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Apuntes para una historia La novela en el Gran Caldas (1897-2012) EDICIÓN 1.133 DOMINGO 3 DE AGOSTO DE 2014 MANIZALES - COLOMBIA creación y vida FOTO/CORTESÍA GUIOMAR CUESTA/PAPEL SALMÓN Las sagradas escrituras de las poetas Mujeres vueltas poesía Disonancias Tributo a Emerenc Hechos para contar 10 elogios de la reportería José María Barreiro Los derrotados del Puente de Boyacá

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Apuntes para una historia La novela en el Gran Caldas (1897-2012)

EDICIÓN 1.133 DOMINGO 3 DE AGOSTO DE 2014 MANIZALES - COLOMBIA

creacióny vida

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ÓN

Las sagradas escrituras de las poetas

Mujeres vueltas poesía

Disonancias

Tributo a EmerencHechos para contar 10 elogios de la reportería

José María Barreiro

Los derrotados del Puente de Boyacá

|32 | INVESTIGACIÓN| DOMINGO 3 DE AGOSTO DE 2014 DOMINGO 3 DE AGOSTO DE 2014 | INVESTIGACIÓN

Desde 1905 hasta el 2012 se han publicado cerca de 300 novelas de 150 autores. La primera novela escrita por una mujer fue Una mujer (1935), de Natalia Ocampo de Sánchez. Rico y variado espectro temático.

César Augusto Bautista Escobar* Papel Salmón

Hans Robert Jauss, en La his-toria de la literatura como provocación (2000), anota que el inventario de obras y autores constituye apenas

el armazón o esqueleto para construir la historia de la literatura. Por su parte, en Historiografía literaria del liberalismo hispa-noamericano del siglo XIX (1987), Beatriz González Stephan refiere que, en la cons-trucción de un conocimiento histórico-literario, se tienen tres niveles de aná-lisis: corpus empírico de la producción literaria, historias de la literatura y la historiografía literaria. Estos apuntes comentan sólo algunos aspectos de los dos primeros niveles.

CORPUS NOVELÍSTICO DE LA REGIÓN DEL GRAN CALDAS

Autores y obras. Cayetana [nd], de Juan Bautista López Ortiz (Salamina 1869 – Ma-nizales 1936) y Tomás (1897), de Rómulo Cuesta (Marmato 1867 – Riosucio 1947), podrían considerarse como los antece-dentes de la producción novelística en la región. Desde la creación del departamen-to de Caldas en 1905 y hasta el 2012, se han publicado cerca de 300 novelas de 150 auto-res, tanto nacidos en esta región (140), como residentes en ella por largo tiempo y en la cual han desarrollado toda o gran parte de su producción literaria (10). Del total de auto-res 14 son narradoras, quienes han publicado cerca de 30 novelas, la primera de ellas, Una mujer (1935), de Natalia Ocampo de Sánchez.

Tierra de narradores. Cerca del 65% de las 280 novelas de autores nacidos en la re-gión se han publicado en fecha posterior a la división político-administrativa del de-partamento de Caldas, en 1965, cuando se crean los departamentos de Risaralda y Quindío. En los municipios capitales de estos departamentos se registra el

APUNTES PARA UNA HISTORIA

La novela en el Gran Caldas (1897-2012)nacimiento de 57 autores; en Riosucio, Salamina, Aguadas, Quinchía y Calarcá, 23 autores; 19 de los 52 municipios de la región no reportan autores de novelas publicadas. Pasar de un modelo de cen-tralidad hegemónica a un modelo de cen-tralidades múltiples, la oferta cultural en los distintos entes territoriales y hechos históricos y sociales, explicarían, parcial-mente, estos datos.

De las ediciones. Aproximadamente el 42% de los escritores ha publicado dos o más novelas y el 58% solo una. Con el ma-yor número de novelas publicadas, ocho cada uno, están Arturo Suárez Denis (Ma-nizales 1888-1956), Iván Cocherín (Marma-to 1909 - Manizales 1982) y Néstor Gustavo Díaz Bedoya (Manizales, 1944). Algunos escritores con sólo una novela tienen gran reconocimiento por la crítica literaria: Eduardo López Jaramillo, Memorias de la Casa de Sade (2002); Benjamín Baena Hoyos, El río corre hacia atrás (1980); Fabiola Agui-rre, Dimensión de la angustia (1952); Alberto Castaño Abadía, El Monstruo (1957); Eucli-des Jaramillo Arango, Un campesino sin re-greso (1959); Delio Mejía Mejía, La cita (1961), y Juan Bautista López Ortiz, Cayetana [sd].

De las novelas de autores nacidos en la región, 56 han tenido por lo menos dos ediciones; las demás, solo una. Entre 1926 y 2012, se han editado en el exterior 31 no-velas de 19 autores: Alfonso Mejía Roble-do, Arturo Suárez Denis, Bernardo Arias Trujillo, Alfredo Martínez Orozco, Jaime

Ibáñez, Rafael Arango Villegas, Samuel Jaramillo Giraldo, Albalucía Ángel Maru-landa, Gloria Chávez Vásquez, Gloria Ce-cilia Díaz, Eduardo García Aguilar, Néstor Gustavo Díaz Bedoya, Ana María Jarami-llo, Jaime Echeverri, Susana Henao, Orlan-do Sierra Hernández, Octavio Escobar Gi-raldo, Eduardo López Jaramillo y Alister Ramírez Márquez.

Premios y reconocimientos. 34 obras han recibido premios nacionales en con-cursos de novela y 11 han recibido reco-nocimientos internacionales; entre éstas últimas están: Rosas de Francia (1926), de Alfonso Mejía Robledo; La bruja de Lanta (1993), de Néstor Gustavo Díaz Bedoya; El valle de los cocuyos (2006), de Gloria Cecilia Díaz; El viaje triunfal (1993) y Bulevar de los héroes (1986), de Eduardo García Aguilar; Vida en tiempos de muerte (2004), de Samaria Márquez Jaramillo; Toque de queda (1987), de Adalberto Agudelo Duque; Memorias de la Casa de Sade (2002), de Eduardo López Ja-ramillo; Honey, de Félix A. Posada; Memo-rias de un niño que no creció (2003), de Susana Henao Montoya; Mi vestido verde esmeralda (2005), de Alister Ramírez Márquez.

Más allá de la parroquia. La novela de la región muestra un rico y variado es-pectro temático, algunas de ellas con exce-lente desarrollo literario: novela histórica (colonización, guerras, historia contempo-ránea), fantástica, sentimental (amorosa y nostálgica), costumbrista (rural), urbana

Perros de paja), o porque, a partir de temas regionales, reflejan la condición humana (Dimensión de la angustia, El Monstruo).

REGISTRO CRÍTICO-LITERARIO DE LA NOVELA DEL GRAN CALDAS

Corpus del registro crítico-literario. En 32 estudios crítico-literarios y bibliográ-ficos, elaborados desde una visión nacional o regional, se encuentran referencias a la novela de autores del Gran Caldas: Anto-nio Curcio Altamar, Evolución de la novela en Colombia (1957); Jaime Mejía Duque, Pro-blemas de la literatura en Caldas (1969); Isaías Peña Gutiérrez, La generación del bloqueo y del estado de sitio (1973); Ernesto Porras Co-llantes, Bibliografía de la novela en Colombia (1976); Juan Bautista Jaramillo Meza, Es-critores de Caldas (1977); Cecilia Caicedo de Cajigas, Literatura Risaraldense (1988); Bogdan Pietrowski, La realidad nacional colombiana en su narrativa contemporánea. Aspectos antropológico-culturales e históricos (1988); María Mercedes Jaramillo, Ángela Inés Robledo y Flor María Rodríguez-Are-nas, ¿Y las mujeres? Ensayos sobre literatura colombiana (1991); Raymond L. Williams, Novela y poder en Colombia.1844-1967 (1992); Fabio Vélez Correa, Manual de literatura caldense (1993); Álvaro Pineda Botero, Del mito a la posmodernidad. La novela colombia-na de fines del siglo XX (1994); Hernando Salazar Patiño, Juicio en Parábolas (1994) y Diez escritores. Dos generaciones (s.f.); Adel López Gómez, ABC de la Literatura del Gran Caldas (1997); Zahyra Camargo Martínez y Graciela Uribe Álvarez, Narradoras del Gran Caldas (1998); María Mercedes Jara-millo, Ángela Inés Robledo y Betty Osorio. Compiladoras, Literatura y cultura. Narrativa colombiana del siglo XX (2000); Zahyra Ca-margo, El devenir de nuestra historia cultural en la actual narrativa quindiana (2000); Álva-ro Pineda Botero, Juicios de Residencia. La novela colombiana 1934–1985 (2001); Fer-nando Ayala Poveda, Manual de literatura

colombiana (2002); Orlando Mejía Rivera, La generación mutante. Nuevos narradores co-lombianos (2002); Roberto Vélez Correa, Li-teratura de Caldas 1967–1997 (2003); Nodier Botero Jiménez y Yolanda Muñoz S., La na-rrativa del Quindío: historia crítica y antología de cuentos y fragmentos novelísticos (2003); Universidad EAFIT, Bibliografía de la novela en Colombia (2003); Álvaro Pineda Botero, Estudios críticos sobre la novela en Colombia. 1990-2004 (2005); César Valencia Solanilla, De la periferia al centro. La novela finisecular del Eje Cafetero: Caldas (Inédito), De la periferia al centro. La novela finisecular del Eje Cafetero: Risaralda (2008) y De la periferia al centro. La novela finisecular del Eje Cafetero: Quindío (In-édito); Adalberto Agudelo Duque, Ensayando (2007); Mario Armando Valencia Cardona, La dimensión crítica de la novela urbana con-temporánea en Colombia (2009); Jáiber Ladino Guapacha, Crónica de tinieblos: El sujeto ho-moerótico en la narrativa del Gran Caldas (2010).

Varios de los estudios elaborados desde la región consideran períodos re-lativamente cortos –dos o tres décadas–, en tanto que estudios elaborados con una mirada nacional definen períodos de análisis más extensos. En la mayoría predomina una concepción lineal, por sucesión de estilos y etapas, descono-ciendo las posibilidades de “arritmias” y de la “simultaneidad de lo no simultá-neo” como lo anota Santiáñez en Investi-gaciones literarias. Modernidad, historia de la literatura y modernismos (2002).

Desde la perspectiva nacional: sólo Novela y poder en Colombia 1844–1987 (1992), de R.L. Williams, realiza un análisis con enfoque regional; los demás estudios in-corporan novelas de esta región a partir de temáticas específicas (género, ciudad, violencias, historia) o por aspectos estilís-ticos (generación modernidad, posmoder-nidad). Estudios con perspectiva regional parecen tener mayor interés por la novela finisecular del siglo XX, asuman o no tal nombre, y persisten en la mirada “depar-tamentalizada”; excepción lo constituyen el estudio anotado de Camargo y Uribe (1998) y el ensayo de Ladino Guapacha (2010). La focalización hacia contextos es-pacio-temporales reducidos, en medio de una unidad histórico- cultural, pueden en-sombrecer espectros de análisis.

Valoración literaria y taxonomía de la novela. En los registros crítico-literarios, estos aspectos son muy diversos, tanto internamente en cada uno de ellos como entre sí, lo cual responde a sus respectivos criterios estéticos, sociológicos, históricos y literarios. Obras de un mismo autor puede tener distinta clasificación, lo cual, a juicio del crítico literario, obedece a cambios, evolución estilística y búsquedas del respectivo autor. Generaciones e “ismos” son las categorías más comunes de tales clasificaciones.

Los métodos de análisis varían en cada uno de los estudios; algunos pocos son sis-temáticos en aspectos axiales de la novela: personajes, lenguaje, recursos literarios, técnica narrativa, espacio y tiempo narra-tivo, entre otros, como lo aplica Valencia Solanilla en su análisis de la novela finise-cular de estos departamentos.

Para la crítica, cambios estilísticos y na-rrativos de varios novelistas de la región presionan por el reconocimiento de un nuevo canon; no todas las novelas puede ponerse bajo la sombrilla peyorativa de localista, parroquial, intrascendente, o pre-moderna; temas centrales de la región aún están ausentes en la novela y en otros casos se han malogrado por deficiente desarrollo literario; y algunas obras no debieron ni siquiera publicarse por sus graves proble-mas literarios y estéticos.

Los estudios críticos y bibliográficos no registran un buen número de novelas edi-tadas; varias razones pueden explicar esta situación: obras publicadas después de la fe-cha de edición de esos estudios; ausencia de análisis con cobertura para todo el período y para toda la región; aplicación, por parte de la academia, de la crítica, editores y editoriales, de la “marginalidad literaria” como lo anota Agudelo Duque en Ensayando (2007).

Es posible concluir que muchas novelas escritas por autores del Gran Caldas tienen méritos suficientes para ser leídas y anali-zadas por simples lectores, por la academia y por investigadores de diversas discipli-nas; en ellas se encuentran otras visiones de mundo. La crítica literaria de la región tiene una gran tarea por realizar: construir la historia de la novela del Gran Caldas, como aporte literario, histórico, social y fi-losófico de esta región

*[email protected]

(novela negra, novela de los conflictos ur-banos contemporáneos, narcotráfico, nove-la de ciudad), de género (visiones de mujer desde la mujer y desde el hombre), mítica

(indígena o no), indigenista (temas indíge-nas con enfoque realista), erotismo y ho-moerotismo, psicológica, mística (religiosa y espiritual), aventuras y de viajes, las vio-lencias, minería y negritudes. Varias obras construyen una amplia visión de mundo, ya sea por tratamiento de temas no regio-nales (Por las calles de Sodoma, Cada voz lleva su angustia, Las horas secretas, Los hijos del agua, La princesa de Santa Bárbara), por ar-ticulación de temas regionales a contextos nacionales e internacionales (Bruna de Oto-ño, Los sueños de los hombres se los fuman las mujeres), por desarrollo de nuevos estilos narrativos (El último diario de Tony Flowers,

La primera novela escrita por una mujer fue Una mujer (1935), de Natalia Ocampo de Sánchez.

PORTADAS/CORTESÍA CÉSAR AUGUSTO BAUTISTA/PAPEL SALMÓN

Tomás (1897), de Rómulo Cuesta (Marmato 1867 – Riosucio 1947), hace parte de uno de los antecedentes de la producción novelística en la región.

|54|POESÍA| |POESÍADOMINGO 3 DE AGOSTO DE 2014 DOMINGO 3 DE AGOSTO DE 2014

Las antologías de poesía femenina en Colombia, hechas por dos poetas de origen caldense unidos en el amor, son un panorama completo que hace justicia a voces acalladas por años. Fueron impresas en Apidama, la editorial para mujeres que dejó de ser una utopía.

Álvaro Gärtner* Papel Salmón

uienes dicen que en Co-lombia no hay poesía fe-menina o que es de mala calidad, entre ellos buen número de escritores va-rones, bien podrían ho-jear los dos tomos de la Poesía colombiana del Siglo

XX escrita por mujeres, a ver si les quedan argumentos para sostener su afirmación.

Ni necesidad tienen de hacerlo, por-que el grosor de los libros, uno de 767 y el otro de 951 páginas, bastarían para empezar a pensar que algo hay. Las so-las cifras impresionan: el primer tomo incluye escritos de 84 mujeres de todas las regiones del país, nacidas entre 1844 y 1949, que han publicado 435 poemarios a la fecha. El segundo contiene 153 poe-tas, nacidas entre 1950 y 1989, que han publicado 490 libros de poesía, para un total de 237 escritoras que suman entre todas 944 libros.

La división cronológica entre los dos tomos no es arbitraria: “Los sucesos del 9 de abril de 1948 partieron en dos la histo-ria y la cultura de Colombia”, asegura la

LAS SAGRADAS ESCRITURAS DE LAS POETAS

Mujeres vueltas poesía

escritora Guiomar Cuesta Escobar, quien junto con su esposo, el también poeta Al-fredo Ocampo Zamorano, se dieron a la tarea de hacer esta babilónica obra, que contiene más de mil poemas escritos por colombianas. Es una demostración del oficio de poetas que ellas ejercen y han ejercido durante todo este período”, aña-de la autora, quien es miembro corres-pondiente de la Academia Colombiana de la Lengua y miembro de la Academia de Historia de Bogotá.

Ésta es la primera y más completa an-

tología publicada en Colombia sobre sus poetas mujeres. Dice la señora Cuesta que antes no hubo publicación similar, “no por ausencia de talento y producción poética, sino por falta de aceptación de la mujer como poeta”. Explica que en las antologías editadas a lo largo del siglo XX fueron incluidas unas pocas mujeres: “Por ello consideramos que dichas anto-logías son de poesía masculina colom-biana exclusivamente”.

CON SABOR CALDENSESi bien ninguno de los autores de Poesía

colombiana del Siglo XX escrita por mujeres nació en Caldas, esta obra debe figurar en el inventario de la literatura caldense, pues ambos tuvieron su génesis en esta comarca: la bisabuela paterna de Guio-mar, doña Lucrecia Cuesta de Cuesta, fue la gestora y patrocinadora del Teatro Cuesta, construido en los años 30 en Rio-sucio. Y don Rómulo Cuesta, hermano de la mecenas, escribió la primera novela caldense de la historia, Tomás.

El otro antologista, Alfredo Ocampo Zamorano, es caleño pero sus raíces se remontan a los fundadores del pueblo de Aranzazu y del periódico LA PATRIA. Es sobrino de Francisco José Ocampo, quien abrió este periódico: “Yo soy ca-leño porque mi padre, quien trabajaba para la firma que después fue Hijos de Liborio Gutiérrez, fue enviado por don Liborio para Cali con el propósito de abrir una sucursal en esta ciudad. Aquí conoció a quien después fue mi madre y se quedó a vivir”, cuenta, orgulloso.

La idea de su libro surgió hace mu-chos años y tuvo un periodo de gestación largo, muy largo: las primeras inquietu-des se remontan a los años 70, debido a los contactos de Ocampo con el grupo de la revista Vivencia, de Cali. “El interés desde ese entonces fue hacer una gran antología de mujeres poetas, que debido al cierre de dicha revista, nunca llegó a concretarse”, explica Guiomar.

Por esa misma época, el de 1975 fue declarado como el Año Internacional de la Mujer, lo cual “despertó nueva con-ciencia en muchas mujeres de nuestro país y del mundo, acerca de la situación de desigualdad a la cual han estado so-metidas por siglos”, prosigue la poeta.

Sin embargo, habrían de transcurrir otros nueve años para que surgieran más razones para hacer la antología: en 1984 fue fundado el Encuentro de Poetas Colombianas del Museo Rayo, en Rolda-nillo, Valle, “momento en el cual se con-solida la presencia y la participación de las mujeres poetas como parte esencial de la poesía colombiana”, dice la señora Cuesta.

Águeda Pizarro, esposa del pintor Ómar Rayo, fundadora del encuentro y directora del museo, reconoce que la idea inicial del certamen fue de Mario Escobar Ortiz, en ese entonces periodis-ta de LA PATRIA.

Tres años más tarde, en 1987, Teresa Rozo Mulhouse vino a buscar mujeres poetas para hacer su tesis de grado del doctorado en literatura en los Es-tados Unidos y se puso en contacto con

Guiomar Cuesta, quien para ese enton-ces “yo ya había investigado y descubier-to por lo menos unas 20 o 30 poetas de todos los rincones del país”. La tesis de la poeta Rozo se convirtió en la antología Diosas en bronce. Poesía contemporánea de la mujer colombiana, que publicó en 1995, poco antes de su muerte.

Ambas poetas visitaron a su cole-ga la manizaleña Maruja Vieira, quien les habló del encuentro de Roldanillo. Desde entonces, Cuesta asiste todos los años, “con el único propósito de conocer a fondo la poesía de las mujeres de nues-tro país”, cuenta ella misma. En 2002, su esposo se vinculó con el certamen y tam-bién tuvo idea de hacer una antología.

PRIMERO LA EDITORIAL QUE EL LIBROVista la coincidencia de propósitos,

ese año la pareja decidió comenzar con la fundación del sello Apidama Ediciones, cuyo “principal propósito es publicar la poesía de las mujeres poetas colombia-nas”, explica la poeta.

En 2007, ambos fueron a vivir en Kiga-li y Nairobi, África, donde “reconocimos el valor de estas raíces nuestras, hasta el momento tan ignoradas y desprestigia-das”, prosiguió. Y eso que Guiomar las había escuchado desde 1988 en Rolda-nillo, pero como que no captó el inmenso valor de esa poética, sino cuando vio a las cole-gas africanas.

Por eso, al regresar al país en 2008 deci-dieron publicar el libro ¡Negras somos! con 21 poetas del Pacífico. Luego,

en 2010, la Antología de mujeres poetas afro-colombianas, con 58 poetas de todo el país. Ambas ediciones fueron compradas por el Ministerio de Cultura y Fundalectura para distribuir en los colegios.

Esta colección le valió a Apidama reconocimientos y ventas impensadas, pues hasta el año pasado había impreso alrededor de 22 mil ejemplares. De esa manera, la editorial “dejó de ser una qui-jotada y nos empujó a publicar la antolo-gía” de la poesía escrita por mujeres. “Ya en 2012 nos dedicamos de lleno a ella”, dijo la señora Cuesta.

Aunque la extensa obra es sobre poe-tas del siglo XX, “decidimos comenzar con Agripina Montes del Valle, quien fue muy importante en el XIX”, explica la antologista. Después, las seleccionadas fueron agrupadas por décadas.

La obra no se limita a recopilar poe-mas e insertar hojas de vida: “Incluye estudios sobre la época de cada poeta y los cambios que en cada una ocurrían y cómo las influía”, explica la antologista. Y añade: “El análisis del contexto per-mite entender la magnitud de la obra de

Ana María Robledo JaramilloLA SILLAEn esta sillael amor espera.Sentado, pensativo,el poema se mecehora tras hora.

La boca espera.La sillaronda mis sueños.En ella…mi delirioes tu bocaque emergedel poema.

Marta Patricia MezaPor no recibirle a la serpienteme faltó veneno.

Por no matar un dragónme faltó fuego.

Por no habitar la ballename faltó carácter.

Por no llegar en el Caballo de Troyame faltó astucia.

He ahí la evoluciónde mis carencias.

Juana María Echeverri EscobarLAS QUE MECEN EL DELIRIO(Fragmento)

9Desde la última duda nada les pertenecey las del tranceno transan su dignidad ni su ofrenda;desnudasse enjaulanpara liberar el ave en su canto.Y cantan las cantoraslas canoraspor momentos Eurídicesmudas contemplando el atrás;y las demás advenedizasen la tierra de nadie.

estas mujeres y cómo su poesía responde a las exigencias de cada tiempo”.

Por supuesto, cada poeta incluida fue investigada y en la investigación surgie-ron historias suficientes como para escri-bir otro libro. Sin embargo, de todas, a la autora le fascina el caso de la caleña Margarita Gamboa, “cuyo nombre me llegó cuando estaba casi terminando el primer tomo. Me di a la tarea de buscar a su hija y sus poemas, pues nació en 1899 y se atrevió a escribir poesía erótica en los años 30, como si fuera una mujer de hoy”. Por ejemplo: Hazme eterno el instante de esta noche,/ leve como otras muchas no-ches tibias,/ pero llena de encanto.

Ya los resultados se ven: ese primer tomo de Poesía colombiana del Siglo XX escrita por mujeres recibió mención de ho-nor en el Premio Monserrat Ordóñez, or-ganizado por la Asociación de Estudios Latinoamericanos -LASA- de la Univer-sidad de Pittsburgh, Pennsylvania.

Lejos de quedar exhaustos con la magnitud de esta obra, Guiomar Cuesta y Alfredo Ocampo no descartan la idea de configurar un tercer tomo: “No por lo pronto, pero sí hay que revisar qué están haciendo las poetas nacidas a par-tir de 1990”. Es decir, ya están viendo la

generación de recambio. Son poetas en ciernes o en remojo. Cuando se consoliden, las sagradas escri-turas de las mujeres tendrán su nuevo evangelio

*Periodista.

Ficha técnicaCUESTA ESCOBAR, Guiomar/OCAMPO ZOMORANO, Alfredo. Poesía colombiana del Siglo XX escrita por mujeres, tomo I. Apidama. Género: antología. Pp. 767.CUESTA ESCOBAR, Guiomar/OCAMPO ZOMORANO, Alfredo. Poesía colombiana del Siglo XX escrita por mujeres, tomo II. Apidama. Género: antología. Pp. 951.

Poetas de CaldasTomo I-. Agripina Montes del Valle. Salamina,

1844-1915-. Blanca Isaza de Jaramillo Meza,

1898-1967.-. Maruja Vieira, Manizales, 1922.-. Dominga Palacios (Emma Gutiérrez de

Arcila). Manizales, 1926-2003.-. Dorian Hoyos, Manizales, 1933.-. Beatriz Zuluaga, Manizales, 1934.-. Adela Guerrero Collazos. Riosucio.-. Amparo Zuleta Panesso, Manizales.-. Esperanza Jaramillo. Manizales.

Tomo II-. Ana María Robledo Jaramillo. Manizales.-. Marta Patricia Meza. Salamina, Caldas.-. Ana María Gómez Vélez (Penélope).

Manizales.-. Juana María Echeverri Escobar.

Manizales.-. Guiomar Cuesta Escobar. Por sus raíces

en Riosucio.

FOTOS/CORTESÍA GUIOMAR CUESTA/PAPEL SALMÓN

Guiomar Cuesta Escobar en la Academia de la Lengua, Bogotá, 2014.

Q

Guiomar Cuesta Escobar y Alfredo Ocampo Zamorano.

|76 | LIBROS| | HISTORIA DOMINGO 3 DE AGOSTO DE 2014 DOMINGO 3 DE AGOSTO DE 2014

Carlos Hernández Osorio* Papel Salmón

A quienes apenas comenzamos en el periodismo y consideramos, como principio, que este oficio es algo más que hacer ruido, nos embarga la misma necesidad que a los escri-

tores noveles: imitar a quienes han demostrado talento y sabiduría. Así que los leemos, o los escuchamos o los vemos en acción y tratamos de emularlos, también como un método para descubrirlos a fondo.

Pero hay otra manera de acercarse a los secretos de los grandes: que ellos mismos los cuenten. Con escritores, son conocidas las en-trevistas de la revista The Paris Review. Sobre

HECHOS PARA CONTAR

10 elogios de la reporteríacoyunturas políticas (¿cómo ve el Congreso? ¿Santos, Uribe o la izquierda? ¿Por quién va a votar?) o, si es que los ponen a hablar sobre su oficio, los temas no son otros que los retos frente a Internet y la hace tiempo anacrónica objetividad. Posiblemente sea, en el primer caso, porque la tradición del periodismo ligado a apellidos, gobiernos y partidos políticos, un rasgo tan nuestro, sigue vigente. Lo que aquí se demuestra, sin embargo, es que hay quienes no necesariamente han surgido y consolidado un trabajo destacable a punta de abolengos, sino de un compromiso genuino con el oficio mismo. Además, que hay mucho por descubrir sobre la filigrana del día a día de un (buen) periodista.

En lo que sí convergen los 10 entrevistados, y es una feliz coincidencia, es en el énfasis que hacen en la reportería como práctica vital, como la capacidad de pararse del escritorio, salir de la sala de redacción y hablar con quienes están afuera. Al final siente uno, como periodista, que se trata de un respeto mínimo por los he-chos y los personajes de los que se escribe.

PARA REFLEXIONARQuedan dos puntos para reflexionar: uno, la

aparente falta de unanimidad sobre un método periodístico; cada cual, dependiendo de su ex-periencia, ha creado el suyo, y a pesar de que se mantienen unos mínimos, la flexibilidad es tanta que parece que, simplemente, cada cual es responsable a su modo. Parece una conse-cuencia de que este sea un oficio y no una pro-fesión reglada como, digamos, la ingeniería. Mucho más cuando los personajes son Castro Caycedo o Salcedo Ramos, cuyas especialida-des, los reportajes y crónicas de largo aliento, están más cerca de la literatura que de la aca-demia, como este último escribió alguna vez.

Lo otro es que, a la ahora de reflexionar so-bre el oficio, los periodistas deberíamos tener mayor capacidad para argumentar fundamen-tados en conceptos, en abstracciones, y no tanto en ejemplos, como a veces ocurre en el libro. Apelar al anecdotario personal cada que nos piden nuestras apreciaciones, como diciendo: “esto fue lo que hice en tal caso”, sin agregar más, da la impresión de que todo aquí es ca-suístico. Lo dudo. Eso que “hice en tal caso” es muestra de algo más amplio e inasible: de una visión de la realidad, una visión de mun-do inscrita, muchas veces, en una corriente de pensamiento.

Son reflexiones que trascienden el libro. Este, como tal, es ante todo un elemento inspi-rador para quienes, buscando voz propia, aún nos sentimos impulsados a imitar a quienes lo han hecho bien. Y estos son 10 ejemplos de quienes lo han hecho bien

MORALES, Lorenzo/RUIZ, Marta. Hechos para contar. Conversaciones con 10 periodistas sobre su oficio. Ediciones Uniandes, Debate. Pp. 336.

*Periodista. [email protected]@chernandezoso

Los autores de las entrevistas rescatan la esencia de cada personaje. Los entrevistados convergen en el énfasis que hacen en la reportería como práctica vital. Inspiración.

periodismo, hemos conocido en años recientes el libro ¿Vale la pena vivir para este oficio?, de Juan Cruz, quien entrevista a tipos históricos de los periódicos del Occidente contemporáneo. En la pasada Feria del libro de Bogotá –y a esto es que quiero referirme- Marta Ruiz y Lorenzo Morales lanzaron Hechos para contar, 10 entre-vistas con periodistas colombianos que expli-can cómo hacen lo que hacen.

LOS VALORES DEL LIBROEl libro es valioso por dos razones: la prime-

ra, porque los personajes no son cacaos, y apa-rentemente no quieren serlo. Se trata de Ger-mán Castro Caycedo, Daniel Coronell, Gerardo Reyes, Alberto Salcedo Ramos, Álvaro Sierra, María Teresa Ronderos, Jesús Abad Colorado, Yolanda Ruiz, Jorge Cardona y Juanita León. Sus perfiles no encajan dentro de ese grupo de periodistas que se ha dedicado a comentar y a opinar más que a reportear e investigar. Digámoslo sin vacilar: aquí no hay ningún Ya-mid Amat, ningún Darío Arizmendi, ninguna Vicky Dávila… Por eso este libro también les permite a quienes miran los medios desde la barrera, o son simples lectores, oyentes, televi-dentes o internautas, comprender que el perio-dismo en Colombia es mucho más que la mira-da de estos últimos.

La otra característica valiosa es que los au-tores de las entrevistas rescatan la esencia de cada personaje y, por lo tanto, hacen de cada conversación un abordaje distinto. Esto permi-te sentir que todos se complementan, por más que algunos expongan, sobre temas similares, argumentos que se contraponen. Si de Germán Castro Caycedo nos dan a conocer las rutinas de un exponente clásico del periodismo narra-tivo que reivindica la necesidad de precisión y equilibrio en su trabajo; de Álvaro Sierra, también cronista, más bien exponen el valor que le da al viaje como insumo indispensable para agudizar la mirada del periodista sobre el mundo. Si de María Teresa Ronderos, editora consagrada, nos traen a cuento su vocación y capacidad de llevar de la mano a los reporte-ros que tiene a cargo; a Jorge Cardona, también editor, lo hacen hablar sobre su obsesión con enmarcar los artículos que revisa dentro de un necesario contexto histórico.

Parece una obviedad destacar que el libro sea diverso y que, claro, cada personaje es diferente. En Colombia, sin embargo, nos hemos acostumbrado a abordar a los periodistas como un cuerpo único al que solo vale la pena consultarle su opinión frente a las

Barreiro se enfrentó a los republicanos en Paya, Tópaga, Cerinza, Pantano de Vargas y Puente de Boyacá con resultados adversos. Se rindió ante Pascacio Martínez, un niño de 12 años, y el negro José. Derrota.

Alfredo Cardona Tobón* Papel Salmón

El 10 de octubre de 1819 el general Santander desde tempranas horas reunió un Concejo de Guerra para juzgar a 25 oficia-

les españoles y a cinco granadinos, cinco venezolanos, un quiteño, un guayanés y un portorriqueño, he-chos prisioneros en el combate de Boyacá.

No se les acusaba de crímenes atroces… eran solamente comba-tientes que defendían sus ideas en el campo de batalla con la mala suerte de caer en manos de sus ene-migos. La guerra a muerte decreta-da por Bolívar era clemente con los americanos, pero eso no lo tuvo en cuenta Santander, “El hombre de las leyes”, que aprobó la pena de muer-te para todos los oficiales captura-dos en Boyacá sin tener en cuenta la nacionalidad ni la responsabilidad de los prisioneros.

EL SACRIFICIOA las cuatro de la tarde los frailes

franciscanos llevaron a la prisión la infausta noticia de la condena a muerte; esa noche los oficiales rea-listas prepararon sus almas, escri-bieron las últimas cartas a los seres queridos y esperaron en vigilia la última madrugada.

En las primeras horas del día si-guiente un inusitado movimiento de tropas despertó a los bogotanos. A las siete de la mañana llevaron a la Plaza Mayor a José María Ba-rreiro y a otros tres compañeros y los filaron frente a un pelotón de fusilamiento. Como si fueran galli-nazos, la gente se arremolinó alre-dedor de las víctimas insultando y maldiciéndolas. El general Barreiro, Comandante de la Tercera División, dio un paso al frente cabeza en alto, erguido, con el valor que había mos-trado en los campos de batalla y con el grito “Viva España” cayó al em-pedrado de la Plaza con el cráneo destrozado por las balas.

La tropa republicana condujo al cadalso al resto de los condenados

JOSÉ MARÍA BARREIRO

Los derrotados del Puente de Boyacáde cuatro en cuatro en un macabro espectáculo que duró tres horas. Ningún tiro alcanzó al subteniente Bernardo Labrador, que impávido pidió que lo ultimaran con un tiro en la nuca, pero no lo escucharon y uno de los soldados le clavó una ba-yoneta en el pecho; el bravo oficial realista se volvió contra el soldado que lo había herido, el resto de la escolta se le abalanzó y asesinaron a Labrador a bayoneta. El español Francisco Malpica reaccionó por ese acto vil e inhumano y protes-tó ante tal salvajismo; entonces lo apresaron y lo ejecutaron por orden de Santander, que impasible obser-vaba desde la puerta de Palacio.

EL GENERAL BARREIROEra un gaditano de 24 años,

apuesto, galante, sueño de muchas jóvenes casaderas de Santa Fe de Bogotá, con carrera en el arma de Artillería y combatiente en la gue-rra contra Napoleón, donde cayó prisionero de los franceses.

José María Barreiro se unió en 1815 a la expedición de reconquista con mando sobre la Tercera Divi-sión del ejército realista con el apre-cio de Morillo que lo calificó como: “adornado de las mejores cualida-des por su valor, conocimientos y actividad que lo han hecho merece-dor de recomendarlo al rey.”

Inicialmente luchó en Venezue-la contra los insurgentes y luego lo trasladaron a la Nueva Grana-da con la misión de contener a los rebeldes a todo lo largo de la cor-dillera Oriental. Desde Sogamoso intentó reducir las guerrillas de los llanos y del altiplano pero era imposible cubrir esos extensos te-rritorios; entonces Morillo lo acusa de indolente y de falta de previsión y lo releva de la comandancia de la Tercera División y deja al frente

de la Tercera División al general La Torre. Pero el relevo no llega y el vi-rrey Sámano desesperado ante los avances patriotas nombra al coronel Sebastián de La Calzada que viaja a Tunja a reemplazar a Barreiro, quien se niega a entregar el mando argumentando que había sido nom-brado por Morillo con la aprobación Fernando Vll.

BARREIRO Y LOS PATRIOTASLas tropas de Barreiro se en-

frentaron a los republicanos en Paya, en Tópaga, en Cerinza, en el Pantano de Vargas, en el Puente de Boyacá con resultados adver-sos; los habitantes de la región apoyaron a Bolívar y reforzaron sus huestes; Barreiro, en cambio, combatió en tierra hostil, privado de alimentos y de bagajes y acosa-do por las guerrillas.

Tras su derrota en el Puente de Boyacá, el general Barreiro se vio separado de los suyos, sin caballo y sin escolta; entonces se entrega al primer soldado que da con su paradero, se rinde ante Pascacio Martínez y el negro José: el prime-ro, un niño de 12 años armado con una lanza y el otro con un fusil. Estos lo llevan ante el Libertador.

-¿Quién es usted?, preguntó Bolívar

- Soy el Comandante General Barreiro.

Un soldado de caballería inten-tó matarlo y Bolívar lo impidió.

Barreiro tenía que rendirse: si continuaba escondiéndose al-guien lo asesinaría, y si se inte-graba a las tropas de Sámano, el virrey le cobraría la derrota y la desobediencia. Como militar de escuela esperaba un trato digno; así sucedió mientras estuvo Bolívar con quien almorzó en Gachancipá donde le comentó el deseo de ver a

su madre en España después del concejo de guerra que le siguieran tras esa derrota.

Bolívar propuso el canje de Ba-rreiro y demás oficiales, pero pa-rece que la oferta no llegó a ma-nos del virrey Sámano que huía despavorido por el río Magdale-na. Numerosas damas bogotanas intercedieron inútilmente por Barreiro. El oficial español en un último intento para salvar la vida envió al vicepresidente Santander las insignias de masón, sabiendo que Santander también lo era; “La patria está por encima de la maso-nería” fue la respuesta del prócer granadino

*http://www.historiayregion.blogspot.com

FOTO/CORTESÍA ALFREDO

CARDONA/PAPEL SALMÓN

General José María Barreiro, Comandante de la Tercera División Española.

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|DIRECTOR NICOLÁS RESTREPO ESCOBAR | EDITORA GLORIA LUZ ÁNGEL ECHEVERRI|DISEÑO VIRGILIO LÓPEZ ARCE|CIRCULA CON LA PATRIA TODOS LOS DOMINGOS |CRA 20 NO.46-35. TEL 878 1700 |IMPRESIÓN: EDITORIAL LA PATRIA S.A |E-MAIL: [email protected]

DOMINGO 3 DE AGOSTO DE 2014PUBLICACIONES|

DISONANCIAS CONVOCATORIA

EN ESTANTERÍA

ASÍ MATAMOS AL PATRÓN

Escrito a mano, detrás de las rejas de una p r i s i ó n f e d e r a l en Miami (USA), el libro está lleno de revelaciones tan escalofriantes como in-sólitas. En estas páginas hay un Pablo Escobar enloquecido, solitario y pobre; acorralado por los enemigos que cultivó a lo largo de su carrera delicti-va. También se sabe cómo funcionó la alianza entre el Estado, la DEA y varios grupos de narcotrafican-tes, pero, sobre todo, el lector podrá subir al teja-do donde cayó abatido El Patrón, escuchará su últi-mo suspiro y sabrá quién disparó las balas que terminaron con su vida.

POESÍA

La Casa de Poesía Silva junto al Ministerio de Cul-tura convoca al concurso nacional El amor en la poesía. Se entregarán cinco premios de dos millones de pesos. Los concursantes deberán enviar un poema inédito, en tres copias en sobre dirigido a la Casa de Poesía Silva,

en Bogotá. La admisión vence el 12 de septiembre de 2014. El jurado estará integrado por Giovanni Quessep, Eduardo Gómez y Carmen Millán, y dará a conocer el veredicto el jueves 23 de octubre de 2014. Informes en www.casadepoesiasilva.com

El viaje a la semillaSaldívar duró 20 años investigando, viajando a los lugares esen-

ciales de García Márquez, realizando centenares de entrevistas e indagando en archivos de varios países para obtener respuesta a su obsesión: quién era el hombre que escribió Cien años de sole-dad, cuál es la realidad histórica, cultural, familiar y personal que subyace a esta prodigiosa novela. La idea central de la biografía es que García Márquez escribió este libro para “volver” a la casa donde nació y se crio con sus abuelos maternos hasta los 10 años. De manera que en El viaje a la semilla se investiga y se narra lo más raizal y esencial de la vida y obra del escritor.

SALDÍVAR, Dasso. El viaje a la semilla. Planeta. Bogotá. 2014. Pp. 576. $49.000.

Un libro con noticias que despertarán varios asom-bros y muchas preocupa-ciones.

MURILLO BEJARANO, Diego Fernando, alias ‘Don Berna’. Así matamos al patrón. La cacería de Pablo Escobar. Icono Editorial. Bogotá. 2014. Pp. 136. $25.000.

ALGO QUE CELEBRARUn li-

bro que hace un recorrido por las f i e s t a s tradicio-nales más significa-tivas del

mundo. En esta obra, el lector descubrirá que el fin de año es una buena ocasión para dedicarse a una transformación

personal profunda; que recorrer las laderas de las montañas le permite renovar su vínculo con la naturaleza y que la me-jor manera de recordar a los que se han ido es con sentido del humor y ale-gría. También se sumergi-rá en la vida y la obra de algunos de los creadores y pensadores de todos los tiempos y comprobará que hay mil y una maneras de lograr que lo ordinario se vuelva extraordinario.

MAYENCO, Lola. Algo que celebrar. Ediciones Urano. España. 2014. Pp. 480. $59.000.

UN MUNDO A CONSTRUIRDividido en tres partes,

este libro, Premio Liberta-dor al Pensamiento Críti-co, representa la reflexión que ha emprendido Mar-ta Harnecker para contri-buir a sentar las bases de

un nuevo proyecto p o l í t i c o capaz de ava n z a r hacia el social is-mo del siglo XXI. La pri-mera parte versa sobre lo que ha sucedido en la región que comprende la modificación del mapa político, las movilizacio-nes sociales que explican cambio, la forma en que ha variado la correlación de fuerzas entre los USA y los países de la región, y los intentos de recoloni-zación y disciplinamien-to que esta potencia rea-liza en el subcontinente.

HARNECKER, Marta. Un mundo a construir (nuevos caminos). Editorial Viejo Topo. Barcelona. 2013. Pp. 256. $51.700.

Sebastián Estrada Robledo* Papel Salmón

Con el semblante descompuesto les conté a mi mamá y a mi abuela que había llevado a arreglar el carro y que para sacarlo del taller tenía que pagar de contado alrededor de 800 mil pesos. “¿Y por qué tanto?”, me preguntó

mi abuela, o me preguntaron las dos. “No tengo idea, de pronto me están estafando; me explicaron todo como en cinco minutos y no entendí nada”, respondí. “Sebastián -dijo mi abuela-, ¿a usted no le da pena? No puede ser que solo le guste la literatura, hay que aprender otras co-sas en la vida”. Refutarla era caer en menudencias: que además de la literatura me gusta la música, el tenis, el tenis de mesa, el fútbol, El Chavo y Seinfeld, o que yo ni siquiera aprendía de la literatura, al menos de una ma-nera que me permitiera alguna vez “enseñarla”. Así que acepté el regaño, pues en el fondo tiene razón. Cuando el mecánico me dijo que el abandono en el que tenía mi carro implicaba reparación o reemplazo de la chu-macera, la correa de transmisión, los amortiguadores, los cables de las bujías, la carlinga, el escambrador, el tirapatrás, el sacaperchos y no sé cuántas cosas más, me puse en automático y reproduje un “Claro, cómo no” tantas veces que él entendió que le habría dado lo mis-mo suministrarme la información en una lengua esla-va. Y mi ignorancia no se limita a estas materias esoté-ricas. Si una llanta se estalla o si el carro sufre una de esas muertes transitorias de cuyo abismo lo rescatan un par de furiosos taconazos, dados quién sabe dónde, mi desconcierto es casi el mismo. Tengo que pedir ayuda o resignarme a pasar cerca de cuatro horas en el milagro-so proceso de la resucitación.

Me siento muy inútil, por supuesto. Mi excusa de siempre es que a uno eso nunca se lo enseñan. Ni en el colegio, ni en la universidad ni en los mismos talleres en los que desmontan y nombran las partes y repuestos existe el espacio para aprender algo de carros. Sin em-bargo, la gente sabe qué hacer. Seguramente no despie-zan los motores ni conocen las propiedades químicas de los aceites hidráulicos, pero estoy convencido de que no se sumen en el estado de perplejidad que me embar-gó a mí cuando el mecánico me hizo la lista de daños.

En ese momento de pasmo –“¡Esto lo explica todo!”, me dirá mi abuela – no pensé en cómo solucionar mi problema, sino que me acordé de Emerenc, la fascinante protagonista de La puerta, de Magda Szabó, y de cómo le reprochaba a su “ama” –la misma Szabó– haberse de-dicado a algo tan ajeno a la vida, tan soberanamente inútil como la literatura. Disfruté mucho ese recuerdo, prácticamente me solacé en él. Emerenc tiene razón, pensé, la literatura es muy inútil, y solo volví a acordar-me del carro cuando les conté a mi mamá y a mi abuela lo que me había pasado, pues cuando lo del chasco con el mecánico me quedé pensando en la novela y después quién sabe en qué

*[email protected]

Tributo a Emerenc