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SECCIÓN DE APELACIÓN E XPEDIENTE : 2018340160400053E R ADICADO O RFEO : 20181510074322 JURISDICCIÓN ESPECIAL PARA LA PAZ TRIBUNAL PARA LA PAZ SECCIÓN DE APELACIÓN Auto TP-SA 490 de 2020 Bogotá D.C., veintidós (22) de abril de dos mil veinte (2020) 1 Expediente N o : 2018340160400053E Asunto: Apelación de la resolución 7281 del 25 de noviembre de 2019, proferida por la Sala de Definición de Situaciones Jurídicas (SDSJ) Fecha de reparto: 27 de diciembre de 2019 La Sección de Apelación (SA) del Tribunal para la Paz resuelve los recursos de apelación presentados por el Teniente Coronel (TC), retirado, del Ejército Nacional Jorge Eliécer PLAZAS ACEVEDO, mediante apoderado, y por el representante judicial de víctimas, contra la resolución 7281 del 25 de noviembre de 2019, proferida por la SDSJ. SÍNTESIS DEL CASO El interesado, en calidad de miembro de la Fuerza Pública - Teniente Coronel retirado del Ejército Nacional- y en relación con 8 procesos -2 condenas en firme, 3 juicios y 3 investigaciones-, manifestó su intención de someterse a la JEP y solicitó la libertad transitoria, condicionada y anticipada (LTCA). La SDSJ aceptó el sometimiento respecto de los 8 casos y negó el beneficio provisional. El apoderado del interesado y el representante judicial de víctimas, por diferentes razones, recurrieron tal decisión en apelación. 1 En trámite de recolección de firmas, la presente providencia se firma electrónicamente como consecuencia de la pandemia por el Covid-19 y la orden de aislamiento decretada por los gobiernos nacional y distrital para prevenir el contagio de la enfermedad. 1

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sección de apelaciónExpediente: 2018340160400053E

Radicado Orfeo: 20181510074322

sección de apelaciónexpediente: 2018340160500672E

Radicados Orfeo: 20181510129822

sección de apelaciónExpediente: 2018340160400053E

Radicado Orfeo: 20181510074322

JURISDICCIÓN ESPECIAL PARA LA PAZ

TRIBUNAL PARA LA PAZ

SECCIÓN DE APELACIÓN

Auto TP-SA 490 de 2020

Bogotá D.C., veintidós (22) de abril de dos mil veinte (2020)[footnoteRef:1] [1: En trámite de recolección de firmas, la presente providencia se firma electrónicamente como consecuencia de la pandemia por el Covid-19 y la orden de aislamiento decretada por los gobiernos nacional y distrital para prevenir el contagio de la enfermedad.]

Expediente No:

2018340160400053E

Asunto:

Apelación de la resolución 7281 del 25 de noviembre de 2019, proferida por la Sala de Definición de Situaciones Jurídicas (SDSJ)

Fecha de reparto:

27 de diciembre de 2019

La Sección de Apelación (SA) del Tribunal para la Paz resuelve los recursos de apelación presentados por el Teniente Coronel (TC), retirado, del Ejército Nacional Jorge Eliécer PLAZAS ACEVEDO, mediante apoderado, y por el representante judicial de víctimas, contra la resolución 7281 del 25 de noviembre de 2019, proferida por la SDSJ.

SÍNTESIS DEL CASO

El interesado, en calidad de miembro de la Fuerza Pública -Teniente Coronel retirado del Ejército Nacional- y en relación con 8 procesos -2 condenas en firme, 3 juicios y 3 investigaciones-, manifestó su intención de someterse a la JEP y solicitó la libertad transitoria, condicionada y anticipada (LTCA). La SDSJ aceptó el sometimiento respecto de los 8 casos y negó el beneficio provisional. El apoderado del interesado y el representante judicial de víctimas, por diferentes razones, recurrieron tal decisión en apelación.

I. ANTECEDENTES

Actuaciones de la justicia penal ordinaria (JPO)

1. El TC Jorge Eliécer PLAZAS ACEVEDO se encuentra recluido en el centro carcelario para miembros de la Fuerza Pública de Facatativá, Cundinamarca[footnoteRef:2], en cumplimiento de las penas impuestas por su acreditada responsabilidad en la comisión de varias infracciones penales[footnoteRef:3], consignadas en dos condenas: [2: Y a órdenes del Juzgado Único de Ejecución de Penas y Medidas de Seguridad (EPMS) de Facatativá, Cundinamarca. ] [3: Permanece privado de la libertad desde el 31 de julio de 2014, descontando la pena impuesta en el caso 1.]

i) Sentencia, en firme, del 31 de octubre de 2002 por hechos ocurridos el 30 de octubre de 1998 y el 1 de enero de 1999 (caso 1: Benjamín Khoudari)[footnoteRef:4] [4: Radicado 1999-00116 de la JPO.]

1.1. El Juzgado 2º Penal del Circuito Especializado de Bogotá, mediante sentencia del 31 de octubre de 2002[footnoteRef:5], condenó al TC PLAZAS ACEVEDO, como coautor de los delitos de homicidio, secuestro extorsivo y concierto para delinquir, todos agravados. La condena se fijó en 40 años de prisión. Tal determinación fue confirmada el 9 de julio de 2003 por la Sala Penal del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Bogotá[footnoteRef:6]. La Sala de Casación Penal de la Corte Suprema de Justicia, el 20 de septiembre de 2006, resolvió no casar la providencia. Los hechos que motivaron esta sanción pueden resumirse así: [5: Folios 116, envés, a 165 del cuaderno número 1 de la JEP y 50 a 100 del cuaderno número 5 de la JEP.] [6: Folios 100, envés, a 117 del cuaderno número 5 de la JEP.]

1.1.1. El 30 de octubre de 1998, en la ciudad de Bogotá, el señor Benjamín Khoudari Rubén fue secuestrado por varios sujetos armados y vestidos de militares cuando conducía una camioneta de su propiedad. La víctima fue llevada a una finca en el municipio de Pacho, Cundinamarca, lugar en el que permaneció en cautiverio hasta que fue asesinado el 1 de enero de 1999, pese a que su familia pagó $110’000.000 por su liberación[footnoteRef:7]. [7: Folios 116, envés, a 165 del cuaderno número 1 de la JEP y 50 a 100 del cuaderno número 5 de la JEP.]

1.1.2. El solicitante, quien empleaba el alias de “don Diego”, en su calidad de oficial de inteligencia de la Brigada XIII, mantuvo contacto permanente con informantes y con los delincuentes que ejecutaron el hecho. Además, éstos utilizaron su abonado celular oficial, un vehículo institucional y las líneas telefónicas fijas de dicha unidad operativa para planear y consumar los delitos.

ii) Sentencia, en firme, del 8 de julio de 2011 por hechos ocurridos el 25 de noviembre de 1998 (caso 2: Wilson Martínez)[footnoteRef:8] [8: Radicado 2008-00108 de la JPO.]

1.2. El Juzgado 4º Penal del Circuito Especializado de Bogotá, mediante sentencia del 8 de julio de 2011[footnoteRef:9], condenó al TC PLAZAS ACEVEDO como coautor de los delitos de secuestro extorsivo agravado y hurto calificado y agravado. Así, fijó la pena principal en 27 años de prisión. Dicha providencia fue confirmada el 17 de julio de 2013 por la Sala Penal del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Bogotá[footnoteRef:10]. De conformidad con tales providencias, el marco fáctico que motivó esta sanción fue el siguiente[footnoteRef:11]: [9: Folios 191, envés, a 232 del cuaderno número 5 de la JEP.] [10: Folios 76, envés, a 114 y 232, envés, a 270 de los cuadernos número 1 y 5 de la JEP, respectivamente.] [11: De la fase de ejecución de la sanción conoce el Juzgado 12 de EPMS de Bogotá. ]

1.2.1. Hacia el mediodía del 25 de noviembre de 1998, en la ciudad de Bogotá, fue secuestrado el joven Wilson Martínez Quiroga por parte de miembros del Ejército Nacional y civiles que vestían prendas militares, cuando se desplazaba en una camioneta. Luego de que la víctima fuera conducida al municipio de La Mesa, Cundinamarca, otros miembros de la banda solicitaron $1.000’000.000 por su liberación, los que, a la postre, se redujeron a $80’000.000. Nunca se pagó el dinero y tampoco se volvió a saber nada del secuestrado ni del vehículo que conducía.

1.2.2. El interesado, identificado con el alias de “don Diego” y en su calidad de jefe de la Sección de Inteligencia de la Brigada XIII, lideraba el grupo que ejecutó tales punibles, así como el secuestro del ciudadano israelí Khoudari Rubén.

2. En contra del señor PLAZAS ACEVEDO también se adelantan tres juicios, cuyos datos relevantes son los siguientes:

iii) Acusación del 17 de julio de 2014 por hechos acaecidos el 13 de agosto de 1999 (caso 3: Jaime Garzón)[footnoteRef:12] [12: Radicado 2015-0054 y 1942 de la JPO.]

2.1. Luego de que le fuera resuelta la situación jurídica con medida de aseguramiento de detención preventiva, la Fiscalía 13 de la Unidad Nacional Especializada de Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario, dentro del radicado 1942 y mediante resolución del 17 de julio de 2014, acusó al interesado como coautor del delito de homicidio agravado[footnoteRef:13]. En la actualidad, conoce del proceso, en la etapa del juicio, el Juzgado 7º Penal del Circuito Especializado de Bogotá. De conformidad con lo consignado en el pliego enjuiciatorio, el supuesto de hecho por el que el TC PLAZAS ACEVEDO fue convocado a responder en la causa es el que sigue: [13: Folios 85 a 112 del cuaderno número 2 de la JEP. ]

2.1.1. El 13 de agosto de 1999, a las 5:45 a.m., el periodista y humorista Jaime Hernando Garzón Forero salió de su residencia al mando de la camioneta de placas CRW 194, con destino a la emisora en la que trabajaba. Al detenerse en un semáforo en rojo fue interceptado por dos sicarios que se movilizaban en una motocicleta quienes le dispararon en varias oportunidades ocasionándole la muerte de forma inmediata.

2.1.2. Al parecer, el TC PLAZAS ACEVEDO, quien se encontraba adscrito al B-2 de la Brigada XIII, dispuso hacer seguimientos a la víctima, como quiera que el jefe paramilitar Carlos Castaño Gil lo declaró objetivo militar al señalarlo de subversivo por la labor humanitaria que llevaba a cabo como mediador entre la guerrilla y las familias de los secuestrados, con el propósito de gestionar su libertad.

iv) Acusación del 13 de mayo de 2016 por hechos acaecidos entre el 12 y el 21 de julio de 1997 (caso 4: Masacre de Mapiripán)[footnoteRef:14] [14: Radicado 2017-00110 y 784 de la JPO.]

2.2. Luego de que le fuera resuelta la situación jurídica con medida de aseguramiento consistente en detención preventiva, la entonces Fiscalía 28 de la Dirección Nacional Especializada de Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario (hoy 57 de la Dirección Nacional Especializada contra Violaciones a los Derechos Humanos), dentro del radicado 784 y mediante resolución del 13 de mayo de 2016, acusó al solicitante como coautor de los delitos de homicidio y concierto para delinquir, ambos agravados, secuestro extorsivo y terrorismo[footnoteRef:15]. Dicha decisión fue confirmada el 20 de septiembre del mismo año por la Fiscalía 61 Delegada ante el Tribunal Superior del Distrito Judicial de Bogotá[footnoteRef:16]. Actualmente, conoce del proceso, en la etapa del juicio, el Juzgado 2º Penal del Circuito Especializado de Villavicencio, Meta. De conformidad con lo consignado en el pliego enjuiciatorio, el supuesto de hecho por el que el TC PLAZAS ACEVEDO fue convocado a responder en la causa es el siguiente: [15: Folios 281 a 294 del cuaderno número 3 de la JEP y disco relacionado. ] [16: Folios 40 a 45 del cuaderno número 5 de la JEP. ]

2.2.1. El 12 de julio de 1997, un grupo de aproximadamente 30 paramilitares pertenecientes a las Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá -ACCU-, lideradas por Carlos Castaño Gil, y procedentes de los municipios de Necoclí y Carepa, Antioquia, salieron, en dos aeronaves, con destino a San José del Guaviare, Guaviare. Los aeropuertos de dichas municipalidades eran controlados militarmente por tropas de la Brigada XVII del Ejército Nacional y del Batallón de Infantería número 19 “Joaquín París”, respectivamente. En dicho lugar fueron recibidos por el comandante del Frente Guaviare Luis Hernando Méndez Bedoya, alias “René”, y conducidos en camiones a un sitio conocido como “Charras”, en el que se reunieron con otros militantes de dicha organización criminal, conformando una tropa ilegal de aproximadamente 150 hombres. El 14 de julio, todos partieron en lanchas hacia Mapiripán, Meta, arribando en la madrugada del día siguiente (15 de julio). Instalados allí y en el corregimiento aledaño de La Cooperativa, durante los seis días siguientes (del 16 al 21 de julio), sometieron con violencia a la población, perturbaron la actividad normal del municipio, impidieron la libertad de locomoción y comunicación y cerraron a la fuerza oficinas públicas. Así, retuvieron, torturaron y asesinaron a José Roland Valencia, despachador del aeropuerto; Sinai Blanco, comerciante; a un hombre de identidad desconocida de aproximadamente 35 años; y a otro que fue lanzado al río. Además, el señor Antonio María Barrera fue desaparecido en esta primera incursión. Luego, al ocupar el caserío contiguo, los paramilitares mataron a los ciudadanos Álvaro Tovar Muñoz, Jaime Pinzón, Edwin Morales, Manuel Arévalo y a la señora Teresa.

2.2.2. Para esos días, el TC PLAZAS ACEVEDO se desempeñaba como jefe de la Sección de Inteligencia de la Brigada XVII y, presuntamente, se encargó de apoyar el traslado aéreo de los hombres a San José del Guaviare, por lo que habría recibido $3’000.000 como recompensa. Además, al parecer, el interesado mantenía vínculos constantes con los paramilitares en la zona del Urabá, coordinando operativos conjuntos, ayudándolos con los movimientos, con munición y con la carnetización de los militantes como informantes del B-2, con el propósito de evitar su captura y posterior judicialización. En el sistema interamericano de justicia, el caso referido se conoció como la “masacre de Mapiripán”. En dicho escenario, la Corte de Derechos Humanos, mediante sentencia del 15 de septiembre de 2005, condenó al Estado Colombiano por su responsabilidad internacional en tales hechos.

v) Acusación del 16 de mayo de 2007 por hechos acaecidos el 11 de febrero de 1999 (caso 5: esposos Luís Antonio Castro y Enid Ortiz)[footnoteRef:17] [17: Radicado 2015-150 y 703 de la JPO.]

2.3. Luego de que le fuera resuelta la situación jurídica con medida de aseguramiento de detención preventiva, la Fiscalía 24 de la Unidad Nacional de Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario, dentro del radicado 703 y mediante resolución del 16 de mayo de 2007, acusó al solicitante como coautor del delito de secuestro extorsivo en concurso heterogéneo y sucesivo con el de secuestro simple[footnoteRef:18]. En la actualidad, conoce del proceso, en la etapa del juicio, el Juzgado 2º Penal del Circuito Especializado de Bogotá. De conformidad con lo consignado en el pliego enjuiciatorio, los hechos por los que el TC PLAZAS ACEVEDO fue convocado a responder en la causa son los siguientes: [18: Folios 45 a 74 del cuaderno número 1 de la JEP. ]

2.3.1. El 11 de febrero de 1999, en Bogotá, fueron secuestrados los esposos Luis Antonio Castro Ochoa y Enid Ortiz Rocha por parte de cuatro individuos. Luego de que las víctimas fueran conducidas a los límites de la ciudad, los secuestradores liberaron a la cónyuge para exigirle la suma de US$7’000.000 por la liberación de su pareja. Con posterioridad, el señor Castro Ochoa logró huir ante un descuido de los delincuentes.

2.3.2. Al parecer, el TC PLAZAS ACEVEDO, alias “don Diego”, lideraba la banda que ejecutó tales punibles, integrada por militares activos, civiles y sindicados del delito de rebelión que permanecían en la Brigada XIII para ayudar en supuestas operaciones militares.

3. Respecto del solicitante se adelantan, además, tres investigaciones, cuyos datos relevantes son los siguientes:

vi) Definición de situación jurídica del 11 de diciembre de 2014 por hechos acaecidos el 19 de mayo de 1997 (caso 6: Mario Calderón y Elsa Alvarado – CINEP)[footnoteRef:19] [19: Radicado 821 de la JPO.]

3.1. La Fiscalía 28 de la Unidad Nacional Especializada de Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario (hoy 57 de la Dirección Nacional Especializada contra Violaciones a los Derechos Humanos), dentro del radicado 821 y mediante resolución del 11 de diciembre de 2014, resolvió la situación jurídica del solicitante con medida de aseguramiento de detención preventiva, como coautor de los delitos de homicidio agravado, consumado y tentado, y concierto para delinquir agravado[footnoteRef:20]. De conformidad con lo consignado en dicha decisión, el supuesto de hecho por el que el TC PLAZAS ACEVEDO permanece sub iúdice es el siguiente: [20: Folios 281 a 294 del cuaderno número 3 de la JEP y disco relacionado. ]

3.1.1.En la madrugada del 19 de mayo de 1997, varios individuos fuertemente armados y vestidos con overoles negros y cachuchas, algunos de ellos pertenecientes a la banda criminal “La Terraza” de Medellín, dirigida por Diego Fernando Murillo Bejarano, alias “don Berna”, ingresaron, tras someter violentamente al vigilante y derribando la puerta, a la residencia de la familia Calderón Alvarado, ubicada en el apartamento 702 del edificio Quintas de la Salle de la ciudad de Bogotá, disparando indiscriminadamente contra los moradores que a esa hora dormían. De esta manera, asesinaron a los esposos Mario Calderón Villegas y Elsa Constanza Alvarado Chacón, investigadores del Centro de Investigación y Educación Popular (CINEP) y al padre de ésta Carlos Alvarado Pantoja. Además, dejaron gravemente herida a la señora Elvira Chacón de Alvarado. El hijo de la pareja, de escasos nueve meses, quien también estaba en el lugar, sobrevivió al ataque al ser escondido en un clóset por su mamá.

3.1.2. De las pruebas recaudadas, se pudo establecer que, al parecer, el TC PLAZAS ACEVEDO, jefe de la Sección de Inteligencia (B-2) de la Brigada XVII y quien, presuntamente, tenía vínculos con los paramilitares, señaló a los esposos Calderón Alvarado de integrar el ELN manejando la parte política y social. Por ello, Carlos Castaño Gil ordenó su muerte. Además, supuestamente, el interesado brindó apoyo logístico (alojamiento, traslados, etc.) y de inteligencia (movimientos y ubicación exacta de las víctimas) a los sicarios y les ayudó transportando el armamento requerido para asestar el golpe. Este caso fue calificado como crimen de lesa humanidad en la misma resolución de situación jurídica, del 11 de diciembre de 2014. Tal precisión fue ratificada por la Fiscalía el 10 de mayo de 2017[footnoteRef:21]. [21: Ibidem.]

vii) Definición de situación jurídica del 26 de marzo de 2019 por hechos acaecidos el 27 de febrero de 1997 (caso 7: Marino López – Operación Cacarica)[footnoteRef:22] [22: Radicado 2332 de la JPO.]

3.2. La Fiscalía 46 de la Dirección Nacional Especializada contra las Violaciones a los Derechos Humanos, dentro del radicado 2332 y mediante resolución del 26 de marzo de 2019, resolvió la situación jurídica del solicitante con medida de aseguramiento de detención preventiva, como coautor de los delitos de homicidio y concierto para delinquir, agravados, y desplazamiento forzado[footnoteRef:23]. De conformidad con lo consignado en dicha decisión, el supuesto de hecho por el que el TC PLAZAS ACEVEDO permanece sub iúdice es el que sigue: [23: Folios 21 a 55 del cuaderno número 4 de la JEP. ]

3.2.1. El 27 de febrero de 1997, paramilitares, con el apoyo de militares de la Brigada XVII, en particular del TC PLAZAS ACEVEDO -al parecer-, arribaron a la población de Bijao, del municipio de Riosucio, Chocó, para retener y agredir al señor Marino López Mena, quien había sido señalado de ser colaborador o integrante de las FARC-EP y, al intentar escapar, lo decapitaron. Luego, patearon la cabeza como señal de intimidación para el resto de los pobladores.

3.2.2. Como consecuencia del inmisericorde episodio, el cual hizo parte de la operación “Cacarica” -llevada a cabo por los paramilitares y algunos miembros del Ejército Nacional, con el propósito de desterrar a la extinta guerrilla de dicho espacio geográfico (Urabá) y, así, ejercer control territorial-, se produjo el desplazamiento forzado de otros moradores. La Corte Interamericana de Derechos Humanos, mediante sentencia del 20 de noviembre de 2013, condenó al Estado Colombiano por su responsabilidad internacional en tales hechos.

viii) Definición de situación jurídica del 21 de marzo de 2018 por hechos acaecidos el 22 de febrero de 1999 (caso 8: Martha Cecilia Velásquez)[footnoteRef:24] [24: Radicado 704 de la JPO.]

3.3. La Fiscalía 107 de la Dirección Nacional Especializada contra las Violaciones a los Derechos Humanos, dentro del radicado 704 y mediante resolución del 21 de marzo de 2018, resolvió la situación jurídica del TC PLAZAS ACEVEDO con medida de aseguramiento de detención preventiva, como coautor del delito de secuestro extorsivo agravado[footnoteRef:25]. De conformidad con lo consignado en dicha decisión, el supuesto de hecho por el que el interesado permanece sub iúdice es el siguiente: [25: Folios 9 a 28 del cuaderno número 1 de la JEP. ]

3.3.1. El 22 de febrero de 1999, en un establecimiento de comercio ubicado en el barrio Britalia de Bogotá, ingresaron seis sujetos que portaban armas de fuego de largo alcance (fusiles) y vestían ropa camuflada, quienes, manifestando ser miembros del Ejército Nacional y justificando su presencia en el lugar con una comisión de la Fiscalía General de la Nación (inexistente), se llevaron por la fuerza a la señora Martha Cecilia Velásquez Álvarez. Luego, el señor Rigoberto Novoa Almonacid, esposo de la víctima, recibió una llamada en la que los delincuentes le exigieron $600’000.000 por la liberación de su consorte. Se pudo establecer que la plagiada fue desaparecida. Así, jamás se volvió a tener noticia de ella.

3.3.2. Al parecer, el TC PLAZAS ACEVEDO, alias “don Diego”, jefe de la Sección de Inteligencia de la Brigada XIII, lideraba la organización criminal que ejecutó tal punible, integrada por militares activos, civiles y sindicados del delito de rebelión que permanecían en la dicha unidad operativa para ayudar en supuestas operaciones militares.

Trámite ante la JEP

4. El 29 de junio de 2018[footnoteRef:26], la Secretaría Judicial remitió el expediente del caso 3 -enviado por el Juzgado 7º Penal del Circuito Especializado de Bogotá y recibido en la JEP el 6 de junio de 2018[footnoteRef:27]-, a la SDSJ, para resolver sobre las solicitudes de concesión de beneficio de LTCA que el TC PLAZAS ACEVEDO presentó el 1° de junio de 2018[footnoteRef:28], por intermedio de su apoderado judicial. Tales pedimentos se relacionan con los casos 5 y 8[footnoteRef:29]. [26: Folio 177, ibidem.] [27: Folios 1 a 4 y 168 a 175, ibidem.] [28: Orfeo 20188340160400053E. A este expediente fue anexado el Orfeo 20181510128192, que correspondía al proceso penal proveniente del Juzgado 7° Penal del Circuito Especializado de Bogotá.] [29: Orfeo 20188340160400053E.]

5. La SDSJ, mediante resolución número 753 del 6 de julio de 2018, asumió el estudio de la petición de otorgamiento de LTCA formulada por el TC PLAZAS ACEVEDO[footnoteRef:30], sin especificar los casos que comprendía. Además, lo requirió para efectos de que presentara el plan de “contribución al esclarecimiento de la verdad a favor de las víctimas y la sociedad, las modalidades de reparación y las garantías de no repetición”. Luego, comisionó a la Unidad de Investigación y Acusación (UIA) para que allegara informe de todas las investigaciones y procesos penales que cursan contra el solicitante, sin referir ningún trámite en particular. La misma información fue solicitada al interesado[footnoteRef:31].En memorial del 13 de julio de 2018[footnoteRef:32], el solicitante, mediante apoderado, presentó la relación de los procesos penales que cursan en su contra, la cual incluye 7 de los 8 casos reseñados (falta el caso 7: Marino López – Operación Cacarica). [30: Folio 178 del cuaderno número 1 de la JEP.] [31: Folio 179, ibidem.] [32: Folio 14 del cuaderno número 2 de la JEP.]

6. El 26 de julio de 2018, el TC PLAZAS ACEVEDO presentó memorial ante la SDSJ en el cual informa sobre su propuesta de esclarecimiento de la verdad, modalidad de reparación y garantía de no repetición y compromiso de sometimiento a la JEP[footnoteRef:33]. Ello fue reiterado el 11 de octubre de 2018[footnoteRef:34]. [33: Folios 191 y 192 del cuaderno número 1 de la JEP. ] [34: Folio 147 del cuaderno número 2 de la JEP.]

7. La SDSJ, mediante resolución número 1162 del 22 de agosto de 2018, solicitó nueva información respecto de los procesos penales que cursan contra el solicitante. A su vez, reiteró al compareciente que informara el número de actuaciones penales que lo vinculan. En memorial del 17 de septiembre de 2018[footnoteRef:35], el interesado, mediante apoderado, presentó nuevamente la misma relación de los procesos penales que cursan en su contra, solicitando la LTCA respecto de todos los trámites reseñados. [35: Folio 271 del cuaderno número 1 de la JEP.]

8. Por su parte, el apoderado del señor PLAZAS ACEVEDO presentó el 1º de junio de 2018 ante la Sección de Revisión (SR) dos solicitudes de revisión relacionadas con las dos condenas impuestas en contra de su representado en los casos 1 y 2, en ambos eventos con fundamento en la causal relacionada con hechos nuevos que no fueron tenidos en cuenta con anterioridad.

9. Mediante autos del 24 de octubre de 2018, la SR se abstuvo de iniciar el trámite de revisión de las condenas arriba referidas, hasta que se acredite el sometimiento, la calidad de compareciente y el correlativo plan de compromisos. Además, dispuso remitir copia de dichas actuaciones a la SDSJ “para lo de su competencia” y, así, los correspondientes expedientes también fueron integrados a estas diligencias[footnoteRef:36]. El 9 de noviembre de 2018, el interesado reiteró ante dicha Sección el plan de aportes a la verdad[footnoteRef:37] que presentó ante la SDSJ[footnoteRef:38]. [36: Expedientes Orfeo 2018340160400075E y 2018340160400076E.] [37: Orfeo 2018151053562.] [38: Este, en esencia, consiste en “la demostración de cómo particulares y funcionarios públicos han desviado las investigaciones para ocultar la identidad de los autores materiales, intelectuales (sic) y motivos para la realización de esas conductas” (ver folio 147 del cuaderno número 2 de la JEP).]

10. La SDSJ, mediante resolución número 1462 del 25 de septiembre de 2018[footnoteRef:39], tomó, entre otras, las siguientes determinaciones: i) ordenó la devolución del caso 3 al Juzgado 7º Penal del Circuito Especializado de Bogotá, ii) planteó conflicto negativo de competencias ante dicha oficina judicial y, iii) declaró su competencia para resolver exclusivamente sobre el sometimiento y la concesión de los beneficios solicitados, en relación con los casos 5 y 8, sin mencionar los demás contenidos en las solicitudes y listados presentados por el interesado a la SDSJ (casos 1, 2, 4 y 6). [39: Folios 273 a 282 del cuaderno número 1 de la JEP.]

11. La SA, mediante Auto TP-SA 110 de 2019[footnoteRef:40], resolvió el recurso de apelación interpuesto por el apoderado del TC PLAZAS ACEVEDO contra dicha resolución, revocándola. Ello en consideración a que los principios de prevalencia competencial de la JEP y de integralidad del Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición (SIVJRNR), atendiendo a lo avanzado del caso 3 (“Jaime Garzón”) -próximo a dictar sentencia- y dada la relación, prima facie, entre la conducta punible imputada y el conflicto armado no internacional (CANI) -con independencia de la atribución de la respectiva responsabilidad penal a definirse en juicio-, imponían que la SDSJ asumiera competencia para resolver, en corto plazo, sobre el sometimiento y los beneficios especiales solicitados, no sólo respecto de unos determinados procesos sino frente a los todos los casos relacionados por el interesado y su apoderado judicial en sus intervenciones ante la JEP[footnoteRef:41], quedando suspendidas las respectivas actuaciones desde la asunción del conocimiento del asunto por la sala de justicia. [40: Del 30 de enero de 2019, visible a folios 134 a 152 del cuaderno número 3 de la JEP.] [41: En un principio no se tuvo noticia del caso 7.]

12. Con posterioridad a la decisión de la SA, concretamente el 30 de agosto de 2019, la UIA informó y acreditó que contra el interesado también se adelantaba el caso 7 (Mariano López – Operación Cacarica)[footnoteRef:42], el cual, tal como ya se precisó (ut supra párrafo 5) no fue relacionado por el apoderado del solicitante. La SDSJ, mediante resolución número 3738 del 19 de julio de 2019[footnoteRef:43], requirió al TC PLAZAS ACEVEDO para efectos de que ajuste su plan de aportaciones. El 2 de agosto de 2019[footnoteRef:44], el interesado indicó que su sometimiento es sin reconocimiento de responsabilidad y como víctima del sistema judicial, que la verdad que contará en la JEP tiene como propósito revelar las mentiras que se construyeron en la JPO, que no tiene conocimiento de los móviles que determinaron la comisión de los hechos por los que fue condenado y es investigado en tanto, como “chivo expiatorio” permaneció escondido durante casi 11 años, “perseguido por todas las organizaciones al margen de la ley” para matarlo; que como su patrimonio es inexistente no cuenta con medios económicos para reparar materialmente a las víctimas; y que acudirá a la Comisión para el Esclarecimiento de la verdad la Convivencia y la No Repetición (CEV). [42: Folios 18 a 55 del cuaderno número 4 de la JEP y disco compacto relacionado.] [43: Folios 320 a 329 del cuaderno número 3 de la JEP.] [44: Orfeo 20191510344102.]

La resolución impugnada

13. La SDSJ, mediante resolución 7281 del 25 de noviembre de 2019[footnoteRef:45], aceptó el sometimiento respecto de los ocho casos referidos arriba en los párrafos 1 a 3, los agrupó y, finalmente, negó el beneficio provisional en todos los asuntos. Al precisar la metodología de análisis, indicó que los asuntos serían abordados en dos grupos, el primero, compuesto por los casos 3, 4, 6 y 7, referidos a “muertes y masacres cometidas por las Autodefensas Unidas de Colombia (sic) en connivencia con agentes estatales”[footnoteRef:46]; y, el segundo, integrado por los casos 1, 2, 5 y 8, que “coinciden en el patrón de criminalidad o modus operandi, toda vez que estaban orientados a la comisión de secuestros extorsivos.”[footnoteRef:47] Luego, para sustentar tales decisiones, argumentó que en todos los eventos se satisfacían los criterios competenciales de índole temporal, personal y material, el último en un “nivel de intensidad leve”[footnoteRef:48] y conforme a una “aserción provisional y falible que puede ser revisada a medida que el procedimiento transicional avance”[footnoteRef:49]. [45: Folios 121 a 162 del cuaderno número 4 de la JEP. ] [46: Ibidem. ] [47: Ibidem. ] [48: Ibidem. ] [49: Ibidem. ]

13.1. En relación con el criterio material y frente a los casos 1, 2, 5 y 8, precisó que de las piezas procesales se extrae que las víctimas “eran seleccionadas por su patrimonio económico, se trataba de comerciantes residentes de la ciudad de Bogotá, por sus rescates cobraron a los familiares elevadas sumas de dinero y en varios de los casos se pagó por su liberación”[footnoteRef:50]; que las fechas de ocurrencia de los delitos coincidían con la época en la cual el interesado “tuvo relación con los grupos paramilitares, que (…) pretendían obtener una ventaja militar”[footnoteRef:51]; y que la organización criminal “liderada” por el TC PLAZAS ACEVEDO, en alianza con los “paramilitares y la delincuencia común eran (sic) de beneficio mutuo, mientras que los grupos de autodefensas (sic) de esta manera se financiaban y tenían control territorial de las ciudades, los delincuentes comunes a cambio de las retenciones y el cuidado de los secuestrados obtenían beneficios económicos, de los cuales también se aprovecharon los miembros de la fuerza pública implicados, quienes suministraban información de inteligencia para combatir a los grupos guerrilleros.”[footnoteRef:52] [50: Ibidem. ] [51: Ibidem. ] [52: Ibidem. ]

13.1.1. Añadió que si se “suprimiera mentalmente la existencia del conflicto armado en el territorio nacional para la época en la cual ocurrieron los secuestros a los cuales se ha hecho referencia en esta decisión, tales alianzas criminales entre los paramilitares con la fuerza pública probablemente no se hubieran presentado, o por lo menos no en la forma como se establecieron por la justicia ordinaria.”[footnoteRef:53] [53: Ibidem. ]

13.1.2. Indicó que si bien en los asuntos 1, 2, 5 y 8 medió el ánimo de enriquecimiento personal ilícito, éste no fue la causa determinante de los comportamientos, en tanto “en la mayoría de los casos no se estableció que el pago por la liberación de los secuestrados hubiera sido cancelado en su totalidad y se desconoce el beneficio económico que obtuvo directamente”[footnoteRef:54] el interesado. [54: Ibidem. ]

13.2. Respecto a la agrupación de los ocho casos, indicó que era procedente, en atención a lo previsto en los artículos 2.2.5.5.2.7 del Decreto 1269 de 2017 y 59 de la Ley 1957 de 2019, en tanto, los hechos investigados y juzgados tienen relación con el conflicto y, en las correspondientes actuaciones, se profirieron medidas de aseguramiento y condenas.

13.3. Frente a la negativa del beneficio provisional y tras señalar que la competencia de la JEP en los ocho casos se encontraba establecida con lo que se argumentó frente a la aceptación del sometimiento, indicó que aunque el compareciente tenía la condición de agente del Estado -miembro de la Fuerza Pública- para la fecha de los hechos, permanece privado de la libertad por virtud de una condena y por más de 5 años, cometió los delitos antes del 1º de diciembre de 2016, y manifestó libre y voluntariamente la intención de someterse a la JEP; no asistió a una audiencia dialógica a la que fue convocado el 24 y 25 de octubre de 2019 por la Sala de Reconocimiento de Verdad, de Responsabilidad y de Determinación de Hechos y Conductas (SRVR), dentro del caso 004 de dicha sala de justicia, abierto por la situación territorial del Urabá, y, además, mintió sobre las razones de su falta de concurrencia. En criterio de la sala, ello podría evidenciar “ausencia de voluntad del compareciente de cumplir con el compromiso que asumió en el acta de sometimiento (…) para efectuar aportes anticipados al Sistema”[footnoteRef:55]. [55: Ibidem. ]

13.3.1. Agregó que podrá abordar nuevamente el estudio del beneficio provisional, luego de que el TC PLAZAS ACEVEDO, “dentro de los diez (10) días hábiles siguientes a la notificación de la presente decisión acuda tanto a la citación que le ha hecho a versión libre la SRVR como a la CEV e inicie con sus aportes a la verdad plena y comience el trámite procesal pertinente respecto de las sentencias ejecutoriadas, ante la Sección de Revisión.”[footnoteRef:56] [56: Ibidem. ]

13.3.2. Precisó que si bien el compromiso claro, concreto y programado (CCCP) no es un requisito para el otorgamiento de beneficios provisionales para quienes son comparecientes obligatorios, como es el caso del interesado, la Sala está facultada para reclamar este plan de contribuciones a la verdad plena antes de decidir si concede la LTCA, “a efectos de monitorear su cumplimiento para el mantenimiento del mismo, lo anterior en virtud del principio de confianza que rige al SIVJRNR”[footnoteRef:57]. [57: Ibidem. ]

13.3.3. Así, concluyó que el interesado no ha presentado un CCCP de aporte de verdad plena respecto de cada uno de los procesos que se adelantaron en su contra, al precisar que las investigaciones y condenas en la JPO surgieron de la actividad de funcionarios judiciales “corruptos acerca de quienes él estaría en condición de brindar información, reduciendo su aporte a dicha circunstancia.”[footnoteRef:58] Por ello le concedió un plazo de 10 días, contados a partir de la notificación de la resolución, para que ajuste el pactum veritatis. [58: Ibidem. ]

13.4. Finalmente, dispuso que una vez ejecutoriada la decisión se remitieran los casos 1 y 2 a la SR, “para lo de su competencia, pues en ambos la Sala ha aceptado el sometimiento.”[footnoteRef:59] [59: Ibidem. ]

Los recursos verticales

14. El apoderado del interesado interpuso apelación contra la decisión de la SDSJ[footnoteRef:60]. Al sustentar el recurso, controvirtió, única y exclusivamente lo relacionado con la determinación adversa a la solicitud de LTCA. Al respecto, precisó que, en representación de su cliente, participó en la audiencia dialógica que la SRVR llevó a cabo el 24 y 25 de octubre de 2019. Indicó, con fundamento en un formato de acta de consentimiento informado -no diligenciado ni firmado-, cuya copia adjuntó, y en lo informado por una empleada de la JEP, que “la no asistencia del compareciente a dicha citación no conduciría a sanción ninguna respecto de los beneficios propios del SIVJRNR toda vez que esta diligencia, aún cuando posee el carácter judicial se entiende completamente voluntaria y que en caso de asistencia únicamente del defensor de confianza de los comparecientes se entenderá cumplida la citación.”[footnoteRef:61] [60: Folios 219 a 222 del cuaderno número 4 de la JEP.] [61: Ibidem. ]

14.1. Frente al plan de contribuciones a la verdad plena de su prohijado, lamentó que no hubiera generado confianza para la primera instancia y añadió que éste consistía en el aporte de información respecto de “funcionarios corruptos en la administración judicial, que hasta ahora han hecho el juego a grupos al margen de la ley, llámense guerrillas o paramilitares.”[footnoteRef:62] [62: Ibidem. ]

14.2. Estimó que el requerimiento del CCCP para conceder la LTCA no está previsto en la ley y se opone a lo sostenido sobre el particular por la SA, en la SENIT 1 de 2019.

15. Por su parte, el representante judicial de víctimas se opuso a que la JEP acepte el sometimiento frente a los ocho casos[footnoteRef:63]. Sobre los asuntos relacionados con la empresa criminal liderada por el compareciente, dedicada a la comisión de secuestros extorsivos (casos 1, 2, 5 y 8), estimó que el análisis de rigor “fue hecho a la ligera, razón por la cual la decisión que en derecho correspondía era la de abstenerse de asumir competencia por no cumplimiento del factor material respecto de estas conductas.”[footnoteRef:64] Añadió que es un “argumento precario sostener que la causa determinante de estos secuestros extorsivos (que por definición tienen un fin económico) no fue el enriquecimiento ilícito”[footnoteRef:65] (énfasis del texto original). [63: Folios 223 a 227 del cuaderno número 4 de la JEP. ] [64: Ibidem. ] [65: Ibidem. ]

15.1. Y, en relación con los casos restantes (3, 4, 6 y 7) manifestó que la JEP no puede asumir competencia en eventos de “violencia sociopolítica”[footnoteRef:66] que no guardan relación con el conflicto. En su criterio, aceptar una postura contraria conllevaría a legitimar “que agentes de la fuerza pública en asocio con paramilitares puedan determinar autónomamente y desconociendo el carácter de civiles, los objetivos que a la luz del DIH verdaderamente se consideran como legítimos”[footnoteRef:67]. [66: Ibidem. ] [67: Ibidem. ]

15.2. Finalmente, solicitó un “pronunciamiento respecto a que el paramilitarismo fue una política de Estado amparada en la legalidad (Decreto ley 3398/65 y Ley 48 de 1968, Las CONVIVIR) lo cual permitió: su creación, sostenimiento, afianzamiento y actuación conjunta con el Estado en todo el territorio nacional”[footnoteRef:68]. [68: Ibidem. ]

Intervención del Ministerio Público

16. La Procuraduría intervino, en el término de traslado a los no recurrentes[footnoteRef:69], para solicitar que se “excluya del sometimiento de la JEP”[footnoteRef:70] los casos 1, 2, 5 y 8. En su memorial sostuvo, frente a los casos 3, 4 y 6, que “fueron cometidos en asociación con los paramilitares, utilizando el aparato del Estado y de inteligencia al servicio de la criminalidad para un objetivo relacionado con acabar a un enemigo común creado (bajo la consideración ideológica de que todo ciudadano con pensamiento de izquierda era un enemigo de la democracia), y que (…) podrían prima facie, tener relación con el conflicto armado.”[footnoteRef:71] Respecto al caso 7 precisó que no se contaba con suficiente información relacionada para “siquiera preliminarmente, aceptar el sometimiento.”[footnoteRef:72] [69: Folios 228 a 235 del cuaderno número 4 de la JEP. ] [70: Ibidem. ] [71: Ibidem. ] [72: Ibidem. ]

16.1. Con relación a los casos 1, 2, 5 y 8 indicó que se trata de secuestros extorsivos “con propósitos de enriquecimiento ilícito y beneficio personal que deben ser excluidos de la competencia de la Jurisdicción al contradecir los supuestos previstos en los artículos 17 y 23 del Acto Legislativo 01.”[footnoteRef:73] Añadió que, al precisar la relación de dichas actuaciones con el conflicto, frente a las cuales no se puede predicar la integralidad al resultar ajenas a la actividad jurisdiccional de la JEP, la Sala confundió el “agotamiento del tipo penal (sic) con el ánimo de enriquecimiento ilícito”[footnoteRef:74] (subrayado del texto original); y que el CCCP no es una condición de otorgamiento de beneficios. [73: Ibidem. ] [74: Ibidem. ]

16.2. Por último, considerando que el solicitante está “condenado y privado de la libertad”[footnoteRef:75] por cuenta del caso 1, solicitó se le “niegue el beneficio de la libertad condicionada al no cumplir con el requisito de competencia material y no guardar relación con el conflicto armado.”[footnoteRef:76] [75: Ibidem. ] [76: Ibidem. ]

La concesión de la apelación

17. Mediante resolución 8016 del 24 de diciembre de 2019[footnoteRef:77], la SDSJ concedió, en el efecto devolutivo, el recurso de apelación interpuesto[footnoteRef:78]. [77: Folios 291 a 293, ibidem.] [78: Tras el reparto de la actuación en esta Sección, mediante auto del 31 de enero de 2020 -que fue comunicado en debida forma a los sujetos procesales-, previo a desatar el recurso, de conformidad con las facultades previstas en los artículos 19 y 20 de la Ley 1922 de 2018 y por ser procedente y necesario, se decretaron, de oficio, algunas pruebas útiles, pertinentes y conducentes para tener claridad sobre la situación del compareciente, vale decir, para mejor proveer. Específicamente, se solicitó al Juzgado Único de EPMS de Facatativá, que remitiera copia íntegra y legible de la sentencia de primera instancia del 8 de julio de 2011, proferida por el Juzgado 4º Penal del Circuito Especializado de Bogotá respecto del señor PLAZAS ACEVEDO, mediante la cual lo condenó en el caso 2. Lo propio se dispuso respecto de la resolución del 20 de septiembre de 2016, proferida por la Fiscalía 61 Delegada ante el Tribunal Superior del Distrito Judicial de Bogotá, mediante la cual confirmó la acusación del 13 de mayo del mismo año, formulada por la entonces Fiscalía 28 de la Dirección Nacional Especializada de Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario (hoy 57 de la Dirección Nacional Especializada contra Violaciones a los Derechos Humanos), dentro del caso 4.]

II. COMPETENCIA

18. De conformidad con lo establecido en el inciso 2º del artículo transitorio 7º de la Constitución Política, introducido por el artículo 1º del Acto Legislativo 01 de 2017, y los artículos 13 y 14 de la Ley 1922 de 2018, 96 -literal b- y 144 de la Ley Estatutaria de la JEP[footnoteRef:79], la SA, como superior funcional de la SDSJ, es competente para pronunciarse sobre los recursos de apelación presentados por el TC, retirado, del Ejército Nacional Jorge Eliécer PLAZAS ACEVEDO, mediante apoderado, y por el representante judicial de víctimas. [79: Ley 1957 de 2019.]

III. PROBLEMA JURÍDICO

19. La SDSJ, mediante resolución 7281 del 25 de noviembre de 2019, aceptó el sometimiento respecto de los ocho casos referidos en los antecedentes (ut supra párrafos 1 a 3) y negó el beneficio provisional de LTCA en todos ellos. En su recurso, el apoderado del TC (R) PLAZAS ACEVEDO controvirtió lo relacionado con la determinación adversa a la solicitud de LTCA. El representante judicial de las víctimas se opuso a que la JEP acepte el sometimiento en las ocho actuaciones. Y, el Ministerio Público, como sujeto procesal no recurrente, solicitó que se negara el acogimiento en los casos 1, 2, 5 y 8 y se admitiera en los casos 3, 4 y 6. Respecto del caso 7 consideró que no se cuenta con suficiente información para decidir.

20. En vista de lo anterior, corresponde a la SA absolver dos problemas jurídicos: uno relativo a la aceptación del sometimiento y, el otro, a la no concesión de la LTCA. En cuanto al primero relativo al sometimiento, se plantean dos cuestiones que deben ser clarificadas: 1) ¿Ha debido la SDSJ negar el sometimiento en los casos 1, 2, 5 y 8 por no satisfacerse en ellos el factor material competencial? 2) ¿Ha debido la SDSJ negar el sometimiento en los ocho casos? El segundo problema está relacionado con la solicitud del beneficio provisional liberatorio y, por tanto, es necesario responder dos cuestiones relacionadas: 3) ¿Ha debido la SDSJ conceder la LTCA? 4) ¿Puede la SDSJ exigir una contribución, clara, concreta y programada (CCCP) a la verdad plena como condición para acceder a los beneficios transicionales un compareciente obligatorio, como lo es el interesado?

IV. FUNDAMENTOS

Cuestión previa

21. Tal como lo hizo la primera instancia, la SA, al resolver los recursos de apelación presentados por el TC (R) del Ejército Nacional, Jorge Eliécer PLAZAS ACEVEDO, mediante apoderado, y por el representante judicial de víctimas, abordará el análisis de los asuntos en dos grupos por razones metodológicas, el primero, integrado por los casos 1, 2, 5 y 8, que “coinciden en el patrón de criminalidad o modus operandi, toda vez que estaban orientados a la comisión de secuestros extorsivos”[footnoteRef:80], y, el segundo, compuesto por los casos 3, 4, 6 y 7, referidos a hechos violentos o de sangre que evidencian la connivencia entre el paramilitarismo y algunos representantes de la institucionalidad del Estado, concretamente del Ejército Nacional. [80: Sala de Definición de Situaciones Jurídicas, Resolución 7281 del 25 de noviembre de 2019. ]

Situación del TC (R), PLAZAS ACEVEDO, respecto de los casos 1, 2, 5 y 8, relacionados con la organización criminal dedicada a la comisión de secuestros extorsivos

21.1. Frente a estos casos se encuentran satisfechos los criterios competenciales personal -agente de la Fuerza Pública- y temporal -hechos acaecidos antes del 1º de diciembre de 2016-, por lo que la aceptación del sometimiento dependerá de la satisfacción del factor material. Así, el eje del cuestionamiento de la impugnación se centrará en analizar si los hechos o conductas que motivan dicha solicitud pudieron ser cometidos por causa, con ocasión o en relación directa o indirecta con el conflicto armado. Adicionalmente, y de acuerdo con los precedentes de la SA[footnoteRef:81], en atención al presente momento procesal –inicial o inaugural—, es necesario contar con un material probatorio mínimo que, además, debe ser evaluado bajo un nivel de intensidad bajo. [81: Tribunal para la Paz. Sección de Apelación. Autos TP-SA 070 de 2018 y TP-SA 105, TP-SA 117, TP-SA 192 de 2019, entre otros.]

21.1.1. En relación con el factor material para miembros de la Fuerza Pública, la competencia de la JEP se limita a los delitos perpetrados antes del 1º de diciembre de 2016 por causa, con ocasión o en relación directa o indirecta con el conflicto armado, siempre y cuando su móvil determinante no haya sido el de obtener enriquecimiento personal ilícito[footnoteRef:82]. La SA ha indicado que este estudio competencial comprende tres niveles escalonados o relacionados, que se concretan mediante los siguientes interrogantes: i) ¿el delito fue perpetrado con causa, con ocasión o en relación directa o indirecta con el conflicto armado? Si fue así, ii) ¿se realizó con el ánimo de obtener enriquecimiento personal ilícito? Y si la respuesta es afirmativa, iii) ¿este ánimo fue la causa determinante para la comisión de la conducta?[footnoteRef:83]. [82: Artículos 5 y 23 transitorios constitucionales (A.L. 01 de 2017).] [83: Tribunal para la Paz. Sección de Apelación. Auto TP-SA 089 de 2018. Párrafo 7.]

21.1.2. Respecto al primer interrogante, el artículo transitorio 23 constitucional, introducido por el artículo 1º del Acto Legislativo 01 de 2017, estableció un conjunto de criterios orientadores que ayudan a la labor del juez transicional al momento de especificar la relación entre el delito y el CANI. De acuerdo con la Corte Constitucional, tales hipótesis son pautas indicativas de conexidad con el conflicto[footnoteRef:84], cuya aplicación se extiende a otros actores responsables de hechos en el marco del conflicto y no sólo a los miembros de la Fuerza Pública[footnoteRef:85]. [84: Corte Constitucional. Sentencia C-080 de 2018. Apartado 4.1.3.] [85: Ibidem.]

21.1.2.1. Ahora bien, el alcance y contenido de la primera parte de la cláusula competencial constitucional, referida a las acciones cometidas por causa, con ocasión o en relación directa o indirecta con el conflicto armado, ha sido abordado reiteradamente por la SA. Así, en el Auto TP-SA 019 de 2018 advirtió que cuando se analice el nexo de una conducta con el conflicto armado bajo el criterio “con ocasión” debe comprenderse como una relación cercana y suficiente con su desarrollo. En lo que tiene que ver con la expresión “por causa del conflicto armado”, la Sección concluyó que la misma, literalmente, se traduce en un juicio de causalidad que establezca si la conducta tuvo origen o no en el conflicto[footnoteRef:86]. [86: Tribunal para la Paz. Sección de Apelación. Auto TP-SA 019 de 2018. Párrafos 11.12 y 11.13.]

21.1.2.2. En relación con las dos categorías restantes, el mismo auto precisó que por “participación directa” se conciben los actos ejecutados por una persona que se comprenden dentro de las hostilidades entre las partes de un conflicto armado, lo cual apareja la pérdida de protección contra un ataque directo de la contraparte, tratándose de terceros civiles y agentes del Estado no integrantes de la Fuerza Pública (AENIFPU). La segunda, es decir la “participación indirecta”, se refiere, por contraste, a la contribución que puede hacer una persona al esfuerzo general de guerra, pero sin comprender un daño directo al enemigo que, por consiguiente, no implica la pérdida de protección frente a agresiones directas[footnoteRef:87], nuevamente respecto de terceros civiles y AENIFPU. [87: Ibidem. Párrafo 11.20. ]

21.1.2.3. En el Auto TP-SA 110 de 2019[footnoteRef:88], la Sección indicó que uno de los criterios orientadores del examen material de la relación entre la conducta punible y el CANI está ligado a un estudio de causalidad para determinar si el conflicto fue la causa directa o indirecta que propició la conducta. En la misma providencia, se precisó que un segundo criterio, esta vez de contenido subjetivo, busca determinar si la existencia del conflicto ha “influido” en el “autor, partícipe o encubridor” de la conducta punible, lo que implica que el sujeto activo del delito hubiere adquirido capacidad (habilidades), resolución o disposición de ejecución, logrado la disponibilidad de medios que determine la modalidad de comisión de la infracción, así como la selección del objetivo que se proponía alcanzar mediante la realización del ilícito[footnoteRef:89]. Ello también fue precisado en los Autos TP-SA 031 de 2018, TP-SA 069 y TP-SA 208 de 2019, entre otros[footnoteRef:90]. [88: Párrafos 41 y subsiguientes. ] [89: Ver artículo 62 de la Ley 1957 de 2019, Estatutaria de la Administración de Justicia en la Jurisdicción Especial para la Paz. ] [90: En atención al primer precedente citado (Auto TP-SA 110 de 2019), al momento de revisar la relación material entre el delito y el conflicto, es necesario analizar, de manera sistemática, el artículo 23 transitorio Superior. Así, para efectos de especificar el requerido vínculo con la guerra, es preciso determinar si la participación fue directa -actos ejecutados por una persona que se comprenden dentro de las hostilidades entre las partes de un conflicto- o indirecta -la contribución que puede hacer una persona al esfuerzo general de guerra sin que ésta comprenda un daño directo al enemigo-, o si la evaluación conjunta de todas las situaciones fácticas del caso permite validar uno o varios de los criterios referidos.]

21.2. Aplicados los anteriores lineamientos al caso en concreto, encuentra la Sección que la SDSJ, si bien realizó un análisis escalonado –fundamentado en el material probatorio obrante en la actuación-–, respecto de los casos 1, 2, 5 y 8, concluyó, de forma contraria a la evidencia, que éstos tuvieron relación con el conflicto, pasando luego a validar la existencia del ánimo de enriquecimiento personal ilícito. Por último, estimó que éste no fue la causa determinante de los comportamientos, en tanto “en la mayoría de los casos no se estableció que el pago por la liberación de los secuestrados hubiera sido cancelado en su totalidad y se desconoce el beneficio económico que obtuvo directamente”[footnoteRef:91] el interesado. Así, aceptó el sometimiento por dichas actuaciones, tal como ya se reseñó. [91: Folios 121 a 162 del cuaderno número 4 de la JEP. ]

21.2.1. La SA no comparte tal argumentación ni la decisión referida, pues a la presente altura procesal no existe el material probatorio mínimo para concluir la existencia de alguna relación de los hechos en los casos 1, 2, 5 y 8 con la guerra. Por ello, revocará parcialmente la decisión apelada, precisando que, con fundamento en una evaluación progresiva o paulatina del factor material competencial, conforme a un análisis de intensidad bajo, no es posible validar la relación con el conflicto armado y, de esta manera, resultaba innecesario o inútil que la sala de justicia precisara la existencia del ánimo determinante de enriquecimiento personal ilícito en estos eventos.

21.2.2. En torno a dicho particular, la SA indicó en el Auto TP-SA 395 de 2018, que el estándar probatorio de intensidad baja incrementa las probabilidades de que la JEP conozca los asuntos relacionados con el conflicto en todas sus manifestaciones[footnoteRef:92], con el propósito de amplificar la labor de esclarecimiento de la verdad plena y la consecuente restauración de las facultades de las víctimas[footnoteRef:93]. De esta manera, la exclusión de un asunto en una etapa inaugural que define la competencia jurisdiccional, especialmente cuando se trata de comparecientes forzosos[footnoteRef:94], debe limitarse a aquellas situaciones en las que, del material probatorio disponible, no se puede razonablemente inferir que el delito tuvo alguna relación, sea directa o indirecta, con el CANI, o que, del mismo material se puede establecer, de forma manifiesta, que la causa determinante para la comisión del punible fue la obtención de un provecho económico ilícito. [92: Un análisis de baja intensidad de la competencia material “se puede fundamentar en la naturaleza del SIVJRNR y, particularmente, a) en el estudio de cuatro principios orientadores del componente de justicia del sistema: la especialidad, la integralidad, la prevalencia y la complementariedad; b) considerando el estado de cosas en materia de positivización del derecho aplicable que existe a nivel nacional e internacional”. Tribunal Para la Paz. Sección de Apelación. Auto TP- SA 200 de 2018. Párrafo 20.] [93: Tribunal Para la Paz. Sección de Apelación. Auto TP-SA 68 de 2018. Párrafo 28.] [94: De acuerdo con la jurisprudencia de la Corte Constitucional y la propia, la comparecencia de los miembros de la Fuerza Pública ante la JEP es obligatoria. Al respecto véase: Corte Constitucional. Sentencia C-674 de 2017; Tribunal para la Paz. Sección de Apelación. SENIT TP-SA 01 de 2019.]

21.2.3. Hecha esta modulación, los siguientes son los fundamentos de la determinación consistente en revocar parcialmente la decisión apelada:

21.2.3.1. El señor PLAZAS ACEVEDO fue condenado, acusado y asegurado preventivamente por varias oficinas judiciales por hechos ocurridos el 30 de octubre y 25 de noviembre de 1998, y 1 de enero, 11 y 22 de febrero de 1999, todos en la ciudad de Bogotá. Tal como se precisó en los antecedentes, en dichas fechas y sitio, individuos armados (en una ocasión con fusiles) y vestidos con prendas de uso privativo de las fuerzas militares -algunos civiles y otros pertenecientes al Ejército Nacional, concretamente a la Brigada XIII, en la que el interesado era jefe de la Sección de Inteligencia o B-2, y que en una oportunidad justificaron su presencia en el lugar de los hechos con una comisión de la Fiscalía General de la Nación (inexistente)-, se llevaron por la fuerza a los ciudadanos Benjamín Khoudari Rubén, Wilson Martínez Quiroga, Luis Antonio Castro Ochoa, Enid Ortiz Rocha y Martha Cecilia Velásquez Álvarez, para exigir a sus familiares, por su liberación, sumas de dinero que oscilaban entre los US$7’000.000 y los $80’000.000.

21.2.3.2. Además, mataron a la primera de las víctimas (Khoudari Rubén), pese a que sus familiares pagaron por su liberación; y se hurtaron una camioneta que conducía la segunda (Martínez Quiroga). Por otro lado, en las dos sentencias condenatorias se pudo establecer que el solicitante, quien empleaba el alias de “don Diego”, en su calidad de oficial de inteligencia de la Brigada XIII y como líder de la banda de secuestradores -integrada por militares activos, civiles y sindicados del delito de rebelión que permanecían en la unidad para ayudar en supuestas operaciones militares- mantuvo contacto permanente con informantes y con los delincuentes que, en el terreno, ejecutaron los hechos. Adicionalmente, éstos utilizaron su abonado celular oficial, un vehículo institucional y las líneas telefónicas fijas de dicho componente para planear y consumar los delitos. Asimismo, la calidad de cabecilla de la organización criminal del interesado ha sido ratificada en un pliego enjuiciatorio (caso 5) y en una resolución de situación jurídica (caso 8).

21.2.3.3. De las pruebas testimoniales, documentales y técnicas acopiadas en las cuatro actuaciones se tiene que los punibles de homicidio, secuestro simple y extorsivo y hurto calificado y agravado, fueron planeados y ejecutados por miembros de una organización criminal dedicada a retener ilegalmente a las personas y a cobrar exorbitantes sumas de dinero por su liberación. Nótese como el interesado fue condenado el 31 de octubre de 2002 por el Juzgado 2º Penal del Circuito Especializado de Bogotá por, precisamente, asociarse ilegalmente con otros individuos, incluyendo algunos subalternos e informantes del B-2 del Ejército Nacional, para incurrir, con ánimo de permanencia en el tiempo y de forma esencial, en cierta especie delictiva (secuestro extorsivo).

21.2.3.4. En dicha providencia se consignó que alias “don Diego” aprovechando

(…) su condición privilegiada por el poder que le confería su condición de militar, respaldaba y defendía a sus compañeros de concertación, en un abusivo uso del servicio o un desbordamiento de la tarea oficial y legítima que tenía asignada. (…) era partícipe de las ilicitudes a las que se dedicaban sus subalternos y lo que es peor, desnaturalizando la razón de ser de los organismos de seguridad del Estado, puso a disposición de esa criminalidad organizada la institución, asunto por demás reprochable si se tiene en cuenta que por mandato constitucional, su obligación era precisamente contraria (…).[footnoteRef:95] [95: Folios 116, envés, a 165 del cuaderno número 1 de la JEP y 50 a 100 del cuaderno número 5 de la JEP.]

21.2.3.5. Contrario a lo concluido por la SDSJ, no existe prueba que permita inferir razonablemente la existencia de una relación de los secuestros extorsivos (casos 1, 2, 5 y 8) con el CANI, ni que estas conductas tuvieran origen en el conflicto, ni que tales punibles hubieran sido ejecutados en el marco de las hostilidades y entre las partes enfrentadas (nexo directo), ni que los punibles contribuyeran, de algún modo, al esfuerzo general de guerra de algún actor armado.

21.2.4. En últimas, conforme a lo acreditado en la JPO, no se considera que la actividad de la organización delictiva liderada por el TC PLAZAS ACEVEDO, concretada en los casos 1, 2, 5 y 8, estuviera motivada por el conflicto, sino que encontró sustento en el objetivo de secuestrar ciudadanos pudientes para exigir cuantiosas sumas de dinero a cambio de su liberación.

21.2.5. Ahora bien, con fundamento en los criterios establecidos en el artículo transitorio 23 constitucional, los cuales tienen carácter orientador y, en consecuencia, no son autosuficientes para la acreditación del factor material competencial de la JEP[footnoteRef:96], esta Sección considera que la motivación para cometer los referidos delitos no se vio afectada por la existencia del conflicto. Específicamente, la guerra no incidió en la capacidad del coautor para perpetrar los punibles descritos, puesto que el compareciente no adquirió habilidades mayores a las que debía poseer y en efecto ostentaba como TC del Ejército Nacional y orgánico de inteligencia para ejecutarlos. Aunque mediante el entrenamiento militar y su rango el interesado consiguió importantes destrezas militares -que se ven reflejadas en sus ejecutorias funcionales-, en tanto dirigió las secciones de inteligencia (B-2) de las Brigadas XIII y XVII, los comportamientos analizados no se cometieron en desarrollo de un contexto que implicara el uso de su capacidad de respuesta militar sino, más bien, con el propósito de satisfacer un interés individual en el marco del desarrollo de una actividad criminal común. [96: Al respecto ver Autos TP-SA 334 de 2018 y TP-SA 413 y TP-SA 463 de 2020.]

21.2.5.1. Por otro lado, la guerra tampoco influyó en la manera cómo sucedieron los hechos, puesto que, aunque en uno de los secuestros –cuya víctima fue la señora Martha Cecilia Velásquez Álvarez (caso 8)– se utilizaron armas de guerra o de uso privativo de la Fuerza Pública (fusiles), jamás se verificó ninguna clase de enfrentamiento u hostigamiento con la extinta guerrilla ni con otra organización armada ilegal. Además, los efectivos de la Fuerza Pública emplean dichos artefactos, en períodos de paz o de guerra y en zonas rurales o urbanas.

21.2.5.2. Por último, el CANI no le ofreció la oportunidad al TC PLAZAS ACEVEDO para incurrir en las conductas ilícitas de secuestro extorsivo, ni influyó en su decisión para ejecutarlas ni en la selección de su objetivo; se insiste en que los comportamientos no entrañaron capacidad de respuesta militar sino el designio de satisfacer un interés individual en el marco del desarrollo de una actividad criminal común. Es decir, fue tal propósito y no el conflicto armado, lo que generó la afectación de los bienes jurídicos vida e integridad personal, libertad individual y patrimonio económico.

21.2.6. Razón le asiste a la SDSJ al sostener que las víctimas “eran seleccionadas por su patrimonio económico, se trataba de comerciantes residentes de la ciudad de Bogotá, por sus rescates cobraron a los familiares elevadas sumas de dinero y en varios de los casos se pagó por su liberación”[footnoteRef:97] y que, al parecer, las fechas de ocurrencia de los delitos coincidían con la época en la cual el interesado “tuvo relación con los grupos paramilitares”[footnoteRef:98]. Sin embargo, la simple coincidencia temporal que resalta la Sala no permite concluir, sin soporte demostrativo alguno, que la organización criminal “liderada”[footnoteRef:99] por el TC PLAZAS ACEVEDO actuó en alianza con los paramilitares en estos específicos delitos, ni que aquéllos se financiaron mediante las ganancias ilegales que se obtuvieron, menos que consiguieron una ventaja militar. Si en las actuaciones de la JPO y de la justicia transicional no hay nada que permita validar dichas conclusiones, no pasan de ser unas suposiciones ineficaces para validar el factor material competencial, incluso a la luz de un nivel bajo de intensidad. [97: Folios 121 a 162 del cuaderno número 4 de la JEP. ] [98: Ibidem. ] [99: Ibidem. ]

21.2.7. Por otro lado, si bien en la investigación que se adelanta por el secuestro de la señora Martha Cecilia Velásquez Álvarez (caso 8) se precisó que el postulado Arnubio Triana Mahecha, alias “Botalón”, comandante paramilitar en Puerto Boyacá, en una diligencia de versión libre informó que dicho plagio se produjo por la supuesta condición de la víctima de testaferro y financiera de la guerrilla (sin que especificara la estructura subversiva), con el propósito exclusivo de obtener información relevante, los hechos demostrados en dicha actuación, consistentes en que el señor Rigoberto Novoa Almonacid, esposo de la víctima, recibió una llamada en la que los delincuentes le exigieron $600’000.000 por la liberación de su consorte, y que dicha retención ilegal fue ejecutada por la organización criminal liderada, al parecer, por el TC PLAZAS ACEVEDO, alias “don Diego”, jefe de la Sección de Inteligencia de la Brigada XIII, descartan que el móvil del punible fuera el que informó el paramilitar y reafirman, por el contrario, que el motivo fue, precisamente, exigir dinero.

21.2.8. De manera que, aunque el compareciente era integrante de la Fuerza Pública y los hechos analizados ocurrieron antes del 1º de diciembre de 2016, la Sección concluye que los delitos por los que fue condenado y por los que en la actualidad permanece judicializado, vinculados a los casos 1, 2, 5 y 8, no fueron cometidos por causa, con ocasión, o en relación directa o indirecta con el conflicto. En consecuencia, se resalta que frente a dichas actuaciones era innecesario que la SDSJ se ocupara del estudio de la existencia del ánimo determinante de enriquecimiento personal ilícito.

21.3. Así, las respuestas a los dos interrogantes del primer componente del problema jurídico planteado son, por un lado, que la SDSJ ha debido negar el sometimiento en los casos 1, 2, 5 y 8, por no satisfacerse en ellos el factor material competencial, según un primer nivel de análisis probatorio con intensidad baja. En tal sentido la resolución apelada será parcialmente revocada.

El sometimiento en los casos 3, 4, 6 y 7. La acreditación del factor material

21.4. Tal como se especificó en los antecedentes, la SDSJ, al aceptar el sometimiento, validó los factores personal, temporal y material frente a los casos 3, 4, 6 y 7. En contraposición, el representante judicial de víctimas sostiene que la JEP no puede asumir competencia en eventos de “violencia sociopolítica”[footnoteRef:100] que no guardan relación con el conflicto. Por su parte, la Sección respalda el sentido de la decisión tomada, en tanto considera que se satisface el criterio de competencia material en los cuatro asuntos, de conformidad con las disposiciones normativas del Acto Legislativo 01 de 2017, sin desmedro de que se condicionará la aceptación del sometimiento (ver infra párr. 24 a 37). En efecto, la apreciación del recurrente no incorporó diversos elementos que se dan a partir de las resoluciones de acusación y de definición de situación jurídica proferidas por distintas fiscalías, vale decir, el contexto en que sucedieron los lamentables hechos y, principalmente, la razón de ser de las muertes violentas de los esposos Mario Calderón Villegas y Elsa Constanza Alvarado Chacón, investigadores del CINEP, del padre de ésta Carlos Alvarado Pantoja, del periodista y humorista Jaime Hernando Garzón Forero y del habitante de Bijao, municipio de Riosucio, Chocó, Marino López Mena; del homicidio tentado de la señora Elvira Chacón de Alvarado, del desplazamiento forzado ocurrido en dicho lugar, así como de todas las atrocidades ocurridas en Mapiripán, Meta y en el corregimiento aledaño de La Cooperativa, atribuibles a una tropa ilegal conformada por aproximadamente 150 hombres. [100: Folios 223 a 227 del cuaderno número 4 de la JEP. ]

21.5. La SDSJ determinó que todos estos delitos fueron cometidos por causa, con ocasión o relación con el conflicto. La SA valida que, en efecto, se verificó dicho nexo. Para ello se tendrá en cuenta, de manera inicial, un dato relevante de contexto consistente en que los graves hechos presentan un patrón de macrocriminalidad común consistente en las relaciones ilegales de algunos miembros del Ejército Nacional con representantes del paramilitarismo, enfocadas al desarrollo, conjunto, de una supuesta estrategia contrainsurgente (guerra sucia). Además, es preciso no perder de vista que todos los delitos tuvieron resonancia pública debido al estremecimiento colectivo nacional e internacional.

21.5.1. En la acusación por el homicidio del periodista y humorista Garzón Forero (caso 3), se consignó que, al parecer, el TC PLAZAS ACEVEDO, quien se encontraba adscrito al B-2 de la Brigada XIII, dispuso hacer seguimientos previos a la víctima (ilegales), como quiera que el jefe paramilitar Carlos Castaño Gil lo declaró objetivo militar al señalarlo de subversivo por la labor humanitaria que llevaba a cabo como mediador entre la guerrilla y las familias de los secuestrados, con el propósito de gestionar su libertad.

21.5.2. En el pliego enjuiciatorio por la llamada “masacre de Mapiripán” (caso 4), se precisó que para el 12 y el 21 de julio de 1997, el TC PLAZAS ACEVEDO se desempeñaba como jefe de la Sección de Inteligencia de la Brigada XVII y, presuntamente, se encargó de apoyar el traslado aéreo de aproximadamente 30 paramilitares pertenecientes a las Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá -ACCU-, lideradas por Carlos Castaño Gil, de los municipios de Necoclí y Carepa a San José del Guaviare. Dichos hombres se integraron a la numerosa tropa ilegal que, luego, irrumpió violentamente en Mapiripán, Meta y en el corregimiento aledaño de La Cooperativa, recibiendo $3’000.000 como recompensa por dicha actividad. Resáltese que la Corte Interamericana de Derechos Humanos, mediante sentencia del 15 de septiembre de 2005, condenó al Estado Colombiano por su responsabilidad internacional en tales hechos. Además, al parecer, el interesado mantenía vínculos constantes con los paramilitares con presencia en la zona del Urabá, coordinando operativos conjuntos, ayudándolos con los movimientos, con munición y con la carnetización de los militantes como informantes del B-2, con el propósito de evitar su captura y posterior judicialización.

21.5.3. Por otro lado, conforme a lo registrado en la resolución de situación jurídica proferida en el caso 6, al parecer, el TC PLAZAS ACEVEDO, jefe de la Sección de Inteligencia (B-2) de la Brigada XVII y quien, presuntamente, tenía vínculos con los paramilitares, señaló a los esposos Calderón Alvarado de integrar el ELN manejando la parte política y social. Por ello, Carlos Castaño Gil ordenó su muerte, la cual se ejecutó en la madrugada del 19 de mayo de 1997 por varios individuos fuertemente armados y vestidos con overoles negros y cachuchas, algunos de ellos pertenecientes a la banda criminal “La Terraza” de Medellín, dirigida por Diego Fernando Murillo Bejarano, alias “don Berna”[footnoteRef:101], en el apartamento 702 del edificio Quintas de la Salle de la ciudad de Bogotá. Además, supuestamente, el interesado brindó apoyo logístico (alojamiento, traslados, etc.) y de inteligencia (movimientos y ubicación exacta de las víctimas) a los sicarios y les ayudó transportando el armamento requerido para asestar el golpe. Resáltese que este caso fue calificado como crimen de lesa humanidad en la misma resolución, del 11 de diciembre de 2014. Tal precisión fue ratificada por la Fiscalía el 10 de mayo de 2017. [101: En diligencia de versión libre rendida el 13 de febrero de 2012, alias “don Berna” informó que los paramilitares recibieron información relacionada con que los esposos Alvarado “hacen parte de la estructura del ELN y son los que manejan la parte política y social, se toma la decisión de trasladar a un grupo, al mando del Negro Elkin y ellos ejecutan a los esposos Alvarado en su apartamento ubicado en la ciudad de Bogotá” y que los que cumplieron la misión recibieron el “apoyo” y la “colaboración” del B-2, inteligencia del Ejército. Frente al presunto compromiso de responsabilidad penal del compareciente indicó el confeso paramilitar (en tal ocasión) que dicha información se la transmitió un “coronel Plazas” del Ejército que era conocido como “don Diego” a Carlos Castaño Gil y que cuando la tropa que consumó el hecho llegó a la capital de la República, recibió “el apoyo por parte del Coronel Plazas, él los ubica en algún sitio, les colabora para transportar las armas, le hacen inteligencia a los esposos Alvarado y luego entran al sitio y le dan de baja (…) ese coronel está huyendo porque está sindicado de otra acción que había hecho las Autodefensas.” (Ver resolución de situación jurídica del caso 6). ]

21.5.4. Y, de conformidad con lo consignado en la resolución de situación jurídica proferida en el caso 7, el 27 de febrero de 1997, paramilitares, con el apoyo de militares de la Brigada XVII, en particular del TC PLAZAS ACEVEDO -al parecer-, arribaron a la población de Bijao, del municipio de Riosucio, Chocó, para retener y agredir al señor Marino López Mena, quien había sido señalado de ser colaborador o integrante de las FARC-EP y, al intentar escapar, lo decapitaron. Luego, patearon la cabeza como señal de intimidación para el resto de los pobladores.

21.5.5. El episodio hizo parte de la operación “Cacarica”[footnoteRef:102], llevada a cabo por los paramilitares y algunos miembros del Ejército Nacional, con el propósito de desterrar a la extinta guerrilla de dicho espacio geográfico (Urabá) y, así, ejercer control territorial. Además, produjo el desplazamiento forzado de otros moradores. Destáquese que la Corte Interamericana de Derechos Humanos, mediante sentencia del 20 de noviembre de 2013, condenó al Estado Colombiano por su responsabilidad internacional en tales hechos. [102: En la sentencia del 20 de noviembre de 2013, la CIDH concluyó que “en las acciones en la cuenca del río Cacarica se produjeron actos de colaboración entre integrantes de la Fuerza Pública que ejecutaron la operación Génesis y las unidades paramilitares que llevaron a cabo la ‘Operación Cacarica’. Del mismo modo, aplicando las reglas de la lógica y de la sana crítica, es insostenible una hipótesis en la cual los paramilitares hubiesen podido llevar a cabo la ‘Operación Cacarica’ sin la colaboración, o al menos la aquiescencia de agentes estatales, o que ello hubiese ocurrido sin que se presentaran enfrentamientos con las unidades de la fuerza pública en los lugares en donde ambos cuerpos armados se hicieron presentes y donde tendrían que haber coincidido.”]

21.6. Para la SA, no hay duda de que el CANI influyó en la actuación del compareciente en estos casos, pues es claro que su condición –TC del Ejército Nacional— le permitió su ilegal accionar, tenía las capacidades y habilidades suficientes para coordinar la ejecución de los hechos por su formación, grado militar y especialidad (inteligencia), y las secciones que dirigió contaban con suficiente preparación y los medios para incurrir en dichos comportamientos.

21.7. En esta oportunidad, la SA reitera lo que indicó en el Auto TP-SA 110 de 2019 frente al homicidio del periodista y humorista Jaime Hernando Garzón Forero y lo amplía, ahora, de forma explícita, a los otros tres casos analizados en este acápite. Así, la condición y desempeño de cargos de alta responsabilidad en las Fuerzas Militares por parte del TC PLAZAS ACEVEDO generó habilidades o destrezas especiales que, al parecer, lo convirtieron en un eficaz y protagónico actor del conflicto. Los diversos elementos probatorios incorporados a la actuación, relacionados con los casos 3, 4, 6 y 7, permiten advertir que el compareciente no solo accedió, destinó y aplicó recursos del Estado en sus relaciones ilegales con representantes del paramilitarismo, sino que mediante sus actividades de inteligencia construyó un poder destructivo que fue potencializado gracias a la irregularidad y complejidad del conflicto armado en Colombia.

21.8. Bajo esta premisa, las actuaciones del señor PLAZAS ACEVEDO ocurrieron con ocasión del conflicto armado en razón a que, como perpetrador, tuvo oportunidades para obtener, construir, desarrollar y consolidar medios que le sirvieron para consumar un extendido proceder criminal con un notorio vínculo con el CANI. Lo que viene de decirse se concreta a partir del análisis realizado por parte de las autoridades penales ordinarias y con fundamento en un informe del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) referido al paramilitarismo[footnoteRef:103], que la SA considera coherente, serio y coincidente con el contexto de criminalidad que, al parecer, comprometió al interesado. En dicho contexto, se precisa que en algunos momentos y regiones se evidenciaron fuertes vasos comunicantes o una asociación cuasi orgánica entre militares y paramilitares, y en instantes y lugares diversos de la geografía nacional, algunos miembros de la Fuerza Pública cohonestaron crímenes del paramilitarismo por afinidad ideológica, es decir, porque compartían a un mismo enemigo, o simplemente por un interés individual, porque buscaron lucrarse de sus negocios ilegales. [103: Centro Nacional de Memoria Histórica (2018), Paramilitarismo. Balance de la contribución del CNMH al esclarecimiento histórico, Bogotá, CNMH.]

21.9. Como fue posible especificar, conforme a un análisis de intensidad bajo y al margen de si es viable o no caracterizar los cuatro episodios como manifestaciones de “violencia sociopolítica”[footnoteRef:104] –en atención a lo precisado por el representante judicial de víctimas-–, que los delitos de los casos 3, 4, 6 y 7 fueron cometidos por causa, con ocasión o relación con el CANI, es necesario responder los dos interrogantes sucedáneos y relacionados, vale decir: si tales punibles se realizaron con el ánimo de obtener enriquecimiento personal ilícito, y si este ánimo fue la causa determinante para la comisión de los comportamientos. Tales niveles de análisis fueron inobservados por la sala de justicia. [104: El banco de Datos del CINEP (Revista Noche y Niebla No. 39 de 2009), define la violencia política como aquella ejercida como medio de lucha político-social, ya sea con el fin de mantener, modificar, sustituir o destruir un modelo de Estado o de sociedad; o también para destruir o reprimir a un grupo humano con identidad dentro de la colectividad por su afinidad social, política, gremial, étnica, racial, religiosa, cultural o ideológica, esté o no organizado (página 6). Por su parte, La Corporación AVRE en el módulo salud mental y derechos humanos del proceso de formación de terapeutas populares y multiplicadores en acciones psicosociales en un contexto de violencia sociopolítica, habla de la violencia sociopolítica como una “relación de fuerza entre dos o más partes en la que una parte pretende mediante el daño lograr un propósito y esta acción tiene un efecto en la persona y en quienes la rodean” (página 14). Y, el Grupo de Trabajo Pro Reparación Integral en el material pedagógico voces de memoria y dignidad, en el módulo aspectos psicosociales de la reparación integral, define la violencia sociopolítica como “aquella que tiene la intencionalidad de producir daño mediante la fuerza, para afectar las capacidades individuales y colectivas de la construcción de alternativas democráticas” (página 16).]

21.9.1. Si se tiene en cuenta que lo que aquí se evidencia es que tales crímenes se enmarcan en una supuesta estrategia contrainsurgente que articuló y ocupó la actividad delincuencial de algunos militares y de representantes del paramilitarismo, la respuesta al interrogante sobre el ánimo de lucro personal e ilícito, en lo que tiene que ver con los casos 3, 6 y 7, es claramente negativa. En las evidencias relacionadas no hay nada que indique la presencia de dicho ánimo ni que el TC PLAZAS ACEVEDO buscara lucrarse con las muy variadas actividades ilegales del paramilitarismo.

21.9.2. En lo que respecta al caso 4 se precisó que, al parecer, el compareciente recibió $3’000.000 como recompensa por apoyar el traslado aéreo de aproximadamente 30 paramilitares pertenecientes a las Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá -ACCU-, lideradas por Carlos Castaño Gil, de los municipios de Necoclí y Carepa a San José del Guaviare. Con ello se puede concluir que medió el ánimo de obtener enriquecimiento personal ilícito. Sin embargo, el contexto de relaciones ilícitas, conforme al cual el interesado, al parecer, mantenía vínculos constantes con los paramilitares con presencia en la zona del Urabá, coordinando operativos conjuntos, ayudándolos con los movimientos, con munición y con la carnetización de los militantes como informantes del B-2, con el propósito de evitar su captura y posterior judicialización, permite también precisar que dicho ánimo no fue, en medida alguna, la causa determinante para la comisión de los comportamientos. Lo que resultó concluyente fue su supuesta lucha antisubversiva.

21.10. De esta manera, la primera instancia se precipitó al precisar que frente a los casos 3, 4, 6 y 7 se validaba el criterio material competencial. Para afirmar dicho factor era necesario, aparte de concretar que los punibles correspondientes fueron cometidos por causa, con ocasión o relación con el CANI, revisar, también, el tema del ánimo de enriquecimiento personal ilícito en sus dos niveles de análisis. No obstante, tal como se anunció, la conclusión de la SA es idéntica. Por ello, en este aspecto, la resolución apelada será confirmada por las razones aquí expuestas. Así, se descarta la posición del Ministerio Público -como sujeto procesal no recurrente-, en el sentido que en relación con el caso 7 no se contaba con suficiente información relacionada para “siquiera preliminarmente, aceptar el sometimiento.”[footnoteRef:105] [105: Folios 228 a 235 del cuaderno número 4 de la JEP. ]

21.11. Por último, con respecto a estos cuatro casos, el interrogante conclusivo a resolver es el planteado por el recurrente en representación de las víctimas: ¿Si se viola el DIH, específicamente el principio de distinción –que busca proteger, entre otros, a civiles en una confrontación militar mediante la diferenciación de los objetivos “legítimos” en la guerra—, al admitir como cierto el hecho de que algunas conductas punibles que afectaron gravemente a terceros se relacionaron con CANI?

21.11.1. Para resolver tal cuestión, es preciso desvirtuar una errónea conclusión que es precisamente la que sustenta el reparo del recurrente, a saber, que validar la existencia de una posible relación de una determinada conducta punible con el CANI tiene un efecto legitimador de la referida conducta. El que un homicidio contra un civil, en el marco de la confrontación, tenga relación directa o indirecta con el CANI no quiere decir, per se, que dicho punible esté legitimado como un acto de guerra amparado por el DIH.

21.11.2. De hecho, en principio, la conducta podría estar relacionada con el CANI y no ser amnistiable o indultable, ni renunciable la acción penal o la extinción de la pena (salvo que el caso no hubiera sido seleccionado), precisamente por transgredir el principio de distinción. En últimas, el comportamiento puede, de manera simultánea, tener relación con el CANI y violar el DIH, lo que desvirtúa el argumento del apelante en representación de las víctimas.

Compromiso de aporte a la verdad, régimen de condicionalidad y concesión de LTCA

22. En atención a que la SA excluyó los casos 1, 2, 5 y 8, por no satisfacerse en ellos el factor material de competencia, al resolver sobre la no concesión del beneficio provisional se limitará, exclusivamente, al segundo grupo de asuntos.

22.1. Como se sabe, la LTCA es el beneficio provisional previsto para los miembros de la Fuerza Pública incursos en delitos relacionados con el conflicto armado interno o no internacional, conforme con la normatividad transicional, en especial, el artículo transitorio 5º constitucional, introducido por el artículo 1º del Acto Legislativo 01 de 2017, que exige para acceder y mantener el tratamiento especial “aportar verdad plena, reparar a las víctimas y garantizar la no repetición”; los artículos 20, 51, 52, 62 y 65 de la Ley 1957 de 2019 (Ley Estatutaria de la Administración de Justicia en la JEP); los artículos 67 a 69 de la Ley 1922 de 2018 (Ley de Procedimiento de la JEP); y los artículos 51, 52 y 53 de la Ley 1820 de 2016. Tales disposiciones normativas prevén diversos requisitos que deben acreditarse para poder acceder y continuar disfrutando de dicho tratamiento especial. Éstos pueden sintetizarse de la siguiente manera:

i) Que se comprometan a acogerse y atender los requerimientos del SIVJRNR, conforme con lo dispuesto en el acta de compromiso;

ii) Que, para el momento de los hechos delictivos, acrediten ser miembros de la Fuerza Pública;

iii) Que las órdenes de captura libradas en su contra o las condenas impuestas procedan por delitos cometidos con ocasión, por causa, o en relación directa o indirecta con el conflicto armado interno, antes de la refrendación del Acuerdo Final de Paz (AFP);

iv) De lo anterior se tiene que los delitos deben haber sido cometidos antes del 1º de diciembre de 2016;

v) Que se encuentren privados de la libertad por sentencias condenatorias o medidas de aseguramiento consistentes en detención preventiva[footnoteRef:106]; [106: Conforme a lo previsto en la SENIT 1 de 2019, antes o después de la entrada en vigor de la Ley Estatutaria de la JEP. ]

vi) Que, si se trata de delitos graves, como ejecuciones extrajudiciales, desaparición forzada, reclutamiento de menores, desplazamiento forzado, entre otros, hayan permanecido detenidos o condenados cuando menos 5 años[footnoteRef:107]. [107: Cfr. Auto TP-SA 124 de 2019, párrafo 51. Ver también Auto TP-SA 031 de 2018, párrafos 53 a 55.]

22.1.1. Respecto al cumplimiento de los factores de competencia personal y temporal en los cuatro casos en comento no existe discusión y por lo mismo no serán objeto de pronunciamiento en apelación. De esta manera, la cuestión inicial que surge es si se cumple el requisito material de competencia para acceder al beneficio de LTCA, esto es, que los hechos o comportamientos que motivan la solicitud del beneficio hayan sido cometidos por causa, con ocasión o en relación directa o indirecta con el CANI. Adicionalmente, y de acuerdo con los precedentes de la SA[footnoteRef:108], en atención al presente momento procesal, es necesario contar con un material probatorio aceptable que, además, debe ser evaluado bajo un nivel de intensidad medio (ya no bajo). Lo anterior significa que, aunque no se tenga certeza sobre la relación con el conflicto, debe, por lo menos, tenerse un grado aceptable de persuasión que le permita al fallador precisar dicho vínculo con probabilidad de verdad. [108: Tribunal para la Paz. Sección de Apelación. Autos TP-SA 070 de 2018 y TP-SA 105, TP-SA 117, TP-SA 192 de 2019, entre otros.]

22.1.2. Tal precisión metodológica fue inobservada por la primera instancia, en tanto, lo que precisó respecto del factor material al aceptar el sometimiento en dichos casos, conforme a un “nivel de intensidad leve”[footnoteRef:109] y en observancia de una “aserción provisional y falible que puede ser revisada a medida que el procedimiento transicional avance”[footnoteRef:110], le valió para acreditarlo automáticamente en el siguiente grado de intensidad. Como la conclusión de la SA al aplicar el nivel intermedio en la evaluación del factor material permite precisar dicho vínculo, también con probabilidad de verdad, la omisión referida resulta, no obstante, intrascendente. [109: Ibidem. ] [110: Ibidem. ]

22.1.3. En efecto, para esta Sección, los análisis realizados por parte de las autoridades penales ordinarias, así como los datos de memoria histórica, ya reseñados, demuestran, con probabilidad de verdad, que el CANI fue la causa de los punibles por los que se encuentra investigado el TC PLAZAS ACEVEDO. Fue, precisamente, lo que impulsó al interesado a delinquir. Además, en los cuatro casos, la guerra ocasionó y animó la comisión de los ilícitos. En últimas, lo que alentó y motivó al compareciente en los episodios criminales no fue un enriquecimiento personal ilícito sino su supuesta estrategia o lucha contrainsurgente.

22.2. Ahora bien, aplicando una visión retrospectiva, es claro que los beneficios provisionales de LC y LTCA fueron concedidos para asegurar la confianza en el proceso de paz, la firma del acuerdo, la dejación de armas, la reincorporación a la vida civil y la reconstrucción del tejido social, mediante el SIVJRNR, incluyendo su componente judicial. De esta manera, muchos integrantes de las partes en conflicto, pese a estar investigadas o condenadas por graves violaciones a los derechos humanos y al DIH, ocurridas con ocasión, por causa o en relaci�