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Consenso y violencia en el campesinado /eudal «Todo poder de dominación está compuesto por dos elementos indisociables unidos, que constituyen su fuerza: la violencia y el con- sentimiento.., de los dos elementos constitutivos del poder, la fuer- za mayor no reside en la violencia de los dominadores, sino en el consentimiento de los dominados a su dominación.., la represión consigue menos que la adhesión; la violencia física y psicológica, me- nos que la convicción del pensamiento que lleva consigo la adhesión de la voluntad, la aceptación, cuando no la “cooperación misma>’ de los dominados. - un consentimiento activo espontáneo nunca es completamente “espontáneo>’, sino el resultado de una educación, una cultura, una “formación» del individuo, de una producción de hombres y mu- jeres capaces de reproducir su sociedad. En términos estrictos> ja- más se da un consentimiento pasivo en todos los individuos y en todos los grupos de una sociedad. Lo esencial es que la violencia y el consentimiento no son, en el fondo, realidades incompatibles. Para perdurar, todo poder de domi- nación... debe incluir y combinar las dos condiciones de su ejerci- cio. Por cierto que las proporciones variarán según las circunstancias y las resistencias, pero inclusive el poder de dominación menos dis- cutido, el más profundamente aceptado, contiene siempre la amenaza virtual de recurrir a la violencia en el momento en que consenti- miento se debilita o deje paso al rechazo y aun a la resistencia. Para explicar cómo los individuos y los grupos dominados pue- den “consentir espontáneamente’> a su dominación, es menester que esta dominación se les aparezca como un servicio que los domina- dores les prestan. A partir de ese momento el poder de éstos se legi- tima y los dominados consideran su deber el servir a quienes les sir- En la España iMedieval. Tomo y. Editorial de la Universidad Complutense. Madrid 1986

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Consensoy violencia en el campesinado/eudal

«Todo poder de dominaciónestá compuestopor dos elementosindisociablesunidos,que constituyensu fuerza: la violencia y el con-sentimiento..,de los dos elementosconstitutivos del poder, la fuer-za mayor no reside en la violencia de los dominadores,sino en elconsentimiento de los dominados a su dominación.., la represiónconsiguemenosque la adhesión;la violencia física y psicológica,me-nos que la convicción del pensamientoque lleva consigo la adhesiónde la voluntad, la aceptación,cuandono la “cooperaciónmisma>’ delos dominados.

- un consentimientoactivo espontáneonunca es completamente“espontáneo>’,sino el resultado de una educación,una cultura, una“formación» del individuo, de una producción de hombres y mu-jeres capacesde reproducir su sociedad. En términos estrictos> ja-más se da un consentimientopasivo en todos los individuos y entodoslos gruposde unasociedad.

Lo esenciales que la violencia y el consentimientono son, en elfondo, realidadesincompatibles.Paraperdurar, todo poder de domi-nación... debe incluir y combinar las dos condicionesde su ejerci-cio. Por cierto que las proporcionesvariaránsegúnlas circunstanciasy las resistencias,pero inclusive el poder de dominaciónmenosdis-cutido, el más profundamenteaceptado,contienesiemprela amenazavirtual de recurrir a la violencia en el momento en que consenti-miento se debilita o deje pasoal rechazo y aun a la resistencia.

Para explicar cómo los individuos y los grupos dominadospue-den “consentir espontáneamente’>a su dominación, es menesterqueesta dominación se les aparezcacomo un servicio que los domina-dores les prestan.A partir de esemomentoel poder de éstosse legi-tima y los dominadosconsideransu deberel servir a quienesles sir-

En la España iMedieval. Tomo y. Editorial de la Universidad Complutense.Madrid 1986

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ven. Por tanto,paraque nazca lo que constituyela mayor fuerza delpoder de unos sobre otros, a saber,un consentimientofundado enel reconocimientode los beneficiosy de la legitimidad de tal poder,es preciso un consensofundado en el reconocimientode la ‘necesi-dad” de su existencia.»

Estas son ideasextractadasde un conocido trabajo de M. Gode—lier: «La part idéelle du réel. Essai sur l>idéologique»’. He reflexio-nado sobre ellas> también claro está sobre otras de varios autores,a propósito de una larga investigaciónque acabode hacersobre lasresistenciasy luchas campesinasen la sociedadfeudal castellano-leonesaen la época de la expansión y consolidación del sistemafeudal 2

Quisiera, en estas breves páginas,hacer dos cosas, retomar lasideas de Godelier y confrontarlas con los resultadospor mí obte-nidos a través de la investigaciónmencionada,encontrarlos puntosde coincidenciay los de divergenciay, de esta manera,ampliar lateoría en lo referente a la sociedadfeudal y al complejo problemade la lucha de clases.

Dejamos desde ya aclarado que aceptamoslas limitaciones queson inherentesal hecho de tomar como base de análisis la historiade una zonade Europa>el noroestede la PenínsulaIbérica, que aun-que amplia y variada, no puedeser consideradamás que corno «uncaso».Sin embargo,dada la escasezde trabajos «de campo»hechosen «profundidad»,puedetener un cierto valor el utilizar uno dc ellos(en este caso el mío, dado su amplio contenidoempírico y su refle-xión teórica pertinente) para insertarlo y confrontarlo con la re-flexión teóricamás general.

Aclaremos aún algunosconceptos.Estamosde acuerdocon M. Go-delier en que la dominancia (dominance)no económicaque controlala reproducciónde la sociedadfeudal en su conjunto es «la seigneu-rie”, la institución señorialen todassus formas, doméstica,territorial,banal ‘. La sociedadtoma la forma de una inmensajerarquía de re-laciones de dependenciapersonalessubordinandolos señoresentreellos y los campesinosa los señoresy es en estemarcoen el queseño-res laicos y eclesiásticosejercitan el derechode coacciónsobre suscampesinoscon el objeto de «glorificar a Dios o de hacer la guerrapara su gloria o para la suyapropia». Por lo tanto las relacionesdeproducción,en la quequedaincluida la dominanciano económica,se

1 Maurice GODELÍER: «La part idécíle du récí. Essai sur lideologie”, L> Hom-me, ~uil-déc, 1978, XVIII (3-4), Pp. 155-188. Concretamente,pp. 176 y 177.

2 Reyna PAsron: Resistenciasy luchas campesinasen la época del creci-miento y consolidación de la formación feudal. Castilla y León, siglos X-XIII,Siglo XXI de España,Madrid, 1980.

3 Idem, nota 1, pp. 167.

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traban entre un señor (que puede ser plural y al que ademásestánligados jerárquicamentediversos miembros de la clase de poder) ygrupos de campesinos.Pero la relación de dependenciatiene una pe-culiar modalidad: cada campesino(o familia campesina)debe cum-plir con las obligacionesdeterminadaspor el señor, pero el conjuntode campesinosestá sujeto a las mismas obligacionespara con el se-ñor (o a obligacionesparcialmentediferentespara subgruposde cam-pesinos),que suelen variar según normas que se establecencon re-lación a las posibilidadeseconómicasde cada grupo, derivadasespe-cialmente de la propiedad, por parte de éstos,de determinadosme-dios de producción.

Ello da lugar a una doble relación de dependencia,por un ladoindividual: cadafamilia campesinadebecumplir conrelaciónal señorcon unavariadagamade obligaciones(relación campesino/señor),porotro lado comunal,ya que un conjuntode familias campesinasquevi-ven en aldeasestá sometidoa iguales o parecidascargas paracon elsenory a cargasde caráctercomunal(relación comunidadcampesina!señor). Es ésta a nuestrojuicio la más importanteporque las comu-nidades de aldea representanla organizaciónbásicay fundamentaldel campesinadodel noroestepeninsular(y de muchasotras regioneseuropeas).

Las comunidadesde aldea y sus formas organizativasbásicas:fa-miliares, productivas, normativas,etc., se desarrollaroncon anterio-ridad a las aristocraciasfeudalesdominantes.Sus prácticascomuni-tarias, sus solidaridades,su organizaciónsocial, su conciencia comu-nitaria y la de sus interesesde grupo se fueron plasmandoa travésde muchossiglos. Esa continuidadtemporal,esa largaexperienciadeconvivencia,mayor que la de la aristocraciadominante,constituyósufuerza fundamental.Constituyó también su fuerzay su capacidadderesistenciaante las aristocracias,pero no una barrera infranqueabley permanenteya que sobre ellas se impuso la dependenciay el seño-río: las relacionesde producciónfeudales.

Las familias campesinasorganizadasen comunidadesde aldeapodíanautoabastecersea partir del sistemade explotaciónde los re-cursos naturalesmás frecuentesen la épocamedievaleuropea.Tal esel de la explotación familiar y> por lo tanto, individualizada,parcia-lizada, de la tierra de cerealesy la explotacióncomunalde pasturasy bosques,etc. Este sistemadual (familiar y comunal)de explotaciónpermitió no sólo el autoabastecimiento,sino también, frecuentemente,el crecimiento,la colonización de nuevastierras, el nacimiento de al-deasfiliales. Pero también permitió la producciónde excedentesexpro-piados por la clase dominante (coacciónfeudal) al sometera toda lacomunidad bajo su dependencia.La organización del campesinadoen comunidadesde aldea> es decir, bajo la forma de comunidades

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degradas,la «forma germánica»,permitió tambiénla penetraciónlen-ta e individualizadadel poder feudal a través de la expropiaciónde lapequeñaexplotación campesinafamiliar (o su puesta en dependen-cia) y, consiguientemente,a través de la participaciónen la explota-ción de los bienescomunales

Pero al mismo tiempo es necesariotener muy presenteque lafuerte tendencia al autoabastecimientode estas <caldeas de formagermánica»que no hacía necesariosorganismossupralocales,o unaclase de poder, que regulara los intercambios,así como su anterio-ridad (que puede remontarsea la Edad del Hierro), su antelaciónhistórica con relación a la formación de la sociedadfeudal y aun lafuerte permanenciade sus rasgos principales una vez consolidadaésta,constituyeronunabasede resistenciamuy fuerte parala forma-ción y permanenciade las relacionesde producciónfeudales(incluidasu parte ideológica: «la seigneurie»)y a la vez constituyenla baseexplicativa de la endeblezdel consenso (en su sentido de admisióndel podercomo legítimo, comopoder necesario)~.

Quizá estas razonespuedanexplicar, al menos en parte y refi-riéndose solamentea zonas en las que la romanizaciónhabíasidodébil, lo prolongadodel procesode formación de la sociedadfeudal.Es también quizá por ello que duranteesa largaetapade transiciónhayaprimadola pura violencia como mediode dominaciónde los gue-rreros sobre los campesinosproductoressin que se hubieraestructu-rado un verdaderosistemaideológico.

Pero cuandohacia el siglo x u xi el sistemafeudal es claramentehegemónicoen las formacioneseuropeas>lo es también su ideología~,

la de los tres órdenes.Sistemade representacionesilusorias que loshombres se hicieron de ellos mismos y del mundo y que legitimabaun orden social existente>nacido fuera de ellos y que les hizo aceptarlas formas de dominacióny de opresiónde hombre a hombre queel orden contiene, sobre las que reposa.Sistemade clasificaciónso-cial, elaboradopor las élites intelectualesfrancesasdurante la pri-meramitad del siglo xí, que dividía a la sociedaden tresórdenesquecumplían tres funcionesdistintas y complementariasy que constitu-yó el aparatoideológico más perfecto (controvertidoprimero y acep-tado y divulgado después)de justificación de la complejaclasede po-der feudal.

G. Duby acabade demostrarmagistralmentela enunciaciónde esateoría por Adalberónde Laon y Gerardde Cambrais;su discusión,sueclipse y su plena aceptacióndesde finales del siglo xii y durante

Todos los conceptosempleadosen este articulo: tales concenso,legitimi-dad, tienen el contenidoque M. GODELIER les da en el artículo citado.

G. Dunr: Les trois ordres ou límaginaire du féodalisme,Gallimard, Pa-rís> 1978.

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el xiii. La concepciónde esa sociedaddividida en órdenesarmónicosha tenido enormetrascendenciaen la ideologíade las ¿lites de podermedievalesy del Antiguo Régimenen todaEuropa, la PenínsulaIbéri-ca incluida

Sin embargo,debepreguntarse(y preguntarsea travésde la aten-ta lectura de los documentos)hasta qué punto la sociedadde tresórdenes,la división tripartita de funciones fue aceptada,entendida,aprendida,compartidapor los «laboratores».¿Hastaqué punto estadivisión trifuncional queera la versiónculta y eclesiásticade la socie-dad jerárquicafeudal, en la que quedabaplasmada,vertida en mol-des cultos, la ¡unción ideológica de la «seigneurie»,fue aceptadacomolegitimadora del orden social por los campesinos?Hasta dóndeesosprotagonistasreales se pensaron como cumpliendo esa función de«laboratores»en unasociedadarmónica?

Y digo esto conscientede dejar de lado, como ya lo ha señaladoG. Duby, los gravesproblemasteóricos que esospensadoresmedie-vales tuvieron que afrontaral no poder incorporara su esquemaex-plicativo, andandoel siglo xii, a las burguesíasque ya se habíanla-brado su «espacio social» y que no podían calificarse como ¿<labo-ratores».

Estoy en condicionesde afirmar, despuésde haberhecho la largainvestigaciónarriba mencionada,que en el material consultadono haaparecidoen los argumentosesgrimidospor los campesinos,la idea desu ¡unción como «laboratores»en relación con las otras funciones.

La idea más generalizada(la que se desprendede los pleitos, li-tigios y contiendasentre campesinosy señoreso entre campesinosyreyes)es la que nos los muestracomo hombrespertenecientesa unlugar, es decir, la que establecela relaciónhombre/residencia,o en laque se nombran como hombresde tal señoro de tal señorío(nueva-mentela residencia),o bien en las quemencionansucondición social,entendidacomo su estatusde dependencia:juniores,solariegos,hom-bresde behetría,etc. Es decir, ideas queconllevanla aceptaciónde sulazo con la tierra y, por él, con el «dominium», con la «seigneurie’>.Así se piensanesos <chomes»,como hombresde, lo quesignifica quese piensan,se viven, se «representan»en el sentido estricto que lesdemarcanlas relacionesde producción reales y las ideológicas queactúantambiéncomo relacionesde producción: las de señorío.

No existe para esoshombres«laboratores» esaidea más abstrac-ta, más abarcativa,más universal de los Tres Ordenes.A mi juicio,ésta no tuvo la divulgación necesariacomo para llegar a las aldeas,a las parroquias.Aquí se esgrimíala amenazadel infierno, la de losdiablos, la de la eternacondena.La violencia de la palabray el cas-tigo del alma actuabancomo armas más efectivasque el Orden tri-funcional. Este sirvió en cambio para intentardirimir y demarcarlas

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esferasde poderentreel rey, los señoreslaicos y los eclesiásticos.Porlo tanto la idea «ideológica»que forma parte de lo «real» parecesersin duda la «seigneurie»,la institución señorial, que implica la jerar-quización de toda la sociedady la dependencia(variada, grupal e in-dividual a la vez) de los campesinos.

Retomandoahora dos ideas recogidasal principio, una que la vio-lencia y el consentimiento no son realidadesmutuamenteexcluyen-tes y que para durar todo poderde dominación debeestarcompuestopor ambas,y otra: que para que los grupos dominados consientanespontáneamenteen la dominación es necesarioque la dominaciónaparezcacomo un servicio que prestan los dominadores, es decir,como una reciprocidad, trataré de estudiar cómo, hastadóndey conqué modalidadespuedenrepensarseestasideasen relación a un casoparticular (aunque amplio geográfica y temporalmente)de sociedadfeudal.

La documentaciónde que disponemospara estudiarestos proble-mas en las formacionesfeudaleses más abundantey parlera que lasde las otras formaciones precapitalistas,ello nos permite hilar másfino, «achicar el objetivo», es decir, nos impide caer en generaliza-ciones demasiadoglobales, en enfoques demasiadoamplios. Porquesi la visión es demasiadoglobal, uno puedeentoncesafirmar quepredominé largamenteel consenso,que los dominadosaceptabanple-namentela idea de la reciprocidad,etc., porquedesdeesaóptica no seregistran las manifestacionesde las contradiccionesbajo la forma delucha armada o bajo la forma de cuestionamientoverbal o escrito.

¿Cómo llegar a saber cuál era la realidad del consensoen lasmentesy aun en la conducta manifiestade los hombresde las comu-nidadescampesinas?¿Cuálel pesode la violencia y su lógica respues-ta, el miedo? ¿Hasta dónde el poder era aceptadocomo legítimo ohasta dónde esa aceptaciónera sólo la manifestaciónde la necesidadespecíficade sobrevivir?Las respuestasson difíciles de conocer,peropienso que analizando las resistenciasy las luchas de los dominadosfrente al poder (cuando los testimonios históricos lo permiten, comoes nuestro caso), tipificándolas, desmenuzandolaspuedenhallarse al-gunas de esasrespuestas,algunos testimonios que señalenlos lími-tes del consensoy de la legitimidad. Pasemosal estudio particular.

Los campesinos(los hombresde tal o cual villa o de tal o cual al-dea) entablanpleitos ante el rey o sus representantescontra los se-ñores hicos o (más frecuentementcen la documentación) eclesiás-ticos.

Los motivos de los conflictos sonmuy variados: puedenagruparseen a) conflictos por la posesiónde la tierra, por la justademarcaciónde los límites de las tierras de labor, de pastoreo,por la posesiónde]espacioganadero,por la posesióno el uso de molinos, aguas,pesque-

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ras y salinas(todos éstos conectadosdirectamentecon el uso del ob-jeto de producción: la tierra, o con los medios de producción); b) con-flictos por incumplimiento de las obligacionesinherentesa la depen-dencia: corveas,pagosde todo tipo en producto, en moneda,los diez-mos, etc., castelarias, mandaderías,etc.; por intento de cambio desenores,etc. (es decir, conflictos conectadoscon las relacionesde pro-ducción o de dependencia).

Veamos cómo se expresandominantes y dominadosante un con-flicto en el que se aceptanlas normasjurídicas vigentes Es decir, unconflicto resuelto a través de las instanciasjurídicas del sistema.

El casoesun ejemplo tipo.En 1091 se entabla un juicio entre los hombresde una pequeña

villa leonesa: Villavicencio, y el abad del monasteriocluniacensedeSahagún.Los representantesde los contendientes,bajo juramento,discuten los asuntosen conflicto. Luego de la discusión los hombresde la villa supieron que mentían y no quisieron dar juramento. Al díasiguiente se posternarona los pies del abad pidiendo misericordia.El abad entoncesles otorga un fuero (pequeñoconjunto de normas)según el cual deberíanvivir desde entonces.Por él se les exige unacorvea de doce días al año, el pago de la mañeria, el nuncio, etc. Seregula la responsabilidady el pago del homicidio, etc. Para terminarel abad da unas limosnasa los más pobres y desamparadosde eííos«.

La estructura del documentodeja entrever situacionesanterioresque evidentementeculminan en el pleito. La fuerte presión del monas-terio sobre los hombres de la villa y la fuerte resistenciade éstos adejarse someter. Resistenciaa tal punto importante que logran ha-cerseoír por el condeen representacióndel rey. Los campesinos,sinembargo, quedanderrotadosporque, en la discusión> no puedenim-ponersusargumentossobre los de los monjes,más informadosen ma-teria de derecho, más hábiles y más cultos. Los hombresde la villaterminan por doblegarsepor miedo a perder las tierras y de tenerque marcharsedel lugar. La derrota viene ademásacompañadapor lafijación de una normativa (el fuero), normativa que ya existía peroque no estabaescrita y era menos dura y que a partir de entoncesdeja más aseguradoslos lazos de dependencia.

Otro ejemplo tipo.Al promediar el siglo xíí se entablaun pleito entre los pobladores

de dos pequeñasaldeascontra el representantedel obispo de Lugo(Galicia). Pretendíaéste someterlosa prestacionesque pesabansobrelos vilínnos dependientesde la Iglesia mientras aquéllossosteníanque

A. PRIETO Plinro.- «Documentosreferentesal orden judicial del monaste-rio de Sahagún»,Anuario de Historia del Derecho Español, 1975, p. 527.

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eran hombresde behetría (la condición de dependenciamenos pesa-da). Los hombres se presentanante el juez de Lugo en defensadesus derechos,representadospor un vicario El juicio se complica mu-cho, tanto que los hombresde las aldeas>por medio de su abogado,deben apelar ante el rey. Así lo hacen,pero no llegan a presentarseefectiva y personalmenteante el monarca,por lo que éste confirmala condenaimpuestapor el juez y ademásestableceque los aldeanossean pignoradoshastacubrir la suma necesariapara el pago de las

7costas

¿No llegaron a ponerse de acuerdocon los campesinosy su abo-gado?¿Hubo acuerdos,presionesdel obispo entre el juicio y la ape-lación? Todo es posible. Son muy numerososlos documentosque ilus-tran suficientementesobrelas resistenciascampesinas(y sus límites)en la esfera de la acción jurídica. Esfera a la que los campesinosre-currían, pero que casi siempre(el casi no deberíaescribirse)se volvíaen su contra. Creo que en estaesferade la resistenciahay una cons-tante que debe destacarse.Es la separaciónque existe entreel hechojurídico (o su ficción) y la realidad dc su aplicación. Por lo menosen lo que respectaa los estamentosbajos de la sociedad,en la quequedanincluidos los hombresde behetría,estamentomás alto de losdependientes,esajuridicidad funciona de maneramuy negativa.Segu-ramente apoyadapor la ignorancia, el temor a lo desconocido,la pa-labra inusual, las formas rituales con que esoshechosse expresaban,etcétera, la juridicidad constituyó una forma más de represión paralos sometidos,represión aureoladade justicia, comprensión>recono-cimiento de derechos...siempre distintos e inalcanzables.

En amboscasos(tipos de casos)lo que estáen juego son las rela-ciones de dependencia>su existenciao su grado. En ambos los domi-nados resistenesa dependencia>pero lo hacen dentro del marco legalimpuestopor el sistema,rebelándosecontra la dependenciarechazanla violencia que ejercensobre ellos los poderososaceptandoel juegode la juridicidad, aceptanla ideología (y sus instrumentos)del siste-ma que implica la dependencia.No hay consentimiento espontáneosino consentimientoparcial y retaceado.

Por otra parte la idea de intercambio de servicios no está pre-senteen absoluto en relación con el señor (ya sea el abad o el obis-po). En la relación con el señor directo existe solamentela idea deautoridad, de autoridad punitiva a la que es necesarioplegarseparano perder los medios de sobrevivir (la tierra, los menguadosbienes)para no perder incluso el derecho de ser hombre de un señor, paraquedardentro del conjunto social.

E. de HiNojosA: Documentospara la historia de las institucionesde Leóny Castilla, Centro de Estudios Históricos, Madrid, 1919.

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Por el contrario, la figura del rey cumpleuna función ordenadora,justiciera (aunque ineficaz para los interesescampesinos)Es la ins-tancia máxima del poder, pero de un poder mediatizado,lejano, ycasi sin excepcionesinalcanzable,lejano e inalcanzablecomo Dios.

Es el poder queno seniegaporqueno se ejercedirectamentecomorelación de producción

El señoríode la Iglesia fue frecuentementediscutido> desconocido>aunqueseatemporalmentey demasiadasveces su armarepresivamá-xima, la excomunión,fue menospreciaday aun usadaen contra de lamisma Iglesia por los campesinoscondenadoscon tal de, por estavía> verselibres de diezmosy otrascargaseclesiásticas.

Es sabido que duranteel siglo xíí la Iglesia perfeccionala tareade organizacióniniciada en el siglo xi. Ello la lleva a, por un lado,ajustar en su beneficiola administraciónde sus señoríos;por otro, aordenar una estructura de podermás amplia>diócesis,obispados,etc.Sobre el campesinadocae entoncesun doble peso: el de la dependen-cia directa de los señoreseclesiásticosy el de los diezmos.

Peroal mismo tiempo nacennuevasformas de contestacióna estepoder. Formasde contestacióncuyos protagonistasson en primer tér-mino los habitantesde las villas, y los de las aldeasacompañadospornuevoslíderes que aparecenpor entonces:los curas pobres,los curasde aldeas.Así> en Sigiienzay sus aldeas,en Berlanga,en Silos y mu-chos lugaresmás,campesinosy suslíderesnieganlos diezmos,las ter-cias y las primicias a losobispos.

Varias veces curas rebeldes y seglaresfueron excomulgadosporello. Como respuestaasaltarony robaron bienesde la Iglesia, dieronsepulturaeclesiásticaa los que morían excomulgados,etc. Tambiéncorrían y heríana los recaudadoresdel diezmo, robabanpor las no-ches lo que los recaudadoreshabían requisadoy depositadoen lasplazas,etc. Y más grave aún, pesea que el rey intenta varias vecesponer fin a estas situaciones,muchos feligreses excomulgadosper-manecíanlargos años sin intentar conseguirperdónalguno de la Igle-sia a fin de verse,duranteesetiempo, libres de pagarlas cargasy losdiezmos.

Son demasiadoabrumadoraslas noticias sobreestos hechoscomoparano pensarquemuchasgentesde villas y de aldeasno reconocíanfácilmente los derechosque la Iglesia decíatenersobreellos.No iden-tificaban sus interesescon los de sus señoresobisposy abades,perotambién negabansu sacralidad,negabanel pesode su principal arma,la excomunión(que los apartabade la grey católica),negabansu red-procidad.

Todo ello con sus límites porque si bien más de un obispo termi-nó sus días al ser lanzado a un río o ardiendo dentro de la Iglesia,no pocos feligresesbajaron la cabeza,se arrepintieron, protagoni-

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zaron aparatosasceremoniasexpiatoriasy vieron confiscadossus bie-nes por susactosdc rebeldía.

Considero que en todo esto puede verse muy claramenteque laidea de servicio y de reciprocidad es una idea «pensada»y «organi-zada»por la claseen el poder, pero en realidad difícilmente divulgaday aceptadapor los dominados.

Y todavía podemos encontrar expresionesde contradiccionesma-yores, más profundas,por las que ciertos gruposnieganlas ideascon-sideradasverdaderasen una sociedadVoy a referirme no a esasideaselaboradaspor élitcs «pensantes»por grupos cultos, sino a las expre-sadaspor gruposcampesinos,a veces expresadasa travésde la acciónmas que de la palabra.

En primer término está el rechazo de la dependenciamisma, dela dependenciaque implica tanto la desposesiónde la tierra o lade quedar fijado a ella, como la obligación de cumplir con diversascargas.

Durante la época en que el procesode feudalizaciónfue intenso,los siglosx y xi, numerosascomunidadesde aldealucharonduramentepor no entrar en dependenciao por desconoceríasi, debido a las muyimportantes y frecuentesrazziasmusulmanaspor el norte peninsular,los señoreshabían desaparecidotemporalmente.Aldeas enterasnie-gan, por ejemplo, tenerdependenciaalguna con el obispo de Astorga,su pretendido señor,proclamanser libres y dueñosde las tierras. Noaceptanel señoríoy su rebelión llega a tanto que tampocoaceptanalrepresentantedel rey y le dan muerte,

Con prisión, muerte y dependenciaterminaron ésta y otras mu-chas rebeliones campesinasque se oponíanal avancede la señoriali-zación. Las luchas armadasy los actos de violencia contra los recau-dadores y merinos de los señores,pero también contra los reyes fue-ron asimismo abrumadoramentemanifiestas. A través de ella nega-ban la obligación de pagar los tribátos. Los campesinosodiabana losmerinos y se organizabanen su contra. Los «dichos» popularesde-muestranque este odio permanenteexpresadode muy diversas ma-neras y ampliamente divulgados, especialmenteen los versos de ungran poeta popular del siglo xííí castellano,Gonzalo de Berceo:

«Por end subió al cie]o, do non entra mermo”8.(Llevó su alma ala gloria, al cielo).

«Do Ladrón nin merino nunquapuedeentrar~~».

Gonzalo de Bnncco: Vida de Santo Domingo de Silos, 58-4, Colección Aus-tral, núm. 344, p. 17.

9 Gonzalo de BERcEo: Milagros de Nuestra Señora,XXI, ColecciónAustral,716, p. 101.

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Así, ante las exigencias del pago de las tan variadas rentas «fin-caban los omnes despechados»y cuando no podían hacer frente yaal peso de las cargas,cuando la justicia, aun la del rey, resultabacomo siempre ineficaz, muchos campesinosoptabanpor emigrar, pordejar los campos. Ello era posible y se practicabaefectivamente,encualquier épocaen la Península.La emigraciónfue un armade luchaimportante que pusomuchasveces en peligro parcial la reproduccióndel sistema.¡Los campas se yermanporque las gentes se van!, es lafrecuentequeja de los señores.

Más aún. Pueden encontrarseexpresiones(recogidas aquí y alláen documentos que seguramentetranscriben directamentelas pala-bras del pueblo) que revelan que los campesinosproductoresteníanplenaconcienciade sufuerzacomo tales.

El líder de una pequeñaaldea zamoranaque se enfrentaa un gru-po de monjes dice así a principios del siglo xííí:

«E dixo fra Petro el Negro: nos somos reyes; tenemoslas coge-chas,etasbaccas. .»

Tenemosen nuestrasmanos la producción, está diciendo. Podríaseguir ejemplificandoy mostrandovertientesdiferentes de un mismoproblema,pero creo que ya es suficientepara poderhaceralgunasre-flexiones. No cabe duda que en la sociedadfeudal hubo consensoporparte de los campesinos,de no ser así hubieran estadoen guerraper-manentey el sistema no habría logrado reproducirse. Sin embargo,entre los dos componentesque sostienenel poder, la violencia fue al-tamente predominante. El carácter francamentemilitar de la clasede poder feudal lo estádemostrando.Pero también la violencia fue larespuestaal poder, expresadamás por la resistencia tenaz, firme yprolongadaque por la lucha abierta. Sin embargo,también esta últi-ma fue muy importantey sobreella debedejarseaclaradoque la frag-mentación y la dispersiónde esasluchas no debedespistarnossobresu importanciay significado> dado que fue fruto de la estructuramis-ma de la sociedadcampesina(de su dispersión ecológica,etc.) y por-que,el hecho de su dispersiónse vio contrarrestadopor la simultanei-dad y similitud de las acciones.

Por otra parte, creo que es bastantemanifiesto que los dominadostuvieron una concienciabastanteclara de las formas concretaspor lasque se ejercíasobreellos el poder: el señorío(la dependenciapersonaly la exigenciade entregade los excedentes).Esta conciencialos llevóa consentir ante la fuerza, pero tambiéna resistir y a rebelarse.Y mepareceque fue así porque el poderen la sociedadfeudal aparecemás

~ R. Nlrn=xncz Y Pio~: Documentoslingiísticos de España,1, reino de Cas-ti]la, Centro de Estudios Históricos, Madrid, 1919> doc. 28, año 1223.

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difícil de legitimar que el de otrassociedades>dado que la ideade reci-procidad estuvo sostenidapor elementosmuy débiles.

La clasede poder feudal no sirvió, sino muy parcialmentecomo or-denadorade la sociedad,ni como sosténimprescindibleparala repro-ducción del sistema(por lo menos en la muy larga duración),porque,en el plano de los hechosconcretos,no organizógrandesobras(comolas hidráulicas) en provecho del conjunto social, ni actuó como orga-nismo gestor de intercambios de larga distancia que beneficiaranelconjunto social,etc, y en el plano ideológico no ofreció una ideo/ogiaque formara parte de la real que pudieradaruna sólidaunidadal sis-tema. Por el contrario> la «seigneurie»representóuna ideología que,si bien sostuvo la reproduccióndel sistema, lo hizo de manerafrag-mentada.De allí la permanenteposibilidad de ser contestadaDe allítambién la mayor dinámica histórica de todo el sistema> dinámicaque permitió su transiciónhacia la forma capitalista.

Reyna PÁsron(UniversidadComplutensede Madrid)