EL MENSAJERO DE SAN JOSEP P. C A R M E L I TA S D E S C A L Z O S

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El Mensajerode San José

Marzo-Abril 2014

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Marzo-Abril 2014. Nº 446

REVISTA DE LAS ASOCIACIONESJOSEFINAS DE ESPAÑA

Editado por elCentro Josefino Español

Redacción y Administración:PP. CARMELITAS DESCALZOSC/ San Benito, 3Teléf. 983 / 33 01 6947003 Valladolid

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Habla el PapaBeato Juan XXIII:San José, amigo fiel y fuerteprotector 3-4

Las vivencias de José (II) 5

La grandeza de San José 6-7

Grandes devotos de San José:P. Pedro de Torres, jesuita 8-9

Devoción del Beato Juan XXIIIa San José 10-11

Juan Pablo II: El anillo de unPapa Santo para San José 12-13

Un recuerdo… para tenerlopresente… 14-15

Santidad de San José 16

San Juan de Ávila(1500-1569) (III) 17-18

«Ríase por favor» 19

Sumario

San José.Pinxit Y. P. Recine.En el Foyer Oriental de Lion.

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EL MENSAJERO DE SAN JOSÉ¡Gracias a todos!

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HABLA EL PAPA

BEATO JUAN XXIIISan José, amigo fiel

y fuerte protector

o que vuestraeminencia ha di-cho, señor car-

denal, hace resonar las no-tas más genuinas de laIglesia católica: Iglesiaque ora ante todo, quecontempla los divinosmisterios, enseña las ver-dades reveladas y acom-paña a los hombres por elcamino de la perfección.

Precisamente, es su fineminentemente sacerdo-tal: el hacer de puente en-tre la Tierra y el Cielo.

Los frutos no han falta-do y la sensibilidad católi-ca se ha hecho más finaque nunca. En este marcose encuadra la dulce yquerida figura de San Jo-sé.

En la realización de losmisterios de la Natividad

de Cristo y de su infanciaél estuvo presente de unmodo discreto y activo,humilde y con autoridad.En su modo de hacer haytal distinción que lo hantratado de imitar los sacer-dotes y los laicos de todoslos tiempos.

Y nos parece que pode-mos decir que la devociónal santo patrono de la Igle-sia Universal, acrecentadaen estos últimos deceniosha tenido repercusionesbenéficas en cada uno delos individuos investidosde autoridad y sobre lasinstituciones religiosas yciviles.

La amable y augusta se-renidad que irradia el pa-dre adoptivo de Cristo in-vita a aproximarse cadavez más con santa con-fianza ante su figura, para

aprovechar las enseñanzasque imparte con tanta dis-creción.

San José habla poco, pe-ro vive intensamente, sinsubstraerse a ninguna res-ponsabilidad que la volun-tad del Señor le impone.Ofrece un ejemplo deatrayente disponibilidad alas llamadas del Señor, decalma en todos los aconte-cimientos, de plena con-fianza, conseguida poruna vida de fe y caridadsobrehumanas por el me-dio de la oración.

¡Qué ternura proporcio-na al repasar los pocosepisodios que conocemospor las escasas referenciasdel Evangelio! San Josécalla ante sus graves prue-bas, y porque es justo(Mat. 1,19) no juzga, no se

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adelanta al curso de la vo-luntad de Dios; y cuandoel Señor le advierte pormedio del ministerio delos ángeles escucha y obe-dece en silencio. A él letoca el honor de imponera Jesús el nombre bende-cido por los siglos. Pilarfirme de la Virgen Maríaen la pobreza de Belén; enel corazón de la noche to-ma a Cristo, se une a Maríay parte afrontando lo des-conocido. En el tiempopreciso, advertido por elángel, está dispuesto a vol-ver y a continuar su vidade humilde artesano en lacasa de Nazaret.

Las notas evangélicasque nos hablan de él seajustan bien con las apli-caciones ascéticas que deellas se han hecho a lo lar-go de los siglos. Quien tie-ne fe no teme, no precipitalos acontecimientos, noescandaliza a su prójimo.

Venerables hermanos yqueridos hijos nuestros:Este retazo particular de lafisonomía espiritual deSan José no es familiar ynos infunde aliento. La se-renidad de nuestro ánimode humilde siervo del Se-ñor encuentra aquí conti-nua inspiración, no funda-

mentándose en el conoci-miento de los hombres yde la historia, ni cerrandolos ojos ante la realidad.Es una serenidad que vie-ne de Dios, ordenador sapientísimo de las vicisi-tudes humanas, tanto res-pecto al hecho extraordi-nario del Concilio ecumé-nico como al ordinario ygrave ejercicio del gobier-no universal de la Iglesia.

Para esta fidelidad dehumilde colaboración enel plan divino de nuestrashumildes vidas nos es ne-cesaria, juntamente con lade la Virgen María, la pro-tección de San José, inter-cesor eficaz: «Amigo fiel,fuerte protección»» (Ecle.6,14).

A este amigo solícito,que custodió a Cristo enlos días de su vida mortaly que protege desde el

Cielo al Cuerpo Místi-co –asiduo defensor deCristo, columna de las fa-milias, protector de laSanta Iglesia, como lo in-vocamos en sus letanías–.Nos confiamos con con-fiada oración las preocu-paciones presentes y futu-ras del gobierno de laIglesia, alegrándonos dever junto a Nos, en fer-viente pugna de santaemulación, distinguidosmiembros del Sacro Cole-gio y a todos nuestros co-laboradores.

Se nos ha dicho y hemosexperimentado un íntimogozo que antes y despuésde las congregaciones ge-nerales en San Pedro, enlos días del Concilio Ecu-ménico, se notaba un gru-po notable de padres enoración ante el altar delsanto. ¡Edificación de to-da la asamblea y del pue-blo cristiano que lo ha co-nocido!

Aceptad el voto que Nosos hacemos, señores car-denales, de que ese altar,al paso que sea meta demayores peregrinaciones,sea también fuente deconsuelo y de favores ce-lestiales.

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Mi deseo era –como elde cualquier padre– que

mi hijo hubiera nacido enlas mejores circunstancias. No fueasí. Su nacimiento estuvo rodeadode pobreza, sencillez, humildad.Maryam era primeriza y se portómuy bien. Porque apenas tuvimosalguna ayuda. Y las personas que seenteraron, aparecieron a visitarnoscompartiendo con nosotros algunosalimentos, que aliviaron nuestra po-breza.

Fue un acontecimiento que mar-có nuestras vidas. El pequeño parecía fuerte, sano,normal. Maryam y yo nos cogimos de la mano y lecontemplamos con ilusión, pero al mismo tiempo nospreguntábamos qué sería de él, cuál sería su futuro.

Yo repetí mi ofrecimiento al Dios de nuestros pa-dres?

Señor Dios: Estoy dispuesto para la misión que meencomiendas. Quiero ser fiel a tu voluntad. La cumplirécalladamente, sin ruido, en la sombra. Que este niño re-ciba de mí el testimonio sincero de amor a tus leyes y a tuPalabra.

Después, los tres nos dormimos muy apretados yfelices, inundados de paz y de cariño. Verdaderamen-te, sentíamos que Dios estaba allí.

Nuestra Ley de Moisés dice que a losocho días de nacer un niño, hay que rea-

lizar con él, el rito de circuncisión. Es elsigno corporal de pertenencia al pueblo de Israel y deobediencia a la Alianza hecha con Dios. Lo hemoshecho de manera sencilla. Nuestro hijo ya es judío,miembro del pueblo elegido que, como todos noso-tros, espera las promesas de salvación.

Fue también el momento de imponerle el nombreque llevará a lo largo de su vida. Cuando nos pregun-taron cual era, Maryam y yo, con una mirada de com-plicidad, lo pronunciamos casi a la vez: Yoshúa. Sa -bíamos que quería deci, «Dios salva».

No recuerdo muy bien loque pasó.

Había transcurrido untiempo desde el nacimiento de Yos-húa cuando recibimos una extrañavisita. Era gente extranjera que mos-traron mucho interés en conocernos.Se alegraron al vernos juntos y nosdieron algunos obsequios.

Luego se marcharon y no supimosmás de ellos.

Transcurrieron doceaños. Yoshúa era un jo-

vencito que se desarrolla-ba con normalidad. Activo y curioso, aunque tam-bién un poco reservado. Me ayudaba en mi trabajo.Y en la Sinagoga fue aprendiendo a leer con las Sa-gradas Escrituras y conociendo la Historia de nues-tro pueblo. Ya se sabía de memoria muchos pasajesdel Libro Santo, sobre todo de los Profetas y losSalmos.

Aquel año fuimos juntos a Jerusalén para celebrarla Fiesta de la Pascua. Y, de vuelta a Nazaret, descu-brimos Maryam y yo, que Yoshúa no estaba en la ca-ravana. Nos asustamos. Volvimos a toda prisa a Jeru-salén y después de preguntar a todo el mundo y darmil vueltas, le encontramos en un grupo de niños queescuchaban a un maestro de la Ley. Allí estaba él, es-cuchando y preguntando al rabí con sumo interés.

Maryam se enfadó con él y le riñó. Nos había da-do un disgusto.

Todavía recuerdo que nos dijo unas palabras quenos entendimos. Así quedó la cosa.

Volvimos juntos a Nazaret y allí permanecimosmuy unidos con la familia y los amigos. Cumpliendocon los preceptos, oraciones y mandatos de nuestraLey y tratando de llevarnos bien con todos.

Y cuando miraba a Yoshúa, notaba crecer en miinterior un sentimiento extraño, mezcla de ternura yrespeto. Y me seguía preguntando con insistencia:¿Quién eres tú, niño mío?

Víctor Ferrández Obradors

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Las vivenciasde JOSÉ(II)

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grandeza y su singularidad, porque va acom-

pañada de la plenitud de gracias sobrenatu-

rales, y de la más alta santidad, después de la

Virgen Inmaculada.

En armonía con esta ﾇgrandezaﾈ la autori-

dad suprema de la Iglesia: el gran Papa León

XIII principalmente en 1889, declaró a San Jo-

sé Patrono y custodio de la Iglesia = Cuerpo

Místico de Cristo, que vive perennemente en-

tre nosotros. Y el gran Papa de nuestro tiempo,

Beato Juan Pablo II, un siglo después, al cum-

plirse el primer centenario de esa declaración,

la renovó y actualizó en la Exhortación Apos-

tólica anteriormente citada (15-VIII-1989), re-

conociendo la dignidad y la grandeza de San

José, tal como el Señor Dios Padre lo ha mani-

festado en sus designios eternos, y tal como el

Santo lo cumplió en la tierra como cabeza y au-

toridad de la Familia de Nazaret, a la que de-

fine como ﾇoriginaria “iglesia doméstica”…

donde por un designio de Dios vivió escondido

largos años el Hijo de Dios… siendo el proto-

tipo y ejemplo de todas las familias cristianasﾈ

(RC.7).

2 Todos los devotos de San José reco-

nocemos bien esto, pero no nos da-

mos cuenta del significado de esta afirma-

ción: San José, padre virginal y custodio de Je-

sús el Redentor: ‘ejemplo’ y prototipo de to-

das las familias cristianas. Debemos conocer

en realidad lo que Él es en la historia de la sal-

vación, en la Iglesia, como el varón ‘justo’,

modelo de santidad, modelo de todas las vir-

tudes, el Santo más perfecto y más cercano a

la perfección evangélica, y como Patrón de la

La grandeza de San José

1 El día 19 de este mes de marzo la

Iglesia celebra con solemnidad la

FIESTA DE SAN JOSÉ, el Varón justo, como

lo define San Mateo en su Evangelio, Patriar-

ca del Nuevo Testamento, Abogado y Señor,

glorioso y bienaventurado San José, como lo

reconoce Santa Teresa de Jesús en el libro de

su Vida (cap. 6): el Santo más relevante e in-

signe de la Iglesia, en la que ocupa el lugar

más alto y más cercano a Jesucristo nuestro

salvador y a los cristianos redimidos por Él. A

San José –y solo a él– confió nuestro Señor

los primeros misterios de nuestra salvación,

ﾇlos tesoros más preciososﾈ –dice el Papa

Juan Pablo II– que él guardó y administró

con amor y exquisita fidelidad, siendo ejem-

plo para todos los miembros de la Iglesia, lla-

mados todos a custodia los tesoros de la gra-

cia.

Para conocer lo que podemos llamar la

ﾇgrandezaﾈ de San José tenemos que atender y

conocer la misión que Dios le confió a cumplir

en la tierra; la finalidad para la cual fue Pre-

destinado y elegido por Dios en la eternidad,

antes de crear el mundo. Todo esto nos lo ex-

pone y da a conocer maravillosamente el beato

Papa Juan Pablo II, en su ﾇExhortación apos-

tólicaﾈ sobre la Figura y misión de San José en

la vida de Cristo y de la Iglesia, publicada el 15

de agosto de 1989, que lleva por nombre: Re-

demptoris Custos.

Fue predestinado en el mismo decreto de

la predestinación del misterio de la Encarna-

ción del Hijo de Dios, y de la salvación, como

esposo virginal de la Virgen María, Madre de

nuestro Salvador. Esto no deja de ser un pri-

vilegio singular, que denota y significa su

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sen pensar en la Reina de los Ángeles

(va Virgen María), en el tiempo en

que tanto pasó con el Niño Jesús, que

no le den gracias a San José, por el

bien que les ayudó (Vida, VI, 7-8).

Naturalmente, la devoción a los dos

Esposos virginales de Nazaret debe

manifestarse a un mismo nivel.

3 Hoy vivimos en la Iglesia

otro ambiente más favo-

rable a la devoción a San José, y también más

consecuente y objetivo. El nuevo Papa dado a

la Iglesia en el cónclave de Cardenales del 13

de marzo de 2013, con el nombre de Francis-

co, se ha manifestado devoto del Santo Pa-

triarca, desde los primeros días de su pontifi-

cado.

Ya en la homilía de la misa del día 19 de

marzo, inicio de su Pontificado, dio expresa-

mente gracias a Dios por poder celebrar la Mi-

sa de la ‘la solemnidad de San José, esposo de la

Virgen María, y Patrono de la Iglesia univer-

sal’. Cita y comenta las palabras de San Mateo

en su Evangelio, que son modelo para nosotros:

ﾇJosé hizo lo que el Angel del Señor le había

mandado, y recibió a su mujerﾈ (Mt. 1,24). Fue

la revelación que San José recibió en sueños, del

Angel del Señor, enviado por el mismo Dios,

para disipar la oscuridad de las dudas que le

confundían y le inquietaban.

ﾇEn estas palabras –dice el Papa Francis-

co–se encierra ya la misión que Dios confía a

José, la de ser ‘custos’, custodio. Custodio ﾀde

quien? De María y Jesús; pero es una custodia

que se alarga luego a la Iglesia, como ha seña-

lado el beato Juan Pablo II: ‘Al igual que cuidó

amorosamente de María y se dedicó con gozoso

empeño a la educación de Jesucristo, también

custodia y protege su cuerpo místico, la Iglesia’

Iglesia el Santo más atento a ayudar espiri-

tualmente a los verdaderos discípulos de Je-

sús y fieles cristianos.

Dios Padre ha configurado su imagen espi-

ritual para que todos los fieles podamos imitar

sus virtudes y su amor entrañable a Jesús y Ma-

ría, que nos acerca a la verdadera santidad. Es

el mejor obsequio que podemos ofrecerle en la

celebración de su fiesta el 19 de marzo.

Tenemos que formar conciencia de que en

estos tiempos tenemos que trabajar con efica-

cia para recuperar la actualidad de la figura de

San José en la Iglesia, y su influjo en las perso-

nas y también sobre todo en las familias cristia-

nas, que son el fundamento de las sociedades.

Hasta ahora no se ha prestado a San José la

atención ni la devoción que se le debe, por su

dignidad y grandeza, y por la misión que cum-

plió en la historia de la salvación, y para la que

fue predestinado por el Dios de la misericordia.

El Concilio Vaticano II, en los años 1962-1965,

que consagró un bello e importante capítulo a

la Virgen Santísima en la Constitución sobre la

Iglesia. Este silencio, intencionado o no, perju-

dicó visiblemente –con otros signos– a la de-

voción y a la teología josefina, de lo que habla

tan sabiamente ya en su tiempo Santa Teresa

de Jesús, Doctora de la Iglesia, un poco dolida

también, porque no entendía –dice ella– có-

mo podía haber ‘almas de oración’ que pudie-

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obra que un contemporáneo calificaba dedoctísima, eruditísima y devotísima, aseguran-do que corría con gran aprecio de la gente.

En la lista de libros condenados de Chileaparece Pedro Torres en la p. 644. Debióabandonar el país.

A falta de otros hechos, se aprecia su de-voción a San José en la manera de expresar-se con relación a él a lo largo de toda su obra.

Ya en el prólogo nos revela su devoción alsanto Patriarca cuando afirma, refiriéndose aotros libros doctísimos en su alabanza: «a cu-ya alteza soberana ofrece mi pequeñez estecorto obsequio de mi afecto, o señal de mi es-clavitud y reconocimiento de mi obligación enque su real magnificencia me ha puesto enrepetidos beneficios de que me considerodeudor, no menos que de la vida, en ocasiónde una peligrosa enfermedad. Sacrifíquele lavida que me alcanzó, mas como esta al caboha de tener fin; y el agradecimiento, mientraspuede, no ha de poner término a su retorno,quise que, en faltándome la vida, quedaseperpetuada en mis escritos la memoria de miagradecimiento».

Y al final de la obra escribe: «Hemosaplaudido a San José cuanto ha podido eldiscurso, aunque no cuanto ha deseado elafecto» (Asunto 14, Discurso 9, p. 1.205 c).

En el título mismo de la obra vemos la va-loración y concepto altísimo que tiene deSan José, varón divino, Patriarca grande yEsposo purísimo de la madre de Dios y altí-simo Padre adoptivo del Hijo de Dios.

En la dedicatoria que dirige a la seráficaMadre y Virgen y esclarecida Santa Teresade Jesús, de quien se confiesa devotísimo,se desata en panegíricos al santo Patriarca.«Quisiera, ¡oh patrona mía, santísima y po-derosísima, dedicaros esta obra con aquelamor ardiente y preciosa estimación con quecreo la aceptáis desde el solio de gloria, adonde estáis contemplando el altísimo Obje-to de vuestro amor y de mi rendimiento. Es elgran Señor de todos, el grande a todas lucesy sombras, el divino en su eminente digni-

Fue un jesuita chileno que vivióen el siglo XVII, contemporá-neo, del hermano del P. Antonio Alemán (1654-1734), primer

provincial jesuita de Chile, el P. Ignacio Ale-mán que, estando en España desempeñandolas funciones de Procurador General de lasIndias orientales, publicó en Sevilla la obradel P. Pedo de Torres en 1710: Excelenciasde San José, de 1.208 páginas, tamaño folio,

GRANDES DEVOTOSDE SAN JOSÉ

P. PEDRODE TORRES,

Jesuita

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dad, las deli-cias de Dios yde su Madre, elAmado de to-dos (y cita untexto del Ecl.45,1: Moisés,amado de Diosy de los hom-bres), el Prínci-pe de los san-tos, el milagrode la gracia, elhonor y lustrede la naturale-za, mi Señor

San José; este es el término de mis ansiasamorosas en este humilde libro, que os de-dico con más ternura que elocuencia… Enmanos de su real y soberana alteza puse laelección del que había de ser Patrón de milibro desde el cielo, y, pues, os escogió pormi medio, sin duda que eligió lo mejor, si node entre los santos, si entre sus devotos,pues no me parece que otro cualquiera seha adelantado a vuestra devoción en elamor de mi Señor San José, siendo, por es-to, digna del honroso título de la mejor devo-

ta del máximo José»… Con que si vos esco-gisteis por el mejor Patrón a San José, yo oselijo por Patrona como a la mayor devota demi Señor San José».

En el primer capítulo, en el que exponeampliamente la grandeza de San José, nosdice que su vida no se explica sin su unióncon Jesús y con María, en cuyo círculo le ha-ce girar constantemente. «No se puede declarar qui es José sin Jesús y María… por-que para saber quien es José ha de ser di-ciendo que fue padre y esposo, esposo deMaría, Madre de Dios y Padre de Jesús, Hijode Dios». «Los poderes de José se puedenmedir solo por sí mismo, pues no hay entrelos santos semejanza que se le parezca, por-que él solo, sin semejante, mereció ser Espo-so y Padre de dos términos (Jesús y María) adonde no ha llegado el más alto Serafín, ni lamás encumbrada santidad de los mortales»(Asunto 1, Discurso 1, pp. 10-11).

El P. Pedro de Torres, animado y movidopor su enorme devoción a San José, ha le-vantado al Santo Patriarca con su colosalobra Excelencias de San José un monumen-to grandioso de doctrina, de cultura y erudi-ción josefina, de veneración y de gloria.

P. Román Llamas

«Catálogo de mapas y planos del Virreinato delPerú y Chile» del Archivo General de Indias de Pe-dro Torres Lanzas.

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El 27 de abril del presente año el PapaFrancisco canonizará a los Beatos PapasJuan XXIII y Juan Pablo II. Con esta oca-

sión quiero recordar algunos detalles de la devo-ción del Papa bueno al bueno de San José. ¡Québueno es San José! decía Santa Teresita.

Dejó los documentos escritos, veintiuno losmás destacados, en los que aparece la valoraciónaltísima que tiene de San José y su grandísimadevoción, –no perdía ocasión de vivirla y de pro-moverla– y me limito a algunos hechos más des-tacados de su amor a San José. Juan XXIII es, sinduda el Papa más josefino de la historia de laIglesia.

Recuerdo que en el bautismo recibió losnombres de Ángelo José, siguiendo la tradiciónfamiliar. El nombre de José le marcó para todasu vida. Bebió la devoción a San José con la le-che materna. En su casa del Sotto il Monte elcuadro del Santo Patriarca era objeto de venera-

ción ininterrumpida. A él se dirigían todos en ca-da circunstancia, mayores y niños, mantenién-dolo asociado a su Esposa la Virgen María y alNiño Jesús que estrechaba contra su pecho. Elmes de marzo trascurría entero en piadosas lec-turas josefinas y en ingenuas invocaciones titáni-cas y los miércoles de cada semana de todo elaño estaban dedicados al Santo Patriarca. JoséRoncalli, desde joven, amaba decorar las pare-des de su dormitorio y su sala de trabajo con es-tampas populares de San José.

La víspera de su ordenación episcopal to-mó una solemne decisión: Asumo ahora y porsiempre el nombre de José, que además me fueimpuesto en el bautismo, en honor del queridoPatriarca que será mi primer nombre despuésde Jesús y de María y mi ejemplar.

Él mismo dijo. He caminado con San Josétoda mi vida. No sé empezar mi jornada ni ter-minarla sin que mi primera palabra y mi últi-mo pensamiento se dirijan a él (a San José).

El Papa Juan XXIII se alargaba –dice su secretario– hablando del Santo como si le co-nociese personalmente, como si se tratase deun amigo suyo con el cual viviese en íntimafamiliaridad y se dirigía a él con candor sor-prendente.

Tiene expresiones, hablando de San José,de una sencillez encantadora: En las cosas di-fíciles yo me vuelvo a él y siempre me escu-cha. José va siempre adelante con calma y consu asnillo y llega a la meta con seguridad. Te-ned confianza en él que habla poco, quizás na-da, pero lo puede todo.

Al decidir escoger un patrono para el Conci-lio Vaticano II opta por San José porque a ningu-no de los protectores celestiales puede confiárse-lo mejor que a él,Cabeza augusta de la SagradaFamilia y Protector de la Santa Iglesia, para al-canzar la ayuda del cielo en la preparación y de-

DEVOCIÓN DEL BEATO

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sarrollo del Concilio, que no pide para su realiza-ción y su éxito más que luz de verdad y de gracia,disciplina de estudio y de silencio, paz serena delas mentes y de los corazones. (Letras apostóli-cas del 19 de marzo de 1961).

Y cuando lo declaró Patrono del Concilio es-cribió: «Así, pues, confiando en la ayuda del Re-dentor divino, principio y fin de todas las cosas,su augusta Madre la Santísima Virgen María y deSan José, a quien desde el principio confiamostan gran acontecimiento, nos parece llegado elmomento de convocar el Concilio EcuménicoVaticano II» (Humanae salutis, 25 de diciembrede 1961).

Esta devoción a San José aparece particu-larmente en el hecho de incluir elnombre deSan José inmediatamente después del de suEsposa la Virgen María en el canon romano,

atendiéndo al clamor de miles de voces quehabían llegado de todo el mundo.

El último acto público de su devoción aSan José es la inauguración de una altar a SanJosé en la Basílica de San Pedro. En la tardedel 19 de marzo de 1963 Juan XXIII se parabaen el crucero de la izquierda de la Basílica deSan Pedro para descubrir y bendecir el nuevomosaico del altar dedicado a San José. La ce-remonia de esta tarde ha sido encanto, suavi-dad y estímulo para nuestra alma. Era su de-seo cumplir con este acto de piedad hacia elEsposo castísimo de María y Custodio de Je-sús y coronar de esta manera el voto del cora-zón de que se encienda también en el templomáximo de la Cristiandad la devoción a SanJosé, protector de la Iglesia y protector del Va-ticano II. La coincidencia con mi onomásticay con el 38 aniversario de mi consagraciónepiscopal no podía ser ni más conmovedora,ni más significativa.

En la alocución a los cardenales, cuandole felicitaron por su santo les recuerda que «senos ha dicho y lo hemos experimentado coníntimo gozo que antes y después de las con-gregaciones generales (del Vaticano II, en SanPedro en los días del Concilio Ecuménico senotaba un grupo notable de padres en oraciónante el altar del Santo… Aceptad el voto queNos hacemos, señores cardenales, de que esealtar al paso que sea motivo de mayores pere-grinaciones, sea también fuente de consuelo yde favores celestiales».

P. Román Llamas, ocd

JUAN XXIII A SAN JOSÉ

COMUNICANTES ET MEMORIAMVENERANTES IN PRIMIS GLORIOSAEVIRGINIS MARIAE GENYRICIS DEI…

añadidura de Juan XXIII:

SED EL BEIATI JOSEPH EJUSDEMVIRGINIS SPONSI…

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No es necesario decir que el beato,y próximamente santo, Juan Pa-blo II (1920-2005) ha sido uno de

los papas más devotos de San José y uno delos más decisivos impulsores del amor bienfundado al esposo de María y padre de Je-sús. Su pontificado (1978-2005), el más largodespués del de Pío IX, fue una permanentemanifestación de esta relación cordial yevangélica con San José. No había ocasiónpropicia, lo mismo homilías que viajes, quecelebraciones especiales, que no aprove-chara para proponer a San José como mo-delo y como protector bueno de la Iglesia,de las familias, de las personas en sus diver-sos estados. En este sentido, Juan Pablo IIquebró la relativa atonía magisterial desdeque León XIII publicó la primera (y única)encíclica dedicada a San José («Quam-quam pluries», 1889), al regalar (a los cienaños, en 1989) la profunda y cálida exhor-tación apostólica «Custodio del Redentor».

No es posible ofrecer ni siquiera una sínte-sis de los riquísimos contenidos de esta exhor-tación apostólica. Es el evangelio la fuente

principal de inspiración reflexión. De su valen-tía al exponer la importancia de San José enla realización del proyecto de salvación pue-de darnos alguna idea la afirmación de la ne-cesaria, decisiva, cooperación de San Jo-sé –protector de la Iglesia– en el misterio de laencarnación, de la redención, respondiendoa su predestinación como esposo de María,como padre singular de Jesús.

Pero ya antes de este documento precio-so del magisterio de la Iglesia, mucho antesincluso de haber sido elegido papa, en1960, cuando «solamente» era obispo auxi-liar de Cracovia, Monseñor Karol (José)Wojtyla escribió el artículo «San José», quenuestra revista Estudios Josefinos fue la pri-mera en ofrecer en castellano. En él brilla,además de una profunda meditación sobrelos textos evangélicos de Mateo y de Lucasque se refieren a la infancia de Jesús, la re-flexión teológica e incluso filosófica de un in-telectual.

Esta devoción le venía de antes, de sumisma niñez, del ambiente vivido en su casay en su ciudad natal de Wadowice. Allí pudocontemplarla y expresarla en la imagen dela iglesia de los carmelitas descalzos dedica-

Juan Pablo II: El anillo de un Papa SaJuan Pablo II: El anillo de un Papa Sa

La iglesia de Wadowice regaló a Benedicto XVI uncuadro de Juan Pablo II en agradecimiento.

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da a San José. Y en esto nos vamos a fijar: enlo elocuente de un gesto de Juan Pablo II,cuando regaló a los carmelitas descalzos deWadowice su anillo pontificio para decorarel cuadro de San José que preside la iglesiaen la que, de niño, el Papa ayudó a misa co-mo monaguillo.

El gesto tuvo lugar con ocasión del vigé-simo quinto aniversario de su pontificado yquería expresar su gratitud «por todo lo reci-bido desde la infancia de la escuela carme-litana de espiritualidad». Con su regalo, JuanPablo II swe inspiró en predecesor, Juan XXII,quien, entre otras actuaciones similares, elaño de la apertura del Concilio Vaticano IIofreció anillo papal para la decoración dela mano de San José en la concatedral deKalisz, el santuario de San José tan veneradopor los polacos.

La bula que Juan Pablo II expidió con suregalo expresa los motivos de un gesto comoéste. Fechada en el día en que cumplió 25años en la Santa Sede (16 de octubre de2003), recoge el agradecimiento del SantoPadre al «solícito defensor de Cristo por suprotección». «En mi ciudad natal –expresa elPapa– San José, el segundo Patrón de mibautismo, otorga su protección al pueblo deDio desde la iglesia de los Carmelitas Descal-zos de la Colina, en la que es venerado en elcuadro del altar mayor». «Ofrezco en el XXVaño de mi Pontificado el anillo papal parauna decoración del cuadro de quien alimen-taba al Hijo de Dios, venerado en la Iglesiacarmelitana wadowicense», prosigue. «Queeste anillo, símbolo del amor esponsal, que secolocará sobre la mano de San José en elcuadro de Wadowice, recuerde a sus devo-tos que la Cabeza de la Sagrada Familia fuedepositario del mismo amor por cuyo poder

el eterno Padre nos ha predestinado a ser hi-jos adoptivos por obra de Jesucristo». Final-mente, exhorta a los religiosos a que «deseen,con el ejemplo de su santa Madre Teresa deJesús, contemplar en San José el modelo per-fecto de la intimidad con Jesús y con María,Patrono de la oración interior y del infatigableservicio a los hermanos».

El 19 de marzo del año siguiente, 2004, enla solemnísima celebración de la eucaristíapresidida por el cardenal arzobispo de Cra-covia, fue decorado el cuadro con el anillodonado por el papa. Tal acontecimiento,que suscitó gran interés en la Iglesia polaca,estuvo precedido por los actos de los nuevemiércoles anteriores a la fiesta. Y con másproximidad a la efeméride, en la iglesia deSan José de Wadowice tuvo lugar un triduooficiado y predicado por el provincial de loscarmelitas descalzos, por el director delCentro Josefino de Kalisz y, lo anotamos congozo, por nuestro director el padre RománLlamas.

Teófanes Egido

anto para San Jose´anto para San Jose´

14

Un día tuve la curiosidad de detenerme an-te un niño, que dejando de la mano de su

mamá, entraba corriendo a la clase. Procuré se-guirle… No le oí palabras, pero sí, un retrato desu ser.

Y me lo transmitió con toda su originalidad,como si me loo comunicase en primera perso-na. Por eso, es él mismo, quien nos lo dice. Loescuchamos.

Mira…:Cada día me hago más grande y mejor. No

te preocupes de lo que no soy capaz de hacerhoy. A medida que mi cuerpo crezca podré ha-cer las cosas mejor. Ahora puedo utilizar bienmis músculos grandes, pero más adelante po-dré hacer las cosas también con mis músculospequeños.

Mi cuerpo me grita y me dice que corra, queme mueva de un lado para otro. Para mí resultadifícil estar sentado. Vosotros, los mayores,podéis ayudarme a sentirme bien con mi cuer-po juguetón. Así me sentiré mejor.

No soy malo cuando tengo curiosidad. Ne-cesito saber algo sobre las cosas. Mi mundo esmuy interesante.

Cuando tengo que ir al ritmo comparativode otros me siento triste, como contrariado.Por favor, queredme mucho, porque yo soy al-go especial.

A veces no hago las cosas muy bien. Puedohacerlas mejor. No estoy seguro de mí mismo.El mundo es muy grande y está lleno de cosasque me asistan. Sed pacientes y ayudadme…

… Es que estoy creciendo…Estoy aprendiendo a ver cómo funcionan

las cosas y de qué están hechas. Necesito ha-cer cosas y el juego me ayuda a aprender. Nopuedo aprender de los libros. Tengo queaprender haciendo… jugando… porque hacerpara mí es jugar.

A mí me gusta penar en lo que está pasandoahora mismo, hoy. Es muy difícil para mí pensaren el ayer o en el mañana. Soy presente… Mesiento en presente… Y vivo con el presente…

Me creo todo lo que veo. Pero sólo puedover las cosas desde mi punto de vista. Lo quequiero y lo que veo muchas veces se ponen enmi camino. Y me gusta columpiarme entre loque veo y siento. Me divierto en este juego.

Estoy aprendiendo a pensar más deprisa. Ysobre más cosas. Por favor, no me enseñéis ha-cer todo como vosotros lo hacéis siempre. Ne-cesito ser yo mismo y gastar mucho tiempoaprendiendo mi modo de hacer las cosas.

Aunque os parezca mentira, me gustan losnúmeros y las letras. Ayudadme a aprender acontar y leedme mucho porque así es como yoquiero leer.

¡Una cosas!… Tengo que sentir antes vues-tro amor que el deseo que tenéis: que trabaje yaprenda.

Necesito cosas que me ayuden a expresarlo que siento por dentro. Correr… marti -llear… jugar con la plastilina… son activi-dades muy diversas. Me hacen sentir grande

UN RECUERDO… PARA TENERLO«Lo que nos dice un niño de 4-5 años»UN RECUERDO… PARA TENERLO«Lo que nos dice un niño de 4-5 años»

15

VIVE MEJOR TU VIDA

EN LA CRUZ ESTÁ LA VIDA

Gabriela Mistral, seudónimo de Lucila Go-doy, escritora chilena Premio Nobel deLiteratura, ejerció el magisterio en zonas

rurales de Chile. Cuando contaba veinte años eljoven que ella amaba se suicidó. Después fuecónsul de su país en Nápoles, Lisboa, Río de Ja-neiro, Los Ángeles… Sus temas centrales fueronel dolor y el amor. Su lenguaje es sencillo, vivo ylírico. En tiempos de enfermedad, escribió laoración siguiente que ha ayudado a tantas per-sonas:

«En estar tarde Cristo del Calvario, vengo a ro-garte por mi carne enferma; pero al verte…, misojos van y vienen de tu cuerpo… a mi cuerpo convergüenza».

«¿Cómo quejarme de mis pies cansados… cuan-do veo los tuyos destrozados? ¿Cómo mostrarte mismanos vacías… cuando las tuyas están llenas de he-ridas».

«¿Cómo explicarte a Tí mi soledad… cuando enla cruz alzado y solo estás? ¿Cómo explicarte que notengo amor… cuando tienes rasgado el corazón?».

«Ahora ya no me acuerdo de nada, huyeron demí todas mis dolencias… El ímpetu del ruego quetraía se me ahoga en la boca pedigüeña».

«Y solo pido… pedirte nada… Estar aquí juntoa tu imagen muerta. Ir aprendiendo que el dolor essolo… la llave santa… de tu santa puerta».

JOSÉ MARÍA ALIMBAU

PRESENTE…PRESENTE…y fuerte y no pequeño y débil. Con ello, pue-do mezclar lo real y lo que siento… y así lorepresento… Quiero hacer cosas por mí mis-mo y ser feliz con vosotros.

Como no tengo muchas palabras en mi cabezao en mi lengua todavía, miro y escucho a los de-más. Imito a otra gente… Lo que veo es lo quehago… Así que tened cuidado con lo que veo.

Tenéis que explicarme las cosas, aunquemuchas veces no las comprenda.

Podemos pasarlo muy bien hablando y es-tando juntos si usáis vuestros oídos y ojos parasaber lo que yo quiero y necesito.

Aún no sé mucho sobre lo real y fantástico.No puedo distinguirlo. No entiendo del todolo que está bien y lo que está mal. No me cas-tiguéis por eso… Lo haré mejor más adelante.

Estas son unas cuantas pinceladas de unniño… No las perdamos de vista… El vera-no es una buena oportunidad para descu-brirlas…

Si sabes jugar con ellos… te harán feliz y crearán contigo.

FRANCISCO A. SEVILLANO SEVILLANO Psicólogo

16

Santidadde San José

María era la madre que sabía

cuidar la casa, preparar la mesa;

Y tú, José, el camino, la promesa

de hacer de Dios un Hombre cada día.

¡Oh santidad la tuya, tan ingrave,

tan oculta, José, tan amorosa,

como la gracia humilde de una rosa

que regala su aroma y no lo sabe!

¡Oh temblorosa mano carpintera

que en gotas de sudor y de alegría,

bajo el amor de su carpintería,

versificó en plegarias la madera!

José Amor, José Cielo, José Puente,

José Silencio, claridad sin brillo

que hizo oración de todo lo sencillo

en su taller de amor sencillamente.

José María Fernández Nieto

Santidadde San José

1717

Sabía este santo varón que lamujer que tiene corazón des-honesto, tiene sus señales en

lo de fuera, que dan testimonio delo malo que tiene dentro de sí: pa-sos livianos, ojos altos, curiososvestidos, holgarse de hablar o deoír cosas no castas, falta de devo-ción y de temor del Señor, amiga deregalos y de ociosidad, dejarsevencer de los deleites de la gula,que son camino para vencerse delos deleites de carne, y así otras se-ñales, que, aunque la lengua de talmujer suene castidad, ellas, comomás verdaderas, por ser obras, de-claran que hay deshonestidad; to-das las cuales señales juntas y cadauna por sí veía este glorioso Santoque faltaban en nuestra Señora, yque toda ella y todas sus costum-bres eran más contrarias a desho-nestidad, que lo negro con lo blan-co, y eran tan predicadoras de lalimpieza virginal que en su corazóny cuerpo tenía, que daban de sí un

SAN JUAN DE ÁVILA (1500-1569) (III)olor como bálsamo y eran comoresplandor de aquella pureza másque angelical que en su persona te-nía. Y cuando este santo varón separaba a considerar las virtudesde ella y su honestísima conversa-ción, o cuando le miraba su virgi-nal y honestísimo rostro, parecíalecosa imposible caber maldad envaso de tan excelente bondad, yhacer traición a Dios y a su maridola que con tanta lealtad servía aluno y al otro; y por aquel rato huían las malas sospechas, y repre-hendíase de ellas; pedía en su cora-zón perdón a Dios y a su esposa ydescansaba y estaba contento.

Mas como era tiempo de tribula-ción y de prueba y había determi-nado el Señor que este santo varónbebiese esta hiel y vinagre, tras es-te consuelo que recibía con estasbuenas y verdaderas consideracio-nes, permitía le viniesen otras con-trarias a éstas, y dejábalo en suflaqueza para que fuese atormen-tado y fatigado con ellas. Así comocuando se paraba atentamente aconsiderar las virtudes y honesti-dad de su santa esposa se deshacíala sospecha que de lo contrario te-nía, así cuando la veía preñada sele entraba la sospecha en el cora-zón y desaparecían las otras consi-deraciones; y si no se escondían del

todo, no tenían tanta fuerza, quelibrasen al Santo de angustia y sos-pecha; y así había pelea en su cora-zón entre unos pensamientos yotros, diciendo unas veces: «¿Có-mo es posible que María, mi espo-sa, de cuya bondad tanta experien-cia tengo, haga traición?». Y porotra parte: «¿Cómo puede ser bien

AGRADECIENDO GRACIAS Y PIDIENDO FAVORES

OREMOS POR NUESTROSDIFUNTOS

ALCORCÓN, Florentina Labarado; CABEZASDEL VILLAR, Valeriano de Lago; MOJADOS,Esperanza, Julia; MUCIENTES, Julia Barrigón.

ALABORNOS, Felisa García Nava, 18 ¤; ALGE-TE, Margarita Fernández, 13 ¤; BENAVENTE,Antonia Pérez Villar, 3 ¤; BOADILLA DE RIOSE-CO, Emiliano Pedro Llera, 3 ¤; CABRERIZOS,MM. Carmelitas Descalzas, 3 ¤; CARDEDEU,Nuria Recordá, 8 ¤; CRESPOS, Ignacio Agua-do, 3 ¤; DON BENITO, Carmen Sánchez Porro,3 ¤; Consuelo Blanco, 3 ¤; GRAUS, CarmelitasMisioneras Teresianas, 8 ¤; LEÓN, Micaela Lla-mas, 10 ¤; Mª José y Mª Luisa Castreño, 11 ¤;MADRID, José Javier Ibáñez, 6 ¤; P. Rafael Rey,13 ¤; PP. Carmelitas Descalzos, 8 ¤; MUCIEN-TES, una devota, 3 ¤; OCAÑA, MM. CarmelitasDescalzas, 8 ¤; ORBAICETA, Mª Eulalia Lorea,13 ¤; ORENSE, Digna Perejil, 13 ¤; Pilar Contre-ras, 3 ¤; OVIEDO, Mª Blanca Morales, 10 ¤;Adelina Cañabate, 3 ¤; PALENCIA, Estrella He-ras, 3 ¤; POZAL DE LAS GALLINAS, Lucía Ro-dríguez, 3 ¤; Aurea Rodríguez, 3 ¤; Pilar Rodrí-guez, 3 ¤; Orosia Alonso, 3 ¤; Ceferina Marcos,3 ¤; María Alonso, 3 ¤; Teófila Rodríguez, 5 ¤;Sagrario García, 3 ¤; SALAMANCA, GabinaIglesias, 3 ¤; Florentina Montes, 3 ¤; JosefaSánchez, 3 ¤; Anselmo Sánchez, 3 ¤; Julia Gar-cía García, 50 ¤; Manuel Pérez Herrero, 13 ¤;SEVILLA, María Santervás, 3 ¤; TREMOR DEARRIBA, José Miguel Crespo, 60 ¤; VALENCIA,Mª Nieves Talayero, 43 ¤; VALLADOLID, Mª Te-resa Mulero, 13 ¤; Mª Teresa Juárez, 3 ¤; Sole-dad Olea, 3 ¤; Candi Minués, 3 ¤; José María

GIROS RECIBIDOS

ALDEADÁVILA DE LA RIBERA, ALDEANUEVADEL CAMINO, CAMAÑAS, CARRANQUE, CAS-TRODEZA, CASTROMOCHO, CIADONCHA, FA-CINAS, FRÓMISTA, FUENTESPIN, GRÁVALOS,MADRIGAL DE LAS ALTAS ORRES, MATAPO-ZUELOS, MUCIENTES, PANTOJA, POZAR DELAS GALLINAS, REDECILLA DEL CAMINO, SA-LAMANCA (ANSELMO SÁNCHEZ), SAN FER-NANDO, SANTA MARÍA DE BERROCAL, SEVI-LLA (MARÍA SANTERVÁS), VALLELADO, VALO-RIA LA BUENA, VILLALAR DE LOS COMUNE-ROS Y VILLALBA DE LOS ALCORES.

MISAS

LEÓN, 1 misa por difuntos de Micaela Llamas.SEVILLA, 1 misa encargada por María Santer-vás. MADRIGAL DE LAS ALTAS TORRES, 1 mi-sa por Julio Lozano.

hecho estar preñada y no de mí?».Gemía, llamaba el socorro de Dios,y no se lo daba, porque se lo guar-daba para el tiempo de la mayornecesidad; y entretanto ya veis loque podía sentir, pues esta pasiónde celos, concebidos aun con pe-queña ocasión, atormenta sobretoda manera a los maridos.

18

(CONTINUARÁ…)

Zorita, 3 ¤; Mª Luisa Zaera, 3 ¤; VALLS, JoséMaría Ferré, 3 ¤; VALORIA LA BUENA, Montse-rrat Laguna, 3 ¤; VILLAFRECHÓS, Isolina Atien-za, 3 ¤; VILLAGARCÍA DE AROSA, José MaríaLongo, 7 ¤; ZARAGOZA, Alfredo Ortega, 13 ¤.

1919

En el examen el profesor le dice alalumno que no ha sabido contestar aninguna pregunta;

–Le haré la última pregunta y si lasabe le aprobaré. ¿Cuántos pelos tieneen la cola un caballo?

–Treinta mil quinientos ochenta y tres.–¿Y cómo lo sabe?–Perdón, profesor, pero esa ya es

otra pregunta.* * *

La profesora en el colegio:–A ver Antonio, dime tres partes del

cuerpo que empiecen por la letra c.–Cabeza, corazón y cuello.–Muy bien, y tú Juanito tres que

empiecen por la letra p.–Páncreas, piernas y pulmón.–A ver, Jaimito, tres que empiecen

por la letra z.–¿Por la letra z? Ahora mismo se las

digo: zejas, zojos y zuñas.* * *

Le dice el zapatero al cliente?–¿Qué número calza de pie?–Lo mismo que sentado.

* * *

Pregunta el barman a un cliente irlan-dés:

–Tú, irlandés, ¿como te llamas?–Silver O’Sullivan.–¿En que quedamos?

–¿Cuál es el colmo de un carpintero?–Tener unos hijos listones, unas hijas

traviesas y una mujer cómoda.

* * *

–¡Eres un egoísta! –le dice la mamá asu hijo– te has comido toda la tarta sinacordarte de tu hermano.

–¿Sin acordarme? Casi me atragantopensando que ya venía.

* * *

–Doctor, llevo tres semanas soñandoque mi suegra viene a visitarme cabal-gando sobre un dragón.

–¿Sí? –dice el psiquiatra.–Sí, doctor. Esos ojos amarillos

inyectados en sangre, la piel escamosay los dientes afilados, el fuego y elhumo que echa por la boca…

–Realmente una visión terrible –res-ponde el psiquiatra.

–Y espere que le describa el dra-gón…

* * *

–Señorita, me llevo este par de guan-tes ¿Podría envolvérmelos en papel deregalo? Es para mi señora

–¡Ah! Una sorpresa, sin duda.–No lo sabe Vd. bien; ella se espera

un abrigo de pieles.

ESTUDIOS JOSEFINOSRevista de investigación y de información sobre la presencia de San José:

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