). Para los principiantes se

recomiendan las sesiones de agilidad que incluyen un nivel de CI baja. Los

patrones de carrera que emplean varios movimientos predeterminados

combinados pueden agregar una cantidad relativa de CI. Sin embargo, un nivel

de CI elevado puede abrumar a los principiantes en las etapas anteriores de la

adquisición de la habilidad y puede disminuir el rendimiento (7, 10). Una vez

consolidado y refinado el movimiento hábil, es ventajoso que el preparador físico

o el entrenador organicen las sesiones de entrenamiento de agilidad según el

nivel del practicante (1, 7, 8, 14).

Una vez que se alcanza un nivel alto de destreza técnica, los movimientos de

habilidad cerrada pueden no resultar beneficiosos. Durante la mayoría de los

eventos deportivos, los movimientos del atleta se inician en respuesta a las

circunstancias dinámicas y específicas del entorno externo. Por lo tanto, la

habilidad de responder de manera apropiada a las señales percibidas relevantes

para la tarea características de una situación en particular resulta ventajosa (4).

La investigación sugiere que los atletas expertos producen respuestas más

rápidas y precisas debido a sus habilidades incrementadas de captar de su

entorno señales relevantes para la tarea (1, 5, 14, 15, 19-21). De este modo, los

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ejercicios que reproducen con exactitud situaciones de juego pueden resultar

más efectivos para mejorar la agilidad en los practicantes expertos. Variar las

restricciones también puede limitar los grados preceptúales de libertad a fin de

incrementar más la adquisición de la habilidad en los atletas expertos.

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