La Gaceta Literaria (Madrid. 1927). 15-11-1927, No. 22

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AÑO I Madrid, 15 de Noviembre de 1927. NUM. 22 Ureeclón-Administración: Canarias, 41. Teléfono 10.820 Toda la correspondencia dlrl¡ase al Apartado éa Correos mam. 7.081 Sa reciben suscripciones en las principales librerías i bérldisaiitericana: internacional LETRAS-ARTE-CIENCIA Periódico quincenal (1 y 15 de cada mes) DIRECTOR-FUNDADOR: B. Giménez Caballero SECRETARIO: QuHIermo de Torre 30 CÉNTIMOS SUSCRIPCIÓN\ Convenio postal ANUAL. ) Hispanoamericano. 7,50 ptaa. { Extran/ero ¡0,00 I rS céntimos la linea del cuerpo «U TARIFA DB]^ Pólizas de suscripción. ANUNCIOS.... {Descuentos: trimestre, ÍO «j» / -- semestre, 15 "lo ~ anual, 20 » POLÍTICA Y LITERATURA UNA ENCUESTA A LA JUVENTUD ESPAÑOLA I.—¿Debe intervenir la política en la literatura? 2 -¿Siente usted la política? 3. -¿Qué ¡deas considera fundamentales para el porvenir del Estado español? /// iniciar la presente encuesta, LA GA- CETA LnKRARiA xe asoma a uno de ios temas espartóles —{y mundiales)que más /aldean este momento de nuestra época: dilucidar lo que las nuevas gene- raciones piensan de la política, en su re- lación con la literatura. Se ha hablado de crisis del sentido político de la juventud. ¿Es cierto? j.No lo es? Las respuestas sucesivas que iremos ofreciendo de una minoría ancha de nuestra juventud orien- tarán al lector sobre cuestión de tan ar- dua sentencia para ser de antemano pre- fijada. Respuesta de Gómez de la Serna I. lili ol total (te sil obra, el literato debe sentirse sübrepueslo a la política y lejano a ella. A veces, quizás con visión más certera que todos los politicos, debe ser el indicador y el sobrcpasador, pero todo con desinterés, desde lejos, viviendo cte la literatura, obliiíada sub- sidiación, a nn ser que se suponga que todos los literatos hayan de ser ricos herederos. Cuando toda la intensidad e ingenio de la vida ,no bastan para la vigilancia literaria y su estar, levantando siempre un plano general, no se inicdc calcular lo nefasta que seria la promiscuidad iiolitica, sobre todo hoy, que la política iiii es ya lo que era, sino que se ha complicado con la aglomeración de problemas y conflictos de la vida moderna. Ya el literato, fuera de ese papel de avisa- dor o de precursor genial, no tiene que ver nada con la políftta, que se ha vuelto tan téc- nica, tan acendrada, tan filosófica, tan ordena- da y tan insensible a los adjetivos, que está necesitada de todas las vigilias para poder lle- gar a la matizada confección del articulado de todos sus proyectos. Hoy no se pueden alternar dos cosas, por- que todo se ha vuelto arduo como nunca lo fué y hay que contestar constantemente a nu- merosas [ireguntas literarias y políticas, sien- do la vida del hotnbre tan corta o más que fué sienipn , Jl.—No (|iiiere decir lo anterior que el lite- rato no sienta la política, sino (|ue tiene que ser el espectador sumo y, por lo tanto, no mezclarse eu ella, evitando la politich de arbi- traísmo o la llamada política genial, que tan- to dañó en la continuidad de la vida española. Kl literato debe sentir la política corno un asalto a la vida de unos hombres en los que cabe juzgar las intenciones y las capacidades. Kl literato debe sentir como drama, come- dia o aiKilogía las horas políticas, porque es el espectáculo que educa más en la psicolo- gía del nnindo, en (pie el escritor es principal critico biológico. Quizás el literato pueda ser buen juez de políticos, pero mal político, porque al ser po- lítico se enturbiaría su condición de literato, a no ser que, como Asorin, continuase tan sordo a la política, que sólo resultase en el hemici- clo cronista y espectador, que en premio a sus observaciíjnes hubiese sido trasladado más cer- ca de las discusiones. Kl literato de libros debe sentir la política con más responsabilidad y sublimación que ningi'm político, pues es deber del libro man- tener en perspectiva la luayor libertad y dar un ensayo de mejor vida que la que alienta en la realidad. VA libro debe ser crisol en ijué probar y atisbar el grado de valor y posibilidad de las cosas, y hasta lo que quizás no sea posible nun- ca en la vida, debe serlo en el interior de los libros, donde debe mantenerse la mayor liber- tad, como cultivo nítido que a veces puedan venir a buscar en la obra literaria los mismos políticos. \o comprendería muy bien un político con- servador que, dándose cuenta de que la políti- ca está hecha para actuar .sobre todos y los libros sobre muy pocos, estimulase una litera- tura de ideas avanzadísimas. Kl libro es la bola nigromántica en qué leer y entrever el («rvenir. III.—A [a tercera pregunta, usted perdona- que no le conteste, porque sería hacer un progr.-una. el programa, lo que hay que dejar a los políticos para que en alguno de sus sec- tores los puedan criticar los literatos, obser- vadores objetivos de la vida, entregados a una vida desinteresada en móviles y aprecios, siem- pre metidos en una independiente bohemia. RAMÓN GÓMEZ DE LA SERNA. Respuesta de Antonio Espina A la priiuora pregunta: ¡ Psché I A la segunda ídem: .Sí, sí. La siento nmcho. . A la tercera ídem: Kl laicismo, el archipie- íaguismo, el republicanismo (a ser posible garbancero) y im toque de Tercera Interna- cional. Me explicaré. * * * Como las preguntas son un poco rígidas, he •de argumentar mis respuestas, que son pura- mente matriz y referencia. El "¡Psché!" quiere decir, en realidad: sí. Que creo que la política debe saturar con una ideología definida la mente del literato, como la de cualquier otro intelectual. Porque el li- terato ha de sustentar una opinión, una acción, ante una realidad tan enorme como lo es la política. O no es literato en nada; es un memo. Claro que hay zonas de la literatura ajenas por natiM-aleza a la política, como .son: la poe- sía lírica, la narración pura, gran parte del teatro sentimental y de ideas, etc. Pero esto no empece. Personalmente, nie interesa mucho la polí- tica, y tengo entusiasmo y vocación por ella. En cuanto a sentirla, dicho se está que—lo nii.smo que otros innumerables españoles — la siento de dos diferentes modos. Lamentándola •en una dirección y glorificándola eti la direc- ción contraria. Respecto a las ideas fundamentales para el porvenir del Ií.stado español, afirmo, en primer término, el laicismo. Hay que borrar—barrer— de las mentalidades venideras los moldes secu- lares del pensar escolástico y la tendencia a dogmatizar todas la: situaciones. Por archipielaguismo entiendo esto: España no es una península, en realidad, sino un ar- chipiélago. Las islas que lo comixmen son las regiones. Cada región debe vivir su vida en la mayor autonomía y federarse, unirse con las otras en todo aquello que signifique inte- rés común. La unidad del complejo histórico- gcográfico. España no se aniquilará por eso. Al contrario, se rtibustecerá considerablemente. No estimo esencial la forma de Gobierno. Es en lo único que coincido con ese desdichado de Melquíades Alvarez. Entre una Monarquía como la inglesa y una República como la de \'enezuela, la opción no puede ser dudosa. Contra el pensamiento de muchos espíritus re- finados, yo creo que España asimilaría bien, y en corto plazo, una República del tipo de la francesa. Con esta variante: al fuerte popu- larismo garbancero que existe en España no habría que oponerle diques, sino válvulas de escape. Y aprovechar esa fuerza en el .sentido organizador y evolutivo ([ue las minorías se- lectas (los cspecialistar, politicos, de los cuales no es posible ni saludable prescindir) indica- sen. La esfera adecuada de formación y acción de esas minorías no cs otra que el Pailan.eii- to. líl Parlamento, la democracia y el sufra- gio universal tienen mucho de ficción, liquida- do y putrefacto, es cierto. Pero, hasta ahora, .son el mal menor. No veo con qué substi- tuirlos. Ix) del toque de Tercera Internacional, diré, para no soliviantar a la censura, que lo cir- cunscribo al régimen económico y a los siste- mas (que ya se han implantado con éxito en algún país) de captación y distribución de la riqueza agrícola e industrial por el Estado. ANTONIO'ESPINA. Respuesta de Benjamín James I.—¿Debe intervenir la política en la lite- ratura? —Tanto como intervenir... La literatura—y entiendo por literatura el arte, no el oficio de escribir—debe actuar libremente, olvidada de todo aplauso y sanción oficiales. No quiere esto decir que la política vuelva al artista las es- paldas ; al contrario, debe atender cuidadosa- mente a los productores de arte, como a hom- bres que,^ en definitiva, han de fijar el estilo de una nación, el estilo peculiar de cada época de un pueblo.^ (Mejor conocemos hoy el siglo XIX tan próximo a no.sotros — por sus artistas que^ por sus hombres de Estado.) El político debería mirar al artista—singu- larmente al escritor—como un implacable cen- tinela que no ha de perdonarle sus torpezas, que al fin y a la postre ha de decir la última palabra en todo. (¿Por qué no concedérsele siempre, y esto evitaría enconos, resentimien- tos, visiones torcidas u obscuras de la evolu- ción política?) Político y eiscritor deben contemplarse mu- tuamente, intentar un contacto generoso, com- prensivo. Y recordar siempre que ni el hecho político se produce arbitrariamente, ni el fru- t"—por más absurdo que parezca—de la mente. Difícil es que el capricho pueda llegar algu- na vez—en política, en arte, en todo—a impri- mir sus dedos hondamente en una época. Las épocas sólo puede modelarlas un gigante o una suma de atletas inteligentes. El ritmo de una época sólo puede lograrlo un sistema de fuer- zas ; desdeñar una de ellas, sería acarrearse un perjudicial desequilibrio... Etc. 2.—¿Siente usted la política? —No. Asisto a las aulas desde niño, con in- genua atención, esperando que me expliquen un buen texto... Lo haría mío en seguida. Pero, o yo soy muy torpe, o los profesores no saben la asignatura. (Hay, todos lo saben, una Política "de altura", que va desde Platón hasta nuestro Ortega y Gasset, pero no suelen incluirla en los programas... Está fuera de abono. Esa, claro está que la siento.) 3-—¿Qué ideas considera usted fundamen- tales para el porvenir del Estado español? —Habría que extenderse en tantos prolegó- menos, hacer tantas salvedades..., que prefiero no contestar. Por otra parte, el tiempo, el es- pacio y otros factores me impedirían llegar seguramente a la primera idea fundamental. BENJAMÍN JARNES. Respuesta de Joaquín Garrigues Declararé, ante todo, que no siento la polí- tica. Esto no implica el que deje de respetarla como una técnica admirable que me es indife- rente. Por esta razón, me parece lamentable tanto que la política intervenga en la literatu- ra, degradando su fin desinteresado y artístico con un propósito utilitario, como que la litera- tura se injerte en la política para enervarla y desvirtuar su propia esencia dinámica: hoy, p<ir desgracia, toda la política en líspaña es li- teratura, Excuso mi contestación a la tercera pregun- ta. En tiempos de dictadura, ¿quién es capaz de expresar sinceramente su pensamiento en forma intachable? Para ello, sería menester (|ue en ayuda del político viniese el literato, y yo no puedo ser literato ni ([uiero ser jKilítíco. JOAQUÍN GARRIGUES. Catedrálicú de Derecho en la Vniversidad Central. EXPOSICIÓN DEL LIBRO CATALAII Con entiLsiasm» y fielire está prepa- rando Barcelona la gran Exposición <le su cultura contemporánea, para mostrár- nosla a fin de mes palpablemente en los salones de la Biblioteca Nacional madri- lei'ia. En nuestro mimero de i." de Diciem- bre dedicaremos amplio espacio a tan .sc- i'ialado aconteciinieiito, nue de tan ^'.raii orgullo llenará a I.A GACETA LITÍ;H.\KIA, su iniciadora. Los hallazgos de Glozel En nuestro próximo número de i," de Diciembre publicaremos, sobre los hallaz- gos de la famosa estación prehistórica de Glozel, un estudio detenido del gran investigador D. Pablo Wernert, colabo- rador del ilustre sabio Obermaier. El ensayo de Wernert reflejará la opinión de estos dos formidables técni- cos del paleolítico europeo. LAS LITERATURAS EXTRANJERAS CONTEMPORÁNEAS H O L AJNJ D A ¿ Hay alguien en ICspaña que se haya ocúpa- lo de la literatura (moderna) de Holanda? t'reo c|ue no, y esto ajjrava mucho la tarea que nuestro director me ha irwpuesto, cuando me pidió postales holandesas. El mismo, en sus "r.irtr'lí's", ha demostrado que no hay litera- 1 sólo pintura holandesa. Lástima que (le e.sia, es decir, de la moderna, tampoco se escriba en España, pues vale la pena, y seria tarea agradable hacerlo en LA GACETA LITER.\- RIA, con unas reproducciones que hablen una lengua iñudii \¡v\i, <larísinfa. "''^'••ínfvíiirrñl QORTER: PequeAos poemas heroicos, (portada). Lo que hace más ardua mi finpres:i es (|uc la literatura holandesa, desde ' l:i !;<iKTación del 8o" (en 1885 se fundó "El Nuevo Guia"), es, sobre todo, lírica, hasta en las muchas no- M.'ias (|iic i)ri.i¡ii)o, l'(i.tales no son epi-stolas y iKj puedo pcii.-,ar en ccribir aquí un "Alanual de la literatura holandesa para uso de españo- les". Para orientarse, los españoles (|ue no se- LA HORA DE RUSIA Alvarez del Vayo, el gran periodista viaje- ro, informador de la vida rusa, ha sido inte- rrogado por nosotros recientemente acerca del momento presente en Rusia; sus respuestas .son recogidas con absoluta fidelidad en las siguien- tes notas: —¿Cómo marchan las cosas de Rusia? —í-'oliticamente, muy movidas. Claro es que de las informaciones que nos llegan diariamen- te hasta aquí hay que desconfiar. Unas pecan de banalidad y confusión; las más son tenden- ciosas y responden al propósito deliberado de desprestigiar a toda costa el régimen soviéti- co. Sin embargo, no hay duda de que la lucha entre los directores actuales del comunismo ruso y la oposición ha entrado en una fase de violencia extraordinaria. No es la primera vez que ludias de este tipo se presentaban como insolubles, para encontrar más tarde un arre- glo, .aunque sólo haya sido transitorio. Ei ve- rano pasado, las relaciones entre el elemento director y la oposición eran tan tirantes, (pie por todas partes se pregonó el colapso del po- der bolchevique y la guerra civil. Meses des- pués esa situación mejoraba. Ahora ha vuelto a agravarse con la expulsión de Trotzki del Comité Central del partido comunista ruso, del cual seguía formando parte aun después de haber sido alejado del Comité Ejecutivo de la Tercera Internacional. Trotzki continúa toda- vía en el partido. Los esfuerzos de la tendencia reconciliadora deberían dirigirse a suavizar un poco la situación antes de que un Congreso or- dinario decida su expulsión del partido. Tal medida seria de una gravedad, no sólo porcpie perderían una de sus principales figuras, sino porque Trotzki no es hombre (pie se someta, y es probable que crease otro partido revolu- cionario bajo su dirección; El que la mayoría del partido siga a Stalin, no obstante la gran fascinación personal que Trotzki ha ejercido siempre solire las masas, es bien natural. La oposición no tiene ninguna política práctica que oponer a la que actualmente .se sigue. Su posición se quiebra por ahí. Es demasiado doc- trinaria y demasiado personal. —¿Y usted cree que una lucha entre ambas tendencias, llevada a su extremo combatiente, pondría en peligro la revolución rusa? —Desde luego, no la favorecería. Pero tam- poco cr(!o que pudiese dar con ella en tierra. Para ello, está demasiado sólidamente arrai- gada. Incluso los adversarios de la Rusia So- viética, que la Cíjnocen bien—me refiero a los inteligentes y bien íntencionado.s—, consideran poco probable en Rusia un cambio violento de régimen. El bolchevismo evolucionará como ha venido constantemente evolucionando hasta aquí; pero especular con un triunfo de la con- trarrevolución en Rusia, me parece un poco ingenuo. '•^- —¿Y económicamente? —Económicamente, va defendiéndose mucho mejor de lo que por ahí se cree.,'ÍSIaluralmen- te, subsisten problemas de primera magnitud por resolver. Este mismo año económico que ahora comienza, 1927-1928, va a tener que lu- char con la escasez de artículos manufactura- dos, (|ue se va a hacer sentir más porque la capacidad atkpiísitiva del campesino ha aumen- tado, como consecuencia de una cosecha exce- lente. Por lo demás, no se renuncia a los pro- yectos. Hay tres de singular importancia: la construcción del ferrocarril de Siberia a Tur- kestán, de gran iiuportancia para la economía del Asia Central; el canal del Volga al Don, que uniría el Mar Caspio por el Mar Negro con los grandes mares mundiales, y la instala- ción de una Central formidable de electricidad en el Dnyeper. De estas obras me habló, por cierto, en iJerlin, la última vez que estuve allí, el director de la .Siemens y .Schukert, doctor Reyss, uno de los grandes capitanes de indus- tria más inteligentes que conozco, y al que hu- biese querido que hubiese oído expresarse so bre la Rusia Soviética, que acababa de visitar, un conocido confusionista y latero de nuestra Patria, (jue, después de andar más de diez años por ahí, no se ha enterado de lo que es libe- ralismo, ni socialismo, n' comunismo, ni sen- tido común. —¿ y en qué forma se expresaba ese indus- trial alemán? —Como un hombre civilizado. lis decir, como un hombre que. no por estar ideológica, social y econ('>micaniente enfrente de un movimiento histórico, cree que deba ignorarlo o hablar de él con argumentos de una barata estupidez. pan holandés, pueden leer un ensayo del emi- nente crítico holandés Dirk Coster, que se publicó en "La Revue Européenne" (Febrero, Aíarzo de r()27). Este mismo estudio vio la luz por primera vez en un tomo con otros de Paul Colín, F. M. Huebner, Douglas Goldring y Romano Guarnieri, sobre las respectivas lite- raturas modernas de Francia, Alemania, In- glaterra e Italia (Van Loghum Llaterus, Ar- nhem, 1920). Estaban proyectadas ediciones en los idiomas correspondientes, pero fuera de di cha traducción francesa del ensayo holandés, no existe sino una edición alemana del con- junto ("Europas neue Kunst und Dichtung", E. Rowohlt, Herlín, 1920). I'-I mismo Colín escribió dos corresponden- cias (u •'l.a l'iiiiiia" ((J. !•:. I'. I).), de Abril > Junio de i(>'3, <1OIK1C hahiii especialmente de li literatura nirlandesa, vscrita en Bélgica (Flandes) jwr los autores Gezelle, Buysse, Streuvels y Fininvermans. Omitió Hermán Feirlinck (|ni\ a mi p;irccri-, i--, c! mas iii:iTi- sante, por sus innovaciones geniales; por ejem- plo, en el teatro con su "La película retardada" y "El hombre con dos cuerpos". Tamp(x:o pudo hablar de los poetas modernos, a (|uienes yo tendré que dedicar alguna postal. Sin cmliar.íNi, llamo la atención de mis lectores sobre estos artículos de Colín en la malograda "Pluma", y remito, adeiuás, por el nrismo correo a nues- tro director un número de la revista "De Wittc -Micr" (l.a lioi-ii)ii;a blanc.i), (Ir I iiciembrc ICJ25, en (|iie se han reunido algunas traducciones al I ranees, inglés, alemán, italiano y húngaro, de poesías representativas de la época moderna. Tengo la seguridad de que esta colci-i-ión, para muchos aficionados esii.iñoU:,, :,.r,i un.i 1, .il.i ción de las más sm iiri i. ' ALVAREZ DEL VAYO Para mí, fué de un interés enorme oír sus im- presiones sobre Rusia. Y él mismo me decía que en Rusia le habían escuchado con interés sus críticas de los muchos errores allí come- tidos, "porque cuando se les habla sinceramen- te y con el respeto que se les debe—-así me decia el Dr. Reyss—, saben atender y en- tender". Claro que se trataba de un alemán civiliza- do y culto. Igual ocurre con el profesor Hoetzsch. Otto Hoetz.sch no es sólo conserva- dor, sino que milita en la extrema derecha ale- mana, en el partido "deutsch-nationale", aun- que dentro de él es uno de los pocos partidarios del régimen democrático. Pues bien; Hoetzsch es hoy día una de las grandes autoridades europeas .sobre la Rusia Soviética, a quien tie- ne que seguir atentamente todo el que quiera tener una visitm constante y elevada de lo tpie en Rusia ocurre. Escribe continuamente sobic Rusia, y los bolcheviques, sabiéndole irreduc- tible adversario del régimen soviético, tienen, sin embargo, por él la más alta estimación. ' —¿Y de movimiento literario? —Ya ahí es más difícil orientarsr, p(.ri|U.; las obras nuevas tardan mucho en ser asequi- bles al lector europeo. De lo que he leído úl- timamente, las dos obras que más me han in- teresado son: "Las ciudades y los años", de Constantino F^icHn^ y "Zement", de Fedor Gladkofí, escritor proletario; esta última obra, editada por la "Verlag fur Literatur und Po- lítik", de Berlín. Por cierto que esa misma casa editorial—<-iuc nada tiene de tolchevique— ha emprendido la edición en alemán de ¡as obras completas de Lenin; veinticinco volú- merjes, cada uno de más de 500 páginas. En lo que están trabajando mucho y bien, a juzgar por las producciones logradas, es en cinematógrafo. "Pcjtemkin", "La Madre", b.v sada en la novela de Gorki, forman hasta atpií la cumbre de la cinéiüatngrafía rusa. Pero ahora Einsenstein, el "regisseur" de "Potem- kin", está acabando una película .sobre la vida del campo ruso. "La línea princinal" se titu- la, de la que hay las mejores referencias. Ei- senstein en primer término; Pudovkiii, el crea- dor de "Madre"; Taritsch y otros van a ser concurrentes tcmi'iles para los grand s "regis- s.'urs" alcmaiH s \ norteamericanos. COUPERUS Y ya basta de preliminares. Hay que señalar en esta postal que los grandes protagonistas del Renacimiento de 1885—que mejor se coni- p.ira en b'spaña con la "generación del 98"— están a punió de desaparecer. Ya murió el gran novelista Louis Couperus, cuyas obras se tra- dujeron a varios idionms; ya falleció Hermán I K'> <nii.iii , el :iiii.ir de novelas muy natura- listas, y de excelentes dramas de ambiente ju- dío ("(Ghetto" se representó hace poco en Pa- rís con éxito clamoroso, en la fiesta del Ualro, bajo los auspicios de Fermín Gémier), o dr ini- dencias sociales (como "Oji (iluop van ZI-ÍM n . emocionante drama del niar, rn qiu- se dduin cían las maniobras criminales (|Ui- jik'inin, i,:i- vieros ejecutan para Ciilir:!!- t.\ yr'wM;^ dr M.v'nin de sus barcos podridos, y "1^1 g.ato sabio", día- iM.i lantástico, de sátira social. Aluricroii el -su- til y nostálgico poeta del "casi silencio" y II. I.eoiKjld, y el poeta humanitario y sociali.sta C. S. Adama van Scheltema. Y murió el más grande de todos, Tfennan Gorter, el 15 de Septiembre, en lini^r'.is. Gorter, que nació en 1864, publicó, en 1889, su gran poema "Mei" (Mayo). Después de dos siglos de paralización, de estado fósil, para ¡a cultura holandesa, la vida había brotado de nuevo en erupciones espasmódicas. Este poema, pues, es "la fiesta más grande y más elemen- tal de los sentidos que el hombre europeo del j siglo XIX ha sabido proporcionarse, y sólo I fué posible en una liteíaiura mic se reiinv.. ;:,ii i repentinamente. Era i .soluto" (Coster). Hay < 11 AUi una ¡magi nación y unas metáforas de las más grandio- sas, una filosofía proftuida, una conciencia cla- ra de lo pasajero y de lo esencial, l'cro este l:oiiil..i- sano y de una vitalidad in.i^;o;,ililc, no I se detuvo. Vinieron sus dos toiuos de "Versos" ¡en que llegó a los úitimos límites de la capa- cidad de la palabra: registró en sonidos de la lengua las vibraciones de bi 'M' " las rcverbe ¡raciones del mar insolado , la pintura :1o hicieron Monet, en Francia; lacbermann, en Alemania, y Sorolla, en F^spaña. Y, además, expresó, con una svnciUez maravillosa, algiiiKis de las Cosa-, mas c.sliirilni.l.-s Pra ,!,i,i,>,- ,.„ letras clás' cia.i.sta; y sunipre alrai'l.' h ,r su organismo sano, purific.ulo ; , ; d(!porte, se hizo conumiíla, cna:ui(. ,,¡ socialista ;li:i n-,l!i,¡,-M,lo ^.\ iii.arxisni., .... ,,. ;.:li-.in' !i! • cvi.uiilo, a su vez, el co- nninismo olicu, el de la 'J'cvcci ;i Internacional y de Lenine, se contaminó <lc ''Ic: lri;.!a Imr guesa y se inició ol X, ]'. W hizo frente a l.ciiine y Ti .1 ,, ,,,¡1 los más atievidos, una ni, ,,, ,|U(' llamó Comunista Obrera. ÍM la poesía .se opuso al movimiento individualista y publicó la enor tue ejKipeya " P a n " , en (|iir irala de cndcn ;,ir toda la filosofía y táctica proletarias. la lucha del Trabajo y de la Revoluci/in, la Harmonía del hombre y de la naturaleza, en descripcio- nes monumentales y visionarias. No podrá ha- ber alcanzatlo... lo imposible, la poesía de una sociedad, aún por nacer, peiu ,;i , .iner/o <|iie • ú,i único en el n,'iin(l,i y cimii, iir i,-!/•>, de una belleza que se refleja hasta cu i. ais enemigos más vehementes. Su ii¡u . en Holanda como un trueno, > t.hKis Jas piuni.i.s soltaron sus alab.anzas iiei.- ciíie,, ., ,.-•,Pi- cando el ., nilii! iiiM l,e;: alta siempre aiyo lun'^,,,, después de ini iieiiotlo de agrio silencio. En otra postal hablaremos de • , de los que han bebido del .([•ni len . , 1, p. ció el (|lle fue el i ,„,j, zas niiis brill.aiite i|e i.i iitiaaeie. , 1,— G. J, 1 .i i ,1-::-;. EL PRIMERO DE DICIEMBRE 8 planas Cinema l\\ T." de Diciciiilire-graii plana de Cinema. \i!Íni!,i im'alitn de Je;ni l-'|,-,leiii. ''-'i'>;'yo (le l.nis llmlncl, s-ilur La Dama de las (\nuclu:s. Notici.-irio .selerlisimu. luiciicsui a los académicos. Fotografías inédita.s y de vanguardia. No deje el lector ciiicasia <!,- consultar ime-stro niinui.. ,!.• i." <¡c Diciemi.rc. <|ue constará de oclm planas. LA EXPOSICIÓN DE MANUSCRITOS NUEVOS OFRECIMIENTOS DE BAÜER Don Ignacio r..mer s¡;:u«' pujaii.fi ee; i.'iiaí ejcmplaridad, nunca bien subra,: ' , la "apatía y cobardía literaria"—c ,,:is frases—qiie gobiernan el medio insp.uuo. He aquí sus nuevos ofrcciniiciiios. Menéndez Pidal.—Cid, 25 Espronceda.—Diablo Mun-: ,, .as. (jald(>s.--Aut(')grafo, . Campoamor.—Hunioi , ,,tas. Jaurés.—Carta, 25 pcsita-,. Menéndez Pelayo.—Beltrán, i;,o i.c.elas. Miomandre.—lüisayos, 25 pesetas. Alarc(')n.—Carta, 25 pesetas. Penada.—Carta, 50 pesetas, Zorrilla.—25 pesetas. Eugenio de („astro.—25 líeselas. Bernardino Machado.—25 jH'setas. , Gíner de los Ríos.—25 pesetas. Mistr.i' tas. NUEVAS OFERTAS El Sr. D. Joaquín Roviralta, de Madrid, ha ofrecido por los manuscritos de: Andreniü, 5 pesetas. Tomás Garcés, 5 ídem. La Librería iiiicni.icion.il, di .San .Sebastián, ha enviado la siguiente s. 1 !.• .le ..íirias: Pío Baroja.—Contrast.s de la \l(l.i, «o pe- setas. Benavente.—-Comedia. 105 pesetas. Ouintero.—Pipióla, ,¡0 p. s. .,e Miiíi../ Seca.—Chanchullo, •MeiiciHle/, I>idal.-.6 pcscí,. t ampoamoc. I i uní..: .id.i, o j.eaias. -Azorin.—() p. -;ei,;s. Amonio (.rilo.—() pesetas. Alarcón.—Carlas, o jies.-tas Pardo Bazau. ( ari . ,s. Espríjiiccda. J J p. S. » * » Don Miguel n.an.i, de Móidrid, ,40 pesetas, por la Pipióla, de los tjninlero. JUAN DE LA ENCINA Crítico de arte, conservador y recons- tructor o el alguacil alguacilado Un runrime.) am.-no, diía,.., ,.•'.>:, levólo, revelador de un i-.'-.e:,, , nal que no halla cauce pai.. cita la labor reiterada (leí n cultores, (|iic '!• ¡ndo li.daHo. le; :i vanid,*d . I .,' , pensaniieni ALEüORIA Oe JUAN DE I A ENCINA, HOR MAROTO presión, se rex-ueleen cintra '•] ,-',rr]í,H cada \ (-/ (|ii .' .• , " olea > . >\c.,:\On lUiestr,! ;'l'''-''- : .,..!,.n, i.)s, .•' ' ;,)!! la cor-

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POLÍTICA Y LITERATURA

UNA ENCUESTA A LA JUVENTUD ESPAÑOLA I.—¿Debe intervenir la política en la literatura? 2 -¿Siente usted la política? 3. -¿Qué ¡deas considera fundamentales para el porvenir del Estado español?

/ / / iniciar la presente encuesta, L A G A ­C E T A LnKRARiA xe asoma a uno de ios temas espartóles —{y mundiales)— que más /aldean este momento de nuestra época: dilucidar lo que las nuevas gene­raciones piensan de la política, en su re­lación con la literatura. Se ha hablado de crisis del sentido político de la juventud. ¿Es cierto? j.No lo es? Las respuestas sucesivas que iremos ofreciendo de una minoría ancha de nuestra juventud orien­tarán al lector sobre cuestión de tan ar­dua sentencia para ser de antemano pre­fijada.

Respuesta de Gómez de la Serna

I. lili ol total (te sil obra, el literato debe sentirse sübrepueslo a la política y lejano a ella.

A veces, quizás con visión más certera que todos los politicos, debe ser el indicador y el sobrcpasador, pero todo con desinterés, desde lejos, viviendo cte la literatura, obliiíada sub-sidiación, a nn ser que se suponga que todos los literatos hayan de ser ricos herederos.

Cuando toda la intensidad e ingenio de la vida ,no bastan para la vigilancia literaria y su estar, levantando siempre un plano general, no se inicdc calcular lo nefasta que seria la promiscuidad iiolitica, sobre todo hoy, que la política iiii es ya lo que era, sino que se ha complicado con la aglomeración de problemas y conflictos de la vida moderna.

Ya el literato, fuera de ese papel de avisa­dor o de precursor genial, no tiene que ver nada con la políftta, que se ha vuelto tan téc­nica, tan acendrada, tan filosófica, tan ordena­da y tan insensible a los adjetivos, que está necesitada de todas las vigilias para poder lle­gar a la matizada confección del articulado de todos sus proyectos.

Hoy no se pueden alternar dos cosas, por­que todo se ha vuelto arduo como nunca lo fué y hay que contestar constantemente a nu­merosas [ireguntas literarias y políticas, sien­do la vida del hotnbre tan corta o más que fué sienipn ,

Jl.—No (|iiiere decir lo anterior que el lite­rato no sienta la política, sino (|ue tiene que ser el espectador sumo y, por lo tanto, no mezclarse eu ella, evitando la politich de arbi-traísmo o la llamada política genial, que tan­to dañó en la continuidad de la vida española.

Kl literato debe sentir la política corno un asalto a la vida de unos hombres en los que cabe juzgar las intenciones y las capacidades.

Kl literato debe sentir como drama, come­dia o aiKilogía las horas políticas, porque es el espectáculo que educa más en la psicolo­gía del nnindo, en (pie el escritor es principal critico biológico.

Quizás el literato pueda ser buen juez de políticos, pero mal político, porque al ser po­lítico se enturbiaría su condición de literato, a no ser que, como Asorin, continuase tan sordo a la política, que sólo resultase en el hemici­clo cronista y espectador, que en premio a sus observaciíjnes hubiese sido trasladado más cer­ca de las discusiones.

Kl literato de libros debe sentir la política con más responsabilidad y sublimación que ningi'm político, pues es deber del libro man­tener en perspectiva la luayor libertad y dar un ensayo de mejor vida que la que alienta en la realidad.

VA libro debe ser crisol en ijué probar y atisbar el grado de valor y posibilidad de las cosas, y hasta lo que quizás no sea posible nun­ca en la vida, debe serlo en el interior de los libros, donde debe mantenerse la mayor liber­tad, como cultivo nítido que a veces puedan venir a buscar en la obra literaria los mismos políticos.

\o comprendería muy bien un político con­servador que, dándose cuenta de que la políti­ca está hecha para actuar .sobre todos y los libros sobre muy pocos, estimulase una litera­tura de ideas avanzadísimas.

Kl libro es la bola nigromántica en qué leer y entrever el («rvenir.

III.—A [a tercera pregunta, usted perdona­rá que no le conteste, porque sería hacer un progr.-una. el programa, lo que hay que dejar a los políticos para que en alguno de sus sec­tores los puedan criticar los literatos, obser­vadores objetivos de la vida, entregados a una vida desinteresada en móviles y aprecios, siem­pre metidos en una independiente bohemia.

RAMÓN GÓMEZ DE LA SERNA.

Respuesta de Antonio Espina

A la priiuora pregunta: ¡ Psché I A la segunda ídem: .Sí, sí. La siento nmcho.

. A la tercera ídem: Kl laicismo, el archipie-íaguismo, el republicanismo (a ser posible garbancero) y im toque de Tercera Interna­cional.

Me explicaré. * * *

Como las preguntas son un poco rígidas, he •de argumentar mis respuestas, que son pura­mente matriz y referencia.

El " ¡ P s c h é ! " quiere decir, en realidad: sí. Que creo que la política debe saturar con una ideología definida la mente del literato, como la de cualquier otro intelectual. Porque el li­terato ha de sustentar una opinión, una acción, ante una realidad tan enorme como lo es la política. O no es literato en nada; es un memo. Claro que hay zonas de la literatura ajenas por natiM-aleza a la política, como .son: la poe­sía lírica, la narración pura, gran parte del teatro sentimental y de ideas, etc.

Pero esto no empece. Personalmente, nie interesa mucho la polí­

tica, y tengo entusiasmo y vocación por ella. En cuanto a sentirla, dicho se está que—lo

nii.smo que otros innumerables españoles — la siento de dos diferentes modos. Lamentándola •en una dirección y glorificándola eti la direc­ción contraria.

Respecto a las ideas fundamentales para el porvenir del Ií.stado español, afirmo, en primer término, el laicismo. Hay que borrar—barrer— de las mentalidades venideras los moldes secu­lares del pensar escolástico y la tendencia a dogmatizar todas la: situaciones.

Por archipielaguismo entiendo esto: España no es una península, en realidad, sino un ar­chipiélago. Las islas que lo comixmen son las

regiones. Cada región debe vivir su vida en la mayor autonomía y federarse, unirse con las otras en todo aquello que signifique inte­rés común. La unidad del complejo histórico-gcográfico. España no se aniquilará por eso. Al contrario, se rtibustecerá considerablemente.

No estimo esencial la forma de Gobierno. Es en lo único que coincido con ese desdichado de Melquíades Alvarez. Entre una Monarquía como la inglesa y una República como la de \'enezuela, la opción no puede ser dudosa. Contra el pensamiento de muchos espíritus re­finados, yo creo que España asimilaría bien, y en corto plazo, una República del tipo de la francesa. Con esta variante: al fuerte popu-larismo garbancero que existe en España no habría que oponerle diques, sino válvulas de escape. Y aprovechar esa fuerza en el .sentido organizador y evolutivo ([ue las minorías se­lectas (los cspecialistar, politicos, de los cuales no es posible ni saludable prescindir) indica­sen. La esfera adecuada de formación y acción de esas minorías no cs otra que el Pailan.eii-to. líl Parlamento, la democracia y el sufra­gio universal tienen mucho de ficción, liquida­do y putrefacto, es cierto. Pero, hasta ahora, .son el mal menor. No veo con qué substi­tuirlos.

Ix) del toque de Tercera Internacional, diré, para no soliviantar a la censura, que lo cir­cunscribo al régimen económico y a los siste­mas (que ya se han implantado con éxito en algún país) de captación y distribución de la riqueza agrícola e industrial por el Estado.

A N T O N I O ' E S P I N A .

Respuesta de Benjamín James I.—¿Debe intervenir la política en la lite­

ratura? —Tanto como intervenir... La literatura—y

entiendo por literatura el arte, no el oficio de escribir—debe actuar libremente, olvidada de todo aplauso y sanción oficiales. No quiere esto decir que la política vuelva al artista las es­paldas ; al contrario, debe atender cuidadosa­mente a los productores de arte, como a hom­bres que,^ en definitiva, han de fijar el estilo de una nación, el estilo peculiar de cada época de un pueblo.^ (Mejor conocemos hoy el siglo XIX — tan próximo a no.sotros — por sus artistas que^ por sus hombres de Estado.)

El político debería mirar al artista—singu­larmente al escritor—como un implacable cen­tinela que no ha de perdonarle sus torpezas, que al fin y a la postre ha de decir la última palabra en todo. (¿Por qué no concedérsele siempre, y esto evitaría enconos, resentimien­tos, visiones torcidas u obscuras de la evolu­ción política?)

Político y eiscritor deben contemplarse mu­tuamente, intentar un contacto generoso, com­prensivo. Y recordar siempre que ni el hecho político se produce arbitrariamente, ni el fru-t"—por más absurdo que parezca—de la mente. Difícil es que el capricho pueda llegar algu­na vez—en política, en arte, en todo—a impri­mir sus dedos hondamente en una época. Las épocas sólo puede modelarlas un gigante o una suma de atletas inteligentes. El ritmo de una época sólo puede lograrlo un sistema de fuer­zas ; desdeñar una de ellas, sería acarrearse un perjudicial desequilibrio... Etc.

2.—¿Siente usted la política? —No. Asisto a las aulas desde niño, con in­

genua atención, esperando que me expliquen un buen texto... Lo haría mío en seguida. Pero, o yo soy muy torpe, o los profesores no saben la asignatura. (Hay, todos lo saben, una Política "de altura", que va desde Platón hasta nuestro Ortega y Gasset, pero no suelen incluirla en los programas... Está fuera de abono. Esa, claro está que la siento.)

3-—¿Qué ideas considera usted fundamen­tales para el porvenir del Estado español?

—Habría que extenderse en tantos prolegó­

menos, hacer tantas salvedades..., que prefiero no contestar. Por otra parte, el tiempo, el es­pacio y otros factores me impedirían llegar seguramente a la primera idea fundamental.

BENJAMÍN JARNES.

Respuesta de Joaquín Garrigues

Declararé, ante todo, que no siento la polí­tica. Esto no implica el que deje de respetarla como una técnica admirable que me es indife­rente. Por esta razón, me parece lamentable tanto que la política intervenga en la literatu­ra, degradando su fin desinteresado y artístico con un propósito utilitario, como que la litera­tura se injerte en la política para enervarla y desvirtuar su propia esencia dinámica: hoy, p<ir desgracia, toda la política en líspaña es li­teratura,

Excuso mi contestación a la tercera pregun­ta. En tiempos de dictadura, ¿quién es capaz de expresar sinceramente su pensamiento en forma intachable? Para ello, sería menester (|ue en ayuda del político viniese el literato, y yo no puedo ser literato ni ([uiero ser jKilítíco.

J O A Q U Í N GARRIGUES.

Catedrálicú de Derecho en la Vniversidad Central.

EXPOSICIÓN DEL LIBRO CATALAII Con entiLsiasm» y fielire está prepa­

rando Barcelona la gran Exposición <le su cultura contemporánea, para mostrár­nosla a fin de mes palpablemente en los salones de la Biblioteca Nacional madri-lei'ia.

E n n u e s t r o m i m e r o de i ." de Dic i em­bre ded i ca r emos ampl io espacio a tan .sc-i'ialado aconteci inie i i to , nue de tan ^'.raii orgul lo l l enará a I . A G A C E T A L I T Í ; H . \ K I A ,

su in ic iadora .

Los hallazgos de Glozel En nuestro próximo número de i," de

Diciembre publicaremos, sobre los hallaz­gos de la famosa estación prehistórica de Glozel, un estudio detenido del gran investigador D. Pablo Wernert, colabo­rador del ilustre sabio Obermaier.

El ensayo de Wernert reflejará la opinión de estos dos formidables técni­cos del paleolítico europeo.

LAS LITERATURAS EXTRANJERAS CONTEMPORÁNEAS

H O L AJNJ D A ¿ Hay alguien en ICspaña que se haya ocúpa­

lo de la literatura (moderna) de Holanda? t 'reo c|ue no, y esto ajjrava mucho la tarea que nuestro director me ha irwpuesto, cuando me pidió postales holandesas. El mismo, en sus "r.irtr ' lí 's", ha demostrado que no hay litera-1 sólo pintura holandesa. Lástima que

(le e.sia, es decir, de la moderna, tampoco se escriba en España, pues vale la pena, y seria tarea agradable hacerlo en LA GACETA LITER.\-RIA, con unas reproducciones que hablen una lengua iñudii \¡v\i, <larísinfa.

" ' '^ '••ínfví i irrñl

QORTER: PequeAos poemas heroicos, (portada).

Lo que hace más ardua mi finpres:i es (|uc la literatura holandesa, desde ' l:i !;<iKTación del 8o" (en 1885 se fundó "El Nuevo Guia"), es, sobre todo, lírica, hasta en las muchas no-M.'ias (|iic i)ri.i¡ii)o, l'(i.tales no son epi-stolas y iKj puedo pcii.-,ar en ccr ibi r aquí un "Alanual de la literatura holandesa para uso de españo­les". Para orientarse, los españoles (|ue no se-

LA HORA DE R U S I A Alvarez del Vayo, el gran periodista viaje­

ro, informador de la vida rusa, ha sido inte­rrogado por nosotros recientemente acerca del momento presente en Rusia; sus respuestas .son recogidas con absoluta fidelidad en las siguien­tes notas:

—¿Cómo marchan las cosas de Rusia? —í-'oliticamente, muy movidas. Claro es que

de las informaciones que nos llegan diariamen­te hasta aquí hay que desconfiar. Unas pecan de banalidad y confusión; las más son tenden­ciosas y responden al propósito deliberado de desprestigiar a toda costa el régimen soviéti­co. Sin embargo, no hay duda de que la lucha entre los directores actuales del comunismo ruso y la oposición ha entrado en una fase de violencia extraordinaria. No es la primera vez que ludias de este tipo se presentaban como insolubles, para encontrar más tarde un arre­glo, .aunque sólo haya sido transitorio. Ei ve­rano pasado, las relaciones entre el elemento director y la oposición eran tan tirantes, (pie por todas partes se pregonó el colapso del po­der bolchevique y la guerra civil. Meses des­pués esa situación mejoraba. Ahora ha vuelto a agravarse con la expulsión de Trotzki del Comité Central del partido comunista ruso, del cual seguía formando parte aun después de haber sido alejado del Comité Ejecutivo de la Tercera Internacional. Trotzki continúa toda­vía en el partido. Los esfuerzos de la tendencia reconciliadora deberían dirigirse a suavizar un poco la situación antes de que un Congreso or­dinario decida su expulsión del partido. Tal medida seria de una gravedad, no sólo porcpie perderían una de sus principales figuras, sino porque Trotzki no es hombre (pie se someta, y es probable que crease otro partido revolu­cionario bajo su dirección; El que la mayoría del partido siga a Stalin, no obstante la gran fascinación personal que Trotzki ha ejercido siempre solire las masas, es bien natural. La oposición no tiene ninguna política práctica que oponer a la que actualmente .se sigue. Su posición se quiebra por ahí. Es demasiado doc­trinaria y demasiado personal.

—¿Y usted cree que una lucha entre ambas tendencias, llevada a su extremo combatiente, pondría en peligro la revolución rusa?

—Desde luego, no la favorecería. Pero tam­poco cr(!o que pudiese dar con ella en tierra. Para ello, está demasiado sólidamente arrai­gada. Incluso los adversarios de la Rusia So­viética, que la Cíjnocen bien—me refiero a los inteligentes y bien íntencionado.s—, consideran poco probable en Rusia un cambio violento de régimen. El bolchevismo evolucionará como ha venido constantemente evolucionando hasta aquí; pero especular con un triunfo de la con­trarrevolución en Rusia, me parece un poco ingenuo. '•^-

—¿Y económicamente? —Económicamente, va defendiéndose mucho

mejor de lo que por ahí se cree.,'ÍSIaluralmen-te, subsisten problemas de primera magnitud por resolver. Este mismo año económico que ahora comienza, 1927-1928, va a tener que lu­char con la escasez de artículos manufactura­dos, (|ue se va a hacer sentir más porque la capacidad atkpiísitiva del campesino ha aumen­tado, como consecuencia de una cosecha exce­lente. Por lo demás, no se renuncia a los pro­yectos. Hay tres de singular importancia: la construcción del ferrocarril de Siberia a Tur-kestán, de gran iiuportancia para la economía del Asia Central; el canal del Volga al Don, que uniría el Mar Caspio por el Mar Negro con los grandes mares mundiales, y la instala­ción de una Central formidable de electricidad en el Dnyeper. De estas obras me habló, por cierto, en iJerlin, la última vez que estuve allí, el director de la .Siemens y .Schukert, doctor Reyss, uno de los grandes capitanes de indus­tria más inteligentes que conozco, y al que hu­biese querido que hubiese oído expresarse so bre la Rusia Soviética, que acababa de visitar, un conocido confusionista y latero de nuestra Patria, (jue, después de andar más de diez años por ahí, no se ha enterado de lo que es libe­ralismo, ni socialismo, n' comunismo, ni sen­tido común.

—¿ y en qué forma se expresaba ese indus­trial alemán?

—Como un hombre civilizado. lis decir, como un hombre que. no por estar ideológica, social y econ('>micaniente enfrente de un movimiento histórico, cree que deba ignorarlo o hablar de él con argumentos de una barata estupidez.

pan holandés, pueden leer un ensayo del emi­nente crítico holandés Dirk Coster, que se publicó en "La Revue Européenne" (Febrero, Aíarzo de r()27). Este mismo estudio vio la luz por primera vez en un tomo con otros de Paul Colín, F. M . Huebner, Douglas Goldring y Romano Guarnieri, sobre las respectivas lite­raturas modernas de Francia, Alemania, In­glaterra e Italia (Van Loghum Llaterus, Ar-nhem, 1920). Estaban proyectadas ediciones en los idiomas correspondientes, pero fuera de di cha traducción francesa del ensayo holandés, no existe sino una edición alemana del con­junto ("Europas neue Kunst und Dichtung", E. Rowohlt, Herlín, 1920).

I'-I mismo Colín escribió dos corresponden­cias (u •'l.a l'iiiiiia" ((J. !•:. I'. I).), de Abril > Junio de i(>'3, <1OIK1C hahiii especialmente de l i literatura nirlandesa, vscrita en Bélgica (Flandes) jwr los autores Gezelle, Buysse, Streuvels y Fininvermans. Omitió Hermán Feirlinck (|ni\ a mi p;irccri-, i--, c! mas iii:iTi-sante, por sus innovaciones geniales; por ejem­plo, en el teatro con su "La película retardada" y "El hombre con dos cuerpos". Tamp(x:o pudo hablar de los poetas modernos, a (|uienes yo tendré que dedicar alguna postal. Sin cmliar.íNi, llamo la atención de mis lectores sobre estos artículos de Colín en la malograda "Pluma", y remito, adeiuás, por el nrismo correo a nues­tro director un número de la revista "De Wittc -Micr" (l.a lioi-ii)ii;a blanc.i), (Ir I iiciembrc ICJ25, en (|iie se han reunido algunas traducciones al I ranees, inglés, alemán, italiano y húngaro, de poesías representativas de la época moderna. Tengo la seguridad de que esta colci-i-ión, para muchos aficionados esii.iñoU:,, :,.r,i un.i 1, .il.i ción de las más sm iiri i. '

ALVAREZ DEL VAYO

Para mí, fué de un interés enorme oír sus im­presiones sobre Rusia. Y él mismo me decía que en Rusia le habían escuchado con interés sus críticas de los muchos errores allí come­tidos, "porque cuando se les habla sinceramen­te y con el respeto que se les debe—-así me decia el Dr. Reyss—, saben atender y en­tender".

Claro que se trataba de un alemán civiliza­do y culto. Igual ocurre con el profesor Hoetzsch. Otto Hoetz.sch no es sólo conserva­dor, sino que milita en la extrema derecha ale­mana, en el partido "deutsch-nationale", aun­que dentro de él es uno de los pocos partidarios del régimen democrático. Pues bien; Hoetzsch es hoy día una de las grandes autoridades europeas .sobre la Rusia Soviética, a quien tie­ne que seguir atentamente todo el que quiera tener una visitm constante y elevada de lo tpie en Rusia ocurre. Escribe continuamente sobic Rusia, y los bolcheviques, sabiéndole irreduc­tible adversario del régimen soviético, tienen, sin embargo, por él la más alta estimación. '

—¿Y de movimiento literario? —Ya ahí es más difícil orientarsr, p(.ri|U.;

las obras nuevas tardan mucho en ser asequi­bles al lector europeo. De lo que he leído úl­timamente, las dos obras que más me han in­teresado son: "Las ciudades y los años", de Constantino F icHn y "Zement", de Fedor Gladkofí, escritor proletario; esta última obra, editada por la "Verlag fur Literatur und Po-lítik", de Berlín. Por cierto que esa misma casa editorial—<-iuc nada tiene de tolchevique— ha emprendido la edición en alemán de ¡as obras completas de Lenin; veinticinco volú-merjes, cada uno de más de 500 páginas.

En lo que están trabajando mucho y bien, a juzgar por las producciones logradas, es en cinematógrafo. "Pcjtemkin", "La Madre", b.v sada en la novela de Gorki, forman hasta atpií la cumbre de la cinéiüatngrafía rusa. Pero ahora Einsenstein, el "regisseur" de "Potem-kin", está acabando una película .sobre la vida del campo ruso. "La línea princinal" se titu­la, de la que hay las mejores referencias. Ei-senstein en primer término; Pudovkiii, el crea­dor de " M a d r e " ; Taritsch y otros van a ser concurrentes tcmi'iles para los grand s "regis-s.'urs" alcmaiH s \ norteamericanos.

COUPERUS

Y ya basta de preliminares. Hay que señalar en esta postal que los grandes protagonistas del Renacimiento de 1885—que mejor se coni-p.ira en b'spaña con la "generación del 98"— están a punió de desaparecer. Ya murió el gran novelista Louis Couperus, cuyas obras se tra­dujeron a varios idionms; ya falleció Hermán I K'> <nii.iii , el :iiii.ir de novelas muy natura­listas, y de excelentes dramas de ambiente ju­dío ("(Ghetto" se representó hace poco en Pa­rís con éxito clamoroso, en la fiesta del Ualro, bajo los auspicios de Fermín Gémier), o dr ini-dencias sociales (como "Oji (iluop van ZI-ÍM n . emocionante drama del niar, rn qiu- se dduin cían las maniobras criminales (|Ui- jik'inin, i,:i-vieros ejecutan para Ciilir:!!- t.\ yr'wM;^ dr M.v'nin de sus barcos podridos, y "1^1 g.ato sabio", día-iM.i lantástico, de sátira social. Aluricroii el -su­til y nostálgico poeta del "casi silencio" y I I . I.eoiKjld, y el poeta humanitario y sociali.sta C. S. Adama van Scheltema. Y murió el más grande de todos, Tfennan Gorter, el 15 de Septiembre, en lini^r'.is.

Gorter, que nació en 1864, publicó, en 1889, su gran poema "Mei" (Mayo). Después de dos siglos de paralización, de estado fósil, para ¡a cultura holandesa, la vida había brotado de nuevo en erupciones espasmódicas. Este poema, pues, es "la fiesta más grande y más elemen­tal de los sentidos que el hombre europeo del

j siglo XIX ha sabido proporcionarse, y sólo I fué posible en una liteíaiura mic se reiinv.. ;:,ii i repentinamente. Era i

.soluto" (Coster). Hay < 11 AUi una ¡magi nación y unas metáforas de las más grandio­sas, una filosofía proftuida, una conciencia cla­ra de lo pasajero y de lo esencial, l'cro este l:oiiil..i- sano y de una vitalidad in.i^;o;,ililc, no

I se detuvo. Vinieron sus dos toiuos de "Versos" ¡en que llegó a los úitimos límites de la capa­cidad de la palabra: registró en sonidos de la lengua las vibraciones de bi ' M ' " las rcverbe

¡raciones del mar insolado , la pintura :1o hicieron Monet, en Francia; lacbermann, en Alemania, y Sorolla, en F^spaña. Y, además, expresó, con una svnciUez maravillosa, algiiiKis d e l a s Cosa-, m a s c.s l i i r i lni . l . -s P r a ,!,i,i ,>,- , .„

letras clás' cia.i.sta; y sunipre alrai'l.' h ,r su organismo sano, purific.ulo ; , ; d(!porte, se hizo conumiíla, cna:ui(. ,,¡ socialista ;li:i n-,l!i,¡,-M,lo ^.\ iii.arxisni., „ .... ,,.

;.:li-.in' !i! • cvi.uiilo, a su vez, el co-nninismo o l icu , el de la 'J'cvcci ;i Internacional y de Lenine, se contaminó <lc ''Ic: lri;.!a Imr guesa y se inició ol X, ]'. W ,¡ hizo frente a l.ciiine y Ti .1 ,, ,,,¡1 los más atievidos, una ni, ,,, ,|U(' llamó Comunista Obrera. ÍM la poesía .se opuso al movimiento individualista y publicó la enor tue ejKipeya "Pan" , en (|iir irala de cndcn ;,ir

toda la filosofía y táctica proletarias. la lucha del Trabajo y de la Revoluci/in, la Harmonía del hombre y de la naturaleza, en descripcio­nes monumentales y visionarias. No podrá ha­ber alcanzatlo... lo imposible, la poesía de una sociedad, aún por nacer, peiu ,;i , .iner/o <|iie • ú,i único en el n,'iin(l,i y cimii, iir i,-!/•>, de una belleza que se refleja hasta cu i. ais

enemigos más vehementes. Su ii¡u . en Holanda como un trueno, > t.hKis Jas piuni.i.s soltaron sus alab.anzas iiei.- ciíie,, ., ,.-•,Pi­cando el ., nilii! iiiM l,e;: alta siempre aiyo lun'^,,,, después de ini iieiiotlo de agrio silencio.

En otra postal hablaremos de • , de los que han bebido del .([•ni len . , 1, p. ció el (|lle fue el i ,„,j,

zas niiis brill.aiite i|e i.i iitiaaeie. , 1,—

G. J, 1 .i i ,1-::-;.

EL PRIMERO DE DICIEMBRE

8 planas C i n e m a

l\\ T." de D i c i c i i i l i r e - g r a i i p l ana d e C i n e m a .

\ i ! Í n i ! , i im'alitn de Je;ni l-'|,-,leiii. ''-'i'>;'yo (le l .nis l lmlncl , s-ilur La

Dama de las (\nuclu:s. Notici.-irio .selerlisimu. lu ic i icsui a los académicos .

F o t o g r a f í a s inédita.s y de v a n g u a r d i a . N o de je el lector cii icasia <!,- c o n s u l t a r

ime-stro n i i n u i . . ,!.• i." <¡c Diciemi.rc . <|ue cons t a rá de oclm p lanas .

LA E X P O S I C I Ó N DE MANUSCRITOS NUEVOS OFRECIMIENTOS DE BAÜER Don Ignacio r..mer s¡;:u«' pujaii.fi ee ; i.'iiaí

ejcmplaridad, nunca bien subra,: ' , la "apatía y cobardía literaria"—c ,,:is frases—qiie gobiernan el medio insp.uuo.

He aquí sus nuevos ofrcciniiciiios.

Menéndez Pidal.—Cid, 25 Espronceda.—Diablo Mun-: ,, .as. (jald(>s.--Aut(')grafo, . Campoamor.—Hunioi , ,,tas. Jaurés.—Carta, 25 pcsita-,. Menéndez Pelayo.—Beltrán, i;,o i.c.elas. Miomandre.—lüisayos, 25 pesetas. Alarc(')n.—Carta, 25 pesetas. Penada.—Carta, 50 pesetas, Zorrilla.—25 pesetas. Eugenio de („astro.—25 líeselas. Bernardino Machado.—25 jH'setas. , Gíner de los Ríos.—25 pesetas. Mistr.i' tas.

NUEVAS OFERTAS

El Sr. D. Joaquín Roviralta, de Madrid, ha ofrecido por los manuscritos de:

Andreniü, 5 pesetas. Tomás Garcés, 5 ídem.

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» * »

Don Miguel n.an.i, de Móidrid, ,40 pesetas, por la Pipióla, de los tjninlero.

JUAN DE LA ENCINA Crítico de arte, conservador y recons­

tructor o el alguacil alguacilado Un runrime.) a m . - n o , diía,.., ,.•'.>:,

levólo, revelador de un i-.'-.e:,, , nal que no halla cauce pai.. cita la labor reiterada (leí n cultores, (|iic '!• ¡ndo li.daHo. le;

:i vanid,*d . I .,' , pensaniieni

ALEüORIA Oe JUAN DE I A ENCINA, HOR MAROTO

presión, se rex-ueleen cintra '•] ,-',rr]í,H cada \ ( - / ( | i i .' .• , "

olea >. >\c.,:\On lUiestr,! ; ' l ' ' '- ' '- : .,..!,.n, i.)s, .•' ' ;,)!! la cor-

Page 2: La Gaceta Literaria (Madrid. 1927). 15-11-1927, No. 22

• I PéKioa sexti LA GACETA L TERARIA

:f* | l | : |Pf5v5ficadora y »u-"^ j ^ pretendiendo soHci-

, íle la Dirección del pe--...^^ .. ^ . m e el crítico colabora, un castÍRO

grave para el pecado de fina exigencia, para la actitud decidida. ¡Anatema! | Anatemal ¡Anarquismo dernoledor! Así los artistas. Y mientras tanto, el enjuiciador, indiferente al ru­moreo, continúa comentando el movimiento ar­tístico español, sigue zamarreando con hna sá­tira o ruda y cruda violeiKÍa, al mundillo va­rio del ai U'. , « 1

¿Acierto pleno el del escritor? ¿Agudeza adecua<la i-n cada caso? Ni lo uno ni lo otro, til viva V dominadora plenitud; acaso, en oca­siones, iiojera <iiic se resuelve en divagación literaria, posiblemente, con insistencia lamen­table, desamor para el tema propuesto, deriva­ción conceptuosa. Pero, en todo caso, hay que decirlo, cultura artística, dotes de escritor, as-i,ir:uiAn (le cuajar su acción en planos supe-

hsoluto divorcio, en fin, por superá­ronte, con el m'cdio que nos oprime,

llu i i r idü LA GACETA LITERARIA que era Ue-Í;;I.::!:I - I la hora de ofrecer una revisión del

••'A elevado a rango de critica la k- arte que hace una docena de

üiK-,-. a.,..ii:/al>a en este Madrid, entre balbuceos admirativos y confusas exaltaciones. Y ha creí­do, a la viz, que debía ser yo el encargado de enjuiíiar," en postura de valoración informa­tiva, al enjuiciador exigente.

cnl gar nici Leu dia

' ' Pnciiia—Ricardo Gutiérrez Abas-i.ilbao, donde sigue, con un rezon-¡os cursos de la carrera de inge-is clásicos, tiene en su hermano

, ,,,, Kuia de calidad, y vagabundea de • iiiiclie, siguiendo su gusto, en compa-

i'iia de auiigotes Je vida más o menos airada. Con ocasión de celebrarse en su ciudad la

primera Imposición de Arte moderno, él y Gustavo (le Maeztu frecuentan el trato con las abras (le Zuloaga, de Guiar, de Uranga, de unos cuantos franceses, impresionistas de se­gundo plano. Gustavo ejerce sobre Ji^ncina, i>or entonces, un cierto poder aninrador, tanto, que a este piíitur puede atribuirse el mérito de ha­ber liccliM, en determinado momento, del dilec-taiite conversador y desdeñoso, un escritor ac­tivo. Habla Juan de la Encina.

--Con ocasión de un viaje a Bilbao de Miguel (le Unan ' ;iintor Losada le hizo a éste un retr.! amigos del artista adquirie­ron para n gaiarsclo al escritor. Se expuso el cuadio, se comentó, y Gustavo, discípulo de I.X)sada, ine rogó: "¿Por qué no hacemos un articulo a propósito del retrato de D. Miguel? ¿Po: van! tell.i.H, , yo unos »rtí<-ii^. no ' naz.

CIO a se i», 1 K"i; S . Í 1 1 ' - • • • •

ni(!

lo haces t ú ? " Lo hice. Y lo lie Liberal", que dirigía Aranaz Cas-•-.i'í hará veinte afios, contaría

leve. Y aquel fué mi primer le arte, que apareció firmado, nluntad de quién, si de Ara-o mia, con el pseudónimo

de (1(111 ('V la í:ncina. Recuerdo que escribí el artículo en nn cuaderno lleno de fórmulas ma-temátie.is. (le los que yo empleaba para seguir mis eslndií'-. de int;eniería.

El scíiunilii articulo lo publique en "La Lu­dia de clases", del buen Mcabe, mi amigo. Más tarde, Aranaz Castellanos solicitó de mí «tro ailíeiiUi con motivo de una Exposición de i>br:i ¡dos. Y así, poco a poco, fui JKIH, i;ilbao, un cierto nombre, y coiiiii 111.a . 'en.i responsabilidad en estos me­nesteres de la critica.

• • ' Mil), desde entonces, regularmente, en IVion", que m-e paga, no recuerdo si

.411/ ' , '.íM pésela'- por articulo. Escribo acer­ca (Je I : Í : ;>> | ' ; ' . "!'' Arteta... En esto, muere MoK(o,e.(u, el eiLuliur de quien Bilbao lo es­peraba todo, muy amigo mío, aunque de mucha mayor edad que yo, y sus amigos y admirado­res'pro.vectainos realizar una Exposición de sus «bra.s. l a Diputación da dinero y la muestra postuma >e lleva a cabo. ;\ solicitud de los or-ganizadoi es escrilm una nimografia acerca del maloí^ra^lo e^ell!l(lr, iiuini)t;i'af•» i|ue en mi orí-final, voluntariamente, no va hrniada, jKro que ti líuen regente de la imprenta (lnule se realiza la obra, atribuyendo la falta a nn olvido mío, I* cuida do poHer bajo la responsabilidad de mi pseudónimo. Y aparece el primer libro fir­mado por Juan de la Encitut.

Por este tiempo, mis pocos deseos de llegar a icr to;l,i nn in;.>,('niero, se han desvanecido por iXHupieío. I'.n mi cuarto año de carrera renun-

• • encuentro, siguiendo mi gus­tador de la vida y del arte,

. .reación literaria alguna, ate-prineiiiio de dejar que las horas

paM eortejn inevitable de circunstancias favoraUie; y nej;ativas.

Pero mi hermano Leopoldo, muy atento a mi (oiniaeic'in, me dijo: " ¿Por qué no te vas a .Mcmania? Aiireiides el idioma, te haces una cultura germánica, te desatas de esta vida de vagrilmndeo a que vives abandonado..." Y a .Memania fui, donde estuve dos años, donde estudié a Worringer, ya de mi conocimiento por unos artículos de Ortega y Gasset, publica­dos cu " í"! Imparcial". Y con Worringer co­nocí a Kie.ul, el que afirma los cimientos (Je la nueva crítica, el que rebate y analiza el teiii I • ' d e arte, productora de estilos. Y moderno europeo, en sus más «Itudas repicremaciones.

Desde Alemania escribo algunos artículos en "E! ' " " " 'fos, (|uc ya se afirma mi ten-deii litud, de no escribir, de ofre-cci a i.i n ' . i v i . u i ó n amistosa la acción total 4e mi capacidad activa.

Vuelvo a Hilhao. Con ocasión de la muerte 4t¡ Regoyos, escribo algún artículo, sigo mi ley, eiicníiga de mi voluntad.

En ii>i.t. me dispongo a volver a Alemania, ^r<j .il lli!.:ar a Hendaya ¡la n/oviIizaci<')nI ¡ r . Y he de retroceder, recluyéndome •tr;( liilbao, en donde estoy hasta el año 15, en une vengo a Madrid, sin otro propósito ^uc eoni mnar mi camino de amigo de las le­tras y de las artes que atiende a las exigencias de su vida c m lal.X)res ajenas abs<jlutamente a las arle 'iteratura.

Pero en toda ocasión, s« encargó ei azar de frustrar mi gusto. Se funda " E s ­paña". García Bilbao, amigo mío, media entre Ortcfa y yo, y éste me pide haga la crítica de arle en la revista que él dirige. Vacuo. ¿ I'ero no se me habrá olvidado, si es que algruna vez supe, el escribir?—me digo—. Y aquí comienza mi labor en Madrid, que aún con­tinúa, contra mi deseo, contra el deseo de la mayoría de los artistas que en Madrid mues­tran su lalxtr.

• * *

A tra ;a su obra, Juan de la Encina deja vc! :.H-\ún crítica, su norma, su fin. Eu nn metlio artístico cfimo el madrileño, tan «n ley ni arrAición estética, sus juicios, for­mulados ordinariamente para un periódico po­pular, oblií-ados a referirse a los acontecimien­tos riceden a lo largo de los días te­die '•• a<liii»eer, fatalmente, del desequi-U\'! ' -nne contemplación de! "-0 ocurre nada. La

¡iiíermmalilc, ante los ojos adorme-pronto, una obra, un hecho artís-

!¡ ' a mirar, a meditar, a opinar. laí las obras modernas de valor •u íeen i ) , r(íta, ei diálogo acerca de los autores y teorías nuevas, inexistente; ;(|ué extraño SMTá que nuestro juicio adolezca del circunstan-(11.1 y confuso influjo de medio tan deforma-,i ,, • >,Mi ,-,,,!. ,1-1./i <i<. <-ti.. tas críticas de /imn

trivial, aun la más ,.., conduce el predicar

riyentes sin la cultura ni : Iispensable, tiene una tra-

ne.^istento en la mayoría de las t(>1aeionan a público y artistas en

fv'e .<-Hi, ,le .Madrid. ¿C,-.;;..., ,,„,,-...; I', I;;., fi,„¡., alguna ha co­

rre ir a vencer una hi.. nuestro arte, a prm.».. '.'tn se prolonga Y lialii i a lo largo de

inrraiiienií- represcniai 1-••to burguiís, que se ha

' nuestras P'xposicio-'irma la riqueza ar

I tística oficial, aposentado en el Museo Moder­no? Negación, negación. Sólo ese camino, en lo referente a nuestro arte, a la casi totalidad de nuestro arte, era posible. Pero al tiempo de esto, adelantar los valores auténticos de la hora cierta, de la hora del mundo, que no marcan nuestros relojes. ¿Realizó esta doble función el crítico Juan de la Encina? Una buena revi­sión de su abundante actividad nos dice que 'a ha realizado. Conservador, reconstructor, in­tentó acercar a nuestro presente, ligando con fino cuidado la solución de continuidad que nos retrasa y nos confunde, el impresionismo fran­cés, que el crítico tan sólo estima como ar-ticulador y lubrificador de dos siglos de vida artística. Ahí está su libro, primer volumen de la obra propuesta, Los Maestros del Arte Moderno.

Conservador, reconstructor, a la gran ma­nera de Cortius, de quien Encina es vivo y an­tiguo admirador. De haber en España un mun­do organizado de arte y critica, se vería bien claro que Encina ocuparía su centro, equidis­tante del valor que muere y del valor que nace.

Y aquí una ligera discrepancia. Juan de la Encina tiene parecido interés activo para el arte en descomposición de nuestros conocidos maestros, y para el arte en formación de cier­tos jóvenes artistas que aspiran, por senderos que aclara la hora, llegar a fines entrevistos. Juan de la Encina, crítico del centro, crítico conservador y constructor, espera de unos y de otros, de los primeros, su muerte y desfigura­ción; de los segundos, la obra plena.

¿Discrepancia en esto? Posiblemente; pero; no discrepancia grave. Juan de la Encina se j desentiende, fundamentalmente, según su sen- < tido de la crítica, de todo movimiento creador que no viva en la zona que la razón guía, di- ' ferencia y regula. Cuando el artista ha encon- I trado su visión del mundo sensible en obra de claros valores, el critico, en poder de aparatos de precisión, de contenido entusiasmo atento, fija, traba, edifica, eleva a teoría abstracta sus estimaciones preferentes. Mientras se debate la obra entre su propio nacimiento y su mayo­ría de edad, en esa terrible, apasionante, edad crítica, el enjuiciador permanece en curiosa espera, sin decidirse a intervenir. A través del balbuceo expresivo, él no ve más que la tierna, inmadura, infancia. Y espera. Aparta de sí, con escrupuloso cuidado, la fina y delicada suges­tión que todo gesto virginal suscita. Y espera. Espera tejiendo su ley, ajeno, de espaldas al nacimiento de la obra, a que ésta llegue a cier­ta altura. Si se malogra, si ayuda a malograrla el medio, indiferente o negador, él no sabrá de estos dolores. Para eso es critico del centro, para eso afirma su actitud lejos del pathos que suscita toda muerte y todo nacimiento. \

Y, sin embargo, "necesitamos gentes dotadas de una conciencia sintética: especialistas con una actitud espiritual universalista", necesita­mos gentes que abarquen, en juego de senti­miento y de razón, la total expresión humana.

UNA PROCLAMA DE POMBO

BANQUETE A AZORIN

Juan de la Encina prepara unas obras, lejos de la precipitación y el encono que el comenta­rio diario a la obra diaria, que el choque per­sonal, motivan. Para ello, cuenta con su fina sensitjilidad receptiva, con una cultura adecua­da y un estilo de gran escritor que el perio­dismo no ha conseguido envilecer.

Juan de la Encina nos dará un Coya que prepara, de desconocidos matices, de agudísi­mas claridades.

Y tras éste, otros libros, dignos, sin duda, confiamos, de hermanarse con las grandes mo­nografías de los grandes críticos del centro de Europa.

Esperemos. Mientras esto llega, habremos de reconocer la influencia decisiva ejercida por el escritor, en doce años de crítica negativa y re-constructora, en esta retrasada España. Esto es, un poco más o un poco menos, lo que LA CACETA LITERARIA, por la pluma del pintor que firma, ha querido significar.

GABRIEL GARCÍA M A R O T O .

Diez Cañedo, en Chile Don Enrique Díez-Canedo, el prestigioso

crítico, enviado por la Unión Ibero-Americana a Chile con misión cultural, estará a punto de llegar a su destino cuando se publiquen esta» lineas.

. „ í í * ^ f^-^

En Valparaíso se le espera con entuiiaimo para que mantenga unos Juejjos Florales.

Luego, proseguirá a Santiago, en cuya Uni­versidad dará el siguiente curso de conferen­cias :

Literatura.—Figuras y tendencias de la lite­ratura española contemporánea:

I . ' Ángel Ganivet y los iniciadores. 2.* Rubén Darío en España y los comien­

zos del modernismo. 3.* La obra de Miguel de UnamuiKj. 4.» Ramón del Valle-Inclán. 5.° " Azorín " 6.* Pío Baroja y la novela. 7.* 1-os Irregulares, de Silverio Lama a

Eugenio Noel. 8." Novelistas menore». í>.* Juan Ramón Jiménez y la lírica. 10. Jacinto Benavente y el teatro. 11. líduardo Marquina y el teatro en ytrto. ij. Ramón Pérez de Ayala. 13. Gabriel Miró. 14. Ramón Menéndez Pidal y los estudios

literarios. 15. Ens.ayos, crítica militante, periodismo. 16. José Ortega y Gasset. . .-, 17. Eugenio d'Ors. ' z •. 18. Ramón Gómei de la Serna y I04 jó­

venes. u). El ultraísmo y sus mantenedores. 20. La nueva literatura. Arte. — Desarrollo de la pintura española

desde los primitivos hasta Coya.— Curso breve de cinco conferencias, ain proyecciones.

Auguramos un feliz éxito al Sr. Díez-Ca­nedo.

Ei escritor visto por su famiiia En nuestro pró.vimo número de i.' de

Diciembre daremos comienzo a una sec­ción que puede iener gran interés para la i)%s¡ón de los escritores españoles.

Se trata de reflejarlos por ¡os ojos cercanos de su familia.

Como en España no posee el escritor —el escritor ni nadie—una vida social fuerte, como ha demostrado magistral-mcnle Ortega y Gasset, en recientes en­sayos, queremos proyectar a nuestras figuras literarias, desde un ángulo do­méstico familiar; vistos, por ejemplo, tur su mujer.

I'ul'licaremos articulas de familiares interrogados, d» Menéndez l'idd, Miró, .'Inujuistain, etc.

O (^

AZORÍN Y BAROJA (Antigua fotografía)

La cena inaugural de la nueva temporada pombiana IQ27-1928 va a ser un homenaje de reiteración al gran escritor Azorin.

En Azorin se reúnen todas las cualidades esenciales y espi­rituales del literato, puras e independientes, a través de todos los avalares por los que la precaria vida espailola hace que pase el escritor, no dejándole trabajar en esa soledad máxima que el escritor necesita.

Su espíritu tiene la adolescencia terrible, que es gran prueba de espíritu excepcional, .y entonces tiene que ser despedido de "El Pais", que dirige a la sazón Lerroux, porque los viejos progresistas protestan. Todas las rel>eldías le animan y reac­ciona contra el juego, y, por fin, asqueado de la vida literaria, se mete en su pueblo, dejando sembrada la Corte de un librito llamado "Charivari", en que pinta su desilusión de aquel medio de cínicos y capirrotos, sin vocación literaria y sin horas confi­denciales de agonía artística.

Azorin aparece en "El Imparcial", creando un nuevo género de viajes, en que la generalización de las cartas de esa especie se stipremiza y gana intimidad, ritmo, palpitación inolvidable. "La Ruta de Don Quijote" es un libro itnico.

Azorin descubrió y situó la vida española. Rota la adiposa retórica de épocas anteriores, no se había dado con el estilo de la modestia y de la nueva clarividencia de su vivir. Azorin alumr bró las calles y los caminos de España.

No podemos olvidar tampoco que creó modelos de perio­dismo, arquetipos geniales que puiiieron vivir mucho después de. que él los hubiese creacdo, como sus "Impresiones parla­mentarias" y conTO sus "Oráculos", en que de la mina de lo secreto, de lo que tiene apariencia de no vivir, supo sacar con precisión y sencillez, nuevas fuerzas y electricidades de emoción.

A los clásicos les dio Azorin tal vida de presente, que nos hizo ir al teatro de sus refundiciones, lo que no hubieran lo­grado mayores eruditos remotos de toda genialidad.

Ahora, Azorin, con ánimo bendecible, logra llevar la in­quietud a los teatros, sugiriéndoles otros caminos y predicán­doles un credo más amplio.

Azorin merece nuestra admiración por la obra que le ca­racterizó y que no fué obra de chiripa, de imitación o de ca­sualidad, sino género personal, con clave original, verdadero sector de un mando nuevo.

Azorin, sin aglomerar efectismos ni flagelaciones en su obra, está libre de ese especial matonismo retórico, al que se debe el lauro muchas veces en este pueblo absurdo. En su vida de escritor, eniiDleado en su gabinete íntimo y debiéndose sólo a la disposición acordada del espíritu, Azorin ha sido incapaz de incurrir en la brutalidad literaria del exabrupto a la española.

En la España de las involucraciones inesperadas y de los desarraigos stibitos, el escritor se repliega en los burladeros de la autoridad, aunciue en su espíritu sea el sumo hombre libre. Sólo seres que estamos abocados al mayor martirio permane­cemos y permaneceremos irreconciliables con los dos fanatis­mos que agarrotan la vida española.

Fué hombre serio y aparte y lo seguirá siendo, porque su obra es de soledad y creación, y por eso, en el deseo de bañar­nos en el buen arte, puro y desinteresado, le hemos elegido a él, sin contar para nada con el contraste, con las circunstancias, y le­jos de esperar a agasajarle por esa vejez embobada de algunot escritores ojue conmueve a los sensibleros.

Debemos apologizar esta unidad literaria de una vida, y demostrar que eso es más importante para nosotros que los halagos y latiguillos de los cabecillas de otras ambiciones. ¡ Abo­minemos los arrivismos primeros y los iiltimos!

No reaccionamos contra nada al dar este banquete al maes­tro, digno de enorgullecer a la época en que aparece, sino que,^ queremos depurar nuestro resi:)eto y admiración ante el que los ganó de sobra y ha aceptado el salir en la noche desabrida de Noviembre para compartir nuestra modesta colación.

Momento de feroz y repugnante injusticia personal es el actual momento litera'-io, lleno de malditas diatribas que sub-dividen la unidad espiritual literaria, hasta contra los que tie­nen una dignidad espiritual presentable y un decir que no pue­de herir los oídos. Momento de injustas apologías, por el exceso con que se las inefabiliza, momento de mordiscos de hidrofobia a diestro y siniestro en que se ensañan con todo los mastuerzos de la traición y en que, hasta los que no pueden por medio de la obra directa, enconan la vida literaria aprovechando las biogra­fías que hacen de los peores o las entrevistas a que se dedican.

Es insoportable ese olvido presente de los méritos acaecidos, como si el cine, cual una blanca goma de borrar, borrase, con su nerviosa titileación, el recuerdo de lo hecho o la desvariación rápida y desmemoriadora de la circulación urbana de la vida actual, fuese especialmente contra lo conseguido en pacífica y cierta invención.

Como penitencia depuradora de las injusticias, como ora­ción para crear la España increada de la tolerancia, escojamo» a este gran escritor, que en días de más sereno atalayaje, descu­brió mejores perspectivas del ver sin tnucos de aberración y des-templanza, pudiéndonos acercar a su obra sin ese masoquismo que lleva a otras obras, sintiéndonos en Azorin viandantes soli­tarios de los caminos del espíritu. Recordemos que Azorin fué un telegrafista de señales luminosas cuando el páramo esixiñol estaba más obscuro, y solazándonos con ser sus contemporáneos, esa cordial condición que tanto nos envidiará el futuro, hon­rándonos al sentarnos a su lado la noche del banquete.

Por los pombianos,

RAMÓN GÓMEZ DE LA SERNA

Más banquetes literarios ^ A JIMÉNEZ ASÚA

El pasado día 5 se celebró un banquete en honor del profesor Jiménez de Asúa. Como homenaje de admiración por su labor cientifi-ca, realizada desde la cátedra de la Universi­dad Central, y en varias de América.

Banquete de proyección plural, reunió en torno al gran penalista enorme número de per­sonas. Concurrencia extraordinaria que, multi­plicada por la alta significación intelectual de casi todas ellas, puede dar una idea del nivel e importancia del acto.

Hubo profesores: Anririco Castro, Sánchez-Román, Garrígues. Científicos: Río Hortega, Honorato Castro. Políticos: Marcelino Do­mingo. Periodistas: Alvarez del Vayo, Cha­ves Nogales, Dubois. Abogados: Salazar Alon­so, Albornoz, Pedro Rico. Estudiantes: Rubio, Liado, Medina. Médicos: Gregorio Marañón, Lafora, Recasens, Eduardo Bonilla. Joven lite­ratura : Melchor Fernández Almagro, Francis­co Ayala. Literatura menos joven: E. Gómez de Raquero, Luis íle Tapia. Editores: Domin­go Barres, Martínez Reu , etc.

Se pronunciaron discursos. Entre ellos, uno —muy atinado—del Ministro del Uruguay. V, por últ.:no, entre aclamaciones, el profesor Ji­ménez út Asúa agradeció el homenaje.

Homenaje—queda dicho—de excepcional im­portancia, al que LA GACETA LITEKARU envió u adhesión.

A BARTOLOMÉ SOLER Ha tardado el banquete a Bartolomé Soler.

Se le debió dar a taíz de su Marcos Vülart. Pero se le ha dado tras su Germán Padilla. es decir, tras su segundo libro, más flojo.

Está bien que un banquete de público hete­rogéneo hava consagrado la literatura hetero­génea de Bartolomé Soler. Un público de no­vela heterogénea antigua.—Está bien. La Xirgu y Valle-lnclán, Benavente y Ricardo Baeza.--Está bien. Y una gran decoración de Chile so­bre el pecho del festejado.—Está bien. Ni un sólo nombre de escritor joven.—Está bien.

A CHAVES V NOGALES Todos los banquetes y actos de simpatía a

los periodistas suelen ser animados y con cier­to aire imponente.

En éste a Chaves y Nogales, trabajador no­table del cotidianismo madrileño, no han fal­tado esas dos notas específicas.

Si no fuera por esos actos de animación de tiemix) en tiempo, ¿quién seguiría al píe de esa ingratitud que es hacer un rotativo? Ve­mos con simpatía todo homenaje de amigos al amigo periodista. Sea de patas—como diría Baroja. Sea de mcüa—como es el TÍVM escri­tor Chaves y Nogales.

S E F A R D Í E S

Alcancía de ahorro

que anuncian los se*

fardíes tangerinos

—En el Semc.iuxrio Hebreo (iMt-^'4¿) puiíli-ca el Sr. Torrendell un ensayo sobre "La Ri blia", de Montserrat.

—EA Diario israelita, de Buenos Aires, ha editado un número extraordinario de 72 pá­ginas.

ICntrc las numerosas firmas de Cícri:orcs y periodista? que colaboran en este númeru, se destacan las de Z. Schneur, H. D. Momberg, Alejandro Goldstein, A. Mukdoini, P e r e t z Hirscbeim, Klino.'f, B. Katz, J. Mendelshon, L. Mass, M. Regalsky, L. Schusheim, S. Gla-serman, I. Weinstein, I. Rosiansky, N. Sprit-zer, I. Berg, S. Rollandsky, Maisel, etc. Ade­más, contiene el número varias traducciones del castellano y muchas otras cobaboraciones de índole amena e instructiva.

—Un libro sobre Israel.—Tal es el título ("Israel sur la Terre de ses Ancestres". Li-braire Baudiniére, París) de un interesante li­bro, en el que Pierre La Maziere, cimocido periodista y novelista francés, resume sus im­presiones de un reciente viaje por la Pales­tina.

-—Corpus Barga y Torquemada. — El Kena-cimiento de Israel, de Tánger, publica esta no­ticia :

"La agencia Fabra comunica que el millo­nario aviador hebreo Charles Levine fué reci­bido el día 3 del corriente por el Sumo Pon­tífice en audiencia privada.

En el transcurso de la entrevista, el Papa expresó al aviador su complacencia por reci­birle, y le felicitó efusivamente por la trave­sía del Atlántico, diciéndole que .«•imboliza una generación de hombres audaces, que no dudan en exp<iner su vida en aras de la aviación.

A'', de la R.—Brindamos la noticia a "Cor­pus Barga", redactor-corresponsal de El Sol en París, que ha comentado despectivamente las proezas de Levine por ser judío, ignorando que en la aviación civil y militar de los Esta­dos Unidos, Inglaterra, Francia e Italia hay buen número de aviadores judíos.

i Ignoran tantas cosas esos discípulos de Torquemada!"

A N D A L U C Í A MALAGA

Dos círculos concéntricos—moteado el ani­llo circular por puntitos animado»;—y en el centro, la páratela de una verónica. No es el sello de Andalucía. Es el sello español—tin­to en grana y orlado de caireles—. Hay un castillo moro que b.ajó de las nubes, y una catedral—sucia—, que afloró del suelo. Una poca de lluvia—muy poca—y el sol, haciendo humear la t ierra: Málaga, en Octubre.

Un zig-zag trágico. Se estremece el ca­ble : hundióse un buque. Es que el Atlántico reclama su holocausto de pájaros de acero y de peces de hierro. En la postal heterogé­nea ha surgido un nombre—Marcelino Do­mingo—, y una conferencia oclusiva, con ri­betes internacionales de T. S. H., joven y magnifica.

Rumores de una confirmación futuro-cerca-

Cómo trabaja Alfonso Danvila Eil ilustre novelista Alfonso Danvila, que

acaba de partir para París, tras recorrer casi toda España y posarse en Madrid rciteroda-mente, con cariño y apego de viejo madrile-"10 que es, nos ha ofrecido algunos datos de cómo prepara sus volúmenes famosos de "Las ludias fratricidas".

na : el Centro de Estudios Andaluces y los nú­meros de "Litoral", dedicado a Góngora el primero, y el siguiente, a purificar el alrte,. hasta hacerlo infantil.

Nada en teatro. Tenemos que contentara»! con las ráfagas estéticas que la capital nos manda.

En deportes, fútbol, ciclismo... Un poco í e afán físico-cultural y un mucho de pasiones.

Hay unas flores historiadas y amarillas para los muertos—los muertos piden ya una es­tética nueva—que plagian los hedores de la carcoma.

En resumen: La cartulina orlada de caireles—en algara­

bía de charanga—. Descentrado, un muñec» de Picasso, y sobre él, el nombre—dorado y con adornos barrocos—de Góngora. Luego, en los primeros términos, figuras vulgares de ena­morados, besándose, y soldados con manos «n-guantadas.

A esta postal heterogénea, salpicada de ran­ciedades y de inquietudes, a esta postal esfé-tico-<línánYÍca, responde Málaga en Octubre.

Ricardo Rnií Arias.

C A T A L U Ñ A LA NOVA R E V I S T A

—"La Nova Revista" (Octubre): Ansias March, "Sobre el temor de la n-íort"; A. Re­vira i Virgili, "Com escric la Historia de Ca­talunya"; Jacques Maritain, "Fronteros de la poesía"; J. Ferran i Mayoral, "Colom"; Bcr-nard Shaw, "César i Cleopatra" (primer acte).

"Lletres Anglo-Americanes", per Ruth Ha-nak; "Lletres Provengáis", per Pierre Rou-quette; "Literatura medica", peí Dr. .Aguadé Miró; "Pensaments de l'escultor Brancusi";..^ "El primer "marxand" da r t " ; "Panorama in­ternacional de les Lletres i de les Arts" , per Just Cabot.

Ilustracions de Joaquim Mir, Joscp Grauger, Clara Peters i un retrat de l'Escola de Goya.

LA [ÍIIUI FltllH[iO DE VITOIIIJI No se puede dejar pasar inadvertida la im-

auguracion de la cátedra Vitoria en Salaman­ca. Consideramos un deber dedicar en esto."! días al célebre teólogo unos momentos de re­cogimiento y evocación. La figura gigantesca del precursor español va a ser ahora estudiada con el detenimiento que requiere, y sus teorías propagadas desde su cátedra salmantina. Fran- j cisco de Vitoria, y con él otros españoles, co- J locaron a nuestro país—contra lo que corrien-teniente se ha c r e ído -a la cabeza de tudas las naciones en la obra del humanilarisnio.

Vitoria nació en 1480, según unos; segtS» otros, en la novena década del siglo XV. E» Burgos recibió los primeros elementos de ins­trucción. Muy joven, tomó el hábito dominica­no en el convento de San Pablo, de Burgo». Al concluir el noviciado, fué enviado por sm superiores a París, donde destacó su mérito. Después de 1521 volvió a España. En 152* ocupó^ la cátedra de Prima de Teología, qut ejerció veinte años, hasta 1546, que murió.

El gran español de las Relectiones Theolt-gica no dio solamente un impulso vigoroso a la Teología, sino que la imprimió un carácter nuevo. Gracias a él, la mayoría de los teólo­gos españoles renunciaron a la forma inco­rrecta y confusa que emplearon sus antece­sores.

En 1532, Francisco de Vitoria pronuncia sus famosas lecciones Üe Indis et de jure belh Ilispanorum in barbaros, donde examina los títulos que los tspañoles podían invocar para justificar su dominación en el Nuevo Muiid». La labor de Vitoria tiene, pues, para su tiem­po un gran sentido humanitario. Rechaza toda» las teorías basadas en la pretendida superiori­dad de los cristianos sobre los indio.s—sobre at derecho de castigar la idolatría, sobre la mi­sión que se atribuían de propagar la verdade­ra religión...

Vitoria, uno de los grandes precursores d* Hugo (¡rocío, se ocupa especialmente del dere­cho de guerra, examinando las causas de utm guerra justa, con una orientación amplia y ge­nerosa.

I ^ personalidad de Vitoria es una figura universal, a la que han rendido homenaje nu­merosos tratadistas extranjeros; citemos ta» sólo el excelente prólogo, escrito por Ernest» Nys para la rnagnífica edición facs mil del Ins­tituto Carnegie, cuya exposición hemos segui­do en esta evocación rápida.

En España debemos hacer resaltar los tra­bajos de D. Eduardo de Ilínojosa y el más re­ciente de otro dominico como Vitoria, el Pa­dre Getino, obras que deberían leerse en estoa días de recuerdo como el mejor homenaje que-pudiera rendirse al gran teólogo español.

M. p. r.

Poemas andaluces

ALFONSO DANVILA

Danvila no se confía a la imaginación, sino en la estructura general de toda la obra. Pero luego va rellcnaiulo el andamiaje con datos precisos (y preciosos), ensamblados de modo que nadie note la erudición que encierran.

No hay que olvidar que, a diferencia de otros novelistas de historia que terminan ci. historiadores, Danvila es un historiador que ha terminado en novelista.

(¿Terminado? Apenas termine la serie de "Las luchas fratricidas" tornará a la Histo­ria científica.)

Así, por ejemplo, para estos dos tomos, re­cién publicados, de " El Archiduque en Ma­drid", Danvila necesitó exjwner en forma epistolar, entre unos cuantos personajes, cier­tos aaintecimicntos de palaciegos y estatales. Para ello, tuvo que leerse una serie de docu­mentos alemanes, oue le costaban gran traba­jo. En vista de ello, tomó un secretario ale­mán y trahajó co;i él sobre esos documentos durante una larga temporada.

Hoy. apenas notará alguien, cu esas delicio­sas cartas de D." .Serafina, la paciente y lenaz labor flaulicrtiana de este artista y gran cro­nista que es .Mfoiijo Danvila.

NIÑA B O R D A N D O

Los mares tienen sirenas y los bosques tienen hadas, los amantes tienen penas, los besitos tienen alas, alitas para volar antes que el amor se vaya."

Asi cantaba mi niña, tn la ventana sentada, sus manos bordaban flores, SI» ojos perlas lloraban.

M A R I N E R A

En ana barca se fué mi amor. Una estrellita del mar « e dijo que volvería y las olas, "volverá, volverá", • • su canto repetían.

Una estrellita del mar « e dijo que volvería en su barquito velero y aquí, en la playa, lo espero noche y día. Volverá, trae el amor por timoner».,

L U N A L U N E R A

Con» una niña rubia, con un blanco babero, ia luna llena »e pasea por el cielo. ¿Luna, lunera, «luién te almidonó el babi que vas tan hueca? Salta a la comba con un aro todo de plata y de cristal, con un cordel de seis colores que el agua sacó del mar.

Luna tendida, marinero en pie". 1 Salta, salta, lunita, en tu cordel f

M.* L U I S A MUÑOZ DE B U E N D I A .

mOGRilfíIS LIlEilillS EN ALELUYAS DE COLORES

iDleiíÉFá lA OAUIA m i A DESDE EL NÚMERO 25

(1." de enero de 1928)

Page 3: La Gaceta Literaria (Madrid. 1927). 15-11-1927, No. 22

LA ÜACETA LITERARIA

UN "NOU" POETA CÁTALA "Amb dolor i en silenci, amb constaut disci-

[plina, la teva obra es depura i algú en sap el brill d'or. Oh presencia colrada d'inquietud divina, ja naixerá la gloria de qué duus preny el cor.

Marxem avant! La vida és eterna. La fina ciutat de les iniatges te destina son Uor. Oh donzell qui fulgures d'una flama heroina, ja naixerá el silenci qui glateix dins ton cor."

("A un dansari cátala". "Constel.lacions". Sebastiá Sánchez-Juan.)

Vint-i-dos anys. (L'edat té cada dia una ma-jor importancia en les valoracions literáries.) Un front amplíssim, intel.ligent, desmesurat. Uns uUs transparents d'il.luminat, envoltats de cercles tenebrosos—nits d'insomni, de creació; turbulents aurores adolescents—, uUs de con-templatiu de paisatges interiores. Un tímid somriure canviat a voltes, sobtadament, en la insospitada "rialla de pallas" del seu "Auto-rretrat". Gcst difús, ampli i embolcallador. Un incoercible cohibinient davant les coses i els obstacles materials—remanent d'anys de Iluita frenética contra tots i contra tot, ádhuc contra ell mateix. Una audacia espiritual irrefrenable, desconeixedora de través i limitacions. Una pueril candorositat i una amarga experiencia prematura deis homes i de la vida. I, cohrint-ho tot, dominant-ho tot, una inspiració poética inesgotable, un formidable sentit líric, una ima-ginació activíssima, grávida d'imatges vibraiits i exaltada per una sensibilitat—gairebé mor­bosa—de convalescent. Aixó és Sánchez-Juan, el mes poeta (si per poesía entenen mes aviat la cálida impulsió interior centrifuga, que la freda perfccció centrípeta de la forma) deis joves poetes catalans moderns.

SEBASTIÁ SÁNCHEZ-JUAN

Hi ha poctcs-adjetius, condicionáis. Hi ha poetes-adverbis, transitoris. Hi ha jMetes-subs-tantius, etcrns: Poetes poetes. Sánchez-Juan pertany, per drct propi, per condició racial, a aquesta darrera i mes elevada categoría. Amb J. V, Foix, el supcrrealista cátala (superrealis-la amb nobilissimes preocupacions estétiques) autor de "Gertrudis", Ilibre de poemes de valor inestimable—ja mes madur, mes literari, mes fixat—, és l'únic representant a Catalunya del noH csperit púctic, el sol conreuador de la mo­derna lírica, producte actual de les inquietuds espírituals del món. D'aquesta lírica vivent, amiga de les imatges, de les assonáncics, del desllorigament de la sintaxi, del ritme sinco-pat i vari, que tendeix—amb una intonsitat cada dia en augement—a concentrar-se i a (|uintaesenciar-se. D'aquesta nova iX)esia que dona al món actual l'espectacle inédit d'un es-forg, prodigiosament interessant, per a despu­llar la poesia de l'eloqüéncia i de la dialéctica —que tant de teníps la dominaren—i per a des-vetUar i suscitar les seves afinitats amb QO que els expressionistes alemanys anomenen el cos-tat nocturn de l'ánima; amb el reialme de les intuicions, deis prcssentiments i deis somnis; per a fer-ne un art parent de la música, en quan aquesta té el privilegi de deixar el pen-sament embolcallat amb tots els seus veis.

L'espcrit cátala té, sortosament, un fons tradicional i clássic, del qual no pot prescindir. Una varietat aprofitable del seny. En els seus períodes mes revolucionaris, en mrig de les in­quietuds mes pregonament sentides, serva aquell equilibri interior indispensable. Ho férem ob­servar a proposit de J. V. Foix, havem de fer-ho remarcar novament en parlar d'En Sán­chez-Juan. (Es inevitable aquest paradoxal pa-ral.lelismc.) Amb la diferencia que el classi-cisme d'Rn Foix és mes aviat de forma i el d'En Sánchez-Juan, d'esperit. Partit de QO tra­dicional hi retorna sempre, per les vies mes insospitades. Les seves "Divagacions", en pre-paració, jiolirrítrmques i ¡relimorfes, serán una deraostració pal-pable de la nostra afirmado i de la ductilitat de les formes i deis ritmes clássics en mans d'un poeta poeta.

La lírica catalana—ho digué ja ía temps Ma­nuel de Montoliu, el gran didáctic, si bé no amb aqüestes mafeixcs paraules—está cansada d'un lirisme fotografíe, tot orientat al món ex­terior; íretura d'emoció, d'interioritat i de pen-sament. Li manca una injecció urgent de vida

interior, de .somni personal del jKíeta, única ca­racterística de la pura inspiració. Ens cal una poesía que neixi de la topada entre el món ex­terior i el món intern. Un plongeon en l'ex-pressionisme actiu.

Aquesta és la valor de l'aportacíó poética de Srbast^á Sánchez-Juan.

Després de tot el que portem dit sorpren-,lrá el que Sánchez-Juan siguí im poeta gai­rebé inédit. Un sol Ilibre de poemes, "Fluid" (1924) té publicat. Pero, treballadoi infadi-a;able, encara que subjecte a una disciplina exi-^ent, té escrits nombrosos poemes que han anat v-eient la llum en les nostres revistes, enllestits ja per a publicació tres reculls mes: "Cons­tel.lacions", "Elegies" i "Cua-de-gall", i, en preparació, les "Divagacions", a les quaJs mes aument ens havem referit.

"Fluid", el seu primer Ilibre, denota clara-ment les influencies literáries que informen la seva poesia: Marinetti, Apollinaire ("El pú-blic i els seus guies—diu Cocteau—confonen futuristes i cubístes. Es posar en el mateix ^ac romántics i parnassians"), entre altres, hi han passat. Pero, aqüestes influencies son sirri-plement superficials, el fons poétic és auténti-cament original, sánchezjuaniá. El_ seus poe­mes son inclassificables. La seva lírica—d'evi-lent gcneració espontánia—porta en germe tots -Is microbis del fantasisme, de runanimisme, ,lel cubisme, del íuturisme, del dadaisme, del supcrrealisme, sense pertányer fixament a cap l'aíiuestes escoles. Moltes de les poesies del seu nrimcr recull, a despit de tots llurs acrobatis-ines tipográfics, o potser a conseqüécia d'aquets, leñen una delicadesa—femenina o infantil—de­liciosa. N'hi haurá prou amb transcriure aquest /ersos per a cotnprendre-ho:

"Ta germana enccta una melodía a l'harmónium sota ¡'emprenta rosa deis seus dits es fan les emocions d'ivori i de banús La cera es líquida en efluvís de passió."

;, bé, encara,

"El nreu cor esdevé un abeurador d'ocells".

"Constel.laciones, el seu segon Ilibre, inédit, és potser el que mes ens plau. Denotador ja d'una major oríentació, la inspiració, _ menys treballada, prcn un carácter d'espontaneitat en-cisador.

"Elegies", ens dini un súbit canvi de pano­rama. Una d'aquelles reaccions tradicionals, en les quals perdura la frescor imatjada deis aplecs anteriors:

"Passaren núvols rosadencs i dies peí teu Icrrat rentat amb pluja i sol; ¡oh, ta mirada de melancolies, en aquells dies es díssol!"

"Cua-de-gall", és un atur en el camí, una mirada enrera i un pas endavant. Un resum circular, selectiu, de la seva obra poética. L'aprofitament de tot el material acumulat en la seva cantera interior. El poeta hi assaja ritmes novissims i inédits assonáncies:

"...en ser que l'esperit s'allibera i baixo les escales volant".

i Com va plaure'm sentir-te per teléfon—tan clara—i trobar-te en ma vía per ventura!...

En un temps de producció standarditzada, en serie; en un ambient literari, com el nostre, Iliurat gairebé exclusivament a una lírica d'im-pressionisme passiu, símplement sensorial i ex­tern, és un espectacle bell i rar el veure un poeta jovenissim í ínquiet, desfer-se delibera-dauíent de Iligams, prescindir de facilitats i abracar decidídament la noble espontaneítat creadora, la sempre nova—fecunda i deversa— llilx-rtat. Admirable valor í altíssima ambició que no teñen, de niomcnt, altra recoirrpensa que la impresió absoluta del vulgus, el menyspreu olimpic deis injustament arribats i Taféete ad-miratiu d'un reduit nucli d'amics. Gairebé sem-" pre, pero, l'aplaudiment de la multitud acaba per afegir-se al de la sekcció.

Per a Sebastiá Sánchez-Juan, segura promesa —ja mig realitatzada—de la jove generado literaria catalana, no pot fcr-se esperar gaire aquesta consagració.

L L U I S M O N T A N Y A .

Octubre, 1937.

NO OLVIDE ADQUIRIR EL NÚM. 9

DE

"MUNDO IBÉRICO

Bl festival Falla He aquí la mayor emoción junto a la mayor

devoción. El arte, cuando se recoge—impopu­laridad—, no es más que un secreto dentro de una caja. Cuando se desborda — popularidad: plenitud—es un torrente deslizándose por una montaiía. Nada emociona tanto como sentir a todos salpicados por él. Es entonces cuando se comprende lo que el arte tiene de religión—es­tética del siglo pasado. Evidente. (Con todas las salvedades modernas)—, lo que el arte tie­ne de fluidez, de comunidad, de primitivismo.

»»

Precio: 1 peseta

Suscripción anual: 10 pesetas

Administración: Consejo de Ciento, 341

BARCELONA

FALLA, Dor Maroto

No abusemos demasiado de la imixipular pu­reza. Nada se pierde por incomprensión. SóU) se pierde lo fal.so, lo pobre, lo negativo. Na­turalmente, todo verdadero artista sale de no­che de la gruta de su espíritu. Y tiene duras jornadas. Y tiene alfombras de silencios bajo los pies en marcha. Pero, más pronto o más tarde, llega a puertos de luz... (Por(|ue en arte, el que camina llega. Lo difícil es caminar—mo­vilidad: evolución—, La mayor parle de los artistas toman por marcha, por velocidad, un simple mareo de ellos. Creen moverse, pero están perpetuamente sentados, inmóviles.)

... Más pronto o más tarde—pronto, en me­dida de historia—llega la convergencia. líl pú-blÍQO y la obra se dan, al fin, tm abrazo de vértice. Y como buenos enemigos, saben com­pensar rencores con fervores. He ahí, enton­ces, el momento óptimo y gozoso—la emoción y la devoción—. He ahí la hora de afinar los destemples de espíritu y ponerse a entotiar vuelos de aleluyas. Porque es grato ver que, a pesar de las vicisitudes de tormenta, el gra­no se robustece, el pan se amasa y todos gozan del festín.

Y perdura aquello que tiene peso, no livian­dad. El que esté vestido de plumas se quedará desnudo: el tiempo y el viento—dos fuerzas— arrancarán el plumaje. Nada más sencilla que divertir a quien se cubrió a in liviandades ajenas.

El verdadero artista sabe que su obra es un amor hcdio a fuerza de muchas caricias. For­jado al y.inciue de muchos esfuerzos. No pue­de ('. aporarse. No puede perderse. Tiene su-• ',i-nes de historia. Llana su tiempo, su épo-a. Le justifica, le realiza. Que ronden noches

adversas—Manuel de Falla: vida de ejemplo— para la bella obra elaborada con pureza y no-iileza, siempre llega su primavera. Triunfo. Se abre el .sol. Cálida éixKa de gloria.

Falla está pasando por la hora desrealiza­da de la glorificación. Casi al borde del santo­ral de los mitos. En abstracto, por el mundo. Por la cultura. Admirable. En concepto de his­toria, ya nos vamos dando cuenta de la pirá­mide de su significación. En Falla está la mú­sica plenamente lograda, acaso por primera vez en nuestro país. El representa la cima ma­dura, sobre taludes de intentos—Pedrell, Albé-niz. Granados—. Tenía que ser así. Primero, manantiales. Después, el río hondo, camino del mar.

Nuestra música necesitaba esta elevación de referencia. Para .sostener el pie y saltar al fu­turo. (Porque el punto de apoyo, no sólo re­presenta una facilidad para el salto, sino una ejemplaridad para la norma. Esto es lo im­portante : el cambio de nivel. El cambio de pla­no. Como principio, siempre es necesaria una iniciación de altura. El arte se regula con ella.)

En España ya está la música—por obra de Falla—colocada en elevación de plano. No es equivocado predecir prosperidades. Lxis jóve­nes músicos tienen, no sólo señalado el cami­no—camino: una continuidad. Y una continua diferencialidad—, sino el nivel. Efectivamen­te, Adolfo Salazar, usted la ha visto: nivel. Ya no hay acoso de sombras, dispuestas a bur­lar la intrepidez del navegante en música. Un joven de talento puede divisar con claridad los horizontes. Y cuando hay horizontes visi'oles no hay caos.

En otros países de fuerte tradición no exis­te problema en este sentido. La tradición es un cable tenso, y ya se sabe que los ejercicios

han de hacerse sobre él. Pero en España la labor primera era tender el cable. Las destre­zas—en equilibrios—vendrían después, lista ha sido la gran labor estética de Falla: recoger en él—como en tin trans.'ormad.ii-—los \oltios dispersos de nuestra tradición musical. Y arre­glado el tendido, normalizar el voltaje.

I'"n halla no creo que haya habido veleidad alguna al volver sobre formas clásicas. Acaso tampoco en otros artistas. (El síntoma es el mismo en todas las artes y en todos los paí­ses.) El problema es diferente. Puede ser asi: mientras en algunos países se pretendía burlar la tradición, aquí se deseaba restaurarla. Ex­ceso allí. Falta, aquí. En pintura, hacia un pri-mitiví.smo de toscas formas. En música, hacia un salvajismo folklórico—de negros: de jazz—. [(Porque el lujo de jugar a los salvajes sólo pueden permitírselo culturas — o tradiciones — demasiado civilizadas. I'or lo visto, sólo cabe la evasión cuando se llega a la meta. Mien­tras tanto, hay que estar sujetos al encintado de la carretera. Sujetos al curso—sinuoso—de la tradición.) (El primitivismo—en arte—es tma .:onsecuoncia, un estado superior del universa­lismo. El primitivismo—en la cultura—es uni-.•ersalidad: Pre-historia. Pre-tradición. Pre-iiación.)]

Falla, con el "Retablo" y con el "Coucer-lo", reivindica y remoza nuestra tradición mu-íical. Una tradición clásica, más que folklóri-::a. (Pero el clasicismo, girando en torno a cmas de danza, está, por tanto, muy cerca del folklore.) Falla ha demostrado al coro de es-•épticos que nuestra nación no es 'estéri l en iulistancias musicales antiguas. Para buscarlas, •s necesario ahondar bajo el tópico—bajo el españolismo mixtíricado—. ¡ Con qué entusias­mo aplaudiría atiora Pedrell, marcador estéti­co de la ruto I

En general, toda la obra de Falla es de un cabrilleo maravilloso. Tiene una abundancia de temas, de fugaces motivos—c>ro: refulgen­cia—c|ue deslumlira. Es admirable cómo este hombre ha sabido tratar la abundancia. La ha tratado por eliminación, por esquematización, (Porque lo difícil no es añadir, sino quitar. En la prosperidad, reducirse a lo necesario. En la exuberancia, reducirse a la sobrio. En la ma­raña, reducirse a la linea.) Así resulta que su (jbra, teniendo, como tiene, elementos para ser profusa, es sencilla. Sin pf)da, pudo ser—con naturalidad —selva. .•Xsi es—bellamonte —jar ­dín. La claridad entra por todos los sitios: por entre todas las ramas.

Esta misma norma de diversidad se hace presente en el "Retablo" y en e! "Concertó", obras traídas por el c<Miducto discutido de los retornos. No hay en ellas unilateralidad y, por tanto, pobreza. Saltan a la superficie muchas fuentes, muchos ritmos. Desde lo ingenuamen­te popular a lo esmeradamente culto. Desde l(j romancesco a lo religioso. Y de continuo, la moderna aspereza de las disonancias o la diversidad de planos, o el salto de modulacio­nes, haciendo visajes actuales i)or florido enre­jado clásico de la forma o de la melodía.

El "Concerli)", obra nueva en el festival —-demasiado escaparate para una perla: Dema­siado teatro para una obra de cámara—, es, efectivamente, una de las producciones más bellas granadas en nuestra ép<Ka. (Una obser­vación. Una distinción en los retornos: (jué picardía la de Strawinski en "Pulcinella". Qué nohlcsa la de Falla en este "Concertó".) I.os dos tiempos últimos—el Lento y el Viva-ce—, contraponiéndose, son admirables. El uno, con amplitud de curva, con grandeza de poli-fonia, y el otro, fluyente—bidlente^—, saltando 13or el tapiz del siglo XVUI con respingo rei­terado de tocata.

Además de estas dos obras, en cierto modo engarzadas en un mismo propósito, el concier­to del festival estaba completado por otras dos, "El amor brujo" y "Noches en los jardines de España", ya conocidas a través de audicio­nes más o menos felices. Programa lo suficien­temente amplío para recoger los despuntes ca­racterísticos de Falla. Se hubiese deseado, sin embargo, ver "El Retablo de Maesc Pedro", con su primitiva organización de muñecos. Y (|ue la voz del Trujamán no hubiese sido la de la señora Galatti, muy bella voz, pero muy poco útil en esa substitución, lis lástiiurt, por­que el público 1) 1 pudii ihirse idea de la belleza de este recit.ado.

Orquesta. Solistas. Frank Mar.shall al pía-no. José María F'rancés en el clavicémbalo. Falla dirigió sus obras con la precisión y el cuidado que sólo sabe poner el autor. Muy bien. \l\ maestro Lassalle, director de la or­questa del Palacio de la Música, organizado)-, animador de estos festivales. Muy bien. Desde la hmnilde localidad de galería, refugio de la gente entusiasta, se oye, más que la orquesta, las bocinas de los autos. Muy mal.

Un bullicio de aplau.sos—de gloria—conmo­vió de emoción el festival. Sesión inolvidable S-11-1927. Triunfo del espíritu moderno. Des­de ahora, el público será más comprensivo. Ya se puede ser optimista. E,spaña tiene jerarquía musical. Conciencia. Porvenir.

Manuel de I<"alla, músico inmenso.

CESAR M. ARCONADA.

"La Gaceta Literaria" SE VENDE EN PARÍS

10, rué Gay-L.ussac Libraire: LEÓN SÁNCHEZ CUESTA

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I HOTEL IMPERIAL

Entre los saldos de la gran guerra—^y como una de sus más desastrosas consecuencias—ha venido liquidándose en estos últimos años un importante "stock" de "filmrs" con el mismo asuntos-batallas y amor—del más vulgar ro­manticismo. Algunos, aceptables, y hasta bue­nos, como "El gran desfile". Otros—la mayo­ría—, detestables y ridículos.

(No hablemos ya de esa derivación opere-tesca en que la guardarropía teatral—medallas, sables, bigotes, vino, amor—repugna como una mbécil profanación de la pantalla.)

La reciente película de ese ciclo—"Hotel Im­perial"—, interpretada por Pola Negr!, añade una gran perfección técnica a las anteriormen­te realizadas. Una perfección de fotografía que lo mismo hubiera podido aplicarse a cualquier otro asunto.

Por lo demás, y en cuanto a su contenido, sólo se diferencia de sus similares en que el consabido argumento bélico-sentimemal respon­de esta vez al punto de vista de los Imperios Centrales. (Reconozcamos que es una originali­dad bastante modesta.)

En el comienzo tuvimos el inconsciente hala-iío, la sensación vagamente agradable de ha­llarnos frente a un ambiente romántico. No de 1915, sino de novela tolstoiana. Galoi¡e noc­turno. PueWo invadido. Larvas. Disparos. Fati­ga. Sangre.

Luego... Una excelente orientación, unida a un espíritu de e.scrupulosa artesanía, dispone a conciencia el trabajo. Y obtiene t«lo lo que es

posilile obtener cuando se carece de un argu­mento con posibilidades, y el elemento humano responde C(jn torpeza. (Pola Negrí, que realiza en esta obra un evidente esfuerzo de acomoda­ción, no consigue dejar de ser—en todo c a s o -una excelente actriz de teatro.) Todo lo que es posible 'obtener cuando—-por otra parte—a afjuellos estimables elementos no se añade la imaginación, la facultad creadora.

Preciso es confesar que en "Hotel Impe­rial " no se encuentran los valores plásticos exígibles a cualquier cinta presentada con tan­tas pretensiones. El criterio industrial que pre­side la edición de películas parece, hasta ahora, incompatible con el deseo de pureza artística. Pero es lo cierto que (muchas veces por casua­lidad) algunos "films" nos han ofrecido últi­mamente momentos de apreciable valor plás­tico. Sin acudir a las producciones de Charlie Chaplin—siempre excepcionales—^aun en el ya citado "Gran desfile", pueden hallarse ejemplos de verdadera emoción cinematográfica: emo­ción nueva, a ba,se de planos, movimientos y velocidades. (Mezclada—por sui>uesto—a la emoción ramplona de la anécdota.)

También en "Reclutas sobre las olas", de proyección coincidente y análoga inspiración: I» gran güera, hay espléndidas composiciones de sentido moderno, alternando con bonitas posta­les, que sólo piden unos foques de anilina. En "Hotel Imperial" no existen esos contrastes. Se mantiene el tono mediocre con la conmove­dora seguridad del talento vulgar.

En definitiva: una cinta como otra cualquiera. No había lugar a tanto aspaviento anunciador. F. A.

Dos conferencias sobre Derecho penal Conocidos son los freaientes—y fecund<is—

viajes transatlánticos (|ue—desde hace años— viene haciendo el profesor Luis Jiménez de .^súa.

(Ahora mismo acaba de llegar del Brasil. Después de haber explicado en la Universidad de Río de Janeiro un curso de Derecho penal, :uyo programa tengo a la vista: Bases prin-•ipacs do Código Penal do Puíuro, en el que

desarndla un amplio repertorio de temas, su­jetos a rigorosa metodización. Programa abun­dante en sugestiones y que—ya por sí—cons­tituye una obra muy estimable.)

Durante el viaje realizado en el verano (le 1925, dio el profesor Asúa en la Universi­dad de Montevideo dos conferencias extraor­dinarias, que ésta ha publicado en sus Anales, y ahora en edición aparte. Endocrinología y Derecho penal. — Eutanasia y homicidio por compasión.

r. En la primera de estas dos lecciones ex­pone el gran penalista las relaciones existen­tes—a partir del siglo XIX—entre el Derecho penal y las distintas concepciones biológicas. Llegando hasta los recientes estudios de endo­crinología y .sus repercusiones en la ciencia juridica.

tífico, útiles—sólo--para actuar sobre concien­cias to.scas...

F.xamina el homicidio piadoso, considerado como delito,-con atenuaciones o sin ellas: suma de criterios que le parece poco interesante.

Y a continuación trata de hallar el funda­mento de su impunidad. Pasa revista al con­sentimiento, haciendo un magistral estudio de su valor jurídico, para terminar rechazándolo como base de imptmidad, por ser la ley penal una ley de "orden público". (Argumento no desvirtuado por la efectiva desaparición ele al­gunos delitos con el conseniirnúnií. <],- l.i > i,-tima, ya que en ellos la fah, to es un elemento caracterísü sencía el delito no es posible.)

Del fin reconocido por el lisiad •• i¡ te creada por \ 'on l.iszt om dir^ tera, y tan simplista carácter, qi-taniente reveladora), dice I). Luis jm Asúa que únicamente podría ser úti' ca.so interpretándola con esfuer.'..

O e e que seria ir demasiado !• der-le el car,ácter de cau.m de jiistiíi.ii. uní. I >ridH que no haya antijuridicidad en el arto, \ ail-mite—en caso—que se pudiera incluir entre lai.

,, „ . ^ , . • 1 • r ~au.\-as excusantes—que excluyen la culpabili-^.lt^^.J'".''^J'^^^^''.'""^,':^^^^^ dad--, o, mejor aún, entre las e.rcu.«r. nh.v,-

lutorias, concedidas en vista a circuii.M.uu ia» especiales.

mación en cuestiones como las biológicas, que <i—es cierto—son tangendales al Derecho pe­nal, en la práctica suelen permanecer ajenas —o superficialmente conocidas — para los ju­ristas. Una recapitulación clara y exacta—en luanto sea dado apreciar—de teorías tan nu-uierosas. diversas y—con frecuencia—opuestas entre si, como las que se han sucedido en el campo de la biología, a partir de Carlos Dar-win, revela cariiVi y atención dignos de ejem­plo para cuanto pueda relacionarse con la es­pecialidad cultivada,

Coiit'ijrme va abandonando la exposición su­maria, y a medida que penetra en terreno más cercano y propio, traza párrafos de interés creciente. Por ejemplo: los que se refieren a findocrinologia y delincuencia femenina, don­de alude a los admirables trabajos del doctor Gregorio Marañón, y roza problema tan im­portante y discutido como el de la iinputabili-dad de la mujer en determinadas circunstan­cias psicológicas de su vida.

Se trata de una conferencia de límites am­plios. De iniciaciones y tanteos—verdadero en­sayo—sobro materia en formación. Que requie­re toda la cautela solicitada por el autor en las líneas finales.

No vacilaría en considerar este trabajo de Jiménez de Asúa como el último ÍVuto de su raíz positivista. Raíz que su labor personal su­peró hace ya tiempo, según confiesa en su carta Al maestro Enrique Ferri ("La Prensa", Buenos Aires, Febrero 1927). Y según todos habíamos podido comprobar, con su especia! atención hacia las escuelas germánicas, y su reciente y apasionado entusiasmo por la téc­nica.

2. Eutanasia y homicidio por compasión.— Un problema técnico—precisamente—es el que plantea y resuelve en su segunda conferencia.

Cabe afirmar que esta monografía sobre la Eutanasia agota — hasta la última palabra—el asunto, llegando con elegante seguridad a las conclusiones más certeras. Se trata de una pe­queña obra maestra.

Comienza el profesor Jiménez de Asúa apor­tando una extensa casuística y los argumentos aducidos—en pro y en contra—por los escrito­res. La galería de los defensores es muy am­plia. Así como el catálogo de sus fundamentos. Los detractores suelen apt)yarse en motivos sentimentales y alegatos de escaso valor cien-

J I M É N E Z A S O A

Para el querido iiuir-lio o! "lioiiiiiidio pia­doso" no debe tener el carácter normal ([ue supone la consagración legislativa di' su im­punidad. Esta, según su criteri. ' ' . : nir por la vía, no ya del perd'i -I perdón judicial, más flexible y .ITIHHI.'.

La solución a que llega Asúa—si discutible en cuanto filosóficamente lo sea la base de ia cuestión—-es de una absoluta corrección jurí­dica. Y—bajo este punto de vista—inmejora­ble. I'erfecta.

Tan adniii-;d.lf.< n.-u.in.-i ti.-ircn ;ii,>nardar con enorme ini <,ues del jo ven maestrv

F K W C I S C O AVALA.

DE HOMERO A CHARLOT

Se acaba de construir—Montaner, d editor de Barcelona, fué el arquitecto—una espléndi­da morada, de la cual son inquilinos todos los dioses, una monumental "Mitología".

Nuestra actitud en el umbral de este fla­mante Panteón no puede ser reverente, no hay por qué quitarnos el somibrero: penetramos alegremente, ctmo en nuestra propia casa; va­mos a encontrarnos con antiguos amigos en plena, en risueña intimidad, anterior a todo pro­tocolo indumentario. En este placentero recin­to bien podemos entrar desnudos.

Estos dioses—sencillos hombres y mujeres— han sido fabricados c<:in luminosa materia hu­mana. Ese maravilloso producto de la tierra, que es el hombre, tiene en este alegre Panteón delidosos ejen-íi)larcs de ambos sexos. Pocos monstruos, ningún monstruo motafísico: esos dioses implacables, eternamente ceñudos, crea­dores poco afortunados de seres tan frágiles que se derrumban a la primera zancadilla, no están, no podían estar incluidos en tan precio­sa colección.

por Benjamín James (Hojeando la Mitología de Montaner.)

Tropel de formas encantadoras, que traen enjaulados todos los símbolos, todas las me­táforas de muchos siglos de poetas. Poesía, juego infantil... He aquí el mundo de Homero y el de Góngora. Estancias de un espléndido poema, donde se canta al sol y a la luna, al día y a la noche, al rocío y al viento, al campo y al mar.

Felices pueblos aquellos que inventaron una teología al son de un caramillo y de un tambor. "Hasta en los muertos les nacían dioses"—co­mentaba un poeta socarrón—. Sí, una fuente producía a un mismo tiempo guijarros pinta­dos y doncellas encantadoras; un poco de es­puma se abría para dar paso a Afrodita de oro,

de una col podría brotar muy bien el torso

contienen despojos de abstracciones, sino la carne, la sangre, el espíritu del mundo, la onda eléctrica que hace palpitar al sol y las demás estrellas, que empuja los sexos, que siembra la armonía por todo el orbe.

I I

El peí)r enemigo del pensamiento es la pro­sa, como el peor enemigo del poema es el ver­so—decíamos en un librito (i)—. Es que el idioma, , está ya tan zarandeado I Las pobres palabras se sienten llenas de fatiga, un poco viejas para la súbita galvanización, «astadas y mordidas por el tiempo. Las pobres palabras se han tropezado tantas veces en los rigo<loncs de la rima, han chocado tantas veces para pro­ducir un infantil cascabeleo, que ya acuden de mala gana a los concilios del verso.

Las pailabras gemelas están ya reumáticas de puro servir de guardacantones en los flan­cos de la estrofa. Siglo más, siglo menos, tan viejo es el soneto como la voluta jónica, tan arcaica la décima como el capitel románico.

peludo de un sátiro. Pero esto es más bello que Todas las formas van huyendo, para sólo re

envolver las cimas en humo espeso y lanzar vcKes rugientes desde un cielo de betúa

Estos no son los dioses que gustan de hacer sufrir a los hombres, sino los que embellecen la tierra, presidiendo jovialmente todos los fes­tines, desde el deleitoso de pensar y grabar el pensamiento, hasta el de trenzar los pies en danzas sutiles y los cuerpos en frenéticos jue­gos de amor.

Nada tan alegre como ellos. Los sabios se reían de cada mito, aunque morían recordando a sus discípulos el sacrificio ritual a una me­táfora, a un ente halagüeño, que acaso alguna vez mereció de los poetas versos fascinadores. El poeta creaba los dioses, y el filósofo, dócil a tal hechicería, quemaba incienso ante el poema.

No estamos dentro de un Museo. Este gran libro, biblia del hombre, estará siempre vivo, mientras los hombres perduren. Eln él no se

nacer algún día en tímidas reencarnaciones. Porque esas formas no S(m las formas pe­

rennes de la poesia. Nacieron, vivieron, mu­rieron... Sólo la poesía vive. Nadie sabe cuándo nació ni cuándo ha de morir, l^a jwesía, que es fluencia, espíritu, aire encendido; que va llenando las formas sucesivas que modela el tiempo, nervioso, incansable alfarero. La pahua de la mano, si se cierra, captura un poco de viento. Asi, un poco de color, de sonido, unas palabras <]ue cierran gentilmente su propio arco —ánforas maravillosas—limitan, definen, un poema. ¿Quién pretenderá, si no es un viejo, hacer correr el es.piritu por viejos acueductos?

El hallazgo de una fuerza renueva la faz del mundo. Pero después renovará la faz del arte. Un día nuestras ciudades cambiaron to­talmente de fisonomía: había nacido la elec-

( i ) Ejercicios. (Cuadernos literarios.)

trícidad. Si alguien añora el candil, enviemos a un museo el candil y el añorante.

No. La poesía no es eterna, sino en cuanto es eterno un manantial. La poesía está abscri-ta a los hombres y a las cosas, como un halo que cambiará de intensidad según la potencia radiante de los hombres y las cosas. La poesía no se capitaliza en grandes l i ano- , iu:, cpi, .s dilapidada por algunos pródigos geniales. No se adquiere en bibliotecas, sino al aire libre, en contacto con las libres fuerzas vitales, cuyos símbolos se apiñan jubilosamente en este Pan­teón.

Símbolos. Nombres. Meros signos de vehe­mencias, de meteoros, de ímpetus humanos. Por esto, una bella "Mitología" es tanto como el delicioso diccionario de tcxlas las energías del mundo. El arte, el amor, la gucrr.i, rl po­der, todo tiene allí su espléndido catálogo de signos. Unos hombres insensatos pretendieron destruir el delicioso diccionario... ,;CÓIIKI ]V>-dían hacerlo sin de.struirse a sí iviisinn.?

Bien se vengaron los dio-. ,. I 11 dia invadie­ron a los mismos invasores. Vinieron, como siempre, de la mano de sus eternos enmaradas: los po.'las.

I I I

Volverán siempre, cada vez más juveniles. Cada vez más risueños. Se les prepara un viaje inesperado. La poesía deja de ser arti­ficio y deviene más pura, más vital. Renuncia rá a las p<')mpas y vanidades del idioma, tan gas­tadas, tan deleznables. ¿Es esto renunciamien­to? Toih, !,, iiiutrario. Es ainbi.-i.'.ü ,S,-i! de cam­biar de fortuna, de cambiar de idioih-:i ; jionnit' la poesía sabe qii - SÍ- Ir |in-|):ii-:i <ilr,i más bclln; im fino instrumento se bruñe para ella en los talleres del ar te : el metlio más real de repre­sentar lo irreal, el cinema, maravillosa III;'H|UÍ-na de sutiles com^ilejidades, Kl ciiu m;i < s <l mágico cincel que nos revela rl Mtdadirn es­tilo de un espíritu a través de ¡a preciosa ar­cilla de los cuerpos: tema supremo de poesía,

al lado del cual son tcxlos los otros apenas unas graciosas pajaritas de papel.

IV

Las pa/labras, como esas resbaladizas pasti­llas de jabón, como esos huidizos peces de la genial gruegueria de Ramón Ción^ez de la Ser- !'•« exacta temperatura na, se nos van de cutre los de<los. Las palabras se nos burlan di-di- el fondo de la humilde jo­faina lírica donde fraguamos nuestras menu­das tcmi>estades metafóricas. Cuando creímos bahcr tropezado con una firme estructura ver-f)al, nos cncmitranws con un poco de retórica en la niaini,.. i Por qué no dejar al cinema que traslade intactos, a la pantalla, nuestros \x-Ilos fantasmas? Sin palabras—¡hallazgo divi­no!—ha encontrado el ciucnia un idioma emo cional del más puro lirismo. ¿Quién leyó una pastoral más bella que un;i csroiia cimipi -he de Huster Keaton? ¿Quién leyó un poema tan patético que pueda superar en belleza a la cena "quimérica" de Charlot?

La poesía fué reduciendo sus circidos, por desgaste de elementos expresivos; fué redu­ciéndose a deliciosas, pero poco menos que in­significantes, cascaras de nuez. Los grandes te-nras habían liuí<lii ,, Pero, ¿pcidían huir para siempre los grandes temas? ¿No era patente que nuestro desdén hacia ellos nacía de una pertinaz, de una monótona reiteración de ele­mentos de exprtisión? ¿Cómo iban a huir los gr:uHlrs tenias si cmi ellos huía la soberana pal­pitación del nmndo?

Vuelven' los grandes temas, pero—¡ ay!—no vuelven para deslizarse por los viejos rieles de rsvi {.alsillas retóricas de la estrofa. Los gran-

Hi'icos se rcfutiiaráii <'n e.sus gran­des cstu'iios donde se siembran enormes pu­ñados de chetjues para que brote un iHicma.

ante la txdleza de los otros. Pero ol cinema salie recoger todos los latidos. ¿Color? Qutxle pava los pintores. ¿Música? Quede para el arte musical. ¿ Pensamiento ? Quede i>ara la prosa. El poema puro HM e. ^la^ •(lic iiu rsiremeci-miento, y to<lo estrcnu-eiiiuciitii halla, • nnu nun­ca, en la pantalla, su admirable zigzag, iU hoja

V "¡Platero y yol Ultimo poema de la lírica

española: Tu siKesor acudirá a la pantalla, donde, pai ^ ¡untarán mujeres deliciosas, DIO, vivaces as­nillos de "cristaJ", como in soñabas. El cinema tendrá a mano el telar de los sueños. C)ro, plata, brillantes, todo 'o que el reclame a! fe­nómeno iKiétic^ 1 digniticada y enriquecida- ¡uc merezca ser tu sucesor, <iue sea arrastrar tan opulento Cortejo, sólo V". eri),> pnr un espíritu eiiiu'io ¿le •--,.

Tu sucesor lo e.scnbua otri eue po­drá llamarse Batuielaire, o .món, o Luis de (lónjíora, o Charlot... Une, en liu, ,'e e.sos seres, cipaces de renovar d.- i-eicar cuaJ quier libro de fábulas, cualqiii • gia".

El cía. • ' r laiurica,s ca­rrocería: , i de inconfvm-dible, i\. lita, ai 1 .i'ii-ad.'s de la lierra, arrehat.nio-. .1, ,,eiiio ( llaniio ilel arte. ZeuJ mismo, aun el vanidoso Narciso, no Jiodrán to­mar parte en la nueva "Mitología", si no cam­bian la retórica por la fotogenia. El nuevo poema lo oí I'

fin el [xieta logrará en el mundo que su invención ba^a correr fuentes de oro. El ver­dadero poenia M- escribirá cn la pantalla, ICl poema puro no es más que un estremecí-palpitación de un ser ante su propia belleza o

visión, ne • • ser traií que las paí.iUr.

I ia cinta la mancillen

I.t |-.NJA\11\' J .ARNES

1 es 'drá un

Biblioteca ibérica de "La Gaceta Literaria"

Pedidüs; Espaia-Calpe S. A. Madrid,

Page 4: La Gaceta Literaria (Madrid. 1927). 15-11-1927, No. 22

LA G A C E T A L I T E R A R I A

LIBROS ESPAÑOLES

J U L I Á N R I B E R A : Historia de la música áríthe nwdiei'at y su influencia en la espa-nofci.—Editorial Voluntad. S. A., Madri-i, afjo 1027.

l 'ierra así el prólogo del libro D. Emilio < <arc!a Gómez, profesor auxiliar de la Univcr-•iilad de Madrid:

"El presente volumen es una síntesis, desem­barazada de todo aparato crítico, que resulta­ría arduo para los profanos, de las dos obras inencionatlas—"La miisica de las Cantigas" (Madrid, lyaa) y "La música andaluza me­dieval en las canciones de trovadores, troveros V niinnesinger" (Madrid, 1923-19^5)—. Ofre­cemos aquí, comiiendiada, al gran público de lenRua española, la genial interpretación de la música de la Kda<i Media, que debe la cien­cia a 1). Julián Ribera, a quien aclaman y veneran como inHcstro todos los arabistas de España." •

Las precedientes palabras expresan, concreta y claramente, la índole d& este estudio, de sumo valor para la técnica musical—sobre todo en lo que concierne a la historia de la música española.

El autor afirma en la "Introducción" que ha escrito para este libro, que "el arte musical de los pueblos musulmanes deriva (como se prireura demostrar en esta obra) de los siste­mas persa y bizantino, los cuales debieron ser herederos ilc lus de Roma y Atenas".

"Líi Espíiñri arti.stica de otro tiemiio—at"iade— es, pues, el rcxo central que relaciona el arte ;inlÍKiio c.m el n-ioderno. Los grandes músi­cas and.ihi.is <le la Fxiad Media, no sólo su­pieron conservar e! ¡irte (|ue recibieron pfir he­rencia, sino iraTisforniarlo y renovarlo, inven­tando una forma popular a propósito para que sus címiposiciom's se difundieran y divulgaran. !' • ' . popular en todas las na-

!o es aún al presente, no ixirijiif i/>. la hayan cfmipucsto, sino porque to'! ••iidieron y ejecutaron con cariño, iiiM pusfarla, admirarla y re-pftirl,: 11 por considerarla como cosa pro])!,.

Tal; principios m que basa su es­tudio t. , arabista, los cuales quedan de­mostrados plenamente en el transcurso del li­bro, corrípuesto con todo acierto y con gran amenidad, no obstante lo árido del tema y las dificultades que necesariamente se encuentran cuando ha de hablarse de cuestiones musicales a los profanos en este arte.—C. A. Comet.

J O S É S U B I R Á : Mi Talle />i>íHa.tV-o.—Edito­rial Páez. Madrid.

Cuadros sencillos, dentro del marco de un estío en vacaciones. El escritor difícilmente elude la ingestión de las cosas. (Sin embargo, su di.sciplina consiste en eludirlas, en selec­cionarlas.) Reacción literalmente. Hacia lo ve­rídico—historia—, O liacia lo novelesco—fic­ción—. r-".l escritor siempre (stá vigilante, abier­ta su puen.'i a tf>do trá!K<,, t-u actitud de utili­zar ¡os materiales que entren por ella. Algo de aventadora. Algo de molino. (Pero que los cedazos sean estrechos )• no dejen pasar las granzas.)

José •• ' 'i»iid¡do, en bastidor lite­rario, í .nocionales de un rincón cerdefiés r.i imimi.) de sus cuadros es nujy pe^jueño—cuatro casas, cuatro vecinos. Un cer­co agreste—. Poca ci.implicación. Pero es lo misitKx El escritor ha puesto las cuerdas del ring—acotamiento • en el reducido imin-do de una aldea, entretenido en des­cribir y analizar „.., .,i>,,lentos. "Páginas es­pontáneas, sencillas c ingenuas, como el valle mi.wio", dice el autor.

Efectivamente, si de algo peca el libro es de falta de literatura (Picardía literaria.) Aca­so d Valle haya impuesto la pauta. Acaso fue­se cnnv-enienle dejar intacto el valle y sintpli-

e! escritor. Resultante: Naturalismo. > tiene el naturalismo mucho crédito li­

terario. Se prefiere lo artificioso a lo csjKjntá-neo, (Y en los nuevos Bailes ruso.s se Iiacen las decoraciones construidas, no pintadas.)

Pero a José Subirá no puede hacérsele re­proches de esta índole. El está acostumbrado a trabajar con la música—el arte más barro­co- -y sería ingenuo clasificarle en la otra ori­lla. .\f;is bien este libro pudiera ser—en su con­traste con l.i con/plicacióii—como im descanso. Como un reposo de estío a su laboriosa jornada jnusic;il • •••: —(-lo<lía fácil—^para descan.sar, para ei lespués de un largo período armóniíi,, ,. ¡....azón difícil.

Aunque el liliro carece de unidad de argu­mento, no se evapora, sin tmbargo, en pintu­ra. Está .sostenido por curtas fibras de narra­ciones, de anécdotas, que avivan de interés la monotonía del paisaje. Resulta ingenuo y ame­no. Igual que el valle. Y cotn,. seguramente, el autor no se propítiii;! ,, el propósito que<la cumplido.—Ar.

FRANri<^ . r r , ;,{•: C O S S I O : La rueda.-lm-i istellana. Valladolid.

(Durante , nos—diariamente—l>an-cisa.) de Co--' ;... ,.:.ido abierta una ventana <le sutilidades comentativas, en la primera hoja ---aríiuitectura: periódico—de El Norte de Cas­tilla. Gran labor; pequeño reflejo, líl periodis­mo de provincias tiene escasa proyección. No trasciende. Cuando C" leportado, yo pulsé este ronvertcimieie eonfundía con í-" herm:! María, escritor más contKÍdo, ••' pes;ir s reducido, tnás popular, aun

' leí público. Quede un elogio luminosidad de esa ventana

<i< (omdiMi!,).,. .\l)ierta sobre Castilla. Y con norma atidia y serena. Es df<-ir: CCJU norma de llanni

Alior;i : : li.-i ampliado h.-icia un_)j,iis,iH- ne níe.e'a, l'ero no ha catnbia-do de situación. Ni de luces. Mi siquiera de cortinados. La misma sutilidad. La misma p<in-deración. El mismo juego de e<)u¡libr¡o en las i<Ieas. Buenas cualidades para construir un artículo. No tan excelentes, sin embargo, para <-onstruir una novela. (Porque la novela re­chaza toda austeridad. I>be ser jugo.sá. Cálida. .Movible Gm inteligencia se puede construir un

sin sensibilidad, sin emoción de posible adornarle, Y el armazón

tle iiiü novela no debe ser <\c liierro, sino de cuerdas—nervio flexible-—, cum.. la arcjuitectu-

'.1 hahiüd.-i^l •'' 'r„vr. no un es;,;,, para ;,.: para su estilo. De est. lelicidad

• un posible coíilhcto de oiKxsicióu entre las exi-geticias emociotiales de una novela y el trata­miento ívl ' ^itor--como él—atempe­rado a !:. omentario periodístico. Podrá iiij ):\i>i:,i ei módulo empleado. Pero situándose en su cardinalidad, es preciso re­conocer que su obra os una buena novela.

^ Procediinicnto piramlelianamente ingenioso: .Kl .sabio que después de muchas orgías de nú­mero* de.scubre la ecuación del porvenir. Reali­dad de una ñcch'.n ,..> -.rnia. Obteriir'- • '-: ' ise, ya csiá la no. ircha. Coi: • ils bnliifsf ;i'v,M I • . ,.,.,¡i(lo. Co.ssi..- •.,„.-. ..jus­tado la—abarca .solamente la vida de " " >' nririno. Y la vida del propio sa-

.redándose en su sabiduría. idor de matemáticas, «c mir.

(¡i.iiiión ii.li/.. Ailxiladura de la novela en movittTtento. caben en '-n radio iiifin': ' ' multi-

•.do ma-yot Juüetintjco ii:- .. ¡Jiolublemente,

con ello ha disminuido la pereza creacional del personaje, admirable, a pesar de todo.

Novela sin alturas de emoción. Pero sin fo­sos de vulgaridad. Por todas las páginas, un estilo de distinción, de precisión, de razona­dora serenidad. Dominio. Maestría. El Cossío comentador—lleno de imparcialidades y sutili­dades—^lia hecho en esta novela los juegos más limpios de su ingenio.—Ar.

LIBROS PORTUGUESES

P R O F . F I D E L I N O D E F I G U E I R E D O : Historia de la Literatura portuguesa. (Tra­ducción del Marqués de Lozoya). Un tomo, I I I libros, 63 capítulos, 380 páginas, 61 figu­ras y 16 láminas. Editorial Labor.

La cultura peninsular ibérica cuenta, desde la aparición de este bellísimo manual, con un factor de avance que contribuirá a realizar la anhelada unión sentimental entre Portugal y España. Cercano en el orden ge<igráfico, el país lusitano había estado, por desgracia, más distante de la atención española que otros paí scs, dotados acaso de cultura más atrayejite, pero nunca tan afines al nuestro como Portu­gal; donde, con la natural diferencia de mati­ces, hallamos planteados los mismos problemas culturales de España.

La literatura, que contaba con brillantes^ es­tudios monográficos acerca de literatos y éjx)-cas históricas—recordemos de pasada la meri-L'sima labor de Carolina Michaclis, de Rei-nhardtstoettner, y del propio Fidel ino—, carecía, hasta la publicación de este manual, de una f;uía sentimental que orientara a portugueses y eílranjeros jxjr la selva literaria lusitana. La-bir difícil, ésta de hacer un manual de síntesis sobre tan densa y sugestiva materia, por la casi imposibilidad de adoptar un criterio de general aceptación que permitiera apreciar exactamen­te los diversos valores.

Y, sin embargo, el problema ha sido airo­samente resuelto, gracias a la vasta erudición >. sobre todo, al fino sentido crítico y estético de Figueiredo. Con un criterio clevadisimo de­fine cuáles, de entre las figuras literarias por­tuguesas, pueden considerarse animadas de un valor universal, cuáles otras harán vibrar sólo, con ima airdialidad más intima, a los lectores (icninsulares ibéricos, y cuáles, en ñn, emiten destellos exclusivamente lusitanos. El hombre culto que, deseoso de conocer la literatura por­tuguesa, aspire a llevar junto a sí un autori­zado mentor en esta agradable ruta, debe leer el manual de Figueiredo, donde, al mismo tiempo (|ue una valoración ponderada de lite­ratos, estilos y éix)cas, hallará indicado el or­den en que deben realizarse las lecturas de acuerdo con la sensibilidad del hombre mo­derno.

Un nuevo y luminoso ventanal de comunica­ción con el exterior representa el reseñado manual de "Historia de la Literatura portu­guesa", que iwr igual interesa a Portugal, a Brasil y a España: un nuevo y plausible avan­ce también de "Editorial Latxjr", en cuya Biblioteca de Iniciación Cultural la obra de Figueiredo viene a añadir una valiosa obra de síntesis a las ya existente sobre "Literatura italiana", "Literatura inglesa", " L i t e r a t u r a alemana" y "Literatura latina". El anuncio de próximas publicaciones sobre "Literatura es­pañola", con estudios de González Falencia, Sáinz Rodríguez, Díez-Canedo, (jómez de Ba­lsero, Antonio Machado y otros eminentes es-ritores, permite augurar, para un porvenir

muy cercano, la posesión de síntesis análogas acerca de nuestra literatura on forma digna de España y de la justa atención que merece del extranjero.—Z.

LIBROS AMERICANOS

E N R I Q U E M. A M O R I N ; Tráfico. Editorial Latina. Buenos Aires.

Los recursos que el autor tiene en la im­prenta son admirables. El papel pluma es ca­paz de hacer un libro de doscientas páginas con el contenido de un folleto. La diversidad de tipos permite que el texto sea distensible. Y después, la poca exigencia del autor le ayuda a cimfeccionar el libro: bastan unos cuantos recortes de banalidades publicadas en diversas revistas. (Pero el buen libro no es éste. El li­bro puede ser ensayo, vacilación, fruto verde — insazonado y agraz—, desasosiego, tanteo, ingenuidades. Lo que nunca puede dejar de ser un libro, es esfuerzo, disciplina, trabajo, lucha intima. Posiblemente fácil. Pero nunca hecho con facilidad. Posiblemente ligero. Pero nunca hecho con ligereza. Es decir, un libro no pue­de ser confección. Antes de nada, debe ser emoción.)

l'^ste es el caso del Sr. Amorin, escritor ar-gentiito, muy estimado en el círculo extenso de lectores de revistas burguesas. En general, toda la producción argentina aparece dañada de esta misma ambición de producir, de confeccionar. Las facilidades editoriales pueden ser—son, a veces—un grave perjuicio: facilitan la abun­dancia, con daño para el reposo y la madurez que debe tener toda obra. En Francia, donde la producción media es buena, los editores—^ge­nerosos y avispados ; buenos editores — bene­fician el mercado. En Buenos Aires, donde la producxión media es mala, le perjudican.

Tráfico es un libro de poca importancia, he­cho de retazos, de recortes ya publicados por el autor. El tema—motivos de ciudad—es sim­pático. Pero Amorin no obtiene de él mucho rendimiento. Aca.so por precipitación. Acaso por falta de personalidad. A veces se refugia en él gastada cistierna lírica. Otras, influen­cias Buenas influencias—apunta hacia un esti-' i'ridado y moderno. Pero ni lo lírico

.inalizar a la ciudad. Ni lo moderno logra superrealizarla.

Nada de negaciones. A pesar de ello, la obs­curidad no es absoluta. En Amorin se nota un reciente propósito de virar su estilo hacia los caminos modernos. Por sí solo, esto ya es dig­no de elogiarse. Es posible esperar buenas rea­lizaciones cuando el autor se halle completa-m e n t e parcializado, modernizado. líntonces comprenderá que es preciso exigirse a uno mis­mo, no libros para aumentar la producción, sino obra.s -logradas, sazonadas—para aumen­tar l;i calidail y el prestigio.—Ar.

LIBROS YANQUIS

SINCLAIR L E W I S : Elmer Gantry. (Har-court, Brace & Co., New York, 1927.)

Las alrn.i- saniíi! roñas de los tartufos se han estremecido de ir,i con la publicación de Elmer (uuilry. El aiUoi de esta volteriana sátira de la hii»)cresia religiosa arremete encorajinado a los pasteires que ejercen su sagrado ministe­rio con fines exclusivamente lucrativos, des­cargando sus más furibundos mandobles sobre los bauti.stas y metodistas, cuyos manejos y po­litiqueos linn llegado a serle familiares, gracias a la paciencia, excesiva quizá, con que se ha documentado. I. ) que más irrita al novelista es el cinismo de estas sectas, que protegen a un liorrico elocuente, como Elmer Gantry, con el único objeto de explotar su ambición y su mundología. Hombres así son los que el pro­testantismo busca. Eficiencia ante todo. Elmer, astuto y charlatán, parece capaz de sacar a flote en poco twmpn la iglesia más ruinosa, y esto basta para (|ue le presten decidido apoyo, sin ni.is escrúpulos ni miramientos.

' ' ' 1 originado agrias polémicas. licito presentar a un Gantry,

•••I '" '-" Me usadas y doncellas, tramposo y l)orrachín, como prototipo de las doctrinas a <im' sn, r^lvameiife pertenece. No sería difícil ''' iiie se f-ata de un caso aislado, po­

sible siempre. .Sin embargo, los presuntos ofen­didos prefieren desahogar su cólera, fulminan­do a ciegas tontas maldiciones y amenazas con­tra el autor de la sátira. Hasta se le recomienda (|ue no vuelva de Europa, dándole a entender que será apedreado y escarriecido. Con esta errónea táctica del insulto y la bravata, quien sale ganando es el socarrón de Mr. Lewis, a quien, sin duda, la protección del diablo hace invulnerable.

Como novelista, el creador de Babbitt acier­ta, principalmente, en el detalle psicológico. La trama de sus novelas, minuciosas y amazaco­tadas siempre, no puede ser más simple. La última no aventaja a las anteriores en compli­cación dramática. Elmer es un mocetón for­nido, t.an dado a usar los puños como a empi­nar el codo, y más aficionado a frecuentar las casas de sus amiguitas que las clases del pe-(iucño colegio donde estudia. Las oraciones de su madre, combinadas con los vapores del brandy, le arrastran a la iglesia, de cuyo senrt le aparta pronto cierto lamentable incidente, que le convierte, de la noche a la mañana, en viajante de comercio. Dos años después le vuelven al aprisco los negros ojos de Sharon P'alconei, bella evangelista que recorre los pue­blos del Middle West predicando la buena nue-\a. Sharon, que es una comedianta de cuerpo entero, y por añadidura bonito, sabe excitar la histeria del público con juegos de luces, him­nos celestiales y túnicas vaporosas. Su fama crece de día en día. Los ingresos son enormes. Elmer, seducido por los encantos de Sharon, decide compartir con ella la cama y las ga­nancias, lo cual consigue sin mayor trabajo.

empezando por lo primero. El ex viajante cree tener en la mano un porvenir esplendoroso, cuando la inesperada muerte de su querida, que perece abrasada en plena sesión evangélica, da al traste con sus ambiciosas esperanzas. Hom­bre de suerte, como todos los pillos, tropieza al p(3C0 con el reverendo calabacín Toomis, obispo metodista, que le adjudica la iglesia de tm pintoresco ptieblecillo. Allí se casa Elmer con una mujcrcita ñoña que no le quita el gus­to de las otras. De-sde entonces, la vida de aquel sinvergüenza es un continuo éxito. Sus mangoneos y triquiñuelas le suben desde el obscuro pulpito aldeano al pastorado de un gran tabernáculo en la creciente ciudad de Ze-nith, donde el autor le deja camino de conver­tirse en un cacique metódico que acabará por meterse la nación entera en un puño.

Desde joven sufre (iantry la desazón de re­cabar autoridad para dominar al prójitno. Com­prende que la iglesia puede darle el p<xler que ansia, e ingresa en ella sin más vocación que la de medrar a su sombra. Su ignorancia es supina, pero como no tiene pelo de tonto, las cuatro cosas que sabe las dice con voz sonora y grandilocuente. Su misma incultura, ponién­dole al bajo nivel de la masa, contribuye a su éxito. Pastor a la moderna, en el apogeo de su carrera triunfal, adopta todos los adelantos de la mecánica. Se sirve de la máquina de su­mar para hacer el total de las almas salvadas, y anuncia su iglesia como una barraca de fe­ria. Con toda su listeza, no puede evitar que varias veces le sorprendan in fraganti, pero él se las arregla para salir de cada acusación nue­vamente coronado de laurel. Sus canalladas le sirven de reclamo, y el sínodo metodista tiene que hacer la vista gorda, porque a un hombre que cuenta entre sus feligreses a los más in­fluyentes ricachos y a las más encopetadas sc-ñoronas de la diócesis, hay que perdonárselo todo. 1.^ primero es el negocio.

Entre la caterva de personajes, todos admi­rablemente observados, que rodean a Gantry, .se destaca la citada Sharon con su triple per­sonalidad de evangelista, bussiness-tvoman y amante, tipo que puede parecer falso, aunque seguramente no lo es. Los que conocen la vida americana a fondo saben que la realidad sobre­pasa la íantas',^. d;' cualquier novelista. Sharon, con todas sus extravagancias, es una mujer de carne y hueso—de más carne que hueso—, y no vale ponerlo en duda en un país donde se re­verencia a Miss Edditt y a otras alucinadas por el estilo.

Menos aún se puede dudar de autenticidad del protagonista. Con Elmer Gantry tropieza uno a cada paso: en el hotel, en el club, en la calle, y aunque él, un poco fatigado de su po­pularidad, procura esconderse, no logra pasar desapercibido. Todo el mundo le reconoce, todo el mundo le señala con el dedo. Su apellido se adjetiva ya para calificar al pastor ignaro, za­fío, mujeriego y fariseo.—Robles Patos.

LIBROS ALEMANES ^ ^

T H O M A S M A N N : Pari.H'r Rechenschaft. S. Fischer Verlag, Berlín. 3,50 mark,

"Es solamente para que no lo olvide...", em­pieza el pequeño libro. Introducción de un dia­rio. Recuerdos de un viaje a París, que mu­chos tomaron a mal por gustarse en ver con espíritu de partido una misión que se ocupa de todo—menos de espíritu de partido.

¿Qué es lo que no se'debe olvidar? ¿Qué po­cos años después de la guerra pudo ir a Fran­cia un escritor alemán de primer orden y que se le recibió alli bien? Eso no debía valer la pena de no ser olvidado. ¿ Los discursos que pronunciaron Mann y los franceses? Los leí­mos, palabra por palabra, en la Prensa.

La cita. La cita de dos potencias sobre el terreno sutil de la natural desconfianza, ¿Tho-inas Mann no es Alemania? Claro que no. Los señores que lo festejaron, que lo conocen tam­poco, son Francia.

En este rendez-vous se encontró tanto de Alemania como de Francia. Dos potencias in­telectuales de diferente tensión. Es lo bastan­te para ser retenida en la mei.i -la.

No es costumbre de Mann redactar docu­mentos históricos. "Pariser Rechenschaft" es una novelita de estilo y fuerza como las de­más obras de este autor. Tiene la ventaja de ser una novela que habla en primera persona y de tratar de figuras que, en realidad, viven o han vivido.

Respecto a la acción, es Thomas Mann un escritor tan acabado, que la del "Zauberberg" no es menos auténtica ni más falsa que la de "Pariser Rechenschaft". Lo que un poeta for­ma es verdadero. También y sobre todo cuan­do se trata de historia.

"Pariser Rechenschaft" es para nosotros una novela con material histórico, en cuya ter­minación lleva parte el autor. Según deja en­trever, esta participación es pequeña. Más aún que todas las demás obras de Thomas Mann, este trabajo es la novela de la modestia.

Deseando no destacarse en colores demasia­dos vivos, ni en el autorretrato, ni en los re­tratos de los demás, teje Mann el gran acon­tecimiento en los pcquei'ios temores sociales.

Painlevé fraterniza con Marm en esta nove­la del encuentro histórico. "¿Pero qué quiere

X usted con personalidad?" — escribe Mann una frase del "pequeño matemático"—; "si la in­dustria me da 200.000 hombres y las pertene­cientes ametralladoras, también le hago yo per­sonalidad..."

La obrita, que no txisca efectos ni coloratu-ras literarias, muestra la gran sensibilidad de Mann. Un solo cuadro a! pastel es este circulo de saludos oficiales, banquete.;, reuniones, j. u é-micas. Solamente en sus colores, no en su fuer­za, son diferentes los sonidos. Fina y amable; sin buscar luchas analíticas por segundas cau­sas, sólo creando una superficie armónica, se desarrollan estas páginas, que se pueden olvi­dar, pero que nunca se olvidan. — Máximo José Kahn.

K LIBROS HÚNGAROS

LUIS (LAJOS) N A G Y : El hombre salvaje. Edición del autor. Budapest, 1926. 156 pá­ginas.

Luis Nagy es el pintor amargo del proleta­riado intelectual de la capital que se consutne en la nostalgia dolorosa y exasperada hacia la belleza, el amor y la luz. Sus cuentos, reuni­dos en. siete pequeños tomos, forman una rica variación del mismo tema: la miseria sexual, la pobreza degradante. Su estilo es claro, lim­pio, enérgico, desnudo, que huye del falso li­rismo.

"El hombre salvaje" es un publicista de pro­vincias, formado física y psicológicamente por el mismo autor y por su amigo, el obrero-poe­ta comunista Carlos Gallovich, víctima de la contrarrevolución blanca. La novela es el a la­dro bien pintado de una ciudad de provincia, con su corrupción, sus luchas alrededor del di­nero y de la mujer, sus medio-intectuales, su socialismo latente — una ciudad de provincia húngara en los años que precedieron a la gran guerra.

Luis Nagy anuncia su próxima novela con este título tan característico para su credo: "El dinero todopoderoso".

S E G I S M U N D O (ZSIGMOND) R E M É N -Y I K : El séptimo mes. Budapest. Edición "Uj Fóld" (Tierra Nueva), 1927. 56 gran­des páginas.

Fuerte influencia rusa; ambiente de "Nie­bla", de Leónidas Andreyef. Miseria, desola­ción, pesimismo, nihilismo: miseria material, miseria sexual. Estilo expresionista. Sensuali­dad degradante. Brutalidad dolorosa. Exaspe­ración que rompe las barreras. Marx, revolu­ción, nueva religión del comunismo.

Estas son mis impresiones al leer la novela corta de Reméyik, primera obra que conozco de él. El catálogo anuncia dos libros suyos en castellano: "La Tentación de los Asesinos" ("La Tour Eiffel", \'alparai,so de Chile, 11)22) y "Las Tres Tragedias del Lamparero Aluci­nado" ("Agitación". Lima, 1923). ¿Los cono­ce alguno de los lectores de esta GACETA?— A. R.

LIBROS FRANCESES

F R A N C ü I S - P A U L A L I B E R T : La Prairie aux Narcisses.—Les Cahiers du Sud. Mar­sella, MCMXXVII .

Después de haber leído estas páginas, ago­biantes y frías, una sed escamosa restalla en el asendereado espíritu. Es una sed injusta, como la que nos llaga entre las suntuosidades humillantes y duras de los vastos palacios opi­mos y nos lija el deseo de grandezas; esa sed que no puede saciarse, pues para ella sólo se percibe, muy de lejos en lejos, una brevísima gota de signo.

En la hoguera apagada, la ceniza combusta late como un vientre, pero esta hoguera ex­tinta es un vientre hambriento. Tras consumir­se en ella infinidad de substancias, ninguna ha dejado vigores: desaparecerá pronto, roída por el anónimo y el desaire, como tantos remoli­nos de indigencia.

Tejer los hilos fáciles de la copiosidad más próxima y exponer, al fin, un tapiz cargado, re-bo.sante de perfección, no supone logro. Y no 10 hay en esta obra, plasmada por el mismo' método.

Cuatro cauces monótonos, de secos y polvo­rientos alejandrinos, limitan el libro — "La. Prairie aux Narcisses", "La Passante endor-mie", "Le Puits et le Laurier" y "Le Bois Vierge"—, por los cuales se desliza una linfa sosa, sin matiz ni arrojo, y únicamente alguna vez un jugo válido.

En "La Prairie aux Narcisses" apenas ima paz campestre verdea en estos versos:

"Ainsi, tout couronné de grappes et d'odeurs, 11 se plie, et sa forcé indolente et pámée S'exhale dans l'erreur de son ame embaumée."

"La Passante endormie", opaca y desfalle­cida, se mueve con lentitud, toda obscurecida de pliegues,

"Dans une égalité fúnebre et souveraine."

"Le Puits et le Laurier" es un diálogo fra­terno, pueril, prolijo y ampuloso, sin asertos ni firmes efusiones.

Y "Le Bois Vierge" es como turbado retor­no a la quietud estéril del comienzo.

Tal se muestra este haz de versos, que ha nacido exánime.—C. A. Comet.

R O G E R V I T R A C : Cruentes de la nuit. Les Cahiers du Sud. Marsella, MCMXXVII .

La noche es cruel como un águila. Como un águila ingente, amplísima de calor y de la­tido, la noche, elevada sobre si misma, enno­blece la crudeza y el rigor, tornándolos am­paradores, plenos y graves. La noche es mar para redes ciegas. En la noche aprensada re­fugiase un navio erizado, de amores jadeantes y caudalosos, en los que tiembla, sobrio y magnífico, el faro aspado de las violencias mu­das ; en la noche, custodia y encumbrada, ani­da un archipiélago de gritos contractos y sus­pensos, encadenados en un cúmulo quieto de goces mártires. Por ello, la noche es cruel; de una crueldad mayestática y libre, sin fron­teras de cordura ni de temores; de una cruel­dad admirativa y apasionada, ascensional e im­petuosa. "Le mal est dans la lumiére"—afirma el poeta. Cierto. El mal—el mal pasivo y sin antenas—está en la luz, fugaz y aturdida. La luz no es cruel, porque es deleznable y anto­jadiza como un venablo prematuramente de-ciso; la luz es traidora y solapada, como una calumnia fofa. En la luz se evapora toda tur­gencia y se resquebraja todo propósito. La luz es resbaladiza y epidérmica, y la noche com­pacta e intrínseca.

Esta crueldad que congrega el poeta no es la crueldad rala y torpe de las anemias tem­peramentales, sino una crueldad continuada y .solemne, ebria y audaz como una voluptuosi­dad morbosa y ancha. Instituye, detiene una crueldad insólita, una crueldad abstracta, úni­ca, incólume, que reside en el verbo y refrac­ta en el espíritu.

"Au dessus de la fumée I'autre de chaii Je tue au mílieu du sommeil goutte á goutte ó le gai le sang te pare de colliers autour de la mer Promenade Les frissons prisonniers d'oi.seaux Un peu d'écume sur le cou sur la bouche."

Así comienza el libro. Y en estas palabras, en tales expresiones, vibra un timbre pavoro­so, con un grito largo e interno, hecho hari­na de ofrenda y extenuación, que sala y salte­ria todas las .páginas eucarísticas. — C. A. Comet.

Aparecerá en breve el

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Se recrigen en r! ])rimcr volniíien de- esta publicación, multitud de orig'inales literarios, en buena parte inéditos, cscritDs expresamente para el ALMANAQUE DE

1.AS ARTES Y LAS LETRAS, el cual va imiy profusamente ilustrado con reproduccio­nes plásticas del más alto valor estético.

El ALMANAQUE DE LAS AKTES Y LAS LETRAS aspira a ser el fino amigo de todo aficionado al libro, un rico exponente artístico y literario, y el mediador má* fiel, durante el at'io 1928, entre autores, lectores y editores.

EL

ALMANAQUE DE LAS ARTES Y LAS LETRAS aparecerá en los últimos días de noviembre

Precio: 4 pesetas ejemplar

MAPA HISPANOAMERICANO DE REVISTAS

LIBRERÍA ESPAÑOLA EN PARÍS León Sánchez Cuesta

10 , Ru« @ay Lussac

Admite encargos de libros de todos los p.'tí.ses e impresiones de todo género.

REVISTA DE O C C I D E N T E (Madrid).

V.n su número de Octubre comienza a pu­blicar la "Revista de Occidente" una interesan­te novela de Antom'o Espina, titulada "Bacan­te". Tambiéh inserta el primer capitulo de la magnífica obra de Worringer, "El arte egip­cio", que aparecerá en breve en las ediciones de la misma "Revista". Completan el número originales de Max Aub, Ramón Gómez de la Serna, Fernando V'cla, Benjamín Jarnés, Er­nesto Giménez Caballero, Francisco Ayala, J. Gómez de la Serna y Favre, Juan Chabás, Esteban Salazar y Chapela y otros.

Entre las notas, señalemos un considerable estudio de J. Gómez de la Serna y Favre acer­ca de la Iransíormación del Estado italiano, y otro de Fernando Vela acerca del libro de Francisco Brcntano "El origen del conocimien­to moral", cuya traducción castellana acaba de publicar la misma "Revista".

I N V E S T I G A C I Ó N Y P R O G R E S O (Madrid, núm. 8.)

"De los orígenes de la leyenda de "Bar-laam y Josafat" en la literatura espai"iola", por el Dr. (Jerhard Moldenhauer, de la Universi­dad de ílalle (Saale).—"El problema de Tar-tes.sos", por el Dr. Albert l íerrman. Profesor de la Liiiversidad de Berlín. — "El origen de los meteoritos", por el Profesor R. Schwin-ner, de la Universidad de Graz.

LEY (Madrid).

(Entreyas de capricho.)

Poesía "por entregas": El último delicado "capricho" de nuestro gran capitán lírico Juan Ramón Jiménez.

Un sobre lleno de sorpresas: Poemas de Al-berti, de Altolaguirre, de Ramírez Cabanas, de Carmen Conde—en prosa y en verso—• Una curiosa "Aforústica y Epigromética" de José Herganu'n. V seis bellos suplementos de Jorge (iuillcn, Wladysiaw Jahl, Salvador Dalí, Sole­dad Salinas, Benjamín Palencia... y " " fotó­grafo desconocido que nos presenta a Pedro Salinas con bigote, también desconocido.

"Amistad, justicia, poesía, van bien, juntas o separadas, como verdad y belleza—dice en una nota preliminar Juan Ramón Jiménez—. Ley en sus señales y elecciones de lo inédito v lo publicado, creación y crítica de la juven-"ttid española, no tendrá en cuenta ética ni afecto, sino estética, exactitud y hermosura."

Y al final: "Estas "entregas de capricho" son un i » -

quito caras, caras, bastante, muy caras, carí­simas. Cuestan algo más o menos que un ciga­rro, una carrera de taxi, un refresco, un sillón de cine. Y habrá que tomarlas, quizás, si no diariamente, como estas otras cosas, con re­lativa frecuencia."

Así sea.

P A P E L DE A L E L U Y A S (Huelva, números tercero y cuarto.)

Esta joven revis i de Huelva, cada vez más interesante y vivaz, ha publicado sus dos últi­mos números con un escogido sumario: "El boxeador y su ángel", Franci.sco Ayala; "Va­rita de Virtud", R. Porlán y Merlo; "Las lar­gas de Rafael" (El Gallo), Gerardo Diego;

F.l rigodón bajo las tres arañas" (esquema de Ballet), César M. Arconada; "Romance de jos siete niños de Ecija", Fernando Villalón; 'Tangos gaditanos", Eugenio Montes; "Mí­nimo común múltiple", Antonio Espina; "San Serenín y sus pájaros", Rogelio Buendia; "Asesinato y suicidio", Rafael Alberti; "Lla­nura", de Manuel Altolaguirre; "Ducha y Ci­nema", Benjamín Jarnés; "De la dulce Ingla­terra", Lucliy Muñoz Vargas ; "Quijotada", Juan (ionzález del Valle, y "Madonas", de Luys Santa Maria.

El número viene valorado con un notable di­bujo de Barradas.

S Í N T E S I S (Buenos Aires.)

El número 5 de esta revista bonaerense pu­blica el siguiente sumario:

"E l traje de la Virgen", de Martín S. Noel.

"Biela", de Benjamín Jarnos. "Cuatro roman­zas", de José Silvestre. "La técnica socrática según el banquete de Platón", de José Gabriel. "Doce poemas nuevos", de Evar Méndez. "Motivos de arte", de Ricardo Gutiérrez. " E n la fragua", de Carlos Rébora. "Una supuesta conspiración de franceses en 1795", de Caillet-Bois. " E n defensa de la mujer", de Aaron Spivak. "Los Ermitaños", de Félix de Amador.

Completan el número copiosas notas de arte y bibliográficas, entre las que destacamos una semblanza de Jarnés, subscrita por Guillermo de Torre.

R E P E R T O R I O A M E R I C A N O (San José de Costa Rica, números 13 y 14.)

Semanario de cultura hispánica que se pu­blica en San José de Costa Rica. Colaboración de Unamuno, Pijoán, Araquistain, Sanin Cano, Vasconcelos, Alberto Guillen.

U L I S E S (Méjico, número 3.)

"Pececillos rojos", poema de González Mar­tínez. "El Irracionalismo", de Samuel Ramos. "Prosas" , de Torres Bodet. "Return Ticket" de Salvador Novo. "Dibujo", de Jorge Cuesta. "Fragmento de sueño", de ViUaurrutia. Con­tinúa publicando las agudas notas del "Curio­so Impertinente", que transcribe las opiniones acerca de Góngora —publicadas en la GACE­TA—, de Unamuno, Baroja y Valle-Inclán.

Entre las prosas de Bodet, señalamos "Do­mingo", donde nos tropezamos de nuevo con Margarita, la sugestiva Margarita de Niebla, heroína del libro que con tanta complacencia lian salioreado todos los buenos catadores de prosa castellana.

LA CRUZ DEL SUR (Montevideo, núm. 18.)

Poemas de Julio J. Casal, Frugoni, Laspla-ces, Jernaldo, Carlos Alberto, Mastronardi y .Vlergault. Prosas de Pedro Figari, Clemente Estable, Ramón Gómez de la Serna, Minelli, Eerreiro, Guillot, Silva Valdés, Radaelli y Mondino. Bellos comentarios críticos y repro­ducciones de Méndez Magariños, Arzadum, Aguerre, Midielena y Petrona Viera.

Una curiosa nota editorial coloca el meridia-11;) intelectual del mundo en Montevideo. "Si los porefios — dice — resisten con toda razón el papel de segundones, no tenemos motivos los montevideanos para hacer las cosas de otro modo."

De acuerdo. El meridiano intelectual está ahí, a disposición de todos. Cada uno puede colocarlo donde mejor le plazca. "La Cruz del Sur" imprime al debate un sesgo irónico que aplaudimos.

O R T O (número 18.)

Esta grata publicación quincenal, de Man­zanillo (Cuba), publica en uno de los números de Septiembre poemas de Alberto Aza Monte­ro, de la Hoza, Manuel Navarro Luna, Parra del Riego y López Pórticos, y prosas de Lavie, Felipe Rodríguez y García Agreda. Uno de sus editoriales comenta la afirmación de LA (¡ACKTA L1TKRARIA, que sitúa en "la traducción" el verdadero meridiano literario de Hispano-América. "La España de ahora, realmente, es —<lice—un amplio pensamiento que distiende sus músculos con una fuerza renovada y pro­funda; pero ese amplio pensamiento, sin duda alguna, desdeña esa frase que trata de implan­tar una hegemonía intelectual, sin pada en el fondo que lo justifique."

Transcribimos, lealmente, las palabras de Orto, sin comentario alguno.

VIRULO-MEDIODIA De Ramón de Basterra

Ediciones de La Gaceta Literaria

Pedidos: Espasa-Calpe S. A.

Precio: 3 pesetas.

Page 5: La Gaceta Literaria (Madrid. 1927). 15-11-1927, No. 22

w LA Q A C E T A L I T E R A R I A

S O L A N A p o r A n t o n i o E s p i n a

LOS ARGUMENTOS

Si la crítica periodística dispusiese de una campanilla como la que utilizan los charlata­nes en las barracas de feria para llamar la atención del transeúnte, yo aquí la empuñaría y agitaría con fuerza, gritando a voz en gri­to : ¡ Pasen a verla, señores! ¡ Pasen a ver la Exposición Solana 1 ¡ Pasen a ver los mejores cuadros cspafioles de nuestra época! ¡ Pasen y Tcan, y observen, y estudien esa pintura! ¡ hs la auténtica paleta española, profunda y rica; la única que queda en Europa arraigada a la tra­dición del gran arte de Velázquez y de Goya!

paletas profundas tienen voz de barítono, y al gunas veces de bajo. Y no importa—insisto en

En el país de Trajano Mucho se ha escrito sobre la Prensa latina talento, los dos jóvenes y decididos, han hecho

de "Gandirea" un gran órgano. El Profesor lorga, un sabio eminente, el hombre que es el htíaisrio viviente de cada día, durante nuestra visita al país rumano, y cuyas obra.s, tanto en rumano como en francés u otras lenguas, no tienen cuento, dirige "La Revista Histórica del Sudeste Europeo". M. lorga ha escrito una obra intitulada "Historia de los rumanos y de su civilización", que es indispensable para el conocimiento de las cuestiones latinas en la extrema Europa oriental.

Los diarios tienen a la cabeza "El Univer-sul", que dirige el actual n-/inistro de Justicia, Steliau_.Eapcsco, cuyos ojos vi yo humedeci­dos por las lágrimas al pedirnos con una sin­ceridad emocionada no olvidáramos a los ru­ínanos... Cuando en las fronteras de Rusia se sintió el olor de pólvora o de gases asfixiantes de la próxima guerra, y que se vio, durante

y en mil diversos sentidos. La Prensa española, que no se impone a sí misma censura alguna, ha expresado francamente su opinión sobre ciertos hechos y personas, no por medio de anónimas gacetillas a la manera hipócrita, sino en pri­mera página, valientemente. Usando el mismo procedimiento, y haciendo abstracción de co­sas secundarias y de desviaciones humanas, quisiera yo transmitir a todos en LA GACETA LITERARIA el grito de entusia.smo y el grito de alarrim que hemos oído en Rumania. Allá

ello—tener lo que se ha llamado paleta negra no se ha tratado de América latina o de Amé-o paleta luminosa para la profundidad o super- rica hispana, ni del predominio de París sobre ficialidad de ella. (Muñoz Degrain es lumino- i Roma, o de Madrid sobre Lisboa. Sólo al so y profundo; Mir, es luminoso y superficial, anuncio de que los treinta automóviles de los Zuloaga, es obscuro y superficial. Lizcano, es congresistas latinos iban a cruzar las calles, obscuro y profundo. Etc.) Se trata de una más de quinientos pueblecitos acudían entusias-cuestión, como he dicho antes, de estructura mados a saludar el paso de los periodistas, íntima, que la retina educada percibe, como el Las banderas de todas las naciones represen-oído percibe la estructura de los sonidos. En I tadas, sin omitir ningún Estado de América , cinco años como un pueblo descendiente de los cantantes, la cosa se advierte diáfana. Las ibérica, inscripciones, arcos de triunfo, car te-! Trajano, no gui.so dejarse conquistar y guardó notas altas o bajas, las da igual un barítono les—como en la antigua Roma—-, ostentando ¡ tenazmente su lengua y sus costumbres contra que un tenor. La "tessitura" es lo que varía, i los títulos de las periódicos (;oh la emoción ' los tártarQ,s y los turcos, mentalmente tomába-Esto es, la textura, la disposición, que en su ide ver pasar las palabras "Gaceta Literaria, rnos todos el comprorrriso de servir la causa traba recóndita se llama organización. | Madrid", en este pueblecíto de Transilvanial), rumana para no ver hundirse en el Este el

La pintura española ha sido siempre y ha multitud de aldeanos, gentes que ninguna pre- sostén de la civilización latina. Y M. Popesco, destacado, por sus grandes condiciones de in-i sión gubernamental puede dirigir, una nación que dirige el diario más importante bajo eí tensidad profundista. La riquísima y grave entera ha tributado a los periodistas latinos Punto de vista información, de Rumania, podía materia de los grises velazqueños nos atrae una inolvidable acogida, y^ ¡calificadamente hablarnos de la importancia de hacia su fondo, para hacernos gozar en la en- No se trata de pagar con palabras una nota su país como piedra de talla de! edificio latino trafia misma la contactación de su potencia y | d e banquetes gratuitos. Los regalos que han El diario "Unjversul" es político y contiene vitalidad. Desde ese fondo, y Aaria orn&a,! recibido los participantes al Congreso no son siempre noticias políticas generales. Pero ha despliega Velázquez su armonía. Jamas hori- HAÍS que muestras de productos locales. Y la creado un hermano menor de LA G\CETA L I -zontalmente por la superficie epidérmica de las visita de las minas: de sal, de carbón, de pe- , TERARIA, bajo la forma de un supleiríento gra-tonalidades. ^ trólco (minas aéreas), de pescados (las pes- tuito: "L'üniversul Literio", que—aprueba de

Pues bien. Esta clase de paleta profunda, querías milagrosas del Danubio), de trigo (las cultura—contribuye grandemente a la difusión tan hermosa y genuinamente nuestra, tiende a llanuras fértilísimas), de maderas (los Kár- del periódico. Actualmente, el suplemento li-desaparecer. Entre los muchos beneficios que patos) y... de niños (el menor pueblecíto está terario vive de su vida propia, gracias a los en lo intelectual y en lo sensible debemos a lleno), no .son más que golpes de vi.sta sobre un esfuerzos de un hombre advertido M Po-Francia y a Europa, existe tal indiscutible gran país cuya literatura está en rapport directo con pesco Necseste, ayudado por M. Perpessitzus perjuicio. Desde _el impresionismo acá, nuestra d pensamiento y con ciertas expresiones de Los escritores que componen la r e t ó i ó n son pintura castiza —en el único sentido honra-I forma de España. Y este contacto con la esen- lodos accesibles al gran público: Kretesco

cia de la tierra hasta sus entrañas, esta ins- Voineztzi, de TAcademia y poeta color del te-cripción de toda la vida económica de Rumania, rruño; Juan J^ilate, epigramista, que nos re-explica el sentido de la literatura rumana y de cuerda un hermano de Calatayud; Cincinat Po-sus aspiraciones. .^ , velesco, y otros jóvenes cuyos nombres han

I La Historia parece comportar menos casua- ' franqueado los Cárpatos: Celaríau, Cotruz, lidades que intenciones. Quizá no resulta in- Ziimfiresco, Vintíl, Paracivesco, Georges Sil

PffmiES AkEUli

ANDRÉS BELLO por E. Rodríguez Mendoza

Recorrer a Madrid con paso rememorativo, destino punto a su vasta lahrjr y a su larga es hojear .su historia, su literatura y su arte de la calle de un Rey se pasa a la de un Con­quistador, un poeta, un novelista, un pintor, y ya de regreso, al refundirse el peregrino en la Puerta del Sol, a la hora en que sardinas, relojes, sombreros, drogas y coñaques bailan en lo alto de edificios fernandinos o isabelinos el charlestón del affiche, luminosamente yan­qui, se ha hecho un cursillo otoñal de cosas y figuras antañonas, pegadas a la hora presente. Pero falta la clave clásica del arco hispano­americano entre tanto nombre de calle, plaza política o glorieta silenciosa y concurrida de gorriones: falta Bello.

Un concejal avisado notó ese vacío urbano

do y legítimo que puede darse a esta palabra— I viene debilitándose. Frivolizándose. Haciéndo-j se puro alfeñique y colorín de cupletista. Los

últimos pintores de verdadera substantividad de casta han sido Rosales y ese glorioso vie jccillo que anda por ahí olvidado y abandona do por todos—con sus ochenta años a las es paldas-Kiue se llama José Lizcano. (j Cuándo ' ' " " « " « el que la patria latina, situada al viu. as! como tambi^ una relubilítación en el renombre y el bienes- f^f^"* , oriente de las ferras de civilización ^ ™ : Í - _ V 1 ' " : Í ' 1 " ' . Í Í ^ / . ^ ^ L " ' Í ' ? ^ ^ ^ : ± ^ ' ^

Solana en sus tiempos da torero

tar para este Lizcano, solitario y desconocido del público y de los artistas nuevos?)

Aliora, el representante de esa pintura subs­tantiva y castiza es Solana.

/ I I I I

I UN MOMENTO ZENITAL

Las sugestiones a que se presta el tema de este artículo son imiumerables. En otras oca­siones be tenido la de hablar de variados as­pectos de la obra interesantísima del artista. No hago, pues, ahora más que aprovechar la oportunidad de que celebra su Exposición en el Palacio de Bibliotecas y Museos, para insi­nuar algunas determinantes de la magna obra.

La Exposición resulta completa y muy se­leccionada. En ella vemos toda la trayectoria

atina, fuera civilizada jKir el emperador roma- cuentenrente artículos sobre el movimiento li no menos italiano: Trajano, un español. Ru- t c a r i o contemporáneo.^ mania, como líspaña, tiene el cargo de de- i ^ propósito de la literatura española, citaré fcnder la herencia de Roma contra los ata- " " rasgo curioso. Un joven rumano, muy al ques orientales. A las hazañas de los caba- corriente de literaturas extranjeras, al decirme lleros ibéricos se unen las de los caballeros cuanto gustan en su país los Cervantes y los dacorromanos, rechazando a los turcos. Así, ^•''flfrón, me cita como escritor español Va-cuando de millares de bocas aldeanas—las que i í "" T-arbaud, autor de "Fermina Márquez", menos mienten—salían gritos de entusiasmo, ' '^' hispanista se ha identificado tan perfecta-y cuando las manos de los rústicos estrechaban "icjite con Físpaña que se ha naturalizado es-las manos de "los hermanos latinos", se sen- P^ñol sin saberlo. No se puede hacer mejor elo-tía algo n-íás que la literatura y las combina-,^^^"^ ' . " i^ amitío de España.

vida. Como se ve, por algo dijo Mencudcz f'els-

yo, entre tomo y tomo de su " ffistoria de l»s Ideas estéticas en España", que Bello fia el salvador del idioma en América.

Redacta Códigos de insuperable nitidez idio-mática; escribe los " Elementos del Derecho in­ternacional público"; termina la (iramática, de que fluye el tesoro común del idioma, al cual hay que derivar todos los aportes léxicos apreciables que van germinando y moldeán­dose en las tierras que conocieron durante tres siglos la patria potestad de España.

Recién eliminado el dominio de la Metró­poli, Bello reconstruye el Poema del Cid, y

y espiritual, e hizo, no hace mucho, una noble ^ no tiene más empeño pasional que conservar al idioma de España y América su egregia estirpe de instrumento verbal de una literatu­ra y una historia modelada a martillo por una serie de siglos, principalmente ci X\"l y el X V n , durante los cuales ICspaña, al i'••ii de Taine, se sumerge en su sucñu, liast:i lo en sensación o visión.

Tendrán mucho poder evocativo, local y tra­dicional ; mucho madrik-ñismo de capa y toros. las calles con nombres chulescos y verbeneros. No lo dudo; pero tamiX)CO pongo en duda que siempre incitará a algo noble y cargado de

indicación, destinada a tapar tal olvido con una placa de hierro esmaltado, que dirá: An­drés Bello.

¿Bello?... j E l templario cultural que sigue peregrinando por la España de Zuloaga y Solana ?

\l\ o t ro : el nacido en aquellos años en que hervía sangre la Europa de la Revolución, Bo-naparte y el Primer Imperio, y durante los cuales iba a entrar en su órbita y su zodiaco propio todo aquel Nuevo Mundo, en que ya apuntaban los mostachos de la Emancipación,

üon Andrés—ciue así pudo ser fraile a lo | sentido pasar por una plazoleta o una calle Fray Luis, o patriarca a lo Abraliam—aparece ; consagrada a Bello, clasicista del Siglo de en la juntura de dos edades o de dos abismos: ¡oro, o a Darío, renovador venido de allá Hel lo que caía como un espeso muro herreriano , Nuevo Mundo y de Francia. y lo que había que levantar apresuradamente ¡ En los remansos de ,su vivir, emparedado con los mi.smos materiales tumbados por la entre libros. Bello hace versos y i : ' ' - ••• gran carga ecuestre y a machete de la Einan- i " C)da a la Zona Tórrida", modelo di cipación. Bello, apacible y sereno, con su cara sidad apacible que, sean cuales sean L.., .¡...:¡.., de medalla de repartición de premios, se hace literarias, que as! como vienen se van, tendrá el ni.-iestro de toda la América y se da a bus- . un sillón frailero en qué sentarse cnhr los car entre las piedras doradas del edificio mo- ; poetas castellanos, siempre que no qr,< nárquico algo que quiere salvar intacto: la ' de Góngora, al cual acusó, si no reciü , Gramática de Lengua. Pero sigamos, con paso de estar contaminado del marinismo italiano, más de turista, hacia aquellos tiempos en que. Por algo, asimismo, la Real Academia de la mientras amarraba Napoleón al Viejo Mun- Lengua ha rubricado su-, muros con el iKMn-do el cordón rojo de su Legión de Honor, b r i - ' bre de Andrés Bello, liaba allá formando cerco, la espada o la hoz

clones políticas. En la Prensa cotidiana, ampliamente abierta 'ítT' movimiento literario de obras extranjeras a

Pero seguramente, si tal hiciese, muchos se f t is t ica, desde aquella primera época, entene-i-ero, st),ui<iuiciiic, a „f„ . t . nadie dis- brecida y borrosa, en que la mano no respon-

metcnan conmigo. P"'-'l"=' ^" ^^^='°'j™^ a„je3 clia siempre a los deseos del espíritu, hasta la cute ya a José Solana ^"^""jP^J'^/^j^^^^^^^.j," época actual, de plenitud ideológica y técnica, logra cs'tética T r o ' n o se le suele perdonar, e-i la que Solana evoluciona hacia un magní-«>r unos (los academizantes y luministas), su f'co colorusmo de sorprendente vivacidad y *"' ^ otros (los sectarios de las emoción. Conviene anotar con exactitud esta

hora. Es la hora zenital del creador, todavía joven, que toma posesión mayestática de su im-

España negra, y por escuelas nuevas, ya hoy pseudonuevas), su téc­nica firme y en cierto modo clasicista. - . , , ^•. , , ,.T r- • "

Sin embargo, yo, al agitar la campanilla, no Pe/'O- Los cuadros titulados Las Constas , trato de hacer prómi.scuar en tma visita a la ' Jar rones chinos - a l a r d e de policromía abi-" " vi r j ^ ^ garrada y fastuosa—, una Naturaleza muer­

ta" y, sobre todo, "Lt)s Cazadores", raanifies-Exposición, con reverencia y acatamiento, a I mantenedores de credos y puntos de vista in-cxmciliablcs. Muy respetables todos. Trato so­lamente de señalar a cada uno aquel aspecto de la pintura de Solana, que rima con su sen tir personal, y al concurso entero, el raro pro

tan el curioso trance evolutivo. Entre las dos épocas, la entenebrecida y bo­

rrosa y la actual, hay otra intermedia que cul­mina en una serie de retratos, cuyas mejores realizaciones figuran también en la Exposición. , . ,. , V „ . , realizaciones nguran lamoien en la t',xposicio

dig.o solanesco de .fundir en una sola obra pe | ^^^^ intermedio pertenece el cuad cuharísima y original toda clase de antagoni-. ^v^^^^ marineros y el pue r to -no recue cas excelencias.

Al que tiene una sensibilidad clásica, de ^'^ f' ^'}^ y el puerto—no recuer-

que obtuvo la primera medalla en la Nacional de Bellas Artes de hace cinco musco c sena ana a sobriedad y honduia del • - TT j i

" , ' , ' ^ ' " • .„ ;„• /„ . ;„„ . i„o o seis anos. Una de as iwquisimas primeras oo or • la energía de su lenguaje pictórico, los j j • .• • am¡ , i.iK-it, a u b j 1 medallas que se han dado con justicia en nues-cnlaccs subterráneos que guarda Solana con la ^ . . /- • • c i . ciudcis .M.iny . . ^ I b „i fv„^,> V r- ,1.3 tras Exposiciones oficiales. ¿Se la otorgarían sagrada trinidad de Velázquez, el Greco y Go>a. casualidad' (Y con Carreño, y con Panto a, y con Zurba- P ° ^ casuaiiüaü.

' N Al „ t„.u.,L\-^c.,uw^= JiT, Por lo menos, hay motivos para sospechar rán...) Al iiue conserva todavía resabios im- i • j r - c \ i presionistas, le señalaría muchos fermentos a c - ^ 1 " ^ aquel jurado concedió a So ana el supre-íivos de Cézanne y de Van Gogh. Al que gust . "^° galardón, no tanto por impulso de la pro-

Y . ,„ , u , ,.i!,..„„ lo . ,-o-rii,i ' P'a conciencia, como por la influencia que ejer-nada mas que de lo ultramodcino, le piejíun- ^ i„c ;„„ .„ . i , „ „ ; „ ; A . , A . I.,» :^f.u._

de los libertadores (y esto no es retórica del año tal o cual, sino Historia de i8io, sencilla­mente).

Bello, que era la calma, acompaña a Lon­dres a Bolívar, que era la tempestad auténti­ca : en Londres se celebraban a la sazón los célebres conciliábulos del futuro Libertador con Miranda y O'Higgins, que también deja­ron escritos sus nombres en lo alto de una puerta abierta hacia el infinito, es decir, en la Independencia. Mientras parlamentan, miran-

S i ^ n l f diar.V, r . ' . n f ; „ " ^ r ' - " ' " ' " ; " " ~ T i d o bacía sus tierras estremecidas, España sie-W s éxt fn rn n, hHc^^^^^ a bala y sable la mies rebelde: no eran tiros extranjeros, publicando en folletín intere- t u„ , i . , , ,. ™A, . , . I - , . : o^,.-ii„= f;»,,,,^,,. cnntn.:. santes y estudiadas criticas. Eli nombre del blandos, y más vale asi, aquellos tiempos santos. rr!ti,~n n-,,.»,: „.,.i.o . „ j » 1 "" ' I Bolívar renueva su juramento romano del critico uymion oculta un redactor de gran re- ' « .• i • j u j . ... v;=t-. Pr. 1, r>,-„„.„ „ 'A- 1 '^\^"^¡' '= lAventino y los conspiradores, embozados, se vista. l'M la r rensa periódica, el nombre de M ^ i i < ¡ < i j ., r TK,-,,•!„,„„ f . , . ' „ ' , . • estrechan as manos heladas, formando un RonLne A " ^n ? rl" -''T-i'''^ • Y " ' ' ' ' ' grtipo vago, encendido por el dolor en medio í é s T T i ; / ^ ^ ? • " " ^^'"" Ooumic f ran->j^ \^ ^ruma londinense. Cada cual parte en ¡os r H t r n i v - . ^ > % r " ° ' ° "^^"° ' ' ' ^ ^ " . " Seguida a ocupar su sitio en el cuadro de la a l i d o r X r í v i s ^ vrl '"- ; i^"'" "" '^ '«""^t í ' " epopeya: en este caso, estoy cierto de que la

caHo en A ^ r n V ', " ' ^ ' . ' ' . ^ " ' " ' " r ' ^ " ^ ^ Pa'abra lírica no queda flotando en la despro-1 tn rn^n T T V- ^ ? r " ^ ^ ' ^ T ' ' ! , ' ^ ' ™ ' ' "'--ció" estrangulada o deforme de lo exage-to como Tudor Vianu, Mircea Eliadc, Alexan- , \.„A^ ^ dre Badantza, Ternesco, Paul Zafiropol, Ovid

Donsuseano y Begdan-Duica. La Prensa teatral posee un órgano, intitulado

"Rampa", que vive consagrado enteramente al arte.

taría si no encuentra en Solana esa estructu­ración corpórea (por primitiva, en este caso) que el flamante critico de moda Franz Roh ha estudiado en sus portexpresionistas. Y, por úl­timo, a los que no admiten en pintura más que la algarabía del color y creen que no es colo­rismo sino lo luminoso, llámese escuela valen­ciana o andaluza, les mostraría estos últimos lienzos, en que el artista marca una evolución hacia lo que cualquier Saiut-Aubin hubiera ca­lificado en sus tiempos de colorismo jugoso y claro. Me refiero a los cuadros titulados "Los Cazaclores", las "Bombonas" y "Las Coris­tas", jmr ejemplo.

Asi, dividiendo en parcelas estéticas, creo yo que la di.scusión en torno a José Solana se simplificaría mucho. Añadiendo además otra cosa, en la que, hasta ahora, se ha mostrado conforme todo el mundo: Que Solana, a pesar de contener en su obra tan diversos elementos, es un pintor de enorme originalidad. De per­sonalidad inconfundible.

La e<|uivocacíón de los que miran con oje­riza la lalxir de este gran artista se basa, prin­cipalmente, en una antipatía caSi fisiológica, por sus asuntos. Por sus argumentaciones. Con frecuencia monstruosas, es cierto. Pero ocurre que estas argumentaciones, en otros pintores catalogados ya en la gloria, y con la garantía incontestable para el burgués de los museos, se toleran perfectamente. Nadie se atreve a echárselas en cara. En cambio, en un pintor moderno no se aceptan, como si incurriese por ello en un delito de leso patriotismo. Y ¡como si fuesen mentira esos asuntos y esos modelos de Solana, visibles para cualquier viajero que se aleje de las capitales importantes de Espa­ña algunos kilómetros!

II

flHTTURA, EN PROIUNDIDAD Y ORGANIÜAClÓll

INTERNA

Confieso que lo qi:e menos me importa en el arte pictórico son las ideas. Me agrada, en lo que tiene de anecdótico y aun en lo que tiene de esquizoide, la versión española que nos da el pintor a que me refiero en sus cuadros. Pero esto si.enifica un gusto particular mío, de los pocos decimonónicos que he heredado de la generación del 98- Reconozco que la visión argumental solanesca, como la zuloaguesca, pertenecen al enfoque que impusieron los ge­nios de aquel año... (Es del calibre del 98.) Y se corresponde con la literatura de Baroja, los versos de Machado—que son buenos, si señor, pero son un poco cantares de ciego con gui­tarra y perro—y las obscuras teologías de Una-muno.

Las ideas, en pintura, toman indefectiblemen­te cuerpo y substancia en la materia misma cromática. Y, por lo tanto, cuajan siempre para el autor en tecnificación, y para el espec­tador en análisis visual. De manera que la idea, en pintura, no puede considerarse de otro modo que como una suplantación objetiva — halago del color y cualidades de perfección técnica que en él se aprecien—de la verdadera "idea", que, lo mismo que todas las ideas, sean plás­ticas o no, representan un puro concepto, una subjetivación. En suma: la idea cromática re­sulta del efecto que haga en nosotros una dis­posición u organización deterininada de la ma­teria pictórica. De este principio se deriva que hay paletas profundas y también paletas superficiales. (Los estilos literarios pueden di­vidirse también así, como tales estilos morfo­lógicos, independientemente de los pensamien­tos que expresen.) Las paletas superficiales se pasan la vida combinando colores para la al­garabía cromática—clara u obscura-—-como el divo combinando notas para la fermata. Las

Los Libertadores van a dejar la capa espa­ñola para .saltar sobre el potro criollo de las cargas llaneras. Y se alejan, por fin, a m la mano febril sobre el pecho y los ojos se pren-

. . ,. , , , -tr f. I den del porvenir, que unas veces se disfraza Añadiendo a estos nombres el de M. Sim, de aurora y otras de tormenta en la montaña,

critico de arte, que prepara una obra sobre el Cuando parten aquellos iluminados bajo las bizantinismo, creo que resumo un cuadro casi viejas velas latinas de la Odisea, sólo queda completo de los principales tenats ct ahouti.'.- • Bello en Londres, extraviado, errabundo, en-.saiits de la literatura y del periodismo ru- tristecido. El que muy luego sentaría en sus '"í""'-'- rodillas de maestro al Continente juvenil y re-

1 amblen se encuentran en Bucarest varios ' beldé, en que aún queda por llenar una vastí-periodicos impresos en Rumania, en lenguas sima labor educacional, va a morir de hambre extranjeras, y los grandes periódicos europeos, y de frío, amortajado en la capa, en que se Lo único que hay que lamentar es la rareza emlwza hasta los ojos, para que la vida no lo de periódicos españoles. La lengua no es, cier- siga tomando por tenebroso conspirador, tamcnte, tan familiar al público como otras , . ¿Qué hacer? pero durante el Congreso, grandes .simpatías I Como único bagaje cuenta con la Gramá-se han abierto por la Península ibérica. Sería tica del país, con cuyo dominio político van a de desear (|ue el primer paso fuera en favor .acabar los Libertadores, sus amigos y camara­de iin cambio de profesores y estudiantes en- das de los conciliábulos londinenses; siente tre las grandes Facultades españolas y las de pegado a su cuerpo aterido y a su alma acon-Runrania. Un diplomático español, cuyo nombre gojada ese texto que es la Biblia y la voz

Los franceses se han sentido como en su pa- i"° digo, que representa en Bucarest la Prensa emocionada de la Raza... El proscrito la es­tria. Todo el mundo, en los centros cultivados,'*-^Pafio'a_y que oculta sus dones de poeta, no trecha contra su corazón: le pide fe y calor, habia francés. Reconocimiento del país que !de'<ea más que trabajar en favor de este in- y el Códice idiomátÍOT se apresura a pagarle, hace sesenta años fué defendido por los mi-i''^•''^anibio. El esfuerzo de los editores, de los haciéndole el milagro, en aquella tierra y en

- inistros franceses v aue debe al general Bertlie- periodistas y de los universitarios españoles aquellos días tan duros, de darle sustento. Bello de las formas carnales y carnavales; un exo- ,]^j ^^ salvación Fn esta cuestión pues nada peería muy bien acogido. Únicamente a este pre- se hace profesor de Castellano en Londres, ade-tismo mórbido, popular y extremo, que se aplí-1^^ sensacional '-Pero por parte 'de España! \"° •'« puede hablar de completa latinidad. Lo Untándose a comprender que el español está ca en idéntico extraño complejo—freudiano— g^;^^ parcial sin 'darme cuenta y sin em- 1"= hemos rwdido percibir en Rumania de la llamado a ser el más hablado de los idiomas.

ció sobre los jueces la opinión de los intelec­tuales. No se atrevieron a contrariarla.

Puntos a examinar detenidamente en la obra solanesca serían: la interpretación doble, psi­cológica (característica) y material del retra­to. La delectación fetichista de los objetos y

Portada del libro de Basierra, sobre Kuinaaia

El hecho saliente del Congreso ha sido la creación de relaciones rumanoibéricas. Los ru­manos confiesan que no conocen bien España.

E. RODl<\i:.V\:7. Ml:;Nr:OZA.

Madrid, 11 de Noviembre de 1927.

Funerales Literarios RICARDO 6ÜIRALDES

Sus libros iniciales fueron de tanteo: el (,>t^ cerro de cristal—prosa y verso—y los ( ueytles de muerte y de sangre, ambos <'¡r. :MI.;: pero ya mostró en ellos, por encima de la inexpe­riencia y las vacilaciones, cualidadc; de escri­tor original y audaz, precursor aquí, en cierto modo, de algunos de los procedimiciuos esti­lísticos ahora en boga en la generación más reciente. Por eso, viéndol- contó en seguida entre los mejor y en­tre quienes más hicieron, piimcro, oi i io uno de los fundadores de Proa; después, en ^fnrl¡n ¡•'ierro, por imponer las formas th- • .i-'-n de la llamada "nueva sensibilidad"

fin sus libros posteriores hay ta'i-nu), visión pictórica y aciertos numerosos d<; expresión, principalmente cuando, abandonándose él a re­flejar sin retórica su aguda impresi-iii de la vida campestre, anima hombres y C-'-ÍIS con trazos crudos y verdaderos; pero dmide .se reveló escritor maduro, si no compl'i^ ín,' e! pasado año en Don Segundo Sumln ,< admirable novela, evocación del vi' . , -, a punto de extinguirse, del gauche if.rr.) y do­mador, exaltación de su esfuerzo niile y bár­baro, de su bravura y fortaleza en medio de la Pampa, despoblaila y hostil, se ocupó larga­mente en la revista argentina "Nosotros" Ro­berto P. Giu.sti. En "El Sol", Ramiro de Maezlu. Y Guillermo de Torre, m m ^ 'r-t GA CETA LITERARIA.

Ricardo Gíiiraldes se ha cxtingunlo rn la plenitud de la vida, a los cuarenta y un años, en Francia, donde fué a busc.jr la salud, irre­mediablemente perdida.

de sangre y embrujamiento a los asuntos tau- bargo... Como mis amigos Répide, Pujol, De rinos y religiosos. Y el concepto aereo, lumi- l a s t ro y el orador hispánico Ril'era-Robira, etc nar y casi alegre de los nuevo,, paisajes del i ^.. ^^,,3^,,,, ^^ preguntas sobre España, «o-pintor que inicia el fondo paisista del cuadro ' literatura, sus hombres, su orientación

Los Cazadores |f. >. -> , Para terminar, voy a hacerme eco de cierto

chisme que ha circulado con éxito estos días. Alguna persona, muy autorizada por su cultu­ra artística, hombre de lengua mordaz y es­píritu travieso, ha aconsejado a Solana que pinte un "Don Juan". Después de haber visto por esos periódicos del hueco grabado y del hueco texto el "Don Juan" del pintor Sala-verria, tan malo como pintura y como versión espiritual, el consejo a Solana revela, desde luego, un extraordinario humorismo. Porque Solana podría pintar un "Don Juan" que no le gustase_como cifra y croquis psicológico al Dr. Marañón. Pero, al menos, estaría realiza­do como pintura, magistralmente.

A N T O N I O E S P I N A .

EN LA ARGENTINA

UNA CONFERENCIA DE GUILLERMO DE TORRE

En "El Día", de la Plata, leemos la si-guíente noticia, que transcribimos, sobre una conferencia dada por nuestro Secretario Gui­llermo de Torre, a últimos del pasado mes:

"Ayer se realizó la conferencia anunciada, a cargo del literato español, Dr. Guillermo de Torre, quien fué presentado por el decano de la Facultad de Humanidades, Dr. Levene. En seguida el conferenciante pasó a desarrollar el tema "Problemas estéticos de la nueva genera­ción literaria española".

Dijo el Dr. De Torre que en España la nueva generación—y entiendo por tal la que actúa a partir de 1^%^revelada con el altruis­mo y hechos posteriores—ha salvado ya victo­riosamente su primera etapa de lucha y polé­mica ; aquí, en Argentina, he podido compro­bar que su coetánea y equivalente permanece aún detenida en esa fase de encrespamiento inicial. En España ha terminado ya la época del manifiesto, del prospecto, de la algarada. Se linda ton ' l a etlad más venturosa del alambique, en el cual se produce calmamente la obra des­tilada. Por el contrario, la nueva promoción atraviesa, en estas latitudes, un período elemen­tal de lucha acre entre dos conceptos: lo nue­vo y lo viejo. Hay todavía en la atmósfera un fragor polémia), y esos gruesos conceptos ele-menfaTés-^Tó nuevo y lo viejo—revuelan en el aire como bélicos proyectiles.

Al terminar su disertación, el Dr, De Torre fué largamente aplaudido.

i Editores: "La 6aceta Lite­raria", es vuestro periódico, anunciad vuestros librosl

irfental. Lamentan los rumanos no conocerla más, y los jóvenes, sobre todo, me preguntaban nombres de autores, títulos de libros, referencias de editores, indicaciones sobre periódicos y mil cosas más.

Con satisfacción sin igual v.aciaba yo en Ru­mania mi petjueño saco de saber hispánico: en ciertos lugares agrestes, de una pureza bíWica y de una ideal severidad de líneas, me parecía haber alcanzado los confines de Navarra a! lle­gar de Jaca, de Ansó, con los ojos impregna­dos de la línea casi de popa de nav'o de las arcadas ciegas de los primitivos ábsides ro­manos al Norte de España... España recibió honores a causa de Trajano y, sobre todo, a causa—esto es lo que hay que repetir sin ce­sar—del sincero deseo, intenso, profundo de los rumanos, de ligar relaciones estrechas con los ibéricos españoles o americanos. Y los ameri­canos, en sus periódicos, manifastarán su ale­gría al verse reconocidos con propio valor. Los españoles de América eran todos, en estos días, los hermanos lejanos, a quienes la afección reprocha el haber tardado tanto en llegar.

En e.sta Rumania cuyos soberanos son cam­peones de un sport poco sportivo: el de escri­tores, en este país de reinas-autoras (Carmen Silva antes, y ahora la Reina María), abundan los periódicos y revistas.

Hablando de Blasco Ibáñez, de R.A.MON, de Ortega y Ga.sset—que la mayor parte de los li­teratos rumanos conocen por las traducciones— nuestros colegas me han enseñado y explicado la posición de periódicos y revistas del país.

El estudio de los órganos del movimiento literario rumano merece una mención especial

.arte. Un Estado relativamente modesto, en t.anto

que lugar ocupado en el concierto europeo, como Rumania, y que posee revistas tan im­portantes como las que aparecen en Bucarest Í) en provincias, ostenta una intelectualidad 7 ina cultura muy generalizadas. En Yasi apa­

rece: "Viatza Rominesca", algo bastante pa­recido a la revista des Deux Mondes, de Fran­cia, y "Minerva", muy bien hecha. Bucarest es la cuna del órgano del Instituto Social ru­mano: "Reforma Social"; de "Orpheus", con sagrado a la cultura clásica (he aquí un inte-resantísinro artículo sobre Tácito calumnia­dor?) ; de una revista feminista intitulada "Re­vista Srií t iraeri"; "Revista Dret Public", a la que colabora el famn.so profesor Barthelemy; una revista gráfica y de lujo, "Almanatul Gra-ficei". Aparecen también en la capital ruma­na un órgano de difusión monumental y pin­toresca: "Societatti Academice de Tur i sm"; otra, cuyo título indica clar.amenle el progra­ma, "Sínteza Poe t i " ; después de una hermosa carrera de sesenta años, continúa brillando "Convorbiri Literari", y, por fin, dos im'por-tantísimos órganos de programa diferente. El uno, "Gandirea" (El Pensamienfo), se intere­sa particularm'ente por las co.sas ibéricas: Es-una revfsta de gran tiraje y que se parece algo a la "Revista de Occidente". Sus dos directores: César Petrescu (redactor jefe del gran diario "Cuventul"), uno de los escritores más noto­rios de Rumania, y Nichifor Crainic, autor de

situación política, por esta parte de Europa, y Don Andrés Bello fué, pues, el primer pro las amenazas de conquistas, más o menos pa- fesor de castellano en Inglaterra, siendo, por cíficas (?), de los europeos eslavos o ge rmá- | consiguiente, el precursor de la actual cátedra nicos, es poco tranquilizador. Si los latinos quieren guardar el lugar que merecen sus li­bros y sus ideas, es preciso, lo mismo en Italia y Francia que en España y Portugal, es preciso, digo, que se perfile un movimiento hacia los latinos olvidados, hacia los descendientes de Trajano. Ramón de Basterra ha abierto el ca­mino, escribiendo "La obra de Trajano".

Recordemos que a orillas del Danubio hay almas fraternales y curiosas de sus antepa­sados.

A D O L P H E F A L G A I R O L L E .

Bucarest, Octubre. París, Octubre (fin).

de Oxford. En 18.27—I imposible prescindir de las fe­

chas, o, más bien dicho, de los años!—es lla­mado a Santiago por los Gobiernos que ya estaban levantando un país nuevo con las mis­mas puertas de cuarterones dejadas por la Co­lonia al sellar su vasto claustro.

Venezolano de nacimiento, plega para siem­pre las velas a su carabela de peregrino y rea­liza en Chile una enorme labor de humanista.

MAXIMILIANO HARDEN Al morir Harden en Suiza, toda la Prensa

ha sentido un escalofrío de emoción. No por lo que Harden era, sino por lo qnc I (arden representó: "el periodista ilc lus ÍT-HKICS .ir tículos de fondo". El periodisl,i ; ';: mazo barría una situación. Ki nado que apostrofa de un rei^iuicn, viviendo a su costa. Un tipo de viejo periodista a lo Moya, a lo... j a qué citar nombres españoles? ¡ .Si ninguno de los que pudiéramos citar po­seyó la única cualidad noble de esc judío ale­mán ahora muerto en Suiza!

Maximiliano Harden poseyó cultura, y cul­tura rica, excelente.

Con Maximiliano Harden ha muerto Guí Ilermo, el de la anteguerra. Ha iiiiierto un mundo de bambalinas terribles, que entre dis-

. , 1 , , . • - , , cursos y paradas preparaban el "Ziikunft" Abrogado el dominio español, vuelve a ser auténtico: IQ14-1018

Descanse Harden con todos los demonios, como, sin duda, fué su voluntad mientra» vt-

un clásico, como que ya en 1810 escribía el "Análisis ideológico de los tiempos de la conjugación castellana", ternrinado en l88,'5, muy poco antes de poner simultáneamente el

}STALEM UíTEimaOMI^ñ

Postales francesas

F A L G A I R O L L E

He aqui a Falgairolle en el marco de una postal extranjera. El, que, a menudo, las ha firmado para nosotros; hele a su vez enmar­cado. Se trata de una pequeña novela publica­da en el número 76 de "Les osuvres libres" bajo el título de "La dame de brocart". Es la novela de un curioso que quiere apoderarse —por unos papeles que la casualidad le depa­ra—del secreto de "la dame", pero la dama se anticipa y ella misma—ella misma, muerta y pintada en un cuadro de un museo contiguo a la casa del señor curioso—se lo cuenta.

Falgairolle, su novela, mejor dicho, entra de lleno en el campo de las apariciones. Segura­mente, M. Hugon hubiera preferido enterar.se por los papeles hallados, pero recibe atenta­mente la historia de labios de su extraña ami­ga. "La dame de brocart" abandona el cuadro

del museo—jlo abandona?—para penetrar en una casa que en tiempos fué suya. Pero no quiere atemorizar demasiado con su inespera­da visita. Se hace tocar la espalda. Se discul­pa a cada instante con los ojes de su vestido, un tanto pasado de moda. El habitante se quedará luego con una gran duda, pero, por el momento, es suya una gran serenidad. Ayuda­do por la belleza de la aparición, naturalmen­te. La dama termina, pues, ya lo hemos dicho, contando su historia de amor, de engaño y de arrepentimiento—; el abate de siempre!—. Una historia para ser acompañada con davecin. Y natía más. Cuando deja de hablar y se mar­cha, el .señor curío.so siente prisa por tra.'la-darse a otro pueblo, a otra ciudad. M. Hugon había leído muchas historias, había tenido do­cumentos muy veraces de ellas en sus manos, pero jamás se había puesto al habla con los protagonistas. Huye, pues; pero al llegar a la ciudad vecina, un repentino mal mata al señor Hugon. La historia de "La dame de brocart" le resultó cara.

Adolphe Falgairolle, discretamente, estruc­tura su novela, mueve los personajes y encaja la narración de " I ^ dame.. ." en las anterio­res y rápidas narraciones de los viajes de M. Hugon. Porque, ante todo, el señor Hugon ha sido viajero. Viajero casi de oficio. Y aquí también, para hablar de su última residencia, de su llegada a ella, una visión de las regiones esquilmadas por la Gran Guerra, una visión, más o menos completa y literaria, de esa Gran Guerra en sí. (i Por qué, novelistas franceses, no dejamos ya a un lado esa epopeya? ¿Por qué, aunque el recuerdo y la sugestión queden muy vivos?)

No vamos a hacer una crítica de Falgairolle i , , .. ^ ateniéndonos solamente a una publicación .suya' de le""a"' ''' " 1 en una revista, puesto que otras" tiene este es- ' ' " ' ' ' critor para ser juzgado más en completo. Nos­otros nos limitamos aquí a la noticia.

Falgairolle, que, asiduamente, nos envía pos­tales francesas, olvidó esta vez adrede—; cómo no!—la suya, la suya en una tün.ulidad agra­dable, difumínada, que nosotros nos congratu­lamos en «acar a luí.—Miguel Peres Perrero.

vio en el mundo.

MflRIUS ANDRÉ Nació en 1868 en Sainte Cécile. F-studió «a

Apt y Avignon. I"ué un provenzal de corazón. En 1892 ganó los Grandes Juegos ftorales sep­tenarios del Felibrige por sus poemas P¡óu # souleio. Publicó en 1894 La Gléri d'Esclar-moudo. En 1897, Li Piren^u y otros notable» libros de tema provenzal. Era un gran hi,spanis-ta. Escribió Montserrat, román, 1896. Dialo­gues du Bienheurtux Raymond Lulle. Poly-phéme tt Calatee, trad. de Góngora, y otra traducción: Le Catalán de la Manche, de Ru-siñol. Últimamente había publicado un libr» sobre Colón magnífico, del cual ya nos ocupa­mos oportunamente.

Ofrecemos el ixiema de adiós, en lemouziii, de Aibert Pestour:

A LA MOEMOHIA DE MARIUS ANDBIW Tu dount la gloria escampaba Suls mais escurs de tous frais, Tous frais en la Musa siara, I.JI soubra d'or de sons rni.s, Prin Lali queras de l'cnja Pourteiris dau grand secrrl, N'auras planh ninuiis lauvcitja D* iu, mas, d'eu cor escrech, Pararai a tn memoria La pourpa en fueg dans cotidercr Que fan barris ci una horia, Bleujes coumn Ion.-; leus 7rrs, E l'espes lum otnit floulcja L'halenada dauv boueirins, Queu lum d'or que balha esveja D'en viure couma lous dius; Mais tout queu ser fajithaire, Greu d'uncí saura moufioiir, Tout pantai, tout ch.anl, tout flaire E tuula gracia , '. ' Mais la auiiii •• aia Que mounta au t mu muoalous E subran s'es.siga couma ün niblt de tourtoulous

Aibert Pestour, lemouzhi

ALLUE

enviarnos un y-y compañero.

itaraes iilo;< a

í c i iu) de c:.lo eseritor

AMADO CARBALLO ^ Otra alma fina, difunta. Poeta nt¡rvo de Ga

licia. Colaborador en nuestra (i.\r!Ti Dcscaü se. Llevando mie-uri itiereiri;. al lado

Page 6: La Gaceta Literaria (Madrid. 1927). 15-11-1927, No. 22

LA GACETA LITERARIA

NUEVA SECCIÓN

Inauguramos en este número una sección constante que creemos responde a una necesidad sentida desde hace tiempo en nuestras le­tras: encauzar el movimiento biblió­filo de nuestro país y orientar a los amigos del libro antiguo, sobre su mercado y cotización.

En esta sección, aparecerán bre­ves ensayos sobre EDICIONES RARAS Y CURIOSAS. Sobre CATÁLOGOS de libreros. MOVI­MIENTO OE BIBLIOTECAS Y AR­CHIVOS PÚBLICOS Y PRIVA­DOS. TIPOS DE BIBLIÓFILOS pasados y actuales. LIBRERÍAS Y EDITORIALES de actualidad. Y un vivaz sector de OFERTAS Y DE­MANDAS donde el bibliófilo y el librerv) podrán depositar sus pre­guntas y respuestas.

Para ello, instauramos un ANUN­CIO DEL BIBLIÓFILO, barato y breve: 2 PESETAS LAS TRES LÍ­NEAS DEL CUERPO 8.

De este modo, nuestra sección sera un ÍNDICE QUINCENAL que servirá de guía para cuantos en Es­paña y el Extranjero se interesen por el Libro.

Un catálogo notable ni.ini:i (le la Biblioteca

..' ijuc r eun ía en M a d r i d r F r a n c i s c o B e l t r á n , la

> a ñ o s , p o r R i c a r d o F u e n -

.•xjícrtos i m s c o m p e t e n t e s

I Ir lüuMs i|ue he conocido. nic ])re.sciuó ocas ión d e v i -

Imirnr la p e r s e v e r a n c i a e

.;iiU: ci tuerict j del colec tor , q u e .

sifniprí- ri p r o c u r a r s e c u a n t o s l ibros

; íia l!í'i>al)an a su

I .:i ¡II ¡nieta

i'ii mal el I:: M ; . . . , • : , . • • •

= ''1C¡1¿

a t e n t o

DON FRANCISCO BELTRÁN

:. :: . : !' ' '•'"• •" ' a h c r e s c a t i m a d o p a r a

vV.'t ni: . K'ecienteniente h a ianzadií a l.i palj l icuiad el .Sr. B e l t r á n el djtáloqo (!•• -u Cnlccción, f|U(' a b a r c a im

, !io2 v o l ú m e -

• ;, i /miu s^iDiiarse de q u e I )• n u m e r o s a que nins^ún

lilac ¡li iia u i n l i i l iasta a h o r a sob re es tas luati r ias . Aun así, no asp i r a a la ,pre-

tcr.^ii'in l i r l iainiíci r r i i n i ' l ' i todo, y, en ' : : • " ' - ',a,s haya d a d o acog ida a

'11 p r e v i a m e n t e biod>ibliO"

j ^ ; iíii.a>, ]H;ro q u e no o c u p a r á n luga r i n -

ú tü en l.-i bibi iot í ' ra de un l i i büógra fo .

C.uanti ' ; 1;Í- l.arr.as de

' • ' • i ' ' ' ' ! . , , n -..Miia las mil di l icul-

!!!• M' t rop ieza p a r a e n c o n -

•usul tar l ibros de es ta índole . P o r

M-fe. la casi impos ib i l idad de co-i( 1(1(1 M.-ice de la a b u n d a n c i a

iii;i!cria!. Sólo de lo que con -

. l a f i ; ' , \ >in saiir , ])ongo p o r

caso, de la Bibl io teca de .San Lsidro, d e M a d r i d , p o d r í a f o r m a r s e a m p l í s i m o ca­tá logo. L a p r o d u c c i ó n , a ce r ca de u n a época sola d e la h i s t o r i a d e la i m p r e n t a — l a a n t e r i o r al s iglo X V I — s e h a in ten ­sificado, p o r m o d o cons ide r ab l e , desde fines del siglo p a s a d o , y d e ello son p r u e ­ba los l ibros en q u e d e u n m o d o gene ­ra l se h a p r e t e n d i d o i n v e n t a r i a r la to ta ­l idad de los i n m u e b l e s e x i s t e n t e s y las n u m e r o s a s m o n o g r a f í a s a c e r c a d e la p r o ­ducc ión t ipográf ica c u a t r o c e n t i s t a de n a ­ciones o d e c i u d a d e s . E n relación con es te a s u n t o , B e l t r á n h a log rado reunn-

A LOS A M A N T E S D E L A R T E , D E LAS BELLAS L E T R A S ,

D E LA A N T I G Ü E D A D

UN V E R D A D E R O M O N U M E N T O L I T E R A R I O

T O D A S LAS OBRAS A T R I B U I D A S A

H O M E R O I L IADA. ODISEA, H IMNOS, B A T R A C O M I O M A Q U I A ,

EPIGRAMAS, FRAGMENTOS

o b r a s i m p o r t a n t e s , p e r o se echan de m e

los a l g u n a s , que n o c r e e m o s le hub iesen

sido de difícil adqu is ic ión , c o m o la clá­

s ica fie P r o c t o r , el Ca tá logo de i n c u n a ­

bles del Br i t i sh M u s e u m , a m b a s de t a n ­

to in te rés p a r a E s p a i l a ; el E s t o c o l m o d e

Col l i ju , el Conspectus incunabiilorum, d e

P e d d i e ; los defini t ivos es tud ios d e V o u -

ll iéme, sobre i m p r e s o r e s a l e m a n e s del s i­

glo X V , etc . Y en c u a n t o a m o n o g r a f í a s

especia les , qu izás las de m a y o r u t i l idad ,

las omis iones s<jn m á s f recuen tes , acaso

l>orque se t r a t a , en m u c h o s casos , d e a r ­

tículos de revis ta , de los q u e n o se hizo

l i r a d a especial , p e r o q u e n o h u b i e s e s ido

difícil i n c o q x j r a r a la e sp l énd ida colec­

ción. M e refiero, e n t r e o t ro s , a la m o n o ­

g r a f í a de R í o y Rico , sobre la i m p r e n t a

de Bote l en I^érida {Revista de Archivos,

i ( )Jü) . ;il (.•;ital;)g(i de incunali les y r a r o s

de la U n i v e r s i d a d de Val lado l id , p o r R i ­

v e r a M a n e s e a u (Val lado l id , .1918); el e s ­

tud io del P . .Sunyal, sob re la l i tu rg ia en

los i m p r e s o s de M o n t s e r r a t , d e los si­

glos X V y XV' I {Analecta Montscrraten-

sia, i Q r S j , y al que c o n s a g r ó T r a m o y e r s

B lasco a la i lus t rac ión del l ibro e n V a ­

lencia, d u r a n t e las m i s m a s c e n t u r i a s {Ar­

chivo (ir Arte Valenciano, t. 1.). L a c o -

leccii'in IJe l i rán ] )crmi t i rá e s t u d i a r c u m ­

p l i d a m e n t e a l g u n a s cues t iones b ib l iográ ­

ficas i m p o r t a n t e s , c o m o la r e f e r e n t e a los

orígcnv-, de la i m p r e n t a en l í s p a ñ a , ya

que el Cdlííloi/o <|ue c o m e n t a m o s r eg i s t r a ,

desde el r a r o folleto de Riixjll y Vi l a -

m a j o r , has ta lns a d m i r a b l e s es tud ios de

L a m b e r t , S e n , 1 no v .Sauz y E u d a l d o Ca-

nibell .

En o t ro s a spec tos , la Biblioteca Bio-

bibliocjráfica, p e s e a a l g u n a s omis iones

fác i lmente subsanab le s {Lexicón typo-

graphium Italia;, d e F u m a g a l l i ; La herál­

dica Vi /(/ fili(/raiui del papel, de Bofa-

r u l l ; los Mclant/is il<- llibliographie. de

Deilisle, t a n impor t .ann ' s p a r a el es tud io

de códices cs] )añoles ; el út i l í s imo Shorl-

litle Catalogue de los l ibros i m p r e s o s en

E s p a ñ a , a n t e s d e 1601 , y de los españoles

pub l i cados fue ra de E s p a ñ a , con an t e r i o ­

r i dad a la m i s m a fecha , y c o n s e r v a d o s en

el M u s e o d e B r i t a n i a d e i l . T h o m a s , e t ­

cé t e r a ) , p r e s t a r á al e rud i t o , al ca ta loga-

do r , al l i b re ro y, en u n a pa lab ra , a t o d o

af ic ionado a l ibros y m a n u s c r i t o s an t i ­

g u o s , incstimiables servic ios . P o r q u e la

ut i l idad i n m e d i a t a d e u n a colección c o m o

és ta , de la q u e el p o s e e d o r , p o r r a z o n e s

a j enas a su vo lun t ad y a sus g u s t o s , se

ve obl igado a d e s p r e n d e r s e , se r i a la de

faci l i tar la f o r m a c i ó n del i n v e n t a r i o d e

la p roducc ión bibl iográfica española , in-

men.so r e p e r t o r i o de n u e s t r a ac t iv idad en

los var ios cani'ixis d e la c u l t u r a , q u e t an to

. c i AYA (le menos y (:(ue un b ib l iógra fo

h i spano , el m á s g r a n d e de n u e s t r o s b i ­

b l iógra fos , N ico lá s A n t o n i o , l levó a cabo

p a r a el p e r í o d o a n t e r i o r a 1684.

C i e r r a el Catálogo del .Sr. f k l t r á n u n a

lista d e l ibros españo les e i b e r o a m e r i c a ­

nos sobre b ib l iograf ía , imi])renta, etc. , de

q u e t u v o noticia y no logró a d ( | u i r i r ; a l ­

g u n o s , c o m o sos]K".-lia c! .ninir . n o t ienen

ca tegor ía de l i b r o s : tal, jjor e j emp lo , el

((ue con ci lítiilo .le Tipografía y biblio­

grafía cspaiiolas del siglo XV se ci ta

(p . 408 ) c o m o del P. B e n i g n o P ' e m á n d e z ,

que n o p a s a d e ser u n a r t í cu lo sobre al­

g u n o s t r a b a j o s de I l a e b l e r , pub l i cado en

La Ciudad de Dios, d o n d e , desde 1901 ,

c o m e n z ó a i n s e r t a r a(]uel t an i g n o r a d o

c o m o b e n e m é r i t o b ib l io tecar io d e E l E s ­

corial , u n a serie de not ic ias ace rca de los

incunables y r a r o s del depós i to confiado

a su cus tod ia . O t r o t a n t o c r e o q u e o c u ­

r r e con las ])reciosas Cartas bibliográfi­

cas, de Maff ies te , q u e nunca , segiin nu's

not ic ias , se ¡Kan imj)reso en f o r m a de li-

L a flibliofecd del .Sr. B e l t r á n se rá leí­

d a y e s tud i ada con p r o v e c h o , y si a lgu ­

na vez se acomet iese en Es j iaña la t a r e a

de f o r m a r u n a Bibl iograf ía de Bibl io­

g r a f í a s , hal i r ía de ser, no un e l e m e n t o

aux i l i a r , c o m o su a u t o r supone , s ino li­

b r o f u n d a m e n t a l y de ob l igada consu l t a .

AGUSTÍN MILLARES CARLO.

SOBRE UNA LEY DE ARCHIVOS r>)n Agustín Millares ha publicado recicii-

tcinente un ensayo .sobre este tema, apasionan­te para los investigadores hist<')ricos, del que destacamos las siguientes conclusiones;

I." Üue el permitir el tratado de fotocopias de documentos españoles a otros países, lejos 'le ser un delito, es una fortuna para Hspaña.

2." Que los archivos privados de España, incluso los religiosos, abren libremente sus puertas al investigador.

3." Que mientras el legislador no defina quíí entiende por "serie documental", va a haber una serie de serias complicaciones.

4. ' Que se reglamente el acceso a los ar­chivos oficiales, en vez de restringir absoluta­mente su entrada; y

5." Que es el investigador propio quien debe interpretar la utilización de los documentos, y no ningún empleado de ministerio sin prepa-racii'in ni sentido de nada.

Ofertas y demandas Quiroga. (icrónimo de... = Memoria.^ de

los subcc.ios de la guerra de Chile, recogidos t>or ..., soldado de este ejército. 16^7. Ms. Ori­ginal e inédito de yoc) ¡tojas. Fot. pery.

Noda. Tranquilino .Sandalio de = Materia­les para la liisloria de la Isla de Cuba, intere­santísimos.

—Otro.í de \iieva Granada y de la Llorido.

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Pídase a la Casa editorial el prospecto, que se manda gratis, y que contiene mues­tra de los grabados y láminas.

Los pedidos han de dirigirse a la Casa editora, calle de Arag(')n, núm. 255, Aparta­do 322, Barcelona, o a todas las buenas librerías y centros de subscripción.

B O L E T Í N D E S U B S C R I P C I Ó N

Yo, el abajo firmado, declaro comprar a ios Sres. Montaner y Simón, editores, do Barcelona,

L A S OBRAS C O M P L E T A S D E H O M E R O

obligándome a pagar su importe de pesetas al contado ( i) o en doce plazos mensuales, hasta su completa liquidación (el primero, de pesetas 10, y los once rest.intes, de pesetas 5.)

Nombre y apellidos

Profesión

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Ti mino

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cernimos.

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Blanca". •—^Manuel Maples Arce : "Poemas inter­

dictos". —Ronée Méndez Capote de Solís: "Orato­

ria cubana". —Juan Carlos Welker : "Esquinita de mi

barrio". —France.sc Rossetti: " ¥Á cavalier del pler". —Maric Le Franc : "Grand-Louis l'innoccnt". —Fernando de Andreis: " El tablado de los

caprichos ". —Horacio Blanco-Fombona: "Crímenes del

imperial'smo". —Camille Pitollet: "Ma colaboration a la

"Phallange". —Eugen Huber : "El derecho y su realiza­

ción". Trad. de Hertha Grimm, con un estu­dio de F. Rivera y Pastor. Vol. i."

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d inás t i ca e n t r e A;i.->trias y l í o r b o n e s a lcanza el m o m e n t o definit ivo e n t r e las

bata l las do Zariu^o/n \ de l ' . r thuega. Marav i l l o sa s evocac iones d e M a d r i d , T o ­

ledo y Caslill;i en 1710. Dcsfdc de ¡ jcrsonajes h i s tó r icos y h é r o e s p o p u l a r e s .

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